Vacaciones en Iquique – Capítulos 06 al 010

heranlu

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Vacaciones en Iquique – Capítulos 06 al 010

Vacaciones en Iquique - Capítulo 06

Obviamente Sonya no se parecía en nada a Claudia, pero era también obvio que tenía sus necesidades y apetitos sexuales que satisfacía por ella misma, aún cuando yo estaba acostado ahí al lado de ella.



¿Cuál habrá sido el objeto de su excitación? ¿Habrá sido mi cercanía? ¡Umh! No tenía ninguna idea ni pista que me pudiera dar alguna respuesta, definitivamente debo investigar y llegar a fondo de esta incógnita. Pero ahora para mí lo importante era Claudia. Debía ir a la playa, anhelaba encontrarla allí. Con mucho cuidado me deslicé fuera de la cama y me aseguré de no despertar a Sonya mientras dejaba la habitación silenciosamente.



Una vez fuera, corrí hacia el mar y me decepcionó descubrir que mi hermana mayor no estaba allí. No sabía bien que hora era, no sabía si ella había ya hecho su baño matutino o no. Espero que no se haya ido. Había muchas posibilidades de que yo fuera el primero en llegar, así que decidí ir a nadar y esperar. El tiempo me dio la razón, pues al poco rato apareció Claudia esplendorosa en toda su desnudez, caminaba coquetamente y me saludaba con la mano. Inmediatamente nade hacia ella para ir a su encuentro. Me encontré cara a cara y la feliz sonrisa desapareció de su rostro y me saludo con un frío “Buenos Días”, la sentí tensa y extraña. Nos miramos en silencio esperando que el otro dijera o hiciera algo, estábamos ahí embarazosamente expectantes. Después de un rato, Claudia liberó la tensión agarrándome las nalgas con ambas manos y atrayéndome fuertemente contra sus esponjosas tetas.



Nuestros labios se juntaron como si fueran atraídos magnéticamente y nos encerramos en un largo, profundo y apasionado beso. Nos acostamos sobre la arena y nos hundimos en ella, la sentí que se montaba sobre mí, su mirada se había tornado la de la cazadora que jugaba con su presa antes de dar el ataque final, sentada sobre mis muslos se enderezó, me afirmó por los hombros y se inclinó a besar mis labios en forma caliente y lujuriosa, con los labios entrecerrados murmuró:



—¡Me vuelves absolutamente loca! … ¡No lo puedo evitar! … ¡Te deseo! …



Su respiración resoplaba en mi oreja, comenzó a comerme a besos, mi rostro, cuello, lóbulos, besos salvajes. Finalmente se enderezó con la parte superior de su cuerpo, llevó una mano por entre sus piernas y aferró mi pene duro como palo y lo guio entre sus labios mayores. Lo que estaba por suceder era obvio, me quedé inmóvil sobre mi espalda y esperé con anhelo. Mirándome con sus labios carnosos y su boca entreabierta, ella se fue empalando en mi verga, poco a poco su cálida humedad comenzó a envolver mi glande. Mi grueso pene era atascado en la entrada de su conchita, dio un grito ahogado cuando mi cabezota entro en ella. Claudia puso los ojos en blanco y gimió en voz alta cuando su chocho empezó a ser ensanchado por mi polla, mordía sus labios para no gritar tan fuerte, me enderece para mirar y la vi con sus rodillas aún en el aire soportando su peso en punta de pies y con mi pene semi enterrado en su vulva, sus venas se marcaban en su cuello y tenía una pequeña mueca entre dolor y placer al ser abierta por mi dura pija.



Mi hermana mayor me estaba desvirgando, ella era mi primera mujer, y para ella yo era su primera super polla. Se acomodó cuando mi pene entró totalmente en ella, pero se quedó apoyada a mi pecho moviéndose lentamente esperando de acostumbrarse a mis dimensiones:



—¡Aaaahhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Cómo has crecido, chico! …



Finalmente estaba teniendo sexo real, ya no era virgen, y no con cualquier chica, sino con mi hermana mayor, su coño increíblemente estrecho y húmedo, mi verga estaba dentro de ella y sus uñas se habían enterrado ya en mis brazos. Su cuerpo comenzó a ondularse, bajaba sus hombros, arqueaba su vientre y empujaba su pelvis contra mi polla. Sus pechos se aplastaban contra mis pectorales, luego se alzaban, se mecían y balanceaban. Mis manos volaron a ellos y los agarré con ambas manos, ella se inclinó y mordió mis labios, al tiempo que sus músculos vaginales se contraían apretando mi pene.



Todo esto me abrumaba en un cierto sentido, nada de lo experimentado por mí anterior a esto, podía compararse ni mínimamente a la sensación de estar acoplado sexualmente con mi hermana. Mis ojos se fueron de sus pechos a sus ojos cerrados. Su rostro tenía un color rojizo y respiraba con la boca entreabierta, a ratos mi miraba con ojos vidriosos y una expresión de beatitud única.



Jamás pensé en ver en ella esa expresión paradisiaca, estaba en una especie de nirvana, en gloria y gracia del sexo que estábamos teniendo. Sentí una gran excitación, la tomé de sus caderas y comencé a moverme dentro de su apretada conchita.



—¡Ouch! … ¡Ouch! … ¡Oooohhhh! …



Se quejaba y gemía. La estrechez, calidez y humedad de su coño me hizo emitir un largo gemido y dispare un mega chorro de esperma en su conchita. Claudia se detuvo y chilló con sorpresa sintiendo como la llenaba con un aluvión de semen dentro de ella. Luego comenzó a moverse y a succionar con su vagina mi corrida bestial. Además, sus veloces movimientos de vaivén sobre mi verga la estaban haciendo estremecer y entre gritos y chillidos, también ella se corrió:



—¡Argh! … ¡Me estás llenando! … ¡Te estás corriendo dentro de mí! … ¡Dámela toda! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! …



Claudia no ceso de moverse hasta cuando mi pija resbaló fuera de ella un poco blandengue y empapada con sus copiosos zumos.



Luego, todavía restregándose contra mi pecho, se inclinó metió sus manos en mis cabellos y me besos apasionadamente. Levantó su torso dándome una amplia vista de sus pechos y me preguntó:



—¿Estás bien? … ¿Te gustó? … Lo hicimos muy rico …



—¡Maravilloso! … ¡No hay nada más hermoso! …



Permanecimos abrazados, el sol comenzaba a entibiar la arena, nuestros cuerpos sudorosos se habían cubierto de polvo y material arenoso. Claudia me beso en la frente y en la mejilla, luego cerró sus ojos y volvió a posar sus labios en los míos apasionadamente. Ella movía sus caderas y se apretaba a mí, era evidente de que quería más, sin duda estaba todavía caliente, me sentí un poco culpable de haberme corrido así tan rápido, pero no pude hacer nada, la sensación que sentí fue única y abrumadora.



—Lo siento … creo que duré muy poquito … pero era mi primera vez …



—No te preocupes … es lo normal las primeras veces … déjame a mí … yo me encargo …



Luego me dio unos besos húmedos por el cuello, estaba lamiendo mi sudor, se contorsionó y besó mis tetillas, haciendo chupones en mis pezones, su mano aferró mi pene que comenzaba a revivir:



—¿Te gusta si te hago así? … Parece que tú también tienes ganas de nuevo … Pronto lo haremos otra vez …



Hablaba casi entre dientes y su lengua no cesaba de acariciar mi cuerpo, poco a poco se plegó en mi regazo y comenzó a succionar mi pene vigorosamente haciendo que este se pusiera duro como el granito. Cerré los ojos y disfruté sus caricias, el viento contribuía a hacer la sensación arrolladora. Claudia movía su cabeza arriba abajo intensamente, sus cortos cabellos me permitían apreciar la destreza de su boca aprisionando mi miembro y su lengua infatigable que jugaba con los bordes de mi glande enviando temblorcillos por todo mi cuerpo.



—¡Está claro que te gusta! … Eres insaciable como yo … yo lo tenemos casi listo otra vez …



Me miraba con mucha ternura, reía, pero también había determinación en todos sus gestos, estaba empoderada de toda la situación, estaba caliente y deseosa de mi pene. Yo gemía y comenzaba a mover mi pelvis metiendo y sacando mi pene de su boca, haciéndolo deslizar entre sus manos. Simplemente era una mamada exquisita y hábil. Sus dedos masajeaban mis bolas incrementando mi placer. Su experiencia le indico el momento preciso y con destreza volvió a montarme, había un dejo de satisfacción en su rostro cuando con su mano comenzó a pasear mi verga entre los labios empapados de su concha, se sentó en mi muslos y apretó mi polla contra su vientre, me sonrió indicándome con un dedo que le llegaba casi al ombligo:



—¡Guau!, chico … si que has crecido …



Un momento después se alzó y con una mirada muy concentrada, se plegó un poco y con su peso, comenzó a hacer que mi pija se deslizara otra vez dentro de su cuevita húmeda y caliente, Claudia emitió un largo suspiro y varios gemidos antes de comenzar un rítmico movimiento follando mi polla.



Me parecía que estaba más mojada que otras veces, sus fluidos estaban saliendo en oleadas de su orificio, sus movimientos aumentaron en intensidad y sus glúteos que azotaban contra mis muslos se escuchaban como bofetadas que llevaban el ritmo. Esta vez decidí a participar más activamente y agarré sus tetas y sobajee sus pezones y levantando un poco mi torso me los eché a la boca y mordí delicadamente esos pezones durísimos, ella agarró mi cabeza y comenzó a aplastarla contra sus amplios senos, me colgué de sus hombros y chupé sus tetas ávidamente mientras Claudia desesperadamente me cabalgaba gritando y chillando cada vez más rápido y salvaje. Su lujuria y calentura se habían acumulado y la desesperación de liberación por un orgasmo se transformó en frenéticos movimientos. Mi verga se deslizo fuera de ella varias veces debido a la violencia de sus movimientos y ella cada vez más rápido la atrapaba y se la volvía a meter gruñendo y gimiendo. Hizo un alto un instante brevísimo como para acomodarse, para luego iniciar una demencial danza de caderas y vientre sobre mi verga al tiempo que resoplaba, gruñía, chillaba y apretaba mis pectorales casi hasta causarme dolor.



—¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Oooohhhh! … ¡hermanito que rico! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …



Su cara estaba desencajada de lascivia y placer, me miraba como si me quisiera devorar de un solo zarpazo, se cargó con sus brazos en mi pecho y me inmovilizó. Por su respiración supe que había llegado el momento, la escuche gritar:



—¡Mis nalgas! … ¡Sepáralas! … ¡Separa mis nalgas! …



Me ordenó con una voz estridente, salvaje y casi incomprensible, movía su cuerpo atrás y adelante casi sin control. Rápidamente le obedecí, agarre sus nalgas y las separé un poco, probe a meter un dedito en su ano y ella grito de placer y se corrió con espasmódicos saltitos, había abierto sus rodillas al máximo para permitir a mi polla entera deslizarse dentro y fuera de su coño. Ahora tampoco había nada que me detuviera y por segunda vez le eche una oleada de chorros de semen profundamente en su matriz, lo que la hizo gritar muchas veces:



—¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Argh! … ¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …



Mis propias convulsiones orgásmicas me hicieron chocar con su cuerpo que se retorcía sobre mí, estábamos pegados estremeciéndonos juntos en un abrazo infinito. Mis cojones se vaciaron por completo, me quedé quieto esperando de recuperarme. Claudia continuaban a curvar sinuosamente su cuerpo sobre el mío, sus ruidos y el volumen de ellos eran simplemente calientes.



