Fantasías sexuales de las españolas

sweetluis5g

Virgen
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Fantasías sexuales de las españolas (Introducción)​


Hola a todos/as.


Inicio una nueva serie de relatos titulada “Fantasias sexuales de las españolas”. Ya esta publicadaen otras dos paginas y tambien he optado por la publicacion en Amazon. Es la mejor forma de complementar con un ISBN y evitar que al menos ahí te lo pirateen y lo suban con otro titulo o nombre de autor, ya que en este caso actuan mas rapido si denuncias.

Está publicado con el seudonimo Luis Yañez de Gomera y con el titulo Fantasías sexuales de las españolas , al precio mínimo que me dejaba la plataforma. Si alguien no quiere esperar a la publicacion por capitulos aquí, o quiere comprarlo para tenerlo en formato digital o simplemente para colaborar en los gastos que me supone el registro y demás, le estaré muy agradecido. Igualmente, si lo leeis aquí y os gusta, también seria genial que lo valoreis o lo comenteis asimismo en la web de la selva.

En cualquier caso, el libro se publicará aquí entero y de forma continuada hasta su final, de forma gratuita.

Esta es una serie de narraciones con un denominador común. Están basadas en fantasías reales que fueron descritas por sus propias protagonistas. Partiendo de un artículo titulado “¿Qué fantasías sexuales tienen las mujeres en la cabeza? 30 se confiesan” publicado por Teresa Morales el 7 de octubre del 2016 en El País (ICON), se me ocurrió hacer una historia de cada fantasía a modo de relato corto. Recomiendo encarecidamente la lectura del artículo, que se puede encontrar en El Pais (podeis escribirme si no lo encontrais y os lo mando) y supone mucho más que una simple relación de qué es lo que excita a un grupo de mujeres españolas y/o latinas. Es una esclarecedora visión de como construyen las mujeres sus fantasías y como las viven, aportando algunas claves muy importantes para comprender su punto de vista y motivaciones, así como para establecer elementos diferenciadores respecto a la mirada masculina sobre el mismo tema.

Me gustaría aclarar que sobre una base real (la descripción en dos o tres frases de sus fantasías), he creado unos relatos en los cuales las circunstancias, diálogos y la misma trama es inventada. Como decían en las películas y series antiguas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Tras leer el artículo me picó el gusanillo de volver a un formato de historias cortas, desarrolladas a partir de una confesión real en poco más de dos o tres líneas. Con una temática muy interesante: ¿Cómo y con qué fantasean las chicas?

Lo que me atrajo es una carencia que tenemos algunos autores, que es que nos cuesta trabajo construir personajes femeninos, es terreno pantanoso porque nos resulta difícil ponernos en la piel de una mujer. En el interés de comprender mejor sus formas de obtener placer o de desearlo, llegué a este artículo que me pareció muy interesante (más adelante daré algunas claves) y de ahí nació la idea de hacer otro mix de relatos cortos.

En esta ocasión son treinta, trabajo ingente que he dividido en dos partes de 15 cada una para no morir en el intento. Ahora os presento la primera y me tomaré un descanso antes de seguir con el proyecto.

Estos son los quince relatos que hasta ahora he creado sobre la breve descripcion de sus protagonistas reales:


1. Paloma (arquitecta, 45 años): “Una vez tuve un lío con un chico más joven que yo. En su dormitorio tenía unas esposas y un látigo. Nunca los usamos, pero imaginar que me hacía el amor después de haberme atado al cabecero de la cama y golpeaba el suelo con el látigo me excitaba mucho”.


2. Luisa (comercial, 41 años): “Vestirme de doncella, con cofia, faldita y delntal. Sin ropa interior y armada con un potente vibrador de los de tamaño real. En mi fantasía recreo la escena de que voy a servir a un hombre, al tiempo que soy yo quien usa el juguete y tiene el control”.


3. Carmen (enfermera, 44 años): “Todo lo que percibo como prohibido por la educación que he recibido, en mi imaginación es lo que más me excita. Como flirtear, seducir y acabar teniendo sexo oral con un hombre casado al que he visto solo un par de ocasiones. En plan American beauty, pero al revés”.


4. Sara (economista, 34 años): “Mi marido me confesó que él fantaseaba con la idea de hacerlo en un lugar semipúblico. Lo cual encajaba perfectamente con una de las imágenes eróticas que más me ponen: tener sexo con él en el palco de un teatro”.


5.
Silvia (funcionaria, 30 años): “Es algo que Woody Allen plantea muchas veces en sus películas y yo también en mis fantasías: lo de enrollarme con el psicoanalista”.


6. Idoia (profesora, 35 años): “Tener sexo con el secretario de mi colegio a espaldas de mi novio. Sé que parece un mero pensamiento de infidelidad, pero el punto de que sea el secretario de mi colegio es lo que me pone, porque en la realidad sé que jamás querría nada con él”.


7. Justina (funcionaria, 47 años): “No soy de fantasías muy rebuscadas, pero sí confieso que de vez en cuando me excita pensar en mi marido cuando está en el gimnasio y se desnuda para irse a las duchas. Y está ahí, desnudo, entre tanto hombre macizorro. Uff…”.


8.
Esther (química, 32 años): “Después de que mi mejor amiga me confesara que era lesbiana, descubrí que me excitaba mucho ir a los bares de chicas con ella y que me mirara la camarera. Sé que no tendría una relación física con otra mujer, pero el hecho de ser un objeto de deseo para una de esas chicas monas que están atendiendo en una barra me da bastante morbo cuando estoy a solas en casa”.


9. Elena (policía, 31 años): “Soy más de lugares que de acciones. Lo de imaginarme con un hombre debajo de la ducha ya me resulta muy morboso”.


10. Paula (profesora, 31 años): “Estoy en el dormitorio de mi novio, comenzamos a besarnos y a desnudarnos, y hacemos el amor. De pronto, aparece el guapo y encantador de su primo, cámara en mano, y nos graba. Todo es muy normal y dulce, y yo comienzo a moverme de forma sensual, más para el deleite del primo que para el de mi novio. Y eso nos excita mucho a los tres”.


11. Iciar (abogada, 33 años): “Hacer un trío con mi novio y otra mujer”.


12.
Mónica (socióloga, 41 años): “Masturbarme y llegar al orgasmo en el coche, en mitad de un atasco monumental”.


13. Ángeles (filóloga, 24 años): “Ser un objeto sexual para un hombre con mucho dinero, que me guste físicamente. Yo me despreocupo de todo. No tengo que pensar en nada, salvo en darle placer y sucumbir a sus caprichos y sus deseos”.


14. María (camarera y estudiante, 18 años): “Una de las cosas que aún no hemos hecho mi chico y yo, y desearlo me excita mucho: estar comiendo con sus padres y que él me esté metiendo mano por debajo de la mesa”.


15.
Patricia (diseñadora gráfica, 31 años): “Me encantaría tener un encuentro ocasional y muy sexi con alguno de los pasajeros bien vestidos, de traje y chaqueta, que están esperando mi mismo vuelo en la sala de embarque”


Empezaré con el relato 1 (Paloma) y finalizaré con el 15 (Patricia), el resto los elegiréis vosotros/as mediante votación en comentarios. Si no hay peticiones, sigo el orden normal. Al final de cada uno, daremos unos días para que podáis elegir. Solo un inciso más: hay cuatro relatos que van encadenados y en orden (sorpresa). Si seleccionáis uno de ellos, publicaré los cuatro respetando el orden narrativo.


En fin, espero que disfrutéis con ellos tanto o más de lo que yo lo he hecho escribiéndolos.


Empiezo con “Paloma” , a continuacion el primer capitulo.


Un abrazo a tod@s.
 

sweetluis5g

Virgen
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(c) Relato inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual.


Prohibida la reproducción total o parcial sin permiso del autor.


1ª Edición diciembre 2021


Sevilla (España)



Paloma I​


Paloma se despierta revuelta: ha vuelto a soñar con lo mismo. Es un sueño recurrente, que de vez en cuando vuelve para agitar su descanso nocturno, la última vez, hace un par de días. Con distintas variantes, pero siempre los mismos protagonistas. El de hoy ha sido especialmente vívido, tanto que aún en duermevela, su cuerpo sigue reaccionando aunque su mente ya ha despertado. Siente un hormigueo que le recorre las piernas, nota sus pezones en punta y una humedad pegajosa moja su sexo.


Si cierra los ojos, todavía puede ver la imagen de su muñeca derecha esposada al cabecero, que se mueve con cada embestida del chico que la penetra con dureza. Ella misma da con la coronilla en la madera con cada empujón. Mira hacia el joven y puede ver sus ojos oscuros, debajo del pelo rizado que enmarca su carita de guapo. Casi de niño bien, que engaña, porque el chico tiene más vicio que cualquier de los novios que Paloma hubiera tenido en su juventud. Los chavales de hoy van muy por delante. Ella siente que le viene el orgasmo, la polla empuja fuerte hasta el fondo pero no le molesta porque su vagina está encharcada de flujo. Gira la cabeza hacia la izquierda y ve la otra mano esposada. Junto a ella, colgado, el látigo con el que Ricardo le ha azotado previamente el culo y cuyo mango le ha pasado por los muslos hasta confluir en su coño. Por un momento ha temido que intente penetrarla, el astil es demasiado grueso y en la punta tiene una protuberancia aún más gorda. Lo ha temido, pero la sola idea la ha puesto todavía más cachonda. Cuando le ha frotado su clítoris con él, ha sentido una descarga eléctrica y más aún cuando tras un rato de jugar, le ha puesto el mango delante de los ojos, todo mojado de sus fluidos manchando el cuero negro.


- Lámelo hasta dejarlo limpio - le ha ordenado.


Obediente, lo hace y al terminar, lo cuelga a su derecha. Ella ya está tan humedecida y deseosa que solo ha podido suplicarle que la folle. El chico se lo ha hecho repetir tres o cuatro veces, hasta que al final una suplicante Paloma puede sentir la verga deslizarse en su interior y luego poco a poco, Ricardo ha empezado a follarla con toda la pasión y la energía de sus veintiséis años.


Paloma ha tenido un orgasmo brutal, con su cuerpo haciendo un intento de arquearse y sus muslos aferrados a las caderas de su amante, retorciéndose las muñecas e intentando arrancar las esposas en una lucha que ella ya sabe perdida de antemano, y quizás por eso, aún más excitante.


Se encuentra todavía un poco estremecida pero prolonga el momento. Está sola en la cama, su marido se ha ido hace como media hora porque entra muy temprano. En otras ocasiones se levanta y aprovecha para tomar un café y arreglarse tranquila, e incluso dejar hecha ya alguna tarea de la casa. Su horario en el ayuntamiento comienza más tarde. Pero hoy no: hoy le apetece esa hora más de cama. Lleva la mano a su entrepierna y toca su pubis por encima de la tela de la braga. La nota húmeda. La aparta un lado y su dedo acaricia su clítoris. Luego baja hacia su vagina y lo introduce sin demasiada dificultad: sigue mojada. Paloma gruñe de satisfacción y se quita las bragas. De dos patadas echa el edredón hacia abajo y comienza a masturbarse, mientras con la mano izquierda se agarra un pecho y pellizca su pezón.


Aprovecha que su cuerpo aún está más en el sueño que en la realidad, listo para el placer y su mente trata de volver a las imágenes oníricas. No tarda mucho en alcanzar el orgasmo y se queda con la mano entre las piernas, retorciendo estas con los muslos cerrados, como si la estuvieran en verdad penetrando y no quisiera dejar escapar el falo de sus entrañas. El placer ha sido muy intenso, de las mejores pajas que recuerda haberse hecho en los últimos tiempos.


Mira el reloj y todavía faltan 20 minutos para que suene la alarma. Decide regalárselos y adopta una cómoda posición fetal abrazando el almohadón. No consigue entrar en sueño profundo pero está a gusto y relajada, lo que le permite dormitar unos minutos más.


Una hora después, Paloma, estaciona en el parking municipal que hay junto al ayuntamiento y donde ella dispone de una plaza gratuita como funcionaria. Ventajas de estar en urbanismo y tener el rango de inspectora. Paloma no se considera una privilegiada: todo lo que tiene se lo ha ganado a pulso. La carrera de arquitectura la hizo a base de becas que exigían unas notas mínimas. Aprobó todos los cursos con una clasificación media de notable y sobresaliente. Tras dos o tres años trabajando en varios estudios, se dio cuenta que no tenía muchas posibilidades de hacer sus propios diseños y que hacerse un nombre como arquitecta, era endiabladamente complicado a no ser que tuvieras muy buenos contactos, mucho dinero o fueras hija de... La pasta llama a la pasta y aquellos que disponían de suficiente cash para diseñarse una casa, una oficina o una vivienda de lujo, no solían confiar en principiantes por muy brillantes que parecieran.


Así que parecía condenada a hacer el trabajo grueso de los demás, cobrando como la que menos. En la práctica, como la abogado que hace de pasante del letrado famoso y bien situado, pero en versión arquitecto. De forma que decidió hacerle caso a su padre: ya que de todas formas tenía complicado que llegara su oportunidad, para acabar revisando o haciendo el trabajo de los demás, mejor funcionaria, que por lo menos es un puesto seguro y para toda la vida y tampoco te matas.


Se preparó las oposiciones al ayuntamiento y consiguió entrar. A partir de ahí veinte años de puesto en puesto, donde finalmente, de ejercer como arquitecta creativa poco, pero de los entresijos de la administración bastante y además haciendo un buen trabajo. Dos oposiciones internas más aprobadas, diversos ascensos y al final, un despacho propio en urbanismo con su propia secretaria (secretario en este caso), y su correspondiente plaza de garaje. No, no le han regalado nada. No ha llegado donde ha llegado por peloteo o por enchufe. Así que ella pisa fuerte por sus dominios sin esquivarle la mirada a nadie.


Abre el maletero y saca su maletín con el portátil y la documentación de mano necesaria. A un lado, unas botas reforzadas, un chaleco reflectante y el casco. Hoy no tiene previsto visitar ninguna obra, pero por si acaso siempre lleva el kit en el coche. Luego sale del edificio y cruza la calle. Deja a un lado la puerta principal del ayuntamiento y tras girar en la esquina, entra por un acceso lateral. Antes de entrar a la oficina, pasa por la zona de descanso y se saca un café de la máquina.


En su recorrido se cruza con varios funcionarios, aunque solo cosecha un par de buenos días en contraposición a cuatro o cinco miradas vacías de interés, que hacen como que no la ven. Paloma tiene fama de ser exigente en el trabajo y seca en el trato, lo que no la hace muy popular entre los empleados. Pero ella no sufre por eso: no está allí para hacer amigos. Se considera a sí misma una profesional y le gusta cada cosa en su ámbito. Allí está para trabajar y no ha llegado a donde ha llegado acomodándose, ni haciendo política de pasillo. Y tampoco le gusta la gente que remolonea o que considera que, por el hecho de haber aprobado una oposición y tener un sueldo público pagado entre todos, puede levantar las manos y no ganarse el jornal que cobra.


- Buenos días Sebas.


- Buenos días - le contesta su administrativo - Marcial quiere verte, ha preguntado por ti hace diez minutos.


“¿Qué querrá ese tan temprano?”, se pregunta Paloma. Marcial es su inmediato superior, el responsable del equipo de inspectores de urbanismo. Y no es habitual que a primera hora se haya puesto las pilas ni venga con prisas. No, más bien es de los que te dan por culo al terminar la jornada, cuando ya estás recogiendo para irte y te llama con gilipolleces de última hora, que normalmente se dividen en dos categorías: las que a pesar de haber tenido toda la mañana, te las dice cuando estas ya con un pie en la calle, y las que se podrían dejar perfectamente para el día siguiente porque no son urgentes.


Paloma entra, se quita la chaqueta y la cuelga. Deja su bolso encima de la mesa y saca con tranquilidad el portátil, además de poner en marcha el equipo de sobremesa que tiene en la oficina. Una vez que está todo funcionando y conectada a la red corporativa llama a su jefe.


- Marcial, ya estoy aquí ¿que querías?


- Por teléfono no.


- Me acerco a tu despacho.


- No, ya voy yo.


- Vale - se encoge de hombros la arquitecta mientras se toma el café.


- Paloma ahí va eso – anuncia sin dar siquiera los buenos días y depositando un carpeta en la mesa. Ella mira la portada, luego, la abre y ojea los primeros documentos.


- Pero ¿esto no lo llevaba Méndez?


- Méndez no puede, te toca a ti: órdenes del jefe.


- ¿Cómo que Méndez no puede? Cuando yo no puedo me jodo, nadie me echa una mano.


- Oye el teniente de alcalde ha presionado: esto tiene que estar resuelto en menos de un mes, si no, van a rodar cabezas. Así que te ha tocado a ti. Es un caso excepcional: no podemos aparcarlo hasta que Méndez pueda atenderlo. Tiene una agenda que es más complicada de cambiar que la tuya. Si tienes que dejar algo, déjalo y prioriza esto.


- Vaya una mierda…


- Bienvenida a urbanismo y obras públicas, guapa, que parece que acabas de llegar…


Y la deja allí con el expediente.


Paloma coge el legajo. En la portada aparece un número que teclea en la base de datos de urbanismo. Como sospechaba, el poco ancho de la carpeta resulta engañoso. Pocos documentos en papel pero en el sistema las columnas de archivos forman una compacta maraña. Trabajo para dar y regalar. Y además, incompatible con todo lo que está llevando en ese momento.


Suspira decepcionada: odia que le cambien el paso. Tras unos segundos de reflexión sale del sistema informático y coge sus cosas.


- Sebas, voy a salir. Volveré sobre la una. Vete buscándome información de esta promotora y de su histórico de expedientes y solicitudes - comenta dejando la carpeta encima de la mesa. El otro la mira y compone una mueca de pasmo. Toda la conversación anterior con Marcial se ha desarrollado con la puerta abierta y no necesita que lo pongan al día.


- Pero... ¿No tendrías que ponerte ya con esto?


- Tengo una visita que hacer... Me queda uno de los loft del barrio Salamanca.


- Pero Marcial...


- ¡De Marcial me ocupo yo! - le corta ella echándole la mirada de “haz lo que yo te diga”, que él tan bien conoce. Pero la relación con su secretario es buena, así que Paloma tiene a bien dejar caer una explicación.


- Solo me ocupará media mañana y no voy a dejar todo este expediente empantanado por ahorrarme una visita. Podemos darle carpetazo hoy, que ya va siendo hora - Paloma está cabreada por la injerencia del jefe en su plan de trabajo y el marrón que le ha caído, está dispuesta a obedecer, como no puede ser de otra manera, y a dejar parada todo lo que está haciendo menos ese expediente. Le falta solo una visita para acabarlo, así que está resuelta a terminarlo antes de ponerse con lo otro. Es su pequeña venganza y su forma de protesta. “Que sí, que Marcial es mi jefe, pero que para chulo mi pirulo (léase mi coño moreno)”, es lo que Sebas interpreta. Bastante acertadamente, por cierto.


- Tú misma - se rinde sabiendo que no hay nada que hacer, haciendo un gesto con la mano como diciendo que él se quita del medio, y que no quiere saber nada de la discusión de quién tiene los huevos más gordos allí.


- Vale, prepara los resúmenes y los documentos para darle salida al tema del barrio de Salamanca en cuanto yo vuelva y pon en pausa todo lo demás.


- De acuerdo.


- Hasta luego.


- Hasta luego jefa.


Paloma se dirige de nuevo al aparcamiento. Conoce un sitio cerca del loft que tiene que visitar donde puede desayunar. Bien, empezará por ahí. Gestión y luego un buen desayuno para ponerle buena cara al mal tiempo, es lo que ella necesita.


Una hora y media después está en la Mallorquina de la calle Velázquez, dando cuenta de un buen croissant con un café con leche descafeinado. Ha comprado unas pastas para llevarse (que piensa compartir con Sebas) y su humor ha mejorado bastantes enteros.


Revisa en el portátil los planos del loft que acaba de visitar. Coge algunas medidas y las va trasladando al informe. Aquello le va a suponer otros quince minutos, pero prefiere hacerlo allí, contenta de haberse escapado de la oficina. Eficiente como ella sola, se lo mandará por correo a Sebas para que pueda ir tramitándolo mientras vuelve. Así, cuando llegue, podrá zambullirse directamente en el nuevo expediente.


- ¿Arquitecta?


Paloma vuelve la vista a su lado derecho, de donde proviene la pregunta, entre contrariada por la interrupción y sorprendida por el acierto al adivinar su profesión.


Un joven moreno, alto, melena corta e impecablemente cortada y peinada y ojos color miel, la observa sonriente. Un traje, de corte al parecer italiano (igual que su acento), le da un aspecto algo serio pero muy elegante. Al principio, Paloma no le devuelve la sonrisa ni le contesta, todavía lo está evaluando. “Vaya tipo más impertinente” es su primer pensamiento, molesta porque la están distrayendo de su desayuno y de su trabajo.


“Impertinente pero elegante” piensa después.


“Impertinente pero elegante y guapo”, concluye devolviéndole una sonrisa muy a su pesar, porque ella no es de las que pone las cosas fáciles ni regala gestos a extraños.


- Sí, soy arquitecta. Es usted muy observador.


- Por favor, no me hables de usted. Soy Stefano - Añade sin perder la sonrisa y alargando de forma decidida su mano.


- Paloma - responde mientras la estrecha sin apenas apretar, un poco incómoda por la osadía del joven, pero demasiado sorprendida para negarle el saludo.


- ¿Sus bocetos?


- ¿Perdón?


- Los planos esos que estaba mirando en el ordenador…


- ¡Ah, no! yo no diseño, en realidad me dedico a...- Paloma hace una pausa. No sabe muy bien si acabar la frase o no ¿Por qué tiene ella que darle explicaciones e información de sí misma a un desconocido por muy guapo y educado que parezca?


Él parece darse cuenta de que está siendo demasiado indiscreto y trata de replegarse.


- Perdón, te estoy molestando. No era mi intención interrumpir tu trabajo.


Un ligero parpadeo de aquellos adorables ojos marrones y de nuevo la sonrisa que rasga su rostro, sonrisa que Paloma aún anda decidiendo si tiene más de inocente o de canalla.


- No interrumpes, no te preocupes. Ya prácticamente había acabado - se sorprende ella contestando mientras le quita hierro al asunto.


- Hagamos una cosa Paloma: si acierto a que te dedicas exactamente, me dejas que te invite al desayuno.


Ella levanta las cejas: eso sí que no se lo esperaba. Está un poco desconcertada pero muy intrigada ¿Qué coño está pasando aquí? ¿Un tío jugando a hacer magia? ¿Intentando ligar con ella? o ¿tomándole el pelo?


- Vale, prueba a ver – lo reta.


- Eres funcionaria. Ya que estás mirando planos, yo diría que del ayuntamiento, posiblemente de urbanismo. Para ser más exactos, incluso diría que tienes pinta de inspectora. Una inspectora muy guapa, por cierto, si me permites decirlo.


- ¿De qué va esto? - Pregunta forzándose a sonreír también, aunque con un tono algo más seco e irritado que el anterior.


Stefano levanta las palmas de las manos en un gesto conciliador y pone expresión algo compungida. Es consciente de que está estirando demasiado la cuerda con una mujer a la que no le gusta que jueguen con ella, ni las sorpresas desconcertantes.


- Vale, vale, no te enfades conmigo. Te lo explico todo ahora mismo pero ¿he acertado?


- Bastante.


- Muy bien entonces me tienes que dejar que te invite al desayuno y mientras nos acabamos el café, te lo cuento.


Ella asiente y Stefano se levanta. Es un chico alto y una vez puesto de pie, el traje le queda aún mejor que sentado. Un chaval con clase para su edad, que debe ser de ¿29? Calcula Paloma.


Se sienta a su lado y un agradable perfume llega hasta ella. El chico deposita la taza de café junto a la suya. Tiene oportunidad de fijarse en sus manos, cuidadas y sin cicatrices. Dedos largos de pianista, sin anillos y un Omega Sea Master en la muñeca. El muchacho sabe gastar y no escatima, concluye. Y no lleva alianza.


- He estado en el loft de Velázquez 57 un momento antes que tú.


- ¿Cómo?


- Soy diplomado en administración de empresas y me dedico a la consultoría. Abrimos sede aquí en Madrid y yo me voy a hacer cargo.


- ¿Abrimos?


- Una empresa familiar… en realidad es mi padre el que gana suficiente dinero para que ninguno tengamos que trabajar, pero a mí no me gusta estar a la sombra de nadie, ni que me regalen nada. Así que le he pedido una oportunidad de volar solo y ganarme la paga. Si es lejos de su sombra, mejor, no lo quiero detrás dirigiendo mis pasos. Así que esta es mi oportunidad.


- Muy bien, pues buena suerte pero ¿qué tiene esto que ver con el loft y conmigo?


- Ya tenemos local para la empresa, pero yo estaba buscando un sitio para instalarme. Y el loft ese me ha encantado. Céntrico pero tranquilo. Discreto y pequeño pero luminoso. A tiro de piedra de dónde voy a trabajar. En cuanto Rafael Gómez me lo ha enseñado esta mañana me he enamorado de él. Estaba dispuesto a firmar un año de alquiler con opción a compra pero...


- Pero… - repite ella empezando a entender por dónde va el asunto.


- El dueño ha sido sincero conmigo. Parece ser que ha surgido algún problema con la remodelación del edificio y los loft de los áticos, incluido el que me gusta. No se puede comprometer a alquilarlo hasta que no cuente con los permisos. Precisamente esta mañana estaba previsto que pasara la inspección a visitarlo. Tú no te has dado cuenta, pero nos hemos cruzado en el portal. Cuando te he visto he apostado a que eras la inspectora y cuando has salido y te has despedido de Rafael en la puerta, lo he tenido más claro todavía.


- ¿Me has seguido hasta aquí?


- En realidad venía a desayunar: ha sido una coincidencia que lleváramos el mismo camino. Cuando he visto que entrabas, no he podido resistir la tentación de sentarme a tu lado y de hablar contigo. Además, si voy a vivir cerca, tenía que probar los famosos cruasanes de la Mallorquina. Porque ¿voy a vivir cerca? – Ella arruga la nariz en un gesto de contrariedad que Stefano advierte enseguida - Paloma, no quiero incomodarte: si no puedes adelantarme nada no lo hagas, no pretendo crearte problemas.


- ¿Te manda Raphael? - pregunta ella.


- A Rafael lo acabo de conocer esta mañana. Antes solo hemos tenido un par de conversaciones por teléfono para interesarme por el ático. No, no me manda él. Me gusta el apartamento, eso es todo. Cuando lo he visto esta mañana he tenido claro que esa va a ser mi casa. Y cuando algo me gusta voy a por ello.


- Ya veo, incluso molestando a una funcionaria municipal.


- ¿Te estoy molestando? Cielos, entonces además del desayuno tendré que compensarte con algo más ¿Quizás una cena? ¿Quieres que me corte una oreja cómo Van Gogh? Dímelo que estoy dispuesto a lo que sea.


- Jajaja - ríe ella ante el descaro de Stefano - No dramaticemos.


- Bien, pues entonces lo dejamos en la cena...


- No ceno con extraños. Respecto a lo otro, no hay problema, no es ningún secreto oficial ni incumplo ninguna normativa si te adelanto que el informe va a ser positivo. La vivienda cumple los requisitos. Si la documentación que ha aportado Rafael está en regla, en un par de días tendrá el permiso. Ya se lo he dicho esta mañana: te podías haber ahorrado seguirme y el desayuno con solo haberlo llamado.


- Pero entonces no te habría conocido - Otra vez la media sonrisa canalla ¿Canalla? Sí, esta vez Paloma está segura. El chaval pisa seguro de sí mismo, le echa huevos a la vida. Parece que va a tener razón: cuando algo le gusta va de frente a buscarlo. Un momento ¿ella le gusta? Por un instante le cuesta mantener la compostura. El joven es una perita en dulce.


- No creo que un chico como tú tenga problemas para conocer muchachas aquí en Madrid.


- Nos acabamos de conocer, pero creo que ya sabes de mí lo suficiente para darte cuenta que cuando algo me gusta, voy a por ello. A lo mejor yo no quiero conocer chavalas, prefiero mujeres.


Ella le sostiene la mirada unos instantes y luego se levanta y recoge sus cosas.


- Stefano, encantada de haberte conocido pero tengo trabajo.


- Claro.


Paloma hace una seña camarera pero el chico insiste.


- Por favor, déjame compensarte aunque sea con el desayuno, por haberte robado el tiempo y por cualquier molestia que haya podido causarte.


Ella consiente. Cuando se va a ir oye de nuevo su voz que la llama.


- Paloma - Ella se gira y Stefano le tiende una tarjeta - Te sigo debiendo una cena: gracias por dar el visto bueno a mi futura vivienda.


- Estaba todo en regla, solo hago mi trabajo. No me debes nada.


- Por favor coge la tarjeta. Si te lo piensas y te apetece una cena sin ningún otro compromiso, llámame. En caso contrario, puedes tirarla a la primera papelera que te encuentres nada más salir.
 

