Mamá, ya no soy tu Carlitos - Capitulos 001 al 002

heranlu

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Mamá, ya no soy tu Carlitos - Capitulo 001


Mamá está casada felizmente con mi padre. No es una mujer divorciada, ni está falta de sexo como las mujeres que aparecen muchas veces en estos relatos. Mis padres se quieren mucho, y seguramente lo hacen cuando les apetece, pero la verdad es que yo no los he oído nunca hacerlo, por lo que supongo que lo harán cuando no estoy en casa.

Mi padre por su trabajo pasa largos periodos fuera de casa, y mamá trabaja en una tienda de electrodomésticos, combinado con su trabajo como ama de casa, en el que yo le ayudo todo lo que puedo.

Una mañana de domingo estaba preparando la comida. Me apeteció hacer salchichas con tomate y puré de patatas. Mamá estaba en la ducha.

Estaba friendo las salchichas y cada vez que les daba la vuelta veía un pene en ellas.

Además, le había echado cebolla a la sartén, por lo que cortadas en aros y mezcladas con las salchichas, veía cada salchicha como un pene introduciéndose en una vagina. Dejé de removerlas un rato, pero la imagen no se me quitaba de la cabeza.

-Carlitoooos, ¿Dónde estás? -mamá me seguía llamando Carlitos, aunque ya tenía 18 años, como si siguiera siendo su niño pequeño.

-Estoy en la cocina mamá. -le respondí mirando la sartén como si las salchichas y la cebolla volvieran a ponerse en movimiento, aunque solo borboteaba el aceite.

Mamá entró en la cocina, solo tapada por una toalla de ducha y secándose el pelo con otra más pequeña. Estaba guapísima.

-Que bien huele hijo. -me dijo poniéndose a mi lado y mirando lo que estaba preparando.

-Pues falta el puré y el tomate. Enseguida estarán.

-Vale hijo. Te esperaré aquí sentada.

Terminé de freír la comida sin mirar demasiado a la sartén.

Saqué las salchichas y la cebolla en dos platos, y las coroné con el puré de patatas. El tomate lo dejé por separado para que cada uno nos echáramos lo que quisiéramos.

Mamá estaba sentada con la toalla puesta y la otra enrollada en el pelo.

-¿No te vistes mamá? -le pregunté mientras le pasaba el tomate.

-Tengo calor hijo. -me dijo mientras se echaba el tomate sobre las salchichas y la cebolla.

-Andrea, Andrea. -le dije mientras cortaba una salchicha.

-Carlitos, Carlitos. -me contestó ella riendo.

-Tengo ya una edad mamá. -le comenté.

-Para mí siempre serás mi Carlitos. -y me dio un tirón suave en la mejilla-. En el fondo me encantaba ser su Carlitos.

Después de comer, mamá recogió la mesa. No me dejó hacerlo ni fregar los platos ni los cubiertos.

Decidí subir a mi cuarto después de comer. Le escribí a mi amigo Roberto para discutir la estrategia del partido. Teníamos una liguilla de futbol, nada serio, jugábamos entre amigos del barrio, sin rivalidad apenas, sin malos rollos. Pero aun así me gustaba que nuestro equipo ganase.

Salí de casa a las 17:30 despidiéndome de mamá.

Terminamos empatando el partido. La verdad es que podía haber dado más de sí, pero en el equipo contrario jugó de delantero Alejandro, un tío bastante fuerte que iba un curso por encima de nosotros, y me fui casi imposible pararlo.

Fuimos al vestuario y nos duchamos. Me estaba secando, cuando Roberto se acercó a mí, aparte, con el móvil en la mano.

-Tío, mira lo que tengo. -me dijo en voz baja y mirando alrededor para ver si alguien se fijaba en nosotros-. ¿Alguna vez has visto a tu madre o a tu hermana desnuda? -me preguntó.

-No tengo hermanas, ya lo sabes, y a mi madre nunca la he visto desnuda. -le respondí.

-Lo que te estas perdiendo amigo. -dijo mientras entraba en una carpeta del móvil protegida por una contraseña.

Le miré, pero no dije nada. Puso la contraseña tan deprisa que no me dio tiempo a ver cuál era.

-Mira, mira. Las pillé el otro día cambiándose a las dos en la habitación de mis padres. -dijo mientras pasaba una tras otra las fotos-. Caminaba por el pasillo, cerca de su habitación, y oí que hablaban en voz baja. La puerta estaba entreabierta, por lo que metí un poco el móvil por la rendija y les saqué esta ráfaga de fotos.

Se veía a primero a una chica joven, rubia, de curvas formadas, Lorena, la hermana de Roberto, y una mujer alta, también rubia, que debía ser su madre. Las fotos las había sacado casi todas de espaldas, menos una, en la que su madre se veía desnuda de frente en todo su esplendor.

Estaba acostumbrado a ver mujeres desnudas en internet, en revistas y videos porno, pero nunca había visto a la madre de mi mejor amigo, y además con sus tetas firmes, y su triangulo de pelo rubio, casi sin depilar, completamente desnuda, posando sin saberlo, para la cámara de fotos del móvil de su hijo.

-¿Me las pasas? -le pregunté ávido de tener un buen material para pajas.

-Noooo. -me dijo Roberto muy serio-. Bueno, si me consigues una de tú de madre desnuda, te paso la de la mía. Las de mi hermana son para mí.

-Jooo, no vale. -protesté como si fuera un niño pequeño-. Pásame una al menos.

-Bueeenoooo. Te paso esta de mi hermana que se ve medio borrosa. Confórmate con esa. Pero consígueme una de tu madre. Las dos son de la misma edad y seguro que la tuya está tan buena como la mía.

Mi madre era morena, no rubia, y siempre la vi vestida, así que no sabía si estaba buena o no, aparte de que era muy guapa. Cubierta con la toalla tampoco había podido notar sus curvas. Si le preguntaba a papá me diría si mamá estaba buena o no. Pero ¿en qué estaba pensando? ¿cómo iba a preguntarle a mi padre si mamá estaba buena?

Noté un pequeño golpe en la cabeza.

-Vamos Carlos que te has quedado alelao. -era Roberto que me sacó de mi ensimismamiento.

Ya vestidos y con nuestras cosas recogidas, salimos de los vestuarios. Roberto aflojó el paso haciendo que nos quedáramos detrás de los demás.

-Si te la cascas con la foto de mi hermana cuéntame que tal. Estaré despierto hasta tarde. Mis padres estarán fuera, y mi hermana va a dormir a casa de Dolores-. Me dijo al oído como si alguien pudiera escucharle.

Dolores era la mejor amiga de la hermana de Roberto. Una chica idiota que caía mal a todo el mundo menos a ella. Con el pelo rizado como Shirley Temple, aunque yo no tenía ni idea que quien era la tal Shirley Temple, pero Roberto siempre la nombraba cuando hablaba de ella para compararla.

Nos despedimos en la esquina de la calle, vivíamos en direcciones opuestas, el resto de nuestro equipo ya se había separado antes.

Subí las escaleras del bloque. No me gustaba usar el ascensor, aunque vivíamos en un quinto. Estaba cansado por el partido, aunque aún tenía fuerza para subir andando.

Pensé en lo que me había pedido Roberto. Conseguirle una foto desnuda de mi madre. A cambio me pasaría la de la suya, y la verdad es que estaba bastante buena. ¿Sería capaz de hacerlo?

-Mamá. He vuelto. -dije al entrar-. No me contestó, y me fijé en una nota que había sobre la mesa del salón.

“Estoy comprando. Si vuelves y no estoy, ya sabes donde tienes la merienda. Si tienes hambre no me esperes”.

