MADRES, ESPOSAS E HIJAS PARTES 6, 7, 8 y 9

RichardVelard

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MADRES, ESPOSAS E HIJAS

PARTE 6

Ahora estábamos todos completamente desnudos y sonrientes; en la casa de los tíos de mi esposa; y nuestras prendas yacían desperdigadas en el suelo de la sala. Habíamos quedado ubicados circunstancialmente justo detrás del sofá, situación a la que le sacábamos provecho, de manera que de las tres hembras, dos de las que estaban siendo penetradas, tenían sus manos apoyadas contra la parte alta del respaldo del mueble.

Los cinco: Betzy, Denisse, Marlene Ramiro y yo, sin importar nuestras diferentes edades y personalidades, éramos presa por igual de un desbordado frenesí sexual, el cual disfrutábamos a tope y sin inhibiciones; y que hacía vibrar nuestros sexos con un placer exquisito e inigualable. Era obvio que el no habernos visto después de todo un mes, para volver a copular en grupo y en familia, era lo que nos ponía así. El morbo de estar todos juntos de nuevo aquella tarde en la sala, alegres, gozando y mirándonos gozar unos a otros, era algo simplemente exquisito.

En algún momento yo había dejado de penetrar a Denisse, y había sacado mí pene de su encharcada vulva, para proceder a desnudarla apresuradamente, con desesperación; cosa que la hija aprovechó para caer de rodillas y alcanzar mi miembro con sus manos, para de inmediato llevarlo a su boca. Y comenzó a mamarme con el mismo arrebato sexual que yo demostraba, al literalmente arrancarle las ropas a su madre; Denisse por su parte, no protestó por aquel trato brusco y severo al dejarla completamente en pelotas, sus gemidos eran de pura excitación de ser desnudada violentamente por mí, para seguir siendo poseída.

Una vez que Denisse quedó sin nada encima, más que las enormes e idénticas arracadas que tanto la madre como su hija usaban en esos momentos, y si acaso los zapatos, fue ella misma quien me ayudó rápida y solícitamente a desnudar a Marlene. De modo que mientras yo la despojaba de la hermosa blusa amarilla de manga larga que llevaba, pero que dejaba descubiertos los hombros, y luego le arrancaba el sostén liberando unos senos mucho más grandes incluso que los de su propia madre, Denisse le retiraba tan velozmente como podía la larga falda negra con diseño de flores rojas y blancas, y luego de eso le quitaba también las bragas, para lo cual la hija cooperaba decididamente, pero sin dejar de mamar mi dura erección con los ojos cerrados.

Después de que Marlene quedó también en pelotas, de inmediato hice que se pusiera de pie y se girara; luego la incliné un poco para que acabara con el culo levantado tal como ya había puesto a su madre, y ella de inmediato puso sus manos contra la parte alta del sillón, después y sin ningún preámbulo, me le fui encima y ensarté su encharcada y dispuesta vagina, y comencé a bombearla con la misma excitación y rudeza con la que había estado poseyendo antes a su madre. Mientras ella ansiosa daba un gritito de placer y de triunfo, al finalmente recibirme en su interior después de un mes que había sido como una eternidad para ella y su adorable vagina.

Denisse no pareció decepcionarse por haber perdido su lugar en estar siendo penetrada, o bien no lo demostró; en todo caso se puso a mi lado de inmediato, recargando su rostro contra el mío de lado, mientras a la vez se dedeaba intensamente con una mano. Luego comenzó a susurrarme cosas dulces al oído, como si ella fuese la que tuviese diecinueve años y no su hija, y ambos fuésemos novios. Esto sin importarle que el hombre de su vida, su esposo, estuviese a unos cuantos centímetros de nosotros.

Claro que el viejo Ramiro no tenía mucho interés en escuchar a detalle lo que su esposa me decía, mientras yo penetraba a la hija de ambos ¿Cómo iba a tenerlo si él mismo estaba justo detrás de mi esposa? Betzy yacía básicamente en la misma posición en la que yo tenía a su hija, inclinada lo necesario, mientras Ramiro la sujetaba por la cintura, claro que no con la misma firmeza con la que yo tenía bien aferrada a su hija mientras la hacía gemir con mis embates furiosos; Ramiro en cambio la tenía afianzada pero con cierta gentileza, mientras sus bombeos eran rápidos y sostenidos, pero a diferencia de los míos, él penetraba a su sobrina Betzy con más ritmo que fuerza. Y era obvio que el viejo estaba disfrutando de lo lindo, por estar entrando y saliendo, de la vulva de su querida y adorada sobrina.

De hecho aquella tarde y para Ramiro, había sido en exclusiva la primera sorpresa sexual, de las muchas que les esperaban a nuestros anfitriones sexuales, ahora que volvíamos a su casa para pasar allí todo un fin de semana. Y es que hasta antes de aquel día y por decisión mía y de Betzy, el tío Ramiro había podido tener acceso a la vagina de su sobrina sí, pero siempre bajo la condición de que fuese Betzy la que lo montara a él y la que tuviera el total control. Y esta vez en cambio, era la primera ocasión en que Ramiro llevaba las riendas de su sobrina, montándo a Betzy a su gusto y forma.

—Pero ¿qué haces Ramiro? ¡Dale más fuerte a Betzy! ¡Ella se lo merece! Mira cómo se lo hace Pablo a tu hija, y cuánto la hace gemir —Dijo Denisse sonriente y animosa, luego de voltear a ver a la pareja, pero sin separarse de mí.

