MADRES, ESPOSAS E HIJAS (Parte 2)

RichardVelard

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Ene 9, 2022
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MADRES, ESPOSAS E HIJAS

PARTE 2

“—Sé que cuento con tu total discreción en este asunto —se apresuró a aclarar Yoana con tono serio—, dada la cantidad de madres, esposas e hijas implicadas”.

Dora Alicia Torres tenía cuarenta y dos años, era maestra de escuela elemental dando el curso de segundo grado, y era madre de dos hijos además de divorciada. Aquella era una mujer de carácter alegre, de tez morena y estatura media; y quien desde muy joven solía llevar el pelo corto a lo teddy boy.

Aunque siendo honestos, los hombres que se la topaban en la calle no se fijaban tanto en lo largo de su pelo, o en lo agradable en general de su expresión facial o de sus ojos. Todo este bello conjunto quedaba de lado, ante el todavía más hermoso trazo de sus caderas y su turgente y redondo culo. Los cuales ella sin querer hacía más notorios, al usar vestidos largos pero entallados. E incluso en últimas fechas, y desde que alguien la convenció de que a su edad convenía acudir al gimnasio regularmente, a la maestra Torres podía vérsele caminar en unos leggins apretados, que confirmaban que Dora Alicia, seria y profesora, tenía sus encantos muy bien puestos.

(NOTA ACLARATORIA: LA PRESENTE ES UNA OBRA DE FICCIÓN ERÓTICA, DESTINADA PARA SER LEÍDA POR ADULTOS, Y ADEMÁS CUMPLE POR COMPLETO LAS NUEVAS REGLAS DE ESTE FORO)

La maestra Torres aparentemente no lo sabía, o bien no parecía estar consciente de ello, pero el caso es que era una MILF en toda la extensión de la palabra; y como tal era admirada y deseada por los hombres. Pero esto es tan cierto como que, ni en la escuela ni fuera de ella, nadie después de su marido, del que se había divorciado hacía dos años, había sido capaz de conquistar su corazón, o por lo menos de llevársela a la cama; para así poder embestir a gusto, contra aquel magnífico culo de mulata de la profesora, mientras le estrujaba las medianas pero adorables tetas que tenía.

Y es que era un hecho —declarado por ella misma—, que Dora Alicia no buscaba ninguna relación a estas alturas; aquella dama había decidido dedicar su vida a la enseñanza y a ver por el futuro de sus hijos, los cuales estaban ya muy cerca de alcanzar la mayoría de edad. De manera que parecía, que aquellas tetas y aquel coño no serían disfrutados por nadie más.

Lo que Dora Alicia no esperaba, es aquel cambio tan drástico que se aproximaba en su vida; el cual canceló por completo sus tan sencillos y estrictos planes.

***​

Dos días antes de cambiar de domicilio, y cuando la mayor parte de las cosas ya estaban en la nueva casa, la cual era propia. Dora Alicia acudió a cortarse el cabello con Raquel, más como pretexto para despedirse de ella, que por que realmente lo necesitara; algunas de las mujeres presentes la reconocieron, y por lo mismo el tema principal de aquella plática fue el de la mudanza.

Entonces alguna voz preguntó cuál era el lugar al que la maestra se cambiaría, pues le preocupaba que la profesora dejara de dar clases a sus hijos. Y la profesora por su parte, aseguró que seguiría dando clases en la misma escuela; si bien ahora la ruta para llegar sería más larga para ella. Pero eso era lo de menos, y después de eso la plática siguió amena y sin contratiempos.

Pero justo cuando la maestra ya se marchaba del lugar, o mejor dicho cuando ya iba andado sobre la banqueta, después de la efusiva despedida de Raquel y de algunas otras conocidas que había en el local. Entonces fue, que una mujer desconocida se acercó a ella y le tocó el brazo, pidiéndole unos minutos para hablarle; Dora se detuvo, y notó de inmediato que la desconocida iba con el rostro descompuesto, aparentemente de temor y gran preocupación.

Era evidente que había estado allí en el local de Raquel, Dora recordaba haberla visto de reojo, sentada en alguna de las sillas mientras esperaba su turno, hojeando alguna de las revistas. Y tuvo la impresión de que las facciones de la mujer no estaban originalmente así, que cambiaron en algún momento de la plática, en la cual por cierto no participo, pues Dora y ella no se conocían.

—Tengo que advertirle algo… me siento en la obligación de hacerlo —dijo con un hilillo de voz.

Y sin esperar respuesta comenzó a hablar en cascada, casi sin detenerse y sin tragar saliva, sobre ciertos hechos sucedidos según ella, en el vecindario al que Dora Alicia estaba por cambiarse. Y por los cuales aclaró, era mejor no trasladarse a vivir allí BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA. Por lo menos no mientras aquello no fuera destruido…

La mirada de seriedad y pavor que aquella mujer demostró durante la plática, o mejor dicho durante su largo monólogo, eran tan contundentes, como poco creíbles y dignas de crédito, fueron todas y cada una de las afirmaciones de los supuestos sucesos.

