Mi Abuelo me Desvirga - Capítulos 001 a 003

heranlu

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Mi Abuelo me Desvirga - Capítulos 001 a 003

Mi Abuelo me Desvirga - Capítulo 001




Por aquel entonces, yo tenía 19 años y mi abuelo 71 años

Lo que mi madre no sabía es que el abuelo estaba en plena forma.

Una de las veces que fui a su casa, abrí la puerta con la copia de sus llaves. No tenía la costumbre de llamar antes de entrar. Esta vez tampoco avisé. Entré y me dirigí a la cocina a dejar la comida en la nevera. Solté las llaves en la mesa de la cocina, junto a un jarrón sin flores. Me dirigí al salón. Como siempre, estaría sentado en el sofá viendo alguna película antigua. Me equivoqué. Si, estaba en el sofá pero no veía una película antigua. Estaba viendo una película porno. Salían dos mujeres con enormes tetas lamiéndose el coño entre ellas. Se veía a la perfección como sus lenguas pasaban por sus chochitos depilados.

Me quedé en la puerta, en silencio. No sabía cómo reaccionar.

La escena pasó a frotarse los coñitos húmedos entre ellas. Se veía como resbalaban con la humedad dejando rastros de líquido blanquecino en cada frote. Se estaban dando con fuerza. Los enormes pechos botaban con cada sacudida. Una de ellas se meó en el coñito caliente de la otra. Cambió de postura. La que estaba debajo se abrió bien de piernas y la otra tetona le dio la espalda y se frotó el culo en su coño orinado.

Me puse cachonda y mojé mis braguitas. No me gustan las mujeres, pero reconozco que deseaba meter mi lengua entre esos apetitosos coños.

Miré a mi abuelo y le vi con los pantalones bajados hasta las rodillas y agarrando fuertemente su gruesa y canosa polla. Se estaba pajeando duro. Seguí mirando y comprobé también unos enormes huevos que le colgaban. Me entraron ganas de abalanzarme y meterme esa gruesa polla en la boca. Deseaba tragarme su leche.

Mientras se la sacudía fuertemente, murmuraba:

-eso es guarra, frota fuerte ese coñito. Que par de putas.

Acto seguido, gimió y vi su leche derramarse entre sus dedos.

Salí de allí sin decir nada.

Esa noche no pude dormir pensando en que podía haber lamido la leche de sus dedos. Cómo sería tragarme su corrida…

Durante días me masturbe. La imagen de aquellas putas y la polla de mi abuelo rondaban por mi cabeza torturando mi coño.

Estaba deseosa que llegara el día de volver a llevarle comida.

A los tres días, mi madre preparó otra bolsa con comida y me pidió que se la llevara. Me puse una faldita corta sin bragas y me dirigí a casa de mi abuelo.

Entré, como de costumbre, dejé la comida en la cocina y las llaves al lado del jarrón sin flores. Me dirigí al salón. Mi chochito chorreaba. No vi a mi abuelo en el sofá. Me extrañó y me dirigí a su cuarto. Allí estaba, tumbado en la cama, con la polla y los huevos fuera del pantalón. Mi coño chorreo aún más.

Me dijo que sabía que le había visto pajearse. Que soy una chica muy cochina y tenía que darme un buen escarmiento.

Me preguntó si todavía era virgen o si ya habían usado mi coño.

Le contesté que aún no. Y era verdad.

– no me puedo creer que con esas tetas enormes que tienes ningún hombre te la haya metido.

Nunca había escuchado a mi abuelo hablar de esa forma.

– todavía no. No he encontrado a nadie que me guste como para dar ese paso.

– y has comido pollas alguna vez?

– si.

– y te gusta comer pollas?

– mucho, abuelo.

– seguro que te tragas la leche de todas esas pollas.

-si, me gusta tragar

– quieres probar esta? Se te nota con ganas.

Asentí con la cabeza y y me dirigí desesperada a su polla.

– tranquila guarrilla, ya veo que tienes ganas.

Pero no podía tranquilizarme. Le lamí los enormes huevos canosos, los chupé y pasé mi lengua por aquel rabo. Apenas me entraba en la boca. Era tan gruesa que no podía chuparla bien.

– pequeña zorra, como se nota que te gustan las pollas. Toma esta, guarra.

Se la cogió y me la metió en la boca. Después me agarró la cabeza y me la hundió hasta que me tragué su rabo. Me cogía la cabeza por ambos lados y la usó a su antojo. Lo hacía rápido y con fuerza mientras me llamaba puta.

– chupa puta. Eso es zorrita, cómeme la polla. Te está gustando verdad guarra? Seguro que tienes el coño abierto.

En ese momento, su mano se dirigió a mi dulce coñito y pudo comprobar que me chorreaba. Se volvió loco.

