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Vacaciones en Iquique – Capítulos 06 al 010
Vacaciones en Iquique - Capítulo 06
Obviamente Sonya no se parecía en nada a Claudia, pero era también obvio que tenía sus necesidades y apetitos sexuales que satisfacía por ella misma, aún cuando yo estaba acostado ahí al lado de ella.
¿Cuál habrá sido el objeto de su excitación? ¿Habrá sido mi cercanía? ¡Umh! No tenía ninguna idea ni pista que me pudiera dar alguna respuesta, definitivamente debo investigar y llegar a fondo de esta incógnita. Pero ahora para mí lo importante era Claudia. Debía ir a la playa, anhelaba encontrarla allí. Con mucho cuidado me deslicé fuera de la cama y me aseguré de no despertar a Sonya mientras dejaba la habitación silenciosamente.
Una vez fuera, corrí hacia el mar y me decepcionó descubrir que mi hermana mayor no estaba allí. No sabía bien que hora era, no sabía si ella había ya hecho su baño matutino o no. Espero que no se haya ido. Había muchas posibilidades de que yo fuera el primero en llegar, así que decidí ir a nadar y esperar. El tiempo me dio la razón, pues al poco rato apareció Claudia esplendorosa en toda su desnudez, caminaba coquetamente y me saludaba con la mano. Inmediatamente nade hacia ella para ir a su encuentro. Me encontré cara a cara y la feliz sonrisa desapareció de su rostro y me saludo con un frío “Buenos Días”, la sentí tensa y extraña. Nos miramos en silencio esperando que el otro dijera o hiciera algo, estábamos ahí embarazosamente expectantes. Después de un rato, Claudia liberó la tensión agarrándome las nalgas con ambas manos y atrayéndome fuertemente contra sus esponjosas tetas.
Nuestros labios se juntaron como si fueran atraídos magnéticamente y nos encerramos en un largo, profundo y apasionado beso. Nos acostamos sobre la arena y nos hundimos en ella, la sentí que se montaba sobre mí, su mirada se había tornado la de la cazadora que jugaba con su presa antes de dar el ataque final, sentada sobre mis muslos se enderezó, me afirmó por los hombros y se inclinó a besar mis labios en forma caliente y lujuriosa, con los labios entrecerrados murmuró:
—¡Me vuelves absolutamente loca! … ¡No lo puedo evitar! … ¡Te deseo! …
Su respiración resoplaba en mi oreja, comenzó a comerme a besos, mi rostro, cuello, lóbulos, besos salvajes. Finalmente se enderezó con la parte superior de su cuerpo, llevó una mano por entre sus piernas y aferró mi pene duro como palo y lo guio entre sus labios mayores. Lo que estaba por suceder era obvio, me quedé inmóvil sobre mi espalda y esperé con anhelo. Mirándome con sus labios carnosos y su boca entreabierta, ella se fue empalando en mi verga, poco a poco su cálida humedad comenzó a envolver mi glande. Mi grueso pene era atascado en la entrada de su conchita, dio un grito ahogado cuando mi cabezota entro en ella. Claudia puso los ojos en blanco y gimió en voz alta cuando su chocho empezó a ser ensanchado por mi polla, mordía sus labios para no gritar tan fuerte, me enderece para mirar y la vi con sus rodillas aún en el aire soportando su peso en punta de pies y con mi pene semi enterrado en su vulva, sus venas se marcaban en su cuello y tenía una pequeña mueca entre dolor y placer al ser abierta por mi dura pija.
Mi hermana mayor me estaba desvirgando, ella era mi primera mujer, y para ella yo era su primera super polla. Se acomodó cuando mi pene entró totalmente en ella, pero se quedó apoyada a mi pecho moviéndose lentamente esperando de acostumbrarse a mis dimensiones:
—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Cómo has crecido, chico! …
Finalmente estaba teniendo sexo real, ya no era virgen, y no con cualquier chica, sino con mi hermana mayor, su coño increíblemente estrecho y húmedo, mi verga estaba dentro de ella y sus uñas se habían enterrado ya en mis brazos. Su cuerpo comenzó a ondularse, bajaba sus hombros, arqueaba su vientre y empujaba su pelvis contra mi polla. Sus pechos se aplastaban contra mis pectorales, luego se alzaban, se mecían y balanceaban. Mis manos volaron a ellos y los agarré con ambas manos, ella se inclinó y mordió mis labios, al tiempo que sus músculos vaginales se contraían apretando mi pene.
Todo esto me abrumaba en un cierto sentido, nada de lo experimentado por mí anterior a esto, podía compararse ni mínimamente a la sensación de estar acoplado sexualmente con mi hermana. Mis ojos se fueron de sus pechos a sus ojos cerrados. Su rostro tenía un color rojizo y respiraba con la boca entreabierta, a ratos mi miraba con ojos vidriosos y una expresión de beatitud única.
Jamás pensé en ver en ella esa expresión paradisiaca, estaba en una especie de nirvana, en gloria y gracia del sexo que estábamos teniendo. Sentí una gran excitación, la tomé de sus caderas y comencé a moverme dentro de su apretada conchita.
