Jairo y su Madrastra Brenda - Capitulos 001 al 005

heranlu

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Jairo y su Madrastra Brenda - Capitulo 001


Tras el fallecimiento de su mujer, Benicio, el padre de Jairo, conoció a otra mujer bastante más joven llamada Brenda. Su ancestro ya había superado los cincuenta y cuatro años, cuando, Jairo era aún un adolescente. Tras unos años en pareja, por fin contrajeron matrimonio, yendo Brenda a vivir con Benicio. Esa circunstancia llevó a problemas de adaptación con Jairo, ya que este no admitía que su padre se hubiera casado con aquella mujer.

Brenda era una mujer que aún estaba en la plenitud de su vida, y no sobrepasaba los treinta y seis años de edad. Se había conservado virgen hasta la fecha en que conoció a Benicio. Pertenecía a una familia bastante conservadora y profundamente religiosa. El padre de Jairo era amigo de aquella familia desde hacía tiempo, y por ello, al fallecer su mujer, aprovechando una visita, comenzó a hablar con la mujer hasta que al final, tras un periodo de noviazgo, por fin decidieron casarse. Brenda era joven bastante apuesta, casi delgada, no muy alta, con un cuerpo y una anotomía casi perfecta. Hasta el propio Jairo se extrañó de que su padre hubiera podido conquistar aquella joven.

Durante los primeros momentos, la pareja parecía bastante feliz, aunque las relaciones entre Brenda y Jairo siempre fueron distantes. Jairo, se concentraba en sus estudios y en su equipo de baloncesto, en el que jugaba. Por aquellas fechas, Jairo alcanzó los diecisiete años, y cursaba el último curso antes de ir a la Universidad. Ya destacaba como un joven bastante apuesto, alto, con cuerpo bastante robusto y bien fornido, favorecido por el deporte que practicaba. Sin embargo, parecía algo introvertido, y poco sociable. Tampoco se le conocía muchas amigas, solo sus amigos del equipo de baloncesto. Esta circunstancia llego a preocupar a su padre, quien llego a confesarle a Brenda, la posibilidad de que su hijo tuviera tendencias homosexuales.

Sin embargo, la realidad era bien distinta. El joven estaba en su plena etapa de desarrollo, y a su edad, la efervescencia sexual le llevó a comenzar a consumir todo tipo de revistas porno, pelis, etc. Era verdad que aún se conservaba virgen, pero no por ello dejaba de masturbarse casi diariamente, pero eso sí, a escondidas de su familia. Era bastante tímido, pero sumamente cauto, y sabía ingeniárselas para que nadie se percatara de ello. Tampoco su tendencia era homosexual. Le gustaban las mujeres, aunque su timidez le llevaba a ponerse bastante nervioso cuando estaba con sus amigas. Sus encuentros con aquellas no pasaban de las conversaciones.

Jairo ocupaba una habitación que se hallaba en al ático de la casa, mientras que su padre dormía en la planta inferior, estando el salón y la cocina en la planta baja. Para ducharse tenía que acudir al baño de la planta intermedia. La planta sótano estaba destinada a garaje, trastero y un pequeño gimansio.

Una noche, el joven se despertó con bastante sed. Normalmente llevaba una botella de agua a su dormitorio, pero esa noche, aquella se había acabado. Por esa razón, decidió bajar a tomar algo en la cocina. Tras tomar agua, y reponer la botella, decidió regresar a su dormitorio. Al llegar a la planta alta, escuchó unos gemidos que parecían provenir del dormitorio de su padre. Algo preocupado y en el fondo con cierta agitación, se acercó al dormitorio. Su primer pensamiento era que su padre pudiera tener algún percance a media noche. A medida que se acercaba se percató que los gemidos parecían proceder de una mujer. No podía ser otra que Brenda. Con cautela, se fue acercando, hasta constatar que la puerta se hallaba un poco abierta, no mucho, pero lo suficiente para que el joven pudiera divisar lo que ocurría en su interior. Con agitación, curiosidad, pero también con bastante morbosidad, decidió comprobar que ocurría. Cuando sus ojos tuvieron una visión de lo que ocurría en la habitación de su padre, se quedó petrificado. Contempló como su padre se encontraba casi desnudo boca arriba en la cama, mientras Brenda, lo montaba sobre sus muslos, constatando que estaban haciendo el amor. La mujer de su padre, se mostraba con un baby doll, verificando que aún conservaba el sostén. No llegó a distinguir bien el cuerpo de la mujer porque estaba de espaldas, lo que le impedía visualizar el cuerpo de la misma. Su morbosidad le llevó a contemplar unos momentos la escena, verificando que al poco tiempo su padre acabó, y se dejaron dormir.

Jairo se retiró, mostrándose bastante excitado ante la visión que había podido comprobar. Pese a que no había podido ver desnuda a la mujer, había podido constatar el desnudo trasero de aquella. El recuerdo de la escena, y aquellas dos personas haciendo el amor, le llevó a volver a cascarse una nueva paja, pese haberse corrido antes de dormir. A partir de ese momento, Jairo miró a la mujer de su padre de forma más lasciva, aunque sin decirle nada, manteniendo las distancias.

Unos días después de aquel suceso, en la tarde, tras llegar del instituto, el joven entró a ducharse. Había comprobado que no había nadie en la casa. Al hallarse solo, decidió bajar la Tablet que tenía en su dormitorio y entró al baño con la intención de cascarse una paja. Primero se duchó, y antes de vestirse, se sentó tranquilamente en el inodoro, completamente desnudo, y se puso a visualizar páginas porno. El joven siempre había tenido la precaución de cerrar la puerta, pero ese día, por circunstancias del destino,

la misma no quedó bien cerrada.

Llevaba unos minutos visualizando una peli porno, comenzando a masturbarse, con el pene en su mano, meneándosela, cuando repentinamente, se abrió la puerta del baño, apareciendo su madrastra. Jairo se quedó paralizado, viendo como la mujer, se mostraba igualmente sorprendida, al contemplarlo completamente desnudo con su falo en la mano: Oh… Jairo. ¿oh Dios que estás haciendo?… que indecencia…



Jairo se quedó sin habla. No se esperaba aquello. Juró que habían cerrado la puerta. Intentó taparse, pero sin éxito, ya que se hallaba totalmente desnudo. Su pene en ese momento había alcanzado una buena erección. Debido a sus dimensiones, se mostraba bien erguido y enfilado entre sus piernas, por lo que la mujer pudo apreciar parte de éste. -Oh. ¿no sabes llamar? Oh…exclamó el joven, sorprendido y avergonzado.

Brenda, pese a su sorpresa inicial, no hizo amán de retirarse. Sin saber la causa, se dilató observando el cuerpo desnudo del joven, excitada al ver el proporcionado aparato genital que el hijo de su marido calzaba entre sus piernas. Pese a que el joven intentaba ocultarlo, la mujer pudo constatar gran parte de aparato del joven. Se dio cuenta igualmente de la Tablet, comprobando que el joven estaba visualizando paginas eróticas, ya que logró verificarlo. ¿pero qué estás haciendo…?. ¡que guarrada! ¡que indecencia! Exclamó mientras abandonaba el baño, cerrando la puerta.

El joven se quedó desconcertado. Tanta precaución que siempre había puesto, y había sido descubierto, nada más y nada menos, que por su propia madrastra. Su preocupación se hizo patente. Se dio cuenta que su madrastra lo había visto totalmente en pelotas, masturbándose. No pudo acabar la masturbación. Se vistió y se dirigió a su dormitorio, encerrándose en él, completamente aturdido. ¿Qué diría su padre cuando aquella se lo contara? Maldijo no haber cerrado bien la puerta del baño. Su malestar hacia la mujer fue más ostensible.

Brenda por su parte, consternada ante lo que había visto, se dirigió a su dormitorio. Su agitación era manifiesta. Aún recordaba al joven hijastro, con su pene en las manos, y las escenas eróticas que se reflejaban en la Tablet. Pensó: ¡Y, Benicio cree que es gay! Pese a su primera repulsa por la acción del joven, se notó extraña al recordar el tremendo cuerpo del hijastro, completamente desnudo, con aquellos bíceps, que, pese a sus diecisiete años, ya parecían los de un deportista nato. ¡Y su falo! Era algo que la agitó sobremanera. Ella era una joven casta, conservadora, profundamente religiosa, que jamás había visto una peli o revista erótica. Había visto el pene de su marido, y en pocas ocasiones. Sin embargo, se percató que no tenía parecido con el pene de su joven hijo. No llegaba a comprenderlo. Solo lo había visualizado por encima, de refilón, pero reconoció que era mucho más grande y grueso que el de su propio padre.

La mujer que jamás conoció a otro hombre antes de su marido. Mientras estuvo bajo el sometimiento de sus padres, se mostró como una joven piadosa, religiosa y sumamente pulcra. Al casarse con Benicio, tras conocer el sexo, se dio cuenta que no iba a poder vivir sin el mismo. Era aún joven, y desde los primeros momentos se mostró bastante activa sexualmente. Es cierto que Benicio era igualmente un hombre tradicional, donde se limitaban a practicar el sexo, casi con una luz tenue, y en plan misionero o ella le cabalgaba, pero sin más ingredientes sexuales. Benicio durante los primeros meses la satisfizo bien, pero luego, la actividad sexual y potencia del hombre, fue disminuyendo, notando la joven que no llegaba a satisfacerla como ella quería. Eso fue lo que la revolucionó. Contemplar el cuerpo desnudo del hijastro, ver su aparato reproductor, y la masturbación que llevaba aquel, transformó sus ansias sexuales. Por otro lado, su hijastro, pese al distanciamiento que había tenido hacia ella desde los primeros momentos, reconoció que era un joven sumamente hermoso, con un rostro bello, sensual, y que no dejaba inmune a cualquier mujer. Su marido le había indicado que su hijo tenía los rasgos de su madre. Había comprobado en fotografías que la mujer de Benicio era sumamente guapa, con unos ojos azules preciosos y bastante hermosa. Rasgos que heredó su hijo.

La mujer, se quedó pensando si debía contarle ese suceso a su esposo. Dada la animadversión del joven hacia ella, hubiera sido una buena oportunidad para vengarse el joven, y que su padre le reprendiera severamente. Pero, se lo pensó mejor. Se dijo:

Benicio se enfadará muchísimo y lo reprenderá. Mis relaciones con ese joven se harán cada vez más complicadas. No creo que eso sea lo que me convenga”. Esa fue la razón que llevó a la mujer, a mantener silencio sobre la ocurrido y no comentar nada a su esposo. Luego constató que esa decisión fue acertada. Jairo se quedó desconcertado, cuando a la mañana siguiente, encontrándose en la cocina, su padre nada le dijo, hablando con él con total naturalidad. En ese momento, el joven comprendió que su madrastra había guardado silencio. Miró a Brenda. Su mirada expresó agradecimiento a la mujer, por su silencio. Extremo que Brenda captó claramente en la cara del joven. Era la primera vez que veía un gesto amable por parte del hijastro.

En la tarde, cuando el joven regresó del instituto, se encontró en la cocina a Brenda. La saludo, yendo a beber un poco de agua, aunque, se mostraba algo apenado y avergonzado. Brenda, quiso romper el hielo, preguntándole: Jairo, ¿te preparo algo de comer?

El joven la miró. No era lo que acostumbraba hacer. El siempre había sido totalmente independiente en la casa. No obstante, no quiso ser arisco como en otras ocasiones. Por ello le contesto con cierto nerviosismo: Vale. Voy a dejar los libros al cuarto y, vuelvo.

El joven, mientras dejaba los libros en su habitación pensó en lo ocurrido. La mujer de su padre, le había recibido con naturalidad, y hasta le había hablado bien. Por ello, decidió olvidar su animadversión hacia ella, y corresponder, y no mostrarse tan distante de la misma. Bajo hasta la cocina como había quedado, comprobando que Brenda le había preparado algo para merendar. El joven se sentó a la mesa, y ella lo hizo a su lado, comiendo algo parecido a lo que había preparado al joven.

Cuando acabó, Jairo miró a la mujer, y se atrevió a decirle: gracias por no decirle nada a mi padre. ¡siento de veras lo ocurrido!

La mujer se quedó sorprendida de la nueva actitud de su hijastro: -Tranquilo Jairo. Eres joven y entiendo que tengas tus necesidades. Pero debes de tener cuidado. Podría haberte pillado tu padre, y ¿ya sabes lo recto que es?

-Si. ya lo se… pero, pensé que había cerrado la puerta.
Le contestó el joven.

No obstante, la mujer de forma cariñosa, le dijo: Sabes que provengo de una familia bastante tradicional. La verdad es que, jamás había visto escenas de esa clase…¿crees que eso te hace bien?.. no se…¿esas acciones crees que son buenas?

Jairo la miro algo sonrojado. Esta vez comenzó a sentirse más relajado, pese a la tensión de estar hablando de sexo con propia madrastra: bueno… ¡solo sé que mis amigos lo hacen! No tengo novia… Se detuvo en momento y continuo: ¡Por favor no se lo digas a mi padre! ¡Él no lo comprendería!

Bastante nervioso y avergonzado, demostrando su gran timidez, marcho a su habitación. A partir de ese momento comenzó a ver a la mujer de su padre de otra manera, y las relaciones entre ambos mejoraron ostensiblemente. Brenda se quedó bastante satisfecha del suceso, ya que había logrado mejorar sus relaciones con el hijastro.

Pero, al margen de esa satisfacción, percibió que algo cambió también en ella. Comenzó a ver al joven hijo de su marido de otra forma, como un hombre. Había visto cómo se masturbaba, y, había tenido ocasión de visualizar el buen aparato que parecía disponer. El recuerdo le producía cierta intranquilidad y hasta un cosquilleo. Pese a su antecedentes conservadores y sumamente religiosos, no pudo dejar de rebobinar en su cabeza, una y otra vez, aquella escena del baño. Benicio, su marido no la satisfacía sexualmente como ella quería. En varias ocasiones no alcanzaba el ansiado orgasmo, viéndose obligada a fingir.

Por otro lado, la continua visión del joven día a día en la casa, tan apuesto, sumamente varonil, con aquel cuerpo atlético, fuerte y vigoroso, pese a su corta edad, y aquella carita tan bella y casi angelical, la comenzó agitar. Casi sin pensarlo, se vio cambiando de indumentaria, con la finalidad de mostrarse más atractiva ante el joven. Su agitación, le llevó hasta comprobar el olor corporal que desprendía la ropa del joven, especialmente su ropa interior. Dejó de vestir tan conservadoramente, para comenzar a usar prendas más ligueras, menos ortodoxas, especialmente cuando el joven estaba en casa. Adquirió algunas faldas más cortas que las que solía ponerse, y alguna de ellas, sumamente atrevida, que no pensaba utilizar cuando su marido estuviera en casa.

Ese cambio, igualmente fue una sorpresa para Jairo. La primera vez que verificó la indumentaria de Brenda, portando aquella falda sumamente corta, que dejaba a la vista gran parte de sus muslos totalmente blancos, trastornó al joven. Le causó tanto efecto, que apenas pudo reaccionar. Las faldas o trajes bajos que hasta la fecha usaba, no le dejaban apenas las piernas. La mujer captó el efecto que su cambio en la vestimenta había causado al joven. No fue ajena a las miradas del joven hacia sus muslos, y eso le agrado. Eso, la llevó a ser más activa. Adoptó alguna pose excitante, haciéndose la descuidada, para que el joven pudiera ver algo más, hasta el punto de dejar entrever sus bragas. Era algo que jamás pensó que pudiera llegar hacer, pero percibió que la presencia del joven, la excitada.

Obviamente se fijó en el bulto que se formaba en el pantalón del joven, el cual, se mostraba nervioso, dirigiéndose rápidamente hacia la planta superior, para meterse en el baño. Se sonreía, consciente de que aquel iba a terminar masturbándose, tras ver sus muslos.

Acciones similares se fueron sucediendo en los días siguientes. Brenda, no obstante, tomó la precaución de cambiarse antes de la llegada de su esposo, para evitar que su marido la viera usando aquellas prendas. Pero, sus ansias, la llevaron a ser cada vez más atrevida. Le comenzó a tomar gusto, y experimentar aquella sensación de poner nervioso y excitado al hijo de su esposo. Tanto, que, en una de las ocasiones, se decidió a ser más osada. Tras asearse, dejó sus bragas usadas en la cesta del baño. La intención era clara, “que el joven se fijara en ellas”. ¡Es una locura! ¡No sé qué estoy haciendo! - se decía, mientras las colocaba entre el resto de la ropa, de tal forma que el joven se pudiera percatar de ellas.

Jairo, se había acostumbrado aquellas escenas, y se refugiaba en el baño para tocarse una soberana paja, pensando en la mujer de su padre. Era consciente de que su madrastra sabía lo que iba hacer. Brenda había pasado a ser la fuente de sus fantasías eróticas. Su testosterona en aquella fecha estaba por las nubes, y no paraba de cascársela cuando podía.

Esa tarde, al entrar en el baño, se percató de la existencia de las bragas usadas que aparecían en la cesta de la ropa para lavar. Inicialmente la miró, extrañándose que aquella las hubiera dejado tan a la vista. Agitado, las tomó en sus manos, y comprobó la zona donde la prenda había estado en contacto con la vagina de la mujer. ¡Se dijo que era una indecencia! ¡Que era la mujer de su padre! Pero su morbosidad fue superior y terminó por acercar dicha prenda a sus fosas nasales. Aspiró el olor de la misma. Sus fosas nasales se impregnaron de aquel olor femenino. No pudo más. Al instante se acabó masturbando, mientras mantenía cerca de su nariz la prenda íntima de su madrastra.

