MARORI69
Pajillero
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Habían pasado casi los diez días y solo había conseguido reunir poco más de la mitad del dinero que debía. Intente hacer que Alba se fuera de la ciudad, pero Ernesto nos tenía vigilados día y noche. Mi mujer y yo, apenas hablábamos, la culpa me comía por dentro, y ella aún se estaba recuperando de la brutal sesión del equipo de mi prestamista. Y llegó el temido día. No queríamos enfadar a Ernesto, así que nos dirigimos al casino nosotros, con el dinero recaudado, que eran casi 20000 €, solo faltaban 5000 para saldar la deuda, y confiaba en que me darían un poco de plazo para conseguirlo, pero que equivocado estaba.
Observe en silencio como Alba, a la orden de Ernesto, comenzó a desnudarse lenta e insinuantemente, mordiéndose el labio inferior, hasta quedar solo con el fino tanga negro, que la parte trasera era una tira de pequeñas perlas de imitación que se perdían entre sus nalgas y labios. En ese momento, aparecieron en la sala también los dos hermanos colombianos, acompañados de un hombre de mediana edad, rechoncho y sudado, bastante nauseabundo, y Esther, la jefa de la sala. Esther era una cubana, morena, de unos 30 años, no muy alta, con un generoso busto, que solía lucir con grandes escotes, y un culo tremendo, y siempre acompañaba a Ernesto a todos los eventos públicos de la ciudad. Ernesto, ordeno a Alba arrodillarse y bajarle el pantalón, lo cual hizo sin dudar, y al tener su falo delante, sin nadie mandarle, lo tomo con las manos y lo llevo a la boca. Comenzó a hacerle una mamada lentamente, y el miembro terminó de crecer por completo. Ernesto, menos rudo que la anterior vez, tomo la cabeza de Alba, con las manos a ambos lados, y acompasó su ritmo, metiendo y sacando la polla de la boca de mi mujer, que se afanaba en tragar y succionar el mismo.
Qué buena eres cabrona! Que mamada! Vas a hacer que me corra antes de tiempo, uuummmm, que bien. Vamos al sillón!
Alba, se levanto, y de la mano de Ernesto, fue al sillón indicado. Se sentó, acomodando las piernas muy abiertas, en los reposabrazos del mismo, dejando su vagina, abierta, expuesta, y dispuesta. Ernesto se arrodillo entre sus piernas y comenzó a lamerle el clítoris. Alba se aferro a su cabeza con fuerza mientras jadeaba
Dios!!! Siii! Que rico!!! Sigue! Sigue!! Follame Ernesto! Hazme tuya otra vez por favor!!
Ernesto, tomo su polla con la mano y la dirigió a la entrada de Alba, que la tomo sin esfuerzo. Este empezó a bombear, lento al principio, y aumentado el ritmo a cada embestida, mientras Alba se retorcía de placer
Unos instantes después, Ernesto salió de dentro de Alba, aun empalmado, y se situó de manera que Alba pudiera recoger con su boca los restos de semen que aun brotaban de él, entregándose ella como al principio, a una mamada de lujo, como jamás a mí me había hecho. Cuando Ernesto se dio por satisfecho, se retiró. Se dirigió a mi
Estaba flipando con lo que veía, cuando Ernesto dijo, dirigiéndose a Alba:
Una última cosa, gírate y agáchate.
Alba obedeció dejando su precioso culo en pompa. Hugo, se acercó, traia en la mano un hierro candente, como los de las películas cuando marcan el ganado, y sin titubear, lo apalsto contra la nalga derecha de Alba, arrancándole un terrible grito de dolor. Ernesto se acerco a ella, le tomó la cara con una mano y acaricio su pelo y mejilla con la otra, mientras la consolaba diciendo:
El mulato me arranco la ropa con la ayuda de una navaja, dejándome totalmente desnudo. Bajaron las cadenas obligándome a ponerme de rodillas e inmovilizándome asi en el suelo. El gordo, me introdujo en la boca un aparato como los que usan los dentistas y me la dejo completamente abierta, después se bajo los pantalones, y me metió su nauseabunda polla en la boca. Olía a sudor y orín, era repúgnate, pero nada podía hacer por zafarme. Estuvo follandome la boca un buen rato, hasta que por fin entre jadeos y gruñidos, hundió aquel asqueroso miembro hasta sus peludos huevos en mi boca y sentí los borbotones de su corrida deslizarse por mi garganta. Me estaba muriendo del asco, y tenía ganas de vomitar, pero el miembro del asqueroso gordo, me impedía hacerlo y me contuve las arcadas como pude. Mientras se retiraba satisfecho y riendo, los dos colombianos me aplastaron la cara contra el suelo, y sentí algo húmedo y viscoso en mi culo. Intenté gritar que no, pero el aparto bucal me lo impedía. Una gran presión en mi esfínter, hizo que poco a poco se dilatara y un gran dolor y ardor en mis entrañas lo siguió. El hijo de puta de Hugo, con enorme polla, me estaba rompiendo el culo, como había hecho unos días antes con mi mujer. Se aferró a mis caderas y me follo sin miramientos, me estaba destrozando, y solo pude relajarme lo más posible y dejarme hacer para que el calvario terminara pronto. Unos minutos después, que se hicieron eternos, el ritmo de Hugo se incrementó y entre espasmos y jadeos sentí mi culo inundarse de la caliente leche del semental mulato. Cuando por fin salió de mí, sentí el caliente y viscoso resultado de su descarga deslizarse por mis piernas, y creo, que me desmayé.
