Julio y su Suegra Merche - Capitulos 001 al 005

heranlu

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Julio y su Suegra Merche - Capitulo 001

Julio había llegado a su casa, cuando recibió la noticia de que en breve tendrían que acudir al aeropuerto a recibir a la madre de su mujer, esto es, su suegra. Para el hombre la noticia fue como un jarro de agua fría. Además, su mujer le había comentado que vendría a quedarse durante un tiempo en España. Lo menos que quería Julio era tener cerca a la madre de su mujer.

Merche, que así se llamaba su suegra, había tenido varios encontronazos con su yerno, y de todos era conocida la animadversión entre ambos. Desde los primeros momentos de su matrimonio con Esther, su suegra se había entrometido en sus asuntos, ocasionándole varios altercados. Merche tenía mucha influencia sobre su hija, y aquella siempre se llevaba por los consejos de su madre, y eso ponía de los nervios a Julio, ya que, cuando aquella estaba cerca, su hija no hacía nada sin contar con aquella.

Llevaban unos años sin la presencia de sus suegros, al haberse trasladado aquellos a Venezuela donde tenían prácticamente su vivienda y su vida. Durante esos años, Julio había presenciado como el trato con su mujer mejoró bastante, y eso lo achacó a la lejanía de su suegra. Por ello, al saber que aquella venía para quedarse unos meses, lo puso de mal carácter. Sus suegros tenían una casa en el mismo pueblo donde residían ellos, lo que suponía que la madre iba a estar en su casa cada dos por tres.

-Siempre la tienes tomada con mi madre. Ya sé que te molesta, pero es mi madre. Solo estará un tiempo con nosotros. Espero que te comportes.

-Se que es tu madre, pero siempre logra sacarme de mis casillas. Se que tampoco le caigo bien. Le contesto a su mujer. ¿Y tu padre? ¿Se ha quedado en Venezuela?

-Papa no puede venir de momento. Tiene graves problemas allá con los negocios y está intentando vender. Por ello solo ha venido de momento mama. - le contesto Esther.

Julio intuía que, a partir de la llegada de su suegra, comenzaría de nuevo los problemas con su esposa, especialmente por la influencia de su suegra. Pero tampoco podía hacer nada. Llegado el día previsto, acudió con su mujer y su hija pequeña de cinco años Berta a recibir a Merche.

Cuando salir por la puerta de llegadas del aeropuerto, detectó al carácter altanero, de gran señora, que siempre había ostentado. Veía portando una pamela granda, con un traje de una sola costura que hasta le parecía incómodo para realizar aquel viaje, pero ella siempre quería impresionar con su presencia. Pese a todo, cuando la tuvo cerca, no pudo negar que pese a sus cuarenta y tantos años, aún se conservaba muy bien, con un cuerpo bastante delgado, estirado, hasta el punto que parecía una modelo. Se percató de que no había cambiado mucho, al contrario, había mejorado su aspecto físico, descendiendo unos kilos. El traje que portaba le quedaba como un guante y mostraba claramente sus perfectas curvas, y su buen trasero, y sus destacados pechos.

El hombre la saludo, intentado ser amable. Aquella le dio un abrazo como saludo, y luego se concentró en la hija del matrimonio, que recibió toda su atención. Desde el aeropuerto se fueron directamente a la vivienda de aquella, entrando Esther con su madre en el dormitorio, y luego saliendo ambos, habiéndose cambiado de vestimenta aquella para ir a comer a la casa de Julio.

Intentó ser todo lo amable que pudo, y durante la primera semana, las relaciones fueron normales. Al poco tiempo, comenzaron los problemas, especialmente a la hora de decidir la educación de su hija Berta, quedando sorprendido Julio con el cambio de parecer de su mujer, quien en todo momento había estado de acuerdo en ponerla un privado. Su mujer pretendía que el colegio fuera un colegio religioso, extremo que nunca se lo había sugerido. Claramente vio la mano de su suegra en ello.

No le quedó más remedio que para evitar un enfrentamiento con su esposa, ceder e inscribir a la hija en un colegio religioso.

Merche era una mujer con bastante carácter, sumamente conservadora en algunos aspectos y autoritaria en otros. Siempre había increpado a su yerno, porque se oponía a sus pretensiones, y le discutía todo, y eso la contrariaba. Pese a todo, reconocía que era un joven muy apuesto, y culto, pero le molestaba que le discutiera sus decisiones.

Como era de esperar, las visitas de la madre a la casa de su hija se frecuentaron, hasta el punto de que pasaba gran parte del día en ella, o la inversa, su hija en la casa de la madre. No fue extraño, que ciertas noches comenzara a quedarse en la casa de la hija. En una de estas ocasiones en que Merche se quedó a dormir en la casa del yerno, ocurrió algo que marcó tremendamente a Julio. Este había llegado tarde de trabajar, y todos se encontraban durmiendo, incluso su mujer. Tras ducharse, y colocarse un pijama compuesto de short y camiseta, fue dar las buenas noches a la hijita, como de costumbre a su dormitorio. Se extrañó al no verla en su cama.

-Esther, la niña no está en su cama. ¿Dónde se encuentra? - le preguntó en voz baja a su mujer.

Ella le miró, medio dormida, le respondió: Ah, sí. No quería dormir, y mi madre la acostó en su cama. Ve a buscarla. Seguro que mama quedó dormida también, y puede caerse de la cama.

Julio, se dio cuenta que su mujer siguió durmiendo. No quería entrar en el dormitorio de su suegra, pero tampoco quería que la niña se pudiera despertar y caerse de la cama, ya que en su dormitorio tenía los barrotes de protección. Por ello, tocó en la puerta de su suegra. Aquella le respondió que pasara.

-Vengo a buscar a la niña. ¿esta dormida? - le dijo en voz bastante débil.

-Si. La ha costado dormir. - le contestó retirando un poco la sabana que cubría parte de su cuerpo y el de la pequeña, para que pudiera tomarla el yerno en sus brazos.

Julio se acercó para recoger a su hija. La luz de la habitación era bastante tenue. Merche se había puesto para dormir un camisón de dormir únicamente, sin sostén, como acostumbraba hacerlo. Tenía a la niña acurrucada sobre uno de sus brazos. En el momento en que Julio recogió a la hija, observó que uno de los tirantes de la comisión de Esther, se encontraba bajado, dejando al descubierto el pecho derecho de la mujer. Fue una visión casi fugaz, pero suficiente. Julio pudo apreciar con total nitidez el seno de la madre de su mujer, sin sostén, totalmente al desnudo. Le sorprendió comprobar la aparente dureza de aquel pecho, con la piel bastante blanca, aunque, de forma singular, le excitó el tamaño del pezón de color negro intenso, que emergía de forma destacada sobre el seno, y que sobresalía varios centímetros.

Esther se dio cuenta de la mirada del su yerno, por lo que rápidamente tiró de la sabana para taparse. La misma se sorprendió, quedandose agitada ante el hecho de que el marido de su hija, se hubiera quedado embobado contemplando su seno.

Julio no dijo nada, pero la visión fugaz de aquel pecho, le produjo automáticamente una excitación, que se manifiesto en un abultamiento del pantalón del pijama que portaba. Extremo, del que se percató igualmente la mujer.

El joven se llevó a la niña hasta su dormitorio y la acostó en su cama. Tras unos momentos, al lado de la hija, estuvo pensando en lo ocurrido. Jamás había visto los senos de su suegra. Había comprobado con grata sorpresa, que eran unos pechos sumamente apetecibles, y la forma del pezón que había divisado lo excitó aún más. Ni comparación con los de su mujer.

Al día siguiente, mientras desayunaba, el hombre miró de reojo los pechos de la suegra, no pasando dicha miraba desapercibida para Esther. La mujer se puso algo nerviosa, y estuvo a punto de verter el vaso de leche que tenía delante. No dijo nada ante la presencia de su hija, pero con la mirada recriminó al yerno.

Ese día no ocurrió nada más. Sin embargo, Julio no dejó de pensar en el seno que había logrado divisar, y cada vez que veía a su suegra, le andaban deseos de volver a comprobar aquellos pechos. Esas miradas pícaras del joven, soliviantaron a la mujer, quien intuía los motivos de las mismas. Tanto, que un día, en que coincidió que su hija Esther había salido con la niña de compras, al quedar a solas en la casa, espero la llegada de Julio del trabajo, diciéndole: Julio, tengo que hablar seriamente contigo.

-¿conmigo? Le preguntó Julio algo sorprendido.

-Si. Contigo. Y ¡sabes a lo que me refiero! Y ante la mirada de Julio, como si no supiera de que estaba hablando, le dijo: ¡No te hagas el tonto! ¿He visto como me miras los pechos! ¿es que no te da vergüenza? ¡soy la madre de tu mujer!

Julio, que le gustaba enfrentarse aquella mujer, vio la ocasión propicia para vengarse un poco. Po ello aprovechó el momento: ¿Se refiere a lo ocurrido aquella noche? Y ¿qué quiere que le dicha Merche?, Yo no tuve la culpa de que me mostrara totalmente su pecho al descubierto.

-¡sabe que no fue intencionado!.
Le expresó la mujer, como queriendo excusarse.

Yo no lo tengo tan claro!. Le contesto el joven. Estoy seguro que lo hizo con la intención de provocar a su yerno. ¿O no fue así? le preguntó desafiante.

Merche enrojeció y montó en cólera. Aquellas palabras del yerno era una autentica sinvergüenzada. No podía permitírselo. Ella era una mujer decente, y no podía permitir que su propio yerno la mancillara con aquellas insinuaciones: ¿pero ¿qué estás diciendo Julio? ¿Como puedes pensar que he querido provocarte? ¡estás loco!

El joven, en lugar de reprocharle, la miró de arriba abajo, esbozando una sonrisa, marchando luego a su dormitorio. La mujer le comenzó a decir toda clase de improperios, mientras aquel cerraba la puerta y se encerraba en su dormitorio.

Merche siempre se había considerado una mujer íntegra, fiel a su esposo, y tremendamente religiosa. Sin embargo, llevaba varios meses sin contacto con ningún hombre, ya que su esposo continuaba en Venezuela. Ella aún era una mujer con sus deseos sexuales casi intactos. Pese al enfado que manifestó hacia su yerno, en el fondo, como cualquier mujer, se sentía halagada por el hecho de que un joven como su yerno se fijara en ella. Pero, era una temeridad, “era el marido de su hija”. Ni siquiera debía consentirle aquellas miradas.

Merche era consciente de que tenía unos pezones puntiagudos, muy pronunciados, y que destacaban en cualquier traje que su pusiera, incluso con sostén. Por ello, siempre colocaba unos amoldadores en su sostén para evitar que destacara sus pezones.

Cierto día después, Merche llegó a la casa de Julio, encontrándose el mismos practicando deporte en el semisótano de la vivienda, que daba igualmente a un jardín. Allí tenía instalados unos aparatos para la práctica para hacer gimnasia. Ella quería preguntarle al yerno por unos papeles que le habían llegado, y su hija le dijo que quien conocía de ello era su marido. Mama, mejor lo ves con Julio. Baja al sótano, él está allí haciendo deporte.

Merche, bajó al semisótano, y vio a su yerno ejercitándose con unas pesas. El joven estaba sin camisa, y solo tenía puesto un pantalón, que a la postre, se denotaba sumamente ajustado. Al verlo sin camisa, la mujer le entro cierto pudor agitándose. No obstante, se sobrepuso y se acercó al yerno. Mientras caminaba hacia él, observó los bíceps de aquel joven, que, aunque delgado, resultaba patente que poseía un cuerpo bastante atlético, fibroso, con unos músculos muy marcados en toda la zona de su cuerpo. Merche nunca lo había visto sin camisa, ni siquiera lo había visto en la playa, por lo que instintivamente se estremeció al ver el torso desnudo de aquel joven.

Observó igualmente las gotas de sudor que bajaban por la frente del mismo, y por su pecho, ante el esfuerzo físico que estaba realizando. Éste al verla, terminó el ejercicio, e incorporándose se quedó sentado en sobre la lona. Le saludo: Hola Merche. ¿ha venido a verme como me ejercito?

-No quiero molestarte. Tengo unos papeles que me han llegado y Esther me ha dicho que te preguntara. Pero, mejor termina lo que estás haciendo. Yo puedo esperar.

-Ya estoy acabando. Aunque me encuentro bastante sudado, y necesito una ducha.


Merche, sin poder evitarlo, se fijó en el cuerpo de aquel joven, con la piel brillante por el sudor que emanaba de todo su cuerpo. Pero su sorpresa llegó al incorporarte totalmente el joven. En ese momento se fijó en el pantalón corto que llevaba, divisando que era semejante al que usaban los ciclistas, sumamente ajustado, tipo malla, constatando que se marcaba claramente los genitales del joven. Eso la ruborizó. No pudo evitar fijarse en el tremendo bulto que marcaban aquellos, intuyendo que su yerno debía tener unos genitales bastante proporcionados.

Julio, se percató de la mirada de su suegra, e instintivamente, ello le produjo una instantánea erección, que rápidamente se manifestó en un considerable aumento del bulto del pantalón malla. Los colores afloraron claramente al rostro de la mujer, aunque Julio no le dijo nada, pidiendole que le esperara que iba a darse una ducha.

Merche marchó hacia la parte alta, alterada, agitada y con un estremecimiento en su cuerpo. Subió rápidamente las escaleras, casi sin mirar donde pisaba. No entendía porque se había puesto así. Aunque, estaba claro que comprobar el cuerpo casi desnudo de su yerno, y el bulto de sus genitales, no solo le había sorprendido, sino que inconscientemente la había excitado. Mientras esperaba en la sala de la casa, pensó en lo ocurrido. Ella era una mujer casada, pudorosa, fiel. ¿Cómo era posible que se hubiera excitado con su yerno? Era el marido de su nuera. No sabía realmente que le ocurría.

Julio por su parte mientras se duchaba igualmente pensaba en lo ocurrido con la suegra. Estaba claro que aquella había visto el bulto de su pantalón y se había sorprendido. Eso le agradó. Llevaba tiempo pensando en el seno de la mujer, y se había hecho más de una masturbación pensando en ella.

Fueron pasando los días, y aunque continuaban los enfrentamientos con su suegra, Julio percibía que la mujer se ponía nerviosa con su sola presencia. Merche, era una mujer que vivía sola, sin su esposo. Tenía sus necesidades y al no poder desahogarse, intentaba hacerlo atacando a su yerno.

Pero en el fondo, se sentía atraída por las miradas del joven yerno. Sin saber porque, una noche en que volvió a quedarse nuevamente en la casa de estos, la niña se quedó dormida en su cama. Cuando sintió que Julio llegó a la casa, ya bien de noche, se dio cuenta que seguramente vendría a buscar a la niña como la otra vez. Llevaba un camisón bastante corto, que dejaba a la vista sus muslos blancos. Agitada, se bajó los tirantes del camión, dejando a la niña sobre ella, con la clara intención de que cuando el hombre fuera a recogerla volviera a ver sus pechos.

Al ver dormida a su mujer, y no ver a la menor, decidió ir a buscarla al dormitorio de la suegra. Su nerviosismo se puso a flor de piel. Había visto que la puerta del dormitorio estaba entreabierta, por lo entró sin hacer ruido. Observó a la suegra dormida en la cama, con la niña recostada sobre ella. Se acercó con sigilo para recoger a su hija, retirando la sabana que cubría a la menor, e intentando no hacer ruido para no despertar a su suegra. Una vez retirada la sabana, pude apreciar que la madre de su mujer dormía con otra comisión distinto al de la primera vez, comprobando que éste era algo trasparente, y bastante corto. Un estremecimiento le entró al comprobar los muslos desnudos de aquella mujer. Su agitación fue mayor al constatar que hasta se le apreciaba la braguita que llevaba puesta.

Tomó a la niña, quedando boquiabierto al comprobar como nuevamente su suegra volvía a tener todo el tirante del camisón bajado, mostrando claramente su pecho derecho. Aún con su hija en brazos, se quedó contemplando el pecho desnudo de aquella mujer. Le excito contemplar el enorme pezón negro y puntiagudo de la suegra. Incluso pudo apreciar parte del otro seno. La estuvo observando durante un tiempo, retirándose luego, tremendamente nervioso.

Merche se hizo la dormida, sabiendo a conciencia que el yerno la estaba mirando. Estaba agitada y sin saber por qué. Pese a su decoro, no podía abstenerse de la morbosidad que le producía la situación. Solo pensaba en excitar al yerno. Jamás pensó tener nada con él. Era algo impensable.

Julio depositó a la niña en la cama, cuando vio aparecer a su suegra en la habitación de la menor portando únicamente aquel corto camisón y una bata bastante tenue por encima. Oh .. ¡eras tu!. Pensé que la niña se había venido sola a su cama. Comentó como disculpa.

-No quise despertarla. Parecía dormir plácidamente- le comentó Julio.

Merche se había dejado a conciencia parte de la bata abierta, por lo que mostraba su comisión debajo. Eso propicio la mirada del joven, quien clavó su vista en los pechos de la mujer, que se mostraban desafiantes bajo la suave tela del camisón. Al no llevar sostén, aquellos emergían como punzantes sobre la tela.

Merche era consciente de lo que estaba mostrando. En el fondo había provocado aquella situación. Pero, siguiendo su forma proceder contra su yerno, al momento le recriminó: ¿Qué estas mirando?

Oh Merche. ¡Tiene unos pechos muy deseables! Nunca la había visto así. Se mantiene muy bien. Nunca pensé que estuviera tan buena.
Le dijo casi al oído, para evitar ser escuchado por su mujer.

Merche se agito, e intentó taparse los pechos con la bata, diciéndole: ¡insolente!. ¿Cómo te atreves?

Mientras se retiraba, Julio la siguió, al tiempo que observó el trasero y el cuerpo de aquella mujer que se marcaba claramente bajo aquella suave prenda. Instintivamente la mujer tomó el camino de la cocina, en lugar de dirigirse a su dormitorio. Julio al ver que se alejaba del dormitorio donde se alojaba su mujer, optó por seguirla. Ya en la cocina, aquella le dijo: ¿Oh, ¿me estás siguiendo? ¿Qué pretendes?

-Relájese suegra. Solo venía a tomar un vaso de agua.
Mientras abría la nevera y tomaba un vaso de agua.

Merche se agitó ante las miradas del joven. Sabía que haberse mostrado con aquel camisón ante su yerno había sido una temeridad. Ya había tenido tiempo de contemplar el bulto que se había formado en el pantalón del pijama del joven. Intentó sobreponerse, diciéndole: Julio. ¿no le de vergüenza? ¡No me mire de esa manera!

Merche. ¿Cómo quiere que no la mire? Con ese cuerpazo que tiene, esos pechos desafiantes….

Oh… ¡No me diga esas cosas!.
Exclamó aquella nerviosa, al ver como el joven se acercaba hasta ella. Pero…que va a hacer… o

Julio, en un arrebato de excitación y locura, abrazó a la suegra, tomándola entre sus brazos. La mujer se revolvió, intentando evitar el abrazo. Pero, en el forcejeo, la bata se abrió y una parte del tirante del camisón volvió a bajarse, dejando al descubierto nuevamente uno de los pechos de la mujer. Oh …no siga… voy a gritar…. pero… que se ha creído…ooo

Mientras intentaba quitarse al joven de arriba, Julio la sujetó, atrapándola contra el poyo de la cocina, mientras con otra mano, agarró uno de los pechos de Merche. El joven se estremeció al sentir la dureza de aquel pecho, apretándolo en su mano, terminando por masajearlo, pasando sus dedos por encima del pezón que tanto le excitaba.

