Una Zorra Lesbiana Madura

heranlu

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Anna se quedó mirando a la gente... A pesar de tener 44 años, era frecuente que asistiera a los eventos de la escuela ya que esa gente eran principalmente mujeres de su edad... La mayoría de su misma altura y más o menos peso.

También el comité de planificación escolar estaba acostumbrado a ver a Anna allí... A menudo se ofrecía como acompañante voluntaria en estos eventos, a pesar de no tener pareja, ni hijos.

A ella le gustaba estar rodeada de un grupo de chicas adolescentes por razones que la mayoría de los padres, si no todos, se habrían horrorizado si lo supieran o se hubieran dado cuenta... Anna lo hacía porque le gustaban las chicas jóvenes...Era lesbiana.

Se excitaba sexualmente viendo a los adolescentes bailar y mostrar sus largas piernas en esos cuerpos aún en desarrollo... Para Anna, los chicos no tenían ningún interés para ella... En absoluto... Eran las chicas a las que Anna miraba.

Cada noche que volvía a casa después de estos eventos, estaba tan cachonda que se moría por correrse... Se imaginaba su boca chupando pechos de chicas o besándolas entre las piernas, lamiendo los dulces jugos que producían sus pequeños coños.

Se frotaba el clítoris, despacio, muy despacio, acercándose tanto al orgasmo que era enloquecedor... Luego se detenía, negándose a sí misma ese placer, y esperaba, a menudo hasta la mañana siguiente, cuando finalmente frotaba bruscamente su clítoris mientras torcía sus grandes pezones marrones para tener un gran orgasmo.

Se imaginaba inhalando y lamiendo los pequeños coños sudorosos y depilados de una chica, chupando la mucosidad resbaladiza que producían mientras se masturbaba y convulsionaba al tener el orgasmo.

A veces, sin embargo, una chica le llamaba más su atención que otras... Sería para ella, una chica especial, muy guapa y Anna pensaría en hacer otras cosas con ella, o para ella.

Cuando los pensamientos de hacer cosas especialmente desagradables con estas chicas entraban en su cerebro, detenía su orgasmo, iba al baño y se sentaba en el inodoro.

Allí, era cuando finalmente tenía su orgasmo y se orinaba en su mano... El líquido salado rociaba sus muslos y salpicaba su coño, mientras las olas del orgasmo la invadían.

A menudo, se lamía los dedos cuando terminaba, limpiándose la baba del coño y orina, con la lengua.

Pensó que esto que hacía era divertido y que por mucho que sus padres se hubieran horrorizado por lo que estaba pensando, para ella las adolescentes pensaban de manera similar.

Había encontrado varias parejas en lugares de la escuela donde no deberían estar... Por lo general, se besaban y tocaban a tientas, aunque algunas veces las había encontrado dando o recibiendo sexo oral y una o dos veces teniendo relaciones sexuales.

Estos descubrimientos habrían cabreado a los padres si ella se hubiera molestado en decírselo, pero Anna, siempre separaba a la pareja y las despedía con una severa advertencia de que no lo volvieran a hacer, a menos que fueran dos chicas.

En estos casos, se escondía y observaba... Sabía que sus padres nunca creerían que sus dulces hijas harían algo tan desagradable como besar a otra chica... De ninguna manera, no sus angelitos.

Una noche, estaban sólo la mitad del baile, y Anna ya había visto a dos chicas escabullirse... Ella se sintió muy acalorada y muy frustrada... Sabía que mañana, sábado, estaría tumbada en la bañera masturbándose hasta correrse pensando en ellas... Y cuando se orinaba encima, se aseguraba de tragar la mayor cantidad posible de su caliente orina.

Había visto a las dos chicas, que podían tener dieciocho años recién cumplidos, entrar en un pasillo y luego en un aula que estaba alejado de la fiesta... Ella las siguió en silencio y cuando llegó cerca ya estaban en un profundo beso con lengua, pellizcando y tirándose ligeramente de los pezones, la una de la otra.

Una era una pequeña rubia, muy delgada, que tenía pequeños bultos como pechos... La otra, pelirroja, más alta y no tan delgada, tenía los pechos grandes... Anna casi se derritió viéndolos a los dos juntas.

