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Aprovechando a la Abuela Enferma – Capítulos 01 al 04
Aprovechando a la Abuela Enferma – Capítulo 01
Al comienzo de verano mi abuela sufrió un ictus que pensábamos que era definitivo para su salud. La familia nos temíamos los peor pero según avanzaban las horas y con ayuda de los médicos, consiguieron salvarle la vida pero sin muchas esperanzas.
Mi madre lloraba pero se mantenía fuerte puesto que su madre le había enseñado a que los problemas se tienen que enfrentar con entereza y determinación.
A los pocos días y con mucha medicación, mi abuela llegó a nuestra casa. Una casa donde vivíamos mi madre soltera y yo, así que tocaba hacerle hueco a mi abuela (casi vegetal) hasta que se viese la evolución.
Mi familia es un poco rara, mi abuela tuvo muy joven a mi madre y aún es “joven” 62 años, aunque es una abuela de manual. Le sobran carnes por todos los lados, y tiene unas caderas muy grandes, pero para grandes, ese ubres que tenía como tetas. Eran inmensas y cuando se reía aquello era un espectáculo. Era viuda desde hacía ni se sabe así que nos veíamos muchos días.
Mi madre también joven y me tuvo en una noche loca de diversión, que le cambió la vida. Llegué de sorpresa y mi madre pues tiró como pudo, con la ayuda de mi abuela y mucho tesón.
Estábamos muy unidos así que no me importó mucho cuidar de mi abuela cuando mi madre volvió al trabajo. Se cogió una reducción de jornada en su trabajo para poder estar más con su madre aunque las esperanzas que le dieron los médicos no eran muy buenas.
Por mi parte, acababa de terminar el curso y mi verano tampoco pintaba muy allá. Tenía que quedarme en casa hasta que volviese mi madre de trabajar, más que nada, para observar a mi abuela aunque ella ni se movía de su sillón.
Solamente tenía que darle de beber con pajita y subirle las piernas de vez en cuando.
Según avanzaban los días mi abuela no cambiaba. Mirada perdida y sin emitir ningún sonido.
Una mañana hacía mucho calor en el salón, el mes de Julio avanzaba y en casa estábamos asados. Puse en ventilador pero como si nada, mi abuela veía que sudaba pero no sabía muy bien que hacer así que le daba cada poco rato agua.
Por mi parte yo iba sólo con calzoncillos porque no podía soportar tanto calor y encima sin poder irme mucho rato del lado de mi abuela.
En una de esas, al darle agua a mi abuela se escapó el vaso y la llené de agua. Inmediatamente empecé a sacarle como pude con un trapo y unas servilletas. El caso es que me di cuenta que mientras le secaba iba magreando las tetazas que tenía.
Ella ni se inmutaba así que yo, más salido que un mono y aburrido como estaba, pues en un momento pensé que no pasaba nada por echarle morro al asunto y aprovecharme de esas tremendas tetas.
Le subí un poco la camiseta y ví ese espectáculo.
-Uala, abu, menudas tetas- Dije murmullando mientras aprovechaba para sobarle bien las tetas.
Al momento, pensé que eso no estaba bien y que no podía aprovecharme de ella en su estado, así que le recompuse la ropa y me senté a su lado.
-Lo siento abu. No sé que me ha pasado. Lo siento- Le dije en voz baja dandole besos en la mejilla.
Pasé mala noche, no por remordimientos, si no por que estaba muy salido recordando las tetazas de mi abuela. Me dormí pensando en mi abuela y en como iba a afrontar el día siguiente.
Me pasé toda la mañana en el salón debatiendo entre volver a mirar un momento sus tetas o estar quitecito como buen nieto.
El caso, es que iba super salido y con la polla muy dura desde el principio de la mañana. Me senté al lado de mi abuela para darle un poco de agua con la pajita y aproveche para mirarle el tremendo bulto que formaban sus tetas en la camiseta. Además, mi madre ese día le había puesto una camiseta de tirantes para que estuviese más fresca, así que veía tetas por todos los sitios.
