La Historia de Federica

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
6,191
Likes Recibidos
2,497
Puntos
113
 
 
 
Mis padres se habían ido unos días de vacaciones y me habían dejado a cargo de mi tío Mariano, un cuarentón soltero, alto y fuerte, de cabello negro y que era un pedazo de pan.

Los primeros días, con sus noches, no hubo sobresaltos, pero el tercer día, por la mañana, la cosa se empezó a animar.

Estaba sentada a la mesa de la cocina tomando un café con tostadas untadas en margarina y mermelada. Mi tío tomaba un café, y me decía:

-... Los sábados por la noche para mí son sagrados. Me meto en la autocaravana con un garrafón de vino y algo de comer, y no hay más hombre hasta el domingo por la mañana.

Le pregunté:

-¿Quiere que le haga algo esta tarde?

-No, trae todo él.

-¿Quién?

-Tu primo Toño.

-¿Usted no pone nada?

-Yo pongo la autocaravana.

Mi primo Toño era un treintañero muy guapo.

-¿Pone la cama?

-La autocaravana.

Con una sonrisa de falsa que tiraba para atrás, le dije:

-Disculpe, le había entendido mal.

-No, habías entendido bien. Sé lo que estás pensando, pero yo no soy de esos.

-¿Me quiere decir que en toda la noche solo comen y beben?

-También jugamos.

Saqué la mosca cojonera que llevo dentro.

-¿Al pilla-pilla?

-¡Y dale!

-¿A qué juegan?

-Jugamos a las cartas.

-¿Y qué más hacen?

-Hagamos lo que hagamos no son cosas tuyas.

Tiré, por otro lado.

-¿Por qué no se ha echado novia, tío?

-Tampoco es cosa tuya, pero te diré algo, en Suiza he tenido más movidas de las que podrás tener tú en toda tu vida.

-¿Con hombres o con mujeres?

-Te he dicho que no vayas por ese camino, no soy maricón.

-Permita que lo dude. Dos hombres pasando una noche en una caravana, siendo uno de ellos tan guapo...

Mi tío Mariano se cabreó.

-¡Ya me estás tocando los cojones, Federica!

Rompí a reír sin poder evitarlo.

-No se enfade, hombre, no se enfade. Yo tampoco soy lesbiana, pero si se me pusiera un coñito a tiro, no me importaría experimentar, aunque fuera de la familia.

-Te lo voy a decir por última vez, no soy maricón.

La mosca cojonera siguió zumbando.

-¿Quién hace de mujer? Seguro que es mi primo.

El pedazo de pan, no lo era tanto, pues se enfadó, pero se enfadó de verdad.

-¡Me cago en la puta madre que te parió!

-No se ponga así, hombre.

-¡Me pongo como me sale de los cojones!

-¿Sabe?

Le estaba acabando con la paciencia.

-¡Quéééé!

-Quien se pica es porque ajos come.

Lo de los ajos fue la gota que colmó el vaso. Brazos en jarra, se levantó de la mesa. Viendo lo que se me venía encima, me levanté y quise echar a correr hacia la puerta de la cocina. Mi tío se interpuso en mi camino. Mirándome con ojos de asesino, me dijo:

-Ahora vas a saber cuanto tengo de maricón.

Con el miedo a que me pegara me empezó el culo ir para dentro y para fuera. Reculando hacia la pared, le pregunté:

-¿Qué va a hacer?

-Enseguida lo vas a saber.

Mi tío estaba a menos de medio metro de mí cuando mi culo y mi espalda chocaron contra la pared. Puse las manos en la cara para protegerme de lo que pudiera pasar.

-Con tapar la cara no vas a evitar lo que te espera.

Sentí como agarraba el cuello de mi vestido y después como lo desgarraba. No llevaba sujetador y mis duras, redondas y grandes tetas quedaron al aire. Lo siguiente que sentí fue como me rompía las bragas. Iba a ser penetrada y mi coño lo sabía, ya que se había mojado.

Mi tío metió dos dedos dentro del tarro de mermelada y me embadurnó las tetas y el coño con ella. Luego me preguntó:

-¿Qué quieres que te coma primero?

Me había puesto cachonda perdida, pero tocaba disimular.

-Quiero que me deje ir.

-Empezaré por abajo.

