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Una Familia Asaltada – Capítulo 001
Una familia de turistas volvía de unas vacaciones hacia su casa en una autocaravana. A punto de ocultarse el sol y puesto que aún faltaba mucho camino hasta su llegada al hogar deciden pasar la noche acampados en el bosque junto al que transitaban.
Mientras madre e hija preparan la cena, los hombres de la casa arman sillas, mesas plegables, toldos y todos los aparejos necesarios para poder disponer de un improvisado cenador. Una vez acabada la cena y tras la charla de todas las noches sobre ningún tema en particular. Se disponen a pasar la noche en el interior del vehículo dejando todo preparado para su partida a la madrugada del día siguiente.
A altas horas de la noche y una vez que el sueño hubo vencido a los 4 miembros, el ruido producido por unos golpes irrumpen en el silencio de la noche sobresaltando a la familia al completo. Tras unos instantes de incertidumbre comienzan a oírse unas voces en el exterior, eran voces masculinas. El hombre que golpeaba la puerta se disculpó por las molestias a la vez que pedía ayuda para él y sus compañeros.
El cabeza de familia abrió la puerta para prestar ayuda en la medida de lo posible a los hombres. Contó hasta 5 individuos, 3 de ellos se encontraban más alejados de la caravana, junto al bosque. Intentó buscar con la mirada el vehículo que los trajera hasta aquí pero no logro verlo.
En cuanto hubo pisado la hierva, el más alto de los 2 golpeó al padre en el estomago y sujetándolo por el cuello con su brazo, lo giro hacia el resto de la familia. Gritando y amenazando al resto hizo bajar a los otros 3.
Allí, en paños menores fueron interrogados hasta que les dijeron donde guardaban su dinero y las cosas de valor. El cabeza de familia no dudo en confesar lo que le pedían con la esperanza de que una vez dueños del poco dinero con el que regresaban y de las pocas cosas que pudiesen significar algo para los ojos de los atracadores acaben con la pesadilla.
Nada más lejos de sus deseos, los ladrones, no hicieron sino comenzar la que sería la peor de las pesadillas para los 4 turistas.
Uno de ellos decidió ahogar sus penas a costa de la madre y pasar un buen rato con ella, por lo que se dirigió hacia la mujer y le ordenó quitarse la poca ropa que llevaba.
Horrorizada por lo que se le venía encima no fue capaz de reaccionar ni hacer gesto o movimiento alguno por lo que el hombre, tomó el camisón por el cuello con sus 2 manos y con un movimiento brusco de impaciencia lo desgarró quedando los pechos de la mujer a la vista de todos por unos momentos.
La brusquedad del incidente hizo reaccionar a la mujer que intentó juntar los jirones del camisón para tapar su desnudez.
Al conseguirlo recibió un bofetón como castigo. De nuevo, el hombretón, tomó el camisón con las 2 manos y estiró con fuerza hacia abajo. La parte superior de la mujer quedó totalmente desnuda y esta vez no se atrevió a cubrirse. Su marido, sus hijos y los 5 extraños observaban a la mujer en silencio.
El violento hombre comenzó a acariciar sus tetas y aun así, la mujer continuó inmóvil debido al miedo a recibir otro bofetón. Mientras tanto los otros hombres empujaban al resto de la familia alejándolos de la madre.
Les colocaron por separado, uno en cada lado del claro. Cada miembro de la familia era custodiado por uno de los asaltantes. Lejos unos de otros, podían verse entre sí pero no comunicarse.
El hombretón, que seguía con la mujer le ordenó que se arrodillara y ella obedeció.
Cuando vio la polla de aquel hombre salir del pantalón sintió asco y rabia pero sobretodo terror. Levantó la vista de la polla hasta cruzar sus ojos con los del agresor.
-Por favor... –suplicó en un susurro ante lo que se le venía encima.
-Vamos. –respondió él. –no me dirás que es la primera vez que haces esto.
-Dios mío, tenga piedad, se lo suplico. –sus ojos se inundaron de lagrimas
-Hazlo o te juro que tú y tu familia os arrepentiréis. –roncó el hombre. –te juro que os rajo a todos.
Paralizada por el miedo dirigió una mirada hacia su familia sin saber que hacer. El hombre la agarró del pelo y le giró la cabeza colocándola frente a su miembro de nuevo.
–vamos – rugió el hombre.
Aterrada posó una mano sobre la cadera del hombre y con la otra asió su miembro mirándolo con terror durante varios segundos para, al final, introducírselo en la boca.
El leve roce de los labios de la mujer relajó todos los músculos y parte del mal humor de Artan, el cabecilla de la banda. Con cada vaivén de la boca sentía como aumentaba tanto su presión sanguínea como sus deseos de continuar una larga fiesta con aquella mujer.
Mientras tanto, el resto de la familia permanecía atónita al espectáculo, en la parte más alejada del claro boscoso estaba el marido, atado y custodiado por 2 de los delincuentes. En otro lado del claro estaba la hija mayor del matrimonio tras ella un hombre fornido no dejaba de mirarla y en el lado opuesto estaba el hijo menor.
La mujer continuaba su labor hasta que el cabecilla se apartó de ella y dijo:
-Muy bien, veo que eres una buena chica y te estás comportando como debes. Si sigues así, esto acabará pronto.
Se limpió los labios con el dorso de su mano con la esperanza de que aquello acabase cuanto antes, aunque no se veía con fuerzas suficientes para continuar chupando la polla de aquel hombre.
Ahora túmbate hacia atrás.
-¿Co... como dice?
-Ya lo has oído, túmbate y abre las piernas.
-Pero... por favor... señor..., no será capaz..., soy una mujer casada y con 2 hijos..., no me haga esto.
-Seguro que no querrás estar aquí toda la noche ¿verdad? Anda túmbate y te prometo que acabaremos rápido, así podrás irte cuanto antes.
-No por favor, no delante de mis hijos. Se lo suplico.