—¡Ouch! … ¡Ouch! … ¡Oooohhhh! …
Se quejaba y gemía. La estrechez, calidez y humedad de su coño me hizo emitir un largo gemido y dispare un mega chorro de esperma en su conchita. Claudia se detuvo y chilló con sorpresa sintiendo como la llenaba con un aluvión de semen dentro de ella. Luego comenzó a moverse y a succionar con su vagina mi corrida bestial. Además, sus veloces movimientos de vaivén sobre mi verga la estaban haciendo estremecer y entre gritos y chillidos, también ella se corrió:
—¡Argh! … ¡Me estás llenando! … ¡Te estás corriendo dentro de mí! … ¡Dámela toda! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! …
Claudia no ceso de moverse hasta cuando mi pija resbaló fuera de ella un poco blandengue y empapada con sus copiosos zumos.
Luego, todavía restregándose contra mi pecho, se inclinó metió sus manos en mis cabellos y me besos apasionadamente. Levantó su torso dándome una amplia vista de sus pechos y me preguntó:
—¿Estás bien? … ¿Te gustó? … Lo hicimos muy rico …
—¡Maravilloso! … ¡No hay nada más hermoso! …
Permanecimos abrazados, el sol comenzaba a entibiar la arena, nuestros cuerpos sudorosos se habían cubierto de polvo y material arenoso. Claudia me beso en la frente y en la mejilla, luego cerró sus ojos y volvió a posar sus labios en los míos apasionadamente. Ella movía sus caderas y se apretaba a mí, era evidente de que quería más, sin duda estaba todavía caliente, me sentí un poco culpable de haberme corrido así tan rápido, pero no pude hacer nada, la sensación que sentí fue única y abrumadora.
—Lo siento … creo que duré muy poquito … pero era mi primera vez …
—No te preocupes … es lo normal las primeras veces … déjame a mí … yo me encargo …
Luego me dio unos besos húmedos por el cuello, estaba lamiendo mi sudor, se contorsionó y besó mis tetillas, haciendo chupones en mis pezones, su mano aferró mi pene que comenzaba a revivir:
—¿Te gusta si te hago así? … Parece que tú también tienes ganas de nuevo … Pronto lo haremos otra vez …
Hablaba casi entre dientes y su lengua no cesaba de acariciar mi cuerpo, poco a poco se plegó en mi regazo y comenzó a succionar mi pene vigorosamente haciendo que este se pusiera duro como el granito. Cerré los ojos y disfruté sus caricias, el viento contribuía a hacer la sensación arrolladora. Claudia movía su cabeza arriba abajo intensamente, sus cortos cabellos me permitían apreciar la destreza de su boca aprisionando mi miembro y su lengua infatigable que jugaba con los bordes de mi glande enviando temblorcillos por todo mi cuerpo.
—¡Está claro que te gusta! … Eres insaciable como yo … yo lo tenemos casi listo otra vez …
Me miraba con mucha ternura, reía, pero también había determinación en todos sus gestos, estaba empoderada de toda la situación, estaba caliente y deseosa de mi pene. Yo gemía y comenzaba a mover mi pelvis metiendo y sacando mi pene de su boca, haciéndolo deslizar entre sus manos. Simplemente era una mamada exquisita y hábil. Sus dedos masajeaban mis bolas incrementando mi placer. Su experiencia le indico el momento preciso y con destreza volvió a montarme, había un dejo de satisfacción en su rostro cuando con su mano comenzó a pasear mi verga entre los labios empapados de su concha, se sentó en mi muslos y apretó mi polla contra su vientre, me sonrió indicándome con un dedo que le llegaba casi al ombligo:
—¡Guau!, chico … si que has crecido …
Un momento después se alzó y con una mirada muy concentrada, se plegó un poco y con su peso, comenzó a hacer que mi pija se deslizara otra vez dentro de su cuevita húmeda y caliente, Claudia emitió un largo suspiro y varios gemidos antes de comenzar un rítmico movimiento follando mi polla.
Me parecía que estaba más mojada que otras veces, sus fluidos estaban saliendo en oleadas de su orificio, sus movimientos aumentaron en intensidad y sus glúteos que azotaban contra mis muslos se escuchaban como bofetadas que llevaban el ritmo. Esta vez decidí a participar más activamente y agarré sus tetas y sobajee sus pezones y levantando un poco mi torso me los eché a la boca y mordí delicadamente esos pezones durísimos, ella agarró mi cabeza y comenzó a aplastarla contra sus amplios senos, me colgué de sus hombros y chupé sus tetas ávidamente mientras Claudia desesperadamente me cabalgaba gritando y chillando cada vez más rápido y salvaje. Su lujuria y calentura se habían acumulado y la desesperación de liberación por un orgasmo se transformó en frenéticos movimientos. Mi verga se deslizo fuera de ella varias veces debido a la violencia de sus movimientos y ella cada vez más rápido la atrapaba y se la volvía a meter gruñendo y gimiendo. Hizo un alto un instante brevísimo como para acomodarse, para luego iniciar una demencial danza de caderas y vientre sobre mi verga al tiempo que resoplaba, gruñía, chillaba y apretaba mis pectorales casi hasta causarme dolor.
—¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡hermanito que rico! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Su cara estaba desencajada de lascivia y placer, me miraba como si me quisiera devorar de un solo zarpazo, se cargó con sus brazos en mi pecho y me inmovilizó. Por su respiración supe que había llegado el momento, la escuche gritar:
—¡Mis nalgas! … ¡Sepáralas! … ¡Separa mis nalgas! …
Me ordenó con una voz estridente, salvaje y casi incomprensible, movía su cuerpo atrás y adelante casi sin control. Rápidamente le obedecí, agarre sus nalgas y las separé un poco, probe a meter un dedito en su ano y ella grito de placer y se corrió con espasmódicos saltitos, había abierto sus rodillas al máximo para permitir a mi polla entera deslizarse dentro y fuera de su coño. Ahora tampoco había nada que me detuviera y por segunda vez le eche una oleada de chorros de semen profundamente en su matriz, lo que la hizo gritar muchas veces:
—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Argh! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Mis propias convulsiones orgásmicas me hicieron chocar con su cuerpo que se retorcía sobre mí, estábamos pegados estremeciéndonos juntos en un abrazo infinito. Mis cojones se vaciaron por completo, me quedé quieto esperando de recuperarme. Claudia continuaban a curvar sinuosamente su cuerpo sobre el mío, sus ruidos y el volumen de ellos eran simplemente calientes.
Confiaba que el viento no llevara esos sonidos característicos hacia la casa. Claudia se calmó, estaba visiblemente exhausta, se mantuvo sobre mi abrazándome con fuerza
—¡Ooohhh! … eso fue celestial … eres mi angelito preferido, ¿sabes? …
Lo tomé como un cumplido aunque si en realidad yo no había hecho mucho, se le veía radiante y feliz, felicidad plenamente compartida por mí, me sentía satisfecho. Habíamos ido más allá, habíamos cruzado una frontera tabú, nos habíamos convertido en amantes carnales, mi sexo en ella y ella gozando como mujer, hermana y hermano proscritos de la sociedad. A mí me importaba un rábano y veía que Claudia estaba dichosa y sin ningún signo de arrepentimiento, entonces le dije:
—Sí … todo fue magnifico … deberíamos repetirlo de tanto en tanto … ¿Te parece? …
—En realidad … yo te haría esto todo los días y cada rato …
Fue la respuesta de Claudia besándome la nariz y pasando su lengua tibia sobre mis labios en forma lasciva. De repente me di cuenta de que habíamos creado una situación muy especial entre ella y yo, sería estúpido de mi parte echar a perder todo con comentarios negativos. La vida nos regalaba estos momentos y debíamos aprovecharlos y prenderlos al vuelo, gozar nuestras vidas a concho. Mi hermana es una delicia y como tal debo saborearla de principio a fin.
Sentirla desnuda sobre mí con su chocho chorreando mi semen era lo máximo, pero debíamos volver a la realidad, nuestro juego era íntimo y secreto y debíamos continuar a jugar, nadie más debería vernos así. Es como si hubiésemos tenido una comunicación telepática, Claudia se separó de mi y se puso de pie con una amplia sonrisa en su rostro. Luego su rostro se opacó y en forma reflexiva me preguntó:
—¿Tú crees … que esta bien lo que hicimos? …
Me levanté quitándome la arena del trasero y le respondí:
—¡Para mí fue genial! … ¡Eres la mujer más sexy que conozco … y que seas mi hermana lo hace más sexy aún! …
La halagué y ella me sonrió complacida y como vi que le gusto mi comentario agregué:
—Y yo también te haría esto todos los días y a cada rato …
Claudia se rio, se acercó a mi y me abrazó colocando sus manos sobre mis nalgas y apretando mi cuerpo al suyo, luego sus labios se posaron en los míos y su lengua busco la mía, agarré esto como una invitación a seguir y también me apoderé de sus glúteos y la jalé contra mi verga:
—Bueno … bueno … no exageremos … tenemos varios días por delante …
Me lanzo una significativa y lasciva mirada, sacudió su cabeza, se volvió y se metió al mar. La seguí y me sumergí en las aguas para limpiar la arena de mi cuerpo, luego nadé junto a ella:
—Vete a casa … es mejor si no nos ven regresar juntos …
Me dijo mientras nadaba alejándose de mí, quise seguirla para besarla un par de veces más, pero entendí sus razones y nadé hacia la playa. Me fui a la casa y encontré a Esteban preparando la mesa para el desayuno. Me hizo un gesto amistoso cuando me vio llegar. Le devolví la sonrisa y me fui al baño por un llamado de la naturaleza, entre de inmediato pensando que le debía ganar el tiempo a Sonya, ya que ella ocupa el baño por largo rato todos los días, pero ella ya estaba ahí y cuando me vio dejo caer el grifo de la ducha y me miro en estado de shock, recordando la noche anterior, pensé “¿Qué habrá estado haciendo?”, pero ella me gritó:
—¿Acaso no se usa llamar antes de entrar en esta casa? …
Murmuré una disculpa a medias y justifiqué mi irrupción por una necesidad urgente de orinar, me bajé mis shorts y me paré frente al inodoro. Por un rato ella me observo con interés, pero luego agarró la ducha y continuó a ducharse. Entonces me voltee a mirarla a través de la cortina transparente de la ducha. Como su cabeza sobresalía por sobre la cortina, se dio cuenta, pero no le molestó y siguió duchándose como si nada. Su mano permaneció sobajeando sus pechos y luego los cubrió con un gel de jabón. Cuando la vi acariciando sus senos, sentí cosquillitas en mi ingle a pesar de que acababa de tener sexo con Claudia. Me parecía increíble lo que estaba viviendo con mis dos hermanas, pensé mientras terminaba de orinar.
