Desde aquella locura con mi Madre, yo ya jamás actué de la misma forma con ella. Habíamos roto una barrera, un tabú, un pacto, una norma social. Ya no era mi madre. Era una hembra a la que había follado. Así de claro. Y desde esa, me porté con ella como un galán en busca de su presa. Ponía poses de apostura, le hacía regalos, la miraba seductoramente...
Ella, durante su embarazo, procuró evitarme lo más que pudo. Y siempre eludía el tema. Decía:
- Rafa, lo que pasó es pasado. Ocurrió, pero no quiero ni pensar en esa locura. Fue un error. Olvídalo, por favor. Fue una equivocación. Yo estoy casada y por si no te enteras, es con tu padre.
Y no me decía de quién era la niña. Le insistí mucho, pero se negaba en redondo. Llevaría el apellido de mi Padre y sería su hija.
Cuando nació María (se llamaba como mi Madre pero no sé si era mi hija o mi hermana o ambas cosas), muchas cosas cambiaron.
Hubo unas semanas en que la recién llegada hizo milagrosamente que me olvidara por completo de que había hecho el amor con mi propia madre en aquel Hotel. Hasta ella actuaba de nuevo conmigo como si fuera sólo una madre protectora, como si no hubiésemos cometido el error aquel. Lo único era mi Padre, que casi ni le hacía caso. Sólo follaron aquel día porque mi madre casi se come literalmente la poya de mi padre para empalmarle, ..., pero no volví a verlos follar.
Al mes de estar en casa, 10 meses después de la aventura en el Hotel, mi Madre ya tenía su figura de siempre, salvo por los pechos, que los tenía más crecidos por la leche, de 130 cm. en vez de sus 100 habituales.
Yo le hacía mucha compañía y ella cada día me quería más y me hacía más carantoñas con total naturalidad. Mi Padre estaba de viajes y comilonas de negocios.
Un día, hasta me dejó ver cómo la niña mamaba de su pecho:
- Rafa, no estés tenso. En cualquier familia mirar esto no es motivo de escándalo.
- Ya, mamá, pero es que me recuerda mucho lo que vivimos.
- No hace falta que lo jures. No deberías de estar en bermudas porque se te va a salir el pene. Anda, tráeme el alcohol y el algodón para desinfectarme los pezones.
Yo me tomé la libertad de desinfectárselos yo, y pasaba mi mano con el algodón por sus enormes pezones.
- Rafa, no te pases, que tengo la niña en brazos y no puedo darte un azote.
Yo pasé de todo y le pasé el algodón húmedo por el resto de su pecho, y ella se excitó.
- Rafa, detente..., por favor. No me tientes.
Sin más, le besé en los labios y mi mano magreaba sus tetas empapadas en leche.
- Rafa, el cuello no, el cuello no.
Dejó la niña en la cama y me agarró el paquete.
- Hijo, esto sí es un pene, y no la salchicha peleona de tu Padre.
De repente, se oyó la puerta. Era él, mi competidor.
Nos pusimos nerviosísimos y disimulamos lo que pudimos. Ella quedó escotadísima y yo empalmado. Era raro, pero no sospechó de nada. ¿Qué padre sospecharía que su mujer le pone los cuernos con el hijo de ambos? Al cabo de dos semanas, mi Padre se marchó otra vez, y estábamos los tres solos. Mi madre estaba muy juvenil, con pantalón vaquero y una blusa aterciopelada de color rojo y apretada. De repente, la abordé en el pasillo y me abracé a ella. La junté contra mí, y apreté mi cuerpo contra el suyo, agarrándola por la espalda. Le empecé a besar por toda la cara y le apreté sus tetas preciosas. Ella, con su mano derecha, apretó mi cabeza y me besó en la boca largo y húmedo, y con la izquierda, me acariciaba el paquete.
- Rafa, hijo mío: ¿Qué es lo que estamos haciendo?
- Déjate llevar, mamá, que siento tu corazón palpitar.
- Lo intenté con tu padre, pero apenas se empalma, y no dejo de pensar en tu miembro, que me rompió en aquel dichoso hotel.
- Y yo en tí, María. Te deseo.
- Me gustas, cielo, me gustas. ¡ Estoy enamorada de mi propio hijo !. Te necesito en mi cama.
- Mamá, hazme tuyo, quiero follarte ahora en tu cama, ocupar el lugar de mi padre.
