Violando a mi madre

roman74

Pajillero
Registrado
Ene 9, 2008
Mensajes
2,925
Likes Recibidos
60
Puntos
48
 
Todo comenzó un dÃ*a aburrido en mi casa. No tenÃ*a mucho que hacer. AsÃ* que me dio por fisgar un poco el ordenador portátil de mi madre. Era un equipo nuevo, apenas un mes atrás lo habÃ*a comprado, puesto que se habÃ*a apuntado a un curso de iniciación de internet para amas de casa, animada por sus amigas.
Ella es ama de casa. Mi padre trabaja en su propia empresa, y yo estoy terminando económicas. Tanto mi padre como mi madre, son de profundas creencias religiosas, y yo, para ellos, la oveja descarriada del rebaño del Señor, pues aunque buen estudiante, soy más amigo de las fiestas carnales que de las vigilias.
Cotilleando el ordenador, vi que mi madre tenÃ*a su propia cuenta de Messenger, lo cual me sorprendió, de la misma forma, que al acceder a su correo (mamá, que malo es recordar las claves en un ordenador…) pude ver que también se habÃ*a creado un perfil en una conocida página de contactos en la red.
No pude evitar intentar entrar en dicha página. Y lo conseguÃ*. Yo también dejo mis claves recordadas en mi ordenador, pero al menos, me pide clave de usuario para iniciar sesión, benditos errores de novato.
Mama, en su perfil, habÃ*a puesto 5 fotos bastante normales. Era una mujer de 1.62 cm, 53 años, unos 54 kg de peso, ojos castaños claros, media melena color caoba, unos pechos ni grandes ni pequeños y un culo que ya empezaba a notar los años, aunque aún a la vista era apetecible. Ninguna fotografÃ*a era especialmente sexy, pero pude ver que tenÃ*a bastantes contactos. Unos groseros, a los que no hablaba, y otros tantos con lo que si lo hacÃ*a. Como no… cotillee sus conversaciones.. y entre sus contactos, encontré dos conocidos mÃ*os. Claro que en un pueblo de 300.000 habitantes, es algo relativamente sencillo.
Uno de ellos era un chavalito de mi edad. Al que conocÃ*a a través de un amigo común, era un tipo majo y sanote, guapo, con buena percha, educado… el novio perfecto para mi hermana, pero no para mi madre, desde luego.
El otro conocido era un sujeto más sospechoso. Era unos 8 años más joven que mi madre, un tipo alto, moreno, de ojos negros, pelo negro y nariz aguileña, con un cuerpo aun atlético. HabÃ*a sido profesor de educación fÃ*sica en mi instituto, y habÃ*a sido despedido por tocamientos a unas menores. Un pieza, vamos.
Dejándome llevar por la curiosidad, y por saber más de mi madre, cogÃ* unas fotos por internet, de un tipo de unos 45 años, elegante, atractivo, con aspecto formal. TÃ*pico hombre de mediana edad al que la vida, al menos, en apariencia le va bien.
Pasados varios dÃ*as, al fin logré contactar con mi madre a través de la pagina de contactos. Varias veces habÃ*amos coincidido conectados, pero ella no respondÃ*a a mis mensajes, hasta ese momento. Comenzamos a charlar. Primero la alabé un poquito, diciéndole que era una mujer atractiva, muy elegante, con estilo. Eso creo que le gustó. También de nuestra situación familiar. Yo me hice pasar por un divorciado con dos hijos que vivÃ*an con su madre, y ella me dijo que estaba felizmente casada y con un hijo que aunque le daba algún dolor de cabeza, no era mal chico. Evidentemente, no sabÃ*a lo que le esperaba.
Durante unos dÃ*as charlamos a través de la pagina de contactos, hasta que un dÃ*a conseguÃ* que me agregara a su msn. Uno de esos dÃ*as, al cuarto o quinto, coincidió que mi padre habÃ*a tenido que irse dos semanas de viaje por negocios, primero a Paris y luego a Londres, por lo que charlando y charlando, y al estar ella sin mi padre, y yo, supuestamente, dormido en mi habitación, ella chateaba tranquilamente desde su portátil, acostada en la cama.
