Una Relación Peculiar

heranlu

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Marta es una ama de casa de cuerpo voluptuoso, unos pechos grandes y suaves, al igual que su culo, es algo gordita, pero aun así tiene una figura envidiable parala mayoría de mujeres de su edad, a sus 47 años sigue siendo el centro de atención cuando sale a la calle. Es alta, mide 1.73m y es una mujer hermosa, de pelo lacio castaño largo.

Marta está a buena hora de salir, se debe ver con sus amigas a las 02:00 p.m. así que no se apresura en arreglarse, se toma su tiempo para vestirse con ropa cómoda, que no resalte mucho su cuerpo puesto que solo quiere ir a divertirse un rato con sus amigas y olvidarse de las miradas de extraños, todo esto entre que ve su celular para ver las noticias de Facebook.

Por otra parte, se encuentra en la sala Daniel, jugando Xbox despreocupado, no insultando a la pantalla por el juego como lo llegan a hacer otros de sus amigos cuando juegan, sino que se le ve calmado, concentrado, reclinándose de vez en vez al frente para concentrarse más y soltando rara vez palabras entre labios cosas sobre el juego.

Daniel es el hijo de Marta, 18 años tiene, es un chico delgado, de 1.65m, juega de vez en cuando Voleibol, pero prefiere más quedarse en casa a jugar. Daniel es un chico de buen ver, le gusta tener el pelo corto, es algo introvertido, pero suele verse o jugar con su grupo íntimo de amigos. A simple vista es un chico que no se ve que cause problemas, que ayuda en casa y es de buenas notas, quien lo conoce se da cuenta que es amable y de modales, educación que su madre le inculco desde muy pequeño.

Marta se separó hace ya casi un año de su esposo y se quedó en casa con su hijo, ya que la casa es de ella, heredada por sus padres, así que todos estos meses ambos han estado viviendo relativamente en calma… porque bueno, las cosas cambiaron un poco.

Ya son las 01:15 p.m. Marta se encuentra lista para irse, así que, sin prisa, toma su bolso y baja a la planta baja, en su camino a la puerta principal se detiene un momento en la entrada a la sala, ahí ve a su hijo jugar y le dice.

—Ya me voy hijo, deje la ropa tendida, subes a revisarla más tarde y cuando esté seca la bajas, no me tardo, te aviso cualquier cosa hijo.

Daniel, sin dejar de prestarle atención a su juego le contesta calmadamente.

—Si mamá, te vas con cuidado.

—Si hijo— le contesta Marta, retomando su camino a la puerta que da vista directa a la sala, ahí se detiene y busca en su bolso las llaves, pero no las encuentra, y mientras busca entre las cosas de su bolso; de repente suena el sonido de unas llaves, Marta levanta la cabeza y ve hacía la sala, ahí está sentado Daniel, viendo hacía la televisión, sin dejar de ver su juego, tiene el control en una de sus manos, apoyado en sus piernas, y en la otra mano levanta las llaves de su madre enseñándoselas.

—¿Buscabas esto mami? —

Daniel gira hacía su madre, deja el control en el sillón y camina lentamente hacia ella.

—¡Ay! perdón hijo, perdón, perdón, perdón— repetía su madre para disculparse —Pero ya te había dicho antes que iba a salir con mis amigas, solo será un par de horas o 3, no me tardo nada amor.

Marta avanzaba un poco hacía Daniel que se venía acercando, pero se detiene. Marta y su hijo quedan frente a frente, se vuelve más notorio la diferencia de edad, altura y complexión, ya que Marta es una mujer grande y Daniel delgado. Quedan unos segundos mirándose frente a frente, Marta con una mirada más sumisa y de arrepentimiento y Daniel con la mirada firme mirándola hacía arriba, en eso le contesta.

—Me tienes que volver a pedir permiso cuando salgas de casa.

—Pero… — dijo Marta, con voz suave, sumisa y algo confundida. —Hace 2 días estuve 3 horas convenciéndote de dejarme salir, pensé que era suficiente con eso, ya me habías dado permiso, hice todo lo que me pediste e incluso el día siguiente igual…

—Arrodíllate— dijo Daniel, interrumpiéndola.

—Pero…

Daniel le suelta una cachetada a su propia madre, no con fuerza, pero si autoritaria.

—Arrodíllate— repitió Daniel, sin dejar de mirar a su madre a los ojos.

Marta se quedo unos segundos en silencio, mirando a su hijo, con cara inocente, pero notándose que sus pupilas se dilatan.

—Si hijo— dijo Marta mientras lentamente se arrodilla ante su hijo, que aun sostiene las llaves en una de sus manos.

Marta queda sumisa ante su hijo, frente a él, ahora mirándolo a él hacía arriba.

—¿Qué esperas mamá, es acaso que no quieres tus llaves?

Marta comenzó a desabrochar el pantalón de su hijo, se los bajo completamente dejándolo en bóxer, pero Daniel con tremenda erección poco le faltaba para romperlos; finalmente los bajó igual y quedo a la vista la polla erecta de su hijo apuntando hacía su cara, a pocos centímetros, mirándola como si fuera la primera vez que la haya visto así, pero claramente no era la primera vez.