Y remataba la nota con “besos, mamá”

Ahora me sentía fatal. Mamá me quería un montón, y yo a ella, y ¿cómo iba a sacarle una foto desnuda?

Tenía hambre, pensé en esperarla, pero no sabía cuánto podría tardar mamá en volver, y ella misma me había dicho que no la esperara.

Merendé con ansia. El partido me abrió el apetito.

Cuando recogí todo, oí la puerta de casa. Era mamá. Parecía que llevaba un peinado distinto y estaba más guapa que a mediodía.

-Uff, vengo acalorada hijo. Mucha gente en la pescadería, también en la frutería. Y al final decidí peinarme un poco en la peluquería. ¿Qué te parezco? -dio media vuelta para que viera su peinado al completo.

-Estás preciosa mamá. -le contesté-. ¿Te vas a dar una ducha? -le pregunté olvidándome de mis prejuicios por fotografiarla desnuda.

-Que va hijo. Se me estropearía el peinado. Me lo han dejado tan bien.

Pensé en que si no tenía en casa una redecilla de esas que se ponen en el pelo para ducharse sin mojárselo…

-Subiré a mi cuarto y me secaré con un paño húmedo en lugar de darme una ducha. -me dijo dejando las bolsas en el suelo.

-Yo sacaré las cosas. Tú relájate y descansa. -le dije.

Vi como subía las escaleras como si fuera una suave brisa de primavera. Vivíamos en el último piso, y cuando se construyó el edificio, hacía años, nuestra casa tenía un piso más, de forma que nuestras habitaciones y el baño de arriba eran como un sexto piso. Solo nuestra casa disponía de esa ventaja.

En cuanto oí como se cerraba la puerta de su habitación, metí las cosas corriendo en la nevera, y subí los escalones despacio para que no oyera nada.

Me detuve junto al marco de la puerta de su habitación con la espalda pegada a la pared.

Eché un ojo, pero la puerta estaba casi cerrada del todo, pero no atrancada. Caminé de puntillas y pasé al otro lado. Apenas se veía algo. Solo se adivinaba su silueta desnuda sentada sobre una silla, o al menos la imaginé desnuda. La puerta no tenía obviamente cerradura por lo que no podía espiar por su ojo.

Si me pareció oír unos tímidos gemidos de placer. Supuse que un poco de agua fría por su cuerpo debía de estar relajándola y aliviando su calor.

Algo cruzó por mi cabeza que me hizo estirar la mano hasta la puerta y abrirla un poco.

-Carlitos, ¿eres tú? -oí que preguntaba desde dentro-. Para entonces estaba al otro lado de la puerta, casi enfrente de la de mi habitación.

Evidentemente no respondí. Ella me hacia abajo, y supondría que alguna pequeña ráfaga de aire, o el hecho de que la puerta no estuviera atrancada la hubiera abierto ligeramente.

Mi primer intento de hacerla una foto o más desnuda había fracasado, por lo que decidí meterme en mi habitación y descansar un poco.

Estaba medio dormido, solo vestido con mis calzoncillos, cuando oí que vibraba mi móvil que tenía en la mesilla junto a mi cama.

Era un mensaje de Roberto.

-Tío, ¿te la has cascado ya con la foto de mi hermana? -me preguntaba.

-Aun no. -le respondí rápido.

-¿Y a que esperas? -volvió a preguntarme .

Será pervertido. Pensé. Encima me mete prisa para que me haga una paja con la foto de su hermana.

La verdad es que hacía calor. La pregunta me había puesto caliente de repente. No se oía a mamá en su habitación, por lo que deduje que estaría abajo en la cocina o el salón. Me incorporé en la cama y me bajé el calzoncillo. Mi polla estaba ya morcillona. Abrí la foto de Lorena, y en cuanto la vi desnuda, aunque la foto estaba borrosa, mi polla se puso dura del todo, con su glande rosa y brillante apuntando hacia la puerta.

No tenía lubricante ni nada de eso, por lo que me mojé los dedos en saliva y agarré mi miembro dispuesto a darme un merecido homenaje gracias a mi amigo.

Comencé a subir y bajar mi mano despacio por el tronco de mi polla. Miraba alternativamente la foto de Lorena y a mi miembro que comenzaba a temblar con cada subida y bajada. Mi respiración se agitaba, estaba concentrado en el placer que sentía, y en imaginar que Lorena estaba botando sobre mi, cuando de repente la puerta de mi habitación se abrió, y mamá me pilló con la mano en la polla haciéndome una paja.

-Perdona hijo. -fue todo lo que dijo y volvió a cerrar la puerta.

Joder, mi madre que seguía llamándome Carlitos a mis 18 años, me había pillado con la mano en mi polla. Pensé. Ella que seguro creía que yo era un ser asexual, hasta ahora que me acababa de descubrir haciendo lo que todos los adolescentes de mi edad hacían.

Porque estaba seguro de que mi madre me veía todavía como un ser puro, sin deseos sexuales, porque tampoco nunca descubrió nada en mi ordenador, ni historial de videos porno, ni fotos de tías en pelotas, ni revistas porno.

Cuando una madre te quiere como la mía, no se da cuenta de que tiene a un hombre en casa, que tiene sus necesidades, al que se le ponía dura la polla cuando aún no tenía edad para decirlo. Y por fin había abierto los ojos a la verdad, aunque hubiera sido de la manera más brusca posible.

Me levanté de la cama para tratar de ir tras ella y explicarle, pero con los calzoncillos en los tobillos, la situación era aún peor para tratar de explicarle nada.

Volví a mi habitación, me vestí de nuevo y me senté en la cama. Como comprenderéis, no tenía ganas de volver a meneármela.

No me atrevía a bajar. El tiempo pasaba despacio. Esperé una hora, pero nada. Esperé dos, se acercaba la hora de la cena y antes o después tendría que bajar. Seguramente mamá estaría tan enfadada que ni me subiría la cena si no bajaba yo.

Daba vueltas en mi cabeza la forma de afrontarlo, de decirle algo, lo que fuera que pudiera justificar lo que acababa de ver, pero no se me ocurría nada.

Al final me armé de valor y salí de mi cuarto. De todas formas, bajé los escalones de uno en uno.

Mamá me esperaba en la cocina con la cena preparada. Le di las buenas noches y me senté enfrente de ella como siempre solíamos hacer.

Cenamos en silencio, y casi al terminar me decidí a hablarle.

-Lo siento mamá. Siento que me vieras así. -le dije.

-Yo también lo siento hijo. Siento que hasta ahora siguiera viéndote como un niño, mi niño, cuando ya no lo eres. Eres un adolescente con las hormonas revolucionadas, y es normal que te pillara haciendo lo que estabas haciendo. Antes o después debía descubrirte. La próxima vez llamaré antes de entrar en tu cuarto.

-Yo… Lo siento mamá.

-¿Sabes? Antes me llamó tu padre para decirme que vendrá mañana de su viaje de trabajo. Me preguntó que que tal todo, y no pude evitar contarle lo que había visto. Ya sabes.

-¿Y qué te dijo? -le pregunté nervioso.

-Que ya tienes una edad, como te he dicho. Pero me ha comentado algo que no sé si debería contarte.

-Cuéntamelo, mamá.

-Me da mucha vergüenza hijo. Me ha dicho que debería estar ahí contigo la próxima vez que lo hagas.

-¿Qué? -pregunté sorprendido.

-Si hijo. Dice que para que se me quite la vergüenza y la sorpresa que me dio al verte así, que al menos una vez debería ver como te…masturbas.

Mi padre le había dicho a mi madre que al menos una vez me viera masturbarme. Masturbarme delante de ella. Masturbarme…-las palabras dieron vueltas en mi cabeza.