EL hombretón miró a sus hijos, espero unos segundos y dijo:
-Dime guapa ¿Como te llamas?
-M...Marta. –balbuceó
-Marta. Muy bien Marta, no quieres follar conmigo, ¿verdad?
-No, por supuesto que no. –susurro atemorizada.
-Bien, en ese caso no follaremos. ¿Te parece bien?
La mujer suspiró aliviada
-Si, me parece bien, gracias.
-De acuerdo entonces, puedes vestirte si quieres. –dijo complaciente -Yo mientras tanto iré con tu hija, quizás a ella sí le guste follar conmigo. – y añadió - O quizás no. Es igual, me la tiraré de todos modos.
El mundo se derrumbó sobre Marta, el peor de sus temores desde que comenzó la pesadilla se le venía encima. No podía consentirlo. No con su pequeña. Apenas había superado la mayoría de edad por lo que para Marta era una prioridad absoluta su protección
-Esta bien, esta bien, de acuerdo... como usted diga, haré lo que me pida. Pero no la toque por favor. -Clamó entre sollozos.- Se lo suplico.
-Eso está mejor, que obedezcas, pero resulta que ya he cambiado de opinión. ¿Sabes? Prefiero la carne fresca.
-Señor, no lo haga, se lo ruego. Es muy joven, le prometo que haré todo lo que me pida sin objeción. Pero no la toque a ella.
El hombretón sonrió ampliamente, estaba contento, nunca fallaba. La bonita hija de una buena madre era el mejor método de sometimiento y el camino más fácil de conseguir todo lo que un sádico como él se propusiera. Una madre que haría todo lo que él quisiera, no se negaría a nada.
-De acuerdo, como tú quieras –dijo complaciente el hombre.
Se agachó sobre la mujer que ya le esperaba tumbada. Se recreó en su cuerpo, aparto los brazos de la mujer que reposaban sobre sus tetas, las observó y las acarició suavemente, acarició su vientre, sus piernas, delgadas y largas. Las separó un poco y con mucha suavidad deslizó las bragas de la mujer hacia abajo descubriendo su coño.
Marta permaneció inmóvil todo el tiempo, sentía alivio por su hija pero temblaba de miedo por sí misma. Entonces sintió el aliento del hombre entre sus piernas, un instante más tarde lo que sintió fue la lengua del hombretón recorriendo los labios de su coño.
La recorrió con su lengua suavemente, despacio, entreteniéndose en cada rincón de su cuerpo. Poco a poco la lengua del hombretón ascendía hacia sus tetas, recorrió sus pezones, los besó, los lamió, los mordisqueó y más tarde continuó su camino ascendente hacia la barbilla de la mujer. Ella mantenía los labios fruncidos, apretaba la mandíbula fuertemente por la repulsión que sentía hacia aquel hombre que le horrorizaba y que intentaba besarla, no quería saborear su saliva.
Sintió la penetración de aquel mástil a lo largo de su coño, no lo hizo violentamente pero la penetró por completo lo que obligo a abrir los ojos y la boca como platos por acto reflejo ahogando un quejido más de asco que de dolor.
En ese instante, antes de que pudiera darse cuenta y sin poder reaccionar recibió un profundo beso de su captor que hundió su lengua en la boca de Marta.
Casi sin poder respirar debido a que la lengua de Artan no dejaba de recorrer su boca hasta la garganta, recibiendo las embestidas de su polla y con sus tetas apretadas entre las manazas de aquel hombre Marta solo sentía ganas de llorar, humillada, vejada y violada agarraba con fuerza la hierva que les rodeaba.
No quería estar ahí, quería volver al lugar de vacaciones, al camping. Junto a la playa, con su familia, con sus amistades de verano, a tomar el sol y dormir eternas siestas, no quería pensar en que lo que le estaba sucediendo era real.
-Gime –dijo de repente el hombretón.
-¿Que?
-Ya me has oído. Gime.
-Pero...
-Me gusta oír como te corres cuando te follo. Gime y jadea bien fuerte, quiero oírte bien.
Lo que faltaba, además de ser violada tenía que gemir de placer.
Comenzó a gemir. No le costo mucho puesto que ya venia ahogando gemidos de dolor durante toda la violación.
-¡Más alto!
-Ah, ah, ah...
-¡Más alto!, grita más fuerte
-AAAH, AAAH, AAAH...
-Di “si”, “más”
-SIIII, SIIII, SIIIII, MAAAAAS, MAAAAS, AAAh... ...
-Muy bien preciosa, eso me gusta sigue así, y acabaremos enseguida
-AAAH, AAAH, AAAAAAAH, MAAAS, SIIIII... ...
Comenzó a pensar en su familia, su marido maniatado y golpeado, su hijos, testigos de aquella horrible escena, viéndola desnuda, siendo follada por un desconocido que no paraba de sobarle y lamerle. Sufriendo con la imagen de su pobre madre abierta de piernas y zarandeada alante y atrás, obligada a gritar como una furcia. Y la angustia de su marido por el sufrimiento de su mujer.
-¡Maldita zorra!- pensaba su marido en la distancia. – No me lo puedo creer, ¡está disfrutando con ese cerdo!. Si ya se veía, en todo este tiempo no ha hecho un solo amago de resistencia, ¿cómo es posible?
-¡Pero mirala! –continuaba- pero si está gimiendo como una perra en celo, ¡si se la oye desde aquí! como es posible que se excite con el primer cerdo que le mete la polla en la boca. No le importa nada su familia. ¿Acaso no es consciente del peligro que corremos?
-Lo sabía, siempre lo he sabido. La muy mojigata. Conmigo se hace la estrecha y me cierra las piernas en cambio con otros bien que se desfoga. En el fondo es una puta, como todas. ¿Cómo puedo ser tan tonto y tan ciego?
-Vamos preciosa –decía Artan mientras tanto –abrázame
Y Marta obedecía.
-En toda la noche no me has dado ni un beso. Anda amor mío, bésame.
