Una Tarde de Piscina - Capítulos 001 al 003

heranlu

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Una Tarde de Piscina - Capítulos 001 al 003

Una Tarde de Piscina - Capítulo 001




Aquel verano, mis padres alquilaron por un par de semanas una casita cerca de la playa. Se preocuparon mucho de que tuviese piscina, ya que nuestra familia tenía cierta vena nudista y preferían que, además de en la playa, pudiésemos tomar el sol y bañarnos desnudos con tranquilidad, alejados de miradas extrañas.

Una de las primeras tardes de aquellas vacaciones, mientras yo me bañaba en la piscina, mi hermana y mi madre tomaban el sol. Mi madre, Lucía, se acercaba ya a los cincuenta, pero tenía un bonito cuerpo, con unos pechos generosos y caderas amplias que la hacían un buen culo. Mi hermana Paula, por su parte, había heredado las tetas de mamá, aunque su delgadez juvenil la hacía más atractiva.

No era ni de lejos la primera vez que se mostraban desnudas delante de mí. Ver sus cuerpos tostarse al sol era algo natural para mi, no les hice mayor caso y me dedique a nadar, largo tras largo en la piscina. .

Mi padre, tras levantarse de la siesta llegó hasta ellas.

-Bueno, idos a la habitación – oí decir a mi hermana al cabo de un rato.

Cuando miré, una de las manos de mi padre estaba sobre el pecho de mi madre. Ella acariciaba su pene erecto. Esa visión sí me excitó. Sentí que mi polla endurecía.

-Perdóname por dejarme llevar por la pasión -respondió mi padre con burla.

-A lo mejor es que le da envidia – añadió mi madre entre risas.

-Si, lo que no se es quién le da envidia – dije yo desde el agua.

Hacia unos meses, mi hermana había confesado a mis padres su bisexualidad. Toda la familia la apoyamos, por supuesto. Mientras fuese feliz, a nosotros nos daba igual con quien compartirse su vida, siempre que la tratase bien. Incluso, de vez en cuando, nos permitimos hacer una broma, como yo acababa de soltar.

Ella me miró furiosa mientras mis padres seguían besándose. Me fijé en que mamá comenzaba a pajear a papá con lentitud.

En casa el sexo siempre ha sido algo normal, hablábamos libremente de ello y de nuestras experiencias. Incluso nuestros padres nos aconsejaban sobre tal o cual práctica, si salía el tema. Pero esa era la primera vez que veíamos a nuestros padres así.

-Bueno, vale ya, ¿no? -dijo mi hermana.

-La niña tiene razón, Pedro -dijo mi madre. Su voz sonaba excitada-. Vamos a la habitación.

-Vale. ¿No os queréis venir? -dijo mi padre medio en broma.

Aquello nos chocó. Yo estaba con el pene a punto de reventar por ver a mis padres así. Tan excitado que ni me lo pensé.

-¡Vale!

Mi padre sonrió. Mi madre, supongo que demasiado caliente para dejarse llevar por el remordimiento, nos hizo un gesto y se encaminó al interior de la casa.

-Bueno, yo también iré – dijo mi hermana.

Mientras íbamos a la habitación aproveché para secarme.

En cuanto llegamos mis padres se tumbaron en la cama y comenzaron a besarse y sobarse. Sus gemidos me ponían casi más que sus gestos. Empecé a acariciar mi polla de pie. Mi hermana se sentó junto a ellos en la cama, acariciaba con suavidad su raja.

-¿Quieres venir, cariño? -dijo mi madre mirando los ojos de mi hermana entre jadeos.

Por respuesta, Paula se acercó retando hasta la boca de mamá. Ambas se besaron apasionadas, jugueteaban con sus lenguas, se lamian cariñosamente la cara, acariciaban sus pechos y los apretaban con suavidad. Mi padre se apartó y apoyó la espalda contra la pared del cabecero de la cama. Comenzó a pajearse mirando a las chicas.

-Ven, siéntate aquí -me dijo.

Me senté a su lado, apoyado en la pared. Los dos nos pajeamos mirándolas. Mamá se puso sobre Paula y frotó su cuerpo con el suyo. Sus tetas aplastaban las de Paula, ambas gemían fuera de si.

-¿Nos hacemos una paja el uno al otro? -susurró papá.

-Valee -No me hubiera podido resistir a nada en aquel momento. Estaba demasiado caliente.

Agarré con delicadeza la polla de mi padre. La sentía latir bajo mis dedos. Comencé a subir y bajar al mismo ritmo con el que él me masturbaba a mi.

Paula abrió los muslos de mamá y, con una sonrisa pícara, entrelazó sus piernas con las de ella hasta que los coños de ambas quedaron pegados. Luego las dos se movieron lentamente, sin dejar de gemir. Oía el chapoteo de sus rajas al frotarse y unos jadeos tan intensos que no pude controlarme.

-Ufff -solté. No aguanté más y me corrí.

-Qué pronto -dijo mi padre decepcionado.

-Es que eso me ha puesto mucho -me excusé. Con los ojos señalaba a las dos chicas, que hacían la tijera, ajenas a nosotros.

