-
Cómo me Entregué a mi Vecina (Lesbico) - Capítulos 001 a 002
Cómo me Entregué a mi Vecina - Capítulo 001
De pie frente a la puerta de Amanda, siento que el corazón me late con fuerza en el pecho... No puedo creer que esté pasando por esto... Llevo un vestido medio liviano, cerrado por detrás con una cremallera hasta la cintura y unos bonitos zapatos de tacón.
Mi vecina Amanda abre la puerta con una gran sonrisa y una mirada intensa en sus ojos... Su pelo está recogido en un moño apretado... Lleva una bata de baño de seda y tacones altos. Debajo se puede apreciar un conjunto de sujetador y bragas negras.
-Entonces, ¿has venido para gozar?
Dice cogiéndome de la mano y dejándome pasar a su casa.
Rápidamente cierra y pone el pestillo en la puerta... Amanda me abraza y mete su larga lengua en mi boca... Yo balbuceo de sorpresa y trato de responder a su beso... Un brazo rodea mi espalda y me presiona contra ella... Su otra mano palmea y aprieta mi coño con brusquedad, apretando el vestido entre mis temblorosas piernas.
-Pienso. Vaya, esto está sucediendo muy rápido.
Echo mi cabeza hacia atrás, succionando su lengua... Sus manos se levantan para acariciar y pellizcar mis pechos... Con la misma rapidez, no para de palparme y besarme para llevarme hacia el salón... Siento que mis pezones se han endurecido y la humedad crece entre mis piernas.
-Rosa, no vamos a perder el tiempo esta noche, ¿verdad?
-No, cariño, no lo vamos a perder. -Sólo quiero decirte algunas cosas antes de comenzar.
Me dice, mientras nos paramos en medio del salón.
Recuerdos me vienen a la mente. Mientras Amanda habla, se quita la bata para mostrarme unas bragas de cuero negras, cerradas por delante con una cremallera y un sujetador negro haciendo juego. Está seductora.
-Claro Amanda, ¿qué pasa?
Le pregunto Intrigada y nerviosa.
-Para empezar, deberás obedecer a todo lo que te ordene que hagas esta noche. -Es totalmente necesario para lo que tengo pensado hacer, ¿comprendes?"
-Sí, Amanda. -Lo haré.
-Una cosa más. -Probablemente seré la amante más dedicada que jamás hayas conocido, pero voy a ser muy posesiva contigo y quiero ser obedecida en todo. -Si quieres convertirte en la mayor puta sumisa de la ciudad, has de hacer todo lo que te diga y sin protestar. –Vas a aprender a comer coños con la mayor maestría posible. –Me verás con otras mujeres sin que sientas celos ni envidia por ello. -Eso no significa que te deje de lado. -Es sólo que necesito ser libre para hacerte lo que me gusta. -¿Entendido, cariño?
Me explica Amanda, mientras me hace girar y comienza a bajar la cremallera de la parte trasera de mi vestido, me da una fuerte palmada en el culo cuando termina.
-Entendido.
Le respondí rápidamente, asintiendo con la cabeza, mientras observo nerviosa en el interior de la sala, el artilugio que Amanda llama “Banco del placer” y que está en mitad del salón, con su estructura metálica brillando a la luz de las lámparas.
Amanda me rodeó con sus brazos, apretando con fuerza, haciéndome sentir sus duros pechos presionando mi espalda. Me empezó a besar el cuello, mientras que con una mano me apretaba el coño únicamente cubierto por las bragas, mientras que con la otra mano apretaba mis pechos y pellizcaba los pezones, poniéndolos aún más duros. Su lengua no dejaba de recorrer mi cuello lamiendo y dando ligeros chupetones, cogía mi oreja con los dientes para darme suaves mordisquitos, mientras, sus manos no dejaban de apretar mis pechos. Pasaba de un lado de mi cuello al otro y de una oreja a la otra, lamiendo y chupando sin cesar.
-Aaah, Rosa. -Qué adorable eres. -Soy muy afortunada por tener a una preciosidad como tú en mis brazos. -Nos vamos a divertir mucho juntas.
Me dijo, sin dejar de recorrer con su boca mi cuello y hombros.
-Querida, ¿ves que ese “Banco” que hay ahí?"
-Sí.
Le contesto agitando mi cabeza asintiendo nerviosa.
-Vete familiarizando con él, porque vas a pasar mucho tiempo disfrutando en él esta noche y todas las que desees, que serán muchas. -Me permitirá llevar nuestra relación a un nivel completamente nuevo para ti. -A través de la restricción, tu coño y tu cuerpo, se convertirán en una buena herramienta para dominarte y hacer lo que quiera de ti.
Miro el artilugio y pienso cómo mi vecina me está volviendo loca. -Me estoy poniendo bastante cachonda mientras sus malvadas manos me aprietan los pechos y acarician sin parar el coño.
-A partir de ahora me llamarás Ama y no hablarás sin mi permiso. -Va a empezar tu educación como puta sumisa.
-Sí, Ama. ¡Aaaah, siiíii!
Amanda sujeta con sus pulgares la goma de mis bragas y la baja poco a poco acariciando mis piernas mientras me las quita.
Desabrocha mi sujetador y lo arroja a un lado. Me agarra de la nuca y me lleva al “Banco del placer”. Siento un sonrojo en mi cara por estar totalmente desnuda frente a esta mujer, lo cual es un poco raro por lo que ya habíamos hecho en anteriores ocasiones, incluso con sus perros, pero a pesar de todo no puedo evitar sonrojarme.
-Rosa, sube encima de la plataforma. -Tienes que ponerte con las rodillas y con las piernas muy separadas, ¿entendido, cariño?
-Si Ama.
Le digo con cierto temblor en la voz.
Cachonda perdida, me arrodillo sobre la acolchada superficie, me pongo como me ha indicado en ese artefacto.