Por mi parte y en cuanto escuché aquel comentario de la esposa de Ramiro, aumenté aún más los embates frenéticos dentro de la hija de ambos, haciendo que ella gritara de placer mientras le llegaba un tremendo orgasmo, durante el cual la sostuve dejando de moverme, para disfrutar de sus jugos y también para evitar que cayera al suelo de tanto placer que sentía.

El comentario de la madre aunque dirigido a su esposo y no a mí, no había hecho sino excitarme aún más, de lo que de por sí ya lo estaba. Y quien más ganaba con ello era la hija de Ramiro y Denisse, así lo confirmaba el tremendo orgasmo que la joven de diecinueve años acababa de experimentar, y del cual aún no acababa de recuperarse. Justo cuando la hija dejó de tener sus últimas contracciones vaginales, y en cuanto estuve seguro de que podía sostenerse por sí sola, salí de ella para de inmediato sujetar, posicionar y montar a su adorable y deliciosa madre. Quién casi lloró de gusto cuando se dio cuenta que iba nuevamente por ella.

Por su parte y por única respuesta al comentario de Denisse, el marido sonrió de oreja a oreja, pero sin voltear a ver a su esposa, tenía su mirada concentrada en la belleza de su joven sobrina, y por momentos pasaba sus manos por aquel delicioso cuerpo de piel blanca, acariciando ya las caderas, ya las nalgas, la espalda y hasta la tetas; el viejo se sentía realizado de poder coger a su excitante sobrina de pelo castaño oscuro, sin ningún tipo de sentimiento de culpa y ni siquiera de duda.

Además, a Ramiro le encanta cuando Betzy giraba el cuello tanto como podía, para apreciar con rostro sonriente, cómo estaba siendo penetrada por su tío; o bien para que sus ojos se encontraban con los suyos. Aquella anuencia de su propia sobrina con su mirada y actitud, era lo que hacía que aquella unión sexual adquiriera rasgos de algo romántico para su tío. Y además sin que hubiera ya ningún sentimiento de culpa, ni tampoco afectaciones de terceros, pues yo su esposo estaba allí dando mi anuencia; y esa misma anuencia era recíproca de Ramiro hacía mí, al dejarme poseer a su esposa e hijas sin ningún resquemor ni objeción de su parte. Ramiro tenía la tranquilidad de que Denisse no iba a dejarlo, ella no dejaría de ser su esposa y de igual manera Marlene no dejaría de ser su hija.

La familia de Ramiro gracias a mis poderes mentales, seguiría igual de unida que siempre, incluso más de lo que nunca lo habían estado antes, sólo que ahora de una manera distinta, amorosamente sexual. Y eso era lo mejor de todo, no sólo para Ramiro sino para todos nosotros.

—Tía, dejé que su esposo me bombee como él quiera —dijo Betzy sonriente y en tono de dulce reclamo, y luego de manera un poco más seria, pero sin dejar de ser amable agregó—, esto no es una competencia necesariamente, se trata de disfrutar en familia, ya Pablo se los explicó detalladamente.

La tía de Betzy ya no contestó al comentario de Betzy, pues en esos momentos se limitaba a entrecerrar los ojos y a ponerlos en blanco, además de a gemir casi mordiéndose los labios, del tremendo placer de ser embestida desde atrás por mí, de una manera tan brutal pero a la vez tan deliciosa; yo golpeaba fieramente contra sus nalgas turgentes, una y otra vez, y ambos gozábamos con aquello. Era por demás obvio que le encantaba aquel trato, tanto como también le encantaba a su hija, quien ya recuperada de su monumental orgasmo, aguardaba impaciente pero sin protestar, mientras se atendía a sí misma la vagina con la mano derecha, y con la izquierda se acariciaba y provocaba todavía más, uno de los pezones de sus enormes tetas.

—Bueno —dijo el tío de Betzy sincerándose finalmente al respecto— lo que sucede es que tienen que comprenderme; de todos los aquí reunidos, yo soy el de mayor edad comparativamente. Fui educado de cierta manera y estoy chapado a la antigua, ese trato… como el que Pablo les está dando a ustedes dos… admito que es muy excitante, pero yo desde que hice a Denisse mi esposa… pues la atiendo muy bien. Y ella no me dejará mentir que lo hago, pero francamente hacérselo así de fuerte… a otra mujer, tal vez pero a mi esposa… entiéndanme por lo que ya les expliqué, supuse que eso no era correcto.

—No se preocupe tío —dijo Betzy de inmediato en tono comprensivo—, gracias a los poderes de Pablo es que hemos podido estar así como estamos ahora, todos juntos y desnudos, y disfrutar del mejor juego de adultos que es el sexo, disfrutar a plenitud y sin preocupaciones, usted hágaselo a su esposa como están acostumbrados. Eso está bien, pero… recuerde que yo no soy su esposa…

Mientras terminaba de decir lo anterior, Betzy volteó a ver a su tío con una mirada cómplice y traviesa. Parecía que con aquella expresión y el último comentario, la sobrina trataba de excitar y provocar al tío, dándole permiso de manera velada y juguetona, para atreverse sexualmente a cosas que nunca hubiera hecho con su esposa. Después de todo Betzy era la que estaba siendo penetrada por él; es decir ella no era Denisse, con quien desde que se casaron siempre le había sido fiel, y a quien siempre había atendido bien en la cama pero con gentileza. Pero lo que Betzy trataba de decirle, era que ahora todo había cambiado, de modo que…

—¡Oh Betzy! ¿Te refieres a que puedo…? —dijo Ramiro arrobado por la pasión romántica y sexual que su sobrina le provocaba.