Ambas vestían faldas muy cortas y camisetas cortas, mostrando sus vientres planos y bonitos, bronceados... Sus piernas estaban desnudas y la rubia tenía puesta una tanga, algo de lo que Anna se dio cuenta cuando su amiga la empujó de espaldas sobre el escritorio y abrió las piernas.

La pequeña tira de seda roja del tanga de la chica rubia estaba húmeda en la zona donde descansaban sus labios vaginales... Los dedos ansiosos de su amiga pelirroja la apartaron, dándole a Anna una vista clara del coño de su compañera... La pequeña raja hinchada ya rezumaba su líquido cremoso.

A la pelirroja obviamente le gustó lo que vio porque se metió entre las piernas de su amiga rubia y rápidamente sorbió el lubricante blanquecino... En poco tiempo estaban haciendo un sesenta y nueve, perdidas en la pasión, mientras la una a la otra se llevaban al orgasmo.

Anna casi acaba corriéndose allí mismo... Se escondió cuando terminaron y salieron de regreso al salón de baile... Cuando Anna quedó sola, su coño era un pantano, y en el aire sintió el olor de los coños que las jóvenes adolescente habían dejado.

Ella gimió en voz alta cuando vio que había un pequeño charco de baba lechosa donde había descansado el coño de la rubia... Metió la mano bajo su vestido corto y hundió los dedos en su raja peluda... Frotó su clítoris hinchado mientras lamía los restos de la pasión de la rubia... Estuvo a punto de correrse, pero se las arregló para aguantar.

En un momento, creyó escuchar un sonido detrás de ella, pero estaba tan perdida en su placer, mientras lamía el pupitre, que no hizo caso... Cuando ya no pudo más, Anna se lamió cuidadosamente los dedos, salió del aula y volvió al salón de baile.

Le hervía la sangre y sabía que mañana por la mañana, antes de su turno en el restaurante donde trabajaba de camarera, pasaría un rato en la bañera, orinándose encima... De hecho, pensó, en recoger su orina esta noche y la usaría mañana en sus juegos matutinos.

Una vez de regreso en el salón de baile, Anna notó que había algunos recién llegados... Su corazón casi se detuvo cuando vio a una joven, rodeada de varias chicas... Esta joven era mucho más alta que sus amigas, pero en lugar de encorvarse como muchas mujeres altas, se mantuvo erguida... Anna realizó una segunda mirada para apreciar realmente su belleza.

Anna medía un metro sesenta y tres cm, pero sospechaba que esta chica era mucho más alta, tal vez metro setenta y cinco o más... Tenía el pelo rubio claro y largo; cuerpo delgado y piernas muy largas, gran parte de las cuales Anna podía ver porque el vestido de la chica era muy corto.

Se quedó sin aliento mientras sus ojos se la comían literalmente... Los pechos de la joven eran más grandes que los suyos y se mantenían tiesos por su juventud... Sus muslos eran delgados y bronceados.

Anna inmediatamente empapó sus bragas aún más cuando pensó en tener su rostro entre sus piernas y su respiración se aceleró cuando imaginó a la joven, con una sonrisa en su rostro casi angelical, liberando su vejiga en su ansiosa boca.

Se estremeció, y casi se corrió, pensando en el líquido caliente y salado que llenaría su boca.

`Mañana por la mañana estaría bebiendo su propia orina pensando en esta chica’, pensó Anna.

Anna pasó mucho tiempo observando a la joven... La rubia alta nunca pareció notar que la estaba mirando... Finalmente, Anna necesitaba usar el baño y asintió con la cabeza a una de las otras camareras para hacerle saber que se iría del área por unos minutos.

Se subió la falda y se sentó en el inodoro... Sus bragas estaban empapadas con un líquido espeso y lechoso... Se las quitó y las sostuvo con fuerza sobre su nariz y boca.

Con cada respiración aspiraba el fuerte olor de su coño mientras jugaba con su coño sucio e imaginaba que en realidad eran las bragas de la rubia alta las que estaban en su boca.

Se quedo sin aliento cuando alguien más entró al baño.

- “Ohhh, me estoy meando", dijo una voz.

El corazón de Anna casi dio un vuelco cuando reconoció que era la chica rubia a la que había estado observando desde que la vio.

Al principio pensó que la rubia estaba hablando con una amiga, pero rápidamente se dio cuenta de que en realidad estaba hablando consigo misma.

