El Abuelo Julian, se lo Hace a su Nieta Laurita

heranlu

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Laurita es joven, una adolescente algo pijilla. Sus padres tienen mucho dinero y por ello le dan muchos caprichos. A ella le gusta pasárselo bien. Tan bien que, con 18 años recién cumplidos, sus padres le han regalado una semana en los alpes Suizos.

El primer día ha conocido a un chico rubio, suizo, muy mono de ojos azules. Después de esquiar, acababa de aprender el año pasado, quedaron bajo el alero del hotel y estuvieron besándose apasionadamente. Fue la primera vez que mojó sus bragas a causa de un chico.

La semana pasó rápido, más de lo que ella hubiese querido, pero el ultimo día se estropeó todo por un hecho casual. Laurita estaba bajando con sus esquíes, su gorrito rosa de lana y se quedó mirando al chico que estaba quitándose los guantes. El la miró sonriente después de haberse pasado la semana besándose como dos enamorados. Ella le devolvió el saludo y al girar la cabeza, no pudo ver como otro esquiador se le cruzaba, se había pasado la zona señalizada como bajada y se chocó contra él de frente, cayéndose sobre la nieve, el gorrito rosa tirado junto a ella.

Empezó a llorar de dolor tocándose la pierna. Más tarde se enteraría de que se la había roto y también se había fracturado la muñeca.

Los padres de Laurita llegaron al día siguiente. Estaba en un hospital privado de máximo lujo en los alpes Suizos, parecido al Piz Gloria de “Al Servicio Secreto de su Majestad”. Por supuesto estos le echaron la bronca, que si era demasiado joven para los chicos, que si tenía que haber tenido cuidado al esquiar y bla,bla,bla.

Laurita se hizo la buena e hizo caso a sus padres, a todo les contestaba que si. Si papá, Si mamá, etc, etc.

Unos días más tarde, le dieron el alta y volvieron a casa, por supuesto en primera clase, en business no, porque no había plazas, pero en primera clase. A Laurita le dolía la pierna, pero decidió no quejarse para no enfadar más aún a sus padres, que bastante enfadados estaban ya.

Llegaron unas horas después al aeropuerto. Allí les esperaba Julian, el abuelo de Laurita, el padre de Rosa, su madre.

El no venía de una familia de dinero, era un hombre sencillo, de pueblo. Los millones de su hija y su yerno venían por parte de los padres de este. Rosa había sido una chica sencilla hasta que conoció a su futuro marido, cuando eran novios en la universidad. Enseguida se le pegó la tontería que da el dinero. Afortunadamente Laurita tenía a su abuelo, su abuela había fallecido tres años antes, para mantener los pies en el suelo, aunque de momento, no le estaba funcionando.

Este les ayudó con las maletas y las subió al choche. Cogió de la muñeca a Laurita, no la fracturada, la otra y la sentó en el asiento de atrás.

Salieron para casa y llegaron enseguida.

Pese a su dinero, los padres de Laurita tenían que ocuparse de sus negocios y le pidieron a Julian que se quedara en su casa para ayudarla. Este aceptó, no tenía nada mejor que hacer y estaba encantado de pasar un tiempo con su nieta.

Una tarde Laurita estaba sentaba en el sofá con la pierna en alto, viendo una serie de esas que les gustan a los jóvenes. Líos de instituto y algo de sexo. Una pareja estaba haciendo el amor en las duchas, cuando Julian apareció con un vaso de colacao y unas galletas.

-¿No eres demasiado joven para ver eso? Le preguntó este.

-Ya soy mayorcita. Tengo edad para hacer el amor incluso.

-Vaya con los jóvenes, le dijo mientras dejaba la bandeja sobre la mesa.

Cuando Laurita se levantó con la muleta, dejó caer la manta que llevaba sobre ella. Julian se dio cuenta de que no llevaba pantalón ni falda, iba solo con las bragas puestas.

Estaba sentada en el lado opuesto de donde su abuelo dejó la bandeja, por lo que tuvo que desplazarse hasta el otro lado, mientras su abuelo se cambiaba de sitio. Al cambiarse, su culo se frotó sin querer con la cara de Julian.