—Hágamelo como Pablo se lo está haciendo a mi prima y a mi tía… claro, sólo si usted quiere tío.

Después de escuchar aquello, el trío sexual que formábamos, la esposa de Ramiro, su hija y yo, volteamos a ver con gran curiosidad a la pareja formada por Betzy y su tío. Obviamente que sin dejar de hacer nada de lo que estábamos haciendo tan deliciosamente. Si acaso sólo reduje la potencia de mis bombeos al chocar contra las nalgas de aquella madre de familia; y Marlene se dedeo un poco más despacio también. De nuestra parte nadie dijo nada para no perturbar la escena sexual de aquellos dos amantes en turno, Betzy de veinte años y Ramiro de cincuenta y tres.

—¡Betzy te amo! —dijo finalmente y con gran sentimiento, el tío de aquella hermosura de veinte años, a la que yo sin usar mis poderes mentales, había convertido en mi esposa. La frase resonó fuerte y claro, sin que nadie en aquella sala le recriminara o se sintiera ofendido, por lo que Ramiro había dicho.

—¡Entonces mónteme así! ¡como mi esposo está poseyendo a su hija y a su esposa!

—¡Como putas! —espetó Ramiro, y comenzó a bombear a Betzy a una velocidad mayor de lo que ya había comenzado a hacerlo. Acercándose de lleno a mi forma de penetrar a sus hembras, Denisse y Marlene.

—¡Sí como putas! —respondió Betzy lanzando un chillido de placer, y cerró los ojos cuando se sintió montada de aquella manera tan poco gentil.

—También la hija y la esposa de Ramiro gimieron de placer, al escuchar y ver aquello.

—¡Vamos, más fuerte Pablo! ¡Demuéstrale a Ramiro que tú puedes cogernos más fuerte a su esposa y a su hija! —gritó Denisse en el octavo paraíso del placer, y su hija la secundo, teniendo un orgasmo por su cuenta, mientras se dedeaba frenéticamente. Finalmente lo que no debía ser una competencia, había acabado convirtiéndose en una, para placer de todos los presentes.

—¡No es cierto tía! —respondió Betzy sonriente y divertida— ¡Tu esposo me está dando fuerte a mí que a ustedes! ¡Ahhhhhhh me vengooooooo!

—¡Yo también Betzy yo también! —no tardó en gritar la tía a su sobrina con total satisfacción.

Nuestras embestidas a aquel par de hembras eran ahora brutales, era más que obvio que el viejo Ramiro no podría soportar ese ritmo mucho tiempo.

Por mi parte tuve que detener mis brutales bombeos dentro del coño de aquella madre de familia, pues al igual que había pasado con su hija, al comenzar a venirse y a mojarme el pene, con aquel orgasmo tremendo, la esposa de Ramiro perdía por completo el control de su cuerpo quedando expuesta a irse al suelo, no de manera peligrosa desde luego, pero yo no quería que eso sucediera. De manera que la sostuve con cuidado, procurando no salir de ella ni un milímetro para no perderme de su jugos y sus contracciones vaginales, que se sentían deliciosas a lo largo de mi erección.

Mientras tanto Ramiro bufaba, parecía que iba a comenzar a venirse dentro de Betzy, gritando una vez más que la amaba. Y su sobrina se dejaba llevar y sujetar, sonriendo de placer y con los ojos cerrados.

—¡Te amo Pablo! —dijo la esposa de Ramiro de repente, aún con los ojos cerrados, y luego giró el cuello para buscar mis labios, los cuales no tardé en poner en contacto con los suyos, en un beso, profundo sexual y prolongado. Claro que no sin antes decirle en voz alta y clara:

—Yo también te amo Denisse… a ti y a tu hija…

A un lado de nosotros, mojada, desnuda y totalmente entregada al amor, la hija de Denisse y de Ramiro, suspiraba y a la vez me acariciaba cariñosamente las bolas, en señal de entrega total.
(CONTINUARÁ)
 
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RichardVelard

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AVISO: A partir de ahora mi intención es ir agregando todas las partes de esta saga, en este mismo hilo o publicación, es decir aquí mismo en la sección de respuestas poner la parte 7 y posteriores. Claro que siempre y cuando la configuración de el foro me permita hacerlo; ya que si me pone límites de extensión, bueno pues entonces seguiré publicando como hasta ahora, por separado. Pero mi intención es publicar todo en un mismo hilo. Otra aclaración que quiero hacer es que, tal como los que han leído esta saga ya se habrán dado cuenta, las partes de este escrito de mi autoría no son narradas de manera lineal. Algunas suceden antes y después en la temporalidad de la historia, cuya parte 1 es el inicio de la saga en cuanto a que fue lo primero que publiqué, pero las partes posteriores pueden estar sucediendo antes o después de ese inicio. Y es lector el que tiene que deducirlas, cosa que no es realmente tan dificil después de todo.
 

RichardVelard

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MADRES, ESPOSAS E HIJAS
PARTE 7

El reloj de luz led con dígitos en color azul, y que estaba en una cómoda justo a un lado de la cama, marcaba las 3 de la mañana, del domingo cuando la maestra Dora Alicia lo alcanzó y lo giró para verlo. Lo que la había despertado no había sido nada desagradable ni mucho menos, Dora Alicia no había padecido insomnio antes, y no lo padecía tampoco ahora.

