Una Madre con Ganas de Nuevas Sensaciones 005

heranlu

Veterano
Registrado
Ago 31, 2007
Mensajes
5,327
Likes Recibidos
2,360
Puntos
113
 
 
 
Entró en el dormitorio, cerró la puerta totalmente y se despelotó. Desnudo y con la polla dura se acercó a su madre subiéndose a la cama. Isabel, que notó el movimiento, se despertó con dificultad.

-¿Eh?¿Qué pasa? – dijo muy soñolienta. - ¿Francis?¿Qué pasa?


-Nada, mamá. Es sólo que quería dormir contigo. – contestó mientras la acariciaba de arriba abajo.

-Francis, cariño, estoy cansada y necesito dormir. Ve y duérmete anda, aprovecha ya que no tienes que madrugar para trabajar. – dijo Isabel y hundió la cabeza en la almohada.

Pero Francis se tumbó a su lado y siguió acariciándola, sobre todo sus nalgas carnosas. Cada vez más ansioso, deslizaba su mano por la entrepierna de su madre.

-Francis, por favor. Quiero dormir. – se quejó.

-Mamí, quiero follarte. – le susurró al oído. – No hemos estado juntos desde que estás en el turno de noche y tengo ganas.


-Ufff. – Resopló alzando la cabeza. – Pero estoy cansada, no es broma.


Cuando vio a su hijo tumbado a su lado con la polla apuntando al techo se planteó severamente cabalgarlo hasta tener un orgasmo, pero el turno de noche siempre la agotaba pues nunca se llegaba a acostumbrar al horario.

-Cielo, sabes que en unos días me volverán a cambiar de turno, ¿no puedes esperar?


Se sorprendió diciéndole esto a su hijo, pues desde las primeras veces que se acostó con él, no había vuelto a ser ella quien acudiera en su busca para tener sexo, sin embargo, ahora le estaba invitando a follársela dentro de unos días.

Francis seguía acariciando su vagina por encima del tanga a la vez que le masajeaba el culo.

-Venga mamá, date la vuelta.


Dicho esto comenzó a girarla para colocarla boca arriba y a deshacerse del tanga que ocultaba su placentera cueva maternal a pesar de los intentos adormilados de su madre para impedirlo.

-Te pajeo si quieres, pero déjame. De verdad que estoy muy cansada, Francis. – dijo ya completamente desnuda. – No hagas el bruto como tu primo.


-Es que estás buenísima, mamá. Mira como me tienes la polla.


Se había colocado ya entre sus piernas y le restregaba el cipote por la entrada de la vagina que poco a poco empezaba a humedecerse. Cuando Isabel iba a quejarse de nuevo, Francis le metió su verga despacio pero constante y en un instante la había introducido hasta el fondo.

-Aaaaaaahhhhh, Francis. Noooo. – se quejó débilmente.

-Sííí, mamá, síííí. Muevete tú también, vamos, hazlo cómo tú sabes, mamá.


Francis empezaba a acelerar sus empellones mientras mantenía las piernas de su madre bien altas en forma de V. Isabel, poco a poco fue acoplándose al ritmo de su hijo tal y como éste le pedía. Se había espabilado y movía sus caderas haciendo que su hijo la llenara hasta el fondo.

-Aaaaaahhhh. Mmmmmm. Termina pronto, cariño. – pidió a pesar de estar disfrutando como una cerda. – Aaaaahhhh. Aaaahhhh. Aaaahhhh. Mmmm. Síí. Aaaahhh.


Francis se apoyó las piernas de su madre sobre sus hombros y echó su cuerpo sobre ella, bien inmovilizada siguió perforándola con un veloz mete-saca, mientras que su madre, incómoda por la postura, se limitaba abrazarlo por la espalda y a pedirle que acabara pronto.