Este experimentó algo que no le había sucedido en mucho tiempo. Tuvo una pequeña erección. Desde hacia al menos 5 años no había tenido una erección. Y ahora se sentía culpable por haber tenido una, precisamente con su nieta.

Mientras Laurita se tomaba el colacao y las galletas, Julian se fue al baño. Allí se bajó el pantalón y los calzoncillos y se quedó mirando su pene mientras este empezaba a crecer más y más, hasta alcanzar una erección plena. Así como estaba, se giró y echó el pestillo a la puerta del baño. Cogió jabón de manos y empezó a masturbarse, tal y como había hecho de pequeño.

No podía creerse que con 80 años recién cumplidos le hubiera dado la libido para masturbarse cómo cuando tenia la edad de su nieta y lo hacia a escondidas, para que no le pillaran su padres, 65 años después.

Lo hizo rápido, con miedo a que lo descubriera su nieta. No tuvo que esperar mucho, porque enseguida se corrió, salpicando la taza del vater con su semen, que hacia muchos años que no veía.

Se agachó para recuperar la respiración después del orgasmo. Ya recuperado, lo limpió todo y se volvió a poner los pantalones.

Cuando salió del baño, su nieta seguía viendo la serie de los jóvenes estudiantes. No sabía que también acababa de masturbarse con el chico guapo que protagonizaba la serie.

Se sentó a su lado algo azorado, como si su nieta pudiera adivinar lo que acababa de hacer.

Pasó un rato más y Laurita empezó a bostezar.

-¿Tienes sueño? Le preguntó Julian.

-Un poco. ¿Me puedes llevar a la cama?

-Claro tesoro. Ahora te llevo.

Julian la cogió en brazos como cuando era más pequeña, dejando caer la manta al suelo. Pudo ver cómo se marcaban sus labios vaginales a través de las bragas. Laurita no se dio cuenta de cómo la estaba mirando su abuelo.

La dejó sobre la cama, ya casi dormida. Iba a salir, pero algo le hizo darse la vuelta. La posición de sus muslos sobre la cama y la visión que había tenido de sus labios hizo que volviera a empalmarse otra vez.

Se sentó en la butaca que tenía justo enfrente de la cama y bajándose de nuevo los pantalones y los calzoncillos, comenzó a masturbarse de nuevo.

Oía los ronquidos de Laurita y los acompasaba a sus gemidos, que iban creciendo en proporción a los ronquidos de su nieta.

Echó la cabeza hacia atrás mientras sentía volver a llegar su orgasmo.

En esto se levantó y no pudo evitar acercarse a su nieta y regar sus muslos con su semen caliente, ya menos que la vez anterior, pero aun así abundante para su edad.

Recuperó la respiración y limpió a su nieta sus muslos de su semen, mientras el iba perdiendo la erección. Esperaba que no se despertase en ese momento y viera a su abuelo medio empalmado frente a ella y le diera un ataque del que no se repondriese nunca.

Salió de la habitación sudoroso. Se tumbó en el sofá y se quedó dormido.

Le despertaron las voces de su nieta. Serian las 8 o así cuando Laurita empezó a gritar. No tenía su muleta y no podía levantarse. La chiquilla era un poco escandalosa.

-Ya voy, ya voy. Dijo su abuelo levantándose del sofá.

La ayudó a volver al salón. Le dijo que estaba hambrienta y quería cenar.

-Si solo son las 8.

-¿No puedo tomar algo antes?

-Luego se te quitaran las ganas de cenar.

-Esta bien abuelo. Esperaré.

A eso de las nueve los dos decidieron que ya era hora de cenar y el abuelo preparó unos sandwiches, la verdad nunca había cocinado, siempre era su mujer la que se encargaba de esas cosas. Laurita no se quejó.

Después de cenar se puso otra vez a ver la serie mientras Julian leía un libro.

-Mira que guapo es el chico de la serie, le dijo.

-Ah si, dijo su abuelo sin apenas levantar la cabeza del libro.

-Se parece al chico que conocí en Suiza.

-Si, debe ser.

