Carmen y su hijo Ivan

heranlu

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Después de la boda de su hija Carmen se quedó a vivir sola en casa. Ya no se arreglaba para salir y solo iba de su casa a su trabajo, casi sin relacionarse con nadie. Preocupado por la situación de su madre, su hijo Iván se fue a vivir con ella. Había pedido su traslado, ya que vivía en otra ciudad.

No se habían visto desde hacía dos años, cuando viajó a otra ciudad a trabajar. Carmen lo recordaba como un chico dulce, tímido y delgado. Desde que se fue se comunicaban todos los días por teléfono, correo o redes sociales. Sabía que le va bien en su trabajo y hasta hace unos meses estaba saliendo con una chica mucho mayor que él. Él tiene 25 años y ella tenía 39 años, casi los 50 años de edad de Carmen.

Ella se sorprendió al ver llegar al aeropuerto a aquel muchacho fuerte que la abrazó y la levantó en vilo haciéndole girar por los aires. Sabía que estaba yendo al gimnasio desde hace varios meses, pero no imaginó esos resultados.

Carmen es una mujer de pequeña estatura, delgada, tez clara y ojos rasgados, pestañas largas, tetas normales, aunque de caderas un poco pronunciadas y culoncita, usa lentes y lleva el cabello largo con algunas canas atado en un moño. Su forma de vestir es muy formal y recatada, con 50 años encima.

Iván la llevó a comer, no podía creer lo guapo que se había puesto. La cena fue especial, hablaba con amenidad y seguridad. Lo podía considerar un hombre de mundo. Luego le propuso irle a comprar ropa e ir a la peluquería:

– Mamá, te voy a comprar ropa, eres muy bella y no deberías ocultarla en esas aburridas prendas de señora,

– Pero, soy una señora, hijo.

– Aun así. Voy a exhibirte como la belleza que eres.

– Si no fueras mi hijo, pensaría que me estás coqueteándome.

Se pusieron a ordenar las cosas. Carmen se quitó el camisón que tenía quedando con un polo de tiras que dejaba ver el nacimiento de sus grandes tetas con pecas. Iván estaba embobado viendo la belleza de su madre.

Con el pasar de los días había más confianza entre ellos. Iván se acercaba por detrás en la cocina, la cogía de la cintura y le daba un beso en la mejilla. Las conversaciones se hicieron más íntimas y amenas. Con el pasar de los días ya se había acostumbrado. Le contó que desde hace unos seis meses había terminado con su enamorada y por eso había comenzado a ir al gimnasio de manera seguida. Luego le contó chistes y anécdotas. Le encantaba pasar cada momento con él. Se sentía feliz y segura. Iván le mostró fotos de su novia, una mujer atractiva. Carmen se sintió celosa.

Pero todo cambió una noche que al pasar por el baño lo encontró orinando. No había visto un pene, ni menos tenido sexo desde que se separó de su esposo hacía varios años atrás. Su pene es más grande y grueso que el de su ex esposo. Sin querer se puso cachonda. Él no se dio cuenta.

Esa misma noche la llevó a cenar a un restaurant elegante. Hacía mucho que no usaba tacos, perdió el equilibrio. Su hijo Iván la cogió de la cintura y apoyó su cuerpo sobre el suyo. Iván sintió sus pechos, el olor del perfume de su piel. Carmen sintió el cálido aliento de él en su cuello. Intentó retirarse sin brusquedad, su pene había reaccionado al contacto de su cuerpo. Intentó que su madre no notara su erección. Se pasó el trayecto agarrada y apoyada en el brazo fuerte de su hijo mientras no paraba de hablar. Sentía su mirada sobre su vestido, de reojo observaba su cuerpo, sus piernas contorneadas y bien formadas resaltadas por los tacones. Hacía tiempo que no se sentía atractiva a los hombres.

Por la noche intentó dormir pero no pudo quitarse la imagen. Se masturbó y aunque intentó pensar en otros hombres, la imagen de su hijo se me venía a la mente. Desde aquella noche tuvo sueños eróticos con su hijo de protagonista. Incluso en algunos ella era la sumisa y la esclava sexual de Iván.

A los días fueron a caminar por la playa, como cuando Iván era un niño pequeño. La cogió de la cintura y contemplando el mar me sentó en sus piernas de manera inocente. Parecían una pareja de enamorados. Y en realidad eso era en secreto. Ambos estaban enamorados entre sí, pero no se atrevían a decir nada. Uno de los motivos por la que él prefería a las mujeres mayores es porque se parece a su madre.

