Vecina calentona

sonyspeed

Virgen
Registrado
May 17, 2008
Mensajes
20
Likes Recibidos
2
Puntos
1
Hace dos veranos alquilaron de nuevo el piso de al lado. Ahora tenÃ*amos una nueva vecina, de 44 años, vivÃ*a sola y trabajaba de administradora de una gran empresa, o al menos eso contaba mi madre. Yo lo único que veÃ*a era que para su edad no estaba nada mal. Se llamaba Eva, pelo moreno y muy corto, piel de rayos uva, ojos oscuros, culo respingón, grandes tetas…

Un dÃ*a, estando en el baño, vi por la ventana que daba al patio del edificio, que ella no siempre cerraba la ventana de su baño y si se alejaba podÃ*a verse hasta medio cuerpo. A veces la miraba peinarse, parecÃ*a muy coqueta con el espejo, pero un dÃ*a la pillé acabada de duchar. Iba con una toalla, me excité de tal manera que empecé a tocarme mirando discretamente. Se agachaba depilándose y una de las veces que se levantó la toalla no cubrió sus pechos. TenÃ*a unas tetas morenas de aureola rosada muy apetecibles. Tuve que masturbarme imaginando que aquellas tetas atrapaban mi pene duro y lo movÃ*an hasta correrme.

Eva, se habÃ*a hecho muy pronto amiga de mi madre con los pocos meses que llevaba, hasta el punto de dejarle una llave de su casa casi todas las semanas por si pasaba algo, ya que pasaba todo el dÃ*a fuera. Además todos los viernes por la tarde libraba y solÃ*a venir a tomarse un café con mi madre y charlar. Yo no solÃ*a estar con ellas, pero me encantaba que viniera, cada vez que le abrÃ*a yo la puerta o pasaba cerca de mi habitación me la imaginaba desnuda y no podÃ*a aguantarme. Se habÃ*a convertido en una obsesión. La deseaba pero sabÃ*a que era casi imposible tenerla.

Uno de esos viernes que estaba en el salón con mi madre yo me fui al baño a masturbarme. HabÃ*a venido con un traje verde muy ajustado que habÃ*a hecho mis delicias mentales. Por suerte o por desgracia a mi madre no le gustaba que las puertas de mi casa se pudieran cerrar por dentro, asÃ* que mucho tiempo atrás habÃ*amos quitado todos los cerrojos. Yo estaba en plena erección cuando la puerta de baño se abrió. Era Eva y me vio con mi polla dura y grande en mis manos. Me cubrÃ* rápidamente avergonzado.

–Perdón, lo siento… yo solo iba a… –dijo sin dejar de mirarme, pero salió enseguida del baño y cerró. Mierda! ¿Se lo iba a contar a mi madre? No sabÃ*a que hacer, pero lo cierto es que terminar de masturbarme no, se me habÃ*an cortado las ganas del susto. SalÃ* enseguida del baño y ella estaba allÃ* de pie frente a la puerta. –PodÃ*as haber terminado… –dijo con gesto simpático. –Yo… –dije sin saber que contestar. Nos quedamos los dos de frente sin decir nada y mi madre apareció por el corredor. –¿Ocurre algo? –preguntó. –Nada, solo esperaba que saliera tu hijo del baño –sonrió y se metió en el baño. Yo me fui a mi habitación aún entre avergonzado y excitado.

Un par de dÃ*as después yo llegaba tarde a casa y ella de noche también a la suya y coincidimos en el ascensor. Solo nos saludamos y no dijimos nada, pero ya cuando salimos del ascensor y ella abrÃ*a su casa y yo la mÃ*a me decidÃ*. –No le habrás dicho… –pregunté inquieto. –Nada, no te preocupes –me cortó ella la pregunta. Supongo que fue la confianza de su respuesta, pero no sé como me salió una nueva frase que mi mente no habÃ*a pensado antes de decir. –No es justo que solo me hayas visto tú a mi –aún sigo pensando como dije eso. –Creo que es muy atrevido por tu parte lo que acabas de decir ¿no te parece?... son cosas que pasan, lo siento –cerró su puerta y me quedé con eso.

