Enriqueta, Alfredo y su Sobrina Úrsula

heranlu

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En la sala de una modesta casa gallega, sentados en un tresillo estaban mirando una televisión en blanco y negro, Úrsula, una muchacha morena, pecosa, de 1,56 de estatura, gordita, de ojos marrones achinados, grandes tetas, coletas, y unas ganas locas de follar, y su tío Alfredo, 38 años, 1, 66 de estatura, moreno, con bigote, delgado y de profesión pastor. Enfrente de ellos, en otro sillón, estaba Enriqueta, 36 años, 1.60 de estatura, morena, de pelo rizo castaño y corto, con enormes tetas y un cuerpazo, que Alfredo, su esposo, nunca había visto desnudo, pues Enriqueta era una Beata de misa y confesión diaria, y de las del misionero una vez a la semana, a oscuras, de acaba pronto, en sábado y cuando no tenía la regla.

Enriqueta estaba con los ojos entornados. Vio como un dedo de su sobrina tocaba el pantalón de su marido a la altura de la polla. Vio como la polla reaccionaba al contacto y hacía un bulto en el pantalón. Luego vio como el dedo la recorría y como la polla latía. La Beata sintió como su coño se iba humedeciendo.

Alfonso mirando para su mujer comenzó a hablar con su sobrina.

-Es una pena que sólo traigas una semana de vacaciones, Úrsula.

-Siempre me podría quedar un poco más.

Miraron tío y sobrina para Enriqueta, que los vio mirar para ella y comenzó a roncar.

Úrsula le abrió la bragueta a su tío, le sacó la polla, (Enriqueta era la primera vez que veía la polla de su marido ) la metió en la boca, y se la meneó mientras se la lamía y se la chupaba. Enriqueta, que no sabía que se hacían esas cosas, sintió como un pequeño río de fujo iba saliendo de su coño. Sintió un calor sofocante en el coño.... Al final vio como del agujero del capullo de su marido salió un chorro de leche y como Úrsula se lo iba tragando. Su humedad ya traspasara las bragas, la falda y le daba brillo al tresillo de cuero rojo.

Alfredo, guardando la polla, le dijo a su sobrina:

-Ojalá tu tía me hiciera alguna vez lo que tú me acabas de hacer.

-¡¿Nunca te hizo una mamada?!

-Habla en bajo que te puede oír.

Enriqueta roncó con más fuerza.

-¿Nunca te la chupó?

-No. Es muy religiosa.

-¿Y tú nunca le comiste el coño?

-No, ni sabría hacerlo.

-¿La atamos y te enseño?

-La tentación es grande.

-Pues anímate. Cuando se corra...

Alfredo la interumpió.

-Sin mentiras. La mujeres no os corréis.

Úrsula, exclamó:

-¡Anda carallo!

-¡¿Os corréis?!

-Claro que sí.

-Voy a buscar cordel.

Unos minutos más tarde. Alfonso desabrochaba lentamente la blusa de su esposa. Enriqueta, hizo que se despertaba.

-¡¿Que haces, Alfonso?!

-Te vamos a follar, por las buenas o por las malas.

Enriqueta se persignó y se puso a rezar

-Padre nuestro...

Alfonso la desnudó y vio lo buena que estaba su esposa. Tenía unas tetazas con grandes pezones y grandes areolas negras y una tremenda mata de pelo negro rodeando su coño. Úrsula le dio varias vueltas al cordel al cuello de Enriqueta, y después le dijo:

-Pon las manos detrás de la cabeza.

Enriqueta las puso, se las ató y después le dio unas vueltas más al cuello con el cordel..

-Abre las piernas.

Las abrió y se las ató con los pies del sillón. Vio que tenía el coño chorreando. Úrsula, le dijo:

-¡Deja de rezar ostias, que estás más excitada que yo!

Enriqueta siguió rezando y Úrsula la calló metiéndole la lengua en la boca. Era su primer beso con lengua y además lésbico. Se excitó sobremanera. Alfonso vio como el coño de su mujer estaba echando un jugo blanquecino y espeso y su polla latió descontrolada. Úrsula dejó de besar a su tía y le preguntó a Alfonso.

-¿Te gusta comerle las tetas a mi tía?

-Nunca se las comí.

-¡¿Pero qué coño de matrimonio sois vosotros?! Ven que te enseño a comerlas. Tú haz lo que hago yo.

Úrsula, con las dos mamos, le agarró una teta a su tía y con la punta de la lengua fue haciendo círculos sobre la areola y el pezón, (Alfredo haría lo mismo que su sobrina) lamió el pezón, lo succionó... Poco después, le dijo Úrsula a su tío:

-Pásale la lengua por el coño y bebe su humedad.

Alfredo le pasó la lengua por el coño encharcado y Enriqueta soltó su primer gemido.

-¡¡Oooooooooooh!!

A Alfredo la polla le quiso reventar el pantalón.

-Ven tío. Vamos a comerle la boca.

La besaron los dos con lengua. Se besaban tió y sobrina. Al poco, Enriqueta ya devolvía los besos. Se acariciaron las tres lenguas...

-Saca la polla y dásela a chupar.

