Tu compañía me transporta a Venus

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Me encanta sentarme enfrente de ti y observar cómo masticas la hamburguesa con la boca abierta. El sonido de la cebolla al crujir entre tus dientes es toda una Sinfonía.


Noto tus labios algo hinchados, ¿te pusiste ácido hialurónico? Te queda bien.


Tu lengua bífida con un piercing en el centro me recuerda a tus piernas y a tu ombligo. ¡Cómo se abre y se cierra!


A tu vera me siento como un ángel en su nube, obnubilado.


Te devoro con la vista con la misma ansiedad con la que tú engulles el alimento.


Me haces papilla. ¡Cómeme!


Desde que te conocí, en un chat, supe que éramos como dos gotas de agua. Te llamas Noemí pero utilizas el nick de BitchOnTheBeach. No solo eres una buena puta en la playa, también lo eres en el campo y en la ciudad. Espero estar a tu altura y también ser un buen puto para ti.


Aunque te saco veinticinco años (tú tienes 26 y yo 51), no notas la diferencia en la cama. Somos dos almas gemelas. Tus fantasías son mis fantasías y viceversa. Con tu 1,63 m de altura, tu melena larga y lacia negra y tu maquillaje bien recargado eres toda una geisha. Esos ojos negros me hipnotizan.


Al restaurante apareciste con top, una minifalda de cuero y botas altas. Toda de negro. Llamas la atención de los comensales que hay en el salón. Te encanta ser el centro de atención.


Ya en la mesa, al conocer mis parafilias, pues, según vas masticando la comida, la escupes hecha papilla en un plato pequeño (de los de postre). Yo con una cucharilla voy recogiendo ese delicioso manjar, triturado por tus dientes y aderezado con tu saliva. Lo saboreo con delicadeza y me lo trago. ¡Qué exquisitez!


--Colócate bajo la mesa y hazme un cunnilingus de esos que sabes hacer tan bien, Jonathan. Vengo sin bragas, preparada para la acción, y verte tragar mi comida mezclada con mis babas me ha hecho soltar una cantidad enorme de fluidos. Tengo el coño bien lubricado. Quiero correrme en tu boca y después me follas en el coche.


Te obedezco ipso facto y me meto bajo el mantel. Tus pies, pantorrillas y muslos quedan a mi vista. Tú separas las piernas y me ofreces tu conejo guisado a fuego lento. Está chorretoso, pringoso y pegajoso, como a mí me gustan. Antes de dirigirme a tu chocho me entretengo en besar, chupar, lamer y saborear tus ingles y pubis. Me acerco, poco a poco, a tus labios mayores. Los mordisqueo. Separo los labios con mis dedos y te morreo los labios menores y el resto de la vulva. Meto mi lengua bien adentro de tu vagina. Sorbo y bebo tus fluidos, ¡qué sabrosos caldos!


Noto tu respiración entrecortada, tu bajo vientre se contrae. Me centro en tu clítoris y le doy unos golpecitos con la punta de mi lengua, a modo de martillo. Lamo, chupo y succiono ese exquisito botón. Es el mejor mejillón que me he echado a la boca en mucho tiempo. No tardas ni treinta segundos en soltar en toda mi cara un copioso squirt. Bebo de la fuente todo lo que puedo. Te quedas relajada.


Oigo al camarero llegar y preguntarte por mí, le dices que fui al servicio. El hombre recoge los platos y sirve el segundo plato. Yo te sirvo mi peculiar segundo plato, bajo la mesa, que consiste en lamerte desde la punta de los pies hasta los muslos. Te descalzo y no dejo centímetro de tu cuerpo sin lamer y saborear. Los deditos de tus pies me saben a gloria. Los chupeteo uno a uno dejándotelos bien ensalivados. Las plantas de los pies también te quedan bien lamidas. Te provoco cosquillitas. Desde el talón hasta los dedos me paso un cuarto de hora por planta, lamiendo y mordisqueando.


