Sorprendí a mi Hijastra con su Novio - Capítulo 001
Eran mediados de junio, un martes o miércoles cualquiera en el que estando en la oficina a media mañana el jaleo que había no me dejaba concentrarme, por lo que decidí irme a casa a seguir preparando los informes que tenía que mandar al día siguiente. Así que recogí mis cosas y en 10 minutos ya estaba entrando por la puerta del portal de casa. Lo hago a menudo cuando necesito concentrarme, ya que esos 10 minutos de trayecto me sirven para despejarme, y en casa, no hay nadie que me moleste pues mi mujer está trabajando y mi hijastra está en el instituto.
Al llegar a la puerta de casa, me extrañó que la llave no estuviera echada, y para mis adentros refunfuñé, sin saber quién había sido la responsable, por no haber cerrado correctamente la puerta. No fui justo, porque al pasar a casa y nada más dejar las cosas, escuche ruido que venía de la zona de dormitorios, así que alguna de las dos estaba en casa. Me dirigí a los dormitorios, pasando primero por el nuestro, donde no encontré a nadie. A continuación me dirigí al de mi hijastra, gire por el pasillo a la derecha que enlaza con el pasillo principal, y nada más girar me encontré de bruces con el espectáculo. La puerta del cuarto estaba abierta, así que nada más enfilar el pasillo, veo al fondo a mi hijastra de rodillas, de espaldas a la puerta, y a su noviete enfrente de ella. La primera imagen fue un flash, muy rápido, pero no necesité ni medio segundo, ni mirar a la cara del noviete de la nena que estaba con los ojos en blanco y agarrandola del cuello, para saber que Sofia le estaba haciendo una mamada.
Di tres pasos rápidos y me planté en la habitación. El momento fue de total desconcierto. No pensé, solo me planté allí. No se si entre diciendo algo o gritando, no soy consciente. El chaval fue el primero que me vio venir y su reacción, también automática, fue sacarla de la boca a Sofía y dejarse caer sentado encima de la cama, tapándose sus partes con las dos manos. La más desconcertada era Sofía, que no sabía que estaba pasando por estar de espaldas. Cuando se giró y me vió, se puso a llorar con una inmediatez que no entiendo como el cuerpo es capaz de generar las lágrimas que le caían por la mejilla en nada de tiempo. Su cara estaba completamente desencajada, llorando, mientras con una mano cubría sus pechos y con la otra su sexo. Poco tenía que ocultar que no hubiera visto ya, pues sus pechos los había visto innumerables veces cuando hace topless en la playa, y su sexo, no es que lo hubiese visto, pero con los tangas que se pone y con los que alguna vez me la he cruzado por el pasillo, tampoco habia mucho que imaginar.
Sofía tiene ahora 18 años, y la verdad es que físicamente está espectacular: 1,65 de altura, rubia de ojos miel, y un cuerpo perfecto que solo algunas afortunadas pueden lucir. Más de una vez se me ha pasado por la cabeza, para mi propia sorpresa, como con semejante bombón en casa nunca he tenido ninguna clase de atracción sexual hacia ella, cosa que sí me ha pasado con alguna de sus amigas. Supongo que aunque solo es mi hija putativa, al conocerla desde tan pequeña había desarrollado algún tipo de sentimiento paternal que te impide tener deseos con tus hijas. Hasta ahora.
- ¡Que vergüenza que nos hayas pillado así! - decía entre sollozos.
- ¡Por Favor!¡Por favor!¡no se lo cuentes a mama! - repetía mientras seguía llorando y se acercaba a mi.
Finalmente me alcanzó y me agarró en un abrazo, apoyando su cara contra mi pecho, empapándome con sus lágrimas. Más que un abrazo, era una súplica, un intento inconsciente de retenerme para que no fuese a contárselo a su madre. Hasta ahora, creo que yo no había dicho aún dos palabras, pero le devolví el abrazo y comencé a calmarla.