Lo más que pudo hacer fue levantar la cabeza hacia la suya y juntar sus labios con los de él con la boca cerrada.
Sin inmutarse giró la cabeza hacia la hija de Marta y susurró:
-Seguro que ella besa mejor que tú.
En esta ocasión y presa del pánico agarró fuertemente la cabeza del hombre y le planto un enorme beso en toda la boca que el hombre se encargó de rellenar con toda la lengua que pudo meter dentro. Permaneció así todo el tiempo que pudo con la esperanza de que no volviera a fijarse en la pequeña Beatriz.
Aunque no fue mucho tiempo el que tuvo que aguantar pues unos segundos después, el hombre ayaculaba mientras profería sonoros gemidos de placer.
Una vez acabada su fiesta particular, se quedó un rato tendido sobre ella, descansando.
Sus manazas quedaron sobre las tetas de la mujer, su cabeza reposando sobre su cuello.
Beatriz miraba atónita aquella escena pornográfica. Llegaba a entender que su madre buscara fuera del matrimonio lo que nunca obtuvo de su marido. No era ajena a la falta de amor entre sus progenitores. No dispensaba a su marido mejor trato que a los demás miembros de la familia. Sus conversaciones eran escuetas y faltas de calor, nunca reía o bromeaba con él. Cuando no le daba órdenes le daba quejas, o ambas cosas.
Con una relación tan fría entre ellos no sería difícil entender que la implacable Marta pudiera tener algún romance secreto, aunque conociendo su carácter, el amante perfecto debía ser una figura de piedra o un objeto de metal.
El caso de su padre era distinto, siempre fue más pasional. Beatriz sabía fehacientemente que había tenido más de un encuentro extramarital puesto que alguno de esos encuentros había sido con algunas de sus compañeras de instituto. Su padre nunca perdía la ocasión de cortejar a ninguna de sus amigas. La posición económica y social de su padre, era un poderoso imán para unas jovencitas a punto de abandonar la adolescencia y su padre procuraba sacar el máximo provecho de ello.
No le gustaba verle babear por sus amigas y tampoco le hacía gracia la idea de que pudiera tener una amante pero con lo duro que era la convivencia con su mujer tampoco le parecía extraño.
Ahora, el concepto que tenía de ella había cambiado diametralmente. Ya no era la fría madre llena de prejuicios que no paraba de impartir rectos valores. La oía gemir bajo aquel hombre al que no dejaba de besar, no le importaba lo que pudieran pensar los demás miembros de su familia.
Beatriz había tenido varios novios a los que su madre de alguna forma siempre consiguió espantar. Cada vez que uno de ellos desaparecía el corazón de Beatriz acumulaba más rencor mientras no paraba en ser sermoneada para que no pensase en chicos hasta los 25, edad a la que debía acabar sus estudios ya prefijados desde la infancia por su madre. El último de ellos, Rudy, no vino a visitarla en todo el periodo vacacional, pese a la promesa de hacerlo y a las innumerables mensajes y llamadas a los que él dejó de contestar. Beatriz sabía que su madre tenía algo que ver.
¿Por que no se aplicaba ahora todos los discursos sobre dignidad con los que tanto la machacó?, era evidente, es fácil predicar virtudes cuando no se tiene posibilidad de quebrarlas, sin embargo, lo difícil es resistir la tentación cuando el demonio esta tras la puerta y su madre acababa de demostrarlo, había dejado caer esa fachada de mujer recta y pía de un plumazo.
Por fin había encontrado lo que nunca obtuvo antes: pasión, lujuria, sexo desenfrenado, y cuando estas llamaron a su puerta cedió ante ellas sin oponer resistencia.
El odio de Beatriz afloraba junto a todo el rencor acumulado.
-¡Dios!, eres maravillosa. –susurro al oído de Marta al fin –he disfrutado como nunca -y añadió
-¿ves?, ya acabó, no ha sido tan largo ¿verdad?
Ella no contestó.
Pasaron unos minutos en los que ambos permanecieron inmóviles. Él por el agotamiento, ella por el miedo. Al final fue el hombre quien rompió el silencio.
-Bueno, es hora de retirarme, ahora es el turno de mi compañero, -dijo mientras se levantaba –adiós preciosa.
-¿Co... como?, ¿tu compañero?, Pero...
-Tranquila, tranquila, no tendrás que follar con él. –atajó rápidamente- Le gustan las jovencitas.
-¿Jovencitas?. –¡Su hija no!, eso era peor que soportar de nuevo otra violación. -pero me dijiste...
La voz de Marta se quebró. Además de ultrajada y humillada también había sido engañada. Se lo había puesto fácil a su captor, había colaborado y se había dejado follar por él para nada. Al final, se follarían a Bea también.
-Te dije –continuó diciendo –que yo no la tocaría. Y no lo voy a hacer. Pero nunca dije nada de mi compañero. Es él quien decide con quien quiere jugar.
-Por favor, te lo suplico por lo que más quieras. No dejes que la toque. Dile a tu compañero que haré todo lo que me pida.
Artan sonrió para sus adentros. Lo que oía sonaba a música celestial.
-Está bien, veamos que podemos hacer. –dijo mientras se arrodillaba frente a la mujer desnuda.
Tras unos segundos en los que el hombre parecía cavilar continuó diciendo:
-Dime preciosa, ¿qué es lo que más te gusta que te hagan en la cama?
-¿Cómo?, pues no sé... yo... no lo sé. –¿que quiere este cerdo? -Pensó Marta. –¿intimar?
-Vamos, no seas tímida, seguro que tienes algunos vicios ocultos, anda, dímelo. Cuéntame algún secretillo.
-Bueno..., a veces... me gusta que me susurren al oído mientras hago el amor. –dijo para deshacerse de preguntas incómodas.
-Ya, entiendo. Si, ese es un vicio inconfesable, no hay duda.
-¿Y que más te gusta?
