Janeth siempre me pareció y aun me parece, una mujer extremadamente sensual, yo diría sexual y por eso he lamentado que en los últimos tiempos haya salido del aire. Los sábados, buscaba la manera de estar solo para deleitarme con la imagen de Janeth y no fueron pocas las ocasiones en las cuales me masturbé mirándola, especialmente esas deliciosas piernas que necesariamente tienen que excitar, salvo que se trate de alguien de piedra. Piernas hermosas, deliciosas y provocativas y Janeth sabía como mostrarlas, pues sus minifaldas eran supercortas, dejaban a la vista lo maravilloso de esos muslos. Me dio mucha tristeza que Janeth hubiere abandonado la tv peruana, porque jamás volví a mirarla. No obstante, ante ello, continuamente ingresaba a las páginas de internet de ese país en busca de sus fotografías, no podía yo dejar de admirar a alguien que se había convertido en mi fantasía sexual, en mi obsesión sexual. Son muchas las fotografías que he logrado conseguir y ellas me han servido para unos deliciosos momentos en los que sexualmente me deleito con la mujer de mis sueños, con mi fantasía. Fue precisamente por el deseo enorme que sentía por Janeth Barboza que uno de esos días me puse a imaginar como podría ser un encuentro con ella, quería conocerla y admirarla así, personalmente. Se trataba de soñar, de hacer volar la imaginación y trabajar la mente y así, en una fantasía, me encontré un día viajando a Lima, capital del Perú, en donde yo haría hasta lo imposible por encontrar a Janeth Barboza y hablar con ella. Al llegar a Lima, me alojé en el Hotel Sheraton, un elegante Hotel de esa hermosa capital y luego me fui a un sitio donde supe, por información del conserje, que Janeth asistía durante la noche, lo hacía con algunos de sus amigos y seguramente admiradores. Efectivamente, me ubiqué en la barra de ese sitio nocturno y Janeth Barboza no tardó mucho en llegar con dos amigas y uno de sus amigos. Que preciosa y sensual estaba Janeth, vestía con una blusa negra de encaje, semitransparente, se notaba su brasier igualmente de color negro, el mismo que sostenía esos hermosos senos que tanto deseaba. Su falda era, lógicamente, una mini, muy alta, mucho más alta que de costumbre, negra, de seda, y sus muslos se miraban deliciosamente, mucho más cuando se sentó en la barra y, para mi fortuna, en un lugar muy cercano a donde yo me encontraba. Janeth estaba bellísima, su cabello ensortijado y exquisitamente arreglado, sus labios rojos y provocativos, sin duda que su figura llamaba la atención a todos cuantos estábamos en el lugar. Mi corazón latió con mucha intensidad cuando Janeth Barboza ocupó un sitio junto al mío en la barra, no podía creer que me encontraba a escasa distancia de esa deliciosa mujer que era mi fantasía sexual. Yo no podía desaprovechar esa oportunidad y lo que hice fue saludarla, contarle que había venido desde mi país hasta Lima con el único propósito de conocerla, le confesé que me sentía muy atraído por ella y, sin tapujos, le dije que de un tiempo para atrás era mi fantasía. Janeth Barboza es una mujer muy bella y dulce, me agradeció que le haya dicho eso y me dijo que le gustaría conversar más detenidamente conmigo, a solas. Pueden ya imaginarse a mi corazón, yo no cabía de la emoción. Janeth me dijo que en ese lugar había mucha gente, que la conocían y no podía pasar desapercibida. Fue entonces cuando se despidió del grupo de sus amigos, a quienes les dijo que yo era un periodista que necesitaba una nota y que saldríamos de ese lugar y así lo hicimos. Llegamos a su lujoso apartamento, exquisitamente amoblado y decorado y Jeanet, mi fantasía, me ofreció champaña, la misma que compartimos, no sin antes manifestarme que se sentía muy contenta de que un admirador suyo hubiere viajado desde tan lejos, desde México, para conocerla. Que deliciosa estaba Jeanet sentada en su cómoda sala, la vista de sus hermosas piernas era maravillosa y mi excitación subía segundo tras segundo, a tiempo que mi corazón latía fuera de control. Nunca me imagine que tendría tan cerca e íntimamente a mi fantasía sexual. En ese instante, yo no me pude contener más y luego de consumir mas champaña, fui directo con Jeanet y le dije que ella era mi fantasía erótica, que en mis noches soñaba con hacerle el amor, que eran muchísimas las ocasiones en las cuales me había masturbado mirando sus fotografías o la tele. Pense que se iba a enfadar, pero lo que hizo Jeanet fue colocar sus brazos por encima de mis hombros, a tiempo que me ofrecía sus carnosos y dulces labios. Yo la besé con la pasión que no había sentido nunca antes por nadie y luego de la mano nos dirigimos a su alcoba. Yo estaba enamorado de ella hasta los huesos. necesitaba oler su ensortijada melena castaña, observar aquellos grandes ojos negros, me extasiaba hasta el infinito besar esa boca deliciosa, lo que antes solamente había hecho en sueños, acariciar su espalda. Ahora, ante esa hermosa oportunidad que Jeanet Barboza me brindaba, lo que quería era oler ese sensual perfume que se había puesto esa noche, chuparle sus grandes senos con la ternura de un bebe amamantando, pero con la ansiedad de un fantasioso amante muy enamorado. En otras palabras, quería todo con ella esa noche. Desde que la conoci en la tele, fueron muchísimas las noches en las que se mojaron las sabanas de mi cama. Varias fotos de ella, en minifalda, me llevaron a exquisitas