- No te preocupes Sofía, que a mamá no le voy a contar nada… pero joe, no se que decir, en menuda situación nos has puesto.
Mientras, acariciaba su espalda, de arriba abajo, hasta llegar por debajo de su cintura. Estuvimos un rato así, hasta que Sofía comenzó a calmarse. Y yo a excitarme. No sé el motivo, quizás la situación, el roce de su piel suave… No sé, pero empecé a sentirme excitado, y sintiendo como mi pene empezaba a erguirse hasta donde le permitía el pantalón. Sofía se percató de lo que me estaba pasando, se separó un poco de mí, y me miró a la cara, preguntándome con la mirada que qué estaba pasando.
- Lo que está pasando aquí, será nuestro secreto y esta me la debes. - Le medio susurre.
Tampoco sé porque hice lo que ocurrió a continuación, pero estando yo como flotando, sin ser consciente plenamente de la realidad, le pase la mano por la nuca y la dirigí hacia el panolis de su noviete. Este seguía sentado en la cama, sin haber dicho una palabra y aún cubriéndose su pene como con las dos manos. No entiendo como el imbécil aún podía seguir empalmado. Y tampoco porque yo actué de esta manera, pero una vez que estuvimos enfrente de él, presionado la nuca de Sofía, le hice arrodillarse delante de él, y dirigí su cara contra la polla del chaval. Le pedí que siguiera con lo que estaba haciendo cuando los sorprendí y Sofía obedeció, comenzando a mamarsela lentamente, al ritmo que yo le marcaba con mi mano. Al momento la dejé que siguiera sola, y me arrodille detrás de ella. La acariciaba desde atrás, suavemente, acariciando sus pechos, sintiendo como sus pezones se endurecían, recorriendo su figura mientras ella seguía mamando. Baje mi mano hasta su sexo, abriendo sus labios lentamente y empezando a masajear su clitoris, lentamente, sintiendo como se empapaba y se estremecía. Jugando con la velocidad y la presión, haciendo que durase, sin que se corriese.
Pasados unos minutos, paré de masturbarla y me incorporé. Me desabroche el pantalón y saqué mi polla que estaba a punto de explotar solo por la excitación que tenía. Volví a coger la nuca de Sofía para volver a dirigirla a mi voluntad y le hice dejar de chupársela al panoli de su novio. Hice que se incorporará a mi lado y la besé. Ella no rehusó, y comenzó a darme su lengua de manera algo torpe, pero poco a poco fuimos haciéndonos con el juego de lengua y comiéndonos lascivamente la boca.
Con semejante calentón, me habría follado a Sofía de la manera más sucia que me pudiera imaginar, pero no se si por cierto remordimiento, hice algo que nunca pensé que pudiera haber hecho en mi vida. Con la mano que me quedaba libre, agarre de los pelos al chaval, y tiré de él hasta bajarlo de la cama y ponerlo de rodillas entre Sofía y yo. Le puse mi polla en sus labios, y aunque con alguna reticencia inicial, finalmente abrió la boca y empezó a hacerme una felación.
Previamente, había tenido alguna experiencia en trios con dos mujeres, y desde luego muchas fantasías, pero nunca se me habría pasado tener nada con otro tío. Y ahí estábamos los tres, yo morreandose con mi hijastra, y follandome la boca de su novio. Sofía lo miraba, y no daba crédito, pero estaba tan excitada que todo le daba igual. Seguiamos comiendonos la boca, mientras que con una mano recorria su cuerpo y frotaba su sexo, y con la otra, agarrando por los pelos al chaval, controlaba la mamada que me estaba haciendo. No tardé mucho en correrme así, momento en el que tiré de la cabeza del chaval hasta sentir que mi glande tocaba su garganta y corriéndome como un energúmeno. Una corrida bestial en su garganta, que le provocaba arcadas y le impedía respirar. Finalmente el chaval se zafó como pudo de mi, y de rodillas, agachado y apoyándose sobre sus antebrazos, comenzó finalmente a respirar y a recuperarse. Me sorprendí a mí mismo de cómo había tomado el control del chaval, que en realidad, si se lo hubiera propuesto quizás podría haberme noqueado, ya que era un tío atlético, con sus 185 cm de estatura y la fuerza de los 18 años.