Habían pasado un día hermoso divirtiéndose juntos. Al llegar al hotel Iván no pudo aguantar más y empezó a darle besitos juguetones, rozando sus labios en su mejilla para luego bajar por su cuello y en sus orejas. Carmen cerró los ojos, se giró y sus labios se rozaron. Carmen sintió su aliento cálido, notaba su saliva en su oreja, su respiración se agitaba.

– Gracias, hijo. Muy pocos hijos aguantarían a su madre con una depresión, la consolarían, le harían mimos, la ayudaría en casa. Tu padre no se comportó en vida así de bien conmigo, como tú. Gracias mi vida.

– Mamá, si papá era un idiota por no apreciar a la mujer que tenía a su lado… Yo no soy como él.

– Ya lo sé mi amor. Ojalá tu padre hubiese sido la mitad de bueno que tú. Por eso te quiero tanto, mi vida. Sabes… la chica que salga contigo va a tener mucha suerte. Creo que me va a poner celosa, por estar con el hombre que más quiero.

– Mamá, no digas eso. No tienes de qué preocuparte. Sabes que para mí tú eres lo primero.

– ¡Ay, mi vida!… ¡Qué cosas dices!

– Mami estoy enamorado de ti desde los 15 años, cuando un día regresé temprano del colegio y te encontré con la toalla envuelta al salir de la ducha. –Le confesó Iván a su madre.

– Yo también, amor, pero lo nuestro no puede ser. El incesto es pecado.

– Con gusto me condenaría al infierno con tal de poder amarte y hacerte feliz como te mereces. Eres mi amor, eres mi todo. –diciendo eso abrió su camisón mientras le deslizaba los tirantes de su sostén

Las tirantas del sostén se deslizaron por sus hombros, tímidamente le rozó el pezón con sus labios, el cual estaba totalmente dilatado. Deslizó el brasier y empezó a succionar, como lo había hecho cuando lactaba hasta casi los dos años.

– Iván, te quiero tanto… pero no… no sé yo…. Ahhh… si esto está bien… ahhh… si esto está bien… ahhhh… tú eres mi hijo…. Ahhh

– Shhh… ¡Cálmate!… no te preocupes ahora por eso… solo déjate llevar por tus sensaciones… Tu hijo quiere agradecerte por tus atenciones.

Iván volvió a darle un piquito en los labios para bajar por su torso deteniéndose por un momento en sus pechos los cuales besó apartando a un lado el camisón antes de seguir descendiendo por su vientre para finalmente llegar hasta sus piernas las cuales mantenía cerradas. Su camisón estaba bajado cubriéndole hasta medio muslo, lo fue subiendo poco a poco mientras sus labios besaban la piel descubierta. Esa piel tersa, suave y cremosa que no había tocada por nadie en mucho tiempo. Al descubrir su pubis apareció un sedoso pelo negro oscuro y tupido, no muy espeso pero si largo, no se extendía más allá de donde se debía extender, pero el bello que había no estaba recortado en modo alguno. Su nariz y sus labios se deslizaron rozando aquel vello, sintiendo su delicada caricia en su piel y experimentando Carmen un pequeño escalofrió. Iván levantó el camisón de su madre por encima de su ombligo, besando su vientre desnudo mientras sus dedos jugaban con el tupido vello de su pubis. Le lamía la concha, mientras con su mano estimulaba su clítoris. Carmen estaba en la gloria. Su entrepierna emanaba fluidos que eran bebidos por la boca de su hijo.

– Por favor, hoy olvida que soy tu hijo, piensa que soy un hombre de tu trabajo, o algo así. Mira… (Enseñando su pene totalmente erecto) ¿Te gusta lo que ves?

– ¡ahhh!… Sí, Iván… ahhh… m-me gusta mucho… ahhh…

– Eres… eres una mujer preciosa, mamá… ahhh… la más hermosa que jamás he visto… la más cariñosa… ahhh… me vuelves loco mamá… desde siempre… t-te amo… ahhhh… más que a nadie.

– ¿D-de verdad?… hijo mío… por favor… no juegues así con los sentimientos de mamá… -Tratando de recuperar la cordura Carmen trató de apartarse de su hijo- ¿Qué estoy haciendo? Te quiero mucho, mi vida… pero soy tu madre… esto… esto no puede ser… no está bien.

– ¡No! Por favor, mamá, espera no te vaya… Desde que recuerdo solo pienso en ti. No puedo pensar en otra mujer que no seas tú, mamá. Porque te amo más que a nadie.

– ¡ahhh!… y yo a ti, mi pequeño… P… pero no… no está bien… soy tu madre y tú eres mi hijo… por más que nos queramos, por más que lo deseemos… no debemos… no debemos.