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Paloma está revisando la documentación del nuevo expediente. Aparentemente todo está bien, pero solo aparentemente. El diablo está en los detalles. Es un proyecto de construcción de viviendas en la ronda norte. Terrenos rústicos recalificados. Está revisando las licitaciones, los permisos y los pliegos. Muy confuso y un poco enmarañado todo. Wkm promociones, es la que ha presentado el proyecto, con Unitesa de constructora principal, auxiliada por una pléyade de subcontratas.

- ¿Te vienes a comer, jefa?

- No, me he traído un sándwich de casa Paco, con eso me apaño.

- No lo habrás pedido con mahonesa. Ese te envenena.

- Hace falta algo más que eso para matarme.

- No lo dudo, pero aunque estés inmunizada unas buenas cagaleras igual no te las quita nadie.

- Tengo bragas de repuesto en el cajón, no te preocupes.

- En fin, vuelvo en un rato.

- Tomate tu tiempo, Sebas, que hoy tengo bastante con esto. Hasta mañana no te voy a necesitar.

- Okay. De todas formas luego doy una vuelta antes de irme por si necesitas algo.

Ella asiente agradecida. Sebas parece un mayordomo inglés, siempre dispuesto y pendiente más allá del trabajo, con una lealtad perruna. Es el único compañero con el que tiene la suficiente confianza como para intimar, pero siempre estando en su sitio. La conoce como si la hubiera parido y le basta una mirada para que sepa cómo se encuentra. Le reconoce una sensibilidad especial para comprenderla que quizás se deba a que es gay. A Paloma le hace gracia que, a veces, los rumores de oficina los hayan situado como amantes. A ella le bastó un mes para confirmar la sospecha de que su sexualidad iba por otros derroteros, pero hay gente que para el tiempo que tiene libre y lo poco que trabaja, son muy malos observadores.

Decide darse un respiro, hoy tiene trabajo para rato, así que saca el sándwich y su botella de agua. Comerá allí mismo y luego sacará un café de máquina y se tomará las pastas de postre, sentada en el banco que hay a la salida del parking.

Piensa en el día tan extraño que ha tenido. Empezando por el final, el encuentro con ese chico con nombre y acento italiano a pesar de que hablaba un español perfecto ¿Quién es? ¿Realmente estaba interesado en ella o solo le estaba vacilando con el tema del loft?

Pero la cuestión que ha despertado su atención es más bien a quien le recuerda: a Ricardo, el protagonista en su sueño de madrugada. Que curiosa coincidencia, la noche que sueña con él va y conoce a ese tal Stefano. Bueno, concluye, tampoco es tan extraño, el sueño con Ricardo se repite demasiado en los últimos tiempos. Su mente viaja al periodo en que estuvieron juntos. Ricardo es real, el sueño no.

Lo conoció en una auditoria que hicieron a una promotora de chalets en la zona de expansión del norte de la ciudad. Tenían varias urbanizaciones ya acabadas y alguna más en obra. Ricardo era uno de los abogados del equipo jurídico de la promotora. El tema no era un asunto grave, se trataba solo de defectos de forma, por no asumir a tiempo el coste del acerado y algunas zonas públicas que les correspondía hacer, según el pliego firmado en la concesión y recalificación de terrenos. Se saldó con una pequeña multa y la realización urgente de los trabajos. Aquel chaval espabilado y aparente, al que le sacaba más de diez años de edad, se sintió impresionado por su seriedad y eficacia, y también por su conocimiento de todo lo relacionado con obra pública. Lo que al principio solo era interés profesional derivó pronto en un acercamiento más íntimo.

A Paloma, primero le hizo gracia, luego se sintió halagada y por último se dejó querer. Era excitante y salvo en el aspecto profesional, su vida era más bien aburrida. En el sexo aún más. Contribuía a ello que pasaba por una etapa de desencuentro con su marido, del que sospechaba una infidelidad que él negaba, claro. Esas cosas nunca se admiten y los hombres menos. Aunque los pilles en la cama con otra son capaces de intentar convencerte de que tus ojos se equivocan.

Aquello la cogió en un momento especial. Tras una primera etapa de color de rosa donde todo era perfecto en su matrimonio, vino la época de la rutina, en que los dos se volcaron en sus carreras profesionales, rematada por su maternidad. Paloma, lo cierto, es que tampoco echó tanto de menos la pasión que parecía faltarles. Se conformaba con un desahogo sexual de circunstancias. Su trabajo y el criar a la que fue su única hija, ocupaban todo su espacio. Así estuvo una década hasta que su hija salió un poco del cascarón, se volvió más independiente y le dejo más tiempo para ella. En el trabajo, también parecía haberse estabilizado su carrera, una vez consiguió ascender a inspectora.

Parecía el momento recuperar un poco de vida, de volver a sentirse atractiva, poner algo de picante, reactivar su sexualidad y quizás ¿por qué no? subir el ego. No soportaba la rutina en la que se veía inmersa, necesitaba un chute de emoción, de confianza en sí misma, de reconocerse en la mujer que un día fue y que todavía seguía dentro de ella, pugnando por volver a mostrarse.

Comenzó a cuidarse, a ir al gimnasio, arreglarse… Paloma es alta y delgada, tiene un aspecto un tanto andrógino cuando se viste formal, con vestido pantalón como es el caso hoy. Vistiendo minifalda o algo más ceñido, rompe esa imagen, mostrando un culito prieto, sin exuberancias pero bonito y unos pechos pequeños y redondos pero muy bien puestos. Tiene el pelo pajizo y corto. Ojos verdes. Si se compara con la mayoría de las mujeres de su edad que conoce, se conserva bastante bien a sus cuarenta años. Así que decide recuperarse para la causa y ponerse de nuevo en el mercado: en este caso solo tiene un comprador, su marido Javier.

Paloma observa con satisfacción que vuelve a acaparar las miradas de algunos hombres, en especial de sus compañeros de trabajo y también la de alguna compañera, que la mira como diciendo “¿qué le pasa a esta ahora?”. Las mujeres siempre más críticas, más mordaces y más puñeteras entre ellas mismas. Pero eso no le importa, se siente sexy y por eso no entiende cómo es que su marido apenas reacciona. Él sigue instalado en la rutina previa, como si ya viniera comido a casa y lo de dentro, por mucho que ella se esfuerce, le resulta ya conocido y aburrido. Se enfada ante la falta de reacción, Javier pone poco de su parte y eso enfurece a Paloma, deteriorando la convivencia. Ella empieza a sospechar que tiene un amante y la sospecha al final acaba convirtiéndose en seguridad, aunque no tiene pruebas.

Es en ese momento cuando sucede lo de Ricardo. Él le presta atención y atiende la mirada de deseo que su marido ignora. Paloma quiere pensar que está en su derecho, se deja arrastrar o más bien, es ella la que se lleva de calle a Ricardo. Si su marido no es infiel peor para él y si tiene una amante, pues a pagarle con la misma moneda. Intentos vanos de justificarse porque ella sabe bien que se hubiera acostado con Ricardo de todas formas.

No es algo que le amargue la vida ni le provoque un remordimiento insoportable. Paloma es práctica y funcional: lo hecho, hecho está, ha sucedido y punto. Aquello fue breve pero intenso y le sirvió para estabilizarse ella y para estabilizar su matrimonio. Desde entonces continúa en un status quo, que no es que sea muy emocionante, pero al menos es soportable.

Durante unos meses y con la excusa perfecta del trabajo, los encuentros con su joven amante se sucedieron. Hasta que él se echó novia. Cuándo se empieza una relación y se es joven, resulta todo demasiado bonito para estropearlo poniéndole a tu novia los cuernos con una mujer que te saca más de quince años, así que Ricardo comenzó a poner excusas y a ralentizar los encuentros, para acabar suspendiéndolos cuando estuvo seguro de sus sentimientos. Nada que reprocharle al chico, solo agradecerle a esos meses en los que ella se sintió otra vez protagonista y dueña de su placer. Y desde entonces, vuelta al trabajo y al sexo de circunstancias con su marido, aunque el recuerdo de los momentos que estuvieron juntos aún protagoniza sus fantasías y sus masturbaciones.

Hay algo que especialmente la pone y de ahí el sueño que ha tenido hoy, que además, se viene repitiendo desde entonces con algunas variantes. Al principio se veían en hoteles, pero pronto perdieron la vergüenza y acabaron acudiendo al pequeño apartamento de Ricardo. Mucho más económico y práctico. La primera vez que lo hicieron en su dormitorio, una sorprendida Paloma observa que colgadas de la pared junto al cabecero, hay un látigo y unas esposas.

- ¿Son tuyos? - le pregunta a Ricardo.

- No, estaban aquí en un cajón cuando alquilé el apartamento. Supongo que esto debió estar alquilado antes por alguna scort o ser un picadero de algún tipo. El caso es que me pareció gracioso y las colgué ahí como adorno.

- ¿Las has usado alguna vez?

- No ¿qué pasa, te pone? ¿Quieres que juguemos a policía y ladrón?

- No hace falta - se ríe Paloma un poco cortada. A ella no le va demasiado el tema del sado maso.

Sin embargo, conforme fornicar en el apartamento con su amante se va convirtiendo en otra rutina, su mente no deja fijarse en el látigo y en las esposas y una fantasía empieza a nacer. Se imagina que sí que las utilizan, que Ricardo la esposa a la cama, la deja desnuda y abierta de piernas y que luego, hace restallar el látigo pegando en el suelo, peligrosamente cerca de la cama, de forma que ella puede oír los chasquidos del cuero dando en la tarima. Eso la pone muy cachonda. Se moja tanto que le suplica a Ricardo que la folle, pero él no le hace caso y continúa dando con el látigo, mientras ella cierra las piernas y trata de frotar los muslos para darse placer, ya que con las manos no puede. Tarea inútil porque así es casi imposible correrse. Finalmente, Ricardo, deja el látigo y sin quitarle las esposas, le abre bruscamente las piernas y entonces se la folla violentamente.

Ella tiene un tremendo orgasmo.

Este es el sueño repetido con algunas variantes que tiene últimamente. Ahora lamenta no haber sido lo suficientemente sincera o lanzada, para recular de su postura inicial y pedirle a su amante que usara esos juguetitos. Se pregunta por qué no lo hizo cuando tuvo oportunidad. Ahora tendría un bonito recuerdo.

Por un momento le tienta la posibilidad de mandarle un whatsapp a Ricardo. De vez en cuando hablan, aunque no han vuelto a estar juntos ¿Habría posibilidad de quedar con él? Mueve la cabeza sacudiéndose ese tipo de pensamientos que sabe que no van a ningún lado. El chico está a punto de casarse, según le comento la última vez y no parece mostrar interés en hacer una locura. Escribiéndole o llamándolo para tener una cita, solo conseguiría ponerse en evidencia y eso algo que ella odia.

Pero mira por donde, hoy aparece otro muchacho en su vida. Sí, efectivamente Stefano le recuerda a Ricardo por lo joven, pero éste, a pesar de su juventud parece mucho más formal y centrado. Más seguro de sí mismo, con una cortesía y una elegancia más propia de un hombre maduro que de un chico de su edad.

Paloma sabe que no es así cómo ligan los jóvenes y el tacto que ha tenido así como la estrategia a la hora de abordarla, la ha sorprendido. Ha resultado un tanto extraño pero muy halagador para ella. Si se le hubiera acercado en un plan niñato, directamente lo hubiera mandado a freír espárragos, pero antes de darse cuenta, estaba hablando con él y aunque ha podido mantener la distancia y pararle los pies, el chico ha sabido jugar sus cartas bastante bien. Si Ricardo la atrajo en un primer momento porque la excitaba la posibilidad de ligarse a un jovencito, Stefano le atrae porque parece capaz de hablarle de tú a tú, a pesar de la diferencia de edad. Alguien en su misma onda, con un carácter de adulto pero envuelto en un cuerpo joven y bonito. Todo un regalo para los sentidos.

Ciertamente se siente complacida y también un poco excitada. Recuerda sus buenos momentos con Ricardo y un gusano le baila en la tripa ¡Un momento! se detiene: ¿en serio está pensando en ligarse al jovencito? ¿Tan segura está que el muchacho quiere algo con ella?

- Bueno - se dice - solo hay una forma de averiguarlo - mete la mano en el bolsillo de su pantalón y saca una tarjeta.

Stefano Santos Conte. Consultoría y administración de empresas… al final un número de teléfono. Parece que es la madre la que pone la sangre italiana. La vuelve a guardar en el pantalón y tras acabarse sándwich se dirige a por ese café.
 

sweetluis5g

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Esa noche, Paloma está cansada. Tiene la cabeza como un bombo de revisar documentación. Aparentemente, todo parece estar en orden pero hay un par de detalles que quiere revisar. Cuestiones que le han llamado la atención aunque no parecen graves, pero metódica y disciplinada, no deja ningún cabo suelto. Y menos en una operación de envergadura como esa: casi 500 unifamiliares adosados.

Pero eso será mañana, hoy ya está bien. Al salir del trabajo se ha pasado a recoger a su hija a la academia de inglés, de compras con ella para llenar la despensa y luego en casa, preparar cena y enterarse de cómo le ha ido el día a Estefanía. Pelea para irse a la cama, aunque al final consigue que se meta en su habitación. Mañana es otro día de trabajo y si no duermes no rindes.

Su marido ha llegado tarde y ha colaborado poco en las tareas, pero al menos viene de buen humor.

- ¿Todavía estás liada? - le pregunta con el pijama ya puesto y estirado en el sofá mientras ve la tele.

Paloma acaba de abrir el portátil, sentada en la mesa del salón, bajo una lamparita rinconera.

- Es solo mirar unos datos que me hacen falta para mañana.

Él se encoge de hombros: está acostumbrado y no insiste. De todas formas, hace ya mucho que no ven la tele juntos. A cada uno le gustan cosas diferentes. En realidad ella no está mirando ningún dato. Ha aparcado ya definitivamente el trabajo y ahora está en otro tema. Accede a un foro donde entra con su usuario secreto. Deli 541, es el nick tras el que se oculta. Es un chat de mujeres donde intercambian experiencias y se cuentan sus cosas. Generalmente, cosas relacionadas con el sexo.

Paloma lo descubrió casi por casualidad y le llamó la atención. Al contrario de lo que suele suceder en la mayoría de los foros de internet, aquí la mayoría de las sus usuarias son mujeres. No hay fotos ni vídeos de sexo manifiesto, ni tampoco sección de contactos, lo que espanta a la mayoría de los hombres que lo ven aburrido y se desplazan otros sitios de Internet más explícitos. A lo largo de casi un año, Paloma ha hecho amigas virtuales y se ha divertido y sorprendido leyendo lo que algunas mujeres publican. Tanto, que aprovechando el anonimato, ella también ha contado alguna de sus experiencias, de sus frustraciones, de sus deseos, como por ejemplo la fantasía de las esposas y el látigo.

Hoy hay poco movimiento, constata después de comprobar que no está conectada casi ninguna de las habituales. De aquellas que hacen de sustitutivo de amigas reales, de las cuales Paloma carece. Rosa 341, mosca cojonera y chicaSpecial, son con las que más interacciona. Deben tener su misma edad y al igual que ella, también con un punto algo cabrón y de vuelta de todo. Sospecha que la última es un tío camuflado en el chat, posiblemente con tendencias homosexuales, pero le da igual, es súper gracioso, se ríe un montón con él y tiene una sensibilidad especial para conectar con el resto de mujeres. Una especie de Pedro Almodóvar si hace caso de que realmente sea un tío. Así que lo incluye entre sus íntimos.

- Hoy me ha tirado los tejos un yogurín, zorras - saluda. Es el nombre de guerra que se han puesto en el grupito de cuatro. Lástima que no estén. Le apetecía chatear y contarles lo de por la mañana con Stefano. Podría colgar algo más e ir adelantándoles la anécdota, pero le gusta mantener el misterio e interaccionar cuando están sus amigas virtuales conectadas.

Cierra la sesión y se levanta para ir al dormitorio. Vuelve la cabeza hacia su marido, que ya dormita frente a la tele sin enterarse de nada. Le apetece un polvo, el recuerdo de Stefano la ha puesto cachonda, pero viendo a Javier roncar, anticipa la negativa. Debería pedírselo, es su marido y se supone que debería existir esa complicidad y él debería espabilarse y ponerse manos a la obra, pero eso no va a suceder y menos un miércoles. Sus polvos están ya más que agendados y hoy no toca. Y además, no quiere rebajarse a solicitar sexo y tener un polvo descafeinado, sería un insulto al deseo que Stefano ha hecho surgir de nuevo en ella, y mucho menos, enfrentarse a la más que probable negativa y quedar como una idiota. Para eso mejor una buena paja.

Así que se dirige al baño y se dispone a darse una ducha. Allí, en la intimidad de la mampara opacada por el vapor, se dará satisfacción. Paloma entra en el baño y se desnuda. Observa su cuerpo en el espejo. Pechos pequeños pero firmes. Se pasa la mano por ellos y se acaricia el pezón, viendo como este sufre una pequeña erección poniéndose en punta. A pesar de ir al gimnasio tiene un poco de barriguita, no mucha, la suficiente para que su vientre forme una pequeña curva que incluso le parece sugerente. Debajo, un triángulo de vello púbico oculta su vulva. Demasiado, se dice para sí misma. Tendrá que pensar en depilarse, discurre mientras se acaricia en su parte más íntima.

“Depilarse ¿para quién?” se pregunta traviesa mientras Stefano aparece en su mente con su bonita sonrisa, sus ojos marrones y su elegante traje.

Se mete en la ducha y abre el agua caliente. Espera a que el agua esté lo suficientemente tibia para meterse debajo del chorro. Deja que el líquido recorra la piel, calentando su cuerpo y produciéndole una leve sensación de sopor. Luego se enjabona. Utiliza una manopla ya muy vieja pero que le proporciona un tacto especial. Ni demasiado suave ni demasiado áspero. Lo justo para que al pasarla por sus zonas íntimas, note un tacto diferente y algo más fuerte de lo normal. Su marido siempre le pregunta porque no se compra una manopla nueva y tira aquella ruilla. Ella nunca le ha explicado por qué la conserva. Allí se va a quedar hasta que se caiga a pedazos o encuentre otra que tenga un tacto igual.

Nota la manopla resbalando gracias al gel. La pasa una y otra vez por su sexo, haciendo hueco con los dedos e insistiendo en la zona del clítoris. La respiración se le empieza a cortar, cierra las piernas y se pone tensa.

Imágenes de esposas, de látigos, de sí misma atada boca abajo en una cama cruzan por su mente. Se pellizca con la mano libre los pezones hasta hacerse daño. Ve a Stefano que la penetra desde atrás. Tiene las piernas abiertas y atadas, no puede resistirse pero aunque pudiera no lo haría. Lo desea con toda su alma. El muchacho le pasa el látigo por el cuello y tira de él, casi ahogándola mientras la sigue penetrando. Le cuesta respirar y pronto el ahogo se mezcla con el placer. No es la primera vez que tiene esa fantasía y esa noche en la ducha, parece que el tema se le queda corto a Paloma: de lo excitada que está necesita algo más fuerte, algo más duro. Se imagina a Stefano sacándola de su coño, chorreando, y escupiendo en su culo aproxima el glande a su ano.

- ¿Quieres que te dé por el culo? - más que una pregunta es un anuncio y ella se estremece. Hace mucho que no se lo follan, desde que era jovencita. Stefano afloja un poco la presión del látigo que tiene enrollado alrededor de su cuello y ella consigue carraspear un sí…

- ¿Cómo? no te oigo.

- Sí, por favor, follármelo – ruega. Entonces, él aprieta más fuerte y percibe como su ano se dilata mientras la verga va insistiendo adelante y atrás, abriéndose paso.

En la realidad, seguramente después de tantos años, le resultaría algo doloroso, pero esta es una fantasía y no le duele, puede soñar lo que quiera y eliminar la parte en la que siente daño y pasar directamente al placer, que se traslada desde su esfínter en oleadas hacia su clítoris, pasando por la vagina.

Sueña que se corre a la vez que Stefano, notando como le llena el culo de leche y ella obtiene un orgasmo simplemente frotando su coño contra la sábana, al ritmo de las enculadas del chico. Paloma aumenta el roce y consigue llegar al orgasmo en el momento culmen de su fantasía. Intenta no gritar, pero no puede evitar un par de jadeos incontrolados y después se queda entre el vapor y bajo el agua caliente, echada sobre los azulejos con la cabeza apoyada en la mampara, boqueando como un pez fuera del agua. Finalmente se relaja, se da un aclarado para quitarse la espuma y sale de la ducha envolviéndose en la toalla.

Cuando un rato después entra al dormitorio, su marido ya está durmiendo. Se acomoda en su lado de la cama, pone el despertador y apaga la luz. Esa noche no sueña con nada, la fantasía no viene a su cabeza. Seguramente, porque está satisfecha y relajada.
 

sweetluis5g

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Ya es casi la pausa de del almuerzo. Paloma recibe una alerta en el móvil de que han contestado su mensaje en el foro. Entra y se encuentra que Rosa y moscacojonera están online.

- ¿Qué eso de que un jovencito se te ha puesto a tiro? Cuéntanos so puta…

- Habrás aprovechado la ocasión ¿verdad?

Ella contesta:

- Todavía estoy madurando si acepto la invitación…está muy bueno pero no sé si llamarlo – luego les cuenta por encima el tema, sin dar detalles que puedan identificar a las personas, lugares o circunstancias.

- ¿Qué es lo que hay que pensar? Yo me lo follaba sin dudar - afirma moscacojonera.

- Estas tardando en hacer esa llamada – se decanta Rosa 341.

- Lo voy a dejar en barbecho un rato más, que no parezca que estoy ansiosa y de paso así me lo pienso con tranquilidad…

- Pues no te lo pienses mucho que chollos como este no se encuentran todos los días.

- Vale, os tengo que dejar, zorras – Paloma ha visto levantarse a Sebas y decide cortar el chat.

- Llama y esta noche nos cuentas.

- Eso, cómprate unas esposas y un látigo y queda con él – afirma entre caritas riéndose la otra.

Menudo cachondeo se tienen estas a cuenta de su fantasía, piensa divertida Paloma, que ya ha comentado sobre sus sueños en varias ocasiones con el grupo de las zorras. Igualmente, conoce sus andanzas y gustos sexuales. En especial de moscacojonera, que es incapaz de callarse nada y da detalles de cada cosa que le pasa referida al sexo.

Sebas entra en la oficina con varios documentos, que distribuye sobre la mesa de Paloma.

- Jefa, sobre el tema Wkm promociones…

- Dime.

- Aquí tienes las resoluciones de licitación de las cinco parcelas, las adjudicaciones y los registros con las peticiones de obra.

- Vale gracias ¿Algún problema? – pregunta Paloma al ver que su administrativo no se mueve del sitio y la mira con expresión expectante.

- Bueno, solo es algo raro, debe ser un error.

Paloma se pone en modo alerta. Sebas tiene intuición y si dice que es algo raro, seguramente sea porque ha detectado algún defecto de forma.

- Vamos a ver – dice inclinándose sobre los documentos – ahórrame tiempo y dime donde te aprieta el zapato.

- Mira las fechas de las peticiones de obra nueva y de las adjudicaciones.

- Todas del 15 noviembre, siendo adjudicadas el día…30 de octubre.

- Todas no…

La arquitecta frunce el ceño y revisa mejor los papeles.

- Tienes razón, hay una petición del mismo 30 de octubre. Eso no es posible – murmura Paloma que sabe igual que Sebas que una vez adjudicadas las parcelas hay un plazo de cinco días de reclamaciones, donde no se admiten solicitudes de inicio de obra.

- He comprobado el registro y hay cuatro incidencias abiertas – informa Sebas. Ella sabe lo que eso significa: alguien ha corregido los datos a posteriori.

- Se debieron equivocar de fechas y rectificaron. Ésta, seguro que se la han dejado atrás. Una cosa es que día ponen en la solicitud y otra muy distinta el día real en que la presentan.

- Ya, pero la que se han dejado atrás… observa la fecha de entrada en el sistema.

Paloma la revisa y mira a su compañero.

- 30 octubre…

- A las 9:00 de la mañana.

- Las adjudicaciones no se anuncian hasta mínimo las 13:00 horas – apostilla ella. Ciertamente allí hay algo que no concuerda - ¿Podemos ver quien ha hecho estos cambios?

- El programa META8 no guarda registro de usuario para estas gestiones.

- Bien, déjamelo a mí. Seguramente será solo un error del sistema o al grabar los archivos.

- Vale, tu misma, jefa ¿Sigo con los expedientes de contratación?

- Sí por favor.

Cuando se queda sola, Paloma vuelve a mirar los documentos. Ha querido restarle importancia al tema porque incidencias de ese tipo son frecuentes a veces y no quiere levantar la liebre. Si es un error se genera una atención inadecuada para las empresas implicadas y si es una ilegalidad, cuanto menos avisadas mejor. Pero Sebastián tiene razón, allí hay algo que huele regular.

En principio parece un error que se ha tratado de corregir, dejando atrás una de las solicitudes. Pero el histórico de la plataforma da a entender lo contrario. La única solicitud que tiene fecha del día 30 es la que parece original y no modificada. Lo cual podría indicar que son las otras cuatro las que están mal. En su día hubo cinco peticiones de permisos de obra cursadas justo antes de que se supiera quien iba a ser el adjudicatario.

Hace una nueva comprobación y para su pasmo resulta que la promotora pujó por 11 parcelas ¿Cómo sabía Wkm promociones que le iban a asignar precisamente esas cinco? A veces se producen filtraciones, piensa, no es necesariamente algo ilegal, pero su instinto activa una alarma. Decide hacer algunas comprobaciones.

Unos minutos antes del almuerzo, Paloma llama a Méndez.

- Jaime, podemos hablar un momento. Sí, es sobre el expediente de Wkm.

Al otro lado de la línea se hace un momento el silencio.

- Oye ¿te viene bien que comamos hoy juntos? Estoy liado y así aprovechamos y ya me comentas.

- Vale.

- Genial ¿vamos de menú al Paco?

- Bien, allí en quince minutos.

- De acuerdo.

La arquitecta se levanta y tras bloquear su sesión en el pc, coge la chaqueta y sale en dirección al lavabo. Tiene que hacer una parada antes de salir. Mientras, no puede evitar pensar que Méndez sabe algo de todo este asunto ¿Por qué ha propuesto comer fuera? ¿Acaso no quiere tocar el tema donde puedan oírlos? Otra sospecha llega rápida y se instala en su mente ¿Se ha quitado Méndez este asunto de encima por algún motivo? Quizás no sea casualidad que se lo hayan encasquetado a ella. “Bueno, veremos que da de sí la charla, probablemente estoy siendo muy mal pensada” piensa, aunque es consciente que cuando piensa mal suele acertar.

Ella llega antes y va pidiendo un agua con gas mientras espera. Unos minutos después, Jaime Méndez hace su aparición con cierta prisa.

- Vaya una mierda - dice mientras se pide una cerveza.

- ¿Qué pasa?

- El móvil, que se me ha olvidado cargarlo y se me ha apagado – Paloma lo entiende, un inspector sin móvil es como un santo sin paraíso – Debo anular una cita que tengo con el dentista a las 16:30 y me acabo de dar cuenta ahora. No sé si volver un momento a la oficina antes de que cierren. A las dos paran y ya no abren hasta esa hora.

- No seas tonto, toma, busca el número y llama con el mío.

- Gracias – un primer intento es infructuoso. Jaime se da cuenta que ha bailado un número. A la segunda consigue contactar – ¿Clínica Bedmar? Sí, para cambiar una cita ¿Podrían pasármela a última hora? Jaime Méndez. Ok a las ocho. Muchas gracias.

Una vez resuelto el problema, piden menú para dos y aprovechan el intervalo para entrar en materia.

- Bien, Paloma, cuéntame ¿Qué pasa con Wkm?

Ella le cuenta lo que ha visto. Méndez analiza pensativo la cuestión.

- ¿Crees que ha sido un error?

- Puede. Cosas más raras hemos visto. Lo más probable es que no sea nada pero yo lo investigaría.

- Ya ¿Sabes tú algo de esa promotora o de Unitesa, la constructora?

- Poco. Wkm es nueva y de Unitesa he llevado un par de expedientes. Algún problema de plazos y fallos en la documentación, lo habitual, nada grave.

Ella hace un mohín y da pensativa un sorbo de agua.

- Oye, tú ya has investigado ¿no es cierto? Aquí pasa algo, por eso me has llamado. Cuéntame, si puedo te ayudaré. Al fin y al cabo este marrón era mío.

Paloma asiente. Está claro, Jaime no es tonto y además tiene razón. Si quiere ayuda debe ponerlo al día.

- Ha mirado la promotora y es su primera puja. Por ahí está limpia, apenas ha trabajado en otras obras y nunca con el ayuntamiento. Luego tenemos a la constructora: está relacionada con otras promotoras “blancas” que en su día que tuvieron problemas. He revisado todas las solicitudes. En las seis parcelas no asignadas falta documentación pero en las cinco asignadas esta todo perfecto ¿No te parece raro?

- Como si no quisieran que se las asignaran…

- O como si supieran que no se las iban a dar. Esa gente sabía ya el resultado antes de la adjudicación. Y por cierto, se han quedado con los mejores solares.

- ¿Me estás diciendo que el concurso estaba amañado?

- Yo no digo nada, saca tus propias conclusiones.