Lancé una última mirada a Sonya que seguía lavando su cuerpo exuberante e forma llamativa y provocativa. Estaba a punto de darme vuelta para salir cuando sentí un chorro de agua tibia en mi rostro:
—Esto es por irrumpir sin llamar … y esto por estar mirándome descaradamente …
Me grito Sonya riéndose como una loca.
—¡No! … espera … espera …
Con esas palabras me agaché bajo el chorro de agua y salté a la ducha con ella, la empujé contra los azulejos y comenzamos una feroz lucha bajo la ducha. Dada mi corpulencia y fuerza, pronto tomé la delantera, le quite el grifo de la ducha y lo sostuve frente a su cara, se reía a carcajadas tratando de liberarse de m abrazo, como no lo lograba, entonces agarró mi shorts y me los tiro hacia abajo. Sorprendido solté la ducha y a ella, lo que aprovecho para escaparse desnuda de la ducha, pero antes de que saliera del baño le di alcance, la agarré y la atraje hacia mí. Ambos caímos aterrizando sobre la alfombra del baño. Rápidamente me subí sobre ella empujándola hacia abajo reduciéndola e inmovilizándola al aferrar sus muñecas. Ella me miraba desafiante y respirando fatigosamente:
—¿Y ahora qué! … ¿Qué me vas a hacer? …
Su rostro estaba enrojecido, pensé que era por el fragor de la lucha, pero luego me di cuenta de que ambos estábamos en una posición bastante comprometedora. Ella yacía desnuda sobre su espalda y yo estaba sobre ella con mis shorts mojados enredados en mis tobillos, prácticamente estábamos los dos desnudos y para mi sorpresa, mi polla daba signos de vida.
Ella también se había dado cuenta de tan impúdica situación y se relajó y se quedó en completo silencio esperando mi siguiente movida, el único sonido era la respiración de ambos. Luego sucedió. No sé si lo hizo a propósito o instintivamente, pero sus piernas se abrieron. ¿Era esta una invitación explicita? No alcancé ni siquiera a imaginar una respuesta, la puerta del baño se abrió y apareció el rostro sonriente de Claudia.
—¡Umh! … ¡Ooohhh! … Escuche unos gritos …
Dijo completamente sorprendida viéndonos prácticamente desnudos en el suelo uno encima del otro frente a ella. Salté en pie de inmediato subiéndome mis shorts empapados, ruborizado y balbuceante le dije:
—Sonya … ella tiene la culpa … me tiró agua y no pude dejársela pasar …
—¡Ah-haa! …
Dijo Claudia mirándonos alternadamente a Sonya y a mí, su expresión facial era inescrutable y ambigua. Sonya se levantó del piso, me pego con la toalla por última vez, luego se envolvió con ella alrededor del cuerpo y salió del baño dejándome a solas con Claudia.
—Lo siento por irrumpir aquí de esta manera … no sabía que tenías algo también con Sonya …
Claudia se disculpó con un tono entre serio y divertido.
—¡Pero, que dices! … era solo una lucha … ella me atacó con el agua y yo me defendí … nada más que eso …
Luego la tomé y le di un beso en la boca para tranquilizarla, seguidamente me quité los shorts mojados y se los di pidiéndole los tendiera en la veranda para que se secaran, ella aprovechó la cercanía para agarrar mi pene semi erecto:
—Al parecer te gusta mucho luchar con Sonya, ¿eh? …
Me encogí de hombros y me metí rápidamente bajo la ducha.
Media hora después estábamos todos sentados juntos de nuevo, tomamos un opíparo desayuno y charlamos sobre los que haríamos durante el día. Como el sol volvía a brillar, seguramente el día iba a ser esplendido, las chicas dijeron que ellas disfrutarían del mar. Como cada vez me estaba gustando más estar en compañía de mis hermanas, acepte de inmediato de acompañarlas, así que no fuimos todos a las orillas donde rompía un suave oleaje. Esteban no hizo mayores comentarios, pero se fue abrazado con Claudia y por supuesto se desnudaron apenas llegamos a la playa, nos miramos Sonya y yo, y sin decir nada me despojé también de mis bermudas y me senté desnudo sobre mi manta. Entonces Sonya preguntó:
—¿Qué pasa si viene alguien y nos ve desnudos? …
Claudia respondió tranquilamente y con seguridad.
—Desde la calle no se ve la playa … y casi nadie viene a esta playa …
—¿Casi? …
Volvió a preguntar Sonya con suspicacia, a lo que Claudia volvió a responder con claridad.
—A esta playa viene solo gente que nos conoce … no tenemos nada que ocultar … y créeme, me he acostado sobre estas arenas muchas veces …
Dijo Claudia dándome una sonrisa cómplice, Sonya nos miró a todos y dijo:
—Bueno esto me da una mayor tranquilidad …
Luego un poco vacilante se quitó su bikini. El encontrarme otra vez con los cuerpos desnudos de mis dos hermanas, provocó que mis hormonas se desbocaran y antes de que mi masculinidad se manifestara en toda su exuberancia, decidí escapar de carrerita a sumergirme en la fría agua del océano. A los pocos minutos, Esteban se me unió
Continua
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Vacaciones en Iquique – Capítulos 06 al 010
Vacaciones en Iquique - Capítulo 06
Obviamente Sonya no se parecía en nada a Claudia, pero era también obvio que tenía sus necesidades y apetitos sexuales que satisfacía por ella misma, aún cuando yo estaba acostado ahí al lado de ella.