-¿y a ti que te importa? –pensó, no obstante contestó -Que me acaricien
-Que te acaricien –repitió el hombretón –entonces, si le pregunto a tu marido, me dirá lo mismo, ¿no?
-Sss.. sí. –Acertó a contestar. ¿dónde quería llegar?
-Bueno, pues esto es lo que vamos a hacer. Si las respuestas de tu marido coinciden con las tuyas te mostraras complaciente con mi amigo y harás todo lo que él te pida. ¿de acuerdo?
-¿Y si no coinciden?
-Ah, en ese caso, será tu hija quien deba mostrarse complaciente. –dicho esto, se levantó y se giró dispuesto a irse.
Marta le vio comenzar a caminar. Entonces grito:
-Espera..., espera por favor.
Artan se detuvo en seco
-No, no es eso lo que más me gusta.
-Entiendo –respondió sonriendo el ladino Artan –en ese caso, charlaremos un ratito.
Fermín veía a Marta hablar con aquel extraño, distinguía las caras bajo la luna llena y oía algunos murmullos pero cualquier sonido quedaba absorbido por el murmullo del río cercano. Era imposible escuchar conversación alguna o llegar a captar cualquier palabra.
Un rato después Artan y uno de sus compañeros, con el que se había parado a conversar brevemente a escasos metros de Fermín, se sentaron junto a el y comenzaron a hablar entre ellos como si Fermín no estuviera.
-Dios, que tigresa. Al principio no quería nada conmigo pero cuando he empezado a darle carne en barra se ha puesto como loca.
Los 2 compañeros reían sin cesar a carcajadas.
-La muy guarra ha empezado a correrse enseguida y entonces no paraba de pedirme que le metiese el dedo en el culo. –continuó diciendo.
La cara de Fermín se volvió blanca de repente, ¿cómo?, eso solo se lo pedía a él. Como era posible que la muy zorra disfrutara tanto con aquel cerdo violador y aun más, ¿como era posible que llegara a pedirle tal cosa a un completo desconocido hijo de puta? No podía ser, lo que oía debía haber sido una casualidad.
-¿Entonces? –dijo uno de los otros compinches. –¿acaso quiere más? ¿se ha quedado insatisfecha?
-Yo diría que sí. Me ha dicho que nunca ha disfrutado tanto. Al parecer su marido es eyaculador precoz, así que siempre se queda con ganas y más caliente que un clavo ardiendo.
Los 3 amigos rieron al unísono mientras dirigían burlonas miradas al marido-bufón.
La cara de Fermín estaba nidria, no podía creer lo que oía. ¡Es cierto!, se lo ha contado ella, no podían ser casualidades. La muy golfa no solo follaba alegremente con aquel cerdo en sus narices y las de sus hijos, además se mofaba de él, era increíble, nunca hubiera imaginado esto de ella, tan mojigata, tan estirada. Ahora veía lo engañados que tenía a todos. Sobre todo a él.
Pero, ¿por qué tenía que contar su problema de eyaculación? ¿acaso se estaba vengando de él? Marta era muy vengativa y Fermín sabía de lo que ella era capaz estando enfadada, pero no había motivo para esa humillación a parte de la que ya estaba sufriendo debido a su infidelidad manifiesta, amenos que... ¡Dios mío! Pensó Fermín, no puede ser.
-Anda Saúl, ve a complacer a la dama, no vaya a enfriarse ahora que te la he calentado.
Saúl, mano derecha de Artan se levantó lentamente y con la misma lentitud se dirigió a disfrutar de su botín. -En verdad –pensó Saúl. -Artan es un grandísimo genio. -En todos los años que él y el resto del grupo llevaban cometiendo multitud de tropelías siempre habían salido indemnes, hasta en los casos más asombrosos y lo mejor, aunque nadie del grupo sabía cómo, lo cierto es que Artan era un maestro que conseguía todo lo que ellos necesitaban, que en su caso se resumía a dinero y sexo. De hecho, estaba a punto de obtener raudales de sexo con una guapa mujer en contra de su voluntad pero que haría todo aquello que él le pidiera sin la más mínima resistencia. Solo Artan podía conseguir cosas como esa.
Cuando Marta vio levantarse al segundo hombre la primera impresión fue que sus pasos le llevaban junto a Bea, no fue así, gracias a dios. El tiempo que duro el corto paseo del hombre fue para Marta un cúmulo de sensaciones contradictorias. Alivio por su hija, incertidumbre por su marido e hijo y terror por ella. De cualquier forma, al igual que había sobrevivido a todo tipo de infortunios en esta vida, también sobreviviría a esto. Ante todo Marta era una superviviente, a lo largo de su vida había hecho cosas de las que no se sentía orgullosa, actos faltos de ética con tal de mantener su estatus de señora respetable. Y las repetiría si llegara el caso. Todo por su propio bien y el de su familia.
-Hola cariño
Estaba sentada en el suelo con las piernas juntas y las rodillas dobladas a la altura de la barbilla, tenía los brazos abrazando sus piernas. No contestó.
-Mi amigo dice que eres muy cariñosa
Marta continuó en silencio con la mirada perdida. No era capaz de mirar a nadie de su familia y no tenía ganas de mirar a su nuevo violador.
-Más vale que lo seas –continuó diciendo –No querría tener que buscar caricias en otro sitio. –Al decir esto se giro levemente hacia la posición de la hija.
Marta reaccionó de inmediato. –lo soy. –contestó. –haré lo que me pidas. –entonces le miró a los ojos, aguardó unos segundos y añadió –pero eso tú ya lo sabes.
La sonrisa de Saul lo confirmaba. Se colocó delante de ella, disfruto de la vista, pocas veces habían conseguido mujeres tan guapas como esta. Era una mujer madura pero aún guardaba toda la belleza de su juventud. Tenía porte de mujer elegante.
-Empieza conmigo como hiciste con mi amigo Artan
-Vaya, me ha follado un hombre con nombre de perro. -pensó Marta con toda la sorna que pudo reunir a pesar de su estado de ánimo -¿como se llamará éste?, ¿Patán?
