Cómo me Entregué a mi Vecina (Lesbico) - Capítulos 001 a 002

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
6,204
Likes Recibidos
2,514
Puntos
113
 
 
 
-
Cómo me Entregué a mi Vecina (Lesbico) - Capítulos 001 a 002

Cómo me Entregué a mi Vecina - Capítulo 001





De pie frente a la puerta de Amanda, siento que el corazón me late con fuerza en el pecho... No puedo creer que esté pasando por esto... Llevo un vestido medio liviano, cerrado por detrás con una cremallera hasta la cintura y unos bonitos zapatos de tacón.

Mi vecina Amanda abre la puerta con una gran sonrisa y una mirada intensa en sus ojos... Su pelo está recogido en un moño apretado... Lleva una bata de baño de seda y tacones altos. Debajo se puede apreciar un conjunto de sujetador y bragas negras.

-Entonces, ¿has venido para gozar?

Dice cogiéndome de la mano y dejándome pasar a su casa.

Rápidamente cierra y pone el pestillo en la puerta... Amanda me abraza y mete su larga lengua en mi boca... Yo balbuceo de sorpresa y trato de responder a su beso... Un brazo rodea mi espalda y me presiona contra ella... Su otra mano palmea y aprieta mi coño con brusquedad, apretando el vestido entre mis temblorosas piernas.

-Pienso. Vaya, esto está sucediendo muy rápido.

Echo mi cabeza hacia atrás, succionando su lengua... Sus manos se levantan para acariciar y pellizcar mis pechos... Con la misma rapidez, no para de palparme y besarme para llevarme hacia el salón... Siento que mis pezones se han endurecido y la humedad crece entre mis piernas.

-Rosa, no vamos a perder el tiempo esta noche, ¿verdad?

-No, cariño, no lo vamos a perder. -Sólo quiero decirte algunas cosas antes de comenzar.

Me dice, mientras nos paramos en medio del salón.

Recuerdos me vienen a la mente. Mientras Amanda habla, se quita la bata para mostrarme unas bragas de cuero negras, cerradas por delante con una cremallera y un sujetador negro haciendo juego. Está seductora.

-Claro Amanda, ¿qué pasa?

Le pregunto Intrigada y nerviosa.

-Para empezar, deberás obedecer a todo lo que te ordene que hagas esta noche. -Es totalmente necesario para lo que tengo pensado hacer, ¿comprendes?"

-Sí, Amanda. -Lo haré.

-Una cosa más. -Probablemente seré la amante más dedicada que jamás hayas conocido, pero voy a ser muy posesiva contigo y quiero ser obedecida en todo. -Si quieres convertirte en la mayor puta sumisa de la ciudad, has de hacer todo lo que te diga y sin protestar. –Vas a aprender a comer coños con la mayor maestría posible. –Me verás con otras mujeres sin que sientas celos ni envidia por ello. -Eso no significa que te deje de lado. -Es sólo que necesito ser libre para hacerte lo que me gusta. -¿Entendido, cariño?

Me explica Amanda, mientras me hace girar y comienza a bajar la cremallera de la parte trasera de mi vestido, me da una fuerte palmada en el culo cuando termina.

-Entendido.

Le respondí rápidamente, asintiendo con la cabeza, mientras observo nerviosa en el interior de la sala, el artilugio que Amanda llama “Banco del placer” y que está en mitad del salón, con su estructura metálica brillando a la luz de las lámparas.

Amanda me rodeó con sus brazos, apretando con fuerza, haciéndome sentir sus duros pechos presionando mi espalda. Me empezó a besar el cuello, mientras que con una mano me apretaba el coño únicamente cubierto por las bragas, mientras que con la otra mano apretaba mis pechos y pellizcaba los pezones, poniéndolos aún más duros. Su lengua no dejaba de recorrer mi cuello lamiendo y dando ligeros chupetones, cogía mi oreja con los dientes para darme suaves mordisquitos, mientras, sus manos no dejaban de apretar mis pechos. Pasaba de un lado de mi cuello al otro y de una oreja a la otra, lamiendo y chupando sin cesar.

-Aaah, Rosa. -Qué adorable eres. -Soy muy afortunada por tener a una preciosidad como tú en mis brazos. -Nos vamos a divertir mucho juntas.

Me dijo, sin dejar de recorrer con su boca mi cuello y hombros.

-Querida, ¿ves que ese “Banco que hay ahí?"

-Sí.

Le contesto agitando mi cabeza asintiendo nerviosa.

-Vete familiarizando con él, porque vas a pasar mucho tiempo disfrutando en él esta noche y todas las que desees, que serán muchas. -Me permitirá llevar nuestra relación a un nivel completamente nuevo para ti. -A través de la restricción, tu coño y tu cuerpo, se convertirán en una buena herramienta para dominarte y hacer lo que quiera de ti.

Miro el artilugio y pienso cómo mi vecina me está volviendo loca. -Me estoy poniendo bastante cachonda mientras sus malvadas manos me aprietan los pechos y acarician sin parar el coño.

-A partir de ahora me llamarás Ama y no hablarás sin mi permiso. -Va a empezar tu educación como puta sumisa.

-Sí, Ama. ¡Aaaah, siiíii!

Amanda sujeta con sus pulgares la goma de mis bragas y la baja poco a poco acariciando mis piernas mientras me las quita.

Desabrocha mi sujetador y lo arroja a un lado. Me agarra de la nuca y me lleva al “Banco del placer”. Siento un sonrojo en mi cara por estar totalmente desnuda frente a esta mujer, lo cual es un poco raro por lo que ya habíamos hecho en anteriores ocasiones, incluso con sus perros, pero a pesar de todo no puedo evitar sonrojarme.

-Rosa, sube encima de la plataforma. -Tienes que ponerte con las rodillas y con las piernas muy separadas, ¿entendido, cariño?

-Si Ama.

Le digo con cierto temblor en la voz.

Cachonda perdida, me arrodillo sobre la acolchada superficie, me pongo como me ha indicado en ese artefacto.

