La Cofradía de Padres - Capítulos 001 al 005

heranlu

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La Cofradía de Padres - Capítulo 001


Creía que me había perdido cuando llegué. El sitio era oscuro y húmedo. Incluso me pareció haber sentido pasar una rata bajo mis pies. Pero la sensación de lo prohibido, el morbo por la situación, me hizo tener una erección.

Al final de aquel pasillo, vi una puerta con una marca pintada en ella. Toqué dos veces y luego una más, tal y como habíamos quedado.

La puerta se abrió con un chirrido solo un poco y pude ver unos ojos que se asomaban desde dentro.

-¿Quién es?

-Soy la letra J. Acordamos llamarnos por letras.

-No tengo ninguna letra J. Afirmó el hombre tras la puerta.

-Déjale pasar. Oí una voz detrás de él.

Me dejó pasar y al principio no pude ver nada. La diferencia entre la oscuridad del pasillo y la claridad de dentro, no me dejó ver nada.

-Habíamos quedado en que seríamos solo nueve. Oí que me iba explicando el hombre que me dejó pasar. Lo reconocí por la voz, porque aún no podía ver casi nada.

-Yo recibí hace dos días la invitación, expliqué. Recibí la letra J, como había elegido.

-Si, es verdad. Pero luego decidieron que la reunión se haría solo con las letras de la A a la I. Y he pensado, qué más da. Cuantos más seamos contando nuestras experiencias, mucho mejor. ¿Cuantos años tiene tu niña?

-18, le dije.

-Mucho mejor. A esa edad su conchita es de lo mas apetecible.

Iba a decir que si, pero me interrumpió.

-Mejor lo cuentas cuando estemos todos.

Debido a que los cuerpos de seguridad estaban investigando los ciber-delitos y entre ellos, la tenencia de fotos con jovencitas, varios padres incestuosos habíamos decidido fundar lo que llamábamos: “El club de los padres que se follan a sus hijas” que, aunque no era tan rimbombante como “El club de la lucha” nos permitía desahogarnos en persona sobre nuestras actividades con nuestras hijas, y así, evitábamos que internet y las redes sociales pudieran descubrirnos y acabar detenidos o, lo que era aún peor, en prisión.

El hombre que me había acompañado, debía de ser nuestro anfitrión, me hizo sentarme en una silla colocada en semicírculo, como si fuera una reunión de alcohólicos anónimos.

Recuerdo que dos meses antes había recibido una carta en mi buzón. No llevaba remitente y en su interior, escrita con letra tosca, había una nota bastante grande. Decía más o menos algo así como que si me sentía atraído por mi hija y si me había masturbado alguna vez con sus braguitas o pensando en ella, me invitaban a unirme al club. Un club que por entonces no tenía aún nombre y que si quería participar en el, solo tenía que devolver un si y escoger una letra de la A a la J. Que solo seríamos diez miembros y que pronto tendría más noticias de el.

Respondí pronto. Era verdad que me había sentido excitado por mi hija y en una ocasión me masturbe con sus braguitas. Es más, las había dejado pringadas con mi semen y tuve que lavarlas antes de que volviera del instituto.



Estaba con estos pensamientos cuando el hombre, al que llamaré nuestro anfitrión, como antes, se acercó a mi con un pequeño papel con la letra J escrita. Me lo pegó en la solapa. Igual que en alcohólicos anónimos como os dije.

Entonces, se encendieron unas luces detrás de nuestras sillas y pude ver al resto de padres, ya señalados de la A a la I.

Había de todo, como en botica. El de la letra A era joven, no debía pasar de 35, así que imagino de que edad debía ser su hija. El de la letra B era más mayor, tendría unos 45 o 46. Gordo, barrigón, con barba y con pinta de que le gustaran todas las jovencitas, no solo su hija. El de la C llevaba unas gafas de sol, pero por su aspecto debía de tener 55 años o incluso más. Con la D teníamos a un joven de unos 25, así que cosa extraña que tuviera una hija. La letra E la tenía otro hombre de unos 40, 42 con aspecto atlético. La F un hombre entrado en años. Unos 70 debía tener. Con la G un hombre entre los 35 y 40. Con la H y la I dos hombres, eran hermanos gemelos. Y con la J, por supuesto, yo.

Eran todos bastantes parecidos, salvo el hombre de 70 años y el joven de 25.

Estaba pensado a quien debía de estar tirándose el de 25 años, cuando nuestro anfitrión nos invitó a participar en un sorteo.

-Ahora señores, vamos a hacer un sorteo para saber quien empieza contando su historia.

Llevaba una bolsa donde metió unas bolas como en el bingo, con nuestras letras impresas.

De la nada apareció una joven, no tendría más de 19 o 18 años y el anfitrión le dio la bolsa.

La chica agitó la mano dentro y extrajo una letra. Era la J. Me había tocado a mi comenzar con la historia.

El anfitrión me hizo un gesto para que comenzase. Miré alrededor mío y vi como el resto de participantes me miraban impacientes porque comenzase a contar mi historia. Así lo hice.

-Mi hija tiene ahora 18 años, expliqué. Es una chica muy guapa, pero nunca la miré en plan sexual ni nada. Recuerdo una noche que estábamos mi mujer y yo haciendo el amor en nuestra habitación. Mi mujer estaba encima mío y yo estaba disfrutando mucho. Ese día estábamos los dos muy excitados y nos fuimos directamente a la cama. Aunque mi mujer se movía deprisa, yo estaba aguantando bastante.

De repente vi como la puerta de nuestra habitación se abría un poco. Como yo estaba debajo, tenía la puerta enfrente de mi y pude ver unos ojos que se asomaban. Sin duda, era mi hija, y el hecho de verla así, espiándonos, hizo que me excitara mucho más y que en ese instante, acabara corriéndome dentro de mi mujer.

Di un gemido fuerte y en ese momento, mi hija desapareció de mi vista. Se había marchado. Mi mujer se quejó porque ella no se había corrido aún, pero le dije que no importaba, que ahora la iba a compensar.

-La puse a cuatro patas y me la follé así, en esa postura. Solo que en ese momento recordé la cara de mi hija mientras me follaba a mi mujer. Cuando mi mujer se corrió, con unos gemidos bastante fuertes, por cierto, yo seguía empujando, pero solo veía la cara de mi hija. Ahí empezó todo.

-Recuerdo que una semana después, mi mujer estaba en un viaje de trabajo. Yo me había levantado pronto, serían las 8 o así, cuando bajé a preparar el desayuno. Después de desayunar, me extrañó que mi hija no bajara, por lo que subí a su habitación.

Me la encontré dormida en su cama. Estaba acostada de lado y con sus piernas un poco abiertas. Podía ver sus muslos y sus braguitas que dejaban adivinar su chochito.

Me senté en la cama a su lado. No se porqué me chupé un dedo y lo puse en su braguita. Acaricié su chochito y comencé a masturbarla.

Mi hija se giró dormida, como poniéndose más a mi alcance. Seguí moviendo mi dedo con más fuerza. Entonces empezó a gemir.

Aceleré al máximo la masturbación, mientras yo también me excitaba. Mi polla se puso dura mientras mi hija llegaba al orgasmo.

Gemía como una loca y tuve que taparla la boca porque podrían oírnos los vecinos.

Después de correrse, no se porqué me sentí mal y salí de su habitación casi corriendo.

Me metí en el baño y puse la cabeza bajo el grifo para refrescarme de la calentura que me había entrado.

Me secaba la cara con la toalla, cuando vi que mi hija estaba frente a mi en el umbral de la puerta completamente desnuda.

Nos quedamos los dos parados ahí mirándonos. Yo no sabía que hacer, pero mi polla estaba erecta y mi hija sabía exactamente que la deseaba.

Fue ella la que tomó la iniciativa y se fue a mi. Nos besamos apasionadamente.

Abrí el grifo de la ducha, me quité el calzoncillo y ayudé a mi hija a entrar.

El agua caía sobre nosotros. Me pareció oír el teléfono, pero no le presté mas atención. Bajé hasta su coño y se lo comí como se lo hacía a su madre y mi hija se volvió loca.

Antes de follar, me di cuenta de que iba a necesitar protección. Mi hija podría quedarse embarazada aunque fuera virgen. No me atreví a preguntarle por su periodo, tampoco era plan de ponerse en ese momento a preguntarle, por lo que me salí de la ducha y volví con un preservativo. Creí que no me quedaban en casa, porque entonces lo hacía a pelo con mi mujer, pero vi que me quedaban un par de ellos y que no estaban caducados.

Me lo puse, y despacio, penetré a mi hija. Era virgen y por lo tanto le dolió, pero con el agua y yo que no iba demasiado rápido, enseguida la desvirgué y no le dolió demasiado.

No puede evitar correrme antes de que ella empezara a disfrutar. La saqué y me tumbé un momento en el suelo de la ducha para recuperarme. Mi niña necesita de nuevo mi polla y la volví a penetrar con el preservativo lleno de semen y así me la volví a follar.

Duré un poco más que antes y mi hija tuvo por lo menos dos orgasmos. Así empezamos a follar.

Cuando acabé el relato, noté la cara de salidos que mostraban todos y me fijé en que algunos estaban empalmados.

El anfitrión me dio las gracias y todos aplaudieron. Hizo un gesto y la chica del sorteo me cogió de la mano y me llevó con ella a otro cuarto. No sabía que iba a hacer.

Me sentó en una silla y me bajó los pantalones y los calzoncillos. Cogió gel lubricante y lo untó por mi polla y empezó a meneármela hasta que se puso dura.

Al verme así, empezó a chupármela. Yo me dejé hacer. Supongo que era el premio por contar mi historia.

