—¿Dónde está?
Ramón rebuscó entre las estanterías, las mesitas, el aparador… ¿Dónde narices la dejé? Apartó algunos libros y siguió sin encontrarla.
—María, cariño — gritó dirigiéndose a la cocina —. ¿Sabes dónde dejé la cámara espía? — Hacía unos meses que sospecharon que la empleada de hogar invitaba a algunos “amigos” a su casa y compró una de las mejores cámaras del mercado para salir de dudas.
—La puse en la habitación de invitados, cielo — le contestó su guapa mujer sin dejar de batir huevos en un bol —. Cada vez que entraba en el salón se le encendía el pilotito rojo y me ponía nerviosa.
—¿Es que tienes algo que ocultar? — la besó en la mejilla y aprovechó para manosearla un poco el trasero. Su mujer se conservaba fenomenal y la encontraba cada día más guapa.
—Quita, sobón — le dijo entre risas —. Por cierto, asegúrate de borrar la memoria de la cámara, creo que me ha pillado alguna vez desnuda.
—Si es así, haré una selección de los mejores momentos y la pasaré a mi móvil para verla a menudo — le dio un último beso y apretón y se marchó riéndose.
Resulta que un amigo de Ramón tuvo un accidente con el coche y estaba de abogados. Aunque él alegaba que fue el otro el que le embistió, como no había testigos el resultado del juicio era dudoso. Se le había ocurrido usar la cámara en el coche acoplándola de alguna manera. Pero antes de nada tenía que cargar la batería, duraba hasta setenta y dos horas de grabación, y borrar la memoria. Claro que primero revisaría el contenido de la tarjeta de memoria; lo que le había dicho a su mujer no había sido del todo en broma.
Se sentó ante el ordenador que tenía en el pequeño despacho al lado de su dormitorio y conectó la cámara con el cable USB. Esperó un par de minutos a que cargara algo y después accedió a la memoria. Había un montón de ficheros de video. La cámara grababa automáticamente al detectar movimiento y, cada vez, almacenaba lo captado en un fichero. Los fue visualizando uno a uno : él entrando al salón y viendo la tele, María y él cenando, ella quitando el polvo… Era un rollo pero cada vez le apetecía más ver si era cierto lo de su mujer desnuda. ¡Bingo! Su mujer, en pelotas salvo una toalla enrollada en la cabeza, entraba, cogía un tubo de crema de la mesita baja que tenía frente a la tele y salía. ¡Qué buena estaba todavía! Repitió el video un par de veces y continuó con los siguientes ficheros.
Encontró otros dos de su mujer desnuda similares al primero. Se rio entre dientes y abrió el penúltimo, uno sorprendentemente grande. Se veía a su sobrina Ana y a su hermano gemelo, Lucas, entrando a la habitación con un bolso de viaje.
Claro, pensó, esto es de cuando la primera comunión de mi sobrino Fede. Se quedaron Ana y Lucas a dormir junto con mi otro sobrino Toni que durmió con Pedro. Ramon iba a cerrar el video, pero una curiosidad desvergonzada le hizo dejarlo. En cambio, conectó los auriculares al ordenador portátil para escuchar también el audio.
Vio cómo Ana cogía un par de prendas de ropa y salía de la habitación mientras Lucas se quedaba en calzoncillos. Recordó que hacía bastante calor aquel día. Enseguida volvió su sobrina y Ramón no pudo menos que pensar en cómo con lo normalito que era su hermano, había tenido una hija tan hermosa. Y no es que su sobrino fuera feo, al contrario, pero Ana era espectacular. Con un pantaloncito corto y ceñido a su estupendo trasero y una camiseta ajustada de tirantes en la que se le marcaban ligeramente los pezones, todo ello rematado por una preciosa carita con ojos azules, la muchacha era un auténtico bombón. Permaneció absorto contemplando la pantalla y escuchando por los auriculares.
—No voy a durar despierta ni dos minutos — decía Ana metiéndose en una de las camas —, creo que he bebido más de la cuenta.
—Jajaja, yo igual, pero me lo he pasado genial — contestó su hermano.
—Apaga antes de acostarte, anda.
Ramón comprendió que aquí acabaría el video, en cuanto se acostaran y se quedaran dormidos, y no es que estuviera desilusionado, bueno, quizá un poquito, pero la suerte le sonrió cuando entraron su hijo y su otro sobrino a la habitación, ambos en calzoncillos y se sentaron en la cama de Lucas apoyando la espalda en la pared. Para que cupieran dos camas habían tenido que pegarlas a las paredes dejando un pasillo en el medio.
Ramón volvió a prestar atención. Le daba un punto de morbo contemplar a su sobrina, ignorante de que estaba siendo grabada. Se arrellanó en el sillón y siguió mirando.
—Mirad lo que tengo — su hijo Pedro enseño una botella de ron añejo —. Podemos seguir la fiesta.
—Pásamela — Toni se la quitó de las manos y dio un trago directamente de la botella —. Toma, Lucas.
Lucas le imitó y se la ofreció a su hermana, que se había incorporado apoyada en el cabecero y se tapaba con la sábana.
—Quita, quita, bastante he bebido ya — negó Ana.
—Venga, prima — insistió Toni —, solo un trago.
—Que no, que me quiero dormir.
—De eso nada — intervino Pedro —. Me lo he pasado tan bien que no tengo sueño. No seas malqueda y dale un traguito, Ana. Solo uno, porfa.
Su hermano le volvió a acercar la botella y Ana resopló.
—Pero solo uno, no es que vaya mal, aunque creo que estoy en el límite — se rio antes de dar un pequeño sorbo.
—Pásala, Ana — le pidió Toni y le dio otro traguito —. Por cierto, ¿habéis visto lo guapa que estaba la tía María? Estaba buenísima con ese vestido que le marcaba el culito.
—Oye, chaval — saltó Pedro —, que es mi madre — le arrebató la botella a Toni y bebió un sorbo. No parecía enfadado con su primo.
—La que estaba buena era Sofía. Cuando crezca un poco va a ser espectacular — apostilló Lucas sentándose junto a sus primos.
—Tío, que solo tiene dieciséis años — respondió Pedro.
—Tampoco es que vosotros tengáis muchos más — se rio Ana —. Solo la sacáis dos años.
—Habló la tercera edad — dijo Toni con guasa —. Que tienes uno más que nosotros.
—Pero en las mujeres es distinto. Yo con diecinueve es como vosotros con veinticinco.
—Eso dependerá de la experiencia, digo yo — respondió Toni —. A ver, ¿cuántos novios has tenido?
—Dos.
—¿Y lo has hecho con los dos?
—Eso no es cosa tuya.
—Jajaja, a ver si ahora eres virgen, prima — se rio.
—Eso sí te puedo decir que no, y no sigas preguntando que no pienso contarte nada más.
—Pues yo tampoco soy virgen, que lo sepas — pasó la botella a Lucas después de darle un traguito —. Y ninguna chica ha tenido quejas, al revés.
—Eres un fantasma — Ana sonrió ante el descaro de Toni y cogió la botella que le pasaba su hermano y bebió sin pensarlo.
—Ahí tiene razón Toni — dijo Pedro —. ¿Te acuerdas de Belinda, la de clase? — le preguntó a su primo y este asintió con una sonrisa —. Que sepas, prima, que se enamoró de Toni, bueno, más que de Toni de su polla — se carcajeó separando las manos unos treinta o cuarenta centímetros acompañado por sus primos.