Lo noto acolchado y mullido para arrodillarse fácilmente. Hay unos cáncamos de metal brillantes a todo lo largo de la estructura. Me arrodillo y espero más instrucciones. Amanda viene a mi lado, me sujeta la pierna izquierda y la abre al máximo, haciendo lo mismo con la derecha a continuación, dejando mi culo y coño completamente expuestos a la vista.

-Necesito que estés completamente abierta, querida. -Ahora abre los brazos y te inclinas hacia delante.

Cumplo de inmediato la orden de mi vecina. Es increíble lo expuesta que me siento en esta posición.

Amanda va a un cajón y saca todo tipo de artilugios y bridas. Ella toma unas cuantas de dichas bridas de plástico. Ata una alrededor de mi pierna, sujetándola a uno de los ojales laterales. Pronto, mis piernas, tobillos y manos están atados firmemente. Mientras me sujeta las piernas, me las fuerza abriendo mucho más.

Luego cogió mis manos y las ató a unos de los ojales delante de mí. Esto me ha obligado a inclinarme hacia adelante con los brazos estirados hacia delante y abiertos, la espalda horizontal y mi culo completamente expuesto, mientras mis pechos cuelgan libremente, balanceándose con el más mínimo movimiento.

-Es una pena que no te veas en un espejo, porque eres todo un espectáculo.

-¿Cómo te sientes al estar atada y completamente denuda en mi “Banco de placer”?

Me decía esto mientras no paraba de acariciar mis nalgas incluso rozando los labios de mí vagina.

-Es muy excitante, -Ama, va a hacer que me corra si continua acariciando mi clítoris.

Amanda sin previo aviso me metió un dedo en el coño.

-Joderrr, tía, estás empapada, no cabe duda de que mi banco te está gustando mucho. -Cuando termine de colocar algunas cositas más, vas a alucinar.

Me estaba excitando mucho, atada a esta extraña estructura de mi vecina. Mis pezones se endurecían y mi coño estaba muy mojado. Me excitaba mucho el estar bajo el mando de una mujer tan dominante y tremendamente atractiva.

-Muy bien, Rosa, ¿sabes qué es esto?

Amanda parada frente a mí con sus bragas de cuero negro y sujetador a juego, me muestra lo que parece un collar de perro en cuero y cubierto de largos pinchos.

-Ama, ¿eso es el collar de Nerón, tu perro?

-Sí, Es el collar que le ponía a mi perro Nerón para que me obedeciera y ahora servirá para que me obedezcas tu. –Es ideal para entrenar a perras como tú. -Puesto con los pinchos para dentro se convierte en un collar de castigo.

Después de apartar el pelo me puso el collar alrededor del cuello y lo apretó lo suficiente como para que notara los pinchos sobre mi delicada piel pero sin apretar. Noté una emoción extraña cuando cerró el collar alrededor de mi cuello. Sabía que con esa acción me había convertido en su “esclava”.

Mi Ama colocó una correa corta en mi collar y luego la pasó alrededor de un gancho que había en la parte superior de la estructura. Esto hacía que mi cuello y mi cabeza quedara levantada aún más y mi espalda quedaba recta. Mi coño estába completamente expuesto a lo que Amanda quisiera hacerle.

Mi Ama se agachó y acercó su rostro al mío. Con su mano derecha levantó suavemente mi barbilla hasta que nuestros ojos se encontraron y me dijo:

-¿Te pone cachonda cómo te tengo atada, tesoro?

-Sí Ama.

Le contesté mirando a sus intensos ojos azules.

-Cuanto más te ato, más cachonda te pones. -Tu cuerpo se ve muy bien sobre mi pequeño invento. -Me gusta mucho la forma en que tus tetas se balancean debajo de ti. -Esos bonitos labios carnosos que voy a besar, me enloquecen, me dice Amanda mientras se acerca lentamente a mi cara.

Al principio su beso fue suave. Luego, presionó sus labios contra los míos. Temblé levemente cuando su beso se volvió más salvaje y posesivo.

Amanda sostuvo mi cara en sus manos, inclinando mi cabeza hacia arriba. Gemí tirando de mis ataduras, mientras su lengua forzó mi boca a abrirse y, una vez dentro, se retorcía y movía por todo el interior jugando con mi lengua. Interrumpió el beso y se puso de pie. Deseaba que se pusiera un consolador con arnés y me jodiera.

-Qué dulces sois las jóvenes.

Dijo, mientras pasó un dedo por mi vagina.

-Por favor, Ama, creo que estoy preparada para que me folle

Le dije cachonda perdida y con voz temblorosa. Ni yo me podía creer que estuviera diciendo semejante cosa.

-No tengas prisa cielo. -Tenemos tiempo sobrado para estar juntas, ¿Verdad?

-Si Ama.

-Puedes relajarte, pequeña putita. -Tenemos mucho tiempo.

Dijo Amanda detrás de mí, mientras vi que se dirigía hacia el sofá.

Al regresar vi por el rabillo del ojo que traía un cojín entre las manos.

-Tranquila putita, lo vamos a pasar muy bien y lo mejor es estar cómodas.

No comprendía nada cuando puso el cojín debajo de mí, hasta que tendiéndose en el suelo boca arriba, puso la cabeza sobre él y debajo de mis pechos, quedando estos al alcance de su boca.

-Putita, antes de jugar con tus tetas, hay que sacarte la leche para evitar que se desperdicie. –Sería una pena que se derramara sobre el suelo.

Cuando se metió mi pezón derecho en la boca y empezó a mamar, comprendí el motivo de poner el cojín debajo de su cabeza, puesto que aproximadamente diez minutos después aún seguía mamando y no cesó de hacerlo hasta agotar la leche de mi pecho. Si pensaba que ya se habría hartado, me equivocaba, ya que cambiando a mi pezón izquierdo, continuó chupando y extrayendo leche hasta dejar igual de exprimido ese pecho.

Una vez se convenció de que ya era inútil insistir y que no salía más leche, se levantó y me acarició ambos pechos, comprobando lo duros que habían quedado con sus chupetones y la excitación en que me había puesto. Mis flujos corrían por mis muslos hacia el suelo y al verlo me dijo riendo.