Acerqué la silla a su butaca sin saber muy bien cómo hacerlo. Así que con mucho pudor, me saqué la polla con una mano y con la otra sobaba las tetas de mi abuela.
-Ufff si abu, me encantan tus tetas, eres la mejor- Gemía a su lado dándome placer con una mano mientras la otra disfrutaba de las carnes de mi abuela jugueteando con el pezón.
Ni un minuto tardé en soltar toda una corrida tremenda. Había sido la primera vez mientras tocaba otro cuerpo y era una sensación completamente diferente.
De nuevo, una noche imaginando inquieta de como disfrutaba estando con mi abuela y sus tremendas ubres.
A la mañana siguiente estaba inquieto deseando que se fuera mi madre al trabajo para poder seguir disfrutando con mi abuela.
Según salió por la puerta, acerqué la silla a su butaca. Estaba vez, quería disfrutar un poco más, así que me desnudé por completo y le subí la camiseta a mi abuela.
Eran maravillosas esas tetas. Sus carnes se encontraban prietas aún, con muchas venas azules coronando una aureola muy oscura y un pezón que estaba aún oculto.
Acerqué mi boca a sus tetas y empecé a devorarlas. Era una experiencia intentar abarcar todas esa cantidad de carne en la boca. Al poco, noté como sus pezones se volvían duros como una piedra, así que pensé que al menos ella, también disfrutaba un poco de la comida de tetas que le estaba haciendo su nieto.
Me senté en la silla muy cerca para poder pajearme mientras le tocaba las tetas, cuando su brazo se desplazó hasta mi muslo dándome un susto. Con tanto ajetreo comiéndole las tetas le había desajustado su posición, pero no lo devolví a su posición.
Ese roce involuntario había dado electricidad a mi cuerpo, así que cogiéndole la mano a mi abuela, la acerqué lentamente a mi polla para la tocase.
-Aaaaaaaaaah siiiiiiii- Gemí inmediatamente al notar como su mano me tocaba.
Sentía que estaba en el cielo. Ajusté la mano de mi abuela cerrándosela sobre mi polla y mi mano sobre la suya para hacer presión, y empezamos un movimiento de paja.
-Siiii abuela, me encanta la paja que me estas haciendo- Susurraba - Me voy a correr en tu mano, abuelita. Dime, ¿te gusta que me corra en tu mano?- Le preguntaba.
A los pocos segundos, una corrida como no recordaba empezó a brotar de mi polla. Uno, dos, tres… hasta 6 chorros de lefa bien caliente salieron despedidos en todas las direcciones.
Acababa de usar la mano de mi abuela en su estado comatoso para darme placer y había sido delicioso.
Limpié todo y me di cuenta que el ajetreo le había caído un poco de semen en una pierna. Así que me tocaba limpiarle.
Esa misma tarde mi madre dijo que veía diferente a la abuela. Yo no sabía a qué se refería pero me temía que fuese por haberle tocado la ropa y haberle movido la posición.
- Veo a la abuela… no sé, otra mirada, creo que como con chispa. Seguro que se recupera. Dijo mi madre no sé si presa de una vana esperanza de recuperación de su madre o con la ilusión de ver algún cambio real.
-Si, seguro que si- Dije, animándole a creer también y pensando si de verdad mi abuela estaba allí.
-La semana que viene en la revisión nos dirán como va- Expresó mi madre con miedo.
Llegó el lunes y yo me había pasado el fin de semana subiéndome por las esquina. Ya no quería pajearme de otra manera que no fuera con la mano de mi abuela y sus tetazas.
Salí un poco con mis amigos para distraerme y así salir de casa y de la atracción de las tetas de mi abuela.
Llegó el lunes y no podía estar más salido. Desde bien temprano iba tapando mi erección para no ser visto por mi madre antes que se fuera a trabajar.
-Nos vemos más tarde, cuida de tu abuela. Adiós mamá- Gritó mi madre cerrando la puerta de casa tras ella.
Rápidamente, fui a ver a mi abuela mirándole a los ojos. Quería comprobar si había habido algún cambio como dijo mi madre.