Para asombro de la profesora, la desconocida le habló de magia negra, de hechicería y de rituales macabros, que acontecían primero por las noches, pero que con el paso del tiempo fueron llevándose a cabo también, a plena luz del día, y eso era todavía peor. Según ella había fuerzas siniestras que operaban en el lugar. Le habló de una casa embrujada en la cual se había originado todo; y luego, aquello había ido tomando más y más fuerza. Al grado que aquella influencia sobrenatural, había tomado control de casi todo el vecindario… y eso hasta donde ella se había quedado en él. El hecho es que las cosas según ella, a estas alturas deberían estar mucho peor; aunque ignoraba hasta qué nivel, pues ella había logrado salir huyendo de allí desde hacía tiempo, y naturalmente no pensaba volver jamás.

***​

Eran poco más de las diez de la noche y hacía calor. La profesora estaba sentada en el sofá de la sala. Tenía una copa de vino en una mano, y sobre la mesita de centro había otra, y a un lado la botella, a la cual ya se le había bajado una buena parte del contenido.

¡Hasta luego! —dijo Maya— y se despidió de Dora Alicia con un beso en la mejilla.

Por un segundo o menos de un segundo, la escena estuvo a punto de tornarse un poco chusca, o tal vez más que eso. Pues en un movimiento involuntario y rápido, Dora Alicia movió la cabeza, y aquel efusivo beso acabó plantado, a escasos milímetros de la boca de la profesora.

—Perdona querida —se apresuró a decir la maestra, sonriéndole a la joven de dieciocho años mientras bajaba la mirada.

—No se preocupe —dijo Maya, alegre y sin inmutarse, y luego se dio la vuelta, y se alejó dirigiéndose a la salida de la casa, mientras se despedía a gritos de Yoana, de quien era hija y quien se encontraba en la planta alta.

Dora Alicia vio a la joven caminar, con aquel minivestido entallado, y sintió que el corazón se le salía del pecho. La mirada de la profesora para con aquella joven, era totalmente lasciva en esos momentos; sabiendo que no había nadie más en la sala, Dora Alicia casi se la comía con los ojos.

Aquel vestido era sumamente revelador, dejaba al descubierto el cuerpo ligeramente grueso de aquella joven alta, que con aquellos tacones lucía más alta, y con sus enormes tetas casi saliéndose por el escote, y aquellas piernas deliciosas. Y por si fuera poco el maquillaje exagerado, sobre todo el lápiz labial, con el que la hija de su amiga de los días de universidad Yoana, bueno pues… parecía una autentica puta.

De hecho, conociendo como conocía a Yoana desde su juventud, quien desde entonces era más recatada, por lo menos en el vestir, Dora Alicia no podía entender cómo la hija fuese tan distinta en gustos, si bien del rostro y de carácter eran bastante parecidas las dos hembras.

—¡No llegues muy tarde hija! —gritó la madre desde la planta alta, quien había subido a buscar algo que había quedado de mostrar a Dora Alicia en cuanto su hija se retirara.

—No te preocupes má, todo bajo control —respondió la hija.

Y entonces Dora Alicia se dio cuenta, que la hija de su amiga, aunque ya había abierto la puerta de la casa, se encontraba frente al umbral aún. Y es que parecía tener problemas con uno de sus zapatos, de modo que estaba agachada, casi sin flexionar las rodillas, mientras trataba de arreglarlo. Entre esa posición y lo corto del vestido, la imagen que se ofrecía a los ojos de Dora era maravillosa, alucinante, sumamente morbosa.

Dora Alicia se preguntó, si su amiga le había contado a su hija que, a pesar haber estado casada y sido madre de dos hijos, su verdadera vocación sexual era la de Safo. Pero de inmediato se respondió que probablemente no. Yoana por su parte y desde hace mucho, sabía muy bien que la ahora profesora era una lesbiana hecha y derecha. Esto a pesar de que la vida y las obligaciones sociales la habían hecho ocultar su orientación.

Incluso Dora Alicia había convencido a Yoana en su juventud, de probar las delicias del amor entre hembras, aprovechando que ella era cuatro años mayor que su amiga, cuando ambas estaban en la universidad. Pues Dora había entrado tardíamente a la carrera.

Yoana que no era lesbiana accedió, más por experimentar y por complacer a su amiga que por ninguna otra cosa. Pero el asunto no pasó de allí; además dejaron de verse cuando Yoana abandonó los estudios; y ahora, tanto tiempo después se había reencontrado, al vivir ambas en aquel vecindario.

