Una Madre con Ganas de Nuevas Sensaciones 006

heranlu

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Corría la tercera semana de septiembre y el nuevo curso había empezado por lo que Francis volvía a estar más ocupado. Esto le vino bien a Isabel para volver a encauzar las cosas con su hijo, aunque tras la marcha de su sobrino todo había sido más fácil. Los encuentros se habían moderado y los impulsos de su hijo a forzar ciertas situaciones también habían remitido, aunque ni mucho menos cesado. Todo iba ciertamente bien hasta que recibió una llamada de su hermana Margarita.

Lo primero que pensó fue que de algún modo su hermana se había enterado de lo sucedido con sus sobrinos. Seguramente ellos, ahora que habían empezado las clases, habrían contado algo a sus amigos para alardear y ahora la noticia se había extendido por el pueblo como una plaga.

Una angustia insana le estaba oprimiendo el pecho mientras veía el número de teléfono de su hermana en la pantalla del móvil. Tenía que descolgar por si era por otra razón, o si era una urgencia, pero no se atrevía. Cuando había sonado ya el sexto tono descolgó.

-¿Pero dónde te habías metido, niña? – dijo Margarita. – Estaba a punto de colgar.


-Sí, jejeje. Es que no encontraba el móvil en el bolso. – mintió Isabel. – Dime, ¿qué querías?


-Pues que la semana que viene es la feria y no me has dicho si vais a venir este año. ¿Tienes que trabajar? Bueno, si trabajas podemos pasar a recoger a Francisco para que se quede aquí esos días o te puedes coger un par de días libres, ¿no? Empieza el jueves y termina el domingo por la noche.


-Ay, pues no sé. Se me había olvidado, la verdad. La semana que viene cambio el turno así que tendré que preguntarlo en el hotel. Y no, no creo que me pueda coger esos días, este verano ya me he cogido demasiados. – dijo pensando en lo que había hecho esos días. – Bueno, yo mañana lo preguntó y te llamo con lo que sepa, ¿vale?


-Vale, tú me llamas, pero que no se te olvide que siempre te llamo yo.


-Sííí. Hablamos mañana, que yo te llamo. Adiós, Marga. Un besito.


-Adiós, Isa.


Finalmente no era nada, pues con lo temperamental que era su hermana, si estuviera al tanto de las correrías con sus hijos le habría dicho un insulto tras otro. Tan solo era algo tan trivial como la feria. Acudían casi todos los años y solo cuando ella había trabajado no habían acudido. Incluso en sus años de casada, si su marido trabajaba ella y el pequeño Francis iban a pasar un par de días al menos.

Llamó al hotel y le informaron del siguiente turno y luego, calendario en mano se puso a hacer cálculos descubriendo que no estaba mal. El viernes terminaba el turno de mañana, descansaba el sábado y el domingo no entraría hasta la noche, con lo que podrían irse el viernes cuando Francis saliera del instituto y volver el domingo después de comer.

A Francis le haría mucha ilusión pero a ella este año no le hacía tanta gracia. Después de lo que había pasado ese verano, le costaba hablar con su hermana sin que a su mente acudieran las imágenes de sus sobrinos follándola a placer. Y esa era otra, sus sobrinos. Estaba claro que no habían dicho nada y eso era buena señal, pero estar en la misma casa que ellos nuevamente se le asemejaba a regar un bosque con gasolina, aunque no pudo negar que también le dio morbo.

Finalmente acudió al dormitorio de Francis y le preguntó que le parecía el plan y a éste por supuesto le encantó, pero antes de que pudiera maquinar nada con su primo vía Messenger, le advirtió una y otra vez que en casa de sus tíos se comportara normal, que no se le ocurriera tocarla ni hacer ni decir nada que pudiera dar pistas de lo que había pasado y pasaba entre ellos.

-Qué sí, mamá. Voy a ser bueno. Además si estaré todo el tiempo con la pandilla de David en las casetas de tiro o bailando o por ahí haciendo el gamberro en los olivares. – dijo conteniendo la risa pues imaginaba alguna locura que podrían hacer.

-De hacer el gamberro, nada. – le riñó Isabel. – Diviértete pero ni se te ocurra meterte en líos. Y lo mismo que te he dicho a ti, se lo dices a tu primo, que no quiero que con lo bruto que es, la vaya a liar.