– ¿Por qué? Yo te amo, y tú a mí… ¿es mejor estar separados con otras personas a las que no amemos de verdad? ¿Por qué?

– H… hijo… yo… estoy confusa… pero está bien… aunque sea solo una vez…

La pasión se hizo más intensa para terminar amasándole el pecho, su cuerpo se había ido deslizando, guio la boca de su boca hacia su pecho, para continuar descendiendo a su ombligo, el cual su lengua recorrió. Dirigió a su madre para besarse, el beso se hizo más intenso; sus lenguas se entrelazaron. Carmen cerró los ojos en esa intensa lucha de lenguas. Tocándose se masturbaba fuerte mente y jadeaba muy fuerte gemía.

Su vientre se contraía experimentando pequeños sobresaltos con mis caricias.

– Totalmente en serio, eres preciosa mamá. No sabes lo erótica y sexy que estás ahora mismo –dijo a su madre.

– -Nene a mí también me gusta cómo se siente- decía su madre mordiendo se el labio inferior.

Comenzó a comerle el coño desde abajo hacia arriba recogiendo con su lengua todos los jugos que era capaz de beber y restregó su nariz por su raja, haciendo círculos con su lengua mientras con su pulgar estimulaba el clítoris. Continuó subiendo con su lengua hasta sorber y estirar sus labios vaginales a la altura del clítoris. Buscó su punto G y lo acarició al tiempo que su lengua se movía en círculos sobre el clítoris erecto. Carmen ya estaba a punto.

– -¡Ah! I…Iván… ¿qué me vas a…?

– Shhh… tranquila… déjame hacer… ¡Qué rica estas, mamá… mmmm, me encanta tu sabor, me encanta tu olor, me bebería tu coño… ummm!

– ¡Oh Dios!… Sé que esto no está bien…

– Porque te amo con toda mi alma, mami… Y quiero demostrártelo con mi cuerpo, amor… quiero demostrarte cuánto te amo, mi vida.

– Solo por hoy… porque mi amor es un amor prohibido.

– Slrp…. Mamá… he soñado… ahhh… miles de veces con hacer esto… ahhh… contigo… porque te amo… ahhh… mamá… ahhh… y con hacerte el amor… ahhh… con hacerte mi pareja… y amarnos para siempre

– -Me voy a correr en tu boca.

Carmen movía su pelvis hacia arriba y hacia abajo. Iván apretó su lengua contra el clítoris y metió y sacó sus dedos en el chochito de su amiga, cada vez con más rapidez.

Las palabras de su hijo hacían que se mojara aún más. Carmen estaba como hipnotizada disfrutando todas las caricias que le propinaba su hijo. Nunca había sentido nada igual.

– Temía… slrrrp… tu rechazo… mmm… que me vieses como a un monstruo… Slrrrrp… siempre me lo he callado.

– Yo también, mi amor… ahhh… no quería que me odiases por esto… ahhh… porque esto no está bien… porque por mucho que te ame… ahhh… sigo siendo tu madre… mmmm…. Pero te amo tanto… te deseo tanto… ahhh… ¡Por favor, no pares, bebé!

Con su pulgar jugó con su clítoris, mientras seguía bebiendo los jugos que emanaban de su coño. Notó las contracciones de su coño en su boca mientras un torrente de fluido manaba de su interior mojando toda su cara. Su vientre se contaría con cada oleada de placer provocando que el líquido escapase de su vagina con presión pulsante, sus muslos intentaban cerrarse descontrolados pero la cabeza y la cara de Iván pegada a su coño se lo impedían.

Iván abrió las piernas de su madre y se la fue metiendo, quería que su madre disfrutara. Deslizó su pene por los vellos púbicos de su madre para luego deslizarlo suavemente por dentro. El coño de su madre era muy estrecho y dio un pequeño grito al ser penetrada por su hijo. Carmen elevo sus caderas, y doblo las piernas.

– Somos uno nuevamente, mamá, como hace 25 años atrás.

Iván empujó despacio, poco a poco, sentir su vagina cálida y lubricada. ¡Fue increíble! Carmen cerraba los ojos y mordía sus labios Iván sintió nuevamente el calor de su vagina en su glande y dejé caer mi cuerpo sobre el de ella. El suave y sensual gemido de mi madre acompañó a la penetración de su polla en su vagina. Después de tanto tiempo sin follar, ella disfrutaba de sentirse llena por un hombre, el que fuera su hijo, solamente lo hacía más excitante.

– ¡Ooohhhh, Dios Míooo! —moviendo su cabeza en negativa, sacó un poco su miembro, estaba bañado en los jugos de su madre

Ambos sintieron el sexo mucho mejor que al que habían tenido. Probablemente porque en un tiempo fueron uno y ahora lo estaban volviendo a ser.

