Clases de guitarra

Calixto

Virgen
Registrado
Ago 6, 2007
Mensajes
17
Likes Recibidos
2
Puntos
3
Hola a todos. Mi nombre es Carlos. Soy Uruguayo, un profesor de música que enviudó hace unos 15 años, no tengo hijos y en la actualidad
487763a140654266196705.jpg

tengo 54 años de edad. Intentaré ser bréve con esta historia, dado que no poseo dotes de escritor ni nada parecido. Enviudé a los 39, luego que mi difunta esposa falleciera por causa de un accidente en la carretera. Ella, al igual que yo, enseñábamos a chicos y a chicas, algunas técnicas básicas de música, as�* como algunas otras que eran algo mas avanzadas, por decirlo as�*, para jóvenes cuyas familias pod�*an costear ese tipo de clases donde se requiere algo mas de dedicación y muchas horas adicionales. Pero bueno. Todo comenzó a suceder un año después desde el fallecimiento de mi mujer. En aquel entonces, yo rentaba un departamento en la capital donde hac�*a mis clases a diario, clases que eran de Lunes a Sábado. Aquel mismo departamento, luego que mi esposa falleciera, lo segu�* rentándo para poder ganarme la vida.

En esa época ten�*a 40 años, yo aún era joven y bien parecido. Sin embargo, la verdad es que no me sobraba mucho tiempo como para salir el busca de alguna nueva compañera. Y bueno. Demás está decir, eso creo yo, que despues de un año de abstinencia sexual, un hombre puede llegar a ser capáz de hacer cosas bastante “torpes”, sobre todo cuando de abstinencia sexual se trata. Y este es mi caso.
En mis clases recib�*a a jóvenes de las mas diversas edades, los que mayoritariamente preferian recibir clases para interpretar instrumentos como la guitarra. Ahora, no se crean ustedes que yo soy un tipo de los de esa clase, “abusadores” y cosas por el estilo. De hecho, durante años acog�* en mi escuela a innumerables jovencitas entre 8 y 17 años, as�* que no, nada de eso, as�* que ni se les ocurra imaginarlo por favor. Y bueh. El asunto es que cierto d�*a llegó una chica a mi escuela. La acompañaba su abuela en ese momento y al poco tiempo supe que esa viejecita era el único familiar que le quedaba a esa chica. Ella me sonrió amablemente al momento de presentarnos. Me dijo que la muchacha era su nieta y que se llamaba Lupe. Me dijo que la joven estaba interesada en aprender a tocar guitarra, y que como era época vacacional, la inscribió en mi escuela para que all�* se la pasara durante casi todo ese verano con el exclusivo afán de aprender.

Lupe no era una chica muy bonita de rostro que digamos. Llevaba el cabello corto y ondulado, mismo que era de color negro. Por su estatura, por su rostro y por su desarrollo f�*sico, yo calculé de inmediato que la chica deb�*a tener unos 17 años por lo menos. Y es que a pesar del largo y amplio vestido floreado que la joven llevaba puesto encima, ya era indudable que debajo de esas prendas se escond�*a un cuerpo muy femenino y enteramente desarrollado. Delgada y bastante alta, casi como de 1,70 dir�*a yo. Estatura que no me resultaba dificil de calcular, dado mi metro y 75.
Entonces fue cuando casi me ca�* de culo. Y es que la abuela de la muchacha apuntó en el registro de inscripción la edad de 12 años. Si, nada mas y nada menos. Le pregunté si acaso me estaba jugándo una broma, o algo por el estilo, dado que no pod�*a ser posible que una niña de su edad tuviera esa estura, y mucho menos esa clase de cuerpo. La viejecilla entonces me sonrió y me pasó la cédula de identidad de Lupe de inmediato. Y s�*, aquello era efectivo. Yo nunca supe con que la alimentaron en su casa, pero ten�*a 12. Lupe casi no ten�*a amigas por el mismo motivo, cursaba el sexto año de preparatoria, jugaba con muñecas aún hasta ese momento y eso es la pura verdad. A partir de ese minuto no volv�* a insistir, no fuera a suceder que la viejecita me comenzara a mirar con cara de “mucho asombro” y terminara por arrebatarme a una nueva alumna.

Lupe volvió al d�*a siguiente. Llegó muy temprano a la escuela de música a recibir su primera clase. Ven�*a sin su abuela obviamente. Creo que me “rechinaron” los dientes cuando la v�* llegar con esos pantalones tán ajustados. Todo all�* parec�*a estar a punto de reventar, sus gluteos, las nalgas y su verdadera “joya” de culo. Chiquilla de mierda, me dije. Porque a duras apenas sal�*a de mi asombro y enseguida le v�* ese par de tetas redondas y perfectas. Si hasta daban ganas de golpearla por lucir un cuerpo como el que ya ten�*a a su corta edad. Es que no era normal lucir una figura as�*, a esa edad, ya era casi una “grocer�*a”, un verdadero atentado a la niñez. Entonce me convenc�* que a esa “pava” ya le estaban dando verga dura desde hac�*a un laaargo rato. De otra forma, con esa clase de culo, cintura, caderas, y ese par de tetas, no se lo explicaba nadie. Desde entonces, darle clases de guitarra a Lupe, se convirtió en todo un sufrimiento y un martirio para mi. Viv�*a con la verga dura como un fierro de solo verla o acercarme a ella. Y si, es verdad, la tengo bien grande y bien gorda, as�* que imaginen ustedes el esfuerzo que ten�*a que hacer para que ella no notara nada muy extraño en mi persona. Intentaba no verla mucho, sin embargo, ya me resultaba imposible dejar de admirar sus atributos de hembra desde donde estuviera. Desde entonces me “resigné” a convivir con mi martirio, con la diaria tentación de tenerla al alcance de mi mano. Entonces comencé a acercarme a ella, a conversar para poder conocerla un poco mas. Pero lo cierto es que tras cada conversación que sostuve con ella, terminé percatándome que la muchacha era toda una niña en verdad. Ya fuera por su forma de hablar o comportarse, Lupe no pasaba de ser una autentica mocosa realmente: una niña muy timida, introvertida e increiblemente ingenua.

Al cabo de unas semanas, comenzamos a ser un poco mas cercanos, a estar algo mas en confianza. Lupe me dec�*a que su abuela no la dejaba nunca salir de casa, ni siquiera tener amigas de su edad, es que era bastante estricta con ella en ese aspecto. Me dec�*a que viv�*a a un par de horas de camino de mi escuela y que durante los fines de semana, su abuela la dejaba sola en casa. Y es que a la viejecita de daba por visitar a unos parientes dejanos que ella ten�*a, mismos que viv�*an en “Punta del Este” al parecer. Sin embargo a ella no la llevaba nunca y hasta el d�*a de hoy, jamás supe del motivo realmente. Durante las semana transcurridas, la buela de Lupe jamás se hizo presente en la escuela. Parec�*a estar muy confiada del paradero de su nieta, de sus avances en la guitarra, al punto en que llegué a pensar que a la vieja le daba exáctamente lo mismo.

Entonces debo decir me apené un poco, al saber que durante las horas de descanso de mis clases, cuando todos los demás niños y jóvenes se iban generalmente a sus hogares a merendar, Lupe se quedaba esperándo all�* mismo, permaneciéndo el d�*a entero sin comer absolutamente nada. Desde entonces, cuando todos los demás se marchaban a sus casas, comencé a invitar a la niña a merendar conmigo, invitación que Lupe obviamente nunca rechazó. En esos momentos, cerraba la puerta de la escuela y me llevaba a la niña hasta una sala muy privada que ten�*amos en ese mismo departamento y que hasta hace solo uño atrás compart�*amos con mi difunta esposa.
Para entrar a esa sala, hab�*a que caminar un largo pasillo y luego, trás cruzar un par de puertas, las que siempre estaban aseguradas, se pod�*a acceder a una sala muy amplia que contaba con un dormitorio con cama de dos plazas, un baño bien grande y una pequeña cocina que inclu�*a un pequeño comedor diario. No era un hogar precisamente, puesto que yo viv�*a en otra parte, sin embargo, mi esposa y yo nos quédamos a dormir algunas noches all�*, sobre todo cuando se nos hac�*a muy tarde y el colectivo dejaba de hacer recorridos a esas horas de la noche. Durante todos esos años, a ningún otro alumno se le hab�*a permitido llegar hasta all�*. Lupe hab�*a sido la primera.
Les confieso que estaba muy excitado, dado que estabamos completamente a solas all�*. Yo y esa niña ingenua, la de cuerpo irreverente, mi mas irresistible tentación, ella se hizo mi fuente de deseo y estaba cierto que tarde o temprano … La hice pasar y cerré la puerta.