-Si el primo David me ha dicho que tiene un rollete. Creo que está intentando que una chica del pueblo salga con él. Ni te hará caso.


-Ah. – se calló pues no esperaba esa noticia. – Pues muy bien, entonces mejor.


Abandonó la habitación pensando quién sería la pobre chiquilla que tendría que aguantar las embestidas animales de su sobrino. Al día siguiente, su hermana la llamó antes de que pudiera hacerlo ella.

Ya había llegado el viernes de la partida y estaban a apenas quince minutos de llegar. Durante el trayecto Isabel había recordado a su hijo mil y una veces lo que hablaron en su dormitorio una semana antes. Estaba bastante nerviosa y según entró en el pueblo, cada vez que se acercaba a la casa de su hermana, su corazón latía más deprisa hasta el punto que no reparó en las decoraciones que engalanaban todo el centro del pueblo.

La casa estaba algo alejada del centro del pueblo, en una de las muchas zonas nuevas del creciente pueblo, rodeada de una pequeña valla amurallada y adornada con setos. Era muy reciente y la primera vez que ella, no Francis, estaba en ella. Tenía dos plantas y una terraza con una buhardilla, y toda la casa estaba rodeada por un jardín que incluía una piscina que era algo más grande que un jacuzzi.

Isabel condujo el coche hasta aparcarlo justo delante de la puerta, dejando libre la entrada del garaje y apenas ella y Francis se apearon del coche, Margarita salió de la casa a recibirlos.

-¡Hola! – se abrazó y besó con su hermana. – Ven aquí Francis y dale un beso a tu tía, anda. – lo besó y lo espachurró entre sus brazos.

-Hola, tita Marga. – dijo Francis zarandeado entre los brazos de su tía.

-Venga, entrad. Déjame que te ayude con el macuto. Los niños están dentro y Ramón está preparando algunas cosas en el ayuntamiento.


Isabel, asentía, sonreía, caminaba, incluso parecía que escuchaba, pero estaba como ausente, no sabía lo difícil que le resultaba mirar a su hermana a la cara y cuando aparecieron sus sobrinos frente a ella dispuestos a saludarla notó como le temblaban las piernas.

Pedro, igual de efusivo que su madre se lanzó a abrazarla, pero sin malicia ninguna. Él siempre había sido así con ella y sabía que la idolatraba en cierto modo. David para su asombro le saludó más despreocupadamente, algo que la alivió, aunque a la vez le hacía sospechar, sabía que él y su hijo podían ser muy bribones.

-Francis dormirá con David en la misma habitación. Hemos puesto una cama y ven que te voy a enseñar dónde vas a dormir tú.


Margarita llevó a su hermana escaleras arriba hasta la terraza que era no era muy amplia debido a que una buhardilla o desván ocupaba bastante espacio.

-¿Es que me vas a meter en el trastero Marga? – rió al estar más distendida y relajada.

-Calla, boba. – abrió la puerta y encendió la luz. – Entra y mira.


El supuesto trastero no tenía nada de trastero. Era una habitación en toda regla, tenía una cama ancha, aunque no de matrimonio. Tenía una mesita junto a la cabecera de la cama y a un lado un armario estrecho.

-Mira esto, Isa.


Margarita abrió una puerta corredera que estaba enfrente de la cama, junto a la puerta del desván y dejó ver un pequeño cuarto de baño, con su lavamanos y la taza del váter.

-Joder, Marga. Esta genial. No me habías dicho nada de esto y está mejor que muchos hostales.


-Ramón y yo penamos que era mejor agrandar el trastero y convertirlo en habitación, así cuando vinierais tú y Francis nadie dormiría en el sofá. Bueno, el cuarto de baño es pequeño, pero al menos si tienes prisas no tienes que bajar las escaleras en mitad de la noche.


-¡Qué dices! Es más que suficiente. – la abrazó y besó.

-Bueno, pues si quieres antes de que se vaya el sol puedes cambiarte y darte un chapuzón en la piscina o nos tumbamos a tostarnos y a cotillear un poco.


Mientras bajaban llegó Ramón y los tres juntos se fueron al jardín a charlar y tomar el sol un poco antes de que empezaran los espectáculos del día. Por su parte, los tres jóvenes estaban dentro jugando con la consola preparando planes para esa noche y comentando lo que no se habían comentado por el Messenger desde que David volvió a casa al terminar el verano.