-Vamos, vamoossss. Aaaaaahhhh. Acabaaaaahhhh. Aaaaahhh. Acaba ya. Mmmm. Aaaaaaahhhhh. Aaahh. Aaaaahhh. Aaaaahhhhh. Ssííí. Aaaahhhh.


Entonces Francis se fue vaciando en su interior con cada pollazo que daba, haciendo que su madre sintiera el semen tibio en su interior.

-Hazte a un lado, cielo. – pidió Isabel cuando la verga de su hijo dejó de lanzar leche en su coño.

Notaba el cansancio y necesitaba estirarse pero su hijo no lo permitió, pues no dejó de bombearle el chocho a pesar de haberse corrido. Estaba muy cachondo y su juventud le permitió seguir cepillándose a su madre sin tener que tomar un descanso, algo que Isabel no se esperaba.

-Aaaaaaahhhhh. Francis. Aaaaaahhh. Para. Vamos. Aaaaaaaahhh. Aahhh. Aaaaaaahhhh. Aaaaahhh. ¡Joder! Aaaaaahhh. Francis.


Pero Francis no se detenía e iba más rápido que antes haciendo que sus huevos le golpearan el culo de forma constante. Notaba como parte del esperma salía chorreando y como las tetas de su madre se movían más rápidamente. Liberó a su madre de esa postura que la tenía paralizada y continuó dándole rabo con el tradicional misionero, pero ahora sí, podía entretenerse en comer teta entre vergazo y vergazo.

-Vamos mamá, pon de tu parte. – le animó su hijo sacándose un pezón de la boca.

Pero Isabel ya no tenía ganas de más, había disfrutado durante un rato y casi tuvo un orgasmo, pero estaba cansada y molesta, por lo que volvía a pedirle a su hijo que se detuviera mientras trataba de quitárselo de encima, aunque con delicadeza. No obstante, esto molestó a Francis pues le cabreaba que su madre no disfrutara mientras él se la follaba, así que se separó un poco de ella y volvió a embestir de forma dura y vigorosa, pensando más en hacerle daño que en hacerla gozar.

-Aaaaaaahhhh. ¡Aaaaaarrrgggghhh!¡Aaaaagghh!¡Aaarrgghhh! Paraaaahhh. Aaaaahhhh. Paraaaahhh. Paraaahh. Aaaaahhh. ¡Aaarrggghh! Aaaaahhh.


Pero Francis no se detuvo y prosiguió envite tras envite, llenándola de cipote juvenil hasta que se corrió por segunda vez. Terminado sus espasmos, desmontó a su madre, pues el esfuerzo había sido considerable, y se dejó caer en la cama a su lado. Isabel en cambio se palpaba su vagina pues estaba resentida y levemente dolorida. Primero había sido su sobrino y ahora su hijo el que la había tratado con dureza, y sus intentos por frenarlos no servían para nada, definitivamente se había metido en una situación difícil de salir.

-¿Ya has terminado o vas a seguir? – preguntó Isabel a su hijo con una mezcla de pena y de malestar. - ¿Por qué tenéis que ser tan brutos?


-Sí, ya he terminado. Y si somos brutos es porque no cooperas, porque cuando lo haces, bien que te corres y nos pides que te demos más rabo. – contestó molesto. – Bueno, te dejó dormir que estarás cansada.


Recogió su ropa, abandonó el dormitorio de su madre y bajó a desayunar algo pues ya era de día. Isabel se quedó sola y trató de dormir pues no quería pensar en nada, ya que no importara como actuara ante ellos que finalmente se haría lo que ellos quisieran.

Justo al día siguiente Isabel empezó a menstruar, por lo que sumado a su turno de noche, estuvo unos días tranquila, aunque no se libró de hacer alguna mamada que otra. Para su sorpresa, durante los siguientes días también respetaron su culo, el cual creía que sería atacado como compensación, pero se equivocó. No fue hasta una semana antes de que David tuviera que volver a su casa cuando decidieron volver a catar sus entrañas.