Poco a poco fui derivando la conversación hacia temas más personales y menos familiares o laborales. Tampoco, podÃ*a evitar decirle de vez en cuando que me parecÃ*a una mujer muy atractiva. Aunque, eso, ella ya lo sabÃ*a, pues desde el primer dÃ*a se lo estaba diciendo… y ella, como siempre, diciendo que las fotos engañaban, y asÃ* entramos en un intercambio de opiniones, acerca de las fotogenia o no de ella.
En un momento dado, le pedÃ* que por qué no activaba su cámara. Me disculpe diciéndole que la mÃ*a estaba estropeada, pero que si ella me lo pedÃ*a, mañana mismo me comprarÃ*a otra. Al principio se mostró reticiente, aunque seguÃ* insistiendo un poco, hasta, que, para mi sorpresa, accedió y acepto la invitación para ver su cámara web.
Acto seguido active el camtasia estudio, para grabarla. Me sorprendió verla en la cama. Aun no se habÃ*a puesto el camisón. Era verano, y estaba recostada sobre la cama. Llevaba una de esas batas que suele ponerse para estar por casa, una bata fina, de hilo, fresquita, para el verano, con un cierre de botones delantero. Esta era de un color azul eléctrico, un poco brillante.
Comencé a halagarla. A decirle que era una mujer muy atractiva, y que ganaba mucho con sus gestos. Que su sonrisa era cautivadora… y, que parecÃ*a tener unos pechos firmes para su edad. La verdad, que la bata que llevaba, era un poquito ajustada, y la postura que ella tenÃ*a sobre la cama, hacÃ*a que le marcara los pechos de forma bastante clara. Cuando se atusaba el pelo, acto que mi madre suele hacer con frecuencia, incluso podÃ*a verle el pezón marcado por la tela.
Yo seguÃ*a grabando su cam, evidentemente, y poco a poco intentaba subir el tono de la conversación, algo a lo que ella no accedÃ*a de buena gana, pero que poco a poco, casi sin darse cuenta, iba haciendo.
Llevaba los dos primeros botones de la bata desabrochados. Tal y como la lleva por casa. Le dije que tenÃ*a un cuello muy sensual.. y que no me importarÃ*a besarlo.. para luego seguir hacia abajo, hasta llegar a sus dos firmes pechos. Sinceramente, esperaba que ella me cortase, o al menos desviase la atención hacia otro tema. Pero no, no me corto el tema, al contrario. Empezamos a hablar de sus pechos. Ella decÃ*a que no eran lo que fueron otrora, que estaban caidos ya, que no eran tan firmes al tacto como antaño. Ella defendÃ*a esa postura, y yo la contraria. Vi como sus mejillas se sonrojaban cuando le dije que no estaba de acuerdo. Que llevaba un rato observando sus pechos. Que podÃ*a verlos marcarse en la tela de su bata, libres del sujetador, y ver como aun eran firmes, y como su pezón estaba centrado en el pecho, y, al parecer, era de buen tamaño.
Pareció enrojecer. Pero por otro lado pareció sentirse halagada. Quizás necesitaba sentir que alguien desea su cuerpo, aparte de mi padre, o al menos, que a alguien más aun le sigue pareciendo atractiva. Eso la liberó un poquito. Comenzó a hablar con menos timidez. Me contó que ella solo habÃ*a tenido sexo con su marido. Que él habÃ*a sido su único hombre, y que se sentÃ*a orgullosa, aunque a veces tenÃ*a la sensación de que el sexo era un enorme mundo que ella apenas habÃ*a descubierto.
AsÃ* que poco a poco, fui conociendo sus inquietudes, algunas intimidades, y también alguna de sus fantasÃ*as. Y si, mi polla estaba a reventar. Me excitaba sobremanera hablar con mi madre de sexo. Creo que sin darse cuenta me gané su confianza. Cada vez la notaba más abierta. Mas distendida, disfrutando incluso con la conversación y sintiendo que aun era capaz de atraer a un hombre distinto a su marido.
- Me encantan tus pechos, - le dije- Estas muy sexy con esa batita…¿por que no te abres otro botoncito, y te pones mas sexy aun?
- ¿Tu crees? – contestó. – me pareces un poco zalamero…
- Para nada. Eres atractiva, tan solo has de creértelo un poco. Anda. Se buena conmigo y enséñame tu lado mas sensual.
Cual fue mi sorpresa cuando ella se abrió el botón. No me lo esperaba, y eso dejo ver un lindo comienzo de su canalillo. Estaba muy erótica. Y excitada. Creo que estaba un poco excitada.