Así pasaron parte de la tarde hasta que oyeron la música que comenzaba a sonar en la plaza, por lo que los padres se prepararon a salir mientras que los adolescentes seguían enganchados a la consola.

Eran algo más de las 01:00 de la madrugada y el ambiente en la feria era sensacional, había mucha gente, bastante más que otros años, comprobó Isabel. Había actividades para los pequeños y mucha bebida y baile para los mayores. Ella estuvo bailando y conversando bastante con un hombre del pueblo, Manuel, tenía un taller de coches y se le veía en sus ojos que estaba loco por follársela, pero lo único que provocó fue que ella jugara un poco con él, calentándolo y haciendo que pagara casi todas las bebidas para finalmente disculparse y marcharse.

-Isa, no seas mala, jejejeje. – rió Margarita cuando se acercó su hermana.

-No soy mala, solo estoy contentilla. – rió también, pues había bebido bastante y estaba muy desinhibida. - Marga, ¿tú crees que yo me iba a liar con un catetillo de pueblo?


-Oye, que yo estoy casada con un catetillo.


-¡Eso! Qué el cateto soy yo. – se ofendió Ramón falsamente. – Y a mucha honra.


-Ay, Ramón, pero tú eres un cateto con glamour. – dijo mientras hacía gesto con su mano haciéndole ver que tenía mucha pasta. Volvió a reír.

Estaban los tres y algunos amigos de Ramón y Margarita riendo cuando llegó Pedro.

-Mamá, dame las llaves, que los demás se han ido ya a sus casas y me aburro.


-¿Por qué no te vas con tu hermano y el primo? – preguntó su padre.

-Es que no los encuentro.


-Bueno, te acompaño que hay mucha gente y no vas a ir solo. – dijo Ramón.

-Deja, yo lo llevó. – se ofreció Isabel. – He bebido mucho para lo que estoy acostumbrada. Además, tú has trabajado mucho estos días para preparar la feria así que aprovecha ahora y disfruta.


-Está bien.


-Toma mis llaves, Isa. – le ofreció su hermana. – Qué Ramón lleva también las del trabajo.


Esquivando a la muchedumbre se fueron andando tranquilamente tía y sobrino entablando una conversación trivial sobre los estudios hasta que llegaron a casa.

Durante todo el camino Pedro había ido empalmadísimo por encontrarse a solas con su adorada tía y ahora que estaba en casa se refrenaba por no saltar sobre ella como le hubiera gustado.

Como Isabel no atinaba a encontrar la luz pues no conocía la casa, Pedro encendió la luz de la entrada. Su tía aprovechó para ir al baño a mear y al salir fue subiendo escaleras arriba hacia el desván. Detrás de ella y muy cerca iba Pedro con la excusa de evitar que se cayera por la larga escalinata.

Isabel podía notar la tensión que había entre ambos y a pesar de estar algo bebida, que no borracha, advertía como las miradas de su pequeño sobrino iban directas a sus piernas y a su culo, lo cual la puso nerviosa de excitación. Recordó lo atrevido que había llegado a ser el canijo, como había ido acariciándola hasta ir cada vez más lejos, hasta el punto de haber terminado follando con él, haciendo que se calentara más aún.

Cuando llegaron al desván Pedro abrió la puerta e Isabel se dejó caer en la cama nada más llegar. Había decidido acostarse nuevamente con su obediente sobrino aunque fuese una locura.

-Vaya con las escaleras. Tu padre se olvidó de poner el ascensor. – dijo.

-Eso es que has bebido, tita. – dijo Pedro riéndose.

-No digas eso de tu tía y ayúdame a quitarme este vestido. – se ofreció poniéndose en pie y dándole la espalda. – Vamos, que me quiero acostar pronto.


Tras el instante de perplejidad Pedro reaccionó y ayudó a su tía a quitarse el vestido dejándola en sujetador y con unas braguitas que si fueran más pequeñas serían un tanga.

Isabel se dio la vuelta y vio la erección de su sobrino abultar el pantalón.

-¿Qué te pasa? Cualquiera diría que nunca me has visto así.


-Tita, yo… yo. Joder, tita. – balbuceo Pedro llevando una mano a una de las tetas de su tía sin llegar a tocarla.