Alfredo sacó la polla empapada de aguadilla y se la puso en los labios a su mujer. Enriqueta apretó los dientes y giró la cabeza. Úrsula le dijo a Alfredo:

-Ella se lo pierde.

Úrsula metió la polla de su tío en la boca y se la chupó. Enriqueta, al ratito, sacó la lengua y lamió la polla de su marido, Alfredo se la puso en los labios y ahora sí, abrió la boca y se la chupó. Se besaron tía y sobrina. Lamieron polla y huevos juntas, por separado y chuparon por turnos, hasta que Alfredo, temblando, se corrió. Parte de su leche la tragó su sobrina y parte la tragó su mujer o le cayó sobre las tetas. Al acabar de correrse, le dijo Úrsula a su tío.

-Vamos a darle un orgasmo a tu mujer.

Úrsula lamió los labios mojados del chocho abierto de Enriqueta media docena de veces.

-Te toca, tío.

Alfredo hizo lo mismo que Úrsula.

-Así... así.. Ahora métele la lengua dentro del coño, tío.

Al sentir la lengua dentro, Enriqueta empezó a gemir y a mover la pelvis de abajo arriba y alrededor.

Úrsula vio que Enriqueta se iba a correr y le dijo a su tío:

-Lame de abajo arriba, apretando la lenga contra el coño, rápido.... más... más.... Ya la tienes.

La tenía, la tenía gimiendo y sacudiéndose como si estuviera poseída por un espíritu maligno. Alfredo no sabía que el coño de su mujer pudiera soltar tanta cantidad de flujo en una sola corrida, por saber no sabía que las mujeres se corrían y tuvo que verlo para creerlo... Quedó maravillado. Úrsula lo que quedó fue cachonda, pero cachonda cachonda. Se desnudó y dejó al descubierto unas tetas duras como piedras, con grandes areolas rosadas y pezones de punta. La mata de pelo castaño que rodeaba su coño no tenía nada que envidiar al de Enriqueta.

-O me corro o me da algo. Fóllame, tío.

Por eso no quería pasar Enriqueta.

-¡No te atrevas, Alfredo!

Alfredo lo que hizo fue desnudarse.

-Serás desgraciado...

Úrsula le puso una teta en los labios a su tía. Metió dos dedos en su coño. Buscó su puno G y moviendo su mano de abajo arriba la hizo gemir. Alfredo, se agachó un pelin y clavó a su sobrina por detrás. Úrsula, exclamó:

-¡Ossssssssssssstia! ¡¡Qué maravilla de cipote!!

Úrsula folló a su tió con el culo y a su tía con lo dedos... Minutos después, cuando el coño de Enriqueta rompió aguas, la mano al subir y bajar, hacía este ruido:

-¡¡chof chof chof chof chof chof chof chof chof...!!

Enriqueta, chilló:

-¡¡¡Me vieeeeeeeene!!¡

Úrsula movió su culo a toda ostia y se corrió mojando la polla de su tío, que sentía como se la apretaba y se la soltaba durante aquella larga corrida.

Enriqueta, al acabar, sonriendo, preguntó:

-¿Me soltáis?

Le respondió Úrsula.

-No. Hazle lo que le hice yo con los dedos, tío.

-No sé si sabré.

-Métele dos dedos y mueve la mano a toda pastilla de abajo arriba.

Ni un minuto tardó Enriqueta en decir:

-¡Hijo puta, me vas a matar de gusto!!

Y casi la mata. Su corrida dejó un charco de flujo vaginal el piso de la sala al unirse con el que le sacara Úrsula. Al recuperarse, les preguntó:

-¿Me soltáis ahora?

Le respondió Úrsula.

-Si te follas a tu marido y después me folláis los dos a mí.

-El pecado va a ser el mismo. Quitarme las ataduras, cabronazos.

-¿Dónde iba la Beata?

Después de desatarla se fueron la la habitación de matrimonio.

Enriqueta tenía más ganas de coger con su sobrina que con su marido, por eso cuando echadas en la cama, Úrsula la besó, le dijo:

-¿Por qué no lo hacemos tú y yo y él mira?

Alfonso estaba encantado.

-Adelante.

La Beata sabía como le iba a gustar a su sobrina. Después de de comerla a besos, de que la comiera, de que se comieran las tetas y de masturbarse una a la otra, metío la cabeza entres sus piernas, y le hizo lo que le hiciera a ella su marido... Al rato. Ursula exclamo:

-¡¡Pedazo de corrida viene ahí!!!

No fue un pedazo, fue un torrente de flujo el que salió de su coño peludo. Enriqueta, agarrando a Úrsula por las tetas, saboreó aquella bebida nueva para ella.

Al acabar de correrse Úrsula, Alfredo empalmado como un burro, le dijo a su esposa:

-Ven y móntame.

Enriqueta, caliente como estaba y con la novedad de verse encima de su marido, metió con la mano la polla dentro de su coño empapado, movió un par de veces el culo y se corrio como una loba, comiendo a besos a su marido mientras gemía y se convulsionaba.

Alfredo llenó a su mujer. Ursula, sonreía. Lo mejor aún estaba por venir.
 
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