– zorra!! Mira como tienes el coño. Venías sin bragas para que te diera una buena follada, verdad? Que puta eres!

Y empezó a pegarme en el chocho. Después me apartó, me quitó la camiseta y comprobó que tampoco llevaba sujetador y me azotó las tetas.

– serás zorra!! Mira que tetas tienes. Como se mueven, te las voy a dejar rojas.

Y me las azotó una y otra vez. Mis tetas botaban con cada manotazo.

– te voy a enseñar cómo se trata a las guarras.

Una vez hubo terminado de darme una paliza en las tetas, me dio la vuelta y me puso a cuatro patas. Comenzó a azotarme el culo.

– voy a ponerte el culo y el coño rojos. No te van a quedar ganas de volver a tocarte ese chochito.

Y siguió pegándome fuerte. Me dolía pero al mismo tiempo estaba disfrutando. Noté como mi coño se abría para que pudiera meterme su rabo. Pero no lo hizo. Siguió azotándome.

– ahora te vas a enterar.

Se colocó detrás de mí. Me abrió el culo y me lo folló sin compasión.

Su polla era enormemente gruesa. Creía que me iba a romper el culo. Esa polla no podía entrar en mi culo virgen. Pero sí entró. Estaba tan cachonda que tenía el culo abierto y mojado a causa de mi coño. Mi abuelo procuró pasarme sus dedos por mi chochito y hacerlos llegar hasta mi culo, arrastrando mis jugos.

Me la metió sin problemas embistiéndome salvajemente. Yo gritaba de dolor pero me tapó la boca.

– toma polla, guarra.

Repetía una y otra vez.

Sus huevos golpeaban mi coño. Su polla me estaba destrozando el culo. No podía soportarlo más, era demasiado gruesa, me daba demasiado fuerte y rápido.

– te está gustando, puta? Seguro que si. Te lo mereces. Te mereces que te viole el culo.

Cuando se corrió, metió la polla hasta el fondo, apretando aun más mientras su leche llenaba mi culo destrozado.

Cuando terminó me dijo que me había portado muy bien. Y que volviera mañana para darme más.

Le dije que si.

Me sentía toda dolorida y aun así, esa noche me masturbe como sólo una cerda puede hacerlo.

Al día siguiente volví a por más.

Abrí la puerta y allí me esperaba mi abuelo y un amigo suyo.

Mi coño se mojó pensando que esos dos viejos abusarían de mi apretado culo.




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heranlu

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Mi Abuelo me Desvirga - Capítulo 002


Estaba en casa de mi abuelo, temblando de miedo y al mismo tiempo, de placer.

Llevaba un vestido corto. No me puse bragas ni sujetador. Sabía que a mi abuelo eso le gustaba. Con suerte, me volvería a castigar por cerda.

Mi abuelo me estaba esperando y para mí sorpresa, tenía un invitado muy especial. Un hombre algo más joven que él. Rondaría los 65 años. Tenía gafas de pasta negra y una mirada sucia que redondeaba a la perfección con su cara de vicioso. Era alto, creo que sobre el metro ochenta. Obeso.

– He traído a un amigo para que te enseñe a obedecer. Te dará clases de cómo has de tratar a un hombre.

Mi abuelo me hizo sentar en una silla frente al viejo gordo. Él estaba sentado en el sofá y mi abuelo se sentó a su lado. Me dijeron que abrieras las piernas. Ambos vieron que no llevaba bragas y se relamieron de gusto.

– Ya te dije que mi nieta es muy guarra.

El viejo gordo comenzó la clase sin dejar de mirarme el chocho y las tetas.

– Sácate las tetas pequeña zorra

Obedecí al instante. Saqué mis tetas por encima del escote. Mis grandes pechos dejaron mudo al viejo gordo. Vi como le crecía aun más la polla.

– vamos a comenzar con la lección de hoy. Ya me ha contado tu abuelo que hace tiempo que chupas pollas. Que te desvirgó el culo y te corriste. Eres muy joven para ser tan cerda. Tócate el chocho mientras te hablo.

Esto último sonó imperativo. Lo hice al momento. Mi dulce chocho estaba mojado y mis dedos resbalaban bien por los labios.

El viejo gordo se lamió los labios mientras siguió con su lección.

– Las mujeres tenéis que obedecer al hombre. Si un hombre quiere follar, vosotras tenéis que abriros de piernas. Además de ir sin bragas para facilitar que os la podamos meter rápido en el sitio donde nos apetezca. No podéis negaros y si lo hacéis, el hombre tiene la obligación de azotaros mientras os follamos duramente. Lo estás entendiendo?

– Si, señor.

– Muy bien. Si un hombre quiere que se la comas, lo haces. Si quiere metértela por el culo, te agachas, si quiere que te tragues su corrida, te la tragas. Entendido?

– Si, señor.

– Vamos a ver si lo has entendido.