Se hace un silencio mientras el camarero dispone el primer plato sobre la mesa. Cuando se va, Paloma pregunta directa y sin tapujos:

- Jaime ¿te dio tiempo a mirar el expediente?

- ¿Me estas preguntando si te he largado un marrón para quitármelo de encima? Me ofendes, Paloma, sabes que no es mi estilo.

- Vale, es que es muy raro ese cambio a última hora ¿no te parece?

- Verás, la verdad es que yo no quería dejarlo. Me presionaron.

- ¿Cómo?

- Ofrecí a Marcial dejar algunos temas aparcados y centrarme en este expediente y en los de Metropol y Viasa, que no podía delegarlos, están en fase final y hay que resolverlos ya. Pero él me exigió dedicación exclusiva a Wkm. Le dije que nanai y entonces dijo que buscaría a otro inspector que pudiera centrarse en este. Lo están presionando desde la alcaldía. Parece que esto corre prisa. Ya sabes, el anuncio de un nuevo barrio da votos. Sobre todo si supone obras grandes que traen inversión y puestos de trabajo.

- Ya - comenta ella. Se sabe la película sin necesidad de que se la cuenten.

- Mira, Paloma, igual no es nada. O igual hay algún escalón que se han saltado, ya sabes cómo va esto. Eso no significa necesariamente que haya habido trampa, hay obras que por los proyectos presentados ya sabes que solo hay determinadas promotoras que pueden llevarlos a cabo. La adjudicación acaba sí o sí en el mismo sitio. Se saltan los protocolos porque hay prisa, pero no hay alteración del resultado. Si no encuentras una ilegalidad no hay nada. Como mucho una multa o una corrección por saltarse el procedimiento.

- Ya- vuelve a repetir ella aunque en su fuero interno no las tiene todas consigo. Aquello sigue oliendo más bien regular.

- Oye, si crees que esto puede tener gato encerrado, sigue haciendo averiguaciones. Y si necesitas algo me llamas que yo te ayudo en lo que pueda ¿vale?

- Vale, gracias. Pero Jaime, por favor, ni una palabra a nadie.

- Por supuesto.

El camarero llega con los segundos y ellos se centran en la comida.

Esa tarde, Paloma sigue en su despacho dándole vueltas al asunto. No está segura de que haya caso, en eso tiene razón Méndez. Solo defectos de forma. Pero está dispuesta a tirar del hilo hasta donde pueda llegar. Solo hay una forma de avanzar y es siguiendo los pasos de la constructora. Las promotoras varían, pero la constructora ya ha participado en varios proyectos. Es el nexo común concluye. Habrá que revisar las obras en que aparezca Unitesa.

Pero eso será mañana. Es hora de echar el cierre. Recoge y toma el camino del aparcamiento. Tiene que recoger a su hija de la academia de inglés y aunque faltan tres cuartos de hora, concluye que no merece la pena ir primero a casa. Llega y consigue aparcar, lo que la deja con algo más de media hora de tiempo, así que se mete en una cafetería frente a la escuela de idiomas. En el último momento, siguiendo un impulso, decide cambiar el descafeinado por un carajillo de Bailey.

Saboreándolo, consulta su móvil y ve que en el foro, chicaSpecial se ha sumado a la conversación.

- Tiaaaaaa ¿Qué pasa con el yogurin? ¡Cuéntanos, zorra!

Paloma sonríe. Sí, eso ¿Qué pasa con Stefano? El líquido espeso con sabor a whisky se asienta en su estómago calentándoselo y subiéndole poco a poco a la cabeza. Le provoca cierta euforia que es el pequeño empujón que necesita para hacer una locura, que por otro lado le apetece. Que más bien no es que le apetezca, sino que está deseando hacer. Lleva dos días fantaseando con el chico. Solo una llamada para ver por donde respira, trata de engañarse.

Marca el número de la tarjeta y al cuarto timbrazo, cuando ya va a desistir, Stefano contesta.

- ¿Hola? Al habla Stefano.

- Hola soy Paloma.

- Vaya, que agradable sorpresa…

Tras estas palabras, Stefano, se queda callado invitándola a continuar, pero ella de repente, se sorprende sin saber muy bien que decir. Ha seguido un impulso y ahora no tiene preparado ni la estrategia, ni el discurso para llevarla a cabo. El chico se lanza al rescate, evitando que Paloma patine con cualquier torpe excusa.

- ¿Te has pensado la invitación a cenar? Si me llamas por eso me haces el hombre más feliz del mundo.

- He decidido darte una oportunidad – contesta recobrando la compostura y el tono enérgico que la caracteriza – si me sorprendes agradablemente, quizá te haga de guía para que te sitúes en la ciudad.

- Perfecto ¿esta noche entonces?

Paloma comprueba con satisfacción que el interés del joven no parece sino haber aumentado. Además, ha tenido el buen gusto de no hacer juegos de palabras con segundas intenciones de qué tipo de sorpresa agradable espera ella.

- No, hoy no puedo ¿Mañana?

- Mañana entonces - contesta con un suspiro lastimero, como el niño que lo dejan sin merienda.

- A las nueve en la puerta de la Mallorquina. Conozco un sitio bueno para cenar por allí cerca.

- Perfecto.

- Hasta mañana entonces.

- Está hecho - suspira ahora Paloma. No pensó que se atrevería. Más bien no pensó.
 

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Paloma sale del parking público donde ha dejado el coche y camina hacia la mallorquina, dos manzanas más abajo. Lleva un traje de pantalón negro ajustado y acampanado por los bajos, que quedan una cuarta por encima del tobillo, espacio más que suficiente para dejarla lucir unos tacones negros de punta cuadrada. El traje le hace un buen escote, estricto en el pecho y largo en la espalda, que cubre con un chal a juego. Su culo y cintura quedan perfectamente definidos por la tela ceñida, bajo la que ha tenido la precaución de ponerse un tanga negro para evitar transferencias incómodas. Moviéndose libres bajo el escote, sus dos pechos marcan un pequeño bultito sobre la tela, indicando la localización exacta de sus pezones. Ese vestido es imposible de llevar con sujetador y otras veces, cuando lo ha usado, Paloma ha empleado pezoneras para evitar que se le marcaran las puntas, pero hoy ha tomado la decisión de que no: si lo va a hacer, lo hará bien, usando todas sus armas y poniendo toda la carne en el asador. Así pues, el sujetador ha quedado en el maletero, en una bolsa junto a una blusa más discreta y una falda a media rodilla para cambiarse antes de volver a casa. Duda que pille a su marido despierto, pero por si las moscas.

Le ha dicho que va a una cena de despedida de un compañero que se jubila. Que no tenía previsto ir, pero que al final se ha encontrado con él y que le ha dado cosa cuando le ha preguntado, así que al final ha decidido acudir a la cena homenaje. No es una coartada muy elaborada pero como ella supone que va a suceder, su marido no presta la más mínima atención. En el ayuntamiento de una gran ciudad como esa, hay eventos para una funcionaria de su rango como para tener agenda nocturna todos los días, aunque ella solo acude a aquellos que le interesan profesionalmente o a los que no le queda más remedio.

De forma que ensaya la cara de “voy pero no me apetece lo más mínimo”, que le queda perfecta, eso suponiendo que Javier tuviera a bien levantar la mirada del móvil para fijarla en ella. Solo se preocupa por Estefanía, la hija de ambos, porque esa es su tarde de pádel y suele parar luego a tomar algo con sus amigos antes de volver a casa. No hay problema: Paloma la deja con una amiga que vive en el mismo bloque y la niña se queda a cenar. Javier solo tiene que ir a recogerla y acostarla.

Así pues, cuando Paloma sale perfectamente arreglada y maquillada de su casa (demasiado para una simple fiesta de jubilación), nadie la ve. En el garaje se cruza con una vecina que la mira con interés de alcahueta, pensando “dónde ira esta tan arreglada entre semana”, pero es una vecina con la que no tiene confianza y apenas se hablan, así que posibilidades de que haga algún comentario inconveniente a su marido, ninguna.

En fin, no está nada mal para haber sido algo improvisado, piensa mientras llega a la altura de la Mallorquina quince minutos antes de su cita. Se dispone a esperar y coge el móvil. Entra en el foro y escribe en el chat:

- Lo he hecho, zorras, he quedado con él. Estoy aquí esperando.

Se abre el chal y se hace un selfie de arriba abajo, con su escote en primer plano. Luego recorta la foto para que no se le vea la cabeza y la cuelga en el chat privado que mantiene con sus amigas.

- Vestida para matar, casi sin nada debajo: espero que al acabar la noche haya merecido la pena – escribe.

- Estás espectacular ¿me enviarás la foto? - pregunta una voz a sus espaldas.

Ella se gira, nerviosa, y se encuentra con unos ojos almendrados que a luz de las farolas brillan con un tono algo más oscuro. La sonrisa perfecta en un rostro impecablemente afeitado, con un aroma a perfume de alta gama que se acerca tentador, provocando en Paloma instintos primarios ¿Que se habrá echado el muy cabrón? ¿Feromonas de Tigre? Consigue enmascarar el tenue aroma de Adolfo Domínguez suyo. No ha querido usar algo más llamativo, por si a la vuelta, a su marido le da por usar el olfato. Tiene la absoluta seguridad que debe ser carísimo, igual el Baume et Mercier que lleva esta vez en la muñeca, no menos de 6000 €.

Para la cena va algo más informal de como lo vio el otro día: pantalón caro de pitillo, zapatos de cuero marrón y una chaqueta ligera, pero todo combinado a la perfección. Y por último la sonrisa, esa sonrisa de tío seguro que parece increíble en un chico de apenas treinta años. Y que atrapa a Paloma, que se pregunta cómo es posible que se haya podido fijar en tantos detalles, si no deja de observar sus labios.

Un ligero temblor la recorre, apenas perceptible desde fuera, pero para ella es como un terremoto. Trata de dominarse ¡joder, Paloma, que pareces una colegiala! ¿Cuánto hacía que no sentía algo así?

Su cerebro manda la orden al cuerpo para que se tranquilice y aliviada, puede oír su propia voz que aparentemente segura, responde:

- Es un poco pronto para intercambiar fotos ¿no te parece?

- Sí, tienes razón, se me olvida que con una mujer de verdad hay que ir más despacio. Pero repito y espero que no te incomode: ¡estás espectacular!

Lo dice despacio, sin apenas mover los labios y mirándola fijamente a los ojos. Luego, hace un silencio de unos segundos dejando de la frase cale en ella antes de volver a preguntar:

- ¿Y ese sitio maravilloso dónde me vas a permitir que te invite a cenar?

- Se llama la Perla de Labuan.

- Vaya ¿cómo la mujer de Sandokán?

- ¿Conoces a Salgari?

- Soy medio italiano ¿cómo no conocerlo?

Ella sonríe satisfecha: ha conocido a demasiados niños pijos y ricos como para darse cuenta que dinero y cultura no siempre van unidos. De hecho, últimamente casi nunca.

- Cocina asiática: la mejor de la zona.

- Genial, me encanta el sabor a especias y las cosas picantes.

- ¿Por eso quedas con mujeres mayores que tú?

- No, por eso no. Lo hago porque me gusta la gente con experiencia, con vida a sus espaldas, que saben apreciar el valor de la aventura, que desean algo distinto porque ya han probado lo convencional y que están dispuestas a asumir y también disfrutar del riesgo de probar algo nuevo.

- Hablas como un joven de cincuenta años… ¿No serás un diablo viejo camuflado en un cascarón joven?

- Jajaja - contesta - Algo de Diablo sí que tengo, espero que te guste esa parte si llegamos a intimar ¿Vamos? - Pregunta ofreciéndole el brazo.

- Claro, por aquí - dice ella aceptando y engarzando el suyo.

Una hora después la velada transcurre superando las expectativas de Paloma. Su efebo no solo es guapo y maduro, sino que hace gala de unos exquisitos modales, una buena cultura y un cosmopolitismo que la impresiona: solo en el último año ha viajado por más países que ella en toda su vida. Tiene gusto y lo demuestra: ha sido capaz de elegir acertadamente dos vinos distintos, para acompañar cada uno de los platos en un maridaje perfecto y ahora está mirando un licor para acompañar el postre. No ha hecho ni una sola mención a los precios, como si en vez de en uno de los bares más de moda y exclusivos del barrio de Salamanca, estuvieran en una tasca de barrio pidiendo cañas. Está claro que el dinero no le preocupa. O al menos no lo demuestra.

Respecto a ella, Paloma ve con agrado como el chico está atento y la mira con ojos interesados. En el local hay al menos una decena de bellezas espectaculares, casi todas como ella, dejándose invitar. Si estuviera allí su Javier, no habría podido echar evitar echar mínimo un par de miradas a cada una. Stefano no ha vuelto la cara ni una sola vez, ni siquiera cuando al volver del servicio una de ellas se ha cruzado y le ha sonreído con descaro. Una rubia alta, joven y con pinta de modelo. El chaval llama la atención entre la parroquia femenina y a pesar de ello, allí está pendiente de cada movimiento, de cada mirada y de cada palabra suya.

Y hablando de palabras, poco a poco la conversación ha ido volviéndose más personal. Clara en la superficie pero turbia en el fondo. Llena de dobles sentidos y de alusiones a la aventura, a la pasión, al sexo…Paloma está sorprendida por como Stefano ha sido capaz de ponerla cachonda sin haber mencionado ni una sola palabra soez o explícita. Sus intenciones se sobreentienden, pero tiene la lucidez y la caballerosidad de no estropearlo con ninguna vulgaridad y de no presionarla, dejando siempre terreno para que dé un paso atrás si algo no le agrada o si considera que van demasiado rápido. Pero a ella le arrebata todo lo que sale de su boca. No es una mojigata y sabe a qué están jugando allí. Y le gusta.

Con el último chupito la recorre una ola de calor que se torna un bochorno que le oprime el pecho, cuando él pone la mano sobre la suya en la mesa.

- Hemos hablado mucho de mí pero poco de ti, Paloma. Estoy tan bien, que la noche se va a pasar en un suspiro y apenas voy a saber nada de ti.

- Y ¿qué quieres saber? - pregunta ella.

- ¿Te gusta la aventura?

- ¿A quién no? - responde con otra pregunta, también cargada de doble sentido.

- La aventura tiene riesgos. A veces hay que internarse por caminos inexplorados - Indica mientras da unos suaves golpecitos con su dedo índice en el anular de ella, justo donde está la señal de su anillo de boda, ahora convenientemente guardado en el bolso.

Paloma capta rápidamente la referencia y suelta una pequeña risa. Hasta ese momento nadie había mencionado nada de maridos ni novias. Stefano, sin mencionar la palabra, ha puesto el asunto de manifiesto. En la misma línea de toda la noche: con elegancia, poniendo el dedo en la llaga pero dejándole margen de maniobra por si ella decide dar un volantazo.

- Paloma, no quiero crearte problemas, pero...

- ¿Pero?

- La marca de ese anillo no me va a detener. Si quieres que lo dejemos aquí, estás a tiempo.

- ¿Tan seguro estás que voy a aceptar?

- Creo que sí: eres valiente y tienes las cosas claras, y yo te ofrezco algo emocionante y distinto – hace una pausa antes de continuar, dando un sorbo al vino para dejar que sus palabras calen en la mujer - Pero también puedo estar equivocado y en ese caso, lo último que quisiera es incomodarte.

- ¿Qué es eso emocionante y distinto que me ofreces? quizás consigas convencerme

Ahora el que ríe es él. Una risa franca y seductora que acompañada de una caricia en la mano, hace que Paloma moje el tanga.

- Para averiguarlo tendrás que aceptar.

“Maldito cabrón seguro de sí mismo”, piensa ella, consciente de que en su mente ya se lo está follando. “Todavía no te voy a decir que sí, aún no, pienso aguantar aunque sea un poquito más”.

- ¿Tomamos la última? Aquí cerca está el Geographic Club que pone unos mojitos excelentes.

- Por supuesto - concede haciendo una señal con la mano a la camarera para que le traigan la cuenta. Cuando esta llega, simplemente pasa la tarjeta sin mirarla. A pesar de ser solo dos, no ha debido bajar de los 300 €, calcula Paloma. Salen del brazo y esta vez Stefano no tiene que invitarla a cogerse de él.

A las 23:45 y con dos mojitos más encima, es hora de tomar decisiones. Paloma se disculpa un momento y se dirige al baño del Geographic Club. Saca el móvil y le escribe a su marido preguntando por la niña.

- Ya está acostada – responde.

- Yo voy a tardar, nos hemos ido de copas.

- Vaya, bueno pues tú verás, mañana toca madrugar. Yo ya me acuesto también.

- Bien. No te preocupes. Procuraré no hacer ruido cuando llegue luego.

Hace un largo pis y se seca con un kleenex que saca de su bolso. Luego en el lavabo, se mira. Trata de decirse que se conserva muy bien a sus cuarenta y cinco años, pero aunque esto es cierto, no puede evitar ver un rostro muy diferente al que gastaba cuando tenía la edad de Stefano. Cada arruga, cada marca, cada pequeña hinchazón, le recuerda a la Paloma veinteañera y pone de manifiesto la diferencia de edad.

Muy bien, Paloma, tú decides: ¿para casa o para el hotel?

Está un poco mareada, los mojitos iban bien cargados, pero extrañamente lúcida, o al menos, eso piensa cuándo acaba tomando la decisión. No le importa no ser ya una jovencita: le ha gustado a Stefano por algún motivo, así que ¿qué más da? lo importante es no desaprovechar esa ocasión. Quiere sentirse deseada, anhela una noche de placer y de pasión. Y todo eso lo tiene al alcance de la mano, le basta con una palabra o con un gesto para conseguirlo ¿Cuántos Stefanos más se va a encontrar en lo que le queda de vida?

Por un instante trata de encontrar un motivo para no hacerlo. Se pone en el lugar de su marido, piensa en si debe hacer lo correcto o sucumbir a la tentación, pero es una tentativa inútil, apenas le vale solo para justificar el expediente: ella ya tiene clara la decisión y también sabe que apenas habrá remordimiento. No es de las que se comen el coco con estas cosas, además, está convencida de que su marido ya ha tenido más de una oportunidad y casi con seguridad la habrá aprovechado. Y ahora, si se representara una chica quince años más joven y guapísima, tampoco él dudaría.

Reconstruye un poco el maquillaje volviendo a darse eyeline y un nuevo repaso de lápiz de labios. Luego sale decidida, ya cubierto el expediente del momento de duda, y ahora va en busca de aquello que desea desde que cerraron la cita un día antes.

- ¿Otro mojito? - le pregunta Stefano haciendo agitar los cubitos en el vaso vacío.

- ¿En qué hotel decías que estabas?

- En el Eurobuilding.

- Vamos.

Stefano sonríe.

- Claro que sí. Si te parece tomamos un taxi, no está lejos pero ¿para qué perder media hora andando?

- Tengo el coche en el parking. Mejor lo llevamos.

- Perfecto, la habitación tiene derecho a plaza de garaje, pero yo no tengo vehículo, así que podemos pasar el tuyo.

Eurobuilding es un hotel de 4 estrellas, algo antiguo ya, pero de primera categoría.

- ¿Vas a estar de hotel hasta que alquiles el loft? - pregunta Paloma.

- Mi intención era alquilar algo mientras encontraba un sitio definitivo, pero aquí no te hacen contratos por meses, hay mucha demanda. Ahora que tú has tenido a bien dar los permisos ya no merece la pena buscar nada. Seguiré unos días más de hotel hasta que me pueda ir al loft.

Suben a la habitación en el séptimo piso. Moqueta, una cama de 150 cm y una terraza que da a la principal arteria de la ciudad.

- Bonitas vistas - dice ella observando la miríada de luces que titilan a lo largo de la avenida.

- Desde luego - responde Stefano con la vista puesta en sus ojos y luego recorriendo su escote con la mirada, sin molestarse en contemplar el paisaje.

La mano se acerca y le acaricia el cuello, con una suave presión la atrae hacia sí y unos labios carnosos se cierran sobre los suyos. Un beso húmedo, largo y profundo la deja sin aliento. El otro brazo rodea su cintura y la aprieta contra él, mientras repiten beso, esta vez con lengua. Paloma reacciona y le echa los brazos a la nuca, sacando también su lengua a pasear y no escatimando en saliva, mientras se aprieta contra el cuerpo duro y esbelto de Stefano. El chal cae hacia atrás y mientras recupera el hálito, él aprovecha para besarle el cuello y los hombros.

- Me habías prometido una aventura, una sorpresa - gime ella con los ojos cerrados.

- ¿Estás segura? yo tengo unos gustos tanto especiales, quizá no coincidan con los tuyos… a lo mejor prefieres algo más convencional.

- Si esto va a ser algo convencional cojo la puerta y me voy.

- Jajajaja.

La lleva hacia la cama sin dejar de acariciarla y hace que se siente. Luego, de pie frente a ella, se va quitando la ropa. Despacio, con cuidado y elegancia, sin chabacanerías, de forma que Paloma pueda disfrutar del striptease. El cuerpo del chico es espectacular y conforme lo va descubriendo, la mujer se va excitando más y más. Finalmente queda desnudo y Paloma, no puede retirar la vista del último y deseado secreto descubierto: un pene largo y grueso cuelga como un péndulo delante de ella. Poco a poco va poniéndose erecto. Aquello debe estar alrededor de los 20 cm si no más, calcula sorprendida. “Joder, este tío es perfecto” piensa. Si además es bueno en la cama, va a ser el polvo de su vida.

Stefano la toma de las manos y la hace levantarse. Repite el abrazo y el beso mientras ella se estremece, al fundirse contra el cuerpo que ahora sabe desnudo, notando en su vientre la forma cilíndrica de un gran falo erecto. Ahora es su turno. Se separa un poco y coge uno de sus tirantes dejándolo caer por el hombro. Cuando va a repetir la operación con el otro tirante, Stefano la coge por la muñeca.

- El juego comienza ahora - le susurra al oído - Tendrás que obedecerme... Y deberás dejarte hacer. A partir de este momento tu voluntad es la mía - Le dice mientras le muerde la tetilla de la oreja.

Paloma no habla: traga saliva y suspira excitada y expectante.

- Yo te quitaré la ropa.

Stefano deja caer los tirantes y tira del traje hacia abajo, dejando libres los pechos de la mujer. Desabotona el pantalón y acompañando con las manos, se lo baja hasta los tobillos. Lo hace con cuidado pero aprovechando para acariciar sus glúteos y sus muslos. A la vez que la despoja de la ropa, aprovecha para tocar, besar y acariciar. Sus labios recorren su vientre, un poco prominente, siguiendo la curva que va desde su ombligo hasta el pubis. Le deja el tanga puesto, apenas lo ha rozado con su nariz y su boca, pero Paloma ha sentido como la recorría un estremecimiento. Finalmente le quita los tacones, aprovechando para besarle el empeine y los dedos. Saca la lengua y lame algunos de ellos, observando cada reacción de Paloma, pendiente del efecto que tienen sus acciones sobre ella antes de pasar a mayores y confirmando que no muestra rechazo o incomodidad.

Stefano se incorpora y la vuelve de espaldas bajándole el tanga y deslizándolo para sacarlo por los pies. La envuelve en un abrazo desde atrás y ella percibe la verga tiesa contra su culo, restregándose por sus cachetes y presionando justo en su raja. Las manos recorren su vientre y suben (haciéndole cosquillas) hasta los pechos. Los dedos juguetean con sus pezones. Besa su cuello, ella se gira buscando su boca y se muerden los labios en esa forzada postura. La mano baja entonces hasta su entrepierna. No va directa, hace un rodeo pasando por su cadera y por su ingle, antes de rozar apenas su coño. Paloma emite un gruñido de enfado y presenta su pelvis sacando cintura, porque desea una caricia mucho más contundente y directa. En ese momento, él se separa.

- No te muevas – le ordena. Ella permanece quieta, de pie en medio de la habitación y desnuda, observando como Stefano se acerca al cajón de la mesita de noche y saca una especie de venda de tela negra.

Vuelve y situándose detrás, se la coloca en la cara, anudándola con cuidado de no ejercer excesiva fuerza. Ella se remueve inquieta, aunque sin llegar a oponerse.

- Chissss - le sesea él - ¿no me habías dicho que no querías algo convencional?

Le da la vuelta, le levanta la cabeza y la besa mientras con las manos le aprieta las nalgas y le empuja hacia sí, de forma que Paloma puede notar la verga dura, con los huevos presionando sobre su pubis y vientre. Una ligera humedad le empapa el ombligo y sabe que es el líquido preseminal. Se pega y se restriega contra el cuerpo del joven: sabe que Stefano está excitado, si no, su prepucio no estaría mojado.

Le gustaría frotársela contra su vulva, pero por la diferencia de altura no puede, así que se empina un poco, a la desesperada. Siente el aliento de Stefano y oye una breve risa suya ante sus intentos. La coge de los muslos y la levanta. Ella los cierra el rededor de su cintura y se coge a su cuello, buscando a ciegas su boca. Mientras se besan, Stefano la deja caer un poco hasta que su glande y el coño de paloma toman contacto. Al tenerla sujeta por cada nalga con sus manos, el mismo peso hace que su rajita despegue los labios vaginales dejando la entrada libre para la penetración. Ahí la sostiene a pulso, mientras ella se retuerce intentando que la punta encuentre el camino a su interior. Resbala una y otra vez por la entrada de su coño. En ese momento, es consciente de lo mojada que está.

- ¿Estás segura que quieres jugar? Es tu última oportunidad de dar marcha atrás.

- No pienso dar marcha atrás - balbucea entre jadeos y sin dejar de buscar la penetración.

- Vale, haremos una cosa. Si en algún momento te arrepientes o crees que voy demasiado lejos, solo tienes que decir la palabra mágica.

- ¿Cuál es esa palabra?

- Lo haremos fácil: digamos que la palabra es “stop” ¿te parece bien?

- No pienso usarla.

- Repítela por si acaso.

- Stop.

En ese momento la suelta y Paloma queda de pie, un tanto desconcertada al ver que se ha retirado. Stefano la rodea y envolviéndola con sus brazos le susurra:

- ¿Ves? no pasa nada. Si tú dices “stop” yo me retiro, pero habrás podido observar que es menos divertido, en el momento más intenso te has quedado sin el mejor premio.

Ella mete la mano por detrás, busca su miembro y lo aprieta con dureza, lo cual provoca un gemido del chico.

- No se te ocurra volver a dejarme con las ganas ¡cabrón! - Murmura.

Él se ríe. La toma en brazos y la lleva a la cama, tumbándola y recolocándole la venda para que siga sin ver. Toma uno de sus brazos y con otra venda que saca del cajón, la ata al cabecero de la cama. Repite la operación con el otro brazo ante una sorprendida Paloma, que no puede menos que acordarse de su fantasía ¿Será posible? No es exactamente igual pero la coincidencia hace que mil hormigas recorran su cuerpo.

Stefano continúa, tomándola de la barbilla, y empieza a lamerle el cuello. Baja por el canal de los pechos y se entretiene acariciándolos. Ella suspira hasta que el pellizca con más fuerza y el gemido se transforma en grito. Entonces retira los dedos y los sustituye por su lengua. Rodea el pezón y lo lame relajando el dolor. Luego, succiona con los labios y vuelve a hacer pinza con los mismos aunque sin llegar al nivel de daño anterior. Paloma se agita y jadea inquieta, navegando entre el dolor y el placer. Tiene que reconocer que aquello la pone mucho, es una especie de variante de su fantasía y no se lo esperaba. Está expectante ante lo que tiene que llegar.

Por un instante se siente preocupada. No conoce de nada al chico ¿y si es un desequilibrado o un psicópata? Está su merced.

Trata de tranquilizarse. Si tuviera intención de hacerle daño la habría amordazado para que no gritara. Además, le ha dicho qué palabra puede utilizar para pararlo todo. Está tentada de hacer la prueba, pero no quiere usarla, quedaría como una estúpida. Y además es tan rico lo que le está haciendo ahora...

Ha dejado sus pechos y su boca recorre ahora poco a poco el camino de su entrepierna, deteniéndose en el vientre para besar y lamer. Luego, llega al sexo, que Paloma ha tenido la precaución de depilarse casi por entero. Le separa los muslos y entierra su boca entre ellos.

- ¡Dios qué gusto!

El chico es un auténtico experto. Empieza lento, lamiendo de abajo se arriba y deteniéndose en los bordes para luego concentrarse en su clítoris. La respiración se le acelera, los ahogos son cada vez más continuos, empieza a notar contracciones que salen desde su matriz, recorriendo la vagina y estimulando su clítoris, que responde a cada lametazo con un calambre de placer. Puede sentir cómo se Stefano retira una de las dos manos que presionan sobre sus muslos para mantenerlos abiertos, a continuación, nota un dedo juguetear a la entrada de su vagina. Está chorreando, el chico no ha parado de lamer y mientras continua, se lo introduce hasta el puño. Con suavidad pero con decisión. Una vez dentro, lo dobla hacia arriba haciendo gancho.

Paloma va soltando rítmicos gritos de placer que van en aumento gracias a la doble estimulación desde dentro de su coño y por fuera. El orgasmo es inevitable y ella se abandona. Retuerce las piernas, tensa los brazos sin conseguir soltarse y finalmente, arquea el cuerpo mientras se corre: el orgasmo más prolongado que ha tenido en mucho tiempo.