Lo noto acolchado y mullido para arrodillarse fácilmente. Hay unos cáncamos de metal brillantes a todo lo largo de la estructura. Me arrodillo y espero más instrucciones. Amanda viene a mi lado, me sujeta la pierna izquierda y la abre al máximo, haciendo lo mismo con la derecha a continuación, dejando mi culo y coño completamente expuestos a la vista.
-Necesito que estés completamente abierta, querida. -Ahora abre los brazos y te inclinas hacia delante.
Cumplo de inmediato la orden de mi vecina. Es increíble lo expuesta que me siento en esta posición.
Amanda va a un cajón y saca todo tipo de artilugios y bridas. Ella toma unas cuantas de dichas bridas de plástico. Ata una alrededor de mi pierna, sujetándola a uno de los ojales laterales. Pronto, mis piernas, tobillos y manos están atados firmemente. Mientras me sujeta las piernas, me las fuerza abriendo mucho más.
Luego cogió mis manos y las ató a unos de los ojales delante de mí. Esto me ha obligado a inclinarme hacia adelante con los brazos estirados hacia delante y abiertos, la espalda horizontal y mi culo completamente expuesto, mientras mis pechos cuelgan libremente, balanceándose con el más mínimo movimiento.
-Es una pena que no te veas en un espejo, porque eres todo un espectáculo.
-¿Cómo te sientes al estar atada y completamente denuda en mi “Banco de placer”?
Me decía esto mientras no paraba de acariciar mis nalgas incluso rozando los labios de mí vagina.
-Es muy excitante, -Ama, va a hacer que me corra si continua acariciando mi clítoris.
Amanda sin previo aviso me metió un dedo en el coño.
-Joderrr, tía, estás empapada, no cabe duda de que mi banco te está gustando mucho. -Cuando termine de colocar algunas cositas más, vas a alucinar.
Me estaba excitando mucho, atada a esta extraña estructura de mi vecina. Mis pezones se endurecían y mi coño estaba muy mojado. Me excitaba mucho el estar bajo el mando de una mujer tan dominante y tremendamente atractiva.
-Muy bien, Rosa, ¿sabes qué es esto?
Amanda parada frente a mí con sus bragas de cuero negro y sujetador a juego, me muestra lo que parece un collar de perro en cuero y cubierto de largos pinchos.
-Ama, ¿eso es el collar de Nerón, tu perro?
-Sí, Es el collar que le ponía a mi perro Nerón para que me obedeciera y ahora servirá para que me obedezcas tu. –Es ideal para entrenar a perras como tú. -Puesto con los pinchos para dentro se convierte en un collar de castigo.
Después de apartar el pelo me puso el collar alrededor del cuello y lo apretó lo suficiente como para que notara los pinchos sobre mi delicada piel pero sin apretar. Noté una emoción extraña cuando cerró el collar alrededor de mi cuello. Sabía que con esa acción me había convertido en su “esclava”.
Mi Ama colocó una correa corta en mi collar y luego la pasó alrededor de un gancho que había en la parte superior de la estructura. Esto hacía que mi cuello y mi cabeza quedara levantada aún más y mi espalda quedaba recta. Mi coño estába completamente expuesto a lo que Amanda quisiera hacerle.
Mi Ama se agachó y acercó su rostro al mío. Con su mano derecha levantó suavemente mi barbilla hasta que nuestros ojos se encontraron y me dijo:
-¿Te pone cachonda cómo te tengo atada, tesoro?
-Sí Ama.
Le contesté mirando a sus intensos ojos azules.
-Cuanto más te ato, más cachonda te pones. -Tu cuerpo se ve muy bien sobre mi pequeño invento. -Me gusta mucho la forma en que tus tetas se balancean debajo de ti. -Esos bonitos labios carnosos que voy a besar, me enloquecen, me dice Amanda mientras se acerca lentamente a mi cara.
Al principio su beso fue suave. Luego, presionó sus labios contra los míos. Temblé levemente cuando su beso se volvió más salvaje y posesivo.
Amanda sostuvo mi cara en sus manos, inclinando mi cabeza hacia arriba. Gemí tirando de mis ataduras, mientras su lengua forzó mi boca a abrirse y, una vez dentro, se retorcía y movía por todo el interior jugando con mi lengua. Interrumpió el beso y se puso de pie. Deseaba que se pusiera un consolador con arnés y me jodiera.
-Qué dulces sois las jóvenes.
Dijo, mientras pasó un dedo por mi vagina.
-Por favor, Ama, creo que estoy preparada para que me folle
Le dije cachonda perdida y con voz temblorosa. Ni yo me podía creer que estuviera diciendo semejante cosa.
-No tengas prisa cielo. -Tenemos tiempo sobrado para estar juntas, ¿Verdad?
-Si Ama.
-Puedes relajarte, pequeña putita. -Tenemos mucho tiempo.
Dijo Amanda detrás de mí, mientras vi que se dirigía hacia el sofá.
Al regresar vi por el rabillo del ojo que traía un cojín entre las manos.
-Tranquila putita, lo vamos a pasar muy bien y lo mejor es estar cómodas.
No comprendía nada cuando puso el cojín debajo de mí, hasta que tendiéndose en el suelo boca arriba, puso la cabeza sobre él y debajo de mis pechos, quedando estos al alcance de su boca.
-Putita, antes de jugar con tus tetas, hay que sacarte la leche para evitar que se desperdicie. –Sería una pena que se derramara sobre el suelo.
Cuando se metió mi pezón derecho en la boca y empezó a mamar, comprendí el motivo de poner el cojín debajo de su cabeza, puesto que aproximadamente diez minutos después aún seguía mamando y no cesó de hacerlo hasta agotar la leche de mi pecho. Si pensaba que ya se habría hartado, me equivocaba, ya que cambiando a mi pezón izquierdo, continuó chupando y extrayendo leche hasta dejar igual de exprimido ese pecho.
Una vez se convenció de que ya era inútil insistir y que no salía más leche, se levantó y me acarició ambos pechos, comprobando lo duros que habían quedado con sus chupetones y la excitación en que me había puesto. Mis flujos corrían por mis muslos hacia el suelo y al verlo me dijo riendo.
