No me resisti a mi hijo

raul10

Virgen
Registrado
Jul 17, 2010
Mensajes
10
Likes Recibidos
0
Puntos
0
excelente relato:icon_cool::icon_cool::icon_cool::icon_cool:
 

angollu

Virgen
Registrado
Jul 20, 2010
Mensajes
12
Likes Recibidos
0
Puntos
0
:idiot2: vaya con la marinerita, si que es chic...............:2::2:
 

pelenchin

Virgen
Registrado
Jul 27, 2007
Mensajes
39
Likes Recibidos
0
Puntos
6
Este uno de los mejores relatos que he leido, dice lo que tiene que decir con un lenguaje claro y todo centrado; historia con un morbo fino y excitante. Debe ternr una continuación.
 

pelenchin

Virgen
Registrado
Jul 27, 2007
Mensajes
39
Likes Recibidos
0
Puntos
6
Excelente relatos, con morbo y placer , una segunda parte no estarìa mal
 
Registrado
Feb 26, 2010
Mensajes
21
Likes Recibidos
0
Puntos
0
:2:buenisimo:thumbsup:
Jamás se me hubiese pasado por la cabeza que algo asi pudiese suceder, pero a veces ocurren cosas que no imaginarêamos ni en la más depravada de nuestras fantasêas. Mi nombre es Carmen, tengo 50 años y estoy casada con un marinero, por lo que aquellas personas que vivan en la misma situación ya sabrán lo que eso significa, tener a tu marido 15 ó 30 dêas en casa y varios meses embarcado en alta mar.
Tengo un hijo de 20 años que se llama Miguel, el cual me ayuda mucho en las tareas de la casa, y me entretengo con él las largas noches de invierno, jugando al parchês o viendo pelêculas de video; aunque supongo que eso será hasta que empiece a salir más con sus compañeros o conozca alguna chica.
Me gusta ver la televisión en cama antes de dormirme, y en ocasiones pongo alguna peli porno para masturbarme y quedarme relajada, pues al no estar mi marido tengo que conformarme con mis manos, y con un fenomenal consolador que me regaló hace cuatro años. Me encanta mirar la pelêcula mientras me introduzco el consolador y me acaricio el clêtoris con mis dedos.

Hace ahora poco más de dos años que ocurrió algo insólito en mi vida, una experiencia que jamás podré olvidar. A eso de las 9 de la noche decidê irme para la cama, me puse mi camisón de raso preferido, me encanta sentirlo pegado a mi piel. Me miro en el espejo, levantando suavemente el camisón hasta ver mis redondas cachas, y bajando ligeramente el escote hasta que aparece mi pecho. Me gusta verme asê, con mi cuerpo de mujer madura, quizás con algún kilito de más, pero sigo conservando unos buenos pechos y un culo redondito y nada caido.
Estaba a punto de apagar la luz cuando entró Miguel en mi habitación, "¿Puedo ver la televisión aquê mamá?, la tele de la salita está estropeada y hoy echan una de acción en el canal de cine", me dijo. "Bueno, - contesté yo -, ponte el pijama y métete aquê en cama. No le des demasiada voz, y ten cuidado de no despertarme cuando te vayas". A mê las pelêculas de acción no me gustan demasiado, y como estaba cansada me giré hacia un lado de la cama y me puse a dormir.
No sé cuanto tiempo llevaba dormida, cuando de repente me despertaron unos gemidos en la televisión, los cuales claro está que no me parecêan de una pelêcula de acción. Abri ligeramente los ojos y en una esquina del espejo de la cómoda pude observar la pantalla de la televisión, y cual no fue mi sorpresa al ver que esos gemidos eran de una pelêcula porno. De repente me vino a la cabeza, ¡¡cómo se me habêa podido olvidar!!, se quedó en el video la cinta que habêa visto la noche anterior. Gracias al olvido, ahora tenêa a mi hijo metido en mi cama viendo una pelêcula porno, y por los movimientos que notaba en la colcha, supuse que se estaba masturbando mientras observaba esas escenas de sexo.