—Pues tenéis que saber los tres — les dijo Ana demostrando más experiencia de lo que parecía — que el tamaño es importante, pero no es lo único ni mucho menos.
—¿A no? ¿Y qué más importa? — preguntó su hermano con auténtica curiosidad.
—Bueno, tampoco os penséis que yo soy una autoridad mundial, pero la forma es muy importante también, la suavidad, la dureza, la temperatura…
—¿La temperatura? — la interrumpió Pedro.
—Sí, una vez estuve, quiero decir, una amiga estuvo con un chico que la tenía muy fría. Dijo que era como un vampiro — ahora se partieron de risa los cuatro.
Pedro se levantó para pasarle la casi vacía botella de ron.
—El último, prima.
Ana dio un último y remiso traguito y le devolvió la botella algo mareada. No pudo evitar fijarse en el bulto que formaban los calzoncillos de Pedro. La tenía morcillona.
—Pues estaba también muy buena la novia de Manolo.
Lucas cambió de tema y Ana suspiró agradecida. No es que fuera mojigata, pero no le apetecía hablar de esas cosas con sus primos y menos con su gemelo.
—Ya lo creo — dijo Lucas —. Menudas tetazas.
Hablaron entre los tres dando un repaso a todas las mujeres de la celebración. Ana los miraba cada vez más adormilada hasta que escuchó su nombre y prestó atención.
—Que sí, tío — le decía Pedro a su hermano —, que tu hermana era la más guapa — la miró de reojo — y la que tenía mejor cuerpo de todas.
—Oye tú — saltó Ana.
—Lo siento pero es la pura verdad, ¿o no estáis de acuerdo?
—Yo sí — confirmó Toni.
—Yo prefiero no opinar — dijo Lucas.
—Mejor que no habléis de mí, salidos — espetó la chica. Se sentía muy halagada pero no era plan.
—Jajaja, me da un poco de vergüenza reconocerlo — dijo Pedro —, pero me he hecho muchas pajas en tu honor, primita.
—Eres un pervertido — le respondió con más sorna que enfado.
—Yo también — la sorprendió Toni —. Piensa que te desarrollaste muy pronto y cuando nosotros teníamos quince o dieciséis años tu ya tenías cuerpo de mujer. Cada vez que se juntaban nuestras familias me parecías una diosa.
Ana se rio pensando que era una broma, pero al ver que el chico se ruborizaba empezó a creérselo.
—No puedo estar más de acuerdo — convino Pedro —. A mí todavía me lo pareces.
Ramón flipaba en su sillón viendo el video. ¡De qué cosas hablaban los chavales! Qué cara tenían hablando de su mujer. Se removió acomodándose el bulto que empezaba a formarse en sus pantalones.
Pedro se terminó lo poco que quedaba de la botella y la dejó en la mesilla que separaba las dos camas. Se volvió a apoyar en la pared y se bajó los calzoncillos hasta las rodillas.
—¡¿Qué haces, anormal?! — saltó Ana cubriéndose más con la sábana, como si tapándose evitara ver a su primo —. ¿Es que estás borracho?
—Eso seguro, y ofendido también. No puedo permitir que penséis que mi polla no es buena — sin cortarse un pelo se terminó de quitar los calzoncillos y se puso de pie en el pasillo que separaba las dos camas. Completamente desnudo se cogió la polla —. Mírala y dime si no te gusta, prima.
Ana flipaba. No sabía si reír o ponerse a dar gritos. Seguro que la neblina alcohólica ayudó a que no hiciera ni lo uno ni lo otro. Tenía una expresión ofendida, pero sus ojos brillaban viendo cómo su primo movía su polla delante de ella exhibiéndose, luciéndola como si se la quisiera vender. La miró con mucha curiosidad.
—¡Joder, Pedro! Te estás pasando un poco, ¿no? — exclamó Lucas defendiendo débilmente a su hermana.
—¡Eso! — dijo Ana extendiendo el brazo y empujando a su primo de la cadera. Éste giró el cuerpo con el resultado de que la mano de la chica topó con la polla de Pedro —. ¡Ay! — la retiró como si se hubiera quemado.
—Venga, prima, que no pasa nada. Solo hazme un informe — se carcajeó —. Todas esas cosas que dices que importan.
—¡Tú estás tonto!
—Por favor, primita. ¿Qué te cuesta? Si no hace falta ni que la toques.
—No pienso. ¡Y deja de menearla delante de mí! — extendió las dos manos como para protegerse.
—De verdad que si lo haces me estoy quieto, venga prima.
Los movimientos que hacía de un lado para otro exhibiendo la mercancía, ahora parecían más una masturbación. La mano de Pedro subía y bajaba por su longitud. Ana le miraba alucinada viendo cómo el glande aparecía y desaparecía según movía la mano.
—¿Seguro que paras si te lo digo? — preguntó Ana mordiéndose el labio.
—Seguro, jajaja, y ponme buena nota.
—Eres un imbécil, no sé por qué hago esto.
—Venga, Anita. ¿Longitud?
—De longitud está bien. Yo no es que haya visto multitud, pero me parece más grande que la media.
—¡Bieeeeeeen! Sigue, sigue.
—A ver, ceporro, déjala suelta que vea la forma — Ana había asumido lo que tenía que hacer y aparentemente se lo estaba tomando en serio.
Pedro apartó la mano y dejó que su miembro se balanceara. Adelantó ligeramente las caderas. Su prima la miró de frente y luego se inclinó a los lados para disponer de otros ángulos.
—Tiene una forma muy bonita, aunque sin estar completamente dura es difícil saberlo del todo.
—Ya, mucho alcohol, pero ¿te gusta?
Ana iba a contestar cuando Toni apareció de pronto al lado de su primo. Había estado tan absorta con la polla de Pedro que se había olvidado de los demás.
—¡Ostras! — dio un gritito al verlo desnudo y contemplar alucinado su enorme tamaño. Tampoco estaba a tope, pero aun así —. ¿Qué haces?
—Yo también quiero, Ana.
—Uf, vaya par de gilipollas. A ver, está claro que en cuanto a longitud vas más que sobrado y como tampoco la tienes dura del todo no puedo hablar de la forma. ¿Te crece más todavía?
—Un poco — respondió Toni con una sonrisa.
—Tú, ¿no te estarás pajeando en mi cara? — preguntó Ana a Pedro.
—Es a ver si se me pone dura del todo, cuando bebo me cuesta, pero yo creo que enseguida puedo estar en forma.
El muchacho había aprovechado que la atención de Ana se había desviado a su primo para pajearse descaradamente a una par de palmos de su cara. De reojo vio que Toni también se estaba acariciando. Su mirada se había vuelto brillante y oscilaba de uno a otro.
—Bueno, prima. ¿Qué sigue? ¿La suavidad dijiste?
—No te creas ni por un momento que te la voy a tocar — se volvió a subir la sábana hasta la barbilla.
—¿Y cómo si no vas a saber cuál es la más suavecita?
—La de Toni. La suya es más suave — eso provocó la risa de los dos chicos.
—Así no vale, prima. Además, antes ya me la has tocado.
—Eso fue un accidente.
—Buenos, pues accidentéate otra vez.
—Que no, no insistas — Ana se negaba, aunque no dejaba de mirar absorta las pollas de sus primos y sus negativas parecían cada vez menos firmes.
—Es que necesitamos que hagas la prueba — Ana permaneció callada sin perder detalle del movimiento de las manos. Rebulló en su sitio.
—Creo que Pedro tiene razón, tampoco es para tanto — la animó Toni.