Se puso en cuclillas. Sentí su lengua lamer mi coño de abajo a arriba y su barba de tres días me picó en el coño. Era un contraste que nunca antes había sentido, y me encantó. Los pezones se me pusieron duros y el ojete se me abrió y se me cerró, pero ya no era con el miedo. Me preguntó:

-¿Hace esto un maricón?

Quité las manos de la cara, y esperando que siguiera dándome el repaso, le respondí:

-No hace falta que siga, ya me ha demostrado que no es maricón.

-No te hagas la decente. Sé que tienes ganas de echar un polvo y te lo voy a echar.

Seguí haciéndome de rogar.

-Está equivocado. Yo...

-A ver, Federica. ¿Te crees que soy tonto? Me has provocado para llegar a esto.

Me siguió comiendo el coño. Sin moverme, le dije:

-Puede que se lo parezca, pero yo solo estaba vacilándolo.

-Ya, pero buscando echar un buen polvo.

-No, no estaba buscaba eso.

-Lo buscarás o no, ya es tarde para que me detenga.

Esperando que no me hiciese caso, le dije:

-Déjeme.

No me dejó. Me hizo una comida de coño maravillosa. Al sentirme gemir, dijo:

-¡Joder! Qué cachonda te has puesto.

Enterró su lengua en mi coño y luego siguió lamiendo hacia arriba hasta llegar a mis tetas. Sabía lo que hacía. Lamió la mermelada de mis gruesos pezones y de mis oscuras areolas, luego lamió la del resto de las tetas. Lamió las tetas con cuidado, como si fueran globos que se podían pinchar con su barba de tres días. Luego quiso besarme. Giré la cabeza.

-Acabarás dejándote.

Ya me estaba dejando, lo raro es que no se hubiese dado cuenta.

-No me voy a dejar, tendrá que seguir forzándome.

Besó y lamió mi cuello y mi oreja izquierda. Luego me cogió la mano derecha, me la llevó a su entrepierna, y después hizo que lo frotara. Allí debajo parecía que no había mucha cosa.

-¿Quieres tocarla directamente?

-No.

Se pringó la mano de margarina. Se bajó los pantalones y los calzoncillos, y untó la polla con la margarina. Me volvió a coger la mano y me la llevó a la polla. Era una polla normalita, de unos diez centímetros y no era delgada ni gruesa.

-¿Te gusta?

No tuve que mentir.

-No.

Me metió dos dedos dentro del coño y me masturbó.

-Si me la meneas nos podemos correr juntos.

Sin moverme, le dije:

-Ni voy a meneársela, ni me voy a correr.

Me siguió masturbando. Sabía bien donde estaba mi punto G. Al rato, viendo que me iba a correr, me metió un dedo en el culo y me lo folló. Le dije:

-¿No decías que no eras maricón?

Me respondió con otra pregunta.

-¿Quieres correrte en mi boca?

Claro que quería, pero no se lo iba a decir.

-No.

Mi tío se volvió a poner en cuclillas, lamió mi coño y siguió follando mi culo con el dedo. Sintiendo en mi coño el picor producido por su barba, el gozo de las lamidas y el de su dedo follando mi coño, sentí como me venía. Rasqué la pared con las uñas de mis manos, moví mi pelvis con ganas y me corrí en su boca soltado chorros de jugos, con un tremendo temblor de piernas y jadeando como una perra.

Mi tio quedó maravillado con eñ baño que le di.

-¡Joooder! ¡¡Vaya corrida!!

Se quitó los zapatos y luego se acabó de quitar los pantalones y los calzoncillos, Se quitó la camiseta, me quitó el vestido roto, me puso cara a la pared. Volvió a pringar la polla de margarina, cogió mi mano, la puso en ella, y me dijo:

-Me gustaría meterla en tu culo, pero no quiero que pienses que soy maricón.

A ver, me había masturbado muchas veces metiéndome hasta tres dedos en el culo e imaginando que me lo follaban, y las corridas habían sido geniales, así que eché el alma a la espalda.

-Sabía que te gustaban los culos.

-Pero no soy maricón.

Empuñé su polla, froté el glande en el ojete y le dije:

-Reconoce que eres maricón y te doy mi culo.

Yo creo que si en aquel momento le digo que me reconozca que es un hijo de puta, lo reconoce.

-Soy maricón.

Luego de meter dos dedos dentro del coño, puse la polla en la entrada del ojete, empujé con el culo y metí la punta del glande. Mi tío me echó las manos a las tetas, y magreándolas, me la enterró en el culo.

