Vacaciones en Iquique – Capítulos 011 al 015

heranlu

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Vacaciones en Iquique – Capítulos 011 al 015

Vacaciones en Iquique - Capítulo 011

Claudia trataba de animarla e infundirle fuerza y audacia, pero ella nos miraba consternada y sin iniciativa.



—Mira que hermoso ejemplar tiene nuestro hermanito … es precioso y perfecto para practicar …



Sobajeó mis bolas y arremangó mi prepucio para mostrar a Sonya mi lustroso glande, mi verga había crecido a descomunales proporciones. Sonya me miró y comenzó a acercarse y se puso a mi lado derecho.



—¡Mmmmmm! … es riquísimo …



Exclamó Claudia haciendo desaparecer mi glande en su boca, mientras su rostro iba adquiriendo cada vez más esa expresión de depredadora que yo concia tan bien,



—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …



Gruñí feliz y cerré los ojos para disfrutar lo que estaba por suceder.



—Vamos a comenzar lentamente …



Dijo Claudia con voz de maestra y prosiguió:



—A los hombres les gusta que uno juegue con su escroto y tome sus bolas … pero sin mucha presión … todo debe ser delicado … también les encanta si prendemos sus pelotas en nuestras bocas … así …



Claudia se engolosinaba con mis cojones, metiéndoselos a la boca uno a la vez y bañándome con sus caricias de lengua, todo eso me hacía estremecer y no podía evitar de rotar mi pelvis.



—Como vez nuestro hermanito no es la excepción …



Dijo Claudia haciendo resbalar mi testículo fuera de su boca y continuando a lamer la base de mi verga con maestría.



—¡Acércate y pruébalo tu misma! …



Escuché decir a Claudia animando a Sonya, entreabrí mis ojos para ver si de verdad Sonya se atrevía a seguir el instructivo de su hermana y, de hecho, ella se inclinó hacia adelante y un poco torpemente agarró mi testículo izquierdo y lo lamió primero para después engullirlo y acariciarlo con su lengua de terciopelo. Me volví a estremecer al delicado toqué de mi hermanita a mis bolas, Sonya como buena discípula, repitió la operación varias veces hasta sentir que dominaba la materia, cosa que me hizo jadear y contraer mis glúteos.



Tan pronto como Sonya se detuvo, Claudia volvió a inclinarse sobre mí y luego de lamerme un par de veces, cubrió mi escroto con numerosos besos intensos y volvió a tragarse mis testículos para trabajarlos con sus labios y lengua.



—¡Mmmmmm! … ¡Oooohhhh! …



Se me escapó y sentí pulsaciones exquisitas en mi polla endurecida como palo, siempre con los ojos entreabiertos vi que Sonya buscaba espacio y una vez que Claudia se enderezó, ella repitió lo que había visto hacer a su hermana. “Si siguen así estas dos … no voy a durar mucho”, pensé.



Claudia intuyó que Sonya comenzaba a disfrutar de las ejercitaciones orales, esta vez nos espero que ella terminara, sino que comenzó a lamer mi glande mientras hacía subir y descender mi prepucio con deleite, sentir las lenguas de mis dos hermanas en mi verga era otro deleite que me calentaba aún más. Cuando la lengua de Claudia hurgueteó en el orificio de mi glande y comenzó a hacer círculos alrededor, los escalofríos se hicieron más intensos y frecuentes.



—Prueba también tú … sabe exquisito …



Dijo mi hermana mayor empujando mi verga palpitante bajo los labios de Sonya, claro mi pene había alcanzado un tamaño majestuoso con tanta estimulación. Sonya titubeó, pero finalmente deslizó su pequeña lengua a lo largo y ancho de mi asta, cuando llego a la punta de mi pene, de repente se echó hacia atrás atónita:



—¡GOTAS! … le están saliendo gotitas … sentí unas gotas …



Claudia la miro y luego comenzó a pasar su lengua por mi glande.



—No … todavía no … son juguitos de placer, nada más … sus bolas están pesadas y llenitas … luego haremos que las descargue … le falta … aún no esta listo … no te preocupes …



Para confirmar sus palabras, se tragó por entero mi pene y comenzó a chuparlo con gusto, sentí una intensa sensación en mis cojones y hubiese querido llenar su boca con mi semen.



—¡Aaaahhhh! … ¡Mmmmmm! … ¡Oooohhhh! …



Gemí alzando mi pelvis en el aire, Claudia apretó la base de mi pene, abortando cualquier intento de corrida, luego me chupo un par de veces más y le entregó mi pene a su hermana. Sonya miraba dudosa y sospechosamente mi verga, aún no confiaba del todo, pero no queriendo demostrar debilidad ante su hermana mayor, lentamente acercó mi glande a sus labios.



Embelesado, seguí la lujuriosa practica de sexo oral que mis hermanas practicaban en mí, gemí de placer incluso antes de que los labios de Sonya envolvieran mi pene, cuando sentí la tibieza de su boca en mi verga, sus dedos arremangaron mi prepucio y ella comenzó a chupar con celo, cerré los ojos, disfruté del goce que ella me procuraba e imaginé de estar en el paraíso. Sin duda, mis dos hermanas juntas, son insuperables a chupar mi polla.



¡Debo estar en el edén!



Sonya siempre desconfiada, me chupó con bastante cuidado al principio, pero poco a poco se fue envalentonando, llegando incluso a lamer la mano de su hermana que jugaba con mis bolas. Arañé las sabanas y me mordí mis labios con lujuria, porque esto estaba siendo demasiado para mí. Nadie podría tildarme de culpable si me corro en la boca de Sonya en este instante, las únicas responsables son ellas dos que con sus bocas me transportan en el limbo del placer.







Estaba a punto de exhalar un grito y explotar, cuando Claudia grito:



—¡Alto! …



Inmediatamente volvió a apretar la base de mi pene y luego lo soltó sobresaltada.



—Puedes también prolongar el clímax de un hombre … este tipo de cosas vuelve locos a los chicos …



Soliloquió Claudia mientras Sonya la miraba con los ojos muy abiertos y tenía toda la razón porque me tenía al borde de mi corrida, pero no me dejaba tener mi desahogo, entonces intervino Sonya:



—¿Y cómo sabes si el hombre no te dice nada? …



Preguntó Sonya ansiosa por adquirir la sabiduría de su hermana mayor. Claudia me miró ambiguamente como si fuera una pequeña rata de laboratorio, comenzando a dictar a Sonya unas lecciones sobre el orgasmo masculino:



—Bueno … primero que nada lo notas por el estado de su verga … Mira está cómo palpitando …



Inmediatamente puso mi pene en mano de Sonya qué, lo tomó con ansias y luego lo soltó como si se hubiese quemado la mano.



—También lo puedes notar por la reacción del hombre … ¿Notas como nuestro hermanito ya se está retorciendo? …



Y movió su mano rápidamente en movimientos cortos y enérgicos, lo que me hizo arquear mi espalda y levantar mi pelvis. Claudia me miró con una mirada libidinosa, a mi me hubiese gustado saltarle encima y enterrar miles de veces mi verga dura en su coño empapado. Pero, por supuesto me quedé quieto y elevé mi mirada al cielo susurrando una plegaria para que terminaran con las clases teóricas y volvieran a la práctica. El dios de los calientes me escuchó y Claudia volvió a tomar mi pene en mano y luego se inclinó a tragarse casi la mitad de un solo golpe, iniciando a mover su cabeza arriba abajo, sujetando la solidez de mi verga apretadamente con sus labios.



—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …



Gemí de placer y acaricie su cabello con gratitud, pero esta vez ella no continuó con la mamada hasta el final, sino que se detuvo abruptamente y cedió el posto a Sonya para que siguiera. Mi hermana menor no engulló tanto como Claudia, pero emuló los movimientos de mi hermana mayor.



—¡Hazlo con la lengua! … ¡Ayúdate suave y delicadamente con tus dientes! …



Claudia impartía instrucciones y daba catedra a Sonya, la que trataba de poner en practica todo lo que le venía dicho. Me estremecí y no pude evitar de agarrar la cabeza de Sonya para follarla con mi pija enhiesta, ella se asustó, retrocedió y soltó mi polla.



—¡Hey! … ¡jovencito! … ¿por qué tanto ardor? …



Claudia se reía y se hizo cargo de nuevo de mi polla, me besaba con pasión, pero luego volvió a animar a Sonya, la que continuó chupando mi pija. Me dejé caer hacia atrás sobre la almohada y cerré los ojos. Los sentimientos y sensaciones que estaba experimentando eran indescriptibles. La boca de Sonya no era tan hábil como la de su hermana, pero se notaba que estaba haciendo un esfuerzo sorprendente y se estaba divirtiendo cada vez más.



—Bueno … considerando que te repugnan las gotitas … lo estás haciendo bastante bien …



Dijo Claudia mirando en forma divertida a su hermana, a lo que Sonya respondió:



—Bueno … esto es otra cosa … es muy especial …



Luego se tomó un descanso mientras observaba mi polla pulsante con evidente placer. Abrí los ojos para mirar con sorpresa a Sonya, no esperaba de ella un halago tan grande.



—¡Sí! … nuestro hermanito pequeño no es tan pequeño ahí abajo … es realmente especial …



Coincidió Claudia y agregó:



—También podrías probar el de Esteban si necesitas hacer una comparación. Yo estaría feliz y no me importaría …



Pero Sonya movió su cabeza negativamente y respondió apresuradamente:



—No, gracias … él es demasiado viejo para mí …



Pude ver que Claudia venía golpeada por esta respuesta y pensé que perdería su compostura de un momento a otro.



—Bueno … era solo una oferta …



Dijo en un tono de voz bastante molesta y dolida. Por un momento pensé que nuestros jueguitos habían terminado y ella se retiraría ofendida a su dormitorio.



—¡Emh! … ¿Serías tan amable de seguir chupando? … casi me explotan los cojones …

Suplique con la intención de calmar la situación. Afortunadamente las facciones de Claudia cambiaron y enseguida se inclinó y se tragó mi polla.

—¡Oooohhhh! … ¡Guauu! … ¡Ssssiiii! …



Yo también me relajé y disfruté este tratamiento que se hizo más enérgico, su cabeza se movía arriba y abajo más y más rápido. Pronto noté que la temperatura en mis bolas aumentaba y me aferré a su cabeza. Esta vez no la iba a dejar ir, follé su boca desesperadamente y no fue necesario de obligarla a nada, porque ella misma aumentó la velocidad para hacerme que me corriera en su boca. Sonya estaba atónita mirando los eventos que se avecinaban rápidamente. Grité sin poder contenerme cuando sentí el aluvión subiendo por mis bolas y dirigiéndose precipitadamente al orificio de mi glande.



Claudia sacó mi verga de su boca y la apuntó a su rostro, recibió la primera oleada en su nariz, luego en su frente, parpados, cabellos, mejillas. Borbotones de liquido perlado cubría todo su rostro. Los ojos de Sonya estaban abiertos como platos, instintivamente retrocedía mordiendo sus labios hipnotizada por la escena. La calentura era tanta que esta fue una eyaculación más copiosa que el normal de las veces. Claudia restregaba mi polla en su cara y con sus dedos acompañaba parte de mi semen a su boca, no quería perderse nada. Después se volvió hacia Sonya quien ciertamente nunca había visto algo así y miraba a su hermana mayor sorprendida, pero también fascinada y curiosa.