—¿Ves? — Pedro la cogió una mano y la llevó hacia su miembro ‐. Solo unas caricias para que aprecies la suavidad.
Ana negó con la cabeza pero se dejó llevar. Puede que en el fondo lo estuviera deseando. El caso es que permitió que su primo pusiera su mano sobre su miembro. En cuanto sintió su tibieza sus dedos solos se cerraron en torno a la polla y la acariciaron.
—¿Cómo la notas? ¿Es suave? — la preguntó Pedro con más cara que espalda.
—Tienes que tocar la mía también — Toni había seguido con atención la jugada de su primo y repitió sus acciones. Tiró de la otra mano de Ana hasta que la chica estuvo acariciando las dos pollas a la vez. Tuvo que acercarse a ellos y sentarse sobre los pies al borde de la cama.
‐Mira, mira — exclamó Pedro alborozado —. Se está poniendo dura del todo.
Ana le miró fugazmente y se le escapó una risita nerviosa. Sus caricias se hicieron más intensas y pronto estaba pajeando a los dos encantados chicos.
—Así, prima, ¿notas cómo crece?
Ana asintió. Cada poco miraba a uno de sus primos, o a sus pollas más bien. Le gustaba la reacción que les provocaba, sentir la dureza aumentando progresivamente y notar la humedad que brotaba de sus cabezas.
—¿Te gusta mi polla, prima? — la preguntó Toni con una risita.
—Sí, es genial — respondió suspirando.
—Oye, oye, que la mía es mejor — defendió Pedro —. Bueno Ana, ¿cuál tiene más suavidad?
Ana detuvo las pajas y acarició sus longitudes con mimo unas cuantas veces antes de decantarse.
—Creo que es más suave la tuya, Pedro — miró a Toni disculpándose con la mirada.
—¡Toma! — se vanaglorió —. Sigue, prima, que lo hacías muy bien.
Hizo el gesto para agarrar la mano de su prima, pero fue innecesario. Ella misma volvió a asirlos y a reanudar las masturbaciones. Se mordió el labio inferior y su rostro sonrojado estaba precioso.
—Eso está mejor, Anita. ¿Qué sigue ahora? Ah, sí, la temperatura. ¿Cuál está más caliente?
La muchacha los pajeó con más brío antes de decidirse. Se notaba que estaba disfrutando.
—La de Toni parece más caliente — suspiró.
—¡Ganador! — se vanaglorió el chico moviendo las caderas.
Ramón flipaba con la morbosa situación. Se apretó su propia polla sobre el pantalón.
—¿Y cuál está más dura? — siguió Pedro.
Ana no contestó. Masturbaba a los chicos poniendo todo su empeño, con auténtica pasión. Sus manos subían y bajaban por los jóvenes y vigorosos troncos. Al darse cuenta Pedro guiñó un ojo a su primo.
—¡Ana! — levantó la voz —. ¿Quién la tiene más dura?
Su prima le prestó atención y dio un par de apretones a cada polla. Después de calibrar la dureza de cada una emitió su dictamen.
‐La tuya, Pedro, la tuya está más dura — reanudó las pajas.
‐Jajaja, llora, primo. Bueno, ahora solo queda una cosa : el sabor.
Ana le miró a los ojos y pareció algo confundida, aunque cuando Pedro la sujetó la cabeza supo sus intenciones y empezó a negarse.
—No… ummmpfff…
El primo no se cortó en meterla la polla en la boca a la fuerza. La chica no parecía por la labor y le empujó con las dos manos, pero Pedro aguantó sin moverse ni soltarla.
—Oye — escucharon a Lucas que acudía en defensa de su hermana —, si no quiere déjala.
Bastaron esos segundos que tardó el hermano en levantarse y protestar para que la situación cambiara. Ana seguía echándose hacia atrás, pero a continuación volvía adelante engullendo cada vez más trozo de la polla de Pedro. Sus manos se apoyaban en sus caderas para tener mejor apoyo, no para apartarlo. Su lengua jugaba dentro de su boca con el glande cálido y suave. Al verlo, Lucas suspiró y se sentó en la cama de su hermana. Se adivinaba un bulto considerable bajo sus calzoncillos.
Pedro acunó la carita de Ana entre sus manos.
‐Te gusta mi polla, ¿verdad, primita? ‐ esta asintió sin dejar de chupar ‐. Mírame, Anita ¿te gusta mucho? — Ana le miró a los ojos y asintió otra vez —. De verdad que no me lo creo — la dijo estrechando su carita —. La tía más simpática, guapa y que está más buena que conozco nos está haciendo una paja y mamándomela. Me haces el hombre más feliz del planeta, prima.
Ella curvó los labios en una sonrisa lo que pudo y, cuando Toni reclamó su mano, le pajeó sin dejar de chupar. Al poco a Toni le pareció poco y se arrimó más hasta tocar su mejilla con la polla. En cuanto Ana lo sintió le dio un último lametón a Pedro mirándolo lascivamente a los ojos y engulló la polla de su otro primo. Tuvo que abrir mucho la boca, pero puso empeño y enseguida subía y bajaba por su longitud presionando con los labios. Estaba desatada. Seguramente por eso solo hizo unos ruiditos incomprensibles cuando una mano le apretó un pecho sobre la camiseta.
—Dios, prima, eres genial — era Pedro el que la manoseaba sin reparo y el que la obligó a chupársela otra vez. Ana lo hizo con gusto y alternó entre los dos primos, que ahora la magreaban las tetas al unísono. Levantó los brazos cuando Pedro tiró de su camiseta y la desnudó de cintura para arriba.
—¡Qué tetas tienes, primita! Son estupendas.
Siguieron así un rato y Ana cada vez estaba más cachonda. Disfrutar de dos pollas y recibir las atenciones de sus primos en sus tetas y los tirones de pezones que la prodigan la había encendido hasta el punto de abandonar todas sus inhibiciones y entregarse por completo a ellos. Fue por eso por lo que cuando Pedro se lo pidió la muchacha reaccionó al instante.
—Ahora tendrás que juzgar quién folla mejor, prima.
No dudó en tumbarse en la cama y levantar las caderas para quitarse el pantalón. Pedro se situó raudo entre sus piernas abiertas y, en un solo movimiento se enterró en el encharcado coño de su prima.
‐Aaaaaaa… — exclamó Ana ante la invasión. Abrazó a su primo con brazos y piernas y movió las caderas. Enseguida acoplaron el ritmo y follaron salvajemente.
—Joder, Ana, joder, Ana — decía él.
—Fóllame, Pedro, fóllame, Pedro — respondía ella.
Ninguno de ambos se fijó en que Toni se masturbaba lentamente a su lado esperando su turno. Tampoco vieron a Lucas, con la polla fuera por la abertura del calzoncillo solazándose con una soberana paja.
‐¿Qué tal follo, primita?
—Bien, bien, muy bien.
—¿Te gusta?
‐Sí, sí, no pares — jadeó.
Las manos de Ana bajaron hasta el culo de Pedro y lo apretaron haciendo que su polla penetrase más profundamente en su anhelante coño. Una deliciosa sensación, preludio de lo que venía, se extendió desde su centro y creció hasta que no lo pudo soportar.