Confiaba que el viento no llevara esos sonidos característicos hacia la casa. Claudia se calmó, estaba visiblemente exhausta, se mantuvo sobre mi abrazándome con fuerza



—¡Ooohhh! … eso fue celestial … eres mi angelito preferido, ¿sabes? …



Lo tomé como un cumplido aunque si en realidad yo no había hecho mucho, se le veía radiante y feliz, felicidad plenamente compartida por mí, me sentía satisfecho. Habíamos ido más allá, habíamos cruzado una frontera tabú, nos habíamos convertido en amantes carnales, mi sexo en ella y ella gozando como mujer, hermana y hermano proscritos de la sociedad. A mí me importaba un rábano y veía que Claudia estaba dichosa y sin ningún signo de arrepentimiento, entonces le dije:



—Sí … todo fue magnifico … deberíamos repetirlo de tanto en tanto … ¿Te parece? …



—En realidad … yo te haría esto todo los días y cada rato …



Fue la respuesta de Claudia besándome la nariz y pasando su lengua tibia sobre mis labios en forma lasciva. De repente me di cuenta de que habíamos creado una situación muy especial entre ella y yo, sería estúpido de mi parte echar a perder todo con comentarios negativos. La vida nos regalaba estos momentos y debíamos aprovecharlos y prenderlos al vuelo, gozar nuestras vidas a concho. Mi hermana es una delicia y como tal debo saborearla de principio a fin.



Sentirla desnuda sobre mí con su chocho chorreando mi semen era lo máximo, pero debíamos volver a la realidad, nuestro juego era íntimo y secreto y debíamos continuar a jugar, nadie más debería vernos así. Es como si hubiésemos tenido una comunicación telepática, Claudia se separó de mi y se puso de pie con una amplia sonrisa en su rostro. Luego su rostro se opacó y en forma reflexiva me preguntó:



—¿Tú crees … que esta bien lo que hicimos? …



Me levanté quitándome la arena del trasero y le respondí:



—¡Para mí fue genial! … ¡Eres la mujer más sexy que conozco … y que seas mi hermana lo hace más sexy aún! …



La halagué y ella me sonrió complacida y como vi que le gusto mi comentario agregué:



—Y yo también te haría esto todos los días y a cada rato …



Claudia se rio, se acercó a mi y me abrazó colocando sus manos sobre mis nalgas y apretando mi cuerpo al suyo, luego sus labios se posaron en los míos y su lengua busco la mía, agarré esto como una invitación a seguir y también me apoderé de sus glúteos y la jalé contra mi verga:



—Bueno … bueno … no exageremos … tenemos varios días por delante …



Me lanzo una significativa y lasciva mirada, sacudió su cabeza, se volvió y se metió al mar. La seguí y me sumergí en las aguas para limpiar la arena de mi cuerpo, luego nadé junto a ella:



—Vete a casa … es mejor si no nos ven regresar juntos …



Me dijo mientras nadaba alejándose de mí, quise seguirla para besarla un par de veces más, pero entendí sus razones y nadé hacia la playa. Me fui a la casa y encontré a Esteban preparando la mesa para el desayuno. Me hizo un gesto amistoso cuando me vio llegar. Le devolví la sonrisa y me fui al baño por un llamado de la naturaleza, entre de inmediato pensando que le debía ganar el tiempo a Sonya, ya que ella ocupa el baño por largo rato todos los días, pero ella ya estaba ahí y cuando me vio dejo caer el grifo de la ducha y me miro en estado de shock, recordando la noche anterior, pensé “¿Qué habrá estado haciendo?”, pero ella me gritó:



—¿Acaso no se usa llamar antes de entrar en esta casa? …



Murmuré una disculpa a medias y justifiqué mi irrupción por una necesidad urgente de orinar, me bajé mis shorts y me paré frente al inodoro. Por un rato ella me observo con interés, pero luego agarró la ducha y continuó a ducharse. Entonces me voltee a mirarla a través de la cortina transparente de la ducha. Como su cabeza sobresalía por sobre la cortina, se dio cuenta, pero no le molestó y siguió duchándose como si nada. Su mano permaneció sobajeando sus pechos y luego los cubrió con un gel de jabón. Cuando la vi acariciando sus senos, sentí cosquillitas en mi ingle a pesar de que acababa de tener sexo con Claudia. Me parecía increíble lo que estaba viviendo con mis dos hermanas, pensé mientras terminaba de orinar.



Lancé una última mirada a Sonya que seguía lavando su cuerpo exuberante e forma llamativa y provocativa. Estaba a punto de darme vuelta para salir cuando sentí un chorro de agua tibia en mi rostro:



—Esto es por irrumpir sin llamar … y esto por estar mirándome descaradamente …



Me grito Sonya riéndose como una loca.



—¡No! … espera … espera …



Con esas palabras me agaché bajo el chorro de agua y salté a la ducha con ella, la empujé contra los azulejos y comenzamos una feroz lucha bajo la ducha. Dada mi corpulencia y fuerza, pronto tomé la delantera, le quite el grifo de la ducha y lo sostuve frente a su cara, se reía a carcajadas tratando de liberarse de m abrazo, como no lo lograba, entonces agarró mi shorts y me los tiro hacia abajo. Sorprendido solté la ducha y a ella, lo que aprovecho para escaparse desnuda de la ducha, pero antes de que saliera del baño le di alcance, la agarré y la atraje hacia mí. Ambos caímos aterrizando sobre la alfombra del baño. Rápidamente me subí sobre ella empujándola hacia abajo reduciéndola e inmovilizándola al aferrar sus muñecas. Ella me miraba desafiante y respirando fatigosamente:



—¿Y ahora qué! … ¿Qué me vas a hacer? …



Su rostro estaba enrojecido, pensé que era por el fragor de la lucha, pero luego me di cuenta de que ambos estábamos en una posición bastante comprometedora. Ella yacía desnuda sobre su espalda y yo estaba sobre ella con mis shorts mojados enredados en mis tobillos, prácticamente estábamos los dos desnudos y para mi sorpresa, mi polla daba signos de vida.



Ella también se había dado cuenta de tan impúdica situación y se relajó y se quedó en completo silencio esperando mi siguiente movida, el único sonido era la respiración de ambos. Luego sucedió. No sé si lo hizo a propósito o instintivamente, pero sus piernas se abrieron. ¿Era esta una invitación explicita? No alcancé ni siquiera a imaginar una respuesta, la puerta del baño se abrió y apareció el rostro sonriente de Claudia.



—¡Umh! … ¡Ooohhh! … Escuche unos gritos …



Dijo completamente sorprendida viéndonos prácticamente desnudos en el suelo uno encima del otro frente a ella. Salté en pie de inmediato subiéndome mis shorts empapados, ruborizado y balbuceante le dije:



—Sonya … ella tiene la culpa … me tiró agua y no pude dejársela pasar …



—¡Ah-haa! …



Dijo Claudia mirándonos alternadamente a Sonya y a mí, su expresión facial era inescrutable y ambigua. Sonya se levantó del piso, me pego con la toalla por última vez, luego se envolvió con ella alrededor del cuerpo y salió del baño dejándome a solas con Claudia.



—Lo siento por irrumpir aquí de esta manera … no sabía que tenías algo también con Sonya …

Claudia se disculpó con un tono entre serio y divertido.

—¡Pero, que dices! … era solo una lucha … ella me atacó con el agua y yo me defendí … nada más que eso …



Luego la tomé y le di un beso en la boca para tranquilizarla, seguidamente me quité los shorts mojados y se los di pidiéndole los tendiera en la veranda para que se secaran, ella aprovechó la cercanía para agarrar mi pene semi erecto:



—Al parecer te gusta mucho luchar con Sonya, ¿eh? …

Me encogí de hombros y me metí rápidamente bajo la ducha.



Media hora después estábamos todos sentados juntos de nuevo, tomamos un opíparo desayuno y charlamos sobre los que haríamos durante el día. Como el sol volvía a brillar, seguramente el día iba a ser esplendido, las chicas dijeron que ellas disfrutarían del mar. Como cada vez me estaba gustando más estar en compañía de mis hermanas, acepte de inmediato de acompañarlas, así que no fuimos todos a las orillas donde rompía un suave oleaje. Esteban no hizo mayores comentarios, pero se fue abrazado con Claudia y por supuesto se desnudaron apenas llegamos a la playa, nos miramos Sonya y yo, y sin decir nada me despojé también de mis bermudas y me senté desnudo sobre mi manta. Entonces Sonya preguntó:



—¿Qué pasa si viene alguien y nos ve desnudos? …

Claudia respondió tranquilamente y con seguridad.

—Desde la calle no se ve la playa … y casi nadie viene a esta playa …

—¿Casi? …

Volvió a preguntar Sonya con suspicacia, a lo que Claudia volvió a responder con claridad.

—A esta playa viene solo gente que nos conoce … no tenemos nada que ocultar … y créeme, me he acostado sobre estas arenas muchas veces …

Dijo Claudia dándome una sonrisa cómplice, Sonya nos miró a todos y dijo:

—Bueno esto me da una mayor tranquilidad …



Luego un poco vacilante se quitó su bikini. El encontrarme otra vez con los cuerpos desnudos de mis dos hermanas, provocó que mis hormonas se desbocaran y antes de que mi masculinidad se manifestara en toda su exuberancia, decidí escapar de carrerita a sumergirme en la fría agua del océano. A los pocos minutos, Esteban se me unió




Continua
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Vacaciones en Iquique - Capítulo 07

El agua estaba bastante agradable y nadé junto a Esteban por largo rato, cuando él nadó hacia la playa decidí nadar más lejos para exigir a mi condición física. Perdí totalmente la noción del tiempo y nade tan lejos que me desorienté y tuve dificultad en encontrar la playa desde donde había partido. Pero finalmente divise las lejanas figuritas de Esteban y mis hermanas y me dirigí hacia allí nadando enérgicamente, cuando por fin salí del agua me encontraba muy cansado, me enteré de haber nadado por casi dos horas y Claudia me dijo de haberse preocupada al haberme perdido de vista por tan largo tiempo.



—Oh, nada me va a pasar … soy muy buen nadador y el mar esta bastante tranquilo el día de hoy …



Claudia me sonrió y se calmó. Todo el tiempo, Sonya nos observaba con su mano como víscera para protegerse del sol, luego volvió a tenderse y continuó a leer su libro. Me tendí sobre mi manta y empecé a dormitar, Esteban se paró y dijo si nos gustaría un pedazo de melón, tanto Sonya como yo respondimos afirmativamente, Claudia se levantó y tomo de la mano a Esteban:



—Vamos, querido … yo te ayudaré a traer el melón …



Ambos se fueron hacia la casa sonriéndose y mirándose. Me quedé a solas con Sonya, su libro yacía a un lado y parecía dormitar boca arriba. Su vientre plano subía y bajaba al ritmo de su respiración, mi mirada se detuvo en sus pechos que brillaban con una ligera capa de sudor, vi que sus pezones estaban erectos. No me pude resistir y me acerqué a su deliciosa humanidad femenina, sentía una necesidad imperiosa de tocarla. Muy suavemente deslicé las yemas de mis dedos por sobre su aterciopelado vientre. Me alegré de ver que una traviesa sonrisa apareció en su rostro, así que después de todo no estaba durmiendo, pero no dijo nada ni tampoco cambio de posición. En cámara lenta comencé a dibujar círculos alrededor de su ombligo, lo que significó un ligero aceleramiento de su respiración, luego mis caricias fueron subiendo hacia sus firmes senos.



