Historias el macho
Virgen
- Registrado
- Feb 5, 2025
- Mensajes
- 25
- Likes Recibidos
- 26
- Puntos
- 13
Memo caminaba cansado por la calle, la espalda curvada por la jornada laboral que se alargaba cada vez más. El sol se escondía detrás de los edificios, dibujando sombras que se movían con la vida de la gente que se apresuraba a sus casas. Memo no era un hombre alto, ni particularmente atractivo, su rostro redondo y la barriguita que se le formaba por las comidas apuradas le daban un aire inofensivo. Sin embargo, su corazón latía con la emoción de la sorpresa que le guardaba el destino en la puerta de su hogar.
Cuando abrió la puerta, un sonido desconocido lo recibió. No era el ruido habitual de la cocina, las voces de su esposa Betty y su hija, ni la tele a todo volumen. Eran gritos de placer, guturales y desesperados que resonaron en el pasillo. Sus pies se detuvieron instintivamente, la curiosidad y el miedo se apoderaron de él. "¿Qué coño pasa aquí?" se dijo en un susurro, con la boca seca y las manos sudorosas.
Betty era una mujer gordita de piel clara y unas nalgas que hacían temblar la tierra al caminar. Su sonrisa era la luz de la vida de Memo, y su cariño, la gasolina que lo hacía levantarse cada mañana. Ella solía recibirlo con un beso y unas caricias, que le quitaba el cansancio y el mal humor del trabajo.
Pero hoy, la escena que se presentó ante sus ojos era distinta. Betty no lo veía, no lo oía, y eso era lo que más le inquietaba. Estaba en el sofá, de espaldas a la puerta, jadeando y moviéndose con frenesí, sus nalgas gigantescas temblando al ritmo de un embate que no venía de su marido. Memo se acercó lentamente, sin saber qué pensar, sin querer creer lo que sus ojos veían.
Y allí lo vio, su propio padre, Guillermo, un viejo de 65, follando a su esposa sin piedad. Memo se sentía traicionado, su pecho se apretaba y la rabia empezaba a crecer en su interior.
"¿Por qué me haces esto, Betty?" Memo intentó articular, sin saber si era la ira o la humillación la que lo dominaba. Betty, sin dejar de moverse, sin perder un solo ritmo, se volvió a verlo, la cara roja y sudorosa. "¿No te gusta?" le dijo, su respiración agitada y su sonrisa picara. "Tu viejo sabe follar, Memo. Más que tú," le respondió, sin dejar de moverse, sin dejar de sentir la verga de Guillermo en su interior.
Memo se sentía inseguro, impotente. "¿Desde cuándo?" le gritó a su padre, que solo le dedicó una sonrisa despreciativa. "Desde que me la presentaste, mijo. Tu verga es un juguete para ella , la mía es la de un verdadero macho," replicó Guillermo entre jadeos. Betty asintió, sus ojos brillando de placer, su culo abriéndose y cerrando alrededor de la polla que la llenaba por completo. "¿Ves, Memo? Tu papá sabe darle lo que le gusta a una hembra."
Memo no podía creer lo que veía, su vida se desmoronaba. Betty, su dulce Betty, era una puta que se deleitaba con la polla de su propio papá. La traición era demasiada, el ruido húmedo de la penetración, la visión de su progenitor desnudo, la humillación, todo era demasiado. Se dio la media vuelta y salió de la habitación, no podía ver más, no podía escuchar más de aquello.
Ya no importaba la cena, ya no importaba la vida que tenían. Memo se sentó en la cocina, con la espalda apoyada en la pared fría, la mirada fija en la nada. Betty y Guillermo continuaron su escena de porno casero sin inmutarse.
Memo se sentía despojado de su virilidad, de su identidad. Betty, la que supuestamente lo amaba, la que le decía cada noche que era el mejor, se corría con la polla de su papá.
-Cuando termine voy a servirte de cenar- grito Betty, entre gemidos y jadeos. Mientras Memo seguia sin quitar la mirada del sucio suelo de la cocina.
Media hora más tarde, Betty entro a la cocina, aun desnuda y con semen escurriendo por sus enormes nalgas y sus piernas, le sirvio de cenar a Memo, le dio un beso de piquito y le dijo "si necesitas algo mas me avisas, tu papa se tomo varias pastillas de viagra y creo que me va a dar toda la noche".
Memo, aun aturdido, levanto la mirada a su esposa, que caminaba con la naturalidad de alguien que no acaba de ser infiel, y le respondió "¿Que carajos, Betty? No puedo creer que me estes haciendo esto".