-Te la podía haber comido -soltó mi padre como si tal cosa.

Me excitó pensar en eso. Habría tiempo para aquello, pero decidí tomar yo la iniciativa. Me agaché frente a su pene y comencé a lamerlo. Oí sus gemidos de placer y, al fondo, a Paula y mamá follándose. Cerré los ojos para concentrarme mejor. Lo metí en mi boca, sentí el calor que manaba de él. Moví mi cabeza hacia delante y hacia atrás para chupar. Era la primera polla que me comía, pero estaba tan poseído por el deseo que ni siquiera pensé en eso. Mi único objetivo era mamar, me aseguré bien de ensalivar su polla.

Pegué un respingo cuando sentí a mi madre junto a mí. Ella me besó. Nos comimos la boca con el rabo de mi padre entre muestras lenguas. Con el rabillo del ojo vi que Paula se morreaba con papá.

Mamá acarició mi polla, que volvía a ponerse dura, sin dejar de chupar.

Yo bajé por el cuerpo de mamá. Me detuve a lamer sus tetas. Mordisquee sus pezones hasta hacerla gemir. Luego me encamine a su coño. Lamí sus labios. Como con papá, me aseguré de dejarla bien ensalivada.

Ella corrigió su postura. Se tumbó junto a papá. Mi hermana comenzó a chupársela a él. Me excitó mucho pensar en cómo estábamos. Papá y Mamá juntos, besándose, mientras Paula y yo les hacíamos oral.

Escuchaba los chupeteos llenos de saliva de mi hermana en la polla de papá mientras mamá me apretaba la cabeza. De reojo vi como Paula chupaba sin usar las manos, solo con la boca. Mamá movía enloquecida sus caderas contra mi. Yo no dejaba de lamer, la vida me iba en ello. Sentí como se corría bajo mi lengua hasta quedarse extasiada.

Lógicamente, yo ya estaba duro de nuevo. Busqué con la mirada a Paula, que me guiñó un ojo con la boca llena. Me puse detrás de ella y acaricié su rajita con mi glande. Ella gimió cuando se la metí. Poco a poco.

Fui subiendo el ritmo. Ella movía su culo contra mi cintura, nuestras carnes chocaban y emitían un plas-plas, solo ahogado por los gemidos que dejábamos escapar..

-Mmmm me corroo -dijo mi padre.

Paula dejó que el semen entrase en su boca y siguió chupando hasta que papá terminó. Luego, sin que mi polla saliese de ella, se incorporó un poco y, mirándole a los ojos con cara llena de vicio, dejó escapar el semen de su boca. La leche resbalaba por su barbilla y caía, gota a gota por sus pechos.

Yo, loco de excitación agarré sus tetas y la llevé contra mi. La bese desde atrás, nuestras lenguas juguetearon con el semen espeso de mi padre entre ellas.

-Joder con los jóvenes -dijo mi madre entre risas.

Todos sonreímos.

-Uff os habéis corrido todos menos yo -dijo Paula con un falso lamento que no disimulaba lo caliente que estaba.

-La niña tiene razón, Lucía -dijo papá.

Con un gesto me indicó que me apartase. Aunque estaba follando como loco, obedecí. Papá y mamá abrieron sus piernas y comenzaron a lamer entre los dos su coño. Paula lanzaba gemidos y jadeos bestiales.

Mamá me miró cómplice y movió su culo para ofrecérmelo. No lo pensé y clave mi polla en su coño desde atrás. Estaba tan mojado que se deslizó con suavidad hasta el fondo. Me centré en el precioso culo de mi madre, lo acaricié y le di un azote suave que respondió con un gemido de satisfacción.

-Uff jodeeer. Me corroo -dijo mi hermana cuando los espasmos invadían su cuerpo.

Quedó rendida durante un rato. Tanto que parecía dormida.

En cuanto terminó con mi hermana, mi madre se recolocó. Se puso encima de mi y comenzó a cabalgarme. Yo apreté su culo. Ella se movía al ante y atrás con la maestría que otorga la experiencia. Sus tetas se bamboleaban tanto que no pude resistirme a apretarlas con fuerza. Ella gimió extasiada al sentir mis manos en sus pechos.

-¿Te gustan mis tetas, cariño? -dijo ella con una voz tan excitada que casi hizo que me corriese.

-Mmmm si, mamá -me puso mucho llamarla así mientras me follaba.

A ella también debió ponerla a cien, porque me respondió con un largo gemidos y un jadeo que anticipaba un orgasmo inminente.

Se tumbó sobre mí. Sus movimientos eran más cortos. Pero sentir sus tetas contra mi pecho y cómo buscaba mi boca, desesperada me puso demasiado. Volví a poner las manos en su culo y me moví, como pude bajo ella. Nos morreamos con las lenguas fuera de la boca, lamiéndonos el uno al otro.

Papá puso su polla en medio y gimió como loco al sentir nuestras lenguas en ella. Sentí como se ponía dura de nuevo.

-Venga, cabrón, fóllame -dijo mi madre fuera de si. Me quedé sorprendido, pero vi que se dirigía a mi padre. Ella, mientras tanto, se separó de mí. Dio la vuelta y puso su coño encima de mi cara. Yo abrí la boca para sacar la lengua, pero al ver de pronto el rabo de mi padre entrando en ella, por un segundo dudé.

