¿Cómo se hace para seducir a su casi suegro?
Realmente no recomiendo hacer esta búsqueda en internet. Los resultados tienen mucha pornografía y pocas respuestas.
Al final, soy yo la que deja de buscar como seducirlo y termino en su porche delantero con un vestido negro corto y muslos a mediados de enero, con el frío que esta haciendo. Estoy temblando cuando llamo a la puerta, y no es solo porque el viento helado hace que mi ropa se sienta como una barrera ridícula.
A pesar de la hora tardía, está despierto. Mi respiración se detiene en mi garganta cuando la puerta se abre para revelarlo. Shane. El hombre que, hasta hace unos días, se suponía que era mi suegro. Es curioso lo rápido que cambian las cosas cuando menos lo esperas o no tan gracioso en absoluto.
Llena la puerta, un hombre corpulento de hombros anchos, manos grandes y con su cabello brillante. Tiene cuarenta y tantos años, probablemente veinte años más que yo, sin embargo, eso no hace que se vea menos guapo, sino más maduro.
Shane frunce el ceño cuando el reconocimiento se desliza sobre su hermoso rostro.
—¿Lily? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Esperaba que pudiéramos hablar —tengo que apretar la mandíbula para evitar que me castañeteen los dientes. Tal vez antes de ni siquiera haber tomado la decisión de acercarme a su casa, debí de revisar el clima y no venir solamente con un vestido. Al menos entonces tendría un abrigo.
Para su crédito, Shane no me hace esperar. Se aparta y mantiene la puerta abierta para que pueda pasar junto a él. La primera ráfaga de calor me hace temblar de nuevo. Tal vez si no hubiera estado ahí afuera durante tanto tiempo, reuniendo mi coraje, no tendría tanto frío ahora.
—¿Qué hizo él? —parpadeo y dejo de intentar restregar la sensación en las yemas de mis dedos.
—¿Perdón?.
—Mi hijo idiota. ¿Qué ha hecho ahora? —toma mi mano y la levanta entre nosotros. Mi dedo anular está notablemente vacío. Shane pasa el pulgar por la piel desnuda, todavía frunciendo el ceño.
Ahora mis escalofríos tienen muy poco que ver con la temperatura y todo con el deseo. Es otro indicio de las muchas formas en que mi relación con Max no funcionaba a toda máquina. Su maldito padre puede hacer más con un solo golpe de su pulgar de lo que Max alguna vez estuvo interesado en hacer con todo mi cuerpo.
Por otra parte, Max y yo solo tuvimos sexo cortés y amistoso, que no era lo que lo encontré haciendo con su secretaria cuando aparecí inesperadamente en su oficina. No es lo que pienso que estaba haciendo con los otras que sospecho que vinieron antes que ella.
No quiero meterme en eso ahora mismo. Ya he tenido cuatro días de lágrimas y rabia con mis amigas, pero si empiezo a hablar de cómo encontré a Max follándose a su secretaria como el mayor cliché que existe, voy a empezar a llorar de nuevo.
No es por eso que estoy aquí. Estoy aquí para vengarme, y tal vez un poco de placer también, aunque el placer ocupa un distante segundo lugar entre las prioridades.
—Shane. —digo su nombre lentamente.
Durante todo el tiempo que salí con Max, lo llamé Sr. Alby. Una distancia necesaria entre nosotros, un recordatorio de lo que él era para mí, solo el padre de mi novio.
Corto esa distancia ahora y lo miro, dejándolo ver las emociones reprimidas que he pasado dos largos años ignorando y negando. La verdad es que he pasado dos años ignorando muchas cosas.
Los ojos oscuros de Shane se agrandan y luego se calientan antes de cerrar su respuesta, encerrándose con fuerza. Pero, casi como si no pudiera resistirse, vuelve a deslizar la yema de su pulgar sobre mi dedo anular desnudo.
—Dime lo que sucedió.
—Hemos terminado —mi voz sale con dolor y odio que sea capaz de captar lo que estoy sintiendo. —No vamos a volver, ni a intentarlo una segunda vez. Realmente, realmente hemos terminado —asiente lentamente y luego me da un apretón en la mano.
—Parece que te vendría bien un trago.
—Me vendrían bien unos diez, pero es un buen punto de partida.
Al menos no me ha echado a patadas de su casa y eso es una buena señal. Lo sigo a la cocina y miro mientras abre el mueble bar y busca entre las botellas.
—Vodka, ¿verdad?
—Sí —por supuesto que recuerda mi bebida.
Apuesto a que, si lo preguntara, también se acordaria del día de mi cumpleaños y una gran cantidad de otros detalles que se le escapan a la mayoría de las personas, incluido mi ex. Pero entonces, Shane no es la mayoría de la gente.
El calor se derrite en mis huesos mientras él prepara metódicamente una bebida para cada uno de nosotros.
No sé qué hacer con mis manos una vez que no las necesito para calentarme, y la comodidad de la temperatura es un vívido recordatorio de lo poco que estoy usando.
Mi vestido es apenas lo suficientemente largo como para cubrir la parte superior de mis muslos y mientras estoy usando un liguero, no tengo nada más debajo de la fina tela del vestido. Estoy vestida de puta y francamente escandalosa y Shane apenas me ha mirado desde que entré por la puerta. Eso no servirá. Eso no servirá en absoluto.
Termina con las bebidas y yo reúno lo que me queda de coraje y acorto la distancia entre nosotros, deslizándome entre él y el mostrador para alcanzar el vaso. Así, él está a mi espalda, sus caderas contra mi trasero.
—Gracias —digo por encima de mi hombro.
Escucho como inhala bruscamente, pero no retrocede.
—¿Qué estás haciendo, Lily? —su falta de retirada me da un poco más de fuerza. Lo suficiente para beber un sorbo y luego girar lentamente para mirarlo.
Tengo que inclinarme hacia atrás sobre el mostrador para encontrarme con su mirada, y una emoción me recorre la punta del estomago, bien podría estar hecho de piedra.
—Tengo una pregunta.
—Pregúntalo.
—El verano pasado, se suponía que tú y Max iban a estar trabajando, así que estuve aquí en la piscina —apenas puedo recuperar el aliento —No había nadie cerca, así que no me molesté en ponerme un traje de baño.
—Mmm —el calor apenas acumulado en su mirada está de vuelta, ardiendo más a cada segundo. Todavía no se ha movido, ni para presionarme ni para retirarse y eso me tiembla los nervios —Eso no es una pregunta —me lamo los labios y sigo.
—Se sentía horrible estar ahí afuera desnuda, sabiendo que estaba en tu casa incluso si tú no estabas aquí. Yo… —esta parte es más difícil, pero su cercanía me da un impulso de valentía. —Empecé a tocarme.
Me sentí como una pequeña zorra diciendo esas palabras, pero eso la puso más caliente. Su respiración se dificultaba más y se estira a mi alrededor para agarrar el mostrador a cada lado de mis caderas.
—¿Porqué me estas diciendo esto?
—Porque no es algo que no sepas —le susurro. —Estabas arriba. Te vi mirarme a través de la ventana principal —llego detrás de mí hasta el mostrador que está justo dentro de sus manos. El movimiento hace arquear mi espalda y que mis senos queden casi al alcance de su mano. —No sabía que estabas allí cuando comencé, pero una vez que supe que me estabas mirando, me tomé mi tiempo y lo arrastré. Quería que vieras. Quería que hicieras más que mirar.
Lo último que suelto, nunca había sido capaz de admitirlo a mí misma, y mucho menos en voz alta, pero es la verdad.
—¿Lo recuerdas? —pregunto. Exhala con dureza.
—No sabes lo que viste.
—Bueno. —estoy temblando como una hoja. —Mi error.
Shane todavía no se aleja y eso hace que mis esperanzas de lo que quiero hacer con él no se vayan volando.
—Incluso si llegué a casa a almorzar inesperadamente ese día, estabas saliendo con mi hijo. —se mueve hacia adelante en la mínima medida, acercándose a mí. —Hubiera sido muy jodido si me hubiera quedado en mi habitación mientras tú tocabas ese lindo coño. Sería un monstruo si hubiera visto todo el asunto y me hubiera corrido con mi mano mientras fingía que eras tú.
—Shane —digo su nombre como un secreto, solo entre nosotros. —No estoy saliendo con tu hijo en este momento.
—¿Qué hizo él?
—No quiero hablar de ello. —sacude la cabeza lentamente.
—Viniste aquí con un propósito, pero no puedes lanzarte sobre mí sin compartir la verdad. Fuera con eso, Lily. ¿Qué hizo Max? —realmente no quiero hablar de eso, pero la mera cercanía de él hace que mis frenos verbales desaparezcan y me encuentro respondiendo sin tener ninguna intención de hacerlo.
—Se acostó con su secretaria. Creo que quería que lo atrapara. O eso, o simplemente es una mierda por esconderlo cuando no está tramando nada bueno.
Excepto que esa no es toda la verdad, pero admitir que creo que me ha estado engañando durante meses y meses se siente como admitir que soy una tonta. ¿Qué tipo de prometida se traga todas las mentiras de su querido novio y no las cuestiona cuando las cosas no encajan del todo? Aparentemente el tipo de prometida que soy. Él maldice en voz baja.
—Lo siento.
