Unas Cartas

heranlu

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Me siento particularmente bien, instalada en este centro Universitario que con tanto criterio seleccionaste para que yo pudiese continuar mis estudios. Es algo que debere agradecerte toda la vida, como he de agradecerte todas y cada una de las cosas que haces por mi , absolutamente todas.

Estoy rodeada del mejor ambiente y de todos los recursos que existen para llevar a buen termino mis estudios. Hay aquí magnificas instalaciones y los estudiantes son muy simpáticos y educados, me siento muy bien, pero tú sabes que ello no será suficiente para mitigar tu ausencia.

Considera , tía Seni, que prácticamente es la primera vez que nos separamos. Recuerdo con particular aprecio la ultima vez, que tan sólo por tres días, me marché a ese campamento de vacaciones de mi colegio al cual insististe que fuera. Yo cumplía 18 en ese momento y tu dijiste que era bueno que comenzara a hacerme independiente.

Cuando volví , con la piel totalmente abrasada por el sol quedaste alarmada al contemplarme y me pediste que fuera hasta tu cuarto para que pudieses aliviar mis dolores con una crema que tú tenías. Estoy segura que lo recuerdas y sabes por qué al igual que yo.

También en eso fuiste sabia , querida Seni. Me dijiste que me desnudara y yo lo hice con premura dándote la espalda, sobre la cual esparciste la crema como un movimiento suave y ondulante. Sentí tu mano acariciándome y una sensación placentera fue invadiéndome, sobre todo cuando acariciabas mis hombros.

Tú no parabas de hablar y allí en medio de esas palabras dijiste una frase que nunca he olvidado.

Eres una mujer muy hermosa- dijiste - y luego vino un largo silencio que yo supe respetar.

Luego ,lentamente me hiciste girar para que quedara frente a ti .

Allí vi que tenias como un pudor de verme . Me mirabas al rostro evitando poner tu mirada sobre mis pechos, firmes , de pezones dilatados que se proyectaban hacia ti , quedando muy cerca de tu hermoso rostro.

Sin mirarlos pusiste crema entre ellos y comenzaste a acariciarlos , lentamente ejerciendo una suave presión, sin percatarte que mis pechos insolentes eran la única parte junto con mi vientre, que no había recibido la acción directa del sol.

Yo no te dije nada , sonreía y disfrutaba tus caricias que deben haber sido las primeras caricias que conscientemente me brindaste como mujer.

Me hiciste girar otra vez . Estabas sentada en un taburete y yo de pie ante ti. Sentí ambas manos tuyas sobre mis caderas y la crema hacía más suave aún la curva ondulante de mi grupa de potranca joven .

Mis nalgas estaban allí a centímetros de tu cara y deberías estar viendo cada uno de mis poros o de mis vellos diseminados por mi desnuda geografía.

Habías continuado hablando sin detenerte y yo estaba tan excitada con tus caricias que realmente no supe nunca qué era lo que me estabas diciendo , solamente tu discurso llegaba a mí como un sonido permanente y lejano mientras tus manos me acariciaban, y cuando una de ellas se aventuró entre mis muslos y adelantándose entre ellos se apoderó de mi sexo, se produjo tu silencio y yo me quedé paralizada por el formidable impacto de tu caricia que me estremeció hasta mis profundidades.

Solamente nos quedamos paralizadas y en silencio unos segundos y luego me di vuelta para mirarte. Jamás olvidare tu rostro. Estabas encendida, tus hermosas mejillas habían sido invadidas por el rubor , tus labios estaban humedecidos e insinuantes, pero lo que más me impactó , fue el brillo de tus ojos, que veía por primera vez, era imposible desviar la vista de ellos , era una mirada que quemaba ,pero por sobre todo que parecía hundirse allí justamente en el centro de mi vientre que no dejaba de latir.

Entonces te pusiste de pie y cubriéndome con la gran toalla azul me dijiste:

Esta bien ... es suficiente.

Recuerdo tía Seni , que al mediodía te fuiste al centro de la ciudad y ya era tarde en la noche cuando volviste a nuestra casa.

Venías alegre y despreocupada , serena y hermosa. Te recibí con un abrazo y te ofrecí algo de beber y nos sentamos en la sala dispuestas a conversar.

Te miraba soberbia en tu belleza de mujer en la plenitud de su madurez. Siempre me ha gustado tanto mirarte porque siempre me ha gustado ser como tú , causar ese impacto que causas en los hombres, esa pasión desesperada con que te miran , ese deseo que despiertas que parece poder tocarse en el ambiente.