Mientras preparaba algo de comer, le dije a Lupe que pod�*a encender la TV, ver algún video, poner algo de música y hasta tenderse en la cama si as�* lo deseaba, y claro, para poder descansar un poco. Le dije. Ella entonces no dudó en poner un video de esos infantiles, una pel�*cula de esas de dibujos animados. Se quitó las zapatillas entonces y se hechó a verla tranquilamente recostada de espaldas sobre mi cama. Y all�* estaba finalmente ese “pedazo” de cuerpo, deliciosa por donde se le quisiera observar. Sus bellas tetas redonditas se balanceaban de lado a lado cuando se le sal�*a una que otra carcajada, obvervándo atentamente los monitos del video. Yo por mi parte, y sin que ella lo notase en ningún instante, me admiraba con su deliciosa figura tendida all�* en mi cama, es que yo la deseaba enteramente para mi y ya no ten�*a forma de poder evitarlo.

Al rato la fu�* a buscar para servirle la comida y entonces la miré de frente. “Babeaba” de lo dormida que estaba, rendida seguramente por causa del cansancio y el hambre que tra�*a desde hace horas en el cuerpo. Lupe estaba de costado y dorm�*a profundamente sobre mi cama. Su cadera “al viento” y sus redondas nalgas empinadas parec�*an no pertenecerle a ella en absoluto. Una niña vestida con un bello e indescriptible cuerpo de mujer, tooooda una endiablada tentación. La sacud�* un poco, aunque lo hice muy suavemente, diciéndole bajito que ya era hora de comer. Pero al darme cuenta de la profundidad de su letargo, no pude resistir la tentación de explorar su cadera sinuosa y la juvenil tersura de sus muslos gruesos con mis dos manos. Era la pimera vez en que me atrev�*a a tocarla de esa forma, sin que ella se percatara obviamente. Entonces me acomodé justo detrás de su “joya” de culo cubierto por la mezclilla. Necesitaba experimentar el roce de mi verga dura sobre ese pedazo de culito divino, perfecto en su forma y duro como una piedra pulida en el r�*o.

Fui muy cuidadoso entonces, para no despertarla y tener que seguir sufriendo con mi martirio. Creo haber estado ell�* en mi loco afán durante una media hora, arrimándome contra sus nalgas una y otra vez a modo de estar copulándo con ella. Mi mano se escabulló entonces hasta sus pechos duros y redondos, y entonces, no lo resist�* mucho mas. Jamás hab�*a experimentado con mis manos una turgencia y unas formas como las de esos pechos perfectos. Me corr�* a mares debajo de mi pantalón, al punto en que hasta el vientre lo sent�* profusamente mojado, con leche blanca y muy espesa. Entonces cog�* algo de mi corrida con mi dedo pulgar y les prometo que no dudé un solo segundo al momento en que se lo met�* en su linda boquita entreabierta. Lupita entre sus sueños, me lo mamó cual bebé lo hace con su biberón de goma.
Al rato la pude despertar. Ya me hab�*a cambiado el pantalón y los interiores. La tomé de la amano dulcemente entonces, casi como agradeciéndole la corrida y su deliciosa “mamada”, y terminé por llevarla a la cocina. La comida ya estaba fr�*a, pero ella “atacó” el plato como si llevara d�*as sin comer. Yo no dejaba de mirarla poniendo cara de bobo probalemente, pero ella parec�*a estar muy agradada de estar all�* conmigo, sonriendo timidamente y devorándose afanosamente todo lo que hab�*a en el plato. Le d�* helado, jalea y jugo de postre apenas terminó de merendar. Pero de pronto, me nació pedirle a Lupe que lo le dijera nada a su abuelita por favor, que ni siquiera se le ocurriera mencionarle acerca de su visita a mi habitación, de la comida, ni de nada. Ella solo asintió con su cabeza y con sus ojos me dió a entender que guardar�*a completo silencio. Aquello habr�*a de ser apenas nuestro primer secreto, solo el primero de muchos mas.

Le dije que si ella lo deseaba, pod�*a comer conmigo todos los d�*as all�*, pero que ten�*a que ser muy discreta con el resto de los alumnos y sobre todo con su abuela. Después de ese d�*a, ya no volv�* a comer solo. Lupe se quedaba hasta última hora y una vez que todos se marchaban a sus casas, ella sal�*a “sorpresivamente” desde el baño, cerrábamos las puertas de la ecuelita de música y la niña se dirig�*a conmigo hasta el privado muy confiadamente, quizás, demasiado confiada de m�* en verdad. Todo perec�*a indicar que su abuelita jamás le advirtió de ciertas “cosas”, de situaciones bastante “peligrosas” para ella, pero lo cierto es que eso ya no era problema m�*o.

Desde entonces, Lupita comenzó a subirse a mi cama como si fuese la própia de ella. Pon�*a la TV como si estuviera en su casa y merendaba conmigo como si lo hiciera con un familiar suyo. Frecuentemente, nos tend�*amos bien juntos sobre la cama, as�* fuera para observar la TV, para ver algún video de dibujos animados, a juguetear “inocentemente” (nunca por mi parte, claro está) a conversar, y hasta llegamos al punto en que ella se dejaba acurrucar “tiernamente” entre mis brazos cuando le daba algo de “sueñito” y me dec�*a que deseaba descansar. Por eso es que sin duda alguna, finalmente pasó lo que ten�*a que pasar, irremediablemente. Yo sal�* de compras en cierta ocasión, diciéndole que se quedara en el privado de la escuela viendo la TV mientras regresaba, rogándole incesantemente que no se le ocurriera abrirle a nadie la puerta en absoluto, cosa que era del todo improbable, dado que como ya era d�*a sábado y por lo avanzado de la hora, a nadie se le ocurrir�*a acudir a una escuela de música que ya está vac�*a y que no atiende a esas horas ni tampoco al d�*a siguiente. All�* la dejé en la cama y me marché, con tranquilidad y a sabiendas que en casa de Lupita no hab�*a nadie en ese momento que se preocupara de la hora de su regreso hasta su hogar. Su abuela estaba de viaje en Punta del Este, como cada f�*n de semana, y volver�*a recién el lunes siguiente.

Después de hacer algunas compras y antes de subirme al autobús para regresar, pasé a un “video club” pensándo en arrendar alguna pel�*cula, de esas de dibujos animados que a ella tanto le encantaban. Entonces observé al pasar la sección de adultos. No lo dudé entonces y bien lleno de morbo, debo ser franco y decir, agarré la primera pel�*cula para mayores de 21 que encontré, mezclándola con las de dibujitos animados. Pagué por la renta de los DVD's, y de paso, también compré algunas golosinas y enseguida volv�* hasta mi escuela. Ahora estaba muy oscuro, puesto que ya eran cerca de las 21:30.

Sub�* las escaleras hasta el cuarto y último piso donde estaba mi escuela. No se ve�*a ni un alma en todo el edificio, dado que prácticamente todos los demás departamentos se utilizaban solo como oficinas durante los d�*as hábiles de la semana. Abr�* la puerta muy despacio entonces y entré sin dudarlo. Estaba excitado de sobremanera porque sab�*a que esa niña con cuerpo de mujer, de una u otra forma, ser�*a toda m�*a esa misma noche. Cerré con seguro y al momento de hacerlo, mi corazón se aceleró al instánte en que o�* el ruido ténue de las historietas animadas que proven�*an desde el fondo donde estaba el privado. Seguro que el volúmen de la TV deb�*a estar a todo dar, dado que las otras dos puertas del pasillo imped�*an -probadamente- la salida de cualquier tipo de riudos provenientes desde all�*. Y as�*, cuando finalmente crucé por todo el largo pasillo y trás haber asegurado muy convenientemente sus dos puertas de acceso, entré al cuarto y la vi dormida, tendida sobre mi cama como de costumbre. Lupe estaba descalza y llevaba puesto aquel m�*smo vestido con el que la v�* llegar junto a su abuelita, aquel d�*a en que la inscribió en mi escuela.