Sonya había enderezado su cabeza y observaba fascinada la exploración de mis dedos por su cuerpo. Su estómago subía y bajaba más rápido, lo que me indicaba de que mis caricias le estaban causando una placentera sensación y como ella no me detenía, seguí adelante animosamente. Con mucho cuidado llegue con mis dedos sobre su seno izquierdo, y cuando mi pulgar e índice presionaron la punta de su pezón, la escuche gemir:



—¡Mmmmmm! … ¡Mmmmmm! …



Que inmediatamente trató de reprimir, animado por su respuesta agarré ese duro pezón para tironearlo. Sonya saltó y con voz rauca exclamo:



—¡Hey! … Que estás haciendo …



—Bueno … emh … soy solo un hombre … tus senos son preciosos y no me pude resistir …



Le dije con una voz inocentona. Quise quitar mi mano para no hacerla enojar. Pero ella se giró a mirar alrededor para cerciorarse de que estábamos solos, luego me dijo:



—Pero no son tan grandes como los de Claudia …



—De todas maneras, son muy hermosos …



Le dije halagándola y continuando a amasar sus esponjosos pechos. Sonya no dijo nada, pero se recostó y me dejo hacer. Incrédulo, me sentí afortunado y me incliné sobre su seno derecho y delicadamente besé su pezón.



—¡Mmmmmm! … ¡Oooohhhh! …



Exclamó Sonya ondulando su pelvis y apretando sus muslos con su boca entreabierta, se irguió brevemente, comenzó a mirar alrededor, hacía la casa y una y otra vez hacia mi verga que también ya se insinuaba en completa erección y con perladas gotitas saliendo de mi glande, me acerqué a su oído y le susurre:



—Puedes tocarme ahí abajo si quieres …



—¿Te volviste loco? … definitivamente no voy a tocar tu …



Pero su mano se acercaba temblorosa hacia mi polla.



—… y ciertamente no aquí … déjame antes de que alguien nos vea …



Luego aparto mi mano y mi cabeza de su pecho, se volvió boca abajo y me dijo:



—Mejor hazme un masaje y espálmame un poco de protector …



Me sentí un poco apesadumbrado, “Esto será más difícil que con Claudia”, pensé. Luego me conforme pensando “Al menos me deja acariciarla”. Ya pensaremos a lo otro. Me arrodillé a su lado y froté enérgicamente su espalda y luego baje a sus piernas y muslos, aprovechando la oportunidad de manosear abundantemente su redondo trasero.



—Creo que mi trasero tiene suficiente protector …



Me dijo en un tono entre irónico y divertida.



—¡Ah, sí! … y por cierto tienes un trasero muy hermoso … me gusta mucho …



—¡Patrañas! … es demasiado grande …



Me contradijo, pero por su tono estaba feliz por el cumplido. La dejé estar y me recosté sobre mi manta, claro que tuve que hacerlo boca abajo para esconder mi desmesurada erección. Un largo silencio se produjo entre nosotros, el que fue interrumpido por las voces de Claudia y Esteban que llegaban con rodajas de melón. Sonya se dio vuelta hacia mí y en voz baja me preguntó:



—¿Ya pensaste donde vas a dormir esta noche? …



Miré el cielo, con los ojos entrecerrados vislumbre dos o tres nubes oscuras y le dije:



—¡Umh! … creo que podría llover … si no te importa dormiré contigo …



—¡Está bien! …



Me dijo sin mirarme y volviéndose hacia el otro lado. Me sonreí maliciosamente para mis adentros “Y luego te toca a ti”, pensé estirando la mano para recibir la rodaja de melón que me ofrecía Claudia.



No sé como pero la tarde se fue volando. Me quedé dormido y disfrute de una pequeña siesta. Claudia se animó a ir a buscar una pelota para jugar un poco de voleibol de playa. Sonya se había acostumbrado a estar desnuda. Saltaba muy ágil, volvía a hacerlo una y otra vez, tanto ella como Claudia eran un verdadero espectáculo. Los senos de mis dos hermanas rebotaban, se mecían, bamboleaban y saltaban de uno a otro lado junto con los saltos de ellas, para mí era una fuente de distracción imposible de dejar de notar, lo que me desconcentraba del juego en sí.



Aparentemente, Esteban también venía disturbado por la exuberancia de los senos de las chicas, pero él se controlaba mejor que yo y sus miradas eran discretas. Intenté desesperadamente prestar atención a la pelota en vez de a las redondeces esplendidas de Claudia y Sonya, perdí el equilibrio un par de veces, pero finalmente funciono bastante bien.



Cuando decidimos de volver a la casa, yo por mi parte decidí de volver al mar, me dediqué a nadar hasta cuando el sol se posó en el horizonte, solo entonces salí del agua y me dirigí a la casa. Claudia y Esteban habían preparado todo para la cena, nos sentamos a compartir, charlamos, nos reímos y bebimos un espumante dulce y exquisito.



Se hizo tarde y llego la hora de irse a la cama. Claudia y Esteban dijeron que querían tomar un Jacuzzi, así que Sonya y yo nos ofrecimos para limpiar la mesa y lavar la vajilla. Sonya se veía muy contenta y jugaba y canturreaba mientras lavaba los platos, yo me limitaba a secarlos y guardarlos en los armarios. Cuando casi habíamos terminado, me tiró agua, cosa que no podía dejar pasar, así que la agarré y trate de deslizar mis manos mojadas debajo de su blusa.



—¡Hey! … ¡Basta! …



Se reía como una loca, pero no hacía nada para impedírmelo. Rápidamente mis manos aterrizaron en su sujetador, comencé a tocar sus esplendidas tetas, ella reía más fuerte y solo exclamó:



—¡Basta! … ¡Alguien puede vernos! …



Para mí estaba claro que eso era cualquier cosa menos un “No”. Entonces me sentí más seguro como para hacer otras cosas, pero conociéndola, lo mejor era no forzar nada e irme lo más cautelosamente posible sin arriesgar lo que ya había avanzado. Así que después de sentir sus tetas en mis manos, las saqué y pellizqué sus nalgas antes de salir de la cocina riéndome burlonamente.



Quería ver a Claudia, ella me atraía y estaba siempre dispuesta a hacer cosas conmigo, sentía grandes deseos de verla y si era posible hacer algo cachondo con ella antes de pasar la noche lidiando con Sonya y sus cambios de temperamento.



La encontré sentada junto a Esteban en la terraza, al parecer habían concluido el Jacuzzi, estaban envueltos en sus toallas refrescándose al aire temperado de la noche. Claudia se levantó y se sentó en el sillón con las piernas abiertas. Cualquiera que se sentara frente a ella podría ver perfectamente su coño calvo. Me imaginé arrodillado en medio de sus muslos comiendo su hendedura caliente y jugosa con mí lengua. La idea me hizo sacar mi lengua y saborear mis labios con deleite, no sabía si acercarme o no, Esteban aún estaba allí. A él seguramente no le importaría verme en medio de las piernas de Claudia, creo que hasta lo disfrutaría al ver gozar a su pareja. Pero de otro lado estaba Sonya, si ella nos viera seguramente no lo aceptaría fácilmente, así que suspiré y me contenté de dejarlo solo para mí imaginación.



Pensando a Sonya, una idea se formó en mi mente. Me recordé de la noche en que ella se complacía en solitario. Quizás si yo tuviera la experiencia suficiente, podría satisfacerla con mí lengua y llevarla al clímax. Si lo pudiese hacer bien, a ella le gustaría y me dejaría hacerlo más a manudo y, de ese modo … ¿Quién sabe si podríamos hacer algo más? No estaría de más practicar un poco ¿y donde podría hacerlo mejor, sino con Claudia?



Me quedé en la sala de estar esperando tener alguna oportunidad y mi paciencia fue afortunada:



—Me voy a la cama … pero primero voy al baño …



Con estas palabras, Sonya pasó por mi lado y seguí su culo con mi mirada. Se volteó antes de cerrar la puerta del baño y agregó:



—Espero no vayas a entrar como lo hiciste esta mañana …



No entendí si hablaba en serio o era una velada invitación para que hiciera lo contrario. En eso Esteban pasó en dirección a su dormitorio y me dijo que Claudia quería volver al Jacuzzi y si lo deseaba podía hacerle compañía, porque él se iba a la cama.



Era la oportunidad de la que les hablaba. Claudia se sentó sola en el Jacuzzi, ni Sonya ni Esteban estarían en las cercanías para disturbarnos. Esperé un minuto más, luego corrí al cuarto de Sonya, rápidamente me quité la ropa, agarré una toalla y literalmente irrumpí en el Jacuzzi.



—¿También tú necesitas un Jacuzzi hoy? …



Me saludó Claudia cuando me vio entrar. Pero su mirada no era de sorpresa, sino más bien curiosa y expectante.



—Pues … creo que sería ideal antes de irme a dormir …



Le dije casi en un susurro sentándome frente a ella y mirando abiertamente entre sus piernas. Me sonrió provocativamente, se echó hacia atrás y abrió más sus piernas



—Entonces quiere decir que podríamos disfrutar juntos este baño …



Dijo acomodando su brazos y echando sus pechos hacia adelante, a sabiendas que mis ojos estaban pegados a su entre pierna y tetas. La mire indeciso por un rato, me fascinaba observar como las burbujas salpicaban sus tetas y el agua se deslizaba por esas colinas y caía goteando por sus pezones, pensé que era una maravillosa manera de empezar. Porque aunque si ya habíamos tenido mucha intimidad esta mañana, todavía sentía cierta inhibición ante ella. Por supuesto que ella se había dado cuenta de mis lascivas miradas a su cuerpo, pero no hacía ningún movimiento que me permitiera entender de que ella también quería lo mismo que yo.







Cautelosamente acerqué mi mano a su muslo, ella volvió a sonreírme, su piel se sentía maravillosamente cálida y la sensación al tacto me envió unos escalofríos a mi espina. Lentamente llegué a su abdomen y acaricié su vientre. Claudia seguía con los ojos cerrados, puso su mano sobre la mía y comenzó a empujarla más abajo. Cuando mi mano toco el exterior de sus hinchados labios, ella comenzó a cambiar imperceptiblemente su posición. Apretó mi mano con sus sedosos muslos y luego abrió ampliamente sus piernas y empujo con su pelvis hacia adelante.



Esta era una clara invitación para que la tocara. Ella sentada al borde del Jacuzzi y sin inhibición alguna abrió levemente sus ojos, entreabrió sus carnosos labios y me invitó:



—¿Quieres comerme el coño? … por favor …



Me acerqué a su chocho con mi boca que se hacía agua, besé la piel lampiña de su pubis, los alrededores de su piel ligeramente oscurecida, su concha despedía un aroma de ensueño, probé con mi lengua a separar sus labios mayores, sentí la mano de Claudia empujando mi nuca, entonces me sumergí en ella, los exquisitos zumos de su vagina emanaban y yo los recogía con mi lengua sedienta. Claudia gemía y jugaba con mis cabellos, de vez en cuando tomaba mi cabeza en sus manos y restregaba su coño en mi boca lanzando agudos chillidos. Al parecer lo estaba haciendo bien ella lo disfrutaba. Su coño estaba brillante, mojadísima con sus propios jugos, Claudia comenzaba a rotar su pelvis y gemía a alta voz incitándome a que continuara lamiéndola:



—¡Oooohhhh! … ¡Umpf! … ¡Que rico que lo haces! … ¡Más arribita! … ¡Chupa mi Clítoris! …



Sin levantar mi cabeza de entre sus piernas empujé mi lengua en su rajita caliente, su mano se cerró aferrando mis cabellos con fuerza, me di cuenta de que ella comenzaba a temblar, se plegó sobre si misma y se metió dos de sus dedos en su ano y comenzó a jadear más fuerte. Nunca había visto tal cosa, sus dedos se movían rápidamente en su culito, entonces cerré mi boca en la parte superior de su concha y abofetee con mi lengua ese endurecido botoncito que asemejaba a un diminuto pene, Claudia aferró con firmeza mis cabellos y pareció volverse loca:



—¡Urgh! … ¡Ssssiiii! … ¡Asiii! … ¡Siiigue! … ¡Ssiii! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ssiii! …



Todo en ella se estremeció y presionó su coño contra mi cara frotándolo con violencia en mi boca, su orgasmo duró casi un minuto, seguí bebiendo ese líquido de sabor familiar de su vagina que se había enrojecido:



—¡Mmmmmm! … ¡Que rico lo has hecho! … ¡Te has convertido en un experto! …



—Es solo porque tú eres muy linda y sabrosa … tu chocho en una delicia …



Claudia tenía tres de sus dedos profundamente en su culo, no le dije nada y ella tampoco me dijo porque lo hacía, pero descubrí que a ella le gustaba algo en su trasero, ¿Será capaz de prender una pija por ese estrecho orificio? Yo lo había visto en un video porno, pero ver que mi hermana disfrutaba con eso me abrió desconocidos apetitos.