De pronto me sorprendió, pues comenzamos a hablar del sexo oral. Ella me decÃ*a que no solÃ*a practicarlo con mi padre, pues a el le parecÃ*a algo denigrante para la mujer. Tan solo, según dijo, unas 6 veces lo habÃ*a practicado en 29 años de matrimonio y 5 de noviazgo, y, ninguna habÃ*a disfrutado, pues mi padre se ponÃ*a tenso, y no la dejaba siquiera un minuto.
- Bueno, - dije - quien no puede tomar azúcar, tiene la sacarina…
- No entiendo, dijo.
- Sencillo. ¿Tienes plátanos en casa? – dije- si los tienes, no preguntes y ve a por uno. Luego te diré.
Ella dudó unos instantes. Pero se levantó, yo escuchaba sus pasos por la casa. La escuche bajar a la cocina, y al rato sus pasos de vuelta la habitación. La vi recostarse de nuevo en la cama, a lo que le di de nuevo la bienvenida, halagándola, como no. Luego le pregunté si tenÃ*a preservativos. Ella dijo si, asÃ* que le pedÃ* que cogiera uno, y se lo pusiera al plátano. Ella estaba extrañanda, pero conseguÃ* convencerla y lo hizo.
Sin darse cuenta, prácticamente se habÃ*a convertido en mi juguete virtual. Le indiqué que comenzara a chupar el platano, como si fuera una polla. Al principio decÃ*a que no, que eso no podrÃ*a ser, que le daba vergüenza, pero como toda la noche, termino por hacerlo… aunque de una forma pésima. Tan solo abrÃ*a la boca todo lo posible y metÃ*a y sacaba el plátano sin apenas rozarlo con sus labios.
La corregÃ*. Le dije como hacerlo. Primero lamerlo, besarlo, acariciarlo con la lengua, para luego llevarlo a la boca de forma lenta al principio, más intenso al final, ajustando los labios al pene (plátano en este caso) y acariciándolo con la lengua, dentro de lo posible, cuando este introducido en la boca.
Noté como sus pezones crecÃ*an bajo la bata. Asi que le dije que se pasara el platano por ellos. Lo hizo, pero sobre la bata.
- Asi no vale – dije. – pásatelo directamente sobre ellos, sin telas de por medio. Siente el calor y la humedad de tu boca.
Como era habitual, dudaba. Se podÃ*a apreciar claramente la inexperiencia sexual que tenÃ*a, a pesar de sus años. Vamos, no tengas miedo ni pudor. Ã�brete unos botones y pásatelo por tus pezones. no seas tÃ*mida y muestra tus lindos pechos. Y asi lo hizo. De pronto sus manos se fueron a su bata, abrieron cuatro botones, y dejo caer su bata hacia atrás, sacándose las mangas. AllÃ* estaba. Desnuda de cintura para arriba, con la bata colgando de su cintura, y pasándose el plátano por los pezones.
- ¿Conoces tu sabor?- pregunté.
- No.- contestó.
Le indiqué que se sacara las bragas. Ya estaba muy excitada, pues no dudó, en un rápido movimiento se las quitó, enseñándomelas a la cámara. Eran blancas, de algodón, bastante sencillas. Luego, le dije que se penetrara con el platano, y que luego lo llevase de nuevo a su boca. ObedecÃ*a como un robot teledirigido. La notaba cachonda. Y disfrutando. Notaba como disfrutaba jugueteando con su coñito. AsÃ* estaba ella. Semi desnuda, ante un “desconocidoâ€�, chupando y follandose con un platano.. mientras yo la grababa.
De pronto.. se corrió. Vi sus ojos abiertos, su pecho subiendo y bajando agitadamente. La cara de placer que puso. Y de vergüenza después. Cuando se dio cuenta de lo que habÃ*a hecho, se quedó pálida. Inmediatamente se cubrió el pecho y cortó la conexión.
Yo me mastubé de nuevo viendo la grabación.
A los seis dÃ*as recibió una carta en casa. A su nombre. Dentro llevaba un cd y una carta. La carta decÃ*a “como ves se quien eres y donde vives. Conectate todas las noches a partir de las 22:00 y ya te diré como arreglamos esto. â€�
Preocupada, fue a su portátil e introdujo el CD. Se quedo de piedra al verse desnudándose y haciendo sexo con un platano. Estaba asustada. Y sola. No se atrevÃ*a a confesar ni a pedir ayuda a nadie. Le daba demasiada vergüenza.