En ese momento vibró mi teléfono en el bolsillo. Seguramente seria Roberto que me volvía a preguntar si me la había cascado con la foto de su hermana. Lo ignoré. Ahora tenía algo más importante de que preocuparme.

-¿Qué opinas hijo? -me preguntó mamá nerviosa.

Papá fue el que se encargó de hablarme de sexo cuando tuve la edad suficiente. Con mamá nunca había hablado de ello, y como sabéis ni siquiera la había visto desnuda. Pero la verdad es que ahora la situación me producía mucho morbo. Yo antes intentando sacarle una foto desnuda, y ahora papá le había propuesto verme masturbarme.

El móvil volvió a vibrar. Me levanté de la silla y le contesté.

-Mamá. Si tu estás de acuerdo, está bien. Lo haré. Pero que sea lo más cómodo para ambos.

-De acuerdo hijo. ¿Cuándo podrías? -me preguntó como si a ella también le produjera morbo la situación, y quisiera que lo hiciera cuanto antes-. Yo la verdad me había quedado a medias cuando ella me descubrió, y aunque no durara mucho esa primera vez, terminaría pronto y ya no habría más veces.

-Recojamos la mesa. Dame media hora, ¿vale? -le dije con la voz casi temblando, mezcla de nerviosismo y excitación.

-Está bien. Te esperaré. -me contestó mamá casi más nerviosa que yo.

La media hora pasó más rápido o tal vez más lento de lo que hubiera querido, y finalmente me arreglé bien la ropa y entré en mi habitación.

Mamá, previsora en todo, había traído una silla de su habitación y se encontraba sentada en ella, con las piernas cruzadas, esperándome. Su expresión era entre nerviosa y excitada.

-Necesito desnudarme mamá. Al menos de cintura para abajo. -le dije.

-Está bien hijo. ¿Necesitas estimulo? -me preguntó ella.

Era una pregunta que no sabía cómo responder. Si le decía que sí, tendría que sacar el móvil y buscar una foto de una mujer hermosa, la de Lorena no me atrevería a abrirla. Si le decía que no… No sabía qué hacer.

Sin decirle nada, mamá se bajó un poco la blusa dejándome ver sus pechos a través del sujetador.

-No mamá. No es necesario que lo hagas. -le dije nervioso.

-Todos los hombres necesitáis un estímulo, hijo. ¿No es así? Dime, ¿necesitas ver algo más?

Tragué saliva. Evidentemente ella misma me había puesto en bandeja que le dijera que sí.

-Bueno. Enséñame tus pechos. -le dije envalentonándome-. No es necesario que me los enseñes del todo, solo una parte.

-Ya que estamos hijo. -mamá se levantó y se quitó el sujetador dejándolo sobre la cama.

Saltaron a la vista dos hermosos pechos. Redondos y perfectamente firmes a su edad. No parecían operados pese a que no estaba muy cerca de ella. Los remataban dos pezones puntiagudos con dos areolas de color rosado.

Al verlos enseguida tuve una erección. Me encontraba en una situación extraña. No sabía si mamá pensaría que su hijo se excitaba por verla a ella los pechos, o por ver unos pechos en general.

Entonces ya muy excitado, llevé mi mano derecha a mi pene y comencé a masturbarme. Y si, mirando los pechos de mamá. De vez en cuando miraba a su cara que me miraba como si estuviera haciendo cualquier otra cosa que no fuera masturbarme delante de ella.

La excitación crecía con cada sube y baja que hacía con mi mano. Mi respiración se agitaba cada vez más y más. No paraba de gemir mientras llegaba al borde del orgasmo. Entonces paraba y volvía a seguir.

Después de un rato ya no podía retrasarlo más. Lo había intentado, pero ya no había marcha atrás. Me convulsioné un poco y gemí ahogadamente mientras notaba como el semen subía por el tronco de mi pene.

Mamá lo notó, y sin saber de dónde, sacó unos pañuelos y se levantó y puso uno en mi glande justo cuando comenzaba a correrme empapándolo. Ella se dio cuenta y fue cubriendo ese primero con otro más, y con otro hasta que finalmente dejé de eyacular.

Mamá acabó de rodillas frente a mí, sujetando los pañuelos que se llenaron de mi semen, como si fuera la escena de una película porno.

Nos miramos fijamente y noté la excitación en su rostro. Sudaba y finalmente se incorporó.

Sus pechos tenían gotas de sudor, así como su frente, y por supuesto todo mi cuerpo.

-Ahora ya no podré volver a llamarte Carlitos, tesoro. -y me dio un beso en la frente.

-Lo siento mamá. No debería haberlo hecho delante de ti. -intenté disculparme.

-No pasa nada. Es lo normal en un chico adolescente. -dijo poniéndose el sujetador.

Yo me vestí y nos despedimos. Luego fui al baño a lavarme los restos de semen que pudieran haber quedado en mi glande. Mamá se llevó los pañuelos para tirarlos en la basura.

El día transcurrió tranquilo. Ninguno de los dos mencionamos lo que había pasado hacia unas horas.

Al menos el mal trago ya había pasado, ya que al verme una vez masturbándome, ya no querría volverme a ver más haciéndolo.

El lunes volvió papá de su viaje de trabajo. Comimos juntos y nos contó todo lo que habían hecho esos días, los sitios que habían visitado, y de su trabajo.

Por la tarde nos fuimos a dormir la siesta.

Escuché hablando a mis padres en voz muy baja.

-Que cariño. ¿Te atreviste a hacer lo que te dije? -le preguntó papá a mamá.

-Pues me dio mucho corte, pero la verdad es que sí. Se lo propuse a Carlos y le pareció bien.

-¿Le pareció bien, eh? Tenemos un hijo muy guarro, jejeje. Se pajea delante de su madre. -dijo papá.

-Anda, no seas bobo. Si fuiste tú quien me lo propuso. -le contestó mamá.

-Ya lo sé cielo. Sabía que antes o después descubrirías a nuestro hijo masturbándose. Cuando antes le vieras hacerlo, antes se te pasaría la impresión. Cariño, ahora quítate las bragas que me has puesto muy cachondo. -oí como papá le decía a mamá.

-Claro cielo. -le contestó mamá y se besaron-. Métemela despacio cariño. Hace días que no la siento dentro, y quiero volver a sentirla bien.

Jolín con mamá, pensé. Se ha puesto tan cachonda con lo que han hablado. O tal vez sea que se puso así por haberme visto haciéndome una paja.

Entonces escuché una especie de chuffff. Me vino a la cabeza la polla de mi padre entrando en el coño húmedo de mamá, y eso sí, sin condón, o sea directamente a pelo.

No es que hubiera practicado sexo, ya lo sabéis, y en el porno que veía nunca se escuchaba el sonido que hace la polla al meterse en un coño, pero me imaginé que lo hacían así. Al poco escuché a mamá gemir en voz baja.

Sin duda papá ya estaría dentro y bombeando con ganas. Al final esta iba a ser la primera vez que le oía hacerlo.

Me tumbé boca arriba y me quité los calzoncillos tirándolos directamente al suelo.

Mi polla erecta apuntaba a mi ombligo. Iba a darme un buen homenaje mientras oía, en voz baja eso sí, los jadeos que daban ambos y los movimientos suaves, pero contundentes de la cama, por lo que me imaginé que era papá el que estaba encima de mamá bombeándola con fuerza y deseo, mientras mamá lo recibía con las piernas abiertas y mirándole a la cara, gozando como nunca.

Me masturbé con fuerza. Aunque no tuviera delante a mamá, el saber que los tenía al lado en su habitación, teniendo sexo, era casi tan morboso como tener a mamá frente a mí. No duré mucho la verdad. Me corrí placenteramente, eyaculando algo menos que la primera vez.