Creo que esa noche te diste cuenta de la forma cómo te miraba ,porque de pronto te pusiste de pie y de alguna manera que no recuerdo bien, porque estaba embrujada mirándote, me dijiste que si tú me habías visto completamente desnuda por primera vez como mujer adulta, tú considerabas que yo debiera verte a ti de la misma manera.

Acto seguido, con una rapidez inusitada, te despojaste de toda tu ropa y te quedaste desnuda allí a un metro de mi vista, solamente instalada sobre tus tacones que de esa forma ayudaban a proyectar en el espacio la belleza sobrecogedora de tu cuerpo.

En los primeros momentos me quedé paralizada. Jamás pensé que fueras realmente tan impactantemente deseable. Tu cuerpo entero ejercía en ese momento sobre mi una atracción magnética que apenas podía resistir. Tus pechos subían y bajaban en forma casi imperceptible y tus pezones divinos brillaban como dos dedos diabólicos que necesitaban ser acariciados. Tenías los muslos levemente cruzados y de esa forma la línea de tus caderas lucía más insinuante.

Yo me puse de pie para mirarte con detalle , en forma audaz, anhelante y descomedida , a veces pienso que esa noche te deseé como hembra por primera vez sin entender aún bien lo que eso significaría más tarde.

Hundí mi mirada en el vértice de tus piernas y sentí como mi propio vértice se arrancaba bajo mis calzones y cómo se humedecía y luego me senté en el borde del sofá y tu grupa quedó al alcance de mi mano pero no te toqué. Creo que tus nalgas me enloquecieron, eran perfectas , redondas , tersas , sanas inmaculadas, delineando una hendidura llena de secretos maravillosos. Yo me habría abalanzado sobre ellas y mi lengua se habría apoderado de todas sus líneas y de todas tus sinuosidades rindiéndote todos los homenajes, pero no me atreví a nada porque te estaba adorando.

Un impulso venido del futuro, seguramente, se apoderó de mí y te estreché en mis brazos mientras mi boca encontraba la tuya para aprender y me diste la primera lección de amor . Tus besos me aturdieron , me mataron y me revivieron, tu lengua tomó posesión de mí y esa noche supe que te pertenecería para siempre .

Nada más pasó esa noche... nada más que las promesas que lentamente yo misma fui depositando en mi mente para ir desgranándolas una a una durante el bendito tiempo que nos quedaba por vivir.

Perdona tía querida , estos recuerdos , pero tengo que hacerlo porque de alguna manera tengo que mantenerte aquí junto a mí.
Esa noche cuando el primer placer mío contigo se había calmado, recuerdo que te dije que era hora que te fueras a tu cuarto. Me besaste de nuevo en la boca y me quedé sola en la sala. No me vestí , me quedé desnuda, no tenía sentido vestirse y el ambiente estaba tibio. Cuando ese primer orgasmo dejó de recorrerme y ya calmada, me fui a mi cuarto y por la puerta entreabierta del tuyo vi que tu leías antes de dormir.

Me metí en la cama y no intenté dormir, porque sabía que no podría hacerlo. Había dos razones para ese insomnio. Una era la visión de tu cuerpo desnudo, directo y absoluto en mi cerebro. Yo nunca te había visto desnuda desde cuando eras una chica. Tu figura de mujer adulta allí frente a mí y la suavidad infinita de tu cuerpo en mis manos, me había perturbado de tal forma que nunca he vuelto a verte de otra forma que no sea deseándote.

Fue ese deseo el que habría de llevarme a vagar por la ciudad y fue ese deseo el que me llevó a desnudarme para ti, porque de alguna manera tenía que decirte que así como yo te sentía una hembra deseable quería que tu supieras que en eso somos idénticas y que mi cuerpo gusta de ser visto y tocado, admirado y deseado.

La otra razón era el sabor de tus besos gratuitos , porque yo no te los pedí. Fuiste tú quien me los dio haciéndome estremecer hasta mis mayores profundidades y esa noche latí por primera vez para ti como tú sabes que puedo hacerlo y tenía que consumirme sola porque temía aturdirte.