Más tarde me dijo que le comentara donde quería correrme. Le dije que en las tetas y ella, obediente, sacó mi polla de su boca y la dirigió a sus tetas, cuando le avisé que estaba a punto de correrme.

Tras eyacular, se limpió bien y me limpió a mi, y me devolvió a la sala, donde se disponía a hacer otro sorteo.

El resultado del sorteo hizo que le tocara al hombre de unos 70 años, tenía la letra F.

El hombre hizo un gesto para levantarse, pero el anfitrión le hizo sentarse con otro gesto.

Comenzó a hablar:

-Hola, me llamo...

-Nada de nombres, por favor.

-Ah, si. Soy la letra F. Tengo 70 años y mi mujer tiene 45. Enviudé hace poco y mi mujer tiene una hija de 20 años.

Con mi mujer he tenido que tomar siempre Viagra o Cialis, o alguna pastilla así. Pero fue conocerla a ella y no necesito nada. Bueno, me estoy apresurando. Ahora contaré la historia desde el principio.



La hija de mi mujer tiene 20 años y es una joven muy guapa. A mi edad me gustan maduras, pero tampoco le hago ascos a una joven. Así que cuando estoy sobre todo en la playa me gusta mirar a las jóvenes, pero nunca había tenido una erección mirando a una desde que cumplí los 67.

Mi hija un día estaba tumbada en la hamaca tomando el sol, tenemos una piscina en la comunidad, cuando la vi así, tan hermosa, que mi pene volvió a despertar.

Cuando subí a casa era la hora de la siesta y a mi mujer le apeteció hacerlo. Me tomé la pastilla y enseguida estaba a punto.

Estaba encima de ella, moviéndome despacio, hay veces que al follar creo que me va a dar un infarto, jeje, cuando oí música que venía de la habitación de mi hija. Al poco dejó de sonar, imagino que se puso los cascos y entonces empecé a moverme más fuerte y así seguimos follando un rato más, hasta que acabamos.

Nos duchamos y terminamos por echarnos la siesta.



Al día siguiente me levanté pronto y fui a mear. Estaba empalmado, por lo que no atinaba a mear en la taza. La puerta estaba abierta y justo en ese momento, la hija de mi mujer me pilló así.

No se que me pasó que eyaculé justo delante de ella. Vamos que me corrí y el semen cayó medio en el suelo y medio en la taza.

-¿No vas a dejar nada para mi? Oí que me dijo.

Yo no sabía donde meterme. ¿De verdad estaba oyendo lo que esta diciendo? ¿Me estaba volviendo loco? ¿Una joven de 20 años se había excitado con un viejo como yo?

La miré y le dije que volviera a la cama, que era pronto aún.

Me dijo que ayer nos había oido hacerlo, que en realidad había conectado los cascos para que pareciera que escuchaba la música, pero, en realidad, nos espiaba.

-Parece que follas bien para tu edad, me dijo. Quiero probarte.

-Eres mi hija, le contesté.

-Qué va, hombre. Soy la hija de tu mujer, que es distinto. A ti no te toco nada.

La verdad es que como le pasó al señor de la letra J, dijo señalándome, mi polla se puso dura, sin necesitar Viagra ni nada por el estilo.

-¿Y donde vamos a hacerlo? Le dije. Tu madre está en casa.

-Si, pero está durmiendo y no se enterará de nada. Vamos a la piscina.

Estaba loca pensé, en la piscina aunque era temprano, podía vernos cualquiera.

No hizo caso a mis advertencias y cogiendo un bikini rojo, me arrastró a la piscina.

Bajamos a la piscina y solo vimos a una mujer con dos niños que chapoteaban con los flotadores puestos.

Mi hija, bueno mi hija es un decir, se tumbó con el bikini a tomar el sol. Yo me senté en la tumbona y le hice gracias a los niños que estaban enfrente nuestro.

Después de chapotear un poco la madre con los pequeños, decidieron salir del agua. Se secaron y se fueron.

La chica, no diré su nombre, claro, se levantó de la tumbona y me cogió de la mano y me llevó a la parte de atrás de la piscina donde guardaban las sombrillas y tumbonas durante el invierno.

-¿Lo has hecho alguna vez con una jovencita?

-Si, claro, le dije. Cuando era joven.

-¿Y después no?

-No. A mis años ¿qué joven va a querer hacerlo con un viejo como yo?

-No eres tan viejo. Me dijo.

Me tumbó en una hamaca y ella se subió encima. Se quitó la parte de arriba del bikini y me dijo:

-¿Cuanto hace que no ves unas tetas así?

-Demasiado. Contesté.

Para entonces mi polla estaba erecta como nunca y ella solo se frotaba sobre mi. Me estaba poniendo a cien.

Subía y bajaba sobre mi rabo y notaba las gotitas del liquido preseminal que salían de mi glande.

Entonces me di cuenta de algo y me estaba sintiendo mal por abusar de ella. Pero bueno era ella la que había empezado.

-No tenemos...protección, le dije.

-Yo no me quemo al sol. Contestó picara.

-No, tonta, me refiero a condones.

-Lo haremos a pelo. Nunca he sentido una polla mayor dentro. Vamos, no te ofendas, es que eres mayor.

-Ya lo sé. Podría ser tu padre. O incluso tu abuelo, pensé.

Pero enseguida me olvidé.

Diciendo esto se quitó la braga del bikini y se quedó desnuda.

Cogió mi polla y se la metió despacio, como si fuera a romper. Comenzó a botar.

-Joder, joder, que gusto, decía. Ah, ah, ah, papá. ¿Puedo agh, agh, llamarte papá?

-Como quieras. Estaba disfrutando tanto, que como si me llama Ernesto, me daba igual.

Seguimos un rato más así, ella sobre mi y yo no podía mas. Iba a echárselo todo. Pero entonces decidí parar. Cogí la braga del bikini y se la puse. La deslicé de un lado y se la volví a meter como en un video porno que vi hacia tiempo, donde una pareja follaba igual.

Subía y bajaba acompasada perfectamente conmigo. Aunque llevábamos tiempo casados, nunca había follado con su madre como ahora lo estábamos haciendo.

Más tarde, y ya al borde del orgasmo, la giré y la puse a cuatro patas sobre la hamaca conmigo de pie. Se puso a gemir como una loca.

-¡Papá, papá, papá! Me corrooooooooo......

No era su padre, pero que más daba si la hacia disfrutar como una loca.

Noté que eyaculaba justo cuando ella tuvo su orgasmo, porqué noté como su coño de 20 años me apretaba la polla y en ese momento no pude mas.

Me quedé dentro empujando mi pelvis contra su culo mientras la agarraba fuerte por las muñecas y me descargaba todo entero.

Fue lo más. No recordaba haber tenido un orgasmo tan intenso.

El hombre se quedó callado un momento. Luego dijo:

-Bueno, follamos todas las semanas. Cuando su madre no está, claro. Ella toma la píldora y deja que me corra dentro.

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La Cofradía de Padres - Capítulo 002


Cuando la chica del sorteo volvió, lo hizo limpiándose la boca, por lo que deduje que el viejo se había corrido en ella. El muy mamón no había tenido el decoro de hacerlo en su cara o en sus tetas y la pobre chica no podría haberle dicho que no, claro. Aunque yo también había tenido mi mamada, por lo menos me corrí en sus tetas y no en su boca.

La chica se arregló la blusa y se subió más los pantalones y de nuevo cogió la bolsa y reanudó el sorteo.

Está vez sacó la letra B. Era el gordo barrigón. Hizo que tosía un poco y comenzó su historia:

-Desde hace bastante tiempo tengo la costumbre de sacar fotos a las crías en el metro. No me malinterpretéis ¿eh? Son crías jóvenes pero no demasiado, de unos 16, 17 años o así. Sobre todo me encantan en verano, cuando van con esos pantalones cortos con los que enseñan muslos y que casi muestran el culo por debajo. Uff, me pongo bruto solo de pensarlo.

Bueno, a lo que iba, el caso es que un día que volvía antes del trabajo, oí unos sonidos que venían del cuarto de mi hija. Asomé un poco la cara y me encuentro a mi hija follando con su novio. Bueno, imaginé que era su novio porque estaban haciéndolo como dos perros en celo. Mi hija tiene 17 años y pensé que era demasiado pronto para que lo hiciera, pero viéndolos así me puse un poco bruto y no se me ocurrió otra cosa que ponerme a grabarlos con el móvil.

Los pillé justo cuando mi hija se ponía encima del chico y este le agarraba las tetas. No sabía como poner el móvil para que no me vieran grabándolos.

Aunque un poco torcidos, conseguí grabarlos.

Esa noche estaba viendo la televisión, mi mujer se había acostado pronto y mi hija había salido, cuando cogí el móvil y decidí ponerme el video de mi hija follando con su novio.

Me puse los auriculares y al poco de verlo me excité. Estaba empalmado y aunque era mi hija, me dio por masturbarme.

Estaba arriba y abajo con mi mano meneándomela, cuando apareció mi mujer. Pese a que estaba con la mano bajo el pantalón, paré de repente. Tenía una fuente de la cena enfrente, que había dejado a propósito ahí por si le daba por aparecer, y seguí disimulando, haciendo que veía un video musical.

-No puedo dormir, me dijo, hace mucho calor. Voy a refrescarme la cara.

La oí trastear en la cocina y refrescarse. Bebió agua. Al poco salió.

-Nada, que no se me quita el calor. Voy a darme una ducha, ¿te vienes?

Estaba claro que así no se le iba a quitar el calor. Pero la acompañé.

Como ya estaba empalmado fue fácil.

Follamos como locos bajo la ducha con el agua fría. Aunque creía que con el agua se me iría la erección, no fue así.