Incluso si es verdad que soy una tonta y lloraré y lloraré por el futuro que pensé que sería mío, y seguro que me follaré con rencor al padre de Max, pero no lamento haber evitado atar mi vida a alguien que nunca debería haber sido más que un amigo. Alguien que no dudó en herirme en lugar de sentarme y decirme lo infeliz que era.
Max es egoísta y yo tampoco fui del todo feliz en nuestra relación, sin embargo, no salí y me follé a otras personas cuando estábamos juntos. Pero, como le dije a Shane hace un momento, ya no estamos juntos.
Me levanto sobre el mostrador, poniéndonos casi a la misma altura. El movimiento tiene mi falda elevándose peligrosamente, mostrando mis muslos y ligas. Shane mira hacia abajo y se queda quieto. Ambos aguantamos la respiración mientras él mueve una mano para sujetar mi muslo y traza el punto donde mi liga se conecta con las medias.
—Lily. —esta vez, cuando dice mi nombre, suena diferente. Casi enojado. —¿Si te levanto la falda, voy a encontrar tu coño desnudo?
Las palabras me azotan y no puedo evitar temblar. Me lamo los labios de nuevo.
—Si quieres averiguarlo, no te detendré.
—Chica sucia. —el rompe la liga y el pinchazo me hace saltar. —Viniste aquí para vengarte.
No tiene sentido negarlo.
—Sí.
—Tendría que ser un idiota egoísta para aprovecharme de ti cuando estás así.
Pero me está mirando de la forma en que siempre he fantaseado, como si tuviera mil cosas que quiera hacerle a mi cuerpo y no haya decidido por dónde quiere empezar.
—Es lo que ambos queremos, ¿no? —cuando no responde de inmediato, presiono. —¿Por qué no hacerlo? —mueve su mano a mi cadera y agarra la tela de mi vestido, apretándola contra mi cuerpo.
—Podría pensar en algunas razones. —hace una pausa —Como comenzando, que te ibas a casar con mi hijo.
—No voy a hacerlo ahora.
—Eres lo suficientemente joven para ser mi hija. —observo cómo el vestido sube por mis piernas con cada tirón de su mano, descubriendo más y más piel de mí.
—¿Debería llamarte papi, entonces? —él se queda quieto. Solo así, me suelta el vestido y la tela cae hacia atrás para cubrir la mayor parte de mis muslos. La decepción me irrita el estómago, pero él no retrocede. Patina su mano por mi costado, apenas rozando la curva de mi pecho antes de agarrar mi barbilla con la fuerza suficiente para doler.
—¿Es eso lo que quieres, Lily? —presiona dos dedos en mi labio inferior y lo abro. —Quieres llamarme papá mientras te hago cosas sucias con las que solo has fantaseado.
Desliza sus dedos en mi boca, dentro y fuera, dentro y fuera, imitando follar. Lo miro con los ojos muy abiertos, pero no tengo la oportunidad de decidir si me gusta o no antes de que agarre con fuerza los dedos restantes alrededor de mi barbilla, sus dedos casi lo suficientemente profundos como para amordazarme. Shane se inclina y sostiene mi mirada mientras sus dedos acarician mi lengua.
—¿Quieres llamarme papá mientras deslizo mi mano por tu falda y averiguo lo que tienes esperándome? ¿Mientras te inclino sobre este mostrador y me como tu coño hasta que te corras? —es casi demasiado, no puedo recuperar el aliento, realmente voy a tener náuseas, pero no me da ningún alivio. —¿Quieres montar la polla de papá?
Oigo un sonido de pánico y me suelta, deslizando sus dedos de mi boca. Se siente sucio y mal y estoy temblando de necesidad.
—Sí. —le susurro. —Sí, eso es lo que quiero.
Busca una negativa en mi rostro. Tal vez pensó que me asustaría con todo eso, pero en cambio estoy aún más excitado. Mis manos caen hasta el dobladillo de mi vestido.
—¿Te gustaría ver? —mira a su alrededor como si se diera cuenta de dónde estamos por primera vez.
—Aqui no.
La cocina da al frente de la casa, y con las luces encendidas, solo los arces en el patio delantero evitan que los vecinos nos vean. Salto del mostrador y me tambaleo tras él de rodillas que se sienten como gelatina. Dios mío, ¿esto realmente está sucediendo? ¿Realmente lo desafié así y ahora me ha dicho que me engaño?. Sé que el olvido no durará para siempre, pero en este punto tomaré lo que pueda.
Espero que Shane me lleve arriba, pero se dirige a la sala de estar con su gran sofá seccional y una otomana cuadrada. Cuando se junta, básicamente crea una cama enorme, y siempre quise follar en ella, pero a Max nunca le interesó nada parecido al sexo en público.
Veo a Shane apretar la otomana contra el sofá y mi corazón late con demasiada fuerza. Luego se deja caer en el sofá y se coloca contra el respaldo con sus grandes piernas estiradas. Así, no se puede perder la forma en que su polla presiona contra la parte delantera de sus pantalones. Me hace un gesto con los dedos.
—Quitate los zapatos. —obedezco y después de un breve debate en silencio, me paro en la otomana y camino hacia él. Pero cuando me muevo para sentarme a horcajadas sobre él, niega con la cabeza. —No, gira de vuelta y acuestate.
Cuando no obedezco de inmediato, me mueve como me quiere. Instándome sobre mi estómago frente a la televisión, mis espinillas y pies se doblaron contra el respaldo del sofá. Se siente extraño e incómodo y empeora por el hecho de que no nos tocamos. Debe sentir mi confusión, porque suelta una carcajada mientras toma el control remoto y pone una película.
—No recuerdas esto. —es solo cuando comienzan los créditos iniciales de una película de acción de mierda que me quedo quieta. —Llevabas una falda casi tan corta como esta y te encontrabas mirando una película, sin embargo, ya habían llegado los creditos y seguías sin moverte ¿Esperabas que te metiera un dedo?
La vergüenza y el deseo me atraviesan.
—Quizás. —mi respiración se detiene en mi garganta cuando su mano se mueve más alto, su palma áspera contra mi piel desnuda. Trago saliva. —Tal vez esperaba que lo hicieras.
—Desvergonzada —murmura. —Veamos cuán desvergonzada eres, ¿de acuerdo?. Súbete el vestido, Lily.
Me ahogo y agarro el dobladillo de mi vestido, subiéndolo poco a poco sobre mi trasero, desnudándome de cintura para abajo.
—Buena niña. —aprieta su agarre en mi muslo. —Abre las piernas y levanta las caderas.
Mientras obedezco, su mano se mueve más alto y toma mi coño. Ambos exhalamos temblorosos. Esperaba que me saltara, que me arrancara la ropa y me follara contra la superficie más cercana disponible. No esperaba que recreara uno de los casi accidentes más sucios que hemos tenido en los últimos dos años.
—Mojada —murmura Shane. —¿Estabas tan mojada para mí ese día? Me habrías dejado... —me mete dos dedos anchos. —Lo habrías hecho, ¿no?
—Sí —me quejo.
Me retuerzo contra su toque, tratando de llevarlo más profundo. Me siento como si estuviera en llamas, lascivo y sucia e incapaz de detenerme.
—Quería tanto tus dedos. —gimo fuerte.
—¿Quieres ser mala, Lily? Pruébalo. —levanto la cabeza y lo miro.
—¿Cómo?
—Ven aquí. —me doy la vuelta y me doy cuenta de que ha abierto un poco las piernas y que tiene la palma de la mano en el muslo. Sus dedos todavía están húmedos por mis liquidos, y eso podría avergonzarme si tuviera espacio para pensar. Shane asiente con la cabeza hacia sus dedos. —Ponte a horcajadas sobre mi muslo. Aquí mismo.
Tengo que agarrarme de sus hombros mientras obedezco, y me agacho suavemente contra su palma. Shane me recompensa empujando sus dedos dentro de mí de nuevo. Esta vez, no puedo evitar lloriquear.
—Toma lo que necesites, Lily.
Agarra mi cadera con su mano libre y me insta a mecer contra su palma.
—Monta mi mano. —me estremezco.
—Tu mano no es lo que quiero. —jadeo.
—Mi mano es todo lo que tienes ahora. Tienes que ganarte mi polla. —sonríe, lento y arrogante. —No soy un pequeño capullo que está desesperado por follar tu coño y perseguir mi propio placer. Me meteré dentro de ti cuando esté bien y listo, y ni un momento antes, ni uno después. —su voz se vuelve dura. —Monta mi mano, Lily.
Se inclina, su voz baja y pecaminosa.
—Muéstrale a tu papá lo linda que eres. —que se haga llamar papá es francamente perverso y me excita.
—Está bien. —respiro.
Y luego empiezo a moverme, frotando contra su palma, forzando sus dedos tan profundamente dentro de mí como puedo. No es suficiente, pero se siente tan bien y tan mal al mismo tiempo. Se complica más por el hecho de que estoy en su entorno familiar, pero las cosas no podrían ser más diferentes.
Shane me observa un momento, su mirada oscura y hambrienta y luego se inclina y captura mi pezón a través de la fina tela de mi vestido. Chupa con fuerza, haciéndome gritar, y luego mira hacia arriba.