Limpiándome el glande con pañuelos que escondía bajo la cama, me volví a vestir después y me giré en la cama quedándome dormido.

Llegó el mes de julio y como cada año mis padres y yo íbamos a pasar un par de semanas en el pueblo. Tenían una casa de los padres de mamá allí, y nos instalábamos siempre que podíamos ir, cuando papá no tenía viaje de trabajo, o no íbamos la playa.

Esa primera semana coincidía con las fiestas del pueblo. Yo me encontraba con mis amigos del pueblo, pero la verdad es que, aunque tenía amigas, nunca ligué con ninguna de ellas. La verdad es que entonces no me importaba.

Por la noche se celebraban conciertos y se lanzaban fuegos artificiales. Yo me entretuve viendo los fuegos de aquella primera noche, sin saber que otro fuego se estaba encendiendo no lejos de allí.

Ese primer día aún no había concierto, pero si un dj ponía música.

Sobre las 12 de la noche empezó a sonar una canción de Julio Iglesias, algo antiguo para mí, pero que animaba a bailar a las parejas de la edad de mis padres y más mayores.

Recorrí la plaza del pueblo, mis amigos no habían bajado aún. Me acerqué al pequeño bosque muy cerca de la entrada del pueblo. Allí podría ver las estrellas más claramente aún que en la plaza del pueblo

A lo lejos vi a una pareja debajo de uno de los árboles. Era tan alta que las ramas llegaban por encima de sus cabezas.

El hombre estaba detrás de una mujer. Podía verlos desde donde me encontraba, y claramente eran un hombre y una mujer por su constitución y el pelo largo de ella.

Me fijé en que el hombre estaba haciendo el movimiento de caderas típico de cuando estás echando un polvo. Llevaba los pantalones bajados hasta los tobillos y su culo moreno oscilaba de atrás a delante de forma rápida y contundente. Sin duda mi impresión había sido correcta.

La mujer delante de él se agarraba con las manos a una baranda de madera que recorría esa parte del bosque.

Presa del morbo, me acerqué un poco más escondiéndome detrás de un árbol cercano mientras ellos seguían a lo suyo.

Sus gemidos iban en aumento. Estaban lo suficientemente lejos del centro del pueblo, y además con la música no se les podía oír desde donde estaban.

Me arriesgué un poco más, y pasé al siguiente árbol.

El hombre acariciaba el pelo de la mujer con la otra mano, cuando me di cuenta de la realidad que tenía ante mi.

Eran mis padres que presa de la excitación se habían escapado lejos de todos, y de mí, y se habían puesto a follar lejos de los ojos de la gente en medio del campo.

Di un paso más, tropecé con una rama y casi me caí al suelo. Cuando me volví a fijar en ellos, en ese instante mamá giró la cabeza y me vio claramente. Supo que su hijo los estaba espiando mientras lo hacían.

Ella intentó hacerme un gesto con la cabeza, pero en ese momento se mordió el labio inferior y cerró los ojos. Mi padre la estaba penetrando aún más fuerte, más duro, por lo que mamá tuvo que cerrar los ojos presa del placer que debía sentir en esos momentos.

Se levantó un poco hacia arriba y la penetró desde debajo de forma que seguramente estaba estimulando más directamente su punto g.

Cuando me di cuenta de que debían estar a punto de correrse, me fui alejando despacio sin mirar atrás, hasta que finalmente llegué a la plaza del pueblo.

Allí todos bailaban, miraban al cielo a los fuegos artificiales que volvieron a iluminar el cielo.

Me fui directamente a la casa a la que íbamos en el pueblo. Llevaba las llaves, abrí la puerta y me metí en mi cuarto. Necesitaba asimilar lo que acababa de ver. No fue lo mismo oírlos hacerlo en su habitación, que verlos en medio del campo.

No podía dormirme, daba vueltas en la cama, cuando vi una sombra en la puerta de mi cuarto.

-Cielo, siento molestarte. -era mamá que se encontraba en la puerta, en la penumbra-. Tu padre ronca como un tronco. Aunque pensaba que no lo volvería a hacer, solo una vez y ya está, me gustaría volver a ver como te masturbas tesoro.

Me incorporé en la cama casi de un salto.

-¿En serio mamá? -le pregunté-. Mi entrepierna ardía después de lo que acababa de ver, y ahora con la petición de mi madre.

-Si tesoro. Masturbarte, hacerte una paja, como prefieras llamarlo. -me dijo poniendo ojos tiernos.

Di la luz de la mesilla y me senté en el borde la cama con los pies tocando el suelo.

-Está bien mamá. Pero esta vez quiero verte desnuda. -le dije como si fuera un ultimátum.

Pensé que, si no quería, iba a decirle: “si no te desnudas le diré a papá que os he visto follar”, pero para mi sorpresa no dijo que no, se sacó el vestido que llevaba por la cabeza y lo dejó sobre la cama quedándose desnuda delante de mí al no llevar ropa interior.

-¿Así está bien tesoro? -me preguntó cruzando las manos sobre su pubis.

No podía decirle que quitara las manos de sus partes. Al fin y al cabo, la madre que me trajo al mundo se acababa de desnudar sin una queja y no podía pedirle nada más.

Para entonces mi polla estaba completamente dura. Tanto que me dolía.

Me ensalivé la mano con la lengua y comencé una paja dura desde el principio. El semen que acumulaba pugnaba por salir.

Entonces mamá se agachó frente a mí, mirando fijamente como mi mano subía y bajaba por el tronco de mi polla.

Tentado estuve de pedirle que me ayudara con la paja con cualquiera de sus manos, pero se me ocurrió otra cosa. Mi corazón bombeaba a gran velocidad, mi respiración se agitaba cada vez más, y volví a notar ese picor en la punta de mi polla que anunciaba mi orgasmo.

Cuando ya no pude más, me incorporé, le pedí a mamá que se agachara empujándola suavemente con mi mano libre, y me derramé sobre sus tetas.

Chorros y chorros de semen caliente le cubrieron las tetas y el canalillo. No soy actor porno, por lo que no pude dirigir bien los chorros para cubrirle una teta y alternativamente la otra, pero tal y como me salieron cayeron sobre sus pechos.

Terminé de estrujar mi polla hasta que me vacié del todo. El final ideal hubiera sido que mamá se hubiera tragado las ultimas gotas de semen, pero ahora mismo no podía pedir más.

Mamá quedó sentada en el suelo con las piernas abiertas y pude ver con la luz de la lampara de la mesilla su coño abierto para mí, su niño querido lo miraba ahora que rezumaba un poco de fluido vaginal. Sin duda no solo el polvo de mi padre le había producido esa humedad.

La ayudé a levantarse y le limpié las tetas con los sufridos pañuelos que siempre usaba.

-De esto ni una palabra a tu padre, ¿eh? -me dijo cuando terminó de ponerse el vestido.

-Ya lo sé mamá. Será un secreto entre nosotros. -y me salió darle un pequeño beso en la boca que duró solo unos segundos.

La vi salir de mi cuarto como si fuera un ángel del deseo.

Esa noche apenas pude dormir, pero fue una de las mejores de mi vida.
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heranlu

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Mamá, ya no soy tu Carlitos - Capitulo 002


Al día siguiente me levanté más contento que nunca y con una erección de caballo.

Mamá me había dejado una nota debajo de la almohada donde me deseaba que tuviera un buen despertar. Ellos estaban comprado pan y algo de comer en la plaza del pueblo. Vi la nota que cayó al suelo cuando me desperté y casi tiré la almohada.

Me levanté y decidí quitarme la ropa e ir al baño desnudo al no estar ellos en casa.