Así estaba yo en mi cama, querida Mercedes, ardiendo desnuda, sin poder soportar mis sabanas , revolviendo mi pasión sobre mí misma mientras la luz de tu cuarto se apagaba y yo sentía cómo te dabas vueltas en la cama seguramente sintiendo la misma pasión secreta que yo aún no me atrevía a asumir. Habíamos vivido un contacto, pero nada nos habíamos dicho, ni una palabra que pudiera acercarnos íntimamente y yo, como mujer madura, tenía muy claro cada uno de mis deseos, pero no estaba dispuesta a romper tu mundo, sino únicamente si tú te dabas cuenta. Pero estas reflexiones eran buenas para vivirlas de día, serenamente, pero no para invadir totalmente el cerebro y el cuerpo de una mujer quemándose por todas partes.

Recuerdo que esa noche, como en una hermosa pesadilla ,sentía tu voz llamándome y me imaginaba tu cuerpo ardiendo como el mío y un sudor intenso corría por mi piel y mis manos buscaban entre mis piernas la forma de calmarme, la forma de mantenerme amarrada a mi lecho para no correr hasta tu cuarto.

De pronto, al parecer me dormí, pero fue solamente un momento para luego despertar como en un estado febril, en medio del cual, como obedeciendo a un impulso incontrolable, salí de la cama y me encontré de pie en medio de mi cuarto. Mis pechos se agitaban y bajo la luz tenue que entraba por mi ventana, pude ver mis pezones morenos inmensos, pero yo estaba estática ahí , paralizada, con las piernas apretadas conteniéndome a mi misma y sintiendo los latidos definitivos de mi sexo desesperado.

Miré hacia el corto pasillo que me separaba de tu cuarto, solamente eran dos metros , dos metros del placer supremo, dos metros del éxtasis ,dos metros para concretar algo que seguramente vivía en mí desde meses. Un sonido se me instaló en los oídos y sentí que mis pies se movían ya sin poder controlarlos, ya no era posible detenerme , llegaría hasta ti llevada por esa fuerza irresistible y caería sobre tu cuerpo amado . Mi sexo en ese momento era algo vivo desde afuera hacia adentro y desde adentro hacia afuera y vibraba agitando sus labios . Me sentía desfallecer y en medio del silencio logré afirmarme en el borde la puerta. Aferrada a ese borde pude mantenerme para no caer , abracé la puerta poniéndola entre mis piernas y sus fríos contornos encontraron los labios separados de mi sexo que se apretaron a ella como descansando. Mi sexo era una fuente sin final y me deslicé por la puerta como si fuese tu cuerpo y la sentí dura entre mis labios y me moví para recorrerla diciendo tu nombre en el más profundo silencio , Mercedes mía.

Fui cayendo lentamente, afirmándome cuanto podía, recibiendo los golpes de ese orgasmo formidable con el cual te estaba haciendo mía sin tocarte y me apreté los pechos hasta el dolor para no gritar mientras me hacía un nudo sobre la alfombra del pasillo sin que tú lo supieras.
Querida tía Seni. No te puedo negar, porque me conoces, que tu ultima carta me ha hecho vibrar como tú sabes que puedo hacerlo. Es un hermoso recuerdo el que tenías guardado, sobre todo que me lo cuentas en forma tan real.

Tengo que admitir que en ese mismo tiempo yo experimentaba en mi mente y sobre todo en mi cuerpo tal cantidad de estímulos que se me hacía difícil ordenarlos y procesarlos, simplemente respondía a ello con mi fogosidad que despertaba como un huracán.

Cuando te despedías de mí y sentía el ruido de tu auto alejándose de la casa me metía desnuda en tu cama, que aún mantenía tu tibieza y te imaginaba conmigo. Sobre todo que esa cama tenía tu perfume de mujer y tu olor de hembra. Esos olores me embriagaban de una manera tan poderosa que ahora me doy cuenta que llegaba a tener orgasmos ( en ese momento no lo sabía) tan sólo con esos estímulos.

Allí estaba , a veces, más de una hora, con mis solitarias fantasías . Un día recuerdo que mi excitación llegó al límite, porque antes de meterme en tu cama, encontré sobre las sábanas unos calzones tuyos, con los cuales al parecer habías dormido. Los llevé a mi rostro y los olía con pasión. Estaban húmedos aún, con tu humedad y entonces me los puse. Fue como sentir tu sexo junto al mío y me acaricié con ellos para que mis líquidos se encontraran con los tuyos y me sentía feliz porque te tenía conmigo.

Yo tenía una idea muy difusa de cómo habría de ser el amor íntimo entre dos mujeres. Solamente sabía que yo te deseaba, que quería tener tu cuerpo de alguna manera y quería darte el mío de una manera similar , pero no sabía cuál era esa manera. Tenía claro que no podría ser como con un hombre , sino diverso.