Mi hermana se levantó y dijo que necesitaba una ducha, se levantó casi tambaleando, sus piernas le temblaban, se afirmó de la veranda y con un sonrisa me dijo:



—Tú me vuelves loca …



Le sonreí con picardía, su expresión facial de lujuria era todo un programa y sus palabras fueron como un acicate, me recordé de Sonya que debía estar sola en su cuarto. Me cubrí con la toalla y Sali a saltitos hacia la habitación de Sonya.



Sonya estaba en la cama, recién duchada, con el cabello mojado y vistiendo su ancho camisón de Mickey Mouse y parecía haberme estado esperando:



—¿Dónde estabas? …



Me preguntó visiblemente impaciente, como si hubiese llegado tarde a una cita. Estaba en el Jacuzzi, sentía ganas de bañarme y relajarme un poco, luego tire de mi toalla y salto en adelante mi verga dura como el acero que se cimbraba blandiendo el aire. Ella estaba a punto de decir algo, pero viendo mi tremenda erección se quedó con los ojos desorbitados y la boca bien abierta mirando mi pene, bajé la vista a mi instrumento y deveras la erección era escandalosa. Me ruboricé y también ella, me acerqué a la cama un poco moviendo mis caderas para hacer que mi miembro se moviera exageradamente de lado a lado, Sonya me miraba en silencio y sus pechos comenzaron a moverse agitadamente por unos segundos, luego balbuceante exclamó:



—¡Oh, Mi Dios! … pero … ¿Te vio así Claudia? …



Su voz era rauca y entrecortada porque tragaba saliva atónita.



—¡No! … tenía la toalla encima …



Le aseguré en modo vehemente.



—Yo había visto otros … pero solo en tamaño pequeño … ¿Cómo puede crecerte tanto? …



—No lo sé … quizás porque pensaba en ti …



Estaba comenzando a disfrutar su mirada de estupefacción. No sé si me estaba escuchando o no, porque su expresión no cambiaba y lo único que hacía era mirar mi verga.



—¿Tu conociste a mi ex, Mario? …



—¿Tú ex-tupido querrás decir? …



—Bueno … sí … ese … ¡Era la mitad de ese tuyo! …



Aprovechando el ambiente de confianza, jugué con su camisón y le dije:



—¿No quieres quitártelo … así continuo a estar durito para que me mires? …


Continua
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heranlu

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Vacaciones en Iquique - Capítulo 08
Sonya me miró por un segundo a los ojos y luego de prisa se quitó su camisón y apoyó su cabeza en una almohada y media recostada y totalmente desnuda, se dedico a seguir contemplando mi verga. Aproveché el momento y acaricié su vientre con las yemas de mis dedos y haciendo imaginarios circulitos fui bajando hasta su muslo. Las curvas de mi hermana eran de verdad exquisitas, muy femeninas, muy curvilínea y se le puso de inmediato la piel de gallina. Desafortunadamente la noche era fría, así que volvió a cubrirse con el edredón, dejando a la vista solo sus senos. Me recosté a su lado, el cobertor estaba levantado por mi pene, ella no quiso acercarse a mí. Me sentí un poco decepcionado, porque no lograba verla en todo su esplendor, pero era evidente que sus tetas estaban con sus pezones totalmente endurecidos y erectos. Con una mirada dubitativa me sermoneó:



—No deberíamos hacer algo así … después de todo somos hermano y hermana …



Me parecían palabras elegidas, como si las hubiera pensado de antemano luchando contra sus propias percepciones y sensaciones, contra la enseñanza que nos habían inculcado.



—¡Oh! …



No dije nada más, tenía malos presentimientos y temía de haber esperado demasiado de este encuentro con Sonya. Definitivamente Sonya no era Claudia. Con Claudia todo era más simple y divertido, ella participaba voluntariosa, ahora estaba sin palabras y no sabía como reaccionar.



—Y no es normal que los hermanos se toqueteen, ¿sabes? …



Sonya me hablaba con poca convicción y su mirada seguía fija en lo que estaba levantando el edredón. Además, hasta ahora no nos habíamos tocado de verdad, solo en juegos. No sabía mucho de mujeres, pero lo que había aprendido con Claudia me ayudó a decidir. La mirada de Sonya era igual a la de Claudia, miraba mi pene con avidez y esto la traicionaba y no encajaba con lo que sus palabras querían transmitir. Percibí que ella se estaba muriendo por tocarme, el deseo en su mirada era evidente, solo el hecho de que éramos hermanos la retenía de ir a por él. Trataba de convencerse a si misma de que algo así no era posible, pero sus convicciones flaqueaban, entonces descubrí mi pene tieso como palo, tiré a un lado el cobertor y mi masculinidad en toda su gloria se agitó en el aire y ella colapsó, se arrodilló y se pasaba la lengua por los labios, sus ojos estaban vidriosos, pero sus manos restaban inmóviles al lado de su cuerpo, entonces le dije:



—Bueno … hasta ahora nos hemos solo abrazado y encuentro esa sensación super hermosa … me encanta tu cuerpo tibio … creo que tú también sientes lo mismo … me di cuenta esa noche que te tocabas …



Inmediatamente me detuve, pensé, “Que estúpido de mi parte”, ella se agitó:



—¿Cómo! … ¿Qué … qué quieres decir con eso? …



Tartamudeó un poco, y su enrojecido rostro brillaba, entendí que había comprendido mis palabras, sabía de lo que le estaba hablando. ¡Conchas! Pensé, no debí haber dicho eso. Pero era demasiado tarde para echar marcha atrás, así que decidí decirlo todo. Me desperté esa noche cuando te acariciabas … umh, quiero decir, que te escuché y me sentí demasiado emocionado y excitado, no quise perturbarte y fingí dormir.



—Estúpido … eso es algo muy íntimo y personal …



Su voz se convirtió un poco chillona y me estaba reprendiendo por mi conducta, entonces no me quedaba más que contra atacar:



—¿Y por qué lo hiciste estando yo solo a unos centímetros de ti?…



Noté que su expresión facial cambiaba, su ceño se estaba frunciendo y sus ojos brillaban como tigresa acorralada, pensé que debía decir algo para calmarla:



—Quiero decir … estamos aquí por vacaciones … debemos relajarnos … debemos divertirnos … estamos en un lugar solitario … aquí nadie nos ve … Me gusta sentirte cerquita a mí … me gusta sentir tú piel … y a ti también te gusta … nos gusta a nosotros dos … ¿Cuál es el problema? … para mí está bien así …



Mi lógica era simple y desarmante, ella se quedó pensativa, su expresión facial cambió y su rostro volvió a ser más relajado. Para darle más intensidad a mis palabras, comencé a acariciar suavemente sus cabellos y mejillas, luego acaricie su cuello y espalda en el modo en que a ella le gusta.



—¡Sí! … eres bueno acariciando … también me gusta cuando lo haces …



Dijo Sonya en un suave tono de voz y cuando mi mano se movió de su espalda a sus nalgas, no dijo nada. Mientras arañaba sus nalgas, sentí que mi sangre volvía a hervir, y entre mis piernas se produjo un hormigueo que hizo saltar a mi pene en modo abrupto. Descaradamente le dije:



—Entonces … si alguna vez sientes ganas de hacerlo sola en medio de la noche … ahora puedes contar conmigo y mi ayuda … será más agradable para ti … y también para mí …



Le dije a baja voz, tratando de contener mi erección.



—¿Para qué se te ponga duro? … ¡Por supuesto que no lo haré si tú estás a mirarme todo el tiempo! …



—Bueno … si te tranquiliza podrías hacerlo mientras yo estoy con los ojos cerrados …



Le dije en tono de broma mientras mi mano continuaba a rascar sus nalgas debajo de las sábanas.



—¿Y seguramente frotarías tu cosa mientras yo te mire? …. ¿No es así! …



—Por supuesto … podría hacerlo así … mejor aún si nos tocáramos … eso sería definitivamente mucho más caliente …



Le respondí tan pronto como ella dejó de hablar, le sonreí con picardía. Pensé que su reacción sería agarrar de una vez por todas mi verga. Ella me escuchaba, pero vacilaba y desafortunadamente no hizo ningún movimiento, se quedó inmóvil y pensativa. Por mí parte no me pude contener más y moví mis dedos entre sus nalgas y toqué la entrada de su conchita.



Sonya dio un salto como si fuese estado mordida por una mamba negra.



—¡Hey! … tonto … aleja esos dedos … está zona es tabú …



Inmediatamente escuche su tono de enfado estaba hablando en serio, así que mansamente aparté mi mano y en su lugar, rasqué su espalda para mantenerla animada e interesada.



—Puedes tocarme de la cintura para arriba … ahí abajo lo hare yo misma … mantén tus manos lejos de allí … y no toques el cobertor … se queda donde está …



—Pero podríamos hacerlo mejor … yo …



Intentaba persuadirla, pero ella me paró en seco.



—O se hace como yo digo o no hacemos nada …



Sonya no dejaba espacio para discutir, no quería que se enojara y me echara de su cama, así que me resigné diciendo:



—Esta bien … ¿puedo tocas tus senos? …



Ni siquiera me respondió, pero cambió de posición metiendo sus pechos hacia mí, entendí esto como un “Sí”, agarré su seno izquierdo y comencé a masajearlo suavemente, ella dio un profundo suspiro, cerró sus ojos y abrió levemente su boca.



Incluso si los senos de Sonya no eran tan deliciosos con los de Claudia, sus formas eran hermosas, firmes y maravillosamente suaves. Estaba tan embelesado con sus tetas que no me di cuenta de como su mano izquierda se movía y tentativamente buscaba mi abdomen. Primero choco con mi muslo, pero luego siguió toqueteando hasta que encontró lo que andaba buscando, mí verga. Cuando sus dedos envolvieron parte de mi pija, ella dejo escapar un chillido suave, sus ojos permanecían cerrados. Tragué saliva varias veces incrédulo, Sonya tenía mi verga en su mano y la movía suavemente. De repente Sonya se encabrito y gimió más fuerte, su mano derecha también se movía y aunque las sabanas bloqueaban mi vista, se percibía claramente que su mano se estaba moviendo furiosamente entre sus piernas. Por supuesto que yo quería rendirme útil, así que me incline sobre su seno y comencé a besar su duro pezón, mientras que con la otra masajeaba con entusiasmo su otro seno.



Su reacción fue inmediata, ella sacudió mi polla bastante impetuosamente y más y más rápido, rápidamente ataqué sus pezones mientras amasaba sus senos con ambas manos sin cesar. La mano de Sonya no era tan hábil como la de Claudia, parecía bastante descontrolada y salvaje, pero el solo hecho de que fuera su mano la que jugaba con mi pene, le daba un toque especial que me hacía sentir muy feliz y hacía que mi piel se erizara con bastante rapidez.



Sus movimientos también se habían hecho más intensos y las sabanas se estaban corriendo, se bajaban dejando cada vez más parte de su cuerpo al descubierto, ella continuaba a gemir suavemente. Una mano sacudía mi verga y la otra trabajaba entre sus piernas debajo de las sábanas, respiraba con jadeos, tenía sus mejillas sonrojadas y la boca entreabierta. En otra ocasión esas imágenes hubieron sido suficiente para hacerme correrme, pero quería retrasar mi clímax un poco más, así que enterré mi cabeza en su vientre y la cubrí con muchos besos, lo que me dio un breve respiro.