- ¡ Cómo la tienes, hijo mío !. Ven. Habrá que bajarte eso.
Fuimos a su cama y nos desnudamos sin parar de besarnos. Ella se puso encima y llena de nervio y excitación se metió mi polla erecta en su coño humedísimo. Yo le tocaba sus pechos redondos y carnosos mientras morreábamos y se la clavaba con fuerza.
- Así, hijo mío, así. Fuerte, Maaaaaaaaaas !!!!!!!!!
- Mamá, eres mía y yo soy tu hombre.
- Aprieta mis pechos, cariño, eres mi hombretón fuerte. Te quiero. Dameeeeeeeee.... maaaaaaasssssssssssss...
- Mamá, ..., me corro.
La agarré por el culo y por segunda vez en mi vida, echaba mi sémen en el interior de mi madre, como muestra suprema de nuestro amor.
Exhaustos por el esfuerzo, descansamos desnudos y ella medio encima mío, a mi derecha, con su muslo derecho sobre mi polla y sus pechos en mi hombro.
Así, relajados por completo, me besaba en la cara de vez en cuando y me acariciaba el pelo. Y charlamos como dos amantes que acaban de hacer el amor.
- Hijo, no sé por cuanto tiempo podré aguantar esta situación. Tu padre casi nos pilla aquel día y no sé cómo actuar.
- Mamá, yo desearía también largarme contigo, pero tú tienes 46, yo 21, y mi hermana meses. ¿Y el dinero y las comodidades?
- Tu padre es ejecutivo, y gana 3000 Euros.
- Lo digo más bien por ella, por la niña, que estaría sin su padre.
- Rafa, joder, a veces pareces imbécil: ¡ Tú me has preñado, tú eres su padre, la niña nació de tu sémen, joder, a ver si te enteras !.
- ¿Qué dices, Mamá, joder? ¡ Si te oí gemir con papá aquella noche !
- Calla, calla, que tuve que hacerlo a la fuerza, casi me aplasta con su peso, con su panza enorme y sus más de 120 kilos, y no sabía qué hacer para excitarle. ¡ Hasta le hice un beso negro en su puto culo !.
- Bueno, no discutamos. Parecemos una pareja de verdad.
- Desengáñate, hijo, lo somos. Me has follado y me has dejado preñada, y eso tiene sus responsabilidades. ¡ joder, Rafa, si es tu hija, coño !. Tu padre casi ni eyaculó. Sólo echó una gotita que para nada se puede comparar con el chorrazo de sémen espeso que me echaste tú, joder.
- Ya, pero yo no me atrevo a contárselo a él.
- ¿Y qué quieres, coño, que se lo diga yo?. Imagínate: Mira, cariño, que tu hijo tuvo un calentón en el Hotel y como me dio pena, lo alivié y encima sin un condón.
De repente se oyó la puerta, y era otra vez mi padre, que nos pillaba de nuevo.
- María, cariño, que te llamé al móvil pero no contestabas. Llegué antes.
No tuvimos tiempo para nada. Fue algo más que infraganti: nos pilló a madre e hijo en la misma cama, bajo la misma manta, desnudos, abrazados, ella con los pechos al descubierto, despeinada, encima de su hijo desnudo con el miembro juvenil y viril enhiesto todavía. Yo me puse nervioso y lo único que pude balbucear fue:
- Papá, tranquilo, no es lo que parece.
Obviamente, él se enfadó y se divorciaron. Como la niña era menor, acordaron una pensión de 1800 Euros para ella. Le contamos todo delante del abogado y el decidió que la niña siguiese a su nombre.
Pasados 15 días desde la segunda pillada, Mamá y yo vivíamos solos en un buen piso a las afueras de la ciudad, con un coche y esa estupenda pensión para nosotros solos.
Y empezamos a hacer una vida de pareja totalmente normal: A los vecinos les dijimos que ella jamás se casó y que se enamoró de mí a una edad madura, teniendo esa hija. La hija la presentábamos como mía.
Fue una temporada maravillosa. Ella me amaba con verdadero amor. Más que amor, era pasión sexual refrenada que ahora se saciaba. Follábamos como cualquier pareja casi todos los días, al despertarnos con la típica erección matinal, a las 11 AM, y al dormirnos, a la 1 de la madrugada. Nos duchábamos juntos y los magreos y tocamientos mútuos eran incesantes.