Encendí la luz del baño y me vi a mí mismo en el reflejo del espejo con la polla tiesa apuntando hacia arriba. Pensé en cascármela ahora que estaba a punto, pero luego pensé que sería una lástima no dejarla para más tarde, aunque un pequeño meneo no me vendría nada mal.

Cogí un poco de jabón de manos y me lo unté en la mano, cogí mi rabo con la mano todo lo lubricada que pude conseguir, y comencé a subir y bajar lentamente.

Notaba mucho placer y más aun recordando lo que había pasado la noche anterior, pero no quería culminar. Quería disfrutar, pero sin llegar al orgasmo, sin correrme.

En eso estaba con mi mano subiendo y bajando cuando oí abrirse la puerta de la calle.

-Carlos, ya estamos en casa. -era papá que me anunciaba que ya volvían de comprar.

-Voy. -contesté subiéndome el pantalón y tratando de que no se notase mucho el bulto en el.

-Hola cariño. -me dijo mamá dándome dos castos besos en la mejilla como si eso pudiera hacernos olvidar lo que había ocurrido horas antes. Pero el brillo en su mirada denotaba que mamá lo tenía muy presente todavía.

Comimos los tres juntos. Yo sentado enfrente de mamá, y papá a mi derecha.

De vez en cuando levantaba la mirada del plato para mirar a mi madre y ella me devolvía la mirada sin que aparentemente papá se enterara de nada.

Por la tarde papá nos propuso acompañarle a pescar al rio.

-Vamos, animaos. Es muy fácil. Yo os pondré el cebo y no tendréis más que tirar la caña y esperar a que piquen. -nos dijo.

-Antonio, Antonio. -le dijo mamá sonriendo como me había dicho aquella vez a mí-. ¿De verdad crees que tu hijo tiene paciencia para estar horas sentado esperando a que quieran picar unos peces?

-Anda Andrea, no creas que nuestro hijo no tiene paciencia para esas cosas. -le contestó papá sonriendo también.

-Pues si tengo paciencia, pero la verdad es que esta tarde tenía pensando hablar con Roberto un rato y luego salir a jugar con mis amigos del pueblo.

-Como queráis panda de aburridos. -nos dijo papá partiéndose de risa-. Me voy a pescar con Benito y Julián. Lo pasaremos bien, y quien sabe si podremos volver a vernos antes del año que viene. Pasarlo bien vosotros también chicos. -y le dio dos besos a mamá y a mí me revolvió el pelo cariñosamente.

Hablé un rato por el móvil con Roberto. Después vi que era pronto aún para salir. Habíamos quedado a las seis y todavía faltaba más de una hora.

Estaba leyendo un comic cuando noté una mano en mi hombro. Era mamá vestida solo con un vestido vaporoso.

-Cariño. Dicen que no hay dos sin tres. Me gustaría verte masturbándote una vez más. -me dijo mientras se agachaba frente a mi cara con la suya a un palmo de la mía.

-¿Estás segura mamá? -le pregunté nervioso y excitado a un tiempo-. Papá te propuso que fuera una única vez la que me vieras haciéndome una paja.

-Ya lo sé tesoro. Pero ¿qué puedo hacer? Me excité mucho la primera vez que te vi, y no digamos la segunda. -dijo echándose el pelo hacia atrás nerviosa-. Sin duda estaba tan excitada o más que yo.

-De acuerdo. Cuando llegasteis esta mañana estaba a punto de, ya sabes.

-Lo imagino cariño. Anda, vamos. -me dijo tomándome de la mano.

Entramos en mi habitación. Mamá trajo una silla de la cocina. Se quitó de nuevo el vestido como la otra vez sin pedirle que quería verla desnuda.

Para entonces estaba muy, muy excitado, tanto que mi polla ya estaba expulsando liquido preseminal.

Agarré mi pene despacio, no quería irme a la primera de cambio, y comencé a subir y bajar por el tronco de mi polla. Mamá me miraba fijamente. Entonces se abrió de piernas mostrando su coño abiertamente. Lo quería, lo deseaba. Deseaba que su querido hijo se hiciera de nuevo una buena paja mientras ella lo miraba.

No iba a durar mucho con esa visión. Mamá se levantó de la silla haciendo que sus tetas botaran unos instantes.

-Puedes elegir donde quieres correrte tesoro. -me dijo amorosamente.

-¿En serio mamá? -le pregunté mientras no dejaba de meneármela.

En un primer momento pensé en pedirle que me dejara correrme sobre su coño, pero luego me pareció demasiado atrevido. Me levanté y le pedí que me dejara correrme en sus nalgas.

-¿Te gusta mi culo, eh tesoro? Claro, puedes correrte en mis nalgas. -me confirmó.

Diciendo esto se tumbó boca abajo en mi cama. Se colocó en una postura mejor dejando que sus nalgas destacaran por encima de su espalda. No podía creerlo, la madre que me había parido dejándose utilizar como un objeto sexual.

Apunté mi polla a sus nalgas y como si un muelle lo impulsara, empecé a eyacular. Dos chorros potentes salpicaron la curva de sus carnosas nalgas. Dirigí seguido mi polla a la raja de su culo, donde otros chorros ya menos potentes se derramaron en la raja, y acabé de rodillas contra el borde de la cama estrujando mi polla al máximo hasta que me derramé del todo y ya no me salió nada más de semen.

-Ufff, dios, ha sido increíble. -dije recuperando la respiración y cayendo de rodillas en el suelo mientras mamá me contemplaba.

Ya recuperado del orgasmo, la ayudé a incorporarse y la volví a limpiar amorosamente como la otra vez.

-Ha sido mejor que ir a pescar con tu padre, ¿verdad? -me preguntó mamá revolviéndome el pelo como había hecho antes papá.

-Sin duda mamá. -le contesté-. Sin duda.

Cuando nos vestimos y volvimos al salón, pensé que si esto iba a quedarse en solo verme masturbarme o si íbamos a dar un paso más allá en algún momento.

Las dos semanas de vacaciones en el pueblo pasaron casi en un suspiro. Los amigos vinieron todos a despedirse un domingo por la tarde, tanto los de mis padres como los míos. Cogimos el coche, que ya estaba cargado con nuestro equipaje, y nos fuimos.

Mis padres agitaban las manos despidiéndose de todo el mundo mientras aun veíamos el pueblo por el retrovisor.

Llegamos a la playa, al hotel que habíamos reservado, pero nos confirmaron que había habido un error en nuestra reserva. En lugar de una habitación doble para nosotros tres, solo tenían una habitación sencilla para dos personas. Nos aseguraron que un par de días, tal vez tres, tuvieran una doble disponible y nos instalarían allí.

La habitación disponía solo de una cama de matrimonio y habían instalado una cama pequeña supletoria para mí. Dejamos el equipaje y decidimos bajar a la playa.

Una vez allí, y para mi sorpresa vi una silueta familiar. Era Roberto mi mejor amigo de la ciudad junto con sus padres y su hermana Lorena con la que aún no me había masturbado mirando su foto.

-Anda que casualidad. -oí que decía Clementina la madre de mi amigo-. Si, se llamaba Clementina, menudo nombre le pusieron a la pobre. Tampoco es tan mayor para que la llamaran así. Roberto tenía razón, mi madre y ella debían de llevarse solo uno o dos años de diferencia.

A su lado estaba su marido también llamado Roberto, y unos metros más allá, intentando clavar la sombrilla, Lorena. Vista así en esa postura con el culo casi en pompa tratando de clavar infructuosamente la sombrilla, la verdad es que estaba aún más buena que en la foto.

Intenté acercarme a ella para ayudarla, pero Roberto me cogió del brazo y me llevó un poco aparte de mis padres y los suyos.