—¡Umpf! … me voy a correr … quisiera hacerlo sobre tu piel …



Le dije jadeando mientras intentaba levantar las sábanas.



—¿Me quieres usar como botadero de tu esperma? …



Dijo casi tartamudeando en un tono divertido y lascivo, luego trató de cubrirse un poco más con las sábanas. Ahora sus ojos estaban bien abiertos y miraba embelesada mi polla en su mano, para no perderse este espectáculo. Claro que ya no sujetaba mi pene con fuerza, sino que lo tiraba lenta y cuidadosamente con tres dedos, como si temiera ensuciarse con mi semen. Esto retardo mi corrida, pero mis cojones ya hervían y podía sentir como la marea caliente comenzaba a emanar lentamente.



—¿Preferirías que me corriera en las sábanas? …



Le susurré con los dientes apretados y a punto de explotar.



—¿Qué ira a pensar Claudia si mañana trata de cambiar la ropa de cama? …



Le dije mientras que con un tirón firme tiré las sabanas para los pies, finalmente la tenía toda desnuda para mi contemplación. Vi su mano ligeramente curvada que se movía de un lado a otro entre sus piernas y como sus dedos se frotaban a lo largo de su clítoris, de tanto en tanto se sumergían en la profundidad de su concha. No sé si la referencia a ensuciar las sabanas o si ya estaba cerca de su orgasmo y no quería distraerse, pero ella no intentó cubrirse, sino que continuó a masturbarse a si misma y a mi verga sin interrupción. Me moví muy cerca de ella y tome mi verga de su mano y la presioné contra su cuerpo. Con un grito apagado me comencé a correr sobre ella, primero su vientre, su brazo y vello púbico, luego apunté a sus tetas y froté mi glande en sus pezones, disparando algunos chorros en su cuello y cara. Ella no hizo ningún intento de substraerse, grito y chillo plegándose varias veces hacia adelante, su cuerpo se tensaba y se estremecía en un orgasmo bestial.



—¡Oooohhhh! … ¡Argh! … ¡Mmmmmm! …



Sonya gimió en voz alta, pero luego se abstuvo de proferir ruidos, solo metió sus dedos en mis cabellos y me chasconeó un poco, mientras trataba de recuperar su respiración. Jadeante al lado de ella, noté que mis dos hermanas reaccionaban de forma similar y se movían casi de manera idéntica durante el orgasmo. Claro que Claudia era desenfrenada y desinhibida, mientras Sonya era más tranquila y recatada.



Me quedé mirándola por largo rato, luego la cubrí porque la noche estaba haciéndose algo fría, así que me acerqué más a ella para darle mi calor. La respiración de ella se normalizó y los colores pálidos volvieron a su rostro. Sonya se había quedado en silencio, parecía tratar de procesar lo que había sucedido. Tratando de romper el silencio le dije:



—Estuvo genial e indescriptible … ¿no crees? …



Mi hermana no dijo nada, se destapó, tomo algunos pañuelos de su bolso y comenzó a limpiarse las manchas de semen de su rostro.



—¡Eres un gran cerdo! … ¡Típico de hombre! …



Me criticó mientras terminaba de limpiarse y tiraba los pañuelos a la papelera. Estaba a punto de decir algo en mi defensa cuando note la ironía y también que había una mueca de sonrisa en su rostro. Respiré aliviado, así que no estaba enojada, entonces le dije:



—¡Ah!, Sí … ¿Y que puedo hacer si me vuelves loco? …



Sonreí lo más inocentemente que pude, mi hermana volvió a recostarse de frente a mí, apoyo la cabeza en la mano y me observó fijamente.



—¡Ay! De ti si le dices de esto a alguien …



Le dije con cara seria.



—Bueno … y tú tienes que prometerme algo …



Dijo ella casi solemnemente.



—¿Qué es lo que quieres? …



Le pregunté con un tono similar, dejándole ver que para mí ella era importante.



—Cuando volvamos a casa con papá y mamá, no volveremos a hacer nada parecido y tampoco volveremos a hablar de ello … ¡Por favor prométeme eso! …



—¡Te lo prometo! … ¡Puedes estar segura de que así será! …



Le dije de inmediato con voz firme y acaricie su cabello con ternura para confirmar que estaba hablando en serio. Ella se acerco y me beso la frente y luego se acurruco cerca de mi otra vez. Minutos más tarde se durmió. Poco a poco mis parpados se volvieron pesados, estaba pensando a la velada junto a Sonya, claro que no termino como yo quería, pero no puedo negar que hubo un progreso. Nos quedan muchos días más aquí, tengo que ser optimista y de que lograre tener más cosas con ella. Mañana por la mañana, Claudia me esperara para bañarnos y quizás algo más. Me quedé dormido satisfecho y en paz conmigo mismo y con el mundo.



Esta vez no me desperté solo, suavemente una mano se deslizaba por mi abdomen, luego bajo a mi ombligo y luego en los bordes de la base de mi pene qué, como de costumbre estaba con la erección matutina, entonces escuché a Sonya:



—¡Uy! … ¡Cómo es grande otra vez! … ¡No puede ser cierto! … ¡Esto es una fábula! …



Murmuraba mi hermana envolviendo la base de mi enorme pija con su mano. La aferró con fuerza como para probar su solidez y su tamaño. Cuando se dio cuenta de que me había despertado, se sintió un poco avergonzada, como si la hubiese sorprendido haciendo algo ilegal, pero mantuvo su mano alrededor de mi verga.



Con satisfacción noté que al parecer mis dos hermanas le habían tomado gusto a mi pija, por supuesto la dejé que me magreara y me estiré histriónicamente con un bostezo exagerado, solo para mover mi pelvis y hacer que mi pene se moviera arriba y abajo en su mano. Cualquier signo de fiaca escapó de mi cuerpo me sentía vivo y activo, pronto a disfrutar de las manos de mi hermana. Como por casualidad, una de mis manos se acerco a su tibio cuerpo y rápidamente desapareció bajo las sabanas que cubrían su beldad, la apoyé en su muslo.



Sonya jugaba con mi verga con una mirada soñadora, solo que ahora se había envalentonada y me masturbaba con energías, al parecer moría de ganas por ver mi semen explotando en el aire, a mí me parecía bien, pero mirando el reloj de la mesita que indicaba casi las siete de la mañana, este es el horario en que Claudia se va a bañar al mar. Entonces en mi mente cachonda se formó el programa de disfrutar de una rápida paja con Sonya y luego correr a la playa para follar a mi hermana mayor. Sin embargo las cosas no se producían según mis pensamientos. Sonya no hacía ningún intento de masturbarse ella misma, así que intentando apurar los hechos, llevé mi mano más cerca de ella casi tocando sus glúteos, y sin preguntar, la deslicé entre sus piernas casi rozando su panocha, ella dio un grito de sorpresa, interrumpió sus movimientos de masturbación a mi pene y dijo en un tono chillón:



—¡Hey! … ¡Quita la mano de ahí! … ¡No te he dado permiso para hacer eso! …



Faltaba la convicción de otras veces en su voz y decidí correr el riesgo.



—¡Somos iguales! … ¡Tenemos los mismos derechos! … ¡Si tú me tocas a mí, yo te toco a ti! …



Con estas palabras, decidida y audazmente empuje mi mano más arriba y mis dedos separaron los labios de su vagina. Toque sus húmedos labios con las yemas de mis dedos observando atentamente su reacción. Ella trató de moverse un poco descontroladamente, lo que facilitó el ingreso de mis dedos en su húmeda conchita, Sonya gimió y entreabrió su boca. Luego continuó a masturbarme y a frotar mi verga con sus dos manos, noté que abría sus muslos para permitir que mis dedos se deslizaran más profundos en ella. Me sonreí disimuladamente y como ella había hecho más espacio para mi mano, comencé a follar su chocho con mis dedos. La posición mía era muy incómoda, pero no podía lamentarme mucho dado que esta era la primera vez que ella me dejaba tocar su sexo. Fue entonces que me recordé de mi “plan” anterior, fue así como le dije casual y candorosamente:



—¿Te gustaría si te lo hago ahí con mi lengua? …



Sonya se detuvo titubeante, luego soltó mi verga por completo y me miró sorprendida y con su rostro que era todo un enigma, como si le hubiese sugerido de empender un viaje intergaláctico.



—¿Cómo? … ¿Qué quieres decir “con tu lengua”? …



—Bueno … te lameré ahí abajo con mi lengua … ¿No te gustaría sentir algo así? …



Pensé que había arruinado todo, no debería haberle sugerido nada, ella tenía su rostro lleno de dudas, parecía que su mente trabajaba horas de extraordinario. Pero finalmente respondió:



—¿Y puedes hacer algo así? … ¿No sientes asco? …



—Por supuesto que puedo hacerlo … además, estoy seguro de que tú chochito será una delicia para mí …



Lo dije con seguridad y considerando sus palabras como un “si”, me metí rápidamente bajo las sábanas hacia su ingle. La sentí sonreír un poco nerviosa cuando me sintió entre sus piernas, luego tiré la ropa de cama hacia abajo y me agaché, tenía su chocho peludito frente a mí, rápidamente separé sus muslos. Sonya me miraba embelesada como me acomodaba entre sus extremidades, se llevo su puño derecho a su boca y mordió sus nudillos, un silencio expectante llenó la habitación. Cuando mi lengua se hundió entre sus labios vaginales, se estremeció en modo visible e instintivamente abrió más sus piernas.

Continua
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heranlu

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Vacaciones en Iquique - Capítulo 09
Primero tuve que habituarme a sus vellos púbicos cortitos que me hacían cosquillas en los labios y mi cara. Pero la sensación no era desagradable, claro que el coño de Claudia era diferente, pero lo sentí similar en la cantidad copiosa de jugos que generaban ambas, porque Sonya se estaba empapando a cada segundo más y más. Con avidez traté de saciar mi sed bebiendo sus exquisitos zumos, Sonya había echado su cabeza para atrás y jugaba con sus tetas muy excitada por las lamidas de mi lengua. Su sabor era diferente al de Claudia, pero sin duda igual de deliciosa. Con cierto orgullo interior, asumí de haber saboreado las conchitas de mi dos hermanas, que otro hermano podría jactarse de algo así.



Un gemido audible de Sonya me sacó de mis pensamientos, generalmente ella es muy silenciosa y poco expresiva, levanté un poco la cabeza para mirarla y vi su cara sonrojada, sus piernas totalmente abiertas y sus ojos se abrían y cerraban como en un ensueño, y para mi sorpresa sus gemidos se hacían cada vez más fuertes. ¡Que bien!, pensé. Debo aplicar lo que he aprendido con Claudia. Enterré mi cabeza profundamente entre sus muslos y penetré su vagina húmeda los más profundo con mi lengua, Sonya se irguió brevemente, se volvió a relajar y se aferró a las sábanas con sus uñas. Después de follar su chocho con mi lengua profundamente, la retiré y me pegué como una lapa a su clítoris, haciéndola gemir con mucho más intensidad.



—¡Oh, mi Dios! … ¡Pero que me haces! …



La escuche gemir y susurrar con voz temblorosa. Me detuve un instante con la intención de responderle algo, pero ella aferró mi cabeza y la empujó a su ingle:



—¡Oh! … nooo … no te detengas …



Lo que me indicó que estaba por buen camino y que debía estimularla aún más, entonces me recordé lo que había hecho Claudia. Puse mi mano entre sus nalgas y poco a poco empujé dos de mis dedos dentro de su estrecho culo. Sonya simplemente se enderezó con sus ojos muy abiertos. Pensé de haberle causado daño y quería sacar mis dedos, pero ella se dejó caer hacia atrás y agarró una almohada para cubrir su rostro desencajado por la lujuria, ella levantó su pelvis varias veces, lo que me permitió aumentar la penetración de mis dedos y las lamidas a su clítoris.