No se lo pensó durante mucho tiempo. Cuando se colocó de rodillas frente a él, éste ya teñía la polla fuera de los pantalones. La cogió con una mano mientras apoyaba la otra en el muslo de él y se la metió en la boca.
Saúl disfrutó del roce de sus labios, tenía el aspecto de una señora refinada y le agradaba que se comportara como una puta.
Nunca dejaba de pensar en la suerte que tenía de haber conocido a Artan. Siempre conseguía las mujeres mas increíbles y desde luego aquella lo era, como también lo era su hija, aunque según Artan, ese era terreno prohibido.
Cuando creyó haber disfrutado lo suficiente apartó con suavidad a Marta, se sentó junto a ella, la contempló unos instantes y se tumbó hacia atrás.
-Súbete encima cariño, hoy no tengo ganas de hacer ejercicio.
-¿Cómo?, ¿que me suba a donde?... ¿no querrás...? –No se lo podía creer, bastante tenía con dejarse follar. Ahora, para colmo tenía que ser ella quién se lo follase a él. ¿Acaso pretendía este individuo que se comportase como una puta?
-Vamos cariño, sube y cabálgame.
Pues si, eso es lo que quería. Así que se colocó a horcajadas sobre aquel hombre, tras un momento duditativo sostuvo su miembro en la entrada de su coño, tomó aire y lentamente dejó caer su cuerpo sobre el de él hasta que su polla entro por completo.
Colocó las manos a ambos lados de los hombros de él y comenzó a mover la pelvis rítmicamente. No sentía dolor, solamente en su orgullo, pero ya hacía rato que no quedaba mucho de eso y lo poco que quedaba estaba a punto de desaparecer.
-Anda, jadea y gime para mí, cariño. Como lo has hecho antes con mi compañero. –justo la puntilla que faltaba en esta faena.
Beatriz y Benito, los hijos de Marta, se miraban en la distancia incrédulos al oír de nuevo los orgásmicos jadeos de su madre.
Benito, acomplejado por ella desde pequeño, siempre la había sentido gran respeto pero sobretodo la había temido. Era ella quien gobernaba en casa con mano de hiero y guante de púas, la que infringía castigos ejemplares y no dudaba en avergonzarle ante todo el mundo posible por cualquier falta que ella considerase grave, es decir, todas. De hecho, aun guardaba con especial escozor y vergüenza una de sus represalias que recibió hace menos de 1 año y a la que a día de hoy su madre seguía aludiendo a la menor ocasión.
Lo que Benito estaba viendo se contraponía a todo lo que con tanta dureza y severidad había recibido: rectitud, castidad, un largo etcétera de regias normas. Ella se las estaba saltando todas de un plumazo. Sentía odio en lo más hondo de sus entrañas.
Al otro lado del claro Fermín, cabizbajo y avergonzado por las burlas de sus 2 captores estaba cada vez más y más enfadado. Lo que al principio fueron temblores de miedo ahora eran de rabia. Marta siempre lo trato cruelmente pero esto traspasaba todas las barreras imaginables, no debió contarles nada sobre él.
-Me pidió que se la metiera por el culo, pero ya no podía más –alardeó Artan ante su compañero mientras Fermín escuchaba con la cara desencajada –me ha dicho que eso es lo que más le gusta pero que con este no hay quien folle así.
Era cierto. Hacia mucho que Marta no quería hacerlo por detrás con él.
Largo rato después de que Saúl abandonara el grupo en busca de un polvo gratuito, Artan y su compañero seguían mofándose a costa de Fermín con los supuestos comentarios maliciosos de Marta.
-Y dime, ¿cuál es tu nombre? –preguntó Artan al pobre cornudo.
-Fermín –tardó en contestar. Odiaba a aquellos majaderos. Pero en el fondo de su corazón, justo detrás del asco hacia ellos, les tenía envidia. Envidia por conseguir de Marta lo que él no había podido en años.
-Fermín, te felicito, tu mujer es una autentica loba. –dijo Artan socarronamente mientras le palmeaba la espalda.
-Una autentica zorra, eso es lo que es –musitó Fermín en un comentario inaudible. Aunque no para Artan que lo recibió con toda claridad.
-Para ser sinceros, tengo que decir que al principio no quería nada conmigo pero cuando se la he enseñado se ha quedado sin palabras. -ambos compañeros reían. -Me ha dicho que nunca había visto una polla tan grande y dura como a mía. –Eso le dolió más aún pues arrastraba cierto complejo por su tamaño.
–Aunque le he dado de lo lindo, ella no paraba de pedirme más, fijaos en el pobre Saúl.
Fermín dirigió la mirada hacia los 2 amantes y lo que vio le destrozó aún más. Marta se encontraba a horcajadas sobre aquel hombre moviendo sus caderas rítmicamente, sus tetas se movían sobre la cara de su nuevo amante y este no paraba de besarlas.
Por encima del miedo hacía aquellos atracadores Fermín sentía un creciente desprecio hacia Marta, la odiaba con toda su fuerza. Había padecido su indiferencia durante todo el matrimonio y ahora además le castigaba con esto. –¡puta! –musitó.
Tampoco esta vez Artan fue ajeno a este comentario. Observaba la reacción de aquel hombre abatido. Vio como los acontecimientos de la noche le transformaban en un perro apaleado, más tarde le vio como un perro apaleado y herido, ahora era un perro apaleado, herido y sobretodo... rabioso. Y eso le hizo feliz.
-que suerte tienen algunos de encontrar mujeres tan buenas como la tuya, ¿verdad?
La mirada de Fermín se clavó en los ojos de Artan. No contestó.
-dice que nunca agradecéis todo lo que ella hace por vosotros.
-¿y que es lo que hace por nosotros, concretamente? –preguntó Fermín incrédulo pero sin inmutar la expresión de su cara.
-dice que no paráis de hacer tropelías que ella se encarga de reparar. Aún así os consiente todo, es muy buena.