‐Aaaaaghhhhh… me corro… me corroooooo…
Abrió la boca gritando su placer, gozando de un fortísimo orgasmo prolongado mucho tiempo por la incansable forma en que su primo la follaba. Afortunadamente, la resistencia de este llegó a su límite. Sacó con reticencia la polla de su coño y le bastaron dos meneos para verter su caliente semen sobre el cuerpo de su prima. Uno tras otro fueron cayendo sobre su pubis, su tripa, sus senos y sobre su barbilla. Ana jadeaba feliz viéndolos caer sobre ella. Sentía un ramalazo de placer cada vez que un nuevo chorro salía de la polla de Pedro. Finalmente, éste terminó de correrse y se dejó caer a su lado.
‐El mejor polvo de mi vida, prima. El mejor — sonreía de oreja a oreja —. Eres una diosa follando.
Ella se movió unos centímetros intentando hacer sitio para los cuatro y terminando de normalizar su respiración. Para ella también había sido increíble, si no el mejor estaba cerca. Cuando se fue a acostar no se podía imaginar cómo iba a transcurrir la noche, ni desde luego que iba a follar con su primo. Si ni siquiera le gustaba. Fue en ese momento cuando se fijó en que Toni la sonreía sin dejar de tocarse la polla. Le miró unos segundos.
—Tú abajo — le dijo —. Prefiero controlar yo cómo entra esa cosa en mí.
Y dicho y hecho. Tras recolocarse todo el mundo porque nadie quería salir de la cama y que Ana echara un fugaz vistazo al miembro de su gemelo, se sentaba sobre Toni metiéndose despacito su gran polla. La costó subir y bajar seis o siete veces conseguir acogerla entera.
—Uf, me llena entera, Toni. Dame un momento.
Lentamente se movió adaptándose al tamaño. Mientras, los ojos de Toni se deleitaban recorriendo su magnífico cuerpo. Su preciosa cara, sus estupendos senos, su cintura estrecha y sus redondas caderas. Sus manos acariciaron el culo de su prima, explotaron su redondez hasta que sus dedos se enterraron en su carne y la ayudaron a subir y bajar.
Ana respiraba afanosamente. La polla de Toni la estaba deshaciendo, la colmaba de placer. Emitía un gemido tras otro al ritmo con el que se movía. Al sentir unas manos apoderarse de sus pechos desde atrás, puso las suyas encima y apretó. Estaba tan ahíta de sensaciones que se dejaba llevar solo por el instinto.
‐¿Qué tal es follar con Toni? — la susurró Pedro desde atrás espachurrando sus tetas con fuerza. Ana solo pudo responder con una lánguida sonrisa —. Nunca hubiera imaginado que eras tan puta, prima.
Giró la cabeza para lanzarle una mirada asesina, pero sus labios se encontraron con los de su primo y su lengua invadió su boca. Trocó la indignación por entrega y correspondió ardientemente al beso. Sus lenguas se entrelazaron al tiempo que gemía sin parar.
Esa sí fue la mejor follada de la vida de Ana. Se corrió dos veces antes de que Toni se saliera en el último segundo. Le ayudó con las dos manos a que se descargará por completo. Cuando ya no salía ni una gota más cayó vencida sobre su primo completamente exhausta, respirando cada vez más despacio hasta que sintió acercarse el sueño.
Pero no.
Unas manos la elevaron las caderas y un miembro se metió de un solo golpe en su entumecido coño.
—Pedro, no — musitó Ana casi sin fuerzas —. No puedo más.
—Seguro que sí, prima — le dijo sentándose a su lado y apartándole el pelo de la cara.
Un momento. Si este es Pedro ¿quién me está follando?
Ana volvió la cara y se encontró con su hermano, que la miraba con expresión intensa y decidida al tiempo que se la follaba a lo bestia. Vio perfectamente como levantaba una mano y la descargaba en su culo. ¡Plas!
‐!Zorra!
Ana gimió de placer a pesar del punzante dolor que le provocaban los azotes de su hermano. Desfallecida como estaba, abatida sobre el pecho de Toni, su hermano era el dueño y señor de su trasero, y se lo demostraba con cada empellón, con cada azote. Le encantaba.
Se corrió solo unos segundos antes de sentir las descargas de su hermano en su culo y espalda. Las gotas de su esperma la quemaron gozosamente la piel.
Se deslizó a un lado de Toni y se quedó dormida.
Ramón ya tenía el miembro fuera y se lo acariciaba despacio viendo el video. No se imaginaba que su sobrina pudiera ser así, pero estaba disfrutando más que del mejor porno. El video terminó cuando los chicos se quedaron dormidos y puso el siguiente, el último. Intentaría no correrse y poner todo perdido.
Ana fue la primera que se despertó. Su mente se vio asaltada inmediatamente por las imágenes de lo que hizo la noche anterior. Se ruborizó furiosamente. Estaba en la cama, desnuda y tumbada de lado, unos brazos la rodeaban. Con la poca luz que entraba a través de las cortinas vislumbró en la otra cama a Pedro y a Toni, así que los brazos eran de su gemelo. Qué bruto fue pegándole en el culo. Y cuánto lo gozó.
Se sonrió para sí y lentamente se tocó el cuerpo. Alguien la había limpiado. Seguro que su hermanito. Recordó como el capullo de Pedro la había liado poco a poco. Aprovechando que estaba medio borracha la había calentado hasta que estaba tan cachonda que se dejó follar por los tres. Un error monumental. Una experiencia gloriosa.
Se fijó en las manos de Lucas. Una colgando laxa sobre su pecho y la otra agarrada a su brazo. Le dio un apretoncito cariñoso. Pedro, el instigador de todo, dormía plácidamente boca arriba con un brazo colgando fuera de la cama. Toni respiraba audiblemente dándoles la espalda. Se fijó en que estaban desnudos y, por la blanda calidez que sentía en sus nalgas, su hermano también.
¿Cómo se vengaría de Pedro? Le echaba la culpa de todo. Era el responsable de convertirla temporalmente en una zorra desatada. Incluso la llamó puta. El muy gilipollas. Algo tendría que hacer para hacérselo pagar.
Se levantó sigilosamente apartando con cuidado los brazos de Lucas para no despertarlo. Por un momento miró a su hermano y a sus primos. La vergüenza de su comportamiento se difuminó ante el recuerdo del placer, se vio a sí misma actuando sin normas, sin restricciones. Sin hacer ruido se arrodilló en el suelo junto a la cama que ocupaban sus primos.
Extendió la mano y acarició suavemente el miembro flácido de Pedro. Era muy suave. Deslizó la mano por la piel hasta que agachó la cabeza y lamió la puntita. Su lengua jugueteó con el glande y sonrió al notarlo crecer. Entre la mano y la lengua, despacito, consiguió provocarle una erección sin que su primo se despertara. Se tocó a sí misma y comprobó que estaba lista. Con cuidado se subió a la cama y se sentó sobre la polla de Pedro. La agarró, la apuntó a su agujerito y se dejó caer.
Puso una mano sobre la boca de su primo al ver que se despertaba. Cuando él la vio, moviéndose tranquilamente en su regazo, tomándoselo con calma, sus labios se curvaron bajo los dedos de Ana y sus manos fueron a sus caderas. Ella le sonrió y quitó la mano de su boca poniéndose el índice en los labios pidiéndole silencio.
Ramón frunció el ceño cuando el video terminó repentinamente. Hasta ahí duró la batería de la cámara. Estaba tan duro y excitado que no podía dejar las cosas así. Se subió la cremallera con dificultad y se fue a buscar a su esposa.
—María, cariño.
En cinco minutos la había camelado. La tenía inclinada sobre la mesa de la cocina, riendo y gimiendo mientras su marido se la clavaba violentamente desde atrás.