La cosa resultó mejor de lo que yo me había imaginado, pues no era lo mismo meter dos dedos en el coño y recibir en el culo tres dedos que una rica polla.

La margarina había hecho que la polla entrara como un tiro. Metí dos dedos dentro del coño y comencé a masturbarme mientras sentía como la polla entraba y salía de mi culo, como mi tío amasaba mis tetas, y como sus huevos batían contra mi mano.

Al rato algo explotó dentro de mí y me corrí. Mi coño escupió chorros de jugos que salpicaron las piernas de mi tío y que cayeron al piso dejándolo todo perdido. Fue una corrida espectacular en la que el placer me hizo convulsionar y gemir como una desequilibrada.

Al acabar de correrme, Mariano la sacó y me dio la vuelta. Me echó las manos a las nalgas, me levantó en alto en peso, me la clavó en el coño y subiendo y bajando mi culo, me dio caña brava. No me dio tiempo a correrme otra vez, pues estaba tan maduro que duró muy poco, pero el anal había valido por tres.

Al acabar y ponerme en el piso, me dijo:

-No soy maricón, a pesar de haberte dicho que sí. ¿Entendido?

-No me importa lo que seas, lo que me importa es mi vestido. Tienes que comprarme uno nuevo.

-Cómpralo tú que después te doy el dinero, y compra también unas bragas, lencería, o lo que quieras.
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
6,191
Likes Recibidos
2,497
Puntos
113
 
 
 
Loli era hermana de Toño, o sea, era mi prima, y en aquel momento se estaba cambiando de ropa en su habitación, al tiempo que hablaba por teléfono conmigo. Me preguntó:

-¿Qué vas a hacer?

-Noche de películas.

-En ese caso vas a estar sola, porque mi hermano va a pasar la noche en la caravana con el tío.

Yo, que estaba sentada en la sala tomando un whisky on the rocks, le pregunté:

-¿Sabes lo de la caravana?

-Ya hace tiempo.

-¿Y sabes lo que hacen?

-Sé por qué lo preguntas, pero mi hermano no es marica.

-Ya, y tú no eres lesbiana.

-Sabes que soy lesbiana, pero mi hermano no es marica. Te rompería e coño si te pilla a tiro.

-Lo que que rompería es el culo.

-Cree lo que quieras, pero estás equivocada. Algún día quizá te diga que hacen en la caravana el tío y él.

-¡¿Te lo cuenta?!

-Claro, somos hermanos. Oye, tengo un par de discos compactos que le compré a un moreno. ¿Quieres que Mari y yo pasemos la velada contigo?

-No, os conozco y trataríais de aprovecharos.

-¿Alguna vez nos propasamos contigo?

-No, pero para todo hay una primera vez.

-Esta noche no sería.

-Jura que no os vais a propasar.

-Te lo juro.

-Dime que hacen y os dejo hacerme compañía.

-Vas a piñón fijo.

-Voy.

-Vale, te lo diré. Follan con la mujer de Teodoro.

-¡¿El que está en Bruselas?!

-El mismo.

-Dos hombres y una mujer, a saber qué le hacen.

-Mi hermano me dijo que le dan por los tres agujeros.

-Si lo que dices es cierto, Mercedes, se debe poner las botas.

-Es cierto que la follan y también que se pone las botas, pero no se quién se pone las botas, si ella, o si ellos. Vamos a dejar ese tema. ¿Tienes algo para picar?

-No.

-Nos encargamos nosotras de llevar unos conguitos, unas patatas fritas, unos donuts y unas cervezas.

-Y Vino. Yo pagaré mi parte.

-¿Tinto o blanco?

-Tinto.

Media hora más tarde estábamos las tres en la sala de estar. En la mesa camilla teníamos provisiones para toda la noche.

Yo, que lucía una falda negra y corta, una blusa blanca, y que calzaba unos zapatos negros, tenía puesta una película antigua en el reproductor cuando ellas llegaron, película que dejé de mirar mientras amañábamos todo. Luego, estando sentadas mi prima y Mari en el tresillo y yo en un sofá, enfrente de ellas, comenzamos a picar.

No me extrañó que mi prima le diese patatas fritas en la boca a Mari y le hiciese carantoñas, pero la reprendí:

-Quedamos en que aquí no os ibais a poner cariñosas, Loli.