Lo cierto es que la profesora después de haber abierto los ojos y mirado la hora en el reloj, no tenía ninguna duda de lo que le pasaba. Aquella mujer madura, tranquila y algo seria, cuyos hijos iban a pasar todo el fin de semana en la casa de su ex marido, estaba simplemente excitada, caliente. Y Dora Alicia no tuvo que tocarse la peluda vulva de labios gruesos y oscuros, para comprobar tal cosa; era por demás evidente que su cueva sexual babeaba, y no era para menos; a juzgar por lo que había estado soñando. Y que tenía que ver directamente, con los sucesos que había presenciado, de manera tan voluptuosa y ardiente, desde que había estado de visita el viernes por la noche, en casa de su amiga de la universidad, Yoana.

Dora Alicia no hubiera dado crédito a la historia que Yoana le había contado, si no fuera porque ella le mostró en más de un video, las pruebas de lo que desde cierto tiempo atrás, había estado sucediendo en aquel mismo vecindario, en el que la profesora ahora vivía.

La docente no había podido evitar comenzar a dedearse allí mismo, en la casa de Yoana y junto a ella en el sofá, si bien le hubiera gustado más que fuese Yoana quien la tocara o le lamiera el coño, mientras ella veía aquellos calientes videos. Pero Yoana no se lo había permitido, si bien como tal no se había negado de mala manera; y además le había hecho ofrecimientos que la pusieron todavía más caliente de lo que ya estaba y se sentía. Y todo siempre y cuando ella accediera a unirse a aquel grupo secreto, del que Yoana le había hablado a grandes rasgos peros sin profundizar demasiado. Por lo menos no mientras la profesora no diera su anuencia, para ser parte de aquel club del amor; en donde se le había prometido que dispondría de más de un coño delicioso, tomado directamente del mismo vecindario, y ese coño podía ser de una madre, esposa o hija.

Lo que la profesora tenía que hacer para ingresar, era tan sencillo como decir: Sí, y acto seguido retirarse el anillo de oro que llevaba, y entregarlo a Yoana en acto de buena fe; además claro de dar la ubicación exacta de la mujer que le había advertido de ir a aquel vecindario.

Pero a pesar de todo lo delicioso que parecía verse el panorama, si la docente hacía exactamente aquello, Dora Alicia no quería dar todavía una respuesta, por lo menos no tan de prisa; deseaba averiguar aún más, acerca de los terrenos que pisaba, aunque estos fueran descaradamente tentadores. Y además le preocupaba que se le ocasionara algún daño a la mujer cuya ubicación, aunque fuera aproximada, debía dar a conocer. Y eso que Yoana le había prometido que ella misma cuidaría de que no le se hiciera ningún mal. De hecho, el hombre que la docente había visto en los videos, poseyendo tan despreocupadamente a más de una hembra del vecindario; no quería sino evitar que se siguieran corriendo rumores infundados, acerca de lo que pasaba en el vecindario.

Aquel hombre usaría de ser necesario sus poderes con la mujer, pero sin causarle ningún daño le aclaró Yoana; él sólo quería seguir montando a todas las hembras hermosas que pudieran llegar a vivir al vecindario, o a pasar por allí de manera temporal. Pero eso era todo.

Llevada por su excitación, y si bien es un hecho que la docente había estado la noche previa, tan asustada como caliente, por lo increíble de aquellos hechos que Yoana le revelaba y que los videos demostraban; lo más probable es que aún así hubiera acabado cediendo. Sobre todo cuando Yoana le confirmó tras verla dedearse y orgasmar, que su hija no volvería aquella noche; pues como ya le había dicho, también ella era parte de aquel club sexual, y tenía una noche completa en algún otro sitio, para gozar a tope, no sólo con el hombre que disponía de aquellos tremendos poderes, sino que en un gangbang.

La docente que desconocía el término gangbang y lo que implicaba, tuvo que ser enterada por Yoana del significado. Y en cuanto Yoana se lo explicó con el lenguaje más abiertamente sexual y vulgar posible, Dora Alicia abrió los ojos como platos, mientras Yoana le comentaba que tanto ella como su hija, tenían un trato preferencial en aquel club, y todo debido a ciertas circunstancias particulares, dijo Yoana guiándole un ojo.

Pero para la mala suerte de la indecisa y caliente profesora, justo en esos momentos en aquella madrugada, un fuerte escándalo se escuchó en la calle, justo a la altura de la casa de Yoana y de su hija, quienes vivían solas desde que el padrastro de Maya se había marchado con otra hacía años. Se trataba de una riña de borrachos en fin de semana. Pero justo esta situación hizo que Dora Alicia dejara de masturbarse en el sofá viendo aquellos videos, y se bajara el vestido y se pusiera de pie como un resorte; mientras Yoana muy tranquila y segura de sí misma, le decía que no había ningún peligro para ellas.

Lo cierto es que para Dora Alicia aquello rompió el encanto sexual, y pudo más el miedo que sentía ante aquellos hechos tan inusuales y calientes, que la excitación que estos mismos hechos le provocaban, se disculpó con su amiga y se dirigió al baño. Donde se arregló un poco y se echó agua en el rostro, y se tomó su tiempo para pensar. Después y sin salir del baño, y mientras aún sujetaba entre sus dedos el anillo de oro que tenía puesto en la otra mano y lo observaba fijamente; se atrevió a preguntar a su amiga si le daría un poco de tiempo para decidir, un par de días.