Sofía lo miraba con cara de estar alucinada con lo que estaba pasando. En un cruce de miradas con ella, me dedicó una sonrisa cómplice y picarona. Volví a coger de los pelos al chaval, y le pedí a Sofía que se tumbase en la cama y que se abriese de piernas. Obedeció y se quedó mirándome fijamente a los ojos, esperando a ver qué era lo siguiente que iba a ocurrir.
Llevé la cabeza del chico a la entrepierna de Sofía, y la froté la cara contra su sexo hasta que comprendió que era lo que se esperaba de él. Sofía, encantada, abrió su piernas todo lo que pudo, y su cara de disfrute era digna de enmarcar. Como se mordía el labio, con sus manos agarrando la cabeza del chico y dirigiendolo ella. Me pareció que esto no lo había experimentado antes y tengo la impresión de que hasta ahora, ella había sido su juguete sexual. Ahora las tornas habían cambiado, ella lo manejaba a su antojo, estremeciéndose, y disfrutando de verdad. Ahora él era su juguete. En esto que Sofía alcanzó rápidamente su primer orgasmo. Las piernas le temblaban mientras echaba su cabeza atrás y tiraba con fuerza de la cabeza de su novio contra su sexo, apretando la cabeza con sus muslos, como buscando eternizar ese instante. Yo la ayudaba, empujando la cabeza del chaval y obligándole a seguir comiendeselo. Sin llegar a parar, Sofía se recompuso de ese primer orgasmo, y se relajó durante unos minutos mientras el chaval seguía haciendo su trabajo. Poco a poco, el grado de excitación volvió a subir, tanto por parte de Sofía como por el mio. Sofía volvía a gemir, retorcerse y estremecerse de placer, y yo volvía a tener una erección considerable. No quise privar a Sofía de lo que estaba gozando, así que me sitúe por detrás del chaval, y le separé los glúteos dejando visible su ano. Sin ninguna clase de preparación ni dilatación, intente penetrarle, pero no hubo manera de que entrara. El chaval no parecía dispuesto, y quería dejar de trabajarse a Sofía para discutir mis intenciones. Pero Sofía no estaba dispuesta a que la dejase a medias y cruzó sus piernas sobre su cuello, atrapando su cabeza, quedando atrapado con su cabeza entre las piernas de Sofía y su culo amenazado por mi polla. Dudo que en ese momento él estuviese utilizando su lengua con el sexo de Sofía, pero aún así, Sofía si que estaba disfrutando de la situación. Sentirlo dominado la excitaba. Me miraba con una cara de placer y morbo que nunca podría haber imaginado en ella.
El chaval se fue relajando poco a poco y asumiendo lo que tocaba, y con un poco de saliva y el sudor que nos impregnaba, conseguí penetrarle. No me caía bien, así que no tuve muchos miramientos en las embestidas que le daba. Por momentos se estremecía de dolor y gimoteaba, lo que ponía a Sofía más cachonda todavía. A mi, ver la cara de Sofía me ponía aún más. Retroalimentabamos nuestra excitación sin llegar a tocarnos, solo con la mirada y con nuestro juguete compartido. Estuve un rato follandole el culo, hasta que tuve un nuevo orgasmo. Descargué en su interior, y tras algún minuto que tardé en recomponerme, me levanté para irme al baño. Por mi parte ya había terminado.
Al salir del baño, me asomé a la habitación y parecía que la acción ya había terminado. Sofía estaba tumbada, relajada, y su chico derrotado, abrazado a ella a la altura de la cintura mientras ella jugaba con sus dedos entre su pelo. Con lo vivido un rato antes, y con esa estampa, supe que Sofía iba a disfrutar de ese chico de verdad.