-Joderrrrr. Putita, si te has corrido, con sólo comerme tus tetas. –Las veces que te vas a correr, con lo que todavía te espera.
Riéndose, marchó hacia la cocina volviendo enseguida con un cuenco lleno de cubitos de hielo.
-Zorrita, se te han puesto los pezones muy duritos, pero eso no es nada, para cómo te los voy a poner.
Seguro que mi vecina no era la primera vez que hacía eso, porque cogiendo unos cubitos, me los fue frotando insistentemente alrededor de los pezones y los dejaba apoyados en las puntas de estos, hasta hacer que me dolieran. Ahora sí que se me pusieron duros de verdad, incluso me dolían de helados que me los dejó.
-Ves zorrita, ahora sí que tienes los pezones listos para lo siguiente que tengo pensando hacer.
Cogió unas pinzas muy extrañas, unidas a una cadenitas y me dijo.
-Relájate, pequeña zorra. -No hay necesidad de que te preocupes. -Todo va a estar bien. -Esto que ves son pinzas para pezones con unas bonitas cadenas unidas a ellas. -Voy a colocártelas firmemente en tus tiernos pezones y luego engancharé cada cadena a unos de los cáncamos de los laterales del banco en el que estás atada. -Estas pinzas duelen mucho, pero te irás acostumbrando y no tires de ellas, porque se aprietan al estirar. -Ya verás cómo te van a gustar mucho.
Me decía esto mientras pellizcaba mis pezones, comprobando su dureza. Su mano izquierda sostenía estas pinzas frente a mi cara.
-Aaaaaah, Ama, no me ponga esas pinzas. ¡Aaaaah!. ¡Aaaaah!
Fue una sorpresa cuando Amanda se inclinó debajo de mí y cogió mi pecho en su boca... Apretó brutalmente mis pobres tetas con las manos, y sujetando los pezones con los labios y dientes, me fue mordiendo y chupando los pezones.
Estaba completamente sujeta y totalmente a merced de mi sádica vecina... Mi coño estaba muy húmedo... Me hubiera gustado sentir algo dentro de mi vagina.
-Aaaaah, Ama, por favor, no estoy segura.
-Silencio, pequeña puta. ¿Quién te ha dado permiso para hablar?
Mientras, se concentraba en mi pecho izquierdo, estirando el pezón.
-Ahora te voy a colocar la primera pinza para tus pezones. -Estoy segura de que esta será la primera de muchas veces que te las colocaré, porque tienes los pezones perfectos para ello. -Son suaves, largos y muy sensibles. -La pinza tiene mucho sitio donde morder aquí. -Claro, que puede que te duela un poco al principio, pero dentro de unas horas, me lo estarás agradeciendo cuando tu coño no deje de correrse continuamente.
No podía creer lo que escuchaba. Sentía mis flujos correr por mis piernas. ¿Había dicho horas? ¿Horas?... ¿Cuánto tiempo tenía pensado mantenerme atada así?. ¿Me va a poner esas pinzas en mis pezones?, pensé un tanto asustada.
-¡Aaaaah, Ama. Yo. Aaah. Aaah. Aaah!
Sentí la presión del metal contra mi pezón izquierdo mientras Amanda apretaba la pinza sin misericordia. Una extraña mezcla de agudo dolor e intenso placer brotaba de mi pecho. Gemía profundamente y movía la cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras lágrimas de frustración y dolor rodaban por mis mejillas.
Intenté bajar la cabeza para ver mi pecho pinzado y cómo me pinzaba el pezón el derecho, olvidando que tenía puesto el collar con pinchos, cuando un intenso dolor recorrió mi cuello al clavarse los pinchos en mi cuello. Los hábiles dedos de mi vecina pellizcan, tiran y acarician el pezón. Cuando la pinza muerde, gimo y sollozo, agitándome lo que las ataduras me permiten.
-¡Acéptalo como la perra que eres!... -Estas son pinzas para chicas que comienzan. -He sujetado a chicas y mujeres de tu edad con pinzas mucho más grandes, que estas tan insignificantes que llevas.
Me dijo pasando sus manos sobre mi pecho, tirando de mis pinzas recién colocadas mientras yo, gemía y lloraba temblando.
-Además, todavía no he sujetado las cadenas para unirlas.
- Aaaaah, Ama, por favor, no me ponga eso. Yo. ¡Aaaaah!
Comienzo a tartamudear mientras ella coloca la cadena con el gancho que cuelga del extremo de cada pinza del pezón, a la parte baja y lateral de la plataforma.
Mi pezón y teta derecha estaba ligeramente hacia abajo y estirada hacia la derecha mientras ella también coloca el gancho de la pinza de mi pezón izquierdo estirando hacia el lateral izquierdo. Ahora mis pezones estaban unidos por una cadena corta que al tirar de ella hacía que mis tetas quedaran estiradas hacia abajo y los lados evitando todo posible balanceo hacia la derecha o hacia la izquierda y únicamente con ligeras oscilaciones hacia adelante y hacia atrás.
-Aaaaaah, Ama, por favor, me duele mucho.
Sin escucharme tensó las cadenas y estiró mis tetas, castigando mis pezones.
-Sí, Rosa, esa es la idea. Ahora quiero echar un vistazo a ese húmedo coño tuyo.
Amanda se puso directamente detrás de mí. Podía sentir sus dedos deslizándose por el interior de mis muslos. Nunca antes me había sentido tan totalmente expuesta. Sus dedos se movían a través de mis flujos vaginales que corrían en regueros por el interior de mis piernas.
- Mmm, muy agradable. -Eres una puta muy caliente y estás bastante mojada.
No sé por qué, pero cada vez que me llamaba "puta" o "perra", me excitaba más. -¿Cómo podía comprender tal cosa? A estas alturas estaba empezando a volverme loca de placer.