Dora escuchó los pasos de su amiga bajando por las escaleras, y justo en ese momento se distrajo de la hermosa visión que estaba en el umbral de la puerta. Cuando volvió a mirar, sólo vio la puerta cerrándose desde el otro lado.

Yoana venía jugando con lo que parecía ser un llavero, pero que cuando finalmente su amiga se sentó a un lado de ella en el sofá y encendió la pantalla de 50 pulgadas que había del otro lado, resultó más bien ser un juego de memorias USB, unidas todas por una delgada correa de plástico.

—Bien, helo aquí —dijo con semblante alegre—, con esto te demostraré lo que realmente pasó en este vecindario.

—Pero… si dijiste que no había pasado nada —replicó la profesora—, que sólo eran infundios de aquella mujer, y de la supuesta vidente con la que se reunía, la cual también quedó como mentirosa.

—Escucha —dijo Yoana— yo no dije que las cosas pasaran como las dos señoras lo contaron a diestra y siniestra. Justamente el que no pasaran así, fue lo que más las desacreditó. Pero además no tenía caso asustarte más de lo que ya lo estabas, cuando nos encontramos al poco de llegar tú y tus hijos a vivir aquí.

—De manera que… —dijo Dora Alicia sin completar la frase.

—Ahora que ya llevas casi medio año viviendo aquí, y que tú misma has comprobado que no hay nada malo sucediendo en el vecindario; y que además es un sitio bastante agradable y tranquilo, en el que los niveles de delincuencia han bajado considerablemente; que no hay una sola casa embrujada ni tonterías por el estilo. Bueno, pues es el momento de que sepas ABSOLUTAMENTE toda la verdad —dijo Yoana con tono tranquilo y amable.

—¿Y la verdad está en esas memorias?

—Así es —dijo Yoana entornando la mirada de manera enigmática, mientras sonreía de una manera poco usual.

Al mirar aquella expresión en el rostro de su amiga, Dora Alicia creyó notar una cierta chispa, como de carga sexual en ella, si bien no estuvo segura de que así fuera. En todo caso, el vino aunque suave y todo, bien podía estar subiéndosele a la cabeza.

—Ahora que lo pienso —dijo Dora Alicia frunciendo el ceño—, ésta sería la primera ocasión que alguien acepta públicamente que algo… que algo en verdad pasó en este vecindario. Es como si nadie recordara nada al respecto. No… más bien es como si nada hubiera pasado en ningún momento, y por eso no hay nada que mencionar; y sin embargo esa señora se veía muy segura de que lo que me con…

—¡Paciencia querida! —le interrumpió Yoana de manera tajante y segura, mientras conectaba una de las memorias en el equipo de tv, después de haberlo encendido.

Aquella era una enorme pantalla de tv de cincuenta pulgadas—, y Yoana no tardó mucho en encontrar el video que buscaba.

***​

»Antes de comenzar tengo que aclararte —dijo Yoana—, que realmente muy pocas personas han visto el contenido de estos videos; muchos de ellos fueron grabados por cámaras de seguridad, tanto dentro como fuera de las casas, en algunos casos reconocerás lugares por los que seguramente has caminado y conoces. Pero otros corresponden a lugares más y más lejanos, lo cual echa por tierra, por lo menos una de las afirmaciones que esa señora te dijo.

»Francamente, yo no la culpo a ella de todo este malentendido, lo cierto es que esa mujer es totalmente inocente en este caso. La verdadera culpable de sus miedos y temores, así como de que saliera huyendo de aquí como una loca, fue esa anciana estafadora, la supuesta vidente, que le calentó la cabeza con infundios y tonterías. ¿Y sabes por qué lo hizo? Por puros intereses monetarios.

«Esa estafadora llevaba mucho tiempo lucrando, con los problemas reales de mucha gente de este vecindario; haciéndoles creer que mediante sus talismanes y conjuros podría ayudarlos; cuando lo único que hacía era sacarles el dinero una y otra y luego otra vez, mientras sus problemas crecían. Realmente me alegro de que la junta de vecinos haya decidido expulsarla de aquí, ella sí que merecía que la echaran; y lo mejor que pudo hacer es largarse.



La escena que se veía en la pantalla, empezaba a eso de las once de la noche según el mismo reloj de la grabación. Y a la profesora no le costó mucho esfuerzo ubicar el lugar; se trataba de un angosto y largo andador que durante el día se usaba mucho para cortar vuelta. Pero durante la noche o madrugada era muy poco recomendable para transitar, ya que se encontraba entre la parte posterior de un grupo de casas, y las instalaciones del tanque de agua que surtía a la zona.

