Una Madre con Ganas de Nuevas Sensaciones 009

heranlu

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Rafael sostuvo la cabeza de Isabel en el mismo instante que su cipote lanzaba las primeras descargas de leche haciendo que las recibiera todas y cada una de ellas en su boca. Isabel trató en lo posible no tragarse el semen que le invadía la boca, pero le fue imposible y volvió a notar su sabor fuerte escupiendo el resto en cuanto la polla de Rafael liberó su boca.

-¡Guau! Ha estado bien. Veo que te has convertido en una buena comepollas. No quiero ni pensar cuantas pollas de niños te habrás comido. Jejejejeje.


Isabel pensó que dentro de todo lo terrible de la situación podría ir peor ya que en apenas diez minutos había conseguido que Rafael se corriera, sin embargo, debía de estar muy cachondo pues su verga se mantenía igual de erecta.

-¿Te extraña que aún la tenga dura? – preguntó Rafael como si le estuviese leyendo la mente. -¿Creías que sólo tus niños son capaces de mantener la erección? Jejejejejeje. Como ya sabes, normalmente no me hace falta, pero hoy, por si acaso me tomé una viagra. – dijo mientras veía como Isabel se desmoronaba aún más anímicamente. – Te dije que te ibas a hartar de polla.


Tras esto, Rafael se tumbó en la cama y le hizo un gesto con la cabeza a Isabel haciéndole entender que debía montarlo. Ésta comenzó a arrodillarse sobre aquella verga que seguía mirando al techo pero lo estaba haciendo de espaldas a él pues no quería verle la cara, algo a lo que Rafael se opuso.

-Date la vuelta. Quiero ver cómo te botan las tetas.


Así que Isabel se giró y siguió metiéndose aquel mástil en su humedecido chochete. La polla de Rafael no era inmensa, ni mucho menos, pero Isabel se había acostumbrado al grosor de la verga de su hijo y a lo sumo, al de su sobrino David, por lo que la penetración estaba siendo molesta.

Poco a poco descendía sobre la barra de carne hasta que quedar completamente empalada en ella.

-Mmmmm. Aaaaahhh. Mmmm. – trataba de ocultar los quejidos cuando Rafael comenzó a moverse bajo ella. – Mmmm. Aaaah. Aaaaahh.


-¡Muévete coño!¡Cabálgame! – ordenó Rafael quien comenzó a estrujar los melones de Isabel con fuerza provocándole más quejidos.

Muy a su pesar, Isabel empezó a marcar un ritmo bastante rápido subiendo y bajando sobre la polla de su ex que la abría de forma impetuosa cada vez que descendía sobre ella.

-¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhh!¡Aaaarrrghh!¡Mmmm!¡Aaaagghhh!¡Mmm!¡Aaaagghh! – gemía molesta cuando el venoso cipote de Rafael la llenaba por entera.

De este modo estuvieron un buen rato y aunque Isabel aminoraba sus movimientos cuando se sentía más cansada, Rafael no le daba cuartel y aprovechaba estos momentos para mamarle los dos melones que le colgaban.

Rafael estaba gozando como hacía tiempo que no le ocurría y este polvo le parecía mejor que todos los que tuvo con Isabel en sus años de casados. Sentirse amo de ella y controlarla a su placer le excitaba sobre manera y se preguntó por qué habría ocultado esa faceta suya durante el matrimonio. De todos modos, ahora haría con ella lo que quisiera.

-Eso es, eso es. Más rápido. ¡Más rápido! – dijo Rafael mientras pellizcaba los pezones.

Isabel, que sentía el peso del cansancio sobre ella se obligó a sacar fuerzas para incrementar el ritmo de la follada. Buscando apoyo en el cabecero de la cama pudo conseguirlo y al ritmo de su monta se sumó el del mete-saca de Rafael que empezó a pistonear su coño con dureza y profundidad.

-¡Aaaarrrrgghh!¡Aaaaahhh!¡Aaaaahhhh!¡Aaaaahhh! - gemía molesta Isabel ante la rápida fricción que sufría su cueva.

Las gotas de sudor caían rápidamente por su frente y su espalda y sus pechos botaban desbocados a pocos centímetros de la cara de su ex mientras sus jugos vaginales trataban de lubricar su interior para facilitar tremenda cogida.