Stefano continúa y acaba por hacerle cosquillas en su sensible nódulo. Quiere agarrarlo de la cabeza y separarlo, pero no puede al estar sujeta. Patalea y trata de juntar las piernas pero él sigue lamiendo.

- Para, para - le pide, pero le hace caso, ignora sus suplicas. Finalmente cae en la cuenta y grita:

- Stop, stop, stop…

Stefano se interrumpe. Se incorpora y acercándose a gatas a su cara, le dice:

- Si pronuncias la palabra, me detengo, pero ten en cuenta que es para toda la noche. Hoy lo dejaré pasar porque es nuestra primera cita, pero la próxima vez que digas stop, cesaré todo contacto y entonces tendrás que vestirte e irte a casa ¿lo has comprendido?

Ella asiente con la cabeza. Está agotada por el orgasmo y confundida por el cúmulo de sensaciones nuevas. El chico no le ha mentido: es toda una aventura nada convencional. Pero por nada del mundo quiere irse. Es lo más estimulante que le ha sucedido y no está dispuesta bajarse tan pronto del tiovivo del sexo al que Stefano la ha subido.

Él se levanta y lo oye abrir un mueble. Es el minibar. Lo siente sentarse en la cama y a continuación da un grito. Algo la quema en el vientre.

- Chisssdd - vuelve a chistar el chico - es solo hielo.

Ella se tranquiliza, aunque su vientre sigue subiendo y bajando nervioso. El muchacho recorre con el hielo su cuerpo hasta llegar al pecho y entonces, empieza hacer círculos concéntricos alrededor de sus senos hasta acabar en sus pezones. El cubito casi derretido ya no quema, en realidad la alivia a la vez que consigue que sus pitones se pongan de nuevo erectos.

Stefano hace desaparecer el cubito en su boca y después, baja y pasa su lengua fría por el clítoris. Alterna lametones y pasadas del hielo hasta que este se deshace.

El contraste excita a Paloma, que suspira con los muslos abiertos y las manos colgando de las vendas atadas al cabecero. Stefano se incorpora y se acerca de nuevo a su rostro.

- Tienes la barbilla llena de saliva y de babas y el coño lleno de flujo. Vaya corrida que te has pegado.

Paloma asiente nuevamente sin hablar.

- Estás sucia.

La mujer se estremece ¿vendrá ahora un nuevo castigo?

- No puedo limpiarme: tengo las manos atadas.

- Puedes pedirme que lo haga yo…

- Stefano ¿puedes limpiarme?

- ¿El qué?

- La boca y mi....

- ¿Tu qué? ¡Dilo!

- Mi sexo.

- ¿Mi sexo? Eso tiene otro nombre ¡quiero oírtelo decir!

- ¡Mi coño! ¡Quiero que limpies mi coño!

- Mucho mejor cariño ¿Sabes que eres todo un hallazgo? me gustas Paloma - Susurra y a continuación comienza a lamerle los labios y luego la barbilla. Sus salivas se entremezclan y ella siente su cálido aliento, mientras Stefano va recogiendo con la lengua los restos. Luego la seca con una sábana y después se traslada a su entrepierna de nuevo, repitiendo la operación. Su clítoris sigue sensible, pero esta vez, él tiene un especial cuidado de no hacerle cosquillas. Paloma vuelve a gemir aunque la caricia es más lenta. Sigue caliente y por un momento piensa que va a encadenar otro orgasmo. No recuerda cuál fue la última vez que tuvo dos seguidos.

- No, no, no - suplica... Ya es demasiado tarde y no quiere correrse así. Quiere tener a Stefano dentro de ella.

- Está prohibido decir no, cariño. Solo puedes decir “stop” y ya sabes lo que eso significa.

- Perdóname.

- ¿Lo has comprendido?

- Sí, sí, solo es que necesito que...Me gustaría que me tomaras.

- Pídelo por favor.

- Por favor, tómame.

- Esto parece una puta telenovela. No seamos convencionales ¡venga Paloma! aprendes rápido y eso hace que me gustes aún más. Pídemelo con otras palabras más sucias, cuanto más sucias, más rápido lo haré.

- Fóllame, fóllame el coño.

- Seguro que puedes hacerlo mejor…

- ¡Métemela hasta el fondo, lléname de polla!

Stefano todavía se hace de rogar un momento más.

- ¡Reviéntamelo hasta que me corra otra vez, joder! ¡No me hagas esperar más, so cabrón!

- Bien, muy bien ¡no sabes cómo me gustas paloma! no me equivoqué contigo - le susurra mientras ella nota que algo presiona a la entrada de su vagina.

Stefano se ha colocado un preservativo lubricado y la está penetrando ¡Dios! es grande, muy grande. Su vagina se dilata y poco a poco consigue introducirla. Nota el peso del chico sobre ella y el roce que progresivamente se va convirtiendo en un placer desaforado. Cuando llega al final, tras un empujón algo más brusco, ella siente un pinchazo que rápidamente se convierte en un calambrazo de gusto.

Stefano aumenta el ritmo mientras ella jadea cada vez más fuerte y más rápido. El chico sabe hacerlo, parece que lee su cuerpo para acoplarse con ella al mismo ritmo ascendente.

- Fóllame, fóllame - gime Paloma - ¡Más fuerte!

- ¡Grita! quiero que te oiga todo el hotel.

- ¡Que me folles! Digo que quiero que me foooooolles - Grita ella sin reconocerse –Foooll.. Folla ....meeeee…. - Intenta seguir gritando, pero ya no puede articular las palabras. Convulsiona en medio de un orgasmo tremendo mientras Stefano aprieta hasta el fondo, llenándola con toda su virilidad.

Uno de sus brazos finalmente se ha soltado. Ella lleva la mano al culo de su amante y luego lo agarra arañándolo, mientras el chico llega al clímax. Lo nota bombear y el simple pensamiento de cómo debe estar llenando el condón de leche, le provoca una última contracción de placer. Stefano intenta retirarse con delicadeza, pero ella cierra las piernas sobre su trasero.

- Todavía no, por favor, todavía no… quédate dentro un poco, me gusta sentirte, me gusta cómo me colmas.

- ¿Te gusta mi verga?

- Es fantástica - suspira ella.

El chico levanta la venda y luego le desata el otro brazo sin salir de ella. Luego la abraza.

- Como dijo Humphrey Bogart en Casablanca: este es el inicio de una bonita amistad - le dice mientras la vuelve a besar.
 

sweetluis5g

Virgen
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A la mañana siguiente paloma está de buen humor aunque cansada.

Le ha propuesto a Sebas hacer un Kit Kat y desayunar fuera. El aire fresco de la mañana en la terraza de la cafetería ayuda a despejar la cabeza.

Se siente feliz y satisfecha: ni pizca de remordimiento. Anoche volvió a su casa sobre las dos de la madrugada. El vestido y el tanga quedaron en el maletero de su coche. Unas bragas limpias (poco sexys) y la ropa que tenía preparada fueron su vestuario de vuelta. Precaución inútil porque Javier duerme profundamente y apenas se entera que ha llegado. Por la mañana se despide con un beso. Ella se acurruca en la cama. Le duelen las muñecas por la postura forzada y por los tirones que dio en el fragor del combate sexual. Seguramente tenga alguna marca en cuello o pechos y algún arañazo delator, así que se hace la dormida hasta que su marido se va.

Recuerda lo sucedido por la noche e inconscientemente la mano va hacia su concha, como dirían los argentinos. No hace apenas siete horas, el miembro de Stefano se abría paso entre sus labios. Es la primera vez que una polla llega hasta el fondo de su vagina. El recuerdo de esos dos orgasmos, hace que se moje de nuevo. Con su mano izquierda acaricia su pezón, tratando de simular los bocados de Stefano. Con la derecha se masturba. Al principio, lentamente, luego furiosa, casi haciéndose daño. Un nuevo éxtasis la deja rendida pero satisfecha. Necesitaba calmar la calentura antes de que naciera de nuevo. Un orgasmo preventivo que dirían los militares.

Se espabila con una buena ducha y con un humor excelente despierta a su hija. La rutina diaria se ve de otra forma, después de haber echado un polvo espectacular con un nuevo y bello amante.

Pero ¿Es Stefano su amante? se pregunta ¿O será solo cuestión de un capricho de un par de noches? Ella desea que no. Stefano se queda a trabajar así que ojalá su relación se mantenga, suspira ensoñadora.

- Bueno ¿cuál es el plan para hoy? - interrumpe Sebas sus pensamientos.

- Seguimos con lo de Wkm: ahora viene la parte más coñazo. Revisar memoria económica, catastro y registros de la propiedad. Mañana empiezo yo con las visitas a las parcelas. Comprobare mediciones y cotas. Tú ve revisando la documentación y si ves algo raro me avisas, ya conoces el procedimiento.

-Ok. Oye jefa, se te ve bien hoy…

- Gracias, tengo días… y hoy es uno de los buenos.

- Pues me alegro: me gusta cuando me sacas a la calle. Y también me gusta verte relajada y disfrutando del trabajo - Añade con cierta retranca.

- Una inspectora relajada no disfruta de su trabajo así que no te acomodes que esto no va a durar. Seguramente para por la tarde habré recuperado mi mala leche habitual.

- Vale, pues disfrutemos mientras dure. Pago yo el desayuno.

A la vuelta a la oficina y antes de sumergirse en el lío de documentación del expediente que tiene que revisar antes de empezar sus visitas in situ, Paloma tiene un par de cosas que le apetece hacer.

La primera es entrar al foro y leer los mensajes de sus amigas. Esta mañana, al llegar al curro, ha colgado un breve resumen de su noche.

Desde un “toma ya” hasta un “cabrona pásame su teléfono o por lo menos invítame a hacer un trío con vosotros”. “Soy capaz de comerte el coño con tal de conocer a ese chaval”. Ella sonríe satisfecha al leerlo: ¿de qué sirve tener una aventura con un pimpollo si no puedes contarlo aunque sea desde el anonimato? Luego abre el whatsapp y le escribe a Stefano.

- ¿Cómo has amanecido?

Casi inmediatamente él le responde.

- He amanecido echándote de menos. Lo de anoche me supo a poco ¿Y tú?

- Me he tenido que hacer una paja así que imagínate ¿Cuándo nos vemos otra vez?

- Ja ja, que impaciente…

- ¿A ti no te apetece seguir jugando?

- Claro que sí, pero lo de anoche fue solo una introducción ¿te atreverás a continuar?

- Ponme a prueba.

- Vale, esta noche entonces.

- No puedo salir todas las noches. Ya sabes por qué - Contesta ella apesadumbrada.

- ¿Y no te puedes escapar del trabajo?

Paloma lo piensa un momento y luego sonríe.

- Tengo que hacer una serie de visitas esta semana y la que viene fuera de la oficina. Si tú también puedes escaparte, podríamos intentar vernos.

- Yo no tengo que escaparme, guapa, soy mi propio jefe. Tú solo dime a qué horas puedes y yo te estaré esperando: el sitio ya lo conoces.

- Mañana te llamo.

- Espero esa llamada, ansioso, pero antes, una pequeña prueba.

- ¿Una prueba? ¿Qué quieres decir?

- El juego, ya sabes ¿Estás sola ahora?

- Si.

- Quiero una foto tuya desnuda de cintura para abajo.

- ¡Venga ya!

- Totalmente desnuda: quiero ver tu sexo, ese mismo que anoche saboreé con mi boca y con mi verga.

Paloma se revuelve inquieta. Aquello no acaba de convencerla.

- Si no hay foto, no hay cita - dice él en otro mensaje, añadiendo un pequeño emoticono de un diablo.

Paloma cierra la puerta del despacho tras asegurarse que no hay nadie fuera. Sebas todavía tardará al menos un cuarto de hora en llegar, ha ido al registro a por documentación y la funcionaria más cercana está al otro lado de la oficina, enfrascada en sus tareas.

Pone el móvil sobre el archivador, lo programa y se sube el vestido. La primera foto es con las braguitas puestas. Hoy se ha puesto unas bonitas bragas de encaje y quiere que Stefano la vea con ellas. Se le ajustan bien a su pubis y ella se ve hermosa y capaz de excitar a Stefano. Luego se las quita y hace una segunda foto. El estar ahí desnuda, en su puesto de trabajo enseñándole la vulva a su amante es algo que la pone cachonda. Stefano sabe cómo motivarla. Ahora mismo desearía que estuviera ahí y que la poseyera sobre la mesa. Se vuelve a mojar, nunca había tenido tantas ganas continuadas de sexo, parece una adolescente.

Se sienta sobre la mesa y separa las piernas para que se vea bien su almeja. Hace un par de fotos más y luego las edita todas para que no se le vea la cara. Acaba colocándose de nuevo las bragas y enviando, satisfecha, las fotos a su amante.

Espera con el corazón en un puño hasta que él contesta. Lo hace con varios emoticonos de corazones y con una foto de su verga. Está empalmado y una vez más, Paloma se sorprende de lo enorme que es.

- Vaya, veo que te alegras de verme.

- Llámame mañana tú y pon la hora: yo te estaré esperando.

- Okay - contesta paloma y cierra chat: acaba de oír llegar a Sebas.

- Jefa, acabo de llegar de registro: aquí tienes lo que me has pedido ¿Quieres que lo mire yo?

- No, ya me ocupo.

Sebas le lanza una mirada despechada.

- Oye, tú ya estás hasta arriba ¿por qué no me dejas que te ayude?

- Tienes trabajo, te toca la parte más pesada. Yo me ocupo de filtrar.

- Esa es mi tarea.

- Cuando no pueda ya te diré ¿No lo hago siempre?

- Pues vale, pero si colapsas avísame antes de que empieces a escupir veneno, que luego ya es tarde.

- Descuida.

Al final de la mañana, una hora antes de la pausa para almorzar, Paloma coge el bolso y se despide de Sebas.

- ¿Te vas?

- Si, me voy a localizar la primera parcela. Como por allí y esta tarde a la paso fuera.

- Vale, pues hasta mañana.

- Hasta mañana, Sebas.
 

sweetluis5g

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Al mediodía siguiente, aparca en el hotel de Stefano. Sube a la habitación y se detiene un momento frente al espejo del pasillo. Ese día no está tan arreglada. Viene del trabajo y no ha querido dar allí la nota, todavía tiene el vestido del otro día en el maletero y por un instante piensa en ponérselo aunque está un poco arrugado, pero desecha la idea. No quiere repetir y menos, con alguien tan cuidadoso al vestir y con tanto estilo como su amante. Tendrá que conformarse con lo que lleva y con un poco de maquillaje. Se mira en el espejo y se repasa las pestañas y los labios, se da un poco de color en las mejillas y se repasa la ropa. Va informal pero no está nada mal, con una blusa suelta ajustada su talle y con unos vaqueros pegados que marcan sus muslos y su culo. Paloma es delgada y a pesar de haber sido madre no ha ensanchado de caderas, mantiene un tipo muy aparente.

Toca dos veces en la puerta de la habitación y Stefano acude a abrir.

- Vaya ¡mira a quién tenemos aquí!

- Lo siento, hoy no estoy tan espectacular, pero es que vengo del trabajo.

- No te preocupes, para lo que te va a durar puesta la ropa… - Cierra la puerta y los dos se funden en un abrazo y en un húmedo beso.

- ¿Te apetece que comamos algo antes de jugar?

- Estoy impaciente - responde Paloma - ¿No me puedes dar un adelanto antes del almuerzo?

- Cómo desees…

La toma de la mano y la sitúa frente a la ventana corriendo las cortinas traslucidas, de forma que sigue entrando luz pero limitan la visión desde fuera simplemente a un bulto o una forma.

- Desnúdate - le ordena.

Ella echa una mirada hacia la ventana. No puede ver demasiado del exterior con la tela, con lo cual supone que a la inversa será igual ¿Que le habrá preparado Stefano? un latigazo de deseo la recorre de los pies a la cabeza. Con las prisas no ha pensado demasiado, su único deseo era llegar pronto a su cita. Pero ahora que está allí y ha oído la orden de desnudarse su cuerpo reacciona. Sabe para qué ha ido a aquel lugar y el recordar su primera vez juntos, hace que el vello se le ponga de punta.

Obedece y se queda totalmente desnuda frente al chico que la mira con aprobación. Abre un cajón en la mesita de noche y coge algunas cosas. No parece la venda del otro día, es algo que brilla y suena. Luego se acerca ella.

- Hoy vamos a ir un poquito más en serio ¿recuerdas la palabra para que me detenga? pero recuerda también la norma: si me haces parar me voy. Esto se interrumpe cuando tú lo pidas, pero la fiesta se acaba hasta el próximo día.

Paloma traga saliva y asiente. Está nerviosa porque ignora lo que va a pasar, pero a la vez lo teme y lo desea.

En esta ocasión no le tapa los ojos. Stefano le coge las manos y saca del bolsillo unas esposas. Con un par de clics sus muñecas quedan unidas. Trae una silla y subiéndose, toma la cadena que ha traído (eslabones color plata de aluminio pero muy resistentes) y la pasa por la barra de la cortina que está firmemente anclada al techo. Seguramente ha debido comprobarla antes.

La cadena tiene en una de las puntas un mosquetón que engancha a las esposas. Jala despacio hasta que Paloma queda con los brazos en alto. Para justo antes de que cuelgue, lo suficiente para que pueda estar de pie sin que su propio peso tire de ella. Luego, ata el otro extremo al cabecero de la cama. Stefano se acerca y la besa:

- ¿Estás bien? - le pregunta.

- Me tira un poco.

- Es necesario que estés un poco incómoda: así disfrutarás más cuando llegue el momento.

Stefano da unos pasos atrás y la mira satisfecho. Está desnuda, con los brazos en alto y los pechos moviéndose temblorosos, expuestos e inseguros. Ahora es él el que se quita la ropa muy despacio, sin prisas, observando a Paloma y comprobando sus reacciones.

Ella se ha olvidado de la postura y de la situación en que se encuentra y lo mira con los ojos brillantes. Le gusta el juego. Puede ver su mirada de deseo y su expectación, mientras él se acerca con la gran verga moviéndose a un lado a otro. Con movimientos lentos y suaves, recorre su cuerpo como hizo el otro día, besándola, pasando a los labios por sus pechos, por sus axilas, por su vientre y por fin, se arrodilla entre sus piernas y deposita un beso en su sexo. Solo uno. Después, es su lengua la que comienza a funcionar.

Paloma mira hacia abajo y puede ver la mata de pelo negro del chico pegada a su entrepierna, así como la nariz y la lengua cuando él se separa un poco. El sonido acuático de los lametones y el olor de su propio sexo rezumando flujo, se unen al festival de los sentidos. El gusto se extiende por oleadas, irradiando desde su clítoris al resto del cuerpo. Piensa que de nuevo, su primer orgasmo está destinado a ser producido por la boca de su amante, pero este se retira y sustituye la lengua por su dedo anular que estimula su botón del placer con caricias circulares. Luego lo pasa por entre sus labios vaginales y finalmente, lo introduce sin ninguna dificultad en su interior. Empieza a espolearla desde dentro y Paloma se enciende. Si en ese momento volviera a tocarla con la lengua a la vez que la estimula con el dedo, se correría sin remedio.

Pero Stefano tiene otros planes. Toma algo que parece una toalla religada y la abre sobre la moqueta. De una cajita saca algo que Paloma no puede ver bien. Él sonríe ante los esfuerzos de ella por mirar. Levanta la mano y balancea frente a sus ojos un conjunto de bolas chinas. A ella le brilla la mirada.

- No te atreverás…

- ¿Quién te ha dado permiso para hablar? - El chico coge otro objeto en este caso una mordaza de bola y se la enseña - ¿No querrás que te tape la boca? Hoy no tocaba jugar con esto, pero si te pones impertinente igual lo uso.

Toma un poco de gel lubricante y empapa las bolas. Luego, las vuelve a situar frente a los ojos de Paloma y finalmente se arrodilla. Le separa las piernas, lo que provoca que pierda un poco de altura y los brazos estiren un poquito más.

- ¡Ay! - se queja ella.

- ¡Silencio!: todavía no hemos empezado.

Con exquisito tacto, pasa la primera bola por el sexo de Paloma, recorriendo la raja húmeda que también recibe parte del lubricante que la empapa. Después, con mucho cuidado, presiona con los dedos y la esfera desaparece dentro de su vagina. Paloma suspira y luego tiembla cuando besa su clítoris y lo lame tiernamente. Sigue la segunda esfera. Repite la operación exactamente igual.

- Son cuatro, pero no te preocupes, que si la otra noche entró toda mi polla, es que caben de sobra - Por toda respuesta un gemido seco sustituye al suspiro anterior. Stefano se toma su tiempo, no hay prisa. Al final solo un hilito sale de la vagina de la mujer - Ya puedes cerrar las piernas - le anuncia y ella lo hace.

El movimiento provoca que las bolas se muevan a su vez, impulsando una sensación placentera en sus entrañas. Stefano la hace girar hasta que su cara queda pegada a la cortina. Toma algo del armario. Paloma mira de reojo, aprovechando que hoy puede ver. Algo cuelga de su mano, parece un cinturón ancho y largo. Lo pasa por su cuello y lo desliza suavemente: es un cinturón de cuero, confirma ella. Siente un estremecimiento cuando corre la punta por su espalda y da un par de toques leves en sus nalgas.

- Hoy el juego empieza de verdad. Vamos a ver cómo te portas - susurra su amante mientras va al otro lado de la habitación y se sirve una copa de vino.

Bebe un par de sorbos y se acerca a ella poniéndola en sus labios. Paloma tiene la boca seca. Bebe atragantándose porque es un vino recio, criado en barrica de roble, que casi parece coñac. Tose y unos hilos rojos caen por su barbilla y mojan su garganta y sus pechos. Stefano sonríe divertido y vuelca parte del contenido en sus tetas. Luego lo lame con la lengua.

- Excelente buqué - afirma palabras que le da una palmada en su nalga.

El vino la reconforta cuando cae en su estómago, calentándola por dentro un par de grados más de lo que ya está.

Stefano se va al otro lado de la habitación y la observa. Se acaba la copa y luego da un golpe con el cinturón en el suelo, que queda amortiguado por la moqueta. Pero no lo suficiente como para no producir un sonido seco, haciendo que Paloma de un respingo. Las bolas se mueven en su interior y el susto se transforma en placer. Otro golpe sordo y otro, que cada vez resuenan más cerca.

La mujer se remueve en tensión ¿Se atreverá él? ¿Será capaz de resistirlo ella? hasta que un latigazo en las nalgas la hace saltar. Ha sido más la impresión que el daño, porque Stefano no ha pegado fuerte. El dolor se mezcla con el placer: una vez más las bolas juegan en su interior. Luego viene otro latigazo y otro más. La intensidad va subiendo poco a poco. La boca otra vez seca, Paloma saca la lengua y la pasar por los labios, notando un sabor salado. Se da cuenta que se le han saltado las lágrimas.

- La palabra, Paloma: dila y pararé.

Ella niega con la cabeza. Y su decisión la enardece. Tensa, espera el próximo golpe. Sus músculos se contraen y las bolas vuelven a hacer su efecto mágico. Placer antes del correazo, un breve destello de dolor y nuevo placer después. El culo y los muslos le arden pero no le importa. La intensidad se ha estancado y ahora ella sabe que puede soportarlo, al menos un rato más.

Sigue esperando nuevos golpes pero, de repente, siente el brazo masculino rodeándola por la cintura. Ahora lo que llegan son besos en el cuello y caricias en los doloridos brazos y hombros, que acusan el desgaste físico de estar colgada del techo.

- Estoy orgulloso de ti: lo has hecho muy bien y ahora vas a tener tu premio.

Nota su miembro totalmente erecto pegado a su culo. Una mano acaricia el pecho y la otra baja por su espalda. Stefano se separa un momento y abre las nalgas. Le lame la raja que separa ambas y con cuidado, localiza el hilo que cuelga empapado por el flujo y tira muy despacio de él. Sale la primera bola y se oye algo parecido a un choff. Paloma está muy caliente y muy mojada. Ahora el muchacho repite la operación inversa a cuando se las introdujo. Tomándose el mismo tiempo y con el mismo cuidado, va tirando hasta que salen las cuatro bolas de su vagina. La última provoca un pedo vaginal al salir el aire, avergonzando a la mujer, pero al que su amante no presta la más mínima atención.

Vuelve a ponerlas frente a ella. Le pasa una por los labios. Paloma la lame, la chupa como si fuera un caramelo y finalmente Stefano se la introduce en la boca. Es incómodo porque tiene los brazos sujetos y no sabe muy bien qué hacer con ella, pero su amante se lo aclara.

- Sujétala con los dientes. Cuando te dé el primer vergazo puedes escupirla si quieres.

Paloma lo ve embadurnarse el miembro con lubricante y luego, la toma por las caderas y la gira bruscamente. La inclina hacia delante un poco, lo que da la cadena. Busca con su polla la entrada a su coñito desde atrás. El glande resbala por el canal de sus nalgas y tras pasar un momento por su ano, se detiene a la entrada de su vagina, que como recientemente ha sido dilatada por el juguete sexual y está convenientemente húmeda, recibe su cipote abriéndose sin apenas dificultad.

- Arrrrg - gime sintiéndose empalada. La bola escurre de su boca y cae al suelo.

La tiene sujeta por las caderas y al principio el movimiento es lento y suave. Su miembro entra hasta tocar fondo, presiona contra su matriz y vuelve a salir. Una vez certificado que todo fluye bien, Stefano la aferra por las caderas y el movimiento se vuelve más rápido y más brusco. Los pechos manchados de vino de Paloma rebotan mientras la follan. La sensación es deliciosa, mejor que el día anterior y de repente, ella cae en cuenta de que la están follando a pelo.

- El condón, el condón - trata de balbucear.

- Cállate: no tienes permiso para hablar y no te preocupes, que no te voy a dejar embarazada.

Quiere insistir pero el placer es tanto que renuncia y se deja llevar. Empina el culo para tratar de reducir el roce y mejorar el ángulo de embestida, y entonces sí, en apenas un minuto se deshace de gusto y un fuerte orgasmo estalla en su coño. Las piernas le tiemblan y se niegan a sostenerla. Se deja caer colgada en sus brazos, consiguiendo que Stefano la empitone aún más.

Todo su cuerpo convulsiona. El dolor y la molestia que le produce la postura y el estar colgada, dejan paso a un estasis intenso que casi le hace perder el sentido. No sabe si es a pesar de la tortura que le imprime su amante o gracias a ella.

Es una experiencia nueva y, en cualquier caso, el balance es tan satisfactorio que aún no ha terminado de correrse y ya piensa en repetir. A pesar del dolor y de todos los inconvenientes no duda, ni por un momento se le ha pasado por la cabeza gritar stop. Pero ya sí: su cuerpo desmadejado le duele, la postura es incómoda y la verdad, Stefano ahora le hace daño. El amante lo percibe, atento como siempre a cada suspiro que sale de la boca de Paloma, a cada movimiento, a cada mirada. La saca y tomándola entre sus brazos largos, la aúpa lo suficiente para desenganchar el mosquetón, dejándola resbalar hasta que cae de rodillas

Le levanta la barbilla y le susurra:

- Lo has hecho bien, muy bien, pero esto no ha terminado.

El falo queda a la altura de su cara. Lo dirige a su boca y ella lo besa, haciendo un tímido intento de chupársela pero está tan fatigada que apenas puede inhalar con todo eso dentro. Stefano la saca y se masturba lentamente mientras la sujeta del pelo y le pone el rostro hacia arriba. Tarda poco en empezar a eyacular. Gruesos goterones de semen caen sobre la cara, el pelo, la boca de Paloma, pero también sobre su cuello y sobre su pecho. Stefano le acerca el glande a la boca y ella lo chupas con fruición: se entretiene solo en la punta porque intenta profundizar y a la mitad ya tiene la boca llena y le cuesta respirar, está demasiado cansada y agotada para hacerlo bien. Nota el sabor a semen, alguna gota todavía sale de su capullo cuando aprieta con los labios. Stefano, que la sostiene por el pelo, retira la mano y la suelta y ella se deja caer de costado sobre la moqueta. Cierra los ojos: está deshecha pero feliz.
 

sweetluis5g

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A la mañana siguiente Paloma toma el primer café del día. Conforme a su costumbre, es la primera en aparecer, aún no ha llegado Sebas. A pesar de su buena forma tiene agujetas. Las posturas adoptadas ayer y el esfuerzo colgada, así como la tensión transmitida a sus músculos, hacen que se resienta.

Sin embargo está satisfecha: ¡vaya polvazo! Ayer se lo contó a sus amigas del foro y están que rabian.

- ¡Qué suerte tienes cabrona: menuda aventura y menudo semental te ha caído del cielo!

- Ya nos gustaría a nosotras probar todas esas cosas…

- Sí, pero ahora, una vez pasado el calentón, te arrepientes: no tengo el cuerpo ya para estas fiestas, que son cuarenta y cinco años.

- Ni de coña te arrepientes tú, zorra.

- Jajaja: es verdad - reconoce ella.