Se pusieron en pie, y caminando hacia mí, me dijo mi prima:

-Sabías de sobras que íbamos a venir a por ti.

-Mentira podrida, me juraste...

No me dejó acabar la frase.

-Sabes que soy atea.

Mi prima, que era de estatura mediana, rubia, de ojos marrones y de cabello largo, se quitó su minifalda roja, su blusa marrón, las bragas y los zapatos y se quedó completamente desnuda. Sus tetas eran pequeñas y tenían areolas rosadas y pezones finos. Su culo era redondo y prieto, sus caderas anchas y su cintura fina.

Mari era rubia, alta, de ojos azules, y llevaba el cabello muy corto. Se había puesto detrás de mi sofá. Apareció en cueros. Tenía tetas medianas, un culo cojonudo, una cintura fina y sus caderas eran de primera.

Mari se puso entre mi prima y yo, luego se inclinó y con su coño cerca de mi boca, comenzó a lamerle el coño a Loli. Mi prima me dijo:

-Huele su coño.

¿Qué le oliera el coño? Si ya se lo estaba oliendo.

-No voy a oler nada.

-Le huele a vainilla, y a ti te gustan los helados de vainilla.

Sabía de sobras que le olía a vainilla, como sabía de sobras que se lo acabaría comiendo, pero debían de hacerlo mejor para llegar a eso.

-Lo que le huele es a bacalao.

Mari se giró y me cruzó la cara.

-¡Pafffff!

-¡Bruta!

-¡A bacalao hueles tú!

Me cogió la cabeza con las dos manos y me llevó la nariz a su coño.

-¡¿A qué huele?!

Me había dolido, así que me dejé de tonterías.

-A vainilla.

-Lame.

-No voy a lamer.

Levantó la mano, y antes de que la bajara, le lamí el coño, no por miedo a llevar, que también, lo lamí porque llevaba tiempo deseado comer un coño. Al lamer noté una ligera humedad en mi lengua y me supo a vainilla. Me gustó. Por mí seguía lamiendo hasta que se corriera, pero mi prima tenía otros planes.

-Ponte en pie, Federica.

Me puse en pie. Me besó con lengua y después me dijo:

-Se me olvido decirte que Mari, en la intimidad, tiene muy malas pulgas. Haz lo que te digamos y no la enfades.

-Si no queda más remedio...

-No queda. Desnúdate para nosotras.

Me desnudé y esperé acontecimientos.

-¡Vaya polvo tienes! -me dijo la de la mano suelta- Ya me tarda comértelo todo.

Mi prima le preguntó:

-¿Qué parte quieres, Mari?

-La delantera.

Loli se puso detrás de mí, me echo las manos a las tetas, apretó las suyas contra mi espalda y besó mi cuello. Mari me besó con lengua y yo le devolví los beso. Ella debió pensar que era porque le tenía miedo, pero en realidad estaba deseando comerle la boca. Mi prima me giró la cabeza con una mano, me besó, la besé y luego ella besó a Mari. Después, acariciando mis tetas con dulzura, me besaron un pezón cada una. De los besos en los pezones pasaron a lamerlos y a lamer las areolas, y luego mamaron las tetas. Lo hacían todo con tanta ternura que parecía que me estaban adorando. Al rato se pusieron en cuclillas, y con la misma lentitud lamieron y follaron mi ojete y mi vagina con sus traviesas lenguas. Me dieron un repaso que me hicieron gemir una cosa mala. Cuando se pusieron en pie estaba más caliente que el palo de un churrero. Mari me miró, y me dijo:

-Come nuestras tetas.

Fui de teta en teta mientras Mari me frotaban el coño con sus dedos, lo frotaba con lentitud, para que no me corriera. Me querían ardiendo y dispuesta a hacer lo que ellas quisieran.

-Come ahora nuestros coños.

Hice como en las tetas. Fui de un lado al otro y cuanto más lamía, más me gustaba.

Mientras yo me hartaba de coño, ellas se besaban y se magreaban las tetas una a la otra.

Después de comer sus coños me volvieron a comer las tetas. No me tocaban el coño, pero yo me iba a correr igual. Cuando vieron que me iba por el camino sin retorno, me abofetearon las dos.

-¡Pafffff, pafffff!

Ahora la echada para delante era mi prima.

-Tú te vas a correr cuando nos salga del coño.