-Joderrrrr. Putita, si te has corrido, con sólo comerme tus tetas. –Las veces que te vas a correr, con lo que todavía te espera.

Riéndose, marchó hacia la cocina volviendo enseguida con un cuenco lleno de cubitos de hielo.

-Zorrita, se te han puesto los pezones muy duritos, pero eso no es nada, para cómo te los voy a poner.

Seguro que mi vecina no era la primera vez que hacía eso, porque cogiendo unos cubitos, me los fue frotando insistentemente alrededor de los pezones y los dejaba apoyados en las puntas de estos, hasta hacer que me dolieran. Ahora sí que se me pusieron duros de verdad, incluso me dolían de helados que me los dejó.

-Ves zorrita, ahora sí que tienes los pezones listos para lo siguiente que tengo pensando hacer.

Cogió unas pinzas muy extrañas, unidas a una cadenitas y me dijo.

-Relájate, pequeña zorra. -No hay necesidad de que te preocupes. -Todo va a estar bien. -Esto que ves son pinzas para pezones con unas bonitas cadenas unidas a ellas. -Voy a colocártelas firmemente en tus tiernos pezones y luego engancharé cada cadena a unos de los cáncamos de los laterales del banco en el que estás atada. -Estas pinzas duelen mucho, pero te irás acostumbrando y no tires de ellas, porque se aprietan al estirar. -Ya verás cómo te van a gustar mucho.

Me decía esto mientras pellizcaba mis pezones, comprobando su dureza. Su mano izquierda sostenía estas pinzas frente a mi cara.

-Aaaaaah, Ama, no me ponga esas pinzas. ¡Aaaaah!. ¡Aaaaah!

Fue una sorpresa cuando Amanda se inclinó debajo de mí y cogió mi pecho en su boca... Apretó brutalmente mis pobres tetas con las manos, y sujetando los pezones con los labios y dientes, me fue mordiendo y chupando los pezones.

Estaba completamente sujeta y totalmente a merced de mi sádica vecina... Mi coño estaba muy húmedo... Me hubiera gustado sentir algo dentro de mi vagina.

-Aaaaah, Ama, por favor, no estoy segura.

-Silencio, pequeña puta. ¿Quién te ha dado permiso para hablar?

Mientras, se concentraba en mi pecho izquierdo, estirando el pezón.

-Ahora te voy a colocar la primera pinza para tus pezones. -Estoy segura de que esta será la primera de muchas veces que te las colocaré, porque tienes los pezones perfectos para ello. -Son suaves, largos y muy sensibles. -La pinza tiene mucho sitio donde morder aquí. -Claro, que puede que te duela un poco al principio, pero dentro de unas horas, me lo estarás agradeciendo cuando tu coño no deje de correrse continuamente.

No podía creer lo que escuchaba. Sentía mis flujos correr por mis piernas. ¿Había dicho horas? ¿Horas?... ¿Cuánto tiempo tenía pensado mantenerme atada así?. ¿Me va a poner esas pinzas en mis pezones?, pensé un tanto asustada.

-¡Aaaaah, Ama. Yo. Aaah. Aaah. Aaah!

Sentí la presión del metal contra mi pezón izquierdo mientras Amanda apretaba la pinza sin misericordia. Una extraña mezcla de agudo dolor e intenso placer brotaba de mi pecho. Gemía profundamente y movía la cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras lágrimas de frustración y dolor rodaban por mis mejillas.

Intenté bajar la cabeza para ver mi pecho pinzado y cómo me pinzaba el pezón el derecho, olvidando que tenía puesto el collar con pinchos, cuando un intenso dolor recorrió mi cuello al clavarse los pinchos en mi cuello. Los hábiles dedos de mi vecina pellizcan, tiran y acarician el pezón. Cuando la pinza muerde, gimo y sollozo, agitándome lo que las ataduras me permiten.

-¡Acéptalo como la perra que eres!... -Estas son pinzas para chicas que comienzan. -He sujetado a chicas y mujeres de tu edad con pinzas mucho más grandes, que estas tan insignificantes que llevas.

Me dijo pasando sus manos sobre mi pecho, tirando de mis pinzas recién colocadas mientras yo, gemía y lloraba temblando.

-Además, todavía no he sujetado las cadenas para unirlas.

- Aaaaah, Ama, por favor, no me ponga eso. Yo. ¡Aaaaah!

Comienzo a tartamudear mientras ella coloca la cadena con el gancho que cuelga del extremo de cada pinza del pezón, a la parte baja y lateral de la plataforma.

Mi pezón y teta derecha estaba ligeramente hacia abajo y estirada hacia la derecha mientras ella también coloca el gancho de la pinza de mi pezón izquierdo estirando hacia el lateral izquierdo. Ahora mis pezones estaban unidos por una cadena corta que al tirar de ella hacía que mis tetas quedaran estiradas hacia abajo y los lados evitando todo posible balanceo hacia la derecha o hacia la izquierda y únicamente con ligeras oscilaciones hacia adelante y hacia atrás.

-Aaaaaah, Ama, por favor, me duele mucho.

Sin escucharme tensó las cadenas y estiró mis tetas, castigando mis pezones.

-Sí, Rosa, esa es la idea. Ahora quiero echar un vistazo a ese húmedo coño tuyo.

Amanda se puso directamente detrás de mí. Podía sentir sus dedos deslizándose por el interior de mis muslos. Nunca antes me había sentido tan totalmente expuesta. Sus dedos se movían a través de mis flujos vaginales que corrían en regueros por el interior de mis piernas.

- Mmm, muy agradable. -Eres una puta muy caliente y estás bastante mojada.

No sé por qué, pero cada vez que me llamaba "puta" o "perra", me excitaba más. -¿Cómo podía comprender tal cosa? A estas alturas estaba empezando a volverme loca de placer.

Sentía su pulgar en la entrada de mi culo. Luego, con un fuerte y repentino “empujón”, lo insertó por entero. Me empujó ligeramente hacia adelante, lo que hizo que mis pezones se estiraran hacia los lados y hacia atrás. Luego movía lentamente su dedo pulgar hacia fuera, mientras su dedo corazón acariciaba mi vagina, deslizándolo deliciosamente a lo largo de mi clítoris. Sentía como me entraban dos dedos en el coño haciendo pinza con el pulgar en mi culo. El placer que me estaba proporcionando era indescriptible.