La mujer, se percató de que su hijastro había visualizado dicha prenda, ya que no la encontró como la había dejado. Dedujo que su hijastro se había masturbado con la visión de la misma. Eso la estimuló a volver a dejar nuevamente su braga usada a la vista del joven en la cesta. Uno de los días, Brenda apreció que se encontraba bastante caliente. Tanto, que percibió que manchó descaradamente con sus flujos la braga. Pese a ello, la volvió a dejar a la vista. Cuando Jairo visualizó la prenda, comprobó el intenso olor que desprendía, y hasta palpó la humedad de la misma. Se imaginó que no hacía mucho tiempo que Brenda se había cambiado la braga. ¡Que cabrona! Ha vuelto a dejar sus bragas aquí. ¿qué raro?!



Ello no fue óbice para que, volviera a captar el olor de la citada braga. Y, al constatar el olor de la vagina de la mujer de su padre, esta ver con un olor mucho más intenso, su agitación aumento. Observó como emergió su mástil bajo el pantalón. El intenso olor que desprendía la prenda lo trastornó: ¡Hoy huele de maravilla! Fue suficiente para terminar cascándose una buena paja. Pero, no se quedó en ello. Su excitación le llevó a correrse en las mismas bragas usadas de su madrastra. Unas buenas lechadas empaparon la citada prenda. Cuando acabó, se dio cuenta que había manchado descaradamente la braga. Pese a que intentó limpiarla como pudo, no pudo eliminar el olor a su semen y restos del mismo. Nervioso abandonó el baño.

Brenda que esperaba ansiosa el resultado. Se apresuró a comprobar la misma, entrando, nada más salir el joven del baño. Se agitó tremendamente al oler su prenda y visualizar los restos de semen del joven. Un estremecimiento recorrió su cuerpo y especialmente su entrepierna: ¡Oh que fuerte: se ha corrido en mis propias bragas!

Durante la noche se notaba tan excitada que buscó a su esposo, pero pese a realizar el sexo, realmente no quedó satisfecha. Esa sensación de insatisfacciones, le llevó a mostrarse con una gran calentura a la mañana siguiente. Recordó al joven y su bien proporcionado pene. Su agitación incrementó. Comenzó a sentirse intranquila, deseosa. Tanto, que pensó en la manera de excitar más al joven. No es que pretendiera tener nada con el mismo, pero esas miradas, las acciones del joven corriendo a masturbarse, los deseos, etc la mantenían viva y ansiosa.

Marchó al centro comercial y adquirió una indumentaria surgente, con la excusa de hacer gimnasia en la casa. En la planta sótano, Benicio, y especialmente Jairo, disponían de una bici estática, y algunos aparatos de gimnasia. Ideo la oportunidad de practicar un poco de mantenimiento, y al propio tiempo, tener la ocasión de excitar al joven. Su morbosidad iba cada vez en aumento. No sabía contenerse.

En la tarde, espero a que el joven bajara al sótano para hacer deporte como ocurría determinados días de la semana. No se lo pensó dos veces, acudió a su dormitorio, se cambió, colocándose una tanga, y encima un pantalón malla que le marcaba completamente sus perfectas nalgas. Aprovechó y se puso una camiseta bastante ceñida, para que destacaran sus pechos. Al mirarse al espejo se quedó nerviosa. Era la primera vez que vestía de aquella forma. Se miró por delante, y observó que se marcaba hasta la silueta de su coño. Dudó si era prudente presentarse así ante aquel joven. ¡Era una clara provocación! ¡Si Benicio me ve con esta vestimenta creerá que soy una puta! se dijo. Sin embargo, tomando valor, se presentó en el sótano.

Cuando Jairo la vio, se quedó electrocutado. Sus ojos no daban crédito a lo que estaba viendo. Su madrastra parecía una jovencita, que vestía aquella malla tan ajustada, tan sensual, que le dejó sin respiración. ¡Joder como está la mujer de mi padre!

-Hola Jairo. ¿No te importa que haga un poco de gimnasia? Tengo que realizar un poco de ejercicio diario. “Tengo que bajar estos michelines” que se me están formando.

-Claro que no. Me parece muy bien. - le contesto el joven, que no salía aún de su asombro. ¡Que michelines va a bajar, si esta como una pibita!, pensó.

-Oye ¿me podrás indicar algunos ejercicios? Ya sabes, tengo poca experiencia. Y, tú ¿seguro que los conoces perfectamente? - le sugirió la mujer.

-de acuerdo. Le contestó el joven, que vio la oportunidad de intimar más con aquella mujer. Por ello, comenzó indicándole unos ejercicios de calentamiento.

Obviamente, alguno de aquellos ejercicios, implicaban que la mujer tuviera que agacharse, mostrando el perfecto trasero, que el joven de limitó a contemplar excitado. Jairo no sabía cómo ocultar su erección permanente. No obstante, como pudo, le fue señalando una serie de ejercicios, corrigiéndola, acercándose a ella, y hasta tomándole en algunas ocasiones los brazos, para que los pusiera correctamente acorde con el ejercicio.

La mujer se limitó a realizar unos cuantos ejercicios y se retiró. Pero volvió a repetir, en los días posteriores. Jairo cada vez estaba más convencido que aquella mujer quería algo de él. Cuando la observaba realizando los ejercicios, su excitación se incrementaba, especialmente al contemplar la entrepierna de la misma, y ver como se le marcaba claramente los bordes de la raja del coño. ¡Era como una enfermedad! En varias ocasiones pensó: ¡Joder Brenda que polla te metería! ¡Eres la mujer de mi padre, pero no me importaría clavarte mi pene hasta la empuñadura!

Brenda, observaba las miradas del joven, y se imaginaba esos pensamientos. Era consciente de que el joven la observaba con gran codicia en sus ojos. La visión del bulto que se formaba en el pantalón del joven, era más que evidente. Para colmo, esa excitación aumentó un día, cuando el joven comenzó a calzar igualmente un pantalón corto, tipo malla, que utilizó para realizar los ejercicios en la bici estática. Eso revolucionó a la mujer.

Brenda observó el primer día esos pantalones, y no pudo evitar ruborizarse. Se dio cuenta del tremendo bulto que se formaba la entrepierna del joven, demostrativo de los buenos genitales del mismo. Bulto que se vio incrementado, cuando el joven comenzó a observarla realizando los ejercicios. Ella capciosamente, adoptaba unas poses, intentando poner a la vista del joven su trasero. Sabía que eso enardecía al hijastro. Y, esas poses, se volvían más provocativas cuando notaba la polla de la joven, marcada en el pantalón malla.

Brenda se notó tan excitada que, se vio obligada a terminar los ejercicios y subir a su habitación. Ya en el dormitorio, comenzó a tocarse su entrepierna. Nunca se había masturbado, pero en esa ocasión comenzó a frotarse el coño sobre la tanga. ¡Oh joder es nene me ha puesto bien caliente! ¡El cabronazo se he empalmado viéndome! He visto su bulto. Oh… “parecía que se le iba a reventar”.

Agitada, apartó su tanga, y comenzó a frotarse el coño por ver primera. Miró su cuerpo reflejado en el espejo de la habitación. Vio su vagina, con abundantes vellos que rodeaban su raja. Se imaginó el pene del joven a punto de entrar en ella. Eso fue suficiente, para meterse los dedos hasta alcanzar el orgasmo. Cuando acabó, se quedó sorprendida. ¡Era la primera vez que se corría sin su esposo! ¡Oh Dios… que pecado estoy cometiendo! Ese joven me está volviendo loca. ¡Tengo que acabar con esto! No puedo seguir pensando en ese joven. Es el hijo de mi esposo. Pero, pese a esos pensamientos, no cesó en sus provocaciones hacia el hijastro.

La ansiedad de la mujer, y sus provocaciones, le llevaron a dar un paso más. Un sábado por la mañana, viendo que su esposo acudió a la empresa, ya que tenían que hacer unos trabajos extra, y que no regresaría hasta bien entrada la tarde, la puso en alerta. Se agitó. Sabía que el hijastro se había quedado en su dormitorio tras desayunar. El joven tenía allí su mesa para estudiar y con acceso a internet. Un cosquilleo invadió su entrepierna. Necesitaba hablar con el mismo, sentir su presencia. No pudo con su condición y decidió visitarlo en el ático.

Antes de subir, le preparó un zumo de naranja con unas galletas, como escusa. Al llegar a la puerta, dudo si tocar o no. Puso su oído, y escuchó voces, como de gemidos. Un estremecimiento la sacudió. “Joder está viendo porno”. Dedujo que el joven debía estar visualizando alguna película porno, ya que escuchó voces de mujer. No se lo pensó más y tocó a la puerta.

Y, no le faltaba razón. El joven se encontraba visualizando una peli erótica en su ordenador, sentado tranquilamente, portando únicamente un slip, el cual había apartado, para comenzar a masturbarse viendo las escenas de la peli. Al escuchar que tocaron a la puerta, “casi le da un soponcio”. Inmediatamente paró la visualización de la peli, dejándola en pausa, y se colocó bien el slip. Pensó que podía ser su padre, por lo que colocó unos libros sobre la mesa, para aparentar que estudiaba. Tras ello con voz algo débil: ¿quién es?

-Soy yo Brenda. ¿Puedo pasar? Oyó la voz de su madrastra.

¡Joder, es mi madrastra! Y, yo en esta lid.! Se quedó nuevamente paralizado. Sin embargo, se tranquilizó. No podía decirle que no entrara. Total, aquella mujer ya le había visto desnudo. Por lo que le respondió: pasa…la puerta está abierta.

Brenda, abrió la puerta y accedió al interior. Oh perdona… ¿no sabía que estabas…? Solo venía a traerte un zumo y estas galletas. Le dijo, mientras se acercó hasta donde se hallaba el joven, con la excusa de dejarle la bandeja con el zumo en la mesa. Al acercarse más, se percató que el joven estaba casi desnudo, portando únicamente un slip como única prenda. Se asombró al ver que dicha prenda mostraba un abultamiento considerable. Se excitación fue inmediata. ¡Su hijastro se estaba masturbando, no le quedaba la menor duda! Te lo dejo por aquí. Le contestó con intención de retirarse.

Antes de marcharse, dirigió la mirada hacia la pantalla del ordenador comprobando que estaba girada hacia un lado. Eso la puso sobre alerta. La pantalla estaba colocada para que ella no pudiera verla. ¿Qué estará viendo este pillín? No se lo pensó dos veces, y se detuvo para preguntarle: ¿estas estudiando?

El joven se quedó casi sin habla. Nervioso, sin saber que contestar, observó la falda bastante corta que portaba la misma, donde se podía visualizar las bonitas y contorneadas piernas de su madrastra. Se sintió abrumado. Con voz entrecortada le contesto: si… aprovechando un poco.

La mujer, lo miró fijamente a la cara, y sonriendo, le contestó: ¿estás seguro? ¿Porque has girado la pantalla del ordenador? ¿Para qué no vea lo que estabas visualizando? ¡eres un pillín!

Jairo enrojeció. Se dio cuenta que su madrastra lo había vuelto a pillar. Agachó un poco la cabeza, enrojeciendo. En el fondo era un joven bastante tímido, y la presencia de aquella mujer lo abrumaba.

Brenda, se dio cuenta de que había pillado de nuevo al joven. La cara de abatimiento y sumisión del mismo, más la excitó. Le gustaba ver al joven así, sumiso, abatido, entregado, ante su presencia. Por ello se mostró más osada, preguntándole: ¿puedo ver lo que veías en el ordenador? ¡te prometo que no se lo diré a tu padre.!

-Pero… No se… ¡es algo…!...
intento responder el joven, casi tartamudeando ante la pretensión de la mujer.

-venga. ¡Se lo que estabas viendo! Le contestó ella. Muéstrame la pantalla. ¿estabas viendo una peli porno verdad? Si te digo la verdad, jamás he visto una. “Tengo curiosidad por ver una” le contesto, con agitación la mujer, ante el asombro del joven.

El joven, se sintió acorralado. No esperaba que la mujer de su padre le pidiera ver una peli porno, estando ella presente. Pese a todo, percibió un calambrazo en su pene.

Tras salir de su asombro y aturdimiento, giró la pantalla, y Brenda pudo ratificar que era una escena porno. La pantalla se encontraba detenida, en pausa, pero en ella se identificaba claramente una mujer adulta con un joven, al cual le estaba tocando el pene. El corazón de la mujer se aceleró. Parecía que se le iba a salir el corazón. Era la primera vez que veía una escena de esas características. ¡Los dos actores estaban completamente desnudos!

Para Brenda, era algo nuevo, pero que siempre había tomado como pecaminoso. Volvió a visualizar la imagen que aparecía en la pantalla del ordenador. En ella vio reflejada a un joven y una mujer de edad más madura, completamente desnudos. La mujer parecía estarle haciendo una felación al joven. Tenía el pene del joven en su boca. Se estremeció ante aquella imagen. Pese a sentirse abrumada, reaccionó, y con morbosidad, le pidió al joven que continuara con la visión de la peli. Necesitaba ver en movimiento aquella escena.

-Oh Jairo. ¿Tú ves estas pelis? ¡Pero si están completamente desnudos! ….”Anda dale a la play”….. Jamás había visto algo semejante.

Jairo, viendo que su madrastra pretendía que le mostrara el contenido de la peli, miró hacia la puerta, como preocupado que pudiera aparecer su padre. Brenda se dio cuenta de la preocupación del joven, y le dijo: No te preocupes. ¡Estamos solos!. Tu padre marcho a trabajar y no regresará hasta bien tarde.

El joven, al escuchar a la mujer, se tranquilizó, pese a su presencia. Decidió continuar con el visionado de la peli, pulsando sobre el ratón. En la pantalla del ordenador comenzó a reproducirse de nuevo la peli. Aparecieron los personajes en plena acción. El corazón de la mujer comenzó a latir precipitadamente. Era la primera vez que veía a dos actores porno haciendo sexo. Se percató que, pese a la edad del actor, el joven disponía de un buen pene. Sus ojos se abrieron como platos al comprobar como la mujer introducía gran parte del falo del joven en su boca. Luego, lo hacía salir y entrar, viendo como el joven se estremecía de placer ante ello.

Brenda, no salía de su asombro. Notó como un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Estaba viendo por primera vez una peli porno, y encima, en compañía del hijastro. ¡Era algo inconcebible! No se atrevía a mirar al mismo. En cierto sentido, se sentía avergonzada. Sin embargo, continuó el visionado, con gran atención.

Tras unos momentos más de felación por parte de la mujer, aquella se detuvo. Observó como mantuvo al joven sentado, con su verga enfilada hacia arriba, contemplando la pujanza del falo de aquel joven actor. Luego, la misma se fue situando a horcajadas a ambos lados de las piernas del joven, hasta que su vagina quedó a la altura del pene del joven. Brenda casi se desmaya al ver cómo la mujer, fue descendiendo, gimiendo, mientras se clavaba la totalidad de la daga del joven. Los gemidos de la mujer en la peli, pese a estar en versión original, excito a ambos. Oh Jairo. ¿Ves estas pelis con frecuencia?

-Cuando tengo ganas de masturbarme- le reconoció el joven. Lo dijo aún, con el rostro enrojecido. Pese a ello, mantenía una tremenda excitación.

Brenda, dirigió su mirada hacia la entrepierna del joven, percibiendo la erección, que le pareció sumamente evidente. Resultaba tan manifiesta, que parecía querer salirse del slip. Su primera reacción fue echarse la mano a la boca, exclamando: Oh Jairo… ¡cómo te has puesto! …

La excitación de la mujer era igualmente notoria. Se hallaba sumamente agitada. No solo por la visión de la peli, sino por la tremenda erección del muchacho. Percibió que se estaba acalorando por momentos. Su mirada pasaba de la pantalla del ordenador a la entrepierna del joven. Su intranquilidad era manifiesta, pero también su tremenda excitación. Era consciente de que había mojado claramente su braga.

Mientras visualizaba como la mujer cabalgaba al joven en la peli, de dio cuenta que su hijastro, tremendamente excitado, se echó mano al bulto de su pene. Al joven le dolía su pene ante la erección que portaba dentro del slip. Miró la cara del joven y enrojeció. Volvió su mirada hacia la pantalla. En ese momento, el joven de forma sumamente osada, apartó un poco su slip, haciendo que su pene emergiera mostrando gran parte del mismo fuera de dicha prenda. Su pene sobresalí por encima del slip.

Cuando la mujer volvió la mirada a la entrepierna del joven, exclamó: Oh Jairo, ¿Qué haces?... “se te ha salido fuera” … oh nene tapate eso. ¡Oh Dios mío…!

-Oh lo siento. Es que me duele. ¡Se me ha puesto tan grande que no me cabe dentro!
Exclamó el joven con total desfachatez. Se hallaba tan excitado, que no le importó mostrarse en aquella forma. La realidad es que su pene estaba reventar.

Brenda dudo entre marcharse o quedarse. Era consciente de que estaba cometiendo una locura. No obstante, el cosquilleo en su entrepierna, la morbosidad de la situación, evitó que no pudiera desviar su vista en el falo del joven. Sin mirar al joven a la cara, observó detenidamente el pene de su hijastro. La parecía tan largo y grande como el que poseía el joven de la peli, pero con la diferencia de que, el pene de Jairo, parecía más grueso. Su cuerpo se agitó. Su hijastro, pese a su edad, calzaba una verga bastante superior a la de su padre.

