En la Tienda de Ropa - Capítulos 001 al 003

heranlu

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En la Tienda de Ropa - Capítulo 001


Cuando terminé el instituto decidí dejar los estudios. No iba a hacer una carrera universitaria para luego no encontrar trabajo de lo que hubiese estudiado 4 o 5 años, por lo que se lo planteé a mis padres.

Mamá no dijo nada, pero mi padre, que últimamente se comportaba como un bruto, me dijo que le daba igual si estudiaba o no una carrera, pero que tendría que ponerme a trabajar, que no iba a mantener a ningún vago. Mi hermana todavía estaba en el instituto y de ella no podía decir nada aun, pero esperaba que no le saliera como yo.

Mi madre me llevó aparte y me dijo que podía contar con su apoyo en todas las decisiones que tomase. Que podría trabajar con ella en su pequeña tienda de ropa, tenía una tienda para ropa de tallas grandes, y aunque al principio no pudiera pagarme un sueldo, tal vez más adelante pudiera hacerlo. Yo acepté y me abracé a ella para darle las gracias.

Mamá se llama Rosario y es una mujer hermosa, aunque tiene unos kilitos de más. Tiene el pelo castaño, de mí misma estatura, ojos verdes oscuros. Últimamente mi padre no le hace demasiado caso. No solo en casa, sino también en el aspecto sexual por conversaciones que he oído en casa cuando mamá no está y papá se trae a sus amigotes a jugar a las cartas.

Al separarme de su abrazo me di cuenta de lo imbécil que era mi padre por tener abandonada a una mujer como ella.

Sus pechos se movieron mientras me separaba de ella y se estiró para darme un beso en la frente. Es una costumbre que tenía desde que era pequeño. Me llamaba mi tesoro y mi bebé.

Yo le devolví el beso en la frente como hago siempre que ella lo hace. Me volví a abrazar a ella y noté ahora sus caderas tan anchas y ese trasero que se mueve como si fuera gelatina cuando volvemos a separarnos. Afortunadamente ni mi padre ni mi hermana nos han visto y así no tenemos que soportar sus reproches, ya que mi hermana se pone siempre de parte de mi padre y no de mi madre como debería ser.

Aquella tarde hacia dos semanas, yo estaba en casa mientras mamá trabajaba en su tienda y mi hermana había salido con sus amigas.

Estaba escuchando música en el iPod con los cascos, cuando mi padre abrió la puerta de casa. Eran sus amigotes de la partida de cartas.

Entraron Lorenzo, Julián y un tipo nuevo que no había visto hasta ese mismo día.

Yo hice como que no estaba en casa y me quedé en el sofá que tenemos en la esquina entre el salón y el pasillo.

Comenzaron la partida, solo se jugaban monedas pequeñas, nada de billetes.

Mientras mi padre repartía las cartas, bebían unas cervezas que él había dejado en la mesa previamente.

Al empezar la partida me escondí arrastrando más hacia atrás el sofá.

-No voy. -dijo unos de ellos, pero no podía ver exactamente desde donde estaba quien era.

-Yo tampoco. -contestó otro que debía ser el nuevo. Hasta ahora no había escuchado su voz ronca.

-Pues nada, gano yo. -dijo mi padre elevando su voz tan desagradable.

Pararon un momento antes de empezar una nueva partida, cuando uno de ellos le preguntó que tal era últimamente mi madre en la cama.

En ese momento me quité los cascos, no tenía la música muy alta, solo lo hacía para evadirme de escucharlos, y acerqué la cabeza todo lo que pude.

-Ja,ja. -rio mi padre tan basto como siempre-. Rosario es un tempano de hielo. Recuerdo que cuando nos casamos era muy ardiente y siempre tenía ganas de complacerme cuando yo se lo pedía, pero ahora después de veinte años de casados, si no fuera por mí, nunca tendría ganas.

-¿Y cómo te las apañas? -le preguntó uno de sus amigotes.

-Con mucha mano derecha. -dijo mi padre haciendo el gesto de subir y bajar la mano, como haciéndose una paja-. De vez en cuando no puedo aguantar más y la metería donde fuera, así que la desnudo y le separo las piernas, esas piernas tan gordotas que tiene y luego tengo que abrirle los labios porque no encuentro su chocho entre tantos labios, los tiene así. -dijo poniendo los dedos juntos-. Como dos morcillas con cebolla y entonces, cuando por fin tengo su coño a la vista, se la meto. Ella se limita a mirar al techo y no decir nada mientras yo encima de ella me la follo como si no hubiera nada más en el mundo, solo su coño y mi polla.

-¿Y disfrutas? -le preguntó el nuevo.

-Claro, joder. Si no fuera por lo bien que me corro sería capaz de follarme a mi hija. Ella por lo menos está delgada y tiene el coño suave como si fuera un abrigo de visón.

-¿Se lo has visto a tu hija? -volvió a preguntarle el nuevo.

-Si. Varias veces. No solo cuando era pequeña y la bañaba yo, sino hace dos o tres años en que ella se empeñó en la que la acompañara a una playa nudista. Rosario se negó a ir, es un muy puritana para esas cosas, decía que solo su marido la vería desnuda y se quedó en el apartamento mientras la niña y yo fuimos a la playa.

Total. -siguió contando-. Que nos quedamos los dos desnudos. Imagínate ver a tu hija con 18 años recién cumplidos y lo primero que vi fue sus pechos turgentes y tan redondos, no como los de mi mujer, su culo carnoso y ese chochito depilado casi del todo con solo una raya en todo el centro que me dieron ganas de comérmelo allí mismo, aunque fuera el de mi hija.

No podía creer lo que estaba oyendo. Aunque no fuera en serio y lo contara para reírse con sus amigotes, aquello era como si fuera incesto. Seguí escuchando lo que contaba mi padre.

-Luego nos metimos en el agua los dos y Luisa, -así se llama mi hermana-, empezó a juguetear conmigo. Daba saltos y me hacía cogerla y luego soltarla otra vez. Y entonces una de las veces estaba tan cerca de mí que se me puso dura. Luego ella se cansó de jugar y nadar y me dijo que se salía del agua. Yo le dije que luego saldría y cuando no me vio, ya estaba en la orilla, me fui a un lado de la cala donde estábamos y me hice una buena paja bajo el agua mirando a mi hija tumbada en pelotas sobre la toalla. La leche se fue con el agua y seguro que algún pez se la tragó. -Y terminó de contarlo y estalló en carcajadas.

En ese momento me hubiera levantado y le hubiera abofeteado. Pero no podía hacer nada, solo quedarme quieto haciendo como que oía música y sin hacer ruido para que no notara que estaba en casa, aunque lo supiera perfectamente.

Al cabo de una hora más o menos, mi madre volvió a casa. Los amigotes ni se dignaron en saludarla y mi padre le dio una palmada en las nalgas que se movieron de nuevo como si fueran de gelatina.

A mi madre, aunque recatada, le gustaba vestir de forma atractiva y como trabajaba en su tienda de ropa, se vestía con sus prendas y esa tarde cuando volvió a casa llevaba una falda de tubo, que le marcaba bastante sus grandes nalgas.

Mi padre la miró de arriba abajo después de darle la palmada y le dijo que se sentara si estaba cansada, pero señalando a sus piernas.

Ella no le hizo ni caso y tras saludar a sus amigotes, demostrando que era más educada que ellos, se fue a su cuarto y cerró la puerta.

Cenamos sin que mis padres se dijeran nada. Mi hermana estuvo todo el rato con el teléfono y mi padre no la regañó ni nada. Cada día me quedaba más claro que ella era la favorita de mi padre y más con lo que había oído contarles a sus amigotes en la partida de cartas. Tendría que estar más atento, no fuera a ser que algún día se follara a mi hermana.

Después mamá, mi padre y yo nos sentamos en el salón a ver la televisión. Mi hermana había desaparecido en su habitación.

Mamá llevaba puesta una bata de color beige bastante ligera y transparente. Como estaba sentada a mi lado pude apreciar cómo se le notaba el sujetador de color carne que apenas podía abarcar sus grandes pechos que sobresalían por arriba. Quizá era el momento de cambiarlo por uno más grande, pensé. Como si hubiera oído mis pensamientos, mamá posó su mano derecha sobre las mías que estaban cruzadas sobre mi regazo y me sonrió con esa sonrisa suya que eran tan hermosa y que me dejaba ver sus labios carnosos y sus dientes tan perfectos.

Yo le devolví la sonrisa y me fijé con el rabillo del ojo en como acomodaba sus piernas y me di cuenta de que no llevaba bragas. Aunque sus muslos eran gruesos, cuando las acomodó, dejó al descubierto su vulva en la que asomaba una pequeña mata de pelo y me sonrojé.

Ella no dijo nada, solo seguimos mirando un rato más la televisión con su mano sobre las mías y después mi padre se levantó del sofá con cara de pocos amigos y le hizo un gesto a mamá con la cabeza como diciendo que la siguiera.

Mamá le siguió y vi su culo grande y hermoso moverse de un lado a otro mientras iba detrás de mi padre hacia su habitación. Estaba claro lo que iban a hacer y me puse rabioso por ello. Mi madre se había convertido en una especie de objeto sexual para que mi padre se la tirase cuando él quisiera y no cuando quisieran los dos.

Oí como se cerraba la puerta de su habitación, nuestra casa no era demasiado grande y su cuarto no estaba lejos del salón.

Luego escuché a mi padre decir algo en voz no demasiado baja y moverse un poco la cama.

Entonces los muelles del colchón y el somier comenzaron a seguir ese rítmico movimiento que hacen las camas cuando una pareja está haciendo el amor.

Me vino a la cabeza cuando les contó a sus amigotes como hacían el amor y vi a mi madre en la cama bajo mi padre, y ella mirando al techo y siendo penetrada por el bruto de mi padre que no la amaba, solo se la follaba como si fuera un trozo de carne, un agujero donde meter su polla y donde desahogar sus instintos más básicos.