Mi mujer gozó como una loca. Gimió y gimió hasta que no pudo más. Después de corrernos, estábamos tan acalorados que acabamos durmiendo en la bañera.

Al día siguiente, nuestra hija entró en el baño y se puso a mear. No se dio cuenta de que estábamos allí todavía en la bañera, hasta poco después.

Se levantó y después de limpiarse y lavarse las manos, tiró las bragas al suelo, imagino que se disponía a ducharse, cuando nos vio allí.

Estaba solo con el sujetador puesto. Mi polla se empezó a enderezar, ella se debió de dar cuenta y salió del baño dando un portazo. Mi mujer pensó que era porque nos había visto desnudos a los dos en la bañera.

Me fui a ella y le hablé:

-Oye, siento que nos hayas visto así. Es normal que las parejas hagan el amor y....

-No, no pasa nada.

-Imagino que tu también habrás hecho....Me callé. Iba a meter la pata si seguía hablando. Se daría cuenta de que la había visto hacerlo con su novio.

Se disculpó y se fue a su cuarto.

Un día, a la hora de la comida me preguntó algo. No sabía por donde iba a salir.

-¿A mamá le gusta que te pongas encima?

Me puse colorado como un tomate.

-Me refiero a cuando hacéis el amor. Como tu tienes esa barriga y eso. Vamos, lo siento si te he ofendido.

Pero no me ofendió. Me estaba poniendo cachondo.

-A tu madre no le importa que me ponga encima. Ver botar mi barriga la pone más cachonda aún. Como ella no tiene tripa, puede rozarla con la mía. Y le encanta ponerse encima mío y ver como bota.

-Mi chico no tiene tripa, confesó. Y a veces no me gusta que esté tan plano. Cuando lo hacemos se le notan las costillas. Me gustaría que mi novio tuviera un poco de tripa. No tanto como tu, claro, pero algo.

Entonces no sabía por donde iban los tiros....

Una semana después estábamos los 3 desayunando. Mi mujer terminó rápido porque tenía que irse pronto a trabajar. Esa semana le habían pedido entrar un poco antes.

Nos quedamos solos mi hija y yo. Ella estaba mojando galletas en la leche, cuando de repente hizo un gesto con la galleta. Eran de estas alargadas y simuló claramente que era un pene que se metía en un coño.

Primero lo hizo despacio, muy despacio y luego aceleró el movimiento. Terminó salpicando algo de leche y gimió como si fuera un tío. Buf, buf, buf.

-¿Qué haces hija? Le pregunté.

-Nada papá. Imaginaba que la galleta se follaba a la leche. Je,je.

Yo estaba sin camiseta y con el movimiento al mojar las galletas y después los cereales, mis tetas y mi barriga se movían un poco. De repente, noté el pie de mi hija sobre mi paquete. Empezó a restregarlo.

-Hija, ¿qué haces?

-Ya te dije que mi novio no tiene tripa. Está muy delgado y...

-Ya, ya lo sé. ¿Y qué pretendes frotando mi paquete?

-Que mires a tu hija con otros ojos. Ya no soy una cría pequeña.

-¿Quieres follar con tu padre? Se lo solté así sin más, sin pensar.

-Dicho así, suena un poco fuerte. Mejor digamos hacer el amor.

Mi hija se levantó despacio. Recogió los platos y los vasos, yo todavía no había acabado y los echó en la pila.

Me cogió de la mano y me llevó a mi habitación, bueno la de mi mujer y yo.

Allí me tumbó y me quitó el pantalón corto que llevaba y el calzoncillo. Ella llevaba la iniciativa.

Me dijo que lo haríamos a pelo. No le pregunté siquiera si tomaba la píldora, aunque era muy joven para ello.

Enseguida estaba comiéndome la boca y yo la correspondí. Mi polla se puso tiesa enseguida y me pidió que se lo hiciera en la postura del misionero. Quería sentir mi barriga sobre ella.

Así lo hice. Se la metí más bien rápido y enseguida empecé a entrar y salir de su coño joven, adolescente. La fantasía de mi vida echa realidad.

No duré demasiado esa primera vez, la verdad, y me corrí con un gemido alto, que enloqueció a mi hija, que me clavó las uñas con fuerza.

Estaba claro que ella no se había corrido aún, pero disfrutaba con mi polvo y con mi corrida.

-Es lo mejor hacerlo a pelo papá. Me confesó. Con mi novio tenemos que hacerlo siempre con goma y es un rollo porqué no le siento bien.

Mientras me recuperaba para volver a follar, mi hija me confesó que le gustaba masturbarse pensando en mi y que debía tener a su madre muy satisfecha con mis polvos.

La verdad no le dije nada. Imagino que mi mujer disfrutaba, pero es que nunca fue muy expresiva en ese aspecto.

Mi hija me la meneó un poco más, ya estaba casi a punto y cuando estaba otra vez empalmado se tumbó de nuevo boca arriba, se abrió de piernas y me invitó a penetrarla de nuevo.

-¿No quieres ponerte tu encima? Le pregunté.

-No, papá. Acabemos así. Anda fóllame y llévame al orgasmo.

Obedecí enseguida y volvimos a follar. Está vez duré más que antes, evidentemente y mi hija se corrió por los menos dos veces antes de hacerlo yo de nuevo. Fue increíble.

Con esto terminó el relato y el anfitrión aplaudió y todos hicimos lo mismo.

Volvió a aparecer la chica y se lo llevó. Pero esta vez no le hizo una mamada, porqué al poco oímos los gemidos de ella, sin duda estaban follando.

Más tarde, el hombre me contó que se lo hizo a cuatro patas, con ella apoyada en la silla donde me había sentado para la mamada. Vaya, hombre afortunado, pensé.

El anfitrión nos invitó a parar un rato y a tomar algo para reponer fuerzas. Teníamos bebida y unos sandwiches que comimos en silencio antes de retomar los relatos.

El chico de los 25 años intentó contarme algo, pero la chica no le dejó. Parece ser que no querían que contásemos nada entre nosotros.

La chica le sonrió y sonó una especie de campana. Parecía el timbre de cuando acabábamos el recreo en el instituto.

Como estudiantes obedientes, volvimos a sentarnos.

Volvimos de nuevo al sorteo y salió la letra D. ¿Casualidad? No sabría que decir.

-Antes de nada quiero pedir disculpas porque en un principio no creí que este club fuera real, explicó el joven. Ahora que he comprobado lo cierto que es, quiero agradecer a todos darme esta oportunidad y ahora contaré mi historia.

Realmente no tengo una hija. Es la hija de una amiga a quien me estoy tirando, pero el anfitrión me dijo que podía contar mi historia igualmente.

Se llama ---, tiene 14 años y es una cría muy adulta para su edad. Tiene el cuerpo de una mujer de 20 años por lo menos. Tiene un buen par de tetas, un buen culo y unas caderas anchas que me gusta sobar mientras me cabalga. Bueno, perdón, me estoy apresurando.

Esta amiga me pidió un día hacer de canguro de su hija y de unas amigas. La chica que había contratado se había roto la pierna justo el día antes y estaba en el hospital.

Le dije que si, que incluso no tendría que pagarme nada, pero ella insistió. Quedamos sobre las 9 de la mañana, era verano y las crías no tenían colegio.

Llegué antes de las 9. Tras enseñarme la casa y donde tenía la cosas para preparar la comida, ya que faltaría casi todo el día, nos despedimos.

Preparé un buen desayuno, no lo habían tomado aún y tuve que poner orden un par de veces porqué las crías no paraban quietas.

La hija de mi amiga terminó la primera de desayunar y llevó el plato y el vaso a la pila y ella misma lo fregó.

Las otras dos se hicieron las remolonas y tuve que ser yo el que fregara los platos y vasos.

Ella se fue a su habitación y cerró la puerta. Las otras se pusieron a jugar con la tablet.

Yo me senté en el sofá y me puse a dormitar, me había entrado sueño y la verdad, no tenía nada que hacer.

Me desperté a la 1 de la tarde. Me había quedado profundamente dormido y ahora tenía que preparar la comida.

En ello estaba, la chica no aparecía, así que en un momento, decidí llamar a su cuarto para decirle que quedaba poco para que la comida estuviera preparada.

Como no abría la puerta, decidí entrar y cual fue mi sorpresa cuando la descubrí viendo una película porno.

-¿Qué estás haciendo?

-Viendo una peli para adultos.

-Una película porno querrás decir.

-Si, una porno.

-Pero tienes 14 años. Deberías estar viendo una película de dibujos animados o algo de eso.

-Ya soy mayor y veo lo que quiero.

-No debes saber aún que el sexo.

-¿El sexo? Si, ya se lo que es. He espiado a mis padres muchas veces haciéndolo.

-Eres una cría. Anda, vamos, deja eso y ven que la comida ya está casi lista.

-Espera, que la tía está a punto de correrse.

¿Qué lenguaje es ese para su edad? pensé.

Fui a cogerla del brazo y a apagar la tele, cuando ella se giró y me dijo:

-Te la chupo y me dejas terminar de ver la peli.

-¿Qué dices niña? ¿Cómo que me la chupas?

-Si, tu polla. ¿Te gustaría?¿La tienes grande?

-Anda, vamos, se lo contaré a tu madre.

-Si se lo cuentas, le diré que a mi padre que te la follas.

Me estaba chantajeando. Era verdad que habíamos follado un par de veces y la niñata esta se había enterado.

-Venga, que la peli está acabando.

En un principio estaba paralizado, pero luego no pude evitar una calentura. Me bajé un poco el pantalón y el calzoncillo y le enseñé mi polla a una cría de 14 años. Estaba morcillona.

Empezó a chupármela como una loca, como si tuviera 20 años mientras seguía viendo la película.