Por un momento pensé en girarme y decirle con delicadeza que todavia era joven para eso, pero supongo que si hubiese hecho eso, él se habrêa sentido muy avergonzado, y no me apetecêa hacerlo pasar por ese trago. En una ocasión, más o menos un mes antes, ya habêa visto como se masturbaba en su cama. Cierto dêa llegué a casa antes de lo previsto, subê a mi cuarto y al pasar por delante de la habitación de Miguel, escuché unos ligeros jadeos, habêa dejado la puerta entreabierta. Me asomé con precaución para que no me viese, y pude observar como estaba tumbado encima de la cama y se masturbaba; me quedé como hipnotizada mirando como lo hacêa hasta que soltó su lechita. Y ahora estaba en mi cama haciendo lo mismo, a lo cual no querêa darle mayor importancia, pues aunque no es normal que un chico se masturbe en la cama de su madre, sobre todo si su madre está acostada en esa cama aunque sea dormida, supongo que las ganas le pudieron, y puesto que yo tengo un sueño muy pesado, pensarêa que estando tan dormida no me enteraria.
Supuse que no tardarêa demasiado en eyacular, pues con esas edades y una pelêcula porno delante no suelen durar mucho, y al acabar se irêa a su habitación, asê que me quedé quieta, pensando en que al dêa siguiente tendrêa que lavar las sábanas. Pero Miguel se estaba recreando con la pelêcula y aguantando todo lo posible, y a mê la situación comenzó a crearme un cierto morbo, al sentir los gemidos de la pelêcula, y el movimiento de las sábanas que indicaba el vaivén de la mano de Miguel en su polla. Comencé a notar como mi cuerpo se excitaba por la situación, y cada vez me entraban más ganas de bajar mi mano y acariciarme el coño, pero no podêa moverme demasiado para que mi hijo creyese que seguêa dormida.
De repente un escalofrêo recorrió todo mi cuerpo, Miguel habia posado su mano encima de mis caderas, y comenzó a subirme lentamente el camisón, con mucho cuidado para no despertarme, hasta que mi culo se quedó totalmente al descubierto, bajo el camisón nunca llevo nada para dormir. No sabêa que hacer, ahora sê deberêa decirle que eso no estaba bien, que yo era su madre y esas cosas deberêa hacerlas con su novia cuando la tuviese, pero tampoco sabêa hasta donde iba a llegar. Quizás sólo querêa tocarme para sentir la piel de una mujer mientras se masturbaba, y por otro lado yo estaba completamente bloqueada, era incapaz de moverme y mucho menos de articular palabra.
Comenzó a acariciarme el culo muy suavemente, muy poco a poco, con esas manos suaves. Recorrêa mis nalgas, bajaba hacia mis muslos y volvêa a subir muy lentamente, lo cual hacêa que yo estuviese cada vez más excitada ante tal situación. Noté como se colocaba lateralmente hacia mi lado y se acercaba más a mê, hasta que llegué a notar su polla pegada suavemente a mi culo. Todo lo hacêa con sumo cuidado de no despertarme, y eso me calentaba más todavêa.
Una vez estuvo pegado a mê, siguió acariciando mi culo y mis piernas, podêa sentir como palpitaba su polla, excitándome cada vez más; su mano recorrêa mi pierna hasta que poco a poco llegó hacia mi barriga, se detuvo unos instantes en esa zona y comenzó a bajar hacia el pubis, en donde se detuvo de nuevo acariciando muy lentamente los pelos de mi coño, quizás como esperando alguna reacción por mi parte y tener que parar. Pero yo era presa de la excitación, y aún sabiendo que lo que estaba sucediendo no estaba bien, era incapaz de pararlo.