A pesar de su fantasía habitual con Ricardo, hasta hoy no se consideraba masoquista, pero es cierto: el juego la pone. No es que le guste que le peguen o que le den azotes, pero el morbo y la intensidad de la experiencia la ponen a mil. Como si el dolor pusiera el cuerpo en estado de alerta y por tanto (mucho más sensitivo), fuera capaz de multiplicar el placer.

En fin, que le gusta y está dispuesta a continuar. Afortunadamente, hasta dentro de un par de días no puede quedar con Stefano: una sesión de esas a diario la dejaría para el asilo. Se mira las muñecas y las frota. Mañana se va a apuntar a las clases de CrossFit en el gimnasio. No solo para estar más fuerte de cara a sus encuentros con Stefano y poder aguantar mejor, sino como coartada, porque tarde o temprano su marido acabará dándose cuenta de los moratones y arañazos. Su amante parece tener un cuidado exquisito en no dejar marcas, pero a veces alguna es inevitable. Las clases de CrossFit en su gimnasio son salvajes. Si su marido pregunta, solo tiene que llevarlo un día a ver como las chicas levantan ruedas de camión, suben por una soga o hacen flexiones arrastrándose por el suelo.

- Buenos días Paloma.

- Hombre Jaime ¿qué tal?

Méndez mira hacia fuera y aunque no hay nadie cierra la puerta.

- ¿Puedo hablar un momento contigo?

- Claro.

- Oye, respecto a tu expediente, he averiguado alguna cosa que te puede resultar interesante.

- Pues cuéntame...

- Bueno, resulta que tenías razón. La constructora ha trabajado en varias obras de envergadura. Y no solo con las tres empresas que mencionabas: hay dos más.

- ¿Dos más?

- Si. Lo que pasa es que no ha sido aquí sino en la provincia.

- ¡Vaya! esas no las tenía controladas.

- Ahora te paso los nombres pero eso no es lo más interesante. Entre la documentación que aportan ya sabes que debe estar la declaración de quiénes componen el consejo de administración o la Junta directiva. Se repiten algunos nombres...No todos ni en todas las empresas, pero hay al menos dos que sí: Fernando Muguruza y Gabriel Morales.

Paloma asiente.

- ¿No los apuntas?

- No hace falta: ya lo sabía.

- Vaya. Llego tarde.

- No te preocupes, te lo agradezco de todas formas.

- ¿Cuáles eran las empresas que actuaban en la provincia?

Jaime coge un boli y escribe dos nombres en un papel.

- Ahí las tienes, pero a menos que conozcas a alguien en los respectivos ayuntamientos, solo podrás acceder a la información que hay en la comunidad y ahí vas a encontrar poco.

- Ya, pero de todas formas gracias por la gestión.

- ¿Cómo lo llevas Paloma? ¿Tienes algo?

Ella duda un momento. Como si pensara hasta dónde puede contar y hasta donde no. Al final se decide: no quiere parecer descortés con un compañero que se está preocupando por ella. Y con este tipo de historias, es mejor tener a alguien que te eche una mano por si las cosas se complican.

- He cruzado datos, igual que supongo que has hecho tú. Y si, efectivamente hay algo que huele regular. Distintas promotoras consiguen adjudicaciones de parcelas en subasta pública. Los procedimientos son sospechosos porque al menos en un caso, se ha demostrado que posiblemente conocían de antemano que terrenos se le iban a conceder. Solo presentan documentación correcta y detallada para aquellas que finalmente les adjudican ¿Para qué molestarse en presentarla en aquellas que no les interesaban? y si realmente les interesaban ¿por qué no han sido igual de escrupulosos que con las demás?

- Porque están jugando al despiste. Quizá para no dar pistas sobre cuáles eran sus intenciones al resto de pujadores.

- O quizá para enmascarar un acuerdo de concesión amañado.

- Puede ser.

- El caso es que tenemos tres empresas (cinco según tu) que, aunque en teoría no tienen nada que ver entre ellas, utilizan este procedimiento extraño para hacerse con terrenos que han sido recalificados.

- Pero resulta que sí tienen que ver…

- Efectivamente: utilizan la misma constructora y además resulta que algunos de los cargos han ido emigrando de una a otra empresa ¿Por qué montar una promotora para cada proyecto?

- Nadie les impide hacerlo así.

- Venga Jaime, que los dos tenemos el culo pelado después de tantos años arrastrándolo por urbanismo.

- Tienes razón, esto huele extraño.

- Exactamente. Esta gente como mínimo contaba con información privilegiada o en el peor de los casos, estamos ante adjudicación a dedo. En cualquier caso suficiente para abrir una investigación.

- ¿Crees que con solo eso lo abrirán? Además, si estás en lo cierto debe haber implicado alguien de dentro. Y si tiene capacidad para adjudicar, no debe ser un funcionario de medio pelo. No te lo van poner fácil.

- Ya. Por eso debo investigar más.

- Y ¿dónde?

- A pie de obra. Claro. Seguramente si tenían tanta prisa habrán cometido errores. Están construyendo desde el primer día. Pediré facturas, albaranes, memorias de calidades

... que te apuestas a que se han adelantado tanto que ya tenían algo comprado y han firmado con subcontratas antes de la adjudicación. Además hay otro tema...

- ¿Cuál?

- Ese te lo cuento cuando lo tenga seguro - comenta Paloma bajando la voz, ha oído ruido fuera. Es el Sebas que acaba de llegar.

Méndez gira la cabeza hacia la puerta y tiene a bien cerrar igualmente el pico solo unos instantes antes de que el administrativo entre en el despacho. O más bien haga el intento de entrar porque al ver a Méndez allí se detiene en la entrada.

- Perdón, no sabía que estabais reunidos.

- No, nada Sebas, solo era una visita de cortesía ya me iba. Bueno Paloma hasta luego. Ya sabes: si hay algo en lo que te pueda echar una mano no tienes más que decírmelo.

- Gracias Jaime.

- ¿Que quería ese? - pregunta Sebastián nada más irse el inspector. Que Méndez aparezca tan temprano a hacerles una visita de cortesía le parece tan poco probable como que nieve en el desierto.

- Nada, solo estaba curioseando un poco. El expediente que llevamos ahora era suyo.

- Ya - Replica cruzándose de brazos - ¿Y porque le interesa ese expediente?

- Bueno, ya sabes cómo somos los inspectores, cuando nos echan un hueso no nos gusta que nos lo quiten.

- Pues me parece que tú estás escarbando mucho paro encontrar ese hueso. Y además no me dejas ayudarte.

- Sebas, me estás ayudando mucho: me quitas toda la morralla de en medio para que yo me pueda concentrar en hacer mi trabajo.

- Gracias por el cumplido pero nos conocemos, guapa. Tú confías demasiado en mis capacidades, que los dos sabemos que son muy buenas, como para tenerme haciendo trabajos de segundo nivel. No sé dónde andas metida pero me estás dejando a propósito al margen.

Ella no mueve ni una pestaña, ni altera un milímetro su sonrisa, la buena (no la sarcástica), que reserva solo a unos pocos íntimos.

- Sebas esto es un marrón y posiblemente de los buenos. No sé por dónde van a llover las hostias pero prefiero que de momento, hasta que lo tenga todo controlado, solo metamos mano los imprescindibles. Ya sabes, cuestión de rango.

Sebas se da cuenta perfecta de lo que trata de hacer. Lo está protegiendo. Paloma no duda ni un momento de su lealtad ni de las capacidades de su administrativo, de hecho, ha sido él el que la puso sobre la pista del primer indicio. Pero el tema se sale de la rutina del departamento y puede ser algo gordo, de esos que esparcen mierda en todas direcciones como cuando lanzas una cagarruta contra un ventilador y ella calcula, que muy pocos están tan locos como para ir contra una o dos inspectores del departamento de urbanismo, pero si las cosas vienen mal dadas, un simple administrativo es carne de cañón.

- Mira bonita, ya soy mayorcito para cuidarme solo, que sepas que me ofendes.

- Ya se te pasará.

- O igual te mando a tomar viento a la Farola de Málaga y pido el traslado.

- Cuando quieras te lo tramito.

- Eres insoportable ¿sabes?

- Mientras te ofendes ¿me podrías preparar un café?

- Prepáratelo tú que no soy tu criada.

Paloma sonríe: ya tiene que estar cabreado Sebas para no hacerle un café. Él, que presume de darle el toque exacto a la maquinita de cápsulas. El mejor café de todo el departamento, se suele vanagloriar cada vez que, sin necesidad de que ella se lo pida y como si le estuviera leyendo el pensamiento, le acerca una taza en el momento adecuado.

Diez minutos después, recoge y sale provista de su mochila de campo.

- ¿Dónde vas? - pregunta Sebastián.

- A hacer mi trabajo. Luego te traigo pastas.

- No me apetecen, gracias.

- Ya veremos - dice ella antes de salir. Sabe que el enfado le durará toda la mañana pero no mucho más. Sebas no puede estar dos días seguidos sin hablarle. La quiere demasiado aunque no sea capaz de decírselo.

Sale contenta y agradece la brisa matutina en el rostro, que aclara y disuelve los malos pensamientos. Está alegre porque después de muchos días haciendo trabajo de rata de oficina, hoy por fin pisa calle, que es lo que a ella le gusta. Lástima que no pueda quedar con Stefano. En quince días han tenido unos cinco encuentros y todos han sido emocionantes e intensos como el primero. Siempre metiendo alguna innovación, yendo un poquito más allá, dejándose manipular y poseer por su joven amo.

Espera ansiosa el siguiente encuentro y posiblemente podría ser mañana. Stefano le ha confirmado su disponibilidad. Es único problema es que tiene el día muy complicado: por la mañana hay reunión con el jefe de departamento y no puede escaquearse. Lo cual traslada el problema a la tarde noche. Su marido podría hacerse cargo de la niña sin dificultades, no es un día que tenga nada planeado salvo sorpresa de última hora. La cuestión es si no sospechará otra excusa.

Afortunadamente, a veces el destino se alía con nosotros y en vez de llevarnos la contraria, nos tiende un puente de plata a nuestros deseos y tal vez a nuestra perdición. Pero ¡qué perdición más rica! piensa Paloma cuando la llama su jefe.

- ¿Dónde estás? he pasado por tu oficina.

- Salgo a visitar unos solares, ya sabes, el trabajito ese que me encargaste que no podía esperar.

- Vale, perfecto ¿cómo lo llevas?

- Progreso adecuadamente, como los niños en el cole… pronto tendré un informe preliminar.

- Muy bien, en cuanto lo tengas me llamas, no hacen más que darme la tabarra con esto.

“Pues ya verás cuando el teniente de alcalde y quien quiera que esté medrando en este tema lo lean”… piensa Paloma aunque se abstiene de adelantar nada. Bastante follón tendrá ya con la que se va a liar, como para poner sobre aviso a todos los que pueden ponerse nerviosos con este tema y que le anden tocando los ovarios a todas horas. O peor aún, que la retiren del caso, que por otro lado no le parece mala idea. Por primera vez casi te echa de menos la rutina, bendita rutina que le permite concentrarse en lo que ahora le interesa: en su aventura con ese chico caído del cielo. Ha rejuvenecido veinte años de una tacada.

- Paloma ¿estás ahí?

Joder, su jefe, que se le ha ido la cabeza a otros lares.

- Sí, sí, dime.

- Que te comentaba lo del acto de mañana.

- ¿Mañana? ¿A qué hora?

- A las seis de la tarde, una pequeña recepción con empresarios, cargos del ayuntamiento, de la comunidad, etcétera, lo típico. Ya sabes lo que les gusta a los políticos dejarse ver.

- ¿Y porque tengo que ir yo?

- Porque el teniente de alcalde ha insistido en que esté urbanismo y que yo vaya con mi equipo en representación del área. Y si me toca joderme a mí y ponerme traje y peinarme, pues vosotros igual, todos los inspectores jefe a desfilar.

- Yo no cobro tanto como para aguantar pelmazos fuera de mi horario laboral.

- Está casi dentro de tu horario laboral. Además, no seas sosa. Te van a invitar a merendar, a una copa y vas a conocer gente interesante.

- Abrevia y no me vendas la moto ¿es una orden?

- Tú verás Paloma…

- Vale, veo que es una orden: ahí estaré, pero me debes una.

- Muchas gracias por tu comprensión. Mañana tráete algo bonito puesto y no olvides sonreír aunque sea un poquito.

- ¿Le vas a decir lo mismo al resto de inspectores o esto solo es válido para la única que lleva falda?

- A esos no necesito decirles nada: ya mueven la cola solos cuando les ladro, a ti es que te tengo un cariño especial.

- Jefe, con todos mis respetos: ¡vete al carajo!

- ¡Que tengas buen día tú también!

Al principio, Paloma se sube al coche cabreada. Odia que le cambien el ritmo y que la hagan asistir a ese tipo de eventos estúpidos. Mucha gomina, mucho aprovechado, mucho lameculos y poco seso. Ya lleva suficiente tiempo allí como para saber que alguien como ella lo tiene difícil para medrar en este tipo de reuniones. No es así como se ha ganado el puesto. Pero luego, su mente se pone a funcionar y de repente se da cuenta de que tiene ya una excusa perfecta, porque además es verdadera, para escaparse mañana por la tarde. Dos horas como mucho de fiesta. Posiblemente pueda escurrir el bulto una vez que se haya dejado ver, su jefe esté contento y ella haya estrechado unas cuantas manos, tras estar un rato disponible por si alguien le quiere preguntar cualquier cosa. Si su superior la quiere exhibir como la inspectora más cabrona de su departamento, tampoco le cuesta darle un poco de gusto. Y luego a ver a Stefano.

Pone en marcha el coche y llama a Javier.

- ¿Javier?

- Dime.

- Mañana tarde tengo jaleo, me acaba de llamar Marcial. Una recepción a políticos y empresarios y quieren que vayamos los inspectores de urbanismo.

- Vaya por Dios.

- ¿Tienes planes o busco niñera?

- No, que yo sepa no tengo nada.

- Oye ¿y no te apetecería venir conmigo? - Paloma le echa un órdago para apuntalar bien su coartada.

- ¿Y qué pinto yo allí? ¡Menudo coñazo!

Javier ya la ha acompañado en otras ocasiones y se ha aburrido soberanamente. Un sitio donde tienes bebida gratuita pero no puedes beber hasta coger el punto, porque te miran raro, a menos que seas un mandamás, claro.

- Dímelo a mí.

- Bueno esta noche nos vemos.

- Ok.

Mira tú por dónde se le acaba de arreglar el día, piensa satisfecha. Ya tiene coartada para mañana.
 

sweetluis5g

Virgen
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Al día siguiente Paloma toma una copa de vino mientras observa el panorama. Solo lleva media hora de recepción y ya está hasta el coño. Aparte de hacer acto de presencia y cerrar filas en torno a su jefe, se confirma que no pinta nada allí. Aquello es terreno para correveidiles, medradores y pescadores a río revuelto, pero se consuela pensando que en un par de horas estará en la habitación del hotel con Stefano.

¡Que no habrán visto a esas cuatro paredes en tan solo quince días y lo que todavía les queda por ver! piensa con una sacudida de gusto.

Va vestida elegante, con vestido corto (no muy corto) y chaqueta abierta. Lo de menos es la ropa que luce porque como dice Stefano, para lo que le va a durar puesta... No obstante hoy está juguetona y ella también quiere sorprenderlo. Se ha traído un gabán que la cubre hasta casi los tobillos. De corte elegante y ceñido a la cintura. Tiene pensado cambiarse en el coche y presentarse la habitación solo con la lencería. Paloma saborea el vino. Si se toma un par de copas de más se atreverá a... Mueve la cabeza incrédula ¿de verdad está pensando eso? Se le acaba de ocurrir que ¿por qué lencería? ¿Por qué no presentarse totalmente desnuda? Se imagina la cara de Stefano cuando se abra el gabán y lo deje caer a sus pies y vea que no lleva nada debajo.

- Paloma ¿sabes quién es aquel?

Ella vuelve rápidamente a la realidad, Méndez le está hablando.

- ¿Quién?

- El que está con Padilla. Es uno de los empresarios que han invitado, fíjate tú por dónde, el gerente de Wkm.

- ¿Has hablado con él?

- No, no tengo el placer de conocerle ¿quieres que nos presentemos?

- ¿Sabe quién lleva su expediente?

- No debería…

- Ya, no debería… - repite sarcástica Paloma que no se fía de nadie - Espérate un momento aquí, Jaime, que voy a reconocer el terreno.

Paloma se acerca y finge que va a coger un canapé de la mesa dónde están situados los dos empresarios.

- Perdón ¿me disculpa? me encantan los crepes de salmón.

- Por supuesto, están deliciosos. Yo ya he probado media bandeja - responde el gerente - Soy Juan Pedro Ruiz, de la promotora WKM - dice el tipo, animándose ante una de las pocas mujeres presentes en el evento.

- Paloma Gálvez, inspectora de urbanismo.

- Encantado de conocerla.

Durante diez minutos intercambian conversación. El tal Juan Pedro no reacciona a su nombre ni a su imagen. Ni siquiera a su puesto como inspectora: todo el interés parece centrado en impresionarla y quizá en investigar si hubiera una posibilidad de tirarle los tejos. O aquel tipo es el mejor actor del mundo o no tiene ni idea que es ella la que lleva su expediente.

“Bueno, pues mejor que siga siendo así” piensa y luego, con un requiebro educado pero firme, abandona el campo volviendo a dejar solos a los dos hombres.

¿Dónde se habrá metido Méndez? Lo busca con la mirada y no lo ve. Debe haber ido al servicio o quizás le haya cogido la delantera a la hora de escaquearse de la reunión. Su mirada se detiene en su jefe, Marcial, que está haciendo relaciones públicas con el teniente de alcalde y dos tipos que no conoce, pero que sin duda deben ser empresarios influyentes. El jefe se da cuenta que los mira y le una señal para que se acerque.

“Vaya tela” - piensa ella – “¿para qué me habré fijado? ya va a exhibirme este capullo.

Efectivamente, aterriza en medio de cuatro miradas que van desde la sonrisa bobalicona de Marcial, a la de tiburón de los dos empresarios, pasando por la indiferente del teniente de alcalde.

- Esta es Paloma Gálvez, una de nuestras mejoras inspectoras.

- Y de las peores: soy la única mujer del equipo - afirma ella, lo que provoca la risa de todos.

- No tiene usted pinta de ser de las malas - afirma uno de ellos presentándose - Valentín Jurado - dice ofreciéndole la mano.

El otro también se presenta aunque con menos entusiasmo. Otros tres minutos de charla en los que el tal Valentín muestra interés por ella y por su trabajo. Pregunta demasiado y de forma demasiado incisiva. Este es de los que no pierden el tiempo: quiere saber quién es quién en urbanismo. El teniente de alcalde le habla con cierto respeto y bastante deferencia: el tipo debe ser un pez gordo. Paloma contrataca preguntándole a qué se dedica. Responde que a consultoría de empresas.

- ¿Qué empresas?

- Digamos que soy un freelance.

Marcial le echa una mirada reprobadora, como diciéndole: “no te pases Paloma que este y el teniente de alcalde parece que son pedo y culo, y están en situación de darle una hostia a urbanismo en cualquier momento. Así que tranquilita que te conozco, guárdate la ironía y vuelve a enfundar el colmillo que está goteando veneno… con estos no se juega”.

Muy bien, Paloma ya tiene pues excusa para iniciar su retirada. Mira el reloj: ya ha pasado una hora y cuarto.

- Marcial ¿te importa si me voy ya? temas de logística en casa. Tengo que recoger a la cría, con tan poco tiempo no he podido organizar quién se quede con ella – miente.

- Claro, claro, gracias por haber venido.

- Ha sido un placer.

Valentín le vuelve a tender la mano:

- Encantado de haberla conocido, señora.

- Igual digo - afirma Paloma.

Se marcha lentamente, despidiéndose de algunos de sus compañeros. Pero cuando llega a las escaleras sus piernas parecen cobrar prisa. Ahora solo tiene una cosa en la cabeza y son las próximas tres horas que va a pasar con su amante. Es el margen de tiempo que se pone, una recepción en el ayuntamiento no da para mucho más y no quiere estirar la cuerda diciéndole a su marido que continúan la juerga fuera, como el día de la jubilación.

Cuando llega al parking del hotel, abre la guantera y saca un pequeño estuche. Un regalo de Stefano. Lo abre y comprueba que dentro están los tres dildos metálicos con los que jugaron en la última sesión. El estómago se le contrae y un relámpago cruza su columna vertebral desde el coxis hasta el cuello. Las imágenes acuden vívidas a su mente y su vello se eriza poniéndole la piel de gallina, como si estuviera allí de nuevo. Casi puede oler a Stefano y el suave olor a lavanda que desprenden las sábanas: huele a sexo y flores. Está con dos esposas una en cada mano y cogidas a cada extremo del cabecero. Las piernas también las tiene atadas, en este caso con las vendas que habitualmente utilizan. Igualmente, cada una a un extremo, formando un aspa sobre la cama. Abierta y expuesta a merced de su amante. Una situación que le sigue provocando un intenso morbo cada vez que se repite. La única variante, es que esta vez ella está boca abajo.

Los dedos expertos de su amante la recorren y su lengua llega a recovecos que parecen imposibles en aquella postura. Cuando ya la considera preparada, Stefano le enseña el estuche y lo abre, mostrándole los tres consoladores plateados. El pequeño apenas un plug, uno mediano (del tamaño de un dedo, algo más grueso y no mucho más largo) y el tercero del tamaño de un pene normal, por supuesto, nada parecido a lo que le cuelga a Stefano entre las piernas.

Nota como el metal le recorre las nalgas, los muslos y luego, la raja del culo, deteniéndose un momento en su ano.

- ¿Tu marido te ha follado alguna vez el culo? - pregunta Stefano.

- No, nunca - responde ella con la boca seca por la tensión sexual a la que la está sometiendo su amante.

- Pues eso habrá que remediarlo - murmura mientras distribuye una capa de lubricante. Juguetea con el agujero e incluso introduce un poquito el dedo para asegurarse de que ella lo admite – Relájate, estás muy tensa.

Luego, toma el más pequeño y a la vez que con una mano la masturba desde atrás, presiona y se lo introduce en el culo.

Entra sin dificultad arrancándole a Paloma un gruñido que no está claro si es de satisfacción o de sorpresa. Stefano comprueba satisfecho como se va excitando y también como se humedece. Buen observador, se da cuenta de que su sexo ahora reacciona mejor que en los primeros encuentros, segregando más flujo. Parece que el aumento del deseo y de la actividad sexual, ha reactivado su cuerpo aletargado después de muchos años de rutina.

Selecciona el segundo dildo y lo pasa por su coño. Juega con él y apenas necesita lubricarlo para que entre. Una vez acomodado, comienza una estimulación simultánea de ano y vagina que acaba llevando a Paloma al orgasmo. Stefano siempre le proporciona al menos uno distinto cada vez que se encuentran. A ella le gusta repetir con su lengua, es un auténtico experto y también suele reservar otro para la penetración. Tener aquel gran trozo de carne dentro puede ser a veces molesto o incluso doloroso pero Paloma, se siente dueña del chico cuando lo tiene en su interior. Aunque sea él, el que la esté poseyendo, aunque la tenga sometida y atada a su merced. Cuando la penetra, tarde o temprano acaba llegando un momento en que el chico pierde el control y embiste furiosamente. En ese instante sabe que es suyo que lo tiene atrapado. El orgasmo que entonces la asalta, es el más intenso y más bonito todos.

Lo cierto es que el muchacho se preocupa y no deja de innovar, introduciendo al menos cada vez una forma diferente de hacerla llegar al clímax. Cuando se despidieron, limpió con cuidado, casi con ceremonia los cilindros y devolviéndolos a la caja cuál si fueran ornamentos religiosos o sagrados, se la entregó.

- Toma, tienes que usarlos al menos una vez al día. Empieza por el más pequeño. Lubrícalos y ve con cuidado, no quiero que te hagas daño. Una herida ahí sería contraproducente y a partir de ahora, tu culo me pertenece. Solo quiero que tu ano se vaya adaptando y vaya cogiendo elasticidad. Pronto lo intentaremos y si has hecho bien los deberes, me derramare dentro de ti.

La sola mención de su amante a eyacular en su culo enardece a Paloma. Su clítoris se tensa. Ha recibido la leche de Stefano en su boca, en su piel, pero nunca dentro de ella. Se imagina ese miembro escupiendo semen, marcándoseles las venas con cada pulsación y complementando el placer que ella siente cuando él se descontrola al eyacular en su interior, vaciándose para ella y en ella.

Aprovecha ese momento de subidón para poner en marcha una pequeña picardía que se le ha ocurrido. Ya tienen repartidos los roles de amo y sumisa pero eso no implica que ella no pueda sorprender a Stefano. También tiene iniciativa, es de las que le gusta tomar el control y dirigir su propia nave, en este caso, su propio placer, manipulando también el de su amante. Es hora de que ella tome algo de protagonismo en el juego, así que ha decidido darle una pequeña sorpresa.

Abre el estuche y selecciona el dildo mediano. El plug es demasiado pequeño, apenas supone una declaración de intenciones y el otro es demasiado grande para andar con él sin que ella parezca un pato mareado o que va estreñida. El mediano tiene el tamaño justo, piensa mientras coge un poco de gel lubricante y lo embadurna. Mira a un lado y al otro: el parking está desierto y oscuro. Echa los asientos atrás y levanta las piernas poniendo los tacones en el salpicadero. Aparta a un lado la braga y respira tratando de relajarse. Se toca con el dedo central, pasando la yema sobre su clítoris que reacciona inmediatamente. Se relame con los ojos entrecerrados, anticipando el momento en que la monte Stefano.

El dildo se desliza sin encontrar demasiada oposición, solo la que una postura un tanto incómoda le provoca. Se imagina que es la verga de su amante aunque sabe que no hay comparación ni en tamaño, ni en grosor. Curiosamente, eso la hace mojarse un poco más en vez de preocuparla. El final del consolador que forma una protuberancia plateada, topa con su esfínter. Un leve gemido se escapa de los labios de Paloma que tiene que hacer un esfuerzo para no seguir masturbándose.

“Paciencia, paciencia”, se dice mientras encoge las rodillas y recupera la postura vertical. Trata de colocarse la braga en su sitio pero se engancha con el consolador. Cuando lo consigue, coge su bolso y sale del coche.

Se sube un momento la falda, tras comprobar que nadie la ve y se coloca bien la braga. Luego se quita la falda y la tira al asiento. La blusa y el sujetador siguen el mismo camino mientras se coloca rápidamente el gabán. Hubiese preferido ir desnuda del todo bajo la prenda, pero no confía en que se le salga el dildo sin las bragas para contenerlo y se le caiga por el pasillo, a la vista de alguien.

Ahora sí, cavila mientras contenta se dirige al ascensor. Camina despacio, intentando que su ano no expulse el juguete. Aprovecha el espejo de la cabina para repasarse el lápiz de labios con un tono rojo mucho más intenso. Se ve guapa y sonríe. Ella también tiene sus sorpresas y sus secretos. Stefano cree que es virgen de culo pero no es cierto. No le mintió cuando le preguntó, lo que sucede es que él planteo mal la cuestión.

- ¿Tu marido te ha follado el culo?

- No, nunca - eso es verdad. Pero eso no quiere decir que no haya practicado sexo anal.

Recuerda que fue con su segundo novio cuando se estrenó. Con el primero no llego ni a fornicar. Apenas unos besos y unos toqueteos fugaces y torpes. Pero con Enrique fue diferente. En su momento le pareció bruto y torpe, pero ahora (como suele suceder con los recuerdos), solo evoca la parte buena. A veces idealizamos el pasado igual que construimos el futuro con nuestra imaginación, eliminando de nuestras fantasías todo aquello que estorba o molesta.

Enrique no tenía muchas luces pero era guapo y ella demasiado joven para fijarse en otra cosa. Era insaciable y no atendía a razones cuando le daba el calentón, cosa que sucedía casi siempre que encontraban la oportunidad de quedarse a solas. Más de una vez volvió Paloma a casa con las bragas rotas o un tirante descosido. El chico se limitaba embestir como un potro. Se cegaba ante la visión de sus pechos, sus muslos, el tacto de su piel o el olor de su sexo. La pérdida de la virginidad no fue un momento agradable, pero pronto, Paloma fue capaz de dirigirlo y controlarlo lo justo para obtener también su placer. Su energía desaforada y la locura transitoria cuando podía disponer del cuerpo de la chica, la enardecía. La ponía sumamente cachonda: reminiscencias de juventud que quizás expliquen sus fantasías actuales.

El problema es que Enrique no atendía a razones y tras unos primeros polvos en los que inevitablemente la llenaba de leche, Paloma entendió que tenía un problema. No había forma de que se pusiera el condón una vez que empezaba a follarla. Era casi una pelea de la que ella quería zafarse, pero no podía al principio y luego se rendía llevada por el placer y la locura, dejándose hacer y recibiéndolo en su interior mientras ella misma se corría. Otras veces conseguía llegar a tiempo e incluir algún preliminar: generalmente engañándolo con una buena chupada podía lograr que se pusiera el preservativo, aunque estaba claro que no era plato de su gusto.

