mi hija lucrecia

fernado6996

Virgen
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exelente, y la verdad de ocho años estan muy bien, lo digo por experiencias,gracias
 
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¡Hola, amigos y amigas!
Soy un ferviente partidario de la excitación que
proporciona leer relatos eróticos, sobre todo los que
involucran a cuerpos y mentes impúberes. Sin embargo, me
molesta que casi todo se escriba sobre cartabones
aparentemente pre-establecidos, por lo que los relatos
de mis experiencias serán eso, mis relatos, sin
ajustarme a lo que se supone son estereotipos, pero que
incluyen desde descripciones maravillosas de cuerpos
perfectos hasta los pasos a seguir en toda relación: a)
seducir o ser seducido, b) besos tiernos que
forzosamente se convierten en ardientes, c) caricias
cunniligus-felatio que llevan inmediatamente al "69", d)
primera penetración que de dolorosa, rápidamente se
convierte en deliciosa y provoca el primer orgasmo, e)
penetración anal subsiguiente inmediatamente, f)
sensación, en ambos casos del golpeteo y la temperatura
de la eyeculación, g) lamida del semen que siempre es
delicioso, sin pensar en lo riesgoso de lamer un pene
que se acaba de introducir en el ano, h) expresiones de
niñas que parecen haber recibido un curso de
prostitución previo, etc
Si mis amables lectores (si es que los hay) concuerdan
conmigo, les agradeceré sus comentarios.
Mi primer relato es sobre mi hija
LUCRECIA
Lucrecia pronto cumplirá 13 años, pero todo esto se
inició cuando ella ten�*a 8.
Ese d�*a, la colonia en la que viv�*amos se quedó sin
agua, después de haberse bañado mi esposa. Yo no ten�*a
horario para llegar a la oficina y mi hija iba a la
escuela en horario vespertino; además, era común que nos
bañaramos juntos, de manera que decid�* irnos mi hija y
yo a un sauna público, que sol�*amos frecuentar por
gusto.
Todo iba normal; como siempre yo enjabonaba a mi hija y
nos gustaba mucho alternar lo caliente del sauna con una
ducha helada; después de un duchazo de esos se le
ocurrió a mi hija decirme: "ahora te enjabono yo".
Acced�* y me dijo, después de haber extendido una toalla
en ella: "acuestate en la plancha", me puso otra toalla
doblada, como almohada, como hab�*a visto hacerlo en
otras ocasiones, y yo me tend�* boca abajo; con un cuenco
humedeció mi cuerpo y empezó a enjabonarme espalda,
glúteos y piernas, después de lo cual, tras enjuagarme
con el cuenco, me dijo: "ahora voltéate"; as�* lo hice y
ella procedió a enjabonarme la parte frontal; al llegar
a mi abdómen, le dije: "al pene (siempre hemos
mencionado las cosas por su nombre) sáltatelo. "¿Por
qué? -me dice- tu siempre lavas mi conchita" Acepté su
lógica y acced�*. Pero ella no se limitó a lavarlo
externamente sino, que dada la posición que por primera
vez ten�*a, se le hizo muy fácil tomarlo con una mano y
con la otra enjabonar mis test�*culos. Con esos
movimientos, me fue deslizando la piel hacia abajo,
dejando poco a poco al descubierto el glande.....sent�*
que me sacud�*a un escalofr�*o y sin remediarlo, empecé a
tener una erección.
Al principio, ella no se dio cuenta, pero al sentir la
creciente dureza y aumento de tamaño, se volvió curiosa
a verlo. "¿Qué pasa?", me preguntó. Yo, avergonzado, le
contesté: "No, nada, ya déjalo", pero mientras tanto
ella deslizaba la piel más abajo y me dijo: "no, mejor
lo enjabono también aqu�*, puede estar sucio por estar
cubierto", y uniendo acción a la palabra, comenzó a
enjabonarlo de arriba a abajo. Involuntariamente, la
erección se aceleró y pronto estaba en su máximo grosor
y extensión, con el glande cada vez más rojo. No me
atrev�*a detenerla, en parte porque no quer�*a que pensara
que estaba mal lo que estaba haciendo, y en parte porque
me gustaba. Le dije: "ya, cielo, mejor héchame agua para
desenjabonarme". As�* lo hizo, pero al ver el pene y el
pubis al descubierto, ya sin jabón, me dijo,
sorprendida: "¡oye, qué grandote se te puso! ¡y muy
duro!" No supe que contestarle y solo alcance a pedirle
que se apresurara, porque se nos hac�*a tarde.
Cuando ibamos llegando a casa le dije: "amor, no
menciones esto a mami, porque me dará vergüenza que se
entere lo que viste" Me preguntó: "¿porque, es malo?" Le
contesté: "pues no es para que lo vean niñas y eso puede
enojar a mami" "Esta bien, ni diré nada, pues", me
contestó.
Pasó el tiempo y en una ocasión nos metimeos a bañar mi
esposa mi hija y yo, pero mi esposa ten�*a prisa y nos
dijo: "me baño rapidito y ustedes pueden hacerlo con más
calma", as�* que se salió y nos quedamos Lucrecia y yo
bañándonos. Como siempre, la enjaboné, le lavé el pelo y
la met�* a la ducha. Al terminar me dijo: "ahora me toca
a m�*" No cruzó por mi mente ninguna idea, hasta que
sent�* que sus enjabonadas parec�*an concentrarse en mi
zona púbica; me volv�* a verla y le pregunté: "qué haces?
Me contestó: "Papi, ¿me dejas que te enjabone más para
que se pare?" Asombrado, le contesté: "¿qué?" Me dijo:
"s�*, me gustó mucho verlo as�*": "pero ya te dije que eso
no es para que lo vean las niñas", le respond�*. "Pues yo
ya lo v�* y me gustó", me dijo. "Y no diré nada a mami",
agregó
Un escalofr�*o recorrió mi cuerpo: me estaba excitando,
as�* que acced�*. Lucrecia me enjabonó desde los
test�*culos hasta toda la longitus del pene, que para
estos momentos ya hab�*a crecido considerablemente. En
eso me dice: "¿Sabes qué? mejor lo enjuago para poder
verlo bien" Y dicho y hecho, me empujo a la ducha para