Se encontraban los tres amantes en el dormitorio de Isabel teniendo una buena sesión de sexo. En esta ocasión Isabel si estaba muy predispuesta pues se sentía con ganas, algo que Francis y David notaron de inmediato.

Acababa de chuparle la polla a su sobrino hasta que se tragó la corrida y llevaba un rato chupándosela a su hijo cuando éste le pidió que lo montara.

-Ponte encima mía, mamá. Fóllame como lo hiciste el primer día.


Francis se tumbó e Isabel, obediente, se puso a horcajadas sobre él. Con una mano guió la verga hasta la entrada de su vagina y lentamente la fue engullendo haciendo presión sobre ella con sus paredes vaginales.

-Aaaahhh. Ooohhhh, sí. – gimieron casi al unísono. – Ahora muévete, mamá. Fóllame deprisa, vamos, muévete. – urgió Francis.

Entonces Isabel empezó a subir y bajar a buen ritmo. Se apoyaba con sus manos en el abdomen de su hijo y sus tetas eran acariciadas y amasadas por él entre bote y bote. Su vagina era llenada con fuerza pues su hijo también movía su cuerpo para acoplarse al sube-baja.

-¿Te gusta? Aaaahhhh. Aaaahhh. ¿Te gusta follarte a mamá, no es así? Aaaahhh. – preguntó Isabel, pues estaba bastante cachonda. – Siempre has querido esto, ¿verdad? – decía a la vez que se pellizcaba ambos pezones poniéndolos erectos.

-Me encanta. Me encanta follarme a la guarra de mi madre. Estás buenísima, joder. Te voy a follar hasta no poder más, cerda.


Esos comentarios, sobretodo en boca de su hijo, de "cerda", "guarra", "zorra" y similares habían ido mimando su moral y su ya decaída autoridad, de tal modo que de sentirse en sus inicios como una loca o una enferma sexual, ahora se sentía como una prostituta en manos de depravados. Atrás habían quedado los días en que ella dominaba la situación para dar pasos a los días donde lo mejor que podía hacer en manos de sus dos diablos era tratar de disfrutar lo máximo posible.

-Aaaaaahhhhh. Aaaahhh. Aaaahhhhh. Aaaahhhh. – gemía Isabel cada vez que se dejaba caer sobre el rifle de su hijo. – Chúpameeehhh. Chúpame las tetas. – pidió a su hijo recostándose sobre él para ofrecérselas.

Francis, cuando vio como los melones de su madre se ponían al alcance de su boca no desaprovechó la oportunidad y los engullía, los lamía, los mordía y succionaba con ansía, yendo de uno a otro y del otro al uno. A pesar de lo atareado que se encontraba, en ningún momento dejó de embestir el chochete de su madre, aunque eso sí, a menor velocidad.

La atención tan esmerada que estaban recibiendo los pechos de Isabel hacía que el coño se le estuviera encharcando de gusto. Aunque a veces su niño se excediera en la fuerza de algún mordisco o chupetón, se sentía morir de placer de tal modo que inevitablemente se terminó corriendo sobre su hijo en una ráfaga de pequeños orgasmos.

-¡Aaaaahhh!¡Aaahh!¡Aaahhh!¡Sssíííiíí!¡Aaaahh!¡Aaagghh!¡Aaaaaaahhhhhh! – aulló de placer y siguió montando a su hijo sin detenerse. – Así. Así. Más. – decía más para sí que a su hijo.

David, con la polla tiesa de nuevo y viendo lo cachondísima que se encontraba su tía, la separó un poco de su primo y le acercó su verga a la boca nuevamente. Isabel en cuando la sintió cerca, la agarró y tras unos instantes de pajeo la devoró.

Francis tuvo que desatender las tetas de su madre por la postura que habían adoptado, pero asiéndola bien de las caderas imprimió un fuerte y veloz mete-saca durante unos minutos en los que Isabel se corrió otra vez.