Al poco los crujidos del somier fueron acelerándose al máximo y mi padre empezó a gemir como una bestia en celo.

-Aaaaagggh, aaaaaaaggggh, aaaaaagggh.

Estaría disfrutando como un loco.

-Aaaaagggh, aaaaaaaggggh, aaaaaagggh. -volvió a gemir.

La cama entonces parecía que fuera a romperse. Solo se le oía a él. Mi madre no decía nada.

Un rato más de crujidos y entonces el gran grito.

-Aaaaaaaaggggghhhh, joooodeerrrrr, me cooorrooooo hossstiiiiaaaa, me coorrooooo.

Por fin la cama dejó de temblar. Me dio una rabia tremenda y apagué la televisión y tiré el mando al sofá. Fui directo a mi habitación y cerré la puerta dando un portazo y me tumbé en la cama y me puse los cascos a máximo volumen para no escuchar nada más.

A la mañana siguiente me dolían las orejas porque me había despertado con los cascos puestos.

Fui al baño y me lavé las manos. Cuando llegué a la cocina papá ya había terminado de desayunar y mi hermana Luisa estaba apurando los últimos tragos de su vaso de café. Tenía la extraña costumbre de beber su café en vaso en vez de en taza.

-Tesoro, ¿qué te apetece desayunar? -me preguntó mamá con la mejor de sus sonrisas como si la noche anterior papá no se la hubiera follado de forma salvaje.

-Una tostada con mantequilla y mermelada y un vaso de leche con cacao. -le respondí.

Cinco de cada siete días a la semana desayunaba eso.

Mamá sin perder su sonrisa me preparó las tostadas y la leche con cacao. Me fije en que estaba desnuda bajo la bata, y que sus enormes pechos se movían cada vez que ponía las tostadas en la tostadora o cogía el vaso de la estantería. Sus pezones destacaban por encima de todo. Eran de un color rosa oscuro y sus areolas los enmarcaban.

Traté de no mirarlos directamente mientras me servía el desayuno.

Entonces mi padre y mi hermana se despidieron de mamá dejando los platos en el fregadero y se marcharon, mi padre a trabajar y mi hermana al instituto.

Cuando terminé me levanté a fregar mi plato y mi vaso, mamá se puso delante de mí para fregar los platos que habían dejado mi padre y mi madre, y me choqué con sus nalgas.

-Perdona mamá. -le dije.

-No pasa nada tesoro. -me contestó ella y volvió a besarme en la frente.

Noté un escalofrío que me recorría el cuerpo. Volvía a tenerla delante y noté también un calor en mi entrepierna. Joder, esto no está bien. -pensé.

Ella empezó a fregar todo incluido mi plato y mi vaso.

-Deja que te ayude. -le dije.

Pero ella me hizo un gesto con la mano diciendo que no me preocupara por nada. Volví a sentarme mientras ella terminaba. Sus nalgas de gelatina se movían con cada frotada que daba a la vajilla. Se había puesto los guantes y eso la hacía todavía más sexy.

Traté de no mirarla mucho rato porque mi polla estaba empezando a despertar bajo el calzoncillo.

Me recriminé por estar mirándola con ojos lujuriosos después lo que había oído la noche anterior.

Al fin terminó de fregar. Dejó todo en el escurreplatos y se quitó los guantes y girándose volvió a sonreírme.

-¿Qué te preocupa mi bebé? -me preguntó una vez que había guardado los guantes.

-Como te trata papá. -le contesté.

-Ya. Supongo que nos oíste ayer. -me dijo bajando los ojos un poco avergonzada.

-Si. Bueno, en realidad solo oí al bruto de mi padre. No puede tratarte como si fueras un trozo de carne. -dije cogiéndome las manos y apretándolas con rabia.

-Tesoro lo siento mucho si te molestamos.

-¿Cómo vas a molestarme tú, mamá? -le dije.

-Ya, pero éramos los dos los que lo hicimos. -dijo ella.

-¿Por qué le das tu cuerpo? -le pregunté sin saber bien que decía.

-Mira tesoro. -levantó de nuevo los ojos mirándome-. Yo no gano demasiado en la tienda, tu padre gana más que yo y ahora no podría divorciarme e irme de casa. Así que tengo que seguir aquí y cuando le apetece hacerlo, tengo que agachar la cabeza y dárselo. Yo solo me limito a tumbarme en la cama y abrirme de piernas y dejar que él me folle.

Entonces se cortó por lo que había dicho y agachó la cabeza. Sus grandes pechos cayeron junto con su cabeza.

-Perdona mi bebé, eres mi hijo y no debería haberte contado como tienen sexo tus padres.

-No pasa nada mamá. Me alegro de que tengas confianza conmigo también hasta ese punto.

Ella se acercó a mí y me puso la mano en la cara confortándome. Estaba preciosa y la tenía pegada a mi casi desnuda.

Nos separamos y cambiamos de conservación. Me dijo que al día siguiente empezaría a trabajar en la tienda.

-Al principio te enseñaré solo a tomar medidas a las clientas. -me dijo muy animada, como si no hubiéramos tenido esa conversación sobre sexo hace unos momentos-. Cuando ya estés preparado, entonces te enseñaré a coser y zurcir y podrás ayudarme con los modelos. Tengo una amiga que conoce a un modisto muy conocido y tal vez nos lleve a algún desfile suyo. Pero hijo, aún no te hagas ilusiones. Mejor no ilusionarse y esperar a que llegue el momento, que no apresurarse a ello.

Entonces la vi tan contenta que no pude reprimirme y me acerqué a ella y le di un abrazo fuerte. Olvidé que estaba desnuda y sus pechos se apretaron contra los míos y puede notar como palpitaba su entrepierna. Nos quedamos así abrazados un rato hasta que noté que mi polla estaba poniéndose dura por el roce.

Me separé de ella y pude ver una pequeña mancha en su bata, justo en la zona de su entrepierna. ¿De verdad nos habíamos excitado los dos? Pensé.

Me disculpé y le dije a mamá que iba a darme una ducha.

Ella asintió con la cabeza y yo me fui al baño.

Mientras el agua caía sobre mí, volví a pensar en lo que acababa de pasar, y me di cuenta de que mi polla estaba más dura que nunca. Bajé la ducha y me pasé el chorro por el frenillo hasta excitarme más de que lo ya lo estaba y me masturbé furiosamente hasta me corrí salpicando los azulejos de la ducha. Luego pasé el chorro por ellos hasta que todo mi semen se fue por el desagüe.

Terminé de ducharme y me sequé.

El día pasó rápido y afortunadamente el bruto de mi padre no se folló a mi madre esa noche.

-Vamos hijo. -me dijo mi madre cuando terminé de desayunar-. En un rato nos vamos a la tienda.

Me fije en que seguía desnuda bajo la bata como el día anterior. Supuse que dormía desnuda por si a mi padre le entraban ganas de hacerlo, estar preparada para él.

Fui a mi cuarto a vestirme y entonces mamá se quitó la bata de camino a su habitación y por unos instantes se quedó desnuda ante mí.

Es cierto que era gordita como ya os dije, pero la exuberancia de sus muslos y sus nalgas la hacían una mujer hermosa en todos los sentidos, su cara era preciosa y ahora podía ver que su cuerpo también lo era.

Terminó de vestirse en el pasillo, se arregló el pelo en una coleta y cogiendo las llaves salimos de casa.

Llegamos a la tienda y la ayudé a levantar el cierre. Pesaba bastante y lamenté que siempre fuera ella la que tuviera que hacerlo porque nunca vi que mi padre fuera a ayudarla en sus días libres.

Volvimos a echarlo y me llevó a la trastienda. Abrió varios cajones y cuando encontró lo que buscaba sacó de ellos un metro antiguo y grande de tela.

-Ahora vas a practicar conmigo tesoro. -me comentó-. Aprenderás primero conmigo a tomar las medidas y luego ya podrás hacerlo con las clientas.

Yo asentí y entonces mamá se quitó el vestido quedándose en ropa interior.

Vaya, pensé. Creí que lo haría al principio con un maniquí y no con ella directamente, y menos en ropa interior.

Mamá estiró los brazos y me dijo como debía medírselos.

Primero lo hice por delante y luego pasé a medirlos por detrás.

Entontes me dijo como medirle el pecho.

-Acercarte tesoro que no muerdo. -y rio al decirlo.

Hice lo que me dijo y le medí el pecho. Estaba tan cerca y me puse un poco nervioso.

Cuando terminé tuve que medirle las caderas y el contorno de los muslos.

Vaya, no pensé que fuera a ser tan difícil. No lo decía porque lo fuera, sino porque no sabía que iba a empezar a excitarme con la visión de las curvas de mi madre. No podía seguir así y le dije a mi madre que necesitaba descansar un poco, que estaba sudando.

-Claro mi bebé. -me dijo-. Yo también descansaré un rato.

Mamá se sentó en una silla que tenía en la trastienda. Me hizo un gesto para que me acercara y me sentará encima de ella.

-No mamá. No voy a sentarme encima de ti y menos estando en ropa interior. -le contesté.

-Mi tesoro, quiero sentirte cerca.

No entendí si me lo decía en plan sexual o que.

Al verla sonreír con esa risa suya tan bonita, no me quedó otra que obedecer y sentarme sobre ella.

-Gracias por ayudarme mi bebé. -me dijo acariciándome el pelo.

-De nada mamá. Eres mi madre y además estas dándome trabajo.

-Te quiero mucho. -me dijo muy feliz.

Terminamos el día, donde había tomado medidas a un par de señoras rellenitas, más que mi madre.

Ella tomó nota de todo y se encargó de prepararlo para pedir el material y poder hacer los vestidos.

De camino a casa vimos a una pareja joven que iban cogidos de la mano. Yo en ese momento no tenía novia, acababa de cortar con mi ex, Vanesa, y ahora no me interesaba volver a tener pareja.