-¡Aaaaggg!¡Aaaaarrghh!¡Aaaagghh!¡Jooder! - se quejaba Isabel. - ¡Aaaaaghh!¡No puedo más!¡Aaaagghh! – comenzó a disminuir la velocidad.

-¡Sigue puta, sigue! ¡Más rápido! – ordenaba Rafael extasiado y cuyo orgasmo no tardaría en llegar.

En esos momentos y ajeno a todo, Francis entraba en su casa. Había ido a jugar con un amigo al tenis pero se habían cansado pronto y volvía casa. Al no ver a su madre pensó que estaría de compras por lo que comenzó a subir las escaleras dirección al baño pero según subía comenzó a oír los gemidos de su madre y preguntándose qué cojones estaba pasando subió despacio las escaleras.

No terminó de subirlas cuando vio a su madre totalmente desnuda cabalgando sobre la verga de un tipo quedando totalmente aturdido. Su madre a la que tanto amaba se estaba follando a un tío de un modo bestial. Subía y bajaba a gran velocidad sobre aquella verga mientras el tipo le palmeaba el culo y estrujaba sus tetas.

-Más rápido. ¡Fóllame! ¡Fóllame como te follas a esos jovencitos!


-¡Aaaaggh!¡Aagh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaagghhh!¡Aaaaahhhh!¡Aah!¡Aaaaaaaghhh! – gemía sin parar una Isabel agotada de cansancio.

-Eso es, ya me corro. ¡Aaaaahhh! – gimió Rafael mientras lanzaba un par de ráfagas de esperma dentro del abierto coño de Isabel.

En cuanto Isabel sintió que la verga de su ex dejaba de expulsar semen y de dar espasmos lo desmontó y se dejó caer a un lado de la cama para descansar y recuperar el aliento. Se tocó la entrada de la vagina y notó sus labios algo hinchados y mojados del semen que se escurría de su interior.

Rafael se incorporó y le dio una sonora palmada en el culo a su ex.

-Esto ha estado bien, joder. Muy bien.


Entonces Francis pudo ver quién era el hijo puta que se estaba follando a su madre y descubrió que el hijo puta era su propio padre.

-¿Papa? – dijo en un hilo de voz que sus padres no escucharon.

Sus padres estaban juntos y eso no le entraba en la cabeza. Dudaba que tras estos años hubieran decidido volver a estar juntos. Si era así, ¿desde cuándo sería?¿Por qué no le habrían dicho nada?¿Por eso su madre llevaba días evitándolo? Todas estas preguntas y otras más le pasaron por la mente hasta que vio a su madre apartar los brazos de su padre. Eso lo extrañó, por lo que decidió permanecer oculto donde estaba y seguir observando, pues ambos parecían ajenos a su presencia.

-Déjame ya. Por favor te lo pido, Rafael. Márchate.


-Eso es lo que tú quisieras, pero mientras la tenga dura te voy a estar dando por todos lados. – dijo mientras trataba de colocarse entre las piernas de Isabel.

Tras un escaso forcejeo Rafael volvió a colocar su verga en la cueva de su ex y se dejó caer para incrustársela hasta el fondo, haciendo que Isabel gimiera de dolor por la brusca penetración.

-¡Aaaaaaaggghhhhhhh!¡Despacio por favor! – suplicó Isabel.

Pero inmediatamente Rafael imprimió un rítmico mete-saca. El efecto de la viagra le mantenía la polla dura tras haberse corrido ya en dos ocasiones, pero también notaba cierto malestar por no darle descanso a su cipote. Aún así, y tal y como le dijo a Isabel, pensaba seguir hasta que se le bajara la erección.

-Te voy a reventar, puta. Aunque me rompa la polla. – dijo entre jadeos. – Si hubiera sabido… que eras tan putona no… me hubiera buscando… una amante. – continuó a la par que daba secos golpes de cadera que incrustaban su cipote con fiereza en el coño de Isabel.

-¡Aaaaahhh!¡Aaaaaarrrgghhh!¡Aaaaaaahhhh!¡Aaaahhh! – se quejaba ella.

-Jodida folla niños.


Sin dejar de embestir hundió su cabeza entre los pechos de ella y se entretuvo en jugar con sendos pezones lamiéndolos y succionándolos.

