Mi hijo y yo

ricosuave

Pajillero
Registrado
Ene 10, 2007
Mensajes
1,820
Likes Recibidos
12
Puntos
38
 
Hace cerca de un mes, me encontraba en mi cuarto cambiándome de ropa, cuando noté por el espejo que mi hijo de 18 años, Lucas, me estaba observando. Al darme vuelta, él se retiró con rapidez, pero lo llamé para pedirle que antes de salir de casa, me alcanzara algunas cosas que yo habÃ*a dejado en el automóvil. Cuando giró ante mi llamado, noté lo abultada que estaba su bragueta como señal indudable de una erección que él trató de disimular, tapándose con las manos mientras hablábamos.
Me causó algo de gracia el confirmar lo crecido que estaba ya mi hijo. Tras una breve conversación se dirigió hacia su cuarto. Minutos después, al pasar frente a la puerta cerrada de aquél, surgió en mÃ* una sospecha que no puedo fundamentar con claridad, pero que me llevó a apoyar uno de mis oÃ*dos en la misma, lo que me permitió escuchar ciertos movimientos rÃ*tmicos, que surgÃ*an de las maderas y el colchón de la cama y la respiración de Lucas, profunda al principio y jadeante luego, que no me sugerÃ*an otra cosa que una masturbación en curso.
Tengo 37 años y aunque Lucas es aún un bebé para mÃ*, no dejé de pensar otra vez en lo grande que ya era mi hijo mayor. Andrea, su hermana de 14 años, aún parecÃ*a ser muy inocente, a veces hablando de algún muchacho que le atraÃ*a, o que le escribÃ*a cartas o E-mails, pero sin que llegaran a nada serio.

A esta altura de los hechos, muchos pensamientos nuevos surgÃ*an en mi mente. La preocupación inicial se transformó en una mezcla de excitación y vergüenza. Esperaba cada dÃ*a que mi hijo me espiara y ansiaba el momento de presentir lo que ocurrÃ*a en su cuarto. Imaginaba su mente pensando en mÃ* y su mano en su miembro subiendo y bajando con frenesÃ* hasta vaciarse, en mi cara o en mi pubis. SentÃ*a además un creciente deseo de ver su miembro. Aquél que yo acariciaba e higienizaba cuando era un niño y que ahora se me ocurrÃ*a como un arma poderosa capaz de hacer gozar hasta el desmayo a quien se le pusiera al alcance, incluso a mÃ*. No soñaba con tenerlo dentro de mÃ*, porque sabÃ*a que no serÃ*a capaz de cometer una locura asÃ*, pero querÃ*a verlo, mirarlo de cerca.
Mi vida sexual era tranquila. La frecuencia de acercamiento con mi esposo era baja y lejos de los Ã*mpetus de nuestra juventud. Los hijos, los horarios de trabajo de Fernando, médico especialista en reumatologÃ*a, y el cansancio que se acumulaba al final del dÃ*a, llevaban a que a veces pasaran 2 ó 3 semanas sin hacerlo. El miembro de mi esposo era de tamaño regular y sin dudas no alcanzaba el que yo presumÃ*a que tenÃ*a Lucas. Nuestras relaciones eran también regulares, pero mi apetito habÃ*a decaÃ*do salvo hasta ahora en que me encontraba enardecida.

. DecidÃ* continuar con mi juego de provocación y me acerqué a conversar con Lucas que se encontraba en el ****** mirando la televisión.
Me incliné dejando que se vieran parte de mis pechos y luego me senté a su lado con ambas piernas sobre el sillón y la bata entreabierta, que dejaba ver una de mis piernas hasta la ingle. Él me miraba de reojo mientras yo fingÃ*a leer una revista. Yo también de reojo, noté cómo crecÃ*a su verga. SabÃ*a que mis fantasÃ*as no eran razonables, pero como me venÃ*a ocurriendo a diario, comencé a percibir que mi vulva se humedecÃ*a y tal vez el saber que el resto de la familia estarÃ*a afuera por dos dÃ*as, me llevó a vencer mis prejuicios y a manipular la situación para aliviarme de esa tortura.
Le tomé una mano a mi hijo, que con la otra intentaba ocultar su erección y le dije que habÃ*a notado que le gustaba observarme y le pregunté si yo le parecÃ*a bonita. Trató de explicar que no, pero que yo sÃ* era bonita y con y al preguntarle si yo lo hacÃ*a sólo con la mano, me dijo que a veces con la boca y le pedÃ* que se distendiera y me diera detalles y me contó cómo yo le besaba la punta y luego los testÃ*culos y cómo luego me la metÃ*a hasta donde podÃ*a dentro de mi boca y la lamÃ*a y a veces me sentÃ*a ahogada y sacaba la boca y volvÃ*a a empezar. Me contó cómo yo me arrodillaba sobre él y me penetraba por la vagina y cómo, me ponÃ*a en cuatro patas, me untaba mi orificio anal con crema y me penetraba. Y le pregunté si yo gozaba y me dijo que sÃ*, que mucho y que me gustaba que acabara en mi boca, pero cuando más gozaba era con su verga en mi culo, que yo gritaba desesperada y le pedÃ*a que se la metiera hasta el fondo y que él gozaba, pero temÃ*a lastimarme.