—¡Aaarrrggghhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! …



Gritaba y se estremecía con placer, ahora se estaba pareciendo un poco más a Claudia que se abandonaba completamente al placer y la lujuria, pero estaba un par de escalones más abajo. Me aferré a su abdomen, porque ella se estaba girando descontroladamente, aún así, logre mantener mi lengua dentro de su chocho y prolongar aún más su orgasmo, hasta que finalmente grito con fuerzas con la almohada ahogando la estridencia de sus gritos, luego comenzó a calmarse.



Después de unos minutos, Sonya se enderezó en la cama y sin mirarme agarró el edredón y se cubrió hasta el cuello, casi parecía un niña avergonzada de haber hecho algo indebido. Decidí hacer algo para que ella no se sintiera de ese modo, así que aparté el cobertor y me senté en su vientre.



—¡Hey! … ¿Te has vuelto loco? … ¿Qué estás haciendo en mi estómago? … ¡Baja de ahí! …



Su tono era serio, parecía un poco molesta



—¿Yo? … ¡Nada! … solo quería desahogarme sobre ti, como anoche …



Con esas palabras tomé su mano y la puse en mi verga caliente y dura. En un principio ella vaciló, pero luego comenzó a masturbarme pacientemente:



—¡Mmmmmm! … ¡Ssssiiii! … ¡Que ricooo! …



Gemí y empuje mi pelvis hacia ella, Sonya incrementó sus movimientos cuando vio mi reacción, sin duda que quería verme chorrear de nuevo, eso claramente la excitaba, pero pronto se dio cuenta de la proximidad de mi verga con su cabeza y se detuvo.



—¡Hazte más abajo! … De otro modo me ensuciaras toda mi cara y eso no me gusta …



Me dijo en son de reprimenda y enojo.



—No temas … tendré cuidado … además que me calienta mucho correrme ahí … quiero decir tus tet… tus pechos …



Le dije para tranquilizarla, pero en mi mente quería ver su rostro todo cubierto con mi esperma, esa sí que sería una visión cachonda y la idea me puso más caliente. Mi hermana se dio cuenta de que no iba a renunciar voluntariamente a mi cómoda posición sobre ella y comenzó a masturbarme con nuevos bríos, probablemente para terminar luego.



—¿Y donde has aprendido todo esto? …



Me pregunto sin dejar de masturbarme y mirando fijamente mi verga para no perderse la explosión de esperma y controlar su salida y no verse bañada completamente.



—¿Qué cosa? … ¿A que te refieres? …



Pregunté con los dientes apretados, porque su mano me causaba mucha excitación y sentía los hormigueos de mi bajo vientre.



—Bueno … a besar a una mujer ahí … con tu lengua …



Dijo mi hermana mientras cambiaba mi pene a su otra mano. Claramente no podía decirle que Claudia había sido mi maestra, así que respondí lo más vagamente posible



—¡Ah! … eso … bueno por aquí y por allí …



Afortunadamente ella no siguió interrogándome y se concentró en mi verga que pulsaba y amenazaba con estallar de un momento a otro. Ella también lo advirtió y me dijo en modo conminatorio:



—¡Mira bien donde vas a chorrear! … ¡Y te lo digo en serio! …



A pesar de estar muy excitado, sabía que debía tener cuidado para no hacerla enojar y estropear todo lo avanzado con ella. Entonces justo antes de correrme, tomé mi polla en mi propia mano y la presioné contra sus suaves tetas. Sonya abrió sus ojos con curiosidad y me dejó hacer, cuando toqué su pezón con mi glande exploté, borbotones a chorros salieron de mi verga, jadeé ruidosamente y gruñí restregando mi verga contra sus pechos, mi semen se derramó sobre sus senos y escurrió por los lados y por su estómago. Pero fue tan intensa la sensación que no pude controlarme del todo y unos chorros rebotaron y otros aterrizaron en su cuello y cabello.



Mi orgasmo fue tan violento que luche por mantenerme sobre su estómago. Antes, cuando me masturbaba en solitario, nunca me corrí en modo tan intenso. La sensación que me daba la piel de mi hermana amplificaba ese placer de muchas veces. Sonya miraba mi polla con ojos grandes y brillantes, cuando finalmente mi eyaculación terminó, me derrumbé a su lado, ella observaba el semen escurriendo en su piel con una mezcla de aversión y fascinación, intento limpiarse con el último pañuelo desechable que le quedaba, el que claramente no dio abasto, entonces notó el semen en su cuello y me miró:



—¡Te dije que tuvieras cuidado! … ¿Cómo se supone que voy a ir al baño así? …



Dijo y saltó de la cama con la intención de ir a limpiarse, pero se detuvo a mirarme. Al principio no entendí lo que quería de mí, hasta cuando lo expresó claramente.



—Si fueras tan amable de ir adelante a ver si puedo ir al baño … no sabría como explicarlo si me encuentro con Claudia o Esteban …



Me causo risa su preocupación, pero no hice ninguna demostración de ello. Por supuesto cumplí con su pedido, abrí la puerta del dormitorio y me asomé con cuidado. No había señas de nadie, así que entré al baño para asegurarme de que estaba desocupado y luego salí y le hice señas a Sonya para que avanzara y la esperé con la puerta abierta, cuando paso junto a mí, la rodeé con mis brazos y le susurre al oído:



—Eres el vertedero de esperma más dulce que existe …



Sonya me miró, frunció el ceño y luego sonrió separándose de mí, pero pude ver en sus ojos que no estaba enojada conmigo, incluso parecía que comenzaba a gustarle. Después que ella cerró la puerta del baño, mire el reloj y eran las ocho pasadas, Claudia ya había regresado de su baño matutino, porque escuché su voz hablando con Esteban. Bueno … no se puede tener todo en este mundo, pensé.



Una hora más tarde, estábamos todos sentados afuera en la mesa desayunar, el desayuno fue pantagruélico. Sonya estaba con sus cabellos sueltos y se le veía con el rostro luminoso y adorable a la luz del sol mañanero. Claudia por el contrario se veía un poco molesta, me dijo:



—Te extrañé esta mañana … no viniste a nadar conmigo …



Lo dijo en un tono un tanto ambiguo, intentaba ser divertida, pero miraba a Sonya y a mi alternadamente. Sonya se sintió aludida por sus miradas y se sonrojó, bajó su cabeza y fingió ser muy interesada en su tostada con mermelada, yo pronuncié una vaga respuesta:



—Sí … dormí demasiado hoy …



Claudia se acercó al lado de Sonya y dijo:



—Debe haber sido un sueño bastante inquieto … Cuando salí para nadar … escuche bastantes ruidos en esa habitación …



Lo dijo casi apoyándose a la mesa muy cerca de Sonya y me pareció notar un dejo de celos en la voz de Claudia. Sonya casi se atragantó con su tostada al escuchar esas palabras y su rostro estaba rojo como un tomate. Pensé que podía estallar una discusión entre las dos hermanas y trate de bajarle el perfil a las veladas insinuaciones de Claudia.



—Pues deben haber sido los ronquidos de Sonya … ella ronca tan fuerte …



Dije en tono divertido, pero Sonya se paró de la mesa y me apuntó con un dedo.



—¡Yo no ronco en absoluto! … ¡Y si te molesta dormir en mi cuarto, puedes irte y regresar al zaguán! …



¡Dios!, en que lío me había cachado, estaba atrapado entre mis dos hermanas y lo peor que no se me ocurría nada para salir de esta situación. Afortunadamente, Esteban intervino cambiando de tema:



—Andrés … debo hacer unos pequeños trabajos de reparación del techo … ¿Me podrías dar un mano después del desayuno? …



—¡Oh! … ¡Emh! … Sí … por supuesto que sí …



Le dije rápidamente, Claudia no agregó más comentarios inquisitivos y Sonya parecía decidida a probar que tal sabía la mantequilla mezclada con la mermelada. Claudia me dio una última mirada muy significativa, lo que hizo que mi masculinidad se comenzara a manifestar, cosa que me sorprendió a mi mismo, no sabía a ciencia cierta el motivo de esta incipiente erección, supuse que eran mis dos hermanas o quizás el relajo de estas vacaciones, concluí que debía ser algo de las dos cosas.



Me fui a trabajar con Esteban y me sentí feliz de que el trabajo se prolongara hasta el mediodía, así conseguí alejarme de la constante tentación de mis hermanas. Al parecer Esteban se dio cuenta de que me había tranquilizado y relajado por el trabajo y me sugirió que saliéramos a dar un giro en bicicleta, estuve de acuerdo y acepté. Mis hermanas parecían andar de amor y de acuerdo y las vimos caminar juntas hacia la playa cuando partimos.



Llevábamos más de media hora pedaleando por las arenas cuando Esteban recibió un mensaje de texto, pensé que era de Claudia, pero no, era de una tal Sandra. La hija de los vecinos más próximos le decía que tenía problemas con su jeep y si podía ir a darle una ayuda. Esteban le dijo que sí, y que estábamos a unos veinte minutos de su casa.



Esteban me contó que esta chica convivía con una lésbica, que más de una vez ella se le había insinuado, pero como normalmente su “novia” no la dejaba libre ni a sol ni a sombra, nunca habían concluido nada. Llegamos a la casa de Sandra y ella me miró extrañada, al parecer no se esperaba ver a Esteban acompañado:



—Pensé que vendrías solo …



Le dijo, pero luego se quedó callada pues a todos nos sonó como grosera. Esteban le explicó someramente quien era yo y eso pareció tranquilizarla. Sandra explicó a Esteban el problema con el vehículo, además, le dio a conocer de encontrarse sola, ya que sus padres habían salido por dos semanas y su pareja se había quedado en Santiago donde ella tenía que volver esta misma tarde con el vehículo.



Esteban con bastante seguridad probó a echar andar el vehículo, pero este tenía como un chasquido y no partía:



—Creo que es la batería …



Dijo Esteban y se explayó con cosas técnicas que ni yo ni Sandra entendimos nada, pero concluyó que quizás empujándolo podría partir, Sandra dijo que ella conduciría mientras nosotros empujaríamos el vehículo. Así lo hicimos, después de varios tentativos el motor del Jeep partió, Esteban comprobó de que el estanque estaba tres cuartos y le aconsejó de dejarlo encendido para que la batería volviera a cargarse.



Esteban dijo que teníamos que irnos, pero Sandra nos invitó dentro de la casa para beber unas cervezas en agradecimiento por la ayuda, apenas entramos a casa, Sandra perdió cualquier inhibición y se colgó de los brazos de Esteban. Hubo un silencio incomodo entre los tres, al parecer yo estaba sobrando, pero Sandra resolvió rápidamente, se acercó a mí, metió su mano sobre mi pene y dijo:



—Tú también podrías quedarte …



Mientras Esteban sonreía, Sandra nos miraba alternadamente, yo estaba un poco tímido y avergonzado, miré de cerca a la muchacha. Ella vestía una blusa blanca con un nudo donde lucía su esplendido ombligo, además de unos ajustados leggins que delineaban claramente su curvas y revelaba que ella no vestía ropa interior y la hendedura de su chocho se veía esplendida, debajo de la blusa se traslucía un diminuto bikini, de alguna manera me atreví a tocarla y ella me sonrió. Antes de que pudiera cambiar de opinión, agarré unos de sus pechos. Ella abrió sus labios como de sorpresa y en su rostro se dibujo una descarada expresión de lujuria y dijo:



—Este va a ser mi primer trio … quizás podríamos …



Se quedo callada y se turno para mirarnos a Esteban y a mí sonrojándose. Esteban agarró su otro seno y le dijo:



—Pensé que te gustaban las mujeres …



—Yo también lo creí así … pero la verdad es que de vez en cuando necesito a un hombre …



Respondió sinceramente y lenta y provocativamente comenzó a desabrochar los botones de su blusa.