Se detuvo a contemplar nuevamente, extasiada, aquella verga. Observó las gruesas venas que bordeaban el pene a lo largo de su recorrido, desde la base hasta el prepucio. Casi de forma inocente e instantánea, exclamo: ¡Oh nene! ¡que grande la tienes!... ¿No te duele que esté de esa forma? “Parece que se te vaya a reventar.”…. ¿Mira las venas como se te han puesto? Oh Jairo …

Jairo, pese a lo extraño de aquella situación, había comenzado a tomar confianza, y se mostraba más tranquilo. Por ello, morbosamente le contesto: ¡Claro que me duele! Necesito … ya sabe…

Brenda, se quedó sin habla. Enrojeció. No se creía lo que le estaba ocurriendo. Esa agitación se incrementó, al observar, como el joven apartó su slip, abriendo sus piernas, con la clara intención de que la mujer pudiera contemplar completamente sus genitales. Los colores afloraron nuevamente a la cara de la madrastra. Estaba estupefacta mirando el enorme sable de su hijastro. En aquel momento, el pene del joven se mostraba en plenitud, constatando como emergía como un verdadero mástil entre las piernas del muchacho. Oh Jairo. ¿Qué haces ¿¿Por qué te has quitado el slip? oh nene… ¿cómo se te ha puesto?…

Constató, además, los grandes testículos del joven que colgaban majestuosos. La excitación de la mujer subió al máximo. Una sucesión de pensamientos pasó por su cabeza. Debía abandonar la habitación de su hijastro, de inmediato. Aquello era una completa locura.

Pero ¿qué le pasaba? Algo superior a sus fuerzas la retenía. Estaba viendo el sable del joven, y pensó en lo que había hecho la mujer de la peli. Jamás había hecho una felación a su esposo. Siempre había pensado que eso era algo obsceno e incluso irreverente. Pero, allí estaba su hijastro, mostrándole todo su falo. Ni siquiera había visto bien el de su esposo. En ese momento, contemplo el tremendo falo del hijastro. Se percató que el muchacho estaba necesitado de que le descargaran sus testículos. El joven estaba a reventar. Intuyó claramente, que, sin atreverse a preguntárselo, que el joven le estaba solicitando que “le ayudara a descargarlos”.

Brenda, estaba alucinada. Dudó. Visualizó la pantalla, y su excitación aumento por momentos. Tenía ganas de sentir la polla del joven en sus manos. Palpar aquel tremendo sable. Pero, ¡era el hijo de su esposo!

Sentimientos encontrados la envolvieron. Olvidándose de todos sus prejuicios, alargó la mano, y atrapó por vez primera el falo del joven. Un escalofrío recorrido su cuerpo al sentir la dureza de aquel pene. Oh nene… ¿cómo estás?… que dura… exclamó, mientras sopesó las dimensiones del falo. Su mano, no muy grande, casi le costó lograr que abarcara el grosor del tremendo vástago juvenil.

Jairo, sorprendido por la acción inesperada de su madrastra, no dijo ni hizo nada. Se quedó agitado, mientras sentía la mano de su madrastra sobre su pene. Percibió el calor de aquella mano y, le supo a gloria. No esperaba algo semejante. Esa sorpresa aumentó, cuando la mujer, lejos de retirar su mano, comenzó a pasar la misma a lo largo de todo su pene, desde la punta hasta la base. La mujer de su padre le estaba sobando la polla. ¡Era algo alucinante! ¡indescriptible!

Brenda, sin saber cómo, se encontró masajeando el falo de su hijastro. Los movimientos masturbatorios que realizaba al pene del joven, propiciaron que, al instante, terminara por descapullarse. Apareció ante ella, majestuosamente el enorme glande, brillante, con signos de líquido preseminal en la hendidura de la punta. Oh Jairo… joder…¿mira cómo se ha puesto?

Miró a la cara al joven, y le dijo lujuriosamente: “la tienes a punto de reventar.” ¿Antes te estabas pajeando verdad?

Y, al ver que el joven afirmó con la cabeza. Se recompuso, y le volvió decir: ¡Nunca lo he hecho! ¿Te gusta que la mujer de tu padre te toque la polla? Y mirándolo a los ojos añadió: ¿estas deseando que te haga una paja verdad cabronazo? Nunca había utilizado esas palabras, ni había hablado de esa forma. Pero le salía del corazón, y notaba que fluían sin pensarlo mucho.

-Oh si… Brenda. Sigue……. Casi le rogó el joven.

La mujer tremendamente excitada, comenzó a masajear el pene del joven, apreciando las rugosidades aquella pieza. Notaba la dureza de trozo de carne, que parecía puro músculo, firme y fuerte como una roca. Cada vez, se ponía más erecta y más dura. La mujer miraba al joven de vez en cuando, y se concentraba en lo que estaba haciendo. Observó los testículos del joven, y no pudo resistirse a palpar los mismos. Quería comprobar aquellos. La apariencia era que debían encontrarse bien cargados.

Ansiosa, bajo su mano y acarició inicialmente las dos bolas del joven, admirando lo grandes que eran, para un joven de su edad. Luego, las atrapó entre sus manos, comprobando que efectivamente debían tener una buena carga de semen. ¡Joder como esta! ¡Este nene está a punto de reventar!: se dijo para sí! Y, mirándolo, sin dejar de acariciar los testículos, le dijo: ¡Los tienes bien repletos!! ¡Anda nene…! ¿qué esperas para descárgalos?… ¡vamos quiero ver cómo te corres.!

La dulce voz de su madrastra amedrantó al joven. Su propia madrastra lo estaba incitando a que se corriera delante de ella. Su excitación era igual de grande que su erección. Su madrastra le masajeaba con una mano su verga, sin parar de acariciar sus bolas, con la otra. Su corazón igualmente comenzó a palpitar aceleradamente.

Tras unos minutos, ante la energía con la que la mujer comenzó a menear su falo, el joven no pudo más. Agitado comenzó a eyacular. Su semen salió disparado, manchando cuando encontraba a su paso, mientras su verga era sostenida por la mano de la mujer de su padre. Las lechadas mancharon la mesa, libro y algunas zonas del cuerpo de la mujer. Oh siii ooo me vengoooo exclamó con gran estrépito lanzando sus chorros de semen a diestro y siniestro.

Brenda quedó sorprendida al comprobar la potencia con la que el joven hijastro lanzó su semen. Se dio cuenta que había impregnado todo lo que tomo a su alcance. Pero, sobre todo, le impresionó la copiosidad de la eyaculación. Tanto, que, al acabar, miró al joven con cara enrojecida de pasión, diciéndole: vaya. ¡sí que estabas necesitado! ¿Dónde tenías tanta lechita? ¡joder…has manchado todo, incluso a mí.!

No esperó más. Se notaba tan agitada ante lo que acababa de hacer, que a toda prisa se incorporó, con el fin de retirarse y limpiarse. Miró al joven, viendo como su pene pese haberse corrido, permanecía aún con una buena erección. Sin decirle más nada, se marchó de la habitación sin visualizar el resto de la peli. Estaba asombrada de lo que había hecho: ¡le había tocado una paja al hijastro! ¡si su marido llegaba a enterarse sería el fin de su matrimonio!

Tras lavarse y asearse, se dio cuenta que había traspasado una barrera, con consecuencias insospechadas. Era consciente de que, tras lo ocurrido, aquello no iba a terminar así. Pese a sentirse entristecida, y arrepentida por su acción, en el fondo, estaba admirada, recordando la potencia sexual de aquel joven. Aun recordaba en su mano los tremendos latidos del sable del joven. Ese recuerdo le llevó a refugiarse en su dormitorio y masturbarse nuevamente.
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heranlu

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Jairo y su Madrastra Brenda - Capitulo 002

Brenda, quedó tan marcada por lo sucedido, que intentó evitar al joven durante algunos días. Se sentía avergonzada, sucia y pecadora. No había sabido controlarse. Pese a sus promesas de cesar en ello, la continua pasividad de su esposo a la hora de las relaciones sexuales, y, el recuerdo de lo ocurrido con el hijastro, la volvieron a enardecer. Era consciente de que pensar en ello, era pecado. Tampoco quería cometer infidelidad a su esposo. Pero, ansiaba volver a tener el joven cerca, completamente desnudo, poder tocarle sus genitales, ver como emergía de su tranca el espeso y caliente semen. Esos recuerdos la enloquecían.

Jairo, tampoco asimilaba lo que había ocurrido. E igualmente ansiaba que aquellas situaciones volvieran a repetirse. Pero, era sumamente tímido. Tras el distanciamiento de su madrastra, pensó que aquello fue un acto de locura esporádica, y que nunca más volvería a suceder. Tampoco hizo nada por provocar una nueva situación.

Brenda, no podía con su ansiedad. Necesitaba al menos ver al joven, y provocarlo. Eso la enardecía. Tras casi tres semanas de lo ocurrido, una tarde, decidió acudir al sótano, donde se hallaba el muchacho, volviendo a vestir aquel pantalón malla bastante ceñido. El corazón de Jairo saltó en cuanto la vio llegar. Volvió a mirarla, y volvió a pensar: “esta mujer estaba para meterle un buen polvo”. En cierto sentido, le excitaba más aquella mujer, que las propias amigas del instituto. Un nuevo latigazo sintió en sus partes, cuando la mujer se acercó hasta donde se hallaba.

-Hola. Llevaba tiempo sin practicar. ¿Te importa que vuelva a pedirte que me indiques algunos ejercicios?? - le indicó la mujer, mostrándose con aquel cuerpo altanero, y excitante, y hasta sensual.

-Por supuesto Brenda. – le contestó le muchacho bajándose de la bici estática, y acercándose a la misma. Volver a ver a la mujer de su padre, con aquella vestimenta, lo hizo agitarse de nuevo.

El joven, con gran esmero, le comenzó a enseñar unos ejercicios, donde la mujer tenía que agacharse un poco, abriéndose de piernas, e ir bajando las manos, hasta tocar el piso con los dedos. Viendo que le costaba un poco. El joven se colocó detrás de la mujer, y tomando las manos de la misma, le instó a agacharse. Brenda sintió tras de ella el roce del cuerpo del joven. Se agitó. Tenía al hijastro detrás de ella, y le pedía que se agachara. Al llevar las manos hacia abajo, al mismo tiempo con las del joven, ambos cuerpos se pegaron. Un tremendo escalofrío la invadió al sentir el calor del cuerpo del joven pegado a su espalda. Mientras iba descendiendo, su trasero, se fue acercando, al encuentro con la entrepierna del joven. Percibió claramente la dureza del falo del joven, el cual mantenía una erección notable dentro de su corto pantalón.

Repitieron la acción varias veces, sintiendo en todo momento en su trasero, el duro paquete del joven, mientras aquel decía: esto está mejor. ¿Te sientes bien así?

Brenda se estremeció. Le estaría preguntando el joven si se sentía bien con el cuerpo del mismo pegado a ella. Iba a contestarle de otra forma, pero sin embargo, le dijo: Si. Así lo entiendo más. ¿crees que lo hago bien?

-con un poco de práctica, lo harás tu sola.


La mujer se levantó y observó el tremendo bulto que se había formado en el pantalón del joven. Ambos se dieron cuenta. Ella le miró, algo sonrojada y le dijo: Joder Jairo. ¿Has visto cómo se te ha puesto de nuevo? Y, acercándose al joven, no pudo reprimirse, alargando su mano para acariciar por fuera el bulto del joven. Uhm se te ha puesto bien gorda. ¡Te has excitado? ¡eh cabronazo!

El joven evidentemente estaba agitado. No supo responder, y se dejó hacer. La mujer, le miró a la cara, y al ver que no le respondía, y que el joven enrojecía ante su timidez, decidió calentar al joven preguntándole: ¿Cuándo llevas sin correrte?

-Unos cuantos días- le contestó el joven.

-Ya. ¿He visto que ya no te corres en mis bragas usadas.?- añadió.

El joven no le contestó. Eso enceló a la mujer, quien agitada volvió a preguntarle: ¿No me digas que lo que quieres es que la mujer de tu padre te vuelva hacer una paja? Al tiempo que apretó fuertemente su mano, atrapando los genitales del joven. ¿Es eso lo que quieres? ¿quieres que tu madrasta te haga una paja?

Al ver que el joven no le contestaba, viendo la cara del chaval más enrojecida, más se soliviantó. Sin pensárselo dos veces, metió la mano por entre la malla del pantalón, y pese a la estrechez del mismo, logró alcanzar y tomar en su mano los testículos y el pene del joven. Estaban algo sudados por la gimnasia. Uhm cabronazo. ¡Parece que es verdad! “Los tienes repletos de nuevo”.

Sin pensárselo dos veces, tiró de los laterales del pantalón del joven, bajándole el mismo más debajo de las rodillas. Con dicha acción, le bajó igualmente el slip que llevaba. Al instante, quedó ante su vista la tranca del joven. Abrió sus ojos nuevamente, al observar la buena erección del joven. ¿Oh cabronazo como estas?

Brenda, tremendamente excitada ante la erección del muchacho, recordó la escena de la peli. Recordó a la mujer practicándole una felación al joven actor. Miró para todos lados, como temerosa de ser descubierta, y, agachándose ante el joven, acercó el falo a la altura de su cara. La observó. Pensó, “es enorme”. ¿Si mi esposo me viera viendo lo que voy hacer, me mataría?

Luego, m
irando a los ojos, al joven, paso su lengua por el glande del joven, lamiendo toda la cabeza del pene, degustando el sabor del liquido preseminal. Con una mirada de loba en celo, comenzó a bajar, lamiendo el tremendo sable hasta llegar a la base. Volvió a subir con su lengua, repitiendo la acción, hasta alcanzar la punta. Miró de nuevo al joven, y abrió su boca para engullir una buena parte del falo del hijastro.

Oh si… si Brenda. ooo exclamo sorprendido el joven.

Jairo no esperaba aquella acción por parte de la mujer de su padre. Estaba sintiendo el calor de la boca de su madrastra, engullendo una parte de su pene. Comprobó, que, pese a la inexperiencia de la mujer, aquella hacia entrar y salir su falo de su boca con gran agilidad, imitando a la mujer que había visto en la peli.

Brenda, igualmente se notaba excitaba. Mamaba el falo del joven como una experta, comenzando igualmente acariciar con una de sus manos, los hermosos testículos del muchacho. Su agitación se incrementó viendo como la tranca del joven aumentaba de tamaño dentro de su boca. El joven cada vez estaba más envarado. Se quedó sorprendida al comprobar, que su hijastro, le comenzó acariciar la cabeza con su mano, en claro agradecimiento por lo que le estaba haciendo. La mujer se emocionó al ver el cariño que el joven estaba poniendo, acariciando su cabeza y su cara, mientras ella llevaba a cabo la felación. Oh si … así… oh joder… que bueno…oh si sigue…

Jairo se dio cuenta que no podía más. Iba a correrse. Ganas le dieron de correrse en la propia boca de la mujer de su padre, pero no quería que se enfadara. Por ello sacándosela de la boca de la mujer, bruscamente, le dijo: Oh no puedo más me corro… me corro Brenda … oo siiii

Brenda sintió los latigazos del semen del joven, nada más salir de su boca. La potencia del semen lanzado, impregnó su cara y parte de su indumentaria. Miró asombrada al joven, contemplando la cara del mismo, sus gestos, mientras se deslechaba encima de ella. Cuando por fin el joven acabó, se incorporó y le dijo: ¿Te has dado cuenta como me has dejado? ¡Me has impregnado toda con tu semen! ¿Dónde tenías tanta lechita?

El joven le sonrió, mirándola como sumo agrado. Su madrastra le había hecho una felación en toda regla. Aún no salía de su asombro.

-¿Te ha gustado? ¿crees que lo he hecho bien. … ¡casi te corres en mi boca! - le manifestó la mujer mostrando una sonrisa.

-¡Me ha encantado!- exclamó el joven. No podía más…parecías una experta. Y acariciando la cara de la mujer nuevamente con su mano le dijo: Gracias. ¡Eres un sol!

La mujer, volvió a sonreír al joven, dándole un beso cerca de los labios, diciéndole: me tengo que retirar. Necesito asearme. ¡Me has impregnado hasta la ropa de gimnasia! ¡que bárbaro!

Brenda, se tuvo que quitar la ropa para lavarla cuanto antes y evitar que su esposo pudiera detectar las manchas de semen. Luego se duchó. Mientras estaba debajo de la ducha pensó en todo lo ocurrido. Sus manos se acariciaron los senos, y hasta llegó a pasar su mano por su entrepierna. En poco tiempo, se había atrevido a realizar una masturbación y una felación a su propio hijastro. Pero, pese a todo, se había quedado excitada. Ansiaba ser tocada por el joven, que la acariciara.

