Madre Borracha y Caliente

heranlu

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Ago 31, 2007
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Aquella noche cenó en el hotel y luego fue al bar a emborracharse. Le apetecía pillarse un buen pedo, después del día que había pasado. Menos mal que estuvo Hugo para consolarla y aunque con su follada no se había corrido, había sido tan placentera y tierna para llenar de nuevo el cacito de esperanza en los hombres de su alma.

Tras la barra estaba el amigo de Hugo…

—¿Tú eres el amigo de Hugo? —le preguntó al barman.

—¡Sí! El que viste alza –dijo el chico limpiando la barra frente a ella.

—¿Y tienes nombre?

—¡Dylan! —exclamó el chico con su encantadora sonrisa.

—¡Dylan! Como Bob Dylan —rio Lorena.

—El mismo, mi madre estaba enamorada de él cuando me tuvo a mi así que puedo decir que soy su hijo desconocido —dijo con sorna el chico.

—Pues te pareces —dijo Lorena siguiéndole la broma.

—¡Gracias señorita! —dijo el chico–. Usted también es bien parecida —añadió guiñándole un ojo.

—Anoche Hugo me contó que le hiciste un favorcito.

—Sí, me dijo que tenía una cliente esperándole y le cubrí a veces nos cubrimos, nada del otro mundo.

—¡Ah si pues la clienta quedó complacida! —dijo Lorena.

—¡En serio! ¿No señorita?

—¿Qué pasa, acaso te parezco muy mayor para vosotros?

—Señorita yo nunca diría eso a una clienta, pero sí me he sorprendido le ruego me disculpe si la he molestado.

—¡Oh no es molestia chico! Sé la edad que tengo y también la que aparento.

—¡Eso sí, aparenta usted la mitad de la que me diga que tiene! —dijo el chico para arreglar el pequeño entuerto en el que se había metido.

—¡Gracias, veo que lo vas arreglando! —dijo ella sonriente.

Lorena estuvo bebiendo hasta las dos de la mañana, momento en el que el bar se cerraba. Para esas alturas ya no se tenía en pie así que el jefe de Dylan le pidió que la llevase a su cuarto.

—¡Eres un encanto Dylan sin ‘Bob’! —dijo Lorena muy perjudicada mientras entraban en el ascensor.

—¡Oh señorita! Colabore un poco que tenemos que llegar hasta su habitación —dijo el chico.

A duras penas llegaron cuando Dylan la dejó sobre a cama.

Unos instantes más tarde Lorena tuvo una urgencia que la llevó a precipitarse sobre la taza del váter tan poco decorosamente que el chico preocupado por su estado se acercó por detrás y le sujetó la frente y el pelo, lo cual es muy de agradecer para una mujer.

—¡Oh Dylan! Creo que he perdido el poco glamour que me quedaba si es que me quedaba un poco —dijo Lorena sentada sobre el suelo del baño.

—No importa señorita, ¡se ha pegado una gran juerga esta noche!

—¡Oh sí, ha estado bien! ¿Verdad? —dijo Lorena riendo.

No por mucho tiempo pues nuevas arcadas vinieron a llevarla de regreso a la taza y Dylan presto y dispuesto la asistió en tan perturbador trance.

—¡Gracias Dylan! Tú sí que sabes cómo asistir a una chica borracha como yo, ¿eh?

—Bueno señorita, no es exactamente como lo piensa usted. Mi madre es alcohólica y lamentablemente aprendí a la fuerza a asistir a una borracha —se lamentó Dylan.

Lorena, aunque borracha, supo que había metido la pata hasta el esternón.

—¡Oh cuanto lo siento Dylan! Ahora quien te pide perdón soy yo.

—No se preocupe usted no tiene la culpa. Mi madre ya murió, el alcohol se la llevó, pero quien sabe, a veces es lo mejor para unos hijos, ¿no cree?

Lorena no se podía ni imaginar por lo que habían pasado él y sus hermanos.

—¡Cuanto lo siento Dylan! ¿Me das un poco de agua por favor?

—Claro señorita —dijo el barman dispuesto a ayudarla.

Lorena se enjuagó la boca y echó el agua al váter de forma no muy distinguida pulsando el botón que activaba la cisterna.

—Creo que ya me siento mejor, ¿me ayudas?

—Claro señorita —dijo Dylan ayudando a levantarla.

—Necesito hacer un pis, te importa esperarme para llevarme a la cama, ¿todo me da vueltas? —dijo Dylan.