El paso a deshoras en aquel andador era prolongado y sin testigos; y esto era así por las paredes altas que protegían las instalaciones de agua por un lado, mientras que por el otro estaban las de tamaño medio, que cerraban la parte posterior de la hilera de casas. Aún así el sitio se veía totalmente iluminado, pero esto era porque ante los frecuentes asaltos, un comité de vecinos había logrado que se instalaran algunas lámparas. Y además un vecino recién llegado, había mandado instalar un par de cámaras, pagándolas de su propio bolsillo, y administrándolas desde su domicilio. Justamente una de esas dos cámaras, era la que había grabado aquel video, aclaró Yoana.

Solitario y peligroso a esas horas, el andador se miraba vacío, y así se mantuvo durante varios minutos, de manera que Yoana tuvo que adelantar un poco el video, y durante la cámara rápida, apenas una persona atravesó por el lugar. Dora que lo había utilizado durante el día, sabía que si se entraba en él por el lado de la calle lateral, la salida del mismo después de llegar al otro extremo, conducía al fondo de una especie de estacionamiento, exclusivo para la línea de autobuses; el cual era en realidad la terminal de la línea.

Pero como por las noches y por seguridad, los autobuses se guardaban en otro lugar cercano, el lugar estaba por lo regular completamente vacío; además, por la calle a la que daba frente el lugar, había sido instalada una pluma y parte de enrejado tubular; de manera que nadie podía usarlo de manera particular, si bien el paso peatonal no se interrumpía en ningún momento.

Yoana siguió adelantando el video, mientras hablaba de la problemática vivida en años recientes, con esa enfermedad que ocasionó estragos a nivel mundial, y para la cual nadie estaba realmente preparado. En la que según dijo y remarcó, hasta el presente no había surgido vacuna alguna realmente confiable.

Aquella plática no parecía tener mucho sentido en esos momentos, pero Yoana siguió hablando en el mismo sentido, hasta que de repente se interrumpió para decir:

—Ah, allí está —y entonces detuvo el avance rápido del video y lo regresó unos segundos.

Después de lo anterior la mujer dejó de hablar, y permitió que el video siguiera su curso en tiempo normal.

Un hombre había pasado por el pequeño andador, entrando por el lado de la calle lateral y después había salido del ángulo de la cámara, era obvio que se había dirigido hacia el estacionamiento. Dora lo vio sin notar nada raro, salvo por el hecho que llevaba uniforme; a ella le pareció que era uno de los vigilantes, encargados de cuidar las instalaciones del tanque de agua, y cuando lo vio regresar lo confirmó. Lo único raro fue que no estuviera dentro de las instalaciones, aunque tal vez había salido a dar un rondín en el exterior.

El reloj marcaba quince minutos para la una de la mañana, entonces el tipo se detenía, y quedaba mirando hacia el lado del andador que desembocaba en la calle lateral, es decir de espaldas a la cámara, y se mantuvo así durante unos treinta segundos, como si estuviese a la espera.

De repente del extremo mencionado se veía a alguien avanzar hacia él.

»—Sé que cuento con tu total discreción en este asunto —se apresuró a aclarar Yoana en tono serio—, sobre todo, dada la cantidad de mujeres de este vecindario implicadas, todas ellas madres, o esposas o hijas. Y que por si fuera poco aún viven aquí. La razón principal de que te muestre estos videos, es para que sepas la realidad concreta y todos los pormenores del caso; y además para que tengas claro, cómo fue que un pequeño pero, si me permites decirlo a la vez numeroso grupo de mujeres, resolvimos el asunto para nuestro mutuo beneficio; sin que hubiera absolutamente nadie herido o lastimado, ni mucho menos muerto.

«Vamos, que lo de los supuestos ritos macabros y los sacrificios humanos… todo fue mentira; toda esa basura sin sustento, fue lo que la seudo vidente usó para tratar de enardecer al vecindario, y cuando no lo logró llamó a la policía, y consiguió digamos cierta atención mediática; pero lo más que consiguió fue hacer que la policía se presentara en aquella casa; para ver si por lo menos una parte de lo que la anciana decía era cierto; pero cuando se comprobó que simplemente era una fiesta con varios vecinos invitados, la misma policía recriminó las actitudes de esa mujer.

La profesora que seguía mirando la pantalla mientras su amiga hablaba, no tardó Dora en darse cuenta que eran, no uno sino dos pares de pies los que avanzaban, y cuando la pareja finalmente se dejó ver por completo. Dora pudo ver que eran hombre y mujer. No le costó mucho reconocerlos, si bien no sabía con exactitud sus nombres. Y además no parecían tener nada que hacer allí a esas horas.

El hombre era el dueño de un pequeño local de venta de electrónica y productos afines, en donde también reparaba este tipo de aparatos, y la mujer era su esposa. Ambos vivían bien y no tenían hijos, aparentaban ser una pareja en los treinta aproximadamente.