Después de un rato estaba a tope y justo cuando la tía de la película se corrió yo estaba a punto.

-Sácala, me dijo, no quiero tragarme tu semen.

Solo con decirme eso, la sacó de mi boca y yo no pude mas y me corrí en su cara adolescente, dos chorros grandes y el resto cayó en su pechera.

Las niñas nos llamaban desde la cocina y justo en ese momento me di cuenta de que me había dejado la sartén en el fuego y la comida se estaba quemando.

Me limpié la polla corriendo y la limpié a ella y salimos de la habitación.

Arreglé el desaguisado y comimos lo que pudimos.

Las peques se fueron a echar la siesta más tarde y la cría me volvió a chantajear con follar conmigo o le contaría a su padre que me tiraba a su madre.

No sabía que era peor, si que supiera que me tiraba a su mujer o a su hija.

La cría parecía que tuviera más años de lo que tenía, porque era ella la que llevaba la iniciativa.

Después de volverme a chupar la polla, me hizo masturbarla guiándome con su dedo. Cuando se corrió con mi dedo, no se quedó satisfecha y me hizo que le metiera el dedo por el culo.

La muy zorra gemía como una loca, pero bajito, para que las otras niñas no pudieran oírla. Yo estaba como loco viéndola así.

No podía pensar más que en otra cosa que en metérsela.

Evidentemente no tenía gomas conmigo y si me corría dentro sin protección podría dejarla embarazada, porque ella ya tenía la regla.

Se lo dije, pero al parecer le dio igual. Quiso que me corriera fuera.

Se puso encima mío, pese a ser tan joven, era muy dominante y quería que lo hiciésemos así.

Esa primera vez follamos rápido, para que no pudieran pillarnos. Ella me cabalgó con fuerza. Sus tetas adolescentes subían y bajaban al ritmo de mis embestidas. Era muy excitante ver como me estaba follando a una cría tan joven.

-¿No te corres aún? Me dijo. Si que duras. Las niñas se van a despertar.

Encima la jodía me estaba metiendo prisa.

Me incorporé y le sobé las tetas. Chupé sus pezones y noté como llegaba al orgasmo.

Me corro, aquí dije su nombre. Me voy, me corro, me voy, jodeeeeer, me corroooooooooo.

No pude evitar soltar unas gotas de semen dentro de ella, porque no le dio mucho tiempo a salirse de mi.

Terminamos de follar. Vi que las sabanas habían quedado un poco manchadas. Nos vestimos y oí como las niñas se habían despertado y se iban a la cocina. Estaban esperando la merienda.

Cogí las sabanas y antes de preparar la merienda, les dije que les enseñaría primero como poner la lavadora. La chica sonreía mientras metía las sabanas manchadas de mi semen.
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La Cofradía de Padres - Capítulo 003



Hicimos un nuevo receso. El anfitrión se movía nervioso de aquí para allá hablando por teléfono. No sabía que le estarían diciendo, pero parecía preocupado.

Al cabo de unos minutos terminó. Estamos acabándonos el nuevo refrigerio cuando se dirigió a nosotros.

-Al parecer este local ya no es seguro. Tengo información de que están detrás de nosotros y podrían saber que estamos aquí. Afortunadamente no saben quienes somos, solo tienen sospechas y no tienen nada claro.

Yo miré a mi compañero de al lado, el de la letra A y no sabíamos que decir.

-Ahora seguiremos con el sorteo, pero como todavía quedan seis integrantes del grupo, iremos más rápido. Lo contaran de dos en dos, hasta llegar a los seis.

La chica volvió con la bolsa y sacó dos letras, la A y la C. El joven que no debía pasar de 35 y el hombre de las gafas de sol, que pese a la semioscuridad, no se quitaba para nada las gafas de sol.

El anfitrión miró su reloj y dio paso a la letra A.

-Hola, soy la letra A, dijo señalando la letra escrita. Tengo 36 años y estoy casado con una mujer muy hermosa de 33 años. Tenemos una hija de 18 años. Es muy guapa, ha salido a su madre, pero como el resto, nunca la vi como una mujer. Solo como mi hija.

-El caso es que hace un par de meses, mi mujer nos propuso irnos de vacaciones con nuestros vecinos de bloque. Son una pareja muy simpática y tienen dos hijas de 20 años, mellizas.

Cuando llegamos a la playa, dejamos el equipaje. Estábamos cansados, pero lo primero que hicimos fue ponernos los bañadores y bajarnos a la playa.

Mi mujer está muy buena en bañador, pero cuando vi a las hijas de mis vecinos, me quedé sin palabras. Para entonces no me había fijado aún en mi hija.

Las dos tienen unos buenos pechos, y unas caderas casi más grandes que las de mi mujer. Cuando se metieron en el agua, nosotros nos quedamos fuera tumbados en la arena. Mi vecino me dijo:

-¿Qué? ¿A qué están buenas mis hijas?

-¿Estás loco? Le contesté. En ese momento ni siquiera pensaba en el incesto. Son tus hijas.

Seguimos hablando de otras cosas y cuando las chicas salieron del agua, las dos con un bañador azul, todas mojadas marcando sus curvas, sus pezones se marcaban así como su vello púbico, me volví como loco. Una erección empezó a crecer bajo mi bañador.

Mi hija iba detrás, pero yo ni la miré.

-¿Qué? ¿Has cambiado de opinión? Me preguntó.

-Si que están buenas, pero son tus hijas, no puedes hacer nada con ellas, es incesto.

-¿Y quién te ha dicho que haga nada?

No le contesté. Me olvidé de todo y perdí la erección enseguida.

De vuelta al apartamento, comimos y luego nos echamos la siesta. Teníamos tres habitaciones, dos de matrimonio y una pequeña. Mi mujer y yo y mis vecinos ocupamos esas dos y nuestras hijas una pequeña con literas.

Hacia mucho calor y yo no podía dormir, miraba al techo cuando oí un ruido que venia de la habitación de mis vecinos. La cama se movía. Sin duda estaban follando.

Con el ruido del colchón yo ya no podía dormirme y me puse cachondo. Me giré para mirar a mi mujer, pero roncaba, así que decidí aliviarme.

Después de masturbarme, me limpié con unos clinex y para no hacer ruido, los dejé bajo la cama. Escuché unos pasos y vi cómo las gemelas habían salido de su habitación y se quedaban paradas en el umbral de la habitación de sus padres, viendo cómo estos follaban.

No sabía que estaría haciendo mi hija, pero ella nunca nos había pillado follando.

Al poco la cama empezó a moverse aún más rápido, mientras los gemidos de mis vecinos iban en aumento. Las mellizas se reían mirándolos y al rato estallaron los dos en un orgasmo.

Las chicas desaparecieron, no sabía dónde. Mi mujer seguía roncando y ese momento mi hija entró en nuestra habitación.

-Papá, me dijo. ¿Porqué hacían tanto ruido? Se sentó en la cama junto a mí. Llevaba puesto el bañador rosa con el que habíamos bajado a la playa y estaba preciosa.

-No lo se hija.

-Cuando mamá y tú lo hacéis, no gritáis tanto.

Mi mujer y yo habíamos hablado con mi hija de sexo desde que tuvo la regla. Le explicamos de dónde venían los hijos y eso, pero nunca sospeché que nos hubiera oido hacerlo.

-Ya, cariño, le dije. Es que a tu madre y a mi nos da corte de que nos oigas.

-No pasa nada papá. Es amor. Pero los vecinos son muy escandalosos.

Me quedé mirándola en la penumbra. Habíamos bajado la persiana pese al calor para que no entrara luz. Su pelo moreno caía sobre sus hombros y marcaba sus facciones. Estaba preciosa. Fue la primera vez que la vi como una mujer.

El hombre de la letra A hizo una pausa para beber agua y continuó su relato.

Una semana después, una noche mis vecinos, las mellizas y mi mujer decidieron salir de marcha a la feria de la playa. Mi hija y yo decidimos quedarnos, estábamos cansados. Habíamos estamos navegando en unas motos acuáticas y la experiencia había sido agotadora.

Eso lo precipitó todo.

Yo estaba en el salón viendo la tele y mi hija estaba en la habitación escuchando música. Algo despertó en mi. Quizá fue que esa mañana al ir en la moto acuática mi hija se cayó al agua y al subirla de nuevo, toqué su pecho sin querer.

Me levanté del sofá y me dirigí a la habitación. Mi hija estaba boca abajo escuchando música y movía la piernas al ritmo de ella. Su culo se movía también.

-Cariño, le dije. Estamos solos.

-¿Si papá? Dijo quitándose los cascos.

-Que estamos solos. Tengo que decirte una cosa. Te amo.

-¿Papá?

-Si, has oído bien, te amo. Ahora podré darte el amor que nunca pude. Diciendo esto le quité el pantalón y le dejé en bragas.

Mi hija me miraba como embobada. Nos besamos apasionadamente y mi polla se puso firme.

Me desnudé y le dije que ahora sabría lo que su madre sentía cuando hacíamos al amor.

Le quite el sujetador dejándola también desnuda. Nos miramos de pie uno enfrente del otro y volvimos a besarnos.

Masturbé a mi hija con un dedo y luego la tumbé y le comí su coño adolescente, tan jugoso, tan tierno.

Después de que ella se mojara, estaba tan caliente que solo quería que me la follase.

-Papá, házmelo ya, me dijo. Házmelo como a mamá.

-Claro cariño. ¿Eres virgen?

-No. Ya lo hice con un noviete del instituto. Puedes hacerlo sin miedo a que me duela.

-Espero que tomaras precauciones.

-Si, papá. Que tierno te pones. Me dijo sonriendo.