¿Cuál habrá sido el objeto de su excitación? ¿Habrá sido mi cercanía? ¡Umh! No tenía ninguna idea ni pista que me pudiera dar alguna respuesta, definitivamente debo investigar y llegar a fondo de esta incógnita. Pero ahora para mí lo importante era Claudia. Debía ir a la playa, anhelaba encontrarla allí. Con mucho cuidado me deslicé fuera de la cama y me aseguré de no despertar a Sonya mientras dejaba la habitación silenciosamente.
Una vez fuera, corrí hacia el mar y me decepcionó descubrir que mi hermana mayor no estaba allí. No sabía bien que hora era, no sabía si ella había ya hecho su baño matutino o no. Espero que no se haya ido. Había muchas posibilidades de que yo fuera el primero en llegar, así que decidí ir a nadar y esperar. El tiempo me dio la razón, pues al poco rato apareció Claudia esplendorosa en toda su desnudez, caminaba coquetamente y me saludaba con la mano. Inmediatamente nade hacia ella para ir a su encuentro. Me encontré cara a cara y la feliz sonrisa desapareció de su rostro y me saludo con un frío “Buenos Días”, la sentí tensa y extraña. Nos miramos en silencio esperando que el otro dijera o hiciera algo, estábamos ahí embarazosamente expectantes. Después de un rato, Claudia liberó la tensión agarrándome las nalgas con ambas manos y atrayéndome fuertemente contra sus esponjosas tetas.
Nuestros labios se juntaron como si fueran atraídos magnéticamente y nos encerramos en un largo, profundo y apasionado beso. Nos acostamos sobre la arena y nos hundimos en ella, la sentí que se montaba sobre mí, su mirada se había tornado la de la cazadora que jugaba con su presa antes de dar el ataque final, sentada sobre mis muslos se enderezó, me afirmó por los hombros y se inclinó a besar mis labios en forma caliente y lujuriosa, con los labios entrecerrados murmuró:
—¡Me vuelves absolutamente loca! … ¡No lo puedo evitar! … ¡Te deseo! …
Su respiración resoplaba en mi oreja, comenzó a comerme a besos, mi rostro, cuello, lóbulos, besos salvajes. Finalmente se enderezó con la parte superior de su cuerpo, llevó una mano por entre sus piernas y aferró mi pene duro como palo y lo guio entre sus labios mayores. Lo que estaba por suceder era obvio, me quedé inmóvil sobre mi espalda y esperé con anhelo. Mirándome con sus labios carnosos y su boca entreabierta, ella se fue empalando en mi verga, poco a poco su cálida humedad comenzó a envolver mi glande. Mi grueso pene era atascado en la entrada de su conchita, dio un grito ahogado cuando mi cabezota entro en ella. Claudia puso los ojos en blanco y gimió en voz alta cuando su chocho empezó a ser ensanchado por mi polla, mordía sus labios para no gritar tan fuerte, me enderece para mirar y la vi con sus rodillas aún en el aire soportando su peso en punta de pies y con mi pene semi enterrado en su vulva, sus venas se marcaban en su cuello y tenía una pequeña mueca entre dolor y placer al ser abierta por mi dura pija.
Mi hermana mayor me estaba desvirgando, ella era mi primera mujer, y para ella yo era su primera super polla. Se acomodó cuando mi pene entró totalmente en ella, pero se quedó apoyada a mi pecho moviéndose lentamente esperando de acostumbrarse a mis dimensiones:
—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Cómo has crecido, chico! …
Finalmente estaba teniendo sexo real, ya no era virgen, y no con cualquier chica, sino con mi hermana mayor, su coño increíblemente estrecho y húmedo, mi verga estaba dentro de ella y sus uñas se habían enterrado ya en mis brazos. Su cuerpo comenzó a ondularse, bajaba sus hombros, arqueaba su vientre y empujaba su pelvis contra mi polla. Sus pechos se aplastaban contra mis pectorales, luego se alzaban, se mecían y balanceaban. Mis manos volaron a ellos y los agarré con ambas manos, ella se inclinó y mordió mis labios, al tiempo que sus músculos vaginales se contraían apretando mi pene.
Todo esto me abrumaba en un cierto sentido, nada de lo experimentado por mí anterior a esto, podía compararse ni mínimamente a la sensación de estar acoplado sexualmente con mi hermana. Mis ojos se fueron de sus pechos a sus ojos cerrados. Su rostro tenía un color rojizo y respiraba con la boca entreabierta, a ratos mi miraba con ojos vidriosos y una expresión de beatitud única.
Jamás pensé en ver en ella esa expresión paradisiaca, estaba en una especie de nirvana, en gloria y gracia del sexo que estábamos teniendo. Sentí una gran excitación, la tomé de sus caderas y comencé a moverme dentro de su apretada conchita.