Después de abofetearme me besaron las dos al mismo tiempo, yo solo abrí la boca y gocé de sus besos apasionados.

Tiempo después apartaron la mesa camilla. Mari se sentó en el tresillo, se recostó, se abrió de piernas y me dijo:

-Ponte a cuatro patas sobre la alfombra y cómeme el coño.

Me puse a cuatro patas y comencé a lamerle el coño. Mi prima me separó las nalgas con las dos manos y lamió mi ojete. Luego pasó una mano por mi coño, llevó la palma de su mano a mi boca y me dijo:

-Lame tus jugos.

Lamí los jugos de la palma de la mano y después seguí comiéndole el coño a Mari. Loli, al regresar al culo, me folló el ojete con la punta de la lengua... De nuevo me iba a correr, y de nuevo lo supo porque mis gemidos me delataban. Me cayeron dos hostias en el culo con la mano abierta.

-¡¡¡Plassssss, plssssssss!!

Aún me excité más.

-¡Ay que me corro!

-¡Ni se te ocurra correrte!

Me empezó a venir despacito

-¡La siento venir!

Loli me echó boca arriba, metió sus manos debajo de mi culo, lo levantó, me lamió el coño a toda mecha y entre convulsiones y gemidos, la bañé con una corrida que salió en varios chorros.

La corrida había sido tan larga y tan potente que me dejó sin fuerzas.

Mi prima se echó boca arriba sobre la alfombra, Mari le puso el coño en la boca y cuando yo recuperé las fuerzas, las habían perdido ellas.

No sé si fue porque estaban demasiado cachondas, o si fue porque sabían lo que le gustaba a la otra, pero se había corrido en una vuelta y vuelta.

Al rato, desnudas, picamos, bebimos, volvimos a follar y seguimos follando.
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
6,191
Likes Recibidos
2,497
Puntos
113
 
 
 
Teodoro había vuelto de Bruselas y su mujer no iba a ir ese sábado a la caravana, pero mi tío se estaba duchando, eso era porque iba a estar con mi primo Toño. Fui a mi habitación y me puse la lencería negra que me había comprado y que había pagado Mariano. Me miré al espejo del tocador, y juntando las tetas, dije:

-¡Qué buena estás, Federica!

Metí una mano dentro de una copa para colocar bien la teta derecha, y al rozar el pezón sentí un no sé qué, que, que sé yo, que me impulsó a sacar la teta de la copa, chupar un dedo y acariciar el pezón con la yema del dedo. Me miré al espejo, vi lo que estaba haciendo, y me olvidé de mi tío. Saqué la teta izquierda de la copa y acaricié el pezón, luego cogí la derecha y la llevé a la boca. Lamiendo el pezón y la areola me volví a mirar al espejo. Me estaba calentando a mí misma. Lo siguiente que hice fue meter mi mano derecha dentro de las bragas, y confirmar lo que ya sabía, que estaba mojada. Ya no quité la mano del coño ni los dedos de la vagina, dedos que entraron y salieron mientras me miraba al espejo y veía como mi mano izquierda magreaba mis tetas.

Al rato le dije a la extraña del espejo:

-Te vas a correr, zorra, te vas a correr, zorra, ¡te corres, zorra!

Me corrí. Mi coño escupió cantidad de jugos, y yo me encogí con el placer que estaba sintiendo.

Después de correrme arreglé la lencería, limpié el piso y después fui en busca de mi tío, que ya debía estar en su habitación.

Había calculado mal. Mi tío salía del cuarto de baño cuando nos encontramos. Me echó un vistazo de abajo a arriba. Sus ojos subieron por mis medias negras, llegaron al ligero que las sujetaban, miró para mis bragas, luego para mi vientre plano, después para mi sujetador y por último sus ojos se clavaron en los míos.

-Sabía que me buscarías antes de irte.

Quiso besarme, pero le puse un dedo en los labios, y le dije:

-Me puse así por que quiero algo.

Me agarró por las muñecas, me empotró contra la pared y me comió la boca. Sentí su polla empalmada entre mis piernas y luego oí como me preguntaba:

-Y yo sé que es. ¿Quieres que te folle aquí, o en tu cama?

Descubrí mi juego

-Ni aquí, ni en mi cama, quiero hacerlo en la caravana. Quiero ocupar el lugar de Mercedes.

Se sobresaltó, pero no soltó mis muñecas.

-¡¿Quién te habló de Mercedes?!