Antes de depertarla, y temiéndo en que ella decidiera finalmente a regresar hasta su hogar a esas horas de la noche, decid�* hacer “pasar la hora” y por eso es que me met�* directo al baño para poder ducharme. Y as�*, al rato, luego de afeitarme y prepararme para “afrontar” lo que vendr�*a, sal�* desnudo y cubierto solo con una toalla atada a mi cintura, descalzo y con el torso y los brazos desnudos. La mec�* suavemente, como de costumbre, mirándola con cara de cierta preocupación y diciéndole que ya se hab�*a hecho muy tarde y que de seguro el colectivo ya no pasar�*a a esas horas de la noche. Lupe me miró como medio aturdida aún por el sueño antonces, sin embargo, y para mi entera satisfacción, fue ella misma quien me sugirió pasar esa noche all�* en mi escuela, casi como rogándome, y recalcándome una y otra vez que su abuelita jamás se enterar�*a de su abrúpta ausencia en el hogar. Yo me sonre�*, pero sin decirle nada, estiré mi brazo para ofrecerle las golosinas que le hab�*a comprado recientemente. Ella practicamente se lanzó para poder alcanzarlos, sin saber que con cada gesto que hac�*a lo único que lograba era incrementar mi deseo por poseer su bell�*simo cuerpo en esa misma cama, cada vez mas y mas. Le dije que no a las golosinas, no sin antes de meterse al baño para darse una buena ducha y solo despues de acostarse.

Lupe no lo dudó entonces, no sin antes pedirme alguna camisa m�*a para poder usarla como pijama esa noche. Ya no parec�*a ser la misma niña de la clase, dado que por la forma en que me miró, seguramente ya intu�*a en su interior que aquella noche iba a ser muy distinta a todas las demás que hab�*a vivido. Recuerdo que apagué las luces y que dejé solo la lamparita del velador. As�* que luego de meterme en la cama, comencé a contar los segundos para que la niña se apareciera tras la puerta del baño. Ya no ten�*a la necesidad de saber la clase de figura que escond�*a aquel vestido, ahora, solamente necesitaba hacerlo enteramente m�*o esa noche y nada mas. De las consecuencias que seguramente me habr�*an de achacar tarde o temprano, por el hecho de acostarme con una niña de apenas 12 años de edad, y por el resto de mi vida, las mandé absolutamente a todas al carajo, a la misma mierda con todo y con todos los demás. Ya nada me importaba.
Al rato salió de su baño y con su cabellera corta aún mojada. Mi camisa de vestir, a duras penas lograba taparle algunos cent�*metros la piel de sus gluteos, sus caderas preciosas y su ensueño de culo. En mi puta vida me hab�*a cruzado con un chica con esa clase de piernas pefectas, por eso es que quizás, tan solo con mirarlas de reojo, la verga me saltó como un resorte esa noche haciendome “encumbrar” las tapas de mi cama cual carpa de circo. Le estiré mi mano ofreciéndole sus golosinas, y al cabo de un par de segundos ya la ten�*a junto a mi, muy juntos y bien pegados en la oscuridad del cuarto, sintiéndo la tersura absoluta de la piel de sus piernas de Diosa y a sus gluteos de marf�*l, hacer contacto pleno con la desnudez y vellosidad de las las m�*as. Recuerdo que mientras devoraba sus dulces, la abracé y la hice acurrucarse contra mi pecho desnudo. Hummmsss. Maravillosa niña, tán ingenua y de figura tán sensual a su vez.

Ella no tardó mucho en acabar con sus golosinas, entonces me miró, preguntándome si acaso �*bamos a ver alguna pel�*cula, tal como ya se hab�*a hecho nuestra costumbre. All�* le dije que eligiera cualquier DVD “nuevo”, de esos que hab�*a traido esa misma noche y que estaban sobre el velador. Lupe los agarró de un viaje, y solo al ver la carátula del video para adultos, entre las otras que eran infantiles, me preguntó qué clase de pel�*culas eran las de ese tipo. Yo entonces no tardé en contestarle a Lupe que las pel�*culas de esa clase, eran muy entretenidas y excitantes, tanto para el hombre como para la mujer, pero que como ella era muy joven aún, quizás le resultar�*a demasiado chocante el tener que descubrir, lo que un hombre y una mujer son capaces de hacer en una cama.

Apenas me oyó decir esto, la niña “saltó” de la cama y enseguida puso una de esas infantiles, teniéndo yo que resignarme -momentáneamente- con “Las aventuras de la Pantera Rosa”. Pero aún as�*, mientras Lupe acomodaba su pel�*cula en el reproductor, lo cierto es que no hac�*a mas excitarme con la visión de sus sinuosas piernas desnudas y con su culo de ensueño. Ella volvió a meterse en la cama, dejándose acurrucar nuevamente contra mi pecho. Yo estaba como un loco, dado que mi verga parec�*a ser una auténtica barra de fierro. Besé su nuca, mientras acariciaba su espalda y el endiablado contorno de su cadera. Ella re�*a a veces con los dibujitos, bréves momentos en que yo aprovechaba de meter mi mano entre sus piernas para poder acariciarlas en plenitud. Parec�*a estar muy sumida en el programa infantil, dado que al cabo de un rato de estar juntos all�*, me d�* el tiempo de quitar cada botón de su improvisado pijama, uno a uno, y muy lentamente.

“Casualmente”, mis besos alcanzaron la deliciosa piel de su cuello desnudo y entre sus risitas de niña y nuestras piernas entrelazadas, mi mano fue a parar sobre su vientre plano y mis dedos se estiraron, para poder explorar su tierno púbis por debajo de su pequeño calzoncito rosado. Se quedó muy quietita y bien callada, incluso cuando le dije si acaso me dejaba quitarle la camisa, con la “excusa” de que los botones me incomodaban y que incluso hac�*a demasiado calor all�*, cosa que era muy cierta por demás. Entonces se la quitó solita, sin despegar sus ojos de la TV ni un solo instánte. Por mi parte y a esas alturas, ya estaba decidido a hacer cualquier cosa.

Volv�* a acurrucarla suavemente sobre mi pecho, pero esta vez, ya estaba dispuesto a terminar con mi calentura de una vez por todas. Mis tenues besos sobre la piel de su cuello, pronto fueron acompañados con las caricias sutiles y directas de mis manos sobre sus senos redondos, y el calzoncito en el intertanto... bajaba y bajaba, sin que Lupe lo impidiera, sin demostrar incomodidad alguna y sin decirme nada en absoluto. Recuerdo que cuando al f�*n pude deshacerme de la última prenda de vestir de la niña, las arrojé bien lejos de la cama y mirándola a los ojos le dije que ten�*a un cuerpo realmente bonito, que era maravillosa, y que me encantaba sentir la suavidad de su piel desnuda junto a la m�*a. Besé sus hombros desnudos, al mismo tiempo en me deshice finalmente de la toalla con la que me cubr�*a, y entonces, de un instante a otro, experimenté el absoluto delirio que implicaba sentir a mi verga quedar prisionera debajo de su nalga desnuda y de ensueño.