En fin, que pasada la novedad, Paloma se planteó muy seriamente que aquello había que darle una solución y como él no colaboraba, la única posibilidad que se le ocurrió fue cambiar de agujero. Había oído a una compañera de clase confesar que ella lo hacía con su novio. Solo de vez en cuando, para tenerlo contento y así conseguía que de forma habitual se pusiera condón, dándole ese premio alguna que otra vez.

El día que decidió ponerlo en práctica no las tenía todas consigo pero la experiencia resultó satisfactoria. Enrique no tenía una gran verga, más bien era pequeñita y curvada y eso ayudó. En medio del polvo, en un frenesí en el que Paloma ya estaba por dejarlo correrse de nuevo de lo cachonda que se ponía al sentirlo embestir con todas sus fuerzas, ella lo detuvo y se arrodillo para chuparle la polla. La verga sabía a su coño, a su flujo. Después, se giró y le ofreció su trasero. El no entendió y fue directo a su almeja, pero ella tomo la polla y apunto a su culito. Enrique entendió y sorprendido por el ofrecimiento empujó, metiéndole del tirón el capullo, arrancándole un grito a Paloma que le pidió cuidado.

Esa vez, su ex se comportó y la penetró poco a poco, dilatándola hasta que llegó un momento en que la contención fue demasiado pedirle y comenzó a follarle el culo con la misma desesperación que le follaba el coño. Pero para entonces Paloma ya estaba dilatada y pudo aguantar aquello, que pronto dejo de dolerle y salvo un escozor que no se le iba, la molestia se fue convirtiendo en placer. La sensación era distinta porque la verga que normalmente le bailaba en su vagina, si se ajustaba en grosor a su culo. Era algo diferente y excitante. Ese día se corrió así, de pie, inclinada adelante, con una mano en la pared y con la otra masturbándose. Pidiéndole a Enrique que no se saliera de su culo a pesar de haber eyaculado.

Estuvo dolorida unos días, tanto que decidió darle descanso su trasero, pero a partir de entonces, aquella práctica fue habitual y aceptada de buen gusto por su novio, al que la estrechez de su culito parecía darle más placer y acabo prefiriendo follarla por ahí a por el coño.

Ella podía relajarse porque una vez deslechado, el chico se dejaba manejar. Se dejaba poner el preservativo o si Paloma estaba lo suficientemente caliente, aguantaba sin correrse follándosela pelo hasta que ella llegaba al orgasmo. Inolvidables polvos de juventud, trufados del aroma a primeras veces y descubrimientos. Y que se quedaron grabados a fuego en aquella parte de su mente que Paloma reserva para el morbo. Posiblemente, como sucede con las fantasías, no todo fuera en realidad tan excitante ni tan bonito, pero ella ha construido sobre aquellos cimientos forjando su deseos.

Luego vinieron otros novios que apenas duraban y otros polvos de circunstancias. Con Javier fue distinto. Hubo sintonía y también cariño, todo aderezado con momentos puntuales de pasión. Pasaron por todas las fases habituales en una pareja hasta llegar al punto de la rutina y (a veces), del desencuentro. En las pocas ocasiones en que trataron de innovar Paloma le propuso practicar sexo anal, llevándose para su sorpresa una negativa. Javier miraba con desagrado esa práctica. Le parecía sucia y peligrosa. Así que ella no insistió. Tentada estuvo más de una vez de contarle que no había peligro, que su anterior novio se lo folló por detrás casi más veces que por delante y que con la adecuada higiene todo iría bien. Pero desistió de ello: no parecía muy buena idea contarle a su marido las guarrerías que hacía con su ex.

Tuvo que esperar a la aventura con Ricardo para desempolvar aquellos recuerdos y volver a sentir una verga en su ano. Como era de esperar, el chico no le puso ninguna pega, entraba dentro de ese porcentaje amplio de hombres que fantaseaba cómo penetrarle el culo a su pareja. A Paloma le provocó una especial placer complacerlo ya que él aseguraba que jamás ninguna chica había accedido a darle su trasero. Fue muy morboso ser la protagonista de su primer anal.

Y ahora estaba allí, frente a la puerta de la habitación, preguntándose si hoy tendría premio. Y también si podría con él. La polla de Stefano se salía de todas las medidas de cualquier cosa que ella hubiese intentado introducirse por detrás. La posibilidad la ponía cachonda pero era consciente de que tendría que ir con mucho cuidado porque su elasticidad tenía un límite. Stefano, de todas formas, parecía muy experto y sabía lo que hacía. Seguro que no daría un paso en falso, pensó tranquilizándose.

Unos golpes suaves con los nudillos, sin hacer apenas ruido, suficiente para que el hombre que la espera detecte su presencia y le abra la puerta con una sonrisa en la boca ¡qué guapo está el cabrón! Stefano la aguarda con un pantalón negro liso, zapatos a juego y una camisa blanca abierta. Tiene una copa en la mano, parece que hoy toca champagne.

- Hola preciosa.

- Hola - contesta Paloma cerrando la puerta y situándose en el centro de la habitación - ¿me has echado de menos?

- Siempre.

Como premio al cumplido ella se abre el gabán, lo echa hacia atrás y deja que se escurra hasta el suelo. Se queda solo con los tacones y las bragas, mirando con un punto desafiante a Stefano. Satisfecha, lo ve esbozar una nueva sonrisa aprobadora.

- ¿Has hecho las tareas?

- Compruébalo tú mismo - afirma retadora.

Él se acerca, la toma por la cintura y la besa en la boca. Un beso húmedo y apasionado que es el prólogo en todos sus encuentros. El reconocimiento de cuanto le gusta ella y de lo necesitado que está de tenerla a su lado. La única concesión al cariño y al sentimentalismo antes de que la cosa se ponga dura de verdad. Luego, si la sesión ha sido satisfactoria (y hasta ahora todas lo han sido), vendrá otro momento dulce en declaración a lo bien que se ha portado. Son los instantes, además, en los que Paloma deja de obedecer para tomar el control. Poco a poco quiere ir siendo más protagonista: aquello de la sumisión es muy morboso y excitante pero a ella también le gustaría dar con el látigo de vez en cuando. En fin, poco a poco, piensa satisfecha: tienen todo un mundo por delante.

Las manos de Stefano se deslizan desde su espalda hasta sus caderas. Se arrodilla frente a ella y le baja las bragas. Su lengua da un lametazo en la parte de arriba de su coño, buscando su clítoris. Los dedos acarician las nalgas y se pierden entre su raja hasta que detectan la base del dildo. El chico se detiene y le lanza una mirada cargada de vicio. Sus labios vuelven a cerrarse sobre su clítoris y tratan de presionarlo, escondiendo esta vez la lengua. Cuando ya empieza a suspirar, Stefano se levanta y se dirige a coger una caja que hay sobre la cama. ¿Qué será esta vez? se pregunta la mujer mientras siente mariposas en el estómago.

- Quítate los tacones. Te quiero totalmente desnuda.

Ella obedece y mientras, él se acerca con algo en la mano. Es un collar de perro. Bueno no exactamente de perro, está preparado para no dejar marcas ni resultar molesto. Está claro que es un artículo dirigido a personas pero la función es la misma, como comprueba ella cuando se lo ciñe al cuello y Stefano lo engancha a un extremo de la cadena.

- ¡A cuatro patas perra! - le ordena.

Ella cumple la orden y Stefano, cogiendo en corto la cadena, la obliga a pasear en círculos por la habitación. Observa fascinado como se mueven sus glúteos con el dildo todavía dentro. Luego, le suelta un poco más la cadena y tira de ella hacia el cuarto de baño. En el suelo, junto al lavabo, hay un pequeño bol con agua. Le ordena que beba. Paloma lo hace como si efectivamente fuera una perra: sin usar las manos, solo metiendo los labios. Cuando acaba, tiene toda la cara y la barbilla mojada.

- Hoy vas a ser mi perra. Si quieres beber tendrá que ser así, si quieres mear tendrás que mear en el suelo del baño, si quieres follar tendrás que aceptar que te monte como si fuéramos animales...

Luego tira forzándola a girar el cuello y a seguirlo otra vez hasta el dormitorio. Paloma emite un gemido al notar que le tiran del cuello y se tropieza un momento, pero luego se recupera y va a cuatro patas siguiendo a su amante. En su interior anticipa parte de lo que va a suceder y se moja solo de pensarlo. No obstante, decide provocar a Stefano, tensar un poco la cuerda: cuando lo provoca, siempre es mejor.

- ¿Y qué sucedería si no quiero, si me niego actuar como una perra?

- En ese caso tendría que castigarte. A lo mejor te saco así al pasillo y te doy una vuelta por el rellano.

- No voy a dejar que me pasees y que me graben las cámaras o alguien me pueda ver así.

- Por eso no hay problema, aquí tengo todo un juego de vendas, máscaras y antifaces para ponerte.

- Aun así, no te lo permitiré.

- Entonces tendrás que pronunciar la palabra stop y ya sabes lo que eso supone.

Ella guarda silencio: no, no quiere que aquello acabe.

- Solo tienes esas dos alternativas: castigo o retirada... Y ahora dime ¿te portaras bien?

- Sí.

- Dime que serás mi perra y que puedo hacer contigo todo lo que quiera.

- Voy a ser tu perra y haré todo lo que tú me pidas – dice mientras nota como su sexo empieza a palpitar.

- Bien, así me gusta - Stefano se desviste. Esta vez tiene ya la verga totalmente erecta y Paloma la mira fascinada. Él se sienta al borde de la cama y tira de la cadena atrayéndola directamente a su miembro. Cuando llega a su altura, la coge del pelo con una mano y con la otra apunta a sus labios. Ella la toma y empieza a chupar como siempre por partes, es incapaz de metérsela entera en la boca. Trabaja su falo de arriba abajo, chupándole los huevos.

Stefano da un pequeño tirón hacia atrás de la cadena, forzándola a retirarse de su miembro. La coloca sobre sus rodillas como si fuera una niña pequeña, o más bien, como un cachorrito. Paloma siente la caricia en sus nalgas seguida de una palmada. Repite la operación varias veces golpeando cada vez más fuerte hasta que ella siente picor, seguramente debe tener los cachetes colorados. Entonces, con mucho cuidado, la estimula desde atrás metiendo la mano y tocando su sexo mientras que con la otra retira poco a poco el dildo. Los golpes han aumentado la sensibilidad de Paloma que ahora se retuerce de placer.

Alarga el brazo: ha tenido la precaución de dejar la caja con los consoladores al alcance de su mano y toma el más grueso de todos. Se lo pasa por los labios a Paloma y en esa postura, echada sobre sus rodillas, la obliga a chuparlo mientras le introduce un dedo en la vagina. Luego otro y finalmente un tercero. La combinación del consolador en su boca y el fisting en su coño, enardece a la mujer que culebrea al ritmo de las embestidas.

El chico se detiene justo cuando aquello empieza a coger una pendiente pronunciada hacia el orgasmo. No todavía, se ve que la va a hacer sufrir un poco más. Prefiere orgasmos fuertes, intensos y prolongados a fáciles. Nada de fast food sexual, aquí se sirve producto de primera calidad.

Ella se remueve enfadada: su conejo echa de menos las caricias, el dildo abandona su boca, el morbo parece desvanecerse en el punto más álgido. Stefano le da una palmada y la obliga a ponerse a cuatro patas en el suelo. Luego, coge el consolador y lo lanza a una esquina de la habitación.

- Tráemelo - le ordena desenganchándole la cadena - pero como las perras, recuerda que no puedes utilizar las manos.

Paloma gatea hasta el juguete. Se siente un poco ridícula, pero la mirada de su amante fija en su culo mientras se mueve le hace olvidar cualquier tipo de reparo. Lo toma con la boca y se lo trae depositándolo en su mano.

- Muy bien perrita. Te mereces un premio. Apoya las patas en la cama...

Ella pone los brazos sobre la cama y permanece de rodillas con el culo en pompa. Siente cómo Stefano lo manipula, no sabe que está haciendo aunque sospecha que lo está lubricando. Efectivamente, al poco nota como le abre las nalgas con las manos y la punta del consolador presiona sobre su culo. Despacio, sin prisas y comprobando sus reacciones lo va introduciendo.

Paloma mueve las nalgas buscando la penetración: desea gritarle que se lo meta ya del todo, que en esos días que no se han visto se lo ha introducido a diario, que su culo puede con eso y con más, que ya han andado por ahí otros dos chicos antes que él y que ella desea que se lo folle, es el único agujero de su cuerpo que aún no ha recibido a Stefano.

No sabe por qué esa práctica la pone tan cachonda. Quizá porque le trae recuerdos de juventud y de sus primeras veces; quizás porque evoca recuerdos del amante perdido; a lo mejor es por la transgresión de las normas, por el morbo que produce hacer algo que se sale de lo común y que su propio marido no le practica. Darle su culo al amante es entregarle algo que ella da en exclusividad, quizás por eso la excite tanto. Pero Stefano sigue a lo suyo, con cuidado, con paciencia sin precipitarse, la penetra hasta introducirlo completamente. Espera a ver como lo tolera y con satisfacción, comprueba que lo mantiene dentro sin aparentes molestias.

Stefano se escurre en el suelo y con tirones de la cadena, la fuerza a ponerse inversa a él. La idea parece que es hacer un 69. Paloma obedece y golosa, se abalanza sobre su miembro. Su coñito pronto es asaltado por la experta lengua de su amante, que juega con sus labios mayores y menores, bebiendo sus jugos, antes de centrarse en su nódulo. Las contracciones de su vagina tienen eco en el falo metálico que llena su ano, haciendo de caja de resonancia del placer.

- Date la vuelta.

Paloma se gira y su rajita chorreante toma contacto con el pollón de Stefano, también convenientemente lubricado por su saliva.

- Toma mi verga y métetela, perra.

Un estremecimiento la recorre entera. La escena no está desarrollándose como ella pensaba, pero la promesa de una doble penetración la seduce hasta el punto que el muchacho tiene que pedirle tranquilidad. El glande hinchado resbala dos o tres veces hasta que da con el camino adecuado. Nota como su vagina se dilata para engullir aquel trozo de carne tibio y vibrante. Pero esta vez es especial, con el dildo ocupando su ano, el espacio en la vagina parece que se reduce, no pudiendo estirar por esa parte, provocando una sensación de estrechez que a la vez molesta y da más gusto. Stefano le ha cedido el control, ella arriba, para que pueda gestionar bien el tiempo y el modo de empalarse. Chico listo. La mente de Paloma va más rápido de lo que su cuerpo admite.

Finalmente lo consigue. Se siente tan llena que apenas puede moverse. Le cuesta follarse a Stefano, así que sustituye el vaivén de las caderas y de la verga entrando y saliendo, por el toque de sus dedos en el clítoris mientras la mantiene dentro. Ahora sí, el orgasmo es inevitable y ella se abandona, no es capaz de contenerse. Un jadeo ascendente que estalla en un grito desgarrador. Con Stefano ha aprendido a no contenerse como hace con su marido en casa…la niña, los vecinos, el propio Javier que sin duda la miraría como a una loca…aquí puede mandarlo a la mierda todo y potenciar su corrida con sus chillidos y las más guarras expresiones. El placer es tan agudo que se dobla sobre sí misma, contrayendo el estómago y quedándose sin aire. Intenta seguir chillando para liberar toda la presión pero no puede, el orgasmo la rompe de gusto y la ahoga a la vez. Finalmente, se deja caer hacia delante, sobre el pecho de su amante, lo que hace que al menos un buen trozo de polla salga de su coño, bajando la coerción en sus entrañas y produciéndole cierto alivio. Acaba por expulsarla entera. Luego lleva la mano a su culo y se saca el consolador, para acabar arrebujándose sobre Stefano, buscando sus caricias como una perrita haría con su dueño. Está agotada y apenas puede hacer otra cosa que recuperar la respiración. La mano de su amante se desliza por su columna dibujando arabescos en su espalda. Su aliento se acompasa con los latidos de su corazón, que puede percibir piel contra piel. Todo se obscurece a su alrededor mientras sus parpados bajan el telón para un breve descanso antes del segundo acto.

Joder, momentos como ese valen toda una vida, piensa.
 

sweetluis5g

Virgen
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Han pasado tres días más y ya entramos en otra semana. Marcial achucha a Paloma, el expediente ya debería estar resuelto “¿Qué coño pasa? ¿Hay algún problema?” Inquiere molesto. Ella le da largas, está ya a punto, pero prefiere no adelantar detalles porque sabe la que se va a liar cuando publique sus conclusiones. Así que de momento mejor disimular y hacer como que está sumida en la burocracia asociada a este tipo de trabajo.

Hace calor, el polvo le irrita la garganta y tiene las botas sucias y llenas de tierra. Pero nada de eso le supone un problema. A Sebas sí. Refunfuña y maldice tras un par de horas pisando tierra suelta y arrugándose sus pantalones chinos del corte inglés. No soporta que el efecto del desodorante se le haya pasado y un par de roales húmedos asomen a sus axilas. Demasiado exquisito para trabajo de campo, su idea de salir de la oficina a laborar en el exterior es tomarse un café en la terraza de Paco mientras consulta el correo en su móvil.

- Paso de preguntarte que coño hacemos aquí pero ¿Queda mucho?

- Esta es la última. Y para que lo sepas, estamos cotejando las medidas declaradas de las parcelas con las reales.

- Eso ya lo sé, no soy tonto. Lo que me pregunto es por qué estamos haciéndolo. Eso ya está revisado y no es un motivo para que me hagas sudar ni manchar mi ropa trayéndome a un lugar inhóspito.

- Venga, apunta el metro laser a aquella valla. Y de allí me apuntas a mí y me cantas los metros. Luego te explico comiendo en el Saray.

- ¿En el Saray?

- Sí hombre, te voy a invitar para resarcirte del disgusto que te estoy haciendo pasar.

- Bueno, si es así, la cosa cambia un poquito – afirma Sebas. Su humor ha mejorado considerablemente.

Paloma apunta las medidas que le da su ayudante en una hoja de cálculo. Son las últimas. Salva datos en el archivo y se lo envía a su correo corporativo. Esta tarde lo recuperara en el sobremesa de la oficina y contrastará lo que ha obtenido con las medidas declaradas.
 

sweetluis5g

Virgen
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Paloma está sola en la oficina. Son las seis y media y apenas queda nadie en el edificio. Los que hacen jornada partida han salido ya en su mayoría. Ella decide hacer media hora más, hasta las siete y cuarto no recoge a su hija.

Ya casi tiene cotejados los datos y posiblemente mañana pueda acabar el expediente. No le gusta lo que ve, sus sospechas aumentan con cada mirada que echa a la documentación. El tema es ¿tiene lo suficiente para paralizar la obra? Méndez tiene razón, no basta con que algo huela mal, hay que presentar las tripas para poder multar y no digamos ya para iniciar una investigación penal. Pero eso no es tarea suya concluye. Ella no es una fiscal ni una juez, demasiado bien sabe que no debe salirse de su papel de inspección para no llevarse una puñalada trapera. Solo a un novato se le ocurriría en urbanismo poner en un informe una acusación. Su obligación es señalar los incumplimientos o aquellos puntos que deben aclararse. Que los que corresponda saquen conclusiones.

- Hola ¿Paloma verdad?

Ella se sobresalta. No espera visitas y menos de un desconocido. Pero no es un extraño, se fija bien en el hombre trajeado que aguarda en el quicio de la puerta y lo reconoce. Valentín Jurado, el tipo que afirmaba dedicarse a la consultoría de empresas y que parecía íntimo del teniente de alcalde la otra tarde en la recepción.

- Sí. Y usted era Valentín Jurado.

- Buena memoria. Paloma ¿podríamos hablar un momento?

- Claro. Usted dirá.

- Preferiría que fuese en un ambiente más informal ¿me permite invitarla a un café?

Ella arruga el entrecejo ¿Qué pinta aquel tipo allí y porque no quiere hablar en su despacho? Bueno, esto se pone interesante, piensa.

- Lo siento pero tengo trabajo que terminar y ya estoy fuera de hora. Además, debo recoger a mi hija. Si no le importa que hablemos aquí…

- Bien, entonces no la entretendré mucho. Represento a un grupo de inversión inmobiliario. Como ya le comenté, hago tareas de consultoría y representación. Es un grupo con mucha experiencia y trabajo a sus espaldas, ya consolidado, y que prevemos que va a tener una gran expansión en breve.

- ¿Adjudicaciones públicas?- interviene Paloma con cierto timbre irónico.

- No solo eso. Hay empresas y círculos privados que nos confían sus proyectos. El caso es que esperamos una avalancha de obras a lo largo de esta legislatura. Vamos a necesitar ampliar plantilla. Entre otras cosas, me ocupo de reclutar talento para el grupo ¿sabe? He hecho mis indagaciones, tengo muchos contactos en el ayuntamiento y en la comunidad, y usted tiene muy buenas referencias. Me la han señalado como una de las mejores inspectoras. Necesitamos gente con experiencia en la administración y con conocimientos de normativa legal ¿No le interesaría trabajar con nosotros?

A Paloma se le pasan varias cosas por la cabeza. La primera es que es muy inusual que alguien de la privada se pase por un despacho, a la hora de cierre, para ofrecer un puesto de trabajo a un funcionario público. La segunda es que el tal Valentín hace referencia a una avalancha de trabajo en la próxima legislatura. No en los próximos meses, ni periodos, sino legislatura, como si fuera el nuevo gobierno municipal que acaba de entrar en las elecciones de hace cuatro meses, el que le garantiza trabajo independientemente de quien se presente a las adjudicaciones ¿ha sido un lapsus o un comentario intencionado? La tercera es que para ser un grupo de inversión tan importante no ha dicho su nombre, ni quien participa, solo vagas alusiones al mismo.

- Y ¿Quién me contrataría? Me gustaría saber quién me hace la oferta.

- Yo, por supuesto.

- En calidad de representante de la empresa…

- IGL consultores.

- No la conozco.

- Es una compañía fuerte, créame. De la que cumple con sus compromisos y en la que no le va a faltar trabajo.

- Soy funcionaria pública, gracias pero no.

- No tendría que dejar su puesto de trabajo, usted puede pedir una excedencia. Nos complacería mucho que pudiera liderar algunos proyectos muy interesantes ¿no le apetece volver a hacer arquitectura de verdad? Solo un par de años, luego puede volver a su plaza. Estaríamos dispuestos a ser muy generosos con su talento - y entonces anota una cantidad en un papel que deja encima de la mesa - Eso por cada ejercicio... Más incentivos por obra terminada dentro de plazo.

Ella echa un vistazo y pestañea un par de veces. Le cuesta creer lo que está viendo. La cifra es tres veces lo que gana al año. Fija la mirada en su interlocutor, ahora ya, sin parpadear.

- Es mucho dinero.

- Creemos que usted lo vale, Paloma.

- Actualmente tengo obligaciones. Me gusta terminar lo que empiezo. Aunque quisiera trabajar con ustedes no podría, estoy inmersa precisamente en la resolución de un expediente importante.

Paloma le lanza el anzuelo. Vamos a ver si va a resultar que ese repentino interés por ella va a estar más en la carpeta que tiene encima de la mesa, que en sus capacidades y experiencia.

Valentín intercambia una mirada de inteligencia con ella. No ha mirado ni una sola vez los documentos que tiene en el escritorio, dentro de un archivador donde con rotulador rojo y en letras grandes pone WKM y un nº de expediente.

- Verá, esa es una de las pocas condiciones que me veo obligado a ponerle para trabajar con nosotros. La necesitamos ya, no podemos esperar. La oferta caduca hoy mismo. Antes del viernes debo tener listo un equipo para presentar a los inversores. Así que debería resolver lo más rápidamente cualquier tema que tenga entre manos.

- Resolver positivamente, entiendo…

El empresario (o lo que quiera que sea) fuerza una sonrisa que más bien se queda en mueca.

- Eso lo dejo a su criterio, no me corresponde a mí meterme en su trabajo. Estoy seguro que hará lo necesario.

No ha dicho lo correcto, sino lo necesario…interesante puntualización que a la funcionaria no se le escapa. Bien, es hora de hablar claro.

- Valentín, pues no parece que estás intentando sobornarme – afirma en tono falsamente jocoso.

- En modo alguno – protesta con fingida indignación - Es solo una oferta de trabajo.... Ya le he dicho que su talento...

Paloma se pone seria, ahora su boca se curva hacia abajo y su cara se tensa. Hubiese preferido una propuesta clara y directa. No le gusta la gente que nada y guarda la ropa, ni aquellos que tratan de tomarla por lo que no es.

- Haga el favor de salir por esa puerta y no pronunciar ni una palabra más si no quiere que lo denuncie – interrumpe a su interlocutor.

La expresión de Valentín cambia y ahora sí, deja caer por fin la careta con la que se ha vestido para tratar con ella. La sonrisa amable se ha transformado en la del lobo, en esa sonrisa que indica quién es allí la que debe tener miedo. Y no parece muy asustado por la amenaza de denuncia. Es de los que no dejan rastro ni pruebas, está bien respaldado sin duda alguna, tanto política como judicialmente. Sabe el terreno que pisa. Escribe un número de teléfono en el papel.

- Si cambia de idea llámeme - indica sin alterarse lo más mínimo y con una convicción que asusta – pero recuerde que la oferta caduca hoy mismo. A las diez. Tiene un par de horas menos que la cenicienta.

Se incorpora sin perder la compostura, sale y camina pasando entre las mesas. Se mueve tranquilo, como si ya tuviera claro el final de todo este lio. Paloma se asoma a la puerta y observa cómo se va. Tiene el presentimiento de que no es la primera vez que pisa el departamento de urbanismo. Camina seguro y sin prestar demasiada atención, girando en el pasillo correcto para coger el atajo a la salida, como si el muy hijo puta se moviera por su casa, como si todo aquello le resultara más que familiar. No le gusta un pelo la situación.

La funcionaria no puede verlo, pero el tipo sonríe. No necesita volver la vista atrás para saber que ella está observando.
 

sweetluis5g

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- ¿Paloma? Soy Stefano. Llámame cuando puedas.

Acaba de ver el mensaje whatsapp. Tiene también una llamada perdida suya. Recién ha llegado a su casa y se prepara para hacer unas ensaladas y unos filetes de pollo de cena, mientras su hija se tira en el sofá con la tablet a chatear con las amigas. Se lo quiere dejar preparado antes de ducharse y dejarse caer a su vez en su butacón favorito. Javier estará a punto de aterrizar.

Se va al dormitorio y se encierra en el cuarto de baño. Marca el número y Stefano responde presto.

- Hola guapa.

- Hola ¿Qué pasa? ¿A que vienen esas prisas? – responde imaginando que le va a proponer una nueva cita, lo que la pone de buen humor por primera vez en muchas horas.

- Necesito verte.

- Yo también tengo ganas ¿alguna propuesta?

- Esta noche.

- No puedo. Quizás mañana o pasado…

- Tiene que ser hoy Paloma.

- No puedo idiota (lo dice con tono cariñoso, conmovida y excitada a la vez por su insistencia) - No voy a salir corriendo de casa y dejar solos a mi hija y mi marido con ninguna excusa improvisada ¿Qué quieres, que nos pillen?

- Mañana me voy. Vuelvo a Italia.

- ¿Cómo? – El estómago le da un vuelco – pero ¿Por qué?

- Un tema familiar urgente. Salgo mañana en el vuelo del mediodía.

- ¿Cuándo vuelves? – pregunta preocupada. Aquello pinta a despedida y no le gusta.

- No lo sé. Es mi padre, esta grave.

- ¿Volverás?

- Espero que sí, pero no puedo saber cuándo. Quiero verte antes de irme.

- Yo también… - se sorprende Paloma diciendo.

- ¿No puedes escaparte con cualquier excusa?

- No sin levantar sospechas – la mente de Paloma funciona a toda pastilla buscando una solución – oye ¿y si me escapo mañana a la hora del desayuno? Llego, ficho, le dejo trabajo a Sebas y me voy a verte ¿nos daría tiempo?

- Sí, apenas para decirnos adiós, pero al menos nos veríamos.

- OK, pues entonces mañana te llamo.

- Hasta mañana cariño.

- Adiós.

Un par de horas después cada uno ocupa tras la cena su lugar habitual. La niña en su habitación, esperando que pasen a reñirle para que apague el móvil y deje de charlar con las amigas o ver videos musicales de su grupo favorito de K-pop; Javier en el sofá mirando un resumen deportivo y Paloma con el PC en la mesa del salón. Haciendo como que navega por internet buscando ropa de invierno para renovar el fondo de armario familiar, pero en realidad esta con la mirada perdida en la pantalla dándole vueltas a lo mismo. A lo único. Stefano se va ¿significa eso que lo pierde para siempre?

No le ha apetecido entrar en el foro aunque sabe que sus amigas esperan ansiosas novedades de sus andanzas ¿Cómo decirles ahora que de un día para otro se le han jodido los planes? Ha tenido que controlarse un par de veces, tentada de salir por la puerta disparada con cualquier excusa para llamar a Stefano y encontrarse con él. La cabeza le dice que no tiene un plan creíble y que si lo hace va a tener que facilitar explicaciones que no está preparada para dar. El cuerpo le pide un último polvo con su chico. Como sea y donde sea. Un último orgasmo sin condiciones y sin restricciones. Los dos fundidos y sin despegarse durante cada segundo que puedan estar juntos.