Los dos se veían muy bien vestidos tal como acostumbraban, y la mujer como siempre tenía su largo y sedoso cabello suelto; el hermoso pelo negro caía y le llegaba casi hasta la cintura, aquella era una dama realmente hermosa, aunque bastante seria y callada, pero de carácter agradable. Y cualquier hombre que hubiera estado observado la escena, no tardaría en estar de acuerdo en que una hembra así, debería estar a esas horas en la cama y siendo montada por su marido.

La escena no tardó mucho en pasar de un encuentro casual y a deshoras, a algo verdaderamente fortuito. Ante lo cual Dora Alicia quedó con los ojos y la boca abiertos como platos.

El hombre de uniforme pareció entablar de inmediato una plática con la pareja, y estuvieron así casi un minuto; el encuentro parecía casual aunque Dora tuvo la impresión de que el hombre y la pareja se conocían, todo parecía marchar bien hasta que de repente, el tipo de uniforme atrajo a la hembra hacia él, tomándola bruscamente por los brazos, y de inmediato hizo que ella quedara la primera y viendo hacia el estacionamiento, con él detrás de ella.

Sin perder tiempo y con la misma rudeza, le estrujó las tetas por encima de la ropa y no tardó en liberarlas, tirando con ansiedad de la blusa blanca que la hembra portaba; aunque sin romperle la ropa; la hembra por su parte sólo pareció un poco sorprendida, pero no demasiado, y tampoco hizo por intentar escapar o gritar. Pero lo más sorprendente de todo fue, que mientras el hombre comenzaba a olisquear y luego a besar y morder el cuello de su esposa; el marido allí presente no hizo absolutamente nada; salvo quedar detrás de ellos dos, dando la espalda a la calle lateral, y sólo volteando a ver por encima del hombro, como para proteger a la pareja que tenía delante, de posibles miradas indiscretas, desde la entrada del andador.

—¡Pero qué demonios! —dijo Dora Alicia sin dejar de mirar la pantalla.

El hombre le había levantado el vestido floreado a la mujer y la dedeaba con rudeza, ella parecía un poco asustada, pero más por el lugar que por ninguna otra cosa, y seguía dejándose manipular según al desconocido aquel le viniera en gana. El tipo la seguía penetrando con los dedos de una mano, mientras con la otra evidentemente empezaba a liberar su pene de su pantalón. ¡Era obvio que iba a culear aquella hembra allí mismo! Esto en cuanto su pene estuviera fuera de sus, digamos ataduras; aquello era tan obvio como que el marido no lo impediría. Dora Alicia no tardó en reconocer que, la única función del marido en aquel momento, era proteger a la pareja que estaba delante suyo, para que pudieran copular a gusto.

—¡Ya está, lo vez! ¡La ha penetrado! —casi gritó Yoana jubilosa.

A esta expresión Dora Alicia no supo que decir, y de la manera más discreta que pudo, volteó a ver a su amiga de los días de universidad. Sin alcanzar a entender bien a bien, la causa del júbilo y la alegría de su amiga, al ver que aquel extraño penetraba en un lugar púbico a una de sus vecinas. Y además casada, sin hijos pero casada. Y para colmo con el marido al lado.

Aquello era realmente extraño e inusual. Y por lo mismo la profesora se congratuló de haber seguido el único consejo, que aquella mujer le había dado si pisaba el vecindario en el que ahora vivía. El de usar o portar en todo momento un objeto de oro sobre su persona, la única defensa efectiva en contra de aquella magia… o lo que fuera.

***​

El tipo en efecto estaba ya dentro de la mujer, cuyo nombre según dijo Yoana era Lorena; y la penetraba con verdadero fervor, con embestidas furiosas y sin importar que el marido estuviera presente. El esposo por cierto no daba muestras de sentirse excitado ni nada por el estilo; pero tampoco de rechazo o aversión, por lo que aquel hombre estaba haciéndole a su mujer.

Al ritmo tan desbocado al que la hermosa mujer estaba siendo poseída, era casi imposible no eyacular en ella de un momento a otro, y más tratándose de una hembra como aquella. La esposa parecía estar teniendo un orgasmo en esos momentos, sus ojos estaban cerrados y su boca muy abierta; era evidente que estaba disfrutando de aquella montada que el extraño le estaba dando, sin piedad ni miramientos. A juzgar por su expresión de goce, era como si nunca hubiera sido tomada de aquel modo, y ahora por lo mismo lo disfrutaba a tope. El marido se mantenía a la expectativa, como guardián de aquella cópula.

Pero de repente el rostro de la mujer cambió por completo; y pasó de una expresión de total placer, al de una de sorpresa y temor; la esposa pareció ver algo en la distancia, y de inmediato intentó erguirse por completo, ya que estaba echada un poco hacia adelante, por la posición en la que aquel desconocido la había puesto para montarla a gusto.

