Incestlover
Virgen
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Una noche de Halloween muy especial 1 (participación_dinamica_relatos_pedir dulces)
La historia comienza en una pequeña ciudad japonesa, hogar de nuestras protagonistas Minami y Haruna,
dos hermosas jóvenes de 20 y 25 años de edad, dueñas de una gran dulceria a la que a diario van decenas de niños y niñas, mismos que
para su deleite, suelen ir solitos, facilitando que a cambio de darles dulces gratis, les permitan acariciar por aquí, besar por allá, siempre bajo la promesa de no decirle nada a nadie.
Y son tan buenos los dulces que los pequeños consiguen, que jamás dudan en guardar el secreto, permitiendo que ambas dulceras disfruten de todos esos ricos cuerpecitos, sin embargo
aunque disfrutaban mucho tocando y dando besos, empezaban a desear más, pues como bien sabe toda mujer que ha podido estar con una nena o nene, tarde o temprano se necesita más, y ellas habían
decidido que no pasaría de ése Halloween, así es, estaba decidido, ése Halloween harían algo para por fin pasar la barrera de los besos y las caricias.
—Lo tengo—dijo Minami
—¿Que cosa?—preguntó Haruna
—Ya sabes
—Ah claro, ¿Y que quieres que hagamos?
—Haremos una casa de los sustos para atraer a los niños y niñas.
—Pero ¿Como le harás para que los papas no sospechen?
—Es que no serán padres cualquiera—contestó emocionada
—¿De que hablas?—preguntó Haruna intrigada y excitada.
—Tú sólo aguarda, ya lo verás, por lo mientras te pido que diseñes 10 actividades distintas,
donde los niños y niñas participen chupando, mamando, cogiendo o dejándose coger.
—De acuerdo, en seguida me pongo a ello.
Minami se dirigió hacia su computadora, y busco una red social para personas como ella y su hermana,
hombres y mujeres que aman a los niños y niñas, muchos tenían hijos con los que ellas podrían dejar de ser vírgenes.
Mientras Minami tecleaba velozmente, Haruna puso una película porno para inspirarse, llamada «blanca nieves y las diecisiete pulgadas»
donde una hermosa nena de 10 añitos era hermosamente penetrada por su padre el Rey, quien poseía un mástil enorme, más propio de caballo
que de hombre, pero quien penetraba a su nena con tal maestría, que la niña no sufría, gozaba y gemia.
«Qué hermoso es el amor entre padre e hija» pensó Haruna al ver la escena, y recordó sus días de infancia.
Era ella una niña muy felíz, y no era para menos, pues sus padres siempre la habían amado, y ya desde los cinco añitos sus padres la incluían en sus juegos amatorios,
naturalmente tardo en poder recibir toda la verga de su padre, pero mientras tanto, hacia las delicias de éste lamiendo su pene y frotándose contra la verga paterna,
con su madre le era un poco más fácil, pues ella prefería el sexo oral, y aunque al principio pensó que chupar una concha o un culo le daría asco,
pronto se dio cuenta de que era riquísimo, tan rico como comerse el más delicioso de los dulces. Con el tiempo comenzó a referirse a los episodios de amor con sus padres como
«comer paletas y chiclosos» y a hacer dibujos de ella comiendo enormes paletas y grandes y jugosos chiclosos, esto último por consejo de su hermana, quien también participaba de los juegos con sus padres,
y que por ser mayor, podía desde hace tiempo ser penetrada, y que había notado lo mucho que su hermanita amaba dibujarse a ella haciéndolo con sus padres, lo que podría traer muchos problemas.
Y desde entonces se dibujaba devorando dichos dulces, y fue entonces cuando le surgieron ideas para las actividades de la casa de sustos, pues no sólo quería que los nenes y nenas chuparan, mamaran, cogieran y se dejarán coger,
sino que deseaba que otros vieran lo que sucedía, mientras ellos y ellas hacían tales tareas, «¡Claro!» pensó para si misma, una casa de sustos tipo laberinto, donde tengan que hacer todo lo que deseamos para avanzar y salir,
pero...aún quedaba el asunto de tener que estar en más de una prueba, ¿Como lograrían estar ellas dos en cada una de las actividades? Y sobretodo ¿Cómo le harían para que los demás adultos no se dieran cuenta de nada? Después de todo, por ingeniosas que fueran las pruebas
los adultos se darían cuenta, «tendrían que ser adultos que sean como nosotras» se dijo a si misma, adultos que traigan a sus niños y niñas, adultos que quieran compartir a sus hijos para participar y amarse con otros infantes.
Coincidentemente, en ese momento su hermana Minami se encontraba haciendo planes con diez parejas de padres con hijos entre los cinco y los 11.
—Esto va a estar bueno—penso Minami, mientras se acariciaba el clítoris y veía las fotos y vídeos que los usuarios habían posteado en el sitio.