que el agua quitara el jabón, y empezó a examinarlo de
cerca. "Oye, pá -me dijo- y ese hoyito ¿para que es?"
"Por all�* orinamos, amor", respond�*. "Ah! es muy
diferente a nosotras las niñas, ¿verdad?" "¿Y porque el
pellejito a veces cubre y a veces descubre la cabecita?"
"Pues para que no se roce" Para esto, sub�*a y bajaba,
cubr�*a y descubr�*a.
No quise continuar. Le ordené que terminaramos y salimos
del baño
On ocasiones posteriores, cuando hab�*a una oportunidad,
Lucrec�*a se complac�*a "enjabonándome", hasta que una vez
casi me hace venir y la aparté apresuradamente. "¿Qué
pasa?" me preguntó. "¿Te lastimé?" "No, amor, al
contrario, pero son cosas que no puedo explicarte" "¿Por
qué, papi?" Tu siempre me cuentas todo" Le dije: "Mira,
es que los hombres tenemos muchas sensaciones all�*"
"¿Nada más los hombres?" me dijo. Eso me decidió.
"No, cielo, también las mujeres, aunque somos
diferentes; ¿Quieres qué te diga cómo?" "Si, papi,
¡plis!" Entonces tomé el jabón y le empecé a enjabonar
su conchita, pero esta vez haciéndo énfasis en penetrar
un poco con un dedo y resbalarlo hasta su clitorito.
Conforme se fue adaptando a la nueva situación, su faz
cambió para empezar a expresar su creciente y novedoso
deleite, mientras mi pene crec�*a. Volteó a verlo y yo le
dije: "Lo que tu estás sintiendo, lo siento yo cuando me
lo mueves de arriba abajo, y por eso crece"
"Me gusta verlo cuando crece", me dijo "y también
tocarlo: se pone duro y calientito"
"Bueno, ya nos enjuagamos y hay que salirnos" indiqué,
pues estaba a punto de eyacular.
Volteó a verme con cara de súplica: "¡No, Papi, sigamos
un ratito más! ¿si? Estoy sintiendo cosquillitas muy
ricas"
Para enfriarme un poco, se me ocurrió: "Mira, mejor nos
secamos y vamos a la cama, para estar más cómodos"
"¡S�*, qué buena idea! "
Nos secamos y la cargué en brazos para llevarla a la
cama. Mi pene se hab�*a relajado un poco, pero aún segu�*a
enhiesto, de manera que con él le sent�*a las nalguitas a
Lucrecia.
La acosté y yo me puse a su lado, con mi cuerpo
inclinado sobre un costado, a mi izquierda. Le empecé a
acariciar sus pezones infantiles, luego su barriguita
hasta llegar a su conchita. Le pasé la llema de los
dedos por sobre su púber despoblado e inicié la
exploración de sus apretados labios vaginales. Ella
inmediatamente abrió un poco las piernas y dió un
pequeño respingo cuando introduje ligeramente un dedo.
Volteó a ver mi pene y lo tomó con su mano derecha,
descubriendo el glande poco a poco. Para este punto, ya
se empezaron a sentir incipientes humedades en su
vaginita, y con ellas aproveché para lubricar mi dedo y
empezar a sobar circularmente alrededor de su diminuto
clitoris; exhaló un entrecortado suspiro y cerró los
ojos, para concentrarse en esa novedosa experiencia,
pero su manita no dejaba de subir y bajar la piel de mi
excitado pene. Durante varios minutos estuvimos as�*,
calladamente dando y recibiendo sensaciones deliciosas.
De repente, su respiración se empezó a hacer más agitada
y los labios de su boca se empezaron a hinchar; volteé a
verle su vulvita, y también se ve�*an esos labios
congestionándose. Levantó sus caderitas, como para
sentir con más fuerza mi dedo y por fin explotó en
convulsivos movimientos, volteando su carita de un lado
para otro, con una expresión entre gozosa y dolorosa y
emitiendo grititos entrecortados. ¡Mi niña estaba
teniendo su primer orgasmo, a pesar de contar escasos 9
años!
Ante tal visión no pude aguantarme más y mi pene explotó
en sus manos, cayendo la mayor parte en mis piernas.
Lucrecia, al cabo de unos segundos, se relajó
totalmente, su carita reflejando una sonrisa de
satisfacción, con sus ojos entreabiertos. Reposó as�*
unos minutos, al cabo de los cuales volteó a verme y me
preguntó: "¿Qué fue eso, Papi? Qué fue eso tan rico que
sent�*?" "Eso se llama orgasmo, amor-le contesté-y es lo
más hermoso que los hombres y las mujeres podemos sentir
con nuestro cuerpo" En eso, se dio cuenta de que del
dorso de su mano escurr�*a el l�*quido que poco a poco
perd�*a viscosidad. Volteó a verme con con mirada
inquisidora, por lo que le dije: "Eso se llama semen,
cariño, y sale porque yo también tuve un orgasmo, por el
placer que me diste con tus caricias y por verte a ti,
sintiendo eso que dices que fue muy rico"
"¡Huy, si, Papi! ¡Nunca hab�*a sentido algo tan
delicioso!"
"Pero no debemos de repetirlo" le advert�*.
"¿Por qué, Papi, si es algo tan bonito?"
"Pues por varias razones-le dije- En primer lugar porque
es algo que no debe hacerse con alguien de la familia;
en segundo, porque una niña de tu edad no debe hacer
esas cosas, se reserva hasta tener más edad, la
suficiente como para poder entender lo que se hace; y en
tercer lugar, porque la gente ve esto como un abuso de
un hombre a una niña.
"¡Pero Papi-me dijo vehementemente-¿Por qué si se es de
la familia no se debe hacer, si yo quiero que tu me lo
hagas? Y si yo siento bonito es porque tengo edad
suficiente; además, tu no abusas de mi, ¡yo quiero que
me lo hagas!"
Sus argumentos me parecieron contundentes, pero le dije:
"Mira, olv�*demosnos, al menos por un rato, del asunto.
Eso s�*, si no quieres que tengamos problemas, sobre todo
yo, no debes de comentar esto con nadie"
"¡Te lo prometo, Papi-exclamó-pero no me digas que ya no
volveremos a hacerlo!"
"Está bien-le sonre�*-ya veremos........."
Continuará (con la venia de Ustedes, potenciales
lectores, si sus comentarios me son favorables)