En vano luchó la asustada hembra por deshacer la posición, el hombre la sujetó con más fuerza de lo que ya lo estaba haciendo; e incluso parecía que gesticulaba con fuerza mientras la miraba por un lado. Era como si estuviera dándole un severo regaño, por haber intentado desensartarse. Y esto pareció quedar confirmado por hecho, de que un segundo después asestaba una nalgada durísima en uno de los glúteos de la mujer. Y lo hizo con tanta fuerza, que Dora vio como la mujer se estremecía con el impacto; incluso y a pesar de que no había audio, la profesora casi pudo escuchar la fuerza del golpe sobre aquel culo exquisito.

Después de eso la mujer bajo la cabeza y desistió de intentar zafarse; parecía avergonzada, y lo confirmó el hecho de que sacudió un poco la cabeza; todo para conseguir que una parte de su larga cabellera, le cayera hacia adelante por ambos lados, buscando que con esa acción su rostro quedara en parte velado. Y después de eso, simplemente permitió que la monta tan efusiva y feroz, de la cual estaba siendo objeto continuara.

A Dora Alicia no le llevó mucho tiempo entender, lo que había causado sorpresa y temor a aquella mujer casada; pues después de unos instantes, vio aparecer dos figuras más en escena; se trataba de dos hombres, ambos habían entrado al andador por el lado del estacionamiento, razón por la cual la penetrada esposa fue la primera en verlos a lo lejos; de allí se explicó la profesora, que Lorena intentara deshacer el abrazo sexual del desconocido.

Por increíble que pudiera parecer, aquel encuentro pareció de lo más simple y casual; la maestra de escuela vio con gran asombro, como llegado al punto en que los dos grupos de personas se encontraron, ambos bandos simplemente intercambiaron saludos, y si acaso se detuvieron un par de segundos. La mujer penetrada en ese momento, respondió evidentemente a los saludos por cortesía, pero ocultó todavía más su rostro entre sus hermosos cabellos, y bajó aún más la cabeza. Pero el desconocido que la poseía, dándose cuenta de esto, jaló su cabello adrede con fuerza, haciéndola que mostrara su rostro por completo, la mujer que no se esperaba el tirón abrió la boca, en una expresión de queja de dolor y de placer mezclados, esto mientras mantenía sus ojos bien cerrados. Mientras la penetración continuaba a un ritmo frenético y sostenido, sin cambios.

En cuanto a los otros transeúntes, lo más que llegó a pasar, tomando en cuenta lo angosto de aquel largo corredor, fue que la pareja en coito tuvo que hacerse un poco a un lado; y después el marido hizo lo mismo. Y los hombres siguieron su camino sin que demostraran ningún interés en lo que estaba pasando. Incluso ninguno de ellos volteó a mirar a la pareja, una vez que siguieron avanzando para salir por el otro extremo.

—No es magia —reiteró Yoana— ni tampoco hechicería ni ninguna de esas cosas; se trata de un campo de fuerza mental. Es invisible y quien entra en él, se siente automáticamente obligado a apoyar en lo que sea que necesite, al hombre que ves ahora penetrando a Lorena, así es como funciona. Como ninguno de ellos fue requerido, simplemente pasaron de largo.

Dora Alicia escuchó perfectamente lo que su amiga acababa decir, pero aquello seguía sin tener sentido para ella. Era como si Yoana estuviera explicando las causas de aquella situación, en un idioma desconocido para la profesora. Para el caso daba igual que no fuera ningún tipo de magia o hechizo, ella seguía sin entender. Aunque ahora no tenía duda, de que las advertencias de aquella mujer en su anterior vecindario, de hecho tenían sustento. Es decir el asunto seguía siendo ilógico, pero ahora la profesora sabía que era totalmente, innegablemente real.

En todo caso, al seguir viendo aquel video junto con la fecha y el tiempo en avance que marcaba, no pudo evitar llegar a una conclusión por sí misma, y a plantearla en voz alta, en forma de afirmación y a la vez de pregunta.

—¡Demonios! —exclamó la profesora—, ese tipo el vigilante, lleva ya mucho tiempo cogiendo a tope a esa mujer. Yo diría que demasiado, ¿cuánto más va a culearla antes de venirse?

—Exacto —respondió Yoana con total tranquilidad, mientras se reacomodaba en el sofá al lado de su amiga. Y luego la instó a seguir mirando el video, a la vez que con el mando adelantaba un poco la velocidad del video.

Cuando Yoana detuvo el avance rápido habían transcurrido ya diez minutos más… pero la penetración continuaba, sostenida, frenética y hasta el fondo de aquella deliciosa vagina; todo casi sin cambios, salvo por el hecho de que la mujer, tímida y temerosa en un principio, ahora había comenzado a sonreír, Lorena seguía con los ojos completamente cerrados, pero sonreía y reía, mientras hablaba con su penetrador que en ese momento era su dueño. Ambos sostenían ahora una plática continua, y el marido intervenía en ella ocasionalmente; incluso el marido había comenzado a sonreír.