—Y por supuesto ustedes no dirán nada a nadie de esto … ¿verdad? …



Por toda respuesta Esteban termino de desabotonar los últimos dos botones y yo tiré de los hombros para quitársela, no podía creer mi suerte mientras le quitaba la parte superior de su bikini y mis manos tocaban la suave piel de sus senos expuestos. No eran del tamaño de los de Claudia, pero si eran un poco más grandes que los de Sonya, aunque no eran tan firmes y caían notablemente hacía abajo. Las areolas eran bastante grandes, me incliné y tome uno de sus duros pezones en mi boca, casi nos chocamos cabeza con cabeza cuando Esteban comenzó a chupar su otro seno.



—¡Mmmmmm! … que rico con dos hombres …



Dijo Sandra y sentí su mano buscar mi entrepierna, luego se deslizó a los pies de Esteban y bajo sus shorts a las rodillas, en cuestión de segundos ella tenía su verga en su boca, por supuesto mis shorts me los bajé yo mismo, no quería perderme el toque de esa lengua en mi polla. Ella tomó mi pija delicadamente y la masajeó hábilmente. Cuando ella sintió mi erección, tomó mi pene en su boca mientras sacudía constantemente la verga de Esteban. Su boca era diestra, suave y cálida, se notaba que no era la primera vez que hacía esto.



Disfruté de su boca, luego lo soltó y se giró hacia Esteban, verificó que la verga de él estaba en su erección plena, entonces ella dijo:

—Creo que sería conveniente pasar al interior de la casa y continuar allí …



Esteban respondió moviendo su cabeza afirmativamente, ella chupó vigorosamente mi pija unas cuantas veces más y luego se levantó, cogió mi pene en su mano y el pene de Esteban en la otra, riéndose divertida, nos tiró dentro de la casa. Nos llevó al diván de la sala de estar, procedió a quitarse en forma coqueta y provocativa sus leggins y la tanga quedando completamente desnuda, luego se sentó en el diván con las piernas abiertas.



—¡Acérquense a mí! …



Dijo mientras pasaba uno de sus dedos en la abertura de su vagina y lo sacaba brillante y mojado, casi me caigo tratando de desplazarme con mis shorts todavía en mis tobillos, pero eso no me importaba. Sandra estaba depilada, excepto por un pequeño triángulo rubio sobre su panocha, desde la cual podía escuchar como una voz que me llamaba. Sin previo aviso me paré entre sus piernas y empuje mi miembro duro como una roca contra esos labios hinchados. Primero lo froté y sentí la humedad de ella, no me sorprendí ya que ella se preparaba a jugar con dos vergas al mismo tiempo y por primera vez.



Finalmente mi verga se hundió lentamente en esa cavidad rosada y resbaladiza de su coño, sentí que ella emitía un largo gemido mordiéndose su labio inferior, sus músculos friccionaban mi polla en modo exquisito, lo que me hizo querer follarla con todas mis fuerzas, perdiendo el control y embistiéndola con enérgicos golpes de riñón.



Esteban se había apoderado de sus senos y los acariciaba con devoción, inclinándose a lamer sus areolas y morder sus pezones, era tan caliente la visión, que después de un par de minutos sentí mi esperma que subía violentamente desde mis bolas, y era tan potente que ni siquiera se me ocurrió sacárselo, le eché varios chorros de semen directo en su matriz, grité y gemí sintiendo las oleadas que escurrían con mucha fuerza a través de mi verga, me derrumbé sobre ella y Sandra me agarró la cara y me dio un intenso y largo beso.



Un poco grogui, me separé de ella, Esteban que estaba al aguaite, rápidamente se arrodillo entre sus piernas y maniobró su verga directamente en su coño chorreante de semen y comenzó a follarla enérgicamente. La técnica de Esteban era diametralmente diferente a la mía, el hacía un movimiento circular haciendo viajar su polla de lado a lado, Sandra había comenzado a gemir bajo las estocadas de él.



Se estaba haciendo evidente y particularmente inconfundible que Sandra se acercaba a su orgasmo, sus movimientos de piernas y manos la delataban, también sus chillidos y gemidos intensos, me miró con ojos de poseída, alargó sus brazos y me tiro hacía su cara, luego sus labios se aplastaron a los míos y su lengua irrumpió en mi boca, su boca estaba entreabierta y exhalaba gritos y gemidos tratando de mantenerse unida a mis labios, se contorsionaba demencialmente y rotaba sus caderas, yo sentía los temblorcillos de su cuerpo y trataba de que ella gozara al máximo, ella estaba bramando mirando su chocho enrojecido.



Esteban, se mantenía impertérrito a embestir con su verga esa concha que emanaba espuma blanca y se contraía alrededor de su pene, me llamó la atención su autocontrol y resistencia. Pausadamente Sandra comenzó a recuperarse de su orgasmo, luego empujo a Esteban fuera de su concha y me empujo a mi sobre el diván, luego me montó y casi implorando, se volvió hacia Esteban que estaba esperando sin inmutarse cuál era el próximo movimiento y le dijo:



—Por favor … métemelo en el culo …



Continua-
 

heranlu

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Vacaciones en Iquique - Capítulo 010
El rostro de Sandra resplandecía y sus pecas brillaban mientras bajaba su coño sobre mi verga, emitió varios gemidos y acomodó mi polla en su conchita, luego bajó su torso y levantó su culito para la verga de Esteban, él se puso detrás de ella y hábilmente metió su verga en su culo, mi verga y la suya estaban separadas por un delgada membrana, mi pene sentía los movimientos de esa otra polla, Sandra mordió mi hombro para acallar sus chillidos. Ella misma comenzó a moverse, yo la comencé a follar desde abajo y Esteban la follaba por su trasero.



Me pregunté cuánto tiempo más podría seguir así, su cuerpo se convulsionaba y estaban boqueando desesperada en busca de aire, me parecía increíble, pero sentí las pulsaciones de la polla de Esteban que descargaba chorros de semen en su recto ella se encogió de hombros y se aferró a mí gimiendo. Luego de que la polla de Esteban salió de su culo, ella se enderezó un poco y me dijo ansias:



—Continua … no te detengas … por favor, sigue …



No necesité que me lo repitiera, tomé sus caderas y le enterré mi verga en lo profundo de su conchita. Esteban se había sentado en el diván y nos observaba follar. Su vientre estaba bañado de jugos y semen que le escurría por sus muslos y después sobre mí. Ella chillaba y chillaba, yo trataba de no hacerlo tan violentamente, pensaba de hacerlo en la forma en que lo hacía Esteban, pero era ella que no se podía contener, estaba demasiado cerca de tener otro poderoso orgasmo, era como una locomotora sin control que se desplazaba a toda maquina por la pendiente de la montaña, ya nada ni nadie le impediría de alcanzar su clímax. No pasaron ni cinco minutos y Sandra comenzó con entrecortados y estridentes grititos, escondió su cabeza en mi cuello y convulsionó en oleadas orgásmicas espasmódicas sin ningún control, entonces hice como Esteban, tome sus caderas y seguí follándola vigorosamente sin descanso.



Esta vez me tomo bastante más tiempo correrme y saqué mi verga justo antes para frotarla en sus glúteos y empapar su espalda a chorros, estaba extasiado eyaculando en sus nalgas cuando sentí que algo más caía sobre ella desde otra dirección, era la verga de Esteban que explotaba en su brazo, cabello y hombro. Todo termino y los tres nos quedamos exhaustos sobre el sillón.



—¡Jesús! … ¡Nunca me habían cogido así antes! …



Sandra fue la primera en hablar.



—Es una pena que me tenga que ir hoy mismo, me hubiera gustado tener un bis … pero no puedo quedarme … mi novia me haría un escándalo gigantesco



—¿Por qué … es muy celosa? … ¿Lo hace ella también con los hombres? …



Quiso saber Esteban.



—¿Ella? … ¡No! … ella es una lesbiana pura y no necesita un hombre … yo soy diferente a ella y de vez en cuando lo hago con hombres … pero ella no necesita saber esto …



Dijo Sandra riendo coquetamente, luego agregó:



—Y por favor … necesito que ustedes guarden el secreto también …



Esteban asintió moviendo su cabeza, luego ella se levantó del sofá, era todo un espectáculo verla caminar con sus piernas chorreando esperma, cuando llego al umbral de la puerta del baño nos saludo con su mano y no dijo:



—Por favor … cierren la puerta al salir …



Esteban y yo nos recompusimos y nos dirigimos hacia nuestras bicicletas. Esteban lanzó un suspiro cuando se sentó en el sillín de su bicicleta:



—¿Crees en serio que le gustaría hacerlo otra vez con nosotros? …



Le pregunté a él, pero no me respondió, solo se encogió de hombros. Pero creo que lo estaba pensando al igual que yo. Lo que me dijo a continuación me dejo perplejo:



—¿Crees que Claudia lo haría? …



—¿Claudia? … ¿Qué tiene que ver ella con esto? …



Le dije sin saber donde quería llegar, pero lo intuía, entonces me respondió:



—Pierde cuidado que ella me ha dicho todo de ti y de ella …



—¿Todo? … ¿Te dijo lo de la playa? …



—¡Sí! … todo … también lo del Jacuzzi … ella está enamorada de ti …



Esteban hablaba con una calma impresionante, no estaba exaltado ni celoso ni le molestaba, más parecía interesado y curioso de una experiencia como esa.



—Entonces … si una de estas noches yo viniera a tu dormitorio para visitar a Claudia y … bueno … hacer un trio como con Sandra … ¿me dejarías hacerlo?



Esteban se quedó pensativo y se tomó su tiempo para responder. Él y yo acabábamos de follar juntos a una chica, éramos algo así como hermanos de sangre, pensé. Pero cuando llegamos a casa y estábamos guardando nuestras bicicletas, finalmente dijo:



—Si lo quieres … puedes hacerlo … yo ya no tengo dieciocho años y no puedo regenerarme tan rápido como tú … así que me vendría bien un poco de ayuda … también a Claudia le haría bien …



Claudia y Sonya estaban detrás de la casa, tenían la mesa puesta y era evidente que estaban impacientes por nosotros. Miré mi celular y la hora era bastante tarde, pensé que el tiempo se iba más rápido cuando mejor lo estaba pasando.



—Bueno … ¿se puede saber dónde estaban? … ¡Esa fue una gira muy larga! …



Dijo Claudia con curiosidad y nos miró alternadamente a mí y a Esteban.



—Te lo diré más tarde, cariño …



Respondió Esteban y le dio un beso, yo solo pude sonreír en modo sicalíptico.



—Bueno … las ensaladas están listas … solo falta la carne … hay que ponerla en la parrilla …



Dijo Claudia vehementemente, había un tono extraño en su voz.



—¡Oh! … ¡Sí! … la parrillada …



Dijo inmediatamente Esteban y tomó la fuente con la carne y comenzó a colocarla sobre las brasas, rápidamente fui a ayudarle, una porque tenía de verdad mucha hambre y otra para escapar de eventuales interrogatorios por parte de mis curiosas hermanas.



Asamos abundantes pedazos de carne y comimos hasta bien entrada la noche, bebimos mucho vino, cuando el sol comenzó a esconderse detrás del horizonte marino, nos sentamos en el porche viendo como la luz del día se desvanecía, dando paso a otra noche de luna brillante.



Claudia estaba sentada justo frente a mí, vestía una sencilla remera veraniega con un escote bastante pronunciado, sus tetas se evidenciaban en toda su belleza, noté que me miraba muchas veces. Me di cuenta de que no llevaba sujetador, esto me excitó mucho y me inquietó también. Sentía cada vez más una necesidad imperiosa de tocar y amasar sus generosos senos, si hubiésemos estado solos, es exactamente lo que habría hecho y probablemente algo más. ¿Será el vino dulce o quizás me estoy convirtiendo en un adicto al sexo?