-Se dice el pecado, no quien pecó.

-Eso solo pudo salir de la boca de Toño. ¿Has follado con él?

-No fue mi primo quien me lo dijo.

-Ya no me importa quien te lo dije. ¿Qué quieres?

-Ya te lo he dicho, ocupar el lugar de Mercedes.

-Lo ocuparás, si quieres, pero ahora necesito follarte.

-¿Quieres un anticipo?

-Sí.

-Adelante.

Me soltó las muñecas. Sacó la polla empalmada, me cogió una pierna por debajo de una rodilla, la levantó, me apartó las bragas para un lado, me clavó la polla en el coño corrido, y follándome, quiso saber más.

-¿Qué es lo que sabes?

Exageré.

-Todo, lo sé todo, y quiero ser vuestra puta.

-¿Cobrarás igual qué ella?

Con aquello no contaba, pero sí iba a ser puta, que menos que cobrar.

-No, os cobraré el doble.

Follándome con saña, me dijo:

-Nos iba a salir más barata la puta que íbamos a contratar.

-Pero no creo que tuviera mi calidad.

Le puse las mano en la cabeza, e hice que dejara de follarme. Al tenerlo a mis pies, le llevé la boca a mi coño y le dije:

-Echa la lengua fuera, pervertido.

-Veo que lo sabes como soy.

Echó la lengua fuera, le apreté la cabeza contra mi coño y moví la pelvis hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados y alrededor, luego me puse cara a la pared y le dije:

-Ahora cómeme el culo.

Me bajó las bragas. Me comió el culo a besos, lamidas y mordisquitos y le dio un repaso a mi ojete que lo dejó abriéndose y cerrándose, o sea, lo dejó pidiendo polla a gritos, y polla fue lo que le dio, le dio polla para parar un tren, lento, aprisa, a romper, y acabó rompiéndose él y llenándome el culo de leche.

Al acabar de correrse, me di la vuelta y le pregunté:

-¿Valgo el doble o no lo valgo?

-Vales lo que...

Le volví a poner un dedo en los labios y las manos en la cabeza. No hizo falta que le llevara la boca al coño. Sabía lo que quería y me lo dio, me dio un orgasmo comiendo mi coño. Tuvo que volver a duchase, ya que lo bañé de jugos.
Llegué a la autocaravana a las once y algo de la noche vestida con una falda larga de color verde y calzando unos zapatos de color marrón con muy poco tacón y con un bolso de mano. Abrí la puerta y vi a mi tío sentado en un banco acolchado y a mi primo sentado a su lado. Estaban jugando a las cartas. Cerré la puerta y fui hacia ellos.

Toño dejó de jugar a las cartas, se levantó y me preguntó:

-¿Quieres beber algo, Federica?

-Un whisky, si tenéis.

-¿J B, o White horse?

-El que más rabia te dé.

Mi tío me dijo:

-¿Quieres que te enseñe la autocaravana?

Me estaban tratando como si fuera una invitada.

-Enseña.

La autocaravana era grande, tenía un dormitorio con una cama de matrimonio que tenía dos pequeños focos a ambos lados de la cabecera. Un pequeño aseo. Una cocina, y el salón, que era donde los encontré. Era un salón que tenía dos asientos acolchados que iban todo a lo largo en los dos lados de la autocaravana. Una mesa en medio de ellos y dos sofás de una plaza pegados a los asientos. Tenía pequeños focos en el techo y cortinas en las ventanillas. También tenía una cadena musical, pues se oía música, pero aún hoy no sé dónde estaba ubicada.

Al regresar al salón había tres whiskies sobre la mesa. Yo me senté en el asiento de la derecha y ellos en el de la izquierda. Mi tío sacó del bolsillo dos billetes de cien euros y dos de cincuenta, se inclinó y me los dio.

-Lo tuyo.

No esperaba tanto. Los cogí y los guardé en el bolso. No sabía lo que me harían por trescientos euros, pero esperaba que entre las cosas que me iban a hacer hubiera una doble penetración.

Al acabar el whisky, me dijo Toño:

-¿Vamos?

Imaginé que me querían llevar a la cama.

-Vamos.

Era lo que yo había imaginado. Mi tío se sentó en la cama y me dijo:

-Desnuda a Toño.