Anna contuvo la respiración cuando escuchó que se abría la cabina de un par de puertas más a su derecha... No podía verla, pero por las cosas que la chica se decía a sí misma, estaba claro que no se había dado cuenta de que no estaba sola.

- "Mmmm, que bien me siento cuando meo", dijo la joven mientras el sonido de un chorro espeso de orina golpeando el tazón resonaba en el pequeño baño.

- "Vaya, me oriné un poco en las bragas... Las dejaré aquí."

Anna estaba demasiado cachonda escuchando a la adolescente como iba realizando un comentario continuo sobre lo que estaba haciendo.

Un sonido claro, seguido de varios pedos suaves, resonaron en la cabina cuando la rubia comenzó a vaciar sus intestinos.

- "Uff, que bien me siento cuando saco por el culo todo lo que llevo dentro", dijo la chica con voz poco inocente para decir tales pensamientos que podrían ser escuchados.

El olor espeso de la mierda de la adolescente comenzó a llenar el baño.

Anna estaba perdida en su fantasía de lamer el chocho húmedo de orina de la adolescente y tal vez incluso llegar a beberlo, mientras sus manos se deslizaban a través de su propio arbusto peludo.

Trató de guardar silencio, pero era difícil no gemir mientras imaginaba sus fantasías y escuchaba a la chica adolescente comentando sobre los duros excrementos que salía de sus entrañas.

- "Buff, que duros están, pero se siente muy bien cuando salen... Oooh, que gusto vaciarme así", dijo la joven.

Finalmente la chica terminó de hacer su cagada y se fue.

El olor de la mierda de la chica y su propia excitación lleno sus fosas nasales y no tuvo dificultades para no correrse... Luego, recordó que la chica dijo que iba a dejar sus bragas en el cubo porque se había orinado en ellos.

Sin limpiarse, Anna se subió las bragas y rápidamente fue al otro puesto... Allí, colgando del gancho, había un par de tangas blancas.

Anna casi las rompe tirando de ellas del gancho en las que estaban colgando... Las abrió para mirar la entrepierna... Efectivamente, había una gran mancha amarilla en la almohadilla de algodón, así como una gruesa capa de flujo blanco fresco.

Anna, con las rodillas débiles por el olor que emanaba de las bragas, las dobló rápidamente y las metió en su bolso.

Una vez fuera del baño, encontró una envoltura de plástico y envolvió disimuladamente las bragas para mantenerlas frescas y húmedas... Esa envoltura de plástico conteniendo las bragas se la metió debajo de su ropa para mantenerla caliente hasta que llegara a casa.

Una vez que llegó, Anna estaba fuera de sí de lujuria... Con manos temblorosas sacó las bragas aún calientes de su escondite y abrió el plástico.

Inmediatamente, el olor a orina y jugo de coño almizclado llenó su nariz y casi se arranca la ropa... Era obvio que no iba a poder esperar... Estaba demasiado excitada.

Se colocó las bragas sobre la nariz y la boca y, mientras tiraba y pellizcaba de sus pezones marrones, usó la otra mano para frotar bruscamente su clítoris y tirar de los labios de su coño.

En su mente estaba la chica rubia en cuclillas sobre su rostro... Sus largas piernas dobladas mientras balanceaba su hermoso coño sobre la boca de Anna.

El fuerte olor de las bragas disparó rayos de lujuria en Anna y tuvo una fuerte corrida... Sus músculos se tensaron y relajaron cuando su coño inundó de flujo las sábanas de su cama.

Sin embargo, estaba lejos de estar saciada y pronto comenzó a chupar la almohadilla de algodón... Sus dientes la sujetaban mientras su lengua lamía y chupaba la secreción pastosa de la tela.

El sabor de la orina en las bragas también era fuerte, y Anna se corrió lo suficientemente fuerte al tenerlas metidas en su boca.

Numerosas imágenes pasaron por su mente, cómo por ejemplo, lo avergonzada que estaría si la chica de alguna manera descubriera lo que estaba haciendo, o lo excitante que sería si la chica hiciera que Anna se arrodillara frente a sus amigas adolescentes mientras ella orinaba en la boca de Anna.

Finalmente, incluso los sonidos de la chica rubia cagando se colaron en la mente de Anna forzando un último orgasmo alucinante que casi la hizo perder el conocimiento.

Mientras yacía aturdida, se sumió en un sueño profundo con las bragas de la adolescente sobre su nariz y boca.