Yo no veía nada pero al verla allí, sentaba con la mirada perdida, lo único que quería hacer era abrazarla y sentir su cariño. Qué pena no poder volver a estar con ella y reírme.
A las horas, yo sintiendo de nuevo como mi polla reclamaba la atención de la mano de mi abuela, volví a acercar la silla a su butaca.
De nuevo, volví a comerme y deleitarme en esas ubres, notando como se erizaba la piel de mi abuela y sus pezones se convertían en piedras. ¿Sería posible que mi abuela estuviese despertando?
Un buen rato de comida de tetas hizo que mi polla estuviese a punto de explotar, así que me fui a sentar a la silla bajándome la ropa cuando su brazo de nuevo se desplazo hasta mi pierna.
No sabía si había sido voluntario o simple caída pero me empezaban a entrar dudas.
Acerqué la mano de mi abuela para que cogiese mi polla y juraría que sus dedos hicieron más presión sobre mi rabo que la primera vez. Me estaba volviendo loco.
Esta vez quería disfrutar más así que dulcemente iba moviendo la mano de mi abuela, haciéndome una paja que me estaba matando del gusto.
Mientras le sobaba una ubre con una mano, la otra movía la mano de mi abuela sujetando mi polla. No iba a tardar mucho en correrme y se lo hice saber.
-Abu, quiero correrme. Sigue pajeándome, porfi- Le susurré dejando libre la mano de mi abuela queriendo probar que podía pasar.
La mano no sé movía pero se agarraba a mi rabo sin dejarlo de soltarlo. Sorprendido por ello y un poco asustado, me puse de pie pero mi abuela no me soltaba el rabo. Ahora estaba de pie delante de mi abuela, con su mano sujetando mi rabo apuntando a sus pechos.
Sin saber muy bien qué hacer pero con la excitación de estar a punto de correrme, cogí la mano de mi abuela y empecé a moverla para terminar la paja.
El primer chorro que salió de mi polla fue directo a la boca y barbilla de su gordita cara, los 3 siguientes llenaron por completo las tetazas y un último le cayó en su gran barriga llegándole hasta el ombligo.
Noté como su mano aflojaba sobre mi polla y acompañé su brazo hasta la posición anterior. Empecé a limpiarle el estropicio que le había hecho en su cuerpo con toallitas pero sin saber qué me pasaba, mi polla otra vez pedía acción por el nuevo manoseo en sus tetas. Estaba desatado.
-Abu, necesito correrme otra vez- Le dije sujetando mi rabo delante de su cara.
No sé muy bien si fue casualidad o un gesto voluntario pero la boca de mi abuela se abrió. Dejando un gesto sexual indicando que mi abuela quería probar mi polla.
Sintiendo entre pánico y un deseo sexual sin posibilidad de parar, acerqué poco a poco mi polla a la boca de mi abuela para introducirla poco a poco.
Era la primera vez que introducía la polla en algo y lo primero era la boca de mi abuela. Entraba perfectamente, y poco a poco empecé con la puntita abriéndole un poco más la boca.
La sacaba del todo y volvía a penetrarle la boca, con un poco más de polla dentro de su boquita que empezaba a salivar más y más.
Giré su cabeza y la sujete con una mano para que me fuera más fácil la follada de boca a mi abuela y poco a poco notaba como iba llenándome de babas la polla.
Estaba en extasis, follándome la boca de mi abuela hasta que empecé a correrme en su boca. Como hacía poco tiempo de la primera corrida, esta segunda fue muy pequeña y sin problemas, mi abuela se tragó mi leche.
Le di un beso en la boca diciendo lo mucho que la quería y terminé por dejar en orden su ropa, salón y todo.
Acababa de follarle la boca a mi abuela, correrme encima de ella y usarla para una paja. Vaya mañanita.
La mañana siguiente fue un no parar. Yo sabía que mi abuela podía sentir cosas y que estaba mejorando pero necesitaba comprobarlo.
Levanté a mi abuela como pude, indicándole que necesitaba que se pusiera de pie y apoyase su cuerpo en la mesa.