A la noche se conecto. Como le habÃ*a pedido. Yo, que por la mañana habÃ*a visto la carta sin abrir, ya la estaba esperando .
- Hola, ¿te ha gustado el video? – pregunté
Ella respondió con preguntas y más preguntas, hasta que le expuse lo que habÃ*a. Ella era una mujer casada, con un hijo, de una buena posición social y una de las más devotas de la parroquia. Que tenÃ*a dos opciones, acceder a lo que yo le iba ofrecer, y en ese caso yo destruirÃ*a el video, o negarse, y ver como su marido recibe una copia del video, y las calles se llenan de fotos suyas, sacadas del video, desnuda y con un platano en su coño.
Evidentemente, ella accedió. El pudor, la vergüenza, la rectitud de la que siempre hizo gala, esa imagen social tan duramente labrada durante años a punto de derrumbarse… no podÃ*a hacer otra cosa.
Cuando hablamos era miercoles. La cite a los tres dÃ*as, en sábado. Para mantenernos en contacto, le pedÃ* su numero de móvil. Evidentemente, ella conocÃ*a mi número, por lo que a la tarde me habÃ*a hecho con una tarjeta prepago nueva.
– Bien zorrita. - le dije. - Por hoy basta. Sabes todo lo que deberÃ*as saber por el momento. Durante los dÃ*as siguientes irás sabiendo de mi. No intentes nada... o lo pagaras caró. ¿Lo has entendido?
– Si. todo claro.
Veia su cara compungida en mi pantalla. Ese dia no llevaba una cómoda bata de verano, sino que iba más abrigada, más tapada, pese al calor. Imagino que no querrÃ*a mostrase insinuante de nuevo, por temor a nuevos actos por cam.
Durante esos dos dÃ*as, me tuve que mover bastante deprisa. El tiempo apremiaba, y yo no tenÃ*a ni lugar, ni compinches ni nada de nada. Pero tenÃ*a a tiro follarme a mi madre, y ver como otros la follaban, y eso no lo iba a dejar pasar.
Logré contactar mediante chat con dos personajes bastante salidos. Ambos eran de lugares distantes, a más de 200 km de mi casa, pero lo que les habÃ*a comentado, bastó y sobró para conseguir que se unieran a mis planes. Uno de ellos, Santi, habÃ*a estado en la carcel por violación, tenÃ*a 42 años y se habÃ*a pasado 12 en la cárcel. El otro, Pedro, con sus 52 años a la espalda, era todo un experto amo, al que le gustaba el sexo forzado.
En la noche del jueves, charlando con ambos, trazamos el plan maestro para el sábado. Decidimos cuales eran las mejores opciones, y Pedro me envió una lista de objetos que debÃ*a comprar. Otros, el mismo se los traerÃ*a.
Durante la mañana del viernes, me dediqué a buscar el lugar donde quedar con ella. TenÃ*amos claro que debÃ*a de ser un lugar tranquilo, sin vecinos cerca, y no lejos de mi ciudad. Buscando y rebuscando, encontré lo que querÃ*a. Una pequeña casa rural que se ajustaba como anillo al dedo a mis necesidades. AsÃ* que la alquilé.
Durante la mañana del sabado, Santi, Pedro, y yo mismo, estuvimos preparando un poco la casa. Tapando bien las ventanas por dentro. Estudiando las posibilidades que nos ofrecÃ*a el diseño interior y los muebles que allÃ* habÃ*a, buscando lugares donde poner la cámara, pues yo querÃ*a grabarlo.. en resumen, familiarizarnos con el sitio.
Mientras preparabamos la casa, yo le iba enviando mensajes a su movil. Del estilo “Hola Rosa, ¿como estas? Sabes, creo que a las 6 nos veremos.� para ir preparandola para el encuentro.
Cuando todo estuvo listo, nos fuimos a comer a un lugar no muy lejano, mientras seguiamos dando instrucciones por el móvil. Le dije como vestirse, como llegar al lugar, y que esperaba de ella. Desde luego, ella esperaba quedar con el desconocido de las fotos que habÃ*a visto en internet, no con tres enfermos sexuales.