—¡Esto es increíble! —dijo Dora tomando un largo trago, directamente de la botella.

—Sí, lo sé —dijo Yoana lanzando una risita, mientras en su rostro había una expresión de alegría burlona—. Pero sigue mirando, ¡No vas a creer lo que sucederá más adelante!

Después de dicho lo anterior la mujer se levantó de manera rápida del sofá, diciendo a su amiga que iría por otra botella. Pero de algún modo se desbalanceó y trastabillo un poco, aunque se recuperó sin caer.

Aún así no pudo evitar que algo cayera de sus manos, o mejor dicho de su muñeca; y Dora escuchó el impacto amortiguado del pequeño y ligero objeto contra el alfombrado suelo de la sala. Yoana no se demoró en levantarlo.

Era el delgado y diminuto reloj de oro que Dora le había visto usar en todo momento.

Mientras su amiga estaba en la cocina y se demoraba un poco más de la cuenta, la profesora Dora Alicia reflexionó:

El siguiente día era sábado, sus hijos estaban con su padre, y pasarían el fin de semana en su casa; ella misma tenía pensado pasar la noche en casa de su amiga, charlando y bebiendo, y en el mejor de los casos y con unas copas encimas… tal vez reactivar la pasión lésbica con ella. Y además estaba este asunto, este primer video y los otros que faltaban por ver… por si fuera poco se sentía segura, pues estaba de por medio la protección del oro. Tanto en ella como en su amiga, en forma de reloj para una y en forma de anillo para la otra. Y a todo lo anterior había que agregar el hecho, de que su curiosidad femenina había sido espoleada, ¡y de qué manera!

Mientras pensaba lo anterior había visto a una persona más pasar por aquel angosto andador, y la cópula entre aquella pareja continuaba, así como la ocasional conversación de tres.

—¡Allí está, finalmente, creo que ha comenzado a venirse! —casi gritó Dora a Yoana cuando esta estaba saliendo del umbral de la cocina.

Pero a Yoana, quien parecía conocer de memoria aquel video, simplemente le bastó ver por un segundo la imagen de la pantalla, para contradecir a su amiga.

—¡No! Todo lo contrario nena —dijo Yoana alegremente—, el tipo esta aferrado a la mujer como puedes ver; se ha detenido y ahora se tambalea, pero no porque se esté viniendo dentro ella, ni tampoco por cansancio. Mira, parece que va a caer hacia adelante, llevándose a la mujer con él al suelo. Ahora su marido va a intervenir para que no caigan.

—¿Pero entonces? —preguntó Dora desconcertada y tratando de no perder detalle. Ante lo cual Yoana respondió con toda seguridad.

—Estuvo a punto de venirse sí, pero se contuvo, es posible que haya derramado unos pequeños chorritos, tal vez dos o tres, la mujer debe haberlos sentido en sus ovarios, pero también ella se engañó si pensaba que eso era la eyaculación total.

—No lo puedo creer —dijo la profesora y añadió— ¡Es demasiado tiempo!

Dora pudo ver como la escena en la pantalla se dividía en dos, ahora además de la cámara original, podía verse una segunda toma aunque lejana, hecha desde la parte contraria del corredor por la segunda cámara. Era obvio que el video había sido editado previamente. Por otra parte y gracias a las opciones que la misma pantalla ofrecía, Yoana hizo un acercamiento a esa segunda cámara, y luego también acercó la de la primera cámara.

Con estas acciones y dada la buena calidad de las imágenes grabadas, así como del enorme televisor, en la pantalla aunque dividida pudo apreciarse mucho mejor ambas escenas tanto por delante como por detrás.

El esposo estaba frente a su mujer, y tenía los brazos extendidos, con las palmas de las manos contra los hombros de ella, manteniendo la tensión con todo su cuerpo, para que ni su esposa ni su poseedor en esos momentos, cayeran hacia adelante por el peso del segundo contra ella.

El tipo la abrazaba con todas sus fuerzas, mientras tenía su rostro hundido contra ella entre su cuello y uno de sus hombros. Dora siguió pensando que sí se había venido, aunque Yoana dijera lo contrario, lo cierto es que en esa posición en la que se le veía, realmente parecía exhausto, pero aún así no se separaba de aquel hermoso cuerpo, y en particular de aquel delicioso culo.

El tipo parecía seguir hablando ocasionalmente con la mujer, y ella le contestaba; en aquel momento la mujer parecía hablarle con dulzura, a juzgar por la expresión atenta, e incluso preocupada de su rostro, la hembra realmente parecía muy interesada, en el bienestar de aquel extraño que estaba detrás suyo, y que de manera tan brutal la había estado poseyendo.

Después de un par de minutos, el desconocido pareció mucho más recuperado, Dora se dio perfectamente cuenta de que, desde que había dejado de bombear y hasta ahora que empezaba a reposicionarse y a dar unos bombeos ocasionales y algunos giros; en ningún momento se separó de aquella mujer a la que aferraba por detrás.