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Eran mediados de junio, un martes o miércoles cualquiera en el que estando en la oficina a media mañana el jaleo que había no me dejaba concentrarme, por lo que decidí irme a casa a seguir preparando los informes que tenía que mandar al día siguiente. Así que recogí mis cosas y en 10 minutos ya estaba entrando por la puerta del portal de casa. Lo hago a menudo cuando necesito concentrarme, ya que esos 10 minutos de trayecto me sirven para despejarme, y en casa, no hay nadie que me moleste pues mi mujer está trabajando y mi hijastra está en el instituto.
Al llegar a la puerta de casa, me extrañó que la llave no estuviera echada, y para mis adentros refunfuñé, sin saber quién había sido la responsable, por no haber cerrado correctamente la puerta. No fui justo, porque al pasar a casa y nada más dejar las cosas, escuche ruido que venía de la zona de dormitorios, así que alguna de las dos estaba en casa. Me dirigí a los dormitorios, pasando primero por el nuestro, donde no encontré a nadie. A continuación me dirigí al de mi hijastra, gire por el pasillo a la derecha que enlaza con el pasillo principal, y nada más girar me encontré de bruces con el espectáculo. La puerta del cuarto estaba abierta, así que nada más enfilar el pasillo, veo al fondo a mi hijastra de rodillas, de espaldas a la puerta, y a su noviete enfrente de ella. La primera imagen fue un flash, muy rápido, pero no necesité ni medio segundo, ni mirar a la cara del noviete de la nena que estaba con los ojos en blanco y agarrandola del cuello, para saber que Sofia le estaba haciendo una mamada.
Di tres pasos rápidos y me planté en la habitación. El momento fue de total desconcierto. No pensé, solo me planté allí. No se si entre diciendo algo o gritando, no soy consciente. El chaval fue el primero que me vio venir y su reacción, también automática, fue sacarla de la boca a Sofía y dejarse caer sentado encima de la cama, tapándose sus partes con las dos manos. La más desconcertada era Sofía, que no sabía que estaba pasando por estar de espaldas. Cuando se giró y me vió, se puso a llorar con una inmediatez que no entiendo como el cuerpo es capaz de generar las lágrimas que le caían por la mejilla en nada de tiempo. Su cara estaba completamente desencajada, llorando, mientras con una mano cubría sus pechos y con la otra su sexo. Poco tenía que ocultar que no hubiera visto ya, pues sus pechos los había visto innumerables veces cuando hace topless en la playa, y su sexo, no es que lo hubiese visto, pero con los tangas que se pone y con los que alguna vez me la he cruzado por el pasillo, tampoco habia mucho que imaginar.
Sofía tiene ahora 18 años, y la verdad es que físicamente está espectacular: 1,65 de altura, rubia de ojos miel, y un cuerpo perfecto que solo algunas afortunadas pueden lucir. Más de una vez se me ha pasado por la cabeza, para mi propia sorpresa, como con semejante bombón en casa nunca he tenido ninguna clase de atracción sexual hacia ella, cosa que sí me ha pasado con alguna de sus amigas. Supongo que aunque solo es mi hija putativa, al conocerla desde tan pequeña había desarrollado algún tipo de sentimiento paternal que te impide tener deseos con tus hijas. Hasta ahora.
- ¡Que vergüenza que nos hayas pillado así! - decía entre sollozos.
- ¡Por Favor!¡Por favor!¡no se lo cuentes a mama! - repetía mientras seguía llorando y se acercaba a mi.
Finalmente me alcanzó y me agarró en un abrazo, apoyando su cara contra mi pecho, empapándome con sus lágrimas. Más que un abrazo, era una súplica, un intento inconsciente de retenerme para que no fuese a contárselo a su madre. Hasta ahora, creo que yo no había dicho aún dos palabras, pero le devolví el abrazo y comencé a calmarla.