Al escuchar ese relato mi corazón parecÃ*a a punto de salirse de mi tórax, estaba transpirada y a punto de pedirle que me penetrara por detrás allÃ* mismo. No recordaba el haber estado tan excitada desde hacÃ*a años y eso que el sexo anal sólo lo habÃ*a realizado 4 ó 5 veces con mi marido, para conformar sus requerimientos y que no habÃ*a gozado en absoluto. Con un gran esfuerzo por controlarme, le dije a mi pequeño que sus fantasÃ*as no podÃ*an cumplirse, porque si bien yo lo amaba, no era correcto que ciertas cosas ocurrieran entre madre e hijo. Pero que no estaba mal soñar y que todos tenemos sueños inalcanzables y que esto los hacÃ*a más bonitos. Que me alegraba de que sintiera lo que sentÃ*a por mÃ* y de que hubiera sido tan sincero. Que dado que le gustaba mirarme, por este dÃ*a lo iba a premiar dejando que me observara completamente desnuda y que iba a poder masturbarse delante de mÃ* mientras me miraba.

Dijo que le daba vergüenza, pero lo llevé de la mano hasta su cuarto y le pedÃ* que se desvistiera. Lo hizo con temor y le indiqué que se recostara sobre su cama, mientras yo le acomodaba varias almohadas debajo de su cabeza. Parada a su lado le dije que se sacara el slip, y al hacerlo surgió una pija de tono sepia, en ese momento no plenamente erecta, con venas bien visibles, que se inclinó hacia la derecha. Enorme. Le acaricié los muslos y su verga se elevó de golpe como un mástil. Me separé y me paré a un metro. Le dije que él se pajeara mientras me observaba, pero que no nos Ã*bamos a tocar en ningún momento. Le di la espalda, saqué los brazos de las mangas y dejé caer mi bata hasta la cintura. Me di vuelta tapándome los pechos con las manos. Mis pechos eran de buen tamaño, todavÃ*a erguidos y con pezones rosados, que en ese momento estaban durÃ*simos. Me los acariciaba mientras dejaba que se fueran viendo cada vez más y mi hijo se masturbaba con una mano, que trepaba y descendÃ*a por esa pijota, casi sin que pudiera rodearla con su mano.