En ocasiones me subo a la mesa, para hacer acto de presencia y que los camareros no te echen los tejos, al pensar que tu pareja te dio plantón. También aprovecho y bebo agua, cerveza y vino, para humedecer el paladar y seguir lamiéndote tobillos, gemelos y muslos. Eres una buena jaca con hermosos jamones y hay que degustarte muy despacio.


Vuelvo a tu almeja y te provoco el segundo orgasmo. Sorbo, succiono y bebo los aromáticos caldos que vas soltando. Cuando vuelvo a la superficie, me tienes todo mi menú bien triturado y lleno de espumarajos. No perdiste el tiempo. Salivas tus mucosas y ensalivas mi comida. Me la trago con mucho deleite.


Ya en el parking, nada más montar en el coche, me abres la bragueta y me sacas el rabo. Te quedaste con hambre en el restaurante y quieres probar butifarra con denominación de origen. Me la pelas durante unos segundos y cuando ya está morcillona te la engulles entera, hasta atravesarte la campanilla con ella.


Al parar en los semáforos, las personas de los coches de al lado se dan cuenta de la situación y ponen atención en querer averiguar quién es la chica que tiene su cabeza entre mis piernas, la gente es muy chismosa.


Me la exprimes fuerte. Tu boca parece una ordeñadora. Con tus labios hinchados como morcillas (por el ácido hialurónico), y tu lengua bífida con un piercing, no tardaré mucho en vaciarme en tu boca. Eres toda una experta drenando huevos y exprimiendo polla. ¡Qué forma tan salvaje de succionar!


Me dirijo a un área de recreo que hay a las afueras de la ciudad y que tiene unas vistas espectaculares de la playa. Pero antes de llegar eyaculo en tu garganta. Tus felaciones son muy morbosas y excitantes. Eres muy guarra comiendo polla, te gusta provocar una buena eyaculación. Te excita sentir los chorros de leche regar tu boca, te sientes alagada. Es la recompensa a tu trabajo de mamona.


Coges un condón y vacías en su interior todo el contenido de esperma que guardas en la boca. Le haces un nudo.


--Es para echárselo a la comida de mi marido. Es un cornudo no consentidor, un machista. Gracias a tus consejos me vengaré de él así. ¿Qué te parece?


--Me encanta, cariño. Aunque follemos a pelo, cuando esté a punto de correrme me pongo un preservativo y así no se desperdicia la semilla y se la echas a tu marido en el café, sin su consentimiento, y que se la beba. Ya que no da su consentimiento para ser cornudo, tampoco se lo pidas para ser un tragaesperma de tus amantes –te sugiero, echándonos a reír los dos.


Una vez aparco el coche en el mirador, saboreo tu parte de arriba del cuerpo, la que no pude probar en el restaurante. Frente, párpados, mejillas, orejas, labios, cuello, tus puntiagudas tetas con sus erectos pezones, ombligo, bajo vientre, espalda, brazos, axilas y manos, quedan bien lamidas y ensalivadas. Te gusta que me pare en saborear el sudor de tus sobacos y el de tu chocho. Cuando vienes del gimnasio, de practicar zumba, son las partes que más te gusta que lama y chupe. También te encanta que te lama el trasero, sentir mi lengua rasposa limpiarte la raja del culo. Me paso una hora saboreando tu cuerpo, a fuego lento, para encender tu libido al máximo.


Te despelotas y me pides que te empotre. Te reclinas en el capó del coche, dándome la espalda, y yo te agarro por las caderas y te penetro todo mi rabo de una embestida. Tienes tan mojado el chumino, que no me cuesta nada hundirte mi sable en la vaina. Tu vagina es muy acogedora, caliente y muy húmeda. Te doy fuelle a buen ritmo, a dos empellones por segundo. No tardas en obtener tu tercer orgasmo de la tarde. Tus piernas flaquean y yo te sujeto por la cintura.