Ramón rebuscó entre las estanterías, las mesitas, el aparador… ¿Dónde narices la dejé? Apartó algunos libros y siguió sin encontrarla.
—María, cariño — gritó dirigiéndose a la cocina —. ¿Sabes dónde dejé la cámara espía? — Hacía unos meses que sospecharon que la empleada de hogar invitaba a algunos “amigos” a su casa y compró una de las mejores cámaras del mercado para salir de dudas.
—La puse en la habitación de invitados, cielo — le contestó su guapa mujer sin dejar de batir huevos en un bol —. Cada vez que entraba en el salón se le encendía el pilotito rojo y me ponía nerviosa.
—¿Es que tienes algo que ocultar? — la besó en la mejilla y aprovechó para manosearla un poco el trasero. Su mujer se conservaba fenomenal y la encontraba cada día más guapa.
—Quita, sobón — le dijo entre risas —. Por cierto, asegúrate de borrar la memoria de la cámara, creo que me ha pillado alguna vez desnuda.
—Si es así, haré una selección de los mejores momentos y la pasaré a mi móvil para verla a menudo — le dio un último beso y apretón y se marchó riéndose.
Resulta que un amigo de Ramón tuvo un accidente con el coche y estaba de abogados. Aunque él alegaba que fue el otro el que le embistió, como no había testigos el resultado del juicio era dudoso. Se le había ocurrido usar la cámara en el coche acoplándola de alguna manera. Pero antes de nada tenía que cargar la batería, duraba hasta setenta y dos horas de grabación, y borrar la memoria. Claro que primero revisaría el contenido de la tarjeta de memoria; lo que le había dicho a su mujer no había sido del todo en broma.
Se sentó ante el ordenador que tenía en el pequeño despacho al lado de su dormitorio y conectó la cámara con el cable USB. Esperó un par de minutos a que cargara algo y después accedió a la memoria. Había un montón de ficheros de video. La cámara grababa automáticamente al detectar movimiento y, cada vez, almacenaba lo captado en un fichero. Los fue visualizando uno a uno : él entrando al salón y viendo la tele, María y él cenando, ella quitando el polvo… Era un rollo pero cada vez le apetecía más ver si era cierto lo de su mujer desnuda. ¡Bingo! Su mujer, en pelotas salvo una toalla enrollada en la cabeza, entraba, cogía un tubo de crema de la mesita baja que tenía frente a la tele y salía. ¡Qué buena estaba todavía! Repitió el video un par de veces y continuó con los siguientes ficheros.
Encontró otros dos de su mujer desnuda similares al primero. Se rio entre dientes y abrió el penúltimo, uno sorprendentemente grande. Se veía a su sobrina Ana y a su hermano gemelo, Lucas, entrando a la habitación con un bolso de viaje.
Claro, pensó, esto es de cuando la primera comunión de mi sobrino Fede. Se quedaron Ana y Lucas a dormir junto con mi otro sobrino Toni que durmió con Pedro. Ramon iba a cerrar el video, pero una curiosidad desvergonzada le hizo dejarlo. En cambio, conectó los auriculares al ordenador portátil para escuchar también el audio.
Vio cómo Ana cogía un par de prendas de ropa y salía de la habitación mientras Lucas se quedaba en calzoncillos. Recordó que hacía bastante calor aquel día. Enseguida volvió su sobrina y Ramón no pudo menos que pensar en cómo con lo normalito que era su hermano, había tenido una hija tan hermosa. Y no es que su sobrino fuera feo, al contrario, pero Ana era espectacular. Con un pantaloncito corto y ceñido a su estupendo trasero y una camiseta ajustada de tirantes en la que se le marcaban ligeramente los pezones, todo ello rematado por una preciosa carita con ojos azules, la muchacha era un auténtico bombón. Permaneció absorto contemplando la pantalla y escuchando por los auriculares.
—No voy a durar despierta ni dos minutos — decía Ana metiéndose en una de las camas —, creo que he bebido más de la cuenta.
—Jajaja, yo igual, pero me lo he pasado genial — contestó su hermano.
—Apaga antes de acostarte, anda.
Ramón comprendió que aquí acabaría el video, en cuanto se acostaran y se quedaran dormidos, y no es que estuviera desilusionado, bueno, quizá un poquito, pero la suerte le sonrió cuando entraron su hijo y su otro sobrino a la habitación, ambos en calzoncillos y se sentaron en la cama de Lucas apoyando la espalda en la pared. Para que cupieran dos camas habían tenido que pegarlas a las paredes dejando un pasillo en el medio.
Ramón volvió a prestar atención. Le daba un punto de morbo contemplar a su sobrina, ignorante de que estaba siendo grabada. Se arrellanó en el sillón y siguió mirando.
—Mirad lo que tengo — su hijo Pedro enseño una botella de ron añejo —. Podemos seguir la fiesta.
—Pásamela — Toni se la quitó de las manos y dio un trago directamente de la botella —. Toma, Lucas.
Lucas le imitó y se la ofreció a su hermana, que se había incorporado apoyada en el cabecero y se tapaba con la sábana.
—Quita, quita, bastante he bebido ya — negó Ana.
—Venga, prima — insistió Toni —, solo un trago.
—Que no, que me quiero dormir.
—De eso nada — intervino Pedro —. Me lo he pasado tan bien que no tengo sueño. No seas malqueda y dale un traguito, Ana. Solo uno, porfa.
Su hermano le volvió a acercar la botella y Ana resopló.
—Pero solo uno, no es que vaya mal, aunque creo que estoy en el límite — se rio antes de dar un pequeño sorbo.
—Pásala, Ana — le pidió Toni y le dio otro traguito —. Por cierto, ¿habéis visto lo guapa que estaba la tía María? Estaba buenísima con ese vestido que le marcaba el culito.
—Oye, chaval — saltó Pedro —, que es mi madre — le arrebató la botella a Toni y bebió un sorbo. No parecía enfadado con su primo.
—La que estaba buena era Sofía. Cuando crezca un poco va a ser espectacular — apostilló Lucas sentándose junto a sus primos.
—Tío, que solo tiene dieciséis años — respondió Pedro.
—Tampoco es que vosotros tengáis muchos más — se rio Ana —. Solo la sacáis dos años.
—Habló la tercera edad — dijo Toni con guasa —. Que tienes uno más que nosotros.
—Pero en las mujeres es distinto. Yo con diecinueve es como vosotros con veinticinco.
—Eso dependerá de la experiencia, digo yo — respondió Toni —. A ver, ¿cuántos novios has tenido?
—Dos.
—¿Y lo has hecho con los dos?
—Eso no es cosa tuya.
—Jajaja, a ver si ahora eres virgen, prima — se rio.
—Eso sí te puedo decir que no, y no sigas preguntando que no pienso contarte nada más.
—Pues yo tampoco soy virgen, que lo sepas — pasó la botella a Lucas después de darle un traguito —. Y ninguna chica ha tenido quejas, al revés.
—Eres un fantasma — Ana sonrió ante el descaro de Toni y cogió la botella que le pasaba su hermano y bebió sin pensarlo.
—Ahí tiene razón Toni — dijo Pedro —. ¿Te acuerdas de Belinda, la de clase? — le preguntó a su primo y este asintió con una sonrisa —. Que sepas, prima, que se enamoró de Toni, bueno, más que de Toni de su polla — se carcajeó separando las manos unos treinta o cuarenta centímetros acompañado por sus primos.