Yo estaba convertido en un animal sediento de su delicioso cuepo desnudo, de todo su candor de niña y de toda su inocencia pura. Y as�*, teniéndola siempre de espaldas hacia mi, muy lentamente fu�* acomodándo su cuerpo sobre el m�*o, siempre besándo suavemente su cuello y sus hombros desnudos, acariciando sus senos perfectos con mis manos, ardiendo en fiebre por ella. A esas alturas de la noche, Lupe se dejaba manipular y explorar a mi antojo, la deliciosa niña estaba como entregada a mis caricias y a mis besos. “Amor, ¿quisieras ver junto a mi, la otra pel�*cula que he traido... esa misma, la que es para adultos?. Estoy seguro que te va a encantar”. Ella giró su cuello para mirarme y entonces me preguntó nuevamente de qué se trataba. “Es mas o menos de lo m�*smo que estamos haciendo ahora tu y yo en esta cama mi amor, tu y yo, con nuestros cuerpos competamente desnudos y acariciándonos muy suavemente. Dime preciosa, ¿te gusta lo que hacemos ahora, verdad que si mi amor?”. Esos ojitos maravillosos ya lo dec�*an todo, con su dedito meñique atrapado entre sus dientes perfectos y su sonrisa coqueta, fueron la revelación que yo tanto necesitaba. All�* fué cuando la contemplé enteramente desnuda y de espaldas al saltar desde la cama nuevamente, y sin esperar un solo segundo, Lupe puso la primera pel�*cua de sexo que habr�*amos de compartir en ese m�*smo lecho durante muuuucho tiempo despues.
Las tapas de la cama fueron a dar al piso en ese instánte y cuando Lupe apenas acabó de ponerle “Play” a la pel�*cula, ella giró su delicioso cuerpo desnudo hacia mi y acabó por descubrir con sus ojitos por vez primera, lo que yo llevaba cargándo entre mis piernas.

Mientras contemplaba sus delicias juveniles, yo me jalaba la barra dura y gruesa de carne a dos manos, solo para que la niña se fuera haciéndo una idea “vaga” de lo que habr�*a de experimentar conmigo esa noche. Pensé que de seguro ya le gustaba ver lo que yo me agarraba a dos manos, porque con esa carita de putita que puso de inmediato, junto a esa sonrisita que me pereció por un instánte, medianamente fingida y as�* como de sorpresa. “¿No me diras que no conoces una de estas mi cielo, o siiii. Verdad que ya sabes que es esto que tengo aqu�* mi amor verdad?”. Lupe me miró detenidamente entonces, para negarme con su cabecita, pero sin dejar de sonreirme coquetamente, como toda una putita. “Tanto mejor mi vida, tanto mejor. Ahora ven aqu�* chiquita m�*a, que tu profe te va a enseñar muchas cosas lindas a partir de esta noche mi amor, muchas cosas deliciosas que serán solo para ti mi cielo”.

Me acomodé en el respaldo de la cama, apenas Lupe volvió sonrientemente a la cama junto a mi. No esperé para tomarla de las caderas entonces y diciéndole que ahora �*bamos a hacer lo m�*smo que aparecer�*a en el video, acomodé su bello traserito redondo sobre mi palote y a partir de ese momento, no solté a la deliciosa chiquita de entre mis brazos durante toda esa noche. Le dec�*a que no despegara los ojos de la pantalla en ningún instánte, que me dejara hacer solo a mi y sin dejar de reiterarle que estuviera tranquila en todo momento, que confiara plenamente en mi. Ohhhh, qué delicia sent�* entonces, al descubrirla relajada al momento de comenzar aquella escena en la que un hombre maduro y bien dotado, se follaba a una bella chica jóven. Lupita no despegaba sus ojitos de la pantalla, sintiéndo como le ensalivaba su coñito suavemente con mis dedos, amasańdo sus senitos constantemente y comiéndome todo su delicioso cuello. “Hummmm. Chiquita m�*a”.

Lentamente con mi mano, fu�* acomodándo mi grueso y edurecido glande entre sus púberes y delgados plieges vaginales, fregándome constántemente entre las tibias y suaves paredes de su sexo de niña una y otra vez. Y lo cierto es que Lupe parec�*a no incomodarle nada de lo que le hac�*a a su tierno sexo desnudo, ni mis friegas ni mis roces constantes, porque de hecho y al cabo de unos pocos segundos transcurridos, fue ella m�*sma quien comenzó a abrir sus piernas aún mucho mas y a balancear sus caderitas al compás de mis movimientos. Por eso es que no me resultó dificil hacer penetrar la cabeza de mi glande, hasta que al f�*n se hundió completamente, terminándo por desaparecer entre los labios interiores de su sexo. Hummmsss, su maravillosa conchita elástica se acomodaba perfectamente al diámetro de mi caño tras cada avance que lograba experimentar entre las paredes de su sexo. Todo a partir de aquel maravilloso instánte, de celo y de hambre por tenerla, fue avanzar y avanzar muy suavemente, tomándome de sus caderas con una mano para no dejarla escapar de entre mis brazos. Entonces sent�* que ya era toda m�*a, al momento en que mi cañó fue abriéndose paso aún mas profundamente entre sus paredes estrechas. Hummm, deliciosa muñeca.

La fuerte escena en la pantalla contrastaba mucho con nuestros movimientos, los que eran muy suaves y cadenciosos, pero entonces, fue cuando sent�* la curva que hizo con su espalda al mismo tiempo en que o�* su tenue quejido de dolor, mismo que evidenció con una clara muesca de su boca. En ese instánte, sent�* a mi verga quedar totalmente atrapada entre las paredes de su sexo y a su musculatura interna ejerciéndo una suerte de presión deliránte por todo el largo y alrrededor de mi vástago. Sent�* su maravillosa desfloración en ese instante, y as�* fue como terminé por hundirle la verga hasta el fondo de su cuquita. Ni mi difuta mujer logró jamás acoplarse a todo el largo y ancho de mi verga como esa preciosa niña, misma que ahora comenzaba a experimentar el mete y saca que le hac�*a a su maravillosa cuevita. La sub�*a y la bajaba una y otra vez, me la estaba follándo duro y parejo en la cama, sintiéndo a sus constantes quejidos entremezclarse con los que proven�*an de la chica del video. Aquel hilillo de sangre suyo se mezcló prontamente con mis l�*quidos preseminales, haciendo de esa cópula de fuego un verdadero manjar divino y de placer desenfrenado. “Amor ya eres toda m�*a, solo m�*a y de nadie mas. Putita m�*a, putita m�*a …. oooohhhhmmmsss”.
En la cópula frenética, pellizcaba sus pezoncillos endurecidos al momento de amasar sus senos divinos, sudándo, jadeándo constántemente y gimiéndo de absoluto placer, mientras me com�*a todo su cuello y su barbilla.

De pronto, la niña comenzó a agitarse del pecho y arqueándo su espalda sobre mi torso, comenzó a experimentar contracciones múltiples en todo su bajo vientre y a danzar como una loba en celo, meciéndo sus caderas, su cintura y sus piernas con total frenes�*. Era su primera corr�*da y ya no cab�*a duda de aquello. Sent�* como me empapaba todo el caño con sus jugos viscosos y ardientes, su manantial de placer bañó profusamente mis bolas duras y provistas de abundante leche para regar toda su matr�*z de mujer.

Recuerdo que s�*n desclavarle la verga, giré su cuerpo sobre mi vientre y tomándola de la nuca, atrape su deliciosa boca con la m�*a y la segu�* follándo como un animal. Sent�* que Lupe hab�*a nacido solo para m�*, su maravilloso cuerpo desnudo estaba perfectamente acoplado con el m�*o y aquella forma de responder a mis besos con su boca, junto a esa danza edemoniada de sus caderas al momento de culear en la cama. Uuughhhh. Entonces no pude soportarlo mas, y terminé por inundarle la cuca con una corrida idescriptible. Pude haber muerto esa misma noche de un paro card�*aco, les juro. Vaya niña. La guitarra no es lo tuyo en verdad.


Continuará ... :leerobligado:
 
Última edición:

mippol

Virgen
Registrado
Jul 15, 2007
Mensajes
12
Likes Recibidos
0
Puntos
1
pedrasta hijo de puta... q alguien borre esta mierda
 

makoki65

Virgen
Registrado
Ene 13, 2009
Mensajes
19
Likes Recibidos
0
Puntos
0
Muy Ricas

Me encanto la Historia de Musica:thumbsup:
 

Calixto

Virgen
Registrado
Ago 6, 2007
Mensajes
17
Likes Recibidos
2
Puntos
3
Se agradecen los buenos comentarios al igual que las crÃ*ticas. Incluso, aunque estás últimas carezcan de mucho fundamento. Al fÃ*n y al cabo, la Democracia funciona asÃ* tal cual en todos lados.