-Besaba de muerte. Es una pena que tuviera que irme. Por cierto nunca he visto el pene de un chico.

Julian no se enteró de lo que acababa de decir.

-Abuelo, te he dicho que nunca le he visto el pene a un chico.

-¿Qué dices?

-Tu tienes uno. ¿Podrías enseñarme el tuyo?

-¿Te has vuelto loca? ¿El golpe te hace decir esas cosas?

-Anda, enséñamelo, enséñamelo, enséñamelo.

-¿Qué diría tu padre si se enterase?

-Eres de la familia. Nunca lo hará.

-Precisamente porque soy tu abuelo. No voy a hacer eso.

-Venga, no seas así abuelo. Y diciendo esto le bajó los pantalones. Julian intentaba escapar sin éxito.

-Esta bien, venga. Pero solo un segundo ¿eh?

Julian se sacó el pene a través de los calzoncillos. Su nieta se quedó mirándolo embobada.

Estaba morcillona. Su abuelo estaba circuncidado y su glande parecía saludar a su nieta.

-Joder, la abuela debía pasárselo de vicio con eso.

-No digas palabrotas. Tu abuela era muy casta.

-Si, seguro, pero follar, follabais.

-¿Quién te ha enseñado ese lenguaje?

-Las chicas de mi clase. Por cierto, Olga dice que lo que más os gusta a los hombres es que os la chupen. Y diciendo esto se tiró casi encima de su abuelo y se metió su polla en la boca.

-¿Qué haces loca? Pero en realidad este no opuso resistencia y dejó que Laurita se la chupase.

Para ser la primera vez que la chupaba no lo hacia nada mal. Julian empezó a agarrarse a los hombros de Laurita mientas se la chupaba y esta hacia equilibrios para no caerse.

-¿De gusba como de la schupo agüelo? Que en realidad quería decir: ¿Te gusta como te la chupo abuelo?

-Si, tesoro, si, si, tu abuela nunca me la chupó también, como, como, tuuuuuuuuu.

Julian apretó más fuerte los hombros de su nieta y esta no podía quejarse por tener la polla en su boca.

-Bah, ah, ah, ah, me corro hija, me corro.

No le dio tiempo a sacársela y Julian se corrió en la boca de su nieta. Parte de su semen cayó por los labios de Laurita.

Los dos se sentaron el sofá recuperando la respiración. Laurita se limpió con un clinex los restos de semen que no se tragó.

-Joder abuelo, estabas lleno.

-Si, cariño, tú me has vaciado.

-Oye, quiero proponerte una cosa. Quiero probar tu tranca. Quiero que me folles, abuelo.

-¿Qué dices? Si ya esta mal lo que acabamos de hacer, ¿cómo vas a pedirme que te folle? Eres mi nieta.

-Tu piénsatelo. No tiene que ser ahora que acabas de irte. Te dejaré que te recuperes. Si estás de acuerdo podemos hacerlo a las 12 de la noche. Papá y mamá no vendrán hasta mañana.

Julian no dijo nada y salió del salón.

Laurita oyó cómo cerraba la puerta de su cuarto.

Se había dormido, no sabía que hora era, cuando la puerta de su cuarto se abrió. Ya despierta, vio en la penumbra una sombra. Era su abuelo en calzoncillos. Se acercó a ella y se fijó en su barriga que oscilaba al andar y se excitó bastante con ello y eso que a ella solo le gustaban los hombres sin tripa y que marcaran abdominales.

Se subió a la cama y le habló:

-Si estas dispuestas a hacer el amor, te lo haré. Prefiero que lo hagas conmigo en tu primera vez a que lo hagas con un tío de esos que van por ahí y que luego te deje tirada. Un novio como el que querías tener en Suiza.

-Abuelo, eres un sol.

-Ya sabes que la primera vez te dolerá.

-Ya lo sé. Tu házmelo con cuidado.

-El problema es que no tengo...ya sabes, condones.

-No pasa nada, ahora no puedo quedarme embarazada. Ya tuve la regla.

-Pues entonces mejor así.