Tienes ganas de orinar y yo te sugiero que lo hagas en mi boca. Me acuesto en el suelo, boca arriba, tú te colocas en cuclillas sobre mi cara y descargas unos hermosos chorros de oro líquido en mi garganta. ¡Qué rico! Yo también tengo ganas de orinar y me sorprende que tú me pidas que me vacíe en tu boca. Te pones de rodillas ante mi falo y te disparo, a modo de manguerazo, una ingente cantidad de pis. Dirijo los chorros por tu rostro y sobre todo, apunto al interior de tu boca, para que saborees y tragues mi vino blanco cosecha del 73.


Me pongo un condón, me tumbo en el suelo y tú montas sobre mí. Mientras follamos te chupeteo los pezones. Tus caras de lascivia, de zorra en celo, me excitan tanto que me corro a los pocos minutos. Bizqueas y pones los ojos en blanco. Alcanzaste tu cuarto orgasmo. Me desenfundas el condón, muy despacio, lo anudas y lo guardas en el bolso, junto al primero.


Es tarde, tu marido está a punto de regresar del trabajo. Montamos en el coche y nos dirigimos a tu chalet. Por el camino te empeñas en drenarme los huevos por tercera vez, quieres llevarte para casa una buena dosis de leche de tu amante. ¡Le tienes ganas a tu marido! Me engulles el rabo todo el trayecto del viaje, media hora seguida saboreando mi polla. Antes de llegar al portal de tu casa me concentro y me corro en tu boca. Tu lengua y tus morros me lo ponen fácil. Abro la bolsita de un preservativo y te acerco el capuchino. Escupes todo dentro de él y lo anudas, como ya es costumbre en ti. Lo metes en el bolso y me dices:


--El cabrón de mi marido ya tiene un buen condimento para la cena. Bueno, mi amor, hasta el próximo día. ¿Nos vemos el jueves?


--Claro. Yo soy freelance, adapto el horario de trabajo a tus necesidades. Me tienes a tus pies, Noemí. BitchOnTheBeach para los amigos –y soltamos una carcajada cómplice.
 

BitchOnTheBeach

Estrella Porno
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Me encanta sentarme enfrente de ti y observar cómo masticas la hamburguesa con la boca abierta. El sonido de la cebolla al crujir entre tus dientes es toda una Sinfonía.


Noto tus labios algo hinchados, ¿te pusiste ácido hialurónico? Te queda bien.


Tu lengua bífida con un piercing en el centro me recuerda a tus piernas y a tu ombligo. ¡Cómo se abre y se cierra!


A tu vera me siento como un ángel en su nube, obnubilado.


Te devoro con la vista con la misma ansiedad con la que tú engulles el alimento.


Me haces papilla. ¡Cómeme!


Desde que te conocí, en un chat, supe que éramos como dos gotas de agua. Te llamas Noemí pero utilizas el nick de BitchOnTheBeach. No solo eres una buena puta en la playa, también lo eres en el campo y en la ciudad. Espero estar a tu altura y también ser un buen puto para ti.


Aunque te saco veinticinco años (tú tienes 26 y yo 51), no notas la diferencia en la cama. Somos dos almas gemelas. Tus fantasías son mis fantasías y viceversa. Con tu 1,63 m de altura, tu melena larga y lacia negra y tu maquillaje bien recargado eres toda una geisha. Esos ojos negros me hipnotizan.


Al restaurante apareciste con top, una minifalda de cuero y botas altas. Toda de negro. Llamas la atención de los comensales que hay en el salón. Te encanta ser el centro de atención.


Ya en la mesa, al conocer mis parafilias, pues, según vas masticando la comida, la escupes hecha papilla en un plato pequeño (de los de postre). Yo con una cucharilla voy recogiendo ese delicioso manjar, triturado por tus dientes y aderezado con tu saliva. Lo saboreo con delicadeza y me lo trago. ¡Qué exquisitez!


--Colócate bajo la mesa y hazme un cunnilingus de esos que sabes hacer tan bien, Jonathan. Vengo sin bragas, preparada para la acción, y verte tragar mi comida mezclada con mis babas me ha hecho soltar una cantidad enorme de fluidos. Tengo el coño bien lubricado. Quiero correrme en tu boca y después me follas en el coche.