—No sabe nada de mal … definitivamente deberías probar esto también …



Dijo Claudia a Sonya que miraba embelesada viendo algunas gotas de semen que escurrían de su barbilla a sus senos y sin previo aviso se lanzó en adelante y besó a Sonya en su boca que estaba ligeramente entreabierta y estupefacta. Ahora fui yo quien abrió los ojos desorbitados, nunca pensé en presenciar algo así entre mis hermanas. Sonya estaba tan sorprendida que se echó para atrás y casi se cayó de la cama exclamando:



—¡Hey! … ¿Qué haces? … ¿De que se trata esto? … ¿Has enloquecido? …



Dijo Sonya balbuceando desconcertada y por un momento temí que huyera de la habitación.



—Bueno … ¿Querías adquirir experiencia? … esto es parte del paquete …



Dijo Claudia sabiondamente con un tono de clara suficiencia en su voz. Inmediatamente me quedó claro de que esta era una pequeña venganza de Claudia por haber tratado en modo despectivo a Esteban.



—Solo quería mostrarte cómo sabe para que veas que no tiene nada de asqueroso …



Agregó en tono tranquilizador y evitar que Sonya que todavía se apoyaba a la cama con la intención de huir se calmara, esta se mostraba indecisa sobre cómo reaccionar.



—Además … estoy totalmente caliente …



Agarró de los hombros a Sonya y la recostó sobre la cama.



—… y también le debemos algo a nuestro querido hermanito …



Diciendo esto comenzó a restregar sus tetas por sobre las de Sonya, luego volvió a besarla esta vez por más tiempo que ese primer beso. ¡Oh!, pensé, “esto si que me va a gustar”. Rápidamente hice espacio en la cama donde las dos se acomodaron envueltas en un abrazo apasionado. Sonya respondía a los besos de Claudia y repasaba sus labios probando el sabor de mi semen. Claudia estaba sobre su cuerpo y la aplastaba con sus tetas manteniéndola inmóvil.



—¡Sí! … admito que también me gusta …



Dijo Sonya y Claudia le sonrió frotando su vientre contra el vientre de ella, luego montó el muslo de Sonya y abrió bien sus piernas apoyando los labios de su panocha sobre la piel de su hermana, comenzando un movimiento de atrás y adelante. Me acomodé fascinado al borde de la cama y comencé a jugar con mi verga blandengue. Veía como Claudia había espalmado todo mi semen sobre el rostro angelical de Sonya, lo que parecía no molestarle, luego vi cómo frotaba voluptuosamente contra su cuerpo.



Era evidente que ahora Sonya se encontraba bastante excitada con este jueguito erótico, Claudia ronroneaba como una gatita en celo deslizándose de un lado a otro y luego arriba y abajo contorsionándose como una serpiente, luego inició a acariciar los senos de Sonya.



En un principio me dediqué a observar las lujuriosas actividades de mis dos hermanitas, pero era tan caliente la escena que sentí la urgente necesidad de intervenir. Lentamente comencé a tocarlas a ambas en las piernas, mis manos aterrizaron en el amplio culo de Claudia, rocé su hendedura y me desplacé con mis dedos hasta su húmeda vagina.



—¡Mmmmmm! … ¡Ssssiiii! …



Susurro entre dientes y continuo a mordisquear los pezones de Sonya, esta no permanecía inmóvil y acariciaba la espalda a Claudia que yacía sobre ella y follaba cada vez con mayor intensidad su muslo. Mi verga revivió y pensé que había llegado la hora de follar a alguien, las nalgas de Claudia se movían invitantes y tentadoras, me arrastré a los pies de la cama, me coloqué sobre ellas y guié mi verga al trasero de Claudia. Ella me dirigió una mirada severa y movió negativamente su cabeza. Me desconcertó en un principio, porque ella estaba tan mojada que pensé que lo único que esperaba era mi polla en su chocho, pero luego entendí.



No quería que Sonya nos viera follando, ella no estaba lista y podríamos asustarla. Fue difícil para mí tirarme atrás, pero confié en su criterio y experiencia y retrocedí nuevamente. Pero me hizo espacio hacia el coño de Sonya y me dijo:



—¿No te estabas comiendo ese coño? … míralo como esta jugosito y calientito esperándote …



Sonya había escuchado y tentadoramente abrió sus piernas y lamió sus labios con deleite, así que mientras Claudia amasaba sus senos, yo me incliné a comerle el coño a Sonya.



—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …



Sonya comenzó a girar sus caderas al son de mi lengua, las manos de Claudia se perdieron entre las nalgas de Sonya y sus dedos invadieron el estrecho culo de ella. Fueron grititos y chillidos agudos que acompañaron la penetración de su ano por los hábiles dedos de Claudia. Lento pero inexorable la llevábamos hacia su orgasmo, con su otra mano Claudia se daba placer a sí misma. Cuando Sonya estaba al borde de su clímax, Claudia me empujó y me hizo señas de que subiera hacia arriba:



—Yo te relevo aquí … conténtala a ella por allí …



Como veía que no había entendido, se metió un dedo en su boca y mimó una mamada, luego me hizo un guiño lascivo, pero al ver su dedo inflando su mejilla lo entendí. No estaba seguro de si iba a resultar, porque con Sonya todo es más complicado, pero subí a la cabecera de la cama y me agaché cerca de la cabeza de Sonya que estaba con los ojos cerrados y al borde de su orgasmo, cuando Claudia comenzó a chupar su clítoris, Sonya se volvió más inquieta y movía la parte superior de su cuerpo y su cabeza de lado a lado, en uno de esos movimientos su boca quedó cerca de mi pene y yo lo coloqué y empujé en su boca entreabierta que gemía constantemente. Sonya comenzó a chupar casi automáticamente y para mí eso fue cómo una invitación y se la metí profundamente.


Continua
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Vacaciones en Iquique - Capítulo 012
Sonya abrió sus hermosos ojos y me miró con una expresión indefinible. Al verla que me chupaba gemí en voz alta y comencé a mover mi pelvis para follar suavemente la boca de mi hermana. Claudia levantó su cabeza y me hizo un gesto de asentimiento con una sonrisa y luego enterró su rostro entre las piernas de su hermana para la carrera final.



Con movimientos cortos y entrecortados comenzó a follar su chocho con su lengua, mientras mi verga entraba y salía de la boca de mi hermana. Sonya no pudo soportar más y se vino. Se estremeció de pies a cabeza, parecía enloquecida, su cuerpo rebotaba en la cama y Claudia no despegaba su boca de la vagina de ella. Sentí como me chupaba más intensamente como si quisiera beber de mi verga para no sucumbir sedienta, y eso fue demasiado para mí. Exploté con borbotones de esperma en su boca, ella intento retroceder sorprendida, pero sostuve su cabeza y enterré mi pene en su garganta. Todavía convulsionando de las secuelas de su orgasmo, la sentí tragar y tragar hasta que dejé de chorrear y saqué mi polla lentamente de su boca. Claudia seguía lamiendo el coño de su hermana, hasta que finalmente se calmó. Luego se recostó a su lado abrazándola y besándola, yo me senté a un lado tratando de recuperarme.



—¿Y que te pareció? …



Preguntó Claudia mientras le acariciaba el cabello con dulzura.



—Fue muy agradable … sin duda que lo fue …



Pero luego se volvió hacia mí con severidad y me apuntó con un dedo diciendo:



—Pero con ese jovencito tengo que hablar un par de cosas …



Quería encontrar un lugar donde enterrarme porque por supuesto que sabía por qué estaba enojada conmigo. Claudia vino en mi auxilio:



—No seas tan duro con él … después de todo es un hombre … y nosotras se la pusimos muy difícil …



Puse la mejor cara de inocente que pude y me pareció que Sonya cambiaba su expresión hacia mí. Luego Claudia dijo:



—Bueno … volveré a mi habitación antes de que Esteban se despierte y pregunte donde me he metido …



Saltó de la cama, fue a la puerta y se dio vuelta antes de salir.



—No vayas a olvidar que iremos a nadar en la mañana temprano …



Me miró y me guiño su ojo. Entendí que por hoy nada más haríamos junto a Esteban y nos veríamos directamente en la mañana. Eso estuvo bien conmigo porque me sentía verdaderamente exhausto que no me quedaban más energías. Esperare con ansias la mañana.



Después de que Claudia se fue, hubo un pesado silencio entre Sonya y yo, hasta que ella finalmente rompió el silencio:



—No estuvo bien de tu parte atacarme con tu cosa así … te aprovechaste de mí en un momento en que no estaba en mí …



La mirada de ella no dejaba lugar a dudas de que hablaba totalmente en serio.



—Pero me la mamaste tan rico antes … pensé que te gustaría …



Me defendí poniendo mi carita de inocencia máxima.



—Pero la próxima vez, pregunta primero … ¿entendiste? …



Ella ignoró totalmente mi observación, así que refunfuñe un respuesta ambigua e incompleta.



—Bueno … está bien … yo solo …. Ehm …



—¡Bien! …



Dijo mi hermana con una voz más amable y agregó:



—Entonces vuelve a la cama … otra vez tengo frío …



Más tranquilo y aliviado me metí a la cama, Sonya inmediatamente se acurrucó con su culo desnudo aplastando mi verga, subió el edredón hasta su cuello y a los cinco minutos dormía sueños beatos.



Yo intentaba de hacer un balance de lo sucedido. Indudablemente había progresado con Sonya y aunque ella se mostraba molesta, había abierto su boquita y me dio a entender de que volvería a chupar mi verga si se lo pidiera amablemente.



Después tenía todo un programa pendiente con Claudia y Esteban, quizás mañana por la mañana, quizás al atardecer. Esa va a ser otra experiencia indescriptible e increíble. Poco después el sueño también me venció a mí.



No puedo decir que pasé una buena noche, dormí agitado y ansioso pensando en lo que sucedería al día siguiente, por lo mismo me desperté a los albores del día. Mi hermana Sonya estaba acostada a mi lado casi boca abajo, levanté el edredón para gozar de su magnifico culo, me metí bajo el cobertor para lamer su trasero y la partidura entre sus nalgas. Me recordé de Claudia y con sigilo y silenciosamente me levanté y salí en puntillas de la habitación.



Cuanto más me acercaba al dormitorio de Esteban y Claudia, más mi pija se levantaba. Cuando llegué a la puerta, me detuve a escuchar y había unos acallados ruidos, por lo que deduje que estaban despiertos. Me detuve a sopesar si debía llamar a la puerta o irrumpir directamente. Un largo quejido de Esteban me saco de mis cavilaciones y lo consideré como una señal, así que bajé la manilla, empujé la puerta y entré. La imagen que se me presentó fue simplemente tentadora e indescriptible.







Esteban estaba relajado con sus piernas abiertas, mientras clara estaba agachada entre sus muslos y chupaba su verga animosamente. Sus nalgas apuntaban hacia mí, como si un maestro del renacimiento las hubiese dibujado ahí para mí. Una obra de arte erótica expresiva y verdadera. Mi hermana estaba en pleno apogeo y movía la cabeza hacia arriba y hacia abajo sobre la pija de Esteban visiblemente excitada, con avidez y entusiasmo.