-¿buena?, ¡que sabrás tú!. No tienes ni idea de como es ella.
Estaba entrando en el juego de Artan, el pérfido y ladino Artan. Un díscolo niño bien, educado en los colegios mas caros y que con el paso del tiempo se había ido tornando en un mal hombre, sin escrúpulos. Un sádico muy inteligente al que gustaba de jugar con el sufrimiento de los demás. No era la primera vez que secuestraban y abusaban de una familia al completo.
El procedimiento era siempre el mismo. Elegían una familia, la estudiaban durante días y después entraban en su casa, bien con artimañas o bien con violencia aunque esta última, muy rara vez era necesaria.
Después los separaban en diferentes habitaciones de la casa y amenazaban con infringir daño al resto de la familia si no hacían lo que se les pedía. Obtenían de cada uno todo tipo lo que quisieran sin la menor resistencia por el temor de estas a la integridad del resto. Podían pedirles cualquier cosa, nunca se negaban.
En el caso de la familia de Fermín, había sido el azar quien les había llevado hasta ellos. Muchos kilómetros atrás, en la autopista, el grupo de malhechores almorzaba en la cafetería de una estación de servicio cuando vieron llegar la fastuosa caravana conducida por el snob de Fermín. De ella se apeó una discreta y elegante mujer de piernas largas y busto generoso, a su lado una preciosa adolescente con no menos encantos que se adivinaban a través de su juvenil ropa veraniega. Por último, varios metros más atrás les seguía un muchacho de aires distraídos.
No se fijaron en ellos al entrar por lo que no se apercibieron de los 5 pares de ojos que miraban embobados a ambas mujeres. La madre, altiva, no paraba de dar ordenes sin elevar su voz un ápice, lanzaba duras miradas a todo aquel que le causara el más mínimo trastorno. Era una dictadora dentro del seno familiar. Y eso agradó a Artan.
Al cabo de una hora ambos grupos tomaban direcciones distintas. Lástima, quizás en otro momento, pensó Artan.
Pero la madre de todas las casualidades hizo que 6 horas después la caravana de Fermín rebasara el coche de los 5 delincuentes que ahora estaban descansando junto a una carretera secundaria. La caravana se había perdido. Y eso también agradó a Artan.
Los 5 saltaron dentro de su auto y les siguieron a cierta distancia. Media hora después la caravana se introducía en una pista forestal y paraba unos metros más adelante junto a un claro. Desde allí podía oírse el fuerte sonido de un río cercano en un paisaje bucólico.
Les vigilaron sin ser vistos. Saúl y Lombardo, hombres de confianza de Artan, oteaban entre la espesura buscando alguna construcción habitada por gente que pudieran causarles problemas así como los diferentes caminos que circundaban la zona y que pudieran servirles como vía de escape. Intentaban adivinar cual sería el mejor modo de abordar la caravana. Sabían que esta noche habría luna llena lo que iluminaría el claro, eso podría perjudicarles.
Ambos eran unos rateros que daban pequeños golpes en comercios para subsistir. La alianza con Artan les proporcionó mucho más de lo que nunca hubieran imaginado. Gracias a él dejaron los atracos y las carreras delante de policías y guardas de seguridad, no volvieron a pisar un calabozo. Le admiraban y le guardaban fidelidad plena.
Los otros 2 integrantes del quinteto eran unos palurdos con un coeficiente intelectual de un niño, al igual que los otros, tenían un respeto absoluto a Artan al que obedecían sin dilación como magníficos gregarios, esa era la razón por la que seguían con él. Ambos se limitaban a mirar embobados a las 2 mujeres.
Por su parte Artan miraba lo que todos miraban pero veía lo que nadie podía ver. Escudriñaba a cada miembro, les estudiaba. Les vio sacar los aparejos de campaña, les vio cocinar y preparar la mesa de camping, vio como cenaban juntos y les vio mantener una escueta conversación aunque la distancia y sobretodo el murmullo del río impedían captar cualquier comentario o palabra. Tampoco pudo captar risas o conversaciones animadas pero no por culpa del murmullo del río sino porque estas nunca se produjeron. Y se preguntó porqué.
Vio miedo y rencor en los ojos del hijo, hastío en los de la hija, indiferencia en los del marido y todo eso junto en los de la madre. En aquella familia no había calor, calor humano. Y eso, una vez más, le agradó.
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Una Familia Asaltada – Capítulo 001
Una familia de turistas volvía de unas vacaciones hacia su casa en una autocaravana. A punto de ocultarse el sol y puesto que aún faltaba mucho camino hasta su llegada al hogar deciden pasar la noche acampados en el bosque junto al que transitaban.
Mientras madre e hija preparan la cena, los hombres de la casa arman sillas, mesas plegables, toldos y todos los aparejos necesarios para poder disponer de un improvisado cenador. Una vez acabada la cena y tras la charla de todas las noches sobre ningún tema en particular. Se disponen a pasar la noche en el interior del vehículo dejando todo preparado para su partida a la madrugada del día siguiente.
A altas horas de la noche y una vez que el sueño hubo vencido a los 4 miembros, el ruido producido por unos golpes irrumpen en el silencio de la noche sobresaltando a la familia al completo. Tras unos instantes de incertidumbre comienzan a oírse unas voces en el exterior, eran voces masculinas. El hombre que golpeaba la puerta se disculpó por las molestias a la vez que pedía ayuda para él y sus compañeros.
El cabeza de familia abrió la puerta para prestar ayuda en la medida de lo posible a los hombres. Contó hasta 5 individuos, 3 de ellos se encontraban más alejados de la caravana, junto al bosque. Intentó buscar con la mirada el vehículo que los trajera hasta aquí pero no logro verlo.
En cuanto hubo pisado la hierva, el más alto de los 2 golpeó al padre en el estomago y sujetándolo por el cuello con su brazo, lo giro hacia el resto de la familia. Gritando y amenazando al resto hizo bajar a los otros 3.