Yoana de manera diligente le contestó que sí y añadió algunos otros comentarios. Y cuando la profesora salió del baño y dijo sentirse muy cansada, la amable Yoana no dudo en tomarle del brazo y conducirla a la habitación de los invitados, un cuarto pequeño pero agradable, en donde la profesora pasó lo que quedaba de la madrugada. Pero desde donde también decidió marcharse un poco antes de que Yoana se despertara, dejando configurado el despertador en modo vibrador de su móvil, y calculando un tiempo en el que Yoana aún no se habría despertado.

***​

Aquel sábado ya por la tarde y totalmente sobria, Dora Alicia se sintió extrañada de no haber recibido ninguna llamada de reclamo de parte de su amiga; por haber salido de su casa sin despedirse; el único mensaje de ella le llegó ya por la noche, y decía:

“Tómate tu tiempo, no hay prisa, no quiero presionarte en absoluto, la decisión será toda tuya; aun así, me tomé la libertad de poner una de las memorias que te enseñé en tu bolso mientras estabas en el baño, para que puedas ver más videos como los de anoche por tu cuenta. Eso te demuestra nuestra confianza para contigo; te sugiero el que se titula… o bien el video de nosotras, donde nos toma a mí y a mi hija por primera vez, ¡y de qué manera uffff!”.

De hecho había sido con escenas de aquel video tan caliente, titulado “Yoana y Maya, madre e hija capturadas, forzadas y encantadas”, con cuyas calientes imágenes la profesora había estado soñando, después de verlo durante casi dos horas, aquella noche de sábado antes de acostarse.

***​

Dora Alicia alcanzó el mando a distancia que estaba sobre la cómoda, y con el encendió la televisión de 32 pulgadas que tenía en dirección a los pies de su cama; luego de ello encendió también la pequeña lampara de mesa que había sobre el mismo mueble, y acto seguido se levantó de la cama; fue hasta donde tenía su bolso y extrajo de allí aquella memoria de gran capacidad; y la cual se encontraba casi llena, de videos de alta definición. Los cuales no eran muchos realmente, pero precisamente por la enorme calidad de la imagen, ocupaban entre todos una buena cantidad de espacio en aquel pequeño dispositivo.

A la profesora caliente como estaba, no le llevó mucho tiempo acceder de nuevo al contenido de la memoria. Y además, aún le faltaba varios videos por disfrutar.
(CONTINUARÁ)
 

RichardVelard

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PARTE 8

Claudette y Colette no eran gemelas sino mellizas, y sin embargo por su carácter, así como por su manera de ser, de vestir y de arreglar su cabello, el parecido entre ambas era muy marcado. Y ese par de preciosidades eran las hermanas menores de Susana Elizabeth.

Aquel sábado a eso de las tres de la tarde, las dos jóvenes de dieciocho años recién cumplidos hacía quince días, se entretenían en ir y venir sonrientes entre la cocina y la sala comedor de su propio domicilio; para platicar y bromear con su madre quien preparaba de nuevo la mesa, para el marido que llegaría más tarde; y con la pareja de novios reconciliados, formada por su hermana y por Alejandro. Quienes ya había comido y estaban sentados cómodamente haciendo como que veían la televisión.

Claro que Alejandro aprovechaba las idas de las mellizas para pellizcar los pezones de Susana por encima de la ropa, o bien para toquetearle las piernas, o incluso meter la mano entre ellas, sin importar que en esos momentos no llevara falda sino pantalón. Susana entre risas lo rechazaba pues temía que los descubrieran, pero también estaba divertida con aquello. Los dos novios lo estaban, la diferencia entre Alejandro y Susana, era que él ya estaba comenzando a excitarse allí mismo; al grado que ella había puesto disimuladamente un mullido cojín sobre el regazo de su novio, y todo para disimular su ya bastante obvia semi erección. Otra cosa que Susana también ignoraba, era que su novio no sólo estaba excitado por tocarla a ella; sino que también el ver ir y venir a las dos hermanas de su novia, con aquellos diminutos vestidos que llevaban, lo provocaba sexualmente.

Sí, Alejandro podía percibir en el aire, no sólo el perfume que las dos chicas se habían puesto; también aspiraba perfectamente su otro perfume fresco y natural, su olor a hembras jóvenes y listas para ser amadas. El joven ya no podía esperar para poder levantarle las piernas a aquellas dos mellizas, de las cuales una ya tenía novio, él quería hacerlo del mismo modo que ya levantaba las de su hermana. Y ahora, y gracias a los sucesos que se habían dado en la vida de aquella pareja, ocasionados por el encuentro con aquel señor de nombre Pablo, sólo era cuestión de tiempo para que finalmente su pene y aquel par de vaginas entraran en delicioso contacto. De hecho él mismo ya había tomado cartas en el asunto, para ir allanando el camino que llevaba hacia esa apretada meta; naturalmente que sin decir nada a su novia. Y también sabía de antemano, que Pablo muy seguramente sería el primero en penetrar aquellas vulvas y aquel par de culos maravillosos, pero eso era lo justo, tomando en cuenta que gracias a él lo que en otros términos sería imposible, se consumaría sin mayor problema en este caso.