-Tío, joder, ¿no te has pajeado con la foto de mi hermana? -me preguntó algo enfadado.

-Ahora tengo algo mejor. -le contesté poniendo los brazos en jarras.

-¿Algo mejor que mi hermana? -volvió a preguntarme.

-Si, algo mejor. -pero sin duda no iba a decirle de que se trataba. Estaría loco si se lo dijera.

-Ya ves lo buena que está Lorena. -y apuntó un dedo hacia ella que ahora estaba de rodillas clavando por fin la sombrilla.

-Roberto. -llamó Clementina, y los dos, padre e hijo volvieron la cabeza al mismo tiempo, cosas de llamarse igual. Tu no, nuestro hijo, a veces creo que tengo un marido idiota. -le dijo ella a mamá que se rio un poco tapándose la boca con la mano para que Roberto padre no la viera.

Mamá y yo decidimos meternos en el agua mientras el resto charlaban en la arena bajo las sombrillas, la que había clavado Lorena y la nuestra.

-¿Qué tal tesoro? -me preguntó mamá.

-Muy bien mamá. Hubiera preferido que estuviéramos los tres solos, pero que se le va a hacer.

-Sabes, he pensado que tal vez deberíamos pasar a la siguiente fase. -me dijo mientras flotaba en el agua con sus tetas tocando el borde.

-¿La siguiente fase? ¿Cuál mamá? -le pregunté intrigado.

-Acércate a mi tesoro, quiero sentirte cerca.

Obedecí y ella me abrazó haciendo que mi cabeza reposara sobre sus tetas. Dios mío, que tetas tan hermosas tenía mamá, me había corrido sobre ellas, pero ahora la sensación era distinta.

Mi polla evidentemente no tardó en reaccionar. Mamá se dio cuenta y después de mirar a ambos lados, la gente que estaba dentro del mar estaba a distancia suficiente de nosotros para no ver nada, levantó un poco mi bañador y me lo bajó un poco más, debajo de entrepierna. Cogió mi polla con la mano y tras volver a mirar alrededor, empezó a masturbarme con su mano.

Dios, aquello era lo más, mamá haciéndome una paja ella misma. A eso se refería con lo de pasar a la siguiente fase. Aun así, nunca pensé que fuera tan pronto.

Pero nuestra felicidad no iba a durar lo suficiente. Yo estaba de espaldas a la orilla, pero mamá estaba de frente y entonces me empujó suavemente la cabeza bajo el agua.

Como si fuera un juego entre nosotros para disimular me di la vuelta bajo el agua y vi claramente unas piernas que avanzaban hacia nosotros. Me subí el bañador y al ascender de nuevo me encontré con Clementina y Lorena que llegaban a nuestra altura y comenzaron a hablar con mamá.

Yo nadé en círculos entre ellas para que no notaran nada raro, solo una madre y su hijo jugando en el agua, y finalmente perdí la erección, me cansé de nadar y me disculpé diciendo que volvía a la orilla.

Maldita sea, nos habían interrumpido las dos.

De regreso a la orilla, me senté con papá, Roberto y su hijo Roberto.

Al final volvimos al hotel, era la hora de comer y yo personalmente tenía bastante hambre. El mar y la casi paja de mamá me habían abierto mucho el apetito.

Comimos en el salón del hotel que a esa hora estaba especialmente tranquilo. Papá tocaba a mamá la pierna bajo la mesa y supe que algo iba a pasar después.

Subimos a la habitación para echarnos la siesta. Mis padres en la cama de matrimonio y yo en la pequeña cama supletoria que casi daba con la puerta de entrada.

Al poco oí unos pequeños sonidos. Mamá y papá hablaban en voz baja. Entendí algo de que no podían ponerse a hacerlo conmigo al lado, pero papá dijo que no podía aguantarse más las ganas.

Entonces él se puso encima de mamá y se taparon con las sabanas por encima. Yo me giré hacia el lado de la puerta tratando de no enterarme de nada, pero era imposible.

Las sábanas empezaron a moverse. Era como cuando trataban de taparse para hacer el amor en programas como Gran Hermano, pero que todo el mundo sabía perfectamente que estaban haciendo.

Papá y mamá estaban haciéndolo. Estaban follando a solo unos metros, casi centímetros de mí.

La cama temblaba con las embestidas de papá. Le estaba dando bien fuerte. No intentaban disimular, la verdad. Pero no estaba enfadado con mamá, solo con papá, por apetecerle hacerlo cuando yo estaba en la habitación y tan cerca de ellos.

Al poco rato pararon y mamá se incorporó en la cama. Papá se colocó detrás de ella y la penetró en la postura del perrito. Pude ver un segundo como su pene entraba dentro de ella.

Traté de taparme los oídos con los dedos, pero los gemidos ahogados se metían en mis oídos. No podía no escucharlos.

Tardaron un rato en acabar. Oí cosas como si, dame más fuerte, no pares cielo, te quiero tesoro, que bien lo haces, y cosas así.

Acabé durmiéndome al final, y tiempo después, no se cuánto, noté unos dedos acariciando mi pelo y mi frente que me despertaron.

-Hola tesoro. Siento que hayas tenido que oírnos y sobre todo vernos. -era mamá sentada en el borde de mi cama con sus pechos sudorosos solo cubiertos por un vestido vaporoso que se disculpaba conmigo.

-Ya lo sé. ¿Y qué otra cosa podías hacer? Noté a papá muy caliente en la comida, y como nos dieron por error estaba habitación tan pequeña, las camas están tan cerca que no pude evitar veros y oíros. ¿Dónde está papá? -le pregunté al ver que me hablaba con tanta confianza.

-Duerme en la terraza. ¿Sabes? He pensado algo. Es arriesgado, pero te lo mereces tesoro.

Me cogió de la mano y me llevó al lavabo.

Mamá cerró la puerta y echó el pestillo. Al otro lado, como la ventana del lavabo daba al exterior, oía a papá dormir.

Volvió a sacarse el vestido, se había convertido en una experta en ello, y me quitó el calzoncillo, solo dormía con el puesto. Liberó mi polla ya erecta que apuntaba a su cara y me sentó en la taza del váter. Ella hizo lo mismo en el bidé, con sus nalgas apoyadas que sobresalían un poco por los costados, y sin dudarlo un instante comenzó a masturbarme retomando la paja de la cual nos habían interrumpido esa mañana.

-Aaaah, así mamá. Se siente tan bien. -le dije.

-Gracias tesoro. Ahora dime si debo ir despacio o acelerar. -me dijo ella.

-Despacio por favor. Así, así, que bien se siente. Mmmmm. -gemí-. Suave, suave, aaaah. No te pares por dios mamá, sigue suave, suave, mmmmm, ooooooh que rico, por favor que bien se siente, no te pares por dios, no te pareeessss.

Estaba en la gloria, así de lento se sentía tan bien, pero no sabía si papá se despertaría pronto de la siesta. Quería retrasarlo, pero podría pillarnos en plena faena.

-Ahora un poco más rápido mamá. -le rogué.

-Claro cielo. -y comenzó a subir y bajar su mano más rápido, tal y como le había pedido.

Ella empezó a sudar. La situación lo provocaba, y además que el lavabo no era demasiado grande.

Mamá seguía con el sube y baja cuando oímos despertarse a papá. Por sus pasos supimos que entraba en la habitación y parecía que se dirigía al lavabo.

-Chicos, ¿dónde estáis? -nos llamó desde detrás de la puerta.

-Estoy aquí cielo. -contestó mamá sin dejar de pajearme.

Yo le hice un gesto como diciendo ¿porqué le dices donde estamos?, y ella asintió con la cabeza, me tomó de la mano, se incorporó y me ayudó a meterme en la ducha y echó la cortina justo cuando quitó el pestillo y papá entró en el lavabo.