Iván empezó a bombear de adentro hacia afuera y a los lados, haciendo círculos. Sus manos colocadas en las sábanas, mientras que Carmen cogía fuertemente las sábanas. Su cabello largo tapó parte de su cara haciendo que se vea más sexy.

Iván levantó las piernas de su madre cogiéndola de los tobillos y arremetió más rápido entraba y salía de su sexo. A cada embiste, no perdía de vista su rostro, sus labios mordidos y ojos cerrados aceptaban su pecado. Hasta que se corrió dentro del coño de su madre saliendo el semen de su interior.

Iván empezó una nueva embestida de manera más suave. Luego colocó a su madre en cuatro fue gateando hasta donde ella estaba y vio ese culo enfrente de él, olía a jabón y su vagina olía a rosas y mar, la lamió. Ella se retorcía como loca, sin parar de lamer empezó a nalguearla, ese culo suave, enorme y duro. Dejó las nalgas rojas y ella gritaba que le dolía pero yo no podía parar.

Iván penetró a su madre en continuas arremetidas, Carmen gemía y se retorcía de placer y me pedía más, ella gemía más. La cara de su madre estaba totalmente roja

– Hijo, sigue metiéndome tu verga –Iván estaba tan sorprendido, como su madre, puesto que Carmen nunca decía groserías.

Iván empezó a nalguear a su madre, ante la sorpresa de Carmen que hizo que con el morbo se incrementara el placer, su cuerpo era un espectáculo de ahí se logró venir, grito como si no importara nada hasta que su hijo llegó a correrse arrojando el semen caliente en su espalda. Cosa que Carmen nunca había sentido. Pasó su mano buscando el líquido viscoso y lo cogió, sintiendo su textura, olor e incluso lo probó. Su cara de placer lo decía todo.

Poco a poco sus espasmos de placer fueron cesando y recupero el control de sí misma, mientras con mi lengua le daba unos últimos lametones en el coño para después emprender un camino de besos ascendente por su cuerpo pasando por su vientre y pechos antes de tumbarme de costado a su lado.

– Quisiera estar así contigo para siempre. No me importa nada más.

– Quiero que me hagas el amor otra vez. Nene, neneeee, ay nene que me corro, ¡ayyy! Neneeee que me corroooo.

Siguió con el mete y saca por unos cinco minutos más hasta que ella se vino, Iván sentía como se había mojado su verga de jugos vaginales

– Algo hermoso mama, regresar dentro de ti ha sido lo mejor que me ha pasado. –Carmen apoyó su cabeza en el pecho de su hijo.

– Sí, fue hermoso Iván, tenerte en mis brazos como cuando eras un bebe. Sí, quiero que me caches como tú sabes. Quiero ser tuya, Iván.

Acariciando el cabello de su madre, quien hacía círculos con su dedo sobre el pecho de su hijo hasta quedarse dormida.

Horas después Carmen se levantó tambaleante, con las piernas aun temblando y chorreando algunos flujos de semen y sus propios fluidos. Estaba en shock, pero feliz. Fue el mejor sexo que he tenido. Se despertó libre de culpas tarareando una canción se metió a la ducha.

– Estás hermosa, mamá, me encantas. Me encanta tu cuerpo, tus pechos, tus nalgas. Me gustas mucho.

El movimiento hizo que Iván se despertase. Ver ese culo hermoso le excitaba nuevamente. Ella se dirigió a la ducha y su hijo detrás de ella. Se sorprendió cuando entró y allí se besaron y manosearon, Carmen se dejaba como una adolescente que no le importara nada, con la regadera sobre ambos. Iván dirigió a su madre para hacer un 69. Ninguno de los lo había hecho. Carmen le manoseó los huevos y sentía que era el paraíso. Hasta que terminaron con los jugos de ambos en las caras de cada uno. Carmen se restregó la leche de su hijo sobre su rostro siendo luego eliminada por el agua de la ducha.

– -Te amo mamá –Dijo mientras mamaba sus tetas.

– -Lo sé nene, lo sé. Sáciate cuanto quieras cariño.

Se besaron. Mirándola a sus tiernos ojos mamó aquellas tetas y jugando con sus dedos en su concha. Llevó a su madre al éxtasis. Su pulgar comenzó a deslizarse entre los pliegues de los labios vaginales de su mamá. El calor, la humedad, el sabor salubre, olor a mar y los sonidos acuosos le proporcionaron una sensación muy placentera y aumentaron sus ganas de seguir explorando.