Continuará
La historia comienza en una pequeña ciudad japonesa, hogar de nuestras protagonistas Minami y Haruna,
dos hermosas jóvenes de 20 y 25 años de edad, dueñas de una gran dulceria a la que a diario van decenas de niños y niñas, mismos que
para su deleite, suelen ir solitos, facilitando que a cambio de darles dulces gratis, les permitan acariciar por aquí, besar por allá, siempre bajo la promesa de no decirle nada a nadie.
Y son tan buenos los dulces que los pequeños consiguen, que jamás dudan en guardar el secreto, permitiendo que ambas dulceras disfruten de todos esos ricos cuerpecitos, sin embargo
aunque disfrutaban mucho tocando y dando besos, empezaban a desear más, pues como bien sabe toda mujer que ha podido estar con una nena o nene, tarde o temprano se necesita más, y ellas habían
decidido que no pasaría de ése Halloween, así es, estaba decidido, ése Halloween harían algo para por fin pasar la barrera de los besos y las caricias.
—Lo tengo—dijo Minami
—¿Que cosa?—preguntó Haruna
—Ya sabes
—Ah claro, ¿Y que quieres que hagamos?
—Haremos una casa de los sustos para atraer a los niños y niñas.
—Pero ¿Como le harás para que los papas no sospechen?
—Es que no serán padres cualquiera—contestó emocionada
—¿De que hablas?—preguntó Haruna intrigada y excitada.
—Tú sólo aguarda, ya lo verás, por lo mientras te pido que diseñes 10 actividades distintas,
donde los niños y niñas participen chupando, mamando, cogiendo o dejándose coger.
—De acuerdo, en seguida me pongo a ello.
Minami se dirigió hacia su computadora, y busco una red social para personas como ella y su hermana,
hombres y mujeres que aman a los niños y niñas, muchos tenían hijos con los que ellas podrían dejar de ser vírgenes.
Mientras Minami tecleaba velozmente, Haruna puso una película porno para inspirarse, llamada «blanca nieves y las diecisiete pulgadas»
donde una hermosa nena de 10 añitos era hermosamente penetrada por su padre el Rey, quien poseía un mástil enorme, más propio de caballo
que de hombre, pero quien penetraba a su nena con tal maestría, que la niña no sufría, gozaba y gemia.
«Qué hermoso es el amor entre padre e hija» pensó Haruna al ver la escena, y recordó sus días de infancia.
Era ella una niña muy felíz, y no era para menos, pues sus padres siempre la habían amado, y ya desde los cinco añitos sus padres la incluían en sus juegos amatorios,
naturalmente tardo en poder recibir toda la verga de su padre, pero mientras tanto, hacia las delicias de éste lamiendo su pene y frotándose contra la verga paterna,
con su madre le era un poco más fácil, pues ella prefería el sexo oral, y aunque al principio pensó que chupar una concha o un culo le daría asco,
pronto se dio cuenta de que era riquísimo, tan rico como comerse el más delicioso de los dulces. Con el tiempo comenzó a referirse a los episodios de amor con sus padres como
«comer paletas y chiclosos» y a hacer dibujos de ella comiendo enormes paletas y grandes y jugosos chiclosos, esto último por consejo de su hermana, quien también participaba de los juegos con sus padres,
y que por ser mayor, podía desde hace tiempo ser penetrada, y que había notado lo mucho que su hermanita amaba dibujarse a ella haciéndolo con sus padres, lo que podría traer muchos problemas.
Y desde entonces se dibujaba devorando dichos dulces, y fue entonces cuando le surgieron ideas para las actividades de la casa de sustos, pues no sólo quería que los nenes y nenas chuparan, mamaran, cogieran y se dejarán coger,
sino que deseaba que otros vieran lo que sucedía, mientras ellos y ellas hacían tales tareas, «¡Claro!» pensó para si misma, una casa de sustos tipo laberinto, donde tengan que hacer todo lo que deseamos para avanzar y salir,
pero...aún quedaba el asunto de tener que estar en más de una prueba, ¿Como lograrían estar ellas dos en cada una de las actividades? Y sobretodo ¿Cómo le harían para que los demás adultos no se dieran cuenta de nada? Después de todo, por ingeniosas que fueran las pruebas
los adultos se darían cuenta, «tendrían que ser adultos que sean como nosotras» se dijo a si misma, adultos que traigan a sus niños y niñas, adultos que quieran compartir a sus hijos para participar y amarse con otros infantes.
Coincidentemente, en ese momento su hermana Minami se encontraba haciendo planes con diez parejas de padres con hijos entre los cinco y los 11.
—Esto va a estar bueno—penso Minami, mientras se acariciaba el clítoris y veía las fotos y vídeos que los usuarios habían posteado en el sitio.
Continuará
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