Sentía su pulgar en la entrada de mi culo. Luego, con un fuerte y repentino “empujón”, lo insertó por entero. Me empujó ligeramente hacia adelante, lo que hizo que mis pezones se estiraran hacia los lados y hacia atrás. Luego movía lentamente su dedo pulgar hacia fuera, mientras su dedo corazón acariciaba mi vagina, deslizándolo deliciosamente a lo largo de mi clítoris. Sentía como me entraban dos dedos en el coño haciendo pinza con el pulgar en mi culo. El placer que me estaba proporcionando era indescriptible.
-Aaah, Ama. -Qué bien siento con esto que me está haciendo.
-Dime pequeña puta ¿nunca has estado atada y jodida frente a un grupo de personas, verdad?
Me hizo esta pregunta mientras no dejaba de masajear suavemente los labios de mi coño con varios dedos, mientras mantenía otros dentro, frotando mi vagina por el interior.
-Aaaaah. -No. -Claro que no.
Le contesté con un hilo de voz balbuceando, presa de placer.
Era muy complicado estar concentrada, mientras intentaba mover mis caderas contra su mano para aumentar el roce y con él conseguir un mayor placer. Intentaba apretarme contra su pulgar, pero me lo impedía el hecho de que mis tetas, al estar “enganchadas” por las cadenas al banco ese de tortura, debía “estirármelas” todo lo que podía sin dañar mis sensibles pezones... Me daba cuenta de que Amanda sabía perfectamente lo que estaba haciendo, para darme el máximo placer y tenía que forzar mis pezones hasta el límite.
Cuando ella retiró su mano de mi vagina, lloré de impotencia, retorciéndome en mis ataduras, mientras, la oía buscar algo entre sus cosas y me preparé para lo nuevo que hubiera decidido hacerme a continuación.
Cuando apareció delante de mí, traía una especie de polla de goma, imitando a una polla de hombre, pero muy larga y gruesa. Dudaba mucho que ningún hombre la tuviera de ese tamaño, por lo menos yo no las había visto tan grandes. Lo curioso es que estaba provista de unas correas imitando a un tanga. Eso era un arnés con una polla enorme, imitando a una de verdad con sus venas y todo.
-¿Alguna vez has visto una de estas?
Me lo preguntó, poniendo eso delante mi cara.
- "No, Ama... -Nunca he visto algo así antes, por lo menos así de grande.
-Pues ya la has visto y esta noche alguna de mis amigas va a joderte muy lentamente con esto. -Voy a organizar una pequeña fiesta e invitaré a algunas amigas a estar con nosotras dos y que dejen constancia de este feliz acontecimiento.
Al escuchar esto, trago saliva y me puse a temblar.
-¿En público? -¿Dejar constancia? -¿Qué significa eso? -No entiendo, Ama.
-Es muy fácil de entender. ¿Sabes lo que es hacer fotos y videos? -Pues eso es dejar constancia de un hecho, jovencita ignorante.
-Nooooo, Ama, por favor. -Amigas, no, por favor. -Esto es sólo entre nosotras dos. -No sé cuánto podré soportar.
-Querida, seguro que vas a gozar mucho. –Puede que haga entrar a Nerón, que seguro que estará contento follándote delante de nosotras.
Estaba aterrorizada y temblando, sin embargo mi coño babeaba abiertamente. Me encontraba fuertemente atada, con las tetas estiradas a tope, con unas pinzas hiriendo mis pezones y completamente inmovilizada a ese “Banco de placer”, que más bien era un Banco de tortura. Pero ser follada por un perro y unas desconocidas, me podría llevar a un estado de completa locura lujuriosa, difícil de asimilar.
Amanda seguía explicando sus planes, haciendo que me sintiera completamente asustada, por desconocer a qué límites me podría llevar.
-Deseo compartirte entre mis amigas especiales ya que eres demasiado buena para guardarte solo para mí.
-También estoy comenzando a darme cuenta de que eres un poco quejica, y tengo un remedio perfecto para eso.
-Te voy a poner una bonita mordaza en la boca, para que estire tus bonitos labios, hacer que te calles y dejar de oír tus continuas quejas.
En un momento volvió con una bola de goma con dos cuerdas. Amanda la sostuvo con una mano, mientras con la otra me obligó a abrir la boca, introduciendo esa bola forzadamente, mientras me miraba a los ojos.
-Rosa, ya sabes de qué va mi pequeña fiesta contigo esta noche. -Mis amigas y yo vamos a humillarte por completo. -Vamos a realizar actos perversos en tu cuerpo atado y amordazado y te vamos a follar por todos tus agujeros -Quizás puede que mi perro Nerón se una a la fiesta para animar más la sesión.
A continuación, Amanda acaricio suavemente mi desnudo culo con su mano, lo que sirvió para aumentar mi creciente frustración.
-Rosa, querida, quiero darte la oportunidad de irte ahora mismo si quieres, sin hacer preguntas. -Si lo haces yo seguiré siendo tu amiga especial, siempre. -Dentro de un rato nuestra fiesta va a ser muy intensa para una mujer con poca experiencia como tú. -Entonces, ¿qué decides, Rosa?.
- ¿Te quedas para disfrutar de la fiesta?
-Mnnnnnnff…. –Mnnnnnffff…… -Mnnnnnffff.
Negaba con la cabeza, solo lo que el collar me permitía, ya que era imposible articular palabra.
-Excelente, putita. –Te lo vas a pasar en grande. -Ahora te ato la bola para que no pueda salirse.
Por un momento pensé que me iba soltar, pero no me había entendido o no había querido entenderme. La bola me impedía hablar al dejar mi lengua aprisionada contra la parte inferior de mi boca.
Cuando Amanda terminó de atar la bola, solo sonidos inteligibles podían salir de mi boca.
-Mnnnnnnff…. –Mnnnnnffff…… -Mnnnnnffff.
-Calla. -Ahora eres una puta muy dócil, ¿no?
A pesar de mi situación, me encontraba en esos momentos tan excitada, que no me hubiera importado que me metiera ese enorme consolador por mi encharcado coño.
