Viaje en el metro.

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Mira que si soy una zorra. Bueno la naturaleza me dio algo fenomenal y ni modo de no explotarlo. Tengo 23 años, soy morena, tengo los ojos grandes y color café claros, casi miel, una nariz chatita, bastante coquetona y una boca grande y carnosa. Mido un metro setenta, tengo unas excelentes caderas y, de las que trata esta historia, unas tetas estupendas, 34-D.

Estas dos son unas traviesas y provocativas. Suelo usar escotes muuuuuuy prolongados o sugestivos, o como dice un amigo, sugerentes. Y creo que el día en que sucedió lo siguiente usaba una algo bastante sugerente.

Era día de descanso, así que traía una vestido straples, bastante untado al cuerpo y un bra de media copa, sin tirantes, que provocaba que mis dos amigas saltaran hacia arriba y hacia enfrente. De por sí provocativas ese día estaban insultantemente ricas.

Era algo noche, regresaba en el metro después de una tarde encantadora de café con unas amigas. Como siempre, y extrañamente, al subir al tren, tres hombres se me acercaron como moscas, a pesar de lo vacío que venía el transporte. Sus miradas se posaron inmediatamente sobre el hueco que dejaba el escote y sus cuerpos se acercaron lo más que pudieron. Sus ojos brillaban y sus bocas sonreían. Sabía que estaban bastante excitados.

Mira que pasear la miel delante de la boca del asno, debo ser muy mala, pero eso fue lo que hice. Cómo sin querer, y dejando que el bamboleo hiciera el resto, me pegue lo suficiente al brazo extendido de uno de ellos, dejando que mis tetas acariciaran la extremidad desnuda. Podía sentir el contacto y como mis pezones se iban poniendo duros al pasar y repasar la piel. El hombre sudaba, temblaba sin decidirse a lo que estaba haciendo era intencional o mera suerte de la fortuna. Su reacción no se hizo esperar.

Cuando vi que un bulto grande se presentaba bajo su pantalón fui a ocupar el asiento frente a nosotros. Nuevamente me rodearon de una manera nada discreta. El resto de los pasajeros estaban al fondo del vagón así que no se percataron, o por lo menos no lo hicieron evidente.

Uno de ellos se sentó a mi lado en el asiento de adentro. El otro se me pego a lado. Y el tercero se quedó algo alejado. No esperaron ni un instante, el que estaba sentado, burdamente, comenzó a masajearme un pecho con su codo, mientras que el que tenía pegado, me acariciaba el otro pecho con su bulto.
Las caricias fueron creciendo de intensidad. Ya no se contentaban con un roce sino que maceraban mis tetas, las estaban tomando ya directamente y sin pudor con las manos. El tercero, que se había mantenido a la distancia, decidió sentarse frente a mí y acariciar mis piernas desnudas. Lo más prudente era salir corriendo, pero de cuando acá he sido prudente.

Deje que me magrearan como mejor quisieran. Las manos se habían zambullidlo en el estraples y debajo del vestido. Acariciaban mis tetas, mis pezones y mi raja sin ningún miramiento. Ahora la excitada era yo, y a pesar de eso mantenía mi estoicismo como si en realidad no sintiera nada de nada.

Debo agradecer la sobre excitación de mis agresores, si hubieran estado más atentos a mí, se hubieran dado cuenta que en esos momentos era materia dispuesta para que mis tetas fueran mamadas, para que mis nalgas fueran mordidas, para que mi vulva fuera usada y hasta mi coño penetrado. Pero se contentaron con magrearme las tetas, y excitar mi rajita. Ellos por su parte se habían corrido todos, sus pantalones manchados los delataban.

Cuando llegamos a mi estación, sin ningún preámbulo, me baje, ya afuera mientras ellos me veían con cara de frustración y agradecimiento me acomodaba las chichis en el estraples y la falda sobre las piernas. No cabía duda, hoy mi novio tendría nuevamente mucha suerte.
 

epale62

Virgen
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Bueno por aqui le decimos a tipos así "aguevoniados" jajaja
 
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