Al principio ninguna de ellos me prestó atención, así que me quedé un poco indeciso y me entró la duda de si sería bienvenido o no. De todos modos, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás, además, el trasero de Claudia parecía llamarme. Reaccioné de inmediato y me acerqué a esa obra de arte y puse mis manos en sus firmes glúteos. Mi hermana se giró:



—¡Por fin! … madrugador … te estábamos esperando …



Ese fue el saludo de mi hermana, mientras dejaba que la verga de Esteban resbalase fuera de su boca.



—Tenía que asegurarme que Sonya no se despertara …



Conteste aliviado, me estaba dando una estupenda bienvenida



—¿Y por qué no la trajiste contigo? …



Dijo Esteban acomodándose en sus codos.



—No creo que sea el caso todavía … ya habrá oportunidad para eso …



Le respondí a sabiendas de que Sonya se hubiese negado a venir.



—Pero ahora es mi turno …



Intervino Claudia manteniendo aferrada la verga de Esteban y estirando la otra mano para atrapar la mía. Esa fue una buena señal para mí, metí mi mano entre sus nalgas y acaricié su estrecho ano, luego me acomodé para comerme su coño desde atrás. Un pequeño chillido escapó de sus labios, esa risita particular de ella cuando se siente caliente. Presionó más sus nalgas en mi cara y continuó a chupar la pija de Esteban.



Sin duda ella estaba claramente caliente, sus fluidos comenzaron a escurrir por sus muslos. Mi lengua serpenteaba ávidamente a lo largo de su rajita inflamada y aspiraba ese olor áspero de su culo. Claudia comenzó a lamer y succionar la polla de Esteban con más intensidad y éste comenzó a follar su boca fogosamente. Me incline a masajear sus hermosas tetas y ella gimió. No pude entender por qué ella usaba sus gruesos anteojos, pero para ella no era un impedimento para chupar y pajear nuestras vergas. Por un instante Esteban se giró a apagar la tenue luz, porque la luz solar ya estaba iluminando la habitación, entonces yo tomé y levanté la carita de mi hermana y le hundí mi verga hasta el fondo de su garganta, con admiración pude comprobar de que ella era capaz de tragarse toda mi polla sin conato de vomito ni arcadas, solo un agradable ruido de chapoteo de mi miembro en su boca jugosa.



—¡Mmmmmm! … ¡Uuuummmmhhhhh! …



Sus deliciosas chupadas me hicieron gemir de placer, Esteban volvió a nuestro lado y ella se giró a engullir la verga de su pareja, pero antes esputó un poco de saliva en ella y luego se la trago toda entera. Claudia sonreía feliz y nos chupaba y pajeaba contemporáneamente, cuando chupaba un poco más la polla de Esteban, éste le hacía señas para que no me dejara abandonado y ella se giraba a lamer y tragar mi propia verga. Pienso que a ella le resultaba más cómoda chupar la verga de Esteban que era significativamente más pequeña, sin querer decir que era chica, si el mío superaba los veinticinco centímetros, la de él rondaba fácilmente los veinte, solo que la mía era casi el doble de gruesa.



Claudia me empujó suavemente sobre la cama y con la misma calma se montó a horcajadas y tomando mi pene durísimo, se lo enfiló en su panocha, grito y gimió mientras mi pija ensanchaba su estrecha vagina, se mordió los labios y me miró acomodándose:



—Es esto lo que querías, ¿no? …



—¡Guau! … ¡Sí! … no dormí bien pensando a tu conchita tan apretadita …



Ella comenzó a cabalgar mi verga con chillidos estridentes, trataba de chupar la verga de Esteban al mismo tiempo, pero no siempre lograba contener el inmenso placer que probaba a montar mi polla.



—No tan rápido hermanita … tenemos mucho tiempo …



No me podía responder teniendo la boca llena con la verga de Esteban. Entonces comencé a darle largos y profundos embistes y ella comenzó a gritar sin parar:



—¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Mi Dios! … ¡Aaaahhhh! …



Claudia no paraba de chillar y yo la follaba con más fuerza, Esteban comenzó a darle palmadas en sus nalgas, yo la abracé y apreté sus tetas contra mi pecho, clavando mi pija fino al fondo de su panocha, mi verga presionaba las paredes de su concha hinchándose y creciendo cada vez más en la estrechez de su coño.



En un instante ella grito muy fuerte y se quedó quietecita, Esteban había penetrado su ano y follaba su culo suavemente. Otra vez el pene de Esteban y el mío se restregaban separados por una delgada membrana, otra vez compartíamos la misma mujer, esta vez, mi hermana.



Claudia gemía y parloteaba incoherencias, Esteban la tomó de los hombros y la hizo enderezar, los pechos de mi hermana quedaron a nivel con mi boca lo que me permitió chupar, lamer y mordisquear su pezones, ella abrió sus ojos brevemente y me sonrió, me aferré a las sinuosas caderas de ella y continué a follarla con gusto, sus gemidos aumentaron a medida que incrementaba mi velocidad y fuerza.



—¡Aaaahhhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Asiii! … ¡Más … más fuerte! …



Esteban la tomó de sus brazos y tiro de ellos hacia atrás acentuando la potencia de sus embistes, Claudia se volvió loca, su boca se entreabría lascivamente, intentaba cerrar sus muslos apretando mis flancos, sus tetas hacían piruetas en el aire como dos grandes esferas que dinámicamente cambiaban sus formas, teniendo los pezones como invitantes asideros.



—¡Oooohhhh! … ¡Aaahhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Que ricooo!







Vitoreaba mi hermana lujuriosamente, mire su vientre y vi que vibraba, el sudor escurría por su ombligo y su concha se contraía aprisionando mi pija que estaba pulsando con esas conocidas y agradables cosquillas, escuche los gemidos y gruñidos de Esteban que golpeaban los glúteos de mi hermana mientras se vertía en el recto de mi hermana.



—¡Urgh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Mmmm mmmmmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …



La sensación del pene de Esteban escupiendo semen en el culo de Claudia fue demasiado para mí y empujé con todas mis fuerzas dentro de ella y oleadas de esperma salieron como una afluente e inundaron la estrechez de ese coño caliente y acogedor. Nuestros gemidos nos hermanaron aún más porque ella también convulsionaba en un orgasmo demencial, Esteban soltó sus brazos y ella me abrazo besándome por todas partes, dio una ligera mordida a mi nariz y se comió mis lóbulos susurrando palabras lascivas en mis oídos.



—¡Mmmmmm! … ¡Hermanito, te amo! … ¡Te amo! … ¡Que cogida más rica! …



—¡Yo también te amo! … ¡Eres un ensueño para mí! …



Le dije estrechándola y acariciando su espalda, sintiendo sus exuberantes pechos aplastados contra mis pectorales, Esteban nos miraba sudoroso y nos sonreía, él sabía que era una fantasía de Claudia hecha realidad. Mi hermana se levantó y estiró su mano hacia mí.



—¡Ya! … remolón … vamos … vamos a nadar que todavía es temprano …



—Vayan … tenemos una hermosa mañana … yo los esperaré con el desayuno …



Dijo Esteban, así que rápidamente me levanté sin dejar de notar como escurría semen de los muslos y nalgas de mí hermana, me pareció una vista paradisiaca. Tomé la mano de Claudia y nos fuimos a la playa, caminar sobre las frías dunas me pareció casi irreal. Cuando la casa desapareció de nuestra visual, Claudia miró hacia atrás, me abrazó y me dijo:



—Quiero sentir tu maravillosa pija en mi culo … métemelo por ahí … pero hazlo despacito …



Así diciendo se dejo caer en sus rodillas y comenzó primero a acariciar mi verga y luego se lo echó en su boca. Sus cálidos labios comenzaron a succionar mi verga que rápidamente se endureció, cuando ella vio que había adquirido una sólida consistencia, se giró y apoyo las palmas de sus manos en la arena. Su culo estaba ligeramente enrojecido después de haber sido follado por Esteban, me fui agachando poco a poco apuntando mi glande a ese estupendo orificio rojizo de ella. Era como recibir mi verga con alfombra roja, como estaba bastante lubricado, mi glande entro a la primera, muy estrecho y apretado, pero entró en su canal anal:



—¡Ay! … ¡Ay! … ¡Uy! … ¡Despacito! … ¡Ufff! … ¡Ufff! … ¡Argh! … ¡Despacio, por favor! …



Su pegajoso y caliente culo envolvió mi pene y se sentía tan rico, agradable y acogedor, que me detuve un momento esperando que mi verga se desenrollase completamente en su profundo recto, saboreando cada segundo de esta maravillosa sensación.



—¡No te detengas! … ¡Házmelo más fuerte! … ¡Házmelo más rico! …



Agarré sus caderas e inicié el bombeo al estrecho culo de Claudia, ella estiró una mano hacia atrás y se apoyó en mi vientre como para ir atenuando y controlando mis embistes a su trasero. La vista de su culo a forma de corazón ensartado por mi flecha de carne era algo digno del dios del amor, la sexualidad y fertilidad, Eros en persona guiaba mi saeta de carne una y otra vez en el profundo ano de mi hermana.



Se lo saqué casi por completo, luego se lo enterré y comencé a follarla vigorosamente, inmediatamente un chillido fuerte, seguido de varios gemidos y gruñidos de placer, me indicaban que ella disfrutaba de mi apasionado y ardiente bombeo. Se me ocurrió jugar con su clítoris, así que metí mi mano por su vientre hacia su panocha, hasta que alcancé la parte superior de su ranura y metí mis dedos a sobajear ese puntito duro y bañado de su botoncito de amor. Claudia pegó un respingo, arqueó su espalda y empujó su trasero sobre mi pija, trato de doblar su cabeza para besarme, pero alcance solo a lamer su lóbulo y besar sus cabellos enmarañados.



—¡Vamos! … ¡Tú puedes! … ¡Más fuerte! … ¡Dámelo todo! … ¡Lléname toda! … ¡Ssiii! …



Con sus ojos cerrados, Claudia se había encabritada y movía sus flancos y empujaba su culo casi con violencia. Chillaba y gritaba con sus manos crispadas sobre la arena. Volvió su cabeza hacia mi y me miró llena de lujuria con sus carnosos labios entreabiertos, era la mirada de la cazadora que tenía a su presa donde más quería. El cazador había sido cazado.



Mi autocontrol se había diluido con mis gemidos y vista borrosa de lascivia y reaccionaba impulsado por la concupiscencia y motivado constantemente por los gritos de ella. Entonces ella tuvo su orgasmo. Su culito vibraba y las carnes de sus glúteos tiritaba con espasmos y escalofríos, casi sin fuerzas, se fue derrumbando poco a poco sobre las arenas blanquizcas, yo estaba en mi punto culmine, le di las últimas estocadas feroces y descargué mi semen mezclándolo a la esperma de Esteban, me quedé sobre ella con mi pija enterrada profundamente en su culo. La abracé y besé su cuello metiendo mis manos en la arena y agarrando sus tetas duras, ella daba largos y prolongados gemidos.