-Aaah, Ama. -Qué bien siento con esto que me está haciendo.

-Dime pequeña puta ¿nunca has estado atada y jodida frente a un grupo de personas, verdad?

Me hizo esta pregunta mientras no dejaba de masajear suavemente los labios de mi coño con varios dedos, mientras mantenía otros dentro, frotando mi vagina por el interior.

-Aaaaah. -No. -Claro que no.

Le contesté con un hilo de voz balbuceando, presa de placer.

Era muy complicado estar concentrada, mientras intentaba mover mis caderas contra su mano para aumentar el roce y con él conseguir un mayor placer. Intentaba apretarme contra su pulgar, pero me lo impedía el hecho de que mis tetas, al estar “enganchadas” por las cadenas al banco ese de tortura, debía “estirármelas” todo lo que podía sin dañar mis sensibles pezones... Me daba cuenta de que Amanda sabía perfectamente lo que estaba haciendo, para darme el máximo placer y tenía que forzar mis pezones hasta el límite.

Cuando ella retiró su mano de mi vagina, lloré de impotencia, retorciéndome en mis ataduras, mientras, la oía buscar algo entre sus cosas y me preparé para lo nuevo que hubiera decidido hacerme a continuación.

Cuando apareció delante de mí, traía una especie de polla de goma, imitando a una polla de hombre, pero muy larga y gruesa. Dudaba mucho que ningún hombre la tuviera de ese tamaño, por lo menos yo no las había visto tan grandes. Lo curioso es que estaba provista de unas correas imitando a un tanga. Eso era un arnés con una polla enorme, imitando a una de verdad con sus venas y todo.

-¿Alguna vez has visto una de estas?

Me lo preguntó, poniendo eso delante mi cara.

- "No, Ama... -Nunca he visto algo así antes, por lo menos así de grande.

-Pues ya la has visto y esta noche alguna de mis amigas va a joderte muy lentamente con esto. -Voy a organizar una pequeña fiesta e invitaré a algunas amigas a estar con nosotras dos y que dejen constancia de este feliz acontecimiento.

Al escuchar esto, trago saliva y me puse a temblar.

-¿En público? -¿Dejar constancia? -¿Qué significa eso? -No entiendo, Ama.

-Es muy fácil de entender. ¿Sabes lo que es hacer fotos y videos? -Pues eso es dejar constancia de un hecho, jovencita ignorante.

-Nooooo, Ama, por favor. -Amigas, no, por favor. -Esto es sólo entre nosotras dos. -No sé cuánto podré soportar.

-Querida, seguro que vas a gozar mucho. –Puede que haga entrar a Nerón, que seguro que estará contento follándote delante de nosotras.

Estaba aterrorizada y temblando, sin embargo mi coño babeaba abiertamente. Me encontraba fuertemente atada, con las tetas estiradas a tope, con unas pinzas hiriendo mis pezones y completamente inmovilizada a ese “Banco de placer”, que más bien era un Banco de tortura. Pero ser follada por un perro y unas desconocidas, me podría llevar a un estado de completa locura lujuriosa, difícil de asimilar.

Amanda seguía explicando sus planes, haciendo que me sintiera completamente asustada, por desconocer a qué límites me podría llevar.

-Deseo compartirte entre mis amigas especiales ya que eres demasiado buena para guardarte solo para mí.

-También estoy comenzando a darme cuenta de que eres un poco quejica, y tengo un remedio perfecto para eso.

-Te voy a poner una bonita mordaza en la boca, para que estire tus bonitos labios, hacer que te calles y dejar de oír tus continuas quejas.

En un momento volvió con una bola de goma con dos cuerdas. Amanda la sostuvo con una mano, mientras con la otra me obligó a abrir la boca, introduciendo esa bola forzadamente, mientras me miraba a los ojos.

-Rosa, ya sabes de qué va mi pequeña fiesta contigo esta noche. -Mis amigas y yo vamos a humillarte por completo. -Vamos a realizar actos perversos en tu cuerpo atado y amordazado y te vamos a follar por todos tus agujeros -Quizás puede que mi perro Nerón se una a la fiesta para animar más la sesión.

A continuación, Amanda acaricio suavemente mi desnudo culo con su mano, lo que sirvió para aumentar mi creciente frustración.

-Rosa, querida, quiero darte la oportunidad de irte ahora mismo si quieres, sin hacer preguntas. -Si lo haces yo seguiré siendo tu amiga especial, siempre. -Dentro de un rato nuestra fiesta va a ser muy intensa para una mujer con poca experiencia como tú. -Entonces, ¿qué decides, Rosa?.

- ¿Te quedas para disfrutar de la fiesta?

-Mnnnnnnff…. –Mnnnnnffff…… -Mnnnnnffff.

Negaba con la cabeza, solo lo que el collar me permitía, ya que era imposible articular palabra.

-Excelente, putita. –Te lo vas a pasar en grande. -Ahora te ato la bola para que no pueda salirse.

Por un momento pensé que me iba soltar, pero no me había entendido o no había querido entenderme. La bola me impedía hablar al dejar mi lengua aprisionada contra la parte inferior de mi boca.

Cuando Amanda terminó de atar la bola, solo sonidos inteligibles podían salir de mi boca.

-Mnnnnnnff…. –Mnnnnnffff…… -Mnnnnnffff.

-Calla. -Ahora eres una puta muy dócil, ¿no?

A pesar de mi situación, me encontraba en esos momentos tan excitada, que no me hubiera importado que me metiera ese enorme consolador por mi encharcado coño.
-
 

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
6,204
Likes Recibidos
2,514
Puntos
113
 
 
 
-
Cómo me Entregué a mi Vecina - Capítulo 002


Estaba atada a un potro de tortura, tenía los pezones pinzados y con un incomodo collar de pinchos en el cuello, sin embargo estaba muy cachonda. No recordaba que anteriormente hubiera estado en un estado semejante de excitación.