masturbaciones, para mi Jeanet Barboza era nada mas que mi fantasía erótica, la más insospechada, la que me acompañaba a todas partes. Aprovechaba cada rato libre para masturbarme delante de las fotos que bajaba de internet. Ahora tenía ahí, sobre una cama, esos muslos por los que tantas noches me había perdido. Jeanet estaba con la sensualidad de siempre. Pienso en ese instante que su blusa estaba a punto de ser agujereada por la fuerza de sus duros pezones. En ese momento, yo la miraba extasiado, diria que casi como un tonto, me quede paralizado. Sin embargo, mi hermosa dama peruana me ofrecía sus brazos y me invitaba a acompañarla a la cama y eso hice, caer sobre ella que estaba aún vestida. Nos abrazamos. Nos miramos. Nos besamos apasionadamente durante muchos minutos. Intenté explicarle el porque de mi fantasia sexual con ella, decirle algo, explicarle el porque estaba allí, lo mucho que la deseaba, pero no me dejó. Me volvió a ofrecer su exquisita boca. A esas alturas, y no era para menos, yo estaba excitadísimo. Le levante la blusa y sus grandes senos, a los que tanto deseaba, quedaron liberados. Se los comí, los bese, los chupé enteros, me agarré con los labios a sus duros pezones, los succioné. Primero con su pecho izquierdo, luego con el derecho. Muchos minutos. Estaban deliciosos, le ponía mucha saliva, los humedecía. Varios escalofríos recorrieron mi cuerpo y el de Jeanet. Yo era, sin duda alguna, un adicto a sus senos y a sus muslos. Jeanet bajó su mano hasta el botón de mi pantalón, que en esos momentos ya estaba a punto de reventar ante la notable erección. Mi verga dura, durísima y mojada salió disparada, Yo no quería sino hacerle el amor, y sentirme unido totalmente a ella. Tumbados sobre la inmensa cama, nos abrazamos como si solo fuéramos uno. Mis manos bajaron hasta su humedo y depilado coñito. Jugué con mis dedos entre sus labios inferiores, con su clítoris, lo que le provocó varios espasmos, casi sin darse cuentas dirigí mi polla hacia su cuca y la penetré. Muy suavemente. Quería notar perfectamente el recorrido que mi verga hacía hasta llegar al fondo. Cuando mis verga entro entera y mis huevos golpearon en sus labios empecé a bombearla mas y más rapido. Fueron varios minutos de entrega completa a Jeanet Barboza, embestidas que cada vez eran mas fuertes, golpes secos que la penetraban. Un placer inmenso, unos gemidos que delataban el placer que sentíamos. Creo que ella se daba cuenta de que nos apetecía acabar corriéndonos los dos tan abrazados, tan juntos, sintiendo el calor de nuestros cuerpos. Y así fue. Un gemido de los dos, casi a la vez, puso punto y final a aquel polvazo, a aquel encuentro con la hermosa mujer que era mi fantasía erótica. Descargué todo mi semen dentro de ella, apretando sus senos bien fuerte. Nos quedamos un rato agotados. Esa noche me quedé en casa de Jeanet y al día siguiente madrugue para dirigirme luego al aeropuerto. Antes, le preparé el desayuno a mi hermosa fantasía erótica, se lo lleve a la cama. Dos tostadas con aceite de oliva español, un zumo de piña y un vaso de leche. Me faltó ponerle la rosa. Le desperté con un beso. Jeanet estaba desnuda y preciosa. Se sentó en la cama y le puse la bandeja encima. Me iba a despedir de Jeanet Barboza, pero mi pene comenzó a crecer de nuevo dentro del pantalón y le dije Jeanet, tus piernas... llevaba un año imaginando tus piernas. -¿Te gustan?. -Si. Me fascinan. Y me di cuenta que no quería ni hablar, ni tampoco irme, yo no quería hablar, yo quería volver a clavarle mi verga, es que mi sueño se había hecho realidad. Jeanet Barboza era una mujer bellísima. Andróginamente bellísima. En ese instante, mis manos subieron hasta sus senos y los manosearon, estaban duros, baje mis manos y le toque la cuca por encima del panty, nuestras manos chocaron, ella hacia lo mismo con mis pantalones. Yo gane la batalla. Iba con un tanga que bajé de golpe. Mis pantalones aun seguían en su sitio. No me había dado cuenta la noche anterior que su sexo estaba depilado, su estomago era perfecto, seguí subiendo y le saqué la camiseta que se había puesto para dormir, mientras ella intentaba reprimir en vano un concierto de jadeos. Una de mis manos se perdió en su sexo húmedo Ahora la tenia otra vez completamente desnuda y la estaba masturbando Mi mano estaba llena de humedad y olor, mis dedos entraban en su vagina y mi lengua luchaba contra la suya. Sus senos eran magníficos, deliciosos, Entonces y como Jeanet me excitaba tanto que me desconocía a mi mismo, y como tantos meses de deseo reprimido habían cambiado mi metabolismo, puse nuevamente la punta de mi polla en la entrada de su vagina. La penetré suavemente mientras ella apoyaba las manos en las sabanas, comencé a bombearla con suavidad, masajeando y chupando sus senos. Al poco rato sentí como Jeanet se corría, sus gemidos salieron de la alcoba, y cuando ella hubo acabado, comencé a chuparle los pezones con fuerza. Queria que ese fuera el último recuerdo que tuviera de mi, quitè las sàbanas que cubrían su delicioso cuerpo y me puse a lamerle las piernas, mientras ella cerraba los ojos. Cuando la vi dormitando, no sin antes escribir un mensaje que dejé sobre la mesa, salí camino al aeropuerto, con destino a México. Jeanet Barboza, esa deliciosa mujer peruana, sigue siendo mi fantasia sexual, como seguramente lo será de muchos hombres. Todo esto.... una fantasia, una fantasia deliciosa.