Te obedezco ipso facto y me meto bajo el mantel. Tus pies, pantorrillas y muslos quedan a mi vista. Tú separas las piernas y me ofreces tu conejo guisado a fuego lento. Está chorretoso, pringoso y pegajoso, como a mí me gustan. Antes de dirigirme a tu chocho me entretengo en besar, chupar, lamer y saborear tus ingles y pubis. Me acerco, poco a poco, a tus labios mayores. Los mordisqueo. Separo los labios con mis dedos y te morreo los labios menores y el resto de la vulva. Meto mi lengua bien adentro de tu vagina. Sorbo y bebo tus fluidos, ¡qué sabrosos caldos!


Noto tu respiración entrecortada, tu bajo vientre se contrae. Me centro en tu clítoris y le doy unos golpecitos con la punta de mi lengua, a modo de martillo. Lamo, chupo y succiono ese exquisito botón. Es el mejor mejillón que me he echado a la boca en mucho tiempo. No tardas ni treinta segundos en soltar en toda mi cara un copioso squirt. Bebo de la fuente todo lo que puedo. Te quedas relajada.


Oigo al camarero llegar y preguntarte por mí, le dices que fui al servicio. El hombre recoge los platos y sirve el segundo plato. Yo te sirvo mi peculiar segundo plato, bajo la mesa, que consiste en lamerte desde la punta de los pies hasta los muslos. Te descalzo y no dejo centímetro de tu cuerpo sin lamer y saborear. Los deditos de tus pies me saben a gloria. Los chupeteo uno a uno dejándotelos bien ensalivados. Las plantas de los pies también te quedan bien lamidas. Te provoco cosquillitas. Desde el talón hasta los dedos me paso un cuarto de hora por planta, lamiendo y mordisqueando.


En ocasiones me subo a la mesa, para hacer acto de presencia y que los camareros no te echen los tejos, al pensar que tu pareja te dio plantón. También aprovecho y bebo agua, cerveza y vino, para humedecer el paladar y seguir lamiéndote tobillos, gemelos y muslos. Eres una buena jaca con hermosos jamones y hay que degustarte muy despacio.


Vuelvo a tu almeja y te provoco el segundo orgasmo. Sorbo, succiono y bebo los aromáticos caldos que vas soltando. Cuando vuelvo a la superficie, me tienes todo mi menú bien triturado y lleno de espumarajos. No perdiste el tiempo. Salivas tus mucosas y ensalivas mi comida. Me la trago con mucho deleite.


Ya en el parking, nada más montar en el coche, me abres la bragueta y me sacas el rabo. Te quedaste con hambre en el restaurante y quieres probar butifarra con denominación de origen. Me la pelas durante unos segundos y cuando ya está morcillona te la engulles entera, hasta atravesarte la campanilla con ella.


Al parar en los semáforos, las personas de los coches de al lado se dan cuenta de la situación y ponen atención en querer averiguar quién es la chica que tiene su cabeza entre mis piernas, la gente es muy chismosa.


Me la exprimes fuerte. Tu boca parece una ordeñadora. Con tus labios hinchados como morcillas (por el ácido hialurónico), y tu lengua bífida con un piercing, no tardaré mucho en vaciarme en tu boca. Eres toda una experta drenando huevos y exprimiendo polla. ¡Qué forma tan salvaje de succionar!


Me dirijo a un área de recreo que hay a las afueras de la ciudad y que tiene unas vistas espectaculares de la playa. Pero antes de llegar eyaculo en tu garganta. Tus felaciones son muy morbosas y excitantes. Eres muy guarra comiendo polla, te gusta provocar una buena eyaculación. Te excita sentir los chorros de leche regar tu boca, te sientes alagada. Es la recompensa a tu trabajo de mamona.


Coges un condón y vacías en su interior todo el contenido de esperma que guardas en la boca. Le haces un nudo.