Las bridas en mis piernas y brazos me sujetaban con fuerza al potro de tortura, estaba con los brazos estirados hacia delante y los lados, con las rodillas apoyadas en el acolchado suelo, la cabeza levantada, para evitar que se clavaran los pinchos en mi cuello. Apenas podía moverme sin que las cadenas que unían las pinzas de mis pezones, me mandaran un aviso de dolor al estirar dolorosamente de mis tetas.

Estaba completamente indefensa ante mi vecina. Ella podía hacerme lo que quisiera. Estar en esa situación me ponía al límite de excitación, quedando esto demostrado por los regueros de flujos vaginales que recorrían mis muslos, mojando la superficie acolchada debajo de mis rodillas, pudiendo notar la humedad acumulada.

-Putita, te pondré una venda en los ojos para evitar que puedas reconocer a alguien de los invitados a mi fiesta. -Así podrán actuar sin miedo a que los reconozcas posteriormente.

No tardó mucho en oscurecerse todo y notar como Amanda anudaba la tela negra detrás de mí cabeza.

-¿Alguien que pueda reconocer? -¿Hasta qué punto iba a ser humillada y torturada esa noche? -¿Por qué estaba tan cachonda con mi situación? -¡Oh Dios mío! -¿En qué lío me había metido?

Intentaba hablar, pero sólo me salían sonidos sin que se pudieran entender.

-Mnnnnnffff. –Mnnnnnffff

Notaba como mis flujos goteaban por mis muslos y pensaba que todos me iban a ver en esa situación.

El tiempo parecía que se había detenido para mí, en ese estado, ciega, muda y atada. Cada vez que me movía, aunque sea poco, sentía como calambrazos de dolor recorren mis pezones, al estar terriblemente estirados por las pinzas colocadas por mi vecina.

Podía sentir a Amanda llamando por teléfono e invitando a sus amigas intimas a la “Fiesta especial”, donde yo iba a ser la principal protagonista.

Hasta mis oídos llegaban algunas palabras sueltas de las conversaciones.

-Sí, siii, la tengo atada y dispuesta, tiene el coño empapado. –La putita está deseando recibiros.

-No te preocupes, está con los ojos tapados y amordazada –Sí, puedes hacerle todas las fotos que quieras.

-No, únicamente la tendré hasta mañana tarde.

Cuando la escuché regresar a mi lado, intenté ponerme en contacto con ella, pero era imposible con la mordaza puesta y sólo sonidos salían de mi boca.

-No desesperes putita, que están al llegar mis invitadas. -Se te nota que estás impaciente para que te follen por todas partes. –Ya falta poco para que te follen y será una lástima que no te quede leche, porque a algunas les hubiera encantado ordeñarte. –Se te ve muy bien, así atada y con tu depilado coño brillando por la humedad de tus flujos.

Mientras me hablaba, yo tragaba saliva asintiendo con leves movimientos de cabeza. No podía creer que esto pudiera estar pasando en realidad, era como un sueño del que podría despertar en cualquier momento. Era un compendio de sensaciones encontradas, balanceándome ligeramente de atrás hacia adelante, todo lo que las cadenas de mis pezones me permitían, atados al potro de tormento.

Atada con mis brazos estirados y de rodillas, con los ojos vendados y amordazada, solo mi sentido del oído me permitía escuchar el más leve sonido, indicándome lo que Amanda estaba preparando para sus invitadas. No podía creer que esas mujeres gozaran al verme en esa situación.

Solo el sonido del timbre, me sacó de mis pensamientos, escuchando como Amanda contesta por el telefonillo de la puerta.

-Las invitadas ya están llegando y estarán encantadas en verte así en esa situación tan sexy. -Ahora están dejando el coche en el parking.

Tiro de mis ligaduras gimiendo de vergüenza y dolor, forzando las bridas que se me clavan en la carne y siento como si mis pezones se fueran a separar de mis tetas. Me va a mostrar como una especie de trofeo de caza, en contra de mi voluntad. Mi coño está produciendo mucha cantidad de flujos y debido al dolor de mis pezones estoy llegando al orgasmo. Noto gotear mi coño sobre el acolchado del potro, mojando mis rodillas.

Ahora es el timbre de la puerta el que suena y oigo como se abre la puerta. Sonido de tacones de varias mujeres se sienten aproximándose hasta donde estoy atada. No puedo creer lo que está pasando. Me encuentro completamente avergonzada por mi situación y que me vean así atada, desnuda y con el coño goteando abundantes flujos, producto de mi reciente orgasmo. También en contrapartida estoy muy cachonda por lo que imagino que están a punto de hacer conmigo. Con las ataduras y el dolor en mis sensibles pezones, encuentro la forma de excitarme enormemente.

Oigo como Amanda invita a entrar en el salón a sus invitadas.

-Pasad por favor, pasad al salón, es donde la tengo dispuesta. -Silencio, Que puede os puede oír.

Puedo sentir sus pasos aproximándose Un escalofrió recorre mi cuerpo y un sudor frío me envuelve. Escucho como se ríen y exclamaciones de aprobación cuando me ven atada.

-Joderrrr. Menuda putita.

- Muy bien. -Muy bien.

-Realmente increíble. -Qué bien atada la tienes, Amanda.

-Joderrr. Te has superado.

-Amanda, cada vez te superas más.

-Me encanta la forma en que tiene las tetas tan estiradas, esa putita. –Menudas tetas tiene.

Me siento completamente avergonzada por la forma en que hablan de mí. Todas la voces que oigo son de mujeres y da la sensación de que me rodean, con una buena perspectiva de mi culo y vagina completamente depilada.

-Un momento que enciendo la lámpara para que todas podáis ver mejor todo lo que se haga esta noche y salgan mejor las fotos. -Podéis hacerle videos de las tetas estiradas y haré que las mueva para que quede más excitante.

¿Videos? Había escuchado que me iban hacer videos, completamente desnuda y así atada.

Me empujaban en el culo para que mis tetas se desplazaran de delante hacia atrás y se estiraran aún más los pezones, con el consiguiente dolor. Todo para que en las imágenes se muestren mis tetas y pezones en toda su longitud.