Ella se rió y se sentó en la silla con un estruendo, "¿Por qué te pones así, Memo? Tu sabes que tu verga es chica y yo soy una chica que le gusta que la follen duro. Tu papa me da lo que tu no me puedes dar".
Memo, ya sin nada que perder, le dijo "¿Y qué quieres que haga ahora?¿Vamos a fingir que no paso nada y que mi propio padre es el amante de mi esposa?.
Betty, con la boca olorosa a verga y semen, respondió "¿Por qué te pones dramatico? Tu papa sabe follar y yo se lo agradezco, ademas, si no te importa, me gustaria que no me amargues la velada".
Guillermo entra a la cocina, toma a Betty del brazo, "¿Con tu permiso hijo, el viagra ya esta haciendo efecto y necesito el culo de tu londa esposa?"
Betty le guiño un ojo a su esposo, "Tú sigue cenando cariño, esta va a ser una noche fabulosa", y salieron ambos a la sala de nuevo.
Momentos despues el desconsolado hombre comenzo a escuchar de nuevo el coro de gemidos y jadeos de su esposa y el golpeteo de su padre con las enormes nalgas de Betty.
"Oh si, que eica vergota tiene suegro" las palabras jadeantes de betty se escuchaban hasta la cocina.
Memo, desconsolado y lleno de rabia, comía su cena en silencio. El sabor de la comida se le hacía ajeno, sus ojos no veían nada en el plato. "¿Por qué me hiciste eso, Betty?", se repetía en la mente, "¿Por qué?"
Mientas, Betty y Guillermo seguian follando como locos en la sala con la pasion desbordaba en cada movimiento. Guillermo tenia a Betty en cuatro patas, y la penetraba por el culo, la vieja verga se movía adentro y afuera del ojete estirado de su nuera, que gemia de placer.
Memo subio a su habitación para intentar dormir, con la esperanza de que al despertar nada de esto hubiera pasado de verdad, pero el ruido del sexo en la sala se escuchaba hasta arriba, taladrando la mente de Memo.
Por la mañana, Memo despertó sin saber en que momento logro quedarse dormido. El silencio era reconfortante, lentamente bajó la escalera y al llegar a la sala la noto vacia y limpia, por un momento penso que todo aquello había sido una pesadilla. Se dirigió hambriento a la cocina y al entrar los vio, su amada esposa Betty desnuda recargada en el pretil preparando el desayuno, mientras su suegro la sujetaba por atras bombeando su verga dentro de ella haciendo rebotar las nalgas de la mujer cual gelatinas, Betty voltio la mirada a su esposo y entre gemidos le dijo, "sientate mi amor, ya casi esta listo el desayuno".
Memo no podía creerlo, su vida se habia convertido en una broma del destino.
Cuando abrió la puerta, un sonido desconocido lo recibió. No era el ruido habitual de la cocina, las voces de su esposa Betty y su hija, ni la tele a todo volumen. Eran gritos de placer, guturales y desesperados que resonaron en el pasillo. Sus pies se detuvieron instintivamente, la curiosidad y el miedo se apoderaron de él. "¿Qué coño pasa aquí?" se dijo en un susurro, con la boca seca y las manos sudorosas.
Betty era una mujer gordita de piel clara y unas nalgas que hacían temblar la tierra al caminar. Su sonrisa era la luz de la vida de Memo, y su cariño, la gasolina que lo hacía levantarse cada mañana. Ella solía recibirlo con un beso y unas caricias, que le quitaba el cansancio y el mal humor del trabajo.
Pero hoy, la escena que se presentó ante sus ojos era distinta. Betty no lo veía, no lo oía, y eso era lo que más le inquietaba. Estaba en el sofá, de espaldas a la puerta, jadeando y moviéndose con frenesí, sus nalgas gigantescas temblando al ritmo de un embate que no venía de su marido. Memo se acercó lentamente, sin saber qué pensar, sin querer creer lo que sus ojos veían.
Y allí lo vio, su propio padre, Guillermo, un viejo de 65, follando a su esposa sin piedad. Memo se sentía traicionado, su pecho se apretaba y la rabia empezaba a crecer en su interior.
"¿Por qué me haces esto, Betty?" Memo intentó articular, sin saber si era la ira o la humillación la que lo dominaba. Betty, sin dejar de moverse, sin perder un solo ritmo, se volvió a verlo, la cara roja y sudorosa. "¿No te gusta?" le dijo, su respiración agitada y su sonrisa picara. "Tu viejo sabe follar, Memo. Más que tú," le respondió, sin dejar de moverse, sin dejar de sentir la verga de Guillermo en su interior.