Luego de comer volvimos a la casa. Dejé mi coche aparcado lejos del sitio, y todos fuimos en el coche de Pedro, el cual tampoco quedó a la vista, y procedimos a prepararnos. Los tres nos vestimos con unos trajes negros, de cuero, desmontables. El mio, debajo, llevaba una especie de buzo de lycra negra que me cubrÃ*a casi todo el cuerpo, excepto los genitales, y por encima, todos los correajes. También nos habÃ*amos cubierto las caras con unos pasamontañas. Eran oscuros, pero no muy gruesos. Sinceramente, estabamos irreconocibles.
A las 5, Pedro, la llamó. Habló con ella, y le indicó como llegar en base a unas notas que yo le habÃ*a preparado a tal efecto. La notó resignada. Apagada. Para el, era un buen sintoma, pues según dijo, una mujer en ese estado es altamente sumisa.
Como estaba previsto, y como se le ordenó, a las 6:00 vimos acercarse a la casa un mercedes gris. Desde luego, era ella. Aparcó frente a la puerta, se bajó del coche, llevando solo en sus manos las llaves y el movil. Nada de bolsos ni complementos. Tan solo podÃ*a ponerse y llevar lo que se le habÃ*a dicho. Su movil sonó. Era un mensaje. “Deja tu chaqueta en el coche, y entra en la casa. La puerta está abierta. El blanco te sienta muy bien.â€�
Efectivamente, vestÃ*a de blanco. Llevaba una blusa blanca, de seda, con mangas largas y abotonada hasta el cuello, con una falda negra, a la altura de la rodilla, medÃ*as negras y altos zapatos de tacón negros. Pronto sabrÃ*amos si también habÃ*a cumplido con la ropa interior.
Entró por la puerta un momento después de que la camara se pusiera a grabar. Caminaba de forma dubitativa. Al fondo de la habitación podÃ*a ver una silueta levemente iluminada por una pequeña luz. La casa estaba casi a oscuras. Con la mano le hice el gesto de que se acercara a mi. Ella dudó un momento, y comenzó a caminar en mi dirección, cuando, de repente, Santi y Paco saltaron sobre ella.
En un momento, Paco, le habÃ*a colocado una mordaza de bola en la boca, y ahora, ambos estaban forcejeando con ella para atar sus manos a unas muñequeras que colgaban de una viga de madera que cruzaba la sala, para, a continuación, fijar a sus piernas unas tobilleras unidas por una barra.
– Tranquila Rosa – dijo Pedro – No te haremos daño si colaboras. Pero si no lo haces, sufrirás.
Yo estaba tremendamente excitado. La miraba alli, atada, mientras Santi le colocaba un antifaz ciego en sus ojos. No podia ver ni hablar. Perfecto. Tensamos un poco las cuerdas que sujetaban sus muñecas, lo que la hizo tener que estirarse, con los brazos casi paralelos al suelo, y la blusa marcando ya sus pechos.
– Me pones muy cachondo, Rosa – dijo Santi. - pareces una monjita con esa blusa tan abotonada.
Ella intentaba decir algo, pero sus palabras se ahogaban en la mordaza, y alguna lagrima mojaba el antifaz. Yo me puse frente a ella, Pedro, tras de mi, miraba sobre mi nombro, y Santi, se le habia acercado por la espalda. Sin decir nada, le solté el botón que cerraba el cuello de la blusa, comenzando a pasar mi mano por su cuello, sus mejillas, su pelo... para luego continuar hacÃ*a abajo, a la vez que Santi comenzaba a acariciar su espalda, sus hombros, su culo. De pronto, ella se revolvió. Comenzó a forcejear con las ataduras y a mover bruscamente su cabeza. Pedro, sin previo aviso, la cogió del pelo bruscamente y le dio una sonora bofetada, y luego, la cogió del cuello fuertemente con su mano, ahogandola, y le dijo;
– Portate bien, puta, o te muelo a palos. ¿Vale?
Ella movió la cabeza adelante y atrás en señal de aprobación. Santi continuó acariciando su espalda, y yo seguÃ* por su pecho. Mis manos acariciaban sus tetas sobre la blusa, que poco a poco iba abriendose. Santi soltó su falda. Con las piernas abiertas apenas bajaba un poco. AsÃ* que sacó una navaja y la cortó. Pudimos ver entonces sus braguitas negras, de encaje,transparentando los pelos recortados de su coño. Un liguero de seda negra sujetaba las medias. Estaba preciosa. AsÃ* atada, sin falda, con la blusa ya bastante abierta. Pedro procuraba que fueramos despacio, no le gustaban las prisas. Se acercó a ella, y mientras yo disfrutaba en sus tetas, y Santi, cada vez más cachondo sobaba todo su cuerpo y besaba y mordÃ*a su cuello, el apartó sus braguitas, para introducirle un vibrador en el coño y otro mas pequeño en su culo, devolviendo luego las bragas a su sitio para sujetarlos y evitar que se salieran de los agujeros. Ambos eran controlados a distancia.