Finalmente, Dora Alicia tuvo que reconocer, que aquel tipo mago o con poderes mentales, había estado totalmente erecto durante todo ese tiempo, dentro de la vagina de aquella mujer casada.

Y justamente en esos momentos, los embates contra aquel hermoso culo comenzaron de nuevo, y fueron gradualmente aumentando de nivel. Mientras el marido, quien había dejado de apoyar a la pareja pues ya no era necesario, extraía de entre sus ropas algún objeto. Desde la cámara que los filmaba por delante, el rostro de la mujer se iluminaba de alegría, sus ojos estaban abiertos y ya no buscaba esconder el rostro entre sus cabellos ni bajaba la cabeza, incluso ella misma tenía los brazos estirados hacia atrás para sujetar al hombre que le estaba dando la culeada de su vida, y ahora le hablaba con total confianza, era obvio que lo incitaba a penetrarla con furia.

—El esposo ha recibido una llamada a su celular —dijo Yoana con actitud traviesa—, hay una amiga de ella buscándola, habían quedado de verse por whats y platicar toda la noche o parte de ella. Pero como no ha aparecido se ha preocupado por ella, además de que ha visto desde su casa caminar a ambos por la calle, y luego doblar por el andador; y al no saber nada de ella durante tanto tiempo, se le ha hecho raro.

Yoana le aclaró que la mujer había dejado el móvil en casa, y por eso después de intentar a ese número, había marcado al del marido.

—¿A eso te referías cuando me dijiste que no me imaginaba lo que sucedería? —Preguntó expectante la profesora.

—¡Sí, precisamente! —respondió Yoana y después de eso plantó un tremendo y prolongado beso en los labios de su amiga.

***​

La profesora no esperaba aquel beso, sin embargo lo disfrutó por completo, fue delicioso volver a sentir aquellos labios de su amiga, a la que tantos años atrás había logrado llevarse a la cama.

Lamentablemente para ella, justo cuando había comenzado a responder a aquel beso, y estaba por meter o intentar meter su lengua dentro de la boca de Yoana, esta rompió el encanto, separándose de improviso de Dora Alicia.

—¡Discúlpame! —dijo Yoana un tanto abochornada—. Tú sabes que no soy lesbiana, pero es que este licor se me ha subido a la cabeza, me temó que compré una botella de mayor graduación de lo habitual.

Y después de decir lo anterior revisó la botella que había en la mesa. Para unos segundos después agregar.

—O tal vez he bebido más de la cuenta; lo que pasa es que me emociona mucho enterarte de este chisme y mostrarte estos videos, quiero que los veas todos, no sólo para que te enteres; sino para que te nos unas.

—¿Qué? —dijo la profesora dejando de ver la pantalla, y mirando fijamente a su amiga ebria.

—Así es —dijo Yoana—, acomodándose en el sofá hasta quedar completamente acostada en él, con sus piernas sobre las de Dora Alicia que seguía sentada. Y luego continuó.

—Yo, mi hija y un pequeño grupo de mujeres del vecindario, tenemos a nuestra disposición ese mismo poder mental que ves a ese hombre usar en el video. Y disfrutamos de él a tope, sin preocuparnos, ni ponernos en peligro en ningún momento. No hay riesgos ni daños colaterales. Y nuestras vidas siguen tal como siempre, tanto en lo social, como en lo laboral y hasta en lo familiar. Tú podrías seguir como docente en la misma escuela, y no descuidarías ni a tu casa ni a tu familia.

La profesora volteó de inmediato a ver la pantalla sin decir nada más; su boca estaba ligeramente entreabierta. Parecía estar cavilando.

Todo aquella combinación: entre el licor, el contenido de los videos y aquel beso; y además las piernas de su amiga sobre ella. De algún modo todo ello había comenzado a tener repercusiones allá abajo, entre sus piernas y muy cerca de aquel hermoso y peludo pubis.

Sí, la vagina de labios gruesos de la profesora había comenzado a humedecerse; pero entonces su amiga mencionó algo que hizo que aquella cueva amorosa vibrara de placer, y comenzara a lubricar con mucho mayor intensidad.

—En tu caso particular; imagínate la de coños que podrías tener a tu disposición. De entre todas las mujeres hermosas, de belleza natural, que hay en este vecindario. Solteras o casadas, altas o bajas, rubias o morenas… madres, o esposas, o hijas…

A la profesora no le llevó mucho tiempo entender y procesar mentalmente, aquello último que le dijo Yoana; por lo mismo su vagina ahora estaba encharcada en jugos, y tenía unas ganas enormes de dedearse a fondo. Mientras en la pantalla una segunda mujer había aparecido en escena.


(Continuará)
 
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