Julian le quitó las bragas y comenzó a comerle el coño como recordaba de cuando era joven. Laurita se moría de gusto pero no podía gemir. No sabía quién podía estar escuchándoles. Estaba claro que los vecinos sabían que sus padres faltaban todo el día y que estaba sola en casa, por lo que si la oían gemir sabrían que habría traído a un chico al piso. Cuando su abuelo se corrió con su mamada había sido bajito y nadie le habría oido, así que solo cerró los ojos y se dejó llevar.

-Abuelo, abuelo, ya no puedo más. Métemela ya, por favor.

Julian se incorporó. Estaba empalmado y su polla apuntaba a la cara de Laurita.

-Esta bien hija. Iré con cuidado.

Julian sujetó su polla y la guió hasta la entrada de su vagina. Se la metió muy despacio, sintiendo cómo gozaba al entrar en el coño de su nieta toda mojada.

Notó como su himen se rompía y Laurita gemía de dolor. Su sangre se escurría y vio cómo manchaba las sabanas.

Cuando Laurita se calmó la sacó y se quedó sobre ella.

-Ahora tranquila, relájate. Ya ha pasado el dolor y ahora gozarás. Le dijo.

Volvió a penetrar a su nieta, carne de su carne, sangre de su sangre, que ya no era virgen gracias a el, su abuelo.

Se la hincó de nuevo y se tumbó sobre ella. Entrando y saliendo. Gimiendo y gimiendo. Gozando con cada mete y saca, su barriga temblando con cada embestida. Su culo algo fofo por la edad se movía también acompasado y Laurita se lo tocaba con sus manos adolescentes.

Laurita estaba en el cielo, gozaba como loca con la polla de su abuelo. Los dos gemían, estaban a punto de correrse. Todo lo que había experimentado Laurita masturbándose no tenía nada que ver con el sexo, con el placer que este daba.

Acabaron los dos casi a la vez. Laurita por primera vez con un hombre y Julian casi como si fuera su primera vez, de tantos años que habían pasado ya.

Cuando se recuperaron, Julian se quedó mirando las sabanas. No sabía si la sangre saldría o tendrían que tirarlas.
 

heranlu

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Laurita se levantó pronto ese día. Sus padres se habían ido a trabajar más pronto aún y estaba sola en casa con su abuelo que todavía roncaba en la cama. Al pasar por su habitación vio que dormía en calzoncillos y que su polla algo morcillona asomaba por el calzoncillo. Sonrió y siguió andando con la muleta hasta la cocina.

Cuando su abuelo se levantó, Laurita había estado intentando preparar el desayuno, pero no le había salido nada bien. Había quemado las tostadas y la leche se le había derramado sobre la mesa de la cocina. Tener la pierna escayolada y la muñeca fracturada no ayudaba mucho.

-¿Porqué no has esperado a que me levantase, cariño? Le dijo este tiernamente al aparecer en la cocina. Te habría ayudado a prepararlo.

-Quería darte las gracias abuelo por lo de ayer. Te portaste muy bien y me hiciste disfrutar mucho.

-Eso no debería haber pasado, dijo él bajando la cabeza. Se le notaba avergonzado.

-Claro que si abuelo. Te portaste muy bien conmigo. Me lo hiciste con cariño, con amor. No sé cómo agradecértelo.

-Para empezar no volveremos a hacerlo. No está bien. Eres mi familia y eso debería estar prohibido.

Laurita no entendía ahora porque su abuelo estaba arrepentido de que hubieran follado el día anterior.

Desayunó y se olvidó de todo.

Después le recordó que tenía que comprar algo de ropa nueva y que tendría que acompañarla.

-Claro, tesoro. Dime a que hora nos vamos y me preparo.

Se fueron al centro en taxi, con la muleta no podía ir en transporte publico. Sus padres le habían dejado dinero para cualquier imprevisto que pudiera surgirle mientras ellos no estuvieran en casa. Con su pensión no podía permitirse ir en taxi, pero esta vez era diferente.

-Tranquilo abuelo, le había dicho Laurita. Mis padres pagan todo, tú no tienes que preocuparte de nada.