-
Cómo me Entregué a mi Vecina (Lesbico) - Capítulos 001 a 002
Cómo me Entregué a mi Vecina - Capítulo 001
De pie frente a la puerta de Amanda, siento que el corazón me late con fuerza en el pecho... No puedo creer que esté pasando por esto... Llevo un vestido medio liviano, cerrado por detrás con una cremallera hasta la cintura y unos bonitos zapatos de tacón.
Mi vecina Amanda abre la puerta con una gran sonrisa y una mirada intensa en sus ojos... Su pelo está recogido en un moño apretado... Lleva una bata de baño de seda y tacones altos. Debajo se puede apreciar un conjunto de sujetador y bragas negras.
-Entonces, ¿has venido para gozar?
Dice cogiéndome de la mano y dejándome pasar a su casa.
Rápidamente cierra y pone el pestillo en la puerta... Amanda me abraza y mete su larga lengua en mi boca... Yo balbuceo de sorpresa y trato de responder a su beso... Un brazo rodea mi espalda y me presiona contra ella... Su otra mano palmea y aprieta mi coño con brusquedad, apretando el vestido entre mis temblorosas piernas.
-Pienso. Vaya, esto está sucediendo muy rápido.
Echo mi cabeza hacia atrás, succionando su lengua... Sus manos se levantan para acariciar y pellizcar mis pechos... Con la misma rapidez, no para de palparme y besarme para llevarme hacia el salón... Siento que mis pezones se han endurecido y la humedad crece entre mis piernas.
-Rosa, no vamos a perder el tiempo esta noche, ¿verdad?
-No, cariño, no lo vamos a perder. -Sólo quiero decirte algunas cosas antes de comenzar.
Me dice, mientras nos paramos en medio del salón.
Recuerdos me vienen a la mente. Mientras Amanda habla, se quita la bata para mostrarme unas bragas de cuero negras, cerradas por delante con una cremallera y un sujetador negro haciendo juego. Está seductora.
-Claro Amanda, ¿qué pasa?
Le pregunto Intrigada y nerviosa.
-Para empezar, deberás obedecer a todo lo que te ordene que hagas esta noche. -Es totalmente necesario para lo que tengo pensado hacer, ¿comprendes?"
-Sí, Amanda. -Lo haré.
-Una cosa más. -Probablemente seré la amante más dedicada que jamás hayas conocido, pero voy a ser muy posesiva contigo y quiero ser obedecida en todo. -Si quieres convertirte en la mayor puta sumisa de la ciudad, has de hacer todo lo que te diga y sin protestar. –Vas a aprender a comer coños con la mayor maestría posible. –Me verás con otras mujeres sin que sientas celos ni envidia por ello. -Eso no significa que te deje de lado. -Es sólo que necesito ser libre para hacerte lo que me gusta. -¿Entendido, cariño?
Me explica Amanda, mientras me hace girar y comienza a bajar la cremallera de la parte trasera de mi vestido, me da una fuerte palmada en el culo cuando termina.
-Entendido.
Le respondí rápidamente, asintiendo con la cabeza, mientras observo nerviosa en el interior de la sala, el artilugio que Amanda llama “Banco del placer” y que está en mitad del salón, con su estructura metálica brillando a la luz de las lámparas.
Amanda me rodeó con sus brazos, apretando con fuerza, haciéndome sentir sus duros pechos presionando mi espalda. Me empezó a besar el cuello, mientras que con una mano me apretaba el coño únicamente cubierto por las bragas, mientras que con la otra mano apretaba mis pechos y pellizcaba los pezones, poniéndolos aún más duros. Su lengua no dejaba de recorrer mi cuello lamiendo y dando ligeros chupetones, cogía mi oreja con los dientes para darme suaves mordisquitos, mientras, sus manos no dejaban de apretar mis pechos. Pasaba de un lado de mi cuello al otro y de una oreja a la otra, lamiendo y chupando sin cesar.
-Aaah, Rosa. -Qué adorable eres. -Soy muy afortunada por tener a una preciosidad como tú en mis brazos. -Nos vamos a divertir mucho juntas.
Me dijo, sin dejar de recorrer con su boca mi cuello y hombros.
-Querida, ¿ves que ese “Banco” que hay ahí?"
-Sí.
Le contesto agitando mi cabeza asintiendo nerviosa.
-Vete familiarizando con él, porque vas a pasar mucho tiempo disfrutando en él esta noche y todas las que desees, que serán muchas. -Me permitirá llevar nuestra relación a un nivel completamente nuevo para ti. -A través de la restricción, tu coño y tu cuerpo, se convertirán en una buena herramienta para dominarte y hacer lo que quiera de ti.
Miro el artilugio y pienso cómo mi vecina me está volviendo loca. -Me estoy poniendo bastante cachonda mientras sus malvadas manos me aprietan los pechos y acarician sin parar el coño.
-A partir de ahora me llamarás Ama y no hablarás sin mi permiso. -Va a empezar tu educación como puta sumisa.
-Sí, Ama. ¡Aaaah, siiíii!
Amanda sujeta con sus pulgares la goma de mis bragas y la baja poco a poco acariciando mis piernas mientras me las quita.
Desabrocha mi sujetador y lo arroja a un lado. Me agarra de la nuca y me lleva al “Banco del placer”. Siento un sonrojo en mi cara por estar totalmente desnuda frente a esta mujer, lo cual es un poco raro por lo que ya habíamos hecho en anteriores ocasiones, incluso con sus perros, pero a pesar de todo no puedo evitar sonrojarme.
-Rosa, sube encima de la plataforma. -Tienes que ponerte con las rodillas y con las piernas muy separadas, ¿entendido, cariño?
-Si Ama.
Le digo con cierto temblor en la voz.
Cachonda perdida, me arrodillo sobre la acolchada superficie, me pongo como me ha indicado en ese artefacto.