Cuando se despertó con la alarma a la mañana siguiente, se preguntó de dónde provendría el olor a orina y coño... Al final resultó que, las bragas estaban sobre su almohada, justo al lado de su nariz... Su coño, pegajoso por la noche anterior, comenzó a emitir más baba al recordar lo que había sucedido la noche siguiente.

Como todavía estaba muy cachonda, terminó yendo al baño y tumbarse en su bañera... Allí, se pasó las piernas por encima de la cabeza y dejó escapar un chorro espeso y maloliente de orina matutina por toda la cara y la cabeza.

Su boca abierta atrapó una gran cantidad del amargo líquido y lo tragó ansiosamente... Luego, sus dedos entraron y salieron de su coño masturbándose hasta correrse mientras metía un dedo se deslizó en su ano... Ella gimió cuando rozó un pequeño trozo de su mierda.

Anna estaba muy perdida en su fantasía de la chica que había escuchado en el baño, acuclillada sobre ella y orinando en su boca, que cuando cambió de mano para chuparse los dedos, metió la que había estado en su culo, en su boca con restos de heces.

Había mierda debajo de una uña, pero ella apenas se dio cuenta... Los dedos de su otra mano entraban y salían de su coño y culo mientras los orgasmos sacudían su cuerpo, una y otra vez sin cesar.

Le encantaba la sensación de tener sus tres agujeros de puta llenos... La hizo sentirse utilizada y Anna sabía que había nacido para ello.

Unas horas más tarde, Anna estaba en el trabajo... Estaba muy bien, sirviendo mesas, justo hasta el momento en que se encontró cara a cara con la rubia de la noche anterior.

Anna se dio cuenta que apenas podía respirar, mirando hacia abajo a la chica sentada ante ella.

Esta vez, la chica vestía una corta camiseta sin mangas y estaba segura de que esos pechos no estaban sostenidos por un sostén... Mostraba su vientre plano y bronceado... Y una vez más, una falda corta y blanca enseñaba sus bonitas piernas... Su cara lucía joven e inocente en comparación con su cuerpo bien desarrollado.

Sus ojos azules eran claros y brillantes y sus labios tenían sólo un toque de lápiz labial rojo... Obviamente estaban hechos para besar.

Anna se enamoró de inmediato al recordar las inmundicias que esos labios habían pronunciado cuando la chica pensó que estaba sola y sintió que su coño empezaba a gotear y sus intestinos a vaciar.

Se le cortó la respiración y sintió que sus pezones se endurecían y presionaban contra su camisa... No llevaba un sostén porque sus pechos eran muy pequeños y estaba segura de que la joven vería marcado los pezones.

Esto hizo que Anna se excitara aún más porque se sentía humillada ante la posibilidad de que la chica supiera lo excitada que estaba.

- "¿Qué.. desea tomar", le dijo Anna una vez que s tuvo que aclararse la garganta.

La chica se humedeció los labios en lo que parecía ser un gesto inconsciente... Miró a Anna de manera evaluadora... Era una mirada que parecía fuera de lugar en un rostro tan inocente... A Anna le pareció que estaba pensando si era digna de ella o no.

- "Hola... Me pareces familiar... ¿Nos hemos visto antes?", respondió la chica frunciendo el ceño.

Ahora que había hablado, la voz de la joven la hacía parecer todavía más joven.

Anna sonrió y trató de controlarse.

- "Tal vez... Estuve en el baile anoche", le respondió aunque pensaba:

‘Y también estuve frotando mi coño mojado en el cubículo de al lado mientras te escuchaba mear y cagar.’

Ella sonrió y el ritmo cardíaco de Anna se aceleró.

- "Oh, sí... Ahora me acuerdo que te vi", respondió la joven.

Se quedaron en silencio por un momento... Anna intentaba hablar mientras la chica sólo la miraba y se preguntaba si la adolescente podía ver lo excitada que estaba y sentir el olor de su coño saliendo de debajo de su vestido.

- "¿Te gustaría comer algo?" preguntó, volviendo a la rutina para no arrodillarse y rogar por comerle el coño a la chica.

- "¡Claro!... ¿Qué me puedes dar de comer?", le dijo la chica pasando la lengua suavemente sobre uno de sus labios.

Los ojos de la adolescente se entrecerraron y ella le mostró a Anna una sonrisa astuta en su rostro.