Carmen se cambió, besó a su hijo en la frente y salió a la calle. Volvió por la noche, se había cortado el cabello muy corto. Como su actriz favorita cuando era niña: Yvonne Craig. Pero no era solo eso; también se había cortado los vellos públicos en forma de corazón y hecho un tatuaje de un ave fénix en la espalda, como la reivindicación de su nueva vida.

– Iván, hijo mío, eres tan bueno y te quiero tanto… Me cuidas como nadie me ha cuidado, me tratas como a una dama, te ocupas de todas mis necesidades… deja que mamá se ocupe de las tuyas –le abrió la bragueta, sacando el pene de su hijo y empezó a masturbarlo.

– Ohhh… mamá… te amo tanto… ahhh… tanto

– Mmm… cariño… esto no debemos decírselo a nadie… (Empezó a mamarle la verga)… slrrp… ahhh… la gente no lo… ahhh… entendería… nos marginarían… ahhh…

– No te preocupes, mamá… será… ahhh… nuestro secreto… ahhh… Te amaré siempre, siempre, mamá… ahhh.

– Solo tú y yo como dos enamorados… ahhh.

– Serás mi novia… mi amante… ahhh… y mi madre… y yo estaré contigo… hasta el fin de mi vida, mamita bella… ahhh… porque te amo como jamás podré amar a nadie… aaaahhhh.

Sus cuerpos estaban completamente unidos, Iván podía sentir los pechos de su madre contra su cuerpo, sus erectos pezones y marrones pezones empujando en su piel. Su polla estaba completamente dentro de mi madre y su cara mostraba el placer que estaba sintiendo. Iván empezó a moverse, su polla entraba y salía con más ganas, con más fuerza y pasión. El cuerpo de Carmen se iba tensando con cada penetración. Las manos de Carmen se aferraron a su espalda y sus uñas se clavaron en la piel de su hijo. Sus gemidos y gruñidos resonaban en su oído. Ambos estaban en la gloria. Ella le gruñía como un animal en celo mientras cada vez la follaba con más ganas, con más fuerzas.

– ¡Me corroooo! – dijo Carmen con un gemido y un alarido de placer.

Iván estaba tan cachondo que se corrió en la cara de su madre. Carmen probó por segunda vez el semen de su hijo y le supo delicioso, se lo deslizó por el rostro. Desde ese momento quería que su hijo se corriera en su cara.

– Sí, mi amor… gbbbb… dáselo todo a mamá…gllbbbb…. ¡Ahhhh!… me has hecho muy feliz, hijo.

– Tú me haces feliz a mí mamá… ahhh… jamás pensé que tú también me quisieras de esta manera.

Iván pasó su brazo por el cuello de su madre y la colocó su cabeza en el pecho de su hijo. Carmen sintió el aroma de su amante y se quedó dormida sintiéndose amada y segura Quedando abrazados mientras sus cuerpos daban espasmos de placer. Carmen jadeaba y gimoteaba satisfecha por el placer que había sentido.

A los meses Carmen se encontró con sus amigas de años. La vieron más juvenil, alegre y con el cutis más lozano (de seguro por el semen de Iván que usaba como humectante de rostro). Le preguntaron cuál era su secreto. Carmen solo sonrió y respondió que el amor de su hijo la había renovado.
 

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CARMEN:

Desde que entré a la menopausia mi apetito sexual aumentó, pero el de mi esposo decayó. Por ello tenía discusiones intensas con mi esposo. Un día lo desperté porque tenía unas ganas intensas:

– ¿Mi amor, estás despierto?

– ¿eh? ¿Qué pasa?

– Bueno… estaba pensando que hace mucho tiempo que no hacemos el amor y… te necesito, amor. Necesito sentir tu pene dentro de mí.

– Esta noche no, mi amor. Mañana tengo una junta temprano.

– Pero… ¿entonces, cuándo?… siempre hay algo. A veces creo que ya no te gusto.

– Zzzz

– ¡¡Arrrggg!! ¡No puede ser que te duermas! ¡Despiértate, maldición!.. Hace meses que no me tocas ¡Ya estoy harta de esto!

– Te compensaré en el viaje de vacaciones de la otra semana.

La discusión continuó. Subí el tono de mi voz. Temprano, frustrada me dirigí al baño y me empecé a masturbar en la tina.

A la mañana siguiente estaba fastidiada y con los ojos llorosos, mi hijo de 18 años se acercó por detrás, me abrazó y me dijo: No estés triste.

Por la noche, mi esposo llegó cansado y me dijo que no podría ir al viaje, pero como ya estaba todo comprado y pagado que vaya con nuestro hijo.