—Pues tenéis que saber los tres — les dijo Ana demostrando más experiencia de lo que parecía — que el tamaño es importante, pero no es lo único ni mucho menos.
—¿A no? ¿Y qué más importa? — preguntó su hermano con auténtica curiosidad.
—Bueno, tampoco os penséis que yo soy una autoridad mundial, pero la forma es muy importante también, la suavidad, la dureza, la temperatura…
—¿La temperatura? — la interrumpió Pedro.
—Sí, una vez estuve, quiero decir, una amiga estuvo con un chico que la tenía muy fría. Dijo que era como un vampiro — ahora se partieron de risa los cuatro.
Pedro se levantó para pasarle la casi vacía botella de ron.
—El último, prima.
Ana dio un último y remiso traguito y le devolvió la botella algo mareada. No pudo evitar fijarse en el bulto que formaban los calzoncillos de Pedro. La tenía morcillona.
—Pues estaba también muy buena la novia de Manolo.
Lucas cambió de tema y Ana suspiró agradecida. No es que fuera mojigata, pero no le apetecía hablar de esas cosas con sus primos y menos con su gemelo.
—Ya lo creo — dijo Lucas —. Menudas tetazas.
Hablaron entre los tres dando un repaso a todas las mujeres de la celebración. Ana los miraba cada vez más adormilada hasta que escuchó su nombre y prestó atención.
—Que sí, tío — le decía Pedro a su hermano —, que tu hermana era la más guapa — la miró de reojo — y la que tenía mejor cuerpo de todas.
—Oye tú — saltó Ana.
—Lo siento pero es la pura verdad, ¿o no estáis de acuerdo?
—Yo sí — confirmó Toni.
—Yo prefiero no opinar — dijo Lucas.
—Mejor que no habléis de mí, salidos — espetó la chica. Se sentía muy halagada pero no era plan.
—Jajaja, me da un poco de vergüenza reconocerlo — dijo Pedro —, pero me he hecho muchas pajas en tu honor, primita.
—Eres un pervertido — le respondió con más sorna que enfado.
—Yo también — la sorprendió Toni —. Piensa que te desarrollaste muy pronto y cuando nosotros teníamos quince o dieciséis años tu ya tenías cuerpo de mujer. Cada vez que se juntaban nuestras familias me parecías una diosa.
Ana se rio pensando que era una broma, pero al ver que el chico se ruborizaba empezó a creérselo.
—No puedo estar más de acuerdo — convino Pedro —. A mí todavía me lo pareces.
Ramón flipaba en su sillón viendo el video. ¡De qué cosas hablaban los chavales! Qué cara tenían hablando de su mujer. Se removió acomodándose el bulto que empezaba a formarse en sus pantalones.
Pedro se terminó lo poco que quedaba de la botella y la dejó en la mesilla que separaba las dos camas. Se volvió a apoyar en la pared y se bajó los calzoncillos hasta las rodillas.
—¡¿Qué haces, anormal?! — saltó Ana cubriéndose más con la sábana, como si tapándose evitara ver a su primo —. ¿Es que estás borracho?
—Eso seguro, y ofendido también. No puedo permitir que penséis que mi polla no es buena — sin cortarse un pelo se terminó de quitar los calzoncillos y se puso de pie en el pasillo que separaba las dos camas. Completamente desnudo se cogió la polla —. Mírala y dime si no te gusta, prima.
Ana flipaba. No sabía si reír o ponerse a dar gritos. Seguro que la neblina alcohólica ayudó a que no hiciera ni lo uno ni lo otro. Tenía una expresión ofendida, pero sus ojos brillaban viendo cómo su primo movía su polla delante de ella exhibiéndose, luciéndola como si se la quisiera vender. La miró con mucha curiosidad.
—¡Joder, Pedro! Te estás pasando un poco, ¿no? — exclamó Lucas defendiendo débilmente a su hermana.
—¡Eso! — dijo Ana extendiendo el brazo y empujando a su primo de la cadera. Éste giró el cuerpo con el resultado de que la mano de la chica topó con la polla de Pedro —. ¡Ay! — la retiró como si se hubiera quemado.
—Venga, prima, que no pasa nada. Solo hazme un informe — se carcajeó —. Todas esas cosas que dices que importan.
—¡Tú estás tonto!
—Por favor, primita. ¿Qué te cuesta? Si no hace falta ni que la toques.
—No pienso. ¡Y deja de menearla delante de mí! — extendió las dos manos como para protegerse.
—De verdad que si lo haces me estoy quieto, venga prima.
Los movimientos que hacía de un lado para otro exhibiendo la mercancía, ahora parecían más una masturbación. La mano de Pedro subía y bajaba por su longitud. Ana le miraba alucinada viendo cómo el glande aparecía y desaparecía según movía la mano.
—¿Seguro que paras si te lo digo? — preguntó Ana mordiéndose el labio.
—Seguro, jajaja, y ponme buena nota.
—Eres un imbécil, no sé por qué hago esto.
—Venga, Anita. ¿Longitud?
—De longitud está bien. Yo no es que haya visto multitud, pero me parece más grande que la media.
—¡Bieeeeeeen! Sigue, sigue.
—A ver, ceporro, déjala suelta que vea la forma — Ana había asumido lo que tenía que hacer y aparentemente se lo estaba tomando en serio.
Pedro apartó la mano y dejó que su miembro se balanceara. Adelantó ligeramente las caderas. Su prima la miró de frente y luego se inclinó a los lados para disponer de otros ángulos.
—Tiene una forma muy bonita, aunque sin estar completamente dura es difícil saberlo del todo.
—Ya, mucho alcohol, pero ¿te gusta?
Ana iba a contestar cuando Toni apareció de pronto al lado de su primo. Había estado tan absorta con la polla de Pedro que se había olvidado de los demás.
—¡Ostras! — dio un gritito al verlo desnudo y contemplar alucinado su enorme tamaño. Tampoco estaba a tope, pero aun así —. ¿Qué haces?
—Yo también quiero, Ana.
—Uf, vaya par de gilipollas. A ver, está claro que en cuanto a longitud vas más que sobrado y como tampoco la tienes dura del todo no puedo hablar de la forma. ¿Te crece más todavía?
—Un poco — respondió Toni con una sonrisa.
—Tú, ¿no te estarás pajeando en mi cara? — preguntó Ana a Pedro.
—Es a ver si se me pone dura del todo, cuando bebo me cuesta, pero yo creo que enseguida puedo estar en forma.
El muchacho había aprovechado que la atención de Ana se había desviado a su primo para pajearse descaradamente a una par de palmos de su cara. De reojo vio que Toni también se estaba acariciando. Su mirada se había vuelto brillante y oscilaba de uno a otro.
—Bueno, prima. ¿Qué sigue? ¿La suavidad dijiste?
—No te creas ni por un momento que te la voy a tocar — se volvió a subir la sábana hasta la barbilla.
—¿Y cómo si no vas a saber cuál es la más suavecita?
—La de Toni. La suya es más suave — eso provocó la risa de los dos chicos.
—Así no vale, prima. Además, antes ya me la has tocado.
—Eso fue un accidente.
—Buenos, pues accidentéate otra vez.
—Que no, no insistas — Ana se negaba, aunque no dejaba de mirar absorta las pollas de sus primos y sus negativas parecían cada vez menos firmes.
—Es que necesitamos que hagas la prueba — Ana permaneció callada sin perder detalle del movimiento de las manos. Rebulló en su sitio.
—Creo que Pedro tiene razón, tampoco es para tanto — la animó Toni.