Terminado el almuerzo, el joven se colocó a su lado y le ayudo a secar la loza, colocándola en su sitio. Brenda quedó alucinada ante el cambio de su hijastro. Tanto, que observó como el mismo preparó la cafetera del café, pidiéndole que se sentara, que él lo serviría. Tomaron el café, de forma sonriente, sintiendo el joven como su madrastra le tocaba en algunos momentos las manos, acariciándolo. Jairo, se levantó de la mesa, y se colocó tras la silla donde se encontraba sentada Brenda. Le puso las manos en los hombros, y comenzó hacerle un masaje. La mujer se agitó al sentir las grandes manos del joven, masajeando sus omoplatos, su cuello, la parte trasera de sus orejas, percibiendo que lo hacía bastante bien. Oh si … ¡vaya no sabía que tenías tan buenas manos! uhm

El joven continuó masajeado el cuello de la mujer, y, en un momento dado, comenzar a descender sus manos, introduciéndolos por la abertura de la blusa. Sus movimientos fueron descendiendo hasta llegar muy cerca de los senos de la mujer. Brenda se comenzó agitar con aquellas caricias. No lo esperaba. Oh si nene. Sigue … me gusta

Jairo se dio cuenta de que era una clara aceptación para que continuara por ese camino. Sus manos bajaron más, hasta acariciar por primera vez los pechos de la mujer por encima del sostén que aquella llevaba. El joven excitado al tener los pechos de la mujer en sus manos, se quedó alucinado comprobando la dureza de aquellos. Eran unos pechos que casi llenaban sus grandes manos. Continuó su masaje, volviendo a subir hasta los hombros, para volver a bajar acariciando nuevamente los pechos de la mujer.

Brenda, notaba el grado de excitación del joven. Uno de sus puntos débiles eran sus senos. Para facilitar la tarea al joven, morbosamente se soltó dos botones de la blusa, con lo cual el joven, al descender con sus manos, pudo visualizar el sostén de color blanco que vestía, tomando entre sus manos los senos, aún sobre la prenda. Igualmente concentró sus dedos en la zona donde se situaban los pezones. Oh Jairo… oh nene…sii que bueno. exclamó la mujer, echando un poco la cabeza hacía atrás, para encontrarse con la mirada del joven.

Jairo se dio cuenta de la cara de excitación de la mujer de su padre. Era una clara invitación a que continuara. Era la primera vez que acariciaba de esa manera a una mujer. No obstante, fue algo más osado, y en su siguiente descenso, sus manos se introdujeron por dentro del sujetador, atrapando por primera vez los senos desnudos de su madrastra. Oh Jairo… que haces… oh… ¿sabes lo que estás haciendo? Oh nene que…

Brenda, notó como caló su braga. ¡Joder mi hijastro me está cogiendo los pechos! Esa acción, la terminó de calentar. Volvió a echar la cabeza hacia atrás para mirar lascivamente al joven. Con esa acción, el joven no solo constató la cara de vicio de su madrastra, sino que pudo visualizar el contorno de los senos.

-te noto bastante estresada. Necesitas que te relaje un poco- le contestó el joven, sin saber que contestarle.

Brenda, no pudo más. Necesitaba sentir las manos del joven tomar sus pechos. Agitada, se retiró la blusa, ante la sorpresa del joven, quedando únicamente con el sostén. Jairo quedó alucinado y embobado. La propia mujer se había retirado la blusa. Su verga, pese haberse corrido en la mañana, estaba de nuevo en pie de guerra. Anda, Jairo., …sueltamente el sostén. No quiero que me lo alargues. Le pidió Brenda, en una clara demostración de entrega.

El joven casi se corre. La propia mujer de su padre, le estaba pidiendo que le soltara la traba del sostén. Ni corto ni perezoso, así lo hizo, logrando retirar la prenda. Ante sus ojos, quedaron unos senos que se le antojaron grandes, firmes, y con los pezones sumamente puntiagudos y erectos. Aquella mujer era una preciosidad. Sin perder tiempo, sus manos se apoderaron de los pechos masajeándolos delicadamente, pasando la yema de los dedos por los pezones, haciendo gemir a la mujer: oh nene… que haces… oo siiii

Jairo estuvo masajeando aquellos pechos con devoción desmedida. Su verga no cabía dentro del corto pantalón que llevaba. Continuó masajeando a la mujer, pero colocándose a un lado de ella, hasta casi quedar de frente a la misma. Brenda lo observó. Sabía lo que iba a ocurrir. El joven, bajó su cabeza hasta situarla a la altura de los pechos de la mujer. Antes de seguir, los examinó: eran aquellos pechos, casi blancos, con unas pequeñas aureolas de color rosáceo, que finalizaban en unos pezones negruzcos. Tan firmes, que le sorprendió. Había visto muchos en las pelis porno, pero los de Brenda eran preciosos.

Con delicadeza, abrió su boca y comenzó a lamer y besuquear el contorno de la mama. Brenda gimió. Ese gemido aumento cuando el joven fue ascendiendo, hasta alcanzar el pezón. Lo metió en su boca, y comenzó a hacerlo vibrar con su lengua. Lo succionó suavemente. Brenda se estremeció aún más: Oh Jairo. oh si mi niño… sigue así… El joven realizó la misma operación con el otro seno. Mientras, saboreaba uno de los pechos, con una de sus manos, masajeaba el otro. Percibió que la mujer comenzó a revolotear sobre su propio cuerpo. Jairo fue consciente de la excitación de su madrastra.

Sin dejar de masajear el pecho, fue subiendo, besando el cuerpo de la mujer hasta llegar al cuello. Ascendió nuevamente hasta lamer el pabellón auricular de la misma, haciéndola gemir, más y más. Se percató que esas caricias enloquecían a la mujer. Se fue acercando su boca, besando la cara hasta situarse a escasos cm de la boca de la mujer. Necesitaba besar a la mujer de su padre. Ardía en deseos de hacerlo. Pero, tuvo miedo a ser rechazado. No obstante, Brenda, ansiaba lo mismo.

Al ver el nerviosismo del joven, fue ella misma la que fue al encuentro de la boca del hijastro. Tras besarse suavemente, sus labios se abrieron haciendo que sus respectivas lenguas se entremezclaran. Los besos fueron ardientes. Brenda gemía, y volvía a besar al joven una y otra vez.

Sus manos tampoco se quedaron quietas. Sin poder contenerse, atrapó el bulto del pantalón del joven. Estaba tan excitada, que se apresuró a bajarle el pantalón corto al chaval, tirando del mismo hacia abajo, saliendo al propio tiempo el slip. Al comprobar la tremenda erección que portaba el joven nuevamente, sus ojos se abrieron como platos. La codicia la inundó. Su mano volvió a tomar la mandarria del joven, masajeándola sin parar. Oh Jairo esta otra vez así… oh nene.

-Oh si Brenda. ¿te gusta como la tengo? ¡Me la has vuelto a poner dura!
Le comentó el joven, sin dejar se besarla, y también de manosear sus pechos.

Jairo, ante la pasión que estaba poniendo la mujer, abrigó la esperanza de penetrar a la mujer de su padre. Era virgen, pero ansiaba desvirgarse. Brenda reunía todos los requisitos como mujer. Era consciente de la abominación que iba a cometer, y tampoco tenía certeza de que ella accediera, pero tenía que intentarlo. Poco a poco fue descendiendo una de sus manos, hasta alcanzar los muslos desnudos de su madrastra.

Brenda se dio cuenta del cambio. Era la primera vez que sentía la mano del joven en sus muslos. Su agitación aumentó. Se percató que el joven quería alcanzar su vagina. Su corazón comenzó a latir precipitadamente. Ella lo ansiaba, pero aquello suponía llegar bastante lejos. No estaba preparada para una penetración. Pese a oponerse inicialmente, el joven forcejeó un poco, y logró introducir su mano bajo la falda, hasta alcanzar con la yema de sus dedos, la braga que llevaba. Oh Jairo… ahí no… o joder…no me toques ahiiii

Pese a las protestas de la mujer, Jairo, continuó pasando la yema de sus dedos suavemente por la parte central, concretamente por donde sabía que se concentraba la raja del coño de su madrastra. Notó la creciente humedad de aquella prenda. Eso lo estimuló más. Oh joder. Mi madrastra tiene la braga mojada. Es evidente que esta cachonda. Percibió como se endureció más su verga. Extremo que también captó la mujer, que no soltaba el pene de su mano.

Tras los primeros escarceos del joven en la entrepierna de la mujer, apartó un poco la prenda, e introdujo sus dedos, palpando con delicadeza los labios vaginales abiertamente. Oh Jairo. ¿qué haces…? Oh nene no sigas por ahí…oh joder … Le miró a los ojos al joven, diciéndole: Oh Jairo… ¡sabes que no debemos! ¡eso no!...

Por toda respuesta, el joven le introdujo unos dedos dentro de su vagina, haciéndola gemir. La mujer agitada, cerró con fuerza sus piernas atrapando la mano del joven entre ellas. Oh noo

Jairo la volvió a besar en la boca, mientras dedeaba los labios vaginales. La mujer comenzó a revolverse sobre sí misma. Era consciente de que aquella situación se le estaba yendo de las manos. El joven, no paró de meter sus dedos en la cueva de la madrastra. Brenda, supo que tenía que detenerlo. Paro en seco, diciendo: Jairo ¡debemos parar!. Esto no está bien…

El joven retiró su mano de la vagina, la miró a la cara y le contesto: ¡Quiero follarte! Lo siento Brenda. Se que no debó pedírtelo. Que eres la mujer de mi padre. Pero, has visto como me tienes. No quiero tocarme más pajas. ¡Quiero hacerlo contigo!

Brenda se quedó alucinada. Su hijastro, que hasta la fecha se había mostrado bastante sumiso, se había destapado. Quería follarla. No es que no lo deseara. Pero, aquella locura se le estaba yendo de las manos. Por otro lado, no estaba protegida. Lo hacía a pelo con su marido, ya que ella deseaba ser madre. Lo miró a los ojos y le contesto:

-Jairo. ¡Ya sé que deseas hacerlo! Pero ..no podemos. Además, “no me cuido”. No tenemos protección. Ya he visto cómo te corres. ¡Podrías dejarme embarazada! ¡compréndelo!

El joven se quedó como paralizado. Estaba ilusionado, y había abrigado la esperanza de desvirgarse esa tarde. Los besuqueos y acciones de su madrastra le habían ilusionado. Pero ahora comprobaba la negativa drástica y firme de aquella.

Brenda le dijo: Si quieres puedo volver a tocar una paja y te corres en mis tetas. He visto que te gustan. Al tiempo que, sin esperar respuesta, alcanzó de nuevo el pene del joven y comenzó a masturbarlo.

El joven no era lo que quería. No obstante, se dio cuenta que no le quedaba otra opción. Mientras la mujer de su padre le masturbaba alcanzó los pechos de la mujer y comenzó a masajearlos. Eso lo excitó lo suficiente, para acabar de nuevo lanzando su semen. Pero esta vez la propia Brenda, acercó el falo del joven para que el semen fuera lanzado sobre sus pechos.

Tras acabar, el joven se retiró marchado rápido a su habitación. Brenda se dio cuenta que el mismo se encontraba desilusionado. Hasta ella misma quedo decepcionada. Pero, no podía permitir que el hijastro la penetrara. Y, menos, sin protección. Por ello, se retiró igualmente a su dormitorio y acabó masturbándose.

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Jairo y su Madrastra Brenda - Capitulo 003


Brenda no quería mantener las distancias otra vez con su hijastro. Por otro lado, pese a conocer que debía evitarlo, sentía que lo necesitaba. Ello le llevó a que, una mañana al pasar por una farmacia se decidió a entrar y estuvo observando los preservativos. No sabía cómo hacerlo. Tenía reparos de preguntar a la dependienta. Una de las dependientas se dio cuenta, y acudió en su ayuda. Sabía que a muchas personas les entraba apuros adquirir preservativos. -Buenos días. ¿Puedo ayudarle?

-Bueno. Estaba viendo. – le dijo bastante nerviosa, y sin saber decirle que quería.

La enfermera se dio cuenta y le dijo: no se preocupe. A todas nos ocurre lo mismo. Hay de varias clases de preservativos, pero lo más importante, tener en cuenta las dimensiones del pene del hombre. También los hay de mejor o peor calidad. Tiene estos que se de buena calidad. ¿Sabe el tamaño?

Brenda se sonrojó. Al final tras dudarle, exclamo: bueno la verdad es que ..es algo grande”.

Entonces tenemos que ir a un XX. Bueno, y si es bastante grande un XXL.
Al ver que Brenda dudó la dependienta le dijo. Bueno los XXL son las más grandes que poseo. Espero que la medida sea suficiente. No se solemos vender muchos de este tamaño.

Brenda se sonrojó ante las palabras de la dependienta. Pero, al final acabó adquiriendo una caja de condones XXL, que metió en el bolso y llevó a su casa, dejándolos ocultos, alejado de la vista de su esposo. Se agitó al saber que llegado el caso podría hacerlo con el joven, peor con protección. Unos días después, comprobó que el joven regresó temprano del instituto, y se mantuvo de nuevo en su habitación. No se lo pensó dos veces, necesitaba volver a estar con el joven. Se notaba bastante caliente y con ganas de marcha. Como excusa, al igual que la otra vez, le preparó un zumo de naranja y unas galletas, y acudió a la habitación del joven. Le toco, y esperó un poco la respuesta del joven. Jairo se había echado de nuevo sobre cama y estaba adormilado.

Brenda observó el cuerpo del joven, que solo tenía puesto el pantalón. No obstante, se decidió y entró diciéndole: ¿Estabas durmiendo? ¡te ha traído un zumo y unas galletas!

-Pasa. Me había dejado dormir
le contestó el joven, quien se alegró de su presencia.

La mujer se acercó hasta la mesa de noche y depositó la bandeja sobre dicho mueble. Luego se sentó al lado del joven al borde de la cama. No sabía cómo empezar. Observó el torso desnudo del cuerpo del joven, y sus miradas se encontraron. Jairo, pese a su timidez había tomado confianza con su madrastra. La miró, y alargando su mano le acarició con suavidad la cara, en clara muestra de cariño.

La mujer se agitó al sentir la mano del joven acariciar su cara. Brenda apreció el sumo cuidado que empleó el joven, que evidenciaba cariño en la expresión de la mirada. Su agitación se incrementó, al sentir la mano juvenil rozar su boca, bordeando el contorno de sus labios. Su excitación le llevó a tomar la mano del joven, y separando el dedo corazón, se lo paso por sus labios mirando seductoramente al joven. Luego hizo algo, impropio de una mujer casada, pero que englobaba una enorme morbosidad. Mirando al joven, fue introduciendo el dedo en su boca, hasta la misma base, para luego comenzar hacerlo entrar y salir. Era una clara provocación al joven.

Jairo interpretó la acción seductora de la madrastra como una incitación. Se acercó a la misma, la atrajo hacia él, tomándola por a la cintura, al tiempo, que acercaba su cara para comenzar a besar el cuello, pabellón auricular, y contornos de la cara, al tiempo que sus manos, bajaron hasta alcanzar los pechos de la mujer por encima de la blusa. Oh nene… ¿Qué vas hacer? ¿oh que atrevido eres?

Pronto el joven, con suavidad, pero de forma firme, la hizo recostar sobre la cama, haciendo que se quedara boca arriba sobre la misma. Luego se colocó al lado de la misma. Fue acariciando la cara de la mujer, besándola varias veces, percibiendo como Brenda abrió su boca para recibirlo ardientemente. Eso le dio alas, para ser más osado. Decidió soltar los botones de la blusa de la mujer hasta retirársela completamente, ante la aquiescencia de aquella. Oh Jairo… ¿qué me quieres hacer?

El joven no le respondió, sino que con gran habilidad logró retirarle igualmente el sostén, dejando a su madrastra desnuda de cintura para arriba. Miró con detención los pechos de la misma, admirando la preciosidad de aquellos senos. Los pezones puntiagudos y desafiantes, lo terminaron de excitar. Se detuvo palpando los mismos, contemplando la firmeza y redondez de estos. No pudo por menos que exclamar: Oh Brenda, ¡que preciosa eres! Uhm ¡tienes unos pechos divinos!

Brenda se excitó, preguntándole: ¿de verdad te gustan?

-Me encantan Brenda.
¡eres preciosa! Le contestó el joven, al tiempo que su boca buscó los pechos desnudos de la mujer, lamiéndolos primeramente con suavidad, para luego introducir los pezones en su boca, succionándolos. Brenda gimió entrecortadamente al sentir la boca del joven en sus senos. Notó como mojo su braga al momento.

Jairo, tras dedicarse durante un tiempo a los senos de la mujer, su mano bajo hasta introducirse por la entrepierna de aquella, levantando un poco la corta falda que llevaba. No fue tan cauto como la otra vez, sino que, con decisión, logró apartar la braguita, para pasar sus dedos, especialmente la yema de estos, por la ranura ya humedecida. Oh … Jairo… ahí no… Oh chico…

Pero esta vez no puso los reparos, ni la oposición de la ocasión anterior. Viendo su aceptación, Jairo decidió actuar de otra forma. Fue descendiendo, lamiendo el vientre de la mujer, para luego situarse entre las piernas de aquella. Brenda no esperaba aquello. Al ver la cara del joven entre sus muslos, exclamando agitada: Oh ¿qué vas hacer? … ¿oh no pretenderás?

Pese a su inexperiencia en el sexo oral, la mujer dedujo al instante que el joven le iba a comer su coño. Algo que siempre había añorado, pero que jamás nadie se lo había hecho. Su esposo era bastante convencional y nunca lo había ni siquiera sugerido. Su corazón comenzó a palpitar aceleradamente. Era un momento alucinante. El hijo de su marido le iba a dar una comida de coño.

Jairo, tampoco había realizado sexo oral, pero añoraba hacerlo. Había visualizado en internet situaciones parecidas. No se lo pensó dos veces. Tiro de la braga de su madrastra, tomándola por los laterales, y se la fue sacando hasta lograr retirarla por las piernas. Brenda pese a su nerviosismo aceptó tal acción. Se dio cuenta que había quedado abierta de piernas, y con toda su vagina mostrándosela al joven. Percibió la cara de admiración y codicia del joven al contemplar su coño.