muy pero muy bueno gracias pero no dejes de mandar la 2 parte
 

caimandrilo

Virgen
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:thumbsup:te felicito espero la segunda historia ´por que esta me dejo caliente. relatala pronto:icon_smile:
 

mj04

Virgen
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excelente relato espero pronto pongan la segunda parte
 

Immanuelle

Virgen
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¡Hola, amigos y amigas!
Soy un ferviente partidario de la excitación que
proporciona leer relatos eróticos, sobre todo los que
involucran a cuerpos y mentes impúberes. Sin embargo, me
molesta que casi todo se escriba sobre cartabones
aparentemente pre-establecidos, por lo que los relatos
de mis experiencias serán eso, mis relatos, sin
ajustarme a lo que se supone son estereotipos, pero que
incluyen desde descripciones maravillosas de cuerpos
perfectos hasta los pasos a seguir en toda relación: a)
seducir o ser seducido, b) besos tiernos que
forzosamente se convierten en ardientes, c) caricias
cunniligus-felatio que llevan inmediatamente al "69", d)
primera penetración que de dolorosa, rápidamente se
convierte en deliciosa y provoca el primer orgasmo, e)
penetración anal subsiguiente inmediatamente, f)
sensación, en ambos casos del golpeteo y la temperatura
de la eyeculación, g) lamida del semen que siempre es
delicioso, sin pensar en lo riesgoso de lamer un pene
que se acaba de introducir en el ano, h) expresiones de
niñas que parecen haber recibido un curso de
prostitución previo, etc
Si mis amables lectores (si es que los hay) concuerdan
conmigo, les agradeceré sus comentarios.
Mi primer relato es sobre mi hija
LUCRECIA
Lucrecia pronto cumplirá 13 años, pero todo esto se
inició cuando ella ten�*a 8.
Ese d�*a, la colonia en la que viv�*amos se quedó sin
agua, después de haberse bañado mi esposa. Yo no ten�*a
horario para llegar a la oficina y mi hija iba a la
escuela en horario vespertino; además, era común que nos
bañaramos juntos, de manera que decid�* irnos mi hija y
yo a un sauna público, que sol�*amos frecuentar por
gusto.
Todo iba normal; como siempre yo enjabonaba a mi hija y
nos gustaba mucho alternar lo caliente del sauna con una
ducha helada; después de un duchazo de esos se le
ocurrió a mi hija decirme: "ahora te enjabono yo".
Acced�* y me dijo, después de haber extendido una toalla
en ella: "acuestate en la plancha", me puso otra toalla
doblada, como almohada, como hab�*a visto hacerlo en
otras ocasiones, y yo me tend�* boca abajo; con un cuenco
humedeció mi cuerpo y empezó a enjabonarme espalda,
glúteos y piernas, después de lo cual, tras enjuagarme
con el cuenco, me dijo: "ahora voltéate"; as�* lo hice y
ella procedió a enjabonarme la parte frontal; al llegar
a mi abdómen, le dije: "al pene (siempre hemos
mencionado las cosas por su nombre) sáltatelo. "¿Por
qué? -me dice- tu siempre lavas mi conchita" Acepté su
lógica y acced�*. Pero ella no se limitó a lavarlo
externamente sino, que dada la posición que por primera
vez ten�*a, se le hizo muy fácil tomarlo con una mano y
con la otra enjabonar mis test�*culos. Con esos
movimientos, me fue deslizando la piel hacia abajo,
dejando poco a poco al descubierto el glande.....sent�*
que me sacud�*a un escalofr�*o y sin remediarlo, empecé a
tener una erección.
Al principio, ella no se dio cuenta, pero al sentir la
creciente dureza y aumento de tamaño, se volvió curiosa
a verlo. "¿Qué pasa?", me preguntó. Yo, avergonzado, le
contesté: "No, nada, ya déjalo", pero mientras tanto
ella deslizaba la piel más abajo y me dijo: "no, mejor
lo enjabono también aqu�*, puede estar sucio por estar
cubierto", y uniendo acción a la palabra, comenzó a
enjabonarlo de arriba a abajo. Involuntariamente, la
erección se aceleró y pronto estaba en su máximo grosor
y extensión, con el glande cada vez más rojo. No me
atrev�*a detenerla, en parte porque no quer�*a que pensara
que estaba mal lo que estaba haciendo, y en parte porque
me gustaba. Le dije: "ya, cielo, mejor héchame agua para
desenjabonarme". As�* lo hizo, pero al ver el pene y el
pubis al descubierto, ya sin jabón, me dijo,
sorprendida: "¡oye, qué grandote se te puso! ¡y muy
duro!" No supe que contestarle y solo alcance a pedirle
que se apresurara, porque se nos hac�*a tarde.
Cuando ibamos llegando a casa le dije: "amor, no
menciones esto a mami, porque me dará vergüenza que se
entere lo que viste" Me preguntó: "¿porque, es malo?" Le
contesté: "pues no es para que lo vean niñas y eso puede
enojar a mami" "Esta bien, ni diré nada, pues", me
contestó.
Pasó el tiempo y en una ocasión nos metimeos a bañar mi
esposa mi hija y yo, pero mi esposa ten�*a prisa y nos
dijo: "me baño rapidito y ustedes pueden hacerlo con más
calma", as�* que se salió y nos quedamos Lucrecia y yo
bañándonos. Como siempre, la enjaboné, le lavé el pelo y
la met�* a la ducha. Al terminar me dijo: "ahora me toca
a m�*" No cruzó por mi mente ninguna idea, hasta que
sent�* que sus enjabonadas parec�*an concentrarse en mi
zona púbica; me volv�* a verla y le pregunté: "qué haces?
Me contestó: "Papi, ¿me dejas que te enjabone más para
que se pare?" Asombrado, le contesté: "¿qué?" Me dijo:
"s�*, me gustó mucho verlo as�*": "pero ya te dije que eso
no es para que lo vean las niñas", le respond�*. "Pues yo
ya lo v�* y me gustó", me dijo. "Y no diré nada a mami",
agregó
Un escalofr�*o recorrió mi cuerpo: me estaba excitando,
as�* que acced�*. Lucrecia me enjabonó desde los
test�*culos hasta toda la longitus del pene, que para
estos momentos ya hab�*a crecido considerablemente. En
eso me dice: "¿Sabes qué? mejor lo enjuago para poder