Memo se sentía inseguro, impotente. "¿Desde cuándo?" le gritó a su padre, que solo le dedicó una sonrisa despreciativa. "Desde que me la presentaste, mijo. Tu verga es un juguete para ella , la mía es la de un verdadero macho," replicó Guillermo entre jadeos. Betty asintió, sus ojos brillando de placer, su culo abriéndose y cerrando alrededor de la polla que la llenaba por completo. "¿Ves, Memo? Tu papá sabe darle lo que le gusta a una hembra."
Memo no podía creer lo que veía, su vida se desmoronaba. Betty, su dulce Betty, era una puta que se deleitaba con la polla de su propio papá. La traición era demasiada, el ruido húmedo de la penetración, la visión de su progenitor desnudo, la humillación, todo era demasiado. Se dio la media vuelta y salió de la habitación, no podía ver más, no podía escuchar más de aquello.
Ya no importaba la cena, ya no importaba la vida que tenían. Memo se sentó en la cocina, con la espalda apoyada en la pared fría, la mirada fija en la nada. Betty y Guillermo continuaron su escena de porno casero sin inmutarse.
Memo se sentía despojado de su virilidad, de su identidad. Betty, la que supuestamente lo amaba, la que le decía cada noche que era el mejor, se corría con la polla de su papá.
-Cuando termine voy a servirte de cenar- grito Betty, entre gemidos y jadeos. Mientras Memo seguia sin quitar la mirada del sucio suelo de la cocina.
Media hora más tarde, Betty entro a la cocina, aun desnuda y con semen escurriendo por sus enormes nalgas y sus piernas, le sirvio de cenar a Memo, le dio un beso de piquito y le dijo "si necesitas algo mas me avisas, tu papa se tomo varias pastillas de viagra y creo que me va a dar toda la noche".
Memo, aun aturdido, levanto la mirada a su esposa, que caminaba con la naturalidad de alguien que no acaba de ser infiel, y le respondió "¿Que carajos, Betty? No puedo creer que me estes haciendo esto".
Ella se rió y se sentó en la silla con un estruendo, "¿Por qué te pones así, Memo? Tu sabes que tu verga es chica y yo soy una chica que le gusta que la follen duro. Tu papa me da lo que tu no me puedes dar".
Memo, ya sin nada que perder, le dijo "¿Y qué quieres que haga ahora?¿Vamos a fingir que no paso nada y que mi propio padre es el amante de mi esposa?.
Betty, con la boca olorosa a verga y semen, respondió "¿Por qué te pones dramatico? Tu papa sabe follar y yo se lo agradezco, ademas, si no te importa, me gustaria que no me amargues la velada".
Guillermo entra a la cocina, toma a Betty del brazo, "¿Con tu permiso hijo, el viagra ya esta haciendo efecto y necesito el culo de tu londa esposa?"
Betty le guiño un ojo a su esposo, "Tú sigue cenando cariño, esta va a ser una noche fabulosa", y salieron ambos a la sala de nuevo.
Momentos despues el desconsolado hombre comenzo a escuchar de nuevo el coro de gemidos y jadeos de su esposa y el golpeteo de su padre con las enormes nalgas de Betty.
"Oh si, que eica vergota tiene suegro" las palabras jadeantes de betty se escuchaban hasta la cocina.
Memo, desconsolado y lleno de rabia, comía su cena en silencio. El sabor de la comida se le hacía ajeno, sus ojos no veían nada en el plato. "¿Por qué me hiciste eso, Betty?", se repetía en la mente, "¿Por qué?"
Mientas, Betty y Guillermo seguian follando como locos en la sala con la pasion desbordaba en cada movimiento. Guillermo tenia a Betty en cuatro patas, y la penetraba por el culo, la vieja verga se movía adentro y afuera del ojete estirado de su nuera, que gemia de placer.
Memo subio a su habitación para intentar dormir, con la esperanza de que al despertar nada de esto hubiera pasado de verdad, pero el ruido del sexo en la sala se escuchaba hasta arriba, taladrando la mente de Memo.
Por la mañana, Memo despertó sin saber en que momento logro quedarse dormido. El silencio era reconfortante, lentamente bajó la escalera y al llegar a la sala la noto vacia y limpia, por un momento penso que todo aquello había sido una pesadilla. Se dirigió hambriento a la cocina y al entrar los vio, su amada esposa Betty desnuda recargada en el pretil preparando el desayuno, mientras su suegro la sujetaba por atras bombeando su verga dentro de ella haciendo rebotar las nalgas de la mujer cual gelatinas, Betty voltio la mirada a su esposo y entre gemidos le dijo, "sientate mi amor, ya casi esta listo el desayuno".
Memo no podía creerlo, su vida se habia convertido en una broma del destino.