Merche, sintió la mano y los dedos del marido de su hija sobre su pecho, e igualmente su acaloramiento se incrementó. Ningún hombre, salvo su marido, la había tocado jamás. Pero mayor fue su excitación al comprobar como Julio, se las ideó para sujetarla bien, hasta lograr acercar su boca al citado seno. Pese a los intentos de la mujer por evitarlo, aquel logró lamer, y succionar el mismo, concentrándose especialmente en el pronunciado pezón.

Oh..noo …te mato.. ooo suéltame… oo

Pese a las protestas y movimientos de la mujer, el joven continuó con ahínco, succionando aquel pezón, logrando sacar un suspiró a la suegra. Merche notó como mojó su braga ante el chupeteo del joven a su pecho. Pero, no podía permitirlo. Por ello le insultó diciéndole toda clase de improperios. Cuando parecía que todo iba a mayores, escucharon la voz de Esther, que parecía haberse despertado y se acercaba a la cocina.

Tuvieron el tiempo justo para arreglarse un poco, cubriéndose la mujer su pecho, mientras Julio logró sentarse en la mesa con un vaso de agua.

-¿Qué hacéis en la cocina? ¿No mi digan que estaban discutiendo a estar horas de la noche? - le dijo la mujer.

-Ya sabes cómo es tu marido- le respondió Julia, intentando salir al paso de la situación, intentando aparentar cara de enfado como siempre.

Esther, se extrañó un poco de la vestimenta de su madre, pero no dijo nada al respecto, solo preguntó si habían dormido a la niña, y luego se fueron todos a sus respectivos dormitorios.

Merche, no pudo conciliar el sueño. Se sentía humillada por su yerno, pero en el fondo le había gustado sentir la boca del mismo lamiendo y mamando su desnudo pecho. Llevaba tiempo sin que su marido la tocara. Notaba que, pese a su furia, había mojado perfectamente su braga. Era mucho tiempo sin hacer el amor con su marido, y aquel gesto del yerno la había excitado al máximo. No obstante, su conciencia le decía que aquello era una infidelidad.

Merche no vino por la casa durante unos días, pesarosa de lo ocurrido, y temiendo volver a encontrarse con el yerno.

Un día, en la tarde, cuando Julio se disponía a volver a su trabajo, su mujer le dijo: Julio. Tengo que llevar a la niña al pediatra esta tarde. Podrías acércate por la casa de mi madre y llevarle un poco de comida que tengo preparada. A mí no me va a dar tiempo.

Julio, aceptó, aunque mostrando cierta oposición, pese a que, en el fondo sabía que era una oportunidad de volver a estar a solas a su suegra. Se había masturbado varias veces pensando en su suegra, y tras lo ocurrido sabía que algo más iba a ocurrir. Era consciente de que era una temeridad, y que se podía meter en serios problemas. Pero intuía que aquella mujer debía tener ganas de sexo después de tantos meses sin su esposo. Por otro lado, había comprobado que su suegra, era una mujer que se mantenía muy bien, bastante deseable, y en su fuero interno, ansiaba seducirla.

Miró el reloj. Aún le queda tiempo para llegar al trabajo. En todo caso, si llegaba más tarde tampoco le iban a decir nada. Toco el timbre de la puerta de la casa de lu suegra. Aquella le abrió, sorprendiéndose al verlo. Al instante su cara cambio: ¿Qué haces aquí?

-He venido a verla. Ya que últimamente no nos visita- le dijo sonriendo.

-¿A verme? Le respondió aquella. ¿Y mi hija?

Ella no puede venir. Tiene que llevar la niña al pediatra. ¿Es que no me va a dejar pasar?


La mujer viendo que llevaba comida en la mano, le dejó libre el acceso, cerrando luego la puerta. Una vez dejó la comida en la cocina. Julio la miró, viendo que tenía puesto un traje de una sola costura, bastante ligero de esos de estar en casa. Merche se volvió a poner nerviosa ante aquellas miradas, diciéndole: -¿Porque me estas mirando? ¿No habrás venido…?. Lo que hiciste la otra noche fue una grosería. No te he denunciado por que eres el marido de mi hija.

Julio, la miró y le dijo: Vamos suegra. ¡En el fondo sabe que le gustó!

-Quee… sinvergüenza… ¡te has aprovechado de tu suegra!. Eres un….

- Lo que Vd. diga suegra. Pero, reconozca que “está deseando que su yerno le eche un buen polvo”.
Le dijo sin mayor pudor, sabiendo que se estaba metiendo en un serio lio. No sabía porque, pero aquella mujer lo sacaba de sus casillas, no solo por su altanería, sino por lo buena que estaba.

-Quee… ¿Cómo te atreves?... Pero,¿ Julio que te pasa…? Oh Dios mío..

Vamos Merche. La he visto mirado el bulto del pantalón. Se que está deseando saber que tiene su yerno entre las piernas. Lleva meses sin sexo, y seguro que esta necesita de una buena follada.

-estás loco …¿Cómo me dices esas cosas?... sal de mi casa… ¿Oh Dios mío?... sinvergüenza…


Julio ya no se retuvo. Sabía que no había vuelta atrás. Por lo que fue decidido hacia donde se hallaba la mujer.

Aquella, al ver como Julio se acercaba, tomó un caldero que tenía a mano, e intentó golpearle con el mismo. Julio lo esquivó. Y, acto seguido, arremetió contra la mujer, sujetándola y empotrándola contra un lateral de la pared de la cocina.

Aquella se dio la vuelta, gritando y lanzando toda clase de insultos, en un intento de evitar que el joven volviera a tocarle los pechos. Sin embargo, cometió un error al colocarse de espaldas. Julio se percató que el traje que portaba la suegra tenía una cremallera desde el cuello hasta más abajo de la cintura. Sin pensárselo, tiró fuertemente de la cremallera bajándola totalmente. Sin pérdida de tiempo, le retiró igualmente la traba del sujetador, al tiempo que forzó para retirarle el traje. De hecho, aquel bajó, quedándose en el forcejó, a la altura de los brazos de la mujer, quedando toda su espalda desnuda.

-Oh no.. que haces…no me desnudes…oh nooo.

El joven se dio cuenta que tenía a su suegra había quedado casi desnuda de cintura para arriba. Tiró fuertemente del traje, logrando que este cayera al piso, quedando Merche únicamente con la braga que llevaba puesta. Julio abrazó nuevamente a la mujer por la cintura. Mientras aquella se retorcía, viendo como el joven alcanzó sus pechos desde atrás, atrapándolos entre ellas, y comenzando a sobárselos. Notaba la fuerza del joven, que la dominaba. No se lo podía creer, su yerno la tenía casi desnuda, amasándole sus pechos, que tomaba con ambas manos. Por otro lado, sintió el bulto del pantalón del joven pegado a su trasero. Se dio cuenta de la tremenda erección que portaba el joven.

-Oh cabrón… déjame… te voy a denunciar…. Sueltamente. Ooo no me toques los pechos.. oooo

El joven no solo le masajeó cuanto quiso los pechos desnudos, sino que una de sus manos fue bajando por el ombligo hasta alcanzar el pubis acercándose a su braguita. Aquella intentó evitarlo, con movimientos bruscos, que no surtían efecto. Pronto la mano del joven se introdujo por la parte anterior de la braga, alcanzando los vellos del monte de venus. En ese momento, Merche se dio cuenta de que el joven le iba a tocar su vagina. Hizo cuantos esfuerzos pudo, pero al final, el joven logró alcanzar entre la maraña de vellos, los labios vaginales de su suegra. Oh … quita las manos de ahí oooo

Uh suegra!. ..¡Está bien mojadita!. Exclamó Julio al percibir la humedad de la vagina de aquella mujer. Merche. Se resiste, pero en el fondo tiene todo el coño mojado. “Está necesitada de polla”. ¿Verdad suegra?

-Que me sueltes. Oh…. Te mataré…
no paraba de gritar y patalear.

Julio, se concentró durante unos minutos en la vagina de la mujer, pasando abiertamente sus dedos por los labios vaginales, y metiendo algunos dedos dentro de la cavidad vaginal. S dio cuenta que aquella mujer estaba bien lubricada. Su suegra estaba bien mojada.

Eso lo envalentonó. No se lo pensó dos veces, mientras la sujetó, se bajó el pantalón y slip, quedando con todos sus genitales al aire. Merche se percató de ello, exclamando: ¿Por qué se ha bajado los pantalones?... No pretenderás…

-Que cree que voy hacer suegra. ¡Le voy a meter mi polla hasta el fondo! ¡Está bien necesitada!


Le dijo mientras, obligó agacharse a la mujer, triando fuertemente de las bragas, que logró bajar más debajo de las rodillas, casi rompiéndolas. Pese a los intentos de aquella de evitarlo, volvió a tirar con fuerza, viendo como caían al suelo. Ahora tenía a su suegra totalmente desnuda.

Merche, estaba agitada, pataleaba, intentaba zafarse del abrazo del joven, viendo que sus esfuerzos eran en vano. El yerno la tenía firmemente sujeta, mostrando un poderío sorprendente. Se halla desnuda completamente a merced del marido de su hija. Sabía que el joven se la iba a meter. Sentimientos encontrados le afloraron. Por un lado, aquel acto era reprochable, ya que su yerno intentaba violarla. Pero, por otro lado, ansiaba sentir el falo del joven. Nunca se había enfrentado a una situación igual.

Oh Julio… no me la metas. No cometas locuras, .... mira que luego oooo

No pudo acabar de terminar la frase. En ese momento sintió como el joven le abrió bien las piernas, y arremetió contra ella con dureza, clavando su pene que se introdujo casi completamente dentro de su vagina. Sintió un dolor agudo, por la violencia de la penetración. Cuando aún no se había repuesto de esa inicial clavada, otra certera embestida del joven, le terminaba de alojar totalmente su buen falo en el coño. ¡Su yerno la estaba follando!

Oh nooo …gimió la mujer, viendo como aquel falo joven abría totalmente su vagina. Se sentía atravesada. Su joven yerno disponía de un pene bastante más grueso y largo que el de su marido. Aquel falo le llegaba hasta la misma cerviz.

Uf suegra… que ¡coño más caliente tiene! uhmm….


Julio se estremeció ante el placer que le produjo meter su pene en la vagina de su suegra. No solo no encontró aquella vagina bien caliente, sino que le pareció algo estrecha, viendo que las paredes de la vagina se ajustaban perfectamente a su vástago, produciéndole unos calambres que recorrían todo su cuerpo. La madre de su mujer era toda una hembra. Su verga ya estaba dentro de su suegra, con una empalmadura de caballo. Lo que tanto había ansiado, era una realidad. “Se estaba follando a su suegra”.

Tras estos primeros momentos, la tomó por las caderas, para comenzar a embestirla, clavándole su duro falo en el coño, con gran énfasis, y con una vigorosidad asombrosa.

Uf suegrita. ¡Que buena está!.... ¿Siente mi polla dentro?... me la ha puesto bien dura. Le voy a reventar ese coñito. uf siii así suegra…

-Oh Julio te voy a matar…. Oh me abres…ohh no sigas …

Merche, pese a los primeros momentos de lucha, se dio cuenta que sus protestas eran banales. Su yerno se la iba a follar. Más aún, “se la estaba follando”.

Sentía las embestidas de aquel joven semental, pero, le sorprendía el ímpetu y la fuerza con la que el joven taladraba su vagina. Su cuerpo temblaba y se estremecía ante cada penetración. Se sentía totalmente atravesada por aquel falo. Llevaba tiempo sin sentir el pene de su esposo en ella, pero el del joven, le parecía el de un toro embravecido. Estaba claro que su yerno la tenía ganas. “Se la estaba follando con bravura”.

Pese a sus protestas, la mujer vio como su propio cuerpo comenzó a colaborar. La buena verga del yerno, le estaba llevando a la locura sexual. Su cuerpo se aflojó y comenzó a colaborar. Ello facilitó que el pene del joven entrara con mayor facilidad, e incluso permitió que le acariciara sus pechos mientras se la follaba.

-Oh Julio… ¿qué has hecho?… o ¡no puedes hacer esto!…

Claro que puedo suegra!. De hecho, “me la estoy follando”. Llevó días deseándola. Me tiene bien arrecho. ¿nota como tengo la polla de dura?

Merche no respondió. Las palabras del joven la excitaban más. Era cierto que sentía la dureza de aquel sable que le rompía su coño. Lo abría totalmente. Un calor intenso la abrumó. Percibió que se iba a correr. Pese a no haberlo querido, estaba llegando al orgasmo. No se lo podía creer. Su propio yerno la iba hacer correr.

Oh si… así ….vamos, córrase… córrase con la polla de su yerno dentro asi…… le animó el joven, percibiendo la venida de su suegra.

Merche, estaba tan caliente y deseosa, que, al escuchar las palabras del joven, como si le obedeciera, percibió que le llegaba el primer orgasmo. Se iba a correr. El marido de su hija la estaba cogiendo de tal forma que la iba hacer venir. Echó su trasero hacia atrás yendo al encuentro de su yerno, viendo como la verga del mismo le entraba en su totalidad, hasta el mismo fondo. Se convulsionó, retorciéndose sobre su propio cuerpo, atrapando la polla del joven dentro de su vagina. La apretaba, como si tratara de triturarla, hasta que por fin termino alcanzando …el… éxtasis.

El cuerpo de la mujer comenzó a convulsionarse, agitándose de forma descontrolada, casi brincando, mientras giraba su cara observando el rostro de su yerno, no paraba de meterle verga.

No recordaba haber tenido un orgasmo similar en su vida. Empleó tanta intensidad el mismo, que estuvo a punto de desvanecerse. Fue sujetaba por Julio para evitar que se cayera. Este, la abrazó, atrayéndola hacia él, sujetándola, sin retirar su falo del coño de la misma, esperando a que se recuperara. Notó los fluidos de la vagina de la mujer, que descendían y mojaban sus testículos. Le quedó patenta que aquella mujer había tenido un orgasmo descomunal.

Tras esperar que se recuperara, salió del coño de la suegra, y la hizo girar hacia él. La miró a la cara. Merche estaba enrojecida, con los cachetes rojos. Pese haber sido tomada contra su voluntad, la cara de aquella mujer denotaba placer. Cabronazo… ¿Qué has hecho?… ¿Cómo te has atrevido?

Julio observó por primera vez el cuerpo desnudo de la madre de su mujer en la parte frontal. Se recreó, ante la preciosidad de aquella mujer. La propia Merche se percató de tal extremo, ruborizándose. Vaya Merche… ¡no pensé que estuviera tan buena! ¡que pedazo de hembra!

Y, antes de que aquella pudiera reaccionar, tomó a la mujer y la atrajo hacia él. Y, ante la sorpresa de aquella, acercó su boca y la besó en los labios. Oh no… le rechazó aquella. No solo se la estaba follando, sino que pretendía besarla. Era la madre de su mujer. Eso no podía permitirlo.

Julio, no obstante, la alzó un poco, logrando que la mujer abriera sus muslos lo suficiente, para de un certero golpe, volver a encajarle nuevamente su pene en el coño. Entró como un misil en la caliente y encharcada vagina. La embestida del mismo, hizo elevar a la mujer en alto, emitiendo un grito de sorpresa.

Merche quedó atónita ante la fortaleza del joven. Jamás la habían follado de aquella forma. Se estremeció al ver como el joven la embestirla una y otra vez, elevándola en alto con cada penetración, haciendo temblar todo su cuerpo.

Oh otra vez no… ooh.. me rompes.

Merche, no salía de su asombro ante la dureza de aquella cogida. Estaba anonadada ante la vigorosidad con la que su yerno la estaba follando. Se volvía a sentir totalmente atravesada por aquel tremendo falo, percibiendo que, en esa ocasión, le llegaba más adentro. Notaba aquel joven semental estaba cada vez más arrecho. La clavaba con una envergadura que parecía querer romperla.

Y no era para menos. Julio, estaba tan excitado cogiendo a su suegra, que follaba a la misma con extrema dureza. Casi le hacia daño. Arremetía contra el coño de la mujer, clavando una y otra vez su mandarria hasta los mismos huevos, abriendo el coño de aquella al máximo.

-Oh para… me vas a romper oooo

La mujer pese al dolor de aquella cogida, estaba alucinada. La violencia de la penetración era manifiesta, pero, aun así, su cuerpo comenzó a reaccionar con satisfacción. Su yerno la estaba clavando como un verdadero macho. Todo un semental. Todo su ser comenzó nuevamente a convulsionarse. Su yerno no solo la estaba sometiendo, clavándole la polla una y otra vez, sino que la estaba llevando a alcanzar un segundo orgasmo.

Jamás había sentido dos orgasmos de su marido en un mismo acto. Se abrazó al cuerpo del joven, aguantando estoicamente las embestidas de aquel, mientras sentía que se fraguaba su nuevo orgasmo. Se apretó fuertemente al joven, manteniendo clavada totalmente en su coño aquella poderosa verga, volviendo a retorcerse, abrazándose aún más al cuerpo del yerno, mientras se venía en una sonoro y aullador orgasmo. La mujer no reprimió esta vez sus gritos, y gimió alocadamente mientras se venía.

Nuevamente tuvo que ser sostenida por el joven para evitar su desvanecimiento. Esta molida, rota, abatida. Pero aún sentía dentro de ella la punzante daga del joven. Su cuerpo no podía más. Estaba derrotada.

Observó las gotas de sudor del joven. Pero, se percató que aquel no había acabado. El joven le sacó su falo del coño, la tomó en brazos, y la colocó con decisión y firmeza sobre el poyo de la propia cocina sentándola sobre el mismo. La altura era la adecuada. Su coño quedó al mismo nivel de la verga del joven.

Ante la sorpresa de la mujer, el joven le hizo abrir de nuevo las piernas, quedando expuesta toda su vagina ante el mismo. Observó por primera vez el pene del joven, el cual blandía como un misil entre las piernas del marido de su hija. Su cuerpo se estremeció. No pensaba que fuera tan grande. Era un pene largo y grueso, con grandes rugosidades por las enormes venas que los circuncidaban.

Vio como el joven acercaba su pene hacia su inflamada vagina. Se la iba a volver a meter. Su maltrecha vagina estaba dolorida ante las tremendas embestidas del joven. Pero nada podía hacer. Su yerno estaba embravecido, como un toro desbocado. Y, como esperaba, el joven, volvió a clavar con enorme dureza, ensartándole su daga hasta la misma empuñadura dentro de su vagina.

Ohh despacio oo me haces daño …

Pero Julio no estaba para contemplaciones. Excitado al máximo, comenzó a perforar una y otra vez la vagina de la suegra. Arremetió contra aquella, sintiendo como su falo se alojaba profundamente dentro de aquella caliente cueva. Aquel coño lo tenía alterado, excitado como nunca. Su suegra había descubierto que era mejor hembra de lo que se había imaginado.