Ella se dejaba hacer pero no sabía si iba a ser capaz de aguantarse en pie y apoyando sus grueso cuerpo encima de la mesa.
Así que la acompañé hasta la mesa y la puse recostando un poco sus brazos encima de la mesa. Allí estaba ella como medio tumbada y con el culo en pompa pero se mantenía en pie.
Mi idea era comprobar que ella había recuperado el tono muscular pero viendo a mi abuela en esa posición y con mi deseo sexual por las nubes, le levanté la falda.
Ante mi, apareció un culo gigante, cubierto por unas bragas blancas enormes que se metían un poco por la raja de mi abuela. sin pensarlo mucho, me arrodille y le baje las bragas hasta las rodillas apareciendo un raja de colorcito marrón ante mí. Olía a jabón puesto que mi madre le duchaba todas las mañanas pero también a un olor ocre que no conseguía saber que tenía que me volvía loco.
Acerqué mi boca a su vagina y empecé a pasarle la lengua mientras le abría bien las carnes sujetando ese culo mientras sus cachetes me enterraban la cara.
-aaa- Un débil gemido procedente de mi abuela se escapó al pasarle mi lengua por su clitoris.
Así que sin pensarlo mucho, empecé una comida de coño espectacular que terminó con mi cara llena de flujo a los pocos minutos. Mi abuela se acaba de correr en mi cara llenándome la cara con su corrida. Era maravilloso sentir como ese líquido caliente procedía del placer de mi lengua sobre el coño de mi abuela.
Me incorporé y me bajé el pantalón, sin pensarlo mucho, agarré mi pollón y busqué el agujero de donde salió mi madre. Con un empujón y debido a la cantidad de flujo que había echado antes, mi polla se deslizó por completo dentro de mi abuela.
-aaaaaaa- otro gemido de mi abuela al notar como le llenaba de polla su coño.
-siii abu, te estoy follando, siii- Le decía mientras le follaba dulcemente el coño a mi abuela.
-aaaaaa, aaaa- gemía en cada envestida y provocaba que acelerase el ritmo de follada.
-aaa,aaa,aaa,aauu- Cada envestida sonaba más acuoso el coño mi abuela lubricando mi polla hasta chorrear.
-¡Pero que estás haciendo!- Gritó mi madre entrando al salón.
Con tanto mete-saca no escuché abrirse la puerta de casa y mi madre al ver el panorama entró en pánico apartando de mi abuela y empujándome lejos. El empujón me tiró al suelo y mi madre iba directa a por mi con la mano levantada para darme una bofetada
-mm nooo- Gimió mi abuela, muy bajito, pero lo suficiente para parar en seco a mi madre y dar la vuelta con cara de asombro.
Mi abuela seguía con el culo en pompa, las bragas por las rodillas y la entrepierna llena de flujo. Se acababa de correr durante mi follada, aunque no sé si varias veces.
Mi madre le ayudo a que se sentara como pudo mientras yo me ponía en pie desnudo y mi polla dura como el acero.
-Mamá, ¿me escuchas?- Preguntaba mi madre cerca de la cara de su madre.
La mano de mi abuela, agarró el brazo de mi madre en señal afirmativa, dando un brinco mi madre al notar que su madre le reconocía.
-No me lo puedo creer, es increíble, esto es increíble- Susurraba mi madre que se había arrodillado en regazo de mi madre.
-Mamá lo siento, pero creo que de verdad, lo que he hecho le ha devuelto la vida- Dije mientras me tapaba con un cojín.
Mi madre no se apartaba de mi abuela y le susurraba cosas que no podía escuchar. Veía como movía afirmativamente mi madre la cabeza y entre susurros le hacía preguntas, mientras mi abuela apretaba el brazo de mi madre o aflojaba la presión.
-Cariño, ve al baño y duchate. Ahora hablamos. Voy a limpiar a la abuela- Me dijo mi madre sin dar la vuelta.
Me fui directo al baño, con mil preguntas y sin saber qué iba a pasar.