Al dar la vuelta para meternos en un pequeño callejón por donde atajábamos para ir a casa, nos sorprendió otra pareja en plena faena. El chico tenía a la chica apoyada contra la pared con los pantalones de ambos bajados y estaba dándola bien.

Mamá se rio al verlos y me cogió de la mano y salimos casi a la carrera del callejón.

Cuando nos alejamos ella me preguntó con esa sonrisa tan bonita, que en ese momento era aún más tierna de lo habitual, que qué tal me lo pasaba yo cuando hacia el amor.

-Bien mamá. Es muy placentero. -le contesté.

-¿Siempre llegas al orgasmo? -me preguntó.

-Mamá. -le dije reprochándoselo-. Es una pregunta muy personal.

-Ya lo sé cielo, pero eres muy bebé y tengo que saber si mi niño disfruta.

-Si mamá. -le contesté parando un momento-. Seguía con su mano agarrada a la mía. La miré fijamente a los ojos y vi la pasión y el fuego que desprendían en ese momento. Me alcé y la besé en la frente como solíamos hacer. Ella me devolvió el beso y luego levantó nuestras manos y besó la mía.

Si no hubiera sido porque en ese momento varias personas pasaron junto a nosotros la hubiera besado en la boca allí mismo.

Estaba excitado, lo reconocía. Esa pregunta que me había hecho en ese preciso momento de su vida donde papá no la hacía disfrutar en la cama, me había hecho despertar y pensé que, si él no la hacía gozar, tendría que ser yo quien lo hiciese. Entonces decidí contraatacar.

-Mamá. -le pregunté serio mientras estábamos los dos parados a unos metros de casa-. ¿Cuánto hace que tú no tienes un orgasmo?

-Ya ni lo sé hijo. -me contestó.

-¿Y no te preocupa no tenerlo ni disfrutar? -le dije.

-Últimamente ando liada con la tienda, ya has visto el trabajo que tengo, y cuando llego a casa estoy muy cansada para darme una satisfacción.

-Pero si el bruto de papá quiere, tú estás dispuesta. -le recriminé-. No te enfades, mamá, y perdona, pero es que tú también tienes derecho a disfrutar de tu cuerpo y tener un orgasmo cuando te apetezca, si al menos disfrutaras con él…

-Ya lo sé mi bebé. Estate tranquilo. -me dijo volviendo a coger mi mano-. No te preocupes por mamá, ¿vale?, estaremos bien, y más si estamos los dos juntos.

Yo le sonreí y finalmente echamos a andar y llegamos a casa.

Un mes después fue el cumpleaños de mamá. Ese día cerró la tienda y lo celebramos todos juntos. Desgraciadamente vinieron los amigotes de papá, y no pararon de molestar en todo el rato. Algunas clientas de mamá también se pasaron a saludar, mamá les invitó a tarta y bebida, y ellas lo agradecieron mucho.

Papá volvió a jugar a las cartas con sus amigotes y ellos le dijeron lo guapa que estaba. Para ese día mamá se había puesto una blusa rosa y la falda de tubo que tanto marcaba sus caderas y su culo y ellos no le quitaron ojo de encima en todo el rato.

Finalmente nos quedamos solos. Luisa le dio un beso a mamá y le dijo que tenía que irse porque había quedado con su novio. Papá le dijo que fuera buena y en ese momento le llamaron por teléfono.

Me llevé a mamá a un rincón y le di un paquete que había guardado en una mochila que ya no usaba.

-Gracias tesoro, ¿qué es? -me preguntó.

-Ábrelo y lo veras. -le contesté.

Abrió la caja y para su sorpresa vio que era un satisfayer. Al principio no dijo nada, pero luego su sonrisa se tornó en pena y me dijo que no podía aceptarlo.

-No puedo tesoro, si papá se entera. -me dijo contrariada.

-Mamá, es para ti. Te quiero mucho y es tu regalo de cumpleaños.

Ella volvió a mirar la caja y me devolvió de nuevo una sonrisa.

-Está bien. -me dijo-. Lo guardaré en la tienda, tu padre nunca va allí y no lo descubrirá.

-Viene con instrucciones. -le dije, pero inmediatamente me arrepentí-. Pero yo puedo ayudarte a usaarlo.

-Lo sé mi bebé. -dijo poniendo su mano en mi cara-. Te quiero mucho y estaré encantada de que me enseñes a utilizarlo.

-¿Qué cuchicheáis? -preguntó mi padre que había terminado de hablar por teléfono.

-Nada cariño. Tu hijo que me estaba felicitando ahora que ya se ha ido todo el mundo.

-Pues nada, ahora si no tenéis nada más que deciros, quiero darte cariño tu regalo de cumpleaños.

Ella me dio la caja a escondidas y fue hasta él.

Mamá se sentó en el regazo de papá. Se besaron unos momentos y luego se levantaron.

-Vamos campeón. -me dijo a mi-. Si no quieres escuchar lo que viene ahora, puedes irte a la calle un rato.

Yo le sonreí y para mis adentros le hubiera abofeteado allí mismo. Apreté los puños y me fui derecho a la cocina. Cerré la puerta a la vez que se cerraba también la puerta de la habitación de mis padres.

-Ábrete de piernas. -oí que decía mi padre desde su habitación.

Supongo que mamá le obedeció y entonces la penetraría.

Volví a oír los crujidos de la cama y a mi padre que empezó a gemir antes de lo habitual.

-Aaaaaaahhh, aaaaaaaahhh, aaaaaaaaahhhhh. Gime un poco que te oiga el chaval. -le dijo a mi madre.

Entonces oí una serie de gemidos en voz baja que venían de mi madre.

-Aaah, aaah, aaah.

Eran acompasados y creí que serian cada vez que él empujaba su polla hasta dentro.

Así siguieron un rato más, hasta que entonces mi padre dijo:

-Ponte a cuatro patas cariño.

Un movimiento del colchón me hizo saber que mamá le obedecía y se ponía a cuatro patas para satisfacer al bruto de mi padre.

Me preparé un vaso de café y puse el microondas para evitar oírle, pero él fue tan bruto que los gemidos llegaban hasta la cocina y el microondas no los tapaba.

-Aaaaaaahhh, joder, que gusto cariño. Así, déjame entrar más adentroooooo, asiiiiiii, asiiiii, ya viene, ya viene, me corroooooooooo, me corrooooooo, ¡¡jodeeerrrrr me corrooooooooooooo!!

No sé si llegué a escuchar unos pequeños gemidos de mi madre a la vez ya que mi padre había llenado la casa con sus gritos.

Un rato después la puerta de la habitación de mis padres se abrió y vi salir a mi madre completamente desnuda que se dirigía hasta el baño.

Me acerqué por curiosidad a la habitación y oí a mi padre roncar como un cerdo.

Mamá me vio y me dijo que entrara en el baño y cerrara la puerta.

Estaba preciosa y me cogió de las manos y me dio su habitual beso en la frente.

-Mamá, ¿qué tal? -le pregunté-. ¿Esta vez has sentido algo?

-Solo un poco, tesoro. Una pequeña sensación de placer mientras estaba a cuatro patas y tu padre me atravesaba. Parece que consiguió llegar a mi punto g y lo estimuló, pero solo un poco, no me dio tiempo a sentir más y luego él se corrió.

Al decir esto se puso colorada y agachó la cabeza.

-No te de corte decirme esto mamá.

Ella asintió al levantar la cabeza y, para mi sorpresa, me dio un beso en la boca como si fuéramos marido y mujer. Yo experimenté una erección inmediatamente y ella me sonrió.

Como si no hubiera pasado nada de eso, me dijo que la ayudara a ducharse y así lo hice enjabonando su espalda y sus nalgas.

Cuando terminé de ayudarla estaba muy excitado y ella se cubrió con la toalla y me dijo que me dejaba solo para que pudiera aliviarme.

Yo no sabía dónde meterme al decirme eso mamá. Pero estaba tan excitado que no pude pensar más y eché el cerrojo a la puerta del baño y bajándome la ropa, me hice una paja increíble pensando en mamá y su cuerpo desnudo.

No duré nada la verdad. Después de limpiarme bien y lavarme las manos, salí del baño y oí como mi padre seguía roncando aún. Mamá estaba sentada en la cocina con su bata, se había puesto ropa interior esta vez.

Me senté junto a ella y la besé en la frente. Me dijo que mañana la enseñaría a usar mi regalo. Me alegré mucho.

Esa noche dormí de un tirón y me desperté temprano. Desayunamos los cuatro juntos y luego mi padre y mi hermana se fueron como siempre a su trabajo y a la universidad, respectivamente.

Mamá y yo abrimos la tienda.

Pensé que podría enseñarle a usar el satisfayer en la trastienda en algún momento que nos quedáramos solos, pero hubo mucho trabajo y apenas pudimos parar a descansar.

La tienda de mamá ahora tenía mas clientes.

-Mamá. -le dije un domingo que me levanté al baño a orinar y me la encontré haciendo lo mismo en el baño.

-Dime tesoro. -me contestó mirándome sentada en la taza con mucho amor, como me miraba siempre, los ojos bien abiertos y sonriendo.

-Papá me contó ayer a última hora que iba a ir esta tarde al futbol con sus amigotes. Es el momento perfecto para quedarnos solos. -le respondí guiñándole un ojo.

-Tesoro, eso es maravilloso. Por fin un rato para nosotros solos. -me dijo-. En ese momento se levantó de la taza y cogiendo papel, se limpió su vulva. A mí se me iban los ojos a su vulva depilada y rosada, pero volví a levantar la vista a sus ojos, ya que noté como me empecé a poner cachondo y me iba a empalmar con la visión de su coñito.

El día transcurrió como cualquier otro. Papá con sus tonterías, mi hermana como una idiota con el móvil, y mamá y yo lanzándonos miradas cómplices.

Solo quedaba mi hermana para fastidiarnos la fiesta, pero sin duda el fin de semana siempre encontraba un plan, y este no iba a ser distinto.