***​

Por fortuna para la pareja, todo había vuelto a la normalidad desde hacía unos veinte días, los problemas entre Susana y su novio no sólo habían terminado como por arte de magia; sino que ahora el joven laboraba también en el mismo local en aquella plaza, donde su novia trabajaba. Es más, todo iba tan bien que incluso los jóvenes iban a hacer horas extras muy bien pagadas aquel sábado; haciendo ellos solos un largo y tedioso inventario, en una bodega propiedad del dueño a las afueras de la ciudad; cosa que les llevaría bastante tiempo, al grado que regresarían ya muy tarde por la noche.

La madre se mostró un tanto preocupada, parte por su carácter lo cual era normal, pero también porque la bodega a la que acudirían su hija y el novio, se encontraba en un lugar fuera de la ciudad, si bien no tan lejos; pero el sitio era solitario y se llegaba allí por un camino que según recordaba la señora era rústico. Sin embargo, la joven hija la tranquilizó por completo con su dulce y melodiosa voz.

—No mamá, el lugar ya está pavimentado —dijo Susana sonriendo—, era y aún es el viejo camino a… pero es muy distinto ahora, hay varias casas en la zona, claro que alejadas unas de otras; el lugar es una especie de fraccionamiento campestre; de verdad es muy bonito. Además, la bodega a la que vamos a trabajar, está dentro de la propiedad del señor Pablo, la cual esta totalmente bardeada y cuenta con vigilancia por cámaras de seguridad, monitoreadas las veinticuatro horas; la contadora Rosa estará también allí mientras hacemos el inventario, supervisándonos. Y si no terminamos nos permitirá quedarnos allá sin ningún problema, ella también se quedará si nosotros lo hacemos. Y en el sitio hay comida suficiente, de modo que no te preocupes.

En eso se escuchó un auto detenerse y un claxon sonar en dos ocasiones.

—¡Ah es ella, la contadora Rosa! Tenemos que irnos —agregó la sonriente Susana con un rostro perfecto y reluciente iluminado por la alegría, mientras se levantaba como de rayo del sillón, como si la pega de trabajar en fin de semana, fuera algo de lo que estuviera realmente deseosa.

Lo cierto es que Susana por su juventud y el cuidado de su persona, siempre había tenido un cutis muy bonito y bien cuidado; pero el hecho es que de un tiempo a la fecha, más de una de sus amigas e incluso sus propias hermanas y su propia madre, no cesaban de preguntarle qué crema facial usaba. A lo cual ella siempre sonriente respondía, que era el trabajo duro y muy bien valorado y remunerado lo que la mantenía tan bien, no sólo de rostro sino que de cuerpo entero.

Lo que ninguna de las que la cuestionaban sabía, es que la felicidad de estar siendo poseída durante varias horas, por un hombre que no era su novio y en presencia de éste, y para colmo del placer con su anuencia, además de ahora ya con su participación directa, era lo que la tenía loca de felicidad sexual, y la crema facial que omitía mencionar para su cutis y su juvenil cuerpo; eran los tremendos baños de semen caliente a los que era sometida. Siempre con los ojos bien cerrados pero siempre plantando cara al pene o al par de penes; mientras en su rostro se mantenía firme su hermosa sonrisa, y el líquido amoroso se le desparramaba por el cuello y por las tetas, a veces llegando incluso hasta sus adorables piernas. (CONTINUARÁ)
 

RichardVelard

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PARTE 9

Aquella mujer solía realizar sus compras habituales en el centro de la ciudad, sin embargo de un tiempo a la fecha y a petición de su marido, había tenido que cambiar la ruta para comprar en un vecindario ubicado a una distancia mayor. Y aunque su esposo le había asegurado, que esto se reflejaría en un ahorro considerable, ella había acabado por darse cuenta que la diferencia no era mucha, además de que el tiempo invertido era mayor. Y cuando comenzó a sospechar que su marido se traía algo entre manos y lo confrontó; este acabó por reconocer cuál era el verdadero motivo de aquellas visitas; a un vecindario alejado y que en un principio se le hizo tan enorme como desconocido. La explicación que dio el marido fue realmente burda, casi risible, si no fuera porque ella conocía muy bien la afición de él por el tema de los platillos voladores. Pero lo que ella no esperaba era que lo que él le había mencionado, realmente tenía bases sólidas, tremendamente irrefutables.

Paola entró a toda prisa a la casa, como si alguien la persiguiera; luego la cerró de golpe, usando buena parte del peso de su propio cuerpo de espaldas. Mientras lo hacía, en su pecho el corazón le latía aceleradamente, y a la vez ella buscaba en un paneo a su marido, en alguna de las secciones de la planta baja.

Entonces escuchó la voz de Miguel que venía de arriba, y que preguntaba si era ella, como si alguien más viviera en aquella casa. Pero lejos de molestarse en responder a tan tonta pregunta, la dama de cuarenta y seis años cumplidos, de piel blanca y con su cabello ondulado pintado de rubio, subió tan aprisa como pudo los escalones que llevaban a la panta alta. Pues no podía esperar más tiempo para informar a su marido, acerca del tan importante hallazgo que había hecho aquella tarde, hacía no más de una hora y media.

—¡Lo encontré, lo he visto! —expresó la dama, después de ingresar estrepitosamente a la pequeña habitación sin puerta, que Miguel de cincuenta y seis años había habilitado como su estudio.