Entonces no pude más y la penetré con ansia. Mi niña. Carne de mi carne, ahora era mi amante.

-Ah. Gimió mi hija y me agarró la espalda.

La deje sin moverla dentro un instante para saborear su coño. Era estrecho, pero muy apetecible. Me recordaba a la primera vez que lo hice con su madre.

-Papá, me dijo. ¿Porqué te paras?

-Por nada, mi niña. Quiero disfrutarte lo más posible. Y diciendo esto comencé con el mete-saca.

Entraba y salía de ella con ganas, como si no hubiera un mañana. Sin pensar en que en cualquier momento los demás pudieran entrar y descubrirnos haciéndolo. Mi vecino no pondría pegas, pero su mujer y la mía y las gemelas, bueno, esas quizá no, esas se quedarían mirando, nos matarían.

Aceleré el ritmo del coito al notar mi eyaculación próxima. Por un lado necesitaba descargar, hacia unas semanas que no hacia el amor con mi mujer, mi ultima eyaculación fue cuando me masturbé mientras mis vecinos lo hacían y por otro quería disfrutar todo lo posible de mi hija.

-Papá, gemía mi hija. Papá, sigue, sigue, fóllame. No te vayas ahora, aguanta un poco mas, aguanta.

Fue escuchar eso e inmediatamente me derramé dentro de ella.

-¡Aaaaaaaaaah! Gemí bien fuerte. Seguí bombeando ahora más despacio hasta que descargué todo mi semen.

Me quedé dentro de ella después de eyacular y nos miramos con pasión. Supe que ella aún no se había corrido.

Le di un beso en la boca y me salí de ella. Unas gotas de semen se escapaban de mi glande. Mi pene perdía su erección, pero no iba a dejar que mi niña se quedara sin disfrutar.

La cogí en brazos y la llevé a nuestra habitación. Tumbada boca arriba estaba extasiada. Se cogía sus pechos y acariciaba sus pezones mientras esperaba que me la volviera a follar.

Me acerqué a ella y le abrí las piernas, no sabía si iba a poder empalmarme tan rápido, pero mi duda quedó resuelta enseguida. Mi niña cogió mi pene y se lo metió en la boca.

Comenzó una mamada riquísima, ni siquiera mi mujer lo hacia tan bien.

Enseguida volví a recuperarme, mi pene ardía de nuevo y volví a penetrarla. Esta vez duré más, por supuesto. Fue increíble volver a disfrutar de su coño adolescente, sin goma, sin ataduras.

Nos abrazamos y nos besamos como dos amantes en celo y está vez mi niña se corrió. Me clavó las uñas gimiendo. Yo duré un poco más y al final su segundo orgasmo se igualó al mío.

Ya recuperados del placer, nos duchamos juntos y nos pusimos un poco de ropa y dormimos juntos.

Cuando volvieron mi mujer, las mellizas y los vecinos nos encontraron juntos. Les dijimos que mi hija había tenido una pesadilla y se había venido a la cama conmigo. Todos se lo creyeron, bueno todos no....

Aquí terminó el relato de la letra A.

Enseguida empezó a hablar el hombre de la letra C. Se quitó las gafas y pude ver que el hombre de la letra A se quedaba mirándole.

-Soy la letra C, dijo, y si, soy tu vecino. Con la barba y las gafas de sol no me has reconocido ¿eh?

El otro hombre no sabía que decir.

-Recuerdo el verano pasado cuando nos fuimos de vacaciones los siete, lo pasamos muy bien. Ahí descubriste a tu hija, pero yo ya llevaba dos años follándome a las mías. Por supuesto les dije que durante ese mes nada de nada, que debían comportarse como dos jóvenes decentes para que tu y tu mujer y tu hija no descubrieran nada.

Todo comenzó hace unos años. Teníamos la costumbre de bañarnos los cuatro a la vez. A las niñas les encantaba y a mi también porque podía estar con mi mujer desnudo y ellas no se daban cuenta de nada.

Después de bañarnos, ellas se echaban la siesta y mi mujer y yo nos poníamos a hacerlo sin que las chicas nos molestaran.

Pero todo eso cambió más adelante. Una mañana estábamos bañándonos solo las chicas y yo, mi mujer había salido de compras con unas amigas. Yo tenía mucho calor y decidí que nos bañaríamos antes de que ella volviera.

Estábamos los tres desnudos, y después de lavarnos estábamos chapoteando en el agua. Mis hijas tenían los pechos grandes para su edad y claro, con el sube y baja tuve una erección.

Mi hija, la numero 1 diré, salió de la bañera delante mía. Justo al salir se escurrió y cayó hacia atrás, dando con su culo en mi pene erecto. Aquello fue lo más. Acababa de ver las estrellas. Como pude, me envolví en la toalla y las sequé y ellas se vistieron. En ese momento mi mujer entraba por la puerta y dejando las bolsas, nos llamaba a comer. Traía comida preparada.

Ahora voy yo, dije con un hilo de voz, voy a secar el baño. Eché el pestillo y subí la tapa del vater y me la meneé allí mismo con el recuerdo del culo y los pechos de mis hijas. Pedí perdón a quien fuera, pero me la meneé bien fuerte y eyaculé como loco a los pocos segundos.

Después de correrme, me senté en la taza a recuperar la respiración y me limpié bien. Tiré de la cadena, me vestí y salí del baño.

-¿Qué hacías allí dentro? Me preguntó mi mujer.

-Nada, secarlo todo que se había puesto perdido de agua. No sabes cómo salpican tus hijas. Comimos y me olvidé de todo.

El día de su 18 cumpleaños, lo celebramos los cuatro solos en casa. Una tarta grande presidía la mesa. Solo tenía dos velas. Las mellizas soplaron las velas y partimos unos trozos.

Comimos y bebimos unas coca colas. Entre risas y comentarios pasaba la tarde. Mi mujer aburrida, propuso que jugáramos al strip-poker

Yo no estaba muy de acuerdo, pero mi mujer me dijo que como era su mayoría de edad, podían decidir ellas. Las chicas estaban encantadas y enseguida comenzamos a jugar.

Al poco rato de empezar, yo ya estaba en calzoncillos. No se me daba muy bien. Las chicas le ganaron una mano a su madre y esta se quedó en sujetador, pero aún con la falda.

Más tarde, debieron dejarse ganar porque en un rato estábamos los cuatro en ropa interior.

Llamaron al teléfono, era del trabajo de mi mujer y tuvo que dejarnos. Nos dio un beso a todos, se vistió y se fue.

Yo acabé perdiendo los calzoncillos, no quería desnudarme, pero mis hijas me obligaron.

-Papá, me dijo la numero 1. ¿Qué le ha pasado a tu pene?

-Nada, es así.

-No lo recordamos así. Dijeron las dos al unísono. Cuando nos bañamos aquella vez estaba más grande y apuntaba hacia arriba. Le diste a... en el culo.

-Es que cuando está grande, los hombres..no sabía que decir...podemos hacer bebés.

-Queremos que nos hagas uno. Dijo la numero 2.

-Eso papá, haznos un bebé. Dijo la 1.

-¿Estáis locas? Soy vuestro padre. ¿Cómo voy a haceros un bebé?

-Quizá podamos ayudarte, dijeron las dos de nuevo. Se quitaron el sujetador y me mostraron sus pechos tan bien desarrollados para su edad.

Yo no pude resistirme y les agarré los pechos, uno a cada una. Acaricié sus pezones, mi polla creció y ellas la miraron.

-Ahora si está como aquella vez, dijeron las muy putitas.

Yo estaba muy excitado, pero fui consciente de que podía preñarlas, así que me fui a mi cuarto y volví con una caja de preservativos que tenía en la mesilla de cuando mi mujer y yo follábamos con goma.

De un manotazo aparté lo que quedaba de la tarta y tumbé a mi hija en la mesa. La otra la imitó y se tumbó también. Se la metí sin importarme que fuera mi hija y comencé a follármela.

Mientras lo hacía, la otra tocaba las tetas de su hermana. La situación era puro morbo, yo no podía parar de follármela. Me había vuelto loco, pero eran ellas las que me habían provocado.

Cuando noté que iba a correrme, la saqué y le di mi ración de polla a su hermana. Se puso como enfadada, pero me dio igual. Me corrí en su hermana. La próxima vez acabaría en ella.

Esa fue la primera vez que me las follé. Luego seguimos haciéndolo mientras mi mujer no estaba en casa. Teníamos un cerrojo que tenia un seguro para que si alguien abría la puerta podías echarlo y ni siquiera con la llave podría abrirse. Siempre lo echaba cuando mi mujer se iba y yo lo hacía con mis hijas. Pero un día se me olvidó echarlo.

Estaba con ellas follando en la postura del perrito. Me encantaba ver sus culos en pompa delante mío mientras lo hacíamos. La primera se había corrido ya cuando pasé a la segunda. Pero después de estar un rato dandole en esa postura, se me ocurrió girarla y hacérselo en la postura del misionero.

Estábamos así, con un misionero riquísimo, cuando su madre abrió la puerta. Se fue derecha a la habitación sin sospechar nada y nos pilló follando mientras su hermana nos miraba y tocaba las tetas a su hermana.

-¿Pero que coño? Dijo mi mujer. ¿Estás follándote a tus hijas? ¿Te has vuelto loco?

Yo solo pude girar la cabeza para ver cómo gritaba. Justo en ese momento empecé a eyacular. Me corría mientras mi mujer no paraba de gritar. Se le cayó el bolso y todo. Pero mi hija la miró desde abajo relamiéndose los labios.