—¡Ouch! … ¡Ouch! … ¡Oooohhhh! …
Se quejaba y gemía. La estrechez, calidez y humedad de su coño me hizo emitir un largo gemido y dispare un mega chorro de esperma en su conchita. Claudia se detuvo y chilló con sorpresa sintiendo como la llenaba con un aluvión de semen dentro de ella. Luego comenzó a moverse y a succionar con su vagina mi corrida bestial. Además, sus veloces movimientos de vaivén sobre mi verga la estaban haciendo estremecer y entre gritos y chillidos, también ella se corrió:
—¡Argh! … ¡Me estás llenando! … ¡Te estás corriendo dentro de mí! … ¡Dámela toda! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! …
Claudia no ceso de moverse hasta cuando mi pija resbaló fuera de ella un poco blandengue y empapada con sus copiosos zumos.
Luego, todavía restregándose contra mi pecho, se inclinó metió sus manos en mis cabellos y me besos apasionadamente. Levantó su torso dándome una amplia vista de sus pechos y me preguntó:
—¿Estás bien? … ¿Te gustó? … Lo hicimos muy rico …
—¡Maravilloso! … ¡No hay nada más hermoso! …
Permanecimos abrazados, el sol comenzaba a entibiar la arena, nuestros cuerpos sudorosos se habían cubierto de polvo y material arenoso. Claudia me beso en la frente y en la mejilla, luego cerró sus ojos y volvió a posar sus labios en los míos apasionadamente. Ella movía sus caderas y se apretaba a mí, era evidente de que quería más, sin duda estaba todavía caliente, me sentí un poco culpable de haberme corrido así tan rápido, pero no pude hacer nada, la sensación que sentí fue única y abrumadora.
—Lo siento … creo que duré muy poquito … pero era mi primera vez …
—No te preocupes … es lo normal las primeras veces … déjame a mí … yo me encargo …
Luego me dio unos besos húmedos por el cuello, estaba lamiendo mi sudor, se contorsionó y besó mis tetillas, haciendo chupones en mis pezones, su mano aferró mi pene que comenzaba a revivir:
—¿Te gusta si te hago así? … Parece que tú también tienes ganas de nuevo … Pronto lo haremos otra vez …
Hablaba casi entre dientes y su lengua no cesaba de acariciar mi cuerpo, poco a poco se plegó en mi regazo y comenzó a succionar mi pene vigorosamente haciendo que este se pusiera duro como el granito. Cerré los ojos y disfruté sus caricias, el viento contribuía a hacer la sensación arrolladora. Claudia movía su cabeza arriba abajo intensamente, sus cortos cabellos me permitían apreciar la destreza de su boca aprisionando mi miembro y su lengua infatigable que jugaba con los bordes de mi glande enviando temblorcillos por todo mi cuerpo.
—¡Está claro que te gusta! … Eres insaciable como yo … yo lo tenemos casi listo otra vez …
Me miraba con mucha ternura, reía, pero también había determinación en todos sus gestos, estaba empoderada de toda la situación, estaba caliente y deseosa de mi pene. Yo gemía y comenzaba a mover mi pelvis metiendo y sacando mi pene de su boca, haciéndolo deslizar entre sus manos. Simplemente era una mamada exquisita y hábil. Sus dedos masajeaban mis bolas incrementando mi placer. Su experiencia le indico el momento preciso y con destreza volvió a montarme, había un dejo de satisfacción en su rostro cuando con su mano comenzó a pasear mi verga entre los labios empapados de su concha, se sentó en mi muslos y apretó mi polla contra su vientre, me sonrió indicándome con un dedo que le llegaba casi al ombligo:
—¡Guau!, chico … si que has crecido …
Un momento después se alzó y con una mirada muy concentrada, se plegó un poco y con su peso, comenzó a hacer que mi pija se deslizara otra vez dentro de su cuevita húmeda y caliente, Claudia emitió un largo suspiro y varios gemidos antes de comenzar un rítmico movimiento follando mi polla.
Me parecía que estaba más mojada que otras veces, sus fluidos estaban saliendo en oleadas de su orificio, sus movimientos aumentaron en intensidad y sus glúteos que azotaban contra mis muslos se escuchaban como bofetadas que llevaban el ritmo. Esta vez decidí a participar más activamente y agarré sus tetas y sobajee sus pezones y levantando un poco mi torso me los eché a la boca y mordí delicadamente esos pezones durísimos, ella agarró mi cabeza y comenzó a aplastarla contra sus amplios senos, me colgué de sus hombros y chupé sus tetas ávidamente mientras Claudia desesperadamente me cabalgaba gritando y chillando cada vez más rápido y salvaje. Su lujuria y calentura se habían acumulado y la desesperación de liberación por un orgasmo se transformó en frenéticos movimientos. Mi verga se deslizo fuera de ella varias veces debido a la violencia de sus movimientos y ella cada vez más rápido la atrapaba y se la volvía a meter gruñendo y gimiendo. Hizo un alto un instante brevísimo como para acomodarse, para luego iniciar una demencial danza de caderas y vientre sobre mi verga al tiempo que resoplaba, gruñía, chillaba y apretaba mis pectorales casi hasta causarme dolor.
—¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡hermanito que rico! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Su cara estaba desencajada de lascivia y placer, me miraba como si me quisiera devorar de un solo zarpazo, se cargó con sus brazos en mi pecho y me inmovilizó. Por su respiración supe que había llegado el momento, la escuche gritar:
—¡Mis nalgas! … ¡Sepáralas! … ¡Separa mis nalgas! …
Me ordenó con una voz estridente, salvaje y casi incomprensible, movía su cuerpo atrás y adelante casi sin control. Rápidamente le obedecí, agarre sus nalgas y las separé un poco, probe a meter un dedito en su ano y ella grito de placer y se corrió con espasmódicos saltitos, había abierto sus rodillas al máximo para permitir a mi polla entera deslizarse dentro y fuera de su coño. Ahora tampoco había nada que me detuviera y por segunda vez le eche una oleada de chorros de semen profundamente en su matriz, lo que la hizo gritar muchas veces:
—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Argh! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …
Mis propias convulsiones orgásmicas me hicieron chocar con su cuerpo que se retorcía sobre mí, estábamos pegados estremeciéndonos juntos en un abrazo infinito. Mis cojones se vaciaron por completo, me quedé quieto esperando de recuperarme. Claudia continuaban a curvar sinuosamente su cuerpo sobre el mío, sus ruidos y el volumen de ellos eran simplemente calientes.
Confiaba que el viento no llevara esos sonidos característicos hacia la casa. Claudia se calmó, estaba visiblemente exhausta, se mantuvo sobre mi abrazándome con fuerza
—¡Ooohhh! … eso fue celestial … eres mi angelito preferido, ¿sabes? …
Lo tomé como un cumplido aunque si en realidad yo no había hecho mucho, se le veía radiante y feliz, felicidad plenamente compartida por mí, me sentía satisfecho. Habíamos ido más allá, habíamos cruzado una frontera tabú, nos habíamos convertido en amantes carnales, mi sexo en ella y ella gozando como mujer, hermana y hermano proscritos de la sociedad. A mí me importaba un rábano y veía que Claudia estaba dichosa y sin ningún signo de arrepentimiento, entonces le dije:
—Sí … todo fue magnifico … deberíamos repetirlo de tanto en tanto … ¿Te parece? …
—En realidad … yo te haría esto todo los días y cada rato …
Fue la respuesta de Claudia besándome la nariz y pasando su lengua tibia sobre mis labios en forma lasciva. De repente me di cuenta de que habíamos creado una situación muy especial entre ella y yo, sería estúpido de mi parte echar a perder todo con comentarios negativos. La vida nos regalaba estos momentos y debíamos aprovecharlos y prenderlos al vuelo, gozar nuestras vidas a concho. Mi hermana es una delicia y como tal debo saborearla de principio a fin.
Sentirla desnuda sobre mí con su chocho chorreando mi semen era lo máximo, pero debíamos volver a la realidad, nuestro juego era íntimo y secreto y debíamos continuar a jugar, nadie más debería vernos así. Es como si hubiésemos tenido una comunicación telepática, Claudia se separó de mi y se puso de pie con una amplia sonrisa en su rostro. Luego su rostro se opacó y en forma reflexiva me preguntó:
—¿Tú crees … que esta bien lo que hicimos? …
Me levanté quitándome la arena del trasero y le respondí:
—¡Para mí fue genial! … ¡Eres la mujer más sexy que conozco … y que seas mi hermana lo hace más sexy aún! …
La halagué y ella me sonrió complacida y como vi que le gusto mi comentario agregué:
—Y yo también te haría esto todos los días y a cada rato …
Claudia se rio, se acercó a mi y me abrazó colocando sus manos sobre mis nalgas y apretando mi cuerpo al suyo, luego sus labios se posaron en los míos y su lengua busco la mía, agarré esto como una invitación a seguir y también me apoderé de sus glúteos y la jalé contra mi verga:
—Bueno … bueno … no exageremos … tenemos varios días por delante …
Me lanzo una significativa y lasciva mirada, sacudió su cabeza, se volvió y se metió al mar. La seguí y me sumergí en las aguas para limpiar la arena de mi cuerpo, luego nadé junto a ella:
—Vete a casa … es mejor si no nos ven regresar juntos …
Me dijo mientras nadaba alejándose de mí, quise seguirla para besarla un par de veces más, pero entendí sus razones y nadé hacia la playa. Me fui a la casa y encontré a Esteban preparando la mesa para el desayuno. Me hizo un gesto amistoso cuando me vio llegar. Le devolví la sonrisa y me fui al baño por un llamado de la naturaleza, entre de inmediato pensando que le debía ganar el tiempo a Sonya, ya que ella ocupa el baño por largo rato todos los días, pero ella ya estaba ahí y cuando me vio dejo caer el grifo de la ducha y me miro en estado de shock, recordando la noche anterior, pensé “¿Qué habrá estado haciendo?”, pero ella me gritó:
—¿Acaso no se usa llamar antes de entrar en esta casa? …
Murmuré una disculpa a medias y justifiqué mi irrupción por una necesidad urgente de orinar, me bajé mis shorts y me paré frente al inodoro. Por un rato ella me observo con interés, pero luego agarró la ducha y continuó a ducharse. Entonces me voltee a mirarla a través de la cortina transparente de la ducha. Como su cabeza sobresalía por sobre la cortina, se dio cuenta, pero no le molestó y siguió duchándose como si nada. Su mano permaneció sobajeando sus pechos y luego los cubrió con un gel de jabón. Cuando la vi acariciando sus senos, sentí cosquillitas en mi ingle a pesar de que acababa de tener sexo con Claudia. Me parecía increíble lo que estaba viviendo con mis dos hermanas, pensé mientras terminaba de orinar.