—Tranquila salgo un momento, ¡usted sólo avíseme cuando termine no se vaya a descalabrar con una caída!

El chico esperó fuera y cerró la puerta discretamente aunque su potente pis se escuchó perfectamente fuera. Luego ella se secó su sexo y avisó al muchacho tras pulsar de nuevo el botón del váter.

—Dylan cariño ya he acabado.

Y Dylan entró, la ayudó a llegar a la cama y la sentó en su borde tras destaparla.

—¿Estará bien señorita? —le preguntó caballerosamente.

—Creo que sí, anda tráeme mi bolso que está sobre el sillón —dijo Lorena.

—¡Oh no tiene por qué hacerlo señorita! —dijo el muchacho servicialmente.

—Vamos chico quiero hacerlo, tú y Hugo os parecéis mucho, ¿sabes? Ambos sois los mejores chicos que una madre puede desear.

Le dijo mientras Dylan le traía su bolso de lentejuelas. Sacó un billete de cincuenta y se lo tendió.

—¡Eso es mucho señorita!

—¡Qué lo cojas cariño! El dinero no me falta gracias dios y si puedo beneficiar con él a un chico tan atento el placer de recibir no es comparable con el de dar —dijo Lorena.

—¡Muchas gracias entonces señorita! —dijo Dylan haciendo una reverencia al coger el billete naranja.

—Si necesita algo llámeme, le dejo apuntado el móvil en su mesilla.

—¡Gracias eres muy amable hijo!

—Es lo menos que puedo hacer para pagar su generosidad —dijo el muchacho retirándose.

—La generosidad es tuya Dylan, ¡eres un encanto! Me harías un último favor bajándome la cremallera del vestido.

—¡Oh claro señorita!

El joven camarero se acercó hasta Lorena, sentada al borde de la cama y se la bajó.

—¡Márchate ya chico! Mañana será otro día —le dijo Lorena.

En ese momento ella se desabrochó el sujetador y quitándose tras quitarse el tándem por delante se giró y sin tapujos mostró sus bonitos pechos al muchacho, ¡a quién se le pusieron los ojos como platos! Girándose acto seguido pudorosamente al verlos.

—Muy bien señorita creo que me marcharé pues aún me queda recoger y limpiar en el bar.

—¡Oye y no tengas tanta prisa! —dijo Lorena divertida sujetando su hombro.

El chico se giró, al retenerlo ella tocándole el hombro.

—¿Te he avergonzado al quitarme el sujetador? —le dijo insinuante.

—¡No señorita…! Bueno tal vez si… —concluyó tímidamente le chico bajando sus ojos castaños.

—¡Oh qué tierno! —dijo Lorena y tomó su mano para llevarla a sus tetas y que se las tocara—. ¿No quieres tocarlas un poco, eh? —le insinuó.

Lorena la apretó contra sus pechos y entonces el chico comenzó a cogerla por los pechos, primero uno y luego el otro, entonces ella soltó su mano y este siguió con ambas manos cogiendo suavemente sus pechos mientras le pellizcaba las areolas los pezones sonrosados hasta ponérselos duros.

—¡Oh Cariño, quieres que te la chupe! —le dijo muy calientemente mientras se le acercaba y le morreaba la boca de forma muy caliente.

Entonces Lorena se sentó en la cama y mirándolo desde abajo le desabrochó el cinturón y le bajó su pantalón negro. Su bóxer igualmente negro apareció ante sus ojos con tremendo bulto alargado hacia un lado como una salchicha oculta en sus calzoncillos.

—¡Oh qué buena polla tienes cariño! —dijo Lorena sin siquiera sacarla del bóxer mientras se la acariciaba por encima de la lycra.

Acto seguido introdujo su mano bajo el elástico de la cintura y parsimoniosamente sacó su hermosa polla blanca, de glande sonrosado y al parecer circuncidado, pues este no estaba cubierto por el prepucio.

Con avidez capturó su polla con su boca y comenzó a chuparla como una posesa mientras el chico se sujetaba a sus hombros y esta se la meneaba al tiempo que se la tragaba hasta la garganta.

Pero tanto ímpetu puso en su mamada que el inocente camarero soltó un primer chorro de semen en su boca y acto seguido empujó su frente para que se detuviese.

—¡Oh señorita! ¡Qué bien la chupa! —dijo el chico aguantando con fuerza su pene por la base para controlar su corrida y que su preciado líquido blanco no escapase de sus huevos.

