Una nueva vida II (Desiree)

lalilulelo003

Pajillero
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Queridos amigos; aquí os dejo la segunda entrega de la historia “Una nueva vida”. Espero dominar bien esta difícil historia con tantas protagonistas para no desviaros de lo importante. Espero que os guste. Se agradecen los comentarios.

UNA NUEVA VIDA II (DESIREE)

A los pocos días de haberme atrevido a entrar en el vestuario de las chicas, esto ya se había convertido en una tradición, y puedo asegurar que ellas disfrutaban ese ratito tanto como yo. El vestuario del hangar era exclusivamente nuestro, ya que junto a la zona de las piscinas, había otro más amplio que utilizaban los demás usuarios. Me atrevería a decir que la mayoría de los socios del club ni siquiera conocían de su existencia, así que allí nos sabíamos seguras y a salvo de posibles terceros que pudieran oír nuestros comentarios.

Me sentía muy feliz en aquellos ratos de intimidad compartida. Me veía a mí misma como una especie de guía espiritual o mentora de las niñas, que me empezaban a adorar y veían en mí alguien joven pero adulto a quien contarle sus cosas, y de quien recibir un buen consejo. Yo intentaba crear un ambiente de confianza y respeto, pues estaba deseosa de saberlo todo acerca de su vida íntima. Cada vez nos sentíamos todas más cómodas en el desnudo, y no sólo nos demorábamos en ponernos la ropa limpia o el bikini, sino que a veces incluso almorzábamos allí todas desnudas o con el torso descubierto. Con el paso de los días, nuestras conversaciones se fueron haciendo cada vez más extensas, y a veces se demoraban más de una hora. Pude deleitarme con aquellos preciosos cuerpos a voluntad, pues cada vez mostraba menos pudor a la hora de escudriñarlas. Incluso me pareció que ellas también encontraron cierta diversión en mostrarse ante mí entre risas y comentarios.

Sin duda alguna, mi relación con las niñas estaba pasando a otro nivel. A veces, salía a pasear por las noches, cuando el sol se escondía y me encontraba a alguna de ellas cenando con su familia en una de las bonitas terrazas de los nuevos bares y restaurantes de lujo del pueblo. En cuanto me veían se lanzaban hacia mí para abrazarme y presentarme a sus familias. Algunos padres admiraban mis encantos e insistían en que los acompañara durante la cena, pero yo siempre me excusaba y me despedía de mis niñas con una sonrisa hasta el día siguiente.

Por supuesto, la pregunta que esperaba desde hacía días, no tardó en caer en una de nuestras tertulias nudistas: “Paz, ¿es que no tienes novio?” Yo me había prometido ser siempre sincera con ellas. Decirles la verdad siempre y sin paños calientes era parte de mi plan para ganarme su confianza. No me importaba si alguno de mis comentarios escandalizaba a las menores del grupo; más bien al contrario, me encantaba hacerlo. Además, sabía que esta era la mejor táctica si quería que me contaran todos sus secretos.

-Estuve casada pero me divorcié- contesté a Ana, la preciosa rubita que había formulado la pregunta. Se había soltado las coletas y su lacio pelo de oro reposaba en sus bronceados hombros desnudos de color canela. Sus profundos ojos azules como el cielo de una mañana de verano me atravesaban curiosos mientras masticaba su sandwich.

-¿Por qué?- volvió a preguntar sin ser consciente de su imprudencia. Las chicas nos miraban a una y a otra alternativamente como quien mira un partido de tenis.

-Porque me trataba muy mal. Llegó a pegarme y por eso lo dejé.

Hubo un silencio. Las niñas miraban al suelo sin saber qué decir.

-Pero no os preocupéis, si no hubiera pasado eso, no os habría conocido. Y conoceros es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Una a una se fueron acercando a abrazarme hasta que formamos un grupo compacto. Sentía sus brazos envolverme; sus cuerpos desnudos me rozaban por todas partes. Pude incluso notar un coñito húmedo y caliente sentarse encima de mi muslo izquierdo. Me sentía dichosa y feliz por el amor demostrado hacia mí. El aroma embriagador de su sudor despertó en mí el animal depravado que habitaba en mi interior y mi vagina también se humedeció. Les dí una a una un beso en la cabeza y volvieron a su sitio. Entonces Desiré, la chica pelirroja dijo:

-¿Pero entonces no te la metía?- Algunas chicas soltaron un sonoro “¡Ala!” y yo no pude evitar una carcajada.

-Yo qué sé- dijo Desiré excusándose-. Las parejas hacen esas cosas y no sabía si vosotros lo hacíais.

-Claro que lo hacíamos, pero al final, en los últimos tiempos, cada vez menos. A mí ya no me apetecía.