Anna sabía que no había manera de que la rubia pudiera pasar por alto el rubor rojo que tenía en su rostro... Ella era una mujer adulta y debería haber tenido el control total de la situación, pero de alguna manera esta joven adolescente tenía la sartén por el mango y Anna no tenía idea de cómo había sucedido... Parecía que ya conocía todas sus sucias y repugnantes fantasías.

Recomponiéndose, Anna le indicó:

- "El sándwich de pavo está bastante bueno."

Se quedó paralizada cuando vio que la mano de la chica fue a su entrepierna y apretó las piernas.

- "Está bien... Genial... Pídeme uno de esos, pero primero necesito usar el baño... ¿Dónde está?"

Anna casi palideció cuando toda la sangre se precipitó a su coño.

- “En la parte de atrás", dijo, con los ojos pegados a la unión de las piernas de la chica.

Se preguntó qué tan rápido llegarían los policías a buscarla si se ofrecía a dejar que la adolescente meara en su boca.

- "Gracias", dijo el adolescente levantándose rápidamente y dirigiéndose hacia los baños.

Anna trató de controlarse, pero parecía como si la chica estuviera coqueteando con ella todo el tiempo que estaba allí.

Anna se fue al baño después de ver a la chica salir... Era un baño pequeño... Para una sola persona... Y Anna rápidamente cerró la puerta detrás de ella después de que la rubia se fuera.

Sabía que tenía un minuto antes de tener que volver a la barra ya que había hecho el pedido del sándwich de pavo... El habitáculo olía fuertemente a orina y mierda y se subió el vestido para llegar más fácilmente a su coño... Si no tuviera una corrida rápida, nunca sería capaz de lidiar con el objeto de sus fantasías.

Mirar hacia el inodoro fue casi suficiente para correrse.... El asiento tenía varias manchas grandes de líquido, obviamente orina.

Se quedó sin aliento y se sintió casi mareada al ver que el inodoro tenía un tronco bastante grande de mierda flotando en el agua de color amarillo oscuro.

El hecho de que pudiera saborear la orina de la adolescente, incluso indirectamente, hizo que Anna gimiera de excitación.

Sus dedos hacían ruidos, masturbando su coño y se mojaban con el jugo espeso que segregaba.

Anna se inclinó y olió, pero el olor a orina fue eclipsado por el olor a mierda que salía del inodoro.

Aun así, tembló al borde del orgasmo cuando su lengua tocó el líquido que la chica había dejado en el asiento del inodoro... El sabor amargo explotó a través de su boca y comenzó a lamer el asiento con total entrega.

Al darse cuenta de lo humillante que era esto de lamer la orina de una extraña, del asiento del inodoro en un restaurante público, hizo que se corriera increíblemente fuerte.

El olor a mierda estaba en todas partes y esto parecía aumentar la excitación de Anna... Oleadas de orgasmos seguidos le sobrevinieron y tuvo suerte de que no apareciese nadie esperando fuera para entrar al baño.

Una vez que se controló, Anna se lavó las manos, tiró de la cadena y salió.

Se apresuró a llevar los pedidos a sus mesas... Afortunadamente, el lugar a estas horas no estaba muy concurrido, por lo que no se había notado su ausencia.

Todo el control que pensó que había recuperado con su orgasmo lo perdió cuando se acercó a la mesa para entregarle el sándwich a la joven adolescente.

Sólo pensar en las acciones que había realizado en el baño hizo que su coño pegajoso comenzara de nuevo a rezumar lubricante.

El coqueteo no ayudó, especialmente porque Anna no podía estar segura de que los comentarios que hizo la chica significaran que estaba coqueteando, aunque todos tenían más de un significado.

Hacia el final de su comida, la actitud de la adolescente cambió ligeramente... Sin dejar de ser algo distante y muy educada, la adolescente le ordenó a Anna que le trajera un trago, tratándola como una sirvienta en lugar de una empleada de cafetería.

Anna no sabía por qué, pero la actitud de la joven la afectó, haciendo que sus rodillas se debilitaran y se pusiera nerviosa mientras intentaba cumplir con sus deberes atendiéndola lo mejor posible.