El joven se quedó unos momentos observando por primera vez, con sumo detenimiento, los contornos de la vagina de la mujer de su padre. Se dio cuenta que pese a ser bastante conservadora, se depilaba adecuadamente. Contempló los labios vaginales, que denotaban cierta lubricación, para atreverse a abrir los mismos con sus dedos. Sus ojos de dilataron al contemplar el interior de la vagina de aquella mujer. Pudo detectar el pequeño hueco que demostraba que no era virgen, pero que aún así le pareció sumamente estrecho. Observó igualmente el clítoris que se difuminaba más arriba. Admirado, acercó su lengua y comenzó a lamer toda la raja de arriba abajo.

La mujer, se estremeció. Su cuerpo se alteró, revolcándose sobre su propio cuerpo, al sentir por vez primera los labios varoniles lamiendo toda su raja. Intentó cerrar las piernas ante el gusto que aquella acción le producía, pero el joven la obligó abrirlas nuevamente, para volver introducir con mayor énfasis toda su lengua alcanzando el interior de la vagina, y especialmente el clítoris.

Oh Jairo… o si…oh ¿que me estás haciendo? ….oh nene…

El joven, pese a su corta edad y falto de experiencia, demostró gran maestría, acreditando que había aprendido bastante de lo que había visualizado en las pelis porno. Esos conocimientos los empleó con toda suerte de detalles, aplicándose con esmero el dar el máximo placer a la mujer.

Y acertó completamente. Brenda, se alteró llena de la más feroz locura, sintiendo como su propio hijastro saboreaba su clítoris, con tal pasión, que una excitación inigualable la invadió. Casi sin pensarlo, de forma casi autómata, se vio tomando la cabeza del joven, tomándolo del cuello, y tirando hacia ella. Jairo pensó que se asfixiaba con la presión ejercida por la mujer, al quedar atrapada entre los muslos de aquella. Tras unos momentos de más relax, continuó saboreando el coño de su madrastra, conocedor de que pronto obtendría su recompensa.

Para Brenda, aquella experiencia no solo era novedosa, sino que la llevó pronto al orgasmo. Se dio cuenta que no podía más. Estaba llegando al éxtasis. Tomó con más decisión la cabeza del joven contra ella, atrapándola contra su entrepierna, al tiempo que comenzó a realizar movimientos circulares con sus caderas, buscando alcanzar el máximo placer y el codiciado orgasmo. No podía más se iba a venir. Se agitó más, al saber que se iba a correr en la propia boca del hijastro. Era una locura, pero, estaba tan salida que no se lo pensó dos veces. Se iba a correr en la boca del hijastro.

oh si… oh.. me vengo ooo

Brenda no se reprimió lo mas mínimo. Comenzó a convulsionarse, agitando todo su cuerpo, mientras alcanzaba un orgasmo intenso y placentero. Se percató que todos sus fluidos manaban por su vagina, y se depositaba en la propia boca y cara de Jairo. Esa sensación más la agitó e intensificó su orgasmo.

Cuando por fin acabó, relajó su cuerpo y la presión sobre la cabeza del joven. Sus piernas de abrieron, y miró lujuriosa la cara del joven, que aún se encontraba entre sus muslos. Observó los restos de sus fluidos en los propios labios del joven. – ¿Jairo? ¿no pensé que conocieras estas cosas? .. pero nene, “me he corrido en tu boca”. ¿es que no te da asco? – le comentó con cierta vergüenza.

-¿Has disfrutado verdad? eso es lo que importa.

Fue entonces, cuando el joven se incorporó, poniéndose de pie ante la mujer. Mirandola, se fue retirando totalmente el pantalón que portaba, bajándose igualmente el slip, mostrándose totalmente desnudo ante su madrastra. Aquella se agitó al contemplar el tremendo cuerpo del hijastro. Lujuriosamente observó el hermoso cuerpo del joven, que se mostraba completamente desnudo. Tras observar los bíceps y la buena musculatura del joven, detuvo su mirada en la entrepierna de éste. Enrojeció de lujuria. La visión de aquel mástil, totalmente erguido, firme y robusto entre las piernas del joven, la llevó a sentir un tremendo cosquilleo en su vagina.

-Jairo. ..¿Te has desnudado.? Oh nene… ¿Cómo estás? Exclamo. Al tiempo que se incorporó en la cama. Necesitaba volver a palpar aquel sable. Lo acarició completamente, comprobando la buena erección del joven, captando igualmente que volvía a tener los testículos bien cargados. Vaya … “los vuelves a tener bien cargados”.

Levantó la mirada, y le dijo al joven: ¡Se que estás deseando meterme esa tremenda tranca en mi coño! No debía acceder. Es una completa locura. Pero…joder .. también te necesito. Sin embargo, esta vez he venido preparada. Extrajo un condón que llevaba oculto, blandiéndolo delante del joven. Necesitamos hacerlo con protección. La dependienta me dijo que eran los mayores. Espero que te sirva- le dijo como dudando.

Jairo se quedó alucinado observando el condón que le mostraba su madrastra. No se lo esperaba. Tampoco los había utilizado nunca, pero al comprobar que eran XXL pensó que no habría problema y que le servirían. Espero impaciente a que Brenda rompiera la funda y extrajera el condón. Una vez lo tuvo en su mano, la mujer tomó el falo del joven, e intentó colocárselo. Aunque parecía inicialmente que había adquirido un preservativo de gran tamaño, la misma se sorprendió al comprobar como tuvo dificultades para poder colocarle el forro dada las dimensiones del pene de su hijastro.

Una vez se lo logró poner, observó el joven con el condón puesto, comprobando que pese haberle entrado, solo cubría la mitad de las dimensiones aquella verga. Exclamo: ¡Oh Jairo! ¡Tendrás que hacerlo con cuidado! ¡Tienes una tranca bastante grande! No se si me cabrá dentro…

Ansiaba ser penetrada, pero también tenía dudas dada las dimensiones del falo del hijastro. Mirando al joven, se fue abriendo de piernas, recostándose en la cama, mostrándole su coño al joven. Era una clara invitación a que la poseyera.

Jairo, nervioso, sabiendo que era su primera vez, se posicionó entre sus piernas de su madrastra. Su tremendo falo blandía erguido entre sus piernas. Pronto alcanzó los labios vaginales. En ese momento, Brenda, temerosa, decidió ser ella la que acercara el falo a su vagina. Tomó el pene y lo pasó por sus labios vaginales para que se embadurnara con sus fluidos. Sabía que, con ello, la penetración sería más fácil. No obstante, dudo. Aquella estaca parecía tan grande que podía romperla.

Jairo que estaba bastante nervioso, no esperó mucho, y sin más, presionó, logrando encajar la cabeza dentro de la vagina. Notó la estrechez de aquella mujer. Era como si el hueco fuera demasiado estrecho. Oh despacio Jairo… despacio…escuchó gemir a la mujer.

Pero, no iba a permitir fallar otra vez. Volvió a presionar, pero con los nervios, y la falta de suavidad del condón, logró introducir una buena parte de su pene, pero produciéndole un gran dolor a la mujer, quien le pidió que parase. Brenda, notó su estrechez y el dolor, diciéndole: espera Jairo. Mejor será que tu te pongas abajo, y sea yo la que intente montarte.

Jairo, pensó que era buena idea. Por ello se colocó boca arriba en la cama, viendo como la mujer se fue posicionando a ambos lados de sus muslos, mientras fue acercando su vagina al encuentro con el falo. Percibió la cara de agitación y temor de su madrastra. Notaba como aquella miraba con pavor su cipote. Quedó admirado viendo como Brenda, tomó valor y comenzó a descender, clavarse una buena parte del falo. Notó el dolor en el rostro de la mujer, pero observó que no por ello ceso en su intento. Volvió a intentarlo. Notaba una fuerte presión en su falo al paso por las paredes vaginales. Su pene era demasiado grande. Instintivamente, tuvo la feliz idea de alcanzar los pechos de la mujer, los cuales comenzó acariciar con sus manos. Eso excitó más a Brenda, viendo que casi sin pensarlo, se fue dejando caer hasta que su vagina se tragó completamente el pen del joven. Oh..que dolor… joder me abres Jairo…. Oooo

La mujer echó su cuerpo, recostándose encima del joven, en un intento de soportar mejor el dolor inicial de aquella penetración. Se sentía rota, llena, ensartada. Aquel pene llenaba completamente su vagina. Resopló varias veces. Tomó aire. … Espero durante unos momentos, hasta que las paredes vaginales se fueron dilatando.

Se percató que tenía dentro de su vagina la totalidad del cipote del joven. Fue entonces cuando decidió llevar a cabo los movimientos de subida y bajada. Notó la magnitud de aquel pene. ¡Aquel falo le llenaba todo el coño! A medida que subía y bajaba comenzó a sentir las rugosidades de las venas del falo, pese al condón. Nada que ver con el pene de su esposo. Ayudado por las caricias que el joven propinaba a sus pechos, pronto comenzó a sentirse mejor. El dolor había desaparecido. Comenzó a disfrutar de la cogida. Notaba cierta molestia al follar con condón, pero la tremenda dureza de aquel falo la enloquecía.

-Oh nene … por fin me la has metido. Me llenas… Y mirándolo fijamente, con mirada lujuriosa añadió: “me tienes toda a atravesada”.

-Oh Brenda… uf “que buena estás”. Oh sigue así… cabálgame….
Exclamó el joven, agitado, sin creerse lo que le estaba ocurriendo.

Brenda comenzó a cabalgar el joven, realizando los movimientos de sube y baja imitando a las autenticas amazonas. Sentía como la barrena del joven entraba y salía de su vagina en cada movimiento. Era un placer inenarrable. Mientras cabalgaba al joven, le miraba con cara de lujuria. Como una autentica loba en celo. Sabía que ese placer pronto le llevaría alcanzar el segundo orgasmo de la mañana. Pero esta vez, con la polla del hijastro llenando su coño. Se iba a correr.

Mientras aceleraba sus cabalgadas, miró al joven y le dijo: Joder Jairo… ¡eres un cabronazo! Tanto has insistido que al final, “te estas follando a la mujer de tu padre”. ¿Querías follarme? ¿verdad? ¿querías tenerme de esta forma?

-No sabes cuanto Brenda. ¡Necesitaba clavarte mi polla! exclamó el joven, mientras ayudaba a la mujer con sus movimientos Uf… que buena hembra eres. No pensé que estuvieras tan buena.

Esas palabras del joven encelaron a la mujer, que le contestó: Ya veo nene. ¡Me follas de maravilla!

Jairo percibió que la mujer estaba pronto a venirse. Por ello, la incitó diciéndole: Vamos … ¡sé que necesita correrte! ... ¡córrete con mi polla dentro!

-Oh si cabronazo…ya me viene. oo joder me voy a venir ..siii
exclamó aumentado al ritmo de sus cabalgadas, estrujando cuanto pudo el sable del joven en cada bajada.

Brenda, comenzó a gemir, gritar, vociferar mientras saltaba sobre la verga del joven, clavándosela hasta la empuñadura una y otra vez. Luego se la desclavaba para volver a clavársela de nuevo. Repetía la acción una y otra vez. Hasta que por fin le llegó el clímax. Se quedó quieta, sentada con toda la estaca dentro del coño, retorciendo su cuerpo, realizando movimientos giratorios de las caderas, para acabar viniéndose en un orgasmo intenso y placentero.

El joven la dejó acabar, sintiendo como descendía por su verga los fluidos de la mujer, mojando todos sus testículos. Lo que le demostró que su madrastra había tenido un orgasmo bestial. Una vez, que comprobó que aquella se recuperó, la tomó, colocándola en la cama boca arriba, y casi al mismo tiempo, le endosó nuevamente la totalidad de su falo. Esta vez su verga entró sin muchas complicaciones, dada la lubricación de la mujer. En esa posición comenzó a perforar el coño de Brenda, metiendo su pene hasta la empuñadura, para volver a sacarlo casi en su totalidad, y repetir de nuevo la acción. Las contracciones que le produjeron a la mujer con dicha penetración la llevaron alcanzar un nuevo orgasmo.

Esta vez, Jairo no esperó a que la mujer se recuperara, sino que la siguió bombeando, cada vez con mayor intensidad, viendo que estaba pronto a su venida. Necesitaba correrse, lo ansiaba. Brenda captó dicha necesidad y le dijo: -¿quieres correrte?. Hazlo nene… vamos descarga… “lléname con tu leche”- . Evidentemente sabía que el condón la iba a proteger, por lo que no tuvo inconveniente en provocar e incitar al joven para que descargara.

Oh sii me vengo ooooo Jairo, al instante comenzó a venirse dentro del condón, lazando todo el semen dentro de aquel estrecho receptáculo.

Cuando por fin acabó, al extraer su verga, observó la gran cantidad de semen que había quedado depositado en el citado forro. Era la primera corrida dentro de una mujer. Se mostraba emocionado, aunque hubiera sido de aquella manera.

Brenda, se sentía igualmente satisfecha. Se había corrido en varias ocasiones, y había tenido unos orgasmos muy placenteros. Miró al joven y le preguntó: ¿Qué tal te sientes? ¿Lo has disfrutado?

El joven se acercó y la besó en la boca diciendo: ha sido maravilloso. Y mirándola a la cara le dice: ¡ha sido mi primera vez!

-¿Lo dices en serio Jairo?. ¿No me engañas? ¿Es tu primera vez?
le preguntó Brenda, excitada con esa noticia. La forma en que el joven la había penetrado, daba la impresión de haber tenido muchas experiencias anteriores. Por ello, se quedó más agitada y emocionada.

-Créetelo. Nunca había estado con nadie. Me has desvirgado. Has sido la primera.

Brenda lo volvió a besar. Y, tras dejar el condón en la papelera, volvieron a la cama, donde se quedaron abrazados, hablando, largo y tendido, durante más de una hora. Como era la hora del almuerzo, la mujer se levantó para marcharse. Antes de retirarse, el miró, diciéndole: - Aun tengo un par de condones guardados. Y, apretando los testículos del joven, le dijo: “te voy a dejar seco”. Luego sonriente se marchó de la habitación.
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heranlu

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Jairo y su Madrastra Brenda - Capitulo 004

Tras haber conseguido copular con su joven hijastro, Brenda no tuvo reparo en buscar al joven durante los días siguientes, realizando el amor hasta en dos ocasiones en el mismo día. Esos encuentros se fueron haciendo más frecuentes, a espaldas de Benicio.

Se acostumbraron a verse completamente desnudos, y a ver juntos pelis eróticas, que luego les servían para poner en práctica algunas posturas. Sin embargo, el joven ansiaba poder follar a su madrastra sin condón. Quería sentir como entraba su pene en la vagina de la mujer sin impedimento ni forro de clase alguna. Brenda se negaba en todo momento, alegando que era peligroso.

Cierto día, visualizando una de las pelis, observaron como una pareja practicaba sexo anal. Brenda, se agitó al contemplar la escena. Ver como el pene del hombre invadía el ano de la mujer la dejó sin respiración. Miró al joven, que ya se mantenía con su falo al descubierto, y le dijo: ¿no estarás pensando en hacerme lo mismo? Ni lo sueñes. Me parece una aberración. Luego, añadió: además, tienen un pene bastante grande. ¡Me reventarías!!

El joven le contestó sonriendo: Uf Brenda. Tienes un culito de maravilla. Me encantaría clavarte por ahí. Seguro que los disfrutarías.

La mujer lo miro sonrojada, diciéndole: Ya. ¡eso quisieras tú! Pero, sabes que eso nunca lo conseguirás de mí. Eso tiene que doler mucho.

Si no lo has intentado, ¿Cómo sabes que te dolería?
Le contestó el joven, que demostraba un interés especial en clavarla a la mujer de su padre por ese orificio.

Continuaron visualizando la peli, observando como el hombre lograba penetrar la totalidad de su pene en el culito de la mujer. El joven volvió a la carga diciéndole: Además, podemos hacerlo sin condón. Así no tienes problemas de poder quedar embarazada.

Brenda, le siguió pareciendo una aberración, y con disculpas sobre el hecho de que debía producirle mucho dolor, por lo que se negó sistemáticamente. No obstante, siguieron cogiendo, utilizando los preservativos.

La mujer hacia el amor con el padre de Jairo, pero lo hacía más por complacer a Benicio, que por su propia satisfacción. Nunca quedaba satisfecha. Percibía la diferencia de tamaño del pene con respecto al del hijo, y sobre todo, la ganas y poderío que empleaba Jairo, que la satisfacía plenamente.

Sin embargo, el joven tenía tantas ganas de follar a pelo a su madrastra, que se comenzó hacer el remolón, llegando tarde a la casa, y buscando cualquier justificación. Ese agitó a la mujer. Era consciente que su hijastro estaba enfadado, pero no podía acceder a yacer con el mismo sin condón. Ese distanciamiento la puso bastante contrariada.

Por esas mismas fechas, la familia fue invitada a una boda de un familiar, la cual se iba a celebrar en otra ciudad. Al constatar el calendario, Jairo les manifestó que no podía acudir, ya que jugaba un campeonato de baloncesto que se iba a celebrar en Sevilla. Le habían indicado que iba a estar fuera casi dos semanas. Miraron las fechas, y se dieron cuenta que el joven no iba a llegar a tiempo.