Un ardor indescriptible en mi espalda, me trajo a la vida otra vez. Estaba de nuevo colgado del techo, y Esther, descargaba con furia latigazos sobre mi maltrecho cuerpo. No se el tiempo que estuvo castigándome, ni las veces que perdí el sentido y me reanimaron otra vez. Después, los hermanos colombianos, se dedicaron a jugar con electricidad y mi cuerpo. Me pusieron varias pinzas, en los pezones, en los huevos, un cable enrollado en mi polla, y algo introducido en mi culo. Cada vez que giraban la ruedecilla, sentía el voltaje recorrer mi cuerpo, tensándolo, provocando un dolor penetrante y agudo como jamás había sentido. Además, mi cuerpo sudado, y empapado del agua que usaban para reanimarme una y otra vez, era el mejor conductor de la electricidad. En una de las descargas, interminable, sentí como perdía el control sobre mi vejiga y me hacia pis, y perdí también, una vez más, el conocimiento.
Cuando abrí los ojos, estaba tumbado en el suelo, boca arriba. Los colombianos me sujetaban ambas piernas, y el mulato, los brazos por encima de mi cabeza. Alba sostenía el candente hierro de marcar en su mano, me miró a los ojos, y sin titubear, lo fundió en mi pubis, muy cerca de la base de mi pene. Grité con todas mis fuerzas, pues el dolor era indescriptible. El olor a pelo y piel quemada era nauseabundo. Cuando por fin enfrió, lo retiró y abrazando a Ernesto, se fundió en un beso apasionado con él.
Bueno cabrón, ya has pagado otro plazo, dentro de diez días, vence otra vez. Y lo más valioso que tenías, ya es mío. A ver como pagas, pendejo. Ni se te ocurra intentar huir o será peor. Tengo tu final preparado si no cumples, porque ahora también me perteneces, aunque no pagues. Sáquenlo fuera de mi vista, y luego vénganse los tres arriba, vamos a darle la fiesta de bienvenida a Albita como se merece, jajaja, piensa en ello cabrón
Los colombianos me arrastraron al callejón de detrás, y allí me tiraron al suelo, para usarme de baño. Mientras me orinaban por encima, se mofaron diciendo como lo iban a disfrutar con Alba, que por fin iba a tener buenas vergas, y que iba a follar hasta que el semen le saliera por las orejas, y riendo se fueron dentro, dejando allí tirado. Recogí los restos de mi ropa, me tapé como pude, e intente llegar a casa, llorando y dolorido, como un perro apaleado…………………
- Mira a quien tenemos aquí. Dijo nada más entrar
- Hola Arturo, balbucee
- Pasa hombre, no te cortes, veo que traes a tu putilla, se me pone dura de recordar cómo nos la follamos eh? Jajajaja. Que me traes? Supongo que lo mío no? Alba agacho la cabeza avergonzada
- Sí señor, pero no está todo, no he podido juntarlo a tiempo, son 20000, si me da una semana más, juntare los 5000 que faltan, se lo juro
- 5000?, no amigo, 8000, 3000 de intereses semanales, sabes las reglas
- 5000? Pero, pero….
- No hay peros, sabias lo que había, y las consecuencias
- Per o Ernesto, por favor, después de lo que nos habéis hecho…no pude acabar la frase, un golpe seco en los riñones me doblo en el suelo.
- Veo que ya estas mojada, zorrita, te gusta?