Finalmente, la joven rubia terminó de comer... Habló un momento con Anna para pedirle la factura y luego le dio una tarjeta de crédito para pagar el costo de la comida... Anna pensó que era extraño que una joven adolescente tuviera una tarjeta de crédito, pero la chica le explicó:

- "Mi madre me anima a ser responsable... A ella le gusta que yo tome mis propias decisiones, que compre mis propias cosas", le dijo la joven.

Anna había leído el nombre de la joven en la tarjeta y ahora sabía que se llamaba Emma.

Ese último comentario parecía tener un significado que Anna no supo entender... Emma se fue después de firmar el comprobante y Anna se dio cuenta de que todavía estaba increíblemente caliente por su encuentro con la chica.

El resto de la tarde transcurrió rápidamente, aunque Anna estuvo mayormente en piloto automático.

No podía creer que había lamido el asiento de un inodoro sólo para probar el sabor de la orina de Emma... Sabía que iría directamente a casa después del trabajo y que pasaría horas jugando con su propia orina y masturbándose, chupándose los jugos de los dedos y deseando que fuera el coño de Emma.

Cada vez que sus pensamientos iban a la deriva hacia el inodoro lleno de mierda y el olor en el baño en el que se había metido, su coño se apretaba mojando aún más sus bragas de lo que ya de por sí estaban.

Se sintió humillada porque, en su desesperación por probar la orina de una joven de más de la mitad de su edad, había realizado esas acciones, pero esa humillación la puso aún más caliente.

Cuando terminó su turno, se fue y caminó hacia su pequeño coche que estaba en el aparcamiento tuvo una inesperada sorpresa.

- "Hola, Anna", dijo una voz detrás de ella.

Anna casi saltó de su piel, pero su corazón comenzó a acelerarse a mil por hora cuando se dio la vuelta y se dio cuenta de que era Emma.

- "¿Te gustaría llevarme a casa?" preguntó la adolescente con una brillante sonrisa... Su tono de voz indicaba que en realidad no era una petición, sino más bien una orden que Anna debía obedecer.

Anna parecía no poder concentrar sus pensamientos y simplemente asintió abriendo la puerta del pasajero para la chica de piernas largas entrara y esperó a que Anna cerrara la puerta.

Anna entró y se dio cuenta de que estaba caliente, sudorosa y podía oler su propio coño viscoso.

Esperaba que la chica no se diera cuenta, pero estar tan cerca de Emma le daba vueltas a la cabeza.

Emma le indicó a Anna por dónde ir sin siquiera decirle a dónde se dirigía... En consecuencia, Anna estaba un poco confundida cuando terminó en un pequeño parque que estaba bastante desierto.

- "¿A dónde vamos?" preguntó Anna.

- "A donde yo quería ir... Puedes llevarme a casa después... Ahora da la vuelta y ábreme la puerta para que pueda salir", le dijo Emma.

A Anna nunca se le ocurrió decirle a Emma que ella misma podía abrir la puerta... Simplemente corrió y abrió la puerta, disculpándose por hacer esperar al adolescente.

- "Ven conmigo... Quiero caminar un poco", le dijo Emma.

Se adentraron más entre los árboles y Emma permaneció en silencio hasta que llegaron a un pequeño claro... Miró a Anna y dijo:

- "¿Crees que soy bonita?"

- "Sí... Todos los chicos deben querer tener citas contigo", le respondió Anna.

Emma arrugó su pequeña nariz y le dijo a Anna, acercándose mucho a ella y mirándola desde arriba.

- "No me gustan los chicos... Prefiero a una mujer que haga lo que le digo... Si te dijera que hicieras algo, ¿lo harías?"

- "Tal vez", respondió Anna, con su voz casi en un susurro.

‘¿En qué estaba pensando al permitir que esta adolescente le hablara así?’, pensó... Y aún así, haría cualquier cosa que Emma le dijera.

Una mirada ligeramente molesta apareció en el rostro inocente de Emma.

- "¿Sólo tal vez?... No me gusta la indecisión... Si no puedes hacer lo que quiero, entonces creo que deberías llevarme a casa."

El corazón de Anna casi falla... ¿Llevarla a su casa?... A pesar de que pensaba que se dirigían allí, estaba encantada de estar a solas con la sexy adolescente... Ella no quería que terminara.

- "No... Espera... Puedo hacer lo que quieras", respondió ella.

-"¿Tú crees?... Puedo ser muy, muy exigente", le respondió Emma mirándola y resoplando.