Mientras tanto, yo ya habia abierto totalmente su blusa, y ahora mis manos rozaban y apretaban sus tetas sobre el sujetador. TenÃ*a la piel clara, y unos pezones rosaditos que destacaban entre el transparente encaje. Con la navaja corté los dos tirantes del sujetador, y luego, de un tirón, se lo arranqué, y, cuando por fin iba a disfrutar de sus pechos desnudos, Pedro me sujetó, y Santi, a una seña suya se apartó.
Alli estabamos nosotros.. frente a ella. No podia vernos, mientras nosotros mirabamos su cuerpo. De pronto, Pedro puso en marcha ambos vibradores. Ella se estremeció. Notamos como su cuerpo se contraÃ*a en una mezcla de angustia y placer.
Pedro y yo nos acercamos a ella. De pronto sintió dos bocas en su cuerpo. Una sobre cada pecho, dos lenguas que recorrian sus tetas y acariciaban sus pezones, unos pezones que notamos se endurecÃ*an levemente, mientras, Santi, le retiraba la mordaza de bola y comenzaba a pasar por sus labios una polla de latex.
– Soltadle las manos y esposadselas a la esplada – dijo Pedro.
Santi y yo obedecimos. Casi sin resistencia por su parte, soltamos sus muñecas y las atamos a su espalda, para luego, a orden de Pedro, arrodillarla.
– estrena su boca – me dijo
sin decir nada, saque mi polla, y comencé a pasarla por sus labios. Ella, los mantenÃ*a cerrados, y sin intención de abrirlos, cuando Pedro, subitamente, pinzó sus pezones, respondiendo ella con un quejido.
– ¿ Te duele, Rosa?, dijo el, - Las pinzas de tus pezones estan practicamente al minimo.. colabora o sentiras verdadero dolor.
Acto seguido le dio un sonoro bofeton, y cogiendo su pelo la obligó a comerse mi polla. Casi me corro al instante cuando sentÃ* su boca calida y humeda en mi prepucio. Comencé a follarle la boca, disfrutando cada embestida, hasta, que no pude más, y no pude evitar correrme en su boca. Paco, me obligó a mantener dentro la polla, para hacer que ella se tragara mi semen.
Yo estaba en otro mundo. Ella gimoteaba, cuando santi se acercó y le metio la polla en la boca, follandosela de forma mucho mas salvaje. La sujetaba del pelo, provocandole arcadas al meterle su polla hasta la garganta.. hasta, correrse tambien dentro de su boca.
Acto seguido, Paco la soltó. Le quitó la blusa, y la tumbó boca arriba sobre la mesa, con la cabeza colgando por la parte trasera, sus manos atadas a las patas, asi como sus piernas, abiertas, con su culo apoyado justo en el borde de la misma.
Le cortamos las bragas, Santi, saco el vibrador del coño, y e puso a comerselo, mientras yo jugueteaba con sus tetas y Paco le follaba la boca. Al rato, santi, cansado, se levantó, molesto, pues por mucho que lo intentaba, ella apenas se humedecÃ*a. Asi que cogi un poco de vaselina, la puse en su coño... y la folle. Sin pensar en lo que hacÃ*a. Tan solo la penetré y sentÃ* un placer inmenso viendo como se retorcÃ*a. Como sentÃ*a mi polla dentro de su coño. Y como ella sentÃ*a rotas todas sus creencias. Esa fidelidad y esa mesura sexual mantenida junto a mi padre todos estos años se escapaban por un momento de debilidad y por el miedo a ver su imagen pública dañada.
Me corrÃ* dentro de ella. Nunca en mi vida estuve tan excitado. Nunca. Follarme a mi madre a pelo fue la experiencia más caliente de mi vida.
(continuará)
 

Sabate

Virgen
Registrado
Jul 10, 2010
Mensajes
40
Likes Recibidos
0
Puntos
0
Como narración demasiado rebuscada y pesada:knuppel2:
 
Arriba Pie