—¡Mmmmmm! … ¡Eso estuvo muy rico! … ¡Me admiro tu rápida forma de recuperarte! …



Dijo Claudia ronroneando como una gatita satisfecha, nos quedamos así por varios minutos, luego nos alzamos, caminamos los pocos metros que nos faltaban para llegar a la orilla marina y yo por delante de ella me sumergí y comencé a nadar vigorosamente deleitándome de la templada temperatura del agua, luego me volteé para ver como Claudia daba brazadas para alcanzarme.



Nadamos varias millas, generalmente ella detrás de mí, cuando me alejaba demasiado de la costa ella prudentemente nadaba hacia la playa y yo la perseguía, la alcanzaba y sobrepasaba. Después improvisamente ella se dirigió a la playa y yo le fui detrás. Salimos y nos sentamos dejando que las pequeñas olas bañaran nuestros pies, ella me tomó la mano:



—¿Te gustó? …



—Sí … pero nunca me podrás ganar …



—No me estoy refiriendo a la natación …



—¡Ah! … tu quieres decir …



—Sí … ¿Te gustó mi culo? …


Continua
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heranlu

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Vacaciones en Iquique - Capítulo 013
—Tienes un hermoso culo, hermanita … lindo y estrecho … me gustaría que lo hiciéramos más a menudo …



—También a mí me gustaría tu cipote en mi trasero todos los días … pero tenemos un problema …



—¿Esteban? … ¿Tú crees que él estaría celoso? …



—¡No! … Esteban, no … a él le agradas … él no es el problema …



—¿Entonces? … A mi también me agrada Esteban … es como un hermano mayor para mí …



—¿Deveras lo consideras así tanto? … ¿Cómo a un hermano? …



—¡Sí! … así lo siento … por eso no veo cual sería el problema ….



—¡Sonya! …



—¿Sonya? … ¿Porque ella? … sí ella no se anima a nada …



—Justo por eso, porque no se anima a nada … no aprobará que tú y yo … bueno … hemos tenido sexo en casi todas las formas y ella no … solo le has comido el coño … debes hacer algo más que eso … debes follarla a la brevedad … también Esteban quiere follar con ella …



—Nos quedan solo tres días de vacaciones … tendré que hacerlo de prisa …



—Estamos en tus manos … no debería ser problema para ti … ella muere por tú verga, me lo ha dicho, así que solo tienes que animarla …



—No sé … me ha rechazado y retado más de una vez … no será fácil convencerla …



—Créeme … la conozco … te aseguro que lo hará … es solo cuestión de tiempo y un poco de paciencia …



Claudia me aseguró que podría tener también a Sonya si sabía como acercarme a ella. Nos levantamos y nos fuimos de la mano a la casa, Esteban nos esperaba con tocino, huevo fritos, té y jugo de naranja.



Yo dije que necesitaba una ducha y me fui al dormitorio de Sonya, una vez allí, ella me miró y vio que venía con arena y el cabello mojado, ella venía saliendo de la ducha y estaba envuelta en una toalla, no me dijo nada, estaba tensa, quizás enojada por algo. Definitivamente tuve la sensación de que no debía decirle nada de mí y Claudia, rápidamente me fui a la ducha. Cuando volví a la habitación Sonya estaba sentada desnuda sobre la cama pintando las uñas de sus pies, una mirada me basto para ver que permanecía irritada.



—¿Y estuvo divertido el mar? …



Preguntó con una voz gruñona mirándome fijamente, casi hostil diría yo.



—Sí …



Respondí secamente, tenía miedo de que comenzara a hacerme preguntas, busqué mi ropa y me apronté para vestirme.



—¿Escuchaste a esos dos esta madrugada? …



La miré en forma evasiva y ambigua como si no me hubiese enterado de nada.



—¡Eso fue realmente vergonzoso! … ¡Parecía que Claudia estaba en trabajo de parto! … ¿Cómo puedes dejarte llevar así durante el sexo? …



Dijo Sonya refunfuñando y con cara de disgusto. No hice nada más que asentir para darle razón y evité de mirarla a los ojos, me sentía muy culpable y no quería que ella se diera cuenta de mi estado confuso, me giré para tomar mis boxers y vestirme, me di cuenta de que ella seguía atentamente el bamboleo de mi verga mientras me vestía e inconscientemente abrió sus piernas magnificas, dándome una visión en primer plano de su panocha rosada y brillantemente mojada con sus fluidos.



Pensé que estaba de humor para un poco de caricias, porque, aunque si ahora estaba actuando indignada y mojigata, los gritos de placer de Claudia deben haberla excitado tanto que tuvo que masturbarse. No quise acercarme a tocar su cuerpo, no me sentí en grado de responder en caso de que ella me hubiese permitido jugar con ella y consumar por fin una copulación, dudé de mis fuerzas y el temor de que ella pudiese descubrir que éramos Esteban y yo a hacer gritar con tanta exaltación a Claudia. Se habría dado cuenta de que yo no estaba a nadar así temprano esta mañana.



Si algo había aprendido en estos días, es que las mujeres son bastante graciosas y quisquillosas sobre estos temas, de seguro se hubiera sentido traicionada y entonces perdería para siempre la posibilidad de estar con ella, así que ignoré su tentadora pose y mirada, me puse mis shorts, remera y escapé a desayunar.



Por supuesto no era lo que ella se esperaba, así que también se vistió rápidamente y luego me alcanzó a la mesa donde estábamos ya Esteban, Claudia y yo. El ambiente continuó tenso, Sonya parecía bastante taciturna, en completo contraste con Claudia la que lucía viva y exuberante, se ve que le hizo muy bien el trio ya que exudaba olor a hembra y mucho atractivo sexual, estaba esplendida. En todo caso estaba de buen humor y no se sentía molesta por el humor agrio de Sonya. Tampoco les dio importancia a los sarcásticos comentarios de Sonya sobre los gritos y chillidos que acompañaron el amanecer. De algún modo me alegre cuando terminamos de desayunar.



Al momento de levantarnos, Claudia le pidió a Sonya de quedarse a cargo de la casa, ya que ella y Esteban irían a la ciudad y regresarían esta tarde. Ella estuvo de acuerdo y dijo que se sentía segura conmigo en casa. Después de esto la vimos que recogió su toalla y vestida con sus pantaloncitos y remera se fue camino a las dunas de la playa.



—Creo que está de mal humor porque no te encontró a su lado esta mañana … está claro que te extrañó … está claro que le haces falta y se ha acostumbrado a ti …



Dijo Claudia todavía con ese dulce brillo de cazadora en sus ojos. Respondí:



—¿Tu crees? …



—Indudablemente … dale unos minutos y luego debes ir tras ella … recuerda que tendrán la casa para vosotros durante todo el día …



Claudia me aconsejaba mientras observaba como su hermana trotaba alejándose. Los ojos de Esteban también miraban a Sonya, pero sin dudar lo hacía a su trasero. Se notaba que Sonya lo atraía y le hubiese gustado correr tras ella y tener alguna oportunidad con ella. Luego ayudamos a Claudia a limpiar y poner orden en la cocina, finalmente me instó a ir a la playa. Cuando dudé, mi hermana me presionó y a regañadientes tuve que admitir que estaba un poco preocupado por mi rendimiento, diciéndole que pensaba que mi polla no estaba lista para otro encuentro.



—¡Oh!, ya veo …



Claudia soltó una risita y miro divertida a Esteban.



—Querido … creo subestimas tu virilidad … afortunadamente ya te conozco …



Con estas palabras, Claudia me bajo los shorts y pareció no molestarle que Esteban estuviera parado al lado suyo. Con pocos movimientos aferró mi pene flácido. Lance una mirada a Esteban y este se encogió de hombros y restó a mirar divertido, entonces agarre los grandes pechos de mi hermana.



—Te gustan mucho, ¿no? …



Pregunto Claudia con lascivia y picardía a sabiendas de mi respuesta. Rápidamente se quitó la remera por encima de su cabeza, voluptuosamente estiró sus poderosas tetas y agarró mi pene para aprisionarlo entre sus mamas, estiré mis manos para sobajear sus pechugas y tirar de sus pezones, después provocativamente comenzó a lamer mi glande. Mi pene daba razón a mi hermana, porque rápidamente sentí que comenzaba a resucitar y sus dimensiones aumentaban, Claudia me miraba llena de lujuria mientras pajeaba mi verga entre sus tetas.



—¡Mmmmmm! … ¡Que bien se sienten tus senos, hermanita! …



—¡Mmmhhh!, veo que te gusta … a mi también me gusta … especialmente cuando veo salir los chorros de tú lechita …



Dijo Claudia y presionó más sus amplios pechos contra mi pene, cuando sintió que me había puesto duro, soltó sus senos y se levantó. Esto es solo un anticipo, ahora ya sabes que pretendo hacer contigo. Para mi gran pesar eso era todo lo que entendía hacer por ahora, luego mientras se arreglaba la remera, dijo:



—Ahora ve con tu hermana … estoy segura de que te está esperando … ve …



—Y si necesitas ayuda … avísame …



Agregó Esteban tomando a Claudia por la cintura y guiñándome un ojo. Ni siquiera traté de subirme los shorts, terminé de quitármelos y se los tiré a mi hermana, luego me fui al trote hacia la playa.



Sonya estaba desnuda y medio de lado con una pierna plegada, lo que dejaba a la vista su chocho con los labios ligeramente separados, cuando me escuchó venir se sobresaltó un poco, aunque llevaba la remera, de la cintura para abajo estaba desnudo.



—¿Qué pasó con tus pantalones? …



Por su tono de voz me di cuenta de que estaba todavía molesta, así que no hice más que sonreír ante su pregunta y responder:



—Quiero tomar sol integral y para eso no necesito los pantalones … nos quedan solo pocos días aquí y quiero aprovechar de tomar sol …



Como no había traído mi propia toalla, suavemente me acomodé tocando su piel, inmediatamente acaricié su vientre y la base de sus senos, sin llegar propiamente a sus pechos, al instante noté que se le había puesto la piel de gallina, no dijo nada y me dejo acariciarla.



Pensé que sería bueno si tocaba sus puntos eróticos ya que sabía exactamente donde estaban, me puse manos a la obra. Me incliné y besé su vientre, pasé mi lengua por su ombligo. Sentí un ligero temblorcillo en su cuerpo y su respiración se volvió bastante irregular. Jugué por un buen rato lamiendo su ombligo y acariciando sus muslos, luego me puse al costado de ella y metí mi lengua directamente en su coño. Sonya gimió en modo bastante audible y automáticamente abrió sus piernas, por supuesto instantáneamente acepté la invitación y recorrí toda su ranura vaginal lengüeteándola con gusto.



Primero fue un gemido suave, apenas audible pero permanente, luego comenzó a rotar sus caderas:



—¡Oooohhhh! … ¡Que rico que me lo haces! … mí ex nunca me hizo nada igual …



Dijo Sonya rompiendo el silencio entre gemidos.



—¡Oh!, ¿Sí? … no puedo entenderlo … sabe tan rico tu panocha … que siento que me falta cuando estoy más de un día sin hacértelo …



Dije tratando de congraciarme con ella, pero la realidad era que su chocho era exquisito.