Pese a sentirse casi al límite por la fuerza empleada hasta la fecha, se percató que estaba a punto de venirse. Necesitaba correrse. Llenar aquel caliente coño. Por ello, saco fuerzas de flaqueza, y con nuevos bríos, intensificó sus penetraciones, hasta notar como se hinchaba su verga dentro de la vagina de la mujer. ¡Estaba a punto de venirse! ¡Lo necesitaba!

Merche se dio cuenta igualmente de ello. Se dio cuenta que su yerno estaba a punto de correrse. Lo percibía. Pero… ¡no podía correrse dentro!... ¡no estaba protegida!... ¡era una locura!

Por ello, asustada le grito: Julio… ¡no lo hagas dentro!… No me cuido…. Dentro no…

Pero Julio no la escucho. Tampoco estaba por la labor. El polvo que le estaba echando a su suegra era de tal calibre, que necesitaba correrse dentro. Quería recordarlo. Por ello, continuó martilleando el coño de la suegra, mirándola a la cara, embistiéndola con igual dureza, diciéndole: ¡Le voy a dar toda mi leche suegrita! Lleva tiempo sin que le rieguen ese coño. “Su yerno se lo va a dejar bien regado!

-Oh no… no se te ocurra… oo lo vas hacer…


Julio sujetó con fuerza a la suegra, evitando cualquier intento retirarse, intensificando la penetración, hasta que, por fin, su semen comenzó a emerger con gran fuerza y velocidad desde sus testículos. Llevaba unos días sin hacerlo. Ansiaba descargar dentro del coño de la madre de su esposa. Había soñado con eso. ¡Dicho y hecho! Su verga comenzó a lanzar las primeras lechadas de espeso y caliente semen dentro de la cavidad vaginal de la suegra, al que siguieron varias lechadas más.

Merche notó la fuerza con que el espeso semen del yerno colisionaba con las paredes de su vagina. Sentía la potencia del mismo, y la fuerza con la que eran lanzado, percibiendo que gran parte fue a parar profundamente en su vagina. Esa vigorosidad, le demostró que su hija tenía un buen semental. Agradeció no estar ovulando. De haber estado en período fértil, con toda certeza la hubiera embarazado.

Cuando por fin acabó, supo que aquel joven se había corrido copiosamente dentro de ella. Cuando su esposo lo hacía, apenas sentía su lechada. La del yerno era imposible no sentirla. No solo por la potencia con que era lanzada, sino por la abundancia.

Cunado por fin el joven salió de ella, la mujer se miró su entrepierna, viendo como salían unas gotas de semen por los labios de su más que abierta vagina. Miro al joven, observando que pese haberse corrido, aún su verga se mantenía casi firme. Terminó por decirle: ¿Cómo te has atrevido a correrte dentro? ¿es que quieres embarazarme? ¡eres un loco!

El joven la miró, y le dijo algo nervioso: ¿No me diga que esta en sus momentos fértiles?

No.. creo que no. Pero, lo que has hecho es una temeridad. ¡Además, me has violado! ¡eres un sinvergüenza!

Merche tomo su vestido y sus bragas y se dirigió a su dormitorio, caminando con dificultad. Sentía su coño dolorido, e inflamado. Tras asearse, salió fuera. Allí le esperaba Julio, que igualmente se había aseado en el baño de invitados.

La mujer ya vestida, le miró, volviendo a adoptar aquella mirada de mujer altanera, recta y dura, diciéndole: Eres un sinvergüenza. ¡Me has violado! ¡Me has mancillado! Jamás le había sido infiel a mi esposo. No quiero volver a verte. Anda… márchate. sal de mi casa….

Julio no quiso importunarla más. Sabía que había traspasado una barrera peligrosa. Él tampoco había sido infiel a su esposa. Y su primera infidelidad lo había sido con la propia madre de aquella. No sabía si estaba arrepentido o no, pero reconocía que el polvo que le había echado a su suegra, era el mejor de su vida. Ni si quiera su mujer lo podía igualar.




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heranlu

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Julio y su Suegra Merche - Capitulo 002

Merche tras la marcha del yerno se quedó en la cama pensando en todo lo ocurrido. Pensaba que todo aquello había sido una pesadilla, que en realidad nunca había ocurrido. No se creía aún, que una mujer como ella, conservadora, decente, fiel esposa, y devota religiosa como ninguna, hubiera sido mancillada de aquella forma. A pesar de haberse bañado y aseado correctamente, aún pasadas unas horas, notó como fluía del interior de su vagina restos del semen del yerno, que le terminó volviendo a manchar la braga. De hecho, tuvo que volver a cambiar dicha prenda.

Mientras se cambiaba la braga, observó que aún continuaba con sus labios vaginales enrojecidos e inflamados. En ese momento recordó en el pene del yerno. Pese a todo, reconoció que el marido de su hija estaba bien dotado. Nunca su marido la había tomado de aquella forma, y jamás podría imitarlo. Sintió un escalofrío al recordar la vigorosidad del joven.

Fueron pasando los días, y Merche estaba moralmente arrepentida de lo ocurrido, hasta el punto de que volvió a intentar evitar en lo posible, el contacto con su yerno. Se decía que aquello no podía volver a suceder. Era una mujer casada, religiosa y que se debía a su esposo.

Intentó no quedarse a solas con el mismo en casa de su hija. Para guardar las apariencias con su hija, continuó siendo bastante arisca con el joven. Incluso en varias ocasiones le negó la palabra, justificándose ante su hija, aduciendo que “Julio no la respetaba adecuadamente”.

Así fueron pasando algunos meses. Merche acudía de vez en cuando a casa de su hija, pero haciéndolo únicamente cuando sabía que estaba aquella. Sin embargo, comenzó a deprimirse al comprobar que su esposo tardaba en volver. En varias ocasiones le llamó, diciéndole que si el no regresaba pronto sería la que regresaría a Venezuela para estar juntos. Pero su marido le rogaba que no lo hiciera, que la situación había empeorado, y no convenía que volviera. Sin embargo, el tiempo fue pasando, y su angustia se hizo mayor.

Esa espera la comenzó a ponerse nerviosa. Le entraron celos, y pensamientos de sospecha sobre su esposo. Ella conocía algunos rumores de algunos amigos en Venezuela, que le habían dejado caer que su esposo no era trigo limpio, y que solía echarse alguna canita al aire con otras mujeres. Ella jamás le dio crédito. Pero no por ello dejo de pensar en la posibilidad de que fuera cierto. Ahora, cuando había transcurrido más de un año de su regreso, la tardanza de su esposo, las pocas veces que la llamaba por teléfono, …fueron calando en la mujer, hasta el punto de que se fue fraguando su convencimiento de que su esposo pudiera tener algún idilio o aventura con otra mujer.

-pero mama, ¿Cómo puedes pensar esto de papa? ¿Seguro que está intentado vender todo, pero ya sabes cómo está la situación en aquel país? Le respondió su hija ante los comentarios que ella le realizaba.

La intriga sobre esa posible infidelidad de su esposo, su nula actividad sexual, le llevó a recordar el encuentro con su yerno. Intentaba olvidarlo, pero, la posible infidelidad de su esposo y los pensamientos morbosos, hicieron que volviera a pensar con más frecuencia en Julio. Tanto, que hasta llegó a masturbarse pensando en el pene del joven. Luego, se arrepentía, y se decía que era una pecadora. Que tenía que reprimirse y no caer otra vez en la tentación. Sin embargo, aún era una mujer con sus instintos sexuales activos, fértil, y la vigorosidad demostrada por su yerno la llevaba a no poder olvidarlo fácilmente.

Las sospechas sobre la posible infidelidad de su esposo, la llevaron a ser más arisca con el joven. De hecho, comenzó a buscar cualquier excusa para enfrentarse con el mismo. Parecía que se desahogara con los enfrentamientos con marido de su hija. Tanto que Julio se percató de ello. No era ningún tonto. Se dio cuenta del cambio de actitud de su suegra. Algo le estaba pasando aquella, ya que llevaba meses casi olvidándose del mismo. Merche parecía buscarlo.

Una tarde, cuando el joven practicaba deporte en la parte baja de la casa, se vio sorprendido con la presencia de su suegra. Ella no bajaba si no estaba presente la hija. Observó que esta vez le acercaba el teléfono, ya había recibido una llamada urgente de la empresa.

Merche, atendió al teléfono y comentó que su yerno estaba haciendo deporte. Vio la oportunidad de ver a su yerno, por lo que aprovechando que su hija estaba cocinando, se prestó a bajar y llevarle el teléfono al mismo.

La mujer a medida que se acercaba no quitó la vista del cuerpo del joven. Al igual que la vez anterior, tenía todo su torno desnudo, y solo calzaba un pantalón corto malla sumamente ajustado. Mientras caminaba hacia el mismo notaba su agitación.

-Julio tienes una llamada urgente de tu empresa- le manifestó al llegar ante él.

El joven dejó los ejercicios que estaba llevando a cabo y se levantó para tomar el teléfono y contestar a la llamada. Merche se quedó a su lado, con el pretexto de volver a llevar el teléfono arriba. Contempló a su yerno. Observó la musculatura de los bíceps, los grandes pectorales, y las gotas de sudor que discurrían por el mismo. Terminó por examinar el pantalón tipo malla que portaba, notando de nuevo como su cuerpo se estremeció. Se mercaba en el mismo los proporcionados genitales del joven. Recordó aquel encuentro.

Julio, contestó a la llamada de teléfono. No obstante, se percató de las miradas que su suegra realizada a su cuerpo. Inevitablemente volvió a excitarse. Su pene se endureció bajo la apretada tela malla, mostrando un bulto que era claramente perceptible por su suegra.

De hecho, Merche enrojeció al contemplar el abultamiento. Es más, se agito al ver como el joven, se tocó el bulto, en un intento de ponerlo en una posición mejor dentro del pantalón ante la inesperada crecida. La mujer enrojeció. Sin embargo, quedó maravillada de que así ocurriera. En el fondo era una muestra de que seguía excitando a su yerno.

-gracias Merche. Era de la empresa. Le contestó devolviéndole el teléfono. Y antes de que se marchara le dijo: tiene que venir algún día hacer un poco de gimnasia con su hija. Estos aparatos son perfectos.

Ella le miró, y pese a que el joven se lo dijo amablemente, ella, adoptó su posición dominante, y le contesto: ¿no me estará diciendo que estoy gorda? ¿Qué necesito hacer deporte para bajar los kilos?

-Ja ja. ¡claro que no Merche! Ya sé que Vd. no necesita bajar kilos. Mantiene un buen cuerpo. De eso doy fe.
Le contestó el joven.

La mujer, sin poder evitarlo volvió a dirigir su mirada hacia el bulto del joven, para luego agitarse y subir las escaleras de la casa. Julio se dio cuenta que su suegra, pese a querer evitarlo, en el fondo lo deseaba. Las constantes miradas de su suegra hacia su paquete, lo ponían de manifiesto. El también abrigaba la esperanza de volver a tener aquella mujer entre sus brazos.

Julio tenía conocimiento de las sospechas de su suegra respecto a una posible infidelidad de su esposo, por comentario de su mujer. Eso aumentaba sus posibilidades de volver hacer caer a la misma, ya que era de suponer que estaría enfadada con su esposo. ¡Ansiaba volver a tener aquella hembra, y volver a bajarle los humos! Pese a desearla, le ponía de los nervios su altanería, su prepotencia, su forma de tratarlo, siempre arrogante y despreciativa hacia el mismo. Quería volver a someterla. Clavarle su pene hasta la misma empuñadura.

Esa misma semana se sorprendió cuando, al llegar a casa, su mujer le manifestó:

-Julio. Tienes que acompañar a mi madre a una misa de duelo de un hermano de mi papa. Falleció hace unos días en Venezuela, y le dicen una misa en su pueblo natal.

-¿Y tú no vas?. ¿Tú crees que tu madre querrá ir en mi coche? le contestó Julio algo sorprendido.

-La niña está un poco resfriada, y no podemos dejarla sola. Por otro lado, al día siguiente tiene clase. Y seguramente llegaremos bastante tarde. Son varios kilómetros hasta el pueblo donde se celebra la misa. No quiero arriesgarme. – le contesto. Mi madre quiere ir en taxi. Pero, “no quiero que mama vaya sola en un taxi haciendo ese largo trayecto”.

Julio miró a su esposa y le contesto: ¡Si no queda otro remedio lo haré!. Espero que tu madre no la tome conmigo durante el viaje. ¡Ya sabes cómo se pone!.

-Intenta no meterte con ella. Tu tampoco das tu brazo a torcer. Los dos son iguales. - le contestó ella.

Merche se quedó intranquila al saber que le iba acompañar Julio a la misa de duelo. Eran bastantes kilómetros, y seguramente regresarían de noche. Intentó persuadir a su hija para tomar un taxi, pero la hija insistió.

De esta forma, el viernes de esa semana, en la tarde, Julio se vistió, portando un traje adecuado para la ocasión, y se personó en el domicilio de su suegra para recogerla. En cuando vio aparecer a Merche, se quedó admirado. Su suegra, portaba un traje de una sola costura, con una pequeña chaquetilla de color oscuro, marcando una figura perfecta. El taje le llevaba un poco más arriba de las rodillas, y con aquellas medias con trazos negros semitransparente, parecía una diosa. ¡su suegra era toda una señora!

-¿Que miras tanto Julio?- le preguntó esta nada más llegar. ¿Tan mal me ves?

Julio se sonrió, diciéndole: todo lo contrario. Merche, ese traje le queda perfecto. “Con ese cuerpazo, esta para comérsela”.

-No empecemos, que el trayecto es largo. Le contesto, sintiéndose en cierto sentido alagada por las palabras de su yerno.

Tuvieron que hacer una parada por tomar algo, y ya casi siendo la hora de la misa, llegaron a la Iglesia, algo cansados por el trayecto donde se celebró la ceremonia. Posteriormente, fuera de la misma todos comenzaron hablar y saludarse. Meche se había quedado admirada por la impresión que su joven yerno había causado entre los familiares de su esposo. En todo momento el joven se comportó correctamente, y eso agradó sumamente a Merche.

Tuvieron que quedarse un rato más tomando un refrigerio con los familiares, aunque anunciaron a los mismos que tenían que regresar, ya que les quedaba un recorrido de vuelta bastante largo y de noche. Tras los saludos y despedidas de rigor se pusieron en marcha de regreso. Ya durante el trayecto, vieron que iban a llegar tarde, y necesitaban cenar. Julio paro en un restaurante que conocía a unos kilómetros cerca de la casa, y le dijo: -Merche. Es bastante tarde. ¡Creo que será mejor que comamos algo en el restaurante! Y así de camino, descanso un poco la vista.

Merche lo comprendió y aceptó. Pidieron de cenar, y comieron bastante bien. Julio se atrevió a pedir una botella de vino. Como estaban cerca de la casa, ella no le reprochó. El vino tenía bastante graduación, ya que se trataba de un “reserva”. Tras las dos primeras copas, Merche se sintió bastante alegre. Julio percibió que su suegra se mostró más distendida. La mujer no acostumbrada a beber, pero sin saber porque tomó más de la cuenta.

Durante la cena, Merche se puso algo nerviosa. Se percató de las miradas de algunos comensales hacia ellos. La diferencia de edad era palpable. Aunque era una mujer aún cuarentona y joven, había cierta diferencia con el yerno. Seguro que mas de uno pensó que eran pareja, y eso la puso algo agitada. ¿Qué pensarán? ¿Una mujer mayor que este joven? Se decía, asimismo.

Ello le llevó a propasarme con el alcohol, debido a su estado de nervios por dicha circunstancia. Por otro lado, percibía la miraba de su yerno, recordando como fue poseída por aquel en su propia casa. El solo pensamiento la terminó de estremecer.

Mientras estuvo sentada a la mesa no se percató, pero al levantarse, se dio cuenta que se encontraba algo mareada. Que se tambaleaba. -Uy.. ¿creo que el vino me ha dejado algo mareada?

-tranquila Merche. Solo han sido unas copas de vino. – le contestó el joven, quien al comprobar la pérdida de equilibrio de su suegra, disimuló tomándola por el brazo hasta el coche.

Ya dentro del coche, la mujer le comentó: ¿estarás en condiciones de conducir? Yo me siento mareada. Ese vino era bastante fuerte.

-claro que si. No se preocupe, que llegaremos bien.


Ya en el camino, Marche se hallaba bastante alegre. Percibía que el alcohol le había hecho efecto. Miró sin querer hacia la bragueta del yerno mientras aquel conducía, y recordó su pene. El calor del vino y el calor por la presencia del joven, la terminaron de excitar. Los pensamientos pecaminosos le volvieron atormentar. ¿Y si el yerno lo había hecho a propósito para poseerla de nuevo?

Julio al verla tan agitada le comentó: ¿Qué le ocurre Merche? ¿Se encuentra mal? ¿quiere que paremos?

Ella le miró, y tras unos momentos de incertidumbre le contesto: No… estaba pensando: Oye… ¿no me habrás intentado embriagar para abusar de mí?

Ese pensamiento de la mujer, contrarió al joven. Era cierto que la deseaba, pero pensar que la había embriagado para hacerla suya, era algo que no podía soportar. Su reacción fue fulminante: ¡siempre está pensando mal de su yerno! Merche, para echarle un polvo no necesito que está tomada. Me gusta más follarla estando plenamente consciente. ¡Entérese!

Al ver la forma de hablar del joven, Merche se volvió alterar. Aunque parecía tener razón el joven, ver cómo le hablaba el mismo, la sublevó. Era una mujer de bastante carácter. Recuperando su forma altanera, le replicó: ¿Quién te ha dicho que vaya a permitirte que me vuelvas a ultrajar? ¡Nunca más te permitiré que te propases conmigo! ¡jamás!

-Merche. En el fondo está deseando que su yerno la vuelva a coger. Y tarde o temprano volverá a ser mía.
Le contestó el joven con animo de soliviantarla más. Aquella mujer lo sacaba de sus casillas.

-engreído. Jamás.

Con algunas otras palabras de más, llegaron a la casa. El joven estacionó el coche por fuera de la casa del edificio donde se ubicaba la vivienda de su suegra. Merche abrió la puerta para apearse. En ese momento se dio cuenta que se tambaleaba. Tenía que subir al quinto piso del edificio, tomar el ascensor. ¿Y si la veían los vecinos tambaleándose? ¿Qué dirían? ¡Eso era una verdadera humillación para ella! Los nervios se apoderaron de ella.

Julio estaba pensando en marcharse para su casa, por el enfado con su suegra. Sin embargo, al constatar el estado de la misma, decidió ayudarla. No podía dejar que se cayera. Pero, era tan orgullosa, que no se atrevía a pedirle que le ayudara. Retiró la llave del contacto, y tras cerrar el vehículo, la tomó del brazo. Ella le miró. Comprendió, y de dejo llevar. En el fondo agradeció aquel gesto. Apoyada en el joven, pudo franquear la puerta de acceso al edificio, y tomar el ascensor. No se dijeron nada durante ese trayecto. Al final llego a la puerta de acceso a la vivienda.

Merche, abrió logró abrir la puerta, tras encontrar la llave en su bolso. No hizo intento alguno de cerrarla, sino que permitió el acceso del yerno, quien la llevó hasta la sala sentándose en el sofá. Merche le miró, viendo que aquel permanecía de pie ante ella. Nerviosa, agitada, le dijo: ¿no te marchas? ¿mi hija estará preocupada?