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Aprovechando a la Abuela Enferma – Capítulos 01 al 04
Aprovechando a la Abuela Enferma – Capítulo 01
Al comienzo de verano mi abuela sufrió un ictus que pensábamos que era definitivo para su salud. La familia nos temíamos los peor pero según avanzaban las horas y con ayuda de los médicos, consiguieron salvarle la vida pero sin muchas esperanzas.
Mi madre lloraba pero se mantenía fuerte puesto que su madre le había enseñado a que los problemas se tienen que enfrentar con entereza y determinación.
A los pocos días y con mucha medicación, mi abuela llegó a nuestra casa. Una casa donde vivíamos mi madre soltera y yo, así que tocaba hacerle hueco a mi abuela (casi vegetal) hasta que se viese la evolución.
Mi familia es un poco rara, mi abuela tuvo muy joven a mi madre y aún es “joven” 62 años, aunque es una abuela de manual. Le sobran carnes por todos los lados, y tiene unas caderas muy grandes, pero para grandes, ese ubres que tenía como tetas. Eran inmensas y cuando se reía aquello era un espectáculo. Era viuda desde hacía ni se sabe así que nos veíamos muchos días.
Mi madre también joven y me tuvo en una noche loca de diversión, que le cambió la vida. Llegué de sorpresa y mi madre pues tiró como pudo, con la ayuda de mi abuela y mucho tesón.
Estábamos muy unidos así que no me importó mucho cuidar de mi abuela cuando mi madre volvió al trabajo. Se cogió una reducción de jornada en su trabajo para poder estar más con su madre aunque las esperanzas que le dieron los médicos no eran muy buenas.
Por mi parte, acababa de terminar el curso y mi verano tampoco pintaba muy allá. Tenía que quedarme en casa hasta que volviese mi madre de trabajar, más que nada, para observar a mi abuela aunque ella ni se movía de su sillón.
Solamente tenía que darle de beber con pajita y subirle las piernas de vez en cuando.
Según avanzaban los días mi abuela no cambiaba. Mirada perdida y sin emitir ningún sonido.
Una mañana hacía mucho calor en el salón, el mes de Julio avanzaba y en casa estábamos asados. Puse en ventilador pero como si nada, mi abuela veía que sudaba pero no sabía muy bien que hacer así que le daba cada poco rato agua.
Por mi parte yo iba sólo con calzoncillos porque no podía soportar tanto calor y encima sin poder irme mucho rato del lado de mi abuela.
En una de esas, al darle agua a mi abuela se escapó el vaso y la llené de agua. Inmediatamente empecé a sacarle como pude con un trapo y unas servilletas. El caso es que me di cuenta que mientras le secaba iba magreando las tetazas que tenía.
Ella ni se inmutaba así que yo, más salido que un mono y aburrido como estaba, pues en un momento pensé que no pasaba nada por echarle morro al asunto y aprovecharme de esas tremendas tetas.
Le subí un poco la camiseta y ví ese espectáculo.
-Uala, abu, menudas tetas- Dije murmullando mientras aprovechaba para sobarle bien las tetas.
Al momento, pensé que eso no estaba bien y que no podía aprovecharme de ella en su estado, así que le recompuse la ropa y me senté a su lado.
-Lo siento abu. No sé que me ha pasado. Lo siento- Le dije en voz baja dandole besos en la mejilla.
Pasé mala noche, no por remordimientos, si no por que estaba muy salido recordando las tetazas de mi abuela. Me dormí pensando en mi abuela y en como iba a afrontar el día siguiente.
Me pasé toda la mañana en el salón debatiendo entre volver a mirar un momento sus tetas o estar quitecito como buen nieto.
El caso, es que iba super salido y con la polla muy dura desde el principio de la mañana. Me senté al lado de mi abuela para darle un poco de agua con la pajita y aproveche para mirarle el tremendo bulto que formaban sus tetas en la camiseta. Además, mi madre ese día le había puesto una camiseta de tirantes para que estuviese más fresca, así que veía tetas por todos los sitios.