-Tú quieres follarme otra vez, ¿verdad? – preguntó y Pedro asintió. - ¿Y vas a decir algo si te dejo? – Negó con la cabeza. - ¿Harás lo que yo diga? – Volvió a asentir mientras Isabel recordaba esa sensación de poder y autoridad. – Pues desnúdate y date prisa que tus padres pueden llegar en cualquier momento.


-No creo. Anoche llegaron tardísimo. Me despertaron al llegar y eran casi las 04:00. – dijo mientras se despelotaba a la velocidad del rayo.

Sentada en el borde de la cama Isabel le hizo una señal a Pedro para que se acercara y obedientemente se acercó. Teniendo entonces la verga al alcance la comenzó a sacudir arriba y abajo mientras Pedro comenzaba a jadear y se peleaba por desabrochar el sostén de su tía aunque sin éxito. Isabel entonces se metió la polla de su sobrino en la boca y se desabrochó y quitó el sujetador ella misma.

-Tita, mee gustaas mucho. Yo… tita, yo tee quiero. – se confesaba Pedro mientras su amada tía le comía la polla de arriba abajo.

Isabel se saco el pene de la boca y miró a su sobrino dedicándole una sonrisa tierna pero a la vez picara y morbosa. Se recostó en la cama y se quitó las braguitas dejando sus piernas bien abiertas, lo que hacía que su coño se mostrara en magnífica plenitud.

-Entonces ven y haz disfrutar a tu tía que también te quiere, sobrino. Vamos Pedro, lámeme y cómeme toda. – lo invitó mientras se acariciaba la entrada de la vagina.

Pedro se arrodilló frente a ella y comenzó a besar y lamerle todo el chochete. El olor le disgustaba pero sentir esa carne caliente con su lengua le parecía algo maravilloso. De vez en cuando se detenía para apartarse algún pelo de la boca, pero su lengua apenas dejaba de moverse.

-Aaaaayyy, sííííííí. Sigue así, Pedrito. ¡Mmmmm! – animaba Isabel que se humedecía por la calentura que llevaba. – Aaaaahhh, qué bien. Eso es, eso es. Sssííííí. ¡Aaaaahhh!¡Ssssíííiíííí! – aulló corriéndose. – Qué bien lo has hecho Pedro, muy bien. – dijo mientras lo apartaba y se terminaba de tumbar en la cama.

Su tía se había corrido en su boca y esto lo excitó más aún, por lo que cuando su tía se apartó y se tumbó, no dudó en plantarse encima de ella para penetrarla. Pero Isabel, que quería aprovechar esos momentos de autoridad sobre su sobrino se dijo que le haría darle más placer antes de permitir que se la follara. Por esa razón cerró sus piernas cuando vio el ímpetu de su sobrino ante el disgusto de este.

-Tita, déjame follar contigo ya, la tengo muy tiesa y no aguanto más. – dijo mientras se la sacudía. – Vamos, por favor. – dijo mientras intentaba separarle las piernas.

-Bésame aquí, Pedro. – dijo señalándose uno de sus pezones. – Venga, cómetelas. ¿No te gustan? – dijo jugando con él.

Pedro inmediatamente trepó por su cuerpo hasta llegar a sus pechos y besarlos primero, lamerlos y terminar por devorarlos mientras Isabel se retorcía de placer.

-Aaaaahhhh. Mmmmmm. Ssíííííí. Eso es, así. Dale gusto a tu tía favorita.


Mientras sus globos eran engullidos uno tras otro con devoción, Isabel no pasó desapercibido como la tiesa verga de su sobrino se restregaba por sus muslos buscando una y otra vez la entrada de su cueva. Finalmente se apiadó de él y abrió sus piernas permitiéndole entrar en su interior.

-Vamos cariño, métete aquí. – dijo cogiéndole la verga y acercándola a su raja. – Empuja ahora, Pedro. Muévete rápido.


Sin despegarse de su tía, Pedro empezó a moverse rápidamente dentro de ella. Estaba muy caliente y movía sus caderas en un rápido mete-saca que no profundizaba mucho en su tía. El tamaño de su polla no era como la de su hermano o la de su primo e Isabel lo notaba, así que se abrió más de piernas e hizo que su sobrino se incorporara un poco sosteniéndoselas. Así, podría dar envestidas más profundas.