Papá pagaba a la canguro, y así salíamos a las discos como una pareja, sobándonos y abrazándonos como amantes principiantes y morreando dentro del coche como colegiales.
Ella cambió de forma de ser, y lo más normal era cruzarse el uno con el otro en el Salón, y que ella me tocase el pene con bromas y sonrisas, yo la obligaba a agacharse y le metía la mano en el escote, masajeando esas tetas preciosas, como cuando le metí los nudillos en su escote en el hotel.
Esa convivencia en pareja, esa vida sexual, esa unión carnal más que romántica, duró más o menos dos meses. Éramos ella, yo y nuestra hija. Pero teníamos dos problemas: Fuimos madre e hijo durante 20 años, y ahora ella tenía 46 y yo 21.Ella, durante su embarazo, procuró evitarme lo más que pudo. Y siempre eludía el tema. Decía:
- Rafa, lo que pasó es pasado. Ocurrió, pero no quiero ni pensar en esa locura. Fue un error. Olvídalo, por favor. Fue una equivocación. Yo estoy casada y por si no te enteras, es con tu padre.
Y no me decía de quién era la niña. Le insistí mucho, pero se negaba en redondo. Llevaría el apellido de mi Padre y sería su hija.
Cuando nació María (se llamaba como mi Madre pero no sé si era mi hija o mi hermana o ambas cosas), muchas cosas cambiaron.
Hubo unas semanas en que la recién llegada hizo milagrosamente que me olvidara por completo de que había hecho el amor con mi propia madre en aquel Hotel. Hasta ella actuaba de nuevo conmigo como si fuera sólo una madre protectora, como si no hubiésemos cometido el error aquel. Lo único era mi Padre, que casi ni le hacía caso. Sólo follaron aquel día porque mi madre casi se come literalmente la poya de mi padre para empalmarle, ..., pero no volví a verlos follar.
Al mes de estar en casa, 10 meses después de la aventura en el Hotel, mi Madre ya tenía su figura de siempre, salvo por los pechos, que los tenía más crecidos por la leche, de 130 cm. en vez de sus 100 habituales.
Yo le hacía mucha compañía y ella cada día me quería más y me hacía más carantoñas con total naturalidad. Mi Padre estaba de viajes y comilonas de negocios.
Un día, hasta me dejó ver cómo la niña mamaba de su pecho:
- Rafa, no estés tenso. En cualquier familia mirar esto no es motivo de escándalo.
- Ya, mamá, pero es que me recuerda mucho lo que vivimos.
- No hace falta que lo jures. No deberías de estar en bermudas porque se te va a salir el pene. Anda, tráeme el alcohol y el algodón para desinfectarme los pezones.
Yo me tomé la libertad de desinfectárselos yo, y pasaba mi mano con el algodón por sus enormes pezones.
- Rafa, no te pases, que tengo la niña en brazos y no puedo darte un azote.
Yo pasé de todo y le pasé el algodón húmedo por el resto de su pecho, y ella se excitó.
- Rafa, detente..., por favor. No me tientes.
Sin más, le besé en los labios y mi mano magreaba sus tetas empapadas en leche.
- Rafa, el cuello no, el cuello no.
Dejó la niña en la cama y me agarró el paquete.
- Hijo, esto sí es un pene, y no la salchicha peleona de tu Padre.
De repente, se oyó la puerta. Era él, mi competidor.
Nos pusimos nerviosísimos y disimulamos lo que pudimos. Ella quedó escotadísima y yo empalmado. Era raro, pero no sospechó de nada. ¿Qué padre sospecharía que su mujer le pone los cuernos con el hijo de ambos? Al cabo de dos semanas, mi Padre se marchó otra vez, y estábamos los tres solos. Mi madre estaba muy juvenil, con pantalón vaquero y una blusa aterciopelada de color rojo y apretada. De repente, la abordé en el pasillo y me abracé a ella. La junté contra mí, y apreté mi cuerpo contra el suyo, agarrándola por la espalda. Le empecé a besar por toda la cara y le apreté sus tetas preciosas. Ella, con su mano derecha, apretó mi cabeza y me besó en la boca largo y húmedo, y con la izquierda, me acariciaba el paquete.
- Rafa, hijo mío: ¿Qué es lo que estamos haciendo?
- Déjate llevar, mamá, que siento tu corazón palpitar.
- Lo intenté con tu padre, pero apenas se empalma, y no dejo de pensar en tu miembro, que me rompió en aquel dichoso hotel.