Prometo dejarles la segunda parte a la brevedad posible. :leerobligado:
 

jwalt

Virgen
Registrado
Feb 2, 2009
Mensajes
15
Likes Recibidos
0
Puntos
6
:clap:
con esa introduccion es buena
Hola a todos. Mi nombre es Carlos. Soy Uruguayo, un profesor de música que enviudó hace unos 15 años, no tengo hijos y en la actualidad
487763a140654266196705.jpg

tengo 54 años de edad. Intentaré ser bréve con esta historia, dado que no poseo dotes de escritor ni nada parecido. Enviudé a los 39, luego que mi difunta esposa falleciera por causa de un accidente en la carretera. Ella, al igual que yo, enseñábamos a chicos y a chicas, algunas técnicas básicas de música, as�* como algunas otras que eran algo mas avanzadas, por decirlo as�*, para jóvenes cuyas familias pod�*an costear ese tipo de clases donde se requiere algo mas de dedicación y muchas horas adicionales. Pero bueno. Todo comenzó a suceder un año después desde el fallecimiento de mi mujer. En aquel entonces, yo rentaba un departamento en la capital donde hac�*a mis clases a diario, clases que eran de Lunes a Sábado. Aquel mismo departamento, luego que mi esposa falleciera, lo segu�* rentándo para poder ganarme la vida.

En esa época ten�*a 40 años, yo aún era joven y bien parecido. Sin embargo, la verdad es que no me sobraba mucho tiempo como para salir el busca de alguna nueva compañera. Y bueno. Demás está decir, eso creo yo, que despues de un año de abstinencia sexual, un hombre puede llegar a ser capáz de hacer cosas bastante “torpes”, sobre todo cuando de abstinencia sexual se trata. Y este es mi caso.
En mis clases recib�*a a jóvenes de las mas diversas edades, los que mayoritariamente preferian recibir clases para interpretar instrumentos como la guitarra. Ahora, no se crean ustedes que yo soy un tipo de los de esa clase, “abusadores” y cosas por el estilo. De hecho, durante años acog�* en mi escuela a innumerables jovencitas entre 8 y 17 años, as�* que no, nada de eso, as�* que ni se les ocurra imaginarlo por favor. Y bueh. El asunto es que cierto d�*a llegó una chica a mi escuela. La acompañaba su abuela en ese momento y al poco tiempo supe que esa viejecita era el único familiar que le quedaba a esa chica. Ella me sonrió amablemente al momento de presentarnos. Me dijo que la muchacha era su nieta y que se llamaba Lupe. Me dijo que la joven estaba interesada en aprender a tocar guitarra, y que como era época vacacional, la inscribió en mi escuela para que all�* se la pasara durante casi todo ese verano con el exclusivo afán de aprender.

Lupe no era una chica muy bonita de rostro que digamos. Llevaba el cabello corto y ondulado, mismo que era de color negro. Por su estatura, por su rostro y por su desarrollo f�*sico, yo calculé de inmediato que la chica deb�*a tener unos 17 años por lo menos. Y es que a pesar del largo y amplio vestido floreado que la joven llevaba puesto encima, ya era indudable que debajo de esas prendas se escond�*a un cuerpo muy femenino y enteramente desarrollado. Delgada y bastante alta, casi como de 1,70 dir�*a yo. Estatura que no me resultaba dificil de calcular, dado mi metro y 75.
Entonces fue cuando casi me ca�* de culo. Y es que la abuela de la muchacha apuntó en el registro de inscripción la edad de 12 años. Si, nada mas y nada menos. Le pregunté si acaso me estaba jugándo una broma, o algo por el estilo, dado que no pod�*a ser posible que una niña de su edad tuviera esa estura, y mucho menos esa clase de cuerpo. La viejecilla entonces me sonrió y me pasó la cédula de identidad de Lupe de inmediato. Y s�*, aquello era efectivo. Yo nunca supe con que la alimentaron en su casa, pero ten�*a 12. Lupe casi no ten�*a amigas por el mismo motivo, cursaba el sexto año de preparatoria, jugaba con muñecas aún hasta ese momento y eso es la pura verdad. A partir de ese minuto no volv�* a insistir, no fuera a suceder que la viejecita me comenzara a mirar con cara de “mucho asombro” y terminara por arrebatarme a una nueva alumna.

Lupe volvió al d�*a siguiente. Llegó muy temprano a la escuela de música a recibir su primera clase. Ven�*a sin su abuela obviamente. Creo que me “rechinaron” los dientes cuando la v�* llegar con esos pantalones tán ajustados. Todo all�* parec�*a estar a punto de reventar, sus gluteos, las nalgas y su verdadera “joya” de culo. Chiquilla de mierda, me dije. Porque a duras apenas sal�*a de mi asombro y enseguida le v�* ese par de tetas redondas y perfectas. Si hasta daban ganas de golpearla por lucir un cuerpo como el que ya ten�*a a su corta edad. Es que no era normal lucir una figura as�*, a esa edad, ya era casi una “grocer�*a”, un verdadero atentado a la niñez. Entonce me convenc�* que a esa “pava” ya le estaban dando verga dura desde hac�*a un laaargo rato. De otra forma, con esa clase de culo, cintura, caderas, y ese par de tetas, no se lo explicaba nadie. Desde entonces, darle clases de guitarra a Lupe, se convirtió en todo un sufrimiento y un martirio para mi. Viv�*a con la verga dura como un fierro de solo verla o acercarme a ella. Y si, es verdad, la tengo bien grande y bien gorda, as�* que imaginen ustedes el esfuerzo que ten�*a que hacer para que ella no notara nada muy extraño en mi persona. Intentaba no verla mucho, sin embargo, ya me resultaba imposible dejar de admirar sus atributos de hembra desde donde estuviera. Desde entonces me “resigné” a convivir con mi martirio, con la diaria tentación de tenerla al alcance de mi mano. Entonces comencé a acercarme a ella, a conversar para poder conocerla un poco mas. Pero lo cierto es que tras cada conversación que sostuve con ella, terminé percatándome que la muchacha era toda una niña en verdad. Ya fuera por su forma de hablar o comportarse, Lupe no pasaba de ser una autentica mocosa realmente: una niña muy timida, introvertida e increiblemente ingenua.

Al cabo de unas semanas, comenzamos a ser un poco mas cercanos, a estar algo mas en confianza. Lupe me dec�*a que su abuela no la dejaba nunca salir de casa, ni siquiera tener amigas de su edad, es que era bastante estricta con ella en ese aspecto. Me dec�*a que viv�*a a un par de horas de camino de mi escuela y que durante los fines de semana, su abuela la dejaba sola en casa. Y es que a la viejecita de daba por visitar a unos parientes dejanos que ella ten�*a, mismos que viv�*an en “Punta del Este” al parecer. Sin embargo a ella no la llevaba nunca y hasta el d�*a de hoy, jamás supe del motivo realmente. Durante las semana transcurridas, la buela de Lupe jamás se hizo presente en la escuela. Parec�*a estar muy confiada del paradero de su nieta, de sus avances en la guitarra, al punto en que llegué a pensar que a la vieja le daba exáctamente lo mismo.

Entonces debo decir me apené un poco, al saber que durante las horas de descanso de mis clases, cuando todos los demás niños y jóvenes se iban generalmente a sus hogares a merendar, Lupe se quedaba esperándo all�* mismo, permaneciéndo el d�*a entero sin comer absolutamente nada. Desde entonces, cuando todos los demás se marchaban a sus casas, comencé a invitar a la niña a merendar conmigo, invitación que Lupe obviamente nunca rechazó. En esos momentos, cerraba la puerta de la escuela y me llevaba a la niña hasta una sala muy privada que ten�*amos en ese mismo departamento y que hasta hace solo uño atrás compart�*amos con mi difunta esposa.
Para entrar a esa sala, hab�*a que caminar un largo pasillo y luego, trás cruzar un par de puertas, las que siempre estaban aseguradas, se pod�*a acceder a una sala muy amplia que contaba con un dormitorio con cama de dos plazas, un baño bien grande y una pequeña cocina que inclu�*a un pequeño comedor diario. No era un hogar precisamente, puesto que yo viv�*a en otra parte, sin embargo, mi esposa y yo nos quédamos a dormir algunas noches all�*, sobre todo cuando se nos hac�*a muy tarde y el colectivo dejaba de hacer recorridos a esas horas de la noche. Durante todos esos años, a ningún otro alumno se le hab�*a permitido llegar hasta all�*. Lupe hab�*a sido la primera.
Les confieso que estaba muy excitado, dado que estabamos completamente a solas all�*. Yo y esa niña ingenua, la de cuerpo irreverente, mi mas irresistible tentación, ella se hizo mi fuente de deseo y estaba cierto que tarde o temprano … La hice pasar y cerré la puerta.