Venga Paloma, no te pongas dramática, trata de controlarse, mañana podrás verlo y además, te estas montando una bola que no es. El chico volverá, seguro que antes de lo que piensas. No va a renunciar a una amante como tú así como así. Has visto la cara de vicio que pone cuando está contigo, le has oído gemir de gusto al follarte, lo has sentido estremecerse a tu contacto…Sí, volverá a ti. Tranquilízate y no lo eches todo a perder.

Esa noche se mete en la cama y apenas duerme. Ha sido un día muy intenso, pero de todo lo sucedido, la marcha de Stefano es lo que le llena la mente.
 

sweetluis5g

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- Dime que la tortura por la que me hiciste pasar ayer ha servido de algo.

- Claro que ha servido.

Sebas se cruza de brazos y se mantiene a la espera de que Paloma resuelva la incógnita tras analizar los datos.

- ¿Qué haces ahí de pie? ¿No tienes otras cosas donde hurgar? Si te falta trabajo me lo dices…

- Ya veo que no me vas a contar nada. Al menos dime si son buenas o malas noticias.

- Si no te cuento nada es porque no quiero que nadie te ponga la cabeza como un bombo. Esto va a estar muy movidito y cuanto menos sepas mejor. Tenía previsto revisar el expediente completo esta mañana y lanzarlo por la tarde a última hora. Pero me ha surgido un imprevisto y tengo que salir. Espero estar de vuelta después del almuerzo. Si estás por aquí te cuento y si no, mañana por la mañana antes de pasarlo hablamos.

- Eres odiosa…

- Sí ya lo sé, una auténtica cabrona, me lo has dicho muchas veces – Paloma es consciente de que va a meter el palo en un avispero. La visita de ayer no le gustó nada: sí, sí que se va a liar parda y quiere proteger a su administrativo. Una vez lanzado el informe, a quien quiera que le escueza solo se preocupara por ella.

- Cualquier día me voy y te dejo ahí tirada, me tienes harto.

- Pues mira, igual a partir de mañana te lo ponen fácil. Si ves que me trasladan al sótano a archivar expedientes o que a revisar los metros cuadrados de las terrazas de los bares, ya sabes que tienes vía libre para buscarte un nuevo jefe. Vas a estar bien, no te preocupes, como tú mismo me has dicho muchas veces, nadie te hace trabajar tanto como yo. Ningún otro inspector te va a dar tanto por culo ni te tendrá todo el día arriba y abajo. Si te cambias podrás vegetar tranquilamente, como la mayor parte de los administrativos de urbanismo.

Sebas le echa una nueva mirada reprobadora y con un sonoro suspiro y levantando las manos al cielo, da a entender que con ella no hay nada que hacer. Se vuelve a su despacho mientras le dice:

- Tú sí que me vas a echar de menos bonita. Si llegara el caso, que no va a llegar, mala hierba nunca muere y tú nunca das puntada sin hilo. Me apuesto el testículo derecho a que sea lo que sea lo que hayas descubierto, alguien va a salir escaldado y tú te vas a llevar un ascenso.

- Quizás esta vez no, Sebas – “Por eso quiero mantenerte al margen” está tentada de añadir, aunque por la mirada que cruza con su compañero se da cuenta que no hace falta. Se entienden sin necesidad de palabras.

Cuando se queda a solas, a Paloma le cuesta concentrarse y volver a la lectura del expediente. Las implicaciones que aquello puede llegar a tener no es el único asunto que le ronda la cabeza. A primera hora la ha llamado Stefano y de nuevo su agenda ha saltado hecha pedazos. Tenían previsto ir directamente a su hotel, estar todo el rato que pudieran juntos y luego llevarlo a coger ese maldito vuelo. Pero parece ser que ha tenido que dejar el hotel a primera hora.

El plan alternativo consiste en verse en un restaurante cercano, picar algo juntos, y de allí salir para el aeropuerto. En un hotel cercano al mismo, Stefano, ha reservado una habitación para poder despedirse con tranquilidad y así poder apurar hasta el último minuto. Esto tiene la ventaja de que en un pequeño salto, en apenas diez minutos, el chico puede estar en la terminal evitando cualquier posible atasco o contratiempo que pueda surgir en la capital. El inconveniente es que reduce mucho el tiempo de que disponen para estar juntos. Bueno, ahora lo importante es que al menos podrán verse. Paloma está deseando encontrarse con su “amo” y que le aclare las circunstancias de su repentina marcha. Y mucho más aún de su posible vuelta. Todo ello va a definir el futuro de su relación. Porque ella no renuncia a que aquello continúe de una u otra forma. Está segura que no es el final y, ansiosa, quiere ver a Stefano para que se lo confirme.

La otra parte también la desea. Un último polvo, desesperado, pero también intenso y brutal. Un par de horas en las que está decidida a tomar el mando por una vez. Stefano ha hecho siempre de amo pero es un muchacho considerado y en el fondo, de alguna forma, siempre ha buscado su aprobación para cualquier práctica que han llevado a cabo. Está dispuesta a seguir siendo su esclava pero hoy el programa lo firma ella. Se lo debe. Y lo que ella quiere es darse un atracón. Recibirlo en su piel, en su boca, en su coño, en su culo. Quiere que se derrame en su interior y sentirlo. Quiere volver agotada y húmeda de semen a su casa. Para no pensar, para no sentir el vacío que va a dejar en ella en cuanto despegue.

Paloma decide salir. Va veinte minutos adelantada pero necesita que le dé el aire y desbloquearse. Se despide de Sebas y sale a la calle. El restaurante está a unos quince minutos andando. No es muy frecuentado por los funcionarios y a esas horas menos, pero aun así se alegra que al dar la reserva de Stefano la sitúen en una mesa tras una columna, en un rincón sin ventanas. Quizás se puedan permitir algún gesto cariñoso antes de llegar al hotel, después de todo. Se pide una cerveza y se dispone a esperar. Toma el móvil para revisar su conversación con Stefano. Ningún mensaje nuevo.

- Señora... ¿Me permite?

Paloma observa a un hombre de unos cincuenta años largos, pelo largo y canoso, barba bien cortada, alto y con un traje de diseño, seguramente hecho a medida aunque sin corbata, cuello suelto de una camisa estampada. Unos ojos saltones pero con cierto magnetismo. Trae un bolso de trabajo, similar a los que se usan para portátiles. El hombre se sienta a la mesa sin esperar autorización.

- ¿Disculpe? ¿Quién es usted?

- Por favor, déjeme hablar y no haga preguntas: será mejor para todos...especialmente para usted. Le prometo que solo le robaré cinco minutos.

- Estoy esperando a una persona, le ruego que…

- No va a venir.

- ¿Cómo dice?

- Stefano: no va a venir – repite lentamente para que ella lo asimile – yo soy su cita.

Paloma siente como la sangre se le sube a las sienes. Un ligero mareo en la boca del estómago y las piernas se le aflojan. No sabe que pasa pero su intuición le dice que aquello tiene mal, muy mal aspecto.

- Verá, esto es lo que tenemos – dice pausadamente mientras saca una Tablet del bolso y la enciende - Es un informe de los errores que ha cometido a la hora de instruir sus inspecciones en los últimos años. Le voy a dejar un pen drive con toda la información, podrá analizarlo más tranquilamente en casa, pero hay bastante material.

- Sigo sin saber quién es usted - dice mirándolo fijamente e ignorando la documentación que le presentan, como retándolo. Sea cuales sean sus “errores” no son importantes. Comete bastante menos que el resto de sus compañeros y a nadie han expedientado hasta el momento. No hay nada que sus superiores no sepan y todos entienden que hay fallos que son inevitables, no hay ningún funcionario de su rango que no haya metido la pata en algún expediente.

- Mi intención es que siga sin saber nada de mí después de esta entrevista, créame, no le conviene investigar ¿Le importa si continuamos? Aquí tenemos un Excel con otro tipo de información. Todos sus fichajes y entradas y salidas. También un seguimiento a través de GPS y registros de cámaras de seguridad de diversos locales y algún que otro hotel, que demuestran que usted ha utilizado sus horas laborales para otros temas ajenos a aquello por lo que los ciudadanos le pagan su nómina. Todos los datos están convenientemente cruzados y su análisis explicado en el archivo adjunto. No la deja en buen lugar, la verdad.

- Eso es ilegal. Además, todos los funcionarios…

- No nos interesan todos los funcionarios, solo usted. No queremos arreglar el ayuntamiento solo que recapacite sobre la oferta de trabajo que le hicieron ayer.

- ¿Le manda Valentín Jurado? Es eso ¿verdad?

- No sé quién es ese señor.

- Me está pidiendo que acepte la oferta que él me hizo…

- Le repito que no conozco a ningún Valentín Jurado – la mirada del tipo no deja lugar a dudas, los dos hablan de la misma persona pero no lo va a reconocer, por si las moscas. Ahora cae en la cuenta de que quizá este grabando la conversación. De repente un tema vuelve a golpearla, acaba de caer en la cuenta.

- ¿Qué sabe usted de Stefano? ¿Por qué lo ha mencionado?

- Sí, claro, Stefano. Esa es la tercera parte. Ya sabemos en que empleaba usted el tiempo que robaba a sus obligaciones laborales. Esto también está en el pen drive. Tenemos alguna foto suya desnuda en la oficina, en su propio puesto de trabajo. El lugar es reconocible y su sexo también, si hace falta llamaríamos a un médico forense para que certificara que se trata de usted pero espero que no sea necesario, sería muy desagradable verse expuesta en público de esa forma. Aunque ni la décima parte de desagradable que esto se hiciera público - abre una carpeta y pulsa un archivo de video. Le tiende un auricular inalámbrico a Paloma y le da a reproducir.

Ella palidece al ver la habitación del hotel testigo de sus encuentros. Desde diversos ángulos, con tomas convenientemente mezcladas, asiste a un resumen de un minuto de sus encuentros sexuales. Los últimos segundos, del más reciente. Ella desnuda, con el collar de perro y a cuatro patas.

- ¿Qué es lo que quieres? - pregunta su amante

- Que me folles el culo - responde ella.

- ¿Estas segura?, puedo hacerte daño, seria tu primera vez, mejor seguimos preparándolo con el consolador y quizás en nuestra próxima cita…

- No es la primera vez, ya me lo han follado… ¡métemela!

- ¿Tu marido? No me dijiste que…

- El no, otros chicos…

La cara de Paloma se contrae en un gesto de vicio en la imagen. Ella recuerda perfectamente el episodio. Entonces se alegró de haber sorprendido a Stefano. Se sentía muy perra y estaba muy caliente, quería terminar el encuentro con una gran traca final.

- Puedo con ella, fóllame por atrás.

- Pídelo por favor…

- Por favor, Stefano…

- Dilo: quiero que me folles el culo y te corras dentro de mí.

- Fóllamelo, cabrón, dame por el culo y llénamelo de leche…

Paloma aparta la vista de la Tablet y tira el auricular en la mesa. Trata de controlarse, oscilando entre el deseo de embestir contra aquel tipo y la angustia por verse expuesta tan íntimamente.

- Si es dinero lo que quieren, yo solo dispongo de...

- Claro que se trata de dinero – la interrumpe - ¿Por qué si no nos íbamos a molestar en arruinarle la vida? Pero no del suyo, todo lo contrario, lo que quiero asegurarme es que usted lo gana.

- ¿A qué precio? Hay cosas a las que no estoy dispuesta.

- Mire Paloma, eso ya no depende de usted. El momento de negociar pasó ayer. De hecho jamás ha existido, usted nunca ha tenido margen de maniobra. Pero le están ofreciendo una salida airosa. Un empleo bien renumerado, realizando una actividad en la que puede dar un vuelco profesional y luego, si no está contenta, puede volver en un par de años a su puesto en el ayuntamiento.

- ¿Qué pasa con esos videos? ¿Cómo puedo estar segura de que no volverán a chantajearme en el futuro?

- No puede estarlo. Quien le diga que puede darle garantías en un asunto como este le miente. Usted no es tonta ¿Cómo se comprueba que un material así desaparece permanentemente? Siempre puede haber una copia. Su única garantía es que soy yo el que dispone de él. Si estuviéramos interesados en joderla lo habríamos hecho ya. Ya ve que preferimos darle una oportunidad.

- Créame que no soy de las que se dejan joder sin permiso – afirma sombría, pero el tipo encoge los hombros como si aquel movimiento ya estuviera previsto y amortizado.

- Lo sé, la conozco mejor de lo que usted piensa. Por eso queremos incorporarla a nuestro “proyecto”. Es dura e insistente como un perro de presa. Una vez encuentra un rastro no lo suelta. Pase lo que pase. Pero ahora no tiene gran cosa. Es cierto que puede jodernos esta operación, pero será la última que nos fastidie. Nosotros continuaremos y usted caerá.

- No seré la única.

- No tiene nada real. En nuestro lado podemos hacer contención de daños, no caerá nadie, al menos, nadie importante. Podemos sobrevivir a un expediente negativo y al revuelo que usted pueda formar, que no durará mucho, se lo aseguro, pero no nos gusta perder un buen negocio. La desacreditaremos, conseguiremos que la despidan y haremos llegar los videos a su familia y amigos. En una semana serán virales y cualquiera podrá descargárselos de internet. Podemos colocarlos en todos los foros de temática sexual y de ahí, saltaran al resto.

Deja unos momentos para que la amenaza vuelva a calar. No quiere que Paloma se envalentone, estas cosas cuanto menos tiempo se piensen mejor.

- Tiene que tomar una decisión. Ahora.
 

sweetluis5g

Virgen
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Santiago toma el móvil nada más abandonar Paloma el restaurante y hace la llamada.

- Acaba de salir – indica.

- ¿Aceptará?

- Está en shock. No he querido presionarla más, no sea que haga una tontería. Me llamará esta tarde. Pero creo que sí. No es tonta y sabe que tiene pocas opciones. Otro tema es que podamos controlarla a futuro. Si acepta es mejor darle algún puesto donde no maneje ningún tipo de información comprometida. Si podemos enviarle el sueldo a casa sin que aparezca por la oficina mejor.

- Bueno, lo primero es que resuelva a nuestro favor. No me fio de esa zorra, aun puede darnos una sorpresa desagradable.

- Estamos listos para hacer contención de daños. Perderemos mucho dinero pero la sangre no llegará al rio. Solo será cuestión de cambiar nombres y empresas y comenzar de nuevo. Tarde o temprano lo recuperaremos.

- No podemos empezar la legislatura con un escándalo. La gente a la que representamos puede ponerse nerviosa. Asegúrate que acepta.

- Sé hacer mi trabajo. Pero no somos magos. Otros ya habrían resuelto el problema por medios más expeditivos, pero nosotros no cruzamos esa línea, recuérdalo. Eso nos limita. Así son las reglas.

- Bien, tenme informado.

- Ok. Por cierto, otra cosa: quiere hablar contigo. He negado cualquier relación tuya con este tema pero ella insiste: Si acepta querrá una reunión. Igual no es mala idea que le pongas las cosas claras. Todavía piensa que puede manejar este tema de alguna forma. Nos podemos asegurar de securizar el encuentro para que no pueda grabar nada.

- Ya veremos, paso a paso. Primero que se comprometa y demuestre de qué lado está. El expediente es la prueba de fuego. Si se comporta, mano de hierro en guante de seda, si no, a por ella con todo el equipo.

- OK.

Santiago cuelga, levanta la mano y ahora sí, se pide una copa de Chivas Regal para rematar el café.

Pasa revista a todo el caso, haciendo balance desde que empezó. Hasta que Paloma no lo llame no puede hacer mucho más que revisar el proceso, en busca de fallos o posibles elementos de mejora.

Aún recuerda aquella tarde hace unas semanas.

- Ha llamado Méndez: ya han asignado el expediente. Hay que poner en marcha el plan previsto.

- Vale, me pongo en seguida con ello.

- Avisa a Stefano. Es un trabajo para él.

- ¿Stefano? - pregunta el otro extrañado.

- Es una mujer. Se lo van a dar a una tal Paloma Gálvez. No te compliques y llama a Stefano. Vamos a lo seguro. Te paso su perfil.

- De acuerdo - Santiago coincide, Stefano es el mejor tanto para hombres (si fuera el caso) como para mujeres.

- Tenme al día de todo, la gente de arriba anda inquieta.

- Como siempre. Me pongo con ello ahora mismo.

No le extraña que Valentín esté preocupado. Todo estaba previsto para que Jaime Méndez se ocupara, pero su topo no se puede hacer cargo del expediente: está bajo la lupa y posiblemente lo llamen a declarar por otro asunto paralelo, relacionado con fraude fiscal. Una cagada que todavía nadie sabe, pero a la que pronto le van a poner foco los medios de comunicación. No les interesa que alguien pueda relacionarlo con la promoción en el distrito norte. Cuanta menos atención generen mejor. Bastante tienen con intentar borrar o esconder su participación en otros expedientes que tan rentables les han resultado.

Santiago recibe el dossier que le envía Méndez sobre Paloma. Lo lee detenidamente antes de hacer la llamada. Luego toma el teléfono y marca.

- ¿Stefano? Te necesito aquí lo antes posible, coge el primer vuelo.

Un día después, el chico medio italiano está en el hotel Eurobuilding, una torre en una de las más cotizadas arterias de la ciudad y en el que el fondo que representan tiene un buen paquete de acciones. Su participación es suficiente para que le habiliten una suite sin hacer preguntas ni guardar registro del turista. Ya la han usado otras veces y apenas emplean una tarde en instalar los micrófonos y las cámaras.

El mismo día que le entregan el proyecto a Paloma ya tenían listo al tipo. Sabían que se lo iban a dar a ella. Así resultaba menos sospechoso: ¿cómo iba a maginar que había alguien que antes de ella ya sabía que se iba a hacer cargo del proyecto? Lo cierto es que tenían controlados a los cuatro inspectores en los que podía recaer la auditoría. Ella era la menos probable según los cálculos, pero mira por donde el azar también juega su papel.

Stefano se ha leído el dossier sobre Paloma y le urgen para que tome contacto. La mujer está vigilada y Méndez les facilita el listado de visitas que tiene pendientes, por lo que cuando se dirige al barrio de Salamanca a ver el loft, el chico solo tiene que consultar con Santiago que le da todos los datos. Cuando la sigue a la Mallorquina, decide jugársela. El tiempo apremia y él confía plenamente en sus habilidades. Prepara una historia creíble y le entra a Paloma.

Todo se desarrolla bien, la mujer no se fía pero está convencido de que le ha gustado. Cuando ella se marcha, llama a Santiago.

- ¿La has visto tirar una tarjeta a la papelera o al suelo al salir?

- No ha tirado nada.

Stefano sonríe:

- Entonces la tengo.

El chico se muestra convencido, pero él no las tiene todas consigo. Algo le dice que aquella tipa no es muy convencional.

Hasta por la noche no respira tranquilo.

- Ha llamado - dice Stefano. Ahora le toca sonreír a Santiago antes de colgar.

En paralelo y sin despertar sospechas, instruye a Jaime Méndez para que se gane su confianza. Sin que parezca interesado en el expediente que desde arriba han presionado a Marcial para que lo asigne a otro inspector, metiéndole prisas. Por el contrario, debe parecer aliviado de habérselo quitado de encima. Presentarse con una oferta de ayuda pero sin insistir demasiado a la suspicaz Paloma, como si sintiera remordimientos porque se lo hubieran encasquetado a ella.

Y algo más. Cuando Méndez llega a la reunión con Paloma y dice que está sin batería, ella le deja el móvil y hace una llamada errónea y otra acertada. La errónea es a un número que hace saltar una aplicación que instala un keylogger en el terminal de su compañera. Registrará todas las entradas de texto, especialmente en las contraseñas de acceso a aplicaciones y correo. También se instala un troyano que da acceso en remoto al móvil. Es de última generación y todavía no es detectable por los antivirus.

La segunda es a una clínica odontológica real. La chica de recepción consulta el nombre para cambiar la cita y se queda asombrada al ver que Jaime la corta, dándole las gracias por la gestión antes de que haya podido hacer nada. Por si a Paloma se le ocurre comprobar el número. Es dudoso que indague más allá de acreditar que la llamada es a una clínica de verdad.

Méndez le hace después un resumen de la cita: Paloma sospecha pero aún no tiene nada serio. Pero la tía es buena, ha localizado un rastro y es de las que no cejan. Méndez cree que puede acabar descubriendo algo, habrá que estar muy pendiente. La parte buena es que parece haberse ganado su confianza y además han intervenido su móvil. Esa misma noche ya tienen un reporte de la contraseña de su correo corporativo y otra de un foro de sexo.

El troyano además, les permite acceder a través de su propio móvil y no salta la alarma de inicio de sesión. Con la cuenta de su correo, acceden a ciertas claves del trabajo que la mujer no ha tenido la precaución de encriptar. Podrían desviar el correo pero se podría dar cuenta. Una vez que tienen las claves y acceso a las ip´s de sus terminales, desinstalarán el troyano para no dejar rastro, aunque se arriesgan a que las cambie. Conseguirán antes monitorizar su actividad y así saber a qué foros tiene acceso y lo que escribe de incógnito en ellos.

De esa forma descubren al grupo con el que intercambia mensajes en el chat. Saben de sus sueños recurrentes y su fantasía sado maso. Santiago pasa inmediatamente la información a Stefano. El chico analiza un resumen de sus mensajes y trata de hacerse una idea clara de por dónde pueden ir sus gustos y deseos más ocultos. Pero eso no servirá de nada si Paloma no contacta con él, cosa que como hemos visto, acaba sucediendo.

El primer encuentro va viento en popa y los siguientes se suceden aumentando la intimidad entre los dos, estrechando lazos, creando una relación forjada con el deseo y el placer, las mejores cadenas para crear dependencia y desactivar las sospechas. De momento solo se trata de romper sus defensas e infiltrarse en su vida profesional y personal sin que ella lo sepa. Acumular información e imágenes de sus encuentros. Stefano le pasa unas imágenes que ha conseguido que le envíe desnuda en su propio despacho del ayuntamiento. Igual al final no es necesario actuar, pero por si acaso.

Ese por si acaso parece confirmarse cuando Méndez llama una tarde.

- Ha estado esta mañana preguntando en registro por los integrantes de los consejos de administración. La he visto ir personalmente y he sospechado. Le he preguntado como sin querer a la administrativa que es de mi confianza. Era raro que no enviase a su ayudante. Sabe que puede ser algo gordo y se reserva la información.

Santiago sabe lo que significa. Se está acercando a donde no debe.

- Muy bien, habla con ella, trata de averiguar lo que sabe.

- ¿No levantaré sospechas?

- Interésate por el caso, al fin y al cabo era tuyo. Preséntate con la excusa de darle información.

- ¿Y qué información le doy?

- La que ella conoce de todas formas: si ha estado ahí ya sabe quién está en los consejos. Así te ganarás su confianza.

- Ok.

Días después, la cosa se complicó. El equipo que la seguía informaba de algo que a Santiago no le cuadraba. Marcó el número de Valentín:

- Está tomando cotas y medidas ¿por qué mide?

- No lo sé no tiene sentido. Nadie hace eso.

- Habla con Méndez y también con tus técnicos. No me gusta nada.

Efectivamente: tu peor debilidad es aquella que ni siquiera tú mismo sabes que tienes. La tía era lista. Había encontrado dónde hincar el colmillo.

Un día después, mientras los encuentros entre ella y Stefano aumentaban en intensidad y en temperatura (que casi siempre son cosas que van asociadas), nueva llamada de Valentín Jurado.

- Ya sé lo que está haciendo: hay un problema con las cotas. Han reducido los metros de las parcelas respecto a la adjudicación original.

- ¿Y eso por qué?

- Según la normativa, las dedicadas a casas y urbanizaciones de unifamiliares no pueden exceder de unos metros cuadrados determinados. Estás se pasaban, no demasiado, pero se pasaban.

- Pero eso es fallo del ayuntamiento al parcelar. No nos pueden culpar…

- No es tan sencillo. Sea de quien sea, te paralizan la obra y vuelven a revisar todos los procedimientos. Incluso te puede indemnizar y sacarlas de nuevo a subasta. Y además, resulta que sí es culpa nuestra. Les presentamos un proyecto inicial que requería de esos metros cuadrados de más porque, a diferencia de las demás parcelas, las nuestras van a contar con más equipamiento. Llevan piscina comunitaria y pista de pádel. Eso y la ubicación dentro del PEGOU, nos diferencian del resto de proyectos de la zona y harán que las nuestras se vendan mejor. En un principio Méndez hizo la vista gorda. Nadie había hecho los cálculos porque nadie jamás comprueba con precisión milimétrica esas cotas. Solo eran unos pocos metros de largo y de ancho, algo significante en una parcela de esas dimensiones. Jaime y el resto de contactos nos facilitan el pasar los filtros municipales, por eso los tenemos en nómina.

- Pero a veces, que te faciliten las cosas te complica la vida.

- Si das con una zorra como ésta sí. Tiene muy buen ojo la cabrona. Es muy difícil saber que te has colado unos pocos metros en un proyecto como este, pero ella lo intuyó. Y hay más: se corrigió en el sistema del ayuntamiento a posteriori. Alguien se puso nervioso y pidió la modificación. En la propuesta inicial iban a los metros correctos. Igual que las otras veces eso deja un rastro.

- ¿Por qué nadie me informó?

- Fue una cagada de Méndez. Una vez hecho pensó que se había solucionado el problema y se calló la boca - Se hizo un silencio mientras Santiago valoraba toda la información y la procesaba.

- Escúchame Valentín, esta tía puede complicarnos mucho la vida. Por lo pronto nos va a paralizar el proyecto. Si a eso le unimos el resto de temas, puede conseguir incluso que no nos lo vuelvan a dar. Por no hablar de que no interesa lo más mínimo que sitúen el foco de atención sobre nosotros.

- ¿Cómo va tu chico con ella?

- Muy bien, tenemos material de sobra para actuar.

- Asegúrate bien, esta vez no podemos fallar. Si la cosa se pone fea tenemos que asegurarnos el punto de partido – durante un momento se hace el silencio, hasta que Valentín pone palabras a lo que ambos están pensando - ¡No sé cómo hemos llegado a este punto! ¡Estamos a un paso de un fracaso! ¡Qué gran cagada! Y los que ponen la pasta no toleran ese tipo de errores.

- Esto no es una ciencia exacta, cada operación se construye paso a paso y hay mucho margen para el error, eso deberían entenderlo. Si quieren ganancia segura que apuesten por lo legal. Si quieres ganar diez veces más no puedes exigir seguridad completa.

- Eso se lo explicas a un abuelito al que le estás vendiendo una preferente en tu despacho del banco. La gente con la que nosotros tratamos no admite ese tipo de razones por muy válidas que sean, deberías saberlo, Santiago.

Tras otro intervalo Valentín continúa.

- Mañana la voy a ver.

- ¿Cómo?

- Hay una recepción en el ayuntamiento: le he insistido al teniente de alcalde para que invite a la gente de urbanismo y especialmente a ella.

- Ten mucho cuidado, no me parece buena idea, todavía no. Y menos aún en un sitio lleno de gente.

- No te preocupes, solo quiero conocerla. No haré nada. Pero quiero que me vea y me mire a la cara. Que sepa con quién me relaciono y que intuya quién hay detrás de mí para que no quepa lugar a dudas. Si tengo que volver a reunirme que sepa que no voy de farol. Tú márcamela muy de cerca, estamos casi a punto de resolver. Si ves la menor señal de peligro me avisas. Tenemos que anticiparnos.

- Descuida.

Al día siguiente y con el correo todavía intervenido Santiago pudo ver el archivo que ella misma se mandaba desde la obra: un Excel con todas las cotas reales en una columna, con las aprobadas en otra y con las originarias antes de modificarse en la última. Maldita puta. Comunica con Jurado y lo informa.

- ¿Qué hacemos?

- Lo mismo que en El Padrino.

- En esa película salen muchas cosas, algunas de ellas muy desagradables. No hagas ninguna locura.

- No te alteres. Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar. Por las buenas se consigue siempre más que por las malas.

Es al día siguiente cuando se produce el segundo encuentro con Paloma. Esta vez no se trata de presentarse ni tantear. Por eso, ni una sola voz amenazante, aunque sí una conversación cargada de segundas intenciones pero sin una palabra mal dicha ni un mal gesto. Para que ella no pueda acusarle de nada. Sin despeinarse, Valentín deja caer el mensaje. A pesar de su negativa destemplada, el primer objetivo de la visita está cumplido piensa mientras sale de la oficina de urbanismo. De sobra sabe que no se lo va a poner fácil, pero ha conseguido desconcertarla y sembrar la duda en ella. El otro objetivo también está completado: simplemente era satisfacer su curiosidad, ahora que se han hablado claro, ver de qué temple estaba hecha. Es una zorra dura, sin duda correosa, pero torres más altas han caído. No es necesario mancharse las manos, para eso tiene a otros, pero en este caso es mucho lo que se juega y quería mirarla cara a cara y conocerla. Cuando llegue el caso, si hay que ponerse más desagradable, tiene en nómina quién se ocupe de lavar la ropa sucia.

Valentín toma el teléfono marca y simplemente dice: “tendrá que ser por las malas”. Luego finaliza la llamada.