- Y yo en tí, María. Te deseo.
- Me gustas, cielo, me gustas. ¡ Estoy enamorada de mi propio hijo !. Te necesito en mi cama.
- Mamá, hazme tuyo, quiero follarte ahora en tu cama, ocupar el lugar de mi padre.
- ¡ Cómo la tienes, hijo mío !. Ven. Habrá que bajarte eso.
Fuimos a su cama y nos desnudamos sin parar de besarnos. Ella se puso encima y llena de nervio y excitación se metió mi polla erecta en su coño humedísimo. Yo le tocaba sus pechos redondos y carnosos mientras morreábamos y se la clavaba con fuerza.
- Así, hijo mío, así. Fuerte, Maaaaaaaaaas !!!!!!!!!
- Mamá, eres mía y yo soy tu hombre.
- Aprieta mis pechos, cariño, eres mi hombretón fuerte. Te quiero. Dameeeeeeeee.... maaaaaaasssssssssssss...
- Mamá, ..., me corro.
La agarré por el culo y por segunda vez en mi vida, echaba mi sémen en el interior de mi madre, como muestra suprema de nuestro amor.
Exhaustos por el esfuerzo, descansamos desnudos y ella medio encima mío, a mi derecha, con su muslo derecho sobre mi polla y sus pechos en mi hombro.
Así, relajados por completo, me besaba en la cara de vez en cuando y me acariciaba el pelo. Y charlamos como dos amantes que acaban de hacer el amor.
- Hijo, no sé por cuanto tiempo podré aguantar esta situación. Tu padre casi nos pilla aquel día y no sé cómo actuar.
- Mamá, yo desearía también largarme contigo, pero tú tienes 46, yo 21, y mi hermana meses. ¿Y el dinero y las comodidades?
- Tu padre es ejecutivo, y gana 3000 Euros.
- Lo digo más bien por ella, por la niña, que estaría sin su padre.
- Rafa, joder, a veces pareces imbécil: ¡ Tú me has preñado, tú eres su padre, la niña nació de tu sémen, joder, a ver si te enteras !.
- ¿Qué dices, Mamá, joder? ¡ Si te oí gemir con papá aquella noche !
- Calla, calla, que tuve que hacerlo a la fuerza, casi me aplasta con su peso, con su panza enorme y sus más de 120 kilos, y no sabía qué hacer para excitarle. ¡ Hasta le hice un beso negro en su puto culo !.
- Bueno, no discutamos. Parecemos una pareja de verdad.
- Desengáñate, hijo, lo somos. Me has follado y me has dejado preñada, y eso tiene sus responsabilidades. ¡ joder, Rafa, si es tu hija, coño !. Tu padre casi ni eyaculó. Sólo echó una gotita que para nada se puede comparar con el chorrazo de sémen espeso que me echaste tú, joder.
- Ya, pero yo no me atrevo a contárselo a él.
- ¿Y qué quieres, coño, que se lo diga yo?. Imagínate: Mira, cariño, que tu hijo tuvo un calentón en el Hotel y como me dio pena, lo alivié y encima sin un condón.
De repente se oyó la puerta, y era otra vez mi padre, que nos pillaba de nuevo.
- María, cariño, que te llamé al móvil pero no contestabas. Llegué antes.
No tuvimos tiempo para nada. Fue algo más que infraganti: nos pilló a madre e hijo en la misma cama, bajo la misma manta, desnudos, abrazados, ella con los pechos al descubierto, despeinada, encima de su hijo desnudo con el miembro juvenil y viril enhiesto todavía. Yo me puse nervioso y lo único que pude balbucear fue:
- Papá, tranquilo, no es lo que parece.
Obviamente, él se enfadó y se divorciaron. Como la niña era menor, acordaron una pensión de 1800 Euros para ella. Le contamos todo delante del abogado y el decidió que la niña siguiese a su nombre.
Pasados 15 días desde la segunda pillada, Mamá y yo vivíamos solos en un buen piso a las afueras de la ciudad, con un coche y esa estupenda pensión para nosotros solos.
Y empezamos a hacer una vida de pareja totalmente normal: A los vecinos les dijimos que ella jamás se casó y que se enamoró de mí a una edad madura, teniendo esa hija. La hija la presentábamos como mía.