-No, hijo. Tu chupa tranquilo -dijo papá mientras comenzaba a embestir a mamá.

Sentí como mamá me la comía. Su boca cálida en mi polla, llenándome de saliva. No me lo pensé y comencé a chupar como un loco. Busqué su clítoris, abultado por la polla de mi padre dentro de su vagina. Luego pasé mi lengua de arriba abajo hasta llegar al pene de papá, empapado por los flujos que manaban del coño de mamá. Estuve así un rato, dejándome guiar por la reacción de mi madre. Cuando sentí en su cuerpo que el orgasmo estaba cercano, redoble mis esfuerzos con la lengua. Papá hizo lo propio y la clavó más duramente. Un gemido entero y el temblor de su cuerpo nos hizo saber que se había corrido. Papa entonces sacó su polla por un instante y me la ofreció.

Sin dudarlo abrí la boca y la metí dentro. Oí sus gemidos de placer y sentí una lengua más que acariciaba mis testículos. Supuse que Paula ya habría descansado y quería volver a la fiesta.

Papá volvió a follarse el coño de mamá y durante unos minutos estuvimos los cuatro compartiendo placer.

-Me corro, putaa– advirtió papá al cabo de un rato.

-Si, cabrón. Córrete dentro -respondió mi madre.

Sentí como la dejaba en lo más profundo de mamá y, durante unos segundos no la movió. Sólo dejó que latiese. Luego la sacó y mamá se incorporó un poco.

Un chorro del semen de papá cayó directamente sobre mi cara. Mamá, que había dejado de chupármela para dejar toda mi polla a Paula, abrió su raja con los dedos y dejó que más leche me manchase la cara antes de retirarse.

Yo me quedé, por un momento, quieto. Sentía la cara pringosa, manchada. Paula subió por mi torso. Sentí sus peones duros en la piel. Cuando llegó hasta mi cara, me lamió viciosa. Sentí que me pajeaba, así que yo también busque su coño con las manos. Ella abrió las piernas para que pudiese llegar mejor.

Cuando recogió suficiente semen con la lengua, me besó. Yo lamí su lengua pringosa como un cerdo. Nos intercambiamos nuestra saliva y algo más.

Conseguimos corrernos más o menos juntos. En cuanto noté que era presa de los espasmos, me excité tanto que no pude evitar correrme al poco. Nos quedamos un minuto en silencio, con las caras pegajosas, uno al lado del otro, jadeando al unísono.
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Una Tarde de Piscina - Capítulo 002


Después de nuestra primera tarde de sexo, los cuatro decidimos que durante aquellos días, seguiríamos disfrutando de unas vacaciones de incesto y morbo. Después volveríamos a la normalidad y no volveríamos a hablar de lo sucedido. Todos estuvimos de acuerdo, era lo más sensato. Paula y yo ya éramos lo suficientemente maduros como para distinguir entre sexo y amor y, no voy a negarlo, aquello nos ponía mucho. Poder disfrutar sin límites con mi familia y cumplir mis fantasías, era algo increíble.

Los siguientes días fueron una sucesión de orgias y polvos esporádicos entre cada uno de nosotros. Acabamos conociéndonos de otra manera, aprendimos lo que nos gustaba y, en mi caso personal, dejé libre una bisexualidad que aún tenía escondida. Me gustaría compartir con vosotros alguna de las historias sueltas que sucedieron.

Una mañana, sin saber porqué, desperté antes de lo normal. Un vistazo al reloj me confirmó que aún era temprano y todos estarían durmiendo. Una idea cruzó mi mente. Me levanté y de puntillas fui a la habitación de mis padres. Entré sin hacer ruido. Ellos dormían desnudos, sin taparse con la sabana por el agobiante calor que nos azotaba aquel verano, así que les tenía a mi disposición.

Me agaché sobre el coño de mamá y empecé a lamer. Pasé mi lengua una y otra vez por su raja hasta que la oí gemir. Entonces abrí más sus muslos. Un aliento cálido surgió de ella, sentí el olor de su chocho que me hizo salivar.

-Uff, Pedro -me excitó que pensase que era mi padre. Él respondió con un mm aún somnoliento, sin saber que yo estaba comiéndome el coño de su esposa. De mi madre.

Pronto acabó por despertarse a base de mis lametones.

-Buenos días, mamá -dije con la lengua fuera. Metí dos de mis dedos por su vagina, ya húmeda y lubricada.

-Buenos días, amor -respondió ella, dejándose hacer.

Cuando estaba muy caliente, me dijo:

-¿No te quieres follar a mamá?

Ni lo pensé. Me colé entre sus piernas y con mi glande, acaricié la entrada de su coño. Ella apretó mi culo y se la clavó. Comencé a moverme encima de ella mientras nos besábamos.

-Joder, cómo os despertáis -dijo mi padre, aún tomado por el sueño.

-Aah.. El chaval, ya ves -dijo mi madre entre jadeos.

Papá se levantó y salió de la habitación.

-Ahora eres mía -dije en cuanto marchó.