Cualquiera y desde cualquier ángulo, podían hacerme fotos y videos, sacando imágenes de frente y lateral de mi cuerpo atado.

-Muchas gracias por venir.

Oía que decía Amanda, mientras acariciaba mis tetas. Me estremecía con sus caricias. Jamás me había sentido tan expuesta e indefensa. A pesar de mi situación mi cuerpo me estaba traicionando, haciendo que mi clítoris se pusiera erecto y mi excitación aumentara por momentos.

-Chicas, admirar a esta perra así atada a mi “Banco del placer”. -Podéis ver como disfruta de estar atada. -Parece que haya estado así toda su vida por lo bien que lo lleva. -Voy a hacer un recorrido por su anatomía de puta.

Solo podía gemir temblando cuando la escuché acercarse a mí.

-Mirad esos labios como abrazan la bola e imaginarlos abrazando vuestros pezones. -Mirad como esos labios se estiran deliciosamente y parecen creados especialmente para chupar coños.

Me cogía por la barbilla y levantaba mi cabeza forzando mis pezones estirados, dejando que sus amigas pudieran apreciar mi rostro y boca. Sus dedos acariciaban mis labios estirados alrededor de la mordaza.

Notaba como Amanda se movía a mi alrededor y pasaba sus manos por mis pechos, que levantaba suavemente estirando aún más los pezones, haciendo que se me escaparan gemidos de dolor.

-Admirad estos bonitos pechos, que apenas les ha tocado el sol. -Esta putita tiene unos pezones muy largos y deliciosos, como podréis comprobar cuando se le vuelvan a llenar de leche. -Ahora los tiene escurridos, por haber tenido la delicadeza de invitarme a mamárselos. –Se le ven muy bien decorados con estas pinzas y los tiene muy sensibles. -Solo hay que ver el resultado cuando estiro de la cadena que los une al potro.

Amanda tiró cruelmente hacia abajo de las cadenas que estaban unidas a las pinzas de mis pezones, haciendo que estos incrementaran la presión, al mismo tiempo que mis pezones se alargaban. El dolor y el placer me invaden por partes iguales a través de mis sensibles pechos.


-Mnnnnnff. –Mnnnnnnff.

Es el único sonido que salía de mi amordazada boca.

Gemía y me estremecía contra mis ataduras mientras sus invitadas murmuraban y se reían en respuesta a mis gemidos.

Sus manos se desplazaban por mis pechos comprobando la turgencia y elasticidad de mi piel, bajo la tensión de las pinzas. Me llegaban incluso a acariciar mis pezones.

-Y aquí tenemos sus bonitos y duros pezones, coronando estas hermosas tetas. -Estas son las razones por las que vosotras estáis esta noche aquí.

Los dedos fríos de Amanda amasan y pellizcan mis tetas, mientras yo gemía y me retorcía. Esa mujer me estaba convirtiendo en un espectáculo de sexo para sus amigas. Había pasado a acariciar mi coño y culo, llamando la atención sobre mi mojada vagina.

-¿Qué os parece este coño, amigas? -¿No está este bonito coño pidiendo a gritos el ser azotado y follado?

Me imagino que a continuación me va a azotar el culo.

Me encogía y temblaba en mis ataduras. Con los ojos tapados, solo podía oír sus pasos y las risas de sus amigas.

Las manos de mi vecina recorrían ahora mis nalgas y muslos, rozando como por descuido mi mojado coño.

-Pienso que si utilizara este cucharón de madera, para darle color al culo de la putita, íbamos a disfrutar mucho. -¿Cuántos golpes creéis que puede soportar nuestra putita?

Oía reír de nuevo a sus invitadas.

Podía escuchar las apuestas sobre cuanto golpes podría soportar mi culo. Mientras no cesan los pasos de Amanda a mí alrededor.

-Con un culo como ese, no menos de veinte.

Escuché que decía una.

-¿Solo veinte? -Un culo como ese puede aguantar perfectamente cincuenta.

-Creo que esa zorra masoquista necesita al menos cien golpes. -¿Qué menos que eso para verlo bien rojo?

Decía otra voz femenina. Coreada por risas del resto de las invitadas.

Atada sobre mis rodillas, con los brazos estirados en el Banco de tortura de Amanda, me estremecía y me retorcía intentando soltar mis ligaduras, clavando las bridas en mi piel. Mis sensibles pezones estaban mandando mensajes de intenso dolor por la presión de las pinzas y los tirones. Esas mujeres estaban locas. ¿Cien golpes con un cucharón de madera?, era una locura.

-Bueno, creo que no hay que pasarse con la pobre Rosa. –Vamos a empezar poco a poco y según se vea, se irá incrementando. –Por lo pronto cinco golpes en cada nalga le dejarán el culo con un tono bien rojo. -Luego podreís darle otros cuantos si no nos gusta el tono de rojo alcanzado.

Escuché decir a mi vecina intentando convencer a sus invitadas más recalcitrantes.

No tardé mucho en notar una superficie fría rozando mi nalga derecha. Estaba segura de que era Amanda quien estaba detrás de mí, empuñando el cucharón, preparada para empezar a complacer a sus amigas, azotando mi culo.

Se estaba intensificando el murmullo de desaprobación entre las invitadas por la poca contundencia del castigo. Seguro que si fueran ellas quienes lo iban a recibir no gruñirían tanto.

Recibí el primer golpe en mi nalga izquierda, con un intenso ardor y quemazón, pero fue menos doloroso de lo que pensaba, lo que de verdad me hizo gruñir de dolor, fueron los tirones de las pinzas en mis pezones al desplazarme hacia delante, por efecto del golpe. Mis pezones estaban tirantes y al desplazarme hacía delante, las cadenas me los sujetaron hacia atrás. Eso sí que fue doloroso y estaba segura de que Amanda lo había planeado así desde un principio.

-Mnnnnnnnffffff. –Mnnnnnnffffff.

Me retuerzo de dolor agitando la cabeza sin poder siquiera quejarme por la mordaza.

-Uno. –Dos. –Tres.

Oigo como cuenta Amanda.

Cada vez que era golpeado mi culo, se producía el efecto doloroso del golpe y los terribles tirones en mis pinzados pezones.