- No te preocupes Sofía, que a mamá no le voy a contar nada… pero joe, no se que decir, en menuda situación nos has puesto.
Mientras, acariciaba su espalda, de arriba abajo, hasta llegar por debajo de su cintura. Estuvimos un rato así, hasta que Sofía comenzó a calmarse. Y yo a excitarme. No sé el motivo, quizás la situación, el roce de su piel suave… No sé, pero empecé a sentirme excitado, y sintiendo como mi pene empezaba a erguirse hasta donde le permitía el pantalón. Sofía se percató de lo que me estaba pasando, se separó un poco de mí, y me miró a la cara, preguntándome con la mirada que qué estaba pasando.
- Lo que está pasando aquí, será nuestro secreto y esta me la debes. - Le medio susurre.
Tampoco sé porque hice lo que ocurrió a continuación, pero estando yo como flotando, sin ser consciente plenamente de la realidad, le pase la mano por la nuca y la dirigí hacia el panolis de su noviete. Este seguía sentado en la cama, sin haber dicho una palabra y aún cubriéndose su pene como con las dos manos. No entiendo como el imbécil aún podía seguir empalmado. Y tampoco porque yo actué de esta manera, pero una vez que estuvimos enfrente de él, presionado la nuca de Sofía, le hice arrodillarse delante de él, y dirigí su cara contra la polla del chaval. Le pedí que siguiera con lo que estaba haciendo cuando los sorprendí y Sofía obedeció, comenzando a mamarsela lentamente, al ritmo que yo le marcaba con mi mano. Al momento la dejé que siguiera sola, y me arrodille detrás de ella. La acariciaba desde atrás, suavemente, acariciando sus pechos, sintiendo como sus pezones se endurecían, recorriendo su figura mientras ella seguía mamando. Baje mi mano hasta su sexo, abriendo sus labios lentamente y empezando a masajear su clitoris, lentamente, sintiendo como se empapaba y se estremecía. Jugando con la velocidad y la presión, haciendo que durase, sin que se corriese.
Pasados unos minutos, paré de masturbarla y me incorporé. Me desabroche el pantalón y saqué mi polla que estaba a punto de explotar solo por la excitación que tenía. Volví a coger la nuca de Sofía para volver a dirigirla a mi voluntad y le hice dejar de chupársela al panoli de su novio. Hice que se incorporará a mi lado y la besé. Ella no rehusó, y comenzó a darme su lengua de manera algo torpe, pero poco a poco fuimos haciéndonos con el juego de lengua y comiéndonos lascivamente la boca.
Con semejante calentón, me habría follado a Sofía de la manera más sucia que me pudiera imaginar, pero no se si por cierto remordimiento, hice algo que nunca pensé que pudiera haber hecho en mi vida. Con la mano que me quedaba libre, agarre de los pelos al chaval, y tiré de él hasta bajarlo de la cama y ponerlo de rodillas entre Sofía y yo. Le puse mi polla en sus labios, y aunque con alguna reticencia inicial, finalmente abrió la boca y empezó a hacerme una felación.
Previamente, había tenido alguna experiencia en trios con dos mujeres, y desde luego muchas fantasías, pero nunca se me habría pasado tener nada con otro tío. Y ahí estábamos los tres, yo morreandose con mi hijastra, y follandome la boca de su novio. Sofía lo miraba, y no daba crédito, pero estaba tan excitada que todo le daba igual. Seguiamos comiendonos la boca, mientras que con una mano recorria su cuerpo y frotaba su sexo, y con la otra, agarrando por los pelos al chaval, controlaba la mamada que me estaba haciendo. No tardé mucho en correrme así, momento en el que tiré de la cabeza del chaval hasta sentir que mi glande tocaba su garganta y corriéndome como un energúmeno. Una corrida bestial en su garganta, que le provocaba arcadas y le impedía respirar. Finalmente el chaval se zafó como pudo de mi, y de rodillas, agachado y apoyándose sobre sus antebrazos, comenzó finalmente a respirar y a recuperarse. Me sorprendí a mí mismo de cómo había tomado el control del chaval, que en realidad, si se lo hubiera propuesto quizás podría haberme noqueado, ya que era un tío atlético, con sus 185 cm de estatura y la fuerza de los 18 años.