Dejé mis pechos a la vista mientras me balanceaba de un lado a otro siguiendo el ritmo de la paja. Me di vuelta y dejé deslizar la bata para dejar al aire mi culo redondo, siempre alabado por mi marido y apetecido por tantos en el trabajo o la playa. Me seguÃ* moviendo a medida que aumentaba la frecuencia de la paja, hasta que manteniéndome de pie, incliné mi tronco hacia adelante y con el culo a 50 cm. de la cara de mi hijo, con mis manos separé los glúteos para que pudiera ver y dada mi excitación, oler de cerca mi concha y mi ano. Él comenzó a gemir mientras yo aún inclinada giré la cabeza hacÃ�a la izquierda, donde a centÃ*metros su pija parecÃ*a estallar. Estuve a punto de arrojarme sobre ella y engullÃ*rsela, pero me esforcé en controlarme.
Me recosté en la punta opuesta, lo ocurrido le habÃ*a parecido incorrecto y me dijo que nunca habÃ*a gozado asÃ* y que nada le parecÃ*a mal, y que le gustarÃ*a que ocurriera de nuevo y le dije que tal vez algún dÃ*a y me marché a mi habitación. No me duché y decidÃ* acostarme impregnada de los olores que me envolvÃ*an. Desesperada comencé a acariciar mi vulva, mi clÃ*toris y mis pechos, pensando en Lucas, pensando en su verga, casi sintiendo su gusto y necesitándolo dentro de mÃ*. Deseé haber tenido un vibrador que jamás se me habÃ*a ocurrido comprar y metÃ* mis dedos en mi concha y con la otra mano me acaricié con intensidad el clÃ*toris hasta acabar y sin ceder con mis caricias reiteré varios orgasmos sorprendentes para mÃ*. Hasta quedar dormida.
Desperté sobresaltada a las 4 de la mañana, agitada, creo que angustiada por lo sucedido y excitada por lo que pasó. La puerta de mi cuarto seguÃ*a cerrada. Me dirigÃ* hasta el cuarto de Lucas cuya puerta estaba entreabierta. Asomé la cabeza y traté de distinguir entre las sombras si todo estaba bien. Al hacerlo, mi hijo me preguntó si era yo y qué ocurrÃ*a y prendió la luz. Yo estaba desnuda todavÃ*a y sonreÃ* diciéndole que bueno, que él ya me conocÃ*a asÃ*, sin ropa. Me miró extasiado y la sábana se movilizó y se elevó a la altura de su ingle. Me puse seria, avancé hacia él. SabÃ*a que debÃ*a detenerme, pero no pude. El deseo era irresistible y era imposible que me controlara. Tomé la sábana, lo destapé, con ambas manos apreté su pijota y comencé a lamerle el glande.
Él me miraba azorado y yo le respondÃ* con una mirada casi de súplica. MetÃ* su verga en mi boca y bajé y subÃ* la cabeza sin soltar su pija atrapada por mis manos y mi bebé se contorneaba y gemÃ*a. Giré mi cuerpo y me recosté sobre él para que tuviera una visión más completa de mi concha, pero él estiró su cabeza y con su dulce lengua comenzó a chupármela. Primero chupó con pasión mi concha que estaba a punto de explotar y luego mi orificio anal, y luego mi conchita y otra vez mi ano que se abrÃ*a con el impulso de su lengua firme y casi experimentada, aunque mi niño me corroboró dÃ*as después, que sólo habÃ*a hecho el amor con un par de novias que tuvo, jovencitas como él.
No querÃ*a llegar al clÃ*max ni que él lo hiciera asÃ*, mediante estÃ*mulos bucales. Me aparté, de frente a él y montada sobre su cuerpo, me puse en cuclillas y descendÃ* lentamente, mientras su maravillosa pija se introducÃ*a en mi concha, que se contraÃ*a y parecÃ*a aplaudir de alegrÃ*a. Mi pequeñito, como si fuera un semental descontrolado, bombeaba dentro de mi vagina que no podÃ*a contener ese aparato descomunal. Luego estiré mi cuerpo sobre el suyo y sin que su polla se escapara de mÃ*, giramos mientras mi nene ahora encima de mÃ*, arremetÃ*a con pasión y controlaba sus impulsos sabiendo que aún no era el momento y afirmando mi presunción de que mi chiquito serÃ*a muy feliz a lo largo de su vida, haciendo gozar a infinidad de damas. Yo le pedÃ*a que me perdonara, que no querÃ*a que esto lo dañara, que era su mami y que él tal vez me lo reprocharÃ*a en el futuro, pero mi nenito me contestaba que no, que era feliz, que me amaba, que me agradecÃ*a, que nunca lo dejara.
De pronto sentÃ* una convulsión y me desparramé y derretÃ* en mil orgasmos que venÃ*an y se iban y volvÃ*an y ¿está bien lo que hacemos? Y él que sÃ* y qué cerrado y lindo era mi culito y yo desesperada tenÃ*a orgasmo tras orgasmo y deseaba que nunca terminara y que podÃ*a morir ahora, ya nada más importante tenÃ*a por hacer. Querido hijo, nunca fui tan feliz le dije, estoy lista para recibir todo lo tuyo, donde quieras, y lentamente sacó su pija y me pidió que se la chupara y lo hice sintiendo ese gusto mezcla de mÃ* y de él y la masajeé con mis manos y la chupé con desesperación hasta que sentÃ* como mi chiquito casi convulsionaba y derramó sus lÃ*quidos una y otra vez en mi boca, mientras se derramaba un poco y yo deglutÃ*a lo que podÃ*a, hasta la última gota. Nos dormimos abrazados y despertamos cerca del mediodÃ*a.
 

080811jk

Virgen
Registrado
Ago 11, 2008
Mensajes
5
Likes Recibidos
0
Puntos
0
录音5

因此,录音呼叫中心在各类企业的销售和市场活动中能起到长期的战略作用,电话录音有效协调市场并使录音卡公司企业增加销售量和业务量。 呼叫中心将语音卡计算机技术和电信技术融为一体,电话录音使客户能与那些对产品性能、价格行情和指南信息“了如指掌”的服务座席进行对话
 

tajc

Virgen
Registrado
Ago 26, 2007
Mensajes
13
Likes Recibidos
0
Puntos
1
QUE MAMI TAN CACHONDA BUEN RELATO:thumbsup:
 

c3s4r1n

Virgen
Registrado
Ene 18, 2009
Mensajes
6
Likes Recibidos
0
Puntos
0
asumare...........esta muy wena para que??....ahhh
 

betodar

Virgen
Registrado
Ene 27, 2009
Mensajes
30
Likes Recibidos
0
Puntos
0
Re: 录音5

因此,录音呼叫中心在各类企业的销售和市场活动中能起到长期的战略作用,电话录音有效协调市场并使录音卡公司企业增加销售量和业务量。 呼叫中心将语音卡计算机技术和电信技术融为一体,电话录音使客户能与那些对产品性能、价格行情和指南信息“了如指掌”的服务座席进行对话
buen relato esta bien interesante
 

cachoro1

Virgen
Registrado
Feb 4, 2009
Mensajes
23
Likes Recibidos
0
Puntos
0
:thumbsup:que buena madre genial el relato gracias
 
Arriba Pie