-Síi. Soy tu puta, cabrón -me dijo. Cuando se excitaba mucho nos insultaba así a papá y a mi. Eso me ponía a cien.

Luego se puso a cuatro y, desde atrás, la penetré. Me encantaba hacerlo así con ella. Podía disfrutar de su culazo y azotarla a placer, le ponía muy cachonda cuando nos sentía golpear sus nalgas de aquella manera. Agarré su pelo y tiré su cabeza hacia atrás. Ella gimió de placer y empezó a mover sus caderas como loca. Acertaba a ver sus tetas bamboleándose al ritmo de mis embestidas.

Desde la habitación de mi hermana nos llegaron los gemidos y los gritos de excitación de Paula y papá.

-¿Te quieres correr dentro de mamá? -me preguntó con una voz irresistible.

-Síii.

Hasta ahora no me había corrido dentro. Ella tomaba la píldora, como mi hermana, pero aún no había surgido la oportunidad de hacerlo en ninguna de las dos.

-Ufff yaa -dije cuando noté que estaba a punto.

La clavé lo más profundamente que pude y la dejé quieta. Pero para mí sorpresa, mamá siguió moviendo sus caderas. Me follaba mientras jadeaba extasiada. Yo me dejé hacer.

-Si cabrón -dijo en cuanto empecé a eyacular.

Luego se separó de mí. Se tumbó boca arriba y abrió sus piernas. Vi como mi propio semen rezumaba de sus labios y manchaba la sábana. No tarde en agacharme frente a ella y lamer su clítoris con furia. Antes, eso sí, pasé mi lengua por sus labios y recogí con mi lengua retazos de mi leche.

En cuanto se corrió. Subí hasta su boca y comenzamos a morrearnos. Ella puso el semen que resbalaba de mi boca en sus tetas, se colocó encima de mí y me dio de desayunar sus enormes tetas pringosas por mi esperma.

Creo que el siguiente capítulo que os querría contar sucedió aquella misma tarde. Habíamos ido a la playa y, al llegar, yo me estaba duchando. Papá entró en el baño sin avisar y se metió en la ducha conmigo.

-¿No te importa, verdad? -dijo.

-No, claro -respondí. Tampoco podía hacer más.

Hasta entonces, mi padre y yo solo habíamos coincidido si, por lo menos, una de las chicas estaba presente. Pero tan pronto como él acarició mi pene, supe que aquello iba a cambiar. Yo respondí masturbándole con lentitud. Nos besamos bajo la ducha, mojados, pegando nuestros cuerpos. Yo agarré con firmeza su culo y él hizo lo propio. Nos pusimos muy calientes y empezamos a aumentar el ritmo de nuestras pajas.

Me puse de rodillas frente a él. A pesar del agua y el gel, el olor de su rabo me llegó a los más profundo de la nariz. Empecé a chupar.

-Uff que bien la comes.

Animado por sus palabras me la metí en la boca. Bebí del agua que me entraba en la boca por su pene. Paladeabs el sabor salobre del agua de mar en la que se había bañado aquella tarde, pero, sobre todo, sentía el calor de su rabo dentro de mi. Boca. Le masturbaba lento, procuraba llenarle el tronco del pene de saliva. Sentía como se volvía loco por mi mamada. Recordé a mi hermana, ella siempre nos la comía sin manos. Aparté mis dedos y trabajé solo con mi boca.

-Ufff -dejó escapar cuando me sintió hacerlo.

Yo agarré sus nalgas con fuerza y llevé mi boca delante y detrás. El me acarició el pelo y con suaves movimientos, guio mi felación.

Cuando sentí que se iba a correrse lo saqué de la boca y lo masturbé frente a mí hasta que, con un largo suspiro, acabó echándomelo en la cara.

Luego me levanté y él me dio la vuelta. Sentí su pene todavía duro contra mis glúteos. Con su mano derecha me pajeaba, con la otra acariciaba mi pecho, pasó las yemas de sus dedos por sus pezones. Me besaba en el cuello.

-Ah, papá, vas a hacer que me corra – dije.

No tarde en hacerlo. Luego nos limpiamos el uno al otro y salimos de la ducha, como nuevos.

La última historia de este relato ocurrió un par de días después. Habíamos ido a una playa algo alejada que nos habían recomendado y nos habíamos quedado a cenar en el pueblo de al lado. Volvíamos en coche, de noche, por una carretera secundaria. Había poca iluminación y éramos casi el único coche de la vía.

Mi hermana y yo íbamos en los asientos traseros. Ella aún llevaba un bikini que realzaba sus pechos perfectos. Yo no la quitaba ojo, estaba pensando en cómo me la iba a follar en cuanto llegásemos. Todavía no había surgido la manera de correrme dentro, pero me prometí a mi mismo que de aquella noche no pasaba.

De pronto ella se sacó las tetas del bikini.

-¿Así mejor? -me preguntó. Sin duda había visto que la miraba.

-Sí – respondí excitado.

Comencé a apretar sus tetas. Pase mis dedos por los pezones, que sentía ponerse duros al apretarlos. Aunque se había duchado en la playa, aún sentía el tacto áspero de la arena y la sal en su piel.