Santiago lo preparó todo y llamó a su vez a Stefano.

- Tienes que conseguir una cita con ella esta noche.

- Es muy precipitado, no sé si la convenceré. No le gustan los imprevistos ni ponerse en evidencia.

- Mañana como muy tarde – concede Santiago - Búscate la vida pero cítala en un sitio donde pueda reunirme con ella. Y prepárate para emigrar. Cuando acabe la reunión, si todo va bien, te quiero fuera de la ciudad.

Desde ese momento, ha ido por delante preparando el terreno para el caso de que hubiera una negativa. Sin necesidad de mover sus contactos políticos para que la releguen a un puesto de último nivel. La jugada es mucho más sucia, fácil y barata. Puede destruir su matrimonio, su carrera y conseguir que la echen del ayuntamiento. Si vamos a ir, vamos con toda la artillería: un golpe con todas las fuerzas que la deje noqueada.

Ahora la suerte está echada, piensa mientras llama al camarero para pagar la cuenta. Hay razones para el optimismo pero Santiago es de los que no da por seguro nada. Eso le ha permitido sobrevivir y prosperar. Esperará a la tarde, a la llamada de Paloma. Entonces sabrán a lo que atenerse.
 

sweetluis5g

Virgen
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Paloma gira su silla y se coloca frente al ventanal. Se pone de pie para estirar las piernas y la espalda. Fija la mirada en la avenida más allá del parque central. Está empezando a anochecer y pronto, tras la masa de árboles, las luces cobrarán protagonismo componiendo un firmamento de estrellas artificiales que le regalaran una de las mejores vistas nocturnas del Distrito Norte. Un año ya y aún no se acostumbra a aquel despacho tan distinto al cubículo sin ventanas donde trabajaba en el ayuntamiento. Ahora, además de estirar los músculos y desperezarse, puede descansar la vista sobre un bonito paisaje.

A lo que sí se ha acostumbrado rápido es al bourbon con hielo, al más caro (Maker´s Mark para las ocasiones especiales) y al nada desdeñable Four Roses para diario, como es el caso esa tarde, que hace tintinear girando la copa que tiene la mano. La primera vez le resultó fuerte el sabor a licor y a madera ahumada. Entonces lo rechazó pero ahora lo toma entre tres y cuatro veces cada día, como si de una medicación pautada se tratara: el Gelocatil de trago largo que diría la cantante Rebeca Jiménez. Ya tiene acostumbrado el paladar y el cuerpo aunque en realidad, acostumbrado, es un eufemismo para no decir que lo necesita, que a su vez es otra forma de esconder lo que empieza a ser una adicción. No se puede pasear entre diablos de incógnito, siempre hay un precio que se paga y este es uno de los que a Paloma le cobra su pasado reciente y las decisiones que tuvo que tomar. El que las haya tomado a punta de chantaje, no cambia demasiado las cosas para ella.

Decide que ya está bien por hoy: apura la copa y cierra sesión en su ordenador. Toma su chaqueta y su bolso de Louis Vuitton valorado más de 4000 €. Otro pequeño antojo que siempre había querido darse pero que ahora apenas disfruta. Es lo malo de adormecerte el paladar: evitas el asco pero tampoco disfrutas de los buenos sabores.

El Cartier que lleva en la muñeca tampoco la consuela demasiado. Ni la nómina que triplica su sueldo a fin de mes. En eso no la habían engañado. O más bien sí. Si añade los incentivos, los pluses y algún que otro regalo, en realidad este año ha ganado cuatro veces más que como funcionaria del ayuntamiento. En el aspecto profesional todo un acierto, oye. Se acabó el trabajo burocrático de rutina. Por primera vez Paloma proyecta. Su misión en la empresa es relacionarse precisamente con la administración de cuyos vericuetos y trámites sabe tanto, pero también se ha revelado como una arquitecta capaz y ha conseguido meter la cabeza en la división de proyectos. Hay un par de edificios levantándose que ya llevan su firma. No son grandes construcciones pero son suyas, nada mal para empezar.

Por ese lado está contenta, es más de lo que le habían prometido: un cargo cómodo y triplicar el sueldo. Pero como siempre a lo largo de su vida, ella ha decidido ganarse lo que cobra y aquí, a diferencia de la administración, el talento se reconoce.

Eso debiera bastar para hacerla feliz. No obstante, Paloma echa de menos su puesto de inspectora en el ayuntamiento y su vida tal y como era hacía un año. Podrá engañar a los demás excompañeros como ha hecho con todo el mundo. Ahora le reconocen que fue un acierto lanzarse a la aventura en la empresa privada y la admiran como una profesional de éxito y muy bien relacionada. Pero en su interior se siente sucia. Su nueva realidad tan esplendida, genera un regusto amargo que cuatro copas diarias del licor más fuerte no consiguen eliminar.

Y hoy es uno de esos días malos. Sebas la ha llamado. Solo por saber de ella. La llama una vez al mes más o menos. Saludos formales, intercambio de buenas intenciones y alegría de que las cosas que le vayan bien. Promesas de quedar un día para comer juntos que Paloma incumple, alargando cada vez la fecha de la reunión sin llegar a concretar. Todavía no está lista, no está preparada. No para encontrarse a su fiel administrativo frente a frente, mirarlo a la cara y hacer como si no pasara nada.

Sabe de sobra que se inquieta y se despide a disgusto, después de cada breve conversación, como si adivinara que ella no está bien. Más que intuirlo lo sabe, la conoce de sobra. Demasiado difícil fue despedirse casi sin atreverse a mirarlo a los ojos, como si temiera ver su propio reflejo derrotado en ellos, la traición infligida a sí misma y a todo lo que la sustentaba. Ni siquiera la infidelidad a Javier la había hecho sentirse tan mal. Pocas cosas podían herirla, pero el fallarse a sí misma era una de ellas.

Sabe que Sebas será cuidadoso, no hará alusión a ninguna inconveniencia, ni a nada que pueda hacerle daño y que de verdad se preocupa, pero eso no podrá evitar su mirada más allá de los formalismos. Paloma aún no está preparada para enfrentarla. Todavía no.

Así que volvemos a que es una tarde mala. La mujer decide salir hacia su casa.

No tiene prisa. Su hija está en clase y la canguro se encarga de recogerla. Tampoco su marido la espera: se divorciaron a los dos meses de dejar ella el ayuntamiento. Fue iniciativa de Paloma. No soportaba verlo o quizás, como le sucede con Sebas, no soportaba su propio reflejo. Él nunca entendió su decisión de pedir la excedencia. Normal, ella misma tampoco lo hubiera entendido. Lo que le molestó fue que no hizo ningún intento de comprender más allá de lo que veía. Un verdadero esposo se hubiera hecho preguntas, se hubiera preocupado por esa decisión tan intempestiva. Pero él solo se centró en los inconvenientes que podría provocar para la relación. Más bien, en los inconvenientes que a él le podía provocar que su mujer dejara un turno fijo.

Si su relación hacía tiempo que se había enfriado, ahora ya se podía dar por rota. Así que Paloma cortó por lo sano: bastante mal se encontraba ya como para topar con una riña diaria al volver a casa.

Apenas intentó Javier pelear por la custodia de su hija y casi pareció aliviado cuando Paloma aceptó una rebaja en la pensión alimenticia a cambio de que la niña se quedara con ella. El divorcio le salió prácticamente gratis a su marido. A punto estuvo de estropearlo todo la jueza que cuestionó el mutuo acuerdo alcanzado, indicando que le parecía poca la aportación del padre. Con una frialdad que aún la sobrecoge le indicó los verdaderos motivos de la separación. Le había sido infiel a su marido dos veces con chicos mucho más jóvenes. Javier se quedó con la boca abierta y la jueza no insistió más sobre el asunto.

- Oye ¿es cierto? - le pregunto un estupefacto Javier nada más salir de la vista.

- Lo es.

- Pero ¿Cómo? ¿Con quién? ¿Cuándo?

- No me hagas contarte los detalles ¿para que serviría? solo para hacernos daño.

- Entonces ¿todo esto es porque te vas con otro?

- No. Solo fueron dos aventuras muy puntuales. Esto no tiene nada que ver con nuestra ruptura.

- ¿Cómo que no tiene nada que ver?...yo...

- ¿Tú me has sido alguna vez infiel, Javier?

Su marido se quedó pasmado ante la pregunta. Demasiada sorpresas en el día y demasiado descolocado para verla venir. Dudó. Apenas un par de segundos pero dudó. Dudó como lo hacen los culpables, los que tienen algo que esconder, los que han sido pillados en falta. Esos tres segundos que tardó en reaccionar, su confusión y la mirada (por un instante asustada), lo delataron. Antes de que pudiera responder Paloma le ahorró la mentira.

- ¿Ves? Es mejor no entrar en detalles. Ha sido bonito, Javier. Salvemos el recuerdo de lo bueno, de todo lo bueno que hemos tenido. Lo demás solo nos hará daño. Ahorrémosle disgustos a nuestra hija. Ella no tiene culpa de nada.

Ese día se fue cabreado y estuvo un par de meses intratable, pero luego entro en razón y comprendió que efectivamente era lo mejor. Delatarla frente a los amigos y la familia solo serviría para ponerse él mismo en evidencia como cornudo y para que ella lo acusara a su vez de ponérselos ¿Qué pruebas hacen falta en estos asuntos? Cada uno de los que le rodean se quedará con la versión que quiere oír. Siempre sucede igual.

Dentro de unos días cumplirá su primer año de excedencia. Puede renovar otros dos más y está casi segura que lo va a hacer. Volver al ayuntamiento no va a arreglar nada, si acaso empeorar las cosas.

Respecto a Valentín Jurado, cuando Paloma decidió aceptar su oferta le puso dos condiciones. Este frunció el ceño como indicándole que no estaba en situación de exigir pero ella lo tranquilizó, poniendo encima de la mesa dos cosas que al final acabaron acordando.

La primera era referente a que no quería saber nada de ninguna ilegalidad. Esta era la primera y la última vez que hacía la vista gorda. No quería ocupar un puesto de florero, estaba dispuesta a ganarse hasta el último euro que le habían ofrecido, pero en una actividad que la dejara al margen de cualquier asunto turbio.

Con eso no hubo problema, Valentín aceptó inmediatamente. Allí había trabajo de sobra sin mancharse las manos, es más, mejor que no lo hiciera y que no estuviera al tanto de la trastienda. Solo los corruptos vocacionales son capaces de manejarse en esas aguas sin remordimientos y por tanto, con pocas posibilidades de meter la pata.

La segunda cosa que le pidió fue una charla con Santiago. Quería que la pusiera al día del dispositivo que habían montado contra ella. Esto fue más difícil porque el jefe de seguridad no era de los que daban la cara a menos que no fuera necesario. Pero Paloma consiguió su entrevista. Sin dar detalles técnicos, le informó de cómo habían ido contra ella y grabó cada uno de los pasos en su cabeza, jurándose a sí misma que no la volverían a pillar.

Había otra cuestión que quería tratar con Santiago: Paloma quería saber quién era realmente Stefano. Junto a su propia torpeza, su traición era lo que más la había afectado. Por tonta, por boba, por crédula. Nunca odias más que cuando te odias a ti mismo y Stefano la había hecho hacerse ilusiones, evidentemente no sentimentales, pero sí como mujer y como amante, para luego pisotearlas y tirárselas a la cara.

El hacker se negó en redondo a facilitarle cualquier tipo de información para localizarlo y trató de quitarle hierro al asunto: solo era un profesional en lo suyo, igual que ella lo era en arquitectura. No había nada personal en ello, simplemente cobraba por hacer ese trabajo y estaba seguro que, en el caso de Paloma, lo había hecho con sumo placer y hasta es posible (aventuró), con cierto remordimiento.

Paloma no pudo saber si lo decía en serio o no, pero en cualquier caso eso no mitigó el cabreo que sentía.

- Solo te pido una cosa - le dijo - si lo volvéis a contratar procurad darle un trabajo en el que no se cruce conmigo. Si lo veo te juro que le clavo un picahielos en toda la cara y levanto cualquier tapadera que tenga.

- Tomo nota- se limitó contestar Santiago.

A ella le pareció ver un cierto gesto de reconocimiento en su mirada. Quizás estaba acostumbrado a encontrarse a mujeres destrozadas ante este tipo de chantajes o ataques y, de alguna forma, le reconocía la capacidad de morir peleando. En todo este tiempo no ha vuelto a ver a Santiago.

Paloma sale y cierra la puerta del despacho despidiéndose de su secretaria, que es un encanto y además muy trabajadora, aunque ni de lejos mantiene con ella la misma confianza que tenía con Sebas. En realidad, ya no confía en nadie. Camina hacia el ascensor con el postrero trago todavía rasgándole la garganta. No será el último del día seguramente. Esta es de esas noches que necesitará una ayuda para dormir. Unas veces en forma de licor, otras (si Paloma se resiente del estómago), en forma de Lorazepam y otras (si está de humor), en forma de masturbación. No pocas veces han sido un cóctel de las tres.

Hoy quizá deje de lado el tema del sexo: no ha sido buen día. Ni buen día, ni buen mes, ni buen año en el tema de la cama. Los últimos tiempos han sido un borrón difuso, un paréntesis vacío. La fantasía de las esposas y el látigo no ha vuelto aparecer en los sueños nocturnos. Si acaso, convertida en pesadilla en sus recuerdos diurnos.

Su marido no ha tardado mucho en volver a tener pareja y le consta que, en los meses inmediatos tras el divorcio, no perdió el tiempo disparándole a todo lo que se movía. Sin embargo, ella ha perdido el apetito y con él, la capacidad de fantasear. Un solo encuentro en todo este tiempo, más para probarse que porque realmente le apeteciera. Una noche de barra y bourbon. A la hija le toca con su padre y ella no tiene nada que hacer, salvo aprovechar que es viernes para aumentar su cuota de copas, sabiendo que el sábado podrá dormir hasta tarde la resaca.
Un chico joven se le acerca ¿por qué no? Se dice, y acaban en la cama.

Polvo de circunstancias: ni siquiera se molestó en fingir ¡Qué distinto de la última vez con Stefano! En vez de sacar lo más íntimo de ella, de avivar el fuego, lo único que le provocó era asco. Asco e indiferencia. Era como los últimos polvos con su marido. Ella se salía del cuerpo como en una proyección astral, viendo desde arriba como la follaban. Sin sentir, sin disfrutar, solo siendo espectadora de su propio coito. Su deseo estaba enterrado, si no muerto. Solo con mucho esfuerzo podía resucitarlo, engañando a su celebro con fantasías y caricias propias, en momentos propicios, ayudada del bourbon y las pastillas para entumecer los recuerdos.

Es lo único que le da fuerzas actualmente a Paloma. El licor y el amor de su hija, que todavía es ciego e incondicional. No entiende de razones, de traiciones, de debilidades, ni de los caminos por los que la vida y tus propios errores te empujan a transitar.

¿Qué le contara cuando sea mayor? Quizás no sea necesario tener esa conversación, quizás todo se haya olvidado, quizás todo se reduzca a un “me separé de tu padre porque lo nuestro ya no funcionaba y tuve una aventura. Y me vino bien, hija, porque le di un giro a mi vida y ahora soy una arquitecta de éxito”.

La mentira una vez más, para no perder a la única persona que seguramente todavía la respeta y la quiere solo por ser ella.
Y Stefano… bueno eso es caso aparte. A estas alturas ni siquiera le guarda rencor a Valentín Jurado, al hacker que se presentó como un tal Santiago, ni siquiera al inútil de Méndez que acabo expedientado y despedido del ayuntamiento y que ahora está en una de las empresas del grupo de inversión, en un cargo de ínfimo nivel.

Business as a business. La jodieron bien pero eran gajes del oficio, no había intencionalidad. De hecho, si ella no fuera como es y tuviera otro carácter, se podría considerar incluso afortunada de que se hubieran cruzado en su camino.

Pero lo de Stefano... Fue demasiado íntimo, demasiado cercano, ella le abrió la puerta para que mirara en su interior, compartieron algo más que saliva y semen. Compartieron en comunión su fantasía sexual y a partir de ahí parecía que se habían hecho uno. No, a ese no le perdona. Es como si le hubiera pegado una puñalada y hubiera escupido luego dentro de la herida. Todo lo demás lo puede superar pero la sensación de estúpida, de haber pensado por un momento que el chico realmente estaba interesado en ella, de haberse dejado arrastrar como el imbécil que cambia dinero por estampitas... Eso no se lo perdona a sí misma. Y por tanto tampoco a él.

La advertencia que lanzó no iba en broma: que no se lo encuentre, que no se lo cruce, que el azar o cualquier pista o cabo suelto no acaben conduciéndola a él, porque entonces se ocupará de que pague, sin mirar las consecuencias ni a quién se lleva por delante.

Otra vez el dolor de estómago. Es acordarse del medio italiano y hacérsele una ulcera. El ascensor la deja en el garaje. Minutos después, Paloma conduce por la avenida hacia su casa. La vida en forma de conversaciones, de gente riendo en las terrazas de los bares, de luces de todo tipo, de vehículos circulando y también en doble fila bulle a su alrededor, pero ella sube las ventanillas y pone música para aislarse. Se siente jodidamente sola. La peor soledad es la que una misma se autoimpone ¿Cambiará algún día?

Quizás, se dice para no venirse abajo. Hoy es una de esas tardes que no puede con su alma.


FIN
 

sweetluis5g

Virgen
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Espero que os haya gustado este primer relato, si interesa sig con los demas.

Un saludo.
 

sweetluis5g

Virgen
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Luisa​


Sofía comprueba las notas que ha tomado a lo largo de la tarde antes de pasarlas al ordenador. Hoy se ha dado bien: es uno de esos días en los que disfruta con su profesión. Sofía es psicóloga aunque está especializada como terapeuta sexual y orientadora matrimonial. A ella acuden parejas con problemas. De las que necesitan ayuda para mantener a flote su matrimonio, especialmente aquellas que no se entienden en el dormitorio. El sexo y la pasión es la argamasa que mantiene unida a una pareja, piensa ella. Cuando no se funciona bien en la cama el matrimonio se resiente. Y antes de empezar a hacer terapia juntos siempre tiene una cita por separado con cada uno. Media hora, a veces una hora, depende de lo que tarde en diagnosticar el problema que a veces es evidente y queda claro al primer vistazo, y otras, no tanto.

La experiencia le dice que la primera toma de contacto es bueno que sea juntos, pero que luego procede una sesión cada uno por su lado. Hay cosas que no se cuentan entre ellos, que es difícil decirse, pero que ella consigue extraer. Claro que por raro que parezca, la cercanía y la intimidad a veces son una barrera para expresar los sentimientos y la gente se suelta más a solas con una profesional. Lo de siempre, nada nuevo, clientes pagando a prostitutas para poder contarles sus más ocultas fantasías, deseos o simplemente problemas; camareros en la barra de un bar, vertederos de amor que diría el Ultimo de la Fila, haciendo terapia de todo a cien de los sentimientos mientras te ponen otro trago; desconocidos en el asiento de al lado del tren o el avión a los que acabas confesando tus miedos y fobias, sabiendo que la amistad recién estrenada durará lo que un vuelo o un trayecto Madrid - Valencia. Distintos ejemplos de que a veces se necesita a alguien ajeno para confesarse, posiblemente porque son menos dados a juzgarte, porque solo tienen tu versión, porque luego puedes volver a tu vida sin aguantar miradas de reproche.

Sí, ella captura y consigue la confianza de sus clientes, suelen abrirse y Sofía obtiene material muy valioso para saber cómo encaminar las sesiones para que den buen resultado.

Con los hombres es más fácil porque son más básicos, más transparentes. Y con más ganas de hablar, de dar sus razones, de demostrar que están en lo cierto. Ellas son más reservadas y desconfiadas, saben distinguir la diferencia entre una amiga o una confidente y una profesional, y no siempre se abren. A veces le toca caminar a ciegas, jugársela por el viejo sistema de prueba y error hasta dar con un buen diagnóstico, y si es posible, una buena solución. Como es de esperar, los que no colaboran son luego los que más se quejan y los que más critican su labor. Esos, en vez de ir buscando soluciones, van como si fueran a la guerra, a cavar su trinchera. Y allí se parapetan dispuestos a no moverse un centímetro de su visión de la realidad, que ni por un segundo dudan que sea la correcta.

Desmontar eso, hacerles ver que ella está de su parte (de parte de los dos y que aquí no hay bandos, ambos están en el mismo), y que la solución no depende de lo que diga una terapeuta sino de lo estén dispuestos a hacer, es una tarea que a veces resulta complicada de llevar a cabo. Sobre todo, porque para estar dispuestos a hacer, primero hay que estar dispuestos a reconocer. A reconocer todo lo que constituye un problema, a reconocer que la otra persona puede sentirse molesta, atrapada o engañada, a reconocer que uno puede tener parte de culpa en todo este asunto.

Por eso Sofía trata de separarlos al principio y también de hacerlos sentir bien para que se relajen, por eso empieza por preguntarles por sus fantasías sexuales. Lo que alguien desea, con lo que alguien sueña, suele dar pistas de por dónde van sus carencias o sus preocupaciones. Y luego compara. También en esto ellos suelen ser más básicos, salvo alguna sorpresa como la que se ha llevado hoy, normalmente las de los hombres son más recurrentes y menos elaboradas. Las de ellas por el contrario, más detallistas, más incisivas: las mujeres necesitan creérselo, no basta con el actor, tienen que montar el escenario. Todo tiene que resultar real, como si estuviera ocurriendo de verdad.

En fin, esto no es fácil y no siempre lo consigue, pero parece una buena forma de comenzar y hoy ha sido una de esas tardes en que ha tenido un pleno con las cuatro parejas que la han visitado. Ha resultado muy interesante y muy útil cada una de las conversaciones.

Luisa fue la primera: comercial de 41 años, dos hijos y 20 años de casada. Aparentemente todo bien en el matrimonio. Los dos con trabajo, pasando muchas horas fuera de casa y relacionándose con mucha gente. En la reunión previa, ambos coincidían en que no había motivos graves de discusión más allá de las rencillas habituales en cualquier otra pareja, derivadas del estrés y de la pelea diaria con el trabajo, la casa y con los hijos.

El motivo fundamental de su visita es la falta de relaciones sexuales. Pocas y aburridas. El intercambio de miradas que se dan, delata enfado por parte de ella y cierto pasotismo por parte de él. Como si aquello no fuera consigo y estuviera allí simplemente porque su mujer le había puesto la cabeza como un bombo y prácticamente le había obligado a ir. Quedaba meridianamente claro quién era la insatisfecha.

Posiblemente y a bote pronto, el primer diagnóstico sin entrar a fondo en el tema, podía ser una súbita inapetencia acompañada de disfunción eréctil por parte del marido. No era infrecuente a esa edad, sobre todo cuando había problemas de estrés y de carga laboral. La otra opción (si su marido no tenía ningún problema de apetito) solía ser mucho más palmaria: simplemente que se había buscado una querida y ya venía comido a casa. Decidió hablar primero con Luisa, puesto que parecía ella la agraviada y la que había tomado la iniciativa. Quería tener cuanta más información mejor, porque en estos casos suele ser el marido el que no colabora. Así que la primera conversación a solas fue con ella, mientras Rogelio esperaba paciente en la sala de espera. Tras quince minutos de cortesía dónde Luisa pudo desahogarse, empezaron las preguntas en serio y con ellas, aquella que tanto le gustaba a Sofía hacer:

- ¿Cuál es tu fantasía sexual?

Luisa no esquivó el tema ni se puso a la defensiva: tenía claro a qué había ido allí y se sentía cómoda y relajada, así que desembuchó del tirón.

- Tengo un disfraz.

- ¿Perdón?

- Digo que tengo un disfraz. De asistenta. Un traje muy ceñido. Negro. Con puntillitas y encajes. Tan corto que no me tapa nada. No necesito ni agacharme, simplemente con inclinarme un poco, se me sube por encima del culo y enseño todo. También tengo un vibrador negro a juego, tamaño natural, con mando a distancia…Me lo regaló Rogelio.

- Entiendo - dice Sofía asintiendo con la cabeza.

- Pues yo no…

La psicóloga la miró con extrañeza.

- Bueno, parece evidente que su marido quiere jugar... La fantasía de la asistenta es muy habitual en hombres...

Luisa la miró con un cierto deje de fastidio. Luego negó con la cabeza y se dispuso a explicar, igual que una profesora que enseña a un niño que no se entera.

- No me hace ni caso. Me lo puse la misma noche que me lo regaló y ahí estaba el muy imbécil, mirando la tele y haciendo como que no me veía, igual que si hubiera pasado en bata y con rulos. Parecía nervioso, como expectante, de manera que tomé yo la iniciativa. Me senté en el sofá a su lado pero a la hora de meter mano no se le levantaba, es más, yo creo que hasta me rehusó.

- A lo mejor es que esa noche…

- ¡Ni esa noche ni ninguna! - respondió malhumorada - ¡No sé para qué coño me lo regaló! Ni con traje ni sin traje. Lo que yo le diga, doctora. A veces creo que fue una broma de mal gusto.

Sofía asintió, consciente de que el tema era más complicado de lo que parecía a primera vista.

- Bien Luisa, pero te he preguntado por tu fantasía.

- Bueno pues ya que tenía el traje y en casa no me sirve, la verdad es que a veces fantaseo con que pongo anuncios para limpiar por horas y me presento con este traje en casa de los clientes.

- Y ¿qué sucede entonces?

Sofía quería saber cómo interactuaba (si es que lo hacía) con los clientes.

- Pues me pongo a hacer mis labores paseándome delante de ellos. Bueno, ya sabe, cumplo con el tópico. Enseño, me agacho, adopto posturas sugerentes, provoco un poquito… a veces pienso que llevo unas braguitas blancas que destacan sobre el vestido negro. Son unas que me compré de encaje, semitransparentes. Me lo marcan todo como se puede imaginar. Otras veces imagino que no llevo nada.

- Y tus clientes ¿qué hacen?

- Me miran y se les cae la baba. Se acarician, algunos sacan el pene y se masturban.

- ¿No te tocan?

- No, se lo tengo prohibido. Y ellos tienen que obedecer: soy yo la que tengo el control.

- Entonces, no tenéis sexo…

- Cada uno por su lado. Yo saco el consolador que llevo conmigo, le pongo un poco de lubricante y me lo introduzco entero. Hago mis labores con él dentro. Como tengo el mando, lo voy activando en los momentos que yo considero más excitantes. Lo pongo a vibrar y me derrito. A veces me corro de pie, frente a ellos; en otras ocasiones de rodillas en el suelo, haciendo como que friego; otras en el sofá, masturbándome mientras me meto y saco el vibrador.

- ¿Y después de llegar?

- Me acerco al cliente y ellos acaban. Me pongo muy cerca, a veces me siento en sus rodillas, pero no les dejo tocarme. Ellos se masturban y se corren llenándome de salpicaduras de semen. El vestido negro siempre vuelve manchado a casa.

Cuando le tocó el turno al marido, Sofía se sintió un poco desconcertada. Había esperado encontrarse a un tipo pasota, desentendido de las necesidades de su mujer y sin embargo, el tal Rogelio se mostró muy receptivo y dispuesto a hablar.

No, no estaba cansado de su mujer, ella le seguía gustando. Cuando le comentó la posibilidad de una infidelidad, no reaccionó como suelen hacer los maridos que realmente la están cometiendo: contraatacando o poniéndose a la defensiva. Lo hizo con desconcierto, como si no entendiera lo que le preguntaba, para luego acabar negándolo con vehemencia.

- Pero bueno, Rogelio ¿nunca has fantaseado con otras mujeres?

- No, con otras mujeres no.

- Entonces ¿con qué?

Ahí fue donde él se cerró en banda, se calló y miro a la pared fijando la vista en el cuadro donde estaba toda la promoción de Sofía haciendo orla.

- Rogelio, me he reunido con vosotros por separado y tenéis que saber que lo que cada uno me vayáis a contar no sale de este despacho, no lo voy a comentar con el otro, pero necesito saber todo de ti y de Luisa para poder ayudaros.

El siguió callado. Casi se le podía oír pensar y darle vueltas al asunto.

- Vale Rogelio, no te quiero presionar, si no quieres responder no pasa nada, pasamos a otro tema.

- No, si yo... Mira, ¿seguro que esto queda aquí?

- Claro, secreto profesional, te lo garantizo.

- Mi fantasía – comenzó haciendo luego una pausa, no se sabía muy bien si pensando en callarse la boca o tomando fuerzas para hacer la confidencia - bueno, hace poco compré un consolador y un traje de asistenta.

- Entiendo. Para tu mujer - añade Sofía intentando echar un capote para que terminara de arrancar.

Rogelio levanta las cejas, los mofletes se le encienden y unas gotas de sudor aparecen en su frente. Con el mismo aire confundido y descolocado de antes y con cara de sorpresa responde:

- No, no, para mi mujer no...

Es entonces cuando Sofía tiene que recurrir a todo su autocontrol y mantener la expresión profesional en el rostro.

- Era para mí. Pero ella lo descubrió y tuve que decirle que era un regalito.

¡Hay que joderse! piensa Sofía mientras hace como que toma notas: los clientes nunca dejan de sorprenderla.

Fin.
 
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