Por su parte, Francis seguía noqueado con lo que estaba contemplando aunque por lo que veía y oía empezó a comprender que su madre se estaba viendo forzada a acostarse con su padre, pero lo que no entendía era por qué. ¿Por qué se estaría dejando follar si se le veía claramente que no estaba disfrutando con ello? Trataba de comprender pero los gemidos de su madre anulaban cualquier tipo de concentración por su parte, eso sin contar con la visión de verla espatarrada y con su padre clavándosela duramente.

Rafael calculó que desde que habían empezado a follar habrían pasado cuarenta o cincuenta minutos al menos, y aunque su verga no cedía un milímetro en su tamaño y grosor, el cansancio empezaba a hacerle mella, por lo que en breve le pondría fin. Aunque pensaba repetir tardes como aquellas más de una vez, ahora que tenía a Isabel en su poder, no quería irse sin taladrarle el culo que había estado fuera de su alcance durante sus años de matrimonio. Así que abandonó el interior de Isabel y se la quedó mirando unos instantes.

Isabel estaba sudorosa y con restos de algunas lágrimas en sus ojos. Tenía los pezones enrojecidos, el derecho más que el izquierdo y en cuanto se la sacó, se llevó su mano a su vagina para palpársela y tapársela. La tendía irritada al igual que él su polla.

Mientras Rafael se levantó y fue hasta el lugar donde estaba su ropa. Le quitó el cinturón al pantalón y volvió a la cama.

-Date la vuelta y ponte boca abajo. – ordenó Rafael.

-¿Qué? – preguntó asombrada Isabel que esta vez sí que creía que su ex se habría hartado de castigarla y que ya se iría. – Nooo. No me pegues, por favor, te lo pido. – dijo casi sin voz cuando lo vio que se acercaba a ella con el cinturón en la mano.

-Que te gires, ¡venga! Date la vuelta que no te voy a pegar. Nunca te he pegado, ¿quién te crees que soy? Gírate. – dijo nuevamente a la vez que se arrodillaba a su lado en la cama.

Había pasado mucho nerviosismo toda la tarde, se había sentido humillada pero ahora sentía un poco de miedo por lo que dudó mucho si obedecer a Rafael. Quería decir algo pero sólo consiguió emitir un nervioso balbuceo. Finalmente se giró y quedó en cuatro sobre la cama.

Francis vio como su padre se alejaba de la cama y escapada a su campo de visión pero en un instante regresaba con algo en una mano que no conseguía identificar. Tras hablar con su madre, ésta se colocó en la posición de perrito mostrando su magnífico culo. Entonces, su padre se movió muy rápidamente sobre su madre y oyó a ésta gritar asustada.

-¡Aaaaaaahhh!¡Suéltame!¡Qué haces! – gritó y forcejeó con Rafael.

No obstante, Rafael actuando por sorpresa había usado su cinturón para atarle las muñecas a su ex sobre la espalda.

-¿Qué me vas a hacer?¡Suéltame! – rogaba Isabel.

-Voy a hacer algo que siempre quise hacer contigo. – contestó y comenzó a hurgar con sus dedos en el interior del coño que llevaba follándose toda la tarde.

Introducía dos dedos en la cueva de Isabel y los sacaba pringados de esa mezcla de su semen y de flujo vaginal. Esa pringué se la fue colocando en la punta de su cipote pues lo pensaba usar como lubricante a la hora de follarle el culo. Mientras le acariciaba las nalgas a Isabel como si estuviera tranquilizándola, hasta que creyó que su mástil ya estaba bien adornado.

Se colocó detrás de Isabel buscando la postura que le situara su mástil a la misma altura que el culo de ella. Sabía que si Isabel forcejeaba mucho acabaría por deshacerse del cinturón que la ataba, así que con una de sus manos sujetó bien el nudo y con la otra trataría de guiar su verga hasta la puerta trasera de Isa.

Con la cabeza apoyada en la almohada y su culo en pompa, Isabel esperaba nerviosa el siguiente paso de su ex marido, el cual no se hizo esperar. Nada más dejar de manosearla se situó tras ella e intentó metérsela por el culo. Apenas sintió la presión pegajosa sobre su cerrado agujero movió su culo para evitar ser ensartada.