No sé que le dio a mi mujer, pero se quito la chaqueta y la blusa, y en unos segundos se quedó desnuda y se unió a nosotros olvidando los gritos. Las tres se besaron y se comieron los pechos y yo sentí que mi polla no sería suficiente para satisfacerlas a las tres.

Así mi mujer se unió a nuestra lujuria y siempre que podemos, follamos en familia.

Pues nada, hasta aquí mi relato, dijo el hombre de las gafas de sol.

El anfitrión acababa de terminar de hablar por teléfono al acabar el hombre su relato, cuando nos dijo que nos habían descubierto. Que teníamos que salir de allí cuanto antes.

El hombre que me abrió la puerta cuanto entré, al que no había vuelto a ver, apareció junto a otros dos tipos fornidos que recogieron las sillas donde estábamos sentados. Recogieron también los refrigerios que habíamos tomado y limpiaron las huellas que pudiéramos haber dejado.

Nos indicaron un camino por un pasillo estrecho, al otro lado de la entrada y seguimos al anfitrión. No se veía demasiado y en un par de ocasiones choqué con el que iba delante. Al final del pasillo vimos una escalera metálica que subía hasta una puerta grande en el techo.

El anfitrión nos quitó las pegatinas con las letras y sacando un mechero las quemó. Subió delante nuestro por la escalera y levantó la puerta que resultó que daba a la calle. Echó un vistazo y nos hizo una seña indicándonos que saliéramos.

Una Suburban como las que salen en las películas esperaba al final de un callejón que es adonde habíamos salido. El hombre nos dijo que por el momento se suspendían las actividades y que si la cosa se tranquilizaba volvieran a contactar con nosotros. Los tres que limpiaron todo se subieron a la furgoneta con las sillas empaquetadas y por ultimo subió el anfitrión.

Cada uno se fue por un lado. Cuando volví la vista, no vi a nadie. La Suburban había desaparecido y no había rastro de los otros hombres.
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heranlu

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La Cofradía de Padres - Capítulo 004


-Papi, papi, clávamela, clávamela más adentro, gemía mi hija, mientras yo a cuatro patas me la follaba, con ella agarrada al cabecero de la cama. Mi mujer se había sentido mal al volver del trabajo y se había acostado pronto. Mi hija vino a buscarme y yo por supuesto acudí a su habitación enseguida y empezamos a hacerlo.

Por cierto soy la letra J. Agarraba las caderas de mi hija mientras la penetraba y con los dos sudorosos y sumidos en el éxtasis, alcanzámos el orgasmo. Mi hija elevó el tono de sus gemidos y yo me corrí bien fuerte.

Estaba dentro de ella terminando de soltar toda mi leche mientras ella recuperaba la respiración.

-¿Te ha gustado mi niña?

-Claro papi, follas genial. Ya solo voy a querer hacerlo contigo, me dijo sonriendo.

-Tendrás que buscarte novio algún día.

-Si, pero de momento te tengo a ti y diciendo esto me besó en la boca.

La llevé a la ducha y la lavé bien. Ella me ayudó a lavarme el pene y por poco tengo otra erección.

Volví a la cama con mi mujer, pero ella seguía roncando. No sé que hubiera pasado si hubiera estado despierta. Probablemente me la hubiera follado también. Me di la vuelta y al poco me dormí con el recuerdo del sabor de la boca de mi hija.

Mientras tanto el padre de las mellizas veía la televisión con ellas y su mujer. Las chicas estaban sentadas en el suelo con unos bañadores de color verde claro. Con sus muslos contra el suelo y sudorosas cómo estaban, hacían que su padre no tuviera ojos para la televisión y solo las mirara a ellas. De vez en cuando cambiaban de postura, levantándose ligeramente y notando como sus nalgas oscilaban de un lado al otro.

El padre tuvo que ir un momento al baño a refrescarse y cuando volvió, sus hijas y su mujer vieron cómo tenía una erección de caballo.

Se quedaron mirándose los cuatro y el padre se quitó los pantalones y se quedó en calzoncillos. Las chicas como locas se echaron sobre el y le bajaron los calzoncillos y le chuparon la polla mientras su madre los miraba sin hacer nada.

El padre cerraba los ojos mientras sus hijas actuaban y llegaba al orgasmo. Se agarró de la cabeza de la numero 2 y eyaculó. Casi no le dio tiempo a apartar la cara y unos buenos chorros salpicaron el escote de las dos putitas.

Después de recibir la corrida, se levantaron las dos y se quitaron el sujetador del bikini y se limpiaron la leche con ellos. El padre miraba las tetas grandes de sus hijas ahora sin la protección de los bikinis, y les acarició las tetas. Las muy putitas acabaron por desnudarse del todo.

La madre se acercó a ellos y quedándose en pelotas reclamó su dosis de leche para ella también.

Se agacho y comenzó a chupar la polla de su marido que acababa de correrse, mientras las hijas de rodillas contemplaban cómo su madre le comía la polla a su padre.

Al poco las chicas empezaron a masturbarse. Se tocaban sus labios y luego pasaban a su clítoris. Al final acabaron masturbándose mutuamente. Se miraban como embobadas las dos mientras llegaban al orgasmo. Para entonces su padre volvía a estar empalmado y su madre estaba acabando la felación.

-¡Aaaaaah! ¡Aaaaaah! Gemía el padre. Voy a correrme, voy a correrme.

-Córrete cariño, córrete en mi boca. Las niñas no saben lo que se pierden.

El padre echó la cabeza para atrás y se corrió esta vez en la boca de su mujer que se lo bebió todo.

Las chicas los miraban embobados. El padre se sentó en el suelo, estaba agotado.

-Ahora imagino que no podemos pedirte que nos folles el coño a las tres, ¿no? Le dijo la madre.

-Ja,ja, ya podéis ir olvidándoos hasta esta noche, les dijo este.

-Pero papá, dijeron las chicas, estamos muy calientes, el dedito no nos ha satisfecho como tu polla.

-Nada, lo dicho, esta noche os daré lo vuestro.

Por un momento se quedó pensando si podría seguir satisfaciendo tres coños con solo su polla. ¿Necesitaría viagra?

Casi al mismo tiempo, el hombre de 70 años estaba siendo cabalgado por la hija de su mujer. Con los ojos cerrados y el cuerpo echado hacia atrás, la chica se apoyaba en su pecho, mientras el hombre contemplaba cómo sus pechos subían y bajaban, muriéndose de gusto.

-Papá, papá, se había acostumbrado a llamarle así aunque en realidad fuera su padrastro.

No le importaba que su polla fuera mayor, lo importante era que funcionaba y a la chica le daba igual. Desde que se la follaba no había vuelto a necesitar viagra ni nada.

Un rato más tarde el hombre eyaculó con fuerza. Varios chorros inundaron el coño de la chica que cómo tomaba la píldora no tenía que preocuparse de que la embarazara.

Después de acabar, se quedaron abrazados. Como el padre de las mellizas, estaba claro que tampoco podría hacerlo ahora, aunque su mujer se lo pidiese.

Cómo si se hubieran puesto de acuerdo todos, el joven de 25 años estaba duchándose. Estaba cuidando a la chica que se tiraba, la muy jodía con 18 años, le ponía más que muchas de 30 a las que se había tirado.

Estaba lavándose el pelo, cuando tocaron dos golpes a la puerta.

-Pasa, estoy en la ducha.

-Me hago pis, perdona.

La chica entró y se sentó en la taza. Se levantó, se limpió y el chico abrió la puerta de la mampara y se quedó mirándole el chocho.

-Qué guarro eres, le dijo. Y diciendo esto se abrió de piernas y se abrió los labios.

El chico sonrió.

-¿Contento?

-Mucho, luego te veo.

Terminó de ducharse. Pese a que se aclaró con agua fría, salió empalmado.

-Mira cómo me has dejado.

-Pues eso tiene fácil arreglo. Vamos a mi cuarto.

Los dos entraron en el cuarto, estaban solos. La chica se tumba en la cama y se abre de piernas. El chico esta vez lleva un condón en la mano.

Le ayuda a ponérselo mientras le mira con cara de guarra.

Cuando ya lo tiene puesto, directamente va a su coño y la penetra. Lo envuelve con sus piernas y el chico la bombea fuerte.

No dejan de follar, seguros de estar solos y que nadie volviera a casa hasta muy tarde.

La chica se cansa de estar debajo de el en un rato y se da la vuelta y comienza a cabalgarle. Pero el no se queda conforme con eso y la cambia de postura y la pone a cuatro patas.

Están follando así, cuando llaman al timbre.

-¿No irás a dejarme a dos velas?

-Pero están llamando, dijo el chico parando de metérsela.

-Si paras ahora, te la corto. Dijo riéndose.

-Vale, como quieras.

Siguieron follando mientras el timbre seguía sonando y finalmente el chico se corrió dentro.

Al final se cansaron de llamar y el timbre dejó de sonar.

-Oye, que sepas que yo no me he corrido aún.

-Uf, tía, no se si podré recuperarme. Dijo saliéndose de ella.

-¿Quieres que se lo cuente a mi madre? ¿Qué te follas a su hija de 14 años?

-Si te pones asi....

El chico se levantó y se fué.

Cuando volvió, se había tomado una viagra, un colega se la había pasado y así pudo volver a empalmarse.

Esta vez follaron de pie. Con ella apoyada contra la pared y sus tetas adolescentes botando como todas, y el agarrado a sus hombros.

El duraba y duraba debido a su reciente corrida. Esto le preocupaba porque su madre estaría a punto de aparecer.

Justo cinco minutos antes de que volviera, el se corrió finalmente. Salpicó sus tetas y vio cómo su semen caía por su tripa hasta su ombligo y finalmente, hasta su coño.

La muy guarra, cogió algo se semen y lo chupó y se lo tragó.