Lo noto acolchado y mullido para arrodillarse fácilmente. Hay unos cáncamos de metal brillantes a todo lo largo de la estructura. Me arrodillo y espero más instrucciones. Amanda viene a mi lado, me sujeta la pierna izquierda y la abre al máximo, haciendo lo mismo con la derecha a continuación, dejando mi culo y coño completamente expuestos a la vista.
-Necesito que estés completamente abierta, querida. -Ahora abre los brazos y te inclinas hacia delante.
Cumplo de inmediato la orden de mi vecina. Es increíble lo expuesta que me siento en esta posición.
Amanda va a un cajón y saca todo tipo de artilugios y bridas. Ella toma unas cuantas de dichas bridas de plástico. Ata una alrededor de mi pierna, sujetándola a uno de los ojales laterales. Pronto, mis piernas, tobillos y manos están atados firmemente. Mientras me sujeta las piernas, me las fuerza abriendo mucho más.
Luego cogió mis manos y las ató a unos de los ojales delante de mí. Esto me ha obligado a inclinarme hacia adelante con los brazos estirados hacia delante y abiertos, la espalda horizontal y mi culo completamente expuesto, mientras mis pechos cuelgan libremente, balanceándose con el más mínimo movimiento.
-Es una pena que no te veas en un espejo, porque eres todo un espectáculo.
-¿Cómo te sientes al estar atada y completamente denuda en mi “Banco de placer”?
Me decía esto mientras no paraba de acariciar mis nalgas incluso rozando los labios de mí vagina.
-Es muy excitante, -Ama, va a hacer que me corra si continua acariciando mi clítoris.
Amanda sin previo aviso me metió un dedo en el coño.
-Joderrr, tía, estás empapada, no cabe duda de que mi banco te está gustando mucho. -Cuando termine de colocar algunas cositas más, vas a alucinar.
Me estaba excitando mucho, atada a esta extraña estructura de mi vecina. Mis pezones se endurecían y mi coño estaba muy mojado. Me excitaba mucho el estar bajo el mando de una mujer tan dominante y tremendamente atractiva.
-Muy bien, Rosa, ¿sabes qué es esto?
Amanda parada frente a mí con sus bragas de cuero negro y sujetador a juego, me muestra lo que parece un collar de perro en cuero y cubierto de largos pinchos.
-Ama, ¿eso es el collar de Nerón, tu perro?
-Sí, Es el collar que le ponía a mi perro Nerón para que me obedeciera y ahora servirá para que me obedezcas tu. –Es ideal para entrenar a perras como tú. -Puesto con los pinchos para dentro se convierte en un collar de castigo.
Después de apartar el pelo me puso el collar alrededor del cuello y lo apretó lo suficiente como para que notara los pinchos sobre mi delicada piel pero sin apretar. Noté una emoción extraña cuando cerró el collar alrededor de mi cuello. Sabía que con esa acción me había convertido en su “esclava”.
Mi Ama colocó una correa corta en mi collar y luego la pasó alrededor de un gancho que había en la parte superior de la estructura. Esto hacía que mi cuello y mi cabeza quedara levantada aún más y mi espalda quedaba recta. Mi coño estába completamente expuesto a lo que Amanda quisiera hacerle.
Mi Ama se agachó y acercó su rostro al mío. Con su mano derecha levantó suavemente mi barbilla hasta que nuestros ojos se encontraron y me dijo:
-¿Te pone cachonda cómo te tengo atada, tesoro?
-Sí Ama.
Le contesté mirando a sus intensos ojos azules.
-Cuanto más te ato, más cachonda te pones. -Tu cuerpo se ve muy bien sobre mi pequeño invento. -Me gusta mucho la forma en que tus tetas se balancean debajo de ti. -Esos bonitos labios carnosos que voy a besar, me enloquecen, me dice Amanda mientras se acerca lentamente a mi cara.
Al principio su beso fue suave. Luego, presionó sus labios contra los míos. Temblé levemente cuando su beso se volvió más salvaje y posesivo.
Amanda sostuvo mi cara en sus manos, inclinando mi cabeza hacia arriba. Gemí tirando de mis ataduras, mientras su lengua forzó mi boca a abrirse y, una vez dentro, se retorcía y movía por todo el interior jugando con mi lengua. Interrumpió el beso y se puso de pie. Deseaba que se pusiera un consolador con arnés y me jodiera.
-Qué dulces sois las jóvenes.
Dijo, mientras pasó un dedo por mi vagina.
-Por favor, Ama, creo que estoy preparada para que me folle
Le dije cachonda perdida y con voz temblorosa. Ni yo me podía creer que estuviera diciendo semejante cosa.
-No tengas prisa cielo. -Tenemos tiempo sobrado para estar juntas, ¿Verdad?
-Si Ama.
-Puedes relajarte, pequeña putita. -Tenemos mucho tiempo.
Dijo Amanda detrás de mí, mientras vi que se dirigía hacia el sofá.
Al regresar vi por el rabillo del ojo que traía un cojín entre las manos.
-Tranquila putita, lo vamos a pasar muy bien y lo mejor es estar cómodas.
No comprendía nada cuando puso el cojín debajo de mí, hasta que tendiéndose en el suelo boca arriba, puso la cabeza sobre él y debajo de mis pechos, quedando estos al alcance de su boca.
-Putita, antes de jugar con tus tetas, hay que sacarte la leche para evitar que se desperdicie. –Sería una pena que se derramara sobre el suelo.
Cuando se metió mi pezón derecho en la boca y empezó a mamar, comprendí el motivo de poner el cojín debajo de su cabeza, puesto que aproximadamente diez minutos después aún seguía mamando y no cesó de hacerlo hasta agotar la leche de mi pecho. Si pensaba que ya se habría hartado, me equivocaba, ya que cambiando a mi pezón izquierdo, continuó chupando y extrayendo leche hasta dejar igual de exprimido ese pecho.
Una vez se convenció de que ya era inútil insistir y que no salía más leche, se levantó y me acarició ambos pechos, comprobando lo duros que habían quedado con sus chupetones y la excitación en que me había puesto. Mis flujos corrían por mis muslos hacia el suelo y al verlo me dijo riendo.