- Si, señor, llevo desde que me violasteis, pensando es todo aquello, y me pongo muy cachonda
- Ves Arturito? Esta es demasiado hembra para ti solo, ya te lo dije, jajajaja. Pues hoy vas a disfrutar más, pero alguien tiene que sufrir por la deuda, y solo queda tu marido.
- Haz con él lo que quieras, me ha metido en esta situación, se lo merece
- Pero que dices pedazo de zorra!! Otro puñetazo me hizo callar y retorcerme de dolor
Observe en silencio como Alba, a la orden de Ernesto, comenzó a desnudarse lenta e insinuantemente, mordiéndose el labio inferior, hasta quedar solo con el fino tanga negro, que la parte trasera era una tira de pequeñas perlas de imitación que se perdían entre sus nalgas y labios. En ese momento, aparecieron en la sala también los dos hermanos colombianos, acompañados de un hombre de mediana edad, rechoncho y sudado, bastante nauseabundo, y Esther, la jefa de la sala. Esther era una cubana, morena, de unos 30 años, no muy alta, con un generoso busto, que solía lucir con grandes escotes, y un culo tremendo, y siempre acompañaba a Ernesto a todos los eventos públicos de la ciudad. Ernesto, ordeno a Alba arrodillarse y bajarle el pantalón, lo cual hizo sin dudar, y al tener su falo delante, sin nadie mandarle, lo tomo con las manos y lo llevo a la boca. Comenzó a hacerle una mamada lentamente, y el miembro terminó de crecer por completo. Ernesto, menos rudo que la anterior vez, tomo la cabeza de Alba, con las manos a ambos lados, y acompasó su ritmo, metiendo y sacando la polla de la boca de mi mujer, que se afanaba en tragar y succionar el mismo.
Qué buena eres cabrona! Que mamada! Vas a hacer que me corra antes de tiempo, uuummmm, que bien. Vamos al sillón!
Alba, se levanto, y de la mano de Ernesto, fue al sillón indicado. Se sentó, acomodando las piernas muy abiertas, en los reposabrazos del mismo, dejando su vagina, abierta, expuesta, y dispuesta. Ernesto se arrodillo entre sus piernas y comenzó a lamerle el clítoris. Alba se aferro a su cabeza con fuerza mientras jadeaba
Dios!!! Siii! Que rico!!! Sigue! Sigue!! Follame Ernesto! Hazme tuya otra vez por favor!!
Ernesto, tomo su polla con la mano y la dirigió a la entrada de Alba, que la tomo sin esfuerzo. Este empezó a bombear, lento al principio, y aumentado el ritmo a cada embestida, mientras Alba se retorcía de placer
- Joder! Siii!! Siii!! No pares ahora cabrón, sigue! Sigue!! Mas fuerte!! AAAggggg!!! AAAggg
- Siiii! Dijo Ernesto Siii!!! Me corro zorra! Disfruta mi polla! UUmmmm!!
Unos instantes después, Ernesto salió de dentro de Alba, aun empalmado, y se situó de manera que Alba pudiera recoger con su boca los restos de semen que aun brotaban de él, entregándose ella como al principio, a una mamada de lujo, como jamás a mí me había hecho. Cuando Ernesto se dio por satisfecho, se retiró. Se dirigió a mi
- Ves Arturito? Tu zorrita lo ha entendido, a mí, hay que satisfacerme siempre, y todo fluirá. Alba, ven aquí
- Si, Ernesto, dijo Alba acercándose
- Que es lo que quieres?
- Ser tuya y estar en paz contigo
- Y rompes cualquier compromiso con el pringado este?
- Si, por supuesto, el me metió en este lío sin yo sabe nada, y he pagado sus cagadas
- Sabes el precio?
- Si, obedecerte siempre.
- Hugo! Que pase Ivan
- Si señor
Estaba flipando con lo que veía, cuando Ernesto dijo, dirigiéndose a Alba:
Una última cosa, gírate y agáchate.
Alba obedeció dejando su precioso culo en pompa. Hugo, se acercó, traia en la mano un hierro candente, como los de las películas cuando marcan el ganado, y sin titubear, lo apalsto contra la nalga derecha de Alba, arrancándole un terrible grito de dolor. Ernesto se acerco a ella, le tomó la cara con una mano y acaricio su pelo y mejilla con la otra, mientras la consolaba diciendo:
- Tranquila, ya está, tu proceso concluye con esto, todo el mundo debe saber que me perteneces para siempre, lo entiendes verdad?