—Adelante mami, chúpale la verga a tu hijo, gánate tu permiso puta.

Marta miró a su hijo un momento, para después tomar la verga de su hijo entre sus manos, pensativa, con dudas de si hacerlo o no, cuando claramente lo deseaba, y finalmente, puso sus labios en el glande de su hijo y le dio unos besos de forma tierna y amorosa, con cada beso la verga de Daniel daba pequeños saltos por la excitación.

Daniel dejó caer las llaves al suelo, acariciando suavemente con ambas manos la cabeza de su mamá. —Así mamita, quiero que te lo comas— Daniel lentamente acerca la boca de su madre a su verga erecta, Marta sigue con los labios cerrados besando la verga de Daniel pero inevitablemente por el esfuerzo de su hijo, termina abriendo su boca, introduciendo poco a poco su verga en su boca, haciendo soltar suspiros a su hijo. Le estaba dando una mamada a su propio hijo en medio del pasillo solo para que le diera permiso de salir.

Marta movía su cabeza con delicadeza, introduciendo y sacando la verga de Daniel con amor y ternura mientras él la acaricia.

—¡Ay! mamita— dijo Daniel en un espasmo de excitación —me encanta tu boquita, es tan húmeda y calientita, me encantas.

—¿Me perdonas hijo? — dijo Marta sosteniendo la verga de su hijo y meneándola un poco, mirándolo a los ojos aun arrodillada.

—¿Por qué? — contestó su hijo.

—Por no haberte… pedido permiso… cuando estaba a punto de irme…— decía Marta sacando la verga de Daniel de su boca entre mamadas para poder hablar.

La verga de Daniel quedaba empapada de la saliva de su madre, cayéndose incluso al piso, Daniel se termina de quitar con su pies su pantalón y bóxer que ya estaban en el piso, y Marta poco a poco acelera más el ritmo, succionando la verga de su hijo cada vez con más intensidad. Daniel prácticamente estaba tocando el cielo, con la cabeza inclinada hacia atrás por la satisfacción que sentía.

Marta de repente, se saca de la boca a su hijo y lo masturba con más intensidad —¿me das permiso de salir, mi amor? Estoy haciendo lo que me pides ¿Estoy siendo una buena mami bebé? ¿te gusta como tu mami te…

Daniel le vuelve a dar otra cachetada a su madre, la agarra y la acomoda con rapidez a la pared, toma su cabeza con una mano y dirige su verga a la boca de su mamá.

—Cállate puta y ponte a mamar— dijo Daniel mientras tenía a su madre contra la pared, totalmente sumisa ante él, sin ella poder hacer nada, cogiéndole con fuerza la boca de su madre.

Daniel aumenta el ritmo mientras su madre batalla por no atragantarse.

—Ya viene mami…ya viene, ¡Ya viene! — decía Daniel mientras sostenía la boca de su mamá vaciándole toda su leche en su boca.

Sostiene la cara de su madre aún con su verga dentro —trágatela toda mami, no quiero ver que se caiga nada al piso.

Marta se traga absolutamente todo el semen de su hijo, justo después Daniel se agacha a ver si no se calló ni una sola gota al suelo —a ver mami, abre boquita— Marta aun de rodillas, abre completamente su boca sacando su lengua para enseñarle a su hijo que no quedo ni una sola gota.

—Ok mamá— contestó satisfecho Daniel

Inmediatita Daniel se dirige a la cocina por unas toallitas húmedas y regresa con su madre, que ella en ningún momento se movió. —límpiame— ordenó Daniel, dándole las toallitas. Marta se limpio primero las manos para poder limpiar a su hijo mejor, y antes de comenzar a limpiar la verga de Daniel, decidió limpiar un poco con su boca.

—¡uf! Mami, se ve que si querías verga.

—Si hijo, sabes que me encanta.

Marta limpio lo restante con las toallas y antes de limpiarse la cara su hijo le pidió que se levantará, tomándola de la mano, quedando de pie nuevamente frente a él. Daniel tomo una toalla y comenzó a limpiar el rostro de su madre, cuyo maquillaje ya se había desvanecido un poco.

—Fuiste una buena mami, me encanta como usas tu boquita. Si, te doy permiso de salir mamá.

—¡MUCHAS GRACIAS AMOR! Gritó con entusiasmo y felicidad Marta mientras rodea a su hijo en sus brazos y ambos se funden en un beso largo y romántico.

—Pero ya sabes mamá, lo que quiero que hagas cuando regreses— dijo Daniel mientras le entregaba las llaves.

—Claro que si hijo, te avisaré cuando este por llegar— dijo Marta mientras nuevamente le da un beso a Daniel.

—Te amo hijo.

—Te amo mami, diviértete— Le respondía Daniel dándole una nalgada a su madre y regresándose a la sala.

Marta por fin sale de su casa, con una sonrisa en su cara, porque al final de todo, ella ya había visto a su hijo antes sacar sus llaves de su bolso, e intencionalmente no le pidió nuevamente permiso a su hijo sabiendo que la trataría como lo hizo.
 
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