Cuando tuvo seguridad de que seguêa dormida, bajó más su mano y comenzó a acariciarme el coño, que ya estaba completamente empapado, y con tal suavidad acariciaba, que tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no soltar un gemido de placer. En ese momento ya no aguantó más y se corrió contra mis cachas mientras seguêa con su mano en mi coño. Me entraron unas ganas enormes de coger su mano y restregarla contra mi clêtoris para correrme yo también, pero me mordê los labios y aguanté el tipo.
Ahora era de suponer que se retirarêa lentamente, pues la pelêcula ya se habia acabado y él ya se habêa corrido. Se quedó quieto por unos momentos, pero sin despegarse de mê, con su mano posada sobre mi sexo mientras su polla comenzaba a bajarle. Por un momento creê que se habêa quedado dormido, pero el poco rato ante mi sorpresa comenzó a acariciarme el coño de nuevo, y noté como poco a poco su polla volvêa a crecer. ¡No me lo podêa creer!, no habêa tenido suficiente y ya estaba de nuevo empalmado y jugando con mis labios vaginales, frotando su mano contra mi coño completamente mojado por mis jugos, y mi corazón a cien por hora a punto de darme un infarto. Llevó su mano hacia su polla y suavemente comenzó a frotarla contra la raja de mi culo, mojado por su semen, lo cual hacêa que su pene se deslizase sin ningún problema, haciendo que me estremeciese cada vez que la punta pasaba por mi ano y acariciaba esa zona. Decidê que tenêa que facilitarle la labor, por lo que balbuceé unas palabras sin sentido para hacerle creer que estaba soñando. En ese momento se echó hacia atrás, pero continué unos instantes y aproveché para moverme y llevar mi culo más hacia atrás, para que la entrada hacia mi coño quedase más libre. Una vez estuve bien colocada, me quedé inmóvil de nuevo, por lo que ganó confianza y supuso que seguêa profundamente dormida.
Se acercó de nuevo a mê, y comenzó a buscar con su polla la entrada hacia su casita, muy despacito y con mucha suavidad, hasta que su punta llegó hacia mi agujero y comenzó a entrar muy suavemente. No le costó demasiado trabajo, pues entre lo empapado que estaba mi coño y el semen de su anterior corrida, la zona estaba completamente lubricada. Poco a poco su polla fue entrando en mi coño hasta el tope, siguiendo con movimientos muy suaves hacia adentro y hacia fuera, mientras su mano se recreaba en acariciar mi clêtoris y yo hacêa innumerables esfuerzos para no gritar de placer. Podêa sentir su respiración acelerada en mi cuello, y los latidos de mi corazón estoy segura de que tenêa que notarlos, hasta tal punto que comencé pensar que él sabêa que estaba despierta, pero fuese como fuese, tenêa que seguir el juego como si no me enterase de lo que estaba sucediendo.
Apenas habêan pasado dos o tres minutos desde que me la habêa metido dentro, cuando ya no pudo contenerse más, su mano acariciaba con más fuerza mi clêtoris y noté como se corrêa de nuevo, pero esta vez se vino dentro de mê. Ahora sê, ya no pude resistirlo y tuve un orgasmo fenomenal; noté como mi cuerpo comenzaba a convulsionar y apreté fuertemente los labios para no gritar. No sé cuanto tiempo duraron los temblores, pero parecêa que no iban a acabar nunca, hacêa mucho tiempo que no disfrutaba de esa manera. Miguel no dejó de acariciarme en ningún momento mientras me corrêa, como queriendo que yo también disfrutase del momento aunque hipotéticamente estuviese dormida.

Se quedó todavêa unos momentos con su polla dentro de mê, hasta que empezó a bajarle de tamaño, se separó y se levantó sigilosamente para no despertarme. Cuando hubo salido de la habitación abrê los ojos como platos, estaba completamente asombrada por lo que habêa sucedido, ¡mi hijo me habêa follado!, y para mê habêa sido el mejor polvo que habêa echado en muchos años. No conseguêa dormirme pensando en lo sucedido y seguêa muy excitada, por lo que tuve que masturbarme un par de veces más, hasta que quedé rendida y logré conciliar el sueño.

A la mañana siguiente nos vimos como siempre durante el desayuno. Miguel tenêa cara de estar ligeramente asustado por si yo me habêa enterado.
- Buenos dias mami
- Buenos dias Miguel, ¿Qué tal la pelêcula de anoche?
- Estuvo muy bien, y tú ¿Qué tal dormiste?
- ¡Uufff! de maravilla, hacêa tiempo que no dormêa tan bien.
- Por cierto mamá, ¿No ibas hoy a llevar la televisión de la salita para arreglar?
- Ah…si, pero será mejor que la lleve tu padre cuando venga, creo que el técnico de siempre está de vacaciones y no sabrêa a cual llevar.
 
Arriba Pie