Amanda me tenía obligada a esta situación inesperada, ya que no entraban en mis planes ser golpeada delante de espectadoras. Una loca sensación de vergüenza me invadía, mientras que un punzante dolor y placer recorría mi cuerpo postrado y atado sin apenas poderme mover.

Me pareció una eternidad, pero la cuenta finalmente llegó a diez.

Mis labios temblaban alrededor de la mordaza de goma y las lágrimas corrían por la venda de los ojos y recorrían mi cara caliente.

-¿A que no estuvo tan mal, verdad, mi pequeña putita?

Me decía mi vecina mientras sus dedos recorrían mí culo suavemente, siguiendo las marcas dejadas por los golpes en mis nalgas, mientras oía reír a sus amigas.

-Joderrr. Rosa, tu culo está muy caliente. -Creo que es el momento de dejar que te follen.

-Atención, esta putita está perdidamente cachonda y necesita que se calme rápidamente. -Yo ya me he comido sus tetas varias veces y follado ese rico coño ayer por la noche, disfrutando mucho. -Ahora quiero daros a vosotras la misma oportunidad, aunque dudo que se le hayan vuelto a llenar las ubres de leche.

-Vosotras ya conocéis los juguetes sexuales de que dispongo. -Podéis utilizarlos libremente con esta putita.

Pude oír murmullos de ropa cayendo al suelo. No me cabía la menor duda de que se estaban desnudando. Ruidos de besos y gemidos llegaban hasta mis oídos. Estaban muy salidas y se estaba besando o masturbando mientras imaginaban lo que podían hacerme.

-Amanda, nos parece muy bien que podamos jugar con la putita, pero así atada y con la boca ocupada, poco o nada nos puede hacer para que disfrutemos de su lengua y boca.

-Podríamos quitarle la mordaza y comprobar lo que sabe hacer con la lengua. –Vamos a divertirnos un poco enseñando a esta putita a comer coños.

No entraba en mi cabeza que Amanda me estuviera haciendo esto, que dejara que aquellas arpías me hicieran lo que les diera la gana. Una cosa era lo que me había hecho ella la noche anterior estando atada en su cama y otra muy distinta el dejar que extrañas me hicieran de todo.

Notaba como se acercaban a mí alrededor y recorrían mi desnudo cuerpo con sus manos. Como me acariciaban entre las piernas y como pasaban la lengua por mis castigados glúteos. Se me escapaban gemidos de placer siendo acariciada por unas supuestamente desconocidas, sus voces me eran ligeramente conocidas y a pesar de mis ojos vendados creía haberlas reconocido. Habían cometido el error de hablar y sus voces me eran conocidas.

Noté como unas manos deshacían el nudo de la mordaza y como sacaban la bola de mi boca, dejando mi lengua y mandíbula como dormida y torpemente abierta, con mis babas goteando hasta el suelo. También soltaron la cadena que sujetaba el collar al potro y algo mucho más doloroso, como fue cuando quitaron las pinzas de mis pezones, con un dolor intenso al regresar la sangre hasta la punta de mis pechos.

Dos manos masajearon mis aplastados pezones, haciendo que fueran recobrando poco a poco su forma natural, un coño se estaba aplastando contra mi cara mientras dos manos apretaban mi cabeza para que no retirara mi boca y me obligaban a besar y lamer, llenado mi boca de largos pelos. La guarra que me estaba aplastando la cabeza contra su coño, no se había recortado el pelo en su vida.

-Rosa, te dejo en manos de mis amigas para que te hagan disfrutar. –Sólo tienes que relajarte y correrte cómo has hecho anteriormente.

Escuché que me decía Amanda, acercando su boca a mi oído. Poco después noté como unos dedos recorrían los labios de mi vagina.

Ahora es una voz conocida la que me habla.

-Vamos a disfrutar mucho contigo y menudo espectáculo nos vas a brindar, putita. Te cuento lo que sucede porque tú no puedes verlo.

Ya estaba cansada de disimular como que no las había reconocido y alzando la voz, las empecé a nombrar.

-Magda, Julia, Conchi, si pensabais que no os iba a reconocer por vuestras voces, estáis muy equivocadas, así que quitarme la venda de los ojos y dejaros de tonterías.

Escuché risitas.

-De acuerdo que sabes quienes somos, pero no sabrás quien de nosotras es la que te va a hacer que le comas el coño ni quien te va a follar.

Más risitas.

-Una de nosotras se está poniendo un arnés con un pedazo polla, que parece la de un burro, ahora te toca adivinar quién es. -En cuanto termine de ajustarlo te lo va a meter por tu encharcado coño. –Tú mojado coño está a punto de ser llenado por completo.

Me estremecía y lancé un gemido, cuando noté como apoyaba eso tan grande en la entrada de mi coño. Se me escapó un grito cuando entró la punta, dilatando mis labios hasta un extremo increíble. Las demás se reían al ver mis muecas de dolor, mientras me retorcía en mis ataduras, intentando líbrame de esa brutal acometida. Nunca había sido follada por algo tan gordo y mucho menos ante tantas espectadoras animando a la que me estaba follando.

-Rosa, ahora te vamos a meter por el culo un consolador para completar de llenar tus dos agujeros.

Oía risas, mientras no dejaba de retorcerme y de gemir al notar cómo me penetraba el consolador forzando la entrada de mi culo abriendo camino. Me relajé para evitar que me doliera mucho más. Estaba viviendo una pesadilla mientras mis vecinas puestas de acuerdo, me estaban follando y sodomizando ante los grititos de ánimo de las espectadoras. Ni siquiera podía gritar por tener mi boca aplastada contra el coño de una de ellas.

Noté como mi coño y culo estaban completamente dilatados y llenos con la enorme polla de látex y el consolador de plástico. El movimiento de entrar y salir de mis agujeros se iba repitiendo a un ritmo sincronizado, de adentro a afuera y de afuera a adentro. La sensación de plenitud era excitante, lo que hacía que me estuviera llegando un intenso orgasmo, que empezó en mis doloridos pezones para recorrer mi vientre y terminar como un calambrazo en mi vagina.