Llegado el momento, Jairo marchó con el equipo. Llevaban casi dos semanas sin volver a yacer juntos. El enfado de la mujer antes de marcharse resultó notorio, ya que ni fue a despedirlo a la puerta. Jairo era igualmente bastante orgulloso, y quería someter a su madrastra. Quería follarla sin condón. Por eso, se resistió con la esperanza de que aquella cediera. De esta forma, acudió con su equipo de baloncesto a aquella liguilla, que duró casi las dos semanas como estaba previsto.

Casi al final, el joven se percató de que el último partido estaba programado para una hora determinada en la mañana. En el fondo ansiaba estar de nuevo al lado de su madrastra. Su excitación, le llevó a buscar conexiones en internet, y comprobó que tomando el Ave desde Sevilla podía llegar a la ciudad a tiempo para la celebración de la boda. Llamó a su padre, y le pidió que le llevaran una ropa adecuada para acudir a la boda, ya que no sabía si iba a llegar a tiempo. Tanto Brenda como Benicio habían descartado que el joven pudiera acudir.

El joven, hizo todo lo posible, no acudiendo a la fiesta final que se celebró por haber conseguido una excelente clasificación. Todo ello, con la finalidad de llegar a tiempo a la boda y estar cerca de Brenda. Pese a pasar un calvario de conexiones entre el tren y autobús, contra todo pronóstico, llegó a la ciudad justo a tiempo para ducharse, cambiarse de ropa y marchar con ellos a la ceremonia.

El padre había buscado alojamiento en un hotel muy cercano al lugar donde se iba a celebrar el banquete. Brenda y su marido habían ocupado una habitación de matrimonio, y dejaron reservada una individual por si acudía su hijo, aunque era poco probable. Ambas habitaciones se ubicaban en el mismo piso, y muy cercanas.

Brenda y Benicio ya se encontraban vestidos cuando el joven llegó. Jairo observó a su padre y a Brenda en el holl del hotel y, su cuerpo se agitó admirando a Brenda. Ese día la mujer vistió para la ocasión, un traje de gala de una sola costura, color granate, con una amplia abertura en un lateral, habiéndose peinado y maquillado adecuadamente. El joven se quedó agitado al contemplar aquella mujer. Llevaba más de un mes sin tener contacto con ella, por lo que se dio cuenta como su vástago se increpó dentro de su pantalón ante la visión del cuerpo de su madrastra. Tuvo que reprimirse ante la cercanía de su padre.

-Oh que bien Jairo. Has podido llegar. ¿Pensamos que ya no llegabas? - se apresuró a decirle Brenda al ver al joven. La mujer se agitó igualmente al contemplar al joven. Ansiaba verlo tanto como el joven a ella.

-Me ha costado, pero, “al fin he llegado. Y dirigiéndose a su padre le pregunto: ¿Me llegasteis a traer el traje para poder ir a la ceremonia?

-Claro hijo. Esta en nuestro dormitorio. Pero tienes que apresurarte, o no llegaremos a tiempo.
Le comentó el padre mirado su reloj, preocupado por la hora.

-Benicio, espera un momento, subo y le busco el traje. Ve arreglando tú el tema de la habitación de tu hijo, mientras- le dijo Brenda a su marido.

Ambos nerviosos, sin apenas decirse mucho, subieron a la habitación. Nada más entrar, el joven no puso contenerse y abrazó a Brenda diciéndole: Uhm, te he hecho mucho de menos. Luego, observó cómo iba vestida y le dijo: Esta preciosa. Seguro que será una de las estrellas de la fiesta.

-Anda vístete rápido o no llegamos. Le comentó a la mujer agitada.

El joven se cambió de ropa quedando nuevamente en pelotas mientras entraba al baño a ducharse. Al ver desnudo a su hijastro, la mujer notó como mojo su tanga. Su excitación era tremenda. Si por ella fuera, quería entrar con el mismo al baño y pedirle que la clavara allí mismo. Pero, le esperaba su esposo. No le quedó otra que contenerse.

Cuando el joven salió, Brenda le ayudó a colocarse igualmente el traje. Cuando acabó, la mujer constató que su hijastro, vestido con aquel traje, parecía un auténtico galán. Mirándolo lascivamente le dijo: “Me voy a poner celosa esta noche viéndote”. ¿Seguro que más de una jovencita querrá tenerte?

Riendo, regresaron al holl. Benicio, le comentó a Jairo tenía que pasar a entregar sus datos para registrar la habitación, pero que mejor lo hiciera al regreso, ya que no había tiempo, o llegaban tarde. Los tres marcharon inmediatamente en un taxi al lugar de la celebración.

Tras la celebración, fueron al salón donde se iba a desarrollar el banquete nupcial. Los tres ocuparon la misma mesa. Brenda se sentó entre ambos hombres, quedando ella en el centro. Junto a ellos, compartieron mesa con otros invitados, concretamente algunos conocidos de Benicio.

Dado que Benicio entabló conversación con sus antiguos amigos, Brenda tuvo más tiempo para conversar con su hijastro. Hablaron de su participación en el campeonato, y de las vicisitudes que tuvo que sortear para llegar a tiempo. La mujer trataba de no intimar demasiado con el joven para evitar sospechas. Pero Jairo estaba con una empalmadura manifiesta teniendo cerca a su madrastra. En cuanto Jairo tuvo ocasión, le dijo al oído: Uhm mamita. ¡Esta noche estas que te sales! Y acercándose más al pabellón auditivo de la mujer añadió: ¡No te vas a escapar de una buena follada! ¡Llevo días ansiando tenerte!

Brenda se estremeció ante la pretensión de su hijastro, e intentó apartar la mano, cuando aquel le tocó uno de sus muslos bajo la mesa. Enrojeció, ante la posibilidad de que alguien los hubiera escuchado. Se dio cuenta que el hijastro era capaz de intentar copular con la misma, pese a la presencia cercana de su padre. Una tremenda agitación la invadió. ¡Joder con el hijastro! Sabía que había realizado todas aquellas conexiones por verla cuanto antes. Por otro lado, era consciente que aquel quería tomarla sin protección alguna. Ya conocía su enfado por este motivo.

Al ver la insistencia del joven, nerviosa, le contestó: ¿estás loco? ¿No podemos permitir que tu padre pueda sospechar de lo nuestro?

-Ya buscaremos la forma. Pero “seguro que te clavaré”-
la afirmó tajantemente el joven, sonriendo, acercándose nuevamente al oído de su madrastra. Es más, volvió a la carga y le dijo nuevamente al oído “tengo los testículos llenos, quiero llenarte el coñito”. Casi vierte el vaso del refresco que tenía en las manos al escuchar al joven. Al escuchar que quería correrse dentro, casi le da algo.

Los que los veían pensaron que le estaba diciendo alguna cosa graciosa, ya que la mujer reaccionó a tiempo y le sonrió forzadamente al joven.

La mujer, a partir de ese momento, quedó preocupada con las palabras de su hijastro. Era consciente de que el joven lo iba a intentar. Su preocupación se incrementó, no solo por la cercanía y presencia de su esposo, sino porque, además, recordó que no había traído ningún condón. Nunca pensó que el joven pudiera llegar a tiempo de la boda. Y, por otro lado, tampoco se atrevió a meter un preservativo en su maleta o bolso, ya que podía ser descubierta por su marido. En ningún momento pensó en yacer con su hijastro estando cerca su padre, y menos hacerlo sin protección.

Pero, la mayor preocupación de Brenda venía, al ser consciente de que esa noche se notaba sumamente caliente. Antes de salir de la casa, se había notado agitada y excitada. Había mirado el almanaque y dedujo que podía estar en sus días fértiles. Notaba que su excitación era manifiesta, por lo que sospechó que posiblemente pudiera estar ovulando. ¡Otra nueva complicación, y mayor motivo, para negarse a la pretensión del joven hijastro!

Sin embargo, Jairo, había perdido su timidez con respecto a su madrastra. Llevaba casi un mes sin estar con la misma, y necesitaba clavarla como fuera. Había visto cómo iba vestida, y ansiaba poseerla nuevamente. Durante el campeonato, apenas tuvo tiempo para masturbarse, por lo que tenía sus testículos a reventar. Para favorecer sus propósitos, observó como su padre había entrado en plena conversación con los otros hombres de la mesa, a los cuales conocía de hacía tiempo. Estos demostraron ser adictos a la bebida, ya que no paraban de llenar la copa, y lo mismo hacían con su padre. Benicio no solía tomar mucho. Pero la presencia de sus amigos, y el hecho de que fueron aquellos los que le llenaban la copa, le llevó a ingerir más alcohol del que podía soportar.

Brenda se percató de este extremo, e intentó disuadir a su esposo para que fuera más comedido con la bebida. Pero, Benicio se sentía tan a gusto con aquellos hombres, que no paro de beber. En un momento dado, con varias copas de más, le contestó a la mujer: Brenda. Un día es un día. Total, no tengo que conducir.

Cuando comenzó el baile, se dio cuenta que Benicio no estaba por la labor. Es más, comprobó que ya tenía dificultades para hablar y levantarse. El mismo la miró y le dijo: anda cariño. Mejor baila con Jairo. Él es mejor bailarín.

Brenda se estremeció. No obstante, se negó categóricamente. No quería aparentar ante los demás tener tanta intimidad con su hijastro. Jairo volvió a insistir, pero la mujer se volvió a negar. El joven la miró retadoramente. Se sintió contrariado. No solo había hecho un verdadero calvario de conexiones para llegar a tiempo y estar con ella, sino que ahora se negaba a bailar con él. No se contuvo, y sumamente enfadado, se incorporó y de acercó a una mesa, donde había ojeado a una joven preciosa, rubia, de casi su misma edad. La mujer miró nerviosa como la joven accedió gustosa y salió a la pista y comenzaron a bailar. Hacían una pareja excelente. Sus celos aumentaron cuando escuchó a las otras mujeres de su mesa: tu hijastro es un verdadero galán. Y, esa joven es muy elegante. Hacen una pareja perfecta.

Pese a que ella tuvo que aceptar dicha apreciación, su rabia interior aumento. Se encontraba sumamente enfadada. Los celos hicieron acto de presencia. Brenda mataba con la mirada a la joven que le estaba arrebatando a su hijastro. Al ver que continuaron bailando sin parar, y además de forma bastante acaramelada, sus celos aumentaron. Su estado de nervios se incrementó cuando observó como su marido, que no había dejado de beber, ya no daba más de sí. Se había quedado apalancado sobre la mesa. Estaba ko. Los amigos habían solicitado unas copas de champan y eso acabó con la sobriedad de Benicio. Una rabia interna la inundó, no solo por el estado de su marido, sino también por no haber aceptado la invitación del hijastro para bailar. Observó la mirada que el joven le echaba de vez en cuando, y eso aumentaba su rabia interna.

Al ver que su marido no levantaba la cabeza de la mesa entró en auténtica vergüenza. Tenía que marcharse al hotel. Su marido estaba dando un espectáculo lamentable. Nunca había visto a su esposo tan ebrio. Miraba al hijastro, y lo veía tan acaramelado con aquella joven, que una rabia interna la inundó. Sin poder contenerse, se acercó hasta donde bailaban los jóvenes, y dirigiéndose a Jairo le dijo: ¿No has visto a tu padre? Tenemos que marcharnos. Ha bebido tanto, que no se mantiene en la mesa.

Jairo se dio cuenta de que Brenda tenía un enfado mayúsculo. Lo apreciaba en su rostro. Pero también, él estaba enfadado con ella por su negativa. Por otro lado, la joven con la que bailaba era bastante bonita y le agradaba su compañía. Por lo que le dijo: Brenda. ¿No podéis marcharos vosotros? Yo iré más tarde.

La mujer lo miro casi alterada, y casi sin contenerse, le increpó: ¿No pretenderás que cargue sola con tu padre? No se mantiene en pie. Yo sola no puede meterlo en el taxi.

En el fondo el joven lo comprendió, pero estaba furioso contra su madrastra. Sabía que aquella igualmente se encontraba celosa y enfadada. No tuvo más remedio que disculparse ante la joven, no obstante solicitarle su número de teléfono. Luego, marchó hacia la mesa junto a su madrastra.

Cuando el joven llego ante su padre, quedó preocupado por su ancestro: realmente estaba muy ebrio. No solo no articulaba palabra, sino que parecía haber entrado en un profundo sueño. Su estado de ebriedad era más grave de lo que pensaba.

Entre ambos, lograron sacarlo de la sala y tomaron un taxi, dirigiéndose al hotel. Brenda miraba hacia su hijastro, y notaba una rabia interna que la carcomía. No obstante, no se dijeron nada. Al llegar al hotel, directamente fueron al ascensor y subieron a la habitación. Una vez dentro, le retiraron a Benicio el traje que llevaba y lo dejaron únicamente con el calzoncillo que llevaba puesto. El hombre recostado sobre la cama, en un profundo sueño, constatando Jairo que no respondía a ninguna de sus preguntas.

Brenda por su parte de mantenía agitada. Tenía a su esposo profundamente dormido en la cama, y allí estaba su hijastro, que la miraba fijamente. Jairo, tenía unas ganas enormes de tomar aquella mujer y follarla allí mismo, al lado de su padre, pero su ego, y su enfado contra la mujer le llevó a calmarse. Tomo una de las llaves de la habitación y le dijo: tengo que bajar a la recepción para firmar y coger la llave de mi habitación.

La mujer se quedó en la habitación pensativa, mientras su hijastro bajaba a la recepción. Se fue cambiando de ropa, hasta quedarse únicamente con un camisón de dormir que había traído para la ocasión, colocándose debajo únicamente una tanga. Ni siquiera se colocó el sostén. En el fondo quería seducir de nuevo al hijastro. Se observó en el espejo, y se dio cuenta que estaba sumamente provocativa. Esperó a que el joven volviera por la habitación a recoger su equipaje. Al rato lo vio regresar, quien tomó la maleta y se dispuso a marcharse.

Brenda se dio cuenta que el joven estaba ofendido por lo ocurrido en la boda. Ni siquiera le comentó nada. Sin embargo, observó la entrepierna del mismo, y se dio cuenta que, pese a todo, su hijastro tenía una erección, seguramente al verla con aquella comisión. Nerviosa, se incorporó y le dijo: ¿Te marchas? ¿Y si tu padre se pene peor? Nunca lo he visto de esta forma.

El joven la miró a la cara. Sabía que aquella mujer quería que se quedara con ella. Que le hiciera compañía. Pero estaba dolido con la misma. Por ello, le dijo: estaré al lado, en la habitación 307. Si ocurre algo me llamas, y cerrando la puerta y marchó.

La mujer se quedó como abatida en la cama. Sabía que era lo mejor, dado su estado. Pero eso no evitaba su enfado, y su malestar ante el hecho de que el joven la evitaba. Su calentura era extrema. Era consciente de que no iba a poder dormir. Miró el amplio espejo de la habitación, y sin poder contenerse comenzó a tocarse. ¡Necesitaba un polvo! Su marido estaba ko, y su hijastro se hallaba en otra habitación sumamente enfadada con ella.

Por su cabeza cruzó el pensamiento de acudir a la habitación del joven y pedirle que la follara. Que le clavara su polla hasta el mismo fondo. Pero, desistió. Era una locura. Pero, al recordar al joven bailando con aquella joven, lo acaramelados que estaban, su rabia aumentó. Se encontraba alterada, enloquecida.

Jairo por otro lado, tampoco podía dormir. Pese a su enfado con su madrastra, ansiaba volver a tenerla. Había venido hasta esa ciudad con la finalidad de poder estar con la misma, pese a la presencia de su padre. Notó su enorme erección, y se decidió acudir de nuevo a la habitación de su padre. Estaba decidido a tomar aquella mujer, aunque fuera a la fuerza. Se colocó una bata de levantar que encontró en el armario de la habitación, y debajo únicamente un slip, y marcho a la habitación de su padre.

Toco suavemente en la puerta. Espero, y al poco tiempo, le abrió Brenda. Aquella se encontraba despierta, y el joven notó el brillo en los ojos de la mujer al verlo. Aún conservaba únicamente el camisón.

Brenda le permitió el paso, notando como su corazón comento a palpitar aceleradamente al tener nuevamente cerca al joven. Ya dentro, aquel le pregunto: ¿Cómo sigue mi padre?

-Ya los ves. Está dormido en un sueño profundo. No para de roncar. ¡Nunca lo había visto de esta manera!
Le contestó.

Jairo tras comprobar el dormir de su padre, dirigió su mirada hacia el cuerpo de la mujer, contemplando aquel camisón tan sugerente, donde podía vislumbrarse que debajo únicamente llevaba una minúscula tanguita. Sin poder evitarlo, notó como emergió su vástago bajo la bata que vestía. Le preguntó entonces a la mujer: ¿Y tú como estas?

Esa pregunta agitó a la mujer. Era algo que no esperaba. Que su hijastro se preocupara por ella, pese a su enfado. Miro a la cara al joven, observando el joven el rostro inequívoco de una mujer en celo. Interpretó claramente aquella mirada. Sin más preámbulo, se acercó a ella, a atrajo hasta él, besándola ardientemente en los labios. Sus besos se prodigaron por su cara, cuello, etc.., al tiempo que sus manos alcanzaron los pechos desnudos, solo cubiertos por la suave tela del camisón. Brenda estaba tan ardiente, que respondió aceptando aquellas caricias del joven. Sin embargo, lo detuvo mirando hacia su esposo que yacía durmiendo en la cama.