-Hermanito, te quedas solo con mamá. -dijo ella al cabo de diez minutos-. He quedado con mis amigas, vamos a salir al cine y luego probablemente cenaremos. Nos vemos por la noche.

Respiré aliviado al oírla decir eso. Ahora por fin mamá y yo estaríamos solos.

Nos despedimos de mi padre y mi hermana y respiramos aliviados.

Yo me había encargado de traer el satisfayer de la tienda a casa y lo había escondido en mi armario.

Lo saqué de allí y en ese momento mamá ya se había quitado la bata y se había tumbado en la cama. Estaba muy sexy. Yo tragué saliva cuando vi que empezaba a bajarse las bragas para quitárselas. Pero ahora no podía echarme atrás. Le había prometido enseñarla a usarlo y no podía arrepentirme.

Mamá me miró esperando que fuera yo quien tomara la iniciativa. Al ver que me quedaba parado, se abrió un poco de piernas dejándome ver sus tremendos muslos y su vulva rosada e hinchada por la excitación. ¿Estaba así por mí, o solo de pensar lo que estaba a punto de pasar? Enseguida saldría de dudas.

Me acerqué a ella sonriendo para que no notara lo nervioso que estaba, aunque si lo estuviera, y saqué el satisfayer de la caja.

Me subí en la cama y me coloqué entre sus piernas. Encendí el aparato y lo acerqué a su vulva. Le indiqué que ahora debía abrir sus labios y mamá así lo hizo.

Comenzó a pasarlo por sus labios internos y externos y noté como se iba excitando un poco.

Luego aumentó la velocidad de los movimientos y entonces se mojó del todo.

Al principio no me miraba, pero después alzó la vista y pude ver como disfrutaba.

-Aaaaah, aaaaah. Me gusta tesoro, a mamá le gusta mucho. -me dijo ella.

-Me alegro mucho mamá. Sigue un poco más.

-No sé si puedo mi bebé. No debería hacer esto delante de ti. -me contestó.

-No te de corte mamá. Quiero que disfrutes. Papá no lo hace. Sigue, por favor. -le dije.

Mamá volvió a pasar el satisfayer por sus labios y entonces le señalé con el dedo que debía llegar a su clítoris. Asintió con la cabeza y finalmente llegó hasta el.

Sus piernas se abrían y se cerraban según el aparato la iba dando placer. Yo para entonces estaba empalmado, pero no iba a esconderlo ahora.

Ella se moría de gusto, y al poco no pudo aguantar más y estalló en un tremendo orgasmo que hizo que la cama temblara y toda la habitación con ella.

Cuando mamá recuperó la respiración, me dijo que me tumbara junto a ella. El satisfayer mojado por sus flujos había quedado a un lado.

Estábamos los dos tumbados boca arriba en la cama, cuando ella me dijo:

-Si no fueras mi hijo, aquí y ahora te pediría que me follaras. -me dijo mamá muy seria, pero no con la seriedad de estar enfadada, sino con la seriedad de decirlo completamente en serio.

Más tarde ella se duchó y volvió a vestirse con la bata que habitualmente llevaba.

Esa noche apenas puede pegar ojo por lo que me había dicho mamá. Afortunadamente no follaron ya que mi padre debió volver cansado del futbol y no tendría ganas de clavársela en ese coño tan apetecible que tenía mamá y que había disfrutado sin metérsela.



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En la Tienda de Ropa - Capítulo 002


Mamá dio un salto de alegría que hizo que sus tetas botaran durante un instante mientras ella subía y bajaba. Me enrojecí de vergüenza, pero también me empalmé con fuerza. Mi polla se puso muy tiesa por la visión de sus tetas botando.

Después de hablar por teléfono con su amiga, mamá me dio un beso en la frente toda contenta. Se pegó bastante a mi cuerpo por lo que debió de darse cuenta de mi erección, pero no me dijo nada.

-¿Has visto tesoro? -se atrevió a decirme después de un rato-. Nuestro trabajo se ha visto por fin recompensando. Vamos al desfile de Javier, un famoso modisto, y haremos seguro algún diseño para él. ¿Qué te parece mi bebé?

-Me parece estupendo mamá. -le contesté sonriendo.

-¡Es genial tesoro!

-¿Cuántos días estaremos? -le pregunté.

-Vamos a estar fuera toda la semana. -Susana, que así se llamaba su amiga, se encargaría de todo. Ella nos reservaría una habitación en la ciudad del desfile con todos los gastos pagados.

Esa tarde cuando llegaron del trabajo mi padre, y mi hermana del instituto, mamá les contó que íbamos a estar fuera la semana que viene por el desfile.

-¿Vas a ir con nuestro hijo? -le preguntó él.

-Claro. Tu hijo trabaja mucho y se merece acompañarme. -le contestó mamá-. Así podrá ver un desfile en persona por primera vez y aprender lo poco que le falta ya para ser un buen modisto.

-Si no se vuelve un julandrón… -contestó mi padre de mala gana.

-Papá. -intenté decir, pero me hizo un gesto con la mano como diciendo que me callara.

Me fui a mi habitación y di un portazo.

Por la noche estaba medio dormido, cuando oí abrirse la puerta de mi cuarto. Era mamá que entraba y se sentaba en el borde de la cama junto a mí.

Me acarició el pelo y me dio un beso en la frente como siempre. Salió de la habitación y pude ver que iba en ropa interior. Sus nalgas se movían sudorosas bajo la tela y me excité mucho al verla así.

Pesé a mi excitación, no tardé mucho en volver a dormirme.

Al día siguiente saldríamos.

Desayunamos y volví a ver a mamá en ropa interior bajo la bata que solía llevar. Mi padre no le hizo mucho caso y no paraba de decirle tonterías a mi hermana. En un momento pude oír como le dijo a mi hermana que por fin iban a quedarse solos. Cuando nos fuéramos, le contaría a mi madre de lo que estaban hablando y si de verdad había sucedido lo que le contó aquella vez a sus amigotes cuando fueron los dos, mi padre y mi hermana a la playa nudista.

Eran las 3 de la tarde cuando ya con todo preparado nos dispusimos a salir. Llevábamos una maleta cada uno y mamá una bolsa grande de viaje. Nos despedimos con un frio beso en la mejilla, tanto mi padre como mi hermana a ambos, y salimos a la calle donde al poco parábamos un taxi que nos llevaría la estación de tren.

Allí nos encontramos con Susana que nos dio un abrazo y los billetes en primera clase para el tren. Ella se disculpó porque no podría ir en nuestro mismo vagón, ya que iría con el diseñador en otro en la cabecera del tren. Mamá le agradeció la oportunidad y ella le dijo que en cuanto llegaran y se instalaran, le contaría lo que tenía pensado para el desfile.

Subimos a nuestro vagón y enseguida encontramos los asientos.

Cuando arrancó el tren me di cuenta de que si le contaba a mamá lo que mi padre había hablado con sus amigotes seguramente no le gustaría nada o tal vez le llamara en el acto para saber que hacía con su hija, así que decidí callarme y echar una cabezada en el viaje.

Mamá me despertó cuando llegamos. No sé cuánto tiempo había dormido, pero me sentía con hambre.

Ella si había comido y me trajo un bocadillo, pero al ver que yo seguía durmiendo, me dejó descansar hasta que llegamos a nuestro destino.

Me comí el bocadillo casi corriendo mientras esperábamos que se quedara libre un taxi que encontramos un rato después.

Ya en el hotel preguntamos por nuestra reserva. La joven de la recepción, de unos 25 años, bastante guapa, nos pidió disculpas porque por error nos habían dado una habitación con cama de matrimonio, cuando la reserva se había hecho específicamente para una habitación con dos camas individuales.

Mamá me cogió del brazo y le dijo a la chica que no importaba. Ella lo agradeció y nos dijo que el hotel nos invitaría dos días de los siete que Susana nos había reservado.

En cuanto entramos en la habitación, dejamos las maletas, y yo me tumbé en la cama. Estaba cansado, aunque había dormido casi todo el viaje.

Cuando desperté, me encontré a mamá en ropa interior sentada en la cama y buscando el satisfayer.

-Lo tengo en la mía. -le dije mientras me incorporaba e iba quitándome la ropa.

-¿Está en la tuya? -me preguntó mamá iluminando sus ojos.

-Si. -le contesté-. Lo guardé en mi maleta por si a papá se le ocurría rebuscar en la tuya.

-Estás en todo. -dijo ella acercándose a mí y plantándome un beso muy largo en la frente.

-¿Quieres usarlo ahora? -le pregunté cuando terminó de besarme.

-Bueno, si no te importa tesoro. Estoy un poco nerviosa y necesito relajarme. -me contestó-. Mañana es el primer día del desfile y Susana aun no nos ha dicho nada, dijo que nos diría algo en cuanto nos instaláramos.

-Si quieres la llamo antes y le pregunto. -le dije.

-Claro, claro, cielo. Eres un sol. Eres mi bebé y te amo. -dijo volviéndome a besar.

-Yo también te amo. -le devolví el beso en la frente y pensé que en cuanto tiempo estaría dispuesta a romper ese muro que había puesto entre nosotros al decir aquel día que si no fuera su hijo me pediría que la follara.

La miré fijamente dando a entender lo mucho que había empezado a desearla, pese a ser mi madre y que no me importaban para nada sus kilos de más, cuando en ese momento sonó su móvil. Era Susana.

Le dijo a mamá que en un par de horas nos encontraríamos en el restaurante donde nos contaría lo que íbamos a hacer para el desfile.

-Tenemos tiempo tesoro. -me dijo.

-Claro mamá.

Con mamá ya desnuda de cintura para abajo, no tuve que esperar mucho más para empezar a usarlo.

Me puse sobre ella, entre sus piernas, y le abrí sus labios. Esta vez me estaba atreviendo con ella más que la otra vez y mamá no puso pegas a que lo hiciera. Es más, cerró los ojos y se dejó llevar. Que diferencia con la primera vez que se había masturbado.