Mi abuelo se sacó la polla, iba a mamarsela pero me dijo que pusiera el culo. Obedecí. Me puse en posición de perra. Estaba deseosa que me lo follara. Quería sentir su grueso rabo dentro de mi culo, sentir como me lo golpeaba, como trataba de rompermelo. Quería que me pegara en las tetas como la última vez. Pero esta vez fue directo a mi culo. Y empezó a follarmelo sin compasión. Gemí de placer pidiendo más.

El viejo gordo se sacó la polla del pantalón. No era tan gruesa como la de mi abuelo pero si más larga. Se la meneó delante de mí. Me relamía pensando en chuparla. Pero no me la daba. Deseaba tener una polla en mi culo y otra en la boca. El cerdo se estaba haciendo de rogar.

Le supliqué que me follara la boca.

– Quieres polla cerda? Quieres esto? Te gusta? Mira como la tengo. La quieres chupar?

– Si, por favor. Metemela en la boca

– Eres una guarrilla. Mira como me pajeo. Sebastián, dale más fuerte, quiero ver cómo le golpean las tetas en la cara.

Mi abuelo me dio más fuerte y rápido. El cerdo no se cansaba. Me abrió el culo como nunca.

– Seguro que así te gusta más, verdad zorra?

– Síii… Mucho…

Apenas podía hablar a causa del placer. Seguía mirando esa polla hasta que no pude más y le grité:

– Dame tu polla cerdo!

El viejo gordo me miró sorprendido por mi reacción. Paró de pajearse y vi levantar su mano hasta abofetearme.

– Me has llamado cerdo? Quien te crees que eres?

Y volvió a abofetearme la cara. Después siguió con las tetas.

Se marchó un momento a la cocina y regresó con un estropajo. No sabía que iba a hacer. Se paró frente a mi, se agachó un poco hasta llegar bien a la altura de mis tambaleantes tetas. Me frotó fuertemente el estropajo por las tetas. Me dolía y eso a él le gustaba. Estuvo un rato frotándome las tetas con el estropajo hasta que no pude aguantar más el dolor. Entonces pasó a frotarme el chocho. Lo hacía con fuerza. Dolía todavía más.

– Así aprenderás a no insultarme.

Me retorcía de dolor, a mi abuelo le costaba darme por el culo con tanto movimiento por mi parte.

Finalmente el gordo paró. Y me la metió en la boca. Me folló la boca como a una buena cerda. Dándome fuerte, pegándome y volviendo a follarme la boca. No paraba de decir:

– Toma polla, guarra. Esto es lo que pedías verdad? Has venido sin bragas. Es lo que te mereces perra.

Me corrí de gusto escuchando esas palabras mientras me tragaba su polla hasta el fondo. Mi abuelo apretó su polla metiendomela aun más al fondo, corriendose. El gordo hizo lo mismo con su polla. Me la metió hasta el fondo por la boca mientras se corría. Noté su leche caliente bajar por mi garganta. Fue maravilloso.

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heranlu

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Mi Abuelo me Desvirga - Capítulo 003


Esta vez me esperaba con dos amigos. El viejo gordo que me dio una paliza y otro viejo que rondaría los 80 años.

Vi sus miradas lascivias dirigiéndose a mis pechos. Tenían puesta una película porno. Tres mujeres calientes lamiéndose los coños por turnos. Miré la película y el gordo me preguntó si me gustaba. Contesté que si. Mi coñito hacia rato que estaba empapado pidiendo polla.

Los tres se tocaban el rabo por encima del pantalón mientras me miraban las tetas y se relamían. Esa imagen me excitó aún más y me subí la camiseta para que pudieran observar mejor mis grandes tetas. Sus ojos se abrieron como platos y comenzaron a murmurar obscenidades como: qué ricas tetas, te voy a follar esas tetas. Te voy a reventar el culo pequeña zorra.

Estaba muy cachonda y me senté en una silla delante de ellos. Abrí las piernas, me subí la falda y dejé ver mi chochito húmedo y caliente. Pasé mis dedos que resbalaron con suavidad y me masturbé mirando como sacaban sus pollas duras del pantalón. Quise correr a lamerlas, lo deseaba, sólo pensaba en pajearles con la boca hasta llenarme de leche. Pero me aguanté. No sé cómo lo hice.

Me levanté, me subí al sofá y puse mi coño cerca de la cara del octogenario. Me pajee en su cara y él no pudo aguantar la tentación. Me agarró del culo y me atrajo hasta su boca. Sacó su lengua y comenzó a lamerme el coño entero. Pasaba su lengua jugosa por todo mi coñito caliente, una y otra vez, extasiado, frenético. Me aparté he hice lo mismo con el gordo. Este se enfadó al verme tan guarra y me bajó del sofá.

– qué estás haciendo puta! Te vas a enterar. Voy a darte una paliza en ese chocho sucio que tienes.