-Joderrrrr. Putita, si te has corrido, con sólo comerme tus tetas. –Las veces que te vas a correr, con lo que todavía te espera.
Riéndose, marchó hacia la cocina volviendo enseguida con un cuenco lleno de cubitos de hielo.
-Zorrita, se te han puesto los pezones muy duritos, pero eso no es nada, para cómo te los voy a poner.
Seguro que mi vecina no era la primera vez que hacía eso, porque cogiendo unos cubitos, me los fue frotando insistentemente alrededor de los pezones y los dejaba apoyados en las puntas de estos, hasta hacer que me dolieran. Ahora sí que se me pusieron duros de verdad, incluso me dolían de helados que me los dejó.
-Ves zorrita, ahora sí que tienes los pezones listos para lo siguiente que tengo pensando hacer.
Cogió unas pinzas muy extrañas, unidas a una cadenitas y me dijo.
-Relájate, pequeña zorra. -No hay necesidad de que te preocupes. -Todo va a estar bien. -Esto que ves son pinzas para pezones con unas bonitas cadenas unidas a ellas. -Voy a colocártelas firmemente en tus tiernos pezones y luego engancharé cada cadena a unos de los cáncamos de los laterales del banco en el que estás atada. -Estas pinzas duelen mucho, pero te irás acostumbrando y no tires de ellas, porque se aprietan al estirar. -Ya verás cómo te van a gustar mucho.
Me decía esto mientras pellizcaba mis pezones, comprobando su dureza. Su mano izquierda sostenía estas pinzas frente a mi cara.
-Aaaaaah, Ama, no me ponga esas pinzas. ¡Aaaaah!. ¡Aaaaah!
Fue una sorpresa cuando Amanda se inclinó debajo de mí y cogió mi pecho en su boca... Apretó brutalmente mis pobres tetas con las manos, y sujetando los pezones con los labios y dientes, me fue mordiendo y chupando los pezones.
Estaba completamente sujeta y totalmente a merced de mi sádica vecina... Mi coño estaba muy húmedo... Me hubiera gustado sentir algo dentro de mi vagina.
-Aaaaah, Ama, por favor, no estoy segura.
-Silencio, pequeña puta. ¿Quién te ha dado permiso para hablar?
Mientras, se concentraba en mi pecho izquierdo, estirando el pezón.
-Ahora te voy a colocar la primera pinza para tus pezones. -Estoy segura de que esta será la primera de muchas veces que te las colocaré, porque tienes los pezones perfectos para ello. -Son suaves, largos y muy sensibles. -La pinza tiene mucho sitio donde morder aquí. -Claro, que puede que te duela un poco al principio, pero dentro de unas horas, me lo estarás agradeciendo cuando tu coño no deje de correrse continuamente.
No podía creer lo que escuchaba. Sentía mis flujos correr por mis piernas. ¿Había dicho horas? ¿Horas?... ¿Cuánto tiempo tenía pensado mantenerme atada así?. ¿Me va a poner esas pinzas en mis pezones?, pensé un tanto asustada.
-¡Aaaaah, Ama. Yo. Aaah. Aaah. Aaah!
Sentí la presión del metal contra mi pezón izquierdo mientras Amanda apretaba la pinza sin misericordia. Una extraña mezcla de agudo dolor e intenso placer brotaba de mi pecho. Gemía profundamente y movía la cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras lágrimas de frustración y dolor rodaban por mis mejillas.
Intenté bajar la cabeza para ver mi pecho pinzado y cómo me pinzaba el pezón el derecho, olvidando que tenía puesto el collar con pinchos, cuando un intenso dolor recorrió mi cuello al clavarse los pinchos en mi cuello. Los hábiles dedos de mi vecina pellizcan, tiran y acarician el pezón. Cuando la pinza muerde, gimo y sollozo, agitándome lo que las ataduras me permiten.
-¡Acéptalo como la perra que eres!... -Estas son pinzas para chicas que comienzan. -He sujetado a chicas y mujeres de tu edad con pinzas mucho más grandes, que estas tan insignificantes que llevas.
Me dijo pasando sus manos sobre mi pecho, tirando de mis pinzas recién colocadas mientras yo, gemía y lloraba temblando.
-Además, todavía no he sujetado las cadenas para unirlas.
- Aaaaah, Ama, por favor, no me ponga eso. Yo. ¡Aaaaah!
Comienzo a tartamudear mientras ella coloca la cadena con el gancho que cuelga del extremo de cada pinza del pezón, a la parte baja y lateral de la plataforma.
Mi pezón y teta derecha estaba ligeramente hacia abajo y estirada hacia la derecha mientras ella también coloca el gancho de la pinza de mi pezón izquierdo estirando hacia el lateral izquierdo. Ahora mis pezones estaban unidos por una cadena corta que al tirar de ella hacía que mis tetas quedaran estiradas hacia abajo y los lados evitando todo posible balanceo hacia la derecha o hacia la izquierda y únicamente con ligeras oscilaciones hacia adelante y hacia atrás.
-Aaaaaah, Ama, por favor, me duele mucho.
Sin escucharme tensó las cadenas y estiró mis tetas, castigando mis pezones.
-Sí, Rosa, esa es la idea. Ahora quiero echar un vistazo a ese húmedo coño tuyo.
Amanda se puso directamente detrás de mí. Podía sentir sus dedos deslizándose por el interior de mis muslos. Nunca antes me había sentido tan totalmente expuesta. Sus dedos se movían a través de mis flujos vaginales que corrían en regueros por el interior de mis piernas.
- Mmm, muy agradable. -Eres una puta muy caliente y estás bastante mojada.
No sé por qué, pero cada vez que me llamaba "puta" o "perra", me excitaba más. -¿Cómo podía comprender tal cosa? A estas alturas estaba empezando a volverme loca de placer.