Llegaron al centro comercial y se dirigieron a los ascensores. Subieron a la planta joven del centro comercial donde podía encontrar todo lo que le sentara bien a una chica de su edad.

Entraron en una tienda de una marca conocida. Laurita cogió unas blusas y unos vaqueros cortos y se metió en el probador con la ayuda de su abuelo que luego se quedó fuera.

-¿Está todo bien? ¿Tiene todo lo que necesita? Le pregunto la dependienta a su abuelo.

-Si. Gracias. Sus padres trabajan casi todo el día y desde que se rompió la pierna, la ayudo en todo lo que puedo.

-Que abuelo tan amable. Ojalá los míos hubieran sido como usted.

-Muchas gracias.

-Tiene cara de buena persona.

-En serio, muchas gracias.

En ese momento Laurita asomó la cabeza.

-Abuelo, necesito tu ayuda para probarme un pantalón.

-Claro cariño, ahora voy. Disculpe.

-Tranquilo, usted ayude a su nieta. Yo estaré por aquí.

Al entrar en el probador, se encontró con su nieta de espaldas a él, mirando al espejo, y sin los pantalones. Llevaba puestas unas braguitas que parecían una talla más pequeña ya que sus nalgas asomaban por debajo. La visión de su culo hizo que empezara a sudar.

-¿Te gusta lo que ves abuelo?

-Claro, hija. Estas muy buena. Olvida lo que te dije esta mañana.

Se acercó a ella y empezó a frotar su paquete contra su culo. Su polla se enderezó enseguida.

-Tenemos poco tiempo abuelo.

Ella se giró y le besó en la boca. Le metió la lengua entera y le desabrochó el pantalón y sacó su polla.

Al ver que le costaba agacharse, él se alzó un poco dejando que su nieta le hiciera una increíble mamada.

-Ugh, ugh, ugh. Que gusto mi niña. Sigue así, así.

-Aguego, esgas muy cagiente. Con su polla en la boca no la dejaba hablar bien.

-Siiii mi niñaaaaaaa, siiiiiiiiiiiiii.

Estaba tan caliente y ella se la había mamado tan deprisa que se corrió enseguida.

Se sentó en el banco del probador y su nieta cogió unos clinex del bolso y se limpió el semen que no se tragó. Él hizo lo mismo con su polla.

-Abuelo, estabas lleno.

-Es gracias a ti, le sonrió. Nunca pensé que con 80 años tuviera esas erecciones y pudiera correrme como cuando era joven.

-Eres incorregible. Jajaja. Anda, vámonos o la dependienta sospechará.

Salieron del probador y Laurita se llevó dos blusas y dos vaqueros que ni siquiera se había probado.

-Muchas gracias, les dijo la dependienta. Vuelvan cuando quieran.

Se fueron a tomar algo a una cafetería que había en la planta baja.

-Abuelo, dime la verdad, le dijo sorbiendo un batido de chocolate, te encanta mi culo, ¿eh?

-Ya te digo hija. Me gusta más que el culo que tenía tu abuela cuando tenía tu edad.

-¿En serio?

-En serio.

-He pensado entonces que esta tarde a la hora de la siesta, podemos follar en mi habitación.

-Tus padres ya habrán vuelto para entonces...

-Piensa en el morbo abuelo, de hacerlo con ellos en casa. Además si me preparas una comida rica, te dejo hacerlo en la postura del perrito si tanto te gusta mi culo.

-Tu si que eres incorregible nieta. Y los dos estallaron en carcajadas.

Salieron del centro comercial y cogieron otro taxi para volver a casa.

El abuelo cumplió su promesa y le preparó a Laurita una comida que le encantó.

Estaban en el sofá los dos sentados viendo la televisión cuando volvieron sus padres.

-¿Qué tal chicos? dijo el padre. ¿Habéis sido buenos?

-Claro papi. Muy buenos.

-Así me gusta.

-Os he dejado comida preparada, dijo Julian.

-Eres un sol, papá, le dijo su hija. Y le dio un beso en la mejilla.

Comieron ambos mientras abuelo y nieta seguían viendo la televisión, deseando que se fueran a su cuarto a descansar y entonces ellos pudieran dar rienda suelta a su lujuria.