Mientras preparaba algo de comer, le dije a Lupe que pod�*a encender la TV, ver algún video, poner algo de música y hasta tenderse en la cama si as�* lo deseaba, y claro, para poder descansar un poco. Le dije. Ella entonces no dudó en poner un video de esos infantiles, una pel�*cula de esas de dibujos animados. Se quitó las zapatillas entonces y se hechó a verla tranquilamente recostada de espaldas sobre mi cama. Y all�* estaba finalmente ese “pedazo” de cuerpo, deliciosa por donde se le quisiera observar. Sus bellas tetas redonditas se balanceaban de lado a lado cuando se le sal�*a una que otra carcajada, obvervándo atentamente los monitos del video. Yo por mi parte, y sin que ella lo notase en ningún instante, me admiraba con su deliciosa figura tendida all�* en mi cama, es que yo la deseaba enteramente para mi y ya no ten�*a forma de poder evitarlo.

Al rato la fu�* a buscar para servirle la comida y entonces la miré de frente. “Babeaba” de lo dormida que estaba, rendida seguramente por causa del cansancio y el hambre que tra�*a desde hace horas en el cuerpo. Lupe estaba de costado y dorm�*a profundamente sobre mi cama. Su cadera “al viento” y sus redondas nalgas empinadas parec�*an no pertenecerle a ella en absoluto. Una niña vestida con un bello e indescriptible cuerpo de mujer, tooooda una endiablada tentación. La sacud�* un poco, aunque lo hice muy suavemente, diciéndole bajito que ya era hora de comer. Pero al darme cuenta de la profundidad de su letargo, no pude resistir la tentación de explorar su cadera sinuosa y la juvenil tersura de sus muslos gruesos con mis dos manos. Era la pimera vez en que me atrev�*a a tocarla de esa forma, sin que ella se percatara obviamente. Entonces me acomodé justo detrás de su “joya” de culo cubierto por la mezclilla. Necesitaba experimentar el roce de mi verga dura sobre ese pedazo de culito divino, perfecto en su forma y duro como una piedra pulida en el r�*o.

Fui muy cuidadoso entonces, para no despertarla y tener que seguir sufriendo con mi martirio. Creo haber estado ell�* en mi loco afán durante una media hora, arrimándome contra sus nalgas una y otra vez a modo de estar copulándo con ella. Mi mano se escabulló entonces hasta sus pechos duros y redondos, y entonces, no lo resist�* mucho mas. Jamás hab�*a experimentado con mis manos una turgencia y unas formas como las de esos pechos perfectos. Me corr�* a mares debajo de mi pantalón, al punto en que hasta el vientre lo sent�* profusamente mojado, con leche blanca y muy espesa. Entonces cog�* algo de mi corrida con mi dedo pulgar y les prometo que no dudé un solo segundo al momento en que se lo met�* en su linda boquita entreabierta. Lupita entre sus sueños, me lo mamó cual bebé lo hace con su biberón de goma.
Al rato la pude despertar. Ya me hab�*a cambiado el pantalón y los interiores. La tomé de la amano dulcemente entonces, casi como agradeciéndole la corrida y su deliciosa “mamada”, y terminé por llevarla a la cocina. La comida ya estaba fr�*a, pero ella “atacó” el plato como si llevara d�*as sin comer. Yo no dejaba de mirarla poniendo cara de bobo probalemente, pero ella parec�*a estar muy agradada de estar all�* conmigo, sonriendo timidamente y devorándose afanosamente todo lo que hab�*a en el plato. Le d�* helado, jalea y jugo de postre apenas terminó de merendar. Pero de pronto, me nació pedirle a Lupe que lo le dijera nada a su abuelita por favor, que ni siquiera se le ocurriera mencionarle acerca de su visita a mi habitación, de la comida, ni de nada. Ella solo asintió con su cabeza y con sus ojos me dió a entender que guardar�*a completo silencio. Aquello habr�*a de ser apenas nuestro primer secreto, solo el primero de muchos mas.

Le dije que si ella lo deseaba, pod�*a comer conmigo todos los d�*as all�*, pero que ten�*a que ser muy discreta con el resto de los alumnos y sobre todo con su abuela. Después de ese d�*a, ya no volv�* a comer solo. Lupe se quedaba hasta última hora y una vez que todos se marchaban a sus casas, ella sal�*a “sorpresivamente” desde el baño, cerrábamos las puertas de la ecuelita de música y la niña se dirig�*a conmigo hasta el privado muy confiadamente, quizás, demasiado confiada de m�* en verdad. Todo perec�*a indicar que su abuelita jamás le advirtió de ciertas “cosas”, de situaciones bastante “peligrosas” para ella, pero lo cierto es que eso ya no era problema m�*o.

Desde entonces, Lupita comenzó a subirse a mi cama como si fuese la própia de ella. Pon�*a la TV como si estuviera en su casa y merendaba conmigo como si lo hiciera con un familiar suyo. Frecuentemente, nos tend�*amos bien juntos sobre la cama, as�* fuera para observar la TV, para ver algún video de dibujos animados, a juguetear “inocentemente” (nunca por mi parte, claro está) a conversar, y hasta llegamos al punto en que ella se dejaba acurrucar “tiernamente” entre mis brazos cuando le daba algo de “sueñito” y me dec�*a que deseaba descansar. Por eso es que sin duda alguna, finalmente pasó lo que ten�*a que pasar, irremediablemente. Yo sal�* de compras en cierta ocasión, diciéndole que se quedara en el privado de la escuela viendo la TV mientras regresaba, rogándole incesantemente que no se le ocurriera abrirle a nadie la puerta en absoluto, cosa que era del todo improbable, dado que como ya era d�*a sábado y por lo avanzado de la hora, a nadie se le ocurrir�*a acudir a una escuela de música que ya está vac�*a y que no atiende a esas horas ni tampoco al d�*a siguiente. All�* la dejé en la cama y me marché, con tranquilidad y a sabiendas que en casa de Lupita no hab�*a nadie en ese momento que se preocupara de la hora de su regreso hasta su hogar. Su abuela estaba de viaje en Punta del Este, como cada f�*n de semana, y volver�*a recién el lunes siguiente.

Después de hacer algunas compras y antes de subirme al autobús para regresar, pasé a un “video club” pensándo en arrendar alguna pel�*cula, de esas de dibujos animados que a ella tanto le encantaban. Entonces observé al pasar la sección de adultos. No lo dudé entonces y bien lleno de morbo, debo ser franco y decir, agarré la primera pel�*cula para mayores de 21 que encontré, mezclándola con las de dibujitos animados. Pagué por la renta de los DVD's, y de paso, también compré algunas golosinas y enseguida volv�* hasta mi escuela. Ahora estaba muy oscuro, puesto que ya eran cerca de las 21:30.

Sub�* las escaleras hasta el cuarto y último piso donde estaba mi escuela. No se ve�*a ni un alma en todo el edificio, dado que prácticamente todos los demás departamentos se utilizaban solo como oficinas durante los d�*as hábiles de la semana. Abr�* la puerta muy despacio entonces y entré sin dudarlo. Estaba excitado de sobremanera porque sab�*a que esa niña con cuerpo de mujer, de una u otra forma, ser�*a toda m�*a esa misma noche. Cerré con seguro y al momento de hacerlo, mi corazón se aceleró al instánte en que o�* el ruido ténue de las historietas animadas que proven�*an desde el fondo donde estaba el privado. Seguro que el volúmen de la TV deb�*a estar a todo dar, dado que las otras dos puertas del pasillo imped�*an -probadamente- la salida de cualquier tipo de riudos provenientes desde all�*. Y as�*, cuando finalmente crucé por todo el largo pasillo y trás haber asegurado muy convenientemente sus dos puertas de acceso, entré al cuarto y la vi dormida, tendida sobre mi cama como de costumbre. Lupe estaba descalza y llevaba puesto aquel m�*smo vestido con el que la v�* llegar junto a su abuelita, aquel d�*a en que la inscribió en mi escuela.