Julio la miró y le contestó: ¡su hija ya estará durmiendo! En el restaurante le puse un wasap indicándole que estábamos cenando y que posiblemente llegaría bastante tarde. Me preocupa su estado.

-Mi estado. Ya se me irá…. Bebí más de la cuenta.
Viendo que aquel se iba a sentar en el sofá, le pregunto: pero… ¿te vas a quedar?

Julio la miró, y le dijo: ¿esta segura que quiere que me marche? ¿creo que me necesita?

Merche se estremeció. Pese a las copas de más, se sentía caliente. Llevaba meses sin un encuentro sexual. Se sentía abatida. Sola. Esa noche tenía ante ella a su yerno. El hombre que la había poseído contra su voluntad, pero que la había hecho disfrutar como jamás nadie lo hubiera hecho antes. Sin poder contenerse, cometió el error de volver a mirar de forma descarada el bulto que se había formado en el pantalón del joven. Enrojeció. Recuperando la actitud de reproche hacia su yerno, y en parte acalorada por su situación personal, le contesto: ¿no me digas… que te has empalmado? ¡eres un sinvergüenza! ¿no pretenderás volver a…?

Julio estaba pensando en marcharse. Pero al ver el cambio de actitud de su suegra. Aquella mirada de reproche, de altanería que mostraba contra el mismo, lo detuvo. Enseguida le entraron ganas de volver a someter aquella mujer. Bajarle su altanería. Era algo que no lograba superar. Pese a la alta hora de la noche, se levantó y se acercó hasta la mujer. Con total decisión desabrochó la bragueta del pantalón, y, ante la inquietante mirada de Merche, extrajo su pene, y se lo mostró.

La mujer observó agitada al observar la acción del joven. Ante ella tenía nuevamente la verga de su yerno, endurecida, y que portaba una buena erección. Su agitación aumento cuando aquel se acercó más, y le colocó su pene a la altura de su cara. Oh… ¿Por qué te la has sacado?... ¿Qué pretendes?...

-¿Vd. que cree suegra?. ¿quiero que abra la boquita y me la mame?
Le dijo el joven totalmente salido y sin el menor pudor ni reparo. Esta noche le va a mamar la polla al marido de su hija. ¡Si.... ¿no se haga la decente?… ¿sé que está deseándolo? Exclamo, colocándole el nabo a escasos centímetros de la cara de la mujer.

-estás loco… sal de mi casa…. ¿eso es una guarrada? ¡Guárdate eso.!.- le contesto, asustada.

El joven, no se inmutó, tomó la cabeza de la mujer, la sujetó fuertemente, y le acercó su pene hasta su boca. Merche se opuso, cerrando la misma. El joven le comenzó a restregar la cabeza de su pene por todos los labios y la cara de la mujer. Aprovechó un momento en que aquella intentó insultarlo, para con fuerza meter su pene entre los labios de aquella, y empujando con decisión, casi violentamente, logró meter una parte de su pene en la cavidad bucal de la suegra. Merche se quedó sorprendida. Tenía dentro de su boca una parte del pene de su yerno. ¡Que aberración! Nunca había tenido en su boca el pene de ningún hombre.

Sus intentos por salirse fueron en vano. El joven la tenía bien sujeta: vamos Merche. ¡Quiero que me la mame! ¿O abre la boca y me la comienza a mamar, o se la clavo hasta la garganta?

La mujer se dio cuenta que el joven no iba a cesar. No tenía fuerza ni ocasión de negarse. Por ello accedió a abrir un poco la boca, viendo como ingresaba una buena parte del falo del joven. Ahora teñía en su boca el pene de su yerno. Eso era inconcebible para una mujer casada, fiel, conservadora y religiosa como ella. Nunca lo había hecho, pero no era ninguna idiota. Había visto algunas revistas y sabía lo que debía hacer. Por ello, comenzó hacer salir y entrar la verga del joven en su boca, una y otra vez, hasta que Julio comprobó agrado como la mujer le cogió el tranquillo perfectamente.

El joven se dio cuenta que, pese ser una novata, su suegra le estaba dando una buena mamada a su polla. Mas sorprendido se quedó al ver como la sacaba de su boca, y comenzaba a lamer la misma a lo largo de todo el falo. Aquella mujer era un portento. Pronto, la lengua de su suegra, lamio sus huevos. Era algo que nunca hubiera esperado de la madre de su mujer. Esas acciones lo pusieron como un toro embravecido. Su pene estaba endurecido al máximo. Ver la cara de su suegra, mamando su verga, era algo inaudito. Al instante decidió que iba a volver a clavar aquella mujer.

Sin esperar, le retiró el pene de la boca a la mujer. Merche se quedó como sorprendida. Julio la tomó por los brazos y la incorporó, diciéndole: ¡vamos a su habitación suegra! “Le voy a echar un polvo de los que no olvidará fácilmente”.

La mujer se estremeció ante aquellas palabras. Intentó volver a sentarse, pero el joven la tomó con decisión, cargando con ella en brazos, pese a los movimientos que realizaba, y la llevó hasta el dormitorio, donde abrió con una de sus piernas la puerta del dormitorio, la depositó en la cama.

-Oh estas loco. No puedes … eres un sinvergüenza… noo

Julio, con suma decisión, le retiró la chaquetilla y luego intentó hacer lo mismo con el traje. Ella intentó impedirlo. Pero la enorme fuerza del joven, vencieron la resistencia de aquella, quedando al poco la mujer únicamente con la lencería que llevaba. Merche se enroscó sobre la cama, formando un ovillo, intentando ocultar sus intimidades. Quizás en un intento de evitar ser totalmente desnudada.

Ante la mirada expectante de la mujer, Julio optó por retirarse el traje que llevaba, desprendiéndose de su pantalón, y al propio tiempo del slip. Al momento quedó totalmente desnudo ante su suegra.

-Oh ¡te has desnudado! No puedes…. Julio no lo hagas…,

Merche pese a su miedo, se estremeció al contemplar el majestuoso cuerpo de su yerno. ¡Y no era para menos! El joven, totalmente desnudo. Mostraba unos músculos sobresalientes, grandes pectorales, y un cuerpo bien fornido. Entre sus piernas, blandía el erecto pene, bien dimensionado y enfilado hacia delante. Observó igualmente los abultados testículos colgando entre sus piernas. ¡Su excitación se incrementó! Al instante se percató que iba a volver a ser poseída por aquel joven semental. En el fondo lo estaba deseado, pero su maldita conciencia siempre le hacía desear lo contrario. Esa noche era consciente de que no se iba a escapar. ¡Su yerno la iba a follar nuevamente!

Quedó ruborizada ante la visión del cuerpo totalmente desnudo del joven que se mostraba ante ella: Oh Julio… ¿no cometas más locuras?… Ya te dije que no me cuido…

El joven, totalmente envarado, con cara de semental salido y dispuesto a someter aquella hembra, le contesto: ¡Me da igual que no esté protegida suegra!. “Esta noche la voy a clavar como dios manda” De esa cogida no se va a librar. Y, luego la voy a llenar con mi leche. Y, mientras le hablaba se tocó sus testículos, mostrándoselos, diciéndole: ¿ha visto suegra? Los tengo bien cargados. ¡La voy a llenar!

La mujer intentó formar un ovillo en la cama, intentando enroscarse más, ante la decisión del marido de su hija. Eso no le impidió que el joven, tirara sujetador, que, ante los esfuerzos de la misma, terminaron por romperse. Julio comprobó que aquella había usado como siempre unos amoldadores para evitar mostrar sus puntiagudos pezones. Por ello, dirigió su mirada hacia los expectantes pechos de su suegra. La visión de los mismos lo excito nuevamente.

Los pezones de Merche emergían como pitones en sus senos, sobresaliendo varios centímetros. Era digno de verlo. Sin poder evitarlo, se echó sobre la mujer, la agarró, y logrando ponerla boca arriba, atrapando sus manos para que no pudiera moverse. Los pechos de la suegra quedaron al descubierto y sin protección.

-oh suegra. ¡Que pechos! ¡Pero qué buena que esta!

Al instante, acercó su boca, y comenzó a lamer los pechos alrededor de los mismos, primero en círculos, para terminar por alcanzar los tiesos pezones. Al llegar a estos, tremendamente excitado, logró meterlos en su boca, presionando con sus labios, pasando su lengua por los mismos. La mujer se revolcó ante la lamida de pechos y pezones a que la que fue sometida por su yerno.

-oh noo para.. ooo

Merche, sentía los ávidos labios, y hasta la propia lengua del joven devorando sin parar sus erectos pezones. Ya se sentía caliente. Pero ese chupeteo la terminó de calentar. Pensó que su braga debía estar encharcada ante la cantidad de fluido que emergía de su vagina. La mamada de pechos del joven, la estaba llevando a casi pedirle ella misma, que la follara ya. Necesitaba la polla del joven. Que le reventara el coño. No podía más.

Julio intuyó el estado de excitación de la mujer. Soltó una de sus manos, para bajar, y retirarle las bragas. Ella no puso demasiados impedimentos. La mujer se colocó de espaldas al yerno, mostrándole su trasero. Era una clara muestra de sometimiento. ¡Quería que su yerno la clavara!

El joven, se colocó de lado, detrás de la mujer, tomó su verga, comprobando la enorme erección que poseía. Levantó un poco una de las piernas de la mujer, para acercar su verga hasta los labios vaginales. Presionó un poco sin llegar a meterla, diciéndole: ¿Quiere que le meta mi polla verdad suegra? ¿Verdad que quiere que el marido de su hija de la folle? Necesita sentir mi verga dentro. Eh putita…

La mujer no le contestó. Simplemente hizo un movimiento de su cuerpo hacia atrás, yendo ella misma al encuentro del joven, logrando clavarse una buena parte del pene del joven. Fue suficiente para Julio. Arremetió con fuerza, clavando la totalidad de su falo en el caliente coño de la madre de su mujer. Ya estaba dentro de ella. El coño de su suegra parecía una caldera hirviendo. Aquella mujer estaba sumamente caliente.

Eso lo enardeció más, comenzando a embestir a la mujer con suma fuerza y poderío, metiendo hasta la empuñadura su pene una y otra vez. Parecía que más que follarla, la estaba violando, ante la tremenda brutalidad con la que la tomaba.

Merche gritaba sin parar, gimiendo a grandes voces mientras era penetrada por aquel semental. Se sentía llena, atravesada por la enorme vera del marido de su hija. Pero, aun así, quería más. Quería que la reventara. Estaba tan caliente y deseosa, que se abrió mas para que la polla del joven le entrara bien adentro. Aullaba como si la estuvieran matando.

Los crujidos de la cama ponían de manifiesto la brutalidad de aquella cogida. En cuanto Julio alcanzó uno de los pechos de la mujer, fue suficiente para que Merche entrara en trance. Ya no pudo aguantar más. Se convulsionó con agitadas sacudidas, contrayendo su vagina fuertemente, como si quisiera triturar la polla del joven, para acabar viniéndose de forma alocada. Mientras se venía gritaba, con grandes sacudidas, maldecía la joven, aduciendo toda clase de improperios, al tiempo que le pedía que se la metiera mas adentro: oh si cabrón…te voy a matar… pero ahora métela más… oo más adentro… oo siii así… ohh

Julio nunca había visto correrse a una mujer de aquella forma
. Las sacudidas de la mujer, parecían querer partir su polla. Fue un orgasmo duradero en el tiempo, y que terminó con un desvanecimiento de la mujer. El joven estaba alucinado. Esperó que acabará, y su suegra se recuperara, manteniendo en todo momento su verga dentro de ella. Cuando observó que Merche volvía a recuperar, le sacó el pene, para colocarla boca arriba. Luego se metió entre las piernas de la mujer, constatando que no hubo oposición alguna. Merche se dejó hacer mirando el falo del joven, que aun mantenía su tremenda erección.

Julio se hecho sobre la mujer, acercando su falo a la entrada de la vagina, y de un certero golpe de riñones le volvió a clavar la totalidad de su falo. La mujer gimió, pero no replicó esta vez. Julio comenzó a follarsela en esa posición de misionero, entrando y saliendo de ella con el mismo ímpetu. Pero esta vez, al tener a la mujer de frente, acercó su boca y comenzó a chupar y degustar los ricos pechos de la suegra. Merche gimió, especialmente al sentir como mamaba el joven sus senos. Era uno de sus puntos débiles y más erógenos. La llevó al límite.

Julio, continuó embistiendo a la mujer con gran fuerza, demostrando su poderío. Le clavaba el pene hasta los huevos, y volvía a sacarla para volver a ensartarla nuevamente con el mismo ímpetu. Notó que su penetración estaba dando sus frutos, ya que mujer volvía a estar en vías de volver alcanzar un nuevo orgasmo. Retiró su boca de los pechos de la mujer, ascendió un poco, y llevó su boca hasta alcanzar la su suegra. Merche estaba tan caliente y a punto de entrar en trance. Al sentir los labios del joven, esta vez no opuso. Abrió su boca, y permitió que el joven metiera su lengua dentro de ella, jugara con la suya, enardeciéndola más. Los besos que le proporcionó el joven, fueron suficientes para que volviera a convulsionarse, agitándose desesperadamente, mientras era perforada sin compasión por aquel joven semental. Su boca tampoco se despegaba de la del joven. Merche estaba entregada. Se estaba entregando a su yerno. Necesitaba ese nuevo orgasmo.

Mientras se venía, rodeó con sus piernas la cintura del joven, abrazando el cuerpo del joven con sus manos, manoseándolo, besándolo, hasta acabar en un orgasmo intenso. Su boca solo se despegó de la del joven, para poder gritar de placer. Estaba de nuevo alucinada con el polvo que le estaba echando el yerno. Se sentía sumamente satisfecha y bien ensartada.

Cuando por fin acabó, miró al joven. Aún sentía el cuerpo del mismo entre sus piernas, sobre ella, con el falo clavado hasta la empuñadura en su coño. Julio le paso la mano por la frente, la acarició con suma dulzura, y volvió a besarla ardientemente. La mujer respondió a esos besos, mientras le decía: Oh Julio ..¿que estamos haciendo? … estamos pecando… sin dejar de besarlo, casi revolcándose del gusto.

Julio, le contesto: ¡Ya se que es un pecado! Pero no me importa condenarme de esta manera. Al tiempo que comenzaba de nuevo su mete y saca, diciéndole: uf suegra…llevo meses deseándolame he tocado muchas pajas desde aquella fecha pensando en vd… le decía, sin parar de clavarla fuertemente. La volvió a besar, para añadir: ¡Tengo unas ganas enormes de descargar mis huevos! Creo que los tengo bien repletos. Le voy a echar tanta leche que la voy a llenar.

Merche, seguía respondiendo con movimientos colaboradores de su cuerpo a las embestidas del joven, sin dejar de acariciarlo y besarlo. Al escuchar la pretensión del joven de correrse dentro su cuerpo, su corazón de aceleró. Sabía que no iba a poder evitarlo. En el fondo ella también deseaba sentir el fluir del semen del joven en su coño. Pero, no se cuidaba. Se notaba tan caliente, que hasta era posible que estuviera ovulando. ¿Y si la embarazaba? ¿y si la embarazaba su propio yerno? .

Mientras pensaba en todo ello, el morbo de poder ser preñada por el joven, le llevó abrirse aún más, en una clara intención de que el falo del joven le llegara más adentro. Mientras lo besaba le dijo: Julio…me encuentro bastante caliente… no es que no desee tu semen. Pero… “puede que este en mis mejores momentos”. Aún soy fértil. ¿Y si terminas embarazándome? oh que locura…

Julio pese a las palabras de la suegra, continuó clavándola con la misma intensidad. La miró fijamente a la cara respondiéndole: Oh suegra. Esta noche no puede pedirme que lo haga fuera. La quiero llenar con todas las consecuencias. …si la embarazo… pues tendrá un nuevo hijo…pero, “va a recibir toda mi leche”.. o sii… creo que ya me viene….

Cuando aún no terminaba de hablar, Merche sintió el caliente semen del joven. Su yerno estaba lanzando su semen dentro de su caliente vagina. Y lo hacia con gran potencia. Ya no había marcha atrás. Se estaba viniendo dentro. Se abrazó fuertemente al joven, en un intento que la penetración fuera más profunda. Notaba el fluir del semen, y como se repartía por toda su cavidad vaginal. Merche sentía el semen del joven, con tal intensidad, que se dio cuenta que gran parte de los espermatozoides del joven estaba regando su fértil útero. ¡Su yerno iba acabar preñándola!

No supieron realmente uno y otro, cuanto tiempo el joven se estuvo viniendo. Pero fue notorio que la eyaculación de Julio fue sumamente profunda y copiosa.

El joven se quedó encima de la mujer un buen rato, pese haber acabado. La volvió a mirar a la cara, la besó de nuevo, diciéndole: oh suegrita. Es la mejor. No hay otra igual.

-era un adulador.
Le respondió aquella sonriéndole. ¿Mi hija no te satisface igual?

-Su hija es una buena joven. Pero no es tan activa como su madre. Ni comparación.


La mujer se sintió complacida, besándolo y acariciando la cara y los brazos del joven. Eran los mejores momentos de su vida. Nunca la habían follado de aquella manera, ni tampoco la habían llenado tanto como lo acababa de hacer su joven yerno. Era consciente de las consecuencias, pero en ese momento no quiso pensar. Solo quiso disfrutar del momento.

Cuando por fin el joven salió de la mujer, se quedó echado a su lado en la cama, abrazándose. Merche le susurró: ¿no vas a regresar a casa? ¡Es bastante tarde!

El joven la miró y le respondió: ¿quiere que me marche?

Aquella no le respondió, girándose de lado en la cama. El le susurró al oído: “en el fondo desea que me quede”. Desea que me la vuelva a follar, y que le vuelva a regar con mi leche. ¿verdad suegrita?


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heranlu

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Julio y su Suegra Merche - Capitulo 003

Mientras descasaban en la cama, Julio recibió una llamada de su mujer. Le preguntaba por su tardanza, viendo que era bastante avanzada la noche. Al tiempo que le contestaba, el joven observó la mirada de su suegra, que yacía a su lado en la cama, esperando escuchar su respuesta. Con la intención de que la misma escuchara la conversación, puso el manos libres, diciéndole a su mujer:

-No ocurre nada grave. Tu madre se siente algo indispuesta, y no he querido regresar hasta ver que se encuentre mejor. “Le he aplicado un tratamiento, y parece que va dando resultado”.

Merche palideció al contemplar la cara dura de su yerno. ¿Cómo era capaz de indicarle a su propia mujer que le había aplicado un tratamiento eficaz a su suegra?

La mujer de Julio, pareció quedar satisfecha con la respuesta, aduciendo: Hay Julio. ¡Mejor te quedas esta noche y le haces compañía! No quiero que pueda pasarle algo grave a mama. ¡Anda, se bueno y hazlo por mí! Le rogo.

Aquella respuesta sonó como música celestial a los oídos del joven. Su propia mujer le rogaba que se quedara y cuidara de su madre. Mirando a la cara de su suegra, que no salía de su asombro, le contesto: -claro mujer. No te preocupes, procuraré que tu madre pueda pasar lo mejor posible la noche. ¿Por cierto como está la niña?