Pero cuando los padres de Laurita se fueron a su cuarto, se pusieron a follar.

-Buf, cariño, cuanto tiempo sin hacerlo, decía el padre.

-Desde que mi padre esta aquí lo hacemos menos. No sé cuando a Laurita le quitaran la escayola.

-No te preocupes, tu sigue cabalgándome, decía el padre. Sigue, sigue.

-Como se han puesto mis padres, dijo Laurita.

-Como nos vamos a poner tú y yo ahora, le dijo Julian.

-Jajaja, que gracioso eres abuelo.

-Anda quítate la ropita. Le dijo en voz baja.

-Claro abuelito. Soy toda tuya.

Se desnudó y por último se quitó las braguitas.

-Ahora ábrete de piernas. Quiero verte el chochito antes de metértela.

-Uy, que mandón eres abuelo. Jajaja.

Acercándose a ella le separó los labios con el dedo e introdujo uno en su coño.

-Uf, abuelo, sigue, más adentro.

-Estas muy húmeda.

-Claro, tú me pones mucho. Quién le iba a decir a ella que su abuelo acabara excitándola tanto.

Después de un rato masturbándola, sin que se corriera todavía, le dijo que se pusiera a cuatro patas.

-Ahora si quieres verme el culo, ¿eh, picarón?

-Claro que quiero verterlo.

-Aunque así no podré chuparte la polla.

-No pasa nada tesoro.

Por supuesto toda esta conversación la tenían en voz baja mientras los padres de Laurita follaban también en silencio, pero sabían que aún no habían acabado porque se oían unos gemidos bajitos y el movimiento del colchón.

El abuelo separó sus muslos y sus labios y procedió a penetrarla.

-Despacio abuelo, quiero sentir cómo me la metes.

-Claro, tesoro. Muy lento.

-Uf, así, así, despacito.

-¿Te gusta?

-Mucho abuelo.

Los padres habían elevado los gemidos al follar, mientras en la habitación de al lado, abuelo y nieta seguían haciéndolo también.

-Ah, ah, ah, cariño, nos van a oír, decía la madre.

-Ah, ah, ah, no importa, estarán dormidos. Aaaaaaah.

-Me corrooooo. Aaaaaah.

Los padres se corrieron casi a la vez mientras el abuelo agarraba las caderas de su nieta y la embestía con ganas.

-Joder abuelo que pollón tienes, que gusto me da.

-Eres mi viagra hija. Me la pones dura.

-Ya la noto. Y un poco curva hacia arriba. Y me da un gustazo. Joder, sigue, sigue.

-Claro que sigo, te follo, te follo con ganas.

-Que gusto abuelo. Me voy a correr, si me voy a correr. Ughhh. ¡Aaaaaaaaah! ¡Me corroooooooooo!

-Córrete cariño, córrete. Yo aún aguanto.

-Joder abuelo, que gusto por dios. Ah, ah, ah, ya me voy calmando, ya.

-Ah, ah, ah, cariño yo sigo dándote.

-Abuelo, joder, no puedo más, tengo el clítoris muy sensible, joder, joder, aaaah.

En la habitación de los padres estos abrazados después del coito, oían a su hija gemir.

-Mira cariño, nuestra hija se está masturbando.

-Que disfrute, hasta que encuentre un chico que se toque.

Era extraño que no escucharan al abuelo gemir también, solo a su hija. El caso es que unos minutos después, el abuelo se corrió y su nieta tuvo un segundo orgasmo.

-Cariño me corro, dijo agarrando fuerte sus caderas. Me corro.

-Córrete dentro, no dejes una gota fuera, échamelo todo dentro.

-Si, si, si, ya está, ya me corro. ¡Aaaaaaaaaah!

-¡Aaaaaah, me voy otra vez! ¡Me corroooooo!

-Oye que curioso, dijo el padre. Parece que tu hija y tu padre se estén masturbando a la vez.

-¿Mi padre? Si tiene 80 años. Ya no se le levanta.

-Entonces tu padre tendrá un sueño erótico.