Fue una temporada maravillosa. Ella me amaba con verdadero amor. Más que amor, era pasión sexual refrenada que ahora se saciaba. Follábamos como cualquier pareja casi todos los días, al despertarnos con la típica erección matinal, a las 11 AM, y al dormirnos, a la 1 de la madrugada. Nos duchábamos juntos y los magreos y tocamientos mútuos eran incesantes.
Papá pagaba a la canguro, y así salíamos a las discos como una pareja, sobándonos y abrazándonos como amantes principiantes y morreando dentro del coche como colegiales.
Ella cambió de forma de ser, y lo más normal era cruzarse el uno con el otro en el Salón, y que ella me tocase el pene con bromas y sonrisas, yo la obligaba a agacharse y le metía la mano en el escote, masajeando esas tetas preciosas, como cuando le metí los nudillos en su escote en el hotel.
Un día empezamos la vida romántica de siempre, de folleteo puro y duro, pero aflorecieron los problemas. Después de comer, a las 2:30 de la tarde, nos abrazamos para hacernos arumacos y abrazarnos. Me gustaba mucho acariciarle el pecho, levantándole las tetas como había hecho en la boda hacía ya prácticamente un año.
- ¿De quién son estos pechos y estos labios carnosos, mami?
- Son de mi único hombre, de mi amor, de mi hijo, del que sacia mi sed de sexo.
- No has mencionado a mi polla.
- ¿Ésta, la que tanto deseo?.
Me acariciaba la poya mientras morreaba lengua con lengua con la mujer que dejó de ser mi respetable madre protectora a mi amor, mi esposa.
- Mamá, me gustaría salir más en bici, pasear más, hacer más actividades, más deporte, más vida social.
- Rafa, hijo, por si no lo sabes, yo ya tengo 46, y te doblo la edad. La gente no para de mirar lo raro de nuestra unión, y me gusta estar tumbadita y sentadita en casa.
- A veces pienso que sólo nos une mi polla y tus pechos.
- Rafa, a veces me ofendes: la polla te la estoy sobando en este momento, y mis pechos llevan 15 minutos siendo palpados y levantados a placer por tí. Soy tuya por completo.
- ¿Y qué vida nos espera en el futuro?
- También soy consciente de que últimamente follamos menos, y que pronto se acabará el sexo, pero no hay marcha atrás. Tuvimos el error del hotel y desde esa ya no hubo marcha atrás. Una madre que toca el pene de su hijo jamás seguirá siendo una simple madre.
- ¿Te arrepientes, acaso?
- No cariño, no dije eso. Dejé atrás a tu padre, al que sigo amando muchísimo en el corazón, pero despertaste en mí un deseo sexual que tuve que llenar o me volvería loca. Te quiero y te deseo.
- De acuerdo, mami. Yo sabes que te deseo, y sobretodo a tus pechos enloquecedores. ¿Puedo besarlos?
- Claro, cariño, soy tuya.
Después de besarle sólo el escote, la niña empezó a llorar, y yo me fui a las clases de la Facultad durante toda la tarde.
A eso de las 8 PM llegué a casa, y como solía hacer a veces, entré sin hacer ruido para darle un pequeño susto a mi madre y amante mujer. Pero al entornar la puerta del salón, me quedé de piedra, pues mi padre estaba sentado junto a mi madre (su ex-hembra), cogidos de la mano y mirándose a los ojos. Me detuve y me oculté, para escucharles:
- Carlos, tu hijo Rafa no tiene la culpa. Fueron los 12 años de abstinencia sexual que me hiciste pasar y que él me ayudó a superar.
- No le guardo rencor, María, Cariño, y sé que la culpa fue mía. Te confieso que aquel día que os vi juntos en la cama, a mi hijo con su madre, con mi esposa, más que rabia me entró una sensación de morbo tremenda. Desde esa te aseguro que cada dos días me masturbo pensando en que lo hacéis los dos.
- Carlos, qué cosas dices !!!!
- Cariño, es la verdad, me excita que mi hijo se tire a mi mujer. Desde esa tomo la pastilla Viagra, y soy otro sexualmente. Y te necesito, María, te necesito mucho.
- Carlos. No sé. Rafa es muy infantil y tras tres polvos lo que me siento con él es insegura, temerosa. No sé si esto tiene arreglo. No lo sé. Si bien él tiene la polla que necesito, tú tienes el aplomo y la madurez que necesitaré en pocos meses.