-¿Y qué se siente cuando lo haces?- volvió a preguntar Ana, que parecía la más lanzada. Esta pregunta causó una expectación mayor si cabe. Las ocho niñas me miraban esperando ansiosas lo que tuviera que decir. Me regocijé para mis adentros pues la conversación que llevaba días esperando, por fin había llegado.

-Bueno…- empecé, pensando de qué manera enfocar el tema para sacarle mayor rédito-, ¿ninguna de vosotras lo ha hecho nunca? Las ocho cabezas se sacudieron confirmando lo que era más que previsible. Mis ocho ninfas eran puras y vírgenes.

Yo permanecía sentada en uno de los bancos de madera del vestuario, sólo con mis pechos al aire, pues había dejado el maillot a medio quitar. Las ocho chicas se repartían en semicírculo, formando una adorable audiencia. Algunas sentadas en otros bancos y otras en el suelo. Ana, la rubita, y Desiré, la pelirroja, eran las únicas que estaban totalmente desnudas, así que el chochito húmedo que había notado en mi pierna tenía que ser de una de ellas dos. Las demás permanecían semi desnudas.

-Pero sí que os habréis tocado ahí abajo, ¿verdad?- dije palpando mi propia entrepierna. Ninguna cabeza se movió entonces-. No pasa nada, podéis decirlo, todas lo hacen.

Poco a poco algunas cabezas se fueron moviendo afirmativamente. Al final todas admitieron masturbarse menos María, una preciosidad de pelo negro como la noche, ojos grandes como en los comics japoneses y cuerpo fibroso especialmente dotado para el deporte.

-Pues se siente más o menos como cuando te masturbas, sólo que es mejor, porque estás compartiendo un momento íntimo con otra persona en la que confías, y cuando el pene te penetra sientes placer a otro nivel.

-Eso no es verdad-, dijo Mei Lin enseguida, la preciosa asiática menudita y super atractiva-. Si un chico te la intenta meter hace mucho daño.

Alguna luz roja se encendió en mi mente, aunque no fui consciente de ella hasta acontecimientos posteriores: ¿cómo sabía eso Mei?

-Eso es sólo la primera vez- atajó Desiré la pelirroja, que era la mayor del grupo.

-Pero Paz- volvió a intervenir Ana-, si el sexo es la penetración, ¿por qué también da gustito cuando no te penetras?

-Eso es porque cuando os masturbáis, simplemente estimuláis vuestro clítoris, que está en la entrada de vuestra vagina, y que da mucho gustito.

Me puse de pie y terminé de quitarme el maillot. Las ocho muchachas me miraron inmediatamente la vulva, pues la había depilado totalmente para ser como ellas. Me volví a sentar y abrí mis piernas. Separé los labios vaginales con dos dedos y señalé en mi botoncito.

-Esto es el clítoris, es muy sensible, y cuando lo lubricas y lo acaricias da mucho gustito. Así os masturbáis vosotras, estimulando vuestro clítoris. Todas me miraban el coño, abierto sólo para sus ojos. Mi rajita estaba reluciente en sus jugos, pues hacía meses que no me sentía tan excitada. Sus miradas me acariciaban por todo el cuerpo. Ana, aprovechando que estaba desnuda, empezó a hurgarse en su soberbia rajita lampiña, hasta que detectó el clítoris y la expresión de su rostro cambió demostrando la repentina descarga de cosquillitas. Algunas la imitaron, apartando sus bikinis hacia un lado y frotando sus propios clítoris como para confirmar que, efectivamente, era allí donde más gustito daba tocarse.

Poco a poco, fui dejando de ser el centro de la conversación, y entre risas y comentarios infantiles, terminaron de cambiarse y fueron saliendo del vestuario mientras yo recogía unas cosas. Yo estaba muy excitada por lo que acababa de pasar, pero no estaba dispuesta a forzar las cosas arriesgándome así a perder a alguna de las chicas: mi objetivo era disfrutar de todos aquellos cuerpos sin excepción, así que tenía que ir despacio. A este tipo de chicas, tan jóvenes y de exquisita educación, les cuesta romper los tabúes del sexo, pero si lo consigues, serán las amantes más apasionadas.

El sonido del agua de la ducha me sacó de mis ensoñaciones. Entré intrigada y me encontré con que Desiré, la pelirroja, no se había ido y se disponía a ducharse. Tenía una preciosa mata de pelo anaranjado y sus ojos, azules turquesa, me miraban delatando que me esperaba. Sus pechitos parecían dos jugosas y tiernas magdalenas rematadas por dos pezones del color (y posiblemente el sabor) de las nubes de azúcar. El agua resbalaba por su piel, abarrotada de una galaxia de preciosas pequitas. En su entrepierna, un fino mechón de vello de color zanahoria delataba que era la mayor del grupo. Casi tenía mi estatura y un cuerpo que sería la envidia de cualquier mujer hecha y derecha.