—¿Estas seguro que nadie puede vernos aquí? …



Pregunto Sonya claramente excitada.



—Bueno … no hay nadie más por aquí … excepto Claudia y Esteban que querían estar un rato solos y luego irse a la ciudad …



Le dije para hacerla sentir más tranquila.



—¡No me extraña nada! … ¡Son peores que los conejos! …



Sonya me sorprendió con sus palabras, porque el tono y dicción de su voz, de repente se asemejaban mucho a “Claudia la cazadora”, había concupiscencia y cachondez en esa voz ligeramente rauca. Sentí una risita, respiraba ya con dificultad, luego suavemente empujó mi cabeza atrás entre sus piernas y dijo:



—… y nadie realmente nos ve aquí, ¿verdad? …





No respondí nada, solo me agaché a succionar su clítoris, su voz no sonaba preocupada ni atemorizada, ella sabía que no podía haber nadie más, pero el hecho de que pudiera haber alguien, al parecer la ponía más cachonda, su voz sonaba entrecortada y temblorosa, su rostro estaba sonrojado y sus ojos cerrados, así que pensé en seguir su juego:



—Bueno … nunca nadie viene por aquí, pero es una playa pública y existe la posibilidad de que alguien pudiese rondar sin que nosotros sepamos de ello … podríamos tener un fisgón …



Sonya abrió más sus piernas y comenzó a gemir audiblemente.



—¿Y tú crees que alguien podría estar mirándonos desde lejos mientras hacemos todas estas guarradas? …



Dijo aferrando mis cabellos y empujando mi rostro contra su conchita.



—¡Sí! … existe la posibilidad …



Dije entre lamidas, luego enterré mi boca en su chocho y empecé a follarla con mi lengua, ella se volvió loca y comenzó a contorcer su cuerpo y pellizcar sus senos, luego sin recato alguno me dijo:



—Acércame tu polla … quiero chupar tú pija …



Me agradó bastante, pero me sorprendió el lenguaje soez de Sonya, ya que ella no acostumbra a usar ese tipo de jerga barriobajera, pero no me lo hice repetir. Consideré en arriesgarme e intentar follarla adecuadamente, pero decidí no hacerlo. Me monte a horcajadas en su pecho y acerqué mi pene a sus labios, pero inmediatamente cambie de posición, dándome vuelta para montar su cabeza e inclinarme a su entrepierna y desviar mi atención a su chocho en un siempre cachondo sesenta y nueve. Antes de comenzar le pregunté:



—¿Está bien? … ¿Estas bien así? …



Ella había ya comenzado a lamer mi glande, pero respondió:



—Sí … está bien … pero si comienzas a ahogarme, pararemos de inmediato …



Dijo ella en tono amenazador, pero luego comenzó a tragarse mi verga y envolvió mi glande con su lengua. Sonya comenzó suavemente, pero parecía gustarle esta posición, porque sus chupadas se hicieron más intensas y tragaba mi miembro profundamente hasta el fondo de su garganta. Yo en tanto, abría sus carnosos labios vaginales y hurgueteaba con mi lengua su dulce chochito, use dos de mis dedos y masajee su clítoris. Levanté mi cabeza y un brillo me dio en el ojo, pensé que fuese algún vidrio sobre la arena que reflejaba la luz del sol. Mas o menos a un centenar de metros desde una duna, volví a percibir ese brillo, ahora me quedé a mirar y me pareció ver una figura humana sentada allí.



—Sonya … no creo que estemos solos …



Le dije a mi hermana, ella se rio y comenzó a chupar con mayor vigor mi verga, aparentemente pensó que bromeaba para calentarla, sus chupadas eran tan vigorosas y profundas, que un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¡Mierda!, ella no me cree, pensé. Era tan rico lo que me estaba haciendo sentir que estaba en la disyuntiva de dejarla que hiciera que me corriera en su boca o, detenerla y mostrarle que alguien nos observaba, miré de nuevo hacia la duna.



Me hacía sentir un extraño placer ver que alguien se interesaba en la actividad en que estábamos empeñados mi hermana y yo, acomodé a Sonya hacia donde estaba el tipo con sus binoculares, y me acomodé de lado para no obstruir su visual, con una mano abrí los rosados labios del chocho de mi hermana y le brindé esa vista celestial:



—¡Oye! … porque te detienes … es sin descansar … dale … continua por favor …



Mi hermana me instaba a continuar lamiendo su coño, dudé un instante. Ese tipo allá arriba no debe saber que le estoy comiendo el chocho a mi hermana, eso no lo puede saber, así que bajé la cabeza entre sus muslos y chupé su clítoris, para luego continuar a lamer sus labios mayores y de a poco enterrar mi lengua penetrando profundamente su conchita. Inmediatamente sentí que sus chupadas a mi pene se hicieron más profundas y enérgicas. Aún cuando el chocho de mi hermana era delicioso, el que un tipo nos estuviera mirando no me dejaba tranquilo. Volví a mirarlo y esta vez él se había sentado y con una mano sostenía los binoculares y con la otra se masturbaba.



Bueno, si quería divertirse yo no lo iba a obstaculizar, me enderecé abrí bien las piernas de mi hermana y comencé a jugar con su clítoris, moviendo en forma endemoniada mis falanges contra su botoncito. El tipo se dio cuenta de que yo lo había visto, pero no hizo ningún gesto de alzarse, al contrario, continuó pajeándose a toda fuerza. Por los movimientos de contorsión y los sonidos que hacía Sonya, me di cuenta de que se acercaba a su orgasmo y me chupaba la verga con devoción y desesperación, acción que enviaba escalofríos tras escalofríos de placer a mi cuerpo. Cuando se corrió, enterró sus uñas en mis glúteos y me tiro más dentro de ella, se tragaba toda mi verga, eso fue demasiado para mi y exploté en lo profundo de su boca, una vez más Sonya quiso abstraerse y trató de escapar de mi polla invasora, pero no tenía espacio para hacerlo, borbotones y borbotones se versaron casi directamente en su garganta. Una vez más la exquisita boquita de Sonya me regalaba un maravilloso orgasmo, cuando mi pija salió de su boca no me reclamó nada, solo la restregó en su rostro, rociando de esperma sus mejillas, su frente y parte de sus cabellos, el vientre de Sonya continuaba a moverse atrás y adelante. Cuando volví en mis sentidos, vi que el tipo sobre las dunas estaba con su cabeza hacia atrás y disparaba su semen al viento.



—Sonya … no estamos solos …



Mi hermana volvió a reír como una boba y abrió aún más sus piernas:



—¡Ya! … si ya me lo dijiste … porque sabes que eso me calienta ¿verdad? … hiciste que me corriera como nunca, luego te daré un regalo …



—¡No!, hermanita … de verdad no estamos solos … hay un tipo que nos mira con anteojos de larga vista …



—¡Que! … pero …



Sonya se enderezó rápidamente cerro sus piernas y llevo su brazo a sus tetas:



—¿Dónde? … ¡Quien! … ¿Donde? … ¿Dónde está? …



—Allí en esa duna …


Continua
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heranlu

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Vacaciones en Iquique - Capítulo 014
Sonya siguió la dirección donde apuntaba mi dedo:

—¡Oh! … ¡Desgraciado! … ¡Vámonos! … ¡Vámonos a casa! …



Sonya se cubrió con su toalla y se dirigió de prisa hacia la casa, no me quedó otra que seguirla de cerca, me volví y el tipo de la duna había desaparecido, creo que todas las oportunidades con Sonya había sido truncadas debido a la presencia de este desconocido. Conociéndola, se quedará con esta sensación de haber sido ultrajada en su intimidad y no querrá por nada hacer algo de carácter sexual. Me preguntaba que podía hacer para contrarrestar esta sensación suya. Llegamos a la casa y ella se fue inmediatamente al dormitorio, estaba un poco ofuscada, no sabía que decirle, ella rompió el silencio volviendo a reclamarme:



—Ya te dije que no deberías empujar así tanto … casi me ahogas otra vez …



Me acerqué suavemente y acaricié sus cabellos, luego me disculpé susurrando a su oído:



—Deveras lo siento, hermanita … tienes una boquita tan dulce y tan rica que me dejo llevar y lo hago sin darme cuenta … me llevas al séptimo cielo … adoro esos labiecitos tuyos …



Estando detrás de ella, aferré sus senos y besé su cuello, haciéndole sentir la dureza de mi pija entre sus nalgas, ella empujo hacia atrás y haciendo rotar sus caderas me dijo:



—¡Uuhhmmm! … pero tú … ¡emh! … cosa ahí abajo no se puede decir que sea pequeña … y la siento tan dentro de mi que no me deja respirar … debes tener más cuidado, hermanito …



Conociendo a Sonya, supe inmediatamente que ya no estaba enfadada. Giré su cabeza y le di un beso en la boca que ella respondió fogosamente.



—Tu boca sabe deliciosa después que me corro en ti … eres dulce como un panal de miel …



Le dije continuando a amasar sus pechos y deslizando mis manos poco a poco a su vientre, aprovechando el momento le dije:



—Si estás conmigo, nada debes temer … si ese tipo nos vio, vio solo algo hermoso … algo que jamás volverá a ver … lo vi que se masturbaba mirando tu chochito rosado y mojadito …



—¿Y tú dices que él logro verme desnuda? …



—No me cabe la menor duda … te vio en todo tú esplendor y belleza … lo hiciste que se excitara tanto, que se tuvo que tocar … eres muy hermosa, hermanita …



—¿Y tú lograste ver su verga? … ¿Era tan grande como la tuya? …



—No … no logre ver su tamaño … debe ser normal como la de Esteban …



—Pero la de Esteban no es tan chica tampoco … escuchaste como hacía gritar a Claudia …



Había llegado con mis dedos a sus labios vaginales y jugaba a abrirlos y cerrarlos rozando levemente su clítoris, sus gemidos y contorsiones me indicaban que iba por buen camino, seguí manteniendo la conversación en el ámbito sexual, al parecer eso la excitaba también.



—Que rico que ella pueda gozar de ese modo … libremente gozar como mujer … complacer y complacerse al mismo tiempo es la fórmula perfecta en una relación … ¿no crees? …



—Pero ella se deja llevar demasiado … debería contenerse un poco … no sé …



—¿Y perderse el goce que le proporciona su compañero? … ¿Esconder lo que está sintiendo? … ¿Y en forma egoísta negarse al goce de pareja? … ¿Crees que eso sería lo correcto? …



—No sé … ¡mmmmmm! … pero a veces pienso que lo hace como una puta …



—¡No! … lo hace como mujer … una mujer que se deja amar y demuestra lo que siente …



Ahora estaba metiendo mis dedos en su conchita y Sonya movía su pelvis y gemía retorciéndose:



—Vamos … metámonos sobre la cama … quiero que folles mi boca otra vez …



Nunca pensé sentir esas palabras de boca de mi hermana, rápidamente la hice recostarse y luego me monté a horcajadas sobre su cabeza, ella aferró mi pene henchido y duro y con los ojos bien abiertos comenzó a masturbarme, yo me incliné hasta alcanzar su panocha con reflejos brillantes de sus fluidos y lamí su clítoris enhiesto, ella gimió y apretó mi verga en sus manos, luego procedió a jugar en mi glande con su lengua. Algo me decía que Sonya estaba en una situación especial que la hacía reaccionar con mayor vehemencia y deseos a mis caricias, yo quería follar su coño estrecho, pero sabía que sería ella a permitírmelo y que no la debía presionar en modo alguno.