Enseguida empezó a gemir bajito y a morderse el labio inferior mientras yo obraba en su coñito, ahora húmedo para su bebé.

Me centré entonces en su clítoris. Ella se agarró a mi cuello mientras arqueaba su cuerpo presa de un placer indescriptible. No faltaba mucho para que se corriera. Lo notaba en la rojez de su botoncito, sus gemidos crecientes, aunque bajitos para que nadie oyera nada, y la expresión de su rostro.

Que poco sabia entonces que en nuestra casa mi padre estaba encima de mi hermana, los dos desnudos en su cama, y él penetrándola mientras mi hermana se agarraba a sus hombros y se dejaba ser follada por su padre, el mismo que la había concebido años antes y que ahora se aprovechaba de su cuerpo adolescente entregado al placer que Luisa le ofrecía, y como gemía mientras era atravesada por la verga enhiesta de mi progenitor, mientras llevaba a su propia hija al orgasmo, cosa que no había conseguido hacer con su mujer desde hacía bastante tiempo.

Cuando mi hermana se corrió a kilómetros de nosotros, mamá también lo hizo evitando un jadeo enorme que tapó mordiéndose los labios mientras se soltaba de mi cuello y su cuerpo dejó de arquearse finalmente y rendida por el placer, se quedó quieta y tumbada boca arriba en la cama recuperando la respiración.

Mi hermana también recuperó la respiración mientras él apoyaba la cabeza en el hombre de ella que seguía dentro de ella llenándola con su semen caliente y espeso en su coño adolescente ahora más dilatado que nunca por su polla que ya empezaba a perder su erección.

No supe cuando tiempo más siguieron así, solo sabía que mamá estaba sudando y que había aprovechado un momento de despiste mío para quitarse el sujetador y quedarse como dios la trajo al mundo.

Me indicó que me tumbara a su lado. Yo obedecí, aunque tenía una tremenda erección.

Lo peor fue cuando mamá me dijo que me desnudara también. Le hice un gesto bajando la cabeza hacia abajo señalando mi erección, pero a ella no pareció importarle. Entonces me dijo:

-Penétrame. Penétrame hijo mío. Hazme tuya.

Parpadeé un par de veces al oír eso de boca de mi madre. ¿Estaba soñando? No, no lo estaba, porque el calor inundaba la habitación y las gotas de sudor que perlaban mi frente y las que cubrían el cuerpo de mi madre me hacían saber que no lo estaba soñando y que la petición de mi madre era completamente real.

-Mamá lo que me pides es muy fuerte. -le dije, aunque en realidad lo estaba deseando.

-Soy tu madre tesoro, y también te quiero más que a nada en este mundo. Me has hecho recordar algo que ya casi había olvidado y necesito hacer el amor contigo.

Volvió a besarme en la frente y yo ya no pude resistirme.

-¿Cómo quieres hacerlo? -le pregunté.

-Ponte encima de mi cielo. -me contestó.

Me puse sobre ella y abrí sus muslos sudorosos.

Su coño estaba ahí mismo dispuesto para que se la metiera su hijo, su querido hijo, al que llamaba tesoro, cielo y mi bebé, pese a mi edad.

Ahora no era su tesoro, ni su cielo, ni su bebé, solo era un hombre que se moría de ganas por metérsela a su madre. Si, a su madre. A la carne de su carne, a la mujer que le había llevado en su interior nueves meses y que ahora ansiaba por volver a entrar por donde había salido y eso me estaba volviendo loco.

Sin más preámbulos besé a mamá apasionadamente en la boca y nuestras lenguas se enredaron en un beso lleno de deseo, pasión y morbo.

Volví a colocarme mejor sobre mamá y guiando mi polla con la mano izquierda, la dejé justo en la entrada de su coño.

Ella me miró asintiendo, dándome su permiso sin palabras, cosa que yo no esperaba, y la fui introduciendo en su coño caliente, húmedo y dispuesto a acogerme en su interior.

Yo cerré los ojos de placer al introducírsela del todo. Mi falo la llenaba por completo y aunque no era muy grande, era suficiente para llenarla del todo.

Mamá abrió las piernas un poco más y yo me dejé caer del todo sobre ella.

Entonces abrí los ojos y mirándola fijamente a los suyos comencé a bombear.

Mi pene entraba y salía fácilmente de su interior por lo lubricada que estaba al acabarse de correr.

En ese momento solo se oían nuestras respiraciones agitadas mientras yo seguía con el bombeo lento y apasionado, pero de ritmo constante que nos volvía locos a los dos.

A mamá se le revolvió el pelo y yo le subí un poco el flequillo mientras seguíamos follando.

Paré un momento, estaba agotado, pero sin sacársela. Ella me guio para que después se la metiera hasta la mitad y volviera a metérsela hasta el fondo, pero de un solo empujón.

Yo asentí y volvimos a besarnos apasionadamente.

Hice como me dijo, la sacaba hasta la mitad y luego se la clavaba de un empujón hasta el fondo, lo que hizo que tuviera un segundo orgasmo, gracias a mi polla y quien sabe desde cuanto tiempo que no lo había tenido con mi padre.

Paramos un momento, yo aun aguantaba sin correrme.

Me salí de ella y me tumbé a su lado recuperando la respiración.

-Te amo cariño. -me dijo-. Y quiero volver a correrme tesoro.

-Yo también mamá. -le contesté-. Pero no sé si puedo correrme dentro de ti.

-Claro mi bebé. -volvió a llamarme así, cosa que ahora me volvía loco-. Me puse un diu hace años y podemos hacerlo sin problema a que me quede embarazada. Después de tener a tu hermana, tu padre ya no quería tener más hijos, pero tampoco quería usar preservativos, así que nos decidimos por el diu.

-Entonces puedo correrme sin problemas dentro de ti. -le dije-. Quiero llenarte con mi semilla mamá, te amo tanto.

-Vamos otra vez tesoro. -dijo incorporándose y poniéndose encima de mí-. Dime si te hago daño.

-Vale mamá.

Se colocó sobre mí, con sus piernas muy abiertas para no apretarme con sus muslos. Fue agachándose lentamente y agarrando mi polla con sus manos, se le fue introduciendo en su vagina hasta que se la clavó toda.

Ya solo tuvo que cabalgarme agarrándose a mis muñecas para darse impulso. No tardó demasiado en tener un segundo orgasmo, mientras su pelo volvía a revolverse, sus tetas botaban en cada sube y baja y su barriga se movía al ritmo de la cabalgada.

En ese momento ya no pude más y la avisé de que iba a correrme.

-Lléname hijo, lléname de tu leche, por favor. -me pidió.

Apretó los músculos vaginales y eso hizo que me ordeñara casi y que mi polla eyaculase chorros y chorros de semen caliente y viscoso, tal y como mi padre se lo había llenado a mi hermana hacia un rato a kilómetros de allí.

Pero no gemí, ni grité ni nada porque nos oirían en las habitaciones de al lado. No quería que nadie supiera del pecado que acabábamos de cometer como madre e hijo, derribando todos los muros que la sociedad nos había impuesto.

Nos quedamos un rato así, ella encima de mí y yo dentro de ella, dejando que mi semen se escurriera por sus piernas mojándome de mi propia semilla mezclada con los fluidos de ella.

Tuve la precaución de secarme con unos clínex para no manchar las sábanas, aunque no creo que fuéramos la primera pareja que follara en esa habitación, solo que no serían madre e hijo.

Mamá se incorporó con cuidado y tapándose el coño con un clínex, fue corriendo al baño para darse una ducha.

Yo me levanté y fui detrás de ella un momento después y desnudo como estaba, la contemplé desde el umbral de la puerta del baño mientras bañaba bajo el agua su cuerpo hermoso que tanto placer acababa de darme.

Si no fuera porque cuando salió de la ducha solo quedaban 20 minutos para nuestra cita con Susana, hubiera vuelto a follarme a mi madre.

Bajamos al restaurante los dos separados como si no fuéramos dos amantes que acabáramos de follar hacía unos minutos y Susana nos estaba esperando sentada en una mesa al fondo del restaurante. Nos hizo un gesto con la mano ya que nada más entrar no la habíamos visto y nos sentamos allí los dos.

Después de pedir la cena, Susana le contó a mamá que Javier le había diseñado un vestido especialmente para ella y que quería que mamá le diseñara otro para enseñar en el desfile. Afortunadamente, mamá siempre llevaba con ella un cuaderno donde anotaba todas las cosas que se le ocurrían para hacer un bonito diseño y creía tener el que le gustaría a Javier.

Cenamos hablando del desfile y de todo un poco y vi a mamá más feliz que nunca, no solo por lo que habíamos hecho, si no por lo que pasaría en el desfile al día siguiente y en los demás días.

Nos acostamos relativamente temprano. Dormí con la cabeza apoyada en el hombro de mamá y así me desperté.

A eso de las 8 ya estábamos despiertos y nos duchamos por separado, aunque mamá sabía que estaba deseando ducharme con ella. Sugirió que ese día no tuviéramos sexo para que todo saliera perfecto y yo lo acepté sin problemas.

A las diez habíamos quedado con Susana que nos presentaría a Javier.

Mamá estaba muy nerviosa, pero a la vez muy ilusionada.

Javier resultó ser un encanto y una persona muy cercana.

Cuando mamá salió con el vestido puesto estaba preciosa. Era un vestido muy bonito que la favorecía mucho y que disimula sus caderas anchas y su gran trasero. Si mi padre la hubiera visto vestida así se hubiera vuelto a enamorar de ella, pero como era un capullo integral que solo la quería como un agujero donde meterla y quien sabía si ahora que tenía a mi hermana para ello, ya ni siquiera querría a mamá para tener sexo.

Lo de que ahora mi padre se tiraba a mi hermana es algo de lo que me enteraría más tarde, en las vacaciones de verano y que contaré en un relato posterior.