Me acerqué a ella sin dejar de mirarla a los ojos hasta que el agua me salpicó también a mí. Sus labios me recibieron tibios y acogedores, y yo no podía dejar de pensar en nubes de azúcar. Nuestras lenguas se enzarzaron en un baile apasionado. Nos abrazamos con auténtico cariño, masajeando nuestras espaldas y nucas mientras nuestras cabezas luchaban por esquivar las narices en el beso más caliente que había dado en mi vida. Su inexperiencia era obvia, pero aquello daba más morbo al asunto. Notaba su cuerpecito temblar de excitación entre mis brazos.

Quise besar todas y cada una de aquellas deliciosas pecas, y empecé por la comisura de sus labios, siguiendo después por su nariz y sus mejillas, y bajando a continuación por el cuello hasta sus pechos. Eran pequeños, tersos y firmes; perfectas líneas redondeadas surgían de sus delicadas axilas y se extinguían cerca de su esternón, dibujando así su perfecta forma. Mis caricias y besos los deformaban por un instante para volver, trémulos y con premura, a su posición inicial. No sólo los pezones, sino que también la aureola se iba hinchando con mis mordisquitos y caricias. Ella quiso corresponderme acunando mis pesados pechos, estos sí, totalmente desarrollados.

No tardamos en tumbarnos sobre el suelo de la ducha, mientras el agua nos seguía salpicando. Seguí besando su abdomen, su ombligo, hasta llegar a sus labios vaginales, normalmente pálidos, aunque ahora ya enrojecidos por la excitación. Los acaricié con mis dedos en la parte interior para comprobar que la pobre estaba rezumando jugos sin parar. Me sorprendió que incluso en la cara interna de sus muslos y sus nalgas tenía pecas. Hundí mi boca en el manjar naranja de azafrán que Desiré me ofrecía en el confín de sus muslos y lamí; primero con ternura, y después con furia y pasión. El eco de sus gemidos comenzó a resonar en las duchas, ahogados por el chorro de agua que aún nos caía.

Adoptamos la postura del 69 y acogí en mi interior su lengua intrépida, deseosa de satisfacerme. Mis suspiros y gemidos se confundieron con los suyos. Tenía ante mí su himen intacto, así que preferí lanzarme a por otras zonas. Cuando notó mi lengua azotar su ano, se atrevió ella a hacer lo mismo. Lo estimulé a conciencia lamiéndolo con mi lengua endurecida hasta que me pareció preparado para contener mi dedo índice y la perforé. Ella hizo lo mismo y nos penetramos mutuamente por detrás. Clítoris y anos recibían nuestras caricias sin parar, hasta que estallamos casi simultáneamente en un orgasmo que nos sacudió y nos hizo abrazarnos la una a la otra con fuerza.

Nos sentamos en el suelo con la espalda apoyada en la pared y seguimos haciéndonos mimos y caricias. Mi vuelta al sexo casi un año después no podía haber sido más satisfactoria, ni con mejor amante. Desiré era una mezcla de ternura, inexperiencia y belleza difícil de encontrar. Seguimos besándonos con auténtico afecto, hasta que poco a poco fui siendo consciente de la conveniencia de que saliera con el resto de sus amigas antes de que alguien viniese a buscarla. Terminamos de ducharnos y se fue.

Por fin había tenido mi primera experiencia con una de las chicas de mi harén particular. Fue sólo la primera; las siguientes serán objeto de otros relatos.

Continuará
 

rafvallone

Estrella Porno
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Increíble,sensual delicioso ,consigues con tus palabras a un nivel de excitacion único.
No demores la continuación ,lo espero con ansias.
 

hector37nd

Pajillero
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La escena en la ducha me pareció caliente al rojo vivo! Perfecta!
 

nomada2011

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Gracias por a información, con respecto a esta segunda parte, excelente, me ha excitado mucho, tienes morbo sigue contando historias y sigue deleitando con morbo... erotismo y sensualidad

Gracias ....
 

shyicurioso

Virgen
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Gracias excitante y morboso nos llevas a la lujuria total...💙💚😎
 

lalilulelo003

Pajillero
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Morboso y bien llevado. Imaginé chupar y amasar por todos lados a esa nena en la ducha. Qué antojable ricura.

Promete montón, y esperamos la siguiente parte de la saga. Besos!
Ya tienes la tercera parte publicada desde hace unos días. Aún trabajo en la cuarta (no tengo mucho tiempo ahora). Un beso
 
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