verlo bien" Y dicho y hecho, me empujo a la ducha para
que el agua quitara el jabón, y empezó a examinarlo de
cerca. "Oye, pá -me dijo- y ese hoyito ¿para que es?"
"Por all�* orinamos, amor", respond�*. "Ah! es muy
diferente a nosotras las niñas, ¿verdad?" "¿Y porque el
pellejito a veces cubre y a veces descubre la cabecita?"
"Pues para que no se roce" Para esto, sub�*a y bajaba,
cubr�*a y descubr�*a.
No quise continuar. Le ordené que terminaramos y salimos
del baño
On ocasiones posteriores, cuando hab�*a una oportunidad,
Lucrec�*a se complac�*a "enjabonándome", hasta que una vez
casi me hace venir y la aparté apresuradamente. "¿Qué
pasa?" me preguntó. "¿Te lastimé?" "No, amor, al
contrario, pero son cosas que no puedo explicarte" "¿Por
qué, papi?" Tu siempre me cuentas todo" Le dije: "Mira,
es que los hombres tenemos muchas sensaciones all�*"
"¿Nada más los hombres?" me dijo. Eso me decidió.
"No, cielo, también las mujeres, aunque somos
diferentes; ¿Quieres qué te diga cómo?" "Si, papi,
¡plis!" Entonces tomé el jabón y le empecé a enjabonar
su conchita, pero esta vez haciéndo énfasis en penetrar
un poco con un dedo y resbalarlo hasta su clitorito.
Conforme se fue adaptando a la nueva situación, su faz
cambió para empezar a expresar su creciente y novedoso
deleite, mientras mi pene crec�*a. Volteó a verlo y yo le
dije: "Lo que tu estás sintiendo, lo siento yo cuando me
lo mueves de arriba abajo, y por eso crece"
"Me gusta verlo cuando crece", me dijo "y también
tocarlo: se pone duro y calientito"
"Bueno, ya nos enjuagamos y hay que salirnos" indiqué,
pues estaba a punto de eyacular.
Volteó a verme con cara de súplica: "¡No, Papi, sigamos
un ratito más! ¿si? Estoy sintiendo cosquillitas muy
ricas"
Para enfriarme un poco, se me ocurrió: "Mira, mejor nos
secamos y vamos a la cama, para estar más cómodos"
"¡S�*, qué buena idea! "
Nos secamos y la cargué en brazos para llevarla a la
cama. Mi pene se hab�*a relajado un poco, pero aún segu�*a
enhiesto, de manera que con él le sent�*a las nalguitas a
Lucrecia.
La acosté y yo me puse a su lado, con mi cuerpo
inclinado sobre un costado, a mi izquierda. Le empecé a
acariciar sus pezones infantiles, luego su barriguita
hasta llegar a su conchita. Le pasé la llema de los
dedos por sobre su púber despoblado e inicié la
exploración de sus apretados labios vaginales. Ella
inmediatamente abrió un poco las piernas y dió un
pequeño respingo cuando introduje ligeramente un dedo.
Volteó a ver mi pene y lo tomó con su mano derecha,
descubriendo el glande poco a poco. Para este punto, ya
se empezaron a sentir incipientes humedades en su
vaginita, y con ellas aproveché para lubricar mi dedo y
empezar a sobar circularmente alrededor de su diminuto
clitoris; exhaló un entrecortado suspiro y cerró los
ojos, para concentrarse en esa novedosa experiencia,
pero su manita no dejaba de subir y bajar la piel de mi
excitado pene. Durante varios minutos estuvimos as�*,
calladamente dando y recibiendo sensaciones deliciosas.
De repente, su respiración se empezó a hacer más agitada
y los labios de su boca se empezaron a hinchar; volteé a
verle su vulvita, y también se ve�*an esos labios
congestionándose. Levantó sus caderitas, como para
sentir con más fuerza mi dedo y por fin explotó en
convulsivos movimientos, volteando su carita de un lado
para otro, con una expresión entre gozosa y dolorosa y
emitiendo grititos entrecortados. ¡Mi niña estaba
teniendo su primer orgasmo, a pesar de contar escasos 9
años!
Ante tal visión no pude aguantarme más y mi pene explotó
en sus manos, cayendo la mayor parte en mis piernas.
Lucrecia, al cabo de unos segundos, se relajó
totalmente, su carita reflejando una sonrisa de
satisfacción, con sus ojos entreabiertos. Reposó as�*
unos minutos, al cabo de los cuales volteó a verme y me
preguntó: "¿Qué fue eso, Papi? Qué fue eso tan rico que
sent�*?" "Eso se llama orgasmo, amor-le contesté-y es lo
más hermoso que los hombres y las mujeres podemos sentir
con nuestro cuerpo" En eso, se dio cuenta de que del
dorso de su mano escurr�*a el l�*quido que poco a poco
perd�*a viscosidad. Volteó a verme con con mirada
inquisidora, por lo que le dije: "Eso se llama semen,
cariño, y sale porque yo también tuve un orgasmo, por el
placer que me diste con tus caricias y por verte a ti,
sintiendo eso que dices que fue muy rico"
"¡Huy, si, Papi! ¡Nunca hab�*a sentido algo tan
delicioso!"
"Pero no debemos de repetirlo" le advert�*.
"¿Por qué, Papi, si es algo tan bonito?"
"Pues por varias razones-le dije- En primer lugar porque
es algo que no debe hacerse con alguien de la familia;
en segundo, porque una niña de tu edad no debe hacer
esas cosas, se reserva hasta tener más edad, la
suficiente como para poder entender lo que se hace; y en
tercer lugar, porque la gente ve esto como un abuso de
un hombre a una niña.
"¡Pero Papi-me dijo vehementemente-¿Por qué si se es de
la familia no se debe hacer, si yo quiero que tu me lo
hagas? Y si yo siento bonito es porque tengo edad
suficiente; además, tu no abusas de mi, ¡yo quiero que
me lo hagas!"
Sus argumentos me parecieron contundentes, pero le dije:
"Mira, olv�*demosnos, al menos por un rato, del asunto.
Eso s�*, si no quieres que tengamos problemas, sobre todo
yo, no debes de comentar esto con nadie"
"¡Te lo prometo, Papi-exclamó-pero no me digas que ya no
volveremos a hacerlo!"
"Está bien-le sonre�*-ya veremos........."
Continuará (con la venia de Ustedes, potenciales
lectores, si sus comentarios me son favorables)
la enta terminalo me meuro de ganas por saber que paso despues, me encantas las historias padre e hija.
 