Ante el comportamiento tan felino de su madre, Francis pensó que era el momento de volver a metérsela por el culo. Tenía que aprovechar lo excitada que estaba, así que hizo que su madre le desmontase ante su leve queja de protesta, y se fue al baño para buscar nuevamente el aceite bronceador que tan buen resultado le dio la última vez.

Desde el baño oía los gemidos de su madre y pensó que decididamente era una guarra. Encontró el bote de aceite, pero lo que no tenía era condones. Esto le preocupaba pues sabía que podían coger alguna infección al hacerlo a pelo, aunque David lo hizo así y no le había pasado nada, así que se volverían a arriesgar.

Al volver a la habitación vio a su primo sobre su madre con sus piernas sobre los hombros bombeando con voracidad, era muy bestia en general y follando también, pero esta vez Isabel agarraba el culo de su sobrino como podía incitándole a que la siguiera penetrando.

-¡Aaaaaaagghh!¡Aaaaaahhhh!¡Aaaaaahh!¡Aaahhh!¡Aaaaaaahhhh! – jadeaba Isabel entre gemidos hasta que sintió como su sobrino se venía dentro de ella con su leche caliente. - ¡Ssíííí! Lléname de leche. Mmmmm. Sííí.


David se hizo a un lado y se tumbó en la cama, mientras que su tía seguía boca arriba y con las piernas abiertas, empapada en sudor.

-Vamos, cielo. Qué aún no te has corrido. Ven con mamá. – animó Isabel a su hijo mientras se acariciaba el coño sin saber que éste tenía otros planes.

-Ponte en cuatro que te voy a follar así, guarra.


Isabel se colocó como le pedía su niño y esperó a que éste la embistiera con ganas. Como se hacía de rogar se volteó para averiguar su tardanza y lo vio de rodillas tras ella embadurnándose la polla con el aceite bronceador. Inmediatamente supo que quería darle por el culo y su predisposición y excitación se esfumaron.

-No, Francis, no me hagas eso. – dijo sentándose en la cama. – Ya sabes que me duele.


-Tendré cuidado, mamá, voy a lubricarlo todo bien.


-Da igual, me va a doler y no quiero por ahí. Ya lo intentamos y dolía mucho. – seguía poniendo pegas ante su hijo.

-Vamos tita, no te pongas así. – intervino David. – Vamos a tener cuidado. – dijo sumándose a perforarle el culo.

-No, duele mucho y la última vez me hicisteis sangre. Estuve varios días mal. Fóllame como quieras hijo pero no lo hagas por el culo, por favor. – dijo mirándole.

Pero Francis tenía muy claro lo que iba a hacer como para echarse atrás y más después de haber visto a su madre tan excitada. Quería que disfrutara, así que le prometió que iría con mucho cuidado pero está seguía reticente. Sin importarle, Francis fue colocando a su madre como había visto en muchas películas porno, la puso de rodillas con las piernas separadas, la espalda inclinada y la cabeza hundida en la cama.

David se situó junto a su primo para no perder detalle pues el espectáculo lo requería. El carnoso culo de su tía estaba bien elevado, su esfínter no era más que un pequeño anillo rosado que estaba cerrado mientras que de su coño goteaba algo del semen que había derramado en ella momentos antes.

-Mamá, agárrate de los cachetes del culo y sepáratelos. – pidió Francis que seguía untándose bien desde la punta del cipote hasta los huevos.

-Me va a doler, Francis. Me va a doler mucho así que no lo hagas, ¿quieres?


-Es que precisamente darte por culo es lo que quiero, mamá. – se jactó su hijo. – Pero no te preocupes, iré despacio y con cuidado.


-Noo. Joder, me va a doler. No me hagas daño, por favor. – pidió Isabel muy nerviosa, pues aún recordaba lo traumático que había sido para ella su última experiencia anal.

-Cuando el primo te la haya metido, dedéate, tita. Así disfrutarás más. – le aconsejó David.