El marido sobresaltado por aquella entrada de su esposa, y que había estado tan concentrado en lo que hacía, no entendió bien aquello que su esposa acababa de decirle, de modo que tuvo que preguntarle a quién se refería.

—Pero ¿Cómo que a quién? ¡Imbécil! ¡Al extraterrestre por supuesto! ¿No era a él a quien querías encontrar, para según tu encontrar nuestra mina de oro?

En cuanto escuchó aquella respuesta Miguel se sobresaltó; quedando con los ojos y la boca muy abiertos, y con una expresión francamente estúpida en el rostro. Después se quitó las gafas para leer que estaba usando, se levantó de su silla y de inmediato puso los lentes sobre la mesa que le servía de escritorio. Luego y olvidando el adjetivo tan grosero que su esposa acababa de dirigirle, se acercó a ella y la tomó por los brazos con cierta fuerza, pero sin lastimarla.

—Amor eso es grandioso pero, ¿Estás completamente segura de lo que dices? ¿De verdad era él?

—¡Claro que era él! —respondió Paola bastante molesta, zafándose de la sujeción de su marido, y dándole de inmediato la espalda pero sin alejarse de él, y luego agregó—, de modo que me mandas a buscar a quien según tú resolverá todos nuestros problemas financieros y nos volverá ricos, y cuando lo encuentro después de casi dos meses, eres tan tonto como para preguntarme a quién he encontrado.

Esta vez el marido de Paola la abrazó desde atrás y con mucha delicadeza, y le pidió disculpas mientras pasaba su cabeza por encima de uno de sus hombros, para finalmente plantarle un beso en la mejilla. Y le explicó que a esas alturas, él mismo ya había perdido la esperanza de encontrar a aquel ser, venido no sólo de otra galaxia sino que de otro universo, y que llevaba quién sabe cuánto tiempo viviendo entre seres humanos. Fingiendo ser uno de ellos, camuflándose a la perfección, para no verse distinto y poder pasar desapercibido. Y es que aquel ser de fuera de este mundo era capaz de eso, al tratarse de un alienígena del tipo “mimetizador”; un verdadero camaleón del espacio, según le había dicho Miguel a Paola.

A Paola tal como se encontraba y después de lo que había visto, el coraje con su marido no le duró mucho, se le esfumó tan rápido como había llegado; y es que pudo más la emoción de aquel encuentro con un ser inteligente, pero de una raza no nacida en la tierra. Y después de girar de nuevo para estar frente a su marido, finalmente y con expresión de asombro dijo:

—¡Iba completamente desnudo! Tal como me dijiste que iría, porque según tú respiran a través de toda su piel, ¡Fue impresionante Miguel! Nadie más que yo parecía notarlo.

El esposo le lanzó una sonrisa de oreja a oreja a Paola. Miguel estaba que no cabía de emoción y eso era muy notorio, sólo su parquedad habitual que era parte de su personalidad, le impedía estallar en gritos de triunfo, para saltar una y otra vez en una frenética danza de la victoria.

—¡Te lo dije Paola, y todo gracias al té! ¡Si no lo hubieras tomado tú tampoco lo notarías!

—Todo indica que sí —tuvo que reconocer Paola—, ese té casi insípido que tanto has estado bebiendo, y que de manera tan disimulada me hiciste empezara beber a mí durante una semana, con el pretexto de que es bueno para la salud y que a ti te gustaba mucho; parece haber logrado ese resultado, ¡pues yo fui la única que podía verlo tal como iba! ¡Totalmente en pelotas! Solamente llevaba una especie de pequeño maletín o mochila al hombro, ah y unos zapatos muy ligeros; y por supuesto una especie de cinta azul para sostener su, su…

—Su aparato de control mental —se apresuró a decir Miguel ya que su esposa parecía haber olvidado el término correcto para denominarlo— con el que crea una falsa imagen de que va totalmente vestido.

Se trataba según le había comentado Miguel a Paola, de un apéndice externo pero sin mayor utilidad en nuestro planeta, al que al realizarle un implante con lo más avanzado que le quedaba de su tecnología, aquel ser lo había convertido en la única manera de poder alimentarse aquí en la tierra. De ese modo obtenía la energía, que robaba en pequeñas cantidades de las hembras humanas, sin que nadie se de cuenta de ello, pues tan pequeñas extracciones no dañaban a ninguna.

—Y además como te dije —agregó el esposo— por azares del destino, es la energía de las mujeres la que realmente lo puede alimentar, no la de los hombres ni la de ningún animal; precisamente por eso es que el té no me sirvió a mí, tal como mi amigo Ramiro ya me había dicho; pero en cambio te ha servido a las mil maravillas a ti. Y ahora amor es tiempo de que comencemos a sacarle provecho, recuerda que, como quiera que sea ese ser llegó aquí desde otro universo, a través de un portal que su raza logró a abrir; lamentablemente fue el único que pudo pasar a través de él. Y muy tarde se dio cuenta que ya no podía regresar, y que su tecnología aquí era obsoleta, sin la energía que sólo estaba disponible en su propio universo.