Acerqué la silla a su butaca sin saber muy bien cómo hacerlo. Así que con mucho pudor, me saqué la polla con una mano y con la otra sobaba las tetas de mi abuela.
-Ufff si abu, me encantan tus tetas, eres la mejor- Gemía a su lado dándome placer con una mano mientras la otra disfrutaba de las carnes de mi abuela jugueteando con el pezón.
Ni un minuto tardé en soltar toda una corrida tremenda. Había sido la primera vez mientras tocaba otro cuerpo y era una sensación completamente diferente.
De nuevo, una noche imaginando inquieta de como disfrutaba estando con mi abuela y sus tremendas ubres.
A la mañana siguiente estaba inquieto deseando que se fuera mi madre al trabajo para poder seguir disfrutando con mi abuela.
Según salió por la puerta, acerqué la silla a su butaca. Estaba vez, quería disfrutar un poco más, así que me desnudé por completo y le subí la camiseta a mi abuela.
Eran maravillosas esas tetas. Sus carnes se encontraban prietas aún, con muchas venas azules coronando una aureola muy oscura y un pezón que estaba aún oculto.
Acerqué mi boca a sus tetas y empecé a devorarlas. Era una experiencia intentar abarcar todas esa cantidad de carne en la boca. Al poco, noté como sus pezones se volvían duros como una piedra, así que pensé que al menos ella, también disfrutaba un poco de la comida de tetas que le estaba haciendo su nieto.
Me senté en la silla muy cerca para poder pajearme mientras le tocaba las tetas, cuando su brazo se desplazó hasta mi muslo dándome un susto. Con tanto ajetreo comiéndole las tetas le había desajustado su posición, pero no lo devolví a su posición.
Ese roce involuntario había dado electricidad a mi cuerpo, así que cogiéndole la mano a mi abuela, la acerqué lentamente a mi polla para la tocase.
-Aaaaaaaaaah siiiiiiii- Gemí inmediatamente al notar como su mano me tocaba.
Sentía que estaba en el cielo. Ajusté la mano de mi abuela cerrándosela sobre mi polla y mi mano sobre la suya para hacer presión, y empezamos un movimiento de paja.
-Siiii abuela, me encanta la paja que me estas haciendo- Susurraba - Me voy a correr en tu mano, abuelita. Dime, ¿te gusta que me corra en tu mano?- Le preguntaba.
A los pocos segundos, una corrida como no recordaba empezó a brotar de mi polla. Uno, dos, tres… hasta 6 chorros de lefa bien caliente salieron despedidos en todas las direcciones.
Acababa de usar la mano de mi abuela en su estado comatoso para darme placer y había sido delicioso.
Limpié todo y me di cuenta que el ajetreo le había caído un poco de semen en una pierna. Así que me tocaba limpiarle.
Esa misma tarde mi madre dijo que veía diferente a la abuela. Yo no sabía a qué se refería pero me temía que fuese por haberle tocado la ropa y haberle movido la posición.
- Veo a la abuela… no sé, otra mirada, creo que como con chispa. Seguro que se recupera. Dijo mi madre no sé si presa de una vana esperanza de recuperación de su madre o con la ilusión de ver algún cambio real.
-Si, seguro que si- Dije, animándole a creer también y pensando si de verdad mi abuela estaba allí.
-La semana que viene en la revisión nos dirán como va- Expresó mi madre con miedo.
Llegó el lunes y yo me había pasado el fin de semana subiéndome por las esquina. Ya no quería pajearme de otra manera que no fuera con la mano de mi abuela y sus tetazas.
Salí un poco con mis amigos para distraerme y así salir de casa y de la atracción de las tetas de mi abuela.
Llegó el lunes y no podía estar más salido. Desde bien temprano iba tapando mi erección para no ser visto por mi madre antes que se fuera a trabajar.
-Nos vemos más tarde, cuida de tu abuela. Adiós mamá- Gritó mi madre cerrando la puerta de casa tras ella.
Rápidamente, fui a ver a mi abuela mirándole a los ojos. Quería comprobar si había habido algún cambio como dijo mi madre.