-Sigues desnuda. -le dijo papá al verla así.

-Si cariño, tengo mucho calor aún. He entrado en el lavabo para refrescarme, pero no se me quita el calor.

-Mmmm. Podríamos aprovechar que tengas tanto calor. -y pude ver por una rendija de la cortina de la ducha como papá le sobaba bien el culo a mamá. Mi polla seguía erecta-. ¿Y donde está Carlos? -le preguntó a mamá que distraída se mojaba el pelo frente al espejo, mientras papá le seguía sobando el culo, y su polla también se volvía a enderezar.

-Bajó al comedor del hotel. Me dijo que tenía hambre. -le contestó mamá.

-Entonces mejor que mejor. Aprovechemos para echar otro rápido. -le dijo papá mientras seguía apretando sus nalgas ansioso. Quería follársela de nuevo allí mismo.

-Podría pillarnos tesoro. ¿Quieres que volvamos a traumatizarle como antes? -le dijo mamá girándose hacia él-. Guárdate un rato la polla, jajajaja, ya tendremos tiempo de volver a hacerlo.

-Está bien. Tú te lo pierdes. -le dijo papá devolviéndole la sonrisa, y por fin salió del lavabo.

Cuando sus pasos se alejaron, oí como mamá volvía a echar el pestillo. Retiró la cortina de un tirón, yo seguía quieto en la bañera con la polla tiesa, y mamá me la agarró de nuevo y retomó la paja, esta vez más rápido que antes. Yo me agarré a la cortina presa de una tremenda excitación, hasta que no pude más, y la avisé en voz baja.

-Me corro mamá, me corro, no puedo aguantar más.

-Córrete en mi boca. -me dijo ella para mi asombro.

Como si pudiera dudar de lo que me acababa de decir, abrió la boca y apuntó mi glande a ella.

-¿Lo quieres de verdad? -le pregunté.

-Si. Échamelo todo dentro. -me contestó.

Cuando le dije que llegaba al orgasmo, ella puso mi glande directamente entre sus labios y fue pajeándome despacio, de forma que mi semen salió en pequeñas descargas, pequeños chorros que mamá se fue tragando como si fueran el manjar más delicioso del mundo.

-Mgggggh. Mggggh. -gemí sin parar mientras eyaculaba agarrado a la cortina y casi a punto de caerme. Suerte que mamá me sujetó cuando terminé de correrme.

Terminé sentado de culo en la ducha mientras mamá se limpiaba con la lengua las ultimas gotas que habían quedado en sus labios.

-Dios mamá. Ha sido increíble. Nunca pensé que te tragarías mi corrida. -le dije saliendo de la bañera.

-Te lo merecías tesoro. Te merecías una buena paja y acabar a lo grande. ¿No crees?

-Si, mamá. Te quiero más que a nada en el mundo. -y me abracé a ella y luego besé su boca que me supo a mi semen, pero no me importó para nada. Quizá era el adolescente más afortunado y feliz del mundo.

Tal vez hubiera otras madres en el mundo que masturbaran a sus hijos, y tal vez se tragaran su leche, pero para mí solo existíamos mamá y yo.

Después salí del baño sin que papá pudiera verme y abrí y cerré la puerta de la habitación para simular que había estado en el comedor del hotel.

Papá y mamá se cortaron un poco a la hora de hacerlo. Esperaban a que estuviera en la playa con Roberto y su familia, o abajo en el comedor, o incluso solo dando un paseo, pero ya lo no hacían conmigo en la habitación.

Mantuve mi secreto solo para mí. Tuve que fingir que finalmente me había hecho una paja mirando la foto de Lorena para que Roberto no me diera más la tabarra.

Si me fijé en que Roberto intentaba tontear con su hermana, pero Lorena no le hacía ni puñetero caso.

¿Su madre Clementina le haría también pajas como la mía a mí?

Una mañana llegó papá pronto, había estado dando un paseo por la playa después de desayunar, y nos habló de una cala que estaba a unos 5 kms del hotel.

Decidimos ir esa misma mañana.

Mamá para nuestra sorpresa, iba solo vestida con un bikini, uno rojo que le sentaba estupendamente, y un pareo. Papá y yo con bañador, pero con una camiseta y un pantalón corto por encima.

Íbamos sentados detrás mamá y yo. Papá conducía, y la bolsa que llevábamos para la playa en el asiento del pasajero.

Estábamos cerca de la cala, supuse, porque la línea de la costa se hacía más curva dando a entender que la cala se acercaba, cuando mamá se tocó el trasero.

-Ufff, creo que me he quemado. -dijo ella.

-Te lo dije cielo, no deberías haberte puesto solo el bikini y el pareo, los asientos queman mucho en verano. Anda, ponte crema. -le dijo papá pasándole el bote de crema solar que cogió de la bolsa.

-¿Podrías untármela Carlos? -me pidió mamá señalándome con el bote.

-Claro mamá. ¿Dónde te escuece? -le pregunté.

-En la nalga izquierda. Pero dame en la otra también.

-De acuerdo. -le dije.

Mamá se quitó el pareo dejándome ver la anatomía de sus nalgas marcadas por la braga del bikini.

Se inclinó hacia un lado y retiró un poco la tela, dejándome la mejor vista que pudiera tener en ese momento con papá delante.

Le extendí la crema por su nalga enrojecida mientras mamá daba gemiditos de placer y consuelo.

-Dame ahora crema en la otra cielo.

-Claro mamá. -le dije-. ¿Así está bien?

-Si tesoro. Se siente muy bien. -me contestó, pero claramente lo decía con otra intención.

-Vaya, y ahora no nos queda casi gasolina. -dijo papá de repente después de que mamá volviese a ponerse el pareo.

-¿Y a quien se le ocurre no llenar el depósito tras hacer tantos kilómetros desde el pueblo? -le dijo mamá dándole un golpecito suave en el hombro.

-A mi Andrea, solo a mí. -y papá se rio con ganas.

Después de un rato, vimos un cartel que decía Gasolinera a 1 Km, no creí que la cala estuviera tan cerca si había una gasolinera entre medias de nuestra playa y la cala.

Efectivamente llegamos a la gasolinera, pero la línea de la costa se había alejado. La cala seguramente estaría en el siguiente pueblo.

Papá bajó del coche y miró alrededor. No parecía que hubiera nadie atendiendo.

-Voy a ver si alguien dentro. Esperadme dentro del coche. -nos dijo papá.

En cuanto entró en la gasolinera mamá me dijo si podía mirar si la crema había hecho efecto.

-De acuerdo. -le dije.

Mamá se volvió a quitar el pareo y directamente se bajó la braga del bikini hasta los tobillos.

En ese momento acercó su cara a la mía y nos besamos apasionadamente. No tenía mucha experiencia en besar a una mujer, pero mamá lo hacía todo más fácil.

Cuando separamos nuestros labios bajé mi mano hasta su entrepierna y busqué con mis dedos su vagina.

-Así no tesoro. Todavía es pronto. La verdad es que nos estamos arriesgando mucho cielo. Pero no puedo evitarlo, estar a solas a tú lado me excita tanto.

Ese “me excita tanto” sonó en mi cabeza como si fuera con eco, amplificado y me puso más cachondo de lo que ya lo estaba.

-A mí también mamá. Te deseo un montón. -le dije sudando. En el coche hacía mucho calor.

Para dejarle claro lo que la deseaba volví a bajar mi mano hasta su coño. Ella me cogió de la mano y me fue guiando.

-Debes acariciar primero los labios vaginales. ¿Entiendes hijo? Así suavemente, como tú me pediste que te hiciera la paja.