- Por favor, María, volved los dos, como si nada hubiese ocurrido. Lo tendremos como una aventura y no hablaremos de ello.
- ¿Y en cuanto al sexo qué, joder? ¿Con cual de los dos me he de acostar? ¿Te daré una oportunidad a tí con la Viagra y a él lo tendré en el dique seco, después de más de 30 orgasmos que nuestro hijo me propició?
- Ya se hablará de eso, de verdad, confía en mí, mi amor. No sé lo que haréis cuando no esté yo, pero si volvéis, por favor, duerme conmigo por las noches para que todo sea como antes.
- Carlos, siempre te eché de menos, y reconozco que sólo el sexo me une a mi hijo Rafa, y que poco a poco esa pasión sexual desaparecerá.
- Pues vuelve, por favor, hoy mismo.
- No, cariño, antes le debo el polvo de despedida a nuestro hijo, es lo menos que puedo hacer.
- Estás equivocada, María. Hoy puede ser el primer polvo de nuestro reencuentro. He cambiado. Es más, estoy totalmente empalmado en estos momentos.
- ¡ Venga ! ¿Y pretendes que me lo crea?
- Déjame demostrártelo.
- La verdad es que quiero, pues tras 12 años no te ví erecto del todo.
- Tienes que ayudarme: déjame que te toque el pecho un poco.
Mi padre sacó la blusa de mi madre por fuera de la cintura, y bajo la tela de la blusa, subió sus manos hasta el sostén y empezó a magrear los pechos que fueron míos durante un mes. Mi madre, como podía, apartó la grasa de la panza de mi padre y le desabrochó el pantalón, bajándole luego la petrina, sacando su polla que sí estaba dura y erecta. Empezó a tocársela y a pajearle.
- Hummmmmmmmmmm, Carlos, cuanto tiempo.
Cuando mi padre iba a besarle en el cuello, entré yo.
- Mamá, joder, ya te vale.
- Rafa, no es lo que parece.
- Mamá, eso mismo es lo que le dije yo a papá cuando nos pilló desnudos en su cama.
Tras decirles que oí la conversación, reconocí que nuestra aventura ya no tenía el encanto y sabor del principio, y que quizá era mejor volver todos juntos, los cuatro, por el bien de la pequeña. Decidimos que sobre los derechos sexuales ya hablaríamos.
Pasaron 5 días y me costó trabajo acostumbrarme a la abstinencia sexual pactada, y ver como mi madre iba a la cama de mi padre con una bata muy desabrochada y con sonrisas y miradas pícaras.
Una noche, les oí gemir mucho, haciendo un ruido enorme, follando con la puerta semiabierta:
- Siiiiiiiii, Carlos, Siiiiiiiiiiii, asíiiiiiiiiiiiiii
- María, mi amor, te quiero comer los pechoooooooooooooosssssssssss...
- ahhhhhhhhhhhhhhhhhh Me asomé a la habitación y ví como mi padre estaba encima de ella, con toda la grasa desbordando por las caderas de mi ex-amante, como ella le cogía con las manos el culo para que la penetración fuera más fuerte, como mi padre le sobaba los pechos con sus manos y con su lengua recorría todo su cuello.
No pude más, y entré furioso y llorando a su habitación, empujé a mi padre hacia un lado y quedó cara arriba viendo yo su pene empalmado. Me dirigí a mi madre desnuda:
- ¡ Joder, esto es demasiado !. ¿No te das cuenta que estoy dolido? ¿No piensas en mí?. mamá, joder, que te has pasado un pueblo.
Me fui a mi habitación y cerré de un portazo.
Después de un minuto, entró mi madre con la bata atada por la cintura, asomándosele el pecho.
- Rafa, mi amor, no te pongas así. El pacto era esto. Tu padre nos dio otra oportunidad para empezar desde cero, y borrar para siempre el error que jamás debí cometer.
- Hace un mes no me hablabas así, mamá.
Se sentó en el borde de la cama y me acariciaba el pecho.
- Rafa, haz un esfuerzo. ¿En qué familia padre e hijo comparten a la madre?
- Joder, mamá, es que yo también te necesito, necesito tus labios, tu piel, tu pecho...
Mientras yo lloraba, le besé en los labios, le acaricié sus muslos y le toqué el pecho que, con la inclinación, estaba al descubierto.
- ¿Qué crees, que yo no añoro ese pene fabuloso entre mis entrañas? Y mi madre dirigió su mano a mi pene.