-La niña esta mejor. Tranquilo, ella está bien. Tu cuida de mi madre. - oyeron ambos, que decía la mujer de Julio.

-Por supuesto mi amor. Cuidaré bien de tu madre. - le contestó con cierto retintín, mirando sádicamente a su suegra.

Cuando colgó el teléfono, Merche, le comentó: -¿no pensé que fueras tan cara dura? ¿Menos mal que mi hija no te preguntó por el tratamiento que me habías aplicado? ¿estás loco o qué?

Julio volvió acostarse a su lado, la abrazó y le dijo: ¿No me diga que hubiera preferido que le dijera que me había follado a su madre?

-Oh Julio… no tienes remedio.

-Bueno Merche intentemos dormir un rato. Más tarde le volveré aplicar ese tratamiento recuperador. Verá que pasará la mejor noche de su vida. Terminó diciéndole el joven, besándola en la boca y acurrucándose a su lado.

Ambos estaban casi agotados por el viaje agotador, por comida y bebida alcohólica ingerida, y especialmente, por la tremenda sesión de sexo. Casi sin decirse más nada, quedaron rendidos en la misma cama.

Ya en la madrugada, casi al despuntar el día, aun amaneciendo, Merche fue la primera que se despertó. Se quedó sorprendida al ver como se encontraba abrazada al cuerpo del yerno. Estaba claro que el calor del joven, le ayudo a conciliar el sueño. Ya se había recuperado de los efectos del alcohol, por lo que era plenamente dueña de sus actos. Recordó todo lo ocurrido, agitándose al memorizar la forma tan violenta, pero a la vez, amorosa, con la que su yerno la había cogido. No se llegaron asear, por lo que aún notaba en su vagina, los restos del semen vertido por el joven.

Con cautela, se despertó y tras asearse un poco, se colocó una bata de levantar y marchó a la cocina. Tenía sed y también ganas de comer algo. Miró al joven que yacía completamente desnudo sobre su cama, volviendo a maravillarse del tremendo cuerpo del mismo. Observó con detenimiento los genitales del yerno, contemplando que pese a estar en estado de reposo, su pene se denotaba grande. Recordó el pene de su esposo, y se dijo que no había parecido alguno.

Estuvo comiendo algo en la cocina. Al poco tiempo sintió que alguien se acercaba hasta donde ella se encontraba. No podía ser otro que su yerno. Y, estaba en lo cierto. Al instante hizo su aparición el joven, que, ante el asombro de la mujer, venía totalmente desnudo, con sus genitales colgando.

-se ha levantado bastante temprano. Creo que hemos tenido la misma idea. Tengo sed y ganas de comer algo. Le dijo aquel nada más llegar.

-Pero… Julio. ¿No podías taparte un poco?

- ¿Tanto pudor tiene suegra? ¿Acaso no me ha visto completamente desnudo antes?


La mujer no le contestó. Le preparó algo, y se sentaron a la mesa. Tras haber comido, ambos se sintieron con las fuerzas recuperadas. Julio, la miró y le comentó: ¿Qué tal ha dormido? ¿Parece que esta mejor de la indisposición?

-Ay Julio. Aun me duele la cabeza por la resaca del vino. Anoche me pase, en todos los sentidos. ¡No debiste volver hacerlo!
Contestó aquella.

El joven la miró y le dijo: Aún es de noche. Continua con la resaca. ¡Será mejor que le vuelva aplicar un poco del tratamiento para que termine de recuperarse!

Merche, se agito ante aquellas palabras. ¡Su yerno quería volver a cogerla!. No es que no lo deseara, pero ya se había recuperado, y tenía que pensar en las consecuencias. No se cuidaba. Y, por otro lado, no debía continuar pecando de aquella manera. Ese pensamiento la hizo cambió de parecer.

Por ello, volvió a adoptar la posición de mujer seria, decente y de carácter fuerte frente al yerno: Julio. ¡Lo que paso no puede volver a ocurrir! ¡Te aprovechaste de mi estado anoche! Mejor será que te vistas, y regreses a casa con mi hija, ¡que es donde debes estar!

Julio volvió a sorprenderse. Su suegra parecía tener una conducta bipolar. No llegaba a comprender su cambio de carácter en tan poco tiempo. Esos cambios de conducta los ponían de los nervios. ¡aquella mujer era incorregible! Pero él no estaba por la labor, quería volver a follarla. Quería volver aplicarle su tratamiento como había prometido a su esposa.

-¿así que vuelve a ponerse en plan de guerra conmigo? Le contestó con cierta dureza. Creo que, en el fondo suegra, le gusta que la sometan. Y, “a mí me encanta volver a someterla”.

-Pero que dices. “Lo ocurrido anoche fue culpa del vino engerido”. No debemos volver hacerlo. ¿y lo sabes? No quiero continuar siendo una pecadora. Y tú, ¡no tienes consideración con mi hija!. Le dijo marchando en dirección a su dormitorio.

Julio, terminó de beber, y al poco tiempo se incorporó y la siguió. Continuaba completamente desnudo, con la diferencia, que su sable estaba volviendo a recuperarse, y ya blandía una cierta erección. Al llegar a la puerta del dormitorio, se dio cuenta que la mujer había cerrado por dentro, dejando su ropa por fuera. Pese a tocarle aquella no le respondió.

Tras meditarlo, tampoco iba a forzar la puerta, y armar un escándalo. Los vecinos podrán darse cuenta. Por ello, se duchó en otro baño, se arregló y decidió volver a su casa.

Fueron pasando los días, y Merche estuvo preocupada esperando ver si le bajaba la regla. No sabía si aquella noche estaba ovulando, pero recordaba que se hallaba muy caliente. Estuvo en tensión durante varios días. Por fin le llegó el periodo, quedando aliviada. Estuvo pensando en todo lo ocurrido, los nervios pasados, y quedó convencida que nunca más debía permitir que ocurriera un nuevo encuentro con su yerno. A tal fin, volvió adoptar su postura de siempre, altanera y soberbia frente al joven.

Julio, decidió no hacerle mucho caso, pero aquella mujer volvió a interferir en su vida privada mediante los consejos que le daba a su mujer, y que luego le terminaron contrariando. De nuevo los altercados, que parecían haberse calmado, volvieron a reproducirse con relativa frecuencia. Tanto uno como el otro buscaron la ocasión propicia para incordiarse mutuamente. Eso alteraba a la mujer de Julio que estaba en medio.

Con motivo del cumpleaños de la menor, Julio había hablado con su mujer respecto a la forma de celebrarlo y el lugar. Ambos quedaron conformes. Sin embargo, al poco tiempo la mujer cambió de opinión, tomando la decisión de hacerlo en otro lugar. El joven se percató que allí estaba la mano de su suegra. Tras preguntárselo, aquella terminó confesando que, a su madre le parecía mejor en aquel sitio. No quiso discutir con su mujer y aceptó el cambio. No obstante, se hizo la solemne promesa de que se la iba hacer pagar a la suegra. ¡De alguna forma se las cobraría con creces!

Merche, había llegado a casa tras preparar con su hija el cumple de la nieta. En ese momento se encontró con unos conocidos de Venezuela que habían regresado recientemente de aquella república. Tras preguntar por la situación, Merche no pudo por menos que saber algo de su marido. El matrimonio se miró a la cara, y se mostraron reticentes a la hora de contestar. Merche insistió, solicitándoles que les dijeran la verdad. Ante su insistencia, la mujer le dijo: Merche. Pensé que lo sabías. ¡Tu esposo no creo que tenga intención de regresar! Por lo que sabemos se la ha visto con una mujer.

Merche palideció. ¿mi esposo con otra mujer? ¿estás segura de lo que dices? No puede ser cierto.

-Merche. ¡Para que ocultártelo! Según algunos amigos, parece que tiene una hija con esa mujer. Siento ser yo quien te lo diga, pero debes saberlo. Le contestó aquella.

Merche se tuvo que sentar. Aquella noticia, que en el fondo sospechaba, le había caído como un jarro de agua fría. Su marido con otra, y encima tenía una hija de algunos años, lo que deducía que aquel le era infiel, incluso años antes de regresar ella.

Al enterarse su hija Esther quedó igualmente estupefacta. No se esperaba aquel comportamiento de su padre.

Ya en su casa Merche lloró amargamente ante aquella noticia. Llamó a su esposo y le dijo toda clase a improperios por teléfono, aunque aquel negó ser cierto lo que le habían indicado. Ella se dio cuenta, que mentía. Conocía bien a su marido. Terminaron en una discusión colgando ella el teléfono.

Al día siguiente, a duras penas acudió al cumpleaños de su nieta. Julio que se había enterado por Esther de la noticia, a instancias de su mujer no quiso incordiarla. Cuando por fin marcharon los invitados, y volvían a casa, durante el trayecto de regreso hasta la casa de la hija, el estado de nervios de Merche se le fue de las manos. Se encontraba dolida, amargada y la tomó, enfrentándose abiertamente con Julio, al que increpó, y hasta le llegó a indicar que seguramente él le era infiel a Esther. ¡No te puedes fiar de ningún hombre hija! ¡Son todos iguales!

Merche, que mantenía una rabia intensa por la faena que le había hecho su marido, Se mostraba totalmente irascible, y apenas se le podía contrariar. Los enfrentamientos con Julio se hicieron cada vez más constantes, y más graves. Tanto que el joven tomo la decisión de no comer cuando la suegra estaba presente, evitando todo contacto con ella. Esther no quería contrariar a su madre ante lo ocurrido con su padre, y permitió que la madre continuara visitando su casa, a pesar de conocer el enfrentamiento con su marido.

Julio intentó evitar los enfrentamientos, pero la postura de aquella mujer lo irritaba. Era consciente del momento difícil que pasaba por la infidelidad de su esposo, pero no era para tomarla con su familia, ni tampoco con él. Tan contrariado estaba que, en una ocasión le dijo a su mujer: ¡tu madre necesita que alguien le baje esos humos! “No puede ir por la vida con esa actitud tan altanera, criticando de todo el mundo y poniendo a los hombres a parir”.

-compréndelo Julio. Lo está pasando muy mal. Le contesto su mujer. debes tener un poco de comprensión.

-eso no justifica su comportamiento, y menos conmigo.
Se detuvo y añadió: ¡te lo vuelvo a indicar! Tu madre necesita que un hombre le haga bajar los humos, y le quite esa altanería.

Tras el paso de los días, vio que aquella persistía en su actitud. Merche parecía una mujer amargada, sin ganas de vivir. La tomaba hasta con su propia hija, y eso soliviantó a Julio. Tanto, que pensó para sí: ¡Esa mujer lo que tiene falta es de una buena polla!, aunque ello no se atrevió a decírselo a su mujer. Estaba convencido que Merche estaba rebotada por la ofensa de su marido. Pero en el fondo, seguro que necesitaba sentirse mujer. ¡Quizás lo que necesitara es un hombre que la desfogara! Fue entonces cuando se fue fraguando la idea en su mente de que tenía que someter nuevamente aquella hembra. El solo pensamiento de yacer con aquella mujer, lo envaraba, aunque sabía que aquella se opondría totalmente.

En cierta ocasión, encontró a la suegra en una parada de autobús. Acercándose le dijo que subiera que el la llevaba. Merche dudo. Al ver que se trataba de Julio, se retuvo, pero ante la presencia de algunos conocidos, decidió subirse al coche con su yerno, por miedo al qué dirán.

-¿cómo te has atrevido a parar? No te he dicho que no quiero nada contigo. Le replicó nada más arrancar el coche.

Julio le miró, y le contesto: Merche. Creo que vd y yo vamos a tener unas palabritas. ¡Esta situación no puede continuar! Se está enfermando y está enfermando a su propia hija.

Ella le miró y se calló. Solo se limitó a preguntar por su hija y por la niña. Cuando estaban llegando a casa, él le dijo: ¿Quiere que la acompañe hasta su casa?

La mujer se alteró ante aquella pregunta. Sabía lo que pretendía el yerno. Por ello, de forma desairada le contesto: ¿Qué pretendes? Te dije que nunca más volverá a ocurrir.

El joven la miró y le dijo con decisión: Vamos suegra. Sabe que en el fondo me necesita. ¡Necesita que este macho la satisfaga como se merece! ¿Cuántas veces se ha masturbado pensando en mi polla?

La mujer lo miro con cara de odio, alterada, adoptando una posición de mujer sumamente ofendida por aquellas palabras, le contestó: ¡eres un sinvergüenza! Me estas ofendiendo. ¡Esa no es forma de tratar a la madre de tu mujer! Un día de estos voy a tener que denunciarte.

-Haga lo que le dé la gana suegra. Pero tenga por seguro que más pronto que tarde, “la volveré a clavar”. Va a recibir mi pene no solo por el coño, sino por ese culito tan prieto que tiene.
Le contestó con total decisión el joven.

Merche, totalmente agitada, no le quiso contestar, bajándose apuradamente del coche, y dando un portazo a la puerta del vehículo, se marchó hacia el edificio sin despedirse del yerno.

Mientras ascendía hasta llegar a su vivienda, se notaba alterada por el enfrentamiento con su yerno. Pese a parecerle insoportable su comportamiento, reconocía que era el único hombre que se había enfrentado abiertamente a ella. Había visto la mirada del joven, y era consciente de que aquel volvería a tratar de yacer con ella. No podía volver a pecar más. Sin embargo, la infidelidad de su marido, la hacía dudar. ¡Quería vengarse de aquel! Por otro lado, añoraba ser tomada con la fuerza y poderío con que lo había hecho su joven yerno. ¿Pero en que estaba pensando?... ¡tenía que pararlo! Hasta pensó firmemente en presentar una denuncia solo para asustarlo.

Julio tras ese altercado, estaba buscando la ocasión propicia para volver a bajarle los humos a su suegra. Estaba totalmente decidido hacerlo. Pero, tenía que ser precavido y evitar que se enterara su mujer.

Pasaron algunas semanas, y veía que la ocasión se esfumaba. Cada vez ansiaba más volver a poseerla. Hasta pensó en presentarse en la casa de la misma, y forzarla allí mismo. Pero ello estaba totalmente descartado.

Cuando menos se lo esperaba, la suerte se puso de su parte.

Ocurrió que su hija tenía que realizar un viaje de unos cinco días con el resto de niñas de su clase. La dirección del centro solicitó que le acompañaran dos padres, resultando Esther una de las elegidas. Esther, le solicitó a su madre que durante esos días viniera a su casa y preparara la comida y ropa a Julio. Pese a las protestas de Merche, aquella terminó cediendo ante la insistencia de su hija.

La noche antes de la marcha de Esther y la niña, Merche estuvo toda la noche pensando en lo que podía ocurrir al día siguiente. Sabía a ciencia cierta que su yerno iba aprovechar la oportunidad. Pese a sentirse alterada, notó como mojó claramente su braga. El solo pensamiento de volver a sentir el pene del joven en su vagina, la llevó a masturbarse. Paso toda la noche, entre nerviosa y caliente.

A la mañana siguiente, percibió que su cuerpo estaba ansioso, y se notaba más sofocada que otras veces. ¿Estaría ovulando? No era una experta en controlar su época fértil, pero sabía tomarse la temperatura basal. Por ello, decidió tomarse la temperatura, en estado de reposo, comprobando que había subido casi medio grado a su temperatura normal. No tenía ningún síntoma de infección ni proceso gripal. Intuyó que podía ser que estaba en sus días fértiles. Eso la agito. Y encima, “se iba a encontrar con su yerno”. Aquella era una contrariedad seria. Tenía que oponerse rotundamente a cualquier intento del yerno de poseerla.

Por otro lado, Julio, acompañó a su mujer e hija hasta el colegio, hasta que tomaron el autobús que los iba a llevar al destino previsto. Ese día lo había tomado libre para acompañar a su familia. Nada más marcharse aquellos, decidió regresar a la casa. En el camino iba pensando cómo sería el encuentro con su suegra, ambos solos en su casa. Solo pensarlo veía como se endurecía su pene. Para colmo, llevaba unos días sin sexo con su mujer ya que aquella estaba con el período. El joven era muy fogoso sexualmente. Si por el fuera, querría hacerle el amor a su esposa casi todos los días.

Antes de llegar a la casa, pasó por el supermercado y realizó una compra que le había encomendado su mujer. Se retuvo bastante llegando casi a medio día. Al entrar en la casa se percató que su suegra estaba dentro, ya que el olor a la comida era evidente. Entró y la vio cocinando.

-Hola Merche. Veo que estas cocinando. ¿Qué nos tiene preparados hoy?

Aquella le miró, sorprendiéndose un poco de su amabilidad. Le mostró no obstante lo que estaba haciendo, preguntando por su hija y nieta. Julio, tomo un vaso de agua, y se marchó a cambiarse de ropa, ya que quería ponerse algo más liguero. Era verano e igualmente hacia bastante calor. Decidió poner un pantalón corto y una camiseta, y al rato volvió a la cocina, donde ayudó aquella a preparar la mesa para almorzar.

Durante la comida, nada le dijo, charlaron sobre el viaje de su mujer y la niña, muy tranquilamente. Él le felicitó por la comida, indicándole que estaba muy sabrosa. Tras el café, le ayudó igualmente con el fregado de la loza. Luego marchó a ver un poco la tv mientras su suegra limpiaba y recogía la cocina.

Merche al terminar, tenía pensando marcharse a su casa de nuevo. Había tomado un taxi hasta allí. Quería marcharse cuanto antes de la casa para evitar estar con el yerno. Julio al ver, que intentaba marcharse le dijo: ¿ya se va? Vamos descanse un poco, que luego la llevo a su casa.

La mujer dudo. Pero no obstante se sentó en un sillón a ver la tv. Se sentía caliente y la presencia del joven la excitaba. Se sorprendió al ver que su yerno le preguntaba por su esposo: Merche. Su hija me ha comentado las habladurías respecto a su esposo. Se que lo está pasando mal. ¿Me ha indicado su hija que tiene pensando marchar a Venezuela? Se que me considerará un atrevido por preguntárselo, pero ¿Cree que es conveniente?

Merche le miro. En principio pensó en contestarle que eso era cosa de ella. Luego le dijo: ¡es mi esposo, quiero saber si es verdad todo lo que me han dicho! ¡Quiero verlo con mis propios ojos!

-pero eso la hará sufrir más. Además, aquel país está bastante mal. Si su marido esta con otra, ¿Qué va hacer sola allí? Aquí al menos nos tiene a nosotros.
Le contestó el joven.

La mujer le miró, y se imaginó que el joven quería que se quedara para poder tenerla a ella. Por ello le replicó: Ya. Lo que quieres es que me queda para volver a intentar abusar de mi ¿verdad?

Julio se alteró al ver como su suegra volvió con sus andadas. La miró, y le dijo: No niego que me gusta hacerle el amor. Pero la considero parte de la familia y me preocupa. Después de los momentos que hemos pasado juntos, ¿porque se vuelve tan arisca conmigo?

-¿Yo arisca?.
Le mira agitada y le contesta: ¿crees normal el comportamiento de un yerno, abusando de su suegra? ¿es eso lo que me quieres?

Julio, la miró fijamente y le contesto: ¡No puedo evitar que me guste!. Tampoco puedo evitar excitarme cuando la tengo al lado. Además, en el fondo, ¿sé que Vd. me necesita? Necesita sentirse mujer. “Necesita sentir la verga de su yerno perforando su coño nuevamente”.