Me tumbó en el sofá con las piernas abiertas y pidió a mi abuelo y al octogenario que me sujetaran las piernas. Los tres miraban con lujuria mi chochito virgen y el viejo gordo comenzó a azotármelo.

-te lo voy a dejar bien rojo. No tuviste bastante ayer? Vienes a por más? Te voy a enseñar a no ser tan guarra.

Y volvió a azotarme sin compasión. Yo gritaba de dolor pero me tapó la boca mientras con la otra mano seguía pegándome en el coño. De ahí pasó a pagarme en las tetas. Botaban con cada azote. Él disfruta castigándome y yo disfrutaba con sus azotes.

Después de unos minutos se detuvo. Me incorporó cogiéndome del pelo y me acercó la cara a su polla. Por fin podía tragármela. Abrí la boca desesperada y chupé y chupé como si no hubiera un mañana. Con pasión.

– tenías ganas de polla. Así, así, chupa cerda.

El octogenario también quería una buena mamada y en cuanto me soltó el gordo fui impaciente a por la polla del viejo. Gemía de gusto. Mi abuelo se pajeaba viendo la escena. También esperaba su turno y no le hice esperar mucho. Su polla gruesa era la que más me gustaba. Apenas me cabía el glande. Me comí esas tres pollas duras y canosas. Sus huevos botaban con cada embestida en mi boca. Me toqué el coño, me dolía por la paliza del gordo, pero me gustaba y me corrí con una de las pollas en la boca.

– mira la zorrita, se ha corrido.- dijo mi abuelo.

– será guarra! – gritó el viejo gordo.

Me apartó de la polla y me abofeteó. Me puso a cuatro patas y me dijo:

-ahora te vas a enterar.

Me la metió por el culo sin el menor tacto. De un golpe. Y comenzó a follarme fuerte sin parar. Mi abuelo me metió la polla en la boca para que no gritaste y entre los dos me dieron unas fuertes embestidas. El gordo sacó su polla de mi culo y se lo ofreció al octogenario que, sin dudarlo, me la metió también de un golpe. Ese viejo me folló unas cuantas veces y se corrió dentro. Le tocaba el turno a mi abuelo. Hizo lo mismo que los otros dos. Como agradecimiento al octogenario, le limpié la polla con la boca. Estaba flácida pero igual de rica.

Esos viejos sólo sabían follarme el culo sin pensar que mi coñito ardía en deseos de ser desvirgado. Mientras me rompían el culo, mi coño se abría esperando su turno. Un turno que nunca llegaba. Supliqué que me destrozasen el coño entre los tres pero no me hacían caso. Sólo se saciaban con mi boca y mi culo. No paraban de utilizar esos agujeros. Mi abuelo se corrió escuchando mis súplicas entre lamidas de las otras dos pollas. Quedaba por correrse el viejo gordo.

– quieres que utilice tu coño sucio?

– si, por favor. Fóllatelo

Me tumbó en el sofá, boca arriba mientras gritaba lo guarra que era. Volvió a pedirles que me agarrasen las piernas. Sabía lo que venía ahora.

– te voy a follar ese coño sucio que tienes pero te va a doler tanto que no querrás que te follen nunca más.

Cogió el cinturón de su pantalón y me golpeó el coño con él. Mi abuelo, cachondo como nunca, me tapó la boca. El viejo gordo volvió a golpearme nuevamente. Me sacudí de dolor mientras los tres gozaban con ello. Cuando me puso el coño rojo dijo que ya estaba listo para ser follado. El octogenario acercó su cara a mi coño y lo lamió con gusto para dejármelo bien mojado. Una vez sació sus ansias de chocho, se apartó y dejo que el viejo gordo lo usara. Acercó su polla a punto de reventar y la metió fuerte, de un sólo golpe. Me estremecí de dolor, mi abuelo seguía tapándome la boca mientras me arqueaba. El gordo disfrutaba con aquello.

– esto te gusta, guarra? Es lo querías verdad? Pues toma polla, zorra!

Y comenzó a follarme sin medida. Mis tetas botaban arriba y abajo. Él las miraba vicioso y su cara de cerdo hizo que me corriera. Se dio cuenta y me llamó puta.

-te gusta que te violen, cerda? Mira como se corre la guarra. Si, esto te gusta.

Me abofeteó y me folló una y otra vez hasta e él también se corrió. Dejó entrar toda su leche en mi coñito dolorido.

Le agradecí su buena follada y le limpié la polla con la boca.

– eso es lo que tienes que hacer, cerda. Abrirte de piernas y dejarte hacer de todo.

-Ya estás lista para que te la metan por todos los agujeros al mismo tiempo. Te avisaré para que te prepares. La próxima vez seremos unos cuantos – dijo mi abuelo mientras se reía.

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