Qué poco sabían ellos que el abuelo y la nieta estaban follando juntos.

Después de follar durmieron los dos juntos y abrazados.

El curso pasó rápido. A Laurita le quitaron la escayola y en el instituto habían preparado una obra de teatro para representar a final de curso, “El sueño de una noche de verano” de William Shakespeare. Le tocaba representar a Helena. El abuelo seguía con ellos hasta que terminara el curso aunque ya le habían quitado la escayola.

Faltaba una semana para representar la obra y Laurita andaba nerviosa.

-Abuelo no consigo recordar mis frases. Esto es un rollo. No he actuado nunca y no sé como hacerlo.

-No te preocupes cariño. Yo te ayudaré.

-¿Cómo lo harás abuelo?

-Por cada frase que digas bien, te meteré un dedo en el coñito y te masturbaré.

-Anda que pillín, dijo sonriendo.

-Y por cada párrafo correcto, te penetraré y si consigues hacer todo el primer trozo del dialogo bien, te follaré.

-Abuelo por dios, que me follarás. Qué lenguaje es ese, jajajaja.

-Claro que lo haré, ¿qué te crees? Pero solo si lo haces bien.

Los ensayos fueron bien y el abuelo cumplió con lo prometido. Aunque esta vez tuvo que hacerlo con condón.

Laurita se corrió bien igualmente.

Por fin llegó el día de la representación. Julian y los padres de Laurita estaban sentados en primera fila en el teatro que tenía el instituto. No era muy grande pero suficiente para los padres y compañeros que asistían a la obra.

Las luces se apagaron y todo comenzó. Laurita vestida como Helena, estaba algo nerviosa, pero se sabía sus lineas.

Después de un rato, Laurita salió de escena, le tocaba descansar, pero se estaba poniendo nerviosa.

Desde al lado del escenario le hizo un gesto a su abuelo para que subiera.

-Cariño, dijo la madre, Laurita te está llamando, se refería a su padre.

-No, dijo, creo que señala a tu padre.

-Abuelo, ¿puedes subir? A.b.u.e.lo. decía Laurita.

Julián se dio por enterado por fin y rodeó el pasillo de butacas y subió por la parte de atrás.

-¿Qué te pasa cariño?

-Me he olvidado de la parte que viene ahora. ¿Podrías ayudarme?

-¿Cómo?

-Ya sabes abuelo. Follándome.

-¿Aqui? Podrían vernos.

-No, tranquilo, esto está oscuro. Tenemos tiempo, todavía no me toca salir.

-Pues encantado entonces, dijo bajándose el pantalón y el calzoncillo. Estas muy sexy vestida así.

-Gracias.

Laurita se inclinó para hacerle la mamada. El abuelo la recibió con ganas y enseguida se le enderezó.

Después giró a Laurita y la apoyó contra la pared. Levantó la gasa que llevaba de vestido y le bajó las braguitas y la masturbó. Lo hizo rápido, no creía que tuvieran mucho tiempo. Con ese culo tan rico que tenia su nieta, decidió dejarla de espaldas. Ella le pasó un condón que se había guardado en un pequeño bolsillo del vestido y él se lo puso y la penetró.

-Tendremos que ir rápido, le dijo.

-Tenemos tiempo.

El abuelo empezó a bombear con ganas. Laurita se moría de gusto y se agarraba a la pared.

En eso que se oyó una voz.

-¡Laura! ¿dónde estás?

-No contestes abuelo. Que no nos vean.

-¡Laura! ven ahora. Sales en dos minutos.

-Abuelo no te pares, abuelo, sigue, sigue, quítame los nervioooooosssss.

-El abuelo no podía parar.

En ese momento la chica que había llamado a Laurita apareció y pilló a los follando.

-Aaaaaah. ¿Qué es esto?

Se armó un escándalo. La obra se paró y un foco apuntó directamente a dónde señalaba la chica.

Todo el mundo pudo ver a Laurita y su abuelo con ella apoyada a la pared y su abuelo dentro de ella.

Hubo gente que hizo fotos y grabó videos con el móvil y la madre de Laurita se desmayó.
 
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