AsÃ* que se me ocurrió en los dÃ*as siguientes volver a verla por la ventana del baño, pero esta vez serÃ*a justo, durante toda la semana conseguÃ* hacerle un par de fotos con el móvil donde se veÃ*a ella con sus pechos desnudos. Además de utilizarlas para satisfacer más mis fantasÃ*as privadas, busqué en el teléfono de mi madre su número y se las envié el jueves por la noche con un mensaje de texto: "Ahora es más justo".

No me respondió y casi no dormÃ*, esperé impaciente la llegada del viernes por la tarde. Eva tardó y llegué a pensar que no venÃ*a, pero ya estaba ahÃ*. Aparecieron ella y mi madre en mi habitación. –Eva quiere decirte algo –me dijo mi madre. El susto que me subió fue tremendo. –SÃ*, querÃ*a que me buscaras unas cosas por Internet si sabes –dijo ella muy tranquila. –Bueno, yo voy mientras a preparar el café –añadió mi madre. Mi madre se habÃ*a ido y Eva se pude de pie detrás de mi silla. Solo sentÃ*a sus tetas en mi nuca y me susurró en voz baja –¿A que estás jugando?

No respondÃ* nada y una mano suya se desplazó por mi pecho hasta acariciar mi pene por encima del pantalón. Entonces tuve el atrevimiento de mover un brazo hacia atrás y acariciar sus muslos y su culo mientras ella seguÃ*a haciendo lo mismo con mi pantalón. TenÃ*a un bulto tremendo cuando volvió a susurrar –¿Te gusta? ¿Es lo que buscas verdad? Pues no va a ser tan fácil, pequeño pervertido. –El café está listo!!! –gritó mi madre y Eva se largó dejándome con la mayor excitación de mi vida. No sabÃ*a si ir al salón, si seguirla cuando se marchara, si ir después a su casa, no sabÃ*a que hacer, excepto ir al baño y correrme como nunca pensando en ella.

Aquello se convirtió en un calentón continuo porque a pesar de que habÃ*a visto las fotos seguÃ* sin cerrar la ventana del baño e incluso ahora era más provocativa, en ocasiones sus ojos se clavaban en mi de forma lasciva cuando la miraba. ParecÃ*a que lo que le gustaba era excitarme, sentir que ella me excitaba y yo no hacÃ*a nada.

RecibÃ* un mensaje en el móvil, era ella: "El próximo viernes ven a ver la tele cuando tomemos café". Y llegó el viernes. Yo estaba antes de la hora del café poniendo la tele. –Que raro, tu en la tele a estas horas –dijo mi madre. –Es que iban a hacer un programa que querÃ*a ver pero no sé en que canal –me excusé para disimular. Llegó Eva y volvÃ*a a traer el ajustado y corto traje verde. Nos quedamos solos en el salón mientras mi madre preparaba el café. Yo no la miraba, esperaba algo. –¿Por qué no me miras? CreÃ* que te excitaba hacerlo ¿No es asÃ*? –preguntó con una voz que harÃ*a sentir el placer a cualquiera. Me di la vuelta para verla y habÃ*a abierto un poco las piernas, el vestido corto se habÃ*a hecho más corto y ahora podÃ*a ver una vagina de vello corto que se ocultaba en la oscuridad de sus muslos.