Allí, en paños menores fueron interrogados hasta que les dijeron donde guardaban su dinero y las cosas de valor. El cabeza de familia no dudo en confesar lo que le pedían con la esperanza de que una vez dueños del poco dinero con el que regresaban y de las pocas cosas que pudiesen significar algo para los ojos de los atracadores acaben con la pesadilla.
Nada más lejos de sus deseos, los ladrones, no hicieron sino comenzar la que sería la peor de las pesadillas para los 4 turistas.
Uno de ellos decidió ahogar sus penas a costa de la madre y pasar un buen rato con ella, por lo que se dirigió hacia la mujer y le ordenó quitarse la poca ropa que llevaba.
Horrorizada por lo que se le venía encima no fue capaz de reaccionar ni hacer gesto o movimiento alguno por lo que el hombre, tomó el camisón por el cuello con sus 2 manos y con un movimiento brusco de impaciencia lo desgarró quedando los pechos de la mujer a la vista de todos por unos momentos.
La brusquedad del incidente hizo reaccionar a la mujer que intentó juntar los jirones del camisón para tapar su desnudez.
Al conseguirlo recibió un bofetón como castigo. De nuevo, el hombretón, tomó el camisón con las 2 manos y estiró con fuerza hacia abajo. La parte superior de la mujer quedó totalmente desnuda y esta vez no se atrevió a cubrirse. Su marido, sus hijos y los 5 extraños observaban a la mujer en silencio.
El violento hombre comenzó a acariciar sus tetas y aun así, la mujer continuó inmóvil debido al miedo a recibir otro bofetón. Mientras tanto los otros hombres empujaban al resto de la familia alejándolos de la madre.
Les colocaron por separado, uno en cada lado del claro. Cada miembro de la familia era custodiado por uno de los asaltantes. Lejos unos de otros, podían verse entre sí pero no comunicarse.
El hombretón, que seguía con la mujer le ordenó que se arrodillara y ella obedeció.
Cuando vio la polla de aquel hombre salir del pantalón sintió asco y rabia pero sobretodo terror. Levantó la vista de la polla hasta cruzar sus ojos con los del agresor.
-Por favor... –suplicó en un susurro ante lo que se le venía encima.
-Vamos. –respondió él. –no me dirás que es la primera vez que haces esto.
-Dios mío, tenga piedad, se lo suplico. –sus ojos se inundaron de lagrimas
-Hazlo o te juro que tú y tu familia os arrepentiréis. –roncó el hombre. –te juro que os rajo a todos.
Paralizada por el miedo dirigió una mirada hacia su familia sin saber que hacer. El hombre la agarró del pelo y le giró la cabeza colocándola frente a su miembro de nuevo.
–vamos – rugió el hombre.
Aterrada posó una mano sobre la cadera del hombre y con la otra asió su miembro mirándolo con terror durante varios segundos para, al final, introducírselo en la boca.
El leve roce de los labios de la mujer relajó todos los músculos y parte del mal humor de Artan, el cabecilla de la banda. Con cada vaivén de la boca sentía como aumentaba tanto su presión sanguínea como sus deseos de continuar una larga fiesta con aquella mujer.
Mientras tanto, el resto de la familia permanecía atónita al espectáculo, en la parte más alejada del claro boscoso estaba el marido, atado y custodiado por 2 de los delincuentes. En otro lado del claro estaba la hija mayor del matrimonio tras ella un hombre fornido no dejaba de mirarla y en el lado opuesto estaba el hijo menor.
La mujer continuaba su labor hasta que el cabecilla se apartó de ella y dijo:
-Muy bien, veo que eres una buena chica y te estás comportando como debes. Si sigues así, esto acabará pronto.
Se limpió los labios con el dorso de su mano con la esperanza de que aquello acabase cuanto antes, aunque no se veía con fuerzas suficientes para continuar chupando la polla de aquel hombre.
Ahora túmbate hacia atrás.
-¿Co... como dice?
-Ya lo has oído, túmbate y abre las piernas.
-Pero... por favor... señor..., no será capaz..., soy una mujer casada y con 2 hijos..., no me haga esto.
-Seguro que no querrás estar aquí toda la noche ¿verdad? Anda túmbate y te prometo que acabaremos rápido, así podrás irte cuanto antes.
-No por favor, no delante de mis hijos. Se lo suplico.
EL hombretón miró a sus hijos, espero unos segundos y dijo:
-Dime guapa ¿Como te llamas?
-M...Marta. –balbuceó
-Marta. Muy bien Marta, no quieres follar conmigo, ¿verdad?
-No, por supuesto que no. –susurro atemorizada.
-Bien, en ese caso no follaremos. ¿Te parece bien?
La mujer suspiró aliviada
-Si, me parece bien, gracias.
-De acuerdo entonces, puedes vestirte si quieres. –dijo complaciente -Yo mientras tanto iré con tu hija, quizás a ella sí le guste follar conmigo. – y añadió - O quizás no. Es igual, me la tiraré de todos modos.
El mundo se derrumbó sobre Marta, el peor de sus temores desde que comenzó la pesadilla se le venía encima. No podía consentirlo. No con su pequeña. Apenas había superado la mayoría de edad por lo que para Marta era una prioridad absoluta su protección
-Esta bien, esta bien, de acuerdo... como usted diga, haré lo que me pida. Pero no la toque por favor. -Clamó entre sollozos.- Se lo suplico.
-Eso está mejor, que obedezcas, pero resulta que ya he cambiado de opinión. ¿Sabes? Prefiero la carne fresca.
-Señor, no lo haga, se lo ruego. Es muy joven, le prometo que haré todo lo que me pida sin objeción. Pero no la toque a ella.
El hombretón sonrió ampliamente, estaba contento, nunca fallaba. La bonita hija de una buena madre era el mejor método de sometimiento y el camino más fácil de conseguir todo lo que un sádico como él se propusiera. Una madre que haría todo lo que él quisiera, no se negaría a nada.