-Aaaaaahhhh. Aaaaaahhhh. Así, más. Dame más. Aaaaaahhhh. – farfullaba Isabel mientras acompasaba su cadera a las embestidas de su sobrino. – Aaaahhh. Aaaahhhhh. Aaaaahhh. Aaahhh.


-Ya… tita, me voy a correr. No aguan…


Comenzó a llenar de esperma el coño de su tía. Una vez vaciado se hizo a un lado sentándose en la cama. Se había pasado semanas esperando que esto se repitiera, llegando incluso a pensar que jamás volvería a acostarse con su tía y esa noche había sido ella la que se lo había pedido. Su larga paciencia había dado sus frutos.

Miró a su tía y la vio introduciéndose algunos dedos en su chorreante coño mientras se estrujaba un pezón de sus tetas. Tras un par de minutos ella también se corrió.

-¿Te ha gustado, tía? – preguntó Pedro. - ¿Lo he hecho bien?


-Claro que sí, mi niño. Muy bien.


Por su puesto lo había disfrutado, pero había gozado más de la comida de coño que de la penetración, algo que en el futuro muchas novias de Pedro estarían de acuerdo. Sin embargo, la herramienta de Pedro volvía a estar lista para un nuevo asalto y quiso colocarse nuevamente entre las piernas de Isabel, pero ella no le dejó.

-Por esta noche es suficiente, Pedro. Será mejor irse a dormir antes de que lleguen tus padres.


-Jooo, tita. Mira como estoy, podría seguir.


-No Pedro, no esta noche al menos. Venga, se bueno y hazme caso como dijiste que harías. – dijo levantándose y yendo al pequeño cuarto de baño. – Ven que te limpie si quieres, pero luego te vas a dormir.


El cuarto de baño no era muy grande, así que mientras Isabel mojaba una toalla en el lavamanos, Pedro se introdujo con dificultad tras ella para dejarse asear. Sin embargo, cuando vio su culo desnudo se pegó a él y con la polla aún dura buscó la entrada de aquel esplendido coño maduro.

-Ay, Pedro, tú también eres muy cabezota, ¿no? No te he dicho que noooo… Aaaaaaahhhhh. – gimió cuando su sobrino consiguió metérsela. – Aaaaahhh, eres muy malo, Pedro. Aaaaahhh. Termina rápido, no nos vayan a pillar. Aaaahhhhh.


-Sí, tita, ya mismo estoy. Estoy muy caliente. Me pones muy caliente. – dijo mientras la agarraba por las caderas para embestirla más ferozmente. - Cuando te veo se me pone dura, tita. Te adoro, eres la mejor. Te quiero.


Isabel se dejó caer sobre el lavamanos y flexionó sus piernas un poco para facilitarle las penetraciones a su sobrino.

-¡Aaaaahhh!¡Aaaahhh!¡Aaaaaahhh!¡Aaasssííí!¡Síííí!¡Aaaaahhhhh! – gemía sin parar.

Pedro se pegó a la espalda de su tía y con las manos estrujando sus tetas se volvió a correr aunque en menor cantidad.

-¡Uff! Este ha estado muy bien, Pedro. – dijo Isabel mientras recuperaba la respiración. – Muy bien, sí. Ahora déjame que te limpie y vete a dormir.


Se limpió con la toalla húmeda y limpió a su sobrino. Una vez se desearon buenas noches, cerró la puerta y se hundió en la cama esperando que el sueño se llevara los pensamientos de culpabilidad que volvían a aparecer.

Mientras tanto, Francis y David habían estado de marcha con sus colegas, bebiendo y bailando por la feria, haciendo tiro en las casetas y participando en varias atracciones. En un momento se separaron de sus amigos y fueron a la plaza en busca de sus madres para pedirles algo más de dinero. Cuando los encontraron solo estaban los padres de David así que Francis preguntó por su madre.

-Pues se ha ido hace un ratito para casa, tu primo la ha acompañado. – dijo Margarita.

Ambos primos se miraron y debieron de pensar lo mismo. Isabel se había ido y el canijo de Pedro con ella con la única meta de follársela. Entonces se disculparon y dijeron que también se irían a acostar ya. En cuanto salieron de la plaza mayor se pusieron a correr como posesos en dirección a la casa.

-Joder, seguro que el cabrón de tu hermano se quiere tirar a mi madre.