Era una auténtica zorra, sabÃ*a como excitarme. Me estaba provocando una erección mientras asentÃ*a con la cabeza afirmando que ella me excitaba. –¿Me gustarÃ*a saber qué harÃ*as con lo que ves? –su pregunta era explosiva para mi. Mi madre ya venÃ*a con el café y ella cruzó las piernas ajustando su traje de nuevo. Tuve que levantarme e ir al baño. Ella rió levemente y mi madre le preguntó, pero dijo que fue algo de la tele. No podÃ*a más, desde el baño le envié un mensaje: "Me gustarÃ*a follarte ahora mismo" y me masturbé como si asÃ* ocurriera. Mi semen salÃ*a más caliente que nunca. Más tarde, entró mi madre a mi habitación –Eva me ha dicho cuando se iba que te dijera que eso de Internet que le tenÃ*as que dar parece poco, que quiere algo más –mi madre ignoraba cuanta lujuria habÃ*a en esa frase.

Esto estaba convirtiéndose en un vicio de Eva, asÃ* que decidÃ* que habÃ*a que jugar más. Grabé una pelÃ*cula porno en un DVD y cuando tuve la oportunidad de que mi madre no se enterara, cogÃ* la llave de la casa de Eva y le dejé la pelÃ*cula sobre su cama con una nota: "HarÃ*a esto y más". Observé un poco su casa, tenÃ*a un bonito estilo moderno pero tenÃ*a miedo y me fui enseguida por si me veÃ*a alguien. Al dÃ*a siguiente por la mañana recibÃ* un mensaje suyo: "Me aburro en el trabajo pero anoche lo pasé muy bien con la pelÃ*cula, aunque estaba sola". Le envié yo otro: "¿Pensaste en mi?" Ella respondió enseguida: "SÃ*, mucho, me hubiera gustado que estuvieras". Todo empezaba a funcionar de mi parte también.

Ese mismo dÃ*a por la noche decidÃ* hacer la locura. Después de cenar iba a salir de casa. La versión para mi madre es que tenÃ*a que recoger unas cosas de casa de un amigo. SalÃ* con llave y entré en su casa. SabÃ*a que ella estarÃ*a allÃ* a esas horas y asÃ* fue. Estaba en el salón viendo la tele y me vio entrar. –¿Qué haces aquÃ*? –preguntó sorprendida. –No puedo más, te necesito –dije desesperado. –No quiero que vuelvas a hacer eso, no utilices más la llave de mi casa –parecÃ*a enfadada. –Lo siento yo… –me disculpé. –Vete, es tarde –lo dijo firme pero no parecÃ*a convencida. –Es que voy a explotar si nosostros… –empecé a decir. –Te estás saltando las reglas del juego, te dije que no me ibas a conseguir tan fácil… –no pude dejarla terminar de hablar y la besé.

Aquella madurita me estaba volviendo loco. Ella me beso levemente pero se apartó enseguida. Yo volvÃ* a acercarme, a besar su cuello, a bajar a su escote, sus tetas, y entonces ella reaccionó desabrochando mi pantalón. Estaba consiguiéndolo. Saqué uno de sus pechos fuera y empecé a chuparle el pezón. Ella ya tenÃ*a mi polla tremendamente dura moviéndola lentamente. –Está bien, pero no vamos a follar –susurró. AllÃ* mismo, en la entrada de su casa, se arrodilló ante mi y su boca se apoderó de mi polla. Ella me manejaba, pero me sentÃ* poderoso. Yo agarraba fuerte su cabello y su cabeza mientras ella se movÃ*a adelante y atrás. Succionaba muy fuerte, su lengua era la mismÃ*sima humedad, un torrente me recorrÃ*a a cada movimiento, mamaba tan deprisa que me corrÃ* pronto en su boca, en su pecho desnudo y sobre la camiseta que llevaba. –Ya tienes medio premio, no vuelvas a hacer esto y olvÃ*date de mi unos dÃ*as, esto no ha pasado y no se va a repetir de momento ¿vale? –afirmé con la cabeza. Ella seguÃ*a arrodillada en el suelo, manchada y mirándome pensativa, cuando me abroché, cerré su puerta y volvÃ* a mi casa.
 
Arriba Pie