Los seres de su raza son muy curiosos, están acostumbrados a desplazarse por el espacio en su propio universo, pero son muy pacíficos, él sólo quiere vivir en paz en nuestro planeta, ya que no pueden regresar al suyo. Los integrantes de su raza viven miles de años en comparación de nosotros, y cada vez que este que vive en la tierra es descubierto por alguna mujer que ha bebido el té, suele pagar grandes sumas de dinero en efectivo, todo con tal de que se le deje en paz. De modo que no hay de que preocuparse, le haremos ver que ya lo hemos descubierto, él nos pagará una muy buena suma para que no digamos nada a nadie. Después se irá de aquí lo más lejos posible, tal vez a otra ciudad o a otro país, modificará su rostro a voluntad, para no ser detectado con el que ya tiene ahora; y de ese modo todos contentos. Él seguirá viviendo entre nosotros en otro punto del planeta, y tú y yo seremos ricos amor.

—Espera, espera, para un poco —dijo la esposa interrumpiéndolo—, ahora tienes que explicarme cómo rayos supiste que este ser vivía entre nuestra ciudad precisamente, y cómo diablos averiguaste el vecindario exacto.

—¿Recuerdas que te dije que mi amigo Ramiro no era experto en el fenómeno ovni, pero una amiga suya de su anterior trabajo sí lo era? Bueno, esa amiga suya se había vuelto desde niña muy interesada en el fenómeno, a raíz de algo que su abuela le había confiado sólo a ella. La anciana no creía en ovnis, por lo menos no hasta que llegó a hacer amistad con este ser que vive en nuestra ciudad, sin saber que no era humano, ella llegó a conocerlo muy bien y a ganarse su amistad, al grado que el ser se sintió en confianza, y le reveló quién era realmente, y además le demostró con creces que lo que decía era verdad.

La mujer no estaba interesada en el dinero, sino en el hecho mismo de ser amiga de un ser que venía de otro planeta y otro universo; el mimetizador al darse cuenta de eso, prometió que si alguna vez un descendiente suyo la necesitaba, no tenía más que contactarle; y él mismo le dijo la manera de cómo cualquier mujer descendiente suya podría localizarle, pues seguiría viviendo en la misma ciudad mientras no se viera amenazado, sólo cambiando de ubicación en la misma, claro y también de identidad y de forma. De esa manera evitaría desplazarse muy lejos si no era necesario, y podría ser localizado fácilmente. Después de todo, esta ciudad no es tan grande, y él es el único que va desnudo por ella, claro que con el mismo aparato de control mental en su apéndice, es capaz de crear una imagen de tipo holográfico, que simula muy bien que va vestido.

Hace cosa de un año esa mujer que además era amante de Ramiro, estaba en apuros económicos muy serios, y en estado de ebriedad, y ante la imposibilidad de que Ramiro la ayudara al nivel que requería, ella muy molesta soltó la sopa, le platicó la historia a Ramiro y dijo que tomaría el té una semana, e iría a buscar al extraterrestre en el rumbo de la ciudad en el que había vivido su abuela. Después de unos meses renunció al trabajo, y mucho después Ramiro supo que se había marchado de la ciudad, pero que de algún modo, lo había hecho ya como una mujer adinerada.

Paola trató de asimilar todo aquello, el asunto era realmente sorprendente, pero totalmente real, ella lo había comprobado. Además aquí se combinaban varias cosas, la obsesión por el tema ovni, que su esposo había desarrollado desde niño; así como los problemas financieros, ocasionados por Miguel desde que hacía un par de años, había desarrollado una segunda obsesión por las apuestas y los juegos de azar. Hasta ahora la pareja de esposos había salido bien librada, pero Miguel cada vez controlaba menos su adicción al juego, un banco particular de dinero en efectivo no estaría tan mal después de todo. Pero entonces la hermosa mujer madura recordó algo más, lo que mayormente la había impactado en presencia de ese ser que no era de este mundo.

—¡Hay otra cosa que no entiendo Miguel! Tú ya me habías dicho lo de su apéndice convertido en un aparato de control mental, con el que son capaces de crear la apariencia de que van vestidos y con el que se alimentan, también me habías dicho la altura a la que lo tienen, eso y que son seres asexuados, que en su universo se reproducen mediante esporas, ¡pero diablos Miguel! La cuestión no es la altura a la que lo tienen, ¡Sino el hecho mismo de que es idéntico a un pene bien erecto! ¡Con todo y bolas peludas incluidas!

Al decir lo anterior esta vez fue la mujer la que tomó de los brazos a su esposo, y esté la tranquilizó.

—Claro, claro, eso también tiene sentido, recuerda que deben imitar la forma humana a la perfección, y en efecto son asexuados, pero su capacidad de transformación tiene un límite, y esta es que no pueden imitar la forma femenina tal como es, precisamente por ese apéndice a la altura en la que lo llevan, y además modificado; imagínate si son descubiertos por alguna mujer que ha tomado el té sin saberlo. Claro que no es tan fácil saber todos los ingredientes adicionales y las cantidades exactas, pero puede pasar, y si eso pasa, este ser sólo quedaría como un exhibicionista ante la mujer que lo descubriera, pero no como un extraterrestre.

Paola guardó silencio unos segundos meditando al respecto.

—Entiendo, tal vez tengas razón. —dijo finalmente.

Aún así ella conservaba en la mente la imagen mental de aquel apéndice, con el que el ser era capaz de realizar tantas cosas, y que tenía la forma exacta de un miembro viril completamente erecto, y hasta con las bolas peludas incluidas, tal como ella misma lo acababa de decir.

—Bien amor, ahora escucha, esto es lo que haremos… —dijo Miguel con una sonrisa enorme en el rostro.
(CONTINUARÁ)
 
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