Lancé una última mirada a Sonya que seguía lavando su cuerpo exuberante e forma llamativa y provocativa. Estaba a punto de darme vuelta para salir cuando sentí un chorro de agua tibia en mi rostro:
—Esto es por irrumpir sin llamar … y esto por estar mirándome descaradamente …
Me grito Sonya riéndose como una loca.
—¡No! … espera … espera …
Con esas palabras me agaché bajo el chorro de agua y salté a la ducha con ella, la empujé contra los azulejos y comenzamos una feroz lucha bajo la ducha. Dada mi corpulencia y fuerza, pronto tomé la delantera, le quite el grifo de la ducha y lo sostuve frente a su cara, se reía a carcajadas tratando de liberarse de m abrazo, como no lo lograba, entonces agarró mi shorts y me los tiro hacia abajo. Sorprendido solté la ducha y a ella, lo que aprovecho para escaparse desnuda de la ducha, pero antes de que saliera del baño le di alcance, la agarré y la atraje hacia mí. Ambos caímos aterrizando sobre la alfombra del baño. Rápidamente me subí sobre ella empujándola hacia abajo reduciéndola e inmovilizándola al aferrar sus muñecas. Ella me miraba desafiante y respirando fatigosamente:
—¿Y ahora qué! … ¿Qué me vas a hacer? …
Su rostro estaba enrojecido, pensé que era por el fragor de la lucha, pero luego me di cuenta de que ambos estábamos en una posición bastante comprometedora. Ella yacía desnuda sobre su espalda y yo estaba sobre ella con mis shorts mojados enredados en mis tobillos, prácticamente estábamos los dos desnudos y para mi sorpresa, mi polla daba signos de vida.
Ella también se había dado cuenta de tan impúdica situación y se relajó y se quedó en completo silencio esperando mi siguiente movida, el único sonido era la respiración de ambos. Luego sucedió. No sé si lo hizo a propósito o instintivamente, pero sus piernas se abrieron. ¿Era esta una invitación explicita? No alcancé ni siquiera a imaginar una respuesta, la puerta del baño se abrió y apareció el rostro sonriente de Claudia.
—¡Umh! … ¡Ooohhh! … Escuche unos gritos …
Dijo completamente sorprendida viéndonos prácticamente desnudos en el suelo uno encima del otro frente a ella. Salté en pie de inmediato subiéndome mis shorts empapados, ruborizado y balbuceante le dije:
—Sonya … ella tiene la culpa … me tiró agua y no pude dejársela pasar …
—¡Ah-haa! …
Dijo Claudia mirándonos alternadamente a Sonya y a mí, su expresión facial era inescrutable y ambigua. Sonya se levantó del piso, me pego con la toalla por última vez, luego se envolvió con ella alrededor del cuerpo y salió del baño dejándome a solas con Claudia.
—Lo siento por irrumpir aquí de esta manera … no sabía que tenías algo también con Sonya …
Claudia se disculpó con un tono entre serio y divertido.
—¡Pero, que dices! … era solo una lucha … ella me atacó con el agua y yo me defendí … nada más que eso …
Luego la tomé y le di un beso en la boca para tranquilizarla, seguidamente me quité los shorts mojados y se los di pidiéndole los tendiera en la veranda para que se secaran, ella aprovechó la cercanía para agarrar mi pene semi erecto:
—Al parecer te gusta mucho luchar con Sonya, ¿eh? …
Me encogí de hombros y me metí rápidamente bajo la ducha.
Media hora después estábamos todos sentados juntos de nuevo, tomamos un opíparo desayuno y charlamos sobre los que haríamos durante el día. Como el sol volvía a brillar, seguramente el día iba a ser esplendido, las chicas dijeron que ellas disfrutarían del mar. Como cada vez me estaba gustando más estar en compañía de mis hermanas, acepte de inmediato de acompañarlas, así que no fuimos todos a las orillas donde rompía un suave oleaje. Esteban no hizo mayores comentarios, pero se fue abrazado con Claudia y por supuesto se desnudaron apenas llegamos a la playa, nos miramos Sonya y yo, y sin decir nada me despojé también de mis bermudas y me senté desnudo sobre mi manta. Entonces Sonya preguntó:
—¿Qué pasa si viene alguien y nos ve desnudos? …
Claudia respondió tranquilamente y con seguridad.
—Desde la calle no se ve la playa … y casi nadie viene a esta playa …
—¿Casi? …
Volvió a preguntar Sonya con suspicacia, a lo que Claudia volvió a responder con claridad.
—A esta playa viene solo gente que nos conoce … no tenemos nada que ocultar … y créeme, me he acostado sobre estas arenas muchas veces …
Dijo Claudia dándome una sonrisa cómplice, Sonya nos miró a todos y dijo:
—Bueno esto me da una mayor tranquilidad …
Luego un poco vacilante se quitó su bikini. El encontrarme otra vez con los cuerpos desnudos de mis dos hermanas, provocó que mis hormonas se desbocaran y antes de que mi masculinidad se manifestara en toda su exuberancia, decidí escapar de carrerita a sumergirme en la fría agua del océano. A los pocos minutos, Esteban se me unió
Continua
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