IVÁN:

Me desperté al oír la discusión de mi madre, su insatisfacción. Yo consideraba a mi madre recatada, de pequeña estatura y delgada, con su cabello atado en un moño, lentes redondos y su uniforme de oficina que consistía en un traje de sastre. Aunque es seria, la amo con todo mi ser.

Al pasar por el baño pude imaginar a mi madre masturbándose, como en la Forma del Agua.

A la mañana siguiente me acerqué por detrás y la abracé, quise decirle cuánto la quería y que si mi padre no la satisfacía, yo lo haría, pero no pude solo la abracé para consolarla.

Abracé a mi madre por detrás, colocando mi nariz en su cuello y disfrutando el perfume natural de su piel.

Por la noche, mi padre me encomendó que cuide a mi madre, porque él no iría al viaje vacacional.

A la semana siguiente llegamos a la sierra del país. Se trataba de una ciudad colonial, de cielo azul y paisajes idílicos de bosques de piedras y grandes llanuras y con disfrute de baños de agua termales.

Al desempacar en el hotel me di con la grata sorpresa que la habitación era matrimonial con una cama king size en el medio.

CARMEN:

Mi hijo me acompañaría a pasar las vacaciones. Había reservado todo para hacerla una segunda luna de miel, pero el inútil de mi esposo no estaría. Por suerte sería acompañado por mi hijo. Aunque deberíamos compartir la habitación y la cama. La verdad es que es un súper chico, atento y guapo.

Mi hijo es caballeroso, atento y guapo, se preocupa por mí y me trata como una reina. Afortunada la chica que sea su novia y creo que le tendría celos.

Me até el cabello, porque no me gusta tenerlo suelto, y salimos a pasear y conocer el centro histórico. Por la noche fui a comer con mi hijo, tomamos unos tragos de vino que se me subió un poco.

Luego de cancelar la cuenta el camarero se despidió diciendo: Disfruten su noche. Pensé “¡Qué horror es mi hijo!” con las copas un poco subidas me llevó en un taxi. Me ayudó a entrar a la habitación y me arropó antes de entrar a la cama.

Me quitó los zapatos y besó mis pies al hacerlo. Sus labios se sentían tan bien. Recobré algo la cordura y moví mi pie. Le dije a mi hijo, mejor vemos televisión. Encendí el aparato y fue una película porno. Me tapé los ojos y apagué el aparato.

IVÁN:

Pasé un día genial con mi madre, conversamos amenamente. La cena fue exquisita y el camarero nos dio un vino de cortesía. Mi mamá estaba más mareada que yo, le dije que mejor nos vayamos a dormir y fuéramos al hotel. El mozo al escuchar esto, a la salida, en tono coqueto nos dijo “disfruten su noche”.

Acosté a mi madre, y al quitarle sus zapatos pude ver sus pies pequeños y finos. No pude más que acariciarlos. Mi madre empezó a ronronear. Me acosté junto a ella. La cercanía con el amor de mi vida hizo que tuviera una erección. Usualmente me masturbo pensando en ella, pero al estar a mi costado traté de pensar en otras cosas y dormir. Tendría una buena historia para masturbarme sobre mi mamá que puso una película porno, aunque en la realidad fue sin querer, en mi fantasía haría que fuera a propósito y ella me conquistaría.

Mi madre se veía hermosa, con su cabello suelto y ondulado tapando sus pechos. Como pude me dormí. A la mañana siguiente me desperté al sentir que mi madre se movió. Desperté con una erección y esperé a que me baje, sin hacer ruido. Mi madre se dirigió hacia el ropero y se quitó el vestido que usaba. Vi su ropa interior, de esas antiguas bombachas y sostén de tela sin diseño. Vi su silueta, de caderas anchas, no me resistí y sin que se diera cuenta la abracé desde atrás, besé su cuello mientras le decía lo hermosa que es. El olor de su piel me embriagó y no pude más que besarla, tocar su estómago, jugar con su ombligo, deslizar su brasier y su ropa interior por encima.

Mi mami empezó a ronronear, su respiración se aceleró y decidí meter mi mano dentro de su calzón, acariciar y jugar con su sus vellos púbicos.

CARMEN:

Al despertar estaba un poco resaqueada, sentí el bulto de mi hijo a mi costado. Eso me calentó, pero recapacité y me levanté rápidamente para cambiarme de ropa. Ensimismada en mis pensamientos no me percaté que me hijo se había despertado y acercado por detrás. Movió ligeramente mi cabello y empezó a besar mi cuello, mientras me susurraba cosas dulces al oído. Sus labios eran suaves y calientes. Yo estaba tan caliente que me dejé llevar. Mi hijo bajo sus manos por mis caderas sobando mi calzón sobando por encima mi vagina y clítoris. Yo me dejé llevar y comencé a jadear.