Le había prometido que iría despacio, que no le haría daño, que tendría cuidado, y sin embargo, Francis había pasado por alto todo proceso de dilatación en el culo de su madre, al contrario de lo que había hecho las otras dos ocasiones. Finalmente se acercó a su madre y empezó su trabajo.

-Voy a empezar, mamá, así que relájate.


Con su mano izquierda se agarró a la cadera de su madre mientras que con la derecha apuntaba su polla hacía el anillo trasero. En cuanto hizo contacto a Isabel la recorrió un escalofrío producto del nerviosismo pero Francis continuó. Empujaba despacio una y otra vez pues parecía que su polla no entraba.

-Sepárate el culo un poco más, mamá. – pidió otra vez e Isabel obedeció, agarrándose las nalgas y abriéndolas todo lo que podía.

Volvió a colocar su rabo en la diana trasera de su madre y empujó. Simultáneamente tiró de ella hacía él y el movimiento combinado hizo que su verga se abriera camino en aquel ano cerradito.

-¡Aaaarrrgghhh!¡Aaaauuu!¡Aaauuu!¡Uufff! Joder. – se quejó Isabel cuando el glande de su hijo le invadió el culo. Trató de separarse pero su follador se lo impidió. – Sácala, Francis. Por favor, hazlo. Aaaauu, me duele.


-Tranquila, mamá y relájate que voy a ir despacio. – dijo mientras aferraba sus caderas con ambas manos para retenerla.

-Tita, sujétate los cachetes. – ordenó David.

Isabel volvió a separárselos al máximo mientras daba resoplidos por el dolor, pues su hijo, había iniciado un ligero mete-saca en su culo, pero introduciendo tan sólo unos centímetros de polla. Poco a poco su ano se fue haciendo al tamaño de la verga y la sensación de dolor fue disminuyendo y con ello sus quejidos, algo que no hizo que estuviera disfrutando. Sin embargo, su hijo si lo interpretó así por lo que prosiguió penetrándola más profundamente.

-¡Aaaaaaaaaaarrrrrrrggghhhh! – aulló Isabel de dolor. – Aaaaaaaagggghhh. Francis, sácamela, sácamela. Aaaaauuuu. Jooodeerrr. Francis que daño, sácamela. Aaaaauu.


Dejó de separarse las nalgas en el acto y contuvo con sus manos el cuerpo de su hijo aunque demasiado tarde, pues el rabo llenaba sus entrañas por completo. Debido a lo embadurnada que Francis tenía la polla, cuando embistió con algo de fuerza, su cipote se enterró totalmente en su culo provocándole un enorme dolor.

-Sácala, por favor. - suplicaba mientras trataba de separar a su hijo.

-Lo siento, mamá. No creí que fuera a entrar toda. – se disculpó Francis. - ¿Estás bien?


-Noooo, noo. Aaauuu. Qué daño.


Pero Francis no se la sacó. Se quedó quieto pero con la polla bien dura y rígida en su interior. Amasaba su culo carnoso y se recreaba viendo como su verga se había ocultado por entero en el culo de su madre.

-Francis, por favor. Déjalo. – dijo algo más tranquila y menos dolorida. – Duele mucho, hijo. Joder, no sabes lo que duele.


-Mastúrbate, mamá. Hazlo para que puedas disfrutar o sentirás más dolor.


Francis llevó una de sus manos al coño de su madre y comenzó a acariciarlo y frotarlo, para que momentos después Isabel apartara la mano de su hijo y se masturbara ella misma. Esto lo aprovechó Francis para poder follarle a su madre el culo en condiciones. Le dio una sonora palmada y comenzó a mover su cadera a un ritmo constante, enterrando su verga y sacándola casi hasta su totalidad.

-¡Aaaaarrrgghh!¡Aaaahhh!¡Aaaarrrgghh!¡Aaaaarrghh!¡Aaaauu! – se quejaba Isabel.