-Fijo que sí. Qué callado se lo tenía que no me ha dicho nada con las ganas que tengo. – dijo David.

Sin aliento llegaron a la casa y antes de entrar cogieron un poco de aire pues habían recorrido la distancia en poco tiempo. David abrió y vieron que la luz de la escalera estaba encendida. En silencio comenzaron a subir David primero y Francis detrás. Cuando alcanzaron la planta donde estaban sus habitaciones se toparon de lleno con Pedro.

-Jodido canijo. – dijo David al verlo. - ¿Has estado con tita Isa, verdad?


-Sí. – respondió tras el susto y shock inicial de ver a su hermano y su primo jadeantes frente a él. – Pero ha sido ella la que ha querido primero. – se defendió antes de que le acusaran de cualquier cosa.

-Jejejeje, qué suerte tienes. Siempre la pillas a solas. – dijo David. – Bueno, ahora nos toca así que tú vete a dormir y avísanos si oyes a papá y mamá de llegar.


Los dos primos subieron lentamente mientras Pedro iba a su habitación a soñar con su adorada tía. Cuando los dos adolescentes llegaron a la terraza vieron que la luz del cuarto-desván estaba apagada y se asomaron a una pequeña ventana para ojear el interior. Con dificultad vieron que Isabel estaba tumbada boca abajo totalmente desnuda lo que les terminó por endurecer las pollas. Pero cuando fueron a abrir la puerta la encontraron cerrada.

-Joder, está cerrada. – dijo David. – Mierda. Ha debido de cerrar por dentro.


-Vaya mierda. Nos vamos a quedar con las ganas. ¡Qué putada! – se quejó Francis. – Llama a la puerta que yo llamó a la ventana, lo mismo se despierta y así nos abre.


Sin hacer mucho ruido ambos llamaron pero Isabel no se inmutaba. No lo hicieron muy fuerte, pero creían que sería suficiente para despertarla mas no lo consiguieron, por lo que enfadados y empalmados se fueron a su dormitorio.

A Francis le costó dormir mucho más que a su primo. La actitud de su madre le había molestado, le había molestado mucho. Le había prometido que él no haría por acosarla y que evitaría que su primo David hiciera lo mismo, sin embargo, ella se había acostado con su primo Pedro a la primera oportunidad. Por esa razón, se prometió antes de dormir que la noche siguiente si se la follarían.

Al día siguiente todos se despertaron tarde y volvieron a actuar como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, tanto Francis como David estaban más distantes de Isabel, pues aún estaban molestos, mientras que Pedro apenas se despegaba de su tía. Por la tarde la fiesta comenzaría un poco antes porque era el patrón del pueblo, así que todos juntos se fueron a celebrarlo a la plaza aunque poco a poco se dividieron, los adultos por un lado y los jóvenes con sus amigos.

A lo largo de la tarde y de la noche, Francis y David daban rondas cerca del lugar donde se encontraba Isabel pues lo habían hablado y esa noche esperaban ser ellos quienes se la trabajaran. Quiso entonces la suerte que en una de sus rondas de espionaje vieran a Pedro irse de la mesa junto con Isabel dirección a la casa, aunque esta vez, Isabel estaba mucho más borracha que la noche anterior. Francis y David decidieron seguirles y sorprenderlos en mitad de la faena ya que entonces Isabel no les negaría nada, del mismo modo que ocurrió la primera vez en casa de Francis.

Apenas habían conseguido salir de la plaza que estaba abarrotada cuando un par de chicos del pueblo y amigos de David los vieron irse.

-Mierda. – maldijeron los dos primos cuando fueron interceptados.

-¡Ehhh!¡David!¿Ya os vais? – preguntó Jorge, uno de los amigos que se caracterizaba por su multitud de pecas en torno a la nariz y mejillas. – Aún es temprano.


-¿Qué? No, no nos vamos aún. – mintió David que no sabía que más decir.

-Entonces vamos con los demás que están en la atracción del barco. – dijo Andrés mientras le pasaba una bebida a los primos. – Vamos.


-Bueno, esperadnos allí que ahora vamos. – dijo Francis que agarró a su primo del brazo y lo hizo ponerse en camino a la casa.

-Joder, ¿pero adónde vais?


-Nada, que no tenemos más dinero y no encontramos a nuestras madres así que vamos a casa a coger más. – respondió Francis ingeniosamente. – Esperadnos que no tardaremos.