Me aflojé un poco el cinturón y me acomodé mi polla, me alegré de que se diera por terminada la cena. Mis dos hermanas recogieron los platos y se fueron a depositarlos al lavavajillas, Esteban limpiaba la parrilla y yo me llevé los restos de comida al refrigerador. Estaba deseando de que todo se hiciera de prisa y tan pronto Sonya se durmiera, me iría en puntillas al dormitorio de Claudia para follarla junto a Esteban, ese sería el culmine de una noche perfecta, me pasé la lengua por los labios simulando chupar el chochito gordito de mi hermana, tendríamos otro festín sexual con Esteban.



¿Esteban?, ¿Le habrá dicho a Claudia de lo que planeábamos? Me surgieron varias dudas, quizás hasta se haya olvidado, él es más anciano, suele suceder. Así que pensé sería mejor ir detrás de Claudia y decírselo, de modo de que no haya dudas respecto al programa de esta noche. Me fui despacito a la cocina y me choqué con Sonya saliendo hacia el baño, ella tastabilló un poco, signo de que se encontraba un poco beoda. Es tan divertida esta chiquilla cuando bebe, pensé. Me dio una sonrisa bobalicona y continuo su camino.



Si yo fuera detrás de ella en este momento podría jugar con ella en el baño, ciertamente a ella no le importaría mucho si la toco mientras está media borracha. De otra parte, Claudia está sola en la cocina y con ella todo sería posible. ¡Oh, mi Dios!, que encrucijada, no es para nada fácil convivir cachondeando con dos hermanas a la vez. Finalmente me decidí por ir a la cocina.



Claudia estaba en el fregadero enjuagando unos paños de cocina, se volvió brevemente cuando me escucho entrar y me sonrió de un modo que obtuvo una respuesta inmediata bajo mis shorts. Luego vino lo mejor, ella también estaba un poco bebida y enjuagando esos trapos, el agua termino salpicando sobre su remera ajustada que ahora se pegoteaba sobre sus enormes pechugas, digna de una postal erótica. Antes de que pudiera darse vuelta, me pude detrás de ella para hacerle sentir mi masculinidad y ella empujo su trasero para hacerme sentir sus redondos cachetes, soltó una risita y se restregó en mis shorts.



—Te he echado mucho de menos … Me estás volviendo loco …



Le susurré agarrando ambos senos desde atrás.



—Cómo me gustaría metértelo aquí mismo …



Le dije besando y mordiendo su cuello. Ella echo su cabeza hacia atrás disfrutando visiblemente mis caricias. Entonces comencé a masajear sus redondas tetas con ahínco y lascivia. Estaba sopesando si teníamos el tiempo suficiente de hacer algo antes de que Sonya saliera del baño. Pero ella se separó de mí, me beso en los labios y me dijo en voz baja:



—¡Jovencito! … cada cosa a su tiempo … no te impacientes …



Cosa que para mí era lo más difícil. Pero tuve que darle razón porque justo en ese momento entro Sonya a la cocina. Se detuvo en seco al verme y luego con un tono sospechosamente malicioso pregunto:



—¿Te estoy molestando? …



—¡Oh!, por supuesto que no me molestas …



Le respondí cabizbajo y salí de la cocina, no sin antes darle una palmada en sus amazacotadas nalgas. Me fui a ayudar a Esteban a guardar la parrilla a la bodega, media hora más tarde podíamos dar por concluida la noche. Todos parecían agotados, así que decidimos irnos y acostarnos temprano. Eso estaba bien para mí, poque mientras más temprano se durmiera Sonya, más temprano iría a la habitación de Claudia y Esteban, y más tiempo tendríamos para disfrutar todos juntos.



Desafortunadamente, mi esperanza de que Sonya se durmiera rápidamente se fue al traste. Por el contrario, ella más parecía excitada y nada de cansada. De alguna parte saco un tema de religión y el mundo y Dios, que no quería terminar. Estaba pensando en la mejor forma de hacerla callar y no se me ocurrió nada más que complacerla oralmente y si tenía suerte, se quedaría dormida después de su orgasmo. Me acerqué a ella y comencé a acariciar sus cabellos, sé que le gusta eso, luego le di un largo beso, que tuvo la garantía de acallarla por un rato, me acerqué a su oído y le susurré:



—Me gustaría saborear tu panochita … sabes tan rico …



Y la volví a besar, me miró libidinosamente mordiendo su labio inferior, luego se tumbo de espaldas y abrió sus piernas celestialmente largas de manera invitante y tentadora, ¡Ah!, ¡Genial!, se ve que le gustó lo de esta mañana, me coloqué en medio a sus muslos y acaricié su abdomen, cuando las yemas de mis dedos la tocaron ahí en su femineidad, ella se estremeció y abrió aún más sus piernas. Mi nariz percibía ese embriagante olorcillo de su vagina y mi boca se aproximó a sus labios regordetes, improvisamente Sonya me preguntó:



—¿Deveras que encuentra a Claudia más eróticamente sexy que yo? …











Me sorprendió y descolocó su pregunta, la miré ambiguamente, ¿Qué raza de pregunta era esa en una situación como esta?, inmediatamente me di cuenta de lo complicado que iba a ser responder a esa pregunta, debía tener mucho cuidado con lo que iba a responderle.



—No … no realmente …



De seguro no era la respuesta que ella esperaba porque inmediatamente cerró sus piernas, visiblemente alterada:



—Quiero decir que son diferentes y a la vez únicas … incomparables …



Traté de enmendar mi respuesta anterior y la besé de nuevo en sus muslos, con lo cual ella abrió de nuevo sus longilíneas extremidades. Antes de que se le ocurriera otra pregunta capciosa, inmediatamente comencé a mimar su coño fervorosamente con mi lengua. Pero a diferencia de esta mañana, Sonya no se dejaba ir fácilmente, aún cuando utilicé la misma técnica, incluso después de veinte minutos de chupadas y lamidas, Sonya todavía no se corría.



Sonya respiraba afanosamente, a ratos chillaba y se estremecía, hacía sonidos de goce con su boca, grititos y chillidos, pero parecía estar lejos de su orgasmo, cosa que me estaba poniendo nervioso. Pensaba a Claudia que seguramente estaba follando con Esteban y yo todavía sin lograr que mi hermana se corra, ¿Qué más podría hacer?, ¿Qué más? Justo en el momento en que me preguntaba todas esas cosas, la puerta se abrió y entró Claudia desnudita como cuando Dios la echó al mundo.



—¡Hola!, chicos … ¿Qué están haciendo ahí? … ¿Se divierten? …



Preguntaba en un tono alegre de conversación y no pareció importarle que Sonya y yo estuviéramos en una situación íntima y cachonda. Mi cabeza entre los muslos de mi hermana, mi rostro bañado en sus fluidos y mi pera de color rojo brillante por la irritación que me causaban sus cortos vellos públicos. Sonya también se ruborizó, pero lo extraño fue que no hizo nada por cubrirse y tampoco parecía muy sorprendida. Aquí había gato encerrado, pensé.



—Esteban se quedó dormido de inmediato… al parecer el paseo en bicicleta fue extenuante … ¿No fue así jovencito? …



Dijo Claudia guiñándome un ojo, seguramente Esteban le había contado todo sobre nuestro encuentro con Sandra. Luego continuó:



—… así que solo me quedaba acercarme a ti …



Lo decía casualmente, como si fuera lo más normal del mundo que entrara en el cuarto de Sonya y la encontrara con la cabeza de su hermano entre sus piernas lamiendo y chupando su vagina. También me sorprendió la reacción de Sonya. Lo normal es que ella se cubriera hasta el cuello o que saliera corriendo despavorida por su timidez, o por último debería haberse enfadado con Claudia por haber entrado a su cuarto sin llamar. Pero nada de eso sucedió. Sonya se había cubierto solo el abdomen y escuchaba atentamente a Claudia.



—Lo siento si interrumpí tu pequeño juego … pero Sonya y yo hablamos sobre ti cuando estabas en tu largo paseo en bicicleta …



Esto comenzaba a ponerse interesante, pensé. Mis dos hermanas que se confabulan a mis espaldas, ¿Qué se traerán entre manos? Mis ojos y especialmente mis oídos se hicieron cada vez más y más grandes, Claudia hizo una pausa y me miró primero a mí y después a Sonya que continuaba a ruborizarse.



—Le dije a tu hermana lo divertido y cachondo que es jugar con una polla masculina … especialmente por via oral … ella no tiene experiencia en eso …



Claudia me miraba con una sonrisa en su hermoso rostro, yo la miraba un tanto desconcertado.



—… entonces le propuse de practicar con un objeto vivo … ella no quiere con Esteban … no nos queda que recurrir a ti que eres nuestro hermano …



Yo no entendía nada y ella continuaba a reírse, a mi me parecía que había hablado en alguna extraña jerigonza. Miré a Sonya buscando de entender, pero esta estaba roja como un tomate y evitaba mi mirada.



—¿Qué quieres qué? …



Espeté totalmente confundido, asumiendo que no había entendido nada y que quizás ellas estaban tratando de hacerme alguna broma. Realmente me negaba a creer lo que estaba escuchando, era demasiado bueno para que fuera verdad. Pero Claudia no bromeaba, sus ojos brillantes y chispeantes de lujuria me decían que ella estaba cachonda otra vez.



—¡Queremos comernos tu polla! … y no te hagas … sé que te gusta …



Así diciendo comenzó a empujarme más arriba sobre la cama y se situó entre mis piernas, la lascivia que había en su rostro y su sonrisa no se borraban.



—¡Ah! … ¡Emh! … Sí … claro que puedes … ¡Umh! … quiero decir solo que me han sorprendido … pero cooperare con gusto …



Tartamudeé asombrado y me apresuré a colocarme en una posición más cómoda, Claudia inmediatamente aferró mi pene y lo estrujó haciendo salir unas gotitas perladas por mi glande, las que rápidamente se inclinó a recoger con su lengua. Sonya miraba un tanto distante toda la escena, pero continuaba a quedarse quieta sin intervenir y totalmente confundida. Para mí estaba claro que esto no era una mera coincidencia. Probablemente ellas habían hablado de esto cuando estaban solas. Todos sabíamos que Sonya se había negado a comerse la polla de su ex y este la engaño con su mejor amiga que también era una hábil lamedora de vergas. Después estaba el hecho de que Claudia nos había escuchado hacer ruidos extraños y seguramente la interrogo para hacerse decir la verdad y el origen de esos ruidos y Sonya que se deja dominar por su hermana mayor seguramente le soltó todo lo que habíamos hecho ella y yo. A cambio, de seguro Claudia decidió revelar algunos detalles íntimos de ella y yo. Atando cabos, estos hechos nos tenían ahora a los tres juntos mirándonos con curiosidad y deseos de descubrir más cosas.



¡Mujeres!, pensé, no se pueden guardar nada para sí mismas. Sea como sea, el chisme de ellas debe haberlas llevado a idear esta reunión para “Practicar con objetos vivos”, como dijo Claudia, y el objeto elegido era yo. Claro que con lo tímida que es Sonya, estaba fuera de toda discusión que fuera Esteban el elegido, la elección era obvia. Ahora me explico porque Sonya no se sorprendió de ver a Claudia irrumpir en su cuarto, prácticamente se lo esperaba y por eso tampoco mis caricias la hacían correrse, estaba esperando a su hermana, el único que no sabía nada era yo. Me pareció una maquinación maquiavélica, pero no me disgustaba para nada, sobre todo sintiendo las suaves manos de Claudia jugando con mi pene. Pobre Sonya, ahora que se encontraba de frente a sus temores, mi pene la intimidaba, su coraje la había abandonada completamente.



—¡Vamos!, Sonya … acércate a nosotros …



Continua
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civildrums

Virgen
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Hasta ahora lo he leído plácidamente, a momentos con toques de humor y calientes, pero sobretodo te atrapa ser la 3ra persona presente en este relato. Muy bueno me encanta.
 
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