Ocultó su rostro con su mano libre mientras trataba de relajar su cuerpo para luchar contra el dolor que le invadía el culo. Un fuerte ardor se había extendido ya por todo su recto producto de la tensa fricción en su culo, haciendo que el dolor no despareciera a pesar de estar frotándose el clítoris con devoción.

-Ooohhh sí, ooohhh sí. Qué buen culo, qué gustazo. – resoplaba Francis que incrementaba el ritmo de sus vergazos. - ¿Te gusta, mamá? Mira como te follo el culo. ¿Sientes mi polla? ¡Toma!¡Toma!


-Aaaarrrgghh. Aaauu. Aaauuu. Nnnoo. Aaau. Aaaarrgghhh. Jodeerrr. Aaarrgghh. – escapaban de su garganta. – Aaaarrrgghh. Me haces daño. Aaauuu. ¡Aaaaaaaarrrrrgggghhhh!¡Aaaaaaaarrrggghhhh!


-Aguanta un poco más, sólo un poco más. Qué ya casi, ya casi… Qué culazo, por Dios. – disfrutaba Francis cuando su ritmo ya era endiablado y frenético.

Su rabo empezó a escupir todo el semen acumulado de varios días y una larga jornada de sexo sin correrse pero hasta que no paró de lanzar lechadas no paró de dar empellón tras empellón, luego, despacio, liberó a su madre de la polla que la había martilleado el culo durante un buen rato.

-Joder, que abierto se le ha quedado. – dijo David que no había perdido detalle y contemplaba el anillo ahora bien abierto. – Mi turno. – dijo mientras se preparaba a untar su polla en aceite.

-¿Estás bien, mamá?¿Te ha dolido mucho?


-Ya da igual. Ufff, da igual. – dijo mostrando dolor en su rostro. - ¿Estoy sangrando?¿Tengo sangre? – preguntó notando como algo le caía por la raja del culo hacia el perineo.

David que ya estaba tras ella con su barra de carne lista y embadurnada miró su culo y tan sólo chorreaba el semen que Isabel estaba expulsando con sus doloridos movimientos anales.

-No, tita. No estás sangrando. Es la corrida de Francis. – indicó.

Esto la tranquilizó pues a pesar de la dureza del polvazo no se había desgarrado. Le hubiera gustado parar pero sabía que su sobrino querría su pedazo de culo y tardó poco en reclamarlo. Apenas su hijo había salido a limpiarse un poco la polla, David apuntaba con la suya en su ano abierto a la vez que le pedía que volviera separarse los cachetes del culo para embestir mejor. Así, otra vez más, se los separó para facilitar que su joven follador le pudiera romper el culo a base de duras penetraciones.

Tal y como imaginaba, David tuvo muchos menos miramientos y delicadeza que su hijo, y le introdujo su mástil muy profundo desde el primer momento, aprovechando lo dilatado que estaba su agujero.

-¡Aaaarrrrggghhhh!¡Aaaarrrrgghhh!¡Aaarrrrgggghhh! – se quejó cuando sintió el tope de sus huevos. – Cuidadooohh. No seas bruto que dueleee… ¡Aaaauuuu!¡Aaaaarrrrggghhh!¡Aaaarrrggghhh!


El ardor volvió inmediatamente a su interior pero la verga gorda de su sobrino la taladraba sin inmutarse en ello, por lo que dejó de abrirse el culo y se dedicó a masturbarse para mitigar el dolor.

-¡Aaaaaaarrrrgghhh!¡Aaaarrrggghhh!¡Aaaaarrrgghhh! No sigas que me duele. ¡Aaaaauuuu!¡Aaaaarrrgghhh!¡Jodeeerr!¡Aaaaaaarrrgghh!¡Aaaaauuu!¡Ufff!