—Quítate el vestido. —estoy muy feliz de cumplir, que me lo quito y lo tiro.
La forma en que me mira, Dios, no puedo respirar. Mi orgasmo se está apoderando de mí, así que disminuyo la velocidad, queriendo que esto dure tanto como pueda. Me recuesto y apoyo mis manos en el sofa, dándole una vista de la larga línea de mi cuerpo. mientras follo su mano. Su mandíbula se aprieta.
—Eres tan sexy.
—Gracias papi. —me arrastra más cerca al orgasmo.
—No debería gustarme tanto. —me guía para que me acueste entre sus muslos abiertos, mis piernas se estiran ampliamente mientras me arrastra hasta que estoy casi en su regazo. —Pero me gusta, Lily. Realmente me encanta.
Él separa mi coño con dedos inquisitivos y hace círculos en mi clítoris lentamente con su pulgar.
—¿Quieres venirte? —creo que podría morir si no lo hago.
—Sí. —todavía me sigue con los dedos, burlándose de mí, examinándome.
—Dime qué necesita este lindo gatito. Pregúntame bien y te lo doy. —muerdo mi labio inferior y miro mi cuerpo hacia él. ¿Me atrevo a decirlo? La alternativa, no obtener lo que quiero, es inaceptable.
—Hazme venir, papá. Por favor. —lentamente desliza sus dedos dentro de mí y se siente obsceno en esta posición. Como si yo fuera sólo un juguete para que él haga lo que le plazca.
Contra mi mejor juicio, mi mirada vuela por la habitación. Estamos totalmente expuestos aquí. Si alguien entrara, no habría duda de lo que estamos haciendo, sin ocultar lo cerca que estoy de llegar, sin perder el hecho de que son sus dedos los que me llevan allí.
—¿Qué estás pensando? —pregunta casi sin hacer nada mientras mueve los dedos un poco.
—Simplemente —apretó los puños a mi alrededor —Yo, um... —respiro entrecortadamente. —Estaba pensando en lo expuestos que estamos ahora.
—Nosotros no. Tú estás expuesta. Con solo esa burla de ligas. Extiende mi coño con su mano libre y se inclina para espiar su exhalación contra mi clítoris. —Estás pensando en la expresión de su rostro si nos encontrara así.
No lo había pensado, pero ahora no puedo pensar en nada más. Una satisfacción feroz se dispara a través de mí. He soportado tanto dolor y humillación por culpa de Max. Soy lo suficientemente idiota como para querer responder de la misma manera.
—Quizás. —otra deliciosa exhalación, la sensación casi suficiente para volcarme al límite.
—No debería preguntar... —estiro mis brazos sobre mi cabeza, retorciéndome casi sin pensar contra su toque.
—Pregúnteme. Te diré lo que quieras.
—¿Cuándo fue la última vez que te hizo venir, Lily? —suena como si se lo hubieran arrebatado, duro y brutal. —¿Cuándo fue la última vez que adoró tu lindo coño de la forma en que debía ser adorado? Dedos y lengua, una y otra vez hasta que estuvieras pidiendo su polla.
Mi espalda se arquea y el comienzo de un orgasmo encrespa los dedos de mis pies. Estoy tan cerca… Pero Shane dejó de moverse, detuvo el embriagador aumento de placer mientras esperaba mi respuesta. Me quejo y me muevo.
—Nunca. Nunca ha hecho nada de eso.
—¿Nunca te hizo venir?
—No. —a él tampoco pareció importarle nunca. No mientras el si tuviera el suyo. El shock hace que su voz sea áspera.
—¿Ni una puta vez?
—No —gimo. —Ni una sola vez.
Su maldición es la única advertencia que recibo antes de que su boca esté sobre mí. Lamiendo y chupando y, mierda, eso se siente bien. Apenas tengo la oportunidad de disfrutarlo antes de tener un orgasmo, con los dedos de los pies doblados y la espalda arqueada.
No es mi intención agarrar su cabello y colocar mi coño contra su cara, ordeñando hasta el último pedacito de mi placer con su inteligente lengua. No es mi intención, pero no lamento haberlo hecho.
Shane me coloca más alto en la otomana y empuja mi cuerpo hacia adelante lo suficiente como para poder ponerse de rodillas entre mis muslos abiertos.
La mayoría de las veces, cuando los chicos me han criticado en el pasado, están apurados, haciendo lo mínimo para prepararme lo suficiente para follarme.
Estoy más que lista para follarme con Shane, pero él le está dando a mi coño besos lentos y profundos. Como si tuviera todo el tiempo del mundo. Como si esto ni siquiera se tratara de mi placer; es simplemente porque se está divirtiendo.
Poco a poco, me relajo, mi mente se desenvuelve bajo su lengua y la presión de sus dedos contra mis muslos, me siguen manteniendo abierta para él.
—Eso se siente bien —le susurro. Arrastra la parte plana de su lengua sobre mi clítoris.
—Quédate el fin de semana. —levanto la cabeza, para mirar sus ojos azules.
—¿Qué? —me está mirando como si temiera a mi respuesta.
—Quédate el fin de semana, pequeña. Déjame resolver la frustración de dos años en tu pequeño cuerpo apretado y adorar tu coño. Déjame hacerte venir tantas veces que pierdes la cuenta. —otro largo lamido a mi coño, me hace temblar. —Seguramente eso satisfará tu necesidad de venganza.
No puedo pensar bien con él dandome lenguetazos en mi pobre coño y en sus dedos apretando mis muslos.
—¿Pero y si viene de visita?
—No lo hará —muerde mi muslo. —Le diré que se mantenga alejado si eso es lo que quieres.
No sé lo que quiero. Si esto es solo una venganza, que Max nos atrape debería ser el objetivo final. Pero si nos atrapa, esto termina. Lentamente me agacho y paso mis dedos por el cabello plateado de Shane. Levanto mis caderas, atrayendo su boca hacia mi coño.
—Sí papi. Me quedaré el fin de semana. —su sonrisa de respuesta me hace temblar.
—Bien. —luego su boca está sobre mí de nuevo, con su lenta lengua follando mi agujero. Incluso cuando me digo a mí misma que no hay forma posible de que pueda volver a correrme, él hace que mi placer aumente, llevándome de regreso a ese filo de deseo.
Más rápido de lo que imagino posible, estoy lloriqueando, retorciéndome y moviendo las caderas para rozar su boca.
—Oh, Dios mío, ¿por qué se siente tan malditamente bien?
—Porque —rodea mi clítoris con la punta de la lengua. —No tengo nada más que tiempo, pequeña. Nada más que tiempo y un montón de paciencia.
Eso hace que mis piernas tiemblen por el placer que he sentido, porque hace mucho no me comian el coño-
—¿Crees que no he imaginado tu sabor? —pregunta —Y finalmente lo he probado y ¿crees que voy a apresurarme? No. Joder, no. —siento que estoy a punto de salirme de la piel.
—No pares. —no responde con palabras, pero responde de todos modos. Cada golpe me lleva más alto, me enrolla más fuerte. Y luego estoy en el precipicio, suspendido entre un lamido y el siguiente, solo para caer libremente por el otro lado.
Me corro tan fuerte que grito y aprieto mis muslos alrededor de su cabeza. Shane encaja sus grandes manos alrededor de ellos para forzar mis piernas a abrirse de nuevo, para mantenerme abierta mientras continúa su asalto hasta que mis huesos se vuelven masilla y colapso.
—No más. Oh Dios, no más —su risa oscura no promete piedad. —Lily, no viniste aquí por dos orgasmos miserables.
Está en mi coño de nuevo, arrastrando sus pulgares sobre mis labios y separándome como si no pudiera tener suficiente de verme.
—Tu coño es tan jodidamente bonita, rosada y húmeda solo para mí.
—Sí —la palabra sale como un chirrido.
Shane se recuesta un poco pero no deja de tocarme. Evita mi clítoris por ahora, pero las lentas y posesivas caricias contra el resto de mí me están relajando y volviendo a irritarme. No quita su atención de mi coño.
—Me gustaría recordar esto.
—Yo también.
—No, no me refiero a esto —finalmente arrastra su mirada hacia mi rostro. Mi humedad está por toda su boca y barbilla. Parece un maldito salvaje, y me encanta que no le importe que esté sucio con mis corridas. Nos hemos hecho un lío el uno al otro y, como él dijo, recién estamos comenzando. —Quiero filmarte, pequeña. Algo solo para nosotros.
Me quedo quieta. Follar con Shane es una cosa. ¿Fotos? Videos? Esos son para siempre, sin importar si se eliminan o no. Siempre hay copias de seguridad sobre copias de seguridad. Mi cuerpo tiembla y no puedo decidir si es una necesidad o una preocupación.
—¿Que harás con eso?
—Recordar el fin de semana cuando tu coño era mío y solo mío —me toma entre mis muslos con fuerza. Como si él fuera dueño de esa parte de mí, todo de mí. —Si te hace sentir mejor, puedes ponerlo en tu teléfono. Decide más tarde si quieres enviármelo o no.
Está incorrecto. La mujer que era hace cuatro días nunca habría consentido en algo como esto, y mucho menos lo hubiera deseado, no obstante, ya estoy asintiendo.
—Sí.
