Viajando en autobus

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Dormir en autobús.


Tengo un buen trabajo, me pagan bien y viajo mucho, lo malo es cuando los viáticos no dan para el avión. No me gustan los viajes en autobús, sobre todo cuando el recorrido es largo; nunca he podido dormirme en ellos y cuando dejo de disfrutar el paisaje me aburro.
Esta semana me toco viajar lejos, 8 horas de viaje por carretera, ya sabía cuan largo iba a ser el viaje así que me prepare para ello: un libro, música y una revista de sopa de letras; era sólo para no dejar, de cualquier manera sabía que no iba a concentrarme.
Por fortuna el camión venía casi vacío. Estaba a punto de arrancar el autobús y ya me sentía completamente dueña de la parte trasera del autobús. Sin embargo, unos segundos antes de la partida un chico, debo reconocer que era guapo y de muy buen cuerpo, se paró a lado de mi asiento, y se sentó junto a mí.
Estaba indignada, es verdad que era el número de su asiento, pero había más desocupados, así que qué necesidad tenía. Me quede rumiando mi enojo un rato y dispuesta a sentirme más cómoda me decidí a cambiar de lugar.
Cuando intente pedirle permiso, el angelito estaba profundamente dormido, en tal posición que me era imposible saltarlo. Lo golpeé en la pierna ni así. Así que los siguientes 10 minutos intente despertarlo de varias maneras. Todas sin resultado.
No sé que me dio, no sé por qué se me ocurrió, pero cuando caí en cuenta ya le estaba bajando el cierre del pantalón, me detuve nerviosa pero él ni un bostezo. Me arriesgue y seguí adelante: desabrochándole el cinturón y desabotonándole el pantalón. Deslice lentamente su bóxer y saque con cuidado, con nervios y malicia, su pene. Estaba flácido pero aun así se veía grande y carnoso. Comencé a acariciarlo y ver como crecía y tomaba forma en mis manos; la capucha se fue recorriendo dejando descubierta una cabeza roja y desafiante que empecé a lengüetear con gusto.
El pobre chico era una roca, lo bueno es que él y su sexo estaban conectados en distintas partes del cerebro, porque mientras él seguía dormido, su verga se hinchaba y se ponía cada vez más caliente. Sentía como crecía y temblaba en mi boca mientras la acariciaba con mis labios y la tragaba por completo, sacándola y metiéndola a placer. La llene completamente de saliva y recorrí lo largo de su carne varías veces hasta recibir en mi boca una leche espesa, cálida y semiamarga.
El espasmo hizo que se relejara dejándome el espacio libre para salir. Cuando iba a cambiarme de lugar descubrí con sorpresa a un hombre maduro que me miraba con codicia una fila atrás y que ya traía desenfundada su verga, muy grande y altanera para su edad. Había pasado al baño, pero entretenida en mi faena no me había dado cuenta de que había observado mi trabajo.
En fin, que si ya me había comido uno porque no comerme otro, de todas maneras no tenía nada más que hacer. Me dirigí a donde me estaba esperando el veterano. Me indico con unas palmaditas el asiento contiguo de adentro. Limosnero y con garrote, pensé. Pase de espaldas a él una de mis piernas para poder sentarme y en ese momento sentí como unos dedos se apoderaban de mi sexo. Sólo sentí un estremecimiento, estaba más excitada de lo que me había dado cuenta. Deje que el ritmo del camión y la excitación hicieran el trabajo. Era complicado estar de esa forma así que el veterano me jalo hacia él y sin pormenor izar preámbulos me encajo su gran verga, sentí como me llegaba hasta al fondo, pero soporte para no lanzar ruido alguno. La cabalgata duro rato, después cuando creí que el brioso veterano ya había terminado me tomo de las caderas y me coloco en la posición más incomoda en que hubiera estado nunca contra un asiento y me penetro por detrás. Tuve que morder el asiento para no gritar esta vez. No sé cuanto duro la proeza pero estaba muerta. Caí sobre el asiento y quede profundamente dormida.
De pronto escuche una voz que llamaba. Era el chico que me despertaba porque ya habíamos llegado. Le dije que traía el pantalón abierto, apenado se retiro para acomodarse la ropa; yo estaba cubierta por una manta.
Cuando baje el veterano me sonrió y dijo: regreso el viernes en el de las 12 de la noche, después se fue. Yo llame a mi oficina por celular: Oye te acuerdas de los viáticos para regresarme en avión, no te preocupes. Después fui a comprar mi boleto de regreso para el viernes 12 pm.
 

epale62

Virgen
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Por favor compra un pasaje para mí, alla te doy la plata. jajaja
 
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