Para tortura o compasión de Isabel, David la taladraba con extrema rapidez por lo que a pesar de los orgasmos anteriores no aguantó mucho y se corrió con extrema brevedad.

-Qué culazo tienes, tita. Has hecho que me corra en nada de lo guarra que eres.


Tras esto, David también fue a asearse y luego a dormir, pues un día de trabajo, una mamada y dos polvos lo habían dejado agotado. En cambio Francis volvió a la habitación de su madre. La encontró descansando boca abajo y cuando se acercó a ella vio que seguía expulsando algo de semen a la vez que se tocaba el culo.

-Déjame ver si tienes sangre, mamá. - se ofreció. – No tienes nada, sólo el ano bastante dilatado, pero es normal después de los polvazos que te hemos dado. – dijo Francis y beso a su madre en el culo.

-Sois unos animales. Sois dos brutos, sobre todo tu primo, pero tú también. – se quejó. – Dijiste que no me harías daño y me lo habéis hecho. Joder, me duele. ¿Seguro que no tengo sangre? Sería un milagro. No entiendo por qué tenéis que ser así, estábamos disfrutando mucho y siempre acabáis por hacerme daño.


-Lo siento, mamá, pero es difícil controlarse cuando se está tan cachondo. De hecho sigo tan cachondo que lo volvería a hacer.


Su madre lo miró nerviosa y expectante. Era cierto que sólo había eyaculado una vez en toda la noche, y llevaban un buen rato follando, pero pensaba que ya habría terminado todo con la follada de su sobrino.

-Por favor, Francis, no me pidas eso. Te estoy diciendo que me habéis hecho daño y tú quieres seguir haciéndome más.


-No quiero hacerte daño, quiero hacerte el amor, quiero disfrutar contigo y de ti, pero también quiero que disfrutes. – se sinceró mientras se colocaba sobre ella.

-No, por favor. No más que estoy rota. – apeló mientras se ponía boca arriba pero al sentir dolor, se quedó acostada de lado frente a su hijo. – Ves, hijo, si hasta me cuesta moverme un poco de lo que me duele. Si no hubierais sido tan bestias podríamos seguir, pero así no.


-Vamos mamá. Más no te va a doler ya, y si aguantaste lo de la otra vez que fue más duro, puedes seguir un poco más. – alegó Francis que rápidamente pasó por encima de su madre y se puso de lado tras ella.

-¿Por qué me haces esto, Francis?


-Pues lo creas o no, porque te quiero.


Iba a preguntarle también por qué había incluido a su primo, por qué no se había podido controlar ya que entonces podrían estar disfrutando los dos solos como ella quería, pero esa frase la enterneció, disculpó el sufrimiento y dolor que su hijo le había causado, y sobre todo, derrumbó sus últimas defensas.

-Hazlo, pero despacio y con cuidado, ¿quieres?


Su hijo que no se hizo esperar se pegó a ella y apuntó al agujero de su culo pero cuando la cabeza estaba empezando a entrar Isabel se separó y detuvo a su hijo.

-¡Espera! Échate aceite que supongo que me dolerá menos.


Isabel no lo vio, pero su hijo sonrió, se cubrió la verga con abundante aceite bronceador, el bote estaba ya casi vacío, y se pegó a ella nuevamente. Ella flexionó una pierna para facilitar la penetración mientras que él fue quien le separo los cachetes esta vez. Movía su cadera intentando metérsela, pero al tener las manos ocupadas, su otro brazo reposaba bajo el cuello de su madre, no lo conseguía. Así, fue la misma Isabel la que se empaló en el garrote de su hijo, se colocó la punta en la puerta de su culo y reculó hacia atrás poco a poco, mientras que Francis embestía despacio.

-Uuffff. Mmmmm. Aaaaauu. Uuuuff. – se quejaba débilmente Isabel, que mantenía su mano en la polla de su hijo, para sentir cuanta verga la iba perforando. – ¡Espera!!Espera!¡Para!