No tengo tiempo para preguntarme si todo esto es un terrible error, Shane se pone de pie y sale de la habitación, regresando con mi bolso en sus manos y lo lanza a mi lado.
―Dame tu teléfono. ―lo saco con manos temblorosas, lo enciendo y lo paso.
―Siéntate en la esquina ―señala con la barbilla el sofá, a lo cual obedezco, moviéndome torpemente.
Me recuesto contra la esquina del sofá y abro las piernas antes de que él pueda ordenarme que lo haga. Su sonrisa es recompensa suficiente.
―Buena niña ―se pone de pie de nuevo, enciende las luces de la sala y apaga la televisión, de alguna manera me siento aún más expuesta con las luces encendidas. Shane se arrodilla entre mis muslos y levanta mi teléfono ―Los árboles evitarán que los vecinos se pongan de entrometidos.
―Lástima ―murmuro. Extiendo la mano hacia arriba y hacia atrás para agarrarme del sofá ―Creo que les gustaría el programa.
―No hay duda ―presiona el botón para encender la cámara, moviéndola por la parte inferior de mi cuerpo. ―Tienes un coño muy necesitado. Mira lo mojada y regordeta que estás ―Shane arrastra dos dedos por mi raja, separándome obscenamente ―Tan jodidamente necesitado. Quieres mi polla, pero todavía no la tienes, ¿verdad? No te lo has ganado todavía.
Me mete un dedo y luego lo une con el segundo
―¿Vas a tomar mi polla tan ansiosamente como tomas mis dedos?
―Sí, papá ―le susurro.
Lo veo deslizar lentamente sus dedos dentro y fuera de mí hasta que están cubiertos con mi humedad, hasta que brillan en la cámara de mi teléfono.
―Así es. Mira a tu papá follarte con los dedos como la putita sucia que eres. ―difícilmente suena como él mismo, su voz se vuelve áspera y afilada. ―Creo que puedes tomar otro.
Me mete un tercer dedo. Es casi demasiado y no puedo detener el gemido que se escapa de mis labios. Shane me da una mirada penetrante.
―Toma lo que te doy. ¿Me escuchas? Toma mis tres dedos y me das las gracias cuando te hago venir.
El pánico y el deseo me atraviesan. Quiero lo que me está diciendo, pero no puedo.
―No puedo.
―¿Qué diablos acabas de decir? ―clava sus dedos en mí con fuerza, inclinando mi espalda, pero antes de que pueda ajustarme, se retira y agarra mi barbilla de la misma manera que lo hizo en la cocina, metiendo dos dedos profundamente.
Soy vagamente consciente del teléfono apuntando a mi cara, pero mi atención es consumida por él, por la mirada brutal en su rostro. Me folla la boca con los dedos, obligándome a probarme a mí misma allí, obligándome a reconocer que soy tan sucia como una zorra como pretendo ser. Que tal vez no estoy fingiendo en absoluto. Tengo arcadas, y solo entonces desliza sus dedos fuera de mi boca, lentamente.
―¿Qué fue lo que me dijiste? ―repite suavemente. Hay lágrimas en mi rostro, pero siento que estoy en llamas mientras lo miro. Me lamo los labios lentamente.
―Sí papi. ―mi voz es ronca. Es extraño hablar alrededor de su agarre clavándose en mi barbilla. ―Te tomaré los dedos y te agradeceré cuando me hagas venir.
La mirada de Shane cae a mis labios y luego me arrastra a su boca. He pasado mucho más tiempo del que jamás admitiré preguntándome cómo sería ser besado por este hombre. La fantasía no se acerca a la realidad. No hay vacilación, ciertamente no hay dulzura. Toma mi boca como un rey conquistador, obligándome a abrirme para permitir su lengua, inclinándome exactamente donde él quiere. Joder, me saquea.
De alguna manera, el beso es tan erótico como todo lo que hemos hecho hasta ahora, solo hizo más para que pueda saborear la evidencia de mí misma en toda su lengua.
Estoy sobre él. Me olvido de la cámara. Me olvido de todo menos de mi necesidad por él. Arrastro mi boca de la suya y sollozo contra sus labios.
―Por favor papá, fóllame. Te necesito. ―Shane exhala con dureza contra mi boca.
―Hay condones en el mueble del baño. Ve por ellos. ―no cuestiono su orden. Simplemente, obedezco poniéndome de pie y me apresuro a entrar en el pequeño baño de la planta baja para conseguir un hilo de condones.
Cuando vuelvo a la sala, él está en el sofá sacando su polla. Me detengo en seco. Mierda, es enorme. Realmente, realmente enorme.
―Woww ―Shane me da su sonrisa arrogante.
―Ven aquí y métete en la polla de tu papá como una buena niña ―me agarra los condones y rasga uno para abrirlo y lo enrolla mientras lo miro. No puedo recuperar el aliento, no puedo hacer nada más que moverme para sentarme a horcajadas sobre él y temblar cuando él muerde su polla en mi entrada. Casi espero que se acerque a mí, pero Shane se sienta y me deja tomar esta decisión. Como si tuviera otro destino en mente cuando me presenté aquí esta noche.
Dejo que la gravedad tome la decisión por mí, hundiéndome lentamente en su longitud. Excepto que eso solo llego hasta cierto punto. Es demasiado grande para deslizarse de un solo golpe la primera vez, y me quedo jadeando y retorciéndome y tratando de llevarlo más profundo.
―Dios, eso se siente bien.
―Tómalo todo ―sus manos se juntan en mis caderas, lenta e inexorablemente arrastrándome hacia abajo hasta que estoy segura de que puedo sentirlo en el fondo de mi garganta. ―Ahí tienes ―suena casi amable, casi cariñoso, mientras me empala con su polla.
Shane agarra la parte de atrás de mi cuello y luego su boca está sobre la mía de nuevo, besándome como si me necesitara más que aire para respirar. Lucho para subir por su polla y luego reanudo mi viaje, follándolo lentamente hasta que mi cuerpo se acomoda, y luego me muevo más rápido.
El resto de la escena se registra entre parpadeos lentos. El hecho de que todavía esté completamente vestido y que, en cambio, yo me encuentre desnuda, es como una continuación de nuestra dinámica de poder, pero no puedo decir si soy la sirena tentadora o la sumisa. No sé cuál quiero ser.
―Has querido esta polla durante mucho tiempo, ¿no es así? ―su voz me saca de mi aturdimiento ―Caminando por mi casa con esos pequeños atuendos, inclinándote un poco demasiado para que casi vea tu bonito coño. Querías tentarme.
―Tal vez ―le susurro ―Me gusta mucho la forma en que me miras y me gustaba pensar en ser mala contigo.
Nunca lo hubiera hecho si las cosas no hubieran llegado a este punto... Al menos, no creo que lo hubiera hecho. Pero eso no nos impide desarrollar nuestra imperdonable fantasía. Apoyo mis manos sobre sus hombros y aprieto con fuerza su polla.
―No tuve que caminar con una toalla desde el baño hasta tu habitación. No tuve que reducir la velocidad cada vez pasaba por ahí.
―Sí ―él aprieta su agarre en mis caderas, instándome a moverme más rápido.
―Casi se me cae la toalla una vez ―ni siquiera sé si es la verdad. No me importa. ―Solo para ver cómo reaccionabas ―casi puedo imaginarlo, mi nueva versión de los eventos de ese día, de verlo en su habitación, mirándome con esos ojos oscuros, inmovilizándome en mi lugar. De dejar caer la toalla... ―¿Qué habrías hecho?
―Te hubiera dicho que entraras a mi habitación y cerraras la puerta. ―me tira hacia abajo sobre su polla, manteniéndose profundamente dentro de mí. ―Sin embargo, no hubieras cerrado la puerta, porque eso es lo que siempre has querido, ¿no? Ser sucia y mala y follarme cuando no deberías.
―No soy la única que quiere ser sucia y mala, ¿verdad? ―me inclino y le lamo el cascarón de la oreja ―No soy yo el que se está follando a la ex prometida de su hijo en este momento, ¿verdad? No soy yo el que se paró demasiado cerca, el que me miró con demasiada intensidad, el que se lamió los labios cada vez que mi falda se deslizaba un poco demasiado alto.
―Sí, bueno, es mi polla la que estás montando ahora mismo. ―me agarra por la cintura y me hace caer de nuevo en el sofá.
Ahí es cuando veo mi teléfono, cuidadosamente posicionado para capturar la toma perfecta y ver su polla deslizarse dentro de mí. Es un ángulo aún mejor ahora, mi cuerpo se extiende mientras él se levanta y empuja hacia mí. Estamos montando un espectáculo para la cámara. Puedo ver perfectamente mis pechos temblar con la fuerza de cada embestida, puedo ver su polla, resbaladiza con mis jugos, desapareciendo dentro de mí, abriendo mi coño con su ancho.
―¿Quién es la polla que necesitas, pequeña? ―él se mueve frenéticamente. ―Dilo.
Encuentro mi propia mirada en la cámara. Nunca antes había hecho algo como esto. Al parecer, este fin de semana será uno de los primeros.
Intencionalmente, aparto la mirada de mi teléfono, miro hacia arriba para encontrarlo mirándome como si quisiera sacar todas las fantasías sucias de mi cabeza. Sostengo su mirada mientras digo.