Yo no veía nada pero al verla allí, sentaba con la mirada perdida, lo único que quería hacer era abrazarla y sentir su cariño. Qué pena no poder volver a estar con ella y reírme.
A las horas, yo sintiendo de nuevo como mi polla reclamaba la atención de la mano de mi abuela, volví a acercar la silla a su butaca.
De nuevo, volví a comerme y deleitarme en esas ubres, notando como se erizaba la piel de mi abuela y sus pezones se convertían en piedras. ¿Sería posible que mi abuela estuviese despertando?
Un buen rato de comida de tetas hizo que mi polla estuviese a punto de explotar, así que me fui a sentar a la silla bajándome la ropa cuando su brazo de nuevo se desplazo hasta mi pierna.
No sabía si había sido voluntario o simple caída pero me empezaban a entrar dudas.
Acerqué la mano de mi abuela para que cogiese mi polla y juraría que sus dedos hicieron más presión sobre mi rabo que la primera vez. Me estaba volviendo loco.
Esta vez quería disfrutar más así que dulcemente iba moviendo la mano de mi abuela, haciéndome una paja que me estaba matando del gusto.
Mientras le sobaba una ubre con una mano, la otra movía la mano de mi abuela sujetando mi polla. No iba a tardar mucho en correrme y se lo hice saber.
-Abu, quiero correrme. Sigue pajeándome, porfi- Le susurré dejando libre la mano de mi abuela queriendo probar que podía pasar.
La mano no sé movía pero se agarraba a mi rabo sin dejarlo de soltarlo. Sorprendido por ello y un poco asustado, me puse de pie pero mi abuela no me soltaba el rabo. Ahora estaba de pie delante de mi abuela, con su mano sujetando mi rabo apuntando a sus pechos.
Sin saber muy bien qué hacer pero con la excitación de estar a punto de correrme, cogí la mano de mi abuela y empecé a moverla para terminar la paja.
El primer chorro que salió de mi polla fue directo a la boca y barbilla de su gordita cara, los 3 siguientes llenaron por completo las tetazas y un último le cayó en su gran barriga llegándole hasta el ombligo.
Noté como su mano aflojaba sobre mi polla y acompañé su brazo hasta la posición anterior. Empecé a limpiarle el estropicio que le había hecho en su cuerpo con toallitas pero sin saber qué me pasaba, mi polla otra vez pedía acción por el nuevo manoseo en sus tetas. Estaba desatado.
-Abu, necesito correrme otra vez- Le dije sujetando mi rabo delante de su cara.
No sé muy bien si fue casualidad o un gesto voluntario pero la boca de mi abuela se abrió. Dejando un gesto sexual indicando que mi abuela quería probar mi polla.
Sintiendo entre pánico y un deseo sexual sin posibilidad de parar, acerqué poco a poco mi polla a la boca de mi abuela para introducirla poco a poco.
Era la primera vez que introducía la polla en algo y lo primero era la boca de mi abuela. Entraba perfectamente, y poco a poco empecé con la puntita abriéndole un poco más la boca.
La sacaba del todo y volvía a penetrarle la boca, con un poco más de polla dentro de su boquita que empezaba a salivar más y más.
Giré su cabeza y la sujete con una mano para que me fuera más fácil la follada de boca a mi abuela y poco a poco notaba como iba llenándome de babas la polla.
Estaba en extasis, follándome la boca de mi abuela hasta que empecé a correrme en su boca. Como hacía poco tiempo de la primera corrida, esta segunda fue muy pequeña y sin problemas, mi abuela se tragó mi leche.
Le di un beso en la boca diciendo lo mucho que la quería y terminé por dejar en orden su ropa, salón y todo.
Acababa de follarle la boca a mi abuela, correrme encima de ella y usarla para una paja. Vaya mañanita.
La mañana siguiente fue un no parar. Yo sabía que mi abuela podía sentir cosas y que estaba mejorando pero necesitaba comprobarlo.
Levanté a mi abuela como pude, indicándole que necesitaba que se pusiera de pie y apoyase su cuerpo en la mesa.