Estando los dos de pie junto a la cama, le quité la camisa, los pantalones, los zapatos, los calcetines, los pantalones y los calzoncillos. Vi su polla morcillona, era una buena polla. Mi tío me siguió diciendo lo que tenía que hacer.

-Ahora desnúdate tú y hazlo moviéndote al ritmo de la música.

La música que estaba sonando era lenta, así que lentamente me fui contoneando y lentamente fui quitando la ropa hasta que quedé como mi madre me trajo al mundo. Mi primo tenía un empalme brutal y mi tío, que había quitado la polla, la estaba meneando. La verdad es que me sentí importante.

-Ahora arrodíllate, coge su polla y lame y chupa sus huevos.

Hice lo que me había dicho. Mi tío se desnudó y vino a mi lado.

-Coge mi polla y lame y chupa mis huevos.

La polla de Toño hacía dos de la de mi tío, pero los huevos de mi tío hacían tres de los de mi primo. Pasado un tiempo, dijo:

-Ahora agarra las dos pollas y mámalas.

Empuñé las dos pollas y las mamé, sin prisa, pero sin pausa. Iba de una a otra y babeaba y gemía como si me estuvieran comiendo ellos el coño. Al rato, me dijo mi primo:

-Para.

Paré de mamar las pollas. Pensé que me mandaba parar porque se iba a correr, pero no era por eso, se giró y me dijo:

-Cómeme el culo.

Le separé las nalgas con las dos manos y jugué con mi lengua en su ojete, mi primo comenzó a gemir como una puta. Si no era maricón poco le faltaba. No llevaba ni un minuto comiéndole el culo cuando se giró, me metió la polla en la boca, la meneo y se corrió.

Mi tío volvió a hablar.

-Trágate la leche.

Me tragué la leche y no me desagradó, nunca me desagradaba, pero tampoco me hacía especial ilusión tragarla.

Mi tío me agarró por las axilas, me levantó y me tiró sobre la cama como si fuera un saco de patatas.

Luego se echó a mi lado y me besó. ¡Ay, amigo! Para besarme teniendo en la boca el sabor de la leche de Toño, trigo limpio no era, pero no era el momento de hablar de eso, que si lo fuera les diría que les devolvía los trescientos euros si me dejaban ver como se daban el lote. En fin, volvamos al tema. Toño se echó al otro lado y me mamó la teta derecha sin preámbulos de ninguna clase. Mi tío le hizo compañía y me mamó la izquierda. Mamaban y se miraban, yo me decía: "Ahora se besan, ahora se besan." No se besaron, pero solo de pensarlo me excitó tanto que bajé una mano al coño, y disimuladamente, me toque el clítoris. Mi tío era perro viejo, me quitó la mano y le dijo a Toño.

-Fóllala que está a punto.

Toño me puso encima, me echó las manos a las tetas, me separó de él y me dio caña. Estaba tan buena de ir que no iba a tardar en bañarlo, aun así, a mi tío le dio tiempo a metérmela en la boca, le dio tiempo a metérmela, pero no a que se la mamara, lo que hice fue correme y mordérsela.

Al acabar de correrme besé a mi primo. Besándolo sentí como mi tío me separaba las nalgas y como me lamia y me follaba el ojete con su lengua. Sabía que lamiendo y follando mi ojete con su lengua me estaba preparando para el sexo anal. Continué besando a mi primo para que no se le bajara. Mi tío siguió a lo suyo un tiempo... Cuando se cansó de cansó de comer coño y el culo, me frotó la polla en el ojete. Había llegado el momento que tanto tiempo había esperado. Al entrar el glande en mi culo un sensual gemido de gozo salió de mi garganta.

-¡Joder que bueno!

Toño paro de darme.

-Buena estás tú, prima.

-La prima se va a correr.

Mii tío me metió la mitad de la polla y comencé a correrme. Sintiendo como me sacudía, como gemía y como lo bañaba con mis jugos, Toño, volvió a follarme. Mi tío me la clavó hasta el fondo del culo, y luego me dieron los dos sin contemplaciones. Me dieron para llenarme de leche los dos agujeros, y cuando me los estaban llenando, volví a bañar a mi primo con una inmensa corrida.

Al acabar tocaba comer unos pollos asados. Nos pusimos hasta las cejas de pollo y de vino, y aunque yo quise más, a ellos no se les levantó.

Al día siguiente regresaban mis padres de vacaciones y yo volvía a mi casa.
 
Arriba Pie