―Tu polla, papi. Necesito tu polla.
Realmente no recomiendo hacer esta búsqueda en internet. Los resultados tienen mucha pornografía y pocas respuestas.
Al final, soy yo la que deja de buscar como seducirlo y termino en su porche delantero con un vestido negro corto y muslos a mediados de enero, con el frío que esta haciendo. Estoy temblando cuando llamo a la puerta, y no es solo porque el viento helado hace que mi ropa se sienta como una barrera ridícula.
A pesar de la hora tardía, está despierto. Mi respiración se detiene en mi garganta cuando la puerta se abre para revelarlo. Shane. El hombre que, hasta hace unos días, se suponía que era mi suegro. Es curioso lo rápido que cambian las cosas cuando menos lo esperas o no tan gracioso en absoluto.
Llena la puerta, un hombre corpulento de hombros anchos, manos grandes y con su cabello brillante. Tiene cuarenta y tantos años, probablemente veinte años más que yo, sin embargo, eso no hace que se vea menos guapo, sino más maduro.
Shane frunce el ceño cuando el reconocimiento se desliza sobre su hermoso rostro.
—¿Lily? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Esperaba que pudiéramos hablar —tengo que apretar la mandíbula para evitar que me castañeteen los dientes. Tal vez antes de ni siquiera haber tomado la decisión de acercarme a su casa, debí de revisar el clima y no venir solamente con un vestido. Al menos entonces tendría un abrigo.
Para su crédito, Shane no me hace esperar. Se aparta y mantiene la puerta abierta para que pueda pasar junto a él. La primera ráfaga de calor me hace temblar de nuevo. Tal vez si no hubiera estado ahí afuera durante tanto tiempo, reuniendo mi coraje, no tendría tanto frío ahora.
—¿Qué hizo él? —parpadeo y dejo de intentar restregar la sensación en las yemas de mis dedos.
—¿Perdón?.
—Mi hijo idiota. ¿Qué ha hecho ahora? —toma mi mano y la levanta entre nosotros. Mi dedo anular está notablemente vacío. Shane pasa el pulgar por la piel desnuda, todavía frunciendo el ceño.
Ahora mis escalofríos tienen muy poco que ver con la temperatura y todo con el deseo. Es otro indicio de las muchas formas en que mi relación con Max no funcionaba a toda máquina. Su maldito padre puede hacer más con un solo golpe de su pulgar de lo que Max alguna vez estuvo interesado en hacer con todo mi cuerpo.
Por otra parte, Max y yo solo tuvimos sexo cortés y amistoso, que no era lo que lo encontré haciendo con su secretaria cuando aparecí inesperadamente en su oficina. No es lo que pienso que estaba haciendo con los otras que sospecho que vinieron antes que ella.
No quiero meterme en eso ahora mismo. Ya he tenido cuatro días de lágrimas y rabia con mis amigas, pero si empiezo a hablar de cómo encontré a Max follándose a su secretaria como el mayor cliché que existe, voy a empezar a llorar de nuevo.
No es por eso que estoy aquí. Estoy aquí para vengarme, y tal vez un poco de placer también, aunque el placer ocupa un distante segundo lugar entre las prioridades.
—Shane. —digo su nombre lentamente.
Durante todo el tiempo que salí con Max, lo llamé Sr. Alby. Una distancia necesaria entre nosotros, un recordatorio de lo que él era para mí, solo el padre de mi novio.
Corto esa distancia ahora y lo miro, dejándolo ver las emociones reprimidas que he pasado dos largos años ignorando y negando. La verdad es que he pasado dos años ignorando muchas cosas.
Los ojos oscuros de Shane se agrandan y luego se calientan antes de cerrar su respuesta, encerrándose con fuerza. Pero, casi como si no pudiera resistirse, vuelve a deslizar la yema de su pulgar sobre mi dedo anular desnudo.
—Dime lo que sucedió.
—Hemos terminado —mi voz sale con dolor y odio que sea capaz de captar lo que estoy sintiendo. —No vamos a volver, ni a intentarlo una segunda vez. Realmente, realmente hemos terminado —asiente lentamente y luego me da un apretón en la mano.
—Parece que te vendría bien un trago.
—Me vendrían bien unos diez, pero es un buen punto de partida.
Al menos no me ha echado a patadas de su casa y eso es una buena señal. Lo sigo a la cocina y miro mientras abre el mueble bar y busca entre las botellas.
—Vodka, ¿verdad?
—Sí —por supuesto que recuerda mi bebida.
Apuesto a que, si lo preguntara, también se acordaria del día de mi cumpleaños y una gran cantidad de otros detalles que se le escapan a la mayoría de las personas, incluido mi ex. Pero entonces, Shane no es la mayoría de la gente.
El calor se derrite en mis huesos mientras él prepara metódicamente una bebida para cada uno de nosotros.
No sé qué hacer con mis manos una vez que no las necesito para calentarme, y la comodidad de la temperatura es un vívido recordatorio de lo poco que estoy usando.
Mi vestido es apenas lo suficientemente largo como para cubrir la parte superior de mis muslos y mientras estoy usando un liguero, no tengo nada más debajo de la fina tela del vestido. Estoy vestida de puta y francamente escandalosa y Shane apenas me ha mirado desde que entré por la puerta. Eso no servirá. Eso no servirá en absoluto.
Termina con las bebidas y yo reúno lo que me queda de coraje y acorto la distancia entre nosotros, deslizándome entre él y el mostrador para alcanzar el vaso. Así, él está a mi espalda, sus caderas contra mi trasero.
—Gracias —digo por encima de mi hombro.
Escucho como inhala bruscamente, pero no retrocede.
—¿Qué estás haciendo, Lily? —su falta de retirada me da un poco más de fuerza. Lo suficiente para beber un sorbo y luego girar lentamente para mirarlo.
Tengo que inclinarme hacia atrás sobre el mostrador para encontrarme con su mirada, y una emoción me recorre la punta del estomago, bien podría estar hecho de piedra.
—Tengo una pregunta.
—Pregúntalo.
—El verano pasado, se suponía que tú y Max iban a estar trabajando, así que estuve aquí en la piscina —apenas puedo recuperar el aliento —No había nadie cerca, así que no me molesté en ponerme un traje de baño.
—Mmm —el calor apenas acumulado en su mirada está de vuelta, ardiendo más a cada segundo. Todavía no se ha movido, ni para presionarme ni para retirarse y eso me tiembla los nervios —Eso no es una pregunta —me lamo los labios y sigo.
—Se sentía horrible estar ahí afuera desnuda, sabiendo que estaba en tu casa incluso si tú no estabas aquí. Yo… —esta parte es más difícil, pero su cercanía me da un impulso de valentía. —Empecé a tocarme.
Me sentí como una pequeña zorra diciendo esas palabras, pero eso la puso más caliente. Su respiración se dificultaba más y se estira a mi alrededor para agarrar el mostrador a cada lado de mis caderas.
—¿Porqué me estas diciendo esto?
—Porque no es algo que no sepas —le susurro. —Estabas arriba. Te vi mirarme a través de la ventana principal —llego detrás de mí hasta el mostrador que está justo dentro de sus manos. El movimiento hace arquear mi espalda y que mis senos queden casi al alcance de su mano. —No sabía que estabas allí cuando comencé, pero una vez que supe que me estabas mirando, me tomé mi tiempo y lo arrastré. Quería que vieras. Quería que hicieras más que mirar.
Lo último que suelto, nunca había sido capaz de admitirlo a mí misma, y mucho menos en voz alta, pero es la verdad.
—¿Lo recuerdas? —pregunto. Exhala con dureza.
—No sabes lo que viste.
—Bueno. —estoy temblando como una hoja. —Mi error.
Shane todavía no se aleja y eso hace que mis esperanzas de lo que quiero hacer con él no se vayan volando.
—Incluso si llegué a casa a almorzar inesperadamente ese día, estabas saliendo con mi hijo. —se mueve hacia adelante en la mínima medida, acercándose a mí. —Hubiera sido muy jodido si me hubiera quedado en mi habitación mientras tú tocabas ese lindo coño. Sería un monstruo si hubiera visto todo el asunto y me hubiera corrido con mi mano mientras fingía que eras tú.
—Shane —digo su nombre como un secreto, solo entre nosotros. —No estoy saliendo con tu hijo en este momento.
—¿Qué hizo él?
—No quiero hablar de ello. —sacude la cabeza lentamente.
—Viniste aquí con un propósito, pero no puedes lanzarte sobre mí sin compartir la verdad. Fuera con eso, Lily. ¿Qué hizo Max? —realmente no quiero hablar de eso, pero la mera cercanía de él hace que mis frenos verbales desaparezcan y me encuentro respondiendo sin tener ninguna intención de hacerlo.
—Se acostó con su secretaria. Creo que quería que lo atrapara. O eso, o simplemente es una mierda por esconderlo cuando no está tramando nada bueno.
Excepto que esa no es toda la verdad, pero admitir que creo que me ha estado engañando durante meses y meses se siente como admitir que soy una tonta. ¿Qué tipo de prometida se traga todas las mentiras de su querido novio y no las cuestiona cuando las cosas no encajan del todo? Aparentemente el tipo de prometida que soy. Él maldice en voz baja.
—Lo siento.