—¿Ves? — Pedro la cogió una mano y la llevó hacia su miembro ‐. Solo unas caricias para que aprecies la suavidad.
Ana negó con la cabeza pero se dejó llevar. Puede que en el fondo lo estuviera deseando. El caso es que permitió que su primo pusiera su mano sobre su miembro. En cuanto sintió su tibieza sus dedos solos se cerraron en torno a la polla y la acariciaron.
—¿Cómo la notas? ¿Es suave? — la preguntó Pedro con más cara que espalda.
—Tienes que tocar la mía también — Toni había seguido con atención la jugada de su primo y repitió sus acciones. Tiró de la otra mano de Ana hasta que la chica estuvo acariciando las dos pollas a la vez. Tuvo que acercarse a ellos y sentarse sobre los pies al borde de la cama.
‐Mira, mira — exclamó Pedro alborozado —. Se está poniendo dura del todo.
Ana le miró fugazmente y se le escapó una risita nerviosa. Sus caricias se hicieron más intensas y pronto estaba pajeando a los dos encantados chicos.
—Así, prima, ¿notas cómo crece?
Ana asintió. Cada poco miraba a uno de sus primos, o a sus pollas más bien. Le gustaba la reacción que les provocaba, sentir la dureza aumentando progresivamente y notar la humedad que brotaba de sus cabezas.
—¿Te gusta mi polla, prima? — la preguntó Toni con una risita.
—Sí, es genial — respondió suspirando.
—Oye, oye, que la mía es mejor — defendió Pedro —. Bueno Ana, ¿cuál tiene más suavidad?
Ana detuvo las pajas y acarició sus longitudes con mimo unas cuantas veces antes de decantarse.
—Creo que es más suave la tuya, Pedro — miró a Toni disculpándose con la mirada.
—¡Toma! — se vanaglorió —. Sigue, prima, que lo hacías muy bien.
Hizo el gesto para agarrar la mano de su prima, pero fue innecesario. Ella misma volvió a asirlos y a reanudar las masturbaciones. Se mordió el labio inferior y su rostro sonrojado estaba precioso.
—Eso está mejor, Anita. ¿Qué sigue ahora? Ah, sí, la temperatura. ¿Cuál está más caliente?
La muchacha los pajeó con más brío antes de decidirse. Se notaba que estaba disfrutando.
—La de Toni parece más caliente — suspiró.
—¡Ganador! — se vanaglorió el chico moviendo las caderas.
Ramón flipaba con la morbosa situación. Se apretó su propia polla sobre el pantalón.
—¿Y cuál está más dura? — siguió Pedro.
Ana no contestó. Masturbaba a los chicos poniendo todo su empeño, con auténtica pasión. Sus manos subían y bajaban por los jóvenes y vigorosos troncos. Al darse cuenta Pedro guiñó un ojo a su primo.
—¡Ana! — levantó la voz —. ¿Quién la tiene más dura?
Su prima le prestó atención y dio un par de apretones a cada polla. Después de calibrar la dureza de cada una emitió su dictamen.
‐La tuya, Pedro, la tuya está más dura — reanudó las pajas.
‐Jajaja, llora, primo. Bueno, ahora solo queda una cosa : el sabor.
Ana le miró a los ojos y pareció algo confundida, aunque cuando Pedro la sujetó la cabeza supo sus intenciones y empezó a negarse.
—No… ummmpfff…
El primo no se cortó en meterla la polla en la boca a la fuerza. La chica no parecía por la labor y le empujó con las dos manos, pero Pedro aguantó sin moverse ni soltarla.
—Oye — escucharon a Lucas que acudía en defensa de su hermana —, si no quiere déjala.
Bastaron esos segundos que tardó el hermano en levantarse y protestar para que la situación cambiara. Ana seguía echándose hacia atrás, pero a continuación volvía adelante engullendo cada vez más trozo de la polla de Pedro. Sus manos se apoyaban en sus caderas para tener mejor apoyo, no para apartarlo. Su lengua jugaba dentro de su boca con el glande cálido y suave. Al verlo, Lucas suspiró y se sentó en la cama de su hermana. Se adivinaba un bulto considerable bajo sus calzoncillos.
Pedro acunó la carita de Ana entre sus manos.
‐Te gusta mi polla, ¿verdad, primita? ‐ esta asintió sin dejar de chupar ‐. Mírame, Anita ¿te gusta mucho? — Ana le miró a los ojos y asintió otra vez —. De verdad que no me lo creo — la dijo estrechando su carita —. La tía más simpática, guapa y que está más buena que conozco nos está haciendo una paja y mamándomela. Me haces el hombre más feliz del planeta, prima.
Ella curvó los labios en una sonrisa lo que pudo y, cuando Toni reclamó su mano, le pajeó sin dejar de chupar. Al poco a Toni le pareció poco y se arrimó más hasta tocar su mejilla con la polla. En cuanto Ana lo sintió le dio un último lametón a Pedro mirándolo lascivamente a los ojos y engulló la polla de su otro primo. Tuvo que abrir mucho la boca, pero puso empeño y enseguida subía y bajaba por su longitud presionando con los labios. Estaba desatada. Seguramente por eso solo hizo unos ruiditos incomprensibles cuando una mano le apretó un pecho sobre la camiseta.
—Dios, prima, eres genial — era Pedro el que la manoseaba sin reparo y el que la obligó a chupársela otra vez. Ana lo hizo con gusto y alternó entre los dos primos, que ahora la magreaban las tetas al unísono. Levantó los brazos cuando Pedro tiró de su camiseta y la desnudó de cintura para arriba.
—¡Qué tetas tienes, primita! Son estupendas.
Siguieron así un rato y Ana cada vez estaba más cachonda. Disfrutar de dos pollas y recibir las atenciones de sus primos en sus tetas y los tirones de pezones que la prodigan la había encendido hasta el punto de abandonar todas sus inhibiciones y entregarse por completo a ellos. Fue por eso por lo que cuando Pedro se lo pidió la muchacha reaccionó al instante.
—Ahora tendrás que juzgar quién folla mejor, prima.
No dudó en tumbarse en la cama y levantar las caderas para quitarse el pantalón. Pedro se situó raudo entre sus piernas abiertas y, en un solo movimiento se enterró en el encharcado coño de su prima.
‐Aaaaaaa… — exclamó Ana ante la invasión. Abrazó a su primo con brazos y piernas y movió las caderas. Enseguida acoplaron el ritmo y follaron salvajemente.
—Joder, Ana, joder, Ana — decía él.
—Fóllame, Pedro, fóllame, Pedro — respondía ella.
Ninguno de ambos se fijó en que Toni se masturbaba lentamente a su lado esperando su turno. Tampoco vieron a Lucas, con la polla fuera por la abertura del calzoncillo solazándose con una soberana paja.
‐¿Qué tal follo, primita?
—Bien, bien, muy bien.
—¿Te gusta?
‐Sí, sí, no pares — jadeó.
Las manos de Ana bajaron hasta el culo de Pedro y lo apretaron haciendo que su polla penetrase más profundamente en su anhelante coño. Una deliciosa sensación, preludio de lo que venía, se extendió desde su centro y creció hasta que no lo pudo soportar.