Tuvieron tiempo apenas de limpiarse un poco y vestirse antes de que llegara su madre.

Cuando entró los encontró sentados a la mesa repasando los deberes y tomando leche con chocolate.
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heranlu

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La Cofradía de Padres - Capítulo 005



Era una mañana lluviosa. El anfitrión estaba en su despacho trasteando en el ordenador. De vez en cuando alzaba la vista de la pantalla para ver por la ventana como llovía y volvía de nuevo a concentrarse en el.

No tenía tiempo ni de comer. En ese momento entró la chica que hacia el sorteo. Realmente era la hija del anfitrión.

-Papá, deja de trabajar un momento. Deberías comer.

-Si, ya lo sé, pero es que estoy muy atareado. Tenemos que concluir la historia de cuatro letras y estoy buscando un sitio que sea bueno para ello. No quiero que vuelvan a encontrarnos.

-Pero ahora debes parar un momento. Anda, comete los sandwiches que te he traído.

El anfitrión le hizo caso y se comió los sandwiches mientras su hija le apartaba el teclado del ordenador.

Entonces se subió la falda que llevaba dejándole ver su coño depilado. No llevaba bragas.

El padre terminó rápido el ultimo sandwich y tras limpiarse la boca, procedió a comerle el coño a su hija. El sabor de su sexo se mezclaba con el del atún del último sandwich que acababa de comerse. Era lo más.

Después de un rato de comérselo su polla estaba erecta. Su hija sacó su pene del pantalón y empezó a masturbarle. Enseguida se corrió sobre su coño, ya que estaba muy excitado.

Cuando se limpió las ultimas gotas de semen, terminó de comerle el coño a su hija hasta que esta se corrió también agarrada a su cabeza.

Justo en ese momento, el ordenador empezó a pitar.....

Al día siguiente, todos los hombres del club recibieron un sms de un numero desconocido. Si se hubieran puesto a localizarlo habrían descubierto que el numero era de Checoslovaquia.

El sms solo les citaba para la semana siguiente a las 11:00 de la mañana en la esquina de la calle tal con la calle tal. (Evidentemente el mensaje si decía la calle que no voy a reproducir aquí)

Los hombres del club no dijeron nada a sus parejas, ni siquiera a sus hijas. Quién sabe si alguien del propio grupo podría ser el que los hubiera descubierto.

El sms también les decía que fueran discretos, que no dijeran a nadie adonde iban y quedarían con 10 minutos de diferencia cada uno.

A la hora en punto la letra A estaba en la esquina de las calles. Un teléfono sonó. El hombre se acercó al ver que nadie más lo hacía y lo cogió.

-¿Diga?

-Señor A, no diga nada. No mire detrás suyo y cuelgue el teléfono cuando yo le diga.

No sabía que hacer. Intentó mirar hacia atrás, pero justo en ese momento alguien le vendó los ojos.

El teléfono quedó colgando.

Notó como alguien le arrastraba y le subían a un coche o a una furgoneta. Arrancaron y después de unos minutos, oyó cómo iban subiendo más personas, supuso que el resto de letras.

Más tarde la furgoneta, porque debía ser una furgoneta si no no habrían cabido el resto de hombres, bajó como si bajara a un sótano y tras un circular un rato más, finalmente se detuvo.

Los fueron sacando uno a uno y los llevaron a un ascensor. Por las voces debían ir todos en el mismo ascensor. Así que debía ser un montacargas.

Cuando por fin salieron, les quitaron las vendas los hombres de aquella ultima vez y pudieron ver cómo el anfitrión les esperaba en un despacho con grandes ventanales desde los que se veía toda la ciudad. Diez sillas negras estaban dispuestas en semicírculo como aquella primera vez. Parecía que estaban en un edifico que estaba en construcción porque todo estaba manga por hombro y a medio terminar.

-Señores, dijo el anfitrión. Me ha costado bastante encontrar este edificio para reunirnos por última vez y que las letras que quedan nos cuenten sus historias.

La chica del sorteo, ya sabemos que es la hija del anfitrión, colocó las letras E, G, H e I a los hombres que eran los últimos por hablar.

-Adelante, por favor, que comience la letra E.

El hombre comenzó a hablar:

-Hola, buenas, tengo 42 años, mi hija....bueno mi hija siempre me atrajo. Desde siempre, volvió a repetir. No sé por dónde empezar. Bueno, a lo que iba, mi hija es una joven muy guapa. Bueno como todas las de mis compañeros ¿no? El caso es que cuando se duchaba la espiaba. Mi mujer no se enteró nunca. Lo peor de todo fue cuando le empezó a salir el vello púbico.

Mi mujer le dijo que podía ayudar a depilárselo las primeras veces hasta que cogiera practica. Le dijo que a los hombres nos gustaba vérselo sin pelo.

Ella se rió esa vez y le hizo caso. Su madre se lo depiló.

Imaginaos cuando un año después, su madre había salido de viaje de trabajo y me pidió que se lo depilara yo.

-Hija, estoy ocupado. No sabia dónde meterme.

-Anda papá, ayúdame a depilarme.

-¿No puedes hacerlo tu sola?

-El otro día casi me corto. Anda, un ratito solo.

Me levanté y la llevé al baño. La hice sentarse en la taza y ella se quitó las braguitas.

Se abrió de piernas y yo me dispuse a depilarla. Nunca se lo había echo a mi mujer y me puse bastante nervioso. No solo porque pudiera hacerla daño, si no porqué me estaba poniendo cachondo.

-Papá, no tiembles.

No sabía que hacer, estaba como loco. Ella lo notó. Se acercó a mí y me besó en la boca.

-Hija, ¿qué haces? Se me cayó la cuchilla al suelo.

-Nada papá. No quiero que me veas más como tu hija. Quiero que me veas cómo ves a mamá. Ya soy una mujer y quiero que me trates como tal.

Diciendo esto me cogió el pantalón y me lo apartó y me sacó la polla del calzoncillo. Estaba morcillona.

-Esto me indica que ya me ves como a una mujer, me dijo y sonrió.

Comenzó a masturbarme mientras me miraba con deseo. Yo estaba a mil. Después de un rato de meneármela, cogí mi polla e intenté metérsela.

-Ahora no papá, puedo quedarme embarazada. Pero frótatela contra mi clítoris, así gozaremos los dos.

Obedecí y puse mi glande que ardía en su rajita. Empecé a deslizarla arriba y abajo, aquello era lo más, era como si me la follara pero sin hacerlo. No creí que fuera a aguantar mucho.

Incrementé la velocidad y entonces ya no pude más. Sabía que no podía correrme en la entrada de su vulva porque el semen podría entrar dentro y embarazarla. Así que me levanté y empecé a eyacular.

Dos grandes chorros cayeron sobre sus tetas adolescentes, mientras ella me miraba con deseo y solté dos más pequeños en su cara, en sus mofletes.

Seguí sacudiéndomela hasta que solté todo el semen. Mi hija me miraba desde abajo, se había sentado en el suelo y se lamía algunas gotas de semen. La estampa de verla así me puso muy cachondo pese a que acababa de correrme.

Cuando me recuperé, la cogí del brazo y la incorporé. Directamente nos metimos en la ducha y enseguida con el agua cayendo sobre mi polla volví a empalmarme. Quería follarme a mi hija, si, penetrarla, pero ella se opuso de nuevo.

-Cuando compres condones, me dijo. Así lo haremos con seguridad.

Después de aquello siempre tengo condones en casa y los hacemos cuando nos quedamos solos...

Con esto terminó el relato de la letra E. Todos aplaudimos.

-Ahora por favor, que hable la letra G.

-Estooo, me llamo, perdón, nada de nombres. Tengo 37 y una hija preciosa de...bueno que es preciosa.

El caso es que...es que... se le notaba nervioso. Mi hija un día empezó a encontrarse mal. Le dolía el lado derecho y tenía fiebre y vomitaba. Total, que llamamos a urgencias y por los síntomas el médico con el hablamos pensaba que tendría apendicitis.

Nos mandaron una ambulancia y al llegar al hospital la reconocieron y efectivamente, era apendicitis.

La operaron y todo bien, la subieron a la habitación y ya sabéis que en el hospital estas desnudo solo con el camisón.

Mi hija estaba con el suero puesto y estaba preciosa, pese a la operación la veía más guapa que nunca.

Estaba sentado frente a ella, mi mujer había salido un momento a tomar un café de la maquina y levanté un poco la vista y vi su coñito pelirrojo, no os dije que mi hija es pelirroja. Me puse malito y me escondí detrás del libro que estaba leyendo.

El caso es que pensé que al día siguiente le darían el alta, pero no fue así. Un punto se le había infectado y pensaban dejarla al menos un día más.

Esa noche al volver a casa, mi hija no quería que ninguno nos quedáramos con ella en el hospital, me puse muy cachondo. El recuerdo de haber visto su coñito pelirrojo me puso a cien.

Lleve a mi mujer a nuestra habitación y allí me la follé como nunca.

Realmente era la cara de mi hija a quien veía mientras follábamos.

En cada embestida era a ella a quien me estaba follando y no a mi mujer.

Cuando me corrí, mi mujer lo haría más tarde, estuve a punto de gemir el nombre de mi hija. Pero me aguanté y no dije nada, solo gemí bien fuerte.

Al otro día mi mujer estaba en el trabajo, por lo que me tocaba a mi visitarla.

Después de desayunar y de que la viera el medico, mi hija me pidió que la llevara al baño. Se estaba haciendo pis.

La levanté y la llevé al baño. Iba a dejarla sola pero me di cuenta de que con el suero y eso le sería difícil hacer pis ella sola.