Incluso si es verdad que soy una tonta y lloraré y lloraré por el futuro que pensé que sería mío, y seguro que me follaré con rencor al padre de Max, pero no lamento haber evitado atar mi vida a alguien que nunca debería haber sido más que un amigo. Alguien que no dudó en herirme en lugar de sentarme y decirme lo infeliz que era.
Max es egoísta y yo tampoco fui del todo feliz en nuestra relación, sin embargo, no salí y me follé a otras personas cuando estábamos juntos. Pero, como le dije a Shane hace un momento, ya no estamos juntos.
Me levanto sobre el mostrador, poniéndonos casi a la misma altura. El movimiento tiene mi falda elevándose peligrosamente, mostrando mis muslos y ligas. Shane mira hacia abajo y se queda quieto. Ambos aguantamos la respiración mientras él mueve una mano para sujetar mi muslo y traza el punto donde mi liga se conecta con las medias.
—Lily. —esta vez, cuando dice mi nombre, suena diferente. Casi enojado. —¿Si te levanto la falda, voy a encontrar tu coño desnudo?
Las palabras me azotan y no puedo evitar temblar. Me lamo los labios de nuevo.
—Si quieres averiguarlo, no te detendré.
—Chica sucia. —el rompe la liga y el pinchazo me hace saltar. —Viniste aquí para vengarte.
No tiene sentido negarlo.
—Sí.
—Tendría que ser un idiota egoísta para aprovecharme de ti cuando estás así.
Pero me está mirando de la forma en que siempre he fantaseado, como si tuviera mil cosas que quiera hacerle a mi cuerpo y no haya decidido por dónde quiere empezar.
—Es lo que ambos queremos, ¿no? —cuando no responde de inmediato, presiono. —¿Por qué no hacerlo? —mueve su mano a mi cadera y agarra la tela de mi vestido, apretándola contra mi cuerpo.
—Podría pensar en algunas razones. —hace una pausa —Como comenzando, que te ibas a casar con mi hijo.
—No voy a hacerlo ahora.
—Eres lo suficientemente joven para ser mi hija. —observo cómo el vestido sube por mis piernas con cada tirón de su mano, descubriendo más y más piel de mí.
—¿Debería llamarte papi, entonces? —él se queda quieto. Solo así, me suelta el vestido y la tela cae hacia atrás para cubrir la mayor parte de mis muslos. La decepción me irrita el estómago, pero él no retrocede. Patina su mano por mi costado, apenas rozando la curva de mi pecho antes de agarrar mi barbilla con la fuerza suficiente para doler.
—¿Es eso lo que quieres, Lily? —presiona dos dedos en mi labio inferior y lo abro. —Quieres llamarme papá mientras te hago cosas sucias con las que solo has fantaseado.
Desliza sus dedos en mi boca, dentro y fuera, dentro y fuera, imitando follar. Lo miro con los ojos muy abiertos, pero no tengo la oportunidad de decidir si me gusta o no antes de que agarre con fuerza los dedos restantes alrededor de mi barbilla, sus dedos casi lo suficientemente profundos como para amordazarme. Shane se inclina y sostiene mi mirada mientras sus dedos acarician mi lengua.
—¿Quieres llamarme papá mientras deslizo mi mano por tu falda y averiguo lo que tienes esperándome? ¿Mientras te inclino sobre este mostrador y me como tu coño hasta que te corras? —es casi demasiado, no puedo recuperar el aliento, realmente voy a tener náuseas, pero no me da ningún alivio. —¿Quieres montar la polla de papá?
Oigo un sonido de pánico y me suelta, deslizando sus dedos de mi boca. Se siente sucio y mal y estoy temblando de necesidad.
—Sí. —le susurro. —Sí, eso es lo que quiero.
Busca una negativa en mi rostro. Tal vez pensó que me asustaría con todo eso, pero en cambio estoy aún más excitado. Mis manos caen hasta el dobladillo de mi vestido.
—¿Te gustaría ver? —mira a su alrededor como si se diera cuenta de dónde estamos por primera vez.
—Aqui no.
La cocina da al frente de la casa, y con las luces encendidas, solo los arces en el patio delantero evitan que los vecinos nos vean. Salto del mostrador y me tambaleo tras él de rodillas que se sienten como gelatina. Dios mío, ¿esto realmente está sucediendo? ¿Realmente lo desafié así y ahora me ha dicho que me engaño?. Sé que el olvido no durará para siempre, pero en este punto tomaré lo que pueda.
Espero que Shane me lleve arriba, pero se dirige a la sala de estar con su gran sofá seccional y una otomana cuadrada. Cuando se junta, básicamente crea una cama enorme, y siempre quise follar en ella, pero a Max nunca le interesó nada parecido al sexo en público.
Veo a Shane apretar la otomana contra el sofá y mi corazón late con demasiada fuerza. Luego se deja caer en el sofá y se coloca contra el respaldo con sus grandes piernas estiradas. Así, no se puede perder la forma en que su polla presiona contra la parte delantera de sus pantalones. Me hace un gesto con los dedos.
—Quitate los zapatos. —obedezco y después de un breve debate en silencio, me paro en la otomana y camino hacia él. Pero cuando me muevo para sentarme a horcajadas sobre él, niega con la cabeza. —No, gira de vuelta y acuestate.
Cuando no obedezco de inmediato, me mueve como me quiere. Instándome sobre mi estómago frente a la televisión, mis espinillas y pies se doblaron contra el respaldo del sofá. Se siente extraño e incómodo y empeora por el hecho de que no nos tocamos. Debe sentir mi confusión, porque suelta una carcajada mientras toma el control remoto y pone una película.
—No recuerdas esto. —es solo cuando comienzan los créditos iniciales de una película de acción de mierda que me quedo quieta. —Llevabas una falda casi tan corta como esta y te encontrabas mirando una película, sin embargo, ya habían llegado los creditos y seguías sin moverte ¿Esperabas que te metiera un dedo?
La vergüenza y el deseo me atraviesan.
—Quizás. —mi respiración se detiene en mi garganta cuando su mano se mueve más alto, su palma áspera contra mi piel desnuda. Trago saliva. —Tal vez esperaba que lo hicieras.
—Desvergonzada —murmura. —Veamos cuán desvergonzada eres, ¿de acuerdo?. Súbete el vestido, Lily.
Me ahogo y agarro el dobladillo de mi vestido, subiéndolo poco a poco sobre mi trasero, desnudándome de cintura para abajo.
—Buena niña. —aprieta su agarre en mi muslo. —Abre las piernas y levanta las caderas.
Mientras obedezco, su mano se mueve más alto y toma mi coño. Ambos exhalamos temblorosos. Esperaba que me saltara, que me arrancara la ropa y me follara contra la superficie más cercana disponible. No esperaba que recreara uno de los casi accidentes más sucios que hemos tenido en los últimos dos años.
—Mojada —murmura Shane. —¿Estabas tan mojada para mí ese día? Me habrías dejado... —me mete dos dedos anchos. —Lo habrías hecho, ¿no?
—Sí —me quejo.
Me retuerzo contra su toque, tratando de llevarlo más profundo. Me siento como si estuviera en llamas, lascivo y sucia e incapaz de detenerme.
—Quería tanto tus dedos. —gimo fuerte.
—¿Quieres ser mala, Lily? Pruébalo. —levanto la cabeza y lo miro.
—¿Cómo?
—Ven aquí. —me doy la vuelta y me doy cuenta de que ha abierto un poco las piernas y que tiene la palma de la mano en el muslo. Sus dedos todavía están húmedos por mis liquidos, y eso podría avergonzarme si tuviera espacio para pensar. Shane asiente con la cabeza hacia sus dedos. —Ponte a horcajadas sobre mi muslo. Aquí mismo.
Tengo que agarrarme de sus hombros mientras obedezco, y me agacho suavemente contra su palma. Shane me recompensa empujando sus dedos dentro de mí de nuevo. Esta vez, no puedo evitar lloriquear.
—Toma lo que necesites, Lily.
Agarra mi cadera con su mano libre y me insta a mecer contra su palma.
—Monta mi mano. —me estremezco.
—Tu mano no es lo que quiero. —jadeo.
—Mi mano es todo lo que tienes ahora. Tienes que ganarte mi polla. —sonríe, lento y arrogante. —No soy un pequeño capullo que está desesperado por follar tu coño y perseguir mi propio placer. Me meteré dentro de ti cuando esté bien y listo, y ni un momento antes, ni uno después. —su voz se vuelve dura. —Monta mi mano, Lily.
Se inclina, su voz baja y pecaminosa.
—Muéstrale a tu papá lo linda que eres. —que se haga llamar papá es francamente perverso y me excita.
—Está bien. —respiro.
Y luego empiezo a moverme, frotando contra su palma, forzando sus dedos tan profundamente dentro de mí como puedo. No es suficiente, pero se siente tan bien y tan mal al mismo tiempo. Se complica más por el hecho de que estoy en su entorno familiar, pero las cosas no podrían ser más diferentes.
Shane me observa un momento, su mirada oscura y hambrienta y luego se inclina y captura mi pezón a través de la fina tela de mi vestido. Chupa con fuerza, haciéndome gritar, y luego mira hacia arriba.
—Quítate el vestido. —estoy muy feliz de cumplir, que me lo quito y lo tiro.