—¡Oh Dylan! Anda cómeme el coño mientras te recuperas —le dijo escupiendo sensualmente el chorro de leche de su boca, cayendo este por su barbilla y perdiéndose entre sus tetas juntadas en el canalillo.

El chico se puso de rodillas y ella se abrió de piernas para alojar su cabecita chupadora entre sus cálidos muslos, calentando sus orejitas. Dylan se afanó en comerse su coño maduro y Lorena le regaló toda una serie de alaridos y sonidos del amor.

—¡Ay cariño, así clávame tu lengua! —le gritaba—. ¡Oh sí, sigue!

Dylan le lamía su coño maduro con fuerza y bebía cuantos jugos manaban de su raja. Se permitió además penetrarla con sus dedos, primero sólo con su dedo corazón penetrándola con él mientras le lamía y le chupaba el clítoris y luego añadió el índice girando ambos con la plasma de la mano hacia arriba, cerrando el resto de dedos y follándola con el par.

Lorena seguía gimiendo mientras le cogía la cabeza y gozaba de su intensa comida de coño y él seguía y seguía hasta que la hembra le paró los pies separándolo de su sexo empujando su frente.

—¡Vamos ahora dame tu polla! —le dijo como una posesa.

Dylan se incorporó y se lanzó sobre la hembra tumbada en la cama y esta, recibiéndolo con sus muslos muy abiertos y sus rodillas flexionadas, sintió como la vara de carne de él la atravesaba, exhalando un largo aliento a medida que esta se abría paso en su raja encharcada y esta rebosaba jugos como un melón maduro que es apretado en su dura piel con el dedo.

La follada fue muy intensa desde el principio. Tanto él como ella estaba muy ansiosos por lo que, ¡se entregaron a tope y no se guardaron nada!

—¡Oh sí, así! —gritó ella mientras comenzaba a correrse.

Entonces él sacó su polla en el último segundo y aferrándose a ella con fuerza, comenzó a masturbarse entre sus muslos como un poseso, comenzando a soltar andanadas de semen largas como su brazo, que impactaron en su barriga, sus tetas y su maduro coño.

—¡Oh Dylan! ¡Qué bien me has follado! —dijo la hembra borracha y henchida de placer apurando los últimos estertores de su coño mientras se frotaba su clítoris y disfrutaba de los últimos efluvios del placer.

—¡Oh señorita qué buena está! —dijo Dylan besando nuevamente sus labios viéndola cubierta con su leche.

Sudorosos pero complacidos, los amantes se besaron cariñosamente unas cuantas veces más hasta que él le anunció su marcha.

—¡Señorita tengo que marcharme ya! ¿Estará bien?

—¡Divinamente cariño! —dijo ella soltándole otro caliente morreo en sus rojos labios.

El camarero recuperó sus ropas y se vistió ante la mirada de la hembra desnuda y caliente tumbada sobre la cama y cubierta con su blanca leche. Le pareció tan deliciosamente obscena y sensual que de buena gana se habría quedado con ella a dormir y follarla otra vez…

La hembra caliente se deleitó a su vez con la visión del muchacho guardando su bella polla en sus calzoncillos mientras se vestía y divertida se permitió probar su semen recogiendo un poco con su dedo índice, llevándoselo a su boca y chupando con gran placer y dulzura.

—¿Me alcanzas una toalla del baño, cariño? —le dijo Lorena antes de que se marchase.

—¡Oh claro señorita! —dijo solicito el muchacho.

En lugar de dársela, Dylan se acercó a la hembra caliente y desnuda y limpió sus tetas, su barriga y su coño de su leche derramada.

—¡Oh eres un sol! —dijo ella dejándose limpiar a conciencia.

Luego le abrazó y siguieron besándose de forma muy caliente un rato más.

—¡He de marcharme señorita! ¡Mi jefe se preguntará donde he estado! —dijo el muchacho.

—Pues dile que me has follado —dijo Lorena sonriéndole.

—¡Oh señorita, qué buena esta usted! —se maravilló el joven echándole un último vistazo a su glorioso cuerpo desnudo sobre la cama.

Y de esta forma se marchó cerrando la puerta y ella se quedó en la cama desnuda incapaz de darse una ducha pues todo le daba vueltas aun así se arropó con la sabana y durmió la mona hasta la mañana siguiente
 
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