Se sentó, hizo pis y se limpió el chochito. Al ayudarla a levantarse de la taza su culo se puso a un palmo de mi y después de haberle visto el coño yo estaba muy mal, muy excitado.

La tumbé en la cama y no sé que me dio. Cómo el medico ya había pasado y ya había desayunado y se habían llevado la bandeja, cerré bien la puerta y me subí con ella a la cama.

-Papá, ¿qué haces? Me preguntó.

Me bajé el pantalón y el calzoncillo, quedándome desnudo de cintura para abajo.

Mi hija me miraba sin saber que decir.

La abrí de piernas sin más, cogí mi polla medio erecta y la penetré. No sabía que me estaba pasando.

-Papá, ¿qué haces? volvió a preguntarme.

Yo no la contesté, solo empecé a bombear, a entrar y salir. Estaba follándome a mi hija recién operada en la habitación del hospital. Aquello era de locos, pero no podía parar. Tenía que seguir follándomela. Estaba como loco, eso era incesto, si mi pillaban iría a la cárcel, pero eso no me detenía, solo quería entrar y salir de ella, entrar y salir, entrar y salir.

Me di cuenta de que mi hija no era virgen porque no le dolió al penetrarla ni nada, ni sangró. Pero por sus preguntas parecía que no supiera que la estaba haciendo y no debía tener idea de sexo por lo que ya no sabía si era virgen y su himen no se rompía o qué.

Solo me repetía, papá, ¿qué haces? papá, ¿qué haces?

Esa cantinela me estaba poniendo más cachondo aún.

Estaba al borde del orgasmo, la cama temblaba y justo al final, me agarré a sus tetas, esas tetitas tan ricas que tiene y eyaculé bien fuerte.

-¡Aaaaaaaaaaaah! gemí, esperando que no nos oyera nadie, pero iba a ser difícil.

Terminé de bombear y solté toda mi leche en ella. No pensé que fuera a quedarse embarazada ni nada por el estilo.

Cuando me salí de ella me miró y me dijo:

-Papá, ¿qué has hecho? ¿por qué?

-Por qué eres mi hija, le contesté de mala gana, y puedo follarte cuando quiera como a tu madre. No tengo que pedirte permiso.

Diciendo esto, ella se puso a llorar. Me sentí mal al verla llorar después de habérmela follado, pero ahora no podía arrepentirme. Lo hecho, hecho estaba. Ahora no era momento de lamentarse.

La llevé al baño y la duché bien. Yo también me duché con ella.

La sequé amorosamente y le dije que me perdonara, pero que ya la veía como a su madre y no como a mi hija. Ella se consoló y acabamos abrazados bajo el agua.

Esa fue la primera vez de muchas que lo hicimos. La segunda vez me buscó ella y así hasta hoy.

Todos aplaudimos la osadía de ese hombre.

Solo quedaban las letras H e I. Eran los gemelos.

Habló primero la letra H:

-Tengo 40 años y desde hace un par de ellos, mi hermano y yo entrenamos un equipo de futbol femenino. Nuestras hijas juegan en el. Yo tengo dos hijas preciosas, una morena y otra rubia de ojos azules y mi hermano tiene otra hija de pelo castaño. Mi sobrina también es preciosa.

Al principio las madres eran reacias a que dos hombres entrenaran a un equipo de chicas, pero después lo terminaron aceptando.

Como sabéis los entrenadores estamos en el vestuario con nuestro equipo, animamos, damos técnicas, etc, pero también estamos cuando las chicas se duchan. Nuestras hijas no tenían pudor porque somos sus padres, pero con el resto podía haber algo de corte.

Enseguida empezaron a quedarse desnudas antes de meterse en la ducha delante nuestro y todo era normal.

Todo comenzó hará unos meses. Yo había visto a mi hija la rubia, desnuda varias veces después de un partido y me estaba empezando a gustar. Lo que no sabía era que mi otra hija se había dado cuenta.

Un día llovía a cantaros, pero al arbitro no le dio por suspender el partido. Total, que el campo estaba lleno de barro y en una falta mi hija se cayó al suelo. Estaba perdida de barro y después de acabar el partido se empeñó en que fuera yo el que la duchara.

No quise, por supuesto, no íbamos a meternos los dos en la ducha. Se sentó en el banco del vestuario enfurruñada sin querer moverse.

Cuando todas terminaron de ducharse y se fueron, nos quedamos los dos solos en el vestuario, No podía volver a casa así, por lo que decidí finalmente aceptar y nos metimos los dos en la ducha. La desnudé y eché el uniforme al cesto y yo vestido la enjaboné y la duché.

Al ver caer el agua por su espalda desnuda me puse cachondo y se me puso dura. Me acerqué a ella e hice como sin querer que me chocaba y frotaba mi polla a través del pantalón contra su culo. Lo hice involuntariamente, pero ella se dio cuenta.

-¿Estás frotándote contra mí, papá?

-Qué dices hija, para nada. Solo estoy duchándote.

-Si, claro, seguro. Si quieres comer carne tu otra hija te mira como loca cuando follas con mamá.

Pero que lenguaje es ese, pensé. ¿Y qué es eso de que mi hija me espía cuándo lo hago con su madre? Tenía que preguntarle más.

-¿Cómo sabes tú eso?

-Porque he visto a mi hermana tocarse mientras lo hacéis. También la he visto espiarte en la ducha. Sin duda la pones cachonda.

Terminamos en el vestuario y nos fuimos para casa. Esa noche tendría que preguntarle directamente a mi hija.

Cenamos y noté como mi hija me miraba con deseo. A mi mujer le entró sueño y se fue a la cama pronto. Mi hija otra desapareció en su habitación.

Cuando vi que mujer dormía, fui a visitar a mi hija.

Estaba tumbada boca arriba con el pijama puesto pero no dormía. Me agaché junto a su cama.

-Me ha dicho un pajarito que te gusta tu padre.

-Pues...bueno...si. Mi hermana que se ha chivado ¿no?

-Si, pero no pasa nada. ¿Quieres que probemos como se hacen los niños? Le dije pícaro.

-Ya sé cómo se hacen.

-Pero nunca lo habrás hecho.

-Una vez, con un chico. Pero no me enteré de nada.

-Ahora te haré ver el sexo de otra forma.

Mi hija se quitó el pantalón del pijama y las braguitas y se abrió un poco de piernas. Yo también lo hice.

-¿Quieres verme las tetitas mientras, papá?

-Claro mi niña. Quiero vértelas.

Se subió la chaqueta y el sujetador dejándome verlas.

Me puse encima y agarrando mi polla con la mano derecha la penetré a pulso.

Comencé a moverme dentro de ella.

-Así papá, así papá, así papá. Me decía en cada embestida.

Yo seguía follándomela, agarrando sus tetitas en cada embestida.

Mi niña gozaba como una loca. Ponía los ojos en blanco, notaba que estaba a punto de correrse.

Yo seguí dándole y dándole y ella me agarró el culo con sus manos. Me apretó las nalgaS y gimió al correrse.

-¡Papiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Qué gusto por dios! ¡Aaaaaaaaaaah!

La miraba embobado.

-¡Aaaaaaaaah! ¡Me corroooooooooooooooooooo!

Mi niña era increíble. Follaba como nadie para ser tan joven.

No duré mucho más y me corrí después de ella.

Hasta que no me lo dijo no me di cuenta de que mi otra hija nos había visto follar.

Con esto terminó el relato.

El anfitrión nos dijo que no quedaba tiempo para la ultima letra. Tenía preparada una sorpresa.

Volvieron a vendarnos los ojos los hombres que iban con el y oímos sonido de pasos. Era como si más personas estuvieran entrando en la sala.

En esto que oí una voz que me resultó familiar. Cuando todo se calmó, volvieron a quitarnos las vendas y vimos que eran nuestras hijas.

Estaban enfrente de cada uno de nosotros, vestidas con unos vestidos muy vaporosos todos del mismo color. Nos dejaban ver sus formas femeninas y pude fijarme en que al menos mi hija y la chica que tenia al lado no llevaban ropa interior.

Mi hija me besó apasionadamente y entonces estalló la lujuria.

Unas desnudaban a sus padres, mientras otras con la polla de su progenitor en la mano comenzaban a masturbarles.

Mi hija me saco el miembro y tras chuparlo, comenzó una buena mamada. Su boca me chupaba el glande y luego bajaba por el tronco mientras me acariciaba los huevos con la mano.

Solo podía ver por el rabillo del ojo al resto de mis acompañantes. El de las mellizas estaba masturbando a una mientras la otra lo masturbaba a él. Más tarde una de las chicas se subió encima de el y comenzó a follárselo.

Mi hija también me cabalgaba a mí. Solo podía echar la cabeza hacia atrás y ya no me enteré de nada, estaba en éxtasis hasta que me corrí.

Luego me contaron como cada uno se había follado a sus hijas, todos delante de todos. El hombre de 70 años se dejó follar por su hija, bueno la hija de su mujer y después la puso a cuatro patas apoyada contra la silla y allí se la volvió a follar hasta que se corrió por segunda vez.

El vecino del padre de las mellizas hacia lo propio con la suya. Follaban en varias posturas y finalmente se rindieron al orgasmo dejándose caer finalmente en el suelo.

Después el padre de las mellizas con sus hijas a cuatro patas, iba follándose en esa postura primero a una y luego a la otra. Aquello no tenía fin.

El gordo barrigón también tuvo lo suyo con su hija. Finalmente al anfitrión también se la mamó su hija y acabaron follando con ella apoyada en el gran ventanal del ultimo piso donde estábamos.

No recuerdo la verdad como volví a casa pero aquella fue la mejor experiencia de mi vida. Yo sigo follándome a mi hija, aunque nunca he vuelto a saber del resto de padres.
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