La forma en que me mira, Dios, no puedo respirar. Mi orgasmo se está apoderando de mí, así que disminuyo la velocidad, queriendo que esto dure tanto como pueda. Me recuesto y apoyo mis manos en el sofa, dándole una vista de la larga línea de mi cuerpo. mientras follo su mano. Su mandíbula se aprieta.
—Eres tan sexy.
—Gracias papi. —me arrastra más cerca al orgasmo.
—No debería gustarme tanto. —me guía para que me acueste entre sus muslos abiertos, mis piernas se estiran ampliamente mientras me arrastra hasta que estoy casi en su regazo. —Pero me gusta, Lily. Realmente me encanta.
Él separa mi coño con dedos inquisitivos y hace círculos en mi clítoris lentamente con su pulgar.
—¿Quieres venirte? —creo que podría morir si no lo hago.
—Sí. —todavía me sigue con los dedos, burlándose de mí, examinándome.
—Dime qué necesita este lindo gatito. Pregúntame bien y te lo doy. —muerdo mi labio inferior y miro mi cuerpo hacia él. ¿Me atrevo a decirlo? La alternativa, no obtener lo que quiero, es inaceptable.
—Hazme venir, papá. Por favor. —lentamente desliza sus dedos dentro de mí y se siente obsceno en esta posición. Como si yo fuera sólo un juguete para que él haga lo que le plazca.
Contra mi mejor juicio, mi mirada vuela por la habitación. Estamos totalmente expuestos aquí. Si alguien entrara, no habría duda de lo que estamos haciendo, sin ocultar lo cerca que estoy de llegar, sin perder el hecho de que son sus dedos los que me llevan allí.
—¿Qué estás pensando? —pregunta casi sin hacer nada mientras mueve los dedos un poco.
—Simplemente —apretó los puños a mi alrededor —Yo, um... —respiro entrecortadamente. —Estaba pensando en lo expuestos que estamos ahora.
—Nosotros no. Tú estás expuesta. Con solo esa burla de ligas. Extiende mi coño con su mano libre y se inclina para espiar su exhalación contra mi clítoris. —Estás pensando en la expresión de su rostro si nos encontrara así.
No lo había pensado, pero ahora no puedo pensar en nada más. Una satisfacción feroz se dispara a través de mí. He soportado tanto dolor y humillación por culpa de Max. Soy lo suficientemente idiota como para querer responder de la misma manera.
—Quizás. —otra deliciosa exhalación, la sensación casi suficiente para volcarme al límite.
—No debería preguntar... —estiro mis brazos sobre mi cabeza, retorciéndome casi sin pensar contra su toque.
—Pregúnteme. Te diré lo que quieras.
—¿Cuándo fue la última vez que te hizo venir, Lily? —suena como si se lo hubieran arrebatado, duro y brutal. —¿Cuándo fue la última vez que adoró tu lindo coño de la forma en que debía ser adorado? Dedos y lengua, una y otra vez hasta que estuvieras pidiendo su polla.
Mi espalda se arquea y el comienzo de un orgasmo encrespa los dedos de mis pies. Estoy tan cerca… Pero Shane dejó de moverse, detuvo el embriagador aumento de placer mientras esperaba mi respuesta. Me quejo y me muevo.
—Nunca. Nunca ha hecho nada de eso.
—¿Nunca te hizo venir?
—No. —a él tampoco pareció importarle nunca. No mientras el si tuviera el suyo. El shock hace que su voz sea áspera.
—¿Ni una puta vez?
—No —gimo. —Ni una sola vez.
Su maldición es la única advertencia que recibo antes de que su boca esté sobre mí. Lamiendo y chupando y, mierda, eso se siente bien. Apenas tengo la oportunidad de disfrutarlo antes de tener un orgasmo, con los dedos de los pies doblados y la espalda arqueada.
No es mi intención agarrar su cabello y colocar mi coño contra su cara, ordeñando hasta el último pedacito de mi placer con su inteligente lengua. No es mi intención, pero no lamento haberlo hecho.
Shane me coloca más alto en la otomana y empuja mi cuerpo hacia adelante lo suficiente como para poder ponerse de rodillas entre mis muslos abiertos.
La mayoría de las veces, cuando los chicos me han criticado en el pasado, están apurados, haciendo lo mínimo para prepararme lo suficiente para follarme.
Estoy más que lista para follarme con Shane, pero él le está dando a mi coño besos lentos y profundos. Como si tuviera todo el tiempo del mundo. Como si esto ni siquiera se tratara de mi placer; es simplemente porque se está divirtiendo.
Poco a poco, me relajo, mi mente se desenvuelve bajo su lengua y la presión de sus dedos contra mis muslos, me siguen manteniendo abierta para él.
—Eso se siente bien —le susurro. Arrastra la parte plana de su lengua sobre mi clítoris.
—Quédate el fin de semana. —levanto la cabeza, para mirar sus ojos azules.
—¿Qué? —me está mirando como si temiera a mi respuesta.
—Quédate el fin de semana, pequeña. Déjame resolver la frustración de dos años en tu pequeño cuerpo apretado y adorar tu coño. Déjame hacerte venir tantas veces que pierdes la cuenta. —otro largo lamido a mi coño, me hace temblar. —Seguramente eso satisfará tu necesidad de venganza.
No puedo pensar bien con él dandome lenguetazos en mi pobre coño y en sus dedos apretando mis muslos.
—¿Pero y si viene de visita?
—No lo hará —muerde mi muslo. —Le diré que se mantenga alejado si eso es lo que quieres.
No sé lo que quiero. Si esto es solo una venganza, que Max nos atrape debería ser el objetivo final. Pero si nos atrapa, esto termina. Lentamente me agacho y paso mis dedos por el cabello plateado de Shane. Levanto mis caderas, atrayendo su boca hacia mi coño.
—Sí papi. Me quedaré el fin de semana. —su sonrisa de respuesta me hace temblar.
—Bien. —luego su boca está sobre mí de nuevo, con su lenta lengua follando mi agujero. Incluso cuando me digo a mí misma que no hay forma posible de que pueda volver a correrme, él hace que mi placer aumente, llevándome de regreso a ese filo de deseo.
Más rápido de lo que imagino posible, estoy lloriqueando, retorciéndome y moviendo las caderas para rozar su boca.
—Oh, Dios mío, ¿por qué se siente tan malditamente bien?
—Porque —rodea mi clítoris con la punta de la lengua. —No tengo nada más que tiempo, pequeña. Nada más que tiempo y un montón de paciencia.
Eso hace que mis piernas tiemblen por el placer que he sentido, porque hace mucho no me comian el coño-
—¿Crees que no he imaginado tu sabor? —pregunta —Y finalmente lo he probado y ¿crees que voy a apresurarme? No. Joder, no. —siento que estoy a punto de salirme de la piel.
—No pares. —no responde con palabras, pero responde de todos modos. Cada golpe me lleva más alto, me enrolla más fuerte. Y luego estoy en el precipicio, suspendido entre un lamido y el siguiente, solo para caer libremente por el otro lado.
Me corro tan fuerte que grito y aprieto mis muslos alrededor de su cabeza. Shane encaja sus grandes manos alrededor de ellos para forzar mis piernas a abrirse de nuevo, para mantenerme abierta mientras continúa su asalto hasta que mis huesos se vuelven masilla y colapso.
—No más. Oh Dios, no más —su risa oscura no promete piedad. —Lily, no viniste aquí por dos orgasmos miserables.
Está en mi coño de nuevo, arrastrando sus pulgares sobre mis labios y separándome como si no pudiera tener suficiente de verme.
—Tu coño es tan jodidamente bonita, rosada y húmeda solo para mí.
—Sí —la palabra sale como un chirrido.
Shane se recuesta un poco pero no deja de tocarme. Evita mi clítoris por ahora, pero las lentas y posesivas caricias contra el resto de mí me están relajando y volviendo a irritarme. No quita su atención de mi coño.
—Me gustaría recordar esto.
—Yo también.
—No, no me refiero a esto —finalmente arrastra su mirada hacia mi rostro. Mi humedad está por toda su boca y barbilla. Parece un maldito salvaje, y me encanta que no le importe que esté sucio con mis corridas. Nos hemos hecho un lío el uno al otro y, como él dijo, recién estamos comenzando. —Quiero filmarte, pequeña. Algo solo para nosotros.
Me quedo quieta. Follar con Shane es una cosa. ¿Fotos? Videos? Esos son para siempre, sin importar si se eliminan o no. Siempre hay copias de seguridad sobre copias de seguridad. Mi cuerpo tiembla y no puedo decidir si es una necesidad o una preocupación.
—¿Que harás con eso?
—Recordar el fin de semana cuando tu coño era mío y solo mío —me toma entre mis muslos con fuerza. Como si él fuera dueño de esa parte de mí, todo de mí. —Si te hace sentir mejor, puedes ponerlo en tu teléfono. Decide más tarde si quieres enviármelo o no.
Está incorrecto. La mujer que era hace cuatro días nunca habría consentido en algo como esto, y mucho menos lo hubiera deseado, no obstante, ya estoy asintiendo.
—Sí.
No tengo tiempo para preguntarme si todo esto es un terrible error, Shane se pone de pie y sale de la habitación, regresando con mi bolso en sus manos y lo lanza a mi lado.