El joven, captó dicha mirada. Sin embargo, la tomó de la mano y la llevó al otro lado de la cama. La cama estaba compuesta por una cama matrimonial bastante amplia. Oh Jairo aquí no. ¿estás loco? Le respondió aquella al ver las intenciones del joven.

Pero Jairo lejos de escucharla, se limitó a retirar su bata quedando solo con el slip ante la mujer. Brenda, que se había sentado al borde de la cama, observó el cuerpo del joven. Su agitación aumento, cuando aquel procedió a retirarse el slip, mostrándose desnudo ante ella, con su tremendo vástago al aire, que portaba una erección trepidante. Brenda no pudo evitar una enorme agitación al ver la erección del hijastro. Miró hacia su marido, y no pudo resistirse a tomar aquel falo en su mano. No dijo palabra alguna, temerosa de ser oída por su esposo. Mirando a la cara al joven, abrió su boquita y engulló una buena parte del pene, comenzando hacerle una felación como en anteriores ocasiones. Había adquirido bastante experiencia, por lo que pronto puso el pene del joven como un misil, rígido y duro.

Jairo se dio cuenta que su madrastra pretendía hacerlo correr. Pero, el no se iba a conformar con el sexo oral. Él quería penetrarla. Por ello, le retiró su falo de la boca, al tiempo que sin más prologo, le quitó el camisón dejándola solo con su pequeña tanga. Se excitó ante la visión de su madrastra en cueros, con aquellos pechos, firmes y desafiantes. No tardó mucho de devorarlos con sus manos y su boca, lamiendo y succionando los pezones de la mujer sin parar. Brenda gemía entrecortadamente, intentando hacer el menor ruido posible. Percibía su extrema excitación. La succión de sus pezones por parte de su hijastro, la enardeció. Se notaba tremendamente caliente. Sabía que debía estar ovulando. No tenía condones, y era consciente de que el joven la iba a querer penetrar.

Y, ¡estaba en lo cierto! Jairo, recostó pronto a la mujer sobre la cama, al tiempo que tomó las braguitas de la misma, intentando retirarsela, pese a la oposición de la mujer. Aquella le hizo gestos con la mano de que no podían hacerlo, pero el joven estaba obcecado. No atendía a razones. ¡Quería clavar a su madrastra! Oh no. por favor..no podemos..ooo exclamo suavemente, viendo como el joven lograba por fin retirar sus bragas, dejándola completamente desnuda sobre la cama.

Al instante, el joven se arrodillo llevando sus rodillas al piso, y, acercando su cara al coño de la mujer, comenzó a lamer su concha, con tal énfasis y dedicación, que Brenda no pudo oponerse. El hijastro se empleó de tal forma, que la mujer pronto se percató de que estaba a punto alcanzar el orgasmo. Iba a correrse en la boca del joven, como en otras ocasiones. Lo necesitaba. Pero, esta vez se vio sorprendida. El joven desistió y se incorporó, para introducirse entre las piernas de la madrastra. Brenda se dio cuenta que la iba a penetrar.

-No .. “no estoy protegida”. Tampoco tenemos condones… oh no puedes. ooo pero el joven, no le hizo caso. Siguió en su empeño. La mujer, se alteró ante la actitud del joven, revolviéndose con autentico enfado e intentó zafarse. Tratando de evitarlo, se giró en la cama, terminando por colocarse de lado, dando la espalda al joven. Brenda confió que de esa forma el joven cesara en su actitud.

Pero, Jairo estaba decidido esa noche a poseer aquella mujer, y además sin condón. Al ver que se había colocado en la cama de lado, y que había encogido las piernas como formando un ovillo, se subió a la cama, recostándose detrás de la misma. La abrazó tomándola desde atrás, logrando alcanzar los pechos de su madrastra, pese a la oposición de aquella. Brenda quedó nuevamente petrificada. Su hijastro no iba a ceder.

Y así era. Jairo, al ver la oposición de su madrastra, y recordando lo ocurrido en el banquete nupcial, decidió tomar a la mujer, aunque fuera con su oposición. Se acercó al oído de la misma y le susurró: Mamita, no te resistas. “te voy a clavar de una forma u otra”. Esta noche vas a recibir toda mi polla, y esta vez sin condón.

Brenda le miró asustada. Nunca había visto al joven tan decidido. Intentó disuadirlo. Pero comprobó que su hijastro no estaba por la labor de desistir. El joven acercó su falo metiéndolo entre los muslos de la mujer, hasta que, forzando, logró abrir aquellos, empleando algo de fuerza, hasta alcanzar los labios vaginales. Al saberse a las puertas del coño de su madrastra, tiró con fuerza de la misma, al tiempo que puyaba para introducir su pene en la vagina. Brenda quedó agitada al comprobar como el joven hijastro le clavó una buena parte de su pene, incrustándolo en su desprotegida vagina. Oh noooo te he dicho que nooo

Brenda al sentir el pene de su hijastro dentro de su vagina, y además sin condón, se asustó. Se revolvió de tal forma, en un intento de quitarse al joven de encima, logrando zafarse. Y, tras lograrlo, se agazapo abrazándose al cuerpo de su esposo, como si pretendiera refugiarse en el mismo.

Pero, no contaba con la tozudez del joven. Jairo estaba totalmente encelado. Al ver la resistencia de su madrastra, contemplando el cuerpo desnudo de la misma, se acercó nuevamente a su oído y le dijo: Brenda. Me has venido despreciando todo este tiempo. Me despreciaste en el baile, y te pusiste celosa con la joven. Me obligaste a que desistiera de continuar con ella, y ahora me rechazas. Pero, ¡ya está bien! “Esta noche te follaré, aunque este mi padre al lado”.

Oh no . ¿estás loco? ¿Qué te pasa?…… no lo hagas
, le dijo aferrándose más al cuerpo dormido de su esposo.

Jairo, sumamente excitado, logró levantar uno de los muslos de su madrastra, haciendo gala de su gran poderío físico, permitiendo que la vagina quedara a su plena disposición. Acercó su herramienta y de un certero golpe de riñones, le terminó de alojar completamente su daga, de una sola vez.

La mujer gritó de dolor al sentir como el tremendo falo del joven ingresaba de forma violenta, invadiendo su panocha, ensartándola totalmente. Su grito pareció ser oído por su marido, pese a su profundo sueño. Benicio se movió, como preguntando entre su somnolencia, que ocurría. Ambos se quedaron quietos. Brenda, sumamente nerviosa ante la reacción de su esposo, temió que aquel pudiera despertarse, y optó por decirle: tranquilo Benicio, sigue durmiendo. No pasa nada.

La mujer giró la cabeza en señal de reproche hacia el joven. Pero este le dijo: ¡Ya la tienes dentro!! Comienza a disfrutar, porque te voy a echar el polvo que estas necesitando.

Y, sin más preámbulo, comenzó realizar los movimientos de penetración, haciendo entrar y salir su falo del ardiente coño de su madrastra. Pese a la posición en que se encontraba, su mayor envergadura física, le permitió realizar un bombeo perfecto, clavando y desclavando su falo en el coño de la mujer. ¡Por fin se estaba follando aquella mujer sin forro ni protección! Su excitación aumentó por momentos.

Por otro lado, percibió el intenso calor de las paredes vaginales. La mujer de su padre estaba ardiendo. La vagina parecía una caldera en ebullición. Pero, esa circunstancia lejos de hacerlo desistir, más lo instaron a continuar. Ya estaba dentro de su madrastra y esta vez, sin condón. Nadie iba a impedirle follarla como se merecía.

Brenda sentía la tremenda erección del hijastro dentro de su propia vagina. Notaba como aquella verga le llenaba. La tenía completamente ensartada. Apenas podía moverse, y se vio obligada a aguantar estoicamente las tremendas estocadas que le propinaba el joven. Su cuerpo se estremecía ante cada penetración, comprobando con preocupación que también estremecía el cuerpo de su marido. Nuevamente su nerviosismo aumentó al ver como su marido volvía a pronunciar palabras entrecortadas, dentro de su estado de ebriedad. Brenda, estaba horrorizada. ¿Y si su marido era consciente, y si se percataba de lo que estaba ocurriendo? Mientras soportaba cada embestida del joven, le miró girando la cabeza, instándolo a que cesara.

Pero el joven, no estaba por la labor de detenerse. La continuó clavando con mayor poderío. Pese a la violencia de la penetración, y oposición de la mujer, en el fondo Brenda se dio cuenta, que aquella situación tan morbosa, le estaba excitando igualmente. Saber que su hijastro se la estaba follando ante la presencia de su propio padre, añadía un plus morboso inesperado. Estaba siendo follada sin condón, y esa circunstancia permitía a la mujer percibir la rugosidad de la buena verga del hijastro, la dureza de la misma. La sensación era muy diferente hacerlo con condón.

Por otro lado, se daba cuenta que el joven estaba encabritado y la tenía a su completa merced. No podía contra al fortaleza y poderío de aquel joven. Su hijastro la tenía sometida. Le estaba abriendo su vagina como nunca antes nadie lo había hecho jamás. Llevaba semanas sin sentir el falo del mismo, y en el fondo lo había ansiado. Pero, no esperaba la dureza con la que el joven la estaba penetrando esa noche.

Pero, con dureza o no, o contra su voluntad, Brenda se dio cuenta que su cuerpo estaba comenzando a colaborar. Sentía que instintivamente estaba colaborando con el joven. Por arte de locura, y sin saber cómo y porqué, se sintió reculando su cuerpo hacia atrás, yendo al encuentro del pene del joven. Su cuerpo ansiaba sentir más profundamente la penetración del joven. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se había vuelto loca? El hijastro se la estaba follando al lado mismo de su esposo, en la misma cama.

Jairo al ver la aceptación de la mujer, comenzó a follarla con mayor énfasis. Sabía que se estaba follando a la mujer a pelo, sin protección alguna, y además al lado de su propio padre. La situación no podía ser más morbosa. Notaba el intenso calor que desprendía la vagina de su madrastra y eso lo tenía más embravecido. El cuerpo de la mujer parecía que estuviera bajo los efectos de una intensa fiebre. Eso le incitó a emplearse con mayor dureza, prácticamente estaba reventando el coño de su madrastra. Desde la posición donde se encontraba, notaba en el espejo de la habitación, como su pene ingresaba totalmente erecto dentro de la vagina de la mujer. Observaba sus grandes testículos golpear en las nalgas de la mujer. La tenía completamente ensartada.

Brenda, llegó un momento que no pudo más. Sintió la necesidad de correrse. Contrajo su cuerpo, presionando fuertemente sus muslos, en un intento de estrangular el falo del joven entre sus paredes vaginales. Los bramidos de la mujer se hicieron evidente, sin que los pudiera evitar. Estaba llegando al orgasmo. Sus movimientos fueran tan agitados que el cuerpo de su marido se movía al compás de los de ella.

-que pasa .. que pasa. oh que dolor de cabeza… -oyó exclamar a Benicio.

Brenda, intentó reprimirse, acariciando la frente de su esposo, intentando calmarlo, mientras soportaba las acometidas del joven que no cesaba de penetrarla. Mientras contenía sus gemidos, arqueó como pudo la espalda, mientras el joven le clavaba su poderoso mástil, grueso y duro, agitándose ante el roce del tremendo falo con sus paredes vaginales. Ella se fijó igualmente en uno de los tantos espejos de la habitación, y su morbo le llevó abrir mejor sus muslos, para ver como entraba y salía la verga del joven de su vagina. Estaba alucinada. Pese a todo, sentía un gozo indescriptible. Esa visión en el espejo y la permanente perforación a que estaba sometida por el joven, le llevaron a una sucesiva seria de pequeños orgasmos, continuos y repetitivos, que casi la terminaron de agotar.

No podía más, y su cuerpo se aflojó. Fue entonces, cunado el joven le sacó la verga de su coño, y la obligó a recostarse boca arriba. Se quedó sorprendida, pero luego, comprobó que al instante el hijastro le volvió a clavar su verga hasta la empuñadura. Esta vez el joven estaba entre sus piernas, y la miraba a la cara mientras de la follaba.

-. Oh Jairo… no puedes hacerlo dentro… ¡estoy ovulando!... me siento muy caliente.

El joven parecía no escucharla. No le hizo el menor caso y continuó fallándola. Empleaba toda su fuerza, con dureza. Como si quisiera demostrarle a la mujer su poderío. Brenda se tuvo que abrir completamente. Estaba totalmente entregada, viendo como el falo del joven, le entrada hasta los mismos testículos. El brío que estaba poniendo el joven hizo que el pene casi tocara su útero. Sentía claramente la gran profundidad de la penetración. Oh Jairo… no lo hagas… detente…La gran preocupación de la mujer era que se corriera dentro.

-¡Hoy vas a recibir mi leche!. Llevo más de dos semanas sin correrme. Tengo los huevos cargados. Las vas a recibir toda… “uf como estas de caliente”. Le dijo el joven totalmente obcecado, mientras continuaba martilleando el coño de la mujer.

- Pero, ¿no de tas cuenta que … ¡estoy ovulando? Si te corres me va a embarazar. ...Oh nene no lo hagas… oh cabronazo… vas a ser que me corra otra vez… le dijo, viendo como le venía un nuevo orgasmo. Presa de auténtica locura, atrenzo con sus piernas las caderas del joven, haciendo que la penetración resultara más profunda. Se estaba viniendo de nuevo.

Mientras la mujer terminada con ese último orgasmo, Jairo se dio cuenta que había llegado la hora. Necesitaba descargar. Era consciente de la locura que iba a cometer, pero sentía el calor tan intenso de aquel coño, que ardía en deseos de venirse dentro del mismo. Arremetió con más fuerza, bombeando el coño de la madrastra con mayor intensidad. Parecía una perforadora taladrando el desprotegido coño de Brenda.

Mientras la mujer alcanzaba ese orgasmo, se dio cuenta de la fuerza con la que el joven la estaba cogiendo, constatando con temor, como comenzó a inflarse dentro de ella el falo del joven. Su hijastro se iba a correr dentro por primera vez. ¡La iba a terminar preñando! Sabía que no había marcha atrás. No podía con el ímpetu del joven. Todo era inútil. Se entregó.

Presa de la más auténtica locura, le dijo casi al oído. Oh cabronazo .. lo vas hacer., Hijo puta…¿quieres correrte?... que esperas para hacerlo .. dame tu leche…. riégame. lléname……. Ya nada le importaba. Hasta sentía que necesitaba sentir el caliente semen del joven dentro de ella.

No paró de convulsionarse, lo que agitó aun más la verga del joven. Llego el momento. Jairo, tensó su cuerpo, .. ya le llegaba. Notó como el semen emergía con toda nitidez por el escroto, hasta ser lanzado con fuerza dentro del caliente coño de su madrastra. Sintió un placer inigualable mientras lazaba sus primeras lechadas. No pudo más y grito, chillo, sin importarle la presencia de su padre… gimiendo mientras se venía de forma escandalosa. Oh siii me vengo ooooo

Brenda comenzó a sentir por primera vez el semen caliente del hijastro. Tras las primeras lechadas, que fueron a para profundamente dentro de su vagina, observó que continuaron otras más. No daba crédito. El hijastro no paraba de lanzar una y otra vez su semen dentro de su desprotegido coño. El cabronazo del hijastro, no solo la estaba follando a pelo, sino que además la iba a llenar. Oh como te siento…. Oh nene … oh pero no paras ooo siiii Oh Jairo me vas a preñaaaaar… ooo

Jairo aún le quedan fuerzas, por lo que clavó cuanto pudo su verga dentro de la mujer, y dejó que su verga continuara inundando el coño de su madrastra. Su leche brotaba como un manantial. Era como si estuviera en otro planeta. Sintió un gozo y placer infinito. Correrse dentro del coño de la mujer de su padre era mejor de lo que había imaginado.

Al acabar, esperó unos momentos. Miró a la mujer a la cara. Ella lo observó, diciéndole: lo has hecho. Te has corrido dentro. ¡seguro que me has preñado! Joder t ha vaciado… ¿Dónde tenía tanta leche?...

Cuando por fin el joven salió de ella, Brenda observó extasiada el enorme boquete de su vagina. Tenía los labios inflamados, y una hilera de semen brotaba del interior. Jamás le habían llenado de esa manera. Intuyó que, si estaba ovulando, iba a quedar preñada sí o sí. Miró a su marido que yacía a su lado durmiendo, y se dijo: Oh maridito te estoy poniendo los cuernos con tu propio hijo en tu misma cama. Y encima posiblemente me ha dejado embarazada.
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heranlu

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Jairo y su Madrastra Brenda - Capitulo 005

Fueron pasando los días después aquel luctuoso encuentro en el hotel, donde Jairo por fin terminó penetrando a su madrasta, haciéndolo sin protección y corriéndose dentro de aquella. Brenda, quedo sumamente preocupada con aquel suceso. Recibió tanto semen del joven esa noche, que, debido a su estado de fertilidad, era difícil que no resultara fecundada. Aun así, intentó evitar al joven, mostrándose molesta por haber sido sometida de aquella forma.

Una mañana en que se encontraron a solas en la casa, el joven intentó acercarse a ella para tocarla, siendo rechazado con decisión, diciéndole Brenda: ¡detente! ¿No te basta con lo que me hiciste en el hotel? Seguramente he quedado embarazada. ¿te supones lo que pensará tu padre?