-Nooo. Eso no, eso no que duele, joder. Eso no. – suplicó Isabel rápidamente.

-¿Así que ya te han abierto el culo? – dijo irónico Rafael mientras intentaba penetrarla de nuevo. – Eres más guarra y puta de lo que esperaba.


Esta vez, y aunque Isabel movió su culo por evitarlo, sintió como el lubricado pistón de Rafael atinaba en su anillo oscuro profanando su interior.

-¡Aaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrgggggghhhhhhhhh!¡Noooooooooooo! – aulló Isabel haciendo que Francis sintiera un leve escalofrío al oír sufrir a su madre de ese modo.

Aunque sabía que debía de relajar los músculos de su culo para mitigar el dolor, los nervios, el miedo y la tensión hicieron todo lo contrario. Cuando el cipote de Rafael comenzó a presionar su ano, Isabel apretó todos los músculos para negarle la entrada al pringoso intruso lo que provocó que el ardiente dolor se extendiera con rapidez.

Con dificultad y acompañada de grandes dosis de dolor, pues la lubricación era escasa y estimulación de su culo, nula, la verga había conseguido su propósito de invadirla por entera. Al menos una docena de mete-sacas habían hecho falta para abrirse paso en las entrañas de Isabel.

Sólo tres personas la habían penetrado analmente, su hijo, su sobrino y ahora su ex marido, y aunque su culo debería de estar algo más acostumbrado a invitados sorpresa, esa tarde no lo estaba, y menos si estos eran del tamaño de la polla de Rafael, la cual la estaba destrozando por dentro.

-¡Sácala!¡Sácala!¡Sácamela!¡Joder! Me duele, joder. ¡Sácamela! – suplicó Isabel cuando las lágrimas volvían a surcar por su rostro.

-¡Joder! Si que tienes el culo cerrado. ¡Uffff! – dijo Rafael con algo de dolor en su rostro aunque carcomido por la excitación. – Prepárate que te voy a encular a base de bien.


Y dicho y hecho, Rafael empezó un lento bombeo, no por consideración por Isabel para que se acostumbrara a tener su polla dentro, si no porque la escasez de lubricante dificultaba sus movimientos y esperaba que poco a poco su rabo se deslizara con más soltura en sus entrañas.

Mientras le separaba las nalgas a aquella hembra, su polla no dejaba de entrar y salir de dicho ojete provocándole quejidos de dolor que eran amortiguados por la almohada.

-¡Aaaaaagghhhh!¡Noooooo!¡Paraaa!¡Aaaaaaggghhhh!¡Aaaaarrrgghhhh!¡Nooo! – gemía con cada embestida.

Tras casi diez minutos, Rafael ya podía introducir su verga con más soltura en el ano de Isabel por lo que su velocidad de penetración era mayor.

-Al fin. Ha costado pero tu culo ya es mío. – le dijo a Isabel a la par que le daba una cachetada fuerte en sus nalgas. – Toma rabo. – dio un fuerte empellón.

-¡Aaaaaaaaaaarrrrrgghhhhh!


-De ahora en adelante… vamos a pasarlo bien juntos… ¿verdad?


-¡Aaaaghhh!¡Para!¡Aaaaarrrhhh!Bastaaaa.¡Aaaaahhh!¡Aaaaagghh!¡Aaaarrrggghhh! – gemía dolorida. - ¡Aaaaaahhhhh!¡Aaaarrgghhh!


Tenía la vagina irritada, la autoestima por los suelos y el culo desagarrado. Isabel no podía creer que aquella pesadilla fuera verdad, pero lo cierto era que su culo estaba pagando los rencores y las perversiones de aquel que fuese su amado marido. Ahora en cambio, era un violador cruel que taladraba su interior con fuerza.

No podía soportarlo más, su culo ardía en dolor y los cambios de ritmo de Rafael, lejos de excitarla, la estaban atormentando. Sentía como cada vez que la violenta polla se incrustaba en su interior se quedaba sin aire, lo que le hacía respirar más rápidamente y si seguía así, no tardaría mucho en desmayarse hiperventilada. Rezó porque su ex terminase pronto de violarla pues había sobrepasado su límite y se quería morir.