Javier le dio el visto bueno al vestido, aunque le comentó a mamá que solo tendría que hacerle unos pequeños arreglos y estaría listo para el desfile de la tarde.

Nos despedimos de él hasta la tarde y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad con Susana.

Por fin llegó la hora del desfile y mamá salió con una modelo más. No habían sido necesarios demasiados arreglos al vestido y cuando salió, yo fui el primero en aplaudirla. Susana se unió a mí y después todo el mundo la aplaudió. Yo estaba muy contento y mamá por supuesto también.

Cenamos con Javier por la noche en el mismo restaurante del hotel y después Susana se despidió de nosotros. Javier ya había visto en la cena los diseños de mamá y coincidieron en el vestido que a ella le gustaba.

Nos dormimos enseguida, estábamos demasiado cansados para hacer el amor.

En el desfile del día siguiente Javier me invitó a que les tomara las medidas a las modelos, aunque ya estuvieran todas perfectamente medidas y los vestidos preparados. Yo le había comentado que quería dedicarme a esto y él me animo a que no lo dejara y que estudiara diseño.

Un día antes de terminar la semana, Javier ya tenía listo el vestido que había acordado con mamá.

Al final, con todo lo que habíamos trabajado, no habíamos vuelto a follar, yo estaba muy caliente y aunque mamá también, intentaba disimularlo como podía. No veía la hora de volver a hacerlo con ella.

Solo nos quedaba un último día, el día en que una de las modelos de Javier llevaría el vestido que había diseñado mamá.

Así que nos preparamos temprano, después de ducharnos, bajamos a desayunar y hablamos con Susana de los últimos preparativos. Javier quería que mamá saliera con él al final del desfile y que después saludara a todo el público. Mamá estaba muy contenta, pero a la vez también nerviosa.

-Si estás nerviosa mamá. -le dije-. Tengo la solución. Y sonreí.

-Puedo usar el satisfayer. -me contestó.

-Tengo algo mejor, ya sabes. -y señalé mi paquete.

-Eres un sol mi cielo. Vamos a hacerlo. Siempre me ha dado morbo hacerlo en el baño tesoro.

-Vamos pues. -la animé.

Nos encerramos en el baño. Mamá se quitó el vestido que llevaba y lo dejó colgado tras la puerta. Se bajó las bragas hasta los tobillos y apoyó sus brazos sobre el lavabo poniéndose con el culo en pompa

Yo no podía más, así que solo saqué mi verga del pantalón del pijama y sin más preámbulos, se la metí hasta el fondo.

Mamá dio un respingo cuando la sintió dentro del todo y se agarró más fuerte al lavabo mientras yo comencé a bombear con ganas.

Estábamos extasiados los dos follando como conejos. Yo sudoroso, mamá apretando los dientes y mordiéndose de vez en cuando los labios y agarrada al lavabo que parecía que fuera a romperlo.

Mi polla entraba y salía como si nada lo impidiera. Parecía que a partir de ahora mamá no necesitara más del satisfayer, mi polla se iba a encargar de eso.

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heranlu

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En la Tienda de Ropa - Capítulo 003


Mierda, pensé. Ahora no podía parar, estaba a punto de correrme. Mamá seguro que también estaba a punto, lo notaba por las contracciones de su vagina cada vez más y más fuertes.

Pero los golpes en la puerta me hicieron volver a la realidad. Mamá finalmente se salió de mí y se puso el albornoz que nos daban en todas las habitaciones del hotel a los clientes. Yo cerré la puerta del baño y pegué la oreja a la puerta.

Pude comprobar que eran Susana y Javier que le entregaban a mamá unas fotos del desfile y se disculparon al verla en albornoz diciéndole que no querían interrumpirla. Mamá les dijo que no pasaba nada, que ya había terminado de ducharse, aunque no era verdad evidentemente. Ella les invitó a pasar, pero ellos no quisieron molestarla más y tras pedirle de nuevo perdón, se despidieron hasta la tarde.

Entonces se abrió la puerta del baño y mamá la volvió a cerrar y quitándose la bata, me sentó en la taza y se subió sobre mí y se clavó mi polla en su interior y cabalgándome un poco, despacio pero intensamente, mientras sus tetazas botaban a un palmo de mí, me hizo correrme en un par de minutos, estaba a punto de hacerlo cuando nos habían interrumpido y ahora no tardé nada en correrme.

Mamá echó la cabeza hacia atrás de puro gusto y agarrándose a mis hombros siguió follándome hasta que finalmente ella también se corrió.

Me miró con pasión mientras recuperaba la respiración aun dentro de mí y luego me besó en la frente y alzándose, se salió de mi polla.

Yo me quedé contemplando sus hermosas nalgas mientras se enjuagaba la cara del sudor que le había producido nuestro polvo, tentando estuve de lanzarme sobre ellas y darles un buen bocado figuradamente, y finalmente se lavó el coño en el bidet y después de secarse, se volvió a poner el sujetador y las bragas y salió del baño.

Yo aproveché para darme una nueva ducha rápida y enseguida estaba listo.

El desfile terminó y después de que todo acabara, nos despedimos de Javier y Susana nos dijo que nos enviaría todas las fotos a casa.

Mamá había salido con Javier al final del desfile como le había prometido y por unas horas no podía haber sido más feliz.

Al final tocaba volver a casa a la rutina de todos los días con el bruto de mi padre y la tonta de mi hermana.

No quedaba mucho para que me enterara de lo que mi padre hacia con ella.

Seguimos trabajando duro en la tienda de mamá. Ahora, al saber las clientas que ella había estado en el desfile, se acumulaban más mujeres en la tienda y todas querían que ella las aconsejara que ropa les sentaba mejor, cuando antes eran ellas mismas las que la elegían. Hubiéramos tenido que contratar a otra persona más al menos para ayudarnos, pero aún mamá no había conseguido los suficientes ingresos.

De todas formas, me dijo que, si seguíamos con tanta clientela, en un par de meses o tres tal vez, podríamos contratar a una persona para que nos ayudara, si las cosas nos iban igual de bien y las clientas no paraban de aumentar.

Desde que habíamos vuelto, papá dejó de prestar interés a mamá. De todas formas, no sé si es que ahora le apetecía hacerlo cuando yo no estaba en casa o qué, porque no volví a oírlos hacerlo, ni al bruto de mi padre gemir.

Tal vez fuera que mi padre ya no sentía el más mínimo interés por hacerlo con mamá.

De todas formas, me alegré de no tener que volver a oírle gemir como un cerdo.

Llegó el verano sin apenas darnos cuenta.

Para mi sorpresa mi padre había preparado unas vacaciones “diferentes”.

Pues sí, no se le había ocurrido otra cosa que ir a un camping, pero no un camping cualquiera, sino un camping nudista.

Mi hermana Luisa se quedó muy contenta con la ocurrencia de mi padre. Mamá no dijo nada y yo tampoco, solo la cogí de la mano para consolarla.

Estaba claro que mi padre quería ver a mi hermana desnuda y probablemente reírse de mi madre si iba estar desnuda delante de todo el mundo con sus kilos de más.

El idiota de mi padre estaría orgulloso de lo que se le había ocurrido.

Ninguno de los dos dijimos nada. No se nos ocurrió protestar ni nada por el estilo. A saber que hubiera dicho mi padre si hubiéramos abierto la boca.

Luisa empezó a buscar fotos del camping en el móvil y me fijé en como mi padre le acariciaba el pelo.

En unos días comprobaría por mis propios ojos lo que sucedía entre ellos dos.

-Chicos, la cena está lista. -dijo mi madre llamándonos a la mesa.

Se había puesto un mandil que le había regalado mi padre hacia bastante tiempo y que le sentaba estupendamente.

Cenamos y después de ver un rato la televisión, nos fuimos a dormir.

Un par de días después salíamos de vacaciones.

Al ser un camping nudista no necesitábamos demasiado equipaje. Unas toallas para la piscina y las duchas, unas zapatillas, chanclas, las cosas de aseo y algo de ropa por si algún día íbamos a comer o cenar fuera del camping.

Afortunadamente mi padre había alquilado un pequeño bungalow bien equipado. Nada de tener que dormir en una caravana o en tienda de campaña o tener que usar un baño compartido por vaya a saber dios cuánta gente. Para eso era un poquito escrupuloso y me iba a ir bien tener un baño para nosotros solos.

Así que hice de tripas corazón y acepté que fuéramos a estar desnudos todo el día. Al menos tendría a mamá para hacerme compañía y en cuanto pudiéramos quedarnos solos, aprovecharíamos para follar como conejos.

Nos montamos en el coche. Mi padre conducía, mamá no tenía carnet y mi hermana se lo estaba sacando cuando podía. Yo no tenía demasiadas ganas de sacármelo y siempre que podía lo retrasaba.

Luisa se sentó delante y yo detrás con mamá.

Mi hermana se había puesto un pantalón tan corto que era casi un cinturón. Tan corto que apenas tapaba sus bragas cuando estaba de pie y ahora sentada no creo que tapara demasiado.

Me fijé en que mientras conducía, mi padre le echaba un vistazo a sus piernas de vez en cuando. Mamá miraba el móvil por lo que no se dio cuenta de nada.

Un rato más tarde, casi a medio camino de nuestro destino, mi padre bajó su mano derecha del volante a la pierna izquierda de mi hermana y la puso encima.

Ella empezó a reírse sin darle importancia y le dio unos golpecitos con el dedo a mi padre en su costado.

Entonces él empezó a apretar su muslo con lo que mi hermana se estremeció.

Más tarde me di cuenta de que mamá se había dormido apoyando la cabeza contra el cristal. Yo me hice también el dormido y oí como mi padre seguía con sus juegos con mi hermana. No pude ver si llegó a masturbarla. Al menos ella no gimió ni nada, pero si lo hizo, fue muy breve y en silencio.