Ella se dejaba hacer pero no sabía si iba a ser capaz de aguantarse en pie y apoyando sus grueso cuerpo encima de la mesa.
Así que la acompañé hasta la mesa y la puse recostando un poco sus brazos encima de la mesa. Allí estaba ella como medio tumbada y con el culo en pompa pero se mantenía en pie.
Mi idea era comprobar que ella había recuperado el tono muscular pero viendo a mi abuela en esa posición y con mi deseo sexual por las nubes, le levanté la falda.
Ante mi, apareció un culo gigante, cubierto por unas bragas blancas enormes que se metían un poco por la raja de mi abuela. sin pensarlo mucho, me arrodille y le baje las bragas hasta las rodillas apareciendo un raja de colorcito marrón ante mí. Olía a jabón puesto que mi madre le duchaba todas las mañanas pero también a un olor ocre que no conseguía saber que tenía que me volvía loco.
Acerqué mi boca a su vagina y empecé a pasarle la lengua mientras le abría bien las carnes sujetando ese culo mientras sus cachetes me enterraban la cara.
-aaa- Un débil gemido procedente de mi abuela se escapó al pasarle mi lengua por su clitoris.
Así que sin pensarlo mucho, empecé una comida de coño espectacular que terminó con mi cara llena de flujo a los pocos minutos. Mi abuela se acaba de correr en mi cara llenándome la cara con su corrida. Era maravilloso sentir como ese líquido caliente procedía del placer de mi lengua sobre el coño de mi abuela.
Me incorporé y me bajé el pantalón, sin pensarlo mucho, agarré mi pollón y busqué el agujero de donde salió mi madre. Con un empujón y debido a la cantidad de flujo que había echado antes, mi polla se deslizó por completo dentro de mi abuela.
-aaaaaaa- otro gemido de mi abuela al notar como le llenaba de polla su coño.
-siii abu, te estoy follando, siii- Le decía mientras le follaba dulcemente el coño a mi abuela.
-aaaaaa, aaaa- gemía en cada envestida y provocaba que acelerase el ritmo de follada.
-aaa,aaa,aaa,aauu- Cada envestida sonaba más acuoso el coño mi abuela lubricando mi polla hasta chorrear.
-¡Pero que estás haciendo!- Gritó mi madre entrando al salón.
Con tanto mete-saca no escuché abrirse la puerta de casa y mi madre al ver el panorama entró en pánico apartando de mi abuela y empujándome lejos. El empujón me tiró al suelo y mi madre iba directa a por mi con la mano levantada para darme una bofetada
-mm nooo- Gimió mi abuela, muy bajito, pero lo suficiente para parar en seco a mi madre y dar la vuelta con cara de asombro.
Mi abuela seguía con el culo en pompa, las bragas por las rodillas y la entrepierna llena de flujo. Se acababa de correr durante mi follada, aunque no sé si varias veces.
Mi madre le ayudo a que se sentara como pudo mientras yo me ponía en pie desnudo y mi polla dura como el acero.
-Mamá, ¿me escuchas?- Preguntaba mi madre cerca de la cara de su madre.
La mano de mi abuela, agarró el brazo de mi madre en señal afirmativa, dando un brinco mi madre al notar que su madre le reconocía.
-No me lo puedo creer, es increíble, esto es increíble- Susurraba mi madre que se había arrodillado en regazo de mi madre.
-Mamá lo siento, pero creo que de verdad, lo que he hecho le ha devuelto la vida- Dije mientras me tapaba con un cojín.
Mi madre no se apartaba de mi abuela y le susurraba cosas que no podía escuchar. Veía como movía afirmativamente mi madre la cabeza y entre susurros le hacía preguntas, mientras mi abuela apretaba el brazo de mi madre o aflojaba la presión.
-Cariño, ve al baño y duchate. Ahora hablamos. Voy a limpiar a la abuela- Me dijo mi madre sin dar la vuelta.
Me fui directo al baño, con mil preguntas y sin saber qué iba a pasar.
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