La mujer se levantó alterada, exclamando: ¡eres un sinvergüenza! ¡Sabía que ibas a aprovechar la ocasión para volver a propasarte! Pero esta vez no te saldrás con la tuya.

Julio, la miró, y le dijo: Vamos Merche. En el fondo lo está deseando. Ande, déjese de tonterías, y hágame un estriptis. Estamos solos nadie nos ve, ni va a saberlo.

-Quee. ¿Quieres que me desnude ante ti? ¿acaso te ha creído que tu suegra es una mujerzuela? Serás sinvergüenza.
le contestó recogiendo el bolso para marcharse.

Viendo que la suegra se iba a marchar, se levantó y se colocó delante de ella, impidiéndole salir, diciendole: ¿No entiendo porque se altera? “Sabe a ciencia cierta que me la voy a follar de nuevo”. Eso no va a poder evitarlo. Me lleva evitando muchos meses, pero estos días, será mía y solo mía. La voy a poseer de todas las maneras.

-sinvergüenza… déjame salir.
Le dijo intentando golpearle con el mismo bolso que llevaba. Pero el joven logró evitarlo, sujetándola fuertemente. Pese a que Merche forcejeó con el mismo, aquel logró sujetarla. Le levantó el vestido por detrás, dejando al aire el pompis de la suegra, viendo que lleva únicamente una braguita bastante pequeña de color negruzco algo trasparente. Sin pensárselo dos veces, comenzó a dar unas nalgadas en el trasero.

¿Pero qué haces? no me pegues…?

-Cuando las personas no se comportan, es bueno que se les reprenda un poco. ¡Vd necesita unas buenas nalgadas para bajarle esos humos!
Al tiempo que le continuó dando más nalgadas en el trasero, viendo que se ponía algo rojo los glúteos ante es efecto.

te voy a matar!…¡esta vez te denunciaré de verdad!. Vas a coger la cárcel. Gritaba intentando soltarse, ante la zurra que le estaba dando a su trasero el joven yerno.

- Ya ya. ¡Pero antes de la voy a follar de nuevo! Y tomándola en peso, casi cargándola al hombro, la llevó por todo el pasillo en dirección a su dormitorio. Resultaba increíble comprobar como el joven cargaba con la suegra al hombro por todo el pasillo de la casa. Mientras era cargada al hombro, la golpeaba en la espalda. Pero, el joven no se inmuto. Al llegar al dormitorio abrió la puerta y la depositó sobre la cama. Una vez allí, la mujer intentó evitar que la desnudara, colocándose boca abajo agarrándose fuertemente a la cama. Pero Julio, vio la cremallera del cierre lateral del vestido y rápidamente la bajó totalmente. Con algunos esfuerzos, logró retirárselo forcejando con la mujer sobre la cama. Antes que aquella pudiera evitarlo, le retiró el sostén, quedando únicamente con la braga.

-Julio. Detente. Voy a gritar…No sigas.

-grite lo que quiera suegra. Nadie va a escucharla. No estamos en su edificio. ¡Aquí nadie la oirá!.


La mujer se quedó desnuda de medio arriba, mientras el joven se incorporó y comenzó a retirarse la camisa, y luego bajó el pantalón corto y slip de una sola vez. Volvió a quedar nuevamente en pelotas ante su suegra.

Merche no pudo por menos que dirigir su mirada hacia los genitales del joven. Su corazón comenzó a latir fuertemente al comprobar la tremenda erección que poseía el yerno. Estaba tan erecta, que le parecía mayor que otras veces. “Tenía claro que el joven la iba a volver a poseer”. Y ella estaba en días fértiles. Tenía que evitarlo a toda costa.

-Oh Dios mío. Otra vez no. Julio… ¡hoy no podemos hacerlo! No puedes volver a metérmela…hoy no…- exclamó aquella.

Julio se quedó algo desconcertado ante aquella respuesta de la suegra. Por ello le pregunto: ¿Porque no puede hacerlo hoy suegra? ¿tiene problemas vaginales?

-No… ¡estoy en mis días fértiles! Me tome la temperatura esta mañana y creo que estoy ovulando.
No puedes volver a metérmela…

El joven se quedó algo preocupado. Pero conocía a su suegra y sus estratagemas. Seguro que aquella era una de ellas, para evitar que la poseyera. Estaba tan salido, que ovulando o no se la iba a follar. Por ello, tocándose su pene, le dijo: No me creo que este ovulando. Seguro que es una de sus tantas estrategias para evitarme. Pero, “esté en sus días fértiles o no, me la voy a coger”. Y mostrándole sus testículos, añadió: ¿ha visto como tengo los huevos? ¡Están llenos! Llevo sin correrme algunos días. Ya verá cómo le voy a dejar ese coñito.

-Oh Julio ¿no pretenderás correrte dentro, en mi estado? ¡Me dejarías embarazada! No seas loco.


El joven, se acercó hasta donde estaba la mujer, viendo que aquella se colocó boca abajo en la cama, intentado evitarlo. Sin miramientos, tiró fuerte de las bragas logrando sacárselas por los pies, pese al forcejeó de la mujer. Ambos volvían a estar desnudos. Julio observó el cuerpo desnudo de aquella mujer, su precioso trasero, y volvió a reconocer que era una tremenda hembra. Tiró un poco de las caderas de la mujer hasta lograr colocarla en cuatro al borde de la cama. Merche intentó evitarlo a toda costa. Unas nalgadas del joven, la hicieron desistir quedando son su trasero en pompa mirando hacia el joven. La altura era perfecta para poder clavar a la mujer.

Julio observó su verga, completamente endurecida, con las venas negras a punto de estallar ante la tremenda empalmadura que tenía. Sujetó las piernas de la suegra, y agachándose acercó su lengua a la altura de la raja de la mujer. Cuando Merche sintió la lengua del joven lamiendo los pliegues de su vagina, se mojó totalmente. En el fondo la mujer tenía una calentura de mil demonios. Era consciente de que no debía permitirlo, pero estaba tal excitada, que ansiaba sentir la verga del joven clavarse nuevamente en su encharcada vagina. No pudo evitar gemir, mientras se revolvía, ante la lamida de coño que le estaba propinando el yerno.

El joven no se hizo esperar mucho. Incorporándose, posicionó su verga a la altura de la vagina de la mujer. Se percató que la madre de su mujer pese a oponerse, tenía las piernas semiabiertas. Por otro lado, observó lo abultados labios del coño, parecían abrirse en flor para recibirlo. ¡Era hora de clavar aquella hembra! Tomó a la mujer por las caderas, arremetió fuertemente, ensartándole, de una sola vez, la totalidad de su falo. Oh noo… salvaje… ooo me haces daño…

Julio percibió al instante el intenso calor que desprendía la vagina de su suegra. Se dio cuenta que posiblemente aquella dijera la verdad. Quizás estuviera en lo cierto de que podía estar ovulando. Lejos de retraerlo, el tremendo calor de las paredes del coño de la madre de su mujer, lo envararon más. Comenzó un mete y saca despacio, para ir incrementando. La embestía con fuerza tomándola por la cintura y clavándose una y otra vez su endurecido falo hasta los mismos huevos.

-Jo Merche. Como esta de buena. Uhm suegrita tiene ese coño bien caliente.

-ya te dije que estoy ovulando… oh cabronazo… oo
le respondió, mas gimiendo al sentir las tremendas clavadas que le llevaba a cabo el joven yerno. Se percató que aquel, la tomaba con tanta o mayor fuerza que en ocasiones anteriores. El falo lo sentía más grueso, más endurecido, y la llenaba totalmente. Llevaba meses sin sentirlo, y en el fondo lo necesitaba. Sabía que era una abominación ser tomada por el marido de su hija, pero estaba tan necesitada, tan caliente, que en ese momento solo pensó en alcanzar su primer orgasmo. El tremendo empalamiento al que la estaba sometiendo su yerno pronto dio sus frutos. Percibió que se iba a correr, aquel joven semental sabía cómo hacerla venirse. No pudo más, y girando la cabeza hacia atrás, le dijo: ¡hijo de puta lo estas consiguiendo!… “cabrón dame más fuerte”… ¿sé que quieres reventar a tu suegra?… ¡métela más adentro!… “haz que me corra”.. oo sii

La mirada de mujer en celo que le dirigió su suegra, y las palabras pidiendo que se la metiera más adentro, instigaron el mismo, quien intensificó a la perforación del coño de la suegra, con tal ímpetu que, parecía una locomotora en acción. Su pene perforaba sin piedad el coño de la madre de su mujer, metiendo su verga en su totalidad, para volver a sacarla y endosársela nuevamente. Ello fue suficiente. Merche entró en trance. Casi sin poder contenerse, comenzó a venirse mientras su vagina era atravesada por aquella barrena sin piedad. Mientras gemí alocadamente, gritando sin control alguno, alcanzó el clímax, echando su cuerpo a la búsqueda del joven, para saborear mejor la verga del joven. O sii me vengo ooooo

Julio no la dejó respirar. Nada más ver que se había venido, la echó boca arriba sobre la cama, se subió sobre ella y abriéndole las piernas, acercó su mandarria y volvió a ensartar el coño de la suegra. Merche dio un alarido, al sentir como el sable el joven volvía atravesarla, ahora de frente a ella.

Sin pausa, el yerno comenzó a embestirla de nuevo, clavando con tremenda furia e intensidad su pene en el coño de la mujer. Los movimientos y crujidos de la cama comenzaron hacerse notar. Oh me vas a matar… oh cabronazo… oo ….exclamaba Merche, mientras era martilleada por su yerno una y otra vez.

Se acercó de nuevo hasta alcanzar los pechos de la mujer, viendo que volvían a estar sus pezones empitonados. Tras tomarlos, los succionó con frenesí, devorando aquellos, sin parar de penetrarla. Oh Julio…. oooo siii …. Cabrón me vas hacer venir otra vez … o noooo

Julio sin detenerse un momento, continuó con la succión de aquellos pezones, metiendo sin parar su verga dentro del caliente y húmedo coño de la mujer. Merche no pudo más y volvió alcanzar el segundo orgasmo.

La mujer, pese a todo estaba entregada. Aquel joven la volvía loca, la clavaba como nadie, y sabía cómo tratarla. Le estaba dando la medicina que necesitaba. Se estaba volviendo a correr con la verga de su yerno, pese haberlo evitado. Esta vez se convulsionó, mientras era perforada, revolviéndose en la cama, abrazando al joven, en un intento de alcanzar el máximo gozo posible.

Merche se vino en un orgasmo estrepitoso. Se abrió al máximo para sentir como aquella barrena le llegaba hasta el mismo útero. Pese a acabar su orgasmo, observó que el joven no le dio respiro. El marido de su hija, la continuaba perforando con la misma intensidad. Notó las gruesas gotas de sudor que manaban por la frente del joven. Parecía que aquel semental no tenía fin. Era como un toro embravecido y desbocado que no paraba de embestirla una y otra vez. Le dolía su coño, su cuerpo. Aquel chico la estaba reventando.

-Oh Julio… me vas a …reventar… o.. ¿es que no paras? oooo

Julio no tenía intención de parar. Notaba como emergía el caliente semen desde sus testículos, ascendiendo por la uretra buscando su salida. Su eyaculación era inminente. Sabía que debía salirse. Que podía embarazar a la madre de su mujer. Era tanto el placer que sentía cuando metía su barrena en el caliente coño de aquella señora, que no le daban ganas de sacarla. Después de tantos meses de desearlo, y estarla buscando, por fin volvía a estar sometiendo a su suegra. Le agradaba someter a la madre de su mujer de aquella forma.

-Oh Julio no los hagas… o Dios te vas a correr… dentro no….ooo

Pero el joven no la escuchaba. Solo tenía un único pensamiento. Acabar vaciando el contenido de sus testículos en el coño de la madre de su mujer. Necesitaba sentir como la llenaba. Quería que la mujer sintiera la fortaleza del mismo, y la vigorosidad de sus espermatozoides. No pensaba en embarazarla, son el llenar el coño de la misma con su semen.

Ante los intentos de a mujer por evitar que lo hiciera dentro, el joven la sujetó con más decisión, metiendo sus piernas entre las de la mujer, obligándola abrirse al máximo, mientras la continuaba clavando sin descanso. Parecía un caballo desbocado.

Cuando observó que se iba a venir, acercó su boca a la de la mujer, y la beso. La agitación de la mujer fue tal, que respondió, permitiendo que la lengua del joven volviera a entremezclarse con la suya, aumentado el éxtasis de ambos. Al instante Merche percibió las primeras lechadas del joven. Su yerno se estaba viniendo dentro de ella. Pero esta vez las consecuencias podrían ser diferentes. Ella estaba ovulando. Intuyó claramente que el yerno la iba a terminar embarazando.

Al sentir el caliente semen del joven, su cuerpo se agitó, y entró igualmente en trance, alcanzando un tercer orgasmo, mientras sentía el batir y fluir del semen del joven en su coño. La potencia con la que era lanzado el preciado líquido del joven, y la profundidad, le hicieron intuir que le estaba regando bien sus desprotegidos ovarios. Su yerno la iba a preñar sin remedio.

Julio estivo viniéndose dentro de su suegra, durante bastante tiempo. Hasta que por fin ceso. Se dio cuenta que había vaciado gran parte de sus testículos dentro de la madre de su mujer. Era consciente de lo que había hecho, pero estaba satisfecho. Había sometido nuevamente a su suegra. Le había vuelto a bajar sus humos. Y, encima, había gozado como nunca. La madre de su señora, era mucha hembra.

Cuando despegó su boca de la misma, aquella le miró. Merche estaba entre alucinada por el tremendo polvo, e incrédula al pensar que podía haberla dejado embarazada su propio yerno. Le tomó la cara con ambas manos, y le dijo: Julio… ¿en que estabas pensando? ¿sabes lo que has hecho?... ¿Cómo se te ha podido ocurrir? ¡seguro que me has dejado embarazada!

Al tiempo que retiraba al joven de encima, y se miraba su vagina. Su coño estaba totalmente abierto. Lo labios vaginales completamente inflamados y enrojecidos. Y, del interior emergía una hilera de líquido blanquecino, que dedujo era el semen del joven. El yerno se había venido dentro de ella, con una eyaculación sumamente copiosa. Mucho más que las anteriores ocasiones.

Loco…más que loco…. ¿Y se me has embarazado? ¿Qué voy hacer?

Julio se dio cuenta de la magnitud de lo que podía ocurrir si su suegra quedaba embarazada. Sabía que si como decía la mujer estaba ovulando, se había corrido de tal forma, que las posibilidades de un embarazo eran más que probables. Pero ya estaba hecho. Ahora no había tiempo para lamentaciones. Recordó el intenso placer que alcanzó follando a la madre de su mujer, que le hizo olvidarse de las posibles consecuencias.
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heranlu

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Julio y su Suegra Merche - Capitulo 004

Merche en la noche volvió a recordar la tremenda cogida del yerno, y la intensa eyaculación en su coño, que aún resumía restos de la misma, dada la abundancia de aquella. Ya había pasado de los cuarenta, pero aún continuaba fértil, y por ello, las probabilidades de un embarazo sabiendo el estado en que se encontraba no eran descartables. Confiaba en que sus óvulos no fueran del todo tan fecundos, y que eso la salvara, pero tenía serias dudas.

Al día siguiente, buscó una excusa y no acudió a la casa del yerno. Sin embargo, su hija le llamó por teléfono, y no tuvo más remedio que indicarle que iría por la tarde. Era una temeridad, pero no podía decirle que no a su hija. Por suerte entró en la casa, y no se hallaba Julio. Rápidamente se pudo a limpiar la casa, poner una lavadora con la ropa usada del joven, y hacer algo de comida para la cena.

Julio acudió a comer a su casa, observando que su suegra no había venido. No tenía claro que pudiera venir en la tarde. No obstante, llegó a casa un poco antes de que la mujer terminara.

Al verlo llegar Merche se agitó. Ya pensaba que le iba a dar tiempo a marcharse.

-Hola Merche. ¿Cómo se encuentra?

-Ah has llegado. Bueno… estoy terminando. Te he dejado la cena preparada
.

El joven la miró y le dijo: ¿Porque tanta prisa suegra? ¿Quién le espera en su casa? Relájese. Luego la acercó yo a su casa.

Merche le miró. Al instante supo las intenciones del joven. Estaba claro que quería volver a copular con ella. Aquel joven era incansable. No obstante, no le hizo comentario, y continuó con lo que estaba haciendo, mientras Julio se ducho, colocándose como solía hacerlo, un pantalón corto y una camiseta, esta vez de asillas.

La mujer le miró y le dijo: ¿pero no me ibas a llevar? ¿Porque te has cambiado de ropa?

El joven la miró y le contesto: bueno Merche me encontraba muy sudado y necesitaba un baño. Además, ¿se quedará a cenar al menos con su yerno?

-Ay Julio. Que te conozco. Luego quieres más. Mejor me llevas a casa, ya. O, tomo un taxi.


El joven observó a la suegra, que estaba limpiando un mueble. Se fijó en el precioso trasero de la misma, que al agacharse mostraba la anatomía perfecta de aquella parte del cuerpo. La mujer se dio cuenta, y le dijo: ¿Qué estas mirando? ¿Me estabas mirando el culo?... no tienes remedio.

Julio la miró, sonriéndole, se tocó sus genitales y le contesto: Uf suegra. Es que tiene un trasero de infarto. ¡Creo que voy a tener que clavarla por ahí también!

Merche se agitó ante aquellas palabras. Miró al joven, diciéndole. ¡Ni lo sueñes! ¡Jamás me la meterás por ahí! ¡No pensé que fueran tan degenerado! Además, tampoco me la vas a volver a meter más. Esto debe acabar.

El joven ya se encontraba envalentonado. Someter a su suegra, era algo que lo excitaba de una forma bestial. Nunca había enculado a su mujer. Pero el precioso trasero de su suegra, era algo que no se podía desperdiciar. Al instante, pensó en cómo se sentiría meter su verga dentro del culito de la suegra. Agitado, se incorporó y se acercó hasta la mujer. Merche al verlo venir, se quedó inquieta. Inmediatamente detectó el enorme abultamiento en la entrepierna del joven, y su inquietud aumento.

-Oh. ¿Qué pretendes?… No te acerques…. Julio… ¡ya está bien! Me vas hacer cabrear. …

Julio no le contestó. Se acercó a la misma, y la sujetó por detrás, al tiempo que pego sus genitales al trasero de la mujer, con la finalidad de que aquella se percatara de su erección. Uf Merche. ¿ha visto como me ha puesto? Me la ha vuelto a poner dura como un risco.

-sueltamente Julio. Oh … no.
instintivamente la mujer echó la mano hacia atrás, y comprobó el envaramiento del joven. Su cuerpo se revolucionó. No podía ser. Su yerno quería cogerla de nuevo. ¡para por favor… detente…!

Pese a sus protestar, las manos del joven se apoderaron de sus pechos, besándola en el cuello, mientras le restregaba sus genitales por todo el trasero. Mientras la manoseaba, le susurró al oído: uhm suegrita, “creo que le voy a pegar otra clavada”.