Antes de depertarla, y temiéndo en que ella decidiera finalmente a regresar hasta su hogar a esas horas de la noche, decid�* hacer “pasar la hora” y por eso es que me met�* directo al baño para poder ducharme. Y as�*, al rato, luego de afeitarme y prepararme para “afrontar” lo que vendr�*a, sal�* desnudo y cubierto solo con una toalla atada a mi cintura, descalzo y con el torso y los brazos desnudos. La mec�* suavemente, como de costumbre, mirándola con cara de cierta preocupación y diciéndole que ya se hab�*a hecho muy tarde y que de seguro el colectivo ya no pasar�*a a esas horas de la noche. Lupe me miró como medio aturdida aún por el sueño antonces, sin embargo, y para mi entera satisfacción, fue ella misma quien me sugirió pasar esa noche all�* en mi escuela, casi como rogándome, y recalcándome una y otra vez que su abuelita jamás se enterar�*a de su abrúpta ausencia en el hogar. Yo me sonre�*, pero sin decirle nada, estiré mi brazo para ofrecerle las golosinas que le hab�*a comprado recientemente. Ella practicamente se lanzó para poder alcanzarlos, sin saber que con cada gesto que hac�*a lo único que lograba era incrementar mi deseo por poseer su bell�*simo cuerpo en esa misma cama, cada vez mas y mas. Le dije que no a las golosinas, no sin antes de meterse al baño para darse una buena ducha y solo despues de acostarse.

Lupe no lo dudó entonces, no sin antes pedirme alguna camisa m�*a para poder usarla como pijama esa noche. Ya no parec�*a ser la misma niña de la clase, dado que por la forma en que me miró, seguramente ya intu�*a en su interior que aquella noche iba a ser muy distinta a todas las demás que hab�*a vivido. Recuerdo que apagué las luces y que dejé solo la lamparita del velador. As�* que luego de meterme en la cama, comencé a contar los segundos para que la niña se apareciera tras la puerta del baño. Ya no ten�*a la necesidad de saber la clase de figura que escond�*a aquel vestido, ahora, solamente necesitaba hacerlo enteramente m�*o esa noche y nada mas. De las consecuencias que seguramente me habr�*an de achacar tarde o temprano, por el hecho de acostarme con una niña de apenas 12 años de edad, y por el resto de mi vida, las mandé absolutamente a todas al carajo, a la misma mierda con todo y con todos los demás. Ya nada me importaba.
Al rato salió de su baño y con su cabellera corta aún mojada. Mi camisa de vestir, a duras penas lograba taparle algunos cent�*metros la piel de sus gluteos, sus caderas preciosas y su ensueño de culo. En mi puta vida me hab�*a cruzado con un chica con esa clase de piernas pefectas, por eso es que quizás, tan solo con mirarlas de reojo, la verga me saltó como un resorte esa noche haciendome “encumbrar” las tapas de mi cama cual carpa de circo. Le estiré mi mano ofreciéndole sus golosinas, y al cabo de un par de segundos ya la ten�*a junto a mi, muy juntos y bien pegados en la oscuridad del cuarto, sintiéndo la tersura absoluta de la piel de sus piernas de Diosa y a sus gluteos de marf�*l, hacer contacto pleno con la desnudez y vellosidad de las las m�*as. Recuerdo que mientras devoraba sus dulces, la abracé y la hice acurrucarse contra mi pecho desnudo. Hummmsss. Maravillosa niña, tán ingenua y de figura tán sensual a su vez.

Ella no tardó mucho en acabar con sus golosinas, entonces me miró, preguntándome si acaso �*bamos a ver alguna pel�*cula, tal como ya se hab�*a hecho nuestra costumbre. All�* le dije que eligiera cualquier DVD “nuevo”, de esos que hab�*a traido esa misma noche y que estaban sobre el velador. Lupe los agarró de un viaje, y solo al ver la carátula del video para adultos, entre las otras que eran infantiles, me preguntó qué clase de pel�*culas eran las de ese tipo. Yo entonces no tardé en contestarle a Lupe que las pel�*culas de esa clase, eran muy entretenidas y excitantes, tanto para el hombre como para la mujer, pero que como ella era muy joven aún, quizás le resultar�*a demasiado chocante el tener que descubrir, lo que un hombre y una mujer son capaces de hacer en una cama.

Apenas me oyó decir esto, la niña “saltó” de la cama y enseguida puso una de esas infantiles, teniéndo yo que resignarme -momentáneamente- con “Las aventuras de la Pantera Rosa”. Pero aún as�*, mientras Lupe acomodaba su pel�*cula en el reproductor, lo cierto es que no hac�*a mas excitarme con la visión de sus sinuosas piernas desnudas y con su culo de ensueño. Ella volvió a meterse en la cama, dejándose acurrucar nuevamente contra mi pecho. Yo estaba como un loco, dado que mi verga parec�*a ser una auténtica barra de fierro. Besé su nuca, mientras acariciaba su espalda y el endiablado contorno de su cadera. Ella re�*a a veces con los dibujitos, bréves momentos en que yo aprovechaba de meter mi mano entre sus piernas para poder acariciarlas en plenitud. Parec�*a estar muy sumida en el programa infantil, dado que al cabo de un rato de estar juntos all�*, me d�* el tiempo de quitar cada botón de su improvisado pijama, uno a uno, y muy lentamente.

“Casualmente”, mis besos alcanzaron la deliciosa piel de su cuello desnudo y entre sus risitas de niña y nuestras piernas entrelazadas, mi mano fue a parar sobre su vientre plano y mis dedos se estiraron, para poder explorar su tierno púbis por debajo de su pequeño calzoncito rosado. Se quedó muy quietita y bien callada, incluso cuando le dije si acaso me dejaba quitarle la camisa, con la “excusa” de que los botones me incomodaban y que incluso hac�*a demasiado calor all�*, cosa que era muy cierta por demás. Entonces se la quitó solita, sin despegar sus ojos de la TV ni un solo instánte. Por mi parte y a esas alturas, ya estaba decidido a hacer cualquier cosa.

Volv�* a acurrucarla suavemente sobre mi pecho, pero esta vez, ya estaba dispuesto a terminar con mi calentura de una vez por todas. Mis tenues besos sobre la piel de su cuello, pronto fueron acompañados con las caricias sutiles y directas de mis manos sobre sus senos redondos, y el calzoncito en el intertanto... bajaba y bajaba, sin que Lupe lo impidiera, sin demostrar incomodidad alguna y sin decirme nada en absoluto. Recuerdo que cuando al f�*n pude deshacerme de la última prenda de vestir de la niña, las arrojé bien lejos de la cama y mirándola a los ojos le dije que ten�*a un cuerpo realmente bonito, que era maravillosa, y que me encantaba sentir la suavidad de su piel desnuda junto a la m�*a. Besé sus hombros desnudos, al mismo tiempo en me deshice finalmente de la toalla con la que me cubr�*a, y entonces, de un instante a otro, experimenté el absoluto delirio que implicaba sentir a mi verga quedar prisionera debajo de su nalga desnuda y de ensueño.