-¡Aaaaaaaarrrrgghhhh!¡Aaaaaagghhhhh! Por favor… ¡Aaaaggghhhh!¡Para por favor!¡Aaaaaaarrrgghhhh!¡Aaaaaarrrghhh!¡Por favor!


Sin embargo, Rafael seguía taladrando su estrecho culo sin compasión alguna. No obstante, esa súplica hizo despertar por fin a Francis de su hechizo voyerista. Durante mucho tiempo había permanecido como un mero observador, algo que le martirizaría en el futuro, pero ahora iba a hacer algo para que su madre dejara de sufrir. Como todavía llevaba consigo su material de tenis, saco la raqueta del macuto y sin pensárselo entró en el dormitorio donde su padre fornicaba con su madre como un poseso.

Rafael estaba gozado como hacía tiempo que no lo hacía. Tenía a su ex esposa a su total merced y romperle el culo era lo mejor que había podido hacerle. Tan excitado estaba que sentía que en breve se volvería a correr, por lo que incrementó la velocidad de sus embestidas haciendo que a cada estocada de su cipote, éste se enterrara totalmente en el culo de Isabel.

De repente recibió un duro golpe metálico en su sien derecha que le hizo ver todo blanco. Dos golpes más siguieron al primero y cuando abrió los ojos su campo de visión estaba como desenfocado. Poco a poco se fue centrando y vio como alguien desataba las manos de Isabel. Ese alguien era su hijo Francis, así que tremendamente dolorido y cabreado se incorporó a la vez que se llevaba la mano a su cabeza comprobando como ésta sangraba.

-¡Pero qué coño haces! – gritó Rafael pidiendo explicaciones. - ¿Cómo se te ocurr…


Recibió otro raquetazo del joven tenista, esta vez en toda la boca, haciéndole caer de la cama.

-¡Maldito hijo de puta! No sabes lo que has hecho.


-Lárgate de aquí y no vuelvas más. – dijo Francis escuetamente.

-Os vais a enterar. Diré a todos que tu madre es una puta que se folla a menores de edad. La acabas de cagar, hijo. – amenazó mientras se llevaba las manos a la sien y a la boca sangrante.

-No vas a decir una mierda o diré a todos como has violado a mi madre. Es más, diré que llevas años violándola y que la tienes atemorizada.


Rafael se quedó mudo respirando ruidosamente mientras miraba a su hijo a los ojos.

-¿A quién crees que creerán?¿A ti, un mujeriego?¿O al pequeño hijo que ve como sufre su madre?


-Putos pervertidos. Estáis locos. – dijo Rafael tras un largo silencio mientras recogía su ropa y se vestía con furia.

Rápidamente salió de aquella casa. Creía que iba a pasar una tarde jodiendo, cosa que hizo, pero no imaginaba que tuviera que irse de allí apaleado y chantajeado por su hijo.

Mientras tanto, en la habitación, Isabel había roto a llorar. Ahora que todo había terminado sentía que podía desahogarse y llorar tranquila. Se quedó boca abajo en la cama, con su hijo acariciándole la espalda y dándole besos en su mejilla, mientras su cuerpo se resentía de la dura tarde que acababa de vivir.

Francis, mientras trataba de consolar a su madre, vio como había manchas de sangre en la cama, algunas eran de las heridas que le acababa de provocar a su padre mientras que otra de ellas provenía de su madre. Un hilo de sangre salía del interior de su ano y se escurría por sus piernas. Fue al cuarto de baño a por algo de algodón, toallitas húmedas con lo cual trató de aplicarle una pequeña cura a su madre y limpiarla.

-Mamá, ¿quieres que llame a una ambulancia o a la policía? – preguntó sabiendo que si decía que sí, se enfrentarían a la tormenta del escándalo público, pero ya le daba igual. Su madre había sufrido mucho, estaba muy mal y no volvería a dejar que eso ocurriera.

-No. – fue la escueta respuesta de su madre entre sollozos. – Abrázame, por favor.


Francis se abrazó a ella tratando de evitarle cualquier tipo de dolor y le susurró a su madre en el oído.

-Lo siento, mamá. Siento todo lo que ha ocurrido. Nadie te volverá a hacer nada semejante. No volverá a ocurrir.
 
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