Anna tembló... Estaba segura de que la adolescente de aspecto inocente no podía saber lo que estaba pasando por su mente: lo mucho que deseaba arrodillarse y lamer el coño de la chica... Anna estaba segura de que si Emma supiera lo mucho que deseaba beber su orina, se disgustaría y se iría.

- "No, de verdad. Lo que quieras."

Emma retrocedió un poco, se cruzó de brazos y tocándose el labio inferior con una uña larga y bien cuidada, le dijo:

- "Quítate la ropa... Si me vas a servir, quiero ver si vales la pena."

Anna actuó como si la hubieran abofeteado.

‘¿Quitarse la ropa?... ¿Aquí?... ¿En un lugar público?... ¿Y si alguien me viera?’, pensó asustada.

- "Hazlo o me voy de aquí ahora mismo", dijo Emma

Con manos temblorosas, Anna abrió la cremallera de su vestido, se lo quitó y se quedó en sujetador, medias y pantimedias.

Emma le quitó el vestido de sus manos casi entumecidas y le dijo:

- "Sigue adelante... Quiero verlo todo."

Sonrojándose y rezando para que nadie las encontrara, Anna continuó quitándose la ropa... Primero fueron los zapatos, luego las pantimedias y finalmente, cuando no vio cambio en el rostro de la joven adolescente, su sostén y sus bragas.

Emma se las quitó todas y luego las arrojó a un montón de tierra.

- "Estás fuera de forma y esa alfombra peluda, aunque tiene la ventaja de cubrir tu sin duda feo coño, me ofende", dijo Emma.

Anna se puso de pie temblando levemente... No hacía frío, pero había mucho para ello... Estar desnuda al aire libre y bajo la mirada algo cruel de la adolescente, la aterrorizaba... También estaba humillada y más excitada que nunca en toda su vida.

Emma se acercó a un tronco que descansaba sobre la tierra y, cogiendo el vestido de Anna, lo sacó de la pila de ropa y lo colocó sobre el tronco... Luego se sentó y miró a la mujer mucho mayor, completamente desnuda.

- "¿Tienes alguna idea de cómo complacer a una mujer?" preguntó la adolescente... Su apariencia inocente y su voz que sonaba joven estaban totalmente en desacuerdo con su comentario.

- "Creo que sí", respondió Anna.

- "Entonces trae tu culo aquí y averigüémoslo."

Anna comenzó a caminar y Emma la miró y dijo:

- "Acércate a rastras... No debes acercarte a mí a menos que estés de rodillas."

Anna, con sus fluidos pegajosos cubriendo ahora la parte superior de sus muslos, cayó de rodillas y se arrastró hacia la joven... Cuando terminó de arrastrarse por la tierra, sus manos y piernas estaban cubiertas de polvo marrón que se pegaba a su piel sudorosa.

Cuando llegó allí, Emma se había subido el vestido corto y abierto las piernas... Su coño estaba cubierto sólo por una pequeña cinta de encaje blanco de su pequeña tanga.

- "Tus manos están sucias... Así que sólo usa tu boca y no me toques con nada más... Puedes hacer eso, ¿no?", le dijo la joven y la excitación de Anna rápidamente se convirtió en enfado, pero calló sin objetar nada... Había sido idea suya obligarla a arrastrarse por la tierra.

Emma apartó el pequeño trozo de encaje que cubría su coño y Anna no pudo pensar más... Su coño, ahora expuesto, estaba completamente sin pelo, rosado y brillante por la excitación de la adolescente... Anna no creía haber visto algo tan hermoso en su vida.

Cuando Emma usó sus largos dedos para abrir sus labios exteriores, Anna gimió de lujuria... Estaba muy cerca del objeto de su deseo, tan cerca que podía oler el olor a almizcle de Emma.

Una vez que los labios exteriores ligeramente hinchados se abrieron, Anna pudo ver un clítoris largo y grueso que sobresalía de la capucha de la chica y hilos lechosos de moco que rezumaban sobre sus labios vaginales.

- "Empieza", le ordenó la chica con una voz un poco impaciente.

Anna avanzó, todavía sobre sus manos y rodillas y lamió la entrepierna salada de la joven... Un hilo de jugo espeso conectó su lengua con los delicados pétalos internos que acababa de separar y echó la cabeza ligeramente hacia atrás.

El deseo y la excitación se dispararon en Anna, borrando todo excepto el fuerte olor y el húmedo sexo empapado frente a ella.