Me despertaron unos golpecitos en la ventanilla. Era Luisa llamándome para que me despertara, indicándome que habíamos llegado finalmente al camping.

Estaba de pie junto al coche. El pantalón-cinturón se le había remangado un poco y podía ver por debajo su tanga de color blanco.

Sudaba por su escote. Llevaba un top de color rosa claro que dejaba ver su tripa, cosa que aparte de su pantalón tan corto, habría sido definitivo para ponerle la polla tiesa a mi padre durante casi todo el trayecto.

Sacamos la maleta y una bolsa de deporte, todo nuestro equipaje y fuimos al bungalow que tenía el numero 9, el que mi padre había reservado.

Entramos y dejamos la maleta y la bolsa. Mi padre nos dijo que debíamos desnudarnos y unirnos al resto de veraneantes.

Lo hicimos, yo tratando de no darle importancia y tomarlo como algo normal.

Mi cuerpo delgado resaltaba frente al de mi padre, con barriga y pene de tamaño mediano que colgaba con el pubis totalmente depilado. Mamá estaba detrás mío, la más tímida de todos, y finalmente mi hermana que en un instante se quitó el pantalón, el tanga y el top que dejó caer sobre la cama.

La verdad es que mi hermana estaba bastante buena. Pechos redondos, turgentes, por supuesto naturales, pubis depilado, salvo por una línea estrecha de pelo y culito respingón, que seguro que todos los hombres heteros del camping se volverían a mirar.

Mamá abrió la maleta e intentó coger una toalla para cubrirse, pero mi padre se lo impidió, le dijo que aún no iríamos a la piscina, solo a dar una vuelta y conocer el camping y a todos los residentes que pudiéramos.

Ella asintió y salimos. Mi padre cerró la puerta, pero luego cayó en que no llevaba bolsillos para guardarla, claro, estábamos completamente desnudos.

Los bungalows se encontraban a ambos lados de un gran paseo que presidia el camping.

Un poco más adelante se encontraba la zona de las caravanas y las tiendas de campaña. Al pasar al lado de una de las caravanas me pareció verla moverse, señal inequívoca de que sus ocupantes estarían pasándoselo muy bien. Ni mi padre ni mi madre ni mi hermana se fijaron.

Cuando nos acercamos a la piscina, pese a que mi padre había dicho que no iríamos, vi a un montón de gente desnuda con cuerpos de todo tipo. Delgados, gordos, más gordos, más delgados. Mujeres con pechos pequeños, pechos grandes, pechos caídos, culos prietos, culos fofos y culos de todo tipo, así como penes de todas las formas y tamaños, me fijé en que algunos estaban semi-erectos y otros erectos del todo, cosa que noté que estaba a punto de pasarle al mío. Que se estaba empinando y no podía hacer nada por evitarlo. Además, no tenía nada con lo que cubrirme, salvo mis manos, pero evidentemente el hecho de ponerlas delante de mí pene quedaría ridículo porque todo el mundo sabría la estupidez que estaría haciendo intentado tapar lo obvio.

Por un instante me vino a la cabeza que tal vez podríamos encontrarnos en la piscina con alguna de las clientas de mamá a las que había tomado medidas vestidas, y ahora tendría que verlas desnudas, pero después de echar un vistazo rápido, no vi que estuviera allí ninguna de ellas, además eran mujeres de clase media-alta a las que no creo que se les pasara por la cabeza pasar sus vacaciones en un camping y menos en uno nudista.

-Cariño. -le dijo mamá a mi padre-. ¿No dijiste que no iríamos a la piscina? Podría haberme traído la toalla.

-Es que en realidad no vamos a bañarnos, hemos llegado hasta aquí y vamos a conocer gente, pero no a bañarnos Rosario. -le contestó él de mala gana-. Las cosas entre ellos parecía que fueran a peor.

Mamá asintió con la cabeza.

Mi padre nos hizo un gesto para que nos sentáramos en el césped que rodeaba toda la piscina, por esa zona algo descuidado la verdad, junto a una pareja de unos treinta y tantos años con un par de hijos, niño y niña pequeños, que cuando no revoloteaban alrededor entraban y salían constantemente de la piscina.

Mi padre se sentó junto a la mujer y mi hermana a su lado y mamá y yo junto al marido, conmigo tratando de disimular la erección, cruzando una pierna sobre la otra.

Comenzaron a hablar después de presentarnos y me di cuenta de que mi padre no le quitaba el ojo a las grandes tetas que lucía la mujer, las cuales, gracias a la fuerza de gravedad y su peso, estaban algo caídas pese a su juventud, pero sin duda eso a mi padre le importaba un bledo, porque no paraba de mirarlas como un idiota.

Aunque el marido tenía a la vista igualmente los pechos aún más grandes de mamá, él solo la miraba a la cara mientras hablaban. Que diferencia entre una persona que está acostumbrada a hacer nudismo y otra que es la primera vez que lo practica.

Tras un par de horas donde aparte de hablar con la pareja de los niños pequeños, también habíamos conocido a otras más con la que congeniamos bastante bien, todos eran habituales del camping, decidimos volver al bungalow. Yo lo agradecí, porque con ese césped casi seco, me estaban picando los huevos.

Aunque el bungalow disponía de cocina, el camping también tenía un par de restaurantes donde poder comer si no nos apetecía preparar la comida o la cena.

Igualmente debíamos ir desnudos al restaurante. Una de las parejas nos había aconsejado llevar una especie de riñonera que habían comprado cuando empezaron a acudir al camping para llevar dinero y, por supuesto, la llave si estaban alojados en un bungalow.

Mi padre no hizo demasiado caso a su consejo y cogió algo de dinero e hizo la broma de que se lo guardara Luisa o mamá entre las tetas.

Ella no dijo nada, pero mi hermana le rio la gracia y le cogió los billetes y se los llevó a las tetas.

Después mi padre agarró los billetes con una mano y nos fuimos al restaurante.

Nos sentamos en el restaurante en una mesa grande en la que fácilmente cabían 6 personas, aunque nosotros éramos cuatro.

Enseguida llegó un camarero que nos dejó la carta y justo detrás de él una camarera de unos 55 años con las tetas grandes y caídas. Mi padre le dio un codazo a mi hermana cuando la vio y está no pudo disimular una risita. Afortunadamente la mujer nos preguntó si queríamos algo de beber primero a mamá y a mí y no pudo ver como Luisa se reía.

Cuando tomó nota de las bebidas, la camarera se marchó haciendo oscilar sus grandes nalgas, más aún que las de mamá, y los idiotas de mi padre y mi hermana se giraron para mirarla y volvieron a reírse.

-No deberíais reíros de ella. -les amonesté-. Aquí todo el mundo está acostumbrado a verse desnudo sin importar su peso ni la talla de ropa que usen porque precisamente no la usan.

-Ya. -contestó mi padre-. Tu hermana y yo estábamos admirando la belleza de esa mujer. ¿Acaso ya te has vuelto julandrón del todo y ya no te gustan las mujeres?

-Pues no. Me siguen gustando las mujeres y mucho. -le contesté enfadado cruzando los brazos.

-Así me gusta hijo. Que luego cuando te quedes solo te hagas una buena paja pensando en ese culazo y esas tetazas de la camarera. -me dijo él.

Mamá agachó la cabeza sin saber dónde meterse.

En ese momento llegó el camarero con las bebidas haciendo oscilar su pene como un péndulo mientras andaba, aunque yo estaba empezando a acostumbrarme a ello.

Mi padre estuvo a punto de decirle algo, seguro que donde estaba la camarera de tetas caídas, aunque buenorra, pero mamá le dio un puntapié que hizo que se callara.

Afortunadamente la comida nos la trajo otro camarero hombre, y mi padre y mi hermana ya no volvieron a decir nada y empezamos a comer.

Después de la comida, cansados y sin ganas de conocer más gente por el momento, volvimos al bungalow.

Este disponía de dos habitaciones, una más grande con cama de matrimonio, y otra más pequeña con dos literas.

Mi padre entró en la habitación pequeña y mi hermana le siguió. Al parecer ya no quería dormir con mamá o eso pensé. Ella no dijo nada y entró en la otra habitación.

-¿Qué le pasa a papá? -le dije cuando entré con mamá en la habitación y cerré la puerta.

-Antes de salir de viaje, me dijo que necesitaba tomarse un tiempo para reflexionar sobre nuestro matrimonio y supongo que por eso está tan distante desde que volvimos de la semana que estuvimos fuera por el desfile. Por supuesto hijo, yo no le he contado nada de lo nuestro y él tampoco sospecha nada.

-Pues no sé si es hora de que se lo cuentes mamá. Que él lleva mucho tiempo teniendo sexo contigo solo cuando a él le apetece, y ahora has encontrado en mí el hombre que no es papá desde hace mucho tiempo.

-¿Cómo le voy a decir que tú, cielo, eres mi amante? Que me consuelas y me haces disfrutar cuando ya no creía que podría volver a hacerlo. Que me haces sentir mujer como el bruto de tu padre no me había vuelto a hacer sentir.

-Si, tienes razón. -le contesté-. No puedes decirle eso, a saber que reacción tendría. Y aunque solo le dijeras que ya no le quieres y quieres divorciarte.

-Ya lo hablamos cielo. Ahora mismo tampoco podría divorciarme aunque quisiera.

-Anda vamos a dormir mamá. -le dije poniéndole la mano en el hombro para consolarla-. Descansar nos sentará bien. Seguro que él ya está durmiendo como un tronco tan tranquilo.

Ella asintió y nos metimos en la cama. Aunque hacia calor nos tapamos con las sábanas.

Un solo instante puede cambiar tu percepción de todo lo que te rodea y también, porque no, de todos los que te rodean. Quien iba a decirme que el hecho de tener sed me hiciera despertarme y descubrir asombrado lo que debía haber sabido anteriormente.

Al dirigirme a la cocina tenía que pasar por la otra habitación ya que estaban juntas.