-¿Estás bien? – dijo habiéndose parado. – Dime cuando sigo.


-Espera. Aauuu. Ufff. Joder, ¿por qué hago esto? Sigue. ¡Despacio! – aulló pues Francis había introducido buena cantidad de rabo de una sola vez. – Aaaarrgghh. Aauuu.


-Ya está. Ya te la metí toda. Qué gusto, mamá. ¿Lo sientes?¿Lo estás disfrutando?


-Joder, si la siento. Uffff, me duele Francis. Me sigue doliendo. Aaauuu.


-¿Quieres que la saque?


-Termina. Por lo que más quieras termina pero ve despacio. – dijo Isabel.

Quería terminar, sacarse aquel pedazo de carne que la dañaba y sentirse libre, pero las palabras de amor de su hijo la hicieron aguantar. Una vez le dijo que haría todo por su hijo y seguiría cumpliendo su palabra.

Francis soltó su culo y acarició la espalda de su madre cuando empezó a moverse de forma lenta pero continuada dentro de su ano. Como su madre seguía quejándose aunque en mucha menor medida que en los polvos anteriores agarró sus pechos para darle placer. Isabel cuando sintió como la mano de su hijo iba acariciando y estrujándolos de uno a otro, se puso a masturbarse.

-¿Te sigue doliendo? – preguntó Francis pues a pesar de las caricias su madre no dejaba de resoplar y gemir, pero de dolor más que de placer.

-Nnoo te preocupes. Aaauu. Mmm. Ufff. Disfruta de tu madre que también te quiere. Uufff. Un poco más despacio. Así. Auu. Así.


Con esa forma y ese ritmo de mete-saca, sumado a las caricias y besos que su hijo le estaba prodigando, Isabel se sintió muy querida a pesar de no estar gozando sexualmente.

-Prueba un poco más rápido, cielo. – Se separó las nalgas con su mano dejando se masturbarse. – Pero ve con cuidado.


Con estas palabras Francis vio vía libre e incremento el ritmo, fue muy paulatino pero en poco tiempo tuvo que abandonar las tetas de su madre para agarrarla de las carnes de su culo y poder dar envites de mayor fuerza.

-¡Aaaauu!¡Aaaarrrgghh!¡Espera!¡Para!¡Aaaarrrgghh!¡Aaauu!¡No tan rápido, no taaaaahh. ¡Uff!¡Aaarrrggghh!¡Francis!¡Para!¡Aaaarrgghh!¡Aaaarrrgghhh! – pedía a su hijo que se había desbocado de nuevo y la taladraba con fuerza.

-Me corro, mamá, me corro, me corro yaaaaaaaa.


Con dolor soportó Isabel la nueva corrida de su hijo dentro de su culo. El ardor de su recto había vuelto a despertar y la hacía quejarse entre dientes.

Francis se abrazó a su madre pidiéndole disculpas por haberle hecho daño.

-No pasa nada. – dijo Isabel.

Ambos se quedaron un buen rato el uno junto al otro, hasta el punto que Francis no sacó su verga si no que fue perdiendo rigidez hasta que se la sacó estando flácida. Entonces Isabel pidió a su hijo que la ayudara a levantarse pues quería ducharse antes de irse a dormir.

Dolorida se puso en pie y ayudado de su hijo llegó hasta el baño lentamente mientras su culo seguía escupiendo semen. Allí ambos se lavaron bien e Isabel pudo ver mitigado su dolor. Finalmente, Isabel volvió a su dormitorio y se acostó boca abajo para no presionar su culo. Estaba dolorida y eso que se había masturbado, con ello había amortiguado o engañado parte del dolor pero no todo. Se dijo que habría podido disfrutar plenamente del último polvo anal de su hijo si previamente no hubiera sido penetrada de forma tan intensa por él y su sobrino. De todos modos, seguía sin gustarle eso de sentir su culo lleno e invadido.​
 
Arriba Pie