Me condujo hasta la cama, se inclinó hacia mí, sus labios se aproximaron a los míos que entreabiertos esperaban húmedos la caricia que estaba por llegar, la caricia que iba a ser el principio de una mañana de lujuria y desenfreno; su mano izquierda no permaneció quieta sino que situándose sobre mis rodillas, hicieron un poquito de presión entreabriéndolas y ascendiendo por el interior de mis muslos se posó sobre mi vagina, jugueteando con mis abundantes vellos púbicos e introduciendo posteriormente dos dedos entre mis labios mayores, que ya estaban lubricados por mis jugos. Cuando su boca se apoderó de mis labios, su lengua, inexperta, procedió a buscar la mía, que respondió a su deseo sin dilación, intentando darle unas lecciones prácticas de cómo debía hacerme gozar.

Luego condujo su boca hacia mi vagina, lamiéndola y haciéndome llevar loca de placer. Sin dejar de lamer. Mi esposo nunca me la había comido. Mi hijo también metía sus dedos y sobaba mi clítoris con su pulgar e índice sin quitar su boca.

Yo estaba en éxtasis, con la cara enroquecida. Llevé mis manos a su cabeza y la atraje hacía mí, con las piernas totalmente abiertas. Doblé mis rodillas y los dedos de mi pie los estiré jadeando como una perra y después de mucho tiempo pude recibir mi tan esperado orgasmo.

Caí exhausta. Iván mirándome como hipnotizado a los pechos, que se erguían desafiantes como nunca en todo su esplendor procedió a besarlos y beber todo. Sus labios aún conservaban la suavidad infantil de cuando lactaba de bebé. Tomé con mis manos el elástico del slip y bajándolo rápidamente se lo saqué por su pies al mismo tiempo que con mi camisón procedí a secar mi muslo y después su verga, que al sentir el suave roce de la tela y la presión de mis dedos friccionándola se elevó nuevamente en todo su apogeo apareciendo anteví aquel cipote muy largo ¡Dios, que polla! Su padre la tenía grande pero anda que el hijo.

Me dejé caer hacia atrás, e hice que se subiese sobre mí, que su boca recorriese cada pliegue de mi cuerpo, y sobre todo que me chupase reiterada y golosamente mis pezones ya endurecidos y tensos, cosa a la que se aplicó afanosamente, lo que me permitió gozar intensamente; al mismo tiempo mi mano derecha atrapó el tronco de aquella estaca y con mucha suavidad dirigí la punta de la misma hacia el interior de mi vulva, que estaba súper lubricada como hacía años no lo había estado, abriendo mis piernas para facilitar el acercamiento de la misma y la penetración de su glande en mi chocho. Iniciando entonces un movimiento de mete y saca lento pero profundo, sin acelerones, que me permitía disfrutar de todo el poderío de aquella grandiosa tranca dentro de mí. Al mismo tiempo que yo regulaba la cadencia de sus movimientos, hice que sus manos amasasen sin pudor, delicadamente, pero con vigor mis tetas que estaban a punto de reventar por la excitación, al mismo tiempo que regulaba el ritmo de la follada de la copulación, para evitar una corrida precipitada de mi hijo y conseguir así en lo posible que yo también me corriese, y cuando notaba que mi hijo empezaba con sus espasmos, le asía por bajo de sus testículos hasta que llegase el momento en que yo pudiera gozar con toda intensidad del primer orgasmo con mi hijo, con mi macho, con mi semental, que ahora estaba sobre mi cuerpo desnudo y sudoroso pero muy, muy excitado. Así conseguí llegar a un punto en que los síntomas de que se aproximaba mi inminente "corrida" se acentuaron y acelerando entonces mis movimientos pélvicos, conseguí gloriosamente y al mismo tiempo que mi hijo, coincidiendo con las contracciones aceleradas de mi "niño" que quedó desmadejado sobre mi sudoroso pero feliz cuerpo. No permití que mi hijo sacase su falo de dentro de mi cueva hasta transcurrido un buen rato, quería sentir dentro de mí como su pollón iba perdiendo su rigidez y como su "leche", mezclada con mis jugos, salía poco a poco por los bordes de mi chocho, mojando la parte interna de mis muslos y mojando intensamente la sábana. Y sabiendo que era el primer "polvo" que él había echado, y que en cuanto estuviese repuesto querría nuevamente gozar del chocho de la "golfa" de su madre. Y no solamente él quedó exhausto, sino que yo sentí un debilitamiento total y gozoso de mi cuerpo que me hizo quedar decaída bajo su maravilloso cuerpo, quedando ambos dormidos por unas horas.