Merche se revolvió intentando quitárselo de encima. El joven con su enorme poderío físico, la sujetó con firmeza, mientras procedió a subir el vestido hasta la cintura, quedando el trasero de la mujer a su disposición. Al instante, le metió la mano por la parte trasera de la braga, y fue bajando hasta alcanzar el ano de la suegra. Merche se estremeció al sentir el dedo del joven, masajear el orificio anal, haciendo intentos de hurgar en el mismo. Pensó: este nene me la quiere meter por el culo. ¡Sera cabrón! Oh que haces… saca la mano de ahí….o oo nooo

La mujer se quedó petrificada al ver como el joven, con gran habilidad, había bajado la mano hasta su vagina, había untado el dedo con sus ya abundantes jugos vaginales, y volvió al orificio anal. Masajeó de nuevo la entrada, logrando meter el dedo corazón íntegramente en el mismo. Pese a revolverse la mujer, el joven inició movimientos de perforación con el dedo, ensanchando el esfínter. Oh suegra… ha visto que bien le entra … uf ¿cómo será cuando le entre mi verga?…

La mujer profirió toda clase de improperios, insultos de todo tipo, gritando que le sacara el dedo del ano. Pero el joven, volvió a sacarlo, para nuevamente untar ahora dos dedos en los jugos vaginales, y penetrar, esta vez forzando el orificio, entrando esto a presión. Le había logrado introducir el dedo corazón e índice. Merche dio un alarido.

Gritaba, pateaba, mientras se sentía sujeta contra uno de los muebles de la sala, al que tuvo que apoyarse, viendo como el joven terminaba de bajarle completamente la braga, y volvía a endosarle sus dos dedos en el ano.

Julio por su parte estaba asombrado. No pensaba que le pudiera entrar tan fácilmente sus dos dedos en el culito de la suegra. Eso le produjo una erección de campeonato. Quizás había posibilidad de clavar a la madre de su mujer por el ano. Algo que, aunque había imaginado, jamás había pensado que pudiera ocurrir.

Mientras arremetía con los dedos fuertemente en el trasero de la mujer, logró bajarse el pantalón corto, emergiendo su mástil con una fuerte erección. Su enorme glande le pareció imposible que pudiera entrar en aquel prieto culito. Pero, tomar a la suegra por el culo, era el mejor sometimiento para aquella hembra. Esta vez sí le iba a bajar los humos. ¡se la iba a clavar por el culo!

Las protestas de la mujer se incrementaron. Pero el joven la sujetó fuertemente, y mientras continuaba hurgando el ano de la misma con sus dos dedos, observó cómo se dilataba y entraba con relativa facilidad. Excitado acercó la punta de su polla al trasero de la suegra. Al propio tiempo con sus manos sujetó fuertemente la cintura de aquella, obligándola abrir sus nalgas metiendo sus piernas entre las de la mujer. En un momento dado, sacó los dedos del orificio anal, y lo sustituyó por su pene.

Merche, estaba agitada. Se sentía sometida como nunca. El yerno no solo la había follado varias veces de forma brutal, sino que ahora pretendía encularla. Cuando menos se los esperaba, sintió caliente glande del joven a la entrada de su ano. No. el cabron me la va a meter…Nada pudo hacer. Al instante, sintió como su ano se tuvo que abrir completamente para permitir el acceso del glande de la buena verga de su yerno…. Ya tenía una parte dentro de ella. Nunca se lo habían hecho. Jamás imaginó que la verga del joven pudiera caber en su ano. Gritó de dolor, pero él joven se detuvo. Al contrario, con suma decisión, la sujetó con firmeza y metió varios centímetros de su polla en el culo de la mujer. Merche, no solo percibía el dolor que le causaba, sino que sentía la dureza, y enormidad del pene de su yerno, que iba entrando poco a poco en su oficio anal.

-Oh nooo sácala… te voy a matar … ooo me haces daño oooo

Julio, lejos de sacarla, arremetió con dureza contra el trasero de la mujer, logrando encajar la totalidad de su verga en el ano de aquella. ¡ya estaba toda dentro! ¡Tenía totalmente enculada a su suegra! Oh si suegra… uff ya está toda dentro. Uhm suegra que buen culito. ¿Siente mi polla dentro verdad? ¿siente la polla del marido de su hija abriendo su culo?

-Oh Julio… ¡de esta de mato de verdad!... oo que dolor.


El joven quedó unos instantes dentro de la misma sin moverse. Sentía la enorme presión de las paredes del ano intentando estrangular su verga. Espero. Después de unos minutos, comenzó a sacársela un poco para volver a penetrarla totalmente. La embestía con tal potencia, que la mujer se estremecía de forma asombrosa. El poderío del joven era tal, que la tenía a su completa merced.

Arremetía con dureza, entrando y saliendo con enorme dureza del culo de la suegra. Le estaba partiendo literalmente el culo de la misma. No respetó las suplicas de aquella. Merche le suplicaba que la sacara, pero el le contestaba con mayores arremetidas, diciéndole: quiero que sea mía totalmente suegra. De ahora en adelante me obedecerá siempre. Y cuando quiera follarmela… se entregará sin rechistar. ¿Me ha oído? - le decía mientras la clavaba sin piedad abriendo el culo de la mujer al máximo.

La polla del joven entraba y salía del culo de la suegra cada vez con mayor intensidad. A Merche le parecía que su culo se iba a romper totalmente. Le ardía el culo. Pero, sorpresivamente, el joven alargó su mano, metiéndola entre sus piernas, y comenzó a tocarle abiertamente los labios del coño, concentrándose en su clítoris. Eso relajó totalmente a la Merche. No solo la polla del joven entraba con holgura, sino que ella comenzó a excitarse, viendo con sorpresa, como alcanzaba un orgasmo. No se lo podía creer. Comenzó a desfallecer. Sin embargo, pese a correrse en aquella extraña posición, el joven continuó martilleando su ano.

Tanto, que Julio se dio cuenta que estaba punto de venirse. Aceleró, haciendo que sus penetraciones fueran más rápidas, para terminar, gritando, mientras se venía en el culito de la suegra. Merche, sintió la caliente leche del joven yerno regar sus intestinos. Aquél la continuó penetrando unos minutos más, hasta que por fin salió del ano.

Julio observó el enorme boquete que le había quedado a su suegra, pero no le dijo nada.

La mujer se giró, y sin esperar, le atestó una fuerte cachetada. Hijo puta… me has roto… mientras comenzó a llorar. Se quedó como rendida sobre uno de los sillones del sofá, tumbada en el mismo. Se notaba rota, y en cierto sentido maltratada, y sobre todo humillada.

Julio no la quiso contrariar y espero. Pasó más de un cuarto de hora, Luego, la mujer se incorporó, echo una mirada de odio al joven, y marchó hasta el propio dormitorio de matrimonio, con la intención de poder evacuar y asearse. Estaba dolorida, y le costaba caminar. ¡El yerno la había abierto toda!

Al poco tiempo, el joven la siguió. Entró en el dormitorio, y observó que la suegra se encontraba metida en la ducha. Al verla completamente desnuda bajo la ducha, sin pensarlo mucho, se desnudó por completo y entró dentro con ella.

-¿Qué haces? No … joder para ya.- le dijo al ver desnudo al joven acercarse a la misma.

-relájese suegra. Solo quiero ducharme con Vd. Ya dentro, tomó le esposa le echo un poco de gel, y comenzó a enjabonarla suavemente. Esta vez empleó toda la delicadeza posible, con suma suavidad. Era como si la acariciara. Se dedicó a pasar la esponja por el cuerpo de la mujer concentrándose en sus partes más erógenas, pero muy despacio, suavemente. Tan delicado, que la mujer se confió y se pegó a su cuerpo refugiándose entre los brazos del joven mientras aquel continuaba enjabonándola. Este pasaba las manos por los pechos de la mujer, los masajeaba con la esponja, pasaba al cuello, y hasta las partes íntimas de aquella.

Merche estaba dolorida y enfadada por lo ocurrido. Había sido violentada por su yerno. Sin embargo, aquel joven tenía algo que la enloquecía. Las suaves caricas del joven con la esponja, acariciando su cuerpo desnudo, la desencajaron. Tanto, que, girándose hacia el mismo, le retiró la esponja, y fue ella la que comenzó a enjabonar a aquel. Comenzó por el pecho, los brazos, el abdomen, hasta llegar a los genitales del mismo. Se quedó boquiabierta al comprobar como éstos se encontraba de nuevo a pleno rendimiento, y con una soberana erección. Sin decirle nada, paso la esponja por el nabo del joven, enjabonándolo, notando como el calor interior de su cuerpo aumento. Se comenzó agitar. Esa calentura aumentó al pasar las manos por los testículos del mismo. Merche miró nuevamente sorprendida al yerno, viéndose obligada a exclamar: ¿te acabas de correr y ya estas así? Joder ¿parece que no te haya corrido?

Es vd. suegrita que me pone así.


La mujer no le contestó y continuó enjabonándolo. Luego comenzaron a echarse el agua para retirar el jabón, sintiendo la mujer como el joven la tomaba por la cintura, y le ponía el falo entre las nalgas de su trasero. Se giró y le dijo: ¿no pretenderás volver a meterla por ahí?

El joven le sonrió diciéndole. Ganas no me faltan. Pero creo que debemos descansar un poco y luego cenar.

Al rato, salieron de la ducha, secándose. Tras permitir que la mujer se colocara la braguita, el joven le dijo: no se ponga la ropa. Vamos a descansar. Y tomándola de la mano la llevó hasta la cama. Se recostaron en la misma. Merche, se acostó de espaldas al joven. Mientras, Julio la tomo y la abrazó quedando ambos medios dormidos durante casi una hora.

Fueron despertados por una llamada de móvil. Julio comprobó que era una videollamada de wasap de su mujer. No quiso contestar de momento. Se colocó el pantalón y camisilla, haciendo la mujer lo propio colocándose un traje de los que acostumbrada a estar en la casa de su hija. Fueron a la cocina, y desde allí le hicieron la video-llamada. Estuvieron hablando durante un buen rato, y con la niña, sin levantar sospechas.

Aquella no sospechó nada, alegrándose que estuvieran a bien cenando juntos. Tras acabar, se fueron a cenar. Ya era de noche. Merche le dijo que se sentara a ver la tv que ella terminaba de limpiar la cocina. Era consciente de que el joven esa noche no la iba dejar marchar para su casa.

Mientras terminaba de limpiar, Merche se notó nuevamente caliente. ¡No sabía que le pasaba con aquel joven! Al instante le entraron deseos de volver a coger con el mismo. Había recibido esa tarde una tremenda cogida de su yerno, quien la había sometido por el ano, y, sin embargo, percibía que se la iba a follar nuevamente. En el fondo estaba entregada. Había comprobado los testículos del joven en la ducha, y había detectado que seguían bastante llenos. Era consciente de que aún podía estar ovulando. Permitir que el joven se corriera en su coño era una temeridad, y aun así se sentía atraída al deseo. Aún se sentirse magullada por el intenso revolcón, pero, percibía que esa noche la iba a pasar con el joven.

He terminado. ¿me acercas a casa?

Julio la miró y le dijo: Ya le dije que esta noche se queda en casa. En el fondo necesita que le haga compañía.

Merche esta vez no contestó. Había traído una muda de ropa en el bolso, y se fue al dormitorio principal. No sabía que ponerse para dormir con el yerno. Observó un camisón bastante corto de su hija, y unas braguitas más atrevidas que las que solía usar normalmente. Decidió ponérsela. Al notar el calor de su cuerpo, localizó el termómetro que sabía guardaba su hija en el propio dormitorio, y tras tomarse la temperatura, comprobó que tenía varias centésima por encima de lo normal. Sospechó que aún seguía ovulando.

El joven se había corrido abundantemente en el día de ayer, estando en ese estado. Pese a resultar peligroso, deseaba volver a sentir al joven semental, que la poseyera y volviera a correrse dentro de ella otra vez. Esa noche no llevaba sostén. Sabía claramente que la visión de sus puntiagudos pezones sobresaliendo sobre el corto camión iban a excitar al máximo al yerno.

Se miró en el espejo, y se dijo: “joder parezco una puta buscando macho”. Tan caliente estaba que decidió salir en aquella forma y presentarse ante el joven. Cuando Julio la vio llegar hasta la sala de la tv, al comprobar como venía vestida, su pene se envaró al instante. Observó a su suegra, y se dijo que era una tremenda hembra. Pese a sus cuarenta y tantos años, estaba más apetecible que cualquier jovencita.

Merche apagó la luz de la sala, quedando la sala solo con la luz que emitía la propia tv. Se fue acercando hasta el joven, sin decirle nada, colocándose en medio de la sala, comenzó a contonearse, diciéndole: ¿Ya no quieres que tu suegra te haga un estriptis?

Sin esperar respuesta, comenzó a realizar movimientos sexys, agachándose y mostrándole su trasero, luego se bajaba un poco uno de los laterales del camión, dejando al descubierto uno de sus pechos, mostrando el pezón totalmente tieso y enfilado. Se lo tocó con sus propias manos, como si fuera una vedet. Poco a poco se fue acercando hasta el joven que continuaba sentado en el sofá. Colocó su entrepierna delante de la cara del joven, y le dijo: ¿no vas a bajarme las braguitas? ¿no quieres saber las braguitas que llevo? ¡son de tu propia mujer!

Julio sin contestarle, con una erección a rabiar, metió las manos por debajo del camisón, alcanzó los laterales de la braga y se la bajó suevamente. Tras dejar las bragas a un lado del sillón, la mujer, levantó una pierna colocándola flexionada encima del sofá mientras con la otra se mantenía de pie. Ello permitió dejar a la vista del joven, la hermosa pelambrera de su suegra, y la raja de su vagina. Estaba desconcertado, la propia madre de su mujer, le estaba pidiendo que le comiera el coño.

Cuando la mujer sintió los labios de joven en su vagina, se agitó, y al instante colocó sus manos en la cabeza del mismo, para poder sujetarse. Julio era un experto en comida de coños, por lo que la mujer pronto se notó tan excitada que sintió la necesidad de correrse. Por ello, lo detuvo, y retirándole el pantalón corto que llevaba puesto, así como el slip, miro la tranca del mismo enfilada hacia arriba como un verdadero misil.

Oh nene ¿cómo estás? Excitada, completamente entregada y llena de pasión, se agachó un poco tomando la verga en su mano, manipulándola, viendo que eso agitaba al joven. Tras unos momentos de manoseo del vástago, su excitación le llevó a bajar la mano y palpar los testículos del mismo. Se dio cuenta que aquel joven se había recuperado bastante rápido, exclamando: Que cabronazo. Parece que los vuelves a tener llenos.

Ella quería llevar la voz cantante esa noche, por lo que acercó su boca a la del joven y comenzaron a morrearse, besándose ardientemente. Mientras lo besaba, Merche volvió a tocar los testículos del joven, como si no estuviera segura de haber comprobado como estaban aquellos. Los palpó abiertamente. Al darse cuenta de que era cierta la recuperación del joven yerno, le dijo: ¿no me digas que quieres volver a regar el coño de tu suegra nuevamente? ¿Es que quieres terminar preñándome?

Julio, le respondió: ¿Se ha dado cuenta? Los vuelvo a tener repletos. La voy a dejar nuevamente bien llenita.

Merche estaba tan desesperada, que, abriéndose de piernas, se situó encima de los muslos del joven, y acercando su vagina, se posicionó encima de la tranca del yerno. La manoseó un poco, descapullándola, para luego dejarse caer, poco a poco, viendo como ingresaba en su caliente coño, la barrena del joven. Oh ..siii…o joder como me llena… uf estas como un caballo.

Julio se percató del intenso calor del coño de la suegra. Parecía una caldera en ebullición, y eso lo aceleró. La mujer comenzó a cabalgar su polla en aquella posición, mientras lo besaba, para luego retirarse ella misma el camisón, y quedarse completamente desnuda encima del joven. Sin poder contenerse, le acercó sus erectos pechos, acercándoselos a la boca. Cuando sintió los labios y la boca del mismo apoderarse de sus pezones, comenzó a retorcerse, subiendo y bajando a buen ritmo. El joven, viendo la tremenda excitación de la madre de su mujer, tomó las nalgas de aquella, acariciándolas, y ayudándola en los movimientos de subida y bajada. La mujer subía, para luego dejarse caer fuertemente, clavándose íntegramente el tremendo falo del joven, el cual retorcía con movimientos circulares de sus caderas, estrujando el pene dentro de su vagina, para volver a subir, y volver a realizar la misma operación.

Merche estaba tan caliente, que pese haberse corrido en la tarde, a los pocos minutos volvió a conseguir el orgasmo. Entonces cesó en su cabalgada, sentándose completamente encima de los muslos del joven, con todo el sable dentro de ella, totalmente encajado, retorciéndose, y gritando sin parar, mientras terminaba en una corrida fenomenal.

Julio permitió que aquella se corriera. Luego le hizo incorporarse, y tomándola de la mano, la llevó hasta la cama del dormitorio donde solía yacer con su esposa. Allí la volvió a echar sobre la cama, comprobando como la mujer accedía bastante receptiva, abriéndose de piernas, para que terminara clavandola.

En esa posición, el joven comenzó a embestirla fuertemente, como en otras ocasiones, con movimientos tan penetrantes que sacudían todo el cuerpo de la mujer. Oh me matas… o siii sigue… cógeme mi macho ooo

Julio apenas hablaba. Estaba concentrado en perforar una y otra vez el coño de la suegra. Todo su pensamiento era en que su verga le entrara lo más adentro posible. Y lo estaba consiguiendo. Merche estaba asombrada. El marido de su hija, le metía su pistón con tanta fuerza y pasión, que parecía abrirle el coño un poco más en cada embestida. Ella tampoco pudo más, y agarrándose al joven, comenzó de nuevo a alcanzar su segundo orgasmo de la noche. Su gozo era enrme.

Pese a estarse corriendo a la mujer, Julio no ceso de penetrarla. Notaba como la mujer se venía en un orgasmo estremecedor, con gemidos enloquecedores. En ese momento se dio cuenta que él necesitaba descargar. Notaba emerger de nuevo su semen. Quería volver a llenar a su suegra.

Merche, mientras se agitaba acabando su orgasmo, se dio cuente de la pronta eyaculación del joven. Lo miró a la cara, fijamente, y le dijo: oh cabronazo ¿quieres correrte dentro otra vez?...¿quieres volver a llenarme?

Y poniendo cara de auténtica mujer en celo, le dijo: ¿qué esperas? ..¡Hazlo!..… “lléname de nuevo”. …. Vamos ¡preña a tu suegra!... oo cabronazo… Y, cuando sintió las primeras lechadas del joven, acabó exclamando: oh si Julio…. lo vas a terminar consiguiendo oooo siii sigue así…

Merche se abrió todo los posible para que el semen del joven fuera lanzado lo más profundamente posible. Era como si se hubiera entregado al joven, y deseara que de verdad la embarazara. Estaba como loca. Aquel muchacho la enloquecía de placer. Tanto que se estaba entregando totalmente.

Julio arremetió con fuerza, echando hasta la última gota de su semen dentro de la vagina de la madre de su mujer. Luego se quedaron uno sobre el otro, abrazados, agotados. Para cuando el joven se retiró, la mujer se dio cuenta que su yerno había vuelto a venirse copiosamente dentro de ella. Estaba segura que sus posibilidades de embarazo, pese a su edad, habían aumentado.