Anna, lamió y chupó, sorprendida por la cantidad de lubricante que producía la adolescente... Al mismo tiempo gemía, y movía girando sus caderas mientras su coño peludo anhelaba algo con lo que jugar.

No tardó mucho tiempo, de hecho, fue muy poco tiempo, para que ella sintiera que la adolescente temblaba con la llegada de su orgasmo.

Anna sintió una mano en la parte posterior de su cabeza, presionando su cara contra el joven coño viscoso, mientras lamía y chupaba el clítoris prominente.

Después del orgasmo de Emma, Anna pensó que la dejaría ir, pero no lo hizo... En cambio, comenzó a tener otro orgasmo, pero esta vez apartó la cara de Anna de su entrepierna.

La boca de Anna aún estaba abierta cuando un chorro de orina oscura brotó del orificio para orinar de Emma... Golpeó a Anna en la cara y la boca abierta, salpicó su cuerpo desnudo.

Emma inclinó el chorro espeso y mojó el pelo de Anna, empapándolo en el líquido húmedo.

Cuando terminó de mear, acercó la cara de Anna a su sexo empapado.

- "Lámelo, puta", le ordenó la adolescente.

Mientras Anna, aún conmocionada por lo rápido que habían sucedido las cosas, comenzó a lamer, la adolescente abrió las piernas para evitar que el pelo mojado de Anna entrara en contacto con su piel.

Anna la lamió y pronto estuvo segura de que la adolescente tenía otro orgasmo... Un líquido blanco rezumaba de su coño mientras Anna hacía todo lo posible para asegurarse de que no quedara orina... No podía recordar un momento en el que hubiera estado más cachonda.

Finalmente, Emma la empujó, dejando a Anna sentada en el barro, con las piernas abiertas, el coño peludo expuesto y la orina secándose en su cuerpo.

- "Sólo las muy zorras se excitarían con esto que te hice... ¿Te gustó?", le dijo Emma.

Anna, jadeante, sólo miró a la chica, que se había bajado la falda y se veía muy inocente.

- "No tuve un orgasmo", le respondió.

- "Pero te gustó, ¿no?", le preguntó Emma.

- "Sí", respondió Anna inclinando la cabeza.

- "¿Quieres correrte?"

Anna no confiaba en sí misma para hablar y sólo asintió.

- "Bueno, adelante", dijo Emma.

Anna la miró confundida... ¿Qué quería la adolescente?

- "Vamos, zorra... Juega contigo misma."

Anna aún dudaba y Emma espetó:

- "Hazlo ahora."

Anna saltó y miró a su alrededor en busca de algo con lo que limpiarse las manos... Estaban sucias de orina y barro.

- "Olvídate de limpiarlas... Si no lo haces ahora mismo, me voy y no me volverás a ver."

Anna, comenzó a frotarse el coño con sus manos embarradas... Dolía un poco, porque la tierra era muy arenoso, pero Anna estaba demasiado cachonda para que eso le importara.

Era obvio que pronto tendría un orgasmo... Antes de que pudiera, Emma dijo:

- "¡Alto!"

Anna la miró, pero obedeció.

- "Mea para mí como la pequeña guarra que eres."

Anna, arrebatada de su orgasmo, miró hacia arriba sin comprender.

- “Mea, perra... ¡Hazlo!"

Anna se había puesto de rodillas mientras se masturbaba, así que simplemente se soltó... La orina chorreaba por sus piernas y sobre su coño embarrado... Pronto estaba más enfangada que antes.

Emma la miró y le dijo:

- "Eres un desastre... Me iré caminando a casa porque hueles demasiado asqueroso para estar cerca... Eres una cerda, ¿no?"

Anna no sabía qué decir.

- "Recuerda esto... La próxima vez que quiera usarte, será peor que esto, le dijo Emma mientras se alejaba.

- “Y si quieres volver a acercarte a mi coño, será mejor que te deshagas de todo ese asqueroso vello sobre tu asqueroso coño", le dijo por encima del hombro mientras continuaba por el camino.

Anna se sentó en el barro, aturdida y cachonda, viendo alejarse a la joven adolescente... Ya sabía lo que tendría que hacer si su deseo era volver a estar con ella... Y por supuesto que lo iba hacer... Lo más pronto posible... Esta misma noche en llegar a casa.
 
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