Immanuelle

Virgen
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¡Hola, amigos y amigas!
Soy un ferviente partidario de la excitación que
proporciona leer relatos eróticos, sobre todo los que
involucran a cuerpos y mentes impúberes. Sin embargo, me
molesta que casi todo se escriba sobre cartabones
aparentemente pre-establecidos, por lo que los relatos
de mis experiencias serán eso, mis relatos, sin
ajustarme a lo que se supone son estereotipos, pero que
incluyen desde descripciones maravillosas de cuerpos
perfectos hasta los pasos a seguir en toda relación: a)
seducir o ser seducido, b) besos tiernos que
forzosamente se convierten en ardientes, c) caricias
cunniligus-felatio que llevan inmediatamente al "69", d)
primera penetración que de dolorosa, rápidamente se
convierte en deliciosa y provoca el primer orgasmo, e)
penetración anal subsiguiente inmediatamente, f)
sensación, en ambos casos del golpeteo y la temperatura
de la eyeculación, g) lamida del semen que siempre es
delicioso, sin pensar en lo riesgoso de lamer un pene
que se acaba de introducir en el ano, h) expresiones de
niñas que parecen haber recibido un curso de
prostitución previo, etc
Si mis amables lectores (si es que los hay) concuerdan
conmigo, les agradeceré sus comentarios.
Mi primer relato es sobre mi hija
LUCRECIA
Lucrecia pronto cumplirá 13 años, pero todo esto se
inició cuando ella ten�*a 8.
Ese d�*a, la colonia en la que viv�*amos se quedó sin
agua, después de haberse bañado mi esposa. Yo no ten�*a
horario para llegar a la oficina y mi hija iba a la
escuela en horario vespertino; además, era común que nos
bañaramos juntos, de manera que decid�* irnos mi hija y
yo a un sauna público, que sol�*amos frecuentar por
gusto.
Todo iba normal; como siempre yo enjabonaba a mi hija y
nos gustaba mucho alternar lo caliente del sauna con una
ducha helada; después de un duchazo de esos se le
ocurrió a mi hija decirme: "ahora te enjabono yo".
Acced�* y me dijo, después de haber extendido una toalla
en ella: "acuestate en la plancha", me puso otra toalla
doblada, como almohada, como hab�*a visto hacerlo en
otras ocasiones, y yo me tend�* boca abajo; con un cuenco
humedeció mi cuerpo y empezó a enjabonarme espalda,
glúteos y piernas, después de lo cual, tras enjuagarme
con el cuenco, me dijo: "ahora voltéate"; as�* lo hice y
ella procedió a enjabonarme la parte frontal; al llegar
a mi abdómen, le dije: "al pene (siempre hemos
mencionado las cosas por su nombre) sáltatelo. "¿Por
qué? -me dice- tu siempre lavas mi conchita" Acepté su
lógica y acced�*. Pero ella no se limitó a lavarlo
externamente sino, que dada la posición que por primera
vez ten�*a, se le hizo muy fácil tomarlo con una mano y
con la otra enjabonar mis test�*culos. Con esos
movimientos, me fue deslizando la piel hacia abajo,
dejando poco a poco al descubierto el glande.....sent�*
que me sacud�*a un escalofr�*o y sin remediarlo, empecé a
tener una erección.
Al principio, ella no se dio cuenta, pero al sentir la
creciente dureza y aumento de tamaño, se volvió curiosa
a verlo. "¿Qué pasa?", me preguntó. Yo, avergonzado, le
contesté: "No, nada, ya déjalo", pero mientras tanto
ella deslizaba la piel más abajo y me dijo: "no, mejor
lo enjabono también aqu�*, puede estar sucio por estar
cubierto", y uniendo acción a la palabra, comenzó a
enjabonarlo de arriba a abajo. Involuntariamente, la
erección se aceleró y pronto estaba en su máximo grosor
y extensión, con el glande cada vez más rojo. No me
atrev�*a detenerla, en parte porque no quer�*a que pensara
que estaba mal lo que estaba haciendo, y en parte porque
me gustaba. Le dije: "ya, cielo, mejor héchame agua para
desenjabonarme". As�* lo hizo, pero al ver el pene y el
pubis al descubierto, ya sin jabón, me dijo,
sorprendida: "¡oye, qué grandote se te puso! ¡y muy
duro!" No supe que contestarle y solo alcance a pedirle
que se apresurara, porque se nos hac�*a tarde.
Cuando ibamos llegando a casa le dije: "amor, no
menciones esto a mami, porque me dará vergüenza que se
entere lo que viste" Me preguntó: "¿porque, es malo?" Le
contesté: "pues no es para que lo vean niñas y eso puede
enojar a mami" "Esta bien, ni diré nada, pues", me
contestó.
Pasó el tiempo y en una ocasión nos metimeos a bañar mi
esposa mi hija y yo, pero mi esposa ten�*a prisa y nos
dijo: "me baño rapidito y ustedes pueden hacerlo con más
calma", as�* que se salió y nos quedamos Lucrecia y yo
bañándonos. Como siempre, la enjaboné, le lavé el pelo y
la met�* a la ducha. Al terminar me dijo: "ahora me toca
a m�*" No cruzó por mi mente ninguna idea, hasta que
sent�* que sus enjabonadas parec�*an concentrarse en mi
zona púbica; me volv�* a verla y le pregunté: "qué haces?
Me contestó: "Papi, ¿me dejas que te enjabone más para
que se pare?" Asombrado, le contesté: "¿qué?" Me dijo:
"s�*, me gustó mucho verlo as�*": "pero ya te dije que eso
no es para que lo vean las niñas", le respond�*. "Pues yo
ya lo v�* y me gustó", me dijo. "Y no diré nada a mami",
agregó
Un escalofr�*o recorrió mi cuerpo: me estaba excitando,
as�* que acced�*. Lucrecia me enjabonó desde los
test�*culos hasta toda la longitus del pene, que para
estos momentos ya hab�*a crecido considerablemente. En
eso me dice: "¿Sabes qué? mejor lo enjuago para poder
verlo bien" Y dicho y hecho, me empujo a la ducha para
que el agua quitara el jabón, y empezó a examinarlo de