Sentía su pulgar en la entrada de mi culo. Luego, con un fuerte y repentino “empujón”, lo insertó por entero. Me empujó ligeramente hacia adelante, lo que hizo que mis pezones se estiraran hacia los lados y hacia atrás. Luego movía lentamente su dedo pulgar hacia fuera, mientras su dedo corazón acariciaba mi vagina, deslizándolo deliciosamente a lo largo de mi clítoris. Sentía como me entraban dos dedos en el coño haciendo pinza con el pulgar en mi culo. El placer que me estaba proporcionando era indescriptible.
-Aaah, Ama. -Qué bien siento con esto que me está haciendo.
-Dime pequeña puta ¿nunca has estado atada y jodida frente a un grupo de personas, verdad?
Me hizo esta pregunta mientras no dejaba de masajear suavemente los labios de mi coño con varios dedos, mientras mantenía otros dentro, frotando mi vagina por el interior.
-Aaaaah. -No. -Claro que no.
Le contesté con un hilo de voz balbuceando, presa de placer.
Era muy complicado estar concentrada, mientras intentaba mover mis caderas contra su mano para aumentar el roce y con él conseguir un mayor placer. Intentaba apretarme contra su pulgar, pero me lo impedía el hecho de que mis tetas, al estar “enganchadas” por las cadenas al banco ese de tortura, debía “estirármelas” todo lo que podía sin dañar mis sensibles pezones... Me daba cuenta de que Amanda sabía perfectamente lo que estaba haciendo, para darme el máximo placer y tenía que forzar mis pezones hasta el límite.
Cuando ella retiró su mano de mi vagina, lloré de impotencia, retorciéndome en mis ataduras, mientras, la oía buscar algo entre sus cosas y me preparé para lo nuevo que hubiera decidido hacerme a continuación.
Cuando apareció delante de mí, traía una especie de polla de goma, imitando a una polla de hombre, pero muy larga y gruesa. Dudaba mucho que ningún hombre la tuviera de ese tamaño, por lo menos yo no las había visto tan grandes. Lo curioso es que estaba provista de unas correas imitando a un tanga. Eso era un arnés con una polla enorme, imitando a una de verdad con sus venas y todo.
-¿Alguna vez has visto una de estas?
Me lo preguntó, poniendo eso delante mi cara.
- "No, Ama... -Nunca he visto algo así antes, por lo menos así de grande.
-Pues ya la has visto y esta noche alguna de mis amigas va a joderte muy lentamente con esto. -Voy a organizar una pequeña fiesta e invitaré a algunas amigas a estar con nosotras dos y que dejen constancia de este feliz acontecimiento.
Al escuchar esto, trago saliva y me puse a temblar.
-¿En público? -¿Dejar constancia? -¿Qué significa eso? -No entiendo, Ama.
-Es muy fácil de entender. ¿Sabes lo que es hacer fotos y videos? -Pues eso es dejar constancia de un hecho, jovencita ignorante.
-Nooooo, Ama, por favor. -Amigas, no, por favor. -Esto es sólo entre nosotras dos. -No sé cuánto podré soportar.
-Querida, seguro que vas a gozar mucho. –Puede que haga entrar a Nerón, que seguro que estará contento follándote delante de nosotras.
Estaba aterrorizada y temblando, sin embargo mi coño babeaba abiertamente. Me encontraba fuertemente atada, con las tetas estiradas a tope, con unas pinzas hiriendo mis pezones y completamente inmovilizada a ese “Banco de placer”, que más bien era un Banco de tortura. Pero ser follada por un perro y unas desconocidas, me podría llevar a un estado de completa locura lujuriosa, difícil de asimilar.
Amanda seguía explicando sus planes, haciendo que me sintiera completamente asustada, por desconocer a qué límites me podría llevar.
-Deseo compartirte entre mis amigas especiales ya que eres demasiado buena para guardarte solo para mí.
-También estoy comenzando a darme cuenta de que eres un poco quejica, y tengo un remedio perfecto para eso.
-Te voy a poner una bonita mordaza en la boca, para que estire tus bonitos labios, hacer que te calles y dejar de oír tus continuas quejas.
En un momento volvió con una bola de goma con dos cuerdas. Amanda la sostuvo con una mano, mientras con la otra me obligó a abrir la boca, introduciendo esa bola forzadamente, mientras me miraba a los ojos.
-Rosa, ya sabes de qué va mi pequeña fiesta contigo esta noche. -Mis amigas y yo vamos a humillarte por completo. -Vamos a realizar actos perversos en tu cuerpo atado y amordazado y te vamos a follar por todos tus agujeros -Quizás puede que mi perro Nerón se una a la fiesta para animar más la sesión.
A continuación, Amanda acaricio suavemente mi desnudo culo con su mano, lo que sirvió para aumentar mi creciente frustración.
-Rosa, querida, quiero darte la oportunidad de irte ahora mismo si quieres, sin hacer preguntas. -Si lo haces yo seguiré siendo tu amiga especial, siempre. -Dentro de un rato nuestra fiesta va a ser muy intensa para una mujer con poca experiencia como tú. -Entonces, ¿qué decides, Rosa?.
- ¿Te quedas para disfrutar de la fiesta?
-Mnnnnnnff…. –Mnnnnnffff…… -Mnnnnnffff.
Negaba con la cabeza, solo lo que el collar me permitía, ya que era imposible articular palabra.
-Excelente, putita. –Te lo vas a pasar en grande. -Ahora te ato la bola para que no pueda salirse.
Por un momento pensé que me iba soltar, pero no me había entendido o no había querido entenderme. La bola me impedía hablar al dejar mi lengua aprisionada contra la parte inferior de mi boca.
Cuando Amanda terminó de atar la bola, solo sonidos inteligibles podían salir de mi boca.
-Mnnnnnnff…. –Mnnnnnffff…… -Mnnnnnffff.
-Calla. -Ahora eres una puta muy dócil, ¿no?
A pesar de mi situación, me encontraba en esos momentos tan excitada, que no me hubiera importado que me metiera ese enorme consolador por mi encharcado coño.
-