- Pero, Rafa, no puedo dejar ahora a tu padre que me necesita, está deprimido, y me dio la oportunidad de sellar para siempre nuestro error.
Yo le quité el cinturón de la bata, quedando desnuda, y le metí su mano dentro de mi calzoncillo.
- No, Rafa, no.
Con mi mano derecha, acaricié extensamente todo su pecho y su cuello.
- ¿Una paja, Rafa? ¿Con eso te conformas? No quiero verte llorar así. te sigo queriendo.
- Un francés y hoy duermes con papá. ¿Vale, mamá?
- Joder, hace cinco minutos tuve la polla de mi esposo en mi coño, y ahora voy a tener la polla de mi hijo en mi boca.
- Tranquila. Él no nos oirá. No gemiré.
Ella se agachó, y dirigió su boca a mi pene, que se lo metí enseguida chupándolo con sumo cuidado, poco a poco, dándole sorbetones, mientras yo acariciaba los senos de mi amada.
- Asíiiiiiiii, mamáaaaaaaaaaaaaaaaaa, ..., que me corrooooooooooooo Y eyaculé un chorro de cinco días en toda la boca de mi madre. Mi madre se lavó en mi lavabo y se fue como si nada a la habitación de mi padre, donde siguieron follando.
Al día siguiente, tras comer y beber en abundancia, mi madre dijo en la mesa:
- Rafa, tu padre sabe lo nuestro, y antes que rabia lo que le da es placer, excitación, y morbo.
- Papá, por favor, ¿Y si compartimos a mamá?
- No sé, Rafa, hijo, no sé cómo me sentiría.
- Pues eso, chicos, tiene fácil solución. Rafa, hijo, ven acá; dijo mi madre decidida.
Nos pusimos los dos de pie, frente a mi padre, que se desabrochó la petrina del pantalón pues se olía lo que iba a ver.
Mi madre, rodeó mi cuello con sus brazos y empezó a rozarse conmigo. Nos besamos en la boca y ella tocó mi bulto. Yo le apreté el pecho, con la camisa puesta,, y le mordía suavemente su cuello, desde la nuez hasta la barbilla, mientras le metía las manos por el escote. Ella no dejó de acariciarme el paquete.
De repente, mi padre se acercó por detrás y me sacó las manos, para que él pudiese tocarle los pechos a mi madre, mientras juntaba su pene desnudo con el culo de mi madre. Hacíamos un Sandwich perfecto. Vimos que mi padre estaba eyaculando el muy ...; mi madre dejó de sobarme y riéndose, con una servilleta (la mía), le secó el sémen a mi padre.
Todo quedó en un acuerdo tácito: compartiríamos a María.
Después de cenar, María se acostó con Carlos en su cama de matrimonio. Yo les oí que hablaban.
- María, Cariño, vete a atender al niño, a Rafa, que el pobre sufrió 5 días sin hacerte nada y preferiría evitar tensiones. De verdad, cielo, vete a su cama sin problemas, estate un rato, pero luego vuelve.
- Eres un tesoro, Carlos. Quizá este año de lujuria te ayudó a despertar en tí al semental maduro que últimamente disfruto.
- Y todo se lo debemos a Rafa, curiosamente, nuestro propio hijo.
- Voy a su cama, le reviento a pajas y vuelvo, cariño.
María se acercó a mi cama con una amplia sonrisa.
- Mamá, no me digas más que ya os oí todo.
- Mejor así, Rafa. Venga, vayamos al grano.
Se metió en mi cama, con la bata sin cinturón y empezó a sobarme la barriga, poniéndose ella encima y besándome en la boca. Bajó su mano hasta el pene, y lo sacó del pijama. Se puso sentada sobre mi pene erecto, como cabalgándome, y se fue metiendo la polla en su húmedo coño. Mi padre estaba desnudo en la puerta, observándonos mientras se masturbaba.
- Mamá, déjame a mí encima.
Así no veía el pene de mi padre, y penetré a mi madre al estilo tradicional, empujando con cierta fuerza, mientras ella acariciaba mi culo y yo la besaba en la cara y sentía el vaivén de sus tetas debajo de mi pecho. Así me corrí enseguida y 5 minutos más tarde, mi madre gritaba de placer en la habitación de mi padre.
Y así llevamos una convivencia pacífica durante un año más, hasta que yo encontré novia en la Universidad y me fui a vivir con ella.
FIN