Me di cuenta de que la luz de la mesilla estaba encendida y vi a mi padre sentado en el borde de la cama. Cosa que por otro lado me pareció normal, probablemente no podía dormir o iba a ir al baño, pero justo cuando iba a seguir andando, me di cuenta de que la cabeza de mi hermana asomaba entre sus piernas. Estaba agachada frente a él y al fijarme más, pude ver que jugueteaba con su pene erecto unos segundos antes de metérselo en la boca y comenzar a hacerle una felación.

No podía creer lo que estaba viendo. Mi “querida” hermanita agachada frente a mi padre y tragándose su verga y chupándosela como si no hubiera un mañana.

No sabía en qué momento había aprendido a mamarla de esa manera, como una autentica actriz porno, porque, que yo supiera, ella no había tenido novios hasta ahora y no creo que ver videos porno la hubiera hecho ser una maestra en el arte de la felación.

El bruto de mi padre echaba la cabeza hacia atrás y se agarraba fuerte a las sábanas, señal de que la puta de mi hermana le estaba haciendo disfrutar.

Durante unos minutos mi mente creyó estar viendo una película que estaban proyectando en la habitación del bungalow y no algo real, ya que, aunque estaba acostumbrado a leer relatos de incesto en internet, cuando lo estaba viendo con mis propios ojos pensé que todo era falso, que detrás habría un equipo de cine y un director que diría ¡corten! si la escena no había salido como se había pensado.

Y, si, me diréis que yo había estado haciendo lo mismo con mi madre, follar, tener incesto si, el ver a tu padre como disfrutaba gracias a la boca de mi hermana me pareció en ese instante algo completamente irreal, una película, un sueño, una pesadilla.

Pero en lugar de salir corriendo a la cocina, el morbo me pudo más y me quedé allí de pie como un idiota contemplando lo que ocurría frente a mí.

No recuerdo cuanto tiempo estuvo mi hermana mamándosela a mi padre. Solo sé que cuando ella terminó se incorporó y se subió sobre las piernas de mi padre.

Él la miró fijamente y chupándose dos dedos de su mano derecha con la boca, los bajó hasta su entrepierna y comenzó a masturbarla con ansia.

Sus dedos recorrían hábilmente sus labios hinchados por la excitación. Mi padre ansiaba a mi hermana y no paraba de masturbarla, hasta que después de unos minutos comenzó a hacer círculos con uno de sus dedos alrededor de su clítoris.

Ella se abrazaba a él mientras estaba a punto de llevarla al orgasmo.

No fue necesario que le metiera ninguno de sus dedos porque entonces oí como le decía:

-Papá, métemela ya.

Mi padre se colocó un poco mejor abriendo más sus piernas mientras mi hermana a horcajadas sobre él se iba dejando caer despacio mientras iba clavándosela toda hasta el fondo.

Él gimió al sentirla toda dentro y entonces mi hermana le besó en la boca y comenzó a cabalgarle.

Para entonces mi polla estaba completamente tiesa y casi daba con el marco de la puerta. Aunque estaba a una distancia prudencial para que no me vieran, no hice ningún intento de masturbarme mirándoles.

La cama se movía con las cabalgadas de mi hermana, mientras él se agarraba a sus caderas y se dejaba follar por la que ahora era la mujer de su vida en lugar de mi madre.

Entonces mi hermana aceleró los movimientos y comenzó a subir y bajar más rápido haciendo que sus gemidos fueran en aumento sin importarles que mi madre pudiera oírlos.

Pude oír que mi padre le decía a mi hermana:

-Tú me das lo que no me da tu madre.

-Si papá. -le contestó ella sin apenas aliento por lo fuerte que le estaba cabalgando.

No me quedé más tiempo viendo como follaban. Me fui derecho a la cocina y me bebí ese vaso de agua que necesitaba y que refrescó mi garganta.

Volví a nuestra habitación y me metí en la cama colocándome detrás de mamá.

Le separé un poco las piernas. Estaba tan excitado y fuera de mi por lo que acababa de presenciar, que pensaba follármela aunque estuviera durmiendo.

Dirigí mi polla con la mano hasta que encontré su gruta. Estaba seca pero no me importó porque se la clavé sin ni siquiera excitarla ni meterle un dedo mojado en su cueva.

Ella dio un respingo cuando la sintió dentro, por lo que me di cuenta de que no estaba dormida del todo, tal vez en duermevela.

De todas formas, me acogió como siempre, con cariño porque me preguntó: ¿cielo estas bien? Y cuando yo le contesté que sí, apretó sus músculos vaginales mientras yo comenzaba con el mete y saca, pero de una forma mucho más brusca de las veces anteriores en las que habíamos follado.

Ella se dejaba hacer mientras yo seguía embistiéndola como una bestia en celo que solo quería correrse en su interior. Aunque ella intentó gemir yo le tapé la boca con la mano mientras mi polla seguía horadando su interior, deseoso de hacerla mía una vez más y llenarla de mi esperma.

Nuestros cuerpos estaban moviéndose acompasados ya que ella se había despertado del todo y se movía al ritmo de las embestidas que yo seguía dándole.

Su coño ya estaba encharcado, por lo que la fricción había desaparecido y agarrándose a las sábanas se tragaba para si un placer inmenso que estaba a punto de llevarla al orgasmo tal y como estaría sucediendo en la habitación de al lado con mi padre y mi hermana.

Finalmente noté como el semen subía desde mis huevos por el tronco de mi polla hasta llenar la cabeza de mi glande y solté un pequeño chorro pre-eyaculatorio.

Al notarlo mamá apretó más aun sus músculos vaginales ordeñándome literalmente y chorros y chorros acumulados de hacia días inundaron sus paredes vaginales, tanto, que alguno se escapó de su coño y fueron a manchar las sábanas de leche caliente y espesa.

Pero mamá no había llegado aún al orgasmo. Mi polla egoístamente había eyaculado antes de que ella se corriera y yo no iba a dejarla a medias. Sin sacarla llevé mi mano hasta su clítoris y la masturbé con la misma furia con la que mi padre había masturbado a mi hermana hasta que finalmente mamá se corrió con un grito que ahogó metiéndose mis dedos de la otra mano en la boca.

La posición en la que habíamos quedado era algo forzada y me dolía la mano con la que había callado sus gemidos, pero mi polla seguía dentro de ella y yo estaba a gusto.

Aunque no quería dejar de sentirla, ella finalmente se salió de mi y se giró quedando los dos cara a cara.

-¿Qué te dio cielo? ¿Por qué me follaste así de intenso? -me preguntó aun sudorosa y tan hermosa como siempre. Con sus tetazas a un centímetro de mí.

-Tuve un sueño mamá. -le contesté-. Soñé que papá se follaba a Luisa.

-¿Y cómo iba a hacer eso hijo? -volvió a preguntarme.

-No lo sé. Solo sé que desde que volvimos de viaje los dos tienen mucha complicidad. Tal vez ellos se hayan liado como nosotros, mamá. Ha sido solo un sueño, pero ¿y si fuera verdad?

Fui hablándola de ello para que se diera cuenta de lo que podía estar pasando.

Mamá me acarició la cara y me subió el flequillo y me besó apasionadamente en la boca.

-¿Quién sabe? -dijo ella-. De todas formas, si tu padre se folla a su hija no tenemos nada que recriminarlos. Tú y yo hacemos lo mismo tesoro.

-¿Te divorciarías de él si lo hiciera? -le pregunté.

-Tendríamos que verlo. Estaremos atentos estos días y veremos qué pasa. -me contestó.

La besé en la boca y abrazado a ella nos quedamos finalmente dormidos.

Transcurrieron unos días en los que volvimos a la rutina diaria. Desayuno, ducha y de paseo por el camping. Íbamos a la piscina y conocíamos a otras personas. Después a comer, siesta con un buen polvo y luego a dormir.

Un domingo por la tarde después de follar con mamá, ella escuchó unos gemidos que venían de la habitación de mi padre y mi hermana. Yo ya sabía perfectamente que es lo que pasaba y aunque había tratado de insinuárselo, repitiendo otros días lo del sueño que había tenido, mamá no había querido ser consciente de ello, se levantó y se quedó plantada en el umbral de la puerta tal y como había hecho yo días atrás.

Esta vez mi hermana estaba a cuatro patas en la cama y mi padre detrás de ella evidentemente entrando y saliendo de su coño muy mojado y él agarrado a sus caderas disfrutando como un loco.

Cuando se dio cuenta de que mamá los estaba observando, ella no se había escondido tanto como yo, levantó la cabeza, pero no dijo nada y siguió penetrando a mi hermana la cual se moría de gusto y no vio a mamá porque estaba con la cabeza agachada.

Él al ver que estaba al borde del orgasmo, miró fijamente a mamá y terminó de follarse a mi hermana y se corrió mientras seguía mirando a su mujer.

Mamá le contempló con los brazos cruzados y cuando recuperó la respiración Luisa alzó la cabeza y por fin se dio cuenta de que su madre había estado viéndolos casi todo el rato mientras follaban.

Se tapó con la sabana como si eso fuera a esconder lo que acababan de hacer y mi padre no dijo nada, solo oí a mi padre que le dijo que en cuanto volviéramos a casa pediría el divorcio.

Dio media vuelta y volvió a la habitación.

El resto de las vacaciones fueron de lo mas tensas.

Mi padre tampoco preguntó si mamá y yo hacíamos lo mismo.

Aún nos quedaban dos semanas de vacaciones y mi padre fue tajante. Quería que mientras estuviera follando con su hija nosotros nos estuviéramos en el bungalow.

Mamá estuvo de acuerdo con ello. Habíamos pasado de ser una familia normal como cualquier otra, a ser una familita incestuosa como se ve en muchos relatos de esta página.

Ahora habíamos decidido para no estar en el bungalow mientras ellos lo hacían que iríamos a aprender a jugar al tenis. La profesora estaba buenísima.

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