cerca. "Oye, pá -me dijo- y ese hoyito ¿para que es?"
"Por all�* orinamos, amor", respond�*. "Ah! es muy
diferente a nosotras las niñas, ¿verdad?" "¿Y porque el
pellejito a veces cubre y a veces descubre la cabecita?"
"Pues para que no se roce" Para esto, sub�*a y bajaba,
cubr�*a y descubr�*a.
No quise continuar. Le ordené que terminaramos y salimos
del baño
On ocasiones posteriores, cuando hab�*a una oportunidad,
Lucrec�*a se complac�*a "enjabonándome", hasta que una vez
casi me hace venir y la aparté apresuradamente. "¿Qué
pasa?" me preguntó. "¿Te lastimé?" "No, amor, al
contrario, pero son cosas que no puedo explicarte" "¿Por
qué, papi?" Tu siempre me cuentas todo" Le dije: "Mira,
es que los hombres tenemos muchas sensaciones all�*"
"¿Nada más los hombres?" me dijo. Eso me decidió.
"No, cielo, también las mujeres, aunque somos
diferentes; ¿Quieres qué te diga cómo?" "Si, papi,
¡plis!" Entonces tomé el jabón y le empecé a enjabonar
su conchita, pero esta vez haciéndo énfasis en penetrar
un poco con un dedo y resbalarlo hasta su clitorito.
Conforme se fue adaptando a la nueva situación, su faz
cambió para empezar a expresar su creciente y novedoso
deleite, mientras mi pene crec�*a. Volteó a verlo y yo le
dije: "Lo que tu estás sintiendo, lo siento yo cuando me
lo mueves de arriba abajo, y por eso crece"
"Me gusta verlo cuando crece", me dijo "y también
tocarlo: se pone duro y calientito"
"Bueno, ya nos enjuagamos y hay que salirnos" indiqué,
pues estaba a punto de eyacular.
Volteó a verme con cara de súplica: "¡No, Papi, sigamos
un ratito más! ¿si? Estoy sintiendo cosquillitas muy
ricas"
Para enfriarme un poco, se me ocurrió: "Mira, mejor nos
secamos y vamos a la cama, para estar más cómodos"
"¡S�*, qué buena idea! "
Nos secamos y la cargué en brazos para llevarla a la
cama. Mi pene se hab�*a relajado un poco, pero aún segu�*a
enhiesto, de manera que con él le sent�*a las nalguitas a
Lucrecia.
La acosté y yo me puse a su lado, con mi cuerpo
inclinado sobre un costado, a mi izquierda. Le empecé a
acariciar sus pezones infantiles, luego su barriguita
hasta llegar a su conchita. Le pasé la llema de los
dedos por sobre su púber despoblado e inicié la
exploración de sus apretados labios vaginales. Ella
inmediatamente abrió un poco las piernas y dió un
pequeño respingo cuando introduje ligeramente un dedo.
Volteó a ver mi pene y lo tomó con su mano derecha,
descubriendo el glande poco a poco. Para este punto, ya
se empezaron a sentir incipientes humedades en su
vaginita, y con ellas aproveché para lubricar mi dedo y
empezar a sobar circularmente alrededor de su diminuto
clitoris; exhaló un entrecortado suspiro y cerró los
ojos, para concentrarse en esa novedosa experiencia,
pero su manita no dejaba de subir y bajar la piel de mi
excitado pene. Durante varios minutos estuvimos as�*,
calladamente dando y recibiendo sensaciones deliciosas.
De repente, su respiración se empezó a hacer más agitada
y los labios de su boca se empezaron a hinchar; volteé a
verle su vulvita, y también se ve�*an esos labios
congestionándose. Levantó sus caderitas, como para
sentir con más fuerza mi dedo y por fin explotó en
convulsivos movimientos, volteando su carita de un lado
para otro, con una expresión entre gozosa y dolorosa y
emitiendo grititos entrecortados. ¡Mi niña estaba
teniendo su primer orgasmo, a pesar de contar escasos 9
años!
Ante tal visión no pude aguantarme más y mi pene explotó
en sus manos, cayendo la mayor parte en mis piernas.
Lucrecia, al cabo de unos segundos, se relajó
totalmente, su carita reflejando una sonrisa de
satisfacción, con sus ojos entreabiertos. Reposó as�*
unos minutos, al cabo de los cuales volteó a verme y me
preguntó: "¿Qué fue eso, Papi? Qué fue eso tan rico que
sent�*?" "Eso se llama orgasmo, amor-le contesté-y es lo
más hermoso que los hombres y las mujeres podemos sentir
con nuestro cuerpo" En eso, se dio cuenta de que del
dorso de su mano escurr�*a el l�*quido que poco a poco
perd�*a viscosidad. Volteó a verme con con mirada
inquisidora, por lo que le dije: "Eso se llama semen,
cariño, y sale porque yo también tuve un orgasmo, por el
placer que me diste con tus caricias y por verte a ti,
sintiendo eso que dices que fue muy rico"
"¡Huy, si, Papi! ¡Nunca hab�*a sentido algo tan
delicioso!"
"Pero no debemos de repetirlo" le advert�*.
"¿Por qué, Papi, si es algo tan bonito?"
"Pues por varias razones-le dije- En primer lugar porque
es algo que no debe hacerse con alguien de la familia;
en segundo, porque una niña de tu edad no debe hacer
esas cosas, se reserva hasta tener más edad, la
suficiente como para poder entender lo que se hace; y en
tercer lugar, porque la gente ve esto como un abuso de
un hombre a una niña.
"¡Pero Papi-me dijo vehementemente-¿Por qué si se es de
la familia no se debe hacer, si yo quiero que tu me lo
hagas? Y si yo siento bonito es porque tengo edad
suficiente; además, tu no abusas de mi, ¡yo quiero que
me lo hagas!"
Sus argumentos me parecieron contundentes, pero le dije:
"Mira, olv�*demosnos, al menos por un rato, del asunto.
Eso s�*, si no quieres que tengamos problemas, sobre todo
yo, no debes de comentar esto con nadie"
"¡Te lo prometo, Papi-exclamó-pero no me digas que ya no
volveremos a hacerlo!"
"Está bien-le sonre�*-ya veremos........."
Continuará (con la venia de Ustedes, potenciales
lectores, si sus comentarios me son favorables)
esta muy beuno
 