Seguí acariciándola suavemente, besé su panocha decenas de veces, ella respondía con ardientes lamidas y jugosos sonidos de succión a mi pene, ella se estaba familiarizando con la envergadura de mi polla y estaba encontrando nuestro juego oral excitante, su poderoso orgasmo playero me decía algo que ella jamás admitiría. Estaba absorto en mis pensamientos lascivos que no entendí cuando ella me habló:



—¿Quieres probar a meterlo en mi cosita? …



—¿Qué? …



—No sé … ¿Te atreves a meterlo en mi chochito? …



—Yo sí … pero tú …



—No hables tanto … ¿Quieres o no quieres? …



No dije ninguna palabra más, sorprendido, incrédulo y ciertamente estupefacto, me acomodé entre sus piernas, su chocho con vellitos por todo alrededor se veía demasiado invitante, apoye mi glande entre sus estrechos labios y no hubo caso de hacerlo entrar, probé hasta cuando mi verga se dobló y lance un chillido de dolor:



—¿Qué te pasa? … ¿No puedes hacerlo? …



Sonya me miraba preocupada de verdad y en sus ojos había un brillo similar al de Claudia cuando quería ser follada, no podía dejar pasar esta oportunidad única que se me presentaba.



—¡No! … no es que no pueda … sucede que estás muy estrecha … sería más conveniente si tú vienes sobre mí, de ese modo tú misma puedes hacerlo entrar dentro de tu conchita …



—¡Oye! … ¿Qué te pasa? … ¿Quieres que yo te folle a ti? … Me parece que te estás haciendo el remolón … ¿No debe ser el hombre el que debe follar a la mujer? …



—¡Oh!, Sonya … entiende … no quiero hacerte daño y no quiero hacerme daño yo … por eso te digo que lo mejor es si tu estás sobre mí …



—Mira pequeño … y lo digo solo porque eres mi hermano menor … si no me quieres follar, entonces no lo haremos … ¿está bien? …



—¡Espera! … yo no he dicho eso … ahora déjame probar otra vez, pero me debes prometer que no trataras de escapar cuando te penetre … ¿de acuerdo?



—¿Qué estás diciendo? … no es la primera vez que lo hago … ¿sabes? …



—Lo sé … pero promételo …



—Eres muy divertido hermanito … nadie me había pedido algo así … está bien … lo prometo …



La hice que se recostara y coloqué un almohadón bajo sus nalgas para tener un ángulo de penetración optimo, luego me incliné a lamer su concha para humedecerla al máximo, Sonya jugaba con mis cabellos y gemía:



—¡Uuhhmmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … penétrame ya … dale … te quiero a ti …



Escupí en mi mano y mojé mi verga, luego apunté al rosado y estrecho coño de Sonya, apoyé el glande en su ojete vaginal y empujé con el peso de mi cuerpo:



—¡Aaarrrggghhh! … ¡Me estás rompiendo! … ¡Argh! … ¡Umpf! … ¡Ay! … Ay! …



El glande entro en ella y ensanchó sus paredes vaginales, yo sabía que no podía hacerlo de prisa, me detuve un largo rato mientras ella me daba golpes en mis brazos e intentaba escabullirse, pero la mantuve hasta que se calmó un poco y dejó de chillar y gritar y darme de golpes.



—¡Lo prometiste! …



Le dije y volví a penetrarla con otro par de centímetros.



—¡Pero me duele! … ¡Eres un salvaje! … ¡Ay! … ¡Ay! … ¡Te odio! … ¡Ay! …



—No te muevas y deja que tu chocho se acostumbre a mi polla … solo no te muevas …



Sonya comenzó a sollozar y se aferró a mi espalda, pero ya no luchaba, me tomo un par de minutos sentir que mi verga estaba casi por completo en su concha, comencé a moverme en círculos muy suavemente.



—¡Ay! … ¡Ay! … ¡Urgh! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ay! … ¡Oooohhhh! … ¡Mmmmmm! …



Mi hermana no cesaba de quejarse y gemir, pero sus piernas rodearon mi torso y sus talones se enterraron en mis nalgas, poco a poco aumenté mi velocidad y profundidad de mis estocadas.



—¡Oooohhhh! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Ooohhh! … ¡No lo vayas a sacar! … ¡Oooohhhh! … ¡No te detengas! … ¡Argh! …



Por fin Sonya comenzaba a disfrutar y sus uñas me arañaban la espalda y a ratos se enterraban, pero eso solo aumentaba mi impetuosidad y fogosidad, su cabeza se movía sin control y su cuerpo sudoroso se estrechaba contra mi pecho haciéndome sentir la dureza de sus pezones.



—¡Mmmmmm! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ssiii! … ¡Fooollame más fuuuerte! … ¡Estás revolviendo todo dentro de mí! … ¡Oooohhhh!



Me parecía casi increíble escuchar estas palabras y comencé a darle con todo, afortunadamente me había hecho una estupenda mamada, así que podía durar más y controlar mi propio placer, pero quería que para ella fuera lo más intenso de su vida, la quería adicta igual que a Claudia. Me agaché a sentir su aroma exquisito a besar su cuello, a lamer sus labios entreabiertos, seguí enterrando mi pija con fuerza en su apretadísima concha. Sus arañazos a mi espalda no cesaban, estaba con los ojos cerrados y una mueca entre dolor y placer, las venas de su cuello parecía que se iban a reventar, sus piernas se habían abierto de par en par y las había levantado ligeramente hacia arriba, sus manos y uñas se enterraban en mis glúteos y me empujaban más dentro de ella.



Si había que repartir premios a la gritona del año todos se los habría llevado mi hermanita, a veces eran ensordecedores por lo agudo y potencia, no hacía más que tirarme de mis caderas, espalda y glúteos en la desesperación por sentir más de mi polla dentro de ella.



Arqueó sus espalda empujándome con sus tetas en alto y comenzó a convulsionar, otra vez intentaba de escabullirse, sus chillidos y gritos se habían transmutado en bramidos bestiales.



—¡Mmmmmm! … ¡Argh! … ¡Me muero! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Me estás matando! … ¡Ssssiiii! … ¡Ooohhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …

Poco a poco Sonya se fue apaciguando, mi verga estaba todavía profundamente enterrada en su coño, comencé a acariciar sus cabellos y a susurrar en su oído palabras cariñosas:

—¡Eres fantástica y hermosa! … ¡Que rico que me haces sentir! … ¡Dulce hermanita mía! … ¡Tienes el coño más apretadito que Claudia! …

—¿Qué? … ¡Ya te follaste a Claudia? … ¿Cuándo?





Inmediatamente me di cuenta de mi error, Sonya se había como despertada de un golpe y comenzó a empujarme, entonces aproveché de sus empujones para yo menear mi pija en su concha estrecha:



—¡Aaaahhhh! … ¡Estúpido! … ¡Oooohhhh! … ¡Cretino! … ¡Mmmmmm! … ¡Cabrón! … ¡Ooohhh! … ¡Noooo! … ¡Noooo! … ¡No te detengas! … ¡Chupa coños! … ¡Desgraciado! … ¡Fooollaaameee! … ¡Ay! … ¡Ssssiiii! … ¡Me las vas a pagar! … ¡Cagón! …



Finalmente logré que ella se abrazara a mí y comenzara a gemir y a chillar otra vez; mientras la cogía a toda fuerza, mí cabeza era una vorágine de pensamientos sobre cómo corregir mí error, ya no sentía sus rasguños ni sus mordiscos, sabía que había cometido un error enorme y que ella me lo iba a reprochar y regañar con todos sus argumentos mojigatos y morales.



La follé hasta que se corrió y yo con ella, estábamos ambos entrelazados en un abrazo de piernas y brazos, ella de a poco se fue calmando, pero su ira había sido solo postpuesta, apenas tuvo un poco más de respiro, me dio un golpe en las costillas que me hizo saltar:



—¡Eres un ser asqueroso! … ¡Con tus dos hermanas! … ¿No te bastaba solo una de nosotras? … ¡Eres un sátiro infeliz! … ¡Ni te atrevas a tocarme otra vez! … ¡Ya veras cuando vuelva Claudia! …



—Pero Sonya … yo …



—¡No me hables! … ¡No te atrevas a dirigirme la palabra! … ¡Eres nada más que un ser deleznable! … ¡De la peor calaña! … ¡Mi hermanito! … ¡Puaj! …

Se levantó y se fue a la ducha, pero antes se volvió enfurecida:

—Cuando vuelva no quiero que estes aquí … agarra tus cosas y sal de aquí …



Luego se fue con sus hermosas tetas cimbrando y moviendo su culo de lado a lado. Muy hermosa mi enojadísima hermana. Ahora no me queda más que esperar a que regrese Claudia con Esteban, quizás ellos lograran calmarla en algún modo. Mi verga estaba enrojecida después de la follada a la estrecha conchita de Sonya. Había logrado mi objetivo, me había follado a mis dos hermanas, pero el precio me estaba saliendo demasiado alto. Teníamos todavía un par de días junto a Claudia, con ella no tengo problemas, pero lo sucedido con Sonya nublaba todo mi horizonte y me apesadumbraba mucho. Bueno es temprano todavía, así que cogí mi traje de baño y me fui a nadar.



Nadé hasta agotarme completamente, no me di cuenta de cuanto me había alejado, mirando hacia la playa noté una persona, pensé que era Sonya y que se había pacificado y quería fumar la pipa de la paz, esperanzado nadé hacia la playa. Poco a poco que me acercaba, me di cuenta de que era Claudia quien estaba en la playa haciéndome señas para que saliera. Agotado salí del agua con mi traje de baño estilando agua, Claudia se acercó:



—Pero ¿qué haces? … hace media hora que intento llamarte … a ratos ni siquiera te divisaba …



—¡Oh! … no me percaté de que estabas aquí en la playa … tuve un percance con Sonya y trataba de relajarme nadando un poco … pero creo que está vez metí las patas …



—Comienza a calmarte … ella me contó todo o casi … me dijo que le habías dicho de haber tenido sexo conmigo …



—No fue de propósito, hermanita … estábamos follando y se me salió …



—¿Te follaste a Sonya? …



—¿Por qué? … ¿No te dijo eso? …



—¡No! … no me lo dijo … ¡La muy guarra! …



Tomé la toalla que me extendía Claudia y comencé a secarme, ella se acercó a mí y me ayudaba a secarme y contemporáneamente acariciaba mis pectorales y mis muslos, hasta que se centró a tocar mi pene empequeñecido por el frio del agua de mar.