IVÁN:

Coger con mi madre fue la gloria y lo mejor es que ella también lo disfrutó. El sabor y el olor de su piel, su cara sonrosada en una mueca de placer fue la perfección. Me quedé dormido sobre esas redondas tetas y mi boca mamando como un bebé. Me desperté a las horas y me fui a duchar.

Mi madre fue detrás de mí y ambos nos besamos y manoseamos como un par de adolescentes cachondos.

-Eres una mujer muy hermosa mamá.

-¿Te gusto mi vida?

-Claro mamá, eres una hembra bellísima.

-Huy, mi amor, me haces sentir muy deseada.

-¿Te… te gusta lo que estamos haciendo? –dije, y ella contestó:

-Ay mi amor, me gusta cómo le das verga a tu mami. Métemela así mi amor. Huy, has puesto muy caliente a tu madre mientras me rozabas con tu verga.

Nuestras lenguas se enredaban y yo mordía sus labios carnosos.

-Ay mi niño. Qué caliente me tienes.

Comencé a bajar hasta que mi boca quedo frente a sus pechos. Le lamí los pezones llenándoselos de saliva, ¡hum! qué rico morder y chupar sus pezones duritos.

-Ay mi niño, tú vas a hacer que tu mami se chorree. Así lindo, sácale la leche de los pechos a tu mamá. Ah, mi vida, me has puesto como una callejera.

Seguí lamiendo hasta que mi boca llegó a su vulva y lamí la baba de sus vellos. Mis dedos le abrían la panocha y mi lengua húmeda tocaba las paredes de sus labios. Los apretaba entre mi boca y chupaba. Tenía la cabeza entre las piernas de mi madre y ella me tenía sujetado del cabello y me apretaba la cara contra su vulva. Con el agua cayendo por nuestros cuerpos desnudos.

-Ay bebé ¡ay ah! ¡ME VENGO HIJO!

Sentí cómo me invadía toda la humedad de mi madre. Acaba de venirse y yo seguía chupando su vagina, metiéndole la lengua hasta el fondo. El aroma de esa panocha era para extasiar a cualquiera y yo no quería alejarme. Terminó en mi boca pero seguíamos muy calientes y yo no dejaba de beber sus jugos que escurrían hasta sus muslos. Parece mentira que no me había dado cuenta de lo hermosas y ricas que eran las piernas de mi madre y ahora yo las tenía para lamerlas y morderlas.

-¡Ufff hijo!, ¡así, chupa cariño, tómatelo todo mi amor!

-Sí, mamá ¡me excita tu aroma y me excita que estés tan caliente!

– Me tienes como una perra en celo, mi vida, y soy sólo tuya.

Salimos de la ducha y en el piso del baño la levanté para acercarla a mí, quería darle por la vulva desde atrás y me acomodé tras de ella. Metí y mi verga con fuerza y ella la recibió con un gemido. La arremetía con mucha violencia y ella igual que yo estaba ardiendo.

-Mamá, me voy a venir.

-Sí mi amor, hazlo dentro de mí, anda cielo. Lléname toda con tu leche… ay cariño AAAHHH!!! CÓGEME MI AMOR!!!

Seguí cogiéndome a mi madre con todas mis fuerzas, mi verga rozaba las paredes de su vagina y no pude contenerme más. Me aferré a sus pechos mientras le llenaba la panocha con mi semen. Ambos gemíamos de placer.

Le di un beso en la mejilla y nos quedamos mirando. Después acerqué mi boca a la suya y nos besamos.

Al pasar de los días íbamos como un par de enamorados tomados de la mano. La gente nos miraba como una pareja de edades dispares. Se estremecerían más al saber que somos madre e hijo. A los días lo hacíamos por lo menos cuatro veces al día.

Mi madre se fue a la peluquería, se lació y tiño el cabello de morado en las puntas y se compró ropa más apretada. Era como si hubiera rejuvenecido 20 años.

Pero lo bueno tiene que terminar. Al cabo de cinco días volvíamos a nuestra ciudad. Mi padre no comprendía los cambios en el aspecto de su esposa y la jovialidad. Extrañábamos tocarnos. Al cabo de tres días me acerqué por detrás a mi madre y le coloqué una venda en los ojos. Empecé a lamer su cuello y besar su cuerpo desnudándola por momentos. Mi padre regresó temprano y nos vio en la cama. Los gemidos lo hicieron subir rápido. Lejos de molestarse se quedó mirando tuvo una erección y nos pidió que siguiéramos mientras se masturbaba-

Luego nos confesó que tenía problemas de impotencia, pero viéndonos haciendo teniendo sexo incestuoso se curó. Hasta ese momento no sabía que era voyerista.
 
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