-Ah, pues os acompañamos. – dijo Jorge y tanto él como Andrés siguieron a la pareja de primos.

Iban caminando lentamente, los primos delante y los amigos detrás, los primeros muy serios y los segundos riendo estúpidamente.

-¡Joder!¿Ahora qué hacemos? – preguntó Francis en voz baja. – Me cago en la leche.


-Pues cogemos el dinero y nos vamos o se unen a la fiesta. – propuso David pensativo.

-¡Qué dices! Estos no se follan a mi madre, que tú eres mi primo y es distinto. – se quejó. – Además, cuanta más gente se entere más fácil es que alguien se vaya de la lengua. Sin olvidar que mi madre no creo que acepte.


-Bueno, la verdad es que no creo que tu madre se enterara de mucho, iba bastante pedo, casi se la pega cuando se levantó de la mesa. Si no se agarra a mi hermano se hubiera caído seguro. – puntualizó David. – Por cierto, ¿estos dos no conocen a tu madre verdad?


-No, ¿por qué?


-Pues porque si no la conocen podemos decir que nos hemos ligado a una madurita. – le dijo a su primo.

-¿Qué cuchicheáis ahí delante, parejita? – interrumpió Andrés que acababa de tirar el vaso ya vacío.

-Mirad, no vamos a casa a coger dinero, vamos porque hemos pagado a una puta para cepillárnosla. – dijo David pillando a todos de improviso y noqueando mentalmente a Francis. Ahora resultaba que su primo quería hacer pasar a su madre por puta.

-¡No jodas! – gritaron los amigos al unísono. - ¿Pero la has metido en tu casa?¿Y si te pillan tus padres? Joder, llevadla al olivar como todo el mundo. – dijo Andrés.

-Por eso queremos aprovechar ahora y vosotros nos vais a joder el plan. – dijo David casi seguro de que esto bastaría para deshacerse de ellos. – Así que esperadnos con los demás que luego iremos.


-Sí claro, yo también me la quiero tirar. – dijo Jorge que era virgen.

-Vamos a dejarlo, David. Hoy no puede ser y ya está. – dijo Francis pues veía que la cosa se iba a ir de madre y nunca mejor dicho.

-No, ya hemos pagado y no vamos a perder el dinero aparte de quedarnos sin follar. – contestó David que pensaba que su primo le seguía el juego.

-Bueno, yo estoy dispuesto a pagar algo. – se ofreció Jorge. - ¿Cuánto tendría que pagar?


-Veinte euros cada uno. – respondió rápidamente David que en realidad no tenía ni idea de lo que podría costar contratar a una prostituta. – Si no los tienes, mala suerte.


Francis no acababa de creérselo, su primo estaba ejerciendo de chulo con su madre. No sabía cómo sentirse, pues una parte estaba mosqueada pero la otra estaba a punto de partirse de risa por la situación, eso sin contar las ganas que seguía teniendo de follar. Iba a llevarse a su primo aparte para dejarle bien claro que no iba a alquilar a su madre a esos paletos cuando oyó una voz que lo llamaba.

-¿Francis, eres tú? – dijo la voz.

Francis se giró y se sorprendió con lo que vio. Frente a él a escasos cuatro metros estaba su padre. Su corazón se aceleró, hacía tiempo que no lo veía y aunque éste siempre se había portado bien con él, o era lo que él recordaba, no se portó igual con su madre por lo que no tenía muy claro que sentimientos tener.

-Hijo, ¿qué tal? Divirtiéndote en la feria, ¿no? – dijo Rafael mientras abrazaba a su hijo.

-Sí. ¿Y tú?¿Qué haces aquí? – preguntó Francis.

-He venido con algunos compañeros de trabajo y ya nos íbamos, tenemos el coche aparcado por aquí.


Francis vio detrás de su padre, un poco más lejos, a un par de hombres que hablaban animadamente.

-Francis, te esperamos en casa, no tardes. – le dijo su primo que se iba junto con sus dos amigos haciéndole un gesto de OK con la mano que indicaba "tranqui, todo bajo control".

-¡Esperadme! – gritó Francis pero su padre lo detuvo.

-Espera muchacho, ¿no quieres que hablemos un rato? Hace mucho que no nos vemos, hijo.
 
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