-¿Ya sabes que estas embarazada?
le preguntó el joven un poco nervioso. Era consciente de que aquella noche se había propasado. Se había corrido copiosamente dentro de su madrastra. Fue una noche loca por parte de todos, donde el alcohol tuvo también gran parte de culpa.

-Aun no lo se. Pero, estoy casi segura. - le contesto aquella.

Ambos se mostraron bastante preocupados, y no volvieron a tener ningún encuentro hasta que Brenda, comprobó que no le bajaba la regla. Se hizo la prueba, y le confirmaron que “el resultado era positivo”. Estaba embarazada. Su preocupación fue tremenda. Aunque será sumamente religiosa, aquella noticia la trastornó, y hasta pensó en abortar. En cuanto tuvo ocasión de lo confesó a Jairo. El joven se quedó petrificado al conocer la noticia. Siempre había pensado que nunca ocurriría.

Cuando aquella le dijo que estaba pensando en abortar, el joven se negó categóricamente: Ya sé que no debo pedírtelo. Pero no hagas eso. Piénsalo bien. Papa no tiene por qué saber que no es suyo.

-Pero. Y si al final, por los rasgos se parece a ti. La gente puede sospechar. No se es una locura.
Le contestó la muy con cara de amargura.

-Brenda. Sin por casualidad se parece a mí. Yo tengo los genes también de mi padre. Nadie va a poder pensar que no es de papa. Piénsalo.

Brenda se quedó pensando en lo que le decía el joven. Aquel tenía razón, si se parecía al joven, el tenía los genes de su padre. Comenzó animarse y por fin, de decidió y le dio la noticia a su marido. Benicio se quedó sorprendido, pero al final, que a su edad pudiera tener un hijo, era algo que levantó su ego. En ningún momento dudó de la fidelidad de su mujer y de la paternidad de aquel hijo, por lo que lo aceptó sin contradicción alguna. Eso tranquilizó a Brenda, e igualmente a Jairo.

No obstante, Brenda no quiso volver a tener ningún encuentro con el joven, negándose categóricamente, justificándose en que tenía miedo que pudiera afectar al feto. Jairo no quiso volver a intentarlo.

Cuando tenía tres meses de embarazo, Jairo le dio la noticia que se marchaba a estudiar a la Universidad, fuera de la ciudad, a la capital. Ello implicó que el joven se quedará en un apartamento en la capital, junto a otros estudiantes. Esa noticia en cierto sentido afecto a Brenda, que pese a todo anisaba tener al joven a su lado.

El joven marchó, y durante los tres meses siguientes se quedó en la capital sin regresar a la casa. Llamaba a su padre y a Brenda, pero no regreso durante ese tiempo, dedicándose totalmente a sus estudios. Al llegar los días previos a la Navidad, el joven dispuso de unos quince días de vacaciones, por lo que decidió pasarlos con la familia.

Brenda ya tenía seis meses largo de embarazo, y se le notaba claramente su panza. Pese a todo, no había engordado mucho, aunque sus pechos habían aumentado de volumen, preparándose para la lactancia, y también su trasero. La mujer se había concentrado en su embarazo, y tampoco había tenido deseos de sexo.

Pero, el regreso del joven a la casa, supuso un cambio importante. Brenda percibió como su cuerpo se agitó. Tener al joven a su lado en la casa, la intranquilizó. Tras tres meses sin verlo, comprobó que aquel seguía tan apuesto como siempre, incluso parecía más fornido. No en vano el joven continuó jugando en un club de baloncesto de la capital. Sin poder evitarlo, pese a su estado, notó como volvió a notarse mojada.

Jairo había tenido algunos encuentros con alguna joven de la capital, pero sin mayor trascendencia. Al ver nuevamente a su madrastra, con aquella pancita tan reluciente, observando como habían crecido sus pechos, no pudo evitar que se endureciera su mandarria. Volvía a tener cerca de su madrastra, pero ahora, embarazada. Esa circunstancia le sedujo aún más. Tras los primeros días, el joven observó el tremendo cuerpo de su madrastra, con aquella pancita, y se dijo para sí que, tenía que volver a follarla. Ansiaba tenerla totalmente desnuda, contemplar su pancita, y poder clavarle su cipote en ese estado.

Brenda se percató de las miradas de su hijastro, y intuyó los pensamientos del mismo. Ya estaba cercana a los siete meses de preñez. Había verificado en conversación con algunas embarazadas, que la práctica del sexo incluso era recomendable, con cierta precaución. Lo consultó con el ginecólogo y le indicó que él bebe estaba protegido por un líquido amniótico del útero, y que los músculos del útero eran muy fuertes. Que como ella tampoco tenía ningún problema, ya que su embarazo iba perfectamente, no había problema alguno para que tuviera sexo.

Al llegar ese día a casa, sumamente contenta tras la consulta del ginecólogo, comenzó a verificar como su libido sexual aumentó. Llevaba tiempo sin ser manoseada y poseída. Su marido tampoco se atrevía por miedo hacer daño al bebe. Se dio cuenta que su hijastro llevaba una semana en la casa y pronto se volvería a marchar. Ansió volver a sentirse mujer, y deseó ser poseída por el joven. Había tenido la consulta bastante temprano por lo que llegó a la casa bastante temprano, en la mañana. Sabía que el joven normalmente iba a entrenar a un polideportivo cercano para no perder la forma, y regresaba a media mañana.

Antes de volver a casa, pasó por una tienda de lencería y adquirió un traje apropiado para seducir al joven. Le comentó a la dependiente que lo era para seducir a su esposo. Sabía que ni loca se pondría aquel vestido ante su marido. Agitada llegó a la casa, se metió en su dormitorio, y extrajo del bolso el vestido de maternidad con encaje que había adquirido. Era una especie de maxivestido largo de encaje, que era propicio para el embarazo. Con cierto nerviosismo se desnudó completamente. Contempló su cuerpo desnudo en el espejo, son sus grandes pechos, su barriga de seis meses, y su buen trasero, y se dijo: joder cuando mi Jairo me vea seguro que querrá clavarme.

Tomo el vestido, y comenzó a ponérselo. A medida que se lo iba colocando se miraba al espejo, y más tentador le resultaba. Aquel era de un blanco casi trasparente, con un tul que dejaba entrever el color de su piel. Se colocó una braguita color negro. Observó sus pechos y decidió ponerse sujetador. Se volvió a mirar en el espejo, y contemplo que quizás era mejor sin sostén. Se lo retiró. Volvió a observarse en el espejo, constatando que sin la citada prenda resultaba más seductora. Aquel vestido permitía contemplar sus pechos, y hasta sus pezones, ya que resultaba bastante trasparente. Su prominente barrida, también podía vislumbrarse bajo la suave y transparente tela. Era demasiado tentador.

Espero ansiosa la llegada del hijastro. Pocos minutos después apareció el mismo. Le escuchó llegar. Sabía que iría a ducharse en la planta intermedia, donde ella se encontraba. Salió fuera, y esperó un poco hasta que sintió que había cesado de caer el agua. Seguramente se estaba intentando secar. Solía ponerse un pantalón corto y subía de nuevo a su dormitorio en el ático. Espero sentir la puerta del baño abrirse, y comprobar que aquel subía a su habitación.

No se lo pensó dos veces, y subió al ático, situándose delante de la puerta del dormitorio del joven. Tocó suavemente. Desde dentro el joven el dijo que pasara. El mismo se estaba retirando el pantalón corto, y se había quedado únicamente con su slip. Al saber que era su madrastra, no le importó mostrarse de esa forma.

El joven al ver a su madrastra llegar con aquella vestimenta, se quedó obnubilado. No daba crédito a lo que veían sus ojos. Su madrastra se mostraba con aquel vestido casi trasparente, casi desnuda debajo ante él.

-Hola Jairo. ¿Has terminado de ducharte? – le dijo ello mostrándose de forma casi sensual.

-Brenda… pues si. La contestó el joven mirándola, sin atreverse a articular palabra. Ella le pregunto: ¿Que pasa nene… ya no sientes atracción por mi cuerpo? ¿Te parezco demasiado gorda? ¿Ya no te gusto?

-Oh Brenda. Esta preciosa.
le contesto el hijastro, agitado, incorporándose de la cama donde estaba sentado.

-¿De verdad crees que sigo estando buena? ¿te gusta mi trajecito? Me lo he puesto solo para ti. Le contestó de forma seductora, contoneándose ante el mismo.

El joven, le espero hasta que ella se acercó. Brenda le echó los brazos al cuello, y se siguió contoneando ante el mismo, rozando su barriga contra el vientre del joven seductoramente. Luego se giró para que el joven la abrazara de espaldas. Se dejó abrazar, dejando que las manos del joven acarician suavemente su panza. Eso excitó al joven. Al sentir los movimientos del feto, ella le dijo: ¿te has dado cuenta? Hasta tu hijo se ha puesto alegre al sentir tus manos.

El joven acarició con más entusiasmo el vientre de la madrastra, sintiendo las contracciones del feto, y permaneció así durante unos minutos. Luego fue ascendiendo con su mano, poco a poco hasta logar alcanzar los pechos de la mujer, aun sobre aquella suave tela. Se recreo acariciándolos y concentrándose en los pezones, que emergían claramente bajo la tela del vestido. Uhm Brenda. ¡Te han crecido bastante! Al tiempo que puyaba el trasero de la mujer con el bulto que ya se había formado bajo su slip. ¿Sientes cómo me estas poniendo?

La mujer agitada, echó la mano hacia atrás y palpó el bulto de la entrepierna del joven. Un estremecimiento recorrido su cuerpo. Había vuelto a tocar la mandarria de su hijastro. Ver que se había empalmado al verla con aquel atuendo, le agrado. Uhm..nene ..¡veo que se te ha puesto dura!. Agitada giró la cabeza, acercando su boca a los labios del joven, y le susurró: ¿aún sigues queriendo clavarme con ese misil? ¿No me digas que te da morbo follarte a la mujer de tu padre, estando embarazada? Al tiempo que le daba un apretón al pene del joven. El joven entonces la giró y la beso en los labios cálidamente, con extrema suavidad. Luego la miró de arriba abajo, admirando el cuerpo de la misma, exclamando: Joder Brenda. ¡Estas para volver a comerte todita! “Te voy a volver a clavar como Dios manda!

-¿de verdad me la quieres meter?. Le contesto mirándolo morbosamente a la cara, seductoramente: aunque, tendrás que hacerlo con cuidado. No quiero que podamos dañar a nuestro hijo. Sin poder contenerse más, le bajó el slip al joven. Necesitaba volver a contemplar el vástago de su hijastro. Oh sí.. joder… la sigues teniendo bien grande. Uhm… . Le volvió a susurrar: ¡esta vez podrás echarme toda tu lechita sin problemas!

Brenda tomo el pene del joven, y comenzó a masajearlo a lo largo de toda su extensión, bajando hasta acariciar los testículos, los cuales palpo con detalle. Luego regresó hasta llegar a la cabeza del falo. El vástago de Jairo comenzó a endurecerse ante aquellas caricias, colocándose enfilado hacia arriba como un misil. Uhm se te está poniendo a punto.

Tomo al joven y lo hizo sentar al joven al borde de la cama, diciéndole: espera un momento ahí. No te muevas.

Acto seguido, se colocó enfrente del joven, y comenzó a contonearse, colocándose de lado para que aquel viera su figura, mostrándole su trasero, que se vislumbraba bajo el vestido casi trasparente, denotando el joven que había aumentado. ¿me ha crecido un poco?

El joven se sonrió, contestándole: un poco. Pero no me importaría clavártela por ahí también.

Brenda le miró con una sonrisa: ¿Ya quisieras tu?

Luego comienzo a desabrocharse el lazo que cubría la parte delantera del vestido (que más bien parecía una bata, debido a la forma de abrocharse). Al quedar libre, dejo a la vista del joven, los hermosos pechos totalmente desnudos, donde destacaban unos pronunciados pezones, que excitaron tremendamente a Jairo. Mas abajo éste pudo apreciar la panza reluciente y voluminosa, evidenciando los casi siete meses de embarazo. El muchacho nunca había visto a una mujer embarazada al desnudo en la realidad. La visión de su madrastra lo trastornó. Su verga se endureció de tal manera ante aquella visión, que comenzó hasta dolerle el falo.

Brenda, se notaba sumamente sensual y excitada, se retiró totalmente el maxi vestido, quedando únicamente con su braguita. La visión de aquella mujer embrazara dejó sin habla al joven. La misma, observando la sensación que había causado en su hijastro, adoptó algunas poses laterales, agachándose como si se pusiera en cuatro, como si pretendiera instarlo a que la montase. Luego, se acercó hasta el mismo, y le puso los pechos delante de la cara. El joven comenzó a lamerlos, tomándolos en sus manos, sopesando el volumen de aquellos, para terminar, concentrándose en los pezones oscuros y crecidos de la mujer. Oh nene despacio… que me duelen.

El joven quería verla totalmente desnuda, por lo que no tardó mucho en bajar totalmente la braga, quedando la mujer completamente desnuda. Observó el intenso vello del pubis de su madrastra, así como de aquel que rodeaba la vagina. Comprobó que se lo había arreglado, supuestamente para la consulta ante el ginecólogo. Constató los pronunciados labios vaginales, que evidentemente habían engordado, preparándose para el futuro parto. Agitado, paso sus dedos por la raja de la mujer, percatándose al instante que Brenda estaba bastante cachonda y super mojada. Uhm … estas muy mojada. ¿Cuánto hace que no te folla papa?

Ella le miró, y le contesto: ¡desde que conoció el embarazo no lo hemos vuelto hacer!. Tiene miedo de dañar al bebe.

-“Pues yo tengo claro que te voy a clavar hoy”. Uf Brenda. No sabes cómo me pone verte con esa barriguita, esos pechos, ese trasero.


La mujer se acercó más, hasta colocarse a horcajadas a ambos lados de los muslos del joven, moviéndose con cierta dificultad debido a su embarazo. Luego con cuidado fue acercando su vagina al contacto con el falo del hijastro. Uy nene como la tienes. Poco a poco fue descendiendo, engullendo su vagina el sable del hijastro. Estaba tan dilatada con la preparación para el parto, que en esta ocasión no tuvo grandes problemas para acoger la totalidad de la verga. No obstante, percibió la dureza del pene del joven, sintiendo como todo su cuerpo volvía a sentir la pasión. Uf que ganas tenía de volver a tenerla dentro.

Poco a poco, pese a su enorme barriga, comenzó a realizar movimientos intentando subir y bajar, con cierta dificultad. Jairo la ayudó tomándola por sus grandes nalgas. La enorme panza de la mujer, molestaba a la hora de follar en aquella posición, ambos de frente. El joven entonces le animó a que se girara y se pusiera de culo hacia él, volviendo a clavarse el pene del joven. Pero, la mujer detectó un nuevo ingrediente morboso con aquel cambio. Contempló que el espejo de la habitación del armario del joven le permitía contemplarse completamente. Luctuosamente, se abrió de piernas, mientras seguía montada sobre los muslos del joven, con todo el falo del mismo dentro de su vagina. Observó con nitidez como se abría su vagina para permitir el paso del robusto pene del joven. Eso la excitó totalmente.

El joven se dio cuenta igualmente de que su madrastra estaba viéndose reflejada en el espejo, por lo que le abrió un poco más las piernas para que pudiera contemplar mejor como su gran verga se clavaba una y otra vez en el coño. Brenda, ante esta visión, le dijo al joven: Ya veo. ¿para esto querías que me girarse? ¿Así me querías tener? Joder nene ¿has visto como me tienes? Tu polla tiene atravesado mi coño.

La mujer sumamente morbosa, intentó inclinarse hacia atrás recostando su espalda sobre el pecho del joven, mientras continuaba subiendo y bajando, comprobando como entraba y salía el pene del joven de su vagina. Ello fue suficiente para que la mujer alcanzara el codiciado orgasmo. El primero durante más de siete meses.

Tras disfrutar de aquel orgasmo, Brenda fue instada por el joven a que se levantara. Una vez ambos de pie, el joven la colocó en cuatro sobre la cama, pero en un extremo que permitía verse a la mujer en el espejo. Agarró las grandes de nalgas de la embarazada, la abrió un poco para logar encajar sin problema su pene en la vagina de aquella. Luego comenzó un delicioso mete y saca en esa postura, sintiendo Brenda como el falo del joven le llegaba hasta el mismo fondo de su vagina. Era como si volviera a estar topando de nuevo con su matriz en cada arremetida que le daba. Observó en el espejo su enrome panza que colgaba, y sus voluminosos pechos, que en cada arremetida del joven de se movían excitando tremendamente el joven, que no tardó en tomarlas reclinando su cuerpo sobre el de la mujer para poder alcanzar aquellas.

-Uff mamita, que tetas tienes. Me has puesto arrecho. ¿Has notado como te entra mi polla?.

-Ya veo nene. Veo también que tienes ganas de correrte dentro de mí. Anda .. ¡dame esa lechita! Llena de nuevo a la mujer de tu padre.


El joven viendo como los senos de su madrastra se movían al compás de sus testículos en su colgante escroto, a medida que la penetraba, no pudo más, precipitando su venida, y acabando con una buena y copiosa eyaculación en la vagina de la mujer.

-Oh su mamita… fu que ganas tenia siii

Tras lo ocurrido, se quedaron abrazados en la cama durante casi una hora, levantándose para almorzar.

Antes de que el joven regresara a la Universidad, volvieron a tener un nuevo encuentro, marchando definitivamente el joven. Ella sabía que no volvería a estar con el mismo hasta después de su embarazo.
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