―Dame tu teléfono. ―lo saco con manos temblorosas, lo enciendo y lo paso.
―Siéntate en la esquina ―señala con la barbilla el sofá, a lo cual obedezco, moviéndome torpemente.
Me recuesto contra la esquina del sofá y abro las piernas antes de que él pueda ordenarme que lo haga. Su sonrisa es recompensa suficiente.
―Buena niña ―se pone de pie de nuevo, enciende las luces de la sala y apaga la televisión, de alguna manera me siento aún más expuesta con las luces encendidas. Shane se arrodilla entre mis muslos y levanta mi teléfono ―Los árboles evitarán que los vecinos se pongan de entrometidos.
―Lástima ―murmuro. Extiendo la mano hacia arriba y hacia atrás para agarrarme del sofá ―Creo que les gustaría el programa.
―No hay duda ―presiona el botón para encender la cámara, moviéndola por la parte inferior de mi cuerpo. ―Tienes un coño muy necesitado. Mira lo mojada y regordeta que estás ―Shane arrastra dos dedos por mi raja, separándome obscenamente ―Tan jodidamente necesitado. Quieres mi polla, pero todavía no la tienes, ¿verdad? No te lo has ganado todavía.
Me mete un dedo y luego lo une con el segundo
―¿Vas a tomar mi polla tan ansiosamente como tomas mis dedos?
―Sí, papá ―le susurro.
Lo veo deslizar lentamente sus dedos dentro y fuera de mí hasta que están cubiertos con mi humedad, hasta que brillan en la cámara de mi teléfono.
―Así es. Mira a tu papá follarte con los dedos como la putita sucia que eres. ―difícilmente suena como él mismo, su voz se vuelve áspera y afilada. ―Creo que puedes tomar otro.
Me mete un tercer dedo. Es casi demasiado y no puedo detener el gemido que se escapa de mis labios. Shane me da una mirada penetrante.
―Toma lo que te doy. ¿Me escuchas? Toma mis tres dedos y me das las gracias cuando te hago venir.
El pánico y el deseo me atraviesan. Quiero lo que me está diciendo, pero no puedo.
―No puedo.
―¿Qué diablos acabas de decir? ―clava sus dedos en mí con fuerza, inclinando mi espalda, pero antes de que pueda ajustarme, se retira y agarra mi barbilla de la misma manera que lo hizo en la cocina, metiendo dos dedos profundamente.
Soy vagamente consciente del teléfono apuntando a mi cara, pero mi atención es consumida por él, por la mirada brutal en su rostro. Me folla la boca con los dedos, obligándome a probarme a mí misma allí, obligándome a reconocer que soy tan sucia como una zorra como pretendo ser. Que tal vez no estoy fingiendo en absoluto. Tengo arcadas, y solo entonces desliza sus dedos fuera de mi boca, lentamente.
―¿Qué fue lo que me dijiste? ―repite suavemente. Hay lágrimas en mi rostro, pero siento que estoy en llamas mientras lo miro. Me lamo los labios lentamente.
―Sí papi. ―mi voz es ronca. Es extraño hablar alrededor de su agarre clavándose en mi barbilla. ―Te tomaré los dedos y te agradeceré cuando me hagas venir.
La mirada de Shane cae a mis labios y luego me arrastra a su boca. He pasado mucho más tiempo del que jamás admitiré preguntándome cómo sería ser besado por este hombre. La fantasía no se acerca a la realidad. No hay vacilación, ciertamente no hay dulzura. Toma mi boca como un rey conquistador, obligándome a abrirme para permitir su lengua, inclinándome exactamente donde él quiere. Joder, me saquea.
De alguna manera, el beso es tan erótico como todo lo que hemos hecho hasta ahora, solo hizo más para que pueda saborear la evidencia de mí misma en toda su lengua.
Estoy sobre él. Me olvido de la cámara. Me olvido de todo menos de mi necesidad por él. Arrastro mi boca de la suya y sollozo contra sus labios.
―Por favor papá, fóllame. Te necesito. ―Shane exhala con dureza contra mi boca.
―Hay condones en el mueble del baño. Ve por ellos. ―no cuestiono su orden. Simplemente, obedezco poniéndome de pie y me apresuro a entrar en el pequeño baño de la planta baja para conseguir un hilo de condones.
Cuando vuelvo a la sala, él está en el sofá sacando su polla. Me detengo en seco. Mierda, es enorme. Realmente, realmente enorme.
―Woww ―Shane me da su sonrisa arrogante.
―Ven aquí y métete en la polla de tu papá como una buena niña ―me agarra los condones y rasga uno para abrirlo y lo enrolla mientras lo miro. No puedo recuperar el aliento, no puedo hacer nada más que moverme para sentarme a horcajadas sobre él y temblar cuando él muerde su polla en mi entrada. Casi espero que se acerque a mí, pero Shane se sienta y me deja tomar esta decisión. Como si tuviera otro destino en mente cuando me presenté aquí esta noche.
Dejo que la gravedad tome la decisión por mí, hundiéndome lentamente en su longitud. Excepto que eso solo llego hasta cierto punto. Es demasiado grande para deslizarse de un solo golpe la primera vez, y me quedo jadeando y retorciéndome y tratando de llevarlo más profundo.
―Dios, eso se siente bien.
―Tómalo todo ―sus manos se juntan en mis caderas, lenta e inexorablemente arrastrándome hacia abajo hasta que estoy segura de que puedo sentirlo en el fondo de mi garganta. ―Ahí tienes ―suena casi amable, casi cariñoso, mientras me empala con su polla.
Shane agarra la parte de atrás de mi cuello y luego su boca está sobre la mía de nuevo, besándome como si me necesitara más que aire para respirar. Lucho para subir por su polla y luego reanudo mi viaje, follándolo lentamente hasta que mi cuerpo se acomoda, y luego me muevo más rápido.
El resto de la escena se registra entre parpadeos lentos. El hecho de que todavía esté completamente vestido y que, en cambio, yo me encuentre desnuda, es como una continuación de nuestra dinámica de poder, pero no puedo decir si soy la sirena tentadora o la sumisa. No sé cuál quiero ser.
―Has querido esta polla durante mucho tiempo, ¿no es así? ―su voz me saca de mi aturdimiento ―Caminando por mi casa con esos pequeños atuendos, inclinándote un poco demasiado para que casi vea tu bonito coño. Querías tentarme.
―Tal vez ―le susurro ―Me gusta mucho la forma en que me miras y me gustaba pensar en ser mala contigo.
Nunca lo hubiera hecho si las cosas no hubieran llegado a este punto... Al menos, no creo que lo hubiera hecho. Pero eso no nos impide desarrollar nuestra imperdonable fantasía. Apoyo mis manos sobre sus hombros y aprieto con fuerza su polla.
―No tuve que caminar con una toalla desde el baño hasta tu habitación. No tuve que reducir la velocidad cada vez pasaba por ahí.
―Sí ―él aprieta su agarre en mis caderas, instándome a moverme más rápido.
―Casi se me cae la toalla una vez ―ni siquiera sé si es la verdad. No me importa. ―Solo para ver cómo reaccionabas ―casi puedo imaginarlo, mi nueva versión de los eventos de ese día, de verlo en su habitación, mirándome con esos ojos oscuros, inmovilizándome en mi lugar. De dejar caer la toalla... ―¿Qué habrías hecho?
―Te hubiera dicho que entraras a mi habitación y cerraras la puerta. ―me tira hacia abajo sobre su polla, manteniéndose profundamente dentro de mí. ―Sin embargo, no hubieras cerrado la puerta, porque eso es lo que siempre has querido, ¿no? Ser sucia y mala y follarme cuando no deberías.
―No soy la única que quiere ser sucia y mala, ¿verdad? ―me inclino y le lamo el cascarón de la oreja ―No soy yo el que se está follando a la ex prometida de su hijo en este momento, ¿verdad? No soy yo el que se paró demasiado cerca, el que me miró con demasiada intensidad, el que se lamió los labios cada vez que mi falda se deslizaba un poco demasiado alto.
―Sí, bueno, es mi polla la que estás montando ahora mismo. ―me agarra por la cintura y me hace caer de nuevo en el sofá.
Ahí es cuando veo mi teléfono, cuidadosamente posicionado para capturar la toma perfecta y ver su polla deslizarse dentro de mí. Es un ángulo aún mejor ahora, mi cuerpo se extiende mientras él se levanta y empuja hacia mí. Estamos montando un espectáculo para la cámara. Puedo ver perfectamente mis pechos temblar con la fuerza de cada embestida, puedo ver su polla, resbaladiza con mis jugos, desapareciendo dentro de mí, abriendo mi coño con su ancho.
―¿Quién es la polla que necesitas, pequeña? ―él se mueve frenéticamente. ―Dilo.
Encuentro mi propia mirada en la cámara. Nunca antes había hecho algo como esto. Al parecer, este fin de semana será uno de los primeros.
Intencionalmente, aparto la mirada de mi teléfono, miro hacia arriba para encontrarlo mirándome como si quisiera sacar todas las fantasías sucias de mi cabeza. Sostengo su mirada mientras digo.
―Tu polla, papi. Necesito tu polla.