Ositatierna

Virgen
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Jun 29, 2009
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espero que sigas contando mas historias... me gustaria ser tu hija
¡Hola, amigos y amigas!
Soy un ferviente partidario de la excitación que
proporciona leer relatos eróticos, sobre todo los que
involucran a cuerpos y mentes impúberes. Sin embargo, me
molesta que casi todo se escriba sobre cartabones
aparentemente pre-establecidos, por lo que los relatos
de mis experiencias serán eso, mis relatos, sin
ajustarme a lo que se supone son estereotipos, pero que
incluyen desde descripciones maravillosas de cuerpos
perfectos hasta los pasos a seguir en toda relación: a)
seducir o ser seducido, b) besos tiernos que
forzosamente se convierten en ardientes, c) caricias
cunniligus-felatio que llevan inmediatamente al "69", d)
primera penetración que de dolorosa, rápidamente se
convierte en deliciosa y provoca el primer orgasmo, e)
penetración anal subsiguiente inmediatamente, f)
sensación, en ambos casos del golpeteo y la temperatura
de la eyeculación, g) lamida del semen que siempre es
delicioso, sin pensar en lo riesgoso de lamer un pene
que se acaba de introducir en el ano, h) expresiones de
niñas que parecen haber recibido un curso de
prostitución previo, etc
Si mis amables lectores (si es que los hay) concuerdan
conmigo, les agradeceré sus comentarios.
Mi primer relato es sobre mi hija
LUCRECIA
Lucrecia pronto cumplirá 13 años, pero todo esto se
inició cuando ella ten�*a 8.
Ese d�*a, la colonia en la que viv�*amos se quedó sin
agua, después de haberse bañado mi esposa. Yo no ten�*a
horario para llegar a la oficina y mi hija iba a la
escuela en horario vespertino; además, era común que nos
bañaramos juntos, de manera que decid�* irnos mi hija y
yo a un sauna público, que sol�*amos frecuentar por
gusto.
Todo iba normal; como siempre yo enjabonaba a mi hija y
nos gustaba mucho alternar lo caliente del sauna con una
ducha helada; después de un duchazo de esos se le
ocurrió a mi hija decirme: "ahora te enjabono yo".
Acced�* y me dijo, después de haber extendido una toalla
en ella: "acuestate en la plancha", me puso otra toalla
doblada, como almohada, como hab�*a visto hacerlo en
otras ocasiones, y yo me tend�* boca abajo; con un cuenco
humedeció mi cuerpo y empezó a enjabonarme espalda,
glúteos y piernas, después de lo cual, tras enjuagarme
con el cuenco, me dijo: "ahora voltéate"; as�* lo hice y
ella procedió a enjabonarme la parte frontal; al llegar
a mi abdómen, le dije: "al pene (siempre hemos
mencionado las cosas por su nombre) sáltatelo. "¿Por
qué? -me dice- tu siempre lavas mi conchita" Acepté su
lógica y acced�*. Pero ella no se limitó a lavarlo
externamente sino, que dada la posición que por primera
vez ten�*a, se le hizo muy fácil tomarlo con una mano y
con la otra enjabonar mis test�*culos. Con esos
movimientos, me fue deslizando la piel hacia abajo,
dejando poco a poco al descubierto el glande.....sent�*
que me sacud�*a un escalofr�*o y sin remediarlo, empecé a
tener una erección.
Al principio, ella no se dio cuenta, pero al sentir la
creciente dureza y aumento de tamaño, se volvió curiosa
a verlo. "¿Qué pasa?", me preguntó. Yo, avergonzado, le
contesté: "No, nada, ya déjalo", pero mientras tanto
ella deslizaba la piel más abajo y me dijo: "no, mejor
lo enjabono también aqu�*, puede estar sucio por estar
cubierto", y uniendo acción a la palabra, comenzó a
enjabonarlo de arriba a abajo. Involuntariamente, la
erección se aceleró y pronto estaba en su máximo grosor
y extensión, con el glande cada vez más rojo. No me
atrev�*a detenerla, en parte porque no quer�*a que pensara
que estaba mal lo que estaba haciendo, y en parte porque
me gustaba. Le dije: "ya, cielo, mejor héchame agua para
desenjabonarme". As�* lo hizo, pero al ver el pene y el
pubis al descubierto, ya sin jabón, me dijo,
sorprendida: "¡oye, qué grandote se te puso! ¡y muy
duro!" No supe que contestarle y solo alcance a pedirle
que se apresurara, porque se nos hac�*a tarde.
Cuando ibamos llegando a casa le dije: "amor, no
menciones esto a mami, porque me dará vergüenza que se
entere lo que viste" Me preguntó: "¿porque, es malo?" Le
contesté: "pues no es para que lo vean niñas y eso puede
enojar a mami" "Esta bien, ni diré nada, pues", me
contestó.
Pasó el tiempo y en una ocasión nos metimeos a bañar mi
esposa mi hija y yo, pero mi esposa ten�*a prisa y nos
dijo: "me baño rapidito y ustedes pueden hacerlo con más
calma", as�* que se salió y nos quedamos Lucrecia y yo
bañándonos. Como siempre, la enjaboné, le lavé el pelo y
la met�* a la ducha. Al terminar me dijo: "ahora me toca
a m�*" No cruzó por mi mente ninguna idea, hasta que
sent�* que sus enjabonadas parec�*an concentrarse en mi
zona púbica; me volv�* a verla y le pregunté: "qué haces?
Me contestó: "Papi, ¿me dejas que te enjabone más para
que se pare?" Asombrado, le contesté: "¿qué?" Me dijo:
"s�*, me gustó mucho verlo as�*": "pero ya te dije que eso
no es para que lo vean las niñas", le respond�*. "Pues yo
ya lo v�* y me gustó", me dijo. "Y no diré nada a mami",
agregó
Un escalofr�*o recorrió mi cuerpo: me estaba excitando,
as�* que acced�*. Lucrecia me enjabonó desde los
test�*culos hasta toda la longitus del pene, que para
estos momentos ya hab�*a crecido considerablemente. En
eso me dice: "¿Sabes qué? mejor lo enjuago para poder
verlo bien" Y dicho y hecho, me empujo a la ducha para
que el agua quitara el jabón, y empezó a examinarlo de
cerca. "Oye, pá -me dijo- y ese hoyito ¿para que es?"
"Por all�* orinamos, amor", respond�*. "Ah! es muy
diferente a nosotras las niñas, ¿verdad?" "¿Y porque el
pellejito a veces cubre y a veces descubre la cabecita?"
"Pues para que no se roce" Para esto, sub�*a y bajaba,
