Vida nocturna, vida de pasión: Mi primera salida pública.

bluemorgan

Virgen
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Abr 15, 2012
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Vestía con una pollerita ajustada de color blanco, unos jeans a la cadera, zapatos negros de sugerentes tacos aguja. Creo que él miraba la tirita del colaless negro que coquetamente huía de los márgenes del pantalón y dejaban en evidencia mis gustos interiores. Los nervios me consumían por completo, se me sentía muy observada. De no ser por los lentes de sol que usaba, me habría cortado y no hubiera sido capaz de traspasar el umbral de la puerta. Él me decía que me hacían ver diva, sobre todo con el pollerón con capucha, por el que arrancaba la larga peluca castaña, semi ondulada que tanto me gustaba.
Era la primera salida nocturna y pública de mi lado femenino.
Fuimos a una disco que él había frecuentado varias veces, se notaba porque conocía al guardia de la puerta. El lugar prometía, quedaba en un callejón sin salida, había una humilde puerta con una minúscula arroba de neón fucsia afuera. De la oscuridad pasamos a un festín, buena música y mucha gente. Al entrar sentí que poco a poco comenzaba a ser una hembra.Entrados en contacto con el ambiente, y un par de tragos, nos pusimos a bailar… habían más chicas como yo, incluso bailando entre ellas, otras solas. Otras tenían a su hombre, como yo, y otras a más de uno. Mis meneos comenzaron lentamente a ser parte de ese ambiente, me sentía liberando un sentimiento intenso, una catarsis.A ratos, en las canciones lentas, él me tomaba fuertemente y me hacía sentir su hambre de macho, me besaba y deslizaba sus manos hacia mi cola. No me gustaba que todos me vieran así, pero a la vez me hacía sentir tan puta que solo tenía fuerzas para dejarlo usarme. A ratos, descansábamos en un sofá, con forma de ele… descansaban nuestros pies, pues nuestras bocas, y principalmente sus manos, se movían con ansiedad, con desenfreno, con deseo. A ratos, mientras bailábamos me volvía de espaldas hacia él, y me abrazaba por la cintura, chocando su ser contra mi cola. Sentía un éxtasis, un cosquilleo, un grito interior que me liberalizaba.
Cuando llevábamos aproximadamente dos horas en la disco, suavemente me dijo al oído que la diversión seguiría en otro lugar. Nos levantamos del sofá y nos dispusimos a alejarnos de aquel inolvidable lugar.Su auto estaba a pocas cuadras, mientras caminábamos oía el repiquetear de mis tacos, candentes, seguros y fuertes. Escucharlos aumentaba mi sentimiento de hembra objeto, sentía como el cuerpo olvidaba su cárcel masculina y se dejaba llevar por los azares de la noche. Él en los lugares más oscuros, me tomaba con su fuerza y me besaba una y otra vez, hasta que a lo lejos se sentía algún auto, u otro transeúnte. No quería llegar al auto, este viaje me resultaba de lo más placentero. Y es que en esos intervalos de oscuridad, no solo me besaba, me recorría intensamente con sus sabias manos, incluso las metía por debajo del pantalón y abusaba de mi cola. Mi única protección, la tirita del colaless.Llegados al auto, entramos, el lo encendió… y mientras calentaba el motor, mis manos se fueron a su marrueco, escarbaron… mi boca se fue directo al hallazgo.
 
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