Sofía lo miraba con cara de estar alucinada con lo que estaba pasando. En un cruce de miradas con ella, me dedicó una sonrisa cómplice y picarona. Volví a coger de los pelos al chaval, y le pedí a Sofía que se tumbase en la cama y que se abriese de piernas. Obedeció y se quedó mirándome fijamente a los ojos, esperando a ver qué era lo siguiente que iba a ocurrir.
Llevé la cabeza del chico a la entrepierna de Sofía, y la froté la cara contra su sexo hasta que comprendió que era lo que se esperaba de él. Sofía, encantada, abrió su piernas todo lo que pudo, y su cara de disfrute era digna de enmarcar. Como se mordía el labio, con sus manos agarrando la cabeza del chico y dirigiendolo ella. Me pareció que esto no lo había experimentado antes y tengo la impresión de que hasta ahora, ella había sido su juguete sexual. Ahora las tornas habían cambiado, ella lo manejaba a su antojo, estremeciéndose, y disfrutando de verdad. Ahora él era su juguete. En esto que Sofía alcanzó rápidamente su primer orgasmo. Las piernas le temblaban mientras echaba su cabeza atrás y tiraba con fuerza de la cabeza de su novio contra su sexo, apretando la cabeza con sus muslos, como buscando eternizar ese instante. Yo la ayudaba, empujando la cabeza del chaval y obligándole a seguir comiendeselo. Sin llegar a parar, Sofía se recompuso de ese primer orgasmo, y se relajó durante unos minutos mientras el chaval seguía haciendo su trabajo. Poco a poco, el grado de excitación volvió a subir, tanto por parte de Sofía como por el mio. Sofía volvía a gemir, retorcerse y estremecerse de placer, y yo volvía a tener una erección considerable. No quise privar a Sofía de lo que estaba gozando, así que me sitúe por detrás del chaval, y le separé los glúteos dejando visible su ano. Sin ninguna clase de preparación ni dilatación, intente penetrarle, pero no hubo manera de que entrara. El chaval no parecía dispuesto, y quería dejar de trabajarse a Sofía para discutir mis intenciones. Pero Sofía no estaba dispuesta a que la dejase a medias y cruzó sus piernas sobre su cuello, atrapando su cabeza, quedando atrapado con su cabeza entre las piernas de Sofía y su culo amenazado por mi polla. Dudo que en ese momento él estuviese utilizando su lengua con el sexo de Sofía, pero aún así, Sofía si que estaba disfrutando de la situación. Sentirlo dominado la excitaba. Me miraba con una cara de placer y morbo que nunca podría haber imaginado en ella.
El chaval se fue relajando poco a poco y asumiendo lo que tocaba, y con un poco de saliva y el sudor que nos impregnaba, conseguí penetrarle. No me caía bien, así que no tuve muchos miramientos en las embestidas que le daba. Por momentos se estremecía de dolor y gimoteaba, lo que ponía a Sofía más cachonda todavía. A mi, ver la cara de Sofía me ponía aún más. Retroalimentabamos nuestra excitación sin llegar a tocarnos, solo con la mirada y con nuestro juguete compartido. Estuve un rato follandole el culo, hasta que tuve un nuevo orgasmo. Descargué en su interior, y tras algún minuto que tardé en recomponerme, me levanté para irme al baño. Por mi parte ya había terminado.
Al salir del baño, me asomé a la habitación y parecía que la acción ya había terminado. Sofía estaba tumbada, relajada, y su chico derrotado, abrazado a ella a la altura de la cintura mientras ella jugaba con sus dedos entre su pelo. Con lo vivido un rato antes, y con esa estampa, supe que Sofía iba a disfrutar de ese chico de verdad.
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