Se quedaron abrazados durmiendo en la misma cama toda la noche hasta la mañana siguiente. Tras levantarse, Julio se preparó para marchar a trabajar, viendo como Merche le preparó el desayuno. Antes de marcharse, aquella se acercó y lo besó en la boca. El joven la miró, y le pregunto: Uh, suegrita, …¿te quedarás en casa hasta que vuelva?

Merche lo miro, sonriendo, diciéndole: Te estaré esperando. Le dijo sonriendo.
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heranlu

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Julio y su Suegra Merche - Capitulo 005


Durante todo el tiempo que resto hasta que Esther y la hija volvieron del viaje, Julio tomó en diversas ocasiones a la segura copulando con la misma, corriéndose dentro de ella. Merche se olvidó de todo durante esos días, y se entregó totalmente al yerno. Tras la llegada de Esther, la situación cambió y la situación volvió al estado anterior.

Merche intentó aparentar en presencia de su hija, un cierto distanciamiento de Julio, pero su mayor preocupación estaba en saber si podía estar embarazada o no. Era consciente que el yerno se había corrido en varias ocasiones dentro de ella en sus días fértiles. ¡Solo un milagro la iba a salvar de no quedar embarazada! A la semana de haber ocurrido todo ello, la mujer comenzó a agobiarse pensando que estaba embarazada. Sabía que era lo más probable. Eso la agitó de tal manera, que decidió tomar una determinación. Sin decirle nada a su familia, sacó un pasaje para Venezuela, y marchó.

Cuando Esther y Julio se enteraron de este hecho, la misma se hallaba ya en Venezuela.

Merche era una mujer bastante conservadora, de ideas muy estrictas, y que tenía fama de ser bastante religiosa. La angustia de que pudiera verificarse el embarazo lejos de su marido, hubiera sido una vergüenza inasumible para ella. Por ello, decidió acudir con su esposo, a sabiendas de lo que podía esperarle, y sin saber cómo iba a reaccionar el mismo.

Obviamente, el esposo se alteró al verla llegar a la casa. Por fortuna la mujer con la que estaba conviviendo aquel, había marchado unos días a ver a su madre y no se hallaba en Caracas. Pese a todo, Merche se las ingenió para convencer a su esposo a fin de que accediera a tener sexo con ella. El marido en el fondo era consciente de la mujer que tenía, pero la otra mujer lo había seducido de tal manera, que estaba como embrujado. De hecho, a los pocos días, se presentó la otra mujer en la casa, hubo un altercado, donde el marido, ante el asombro de Merche, salió en defensa de la nueva mujer.

Merche se dio cuenta que había perdido a su esposo. Para evitar enfrentamientos fue acogida por una conocida.

Tras unas cuantas semanas, algunos amigos Venezuela, se pusieron en contacto con la hija Esther y le recomendaron que se llevara a su madre para España. Temían que pudiera ocurrirle algo, no por parte de su marido, sino de los familiares de la otra mujer. Según argumentaron tenían fama de gente bastante peligrosa. Esther insistió ante su madre para que regresara. Merche no le hizo caso. Al poco tiempo, la mujer comprobó que no le había venido el periodo. Su agitación aumento. Rápidamente se hizo la prueba de embarazo dando positivo. No contenta con el resultado, solicitó una consulta con el ginecólogo, que tras las comprobaciones oportunas le indicó que realmente estaba embarazada. ¡Sus sospechas de habían confirmado! ¡estaba embarazada del yerno!

Para evitar cualquier mal entendido, ella le indicó que era de su marido, pensando que con ello quizás reaccionaría y pudiera tener una oportunidad de rescatarlo. Pero todo fue en vano. Realmente nadie sospechó que no fuera un hijo de su marido. Pese a todo, aquel ante las presiones de su nueva mujer se negó a acoger a Merche. Ante las demás personas todo cuadraba, ya que por el tiempo de estancia de la mujer en Venezuela podía deducirse que había sido fecundada por su marido en el tiempo que estuvo en la casa de aquel.

Merche pese a todo, era consciente que el padre la creatura que llevaba en su vientre no era de su marido, sino de su yerno. ¡Estaba completamente segura! Cuando lo hizo con su esposo, apenas percibió su semen, y, por otro lado, sabía que no estaba ovulando. Merche estaba tan furiosa contra su marido, que estuvo tentada de llamarlo y decirle que el hijo no era de él, para que supiera que era un cornudo. Pero, no podía decirle que era de su yerno, eso ocasionaría un problema mayor con su hija.

Esther, se mostró muy preocupada con la noticia. Ante las recomendaciones de los amigos, se mostró dispuesta a ir a Venezuela a buscar a su madre. Julio era consciente de que su suegra pudiera estar embarazada como consecuencia de aquellos encuentros amorosos. Todo coincidía. Por ello, al ver la preocupación de su esposa, de mutuo propio, se atrevió a proponer a su esposa: - Esther no quiero verte tan nerviosa. ¡Estaba pensando en marchar a Venezuela y convencer a tu madre para que vuelva! Aquí puede estar mejor atendida.

-Julio. Te lo iba a pedir. Te lo agradezco mucho. Tengo miedo que pueda pasarle algo. Ay cariño que bueno eres.


Sin decirle nada a la suegra, Julio sacó pasaje para Venezuela, contratando un hotel en Caracas donde hospedarse por unos días. El pasaje de vuelta lo tenía para una semana, y había sacado igualmente el de la suegra. Cuando aquella lo vio en Venezuela, su corazón se alteró. No lo esperaba. Cuando supo que había ido a buscarla, Merche se conmovió. Poco le faltó para besarlo en público, pero se retuvo por la presencia de los amigos donde se hospedaba.

Aunque ella se negó a volver inicialmente, Julio supo convencerla: ¡Vas a volver conmigo, o te doy una zurra Merche! No puedes quedarte aquí. Y menos en tu estado. Te vienes a casa. Tengo el pasaje de vuelta comprado.

-Oh Julio. ¿Qué dirán de mi cuando llegue a España, y me vean embarazada? Seré el hazmerreír de la gente.
Le comentó aquella.

-¿Que le importa la gente?. Nosotros la queremos. Todos pensarán que fue su marido quien la embarazó y que ahora la dejó abandonada. Luego la miró a la cara, y le pregunto: ¿no es de tu marido verdad?

-Oh Julio, ¿porque lo dudas?
exclamó la mujer sin querer reconocérselo, sonrojándose, evidenciando ante el joven que estaba en lo cierto.

La conozco perfectamente!. Pero no importa. La cuidaremos, tanto a Vd. como al hijo que vendrá. ¡Prepare la maleta que nos vamos mañana!

Merche, al final, tras las presiones de los amigos de Venezuela, indicándole que era lo más conveniente, aceptó regresar con su yerno. Ya en la casa, Julia no quiso que su madre se quedara a vivir sola, obligándola a convivir con ella. Durante las primeras semanas nada ocurrió. Merche pese a todo cambio de carácter con su yerno, pero intentó no tener acceso carnal. En el fondo, también tenía miedo de dañar la creatura que tenía en su vientre. Pronto su embarazo se hizo visible y lucía una barriga de cinco meses.

Julio, pese a estar embarazada su suegra, ansiaba volver a copular con la misma. Se notaba expectante por poder verla totalmente desnuda, con aquella barriguita. Quería volver a ver sus pechos, que denotaba que habían aumentado de tamaño.

Merche igualmente añoraba al joven. Recordaba su verga entrando en su coño y se mojaba. Sabía que en su estado no era aconsejable. Por otro lado, era un embarazo que los médicos habían tildado de alto riesgo, por su edad. Pero, pese a todo no dejaba de excitarse. Dudaba si su yerno le apeteciera estar con ella en aquel estado.

No obstante, tener tan cerca al joven la ponía cachonda. Una tarde, al ver que su joven yerno estaba haciendo gimnasia en la parte baja, y comprobar que su hija había salido de compras, le entró ganas de calentar el joven. No pretendía copular con el mismo, solo excitarlo. A tal propósito, se vistió un traje bastante holgado, no muy bajo, pero donde se apreciaba claramente el volumen de su panza. Tras mirarse en el espejo, decidió quitarse el sostén, para que sus pechos se mostraran pujantes y tiesos bajo la suave tela del traje. ¡Sabía que eso excitaría al joven! Aunque tendría que justificarse si la viera su hija mostrándose de tal manera.

Agitada bajó al sótano donde aquel practicada la gimnasia, llevándole un zumo de naranja como excusa. Julio al ver a la suegra con el zumo en la mano que se acercaba hacia él, se agito igualmente. Era extraño que su suegra bajara hasta allí. Al verla llegar, la miró de arriba abajo verificando que aquella mujer, pese a su embarazo, aún conservaba un buen físico. ¡Seguía siendo tan buena hembra como antes!

-te he traído un zumo de naranja. ¿Me supongo que con tanto ejercicio estarás seco?
Le comentó, mientras miraba hacia el pantalón corto, tipo malla del joven, donde claramente se marcaban los genitales del joven. Era algo que la agitaba.

Julio se dio cuenta de la mirada de la mujer. De forma autónoma, su macana comenzó a crecer sin remedio bajo el corto pantalón. Especialmente al contemplar la indumentaria de la suegra, y la presencia de la misma. Gracias Merche. La verdad es que estaba seco.

Mientras ingería la bebida, la suegra se dedicó a contemplar el torso desnudo del joven, sus grandes pectorales, las gotas de sudor que descendían por la piel. La visión de aquel cuerpo joven la estremeció. Continuó con su mirada, bajando hasta contemplar como iba creciendo de volumen el bulto del pantalón corto. Notó como se mostraba claramente las dimensiones del falo del joven y sus testículos en aquella malla. Excitada le preguntó: que cabronazo ¿no me digas que se te está poniendo puesto dura?

El joven dejó el vaso del zumo a un lado, y le contesto: ¿Se has dado cuenta? Uhm suegra ¡sigue teniendo un cuerpo espectacular! Y, sonriéndole, añadió: ¿Por qué no comprueba como se me ha puesto? ¿Se que tiene ganas de verla?

Merche le miró sonrojándose. Iba a oponerse y contestarle de mala manera, pero se retuvo. El joven estaba en lo cierto. Ansiaba volver a ver y tocar el vástago del joven. Pese a saber que no debía, sus deseos fueron mayores que su propio pudor. No pudo quitar la mirada del bulto que se había formado en el pantalón. Sabía que el yerno estaba empalmado. Miró hacia la puerta, como si pensara que alguien pudiera verla. Luego, ante la sorpresa del joven, quien pensaba que aquella no se atrevería, alargó la mano y la depositó sobre el bulto por fuera del pantalón corto. No solo acarició todos los genitales del joven, sino que apretó la mano tomándolos. Se estremeció al comprobar la dureza y dimensiones de nabo del yerno. Sin esperar una invitación, tiró de los laterales del pantalón corto, y le bajo con cierta dificultad el mismo hasta las rodillas. Julio quedó con todo su cipote mirando hacia el techo. Tenía una erección bastante notable.

-Oh.. ¿joder como estas? exclamó la mujer, tomando el pene en su mano. Tener en su mano aquel sable, la terminó por mojar su braga. Lo manoseo, pasando la mano desde la cabeza hasta la base. Observó el glande, el cual tras unos manoseos lo descapulló. Le encantaba ver aquel saber descapullado. Lo masturbó mirando la cara del joven. Luego, bajó la mano, y atrapó lo que desde hacía unos momentos estaba deseando: los testículos del yerno. Era algo que le excitaba tremendamente. Uf.. ¡que cabronazo! ¡Los tienes repletos! ¿es mi hija no te los descarga?

-Ella hace lo que puede, suegra. Pero, “mi polla necesita un coñito como el suyo, y una mujer como Vd. para poder descargar mis huevos”.
Le contestó el yerno morbosamente, mientras alargaba su mano y palpaba los pechos de la mujer. Se dio cuenta del aumento de tamaño, pero también del abultamiento de sus pezones. Estos se marcaban claramente bajo la suave tela.

-Uhm, suegra “le han crecido”. ¿No veo la hora de verla desnudita? Estará para comérsela.

-¿De verdad quieres verme desnuda?.
Le contesto excitada la mujer ante la expresión de los deseos del joven. ¿Tú crees que te seguiré gustando? He engordado. ¡Ya has visto mi panza!

- ¡Seguro que estará deliciosa! ¿No ha visto como se me ha puesto la verga?
Le contesto mientras manoseaba los pechos de la mujer sobre el traje. Había visto que no llevaba sostén y eso lo tenía envarado.

Mientras hablaban la mujer no dejaba de manosear y masturbar la verga del joven, al tiempo que dirigía una mirada hacia la puerta, temerosa de poder ser descubierta. La excitación del joven, le llevó a levantar la vestimenta que llevaba puesta su suegra, subiéndosela hasta más arriba de la cintura, dejando al aire la buena panza que portaba. Julio, acarició el vientre de la mujer, pasando la mano por toda la panza, para luego colocarla apoyada contra la maquina donde estaba haciendo la gimnasia, contemplando a la mujer desde atrás.

Pese, haber engordado, el trasero de su suegra no era muy exagerado. Era como si solo hubiera aumentado de tamaño su barriga. ¡Y, además, lo justo! Paso su mano por todo el trasero, acariciándolo, palpando las nalgas de la mujer: Uhm suegra. ¡Pero qué buena que esta!

Pronto metió su mano por la braguita, y la bajó, dejando todo el trasero de su suegra a la vista. Detectó el ano de la mujer, y recordó la tremenda enculada que le propinó. Merche, se estremeció, pero solo se limitó a decirle: ¿No pretenderás metérmela otra vez por ahí?

- No suegrita. Me la quiero coger por delante. Clavarle mi polla hasta a la empuñadura. ¡Uf me está poniendo a tope!

- Estás loco. Que pude llegar Esther. Le respondió la suegra, agitada ante las intenciones del joven.

La mujer pronto observó como el hombre desde atrás, bajó más su mano, y alcanzó los gruesos labios vaginales. Julio se percató que estos habían aumentado de tamaño, seguramente preparándose para el futuro alumbramiento. Merche, pese a todo no puso mucho impedimento, permitiendo que el yerno pasara toda la palma de su mano por la raja, para luego introducir de forma descarada varios dedos en su panocha.

Uf suegra como tiene ese coño!. Está bien mojadito. ¿tiene ganas de que la folle verdad? le dijo mientras se apoyaba un poco en ella, y le besaba la boca.

-Oh Julio… estate quieto. Oh ….

Julio decidió sacar su pene del encierro, y mostrárselo a la suegra que ya tenía una buena erección. Merche mientras el joven no paraba de manosear su vagina, observó la verga del joven fuera del pantalón. Se le iluminó al rostro al ver la tremenda erección del joven. Pero… Julio ¿porque te las has sacado? ¡Oh no podemos! … ¿nos van a pillar?

El joven no solo no se amainó, sino que colocó a la suegra para que se apoyara un poco sobre uno de los aparatos de gimnasia, le bajó la braga totalmente, quedándose con ella en las manos. Excitado la obligó a inclinarse hacia delante. Paso la mano por los labios vaginales nuevamente, constándola la lubricación de la mujer. Su suegra necesitaba que la clavaran cuanto antes.

Merche se percató que su yerno se la iba a coger allí mismo. Era una locura, pero, pese a todo no puso impedimento. Sintió como el joven dirigió su cipote hacia su cueva. Al instante una parte de su verga ingresó en su vagina. Pero en esta ocasión no lo hizo violentamente, quizás por miedo a dañar al bebe. Pronto otro golpe de riñones del joven, y la mujer comprobó que la terminó de alojar completamente.

Julio estaba como un caballo. ¡otra vez estaba dentro del coño de su suegra! ¡era un autentico placer! Oh Merche… que ganas tenía de volver a meterle mi polla. ¿Tenía ganas de sentirla verdad? le susurró mientras comenzaba a embestirla clavando sin parar su verga en aquel frondoso coño.

-Oh cabronazo… si tenía ganas… oh nos van a pillar… oh sigue … o siii exclamó la mujer viendo como nuevamente su yerno se la volvía a follar. Julio estaba excitado sabiendo que se estaba follando a su suegra embarazada. Era algo que no esperaba. También para Merche, sentir la verga del joven en su coño nuevamente, la hizo revivir. Colaboró con el joven, para que las penetraciones fueran igualmente profundas.

Julio estaba bastante arrecho, por lo que logró meter sus manos por la holgura del traje y alcanzó los desnudos senos de la mujer. Merche al sentir las manos del joven sobre sus pechos, gimió entrecortadamente. Oh ….Julio…que haces…

-Vaya suegra. Le han crecido… uf como los tiene… - le dijo mientras los manoseaba abiertamente, centrándose en los empitonados pezones, que tanto le deleitaban. Eso fue la puntilla que necesitaba la mujer para acelerar su venida. Al momento comenzó a recular hacia atrás en busca de la verga del joven. Una vez la tenía toda dentro, se retorcía con ella, hasta terminar alcanzando el ansiado orgasmo. Se tuvo que recostar un poco sobre la máquina de gimnasia para no desfallecer.

Julio, pese a todo no paro. Sabía que su muer podría llegar de un momento a otro. Aceleró el ritmo de su penetración, hasta terminar viniéndose igualmente dentro del coño de su suegra. Merche volvió a sentir el palpitar del caliente semen de su yerno regando su coño. Había soñado varias veces con volver a sentirlo.

Tras terminar, dada la peligrosa situación en que se encontraban, Julio se salió de la mujer nada más acabar. Merche igualmente se incorporó. Miró al joven, y lo besó en la boca, diciéndole: ¡eres un loco! ¡siempre me consigues! Y tocándose con sus dedos la vagina, le dijo: Me has dejado el coño lleno. Anda dame las bragas, que voy a lavarme antes de que llegue mi hija.

Julio se sonrió mientras volvía a colocarse el pantalón corto. Observó como la suegra se marchaba en dirección a la planta alta. Estaba claro que no iba a continuar haciendo deporte. Aquella mujer lo había deslechado bien, y se encontraba agotado. Por ello decidió subir a ducharse. La suegra se había dejado el plato y el vaso del zumo, por lo que decidió subirlo.

Justo en el momento en que accedía a la parte alta, entró Esther por la puerta. Le extrañó verlo con el plato y el vaso en la mano. Por ello le pregunto: ¿Qué haces con el plato y ese vaso? ¿mi madre se ha atrevido a llevarte algo de beber? ¡que extraño!...

-Pues sí. La verdad es que lo agradecí. Me voy a duchar que estoy agotado. Le contesto un poco agitado, nervioso e intentando no aparentarlo ante ella.

-Ya lo veo. Se te nota en la cara- le contestó la mujer.

Esther, no encontró a su madre en la cocina, por lo que entró a preguntando por ella a su dormitorio. Entró sin llamar como de costumbre: ¿mama te encuentras bien? . Observó que su madre se estaba lavando en el bidet.

-Ah eres tu Esther, .. necesitaba asearme un poco, y cambiarme la braga.

Ya. ¿Pensé que te ocurría algo?


Esther tras unos momentos con la misma, salió de la habitación. Pese a todo notó a su madre algo cansada. No obstante, lo achacó a su embarazo.


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