Así las cosas, tía querida , al igual que tú, me consumía de ardor deseando chupar tus pezones, acariciar tus nalgas hermosas, besarte el cuerpo entero , descubriendo los rincones de tu sexo con mi lengua y deseando que tú hicieras lo mismo conmigo. Así también imaginaba mil formas de excitarte hasta que no pudieras resistir, pero luego ninguna de esas cosas me atrevía a hacerlas, de modo que fue entonces que cifré todas mis esperanzas en nuestro viaje de vacaciones a ese lugar maravilloso que tú habías seleccionado en aquella playa tan hermosa como lejana.

Nunca me dijiste si todo eso lo planificaste en forma detenida o fue producto de la espontaneidad pero como haya sido la verdad es que estuvo perfecto. Tú eres perfecta . Te quiero tía Seni.

Recuerdo que en la piscina me dijiste que iríamos por la tarde en una especie de mini tour cerca de las cataratas con un grupo de turistas. A mí en principio no me agradó la idea porque mi gusto era estar sola contigo, pero tú estabas muy entusiasmada. El lugar era selvático y salvajemente hermoso, cálido y sombrío.

Recuerdo que caminamos subiendo y bajando algunas colinas y de alguna manera nos fuimos alejando del grupo hasta darnos cuenta que nos habíamos perdido. Casi como con miedo, pero riendo por la aventura, nos tomamos de la mano para caminar entre los matorrales espesos y cerrados. Así caminamos unos diez minutos hasta que nos dimos cuenta que estábamos cansadas.

Como pudimos nos tendimos en la hierba que expelía un intenso perfume , yo me tendí a tu lado y te miré. Tenías transpiración en las mejillas y brillo en los ojos y entonces el pensamiento de mis días y noches de fantasía se apoderó de mi mente con violencia inusitada y una corriente liberadora se apoderó de mi cuerpo impulsándome sobre ti. Fue una liberación y un descubrimiento y me sentí llegando por fin al lugar donde siempre había querido estar. Busqué entonces tus labios que se me dieron generosos.

Al parecer, era lo que tú estabas deseando, porque fue la primera vez en que vi tu adorable despertar . Rodamos suavemente sobre la hierba y quedaste sobre mí, buscando mis pechos que se te brindaron firmes y ardientes. Casi con violencia los sacaste de mi sujetador al tiempo que liberabas los tuyos y ellos se buscaron en un juego diabólico en que nuestros pezones hacían maravillas. Ya estábamos en la locura , no nos habría importado que nos hubiesen sorprendido . Yo busqué tu sexo bajo tus calzones y lo encontré ardiente y destilando esos adorables jugos con los que empapé mis dedos para llevarlos a tu boca y besarnos. Tú subiste mi falda y me sacaste los calzones a lo que yo te ayudé , y entonces me mordiste los pechos y luego los englobaste en tus manos y te fuiste deslizando por mi vientre y yo supe lo que harías, porque hacía cien noches que lo estaba deseando y separé mis muslos para ti . Sentí tus mejillas entre ellos y luego tu lengua maravillosa separando mis labios que se te abrieron dóciles y palpitantes.

Sentía tu lengua entre ellos ocasionándome placeres desmedidos y dolores que te brindaba gustosa. Tus dientes aplicaban deliciosas torturas en mis labios mayores mientras tu lengua se habría camino hacia mi interior y entonces comenzamos a dar algunos gritos.

Nadie podría oírnos y si así hubiese sido no nos habría importado porque estábamos en nuestro otro mundo.

Nunca te lo he dicho, Seni querida, pero yo deseaba que esa tarde en medio de ese bosque me hubieras destruido, me hubieras desgarrado, hubieses dejado en mi sexo una huella imborrable y definitiva y por eso me agitaba bajo tus caricias y por eso cuando sentí como mi tubo ardiente mordía tu lengua con contracciones rítmicas de fuerza desmedida y tú te agitabas en el paroxismo, sentí que mi río , mi primer río manaba de mí para que tu boca supiera que te pertenecía para siempre.

Nunca he sabido por qué reíamos tanto mientras nos poníamos los calzones, al menos tú, porque te quedaste con los míos besándolos como si fuese un amuleto.

Tú eres una mujer callada , de silencios , pero de gritos de modo que perdóname si así, silenciosamente te llega mi evocación y quizás en la lejanía , sí me quedo en silencio pueda escuchar tu grito en la noche, como lo escuché esa tarde en el bosque en medio de tu orgasmo y el mío. El primero consciente. El de mi principio el día que me hiciste tuya.​
 
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