Yo estaba convertido en un animal sediento de su delicioso cuepo desnudo, de todo su candor de niña y de toda su inocencia pura. Y as�*, teniéndola siempre de espaldas hacia mi, muy lentamente fu�* acomodándo su cuerpo sobre el m�*o, siempre besándo suavemente su cuello y sus hombros desnudos, acariciando sus senos perfectos con mis manos, ardiendo en fiebre por ella. A esas alturas de la noche, Lupe se dejaba manipular y explorar a mi antojo, la deliciosa niña estaba como entregada a mis caricias y a mis besos. “Amor, ¿quisieras ver junto a mi, la otra pel�*cula que he traido... esa misma, la que es para adultos?. Estoy seguro que te va a encantar”. Ella giró su cuello para mirarme y entonces me preguntó nuevamente de qué se trataba. “Es mas o menos de lo m�*smo que estamos haciendo ahora tu y yo en esta cama mi amor, tu y yo, con nuestros cuerpos competamente desnudos y acariciándonos muy suavemente. Dime preciosa, ¿te gusta lo que hacemos ahora, verdad que si mi amor?”. Esos ojitos maravillosos ya lo dec�*an todo, con su dedito meñique atrapado entre sus dientes perfectos y su sonrisa coqueta, fueron la revelación que yo tanto necesitaba. All�* fué cuando la contemplé enteramente desnuda y de espaldas al saltar desde la cama nuevamente, y sin esperar un solo segundo, Lupe puso la primera pel�*cua de sexo que habr�*amos de compartir en ese m�*smo lecho durante muuuucho tiempo despues.
Las tapas de la cama fueron a dar al piso en ese instánte y cuando Lupe apenas acabó de ponerle “Play” a la pel�*cula, ella giró su delicioso cuerpo desnudo hacia mi y acabó por descubrir con sus ojitos por vez primera, lo que yo llevaba cargándo entre mis piernas.

Mientras contemplaba sus delicias juveniles, yo me jalaba la barra dura y gruesa de carne a dos manos, solo para que la niña se fuera haciéndo una idea “vaga” de lo que habr�*a de experimentar conmigo esa noche. Pensé que de seguro ya le gustaba ver lo que yo me agarraba a dos manos, porque con esa carita de putita que puso de inmediato, junto a esa sonrisita que me pereció por un instánte, medianamente fingida y as�* como de sorpresa. “¿No me diras que no conoces una de estas mi cielo, o siiii. Verdad que ya sabes que es esto que tengo aqu�* mi amor verdad?”. Lupe me miró detenidamente entonces, para negarme con su cabecita, pero sin dejar de sonreirme coquetamente, como toda una putita. “Tanto mejor mi vida, tanto mejor. Ahora ven aqu�* chiquita m�*a, que tu profe te va a enseñar muchas cosas lindas a partir de esta noche mi amor, muchas cosas deliciosas que serán solo para ti mi cielo”.

Me acomodé en el respaldo de la cama, apenas Lupe volvió sonrientemente a la cama junto a mi. No esperé para tomarla de las caderas entonces y diciéndole que ahora �*bamos a hacer lo m�*smo que aparecer�*a en el video, acomodé su bello traserito redondo sobre mi palote y a partir de ese momento, no solté a la deliciosa chiquita de entre mis brazos durante toda esa noche. Le dec�*a que no despegara los ojos de la pantalla en ningún instánte, que me dejara hacer solo a mi y sin dejar de reiterarle que estuviera tranquila en todo momento, que confiara plenamente en mi. Ohhhh, qué delicia sent�* entonces, al descubrirla relajada al momento de comenzar aquella escena en la que un hombre maduro y bien dotado, se follaba a una bella chica jóven. Lupita no despegaba sus ojitos de la pantalla, sintiéndo como le ensalivaba su coñito suavemente con mis dedos, amasańdo sus senitos constantemente y comiéndome todo su delicioso cuello. “Hummmm. Chiquita m�*a”.

Lentamente con mi mano, fu�* acomodándo mi grueso y edurecido glande entre sus púberes y delgados plieges vaginales, fregándome constántemente entre las tibias y suaves paredes de su sexo de niña una y otra vez. Y lo cierto es que Lupe parec�*a no incomodarle nada de lo que le hac�*a a su tierno sexo desnudo, ni mis friegas ni mis roces constantes, porque de hecho y al cabo de unos pocos segundos transcurridos, fue ella m�*sma quien comenzó a abrir sus piernas aún mucho mas y a balancear sus caderitas al compás de mis movimientos. Por eso es que no me resultó dificil hacer penetrar la cabeza de mi glande, hasta que al f�*n se hundió completamente, terminándo por desaparecer entre los labios interiores de su sexo. Hummmsss, su maravillosa conchita elástica se acomodaba perfectamente al diámetro de mi caño tras cada avance que lograba experimentar entre las paredes de su sexo. Todo a partir de aquel maravilloso instánte, de celo y de hambre por tenerla, fue avanzar y avanzar muy suavemente, tomándome de sus caderas con una mano para no dejarla escapar de entre mis brazos. Entonces sent�* que ya era toda m�*a, al momento en que mi cañó fue abriéndose paso aún mas profundamente entre sus paredes estrechas. Hummm, deliciosa muñeca.

La fuerte escena en la pantalla contrastaba mucho con nuestros movimientos, los que eran muy suaves y cadenciosos, pero entonces, fue cuando sent�* la curva que hizo con su espalda al mismo tiempo en que o�* su tenue quejido de dolor, mismo que evidenció con una clara muesca de su boca. En ese instánte, sent�* a mi verga quedar totalmente atrapada entre las paredes de su sexo y a su musculatura interna ejerciéndo una suerte de presión deliránte por todo el largo y alrrededor de mi vástago. Sent�* su maravillosa desfloración en ese instante, y as�* fue como terminé por hundirle la verga hasta el fondo de su cuquita. Ni mi difuta mujer logró jamás acoplarse a todo el largo y ancho de mi verga como esa preciosa niña, misma que ahora comenzaba a experimentar el mete y saca que le hac�*a a su maravillosa cuevita. La sub�*a y la bajaba una y otra vez, me la estaba follándo duro y parejo en la cama, sintiéndo a sus constantes quejidos entremezclarse con los que proven�*an de la chica del video. Aquel hilillo de sangre suyo se mezcló prontamente con mis l�*quidos preseminales, haciendo de esa cópula de fuego un verdadero manjar divino y de placer desenfrenado. “Amor ya eres toda m�*a, solo m�*a y de nadie mas. Putita m�*a, putita m�*a …. oooohhhhmmmsss”.
En la cópula frenética, pellizcaba sus pezoncillos endurecidos al momento de amasar sus senos divinos, sudándo, jadeándo constántemente y gimiéndo de absoluto placer, mientras me com�*a todo su cuello y su barbilla.

De pronto, la niña comenzó a agitarse del pecho y arqueándo su espalda sobre mi torso, comenzó a experimentar contracciones múltiples en todo su bajo vientre y a danzar como una loba en celo, meciéndo sus caderas, su cintura y sus piernas con total frenes�*. Era su primera corr�*da y ya no cab�*a duda de aquello. Sent�* como me empapaba todo el caño con sus jugos viscosos y ardientes, su manantial de placer bañó profusamente mis bolas duras y provistas de abundante leche para regar toda su matr�*z de mujer.

Recuerdo que s�*n desclavarle la verga, giré su cuerpo sobre mi vientre y tomándola de la nuca, atrape su deliciosa boca con la m�*a y la segu�* follándo como un animal. Sent�* que Lupe hab�*a nacido solo para m�*, su maravilloso cuerpo desnudo estaba perfectamente acoplado con el m�*o y aquella forma de responder a mis besos con su boca, junto a esa danza edemoniada de sus caderas al momento de culear en la cama. Uuughhhh. Entonces no pude soportarlo mas, y terminé por inundarle la cuca con una corrida idescriptible. Pude haber muerto esa misma noche de un paro card�*aco, les juro. Vaya niña. La guitarra no es lo tuyo en verdad.


Continuará ... :leerobligado:
 

papel

Virgen
Registrado
Ago 19, 2007
Mensajes
21
Likes Recibidos
1
Puntos
3
Esta Re Buena La Chava Desearia Tirarmela
 

papel

Virgen
Registrado
Ago 19, 2007
Mensajes
21
Likes Recibidos
1
Puntos
3
OHHHHHH no mmez me encanto el relato muy caliente
desearia tener una alumna asi xD
muy buen aporte man y si esa es la morra UYYYYY
:thumbsup::thumbsup::thumbsup:
 

ocomare

Virgen
Registrado
Oct 28, 2008
Mensajes
8
Likes Recibidos
0
Puntos
0
Man continua con tu relato esta genial ... estare pendiente para no perdeme la continuacion ...
 
Arriba Pie