mikelo
Veterano
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Te he vuelto a ver.
Apoyada en la vieja acacia o quizás sea ella quien necesite de tu compañía.
El rímel trazando esbozos de hastío por tus mejillas.
Tus cabellos otrora de rebeldía, ahora marchitos por tantos míseros tientes.
El bolso, descolgado, abierto cual garganta que grita ¡Basta!
Me detengo.
Miras sin ver, sin conocer. La mirada perdida.
Tus labios, otrora de rosas y frescuras, quemados por el eterno cigarrillo.
Intentas engañar al tiempo con una sonrisa, un mueca amarilla.
-Hola preciosa…
-¿Yo? ¡Buah! Que corra el aire…
-¿No me recuerdas?
-Joder tío, que no caigo ahora mismo. Es que estoy un poco jodía. ¿Qué hora es?
-Apenas amanece. ¿Desayunaste, quieres un café? Te invito…
-Oye, ¿De qué vas, qué quieres? ¿No estarás intentando ligar conmigo? ¡La ostia!
No, no es eso. Verás…
-Anda, se bueno con la nena, súbete conmigo. Te la chupo por diez euracos.
-No, no es eso…
-¡Yaaaa pillín! Ya te calé: Tú quieres follar… Mira, me has caído bien, te lo dejo en quince.
-Que no, que no es eso...
-¿Qué coño te pasa? ¿No te mola este culito? Para ti, para que me encules por cinco más.
-Que no, que no es eso…
-Entonces ¡Qué mierda quieres! Vete a tomar por el culo, tío raro. Humo, que me espantas la clientela…
-¡Te quiero, a ti, compañerita del alma!
-¡Coooño, si eres tú…! Cabronazo, cuánto tiempo esperándote. Joder, joder ¿Qué nos ha pasado?
-Que te vienes conmigo, ahorita mismo, a un lugar nuevo, los dos solos.
El eco de las pisadas se confunde con el trajín del nuevo día.
Sujetándonos, caminamos entre sollozos y arrullos de historias pasadas y de futuro.
La vieja acacia queda sola, y triste.
Dedicado a todas las tristes putas del mundo, con todo cariño, para esas formidables mujeres.
Apoyada en la vieja acacia o quizás sea ella quien necesite de tu compañía.
El rímel trazando esbozos de hastío por tus mejillas.
Tus cabellos otrora de rebeldía, ahora marchitos por tantos míseros tientes.
El bolso, descolgado, abierto cual garganta que grita ¡Basta!
Me detengo.
Miras sin ver, sin conocer. La mirada perdida.
Tus labios, otrora de rosas y frescuras, quemados por el eterno cigarrillo.
Intentas engañar al tiempo con una sonrisa, un mueca amarilla.
-Hola preciosa…
-¿Yo? ¡Buah! Que corra el aire…
-¿No me recuerdas?
-Joder tío, que no caigo ahora mismo. Es que estoy un poco jodía. ¿Qué hora es?
-Apenas amanece. ¿Desayunaste, quieres un café? Te invito…
-Oye, ¿De qué vas, qué quieres? ¿No estarás intentando ligar conmigo? ¡La ostia!
No, no es eso. Verás…
-Anda, se bueno con la nena, súbete conmigo. Te la chupo por diez euracos.
-No, no es eso…
-¡Yaaaa pillín! Ya te calé: Tú quieres follar… Mira, me has caído bien, te lo dejo en quince.
-Que no, que no es eso...
-¿Qué coño te pasa? ¿No te mola este culito? Para ti, para que me encules por cinco más.
-Que no, que no es eso…
-Entonces ¡Qué mierda quieres! Vete a tomar por el culo, tío raro. Humo, que me espantas la clientela…
-¡Te quiero, a ti, compañerita del alma!
-¡Coooño, si eres tú…! Cabronazo, cuánto tiempo esperándote. Joder, joder ¿Qué nos ha pasado?
-Que te vienes conmigo, ahorita mismo, a un lugar nuevo, los dos solos.
El eco de las pisadas se confunde con el trajín del nuevo día.
Sujetándonos, caminamos entre sollozos y arrullos de historias pasadas y de futuro.
La vieja acacia queda sola, y triste.
Dedicado a todas las tristes putas del mundo, con todo cariño, para esas formidables mujeres.