Ella se inclinó hacia mi y nos morreamos. Los besos de Paula eran muy calientes, le gustaba usar la lengua fuera de la boca. Te besaba con lentitud, te lamia y se retiraba un poco para volverte loco. Además, jugaba con sus manos y acompañaba todo con gemido y susurros que me ponían muy cachondo.

Papá y mamá nos miraban a través del retrovisor. Paula abrió sus piernas y yo aproveché para meter la mano en su bajador. Su coño estaba húmedo, noté como sus labios se abrían para mi.

Ella se quito el cinturón de seguridad y se puso encima. Comenzó a frotarse con mi paquete. Nos besamos muy calientes. Sus tetas se aplastaban contra mi pecho. Ella llevó su mano a mi bulto y, a tientas, consiguió sacarme la polla.

-Uff hermanito, me encanta tu polla.

Apartó suavemente la parte de debajo de su bikini y se la metió. Gemí al sentirla dentro, tan suave que apenas encontré resistencia.

-Joder y yo conduciendo -dijo mi padre al vernos así.

-Anda, espera -dijo mi madre.

Atisbé cómo se inclinaba sobre él y, aunque no podía verlo, por los ruidos que hizo no me cupo duda que empezaba a mamársela mientras conducía.

Paula se movía lentamente por el poco espacio que había, pero eso me gustaba, deseaba sentirla pegada a mi. Yo apretaba con fuerza su culo con las manos, redondeado, firme. Perfecto. Pasó su lengua por mi mejilla y me susurró al oído, tan cerca que sentí que su aliento cálido me hacía cosquillas:

-Méteme un dedo.

Supe al momento lo que quería decir y, como buen hermano, hice lo necesario para satisfacerla. Abrí sus nalgas y busqué a tientas su ano con la yema de mis dedos. Metí mi índice, lentamente. Ella gimió al sentirlo y se detuvo. Yo, con mucha lentitud, lo saqué y lo metí.

-Aah, así -me susurraba ella. Volvió a cabalgarme, muy lentamente.

-Quiero correrme en tu coño -dije.

Ella se apartó. Por un momento temí que aquello la hubiera asustado. Pero cuando vi que se sentaba a mi lado, con las piernas abiertas y me agarraba de la camisa para que fuese con ella, vi que me equivocaba.

Me quité el cinturón lo más deprisa que pude y me puse entre sus piernas. Me agaché para besarla mientas metía mi polla dentro, apartando su bañador. Ella se acomodó para que pudiese entrar mejor. Follamos así un rato, yo apretaba sus tetas, ella jadeaba.

Escuché a mi padre lanzar un largo gemido y los ruidos bucales de mi madre me dijeron que se había corrido.

Paula me abrazó por la nuca y pegó mi cara a la suya.

-Me tienes loca, cabrón – dijo con la voz rota de la excitación.

Yo respondí sacando mi lengua y entrando en su boca. Ella se dejó hacer. Luego recorrió mi espalda con la yema de sus dedos y clavó sus manos en mi culo. Me apretó con fuerza y empezó a moverme. Yo hice caso de sus indicaciones y seguí el ritmo que me marcaba. Le gustaba duro, que la embistiesen con fuerza hasta lo más profundo de su ser.

Cuando estuve a punto de correrme, la dejé denteo de mi hermana. Ella me abrazó con las piernas y recibió mi corrida con unos espasmos que me dejaban adivinar que estaba en medio del orgasmo.
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Una Tarde de Piscina - Capítulo 003

Nuestras vacaciones llegaban a su fin y, aunque nos apenaba que nuestros días de orgias incestuosas fuesen a terminar, habíamos decidido dejar eso atrás. Habían sido unos días inolvidables que habían unido a nuestra familia y nos permitieron aprender mucho sobre nosotros mismos, pero todos habíamos acordado que lo mejor era que, tan pronto como abandonásemos esa casa, no volviésemos sobre aquellos pasos. No obstante, la última noche decidimos despedirnos a lo grande.

Después de cenar pronto, fuimos a la habitación de papá y mamá. Desnudos, empezamos a comentar las fantasías que cada uno queríamos cumplir antes de marcharnos.

-Yo quiero que me hagáis una doble penetración -dijo mi hermana.

No hay que decir que papá y yo estuvimos encantados con la propuesta. La única duda fue saber qué posición íbamos a ocupar cada uno.

-Bueno, mejor que lo decida Paula -comenté yo. Papá y Paula asintieron.

-Tengo una idea mejor -dijo mamá-. ¿Por qué no os haceis una paja el uno al otro? El último en correrse decide por dónde la mete.

Todos estuvimos de acuerdo. Papá y yo nos sentamos al lado y, como la primera tarde, nos masturbamos el uno al otro. Decidimos hacerlo lentamente, poco a poco. Aquello no era una competición, era un momento de placer sublime. No había prisa ni ambición por ganar, solo el deseo de complacer a los demás y didfrutsr. Me encantaba sentir el rabo de mi padre en mis manos, latiendo bajo mis dedos mientras él me lo hacía a mi.