Se me escapaban unos intensos gemidos a través del coño que se aplastaba contra mi boca. Mis piernas me temblaban de excitación, mientras una espectadora sigue diciendo lo que me van a hacer.

-Rosa, es muy divertido y excitante verte empalada por el culo y coño, mientras te comes una chorreante vagina. -Creo que hemos dejado durante mucho tiempo tus pechos para que se recuperen. –Estamos deseosas de probar tu leche. –Puedes prepararte por qué vas a ser ordeñada.

Mientras notaba como me acariciaban las tetas y apretaban mis pezones ordeñando, sentía las piernas de la mujer que me estaba follando por el coño, apretarse contra mis muslos. Jadeaba intensamente cuando sujetándose a mi cintura intentaba introducirse aún más. Rápidamente estableció una acción de bombeo intensa y contundente dentro y fuera de mi coño, que goteaba sin parar. Otro inminente orgasmo estaba a punto de llegarme, con sus embestidas, y la presencia del consolador en mi dolorido culo. No iba a poder resistirme a tener otro intenso orgasmo. A estas sensaciones se sumaban los chupetones que me estaban dando en las tetas intentando sacar más leche. Intercambiaban los chupetones con los pellizcos y los apretones ordeñando. Mientras, los muslos de la mujer que tengo detrás golpean contra mis nalgas en cada embestida de la polla del arnés en mi coño.

Con otro orgasmo, la excitación me sobrepasó. Me sentí al borde de la locura, fuera de todo control, deseaba ser follada bien fuerte. Estaba a punto de volver a correrme y no creía que pudiera aguantar más.

Mi amante empujaba con más fuerza dentro de mí mientras puso en marcha el mecanismo de vibración en el consolador incrustado en mi culo y se inclinó sobre mi espalda agarrando mis pechos apretando con fuerza para forzar la salida de leche.

Sentía sus pechos puntiagudos clavarse en mi espalda mientras estrujaba mis tetas con las manos, haciendo que sus amigas disfrutaran de chorritos de leche, que brotaban, forzados por la presión. Me intrigaba la incertidumbre de cual de mis vecinas era la que me estaba volviendo loca. La sentía completamente echada sobre mí, dominándome y follándome sin descanso como una perra encendida por la lujuria. No me cabía la menor duda de que las otras se estaban turnando, poniendo sus vaginas en mi boca para chuparla.

Estaba siendo follada con un arnés y sodomizada con un vibrador enorme, mientras mis pezones estaban siendo chupados y mordidos por dos sádicas mujeres, mientras tenía la boca ocupada chupando el coño de otra.

-Vamos, putita, ya puedes correrte. -Como tardes te vas a quedar sin pezones.

Me dice al oído mi vecina Magda, ya que a pesar de mis vendados ojos, reconozco su voz familiar. Ahora ya sé quien es la que me está follando y apretando las tetas, por ser la que me ha hablado. Deduje que ahora le debía estar comiendo el coño a mi vecina Amanda, y eran Julia y Conchi las que estaban mamando de mis pechos.

El falo anal vibrando en mi culo. La fuerza de Magda, penetrándome, empujando y ofreciendo mis tetas para que mis pezones fueran mordidos, la sensación de sus suaves tetas presionando mi espalda, todo se mezclaba hasta que llegué a sentir como si tuviera un solo gran agujero, recibiendo cantidades masivas de placer sexual, llenándome completamente y explotando en corridas encadenadas.

Me sentía un poco aturdida cuando mi vecina Magda se desmontó de mí y retiró su enorme polla de látex, de mi coño y el falo de mi culo. Amanda retiró su chorreante coño de mi boca y pude coger aire fresco jadeando agitadamente. Estaba con la cabeza colgando, mientras sentía en la boca el sabor de los flujos de Amanda y notaba mis mejillas rojas como tomates.

Amanda, finalmente desató mis piernas y brazos del “Potro del placer” y me quitó la venda de los ojos. Pude ver a mis vecinas completamente desnudas igual que ellas me han estado viendo a mi todo el tiempo.

Ahora las pude admirar con sus pechos duros coronados por tiesos pezones debido a su excitación y sus vaginas brillantes por los flujos de sus corridas. Magda continuaba con el arnés puesto y brillante por estar empapado en mis flujos. A un lado del potro pude ver el enorme consolador con que me habían sodomizado.

Ahora nos abrazamos las cinco y nos quedamos en esa sala besándonos un rato.

-Rosa, has estado de maravilla. Esperamos que te haya gustado todo y no haya sido muy fuerte para ti.

¿Muy fuerte? Apenas podía cerrar las piernas por el dolor en mi coño y culo y me preguntan si no había sido muy fuerte.

No me podía rozar los pezones de lo que me dolían. No tenían ni idea de lo que era muy fuerte.

Me abrazaban y felicitaban, ignorantes del dolor que sentía.

-Amanda, ha sido terriblemente maravilloso, muy intenso a veces, pero tenías razón, nunca había tenido antes tantos orgasmos seguidos ni tan intensos. -Tengo los pezones muy doloridos, pero me gusta y no me importa que me duelan. –Eres encantadora y creo que me estoy enamorando de ti.

-Bueno, eso que me dices es muy bonito, cielo, pero ahora vamos a mi dormitorio que necesito algo de ese cariño.

Durante el resto del fin de semana hicimos el amor dulcemente. Amanda ocasionalmente hizo que le chupara el coño y los pezones, luego me ató a la cama, apretó y volvió a devorar mis doloridos pezones, pero en nada parecido en como cuando me estuvo mamado hasta dejarlos vacíos en el potro del placer.

El lunes estaba de nuevo cuidando el jardín y recogiendo las hojas caídas como de costumbre. Al mirar para la calle, vi pasar a Magda que me miró y sonrió guiñando un ojo. Menuda vergüenza.

A pesar de todo, sentí como se me mojaban las bragas recordando la experiencia. Sabía que ella fue quien me folló y me mojé como nunca me he mojado porque estaba segura que me iba a volver a follar cuantas veces quisiera hacerlo, si Amanda me volvía a entregar a ella o quizás a Julia o Conchi.



-
 
Arriba Pie