--Es para echárselo a la comida de mi marido. Es un cornudo no consentidor, un machista. Gracias a tus consejos me vengaré de él así. ¿Qué te parece?


--Me encanta, cariño. Aunque follemos a pelo, cuando esté a punto de correrme me pongo un preservativo y así no se desperdicia la semilla y se la echas a tu marido en el café, sin su consentimiento, y que se la beba. Ya que no da su consentimiento para ser cornudo, tampoco se lo pidas para ser un tragaesperma de tus amantes –te sugiero, echándonos a reír los dos.


Una vez aparco el coche en el mirador, saboreo tu parte de arriba del cuerpo, la que no pude probar en el restaurante. Frente, párpados, mejillas, orejas, labios, cuello, tus puntiagudas tetas con sus erectos pezones, ombligo, bajo vientre, espalda, brazos, axilas y manos, quedan bien lamidas y ensalivadas. Te gusta que me pare en saborear el sudor de tus sobacos y el de tu chocho. Cuando vienes del gimnasio, de practicar zumba, son las partes que más te gusta que lama y chupe. También te encanta que te lama el trasero, sentir mi lengua rasposa limpiarte la raja del culo. Me paso una hora saboreando tu cuerpo, a fuego lento, para encender tu libido al máximo.


Te despelotas y me pides que te empotre. Te reclinas en el capó del coche, dándome la espalda, y yo te agarro por las caderas y te penetro todo mi rabo de una embestida. Tienes tan mojado el chumino, que no me cuesta nada hundirte mi sable en la vaina. Tu vagina es muy acogedora, caliente y muy húmeda. Te doy fuelle a buen ritmo, a dos empellones por segundo. No tardas en obtener tu tercer orgasmo de la tarde. Tus piernas flaquean y yo te sujeto por la cintura.


Tienes ganas de orinar y yo te sugiero que lo hagas en mi boca. Me acuesto en el suelo, boca arriba, tú te colocas en cuclillas sobre mi cara y descargas unos hermosos chorros de oro líquido en mi garganta. ¡Qué rico! Yo también tengo ganas de orinar y me sorprende que tú me pidas que me vacíe en tu boca. Te pones de rodillas ante mi falo y te disparo, a modo de manguerazo, una ingente cantidad de pis. Dirijo los chorros por tu rostro y sobre todo, apunto al interior de tu boca, para que saborees y tragues mi vino blanco cosecha del 73.


Me pongo un condón, me tumbo en el suelo y tú montas sobre mí. Mientras follamos te chupeteo los pezones. Tus caras de lascivia, de zorra en celo, me excitan tanto que me corro a los pocos minutos. Bizqueas y pones los ojos en blanco. Alcanzaste tu cuarto orgasmo. Me desenfundas el condón, muy despacio, lo anudas y lo guardas en el bolso, junto al primero.


Es tarde, tu marido está a punto de regresar del trabajo. Montamos en el coche y nos dirigimos a tu chalet. Por el camino te empeñas en drenarme los huevos por tercera vez, quieres llevarte para casa una buena dosis de leche de tu amante. ¡Le tienes ganas a tu marido! Me engulles el rabo todo el trayecto del viaje, media hora seguida saboreando mi polla. Antes de llegar al portal de tu casa me concentro y me corro en tu boca. Tu lengua y tus morros me lo ponen fácil. Abro la bolsita de un preservativo y te acerco el capuchino. Escupes todo dentro de él y lo anudas, como ya es costumbre en ti. Lo metes en el bolso y me dices:


--El cabrón de mi marido ya tiene un buen condimento para la cena. Bueno, mi amor, hasta el próximo día. ¿Nos vemos el jueves?


--Claro. Yo soy freelance, adapto el horario de trabajo a tus necesidades. Me tienes a tus pies, Noemí. BitchOnTheBeach para los amigos –y soltamos una carcajada cómplice.
Jajajaja en algunas partes adornaste un poco el tema pero en conjunto es bastante fiel me ha puesto cachonda recordarlo 🫦💘
 
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