Paula y mamá no se quedaron quietas. Comenzaron a besarse con la lengua fuera, apretaron sus tetas, lamieron y mordisquearon sus pezones. Nos miraban de reojo, sonriendo, sabiendo que nos estaban poniendo muy calientes. Después se tumbaron para hacer un 69 ante nuestra atenta mirada.

Finalmente, perdí. Me corrí antes que papá aunque, con el semen aún fresco sobre mi vientre, sentí el tacto cálido de la corrida de mi padre en la mano. Por poco, pero había perdido.

-Bueno, yo me pido por el culo -dijo mi padre mientras nos limpiábamos.

Sonreí. Prefería tener a mi hermana frente a mi, disfrutando de su coño y, sobre todo, con su boquita juguetona al alcance. Pero antes, teníamos que recuperarnos y, como buenos hombres, aprovechamos para satisfacer a las chicas.

Paula y mamá se tumbaron una junto a otra con las piernas abiertas, entrlazadas. Yo metí mi cabeza entre los muslos de Paula. Me encantaba su raja, jugosa, con unos labios preciosos y, sobre todo, muy sensible. Me asaltó el olor irresistible, cálido que manaba de ella.

Papá y yo comenzamos a lamer sus coños. Yo ya había aprendido que a Paula le gustaba que dibujase círculos con la lengua sobre su clítoris, muy lentamente hasta que, poco a poco iba moviendo mi lengua cada vez más aprisa. En aquel momento, si le metía un par de dedos, ella lanzaba un suspiro eterno. Los músculos de su cuerpo se tensaban a medida que la yema de mis dedos alcanzaban el punto rugoso en el interior de su vagina, justo debajo de mi lengua.

-Eso es, así, hermanito -me decía cuando subía el ritmo -Joder, me encantaa.

De fondo oía a papá comiéndoselo a mamá. Sorbía sus flujos, lameteaba como un perro sediento. Mamá se retorcía de placer.

-Eso es cabrón, así, así -estaba como loca.

Las dos se corrieron casi a la vez. Luego, mamá embadurnó la polla de papá con lubricante. Paula se puso encima de mi. Mi polla entró sin problemas. Mi hermsna comenzó a moverse. Acompañamos nuestros movimientos con los jadeos. Yo apreté aquellas tetas que me volvían loco. Papá llegó desde atrás y comenzó a besar su cuello, yo abrí sus nalgas para que el pene de papá pudiese entrar.

Vi que la cara de mi hermana se contorsionaba en rictus de dolor y placer.

-Ahh joder -decía.

-¿Te duele?

-Un poco, pero sigue.

Muy poco a poco, papá y yo comenzamos a follarla. Movimientos lentos, suaves. Los tres gemíamos al unísono. Papá apretaba los pechos de Paula desde atrás, yo su culo. Sentía como mi padre la penetraba.

Al poco tiempo fue Paula la que se movió. Los hombres nos quedamos quietos mientras ella movía sus caderas. Jadeaba como si no hubiese un mañana. Con los ojos cerrados se esmera a en moverse para clavarse nuestras pollas, su cara reflejaba el vicio y la lujuria que la poseía. Los brazos clavados como columnas sobre el colchón, al lado de mi cara. Así estaba preciosa, no pude evitar lanzarme a comerle la boca. Ella, ensimismada en darnos placer, casi no me respondió, pero se dejó hacer.

-Así, puta, así, fóllate a esos carbones -dijo mi madre, que se masturbaba a nuestro lado.

-Mmmm síiii – respondió ella. Noté qué aquel comentario la había puesto muy cachonda. No iba a tardar en correrse.

-Joder, que puta eres, hermanita – dije para calentarla más.

Ella respondió con un largo gemido. Papá me apartó las manos de las nalgas de Paula para azotarla. Oí el choque agudo de la carne. Paula dejó escapar un largo suspiro acompañado de un síiii eterno.

La sentimos temblar entre nuestros cuerpos cuando se corrió. Se quedó extasiada, tumbada sobre mí, incapaz casi de moverse. Papá se apartó. Yo todavía seguía dentro de mi hermana. La abracé y comencé a darle pequeños besos en la mejilla. Notaba como respiraba profundamente encima de mi.

Papá se aseguró de limpiarse bien antes de seguir. Mamá se abrió de piernas para él. Empezaron a follar, se intercambiaron insultos embargados por la calentura.

Cuando Paula estuvo recompuesta, se tumbó boca arriba, yo entre sus piernas. Papá y mamá follaban a nuestro lado. Las dos parejas estábamos haciendo el misionero. Jadeando como un solo ser, gimiendo. Paula me azotó el culo.

-Fóllame, cabrón -me gritó.

Yo me agache sobre ella. La bese muy sucio, con la lengua fuera, lamiéndonos el uno al otro. Cuando me aparté ella seguía con la boca abierta, los ojos sedientos. Dejé escapar algo de mi saliva sobre su boca. Cuando cayó entre sus labios, cerró los ojos y dejó escapar un gemido de placer. Yo apreté su cuello con la mano, no demasiado fuerte, pero si firmemente.

-Joder, dame más duro -dijo.