—Con esto te follaste a tu hermanita, ¿eh? …



—Sí … pero no estaba tan pequeñito … sabes … el frio …



—Y tú crees que si lo toco un poquito … así … ¿crecería? …



—El agua estaba bastante helada, ¿sabes? …



—Entonces tu piensas que se necesita algo más cálido, ¿eh? … ¿Qué tal si lo tomo en mi boca? …



—Si quieres probar a resucitarlo … ¡adelante! …



—probar nada me cuesta …



Claudia se arrodilló en la arena, me bajó mi traje de baño a las rodillas y se metió mi fláccido pene en su boca tibia comenzando una suave y lenta succión que me provocó más tiritones que la fría agua marina. Pronto sus chupadas empezaron a ejercer efecto y mi pene comenzó a crecer, a alargarse y engrosarse. Bastaron pocos minutos y mi polla estaba erecta en su plenitud, tiré la toalla sobre la arena y me senté con Claudia que no cejaba en su tarea de succión y caricias a mis bolas. Tiré de su remera hasta que logré quitársela, ella no portaba sostén, sus maravillosos y exuberantes senos colmaron mis manos, sus pezones durísimos, sus grandes areolas rosadas, su mullida y suave esponjosidad, sus pechos moviéndose como péndulos me subyugaban. Alargué mis brazos al máximo y le quité sus pantaloncitos. Su calva panocha estaba escondida entre sus muslos, pero mis dedos alcanzaron su tibieza y la hice gemir tocando su clítoris escurridizo.



Ella sabía de haber reanimado mi verga que estaba dura y dispuesta, así que se enderezo y me hizo recostar montándome inmediatamente a horcajadas, se apoyó en mis pectorales y jugando con sus caderas y pelvis, hizo que mi grueso glande embocara su hendedura vaginal, la cabezota de mi pene resbalaba alrededor de su boquete que emanaba fluidos y bañaba mi verga, de experta, sintió cuando se había bañado bastante con sus jugos y presionó su conchita contra mi pija haciéndola entrar en su vagina. Mientras mi pene horadaba sus carnes, Claudia echó su cabeza hacia atrás gimiendo y lanzando agudos grititos, sus uñas se enterraron en mis pectorales. Lo hizo entrar todo en ella, se acomodó sentándose sobre mis muslos y luego se movió como a balancín, después verticalmente enderezándose y poniendo sus manos en sus caderas, me cabalgó incesantemente hasta lanzar un grito liberatorio al momento de alcanzar su orgasmo.

Continua
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heranlu

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Vacaciones en Iquique - Capítulo 015
Se estremeció toda, gemía y bufaba en mi oído, temblaba con suaves movimientos copulatorios, se estrechó a mi presionando sus tetas, empujando sus duros pezones contra mi pecho:

—¡Uuhhmmm! … Te voy a echar de menos cuando te vayas … ¿sabes? … ¡Oooohhhh! … sí que voy a sentir tú ausencia … sobre todo en mi chochito … se siente tan bien y tan profunda tú pija hermanito …

—¿Sí? … y … ¿Qué vamos a hacer con esa loca de Sonya? …

—¿Ah! … no te preocupes mucho … yo hablé con ella … le pedí que me perdonara, porque yo te había obligado a jurarme que no dirías nada a nadie … así que me eché toda la culpa y le recordé que ella había sido injusta contigo … pues tú no tenías ninguna responsabilidad … creo que la convencí …

—¿Y tú dices que ella me perdonará? …

—La vi un tanto compungida y arrepentida de haberse enojado contigo … creo que lo hará … además, si sintió ya tú arnés de seguro querrá sentirlo de nuevo …

La vi con su respiración normalizada, tomé sus caderas y empuje mi verga fuerte dentro de su concha empapada, Claudia abrió sus labios en forma lujuriosa y volvió a apoyarse en mis pectorales y dejo que la follara con fuertes embistes que lograron hacerme explorar dentro de ella, Mi hermanita sintió mi esperma caliente rociando sus rosadas entrañas y se apretó a mí, gimiendo y accionando sus muslos y sus músculos vaginales para extraer hasta la última gota de mi semen, me dio un apasionado beso y me susurró al oído:

—¡Que rico que me follas, hermanito! … ¡Que rico que lo haces! …

Devolví su beso con la misma pasión acariciando su espalda y las redondas nalgas que se contraían sobre mi pija. Nos quedamos así por un largo lapso sintiendo las delicias de ambos.

—Creo que sería bueno que nos fuéramos a casa …

Me dijo Claudia levantándose y yendo a la orilla de la playa pata lavar el semen que escurría por sus muslos, me quedé mirando sus armoniosos glúteos que se movían rítmicamente con su andar, luego me levanté con mi traje de baño en mi mano y me lavé mi enrojecida pija que todavía perdía algunas gotas de lefa. Luego nos encaminamos de la mano hacia la casa.

Sonya estaba conversando con Esteban y cuando me vio vino hacia nosotros, me tomó de la otra mano y ahí estaba yo en medio a mis dos hermanas sin decir nada. Claudia me soltó la mano y se fue a abrazar a Esteban, este le dio un beso y al parecer sintió el sabor de mi verga en los labios de su novia, me miró y me regaló la mejor de las sonrisas, apuntando su dedo pulgar hacia arriba. Sonya lo miró, pero no dijo nada, apretó mi mano y me dirigió una de esas miradas suyas que ciertamente me confunden, porque puede resultar en algo bueno, como puede salir con alguna de sus recriminaciones y reproches moralistas, pero esta vez al parecer estaba verdaderamente consternada, con cierta aflicción tomó mi mano entre sus dos manos y las llevo a su pecho.

—¿Quieres perdonarme? …

—¿De qué estás hablando? … explícate …

—Sabes a lo que me refiero … me enojé contigo sin saber toda la historia … Claudia me contó cómo había sido todo el asunto … me siento como una idiota al haberte culpado por eso … ¿Me perdonaras? … ¿Volverás a dormir conmigo? …

—¡Ah! … ¿Tú te refieres a que me echaste de tu cama y de tu cuarto? …

—No seas idiota … sabes de lo que estoy hablando …

Claudia que estaba escuchando atentamente detrás de ella, levantó sus dos manos y me hizo señas de que tuviera cuidado y no hacerla enfadar, ya que sabemos el genio que tiene Sonya, así que inmediatamente le dije:

—Hermanita … jamás me enojé contigo … me puse en tu lugar y pensé que tenías toda la razón … no tengo nada que perdonarte porque no sabías todo … además, ya me había acostumbrado a la calidez de tu cama … es blandita, tibiecita y acogedora … estoy ansioso de volver a ella junto a ti …

Asombrosamente Sonya se colgó de mis brazos y comenzó a besarme con una algarabía increíble, quedé estupefacto cuando tomo mi rostro en sus manos y estampo sus labios en los míos, la tomé de la cintura y devolví su beso estrechándola a mi fuertemente.

—Eso se sintió muy bien …

Le dije tomando sus nalgas y apretándola contra mi verga que comenzaba a crecer, Sonya se restregó un poco contra mi verga:

—Ve a buscar tu saco … te espero en mi cuarto …

Claudia tenía sus manos juntas y mientras simulaba un aplauso, dijo:

—¡Chicos!, si ustedes se van a dormir, también nosotros los haremos … mañana deben regresar a Santiago, así que a descansar …

Las chicas se despidieron con sendos besos en sus mejillas, yo saludé a Esteban con un movimiento de mano y me fui a la terraza a buscar mi saco de dormir, cuando volví por el pasillo no había nadie, pero pasando por la puerta del dormitorio de Claudia, esta me salió al encuentro:

—¿La vas a follar? …

—Es lo que más quiero en este momento …

—Está bien … yo iré más tarde … espero la tengas muy caliente … Esteban también la quiere follar … y yo quiero hacerlo contigo unas cuantas veces más … ve ahora … ve donde ella …

Me dio un tierno beso en los labios, luego con unas palmaditas en el trasero me empujó hacía el cuarto de Sonya.

Sonya estaba en el baño cuando entré a su dormitorio, vi que sus vestidos estaban un poco esparcidos por todas partes, ella normalmente no es así, me estaba tratando de enviar un mensaje, pensé. Así que seguí las prendas y las fui recogiendo, ante la puerta del baño estaba su diminuta tanga. ¡Guau! Mi hermanita debe estar desnuda detrás de esta puerta, imaginé. Deposité todas las prendas sobre una silla cercana y empujé la puerta del baño entreabierta. Sonya estaba de pie frente al espejo, me daba la espalda, su espalda tersa, sus redondas y firmes nalgas, llamaron inmediatamente mi atención. Ella me vio por el reflejo del espejo:

—Entra … te esperaba … necesito me ayudes …

Entré un poco intimidado, no quería hacer nada que la disturbara e iniciase algún tipo de discusión y me mandara de carreritas a dormir afuera, pero su cálida y afable voz de hizo tranquilizar:

—¿Ah? … ¿Necesitas algo de mí? … ¿Qué quieres? …

—Me encanta como Claudia mantiene su chocho rasurado … yo nunca lo he hecho y me da un poco de nervio usar esa maquinita de afeitar … ¿Lo harías tú por mí? …

Se volteó y vi sus vellos púbicos que habían sido raleados a tijeras, pero se veían como mal cuidados.

—¡Oh! … me encantaría … pero debemos meternos en la bañera … así con el agua tibia se suavizan y es más fácil afeitarlos …

—Bueno … entonces quítate la ropa y yo llenaré la vasca … ¿te va? …

—Tus deseos son órdenes para mí, hermanita …

Comencé a desvestirme bajo la atenta mirada de Sonya, cuando metí mis dedos para bajar mis boxers, ella se inmovilizó mordiéndose su labio inferior y sus ojos pegados en el bulto que se escondía bajo mis shorts. Sonya abrió los ojos desmesuradamente cuando mi asta salto hacia afuera blandiendo el aire como un arma afiladísima y desafiante:

—¡Guau! … pero la tienes siempre a tiro tu pija …

—No soy solo yo … tú eres tan bella que me excitas al máximo …

Sonya levantó su mano derecha y metió su dedo índice entre sus labios sonriéndome sicalípticamente. Terminé de desvestirme y me metí dentro de la vasca sentándome en el fondo y deleitándome del agua tibia, el chocho peludo de Sonya me quedó a la altura de mis ojos.

—Entonces … ¿Dime que es lo que quieres? … explícate para entenderte bien …

Me miró un poco desenfadada y grácilmente levantó su pierna derecha apoyándola al borde de la vasca, luego empujó su pelvis hacia adelante mostrándome su sexo en todo su esplendor, su conchita de labiecitos cerrados y ligeramente hinchados, carnosos.

—¿Ves cuantos me crecen? …

—¡Eh1 … A todos nos crecen esos pelitos ahí …

—Sí. Pero he visto que Claudia mantiene su entrepierna, limpio, liso, suave y sin estos vellos …

—quizás ella se haya hecho depilar con el láser …

—No … me dijo que se afeitaba casi día por medio y que Esteban estaba siempre feliz de hacérselo … entonces yo pensé a ti …

—Yo nunca lo he hecho … pero creso saber cómo hacerlo … tengo habilidad para afeitar mi propia barba, así que será lo mismo con tus vellos …

Ella me miró con los ojos encendidos y llena de confianza, yo tomé el rasurador y la espuma de barba, con una esponja le eché correr un poco de agua sobre sus vellos. Ahora Sonya estaba con las piernas abiertas y estirando su piel con sus deditos, el espectáculo no me dejó indiferente y menos a mi verga que comenzó a palpitar, sus torneadas piernas, límpidas, blanquitas y preciosas, no tenían ni un solo pelo. Sus labios vaginales estaban ligeramente abiertos y se veía su húmeda y rosada piel de su delicado chocho.