‐Aaaaaghhhhh… me corro… me corroooooo…
Abrió la boca gritando su placer, gozando de un fortísimo orgasmo prolongado mucho tiempo por la incansable forma en que su primo la follaba. Afortunadamente, la resistencia de este llegó a su límite. Sacó con reticencia la polla de su coño y le bastaron dos meneos para verter su caliente semen sobre el cuerpo de su prima. Uno tras otro fueron cayendo sobre su pubis, su tripa, sus senos y sobre su barbilla. Ana jadeaba feliz viéndolos caer sobre ella. Sentía un ramalazo de placer cada vez que un nuevo chorro salía de la polla de Pedro. Finalmente, éste terminó de correrse y se dejó caer a su lado.
‐El mejor polvo de mi vida, prima. El mejor — sonreía de oreja a oreja —. Eres una diosa follando.
Ella se movió unos centímetros intentando hacer sitio para los cuatro y terminando de normalizar su respiración. Para ella también había sido increíble, si no el mejor estaba cerca. Cuando se fue a acostar no se podía imaginar cómo iba a transcurrir la noche, ni desde luego que iba a follar con su primo. Si ni siquiera le gustaba. Fue en ese momento cuando se fijó en que Toni la sonreía sin dejar de tocarse la polla. Le miró unos segundos.
—Tú abajo — le dijo —. Prefiero controlar yo cómo entra esa cosa en mí.
Y dicho y hecho. Tras recolocarse todo el mundo porque nadie quería salir de la cama y que Ana echara un fugaz vistazo al miembro de su gemelo, se sentaba sobre Toni metiéndose despacito su gran polla. La costó subir y bajar seis o siete veces conseguir acogerla entera.
—Uf, me llena entera, Toni. Dame un momento.
Lentamente se movió adaptándose al tamaño. Mientras, los ojos de Toni se deleitaban recorriendo su magnífico cuerpo. Su preciosa cara, sus estupendos senos, su cintura estrecha y sus redondas caderas. Sus manos acariciaron el culo de su prima, explotaron su redondez hasta que sus dedos se enterraron en su carne y la ayudaron a subir y bajar.
Ana respiraba afanosamente. La polla de Toni la estaba deshaciendo, la colmaba de placer. Emitía un gemido tras otro al ritmo con el que se movía. Al sentir unas manos apoderarse de sus pechos desde atrás, puso las suyas encima y apretó. Estaba tan ahíta de sensaciones que se dejaba llevar solo por el instinto.
‐¿Qué tal es follar con Toni? — la susurró Pedro desde atrás espachurrando sus tetas con fuerza. Ana solo pudo responder con una lánguida sonrisa —. Nunca hubiera imaginado que eras tan puta, prima.
Giró la cabeza para lanzarle una mirada asesina, pero sus labios se encontraron con los de su primo y su lengua invadió su boca. Trocó la indignación por entrega y correspondió ardientemente al beso. Sus lenguas se entrelazaron al tiempo que gemía sin parar.
Esa sí fue la mejor follada de la vida de Ana. Se corrió dos veces antes de que Toni se saliera en el último segundo. Le ayudó con las dos manos a que se descargará por completo. Cuando ya no salía ni una gota más cayó vencida sobre su primo completamente exhausta, respirando cada vez más despacio hasta que sintió acercarse el sueño.
Pero no.
Unas manos la elevaron las caderas y un miembro se metió de un solo golpe en su entumecido coño.
—Pedro, no — musitó Ana casi sin fuerzas —. No puedo más.
—Seguro que sí, prima — le dijo sentándose a su lado y apartándole el pelo de la cara.
Un momento. Si este es Pedro ¿quién me está follando?
Ana volvió la cara y se encontró con su hermano, que la miraba con expresión intensa y decidida al tiempo que se la follaba a lo bestia. Vio perfectamente como levantaba una mano y la descargaba en su culo. ¡Plas!
‐!Zorra!
Ana gimió de placer a pesar del punzante dolor que le provocaban los azotes de su hermano. Desfallecida como estaba, abatida sobre el pecho de Toni, su hermano era el dueño y señor de su trasero, y se lo demostraba con cada empellón, con cada azote. Le encantaba.
Se corrió solo unos segundos antes de sentir las descargas de su hermano en su culo y espalda. Las gotas de su esperma la quemaron gozosamente la piel.
Se deslizó a un lado de Toni y se quedó dormida.
Ramón ya tenía el miembro fuera y se lo acariciaba despacio viendo el video. No se imaginaba que su sobrina pudiera ser así, pero estaba disfrutando más que del mejor porno. El video terminó cuando los chicos se quedaron dormidos y puso el siguiente, el último. Intentaría no correrse y poner todo perdido.
Ana fue la primera que se despertó. Su mente se vio asaltada inmediatamente por las imágenes de lo que hizo la noche anterior. Se ruborizó furiosamente. Estaba en la cama, desnuda y tumbada de lado, unos brazos la rodeaban. Con la poca luz que entraba a través de las cortinas vislumbró en la otra cama a Pedro y a Toni, así que los brazos eran de su gemelo. Qué bruto fue pegándole en el culo. Y cuánto lo gozó.
Se sonrió para sí y lentamente se tocó el cuerpo. Alguien la había limpiado. Seguro que su hermanito. Recordó como el capullo de Pedro la había liado poco a poco. Aprovechando que estaba medio borracha la había calentado hasta que estaba tan cachonda que se dejó follar por los tres. Un error monumental. Una experiencia gloriosa.
Se fijó en las manos de Lucas. Una colgando laxa sobre su pecho y la otra agarrada a su brazo. Le dio un apretoncito cariñoso. Pedro, el instigador de todo, dormía plácidamente boca arriba con un brazo colgando fuera de la cama. Toni respiraba audiblemente dándoles la espalda. Se fijó en que estaban desnudos y, por la blanda calidez que sentía en sus nalgas, su hermano también.
¿Cómo se vengaría de Pedro? Le echaba la culpa de todo. Era el responsable de convertirla temporalmente en una zorra desatada. Incluso la llamó puta. El muy gilipollas. Algo tendría que hacer para hacérselo pagar.
Se levantó sigilosamente apartando con cuidado los brazos de Lucas para no despertarlo. Por un momento miró a su hermano y a sus primos. La vergüenza de su comportamiento se difuminó ante el recuerdo del placer, se vio a sí misma actuando sin normas, sin restricciones. Sin hacer ruido se arrodilló en el suelo junto a la cama que ocupaban sus primos.
Extendió la mano y acarició suavemente el miembro flácido de Pedro. Era muy suave. Deslizó la mano por la piel hasta que agachó la cabeza y lamió la puntita. Su lengua jugueteó con el glande y sonrió al notarlo crecer. Entre la mano y la lengua, despacito, consiguió provocarle una erección sin que su primo se despertara. Se tocó a sí misma y comprobó que estaba lista. Con cuidado se subió a la cama y se sentó sobre la polla de Pedro. La agarró, la apuntó a su agujerito y se dejó caer.
Puso una mano sobre la boca de su primo al ver que se despertaba. Cuando él la vio, moviéndose tranquilamente en su regazo, tomándoselo con calma, sus labios se curvaron bajo los dedos de Ana y sus manos fueron a sus caderas. Ella le sonrió y quitó la mano de su boca poniéndose el índice en los labios pidiéndole silencio.
Ramón frunció el ceño cuando el video terminó repentinamente. Hasta ahí duró la batería de la cámara. Estaba tan duro y excitado que no podía dejar las cosas así. Se subió la cremallera con dificultad y se fue a buscar a su esposa.
—María, cariño.
En cinco minutos la había camelado. La tenía inclinada sobre la mesa de la cocina, riendo y gimiendo mientras su marido se la clavaba violentamente desde atrás.