Yo obedecí como buen hermano. La clavé hasta lo más profundo de su cuerpo. Los gemidos ahogaban el chapoteo de nuestros cuerpos y el sonido húmedo de mi rabo penetrando su coño mojado.

Me moví rápido, tensaba los músculos por el esfuerzo, jadeaba sin control. A mi lado papá la clavaba igual en el coño de mamá.

De nuevo, yo me corrí antes. Paula recibió mi esperma con una sonrisa de placer. Luego me acosté a su lado. Mi pene y su vagina aún rezumaban líquido viscoso.

Nos besamos con dulzura hasta que, por sorpresa, papá se quitó de encima de mamá y se acercó a nosotros. Cuando quisimos reaccionar, ya se estaba corriendo en nuestras caras. Paula entonces recorrió mi rostro con su lengua juguetona y luego me pasó el semen de mi padre con la lengua. Yo la besé, lentamente, saboreando la sustancia espesa que se mezclaba con su saliva.

Una vez hubimos descansado unos minutos, fue mamá la que habló. Ella nos había confesado que, en realidad, ya no tenía fantasías por cumplir. Una larga trayectoria de sexo y un marido que se esmeraba en complacerla, habían agotado a lo largo de los años su lista de cosas pendientes. Pero eso no significaba que fuese a quedarse sin nada que pedir aquella noche.

-Quiero que tú y tú -nos señaló a mí padre y a mi- me lo comáis.

Papá y yo abrimos sus piernas. Juntamos nuestras lenguas en su raja. Yo presionaba sobre su clitoris, sabía que aquello la volvía loca. Papá pasaba de abajo a arriba con su lengua y, cuando llegaba hasta mi, jugueteaba. Imité los sonidos sucios de mi padre y, poco a poco, aquello se fue convirtiendo en una competición de sorbidos y gemidos cerdos que ponían muy cachonda a mamá.

-Ven aquí, zorra -dijo mamá a Paula con una voz rota por el calentón-. Dame de comer.

Paula, obediente se puso sobre mamá y dejó que sus tetas colgasen sobre su cara. De reojo podía ver el culo y el coño de mi hermana. Su rajita aún dejaba escapar alguna gota de mi semen y en su ano se intuía alguna rojez por la polla de papá.

Papá me distrajo de aquella visión cuando metió su lengua en mi boca. Yo respondí, pero me aseguré de estimular el clitoris de mamá con mi dedo.

-Mmm dame tu coño -soltó mamá.

Paula se sentó sobre la boca de mamá. Vi como la lengua de mi madre pegaba lametones en la raja de mi hermana. Me puso mucho saber que estaría saboreando los restos de semen que aún quedaban en ella.

-Aaaah síiii mamá. Cómete el coño de la zorra de tu hija -dijo Paula.

Papá y yo volvimos a centrarnos en dar placer a mamá. Los dos dibujamos círculos con la lengua por su clitoris mientras cada uno penetraba su vagina con un dedo. Acompasamos nuestros movimientos. Sentíamos como mamá disfrutaba. Gemía con la boca llena, Paula no dejaba de jadear. Nosotros nos esmeramos en mover nuestras lenguas más deprisa, a veces nos lamiamos sin querer el uno al otro, pero estábamos empeñados en dar placer a la mujer que nos volvía locos.

Cuando se empezó a correr seguimos lamiendo con la misma intensidad. Alargamos su orgasmo hasta que nos resultó casi eterno. Ella se retorcía bajo nuestras lenguas, trataba de retirar sus caderas para que no siguiesemos, pero nuestra determinación era firme. Continuamos estimulandola.

-Me corro mami -anunció Paula entre jadeos mientras mamá gemía desconsolada.

Al final dejamos en paz a mamá cuando sentimos que su orgasmo ya se había agotado. Paula se retiró de su boca y, por unos momentos, quedó rendida, respirando con profundidad.

-Joder, sois unos cabrones -acertó a decir. Todos soltamos una carcajada.

-Yo no me voy de aquí sin follarme ese culo -soltó mi padre cuando aún estábamos respirando. Acariciaba mis nalgas.

Yo me asusté, era la primera vez que me iban a penetrar y, la verdad, no me atraía demasiado la idea, pero estaba muy caliente. Mi hermana me acarició la cara.

-Te va a encantar, ya verás.

Me puse a cuatro mientras papá se echaba lubricante. Primero metió un dedo y lo movió, luego otro. Con delicadeza fue abriéndome, yo gemía, era muy placentero.

Luego acarició mi ano con su glande y, poco a poco lo metió. Dolía, pero a la vez me gustaba, sentía que mi polla dura sufría espasmos a cada movimiento de mi padre.

Poco a poco fue subiendo el ritmo. Acariciaba mi cintura, mis nalgas.

-¿Te gusta, cabrón? -me dijo.

-Mmmm me encanta, papá.

Paula se puso junto a mi, comenzó a morrearme. Las embestidas de papá me lanzaban sobre su boca abierta. Con la lengua trataba de jugar con la suya. Luego puso frente a mi su precioso coño. Yo empecé a lamer como loco miéntras mi padre me follaba. Trataba de centrarme en dar placer a mi hermana, pero los movimientos de mi padre me llevaban de aquí para allá.