—¡Oye! … fíjate en mis vellos … al interior de mi concita no hay pelos …

—Lo sé … jamás dejare de admirar tú belleza femenina … eres simplemente encantadora …

—Bueno … pero no te distraigas …

Sonya siempre reclamona y conociéndola, le cubrí todo su chocho con espuma, lo espalmé con mis dedos sin toquetearla mucho y luego pasé la hoja de afeitar sobre su monte de venus, pasada tras pasada su conchita comenzaba a perder todos esos oscuros vellos y emergía su piel albina con la marca de su bikini. Estiré sus labios vaginales uno a uno para tonsurar los vellos de los bordes, accidentalmente tocaba el interno de su chocho y ella apretaba sus muslos y después de un rato comenzó a emitir gemidos cada vez que mi dedo medio o meñique terminaba dentro de su conchita. Mi verga estaba dura que casi me dolía. Y ella se dio cuenta de ello.

—¿Cómo es que tienes siempre tu pija tan dura? …

Quiso saber mi hermanita mirando mi prolongada erección, consciente de su atención, aferré mi verga y estiré mi prepucio hacia atrás, haciendo emerger mi amoratado glande a forma de hongo, ella no pudo contenerse y con un dedo toco mi cabezota hinchada.

—Así tan durito … ¿No te duele? …

—Si quieres saber la verdad … me duelen hasta los cojones teniéndote así tan cerca … un cariñito me haría muy bien …

—¡Siéntate en el borde de la vasca! …

Dijo Sonya en modo casi perentorio, cómo sé que no hay que contrariarla, hice como me pidió, ella se acuclilló y comenzó a jugar con mi pene y una esponja, me bañaba, me enjabonaba y movía la esponja arriba y abajo, muy pronto me tenía al borde de un clímax delirante:

—¡Ay! Sonya … me vas a hacer que me corra …

Le dije advirtiéndola de mi inminente descarga, ella por respuesta me hecho harta agua con la esponja y agacho su cabeza para engullir mi pene casi a la mitad, hizo un carraspeo y algunas arcadas, sentí la estrechez de su garganta caliente, no pude resistir más y agarré su cabeza y follé su boca corriéndome a borbotones copiosos y calientes, ella luchó por un poco para alejarse, pero la mantuve con mi pija dentro de su boca hasta que descargué todas las andanadas de lefa;

—¡Cough! … Cough! … ¡Aaarrrggghhh! … ¡Cretino! … ¡Siempre haces lo mismo! …

No quise responder nada, solo pasé mi glande por su cara chorreando sus parpados y parte de su nariz, ella atrapó un par de gotitas con su lengua:

—¡Cuando vas a aprender! …

—Tú sabes cuanto me gusta hacerlo así …

—¡Pero a mi no! … ¡Estúpido! …

—¿Podemos continuar con el afeitado? …

—¡Umpf! … ¿Puedes continuar? … Estabas tembloroso … no me vayas a cortar con esa hoja …

—Por supuesto que no … estoy mejor que antes … estaba más tiritón antes de correrme en tu ardorosa y hermosa boquita …

—No te mofes de mi …

—No lo hago … eres esplendida y hermosa …

Finalmente, el ceño fruncido de ella se distendió y una mueca parecida a una sonrisa se dibujó en sus labios:

—¡Ya! … estupidín … termina lo que comenzaste …

—¿Lo quieres afeitado por completo? …

—Sí, por favor … lo quiero igual a cómo lo tiene Claudia …

Me volví a acomodar y a concentrarme en el bello chocho de Sonya, pasadas más, pasadas menos, afeite todo su coño, pero ella era peludita, tenía vellos en su perineo y alrededor de su minúsculo ano.

—¡Ya! … ¡Basta! … creo que está bien así … es suficiente …

—¿Estás segura? …

—Pero si está liso y suave como yo quería … ¿Qué más? …

—Espera …

Me levanté a buscar un espejo pequeño que estaba sobre la mesita y haciéndola abrir las piernas le hice ver las partes donde todavía quedaban algunos vellos rebeldes.

—¡Oh! … ¡Pero no se ven bien! …

—Está bien … pues rasúrame también esos …

—Pero debes abrir un poco más las piernas …

Sonya nuevamente apoyó una pierna en el borde de la vasca y las mantuvo abiertas, su chocho lucía impecablemente calvo, pero estos vellos estaban casi entre sus nalgas.

—Es mejor si te volteas y te agachas un poco …

—¡Uy! Que embarazoso …

—No veo otro modo de hacerlo …

—¡Ok! … ¡Ok! …

Así diciendo Sonya se giró y se agachó a noventa grados, su hermoso culo me quedó frente a mis ojos, con sus redondas y preciosas nalgas desafiantes a mi cuchilla afeitadora, cuidadosamente abrí esos firmes glúteos y comencé a rapar sus posaderas, me parecía hermosísimo su estrecho y estriado orificio anal, ella tembló cuando mi meñique trazó los rugosos bordes de su ojete. Mi maquinilla barrió con su hoja toda la espuma y la piel de sus nalgas y culo, haciendo desaparecer por completo los restos de vellosidad que quedaban.

—Ahora sí … tu entrepierna. Chocho y culito están suaves y depilados totalmente …

Le anuncié con cierto orgullo y satisfacción, luego mi dedo índice se insinuó adentrándose en su apretado recto.

—¡Uy! Tu culo es más apretado que el de Claudia …

—¿Qué? … ¿Has probado el culo de ella también? … ¡Pervertido! …

Otra vez mi lengua me había traicionado, ahora debía calmarla, porque Sonya parecía alterada y ella siendo tan voluble podría resolver de echarme otra vez y era lo menos que quería en esta nuestra última noche de vacaciones.

—¿Por qué te tienes que alterar cada vez que digo algo en referencia a nuestra hermana mayor? …

—¡No estoy alterada! … Pero al parecer tú y esa han hecho de todo y yo jamás me he enterado …

—Porque tú no eres ella … tú piensas diferente a ella … no sabes relajarte y disfrutar el momento …

—Y Claudia no se deja escapar una … ¿cierto? …

… se podría poner de ese modo … ella disfruta de lo que se le presenta … es más receptiva y goza de ello
Mi dedo continuaba en el ano de Sonya, ella se había enderezado un poco y mantenía su culo hacia atrás no alejándose de mi dedo intrusivo que penetraba su estrecho culo.

—Y tú te has aprovechado para romperle el culo … ¿verdad? …

—No … cierto que no … ella ya era bastante experimentada en eso … quizás lo hace con Esteban a menudo …

—¡Claudia es una puta de verdad! … y un pervertido como tú le da el gusto en todo … ¿verdad? …

—Ya te lo dije … ella es diferente a ti …

—Sí … somos diferentes … ella es más feliz que yo … ella no se guarda nada …

—Pero tú también puedes serlo …

—¿Sí? … ¿Y cómo? …

—Relajándote un poquito … no estar siempre a la defensiva como si el mundo estuviera contra ti … todos te amamos … nadie quiere hacerte daño …

—Que tierno que eres, hermanito … ¿Y podrías enseñarme como le hiciste el culo a Claudia? …

—Primero tienes que relajarte … y dilatar el ano …

—¿Cómo es eso? …

—Con cremita y con los dedos … te debo aplicar una cremita para suavizar y lubricar … después ir penetrándote con mis dedos … hasta dilatar tú ojete que permita penetrarte toda …

—Ven … vamos a la cama … allí tengo todas mis cremitas …



Nos fuimos al dormitorio, y yo caminaba detrás de ella sin poder quitar mis ojos de ese maravilloso culo y que ahora me aprontaba a rompérselo, iba a ser el primero en ese agujero caliente y virgen, no veía la hora de hacerlo y mi verga latía de placer anticipadamente, Sonya sintiéndose observada se giró y me regalo con una sexy sonrisa.



Una vez en su habitación, ella me pasó un frasco con crema, sumisamente se acostó boca abajo y abrió ligeramente sus piernas. Me arrodillé a su lado e inmediatamente puse un buen poco de crema en su estrecho y rugoso orificio.



—¡Uy! … está frio …



Dijo Sonya contrayendo los músculos de sus glúteos, espalmé un poco en sus nalgas y masajeé sus posaderas por completo antes de dedicarme por entero a su ojete anal. Sonya me lo agradeció relajándose y abriendo un poco más sus piernas. Entonces empujé mi pulgar derecho en su culo y luego lo reemplacé con mi pulgar izquierdo, seguí sobajeando sus nalgas con las palmas de mis manos, mientras mis pulgares alternadamente penetraban su estrecho orificio. Luego de un rato había espacio suficiente para mis dos pulgares dentro de su culo, poco a poco hacía presión hacia el externo para ir ensanchando su ano. Logré meter tres dedos de mi mano derecha en su apretado esfínter, con mi mano izquierda rocé la hendedura de su coño, Sonya emitió un largo suspiro seguido por gemidos y movimientos de su trasero. Entonces agregué mi meñique y los cuatro dedos de mi mano derecha entraba y salían de su culo, los gemidos de ella habían aumentado.



—¿Te duele? … ¿Sientes algún dolor? …

Le pregunté con cierta aprensión, ella entre gemidos contestó:

—No … se siente un poco extraño, pero no me duele …



Me respondió Sonya sin dejar de rotar su trasero y gimiendo en forma audible, entonces pensé que estaba lista, metí un grueso cojín bajo su vientre, luego le abrí un poco más sus piernas y tomando mi verga dura en mi mano, la dirigí al orificio recién ensanchado. Mi glande entro sin dificultad, ella se tensó cuando sintió que era mi pija la que se adentraba en su recto.



—Despacio, por favor … no me vayas a hacer daño …

Comencé e besar sus cabellos y su cuello mientras metía mis manos y atrapar sus tetas aplastadas a la cama, Sonya gemía cada vez más fuerte:

—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … nunca había sentido algo tan intenso … me está gustando … ¡Ssiii! … ¡Hazlo un poco más fuerte! … ¡Cógeme! … ¡Que rico como me rompes el culo, hermanito! …



Empujé con vehemencia hasta sentir que estaba por entero dentro de su recto, luego lo retiré casi por completo y lo volví a hundir en ella. Sonya alargó sus manos tratando de empujarme más dentro de su ano, entonces comencé a follarla con todo, duros y fuertes golpes y luego suaves y lento mete-saca pellizcando sus pezones y mordiendo su cuello como un vampiro.



—¡Ay! … ¡Ay! … ¡Ay! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Ssiii! … ¡Maaasss! … ¡Ssiii! … ¡Qué rico! …

Lánguidos suspiros y lascivos gemidos escapaban de la boca de Sonya que casi bramaba de lujuria bajo mis embistes a sus posaderas … en eso entró Claudia sonriendo de oreja a oreja …

—¡Hola, chicos!


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