-Vale mamá. -le contesté.

En eso estaba acariciando sus labios cuando sonaron unos golpecitos en la ventanilla.

-Chicos, no he encontrado a nadie, pero he llamado a un teléfono que tenían anotado junto a la caja y enseguida vendrán.

-De acuerdo. -respondimos nosotros al unísono.

Menudo susto nos dimos. Estábamos tan concentrados que no habíamos oído volver a papá, pero como afortunadamente las ventanillas de atrás tenían los cristales opacos no pudo vernos.

-Tendremos que dejarlo para más tarde cielo. -me dijo mamá y me besó en la boca mientras oíamos como papá volvía a entrar en la gasolinera.

-Luego podemos hacerlo al revés mamá. tú te masturbas, y yo miro como lo haces y así aprendo de ti.

-Mmmmm, como te quiero tesoro. -y me echó mano a la polla que ya estaba dura como una piedra.

Después de que llegara el encargado de la gasolinera y llenáramos el depósito, decidimos volver al hotel, porque ya era tarde y nos había entrado apetito, aunque el mío y el de mamá eran también de otro tipo.

Comimos y volvimos a echarnos la siesta. La verdad es que, pensándolo bien, no encontraba el momento donde quedarnos solos yo y mamá.

Los días transcurrieron tranquilos, yendo a la playa, comiendo, haciendo alguna excursión, encontramos la famosa cala tres días después, y tratando de evitar a Roberto y su familia, aunque fue bastante difícil no encontrárnoslos cada dos por tres.

Una noche papá nos propuso ir a un cine de verano que estaba bastante cerca del hotel.

Aunque la película era una reposición, decidimos ir a verla. Mamá llevaba un vestido vaporoso y nosotros ropa cómoda.

No tardó mucho papá en quedarse dormido al poco de empezar la película.

Mamá sacó un papel del bolso y un bolígrafo y le dejó una nota a papá en el regazo. Decía:

“La película es muy aburrida. Tu hijo y y volvemos al hotel”

Nos cogimos de la mano mientras volvíamos al hotel.

-¿Y si vuelve papá antes de que acabe la película? -le pregunté a mamá

-Diremos en recepción que papá no volverá hasta mañana, que tenía una reunión de trabajo. Además, se dejó el móvil en la habitación, por lo que, si se despierta antes, no podrá llamarnos. Y si vuelve, no te preocupes, atrancaremos la puerta para que no pueda entrar. De todas formas, la película es bastante larga, y tuve la precaución de que tu padre bebería unas cervezas de más. Las cañas le dan muuchoooo suuueeeeñoooo. -dijo estirando las palabras. Yo no podía parar de reírme. Mamá me dio un beso y me agarró la nalga izquierda y le devolví el gesto agarrándole la derecha.

Lo que comenzó siendo un consejo de papá, que me viera mientras me masturbaba, ya llevaba 4, casi 5 pajas contando la que casi sucedió en el mar, y ahora nos dirigíamos hacia otro placer, esta vez el de mamá. Y yo estaba muy feliz de ser participe esta vez de su masturbación.

Nos encerramos en la habitación. Mamá atrancó la puerta con mi cama supletoria. Se metió en el lavabo y se peinó un poco. Su pelo estaba casi perfecto y enseguida salió. Me miró deseosa y me besó en la boca compartiendo su lengua con la mía. Al sentir su sabor se me puso dura enseguida.

Los dos estábamos excitados. No tardamos en quitarnos la ropa, y mamá que había traído una toalla del baño la dejó sobre la cama doblada por la mitad.

-Mira tesoro. Fíjate bien como se hace. -me dijo abriéndose de piernas y mostrándome totalmente su coño, no como la otra vez.

Se llevó los dedos a su vulva, su coño, y comenzó a acariciar los labios mayores con sus dedos.

Yo asentí con la cabeza mientras ella obraba con sus dedos. Me subí a la cama observando detenidamente como mamá se acariciaba los labios menores después de haberse acariciado los menores, y luego pasó a estimular su clítoris.

-Aquí es donde las mujeres sentimos más placer tesoro. Mmmm. -dijo mientras se acariciaba el clítoris con el dedo en círculos suaves. Acércate más y prueba tu cielo.

Obedecí, estaba muy excitado y mi pene ardía por la erección y el deseo. Me chupé el dedo índice como ella me había recomendado y empecé a hacer pequeños toques en su botoncito del placer.

-Así tesoro. Se siente tan bien, mmmm. -y diciendo esto se mordió el labio inferior-. Ahora mi niño está masturbando a su mamá. Mmmmm, que bien tesoro, sigue así, muy suave en el botoncito, mientras mamá se acaricia los labios.

Me tumbé mejor para llegar bien a su clítoris, colocándome entre las piernas de mamá que me acogía como si fuera papá.

Alternábamos con la caricia a sus labios y a su clítoris. Cuando mamá vio que no podía aguantar más, agarró mi polla y le dio unas buenas sacudidas, mientras que con la mano libre, seguía masturbándose, hasta que estuvo lo suficientemente húmeda, sus fluidos manchaban la toalla, entonces introdujo su dedo índice en su coño mojado. Eso me puso más caliente de lo que ya lo estaba.

-Mete tu dedo en mi coñito hijo. -me animó mamá.

-Si, si mamá. Hice lo que me dijo e introduje mi dedo meñique en el.

-Mejor el índice tesoro, llegarás más adentro.

-Si, sí.

Cambié el meñique por el índice y lo introduje en su coñito. La sensación era maravillosa, sentir algo caliente y húmedo a la vez.

-Aaah, aaah, si tesoro, así, muy bien, vas muy bien, no te pares, sigue con el mete y saca, así mi pequeño, asiiiii, dioosss, que gusto le das a tu madre, joder que bueno, sigue así, así, así, mmmm,

Mamá se retorcía de placer al ritmo que le daba a mi dedo. Sudaba y no paraba de temblar mientras la follaba con mi dedo y ella se seguía masturbando el clítoris, hasta que no pudo más y se corrió.

-Ufff, tesoro que bueno, es genial cielo, lo siento, ya viene, tu mamá se corre, me corro tesoro mío, me corro, no puedo más, ¡ME CORROOOOOOOOOOOOO! ¡SI, JODER, ME CORROOOOOOOOO! ¡TU MADRE SE ESTÁ CORRIIIEEEENDOOOOOO!

No paró de gemir, aunque en voz baja para que nadie pudiera oírla, pero se estremeció varias veces, no paraba de temblar y de jadear, y de gemir, y detuve mi dedo en su interior, hasta que ella dejó a acariciarse el clítoris, su orgasmo se fue diluyendo y entonces mamá agarró mi polla con su mano húmeda por su clítoris y solo tuvo que subir y bajar unas cuantas veces hasta que acercó mi polla a su rajita y derramé todo mi semen acumulado sobre ella.

Chorros y chorros salieron disparados hasta su rajita y su pubis donde quedaron manchándolo todo.

Recuperamos la respiración mientras yo me quedé tumbado sobre mamá entre sus piernas como si acabáramos de follar, aunque fue lo más parecido a ello.

-No te preocupes tesoro, tomo la píldora. -me dijo al ver que miraba mi corrida en su entrepierna mientras estábamos así juntos y me acariciaba el pelo.

-Ha sido increíble mamá. Te quiero mucho. -le respondí acariciándole el pelo también y besándola suavemente en la boca.

-¿Sabes? Es temprano. Quizá deberíamos lavarnos e ir a buscar a tu padre al cine, el muy dormilón. Jajajaja.

Pero no teníamos demasiada prisa en ir a buscarle. Nos quedamos un rato más en la cama acariciándonos y besándonos como dos amantes.
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