- Si, lo entiendo, soy tuya, acertó a balbucear entre sollozos
- Ahora, te acompaño arriba a que te des un baño y te vistas, después de tratarte las marcas con cicatrizante, yo me ocupo. Vosotros ya sabéis lo que tenéis que hacer!
El mulato me arranco la ropa con la ayuda de una navaja, dejándome totalmente desnudo. Bajaron las cadenas obligándome a ponerme de rodillas e inmovilizándome asi en el suelo. El gordo, me introdujo en la boca un aparato como los que usan los dentistas y me la dejo completamente abierta, después se bajo los pantalones, y me metió su nauseabunda polla en la boca. Olía a sudor y orín, era repúgnate, pero nada podía hacer por zafarme. Estuvo follandome la boca un buen rato, hasta que por fin entre jadeos y gruñidos, hundió aquel asqueroso miembro hasta sus peludos huevos en mi boca y sentí los borbotones de su corrida deslizarse por mi garganta. Me estaba muriendo del asco, y tenía ganas de vomitar, pero el miembro del asqueroso gordo, me impedía hacerlo y me contuve las arcadas como pude. Mientras se retiraba satisfecho y riendo, los dos colombianos me aplastaron la cara contra el suelo, y sentí algo húmedo y viscoso en mi culo. Intenté gritar que no, pero el aparto bucal me lo impedía. Una gran presión en mi esfínter, hizo que poco a poco se dilatara y un gran dolor y ardor en mis entrañas lo siguió. El hijo de puta de Hugo, con enorme polla, me estaba rompiendo el culo, como había hecho unos días antes con mi mujer. Se aferró a mis caderas y me follo sin miramientos, me estaba destrozando, y solo pude relajarme lo más posible y dejarme hacer para que el calvario terminara pronto. Unos minutos después, que se hicieron eternos, el ritmo de Hugo se incrementó y entre espasmos y jadeos sentí mi culo inundarse de la caliente leche del semental mulato. Cuando por fin salió de mí, sentí el caliente y viscoso resultado de su descarga deslizarse por mis piernas, y creo, que me desmayé.
Un ardor indescriptible en mi espalda, me trajo a la vida otra vez. Estaba de nuevo colgado del techo, y Esther, descargaba con furia latigazos sobre mi maltrecho cuerpo. No se el tiempo que estuvo castigándome, ni las veces que perdí el sentido y me reanimaron otra vez. Después, los hermanos colombianos, se dedicaron a jugar con electricidad y mi cuerpo. Me pusieron varias pinzas, en los pezones, en los huevos, un cable enrollado en mi polla, y algo introducido en mi culo. Cada vez que giraban la ruedecilla, sentía el voltaje recorrer mi cuerpo, tensándolo, provocando un dolor penetrante y agudo como jamás había sentido. Además, mi cuerpo sudado, y empapado del agua que usaban para reanimarme una y otra vez, era el mejor conductor de la electricidad. En una de las descargas, interminable, sentí como perdía el control sobre mi vejiga y me hacia pis, y perdí también, una vez más, el conocimiento.
Cuando abrí los ojos, estaba tumbado en el suelo, boca arriba. Los colombianos me sujetaban ambas piernas, y el mulato, los brazos por encima de mi cabeza. Alba sostenía el candente hierro de marcar en su mano, me miró a los ojos, y sin titubear, lo fundió en mi pubis, muy cerca de la base de mi pene. Grité con todas mis fuerzas, pues el dolor era indescriptible. El olor a pelo y piel quemada era nauseabundo. Cuando por fin enfrió, lo retiró y abrazando a Ernesto, se fundió en un beso apasionado con él.
Bueno cabrón, ya has pagado otro plazo, dentro de diez días, vence otra vez. Y lo más valioso que tenías, ya es mío. A ver como pagas, pendejo. Ni se te ocurra intentar huir o será peor. Tengo tu final preparado si no cumples, porque ahora también me perteneces, aunque no pagues. Sáquenlo fuera de mi vista, y luego vénganse los tres arriba, vamos a darle la fiesta de bienvenida a Albita como se merece, jajaja, piensa en ello cabrón
Los colombianos me arrastraron al callejón de detrás, y allí me tiraron al suelo, para usarme de baño. Mientras me orinaban por encima, se mofaron diciendo como lo iban a disfrutar con Alba, que por fin iba a tener buenas vergas, y que iba a follar hasta que el semen le saliera por las orejas, y riendo se fueron dentro, dejando allí tirado. Recogí los restos de mi ropa, me tapé como pude, e intente llegar a casa, llorando y dolorido, como un perro apaleado…………………