Y para no parar, lo mejor es el movimiento. Así que empecemos a movernos bien temprano, como el día cuando despierta.
Hay movimiento en cada uno de nuestros sentidos. La vista, al mover los ojos y recibir una imagen que nuestro cerebro interpreta. El oído, escuchando como el viento, sopla fuera con furia. El tacto, al rozar nuestra piel con la sábanas y sentir el frío del amanecer . El gusto, al tragar nuestra propia saliva o beber un vaso de agua o casi, casi el desayuno. El olfato, al abrir la ventana y sentir ese olor a lluvia, a tierra húmeda.
Venga, ¡up, up! ¡a moverse!
Non stop, si color.
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