cubr�*a y descubr�*a.
No quise continuar. Le ordené que terminaramos y salimos
del baño
On ocasiones posteriores, cuando hab�*a una oportunidad,
Lucrec�*a se complac�*a "enjabonándome", hasta que una vez
casi me hace venir y la aparté apresuradamente. "¿Qué
pasa?" me preguntó. "¿Te lastimé?" "No, amor, al
contrario, pero son cosas que no puedo explicarte" "¿Por
qué, papi?" Tu siempre me cuentas todo" Le dije: "Mira,
es que los hombres tenemos muchas sensaciones all�*"
"¿Nada más los hombres?" me dijo. Eso me decidió.
"No, cielo, también las mujeres, aunque somos
diferentes; ¿Quieres qué te diga cómo?" "Si, papi,
¡plis!" Entonces tomé el jabón y le empecé a enjabonar
su conchita, pero esta vez haciéndo énfasis en penetrar
un poco con un dedo y resbalarlo hasta su clitorito.
Conforme se fue adaptando a la nueva situación, su faz
cambió para empezar a expresar su creciente y novedoso
deleite, mientras mi pene crec�*a. Volteó a verlo y yo le
dije: "Lo que tu estás sintiendo, lo siento yo cuando me
lo mueves de arriba abajo, y por eso crece"
"Me gusta verlo cuando crece", me dijo "y también
tocarlo: se pone duro y calientito"
"Bueno, ya nos enjuagamos y hay que salirnos" indiqué,
pues estaba a punto de eyacular.
Volteó a verme con cara de súplica: "¡No, Papi, sigamos
un ratito más! ¿si? Estoy sintiendo cosquillitas muy
ricas"
Para enfriarme un poco, se me ocurrió: "Mira, mejor nos
secamos y vamos a la cama, para estar más cómodos"
"¡S�*, qué buena idea! "
Nos secamos y la cargué en brazos para llevarla a la
cama. Mi pene se hab�*a relajado un poco, pero aún segu�*a
enhiesto, de manera que con él le sent�*a las nalguitas a
Lucrecia.
La acosté y yo me puse a su lado, con mi cuerpo
inclinado sobre un costado, a mi izquierda. Le empecé a
acariciar sus pezones infantiles, luego su barriguita
hasta llegar a su conchita. Le pasé la llema de los
dedos por sobre su púber despoblado e inicié la
exploración de sus apretados labios vaginales. Ella
inmediatamente abrió un poco las piernas y dió un
pequeño respingo cuando introduje ligeramente un dedo.
Volteó a ver mi pene y lo tomó con su mano derecha,
descubriendo el glande poco a poco. Para este punto, ya
se empezaron a sentir incipientes humedades en su
vaginita, y con ellas aproveché para lubricar mi dedo y
empezar a sobar circularmente alrededor de su diminuto
clitoris; exhaló un entrecortado suspiro y cerró los
ojos, para concentrarse en esa novedosa experiencia,
pero su manita no dejaba de subir y bajar la piel de mi
excitado pene. Durante varios minutos estuvimos as�*,
calladamente dando y recibiendo sensaciones deliciosas.
De repente, su respiración se empezó a hacer más agitada
y los labios de su boca se empezaron a hinchar; volteé a
verle su vulvita, y también se ve�*an esos labios
congestionándose. Levantó sus caderitas, como para
sentir con más fuerza mi dedo y por fin explotó en
convulsivos movimientos, volteando su carita de un lado
para otro, con una expresión entre gozosa y dolorosa y
emitiendo grititos entrecortados. ¡Mi niña estaba
teniendo su primer orgasmo, a pesar de contar escasos 9
años!
Ante tal visión no pude aguantarme más y mi pene explotó
en sus manos, cayendo la mayor parte en mis piernas.
Lucrecia, al cabo de unos segundos, se relajó
totalmente, su carita reflejando una sonrisa de
satisfacción, con sus ojos entreabiertos. Reposó as�*
unos minutos, al cabo de los cuales volteó a verme y me
preguntó: "¿Qué fue eso, Papi? Qué fue eso tan rico que
sent�*?" "Eso se llama orgasmo, amor-le contesté-y es lo
más hermoso que los hombres y las mujeres podemos sentir
con nuestro cuerpo" En eso, se dio cuenta de que del
dorso de su mano escurr�*a el l�*quido que poco a poco
perd�*a viscosidad. Volteó a verme con con mirada
inquisidora, por lo que le dije: "Eso se llama semen,
cariño, y sale porque yo también tuve un orgasmo, por el
placer que me diste con tus caricias y por verte a ti,
sintiendo eso que dices que fue muy rico"
"¡Huy, si, Papi! ¡Nunca hab�*a sentido algo tan
delicioso!"
"Pero no debemos de repetirlo" le advert�*.
"¿Por qué, Papi, si es algo tan bonito?"
"Pues por varias razones-le dije- En primer lugar porque
es algo que no debe hacerse con alguien de la familia;
en segundo, porque una niña de tu edad no debe hacer
esas cosas, se reserva hasta tener más edad, la
suficiente como para poder entender lo que se hace; y en
tercer lugar, porque la gente ve esto como un abuso de
un hombre a una niña.
"¡Pero Papi-me dijo vehementemente-¿Por qué si se es de
la familia no se debe hacer, si yo quiero que tu me lo
hagas? Y si yo siento bonito es porque tengo edad
suficiente; además, tu no abusas de mi, ¡yo quiero que
me lo hagas!"
Sus argumentos me parecieron contundentes, pero le dije:
"Mira, olv�*demosnos, al menos por un rato, del asunto.
Eso s�*, si no quieres que tengamos problemas, sobre todo
yo, no debes de comentar esto con nadie"
"¡Te lo prometo, Papi-exclamó-pero no me digas que ya no
volveremos a hacerlo!"
"Está bien-le sonre�*-ya veremos........."
Continuará (con la venia de Ustedes, potenciales
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daviceno

Virgen
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muy buen relato. pero si la niña seria de 13 años a mas
 

nikelro

Virgen
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:thumbsup: Excelente sigue con la segunda parte por favor¡¡
 

arqueck

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Maravilloso, espero con ancias la segunda parte.
Por favor, titula igual, asi no la pierdo :D
 

Diego_2010

Virgen
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muy buen aporte, este relato tiene muchas cosas interesante y creo que le faltan un poco mas de detalles
 
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