Al final, Paula decidió agarrar con fuerza mi cabeza. Frotó sus labios con mi boca. Yo saqué la lengua y me dejé hacer. Me sentí usado, con mi padre follándome el culo y mi hermana usando mi boca. Me encantaba.

-Mmmm pajeame -conseguí decir. En realidad hablaba a mi padre, pero mamá, que tampoco tenía nada que hacer, se agachó para masturbarme.

Me sentí en el cielo. Era el centro de atención, toda la familia pendiente de mi, dando y recibiendo placer. Y sobre todo, disfrutando del coño de Paula, que me volvía loco. Sus jugos resbalaban por mi barbilla. Ella, cachonda, no dejaba de jadear.

-Mmmm joder que putita estás hecho, hermanito -me dijo.

Aquello me puso a cien. Lancé un largo gemido y redoblé mis esfuerzos con su coño.

Sentí que papá me la sacaba y, al poco noté una lluvia cálida que caía sobre mí espalda. Mamá entonces se puso justo detrás de mí y apartó las manos de Paula de mi cabeza. Me incorporó y acabé de rodillas mientras me pajeaba desde atrás.

Paula que lanzó un gritito de desesperación y calentura al sentir que me separaban de ella se puso de pie sobre la cama y volvió a pegar su raja a mi boca, apretando e la cara contra ella. Sin las embestidas de mi padre pude centrarme en darle el placer que merecía. Ella se movía frente a mi, como si me follase la boca, yo lamia como un cerdo. Con las dos manos agarré su culo y la llevé contra mi. Mamá me pajeaba con fuerza desde atrás.

En cuanto sentí los espasmos de mi hermana al llegar al orgasmo, eyaculé de nuevo. Lancé un chorro potente sobre las sabanas que descargó toda mi energía, porque acabé rendido por el cansancio.

Desperté al cabo de un rato sorprendido. Ni siquiera había caído en que me estaba durmiendo. Papá, mamá y Paula bebían unas copas y charlaban en susurros a mi lado.

-Hombre, ya se ha despertado la bella durmiente -se burló Paula.

-Venga, ¿un último polvo? - sugirió papa.

Como es natural, todos asentimos. Nos tumbamos los cuatro sobre la cama y nos fuimos calentando. Papá apagó la luz. No veíamos nada, solo sentíamos, manos que nos acariciaban sin saber quién era su dueño. Una lengua que te lamia y entraba en tu boca. La carne bajo tus dedos que sentías tibia. Palpé un pezón en la oscuridad y supe que era de mamá. Una mano comenzó a mssturbarme lentamente, luego sentí como la polla de papá crecía bajo mi mano. Gemidos y jadeos. Fue hermoso.

Cuando ya estábamos cachondos, mi madre dijo:

-Venga, hijo, follate a tu madre por última vez.

Papá volvió a encender la luz, aquello había que vivirlo con todos los sentidos. Mamá se había puesto a cuatro delante de mí. Me acerqué a ella y acaricié su espalda, luego la metí. A nuestro lado papá y Paula follaban en la misma posición.

Los hombres las penetramos mientras ellas trataban de besarse, una junto a la otra. Papá azotó mis nalgas.

-Eso es, hijo. Follate bien a esa perra.

-Mmm síii. Tu dale polla a la zorra de mi hermana.

Las chicas gimieron de placer. Luego, mamá y Paula me tumbaron boca arriba. Paula se puso sobre mí polla y empezó a cabalgarme. Mamá se sentó sobre mí boca. Yo lamí desesperado su coño mojado. Sentía a las dos mujeres de mi vida disfrutar conmigo, dándome placer. Extendi mis manos por el cuerpo de mamá hasta agarrar firmemente sus tetas, palpé sus peones duros, los pellizqué con fuerza. Sus gemidos ahogados y ensalivados me dijeron que papá había puesto su rabo entre ellas y disfrutaba con una mamada doble.

Mamá se corrió sobre mi boca. Paula llegó al orgasmo cuando papá agarró su cabeza y comenzó a follarsela. Mamá se había puesto detrás de ella y acariciaba su clitoris mientras yo me movía bajo su cuerpo.

-Eso es cabrón - decía mi madre-. Follate la boca de esta zorra.

Luego papá y yo nos pusimos de pie, ellas arrodilladas nos la mamaban. Se metían nuestros glandes en la boca, se besaban a través de ellas. Papá y yo nos morreábamos mientras nos acariciamos.

Nos corrimos sobre sus caras. Ellas compartieron nuestro semen y juguetaron con él. Papá y yo nos unimos en un beso familiar, lleno de saliva, leche y los flujos que salieron de sus coños. Fue un final grandioso.

Al día siguiente, abandonamos la casa al rato de desayunar y volvimos a nuestro piso en la ciudad. No volvimos a hablar sobre aquellas dos semanas de frenesí orgiastico.

Aunque no me cabe duda que, a menudo Paula piensa en ello cuando la oigo ahogar sus gemidos por la noche. Y estoy seguro que papá y mamá se calientan el uno al otro por las noches cuando están a solas y se ponen cachondos al pensar como tenían a mi hermana y a mi para satisfacerlas.

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