-De acuerdo, como tú quieras –dijo complaciente el hombre.
Se agachó sobre la mujer que ya le esperaba tumbada. Se recreó en su cuerpo, aparto los brazos de la mujer que reposaban sobre sus tetas, las observó y las acarició suavemente, acarició su vientre, sus piernas, delgadas y largas. Las separó un poco y con mucha suavidad deslizó las bragas de la mujer hacia abajo descubriendo su coño.
Marta permaneció inmóvil todo el tiempo, sentía alivio por su hija pero temblaba de miedo por sí misma. Entonces sintió el aliento del hombre entre sus piernas, un instante más tarde lo que sintió fue la lengua del hombretón recorriendo los labios de su coño.
La recorrió con su lengua suavemente, despacio, entreteniéndose en cada rincón de su cuerpo. Poco a poco la lengua del hombretón ascendía hacia sus tetas, recorrió sus pezones, los besó, los lamió, los mordisqueó y más tarde continuó su camino ascendente hacia la barbilla de la mujer. Ella mantenía los labios fruncidos, apretaba la mandíbula fuertemente por la repulsión que sentía hacia aquel hombre que le horrorizaba y que intentaba besarla, no quería saborear su saliva.
Sintió la penetración de aquel mástil a lo largo de su coño, no lo hizo violentamente pero la penetró por completo lo que obligo a abrir los ojos y la boca como platos por acto reflejo ahogando un quejido más de asco que de dolor.
En ese instante, antes de que pudiera darse cuenta y sin poder reaccionar recibió un profundo beso de su captor que hundió su lengua en la boca de Marta.
Casi sin poder respirar debido a que la lengua de Artan no dejaba de recorrer su boca hasta la garganta, recibiendo las embestidas de su polla y con sus tetas apretadas entre las manazas de aquel hombre Marta solo sentía ganas de llorar, humillada, vejada y violada agarraba con fuerza la hierva que les rodeaba.
No quería estar ahí, quería volver al lugar de vacaciones, al camping. Junto a la playa, con su familia, con sus amistades de verano, a tomar el sol y dormir eternas siestas, no quería pensar en que lo que le estaba sucediendo era real.
-Gime –dijo de repente el hombretón.
-¿Que?
-Ya me has oído. Gime.
-Pero...
-Me gusta oír como te corres cuando te follo. Gime y jadea bien fuerte, quiero oírte bien.
Lo que faltaba, además de ser violada tenía que gemir de placer.
Comenzó a gemir. No le costo mucho puesto que ya venia ahogando gemidos de dolor durante toda la violación.
-¡Más alto!
-Ah, ah, ah...
-¡Más alto!, grita más fuerte
-AAAH, AAAH, AAAH...
-Di “si”, “más”
-SIIII, SIIII, SIIIII, MAAAAAS, MAAAAS, AAAh... ...
-Muy bien preciosa, eso me gusta sigue así, y acabaremos enseguida
-AAAH, AAAH, AAAAAAAH, MAAAS, SIIIII... ...
Comenzó a pensar en su familia, su marido maniatado y golpeado, su hijos, testigos de aquella horrible escena, viéndola desnuda, siendo follada por un desconocido que no paraba de sobarle y lamerle. Sufriendo con la imagen de su pobre madre abierta de piernas y zarandeada alante y atrás, obligada a gritar como una furcia. Y la angustia de su marido por el sufrimiento de su mujer.
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-¡Maldita zorra!- pensaba su marido en la distancia. – No me lo puedo creer, ¡está disfrutando con ese cerdo!. Si ya se veía, en todo este tiempo no ha hecho un solo amago de resistencia, ¿cómo es posible?
-¡Pero mirala! –continuaba- pero si está gimiendo como una perra en celo, ¡si se la oye desde aquí! como es posible que se excite con el primer cerdo que le mete la polla en la boca. No le importa nada su familia. ¿Acaso no es consciente del peligro que corremos?
-Lo sabía, siempre lo he sabido. La muy mojigata. Conmigo se hace la estrecha y me cierra las piernas en cambio con otros bien que se desfoga. En el fondo es una puta, como todas. ¿Cómo puedo ser tan tonto y tan ciego?
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-Vamos preciosa –decía Artan mientras tanto –abrázame
Y Marta obedecía.
-En toda la noche no me has dado ni un beso. Anda amor mío, bésame.
Lo más que pudo hacer fue levantar la cabeza hacia la suya y juntar sus labios con los de él con la boca cerrada.
Sin inmutarse giró la cabeza hacia la hija de Marta y susurró:
-Seguro que ella besa mejor que tú.
En esta ocasión y presa del pánico agarró fuertemente la cabeza del hombre y le planto un enorme beso en toda la boca que el hombre se encargó de rellenar con toda la lengua que pudo meter dentro. Permaneció así todo el tiempo que pudo con la esperanza de que no volviera a fijarse en la pequeña Beatriz.
Aunque no fue mucho tiempo el que tuvo que aguantar pues unos segundos después, el hombre ayaculaba mientras profería sonoros gemidos de placer.
Una vez acabada su fiesta particular, se quedó un rato tendido sobre ella, descansando.
Sus manazas quedaron sobre las tetas de la mujer, su cabeza reposando sobre su cuello.
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Beatriz miraba atónita aquella escena pornográfica. Llegaba a entender que su madre buscara fuera del matrimonio lo que nunca obtuvo de su marido. No era ajena a la falta de amor entre sus progenitores. No dispensaba a su marido mejor trato que a los demás miembros de la familia. Sus conversaciones eran escuetas y faltas de calor, nunca reía o bromeaba con él. Cuando no le daba órdenes le daba quejas, o ambas cosas.
Con una relación tan fría entre ellos no sería difícil entender que la implacable Marta pudiera tener algún romance secreto, aunque conociendo su carácter, el amante perfecto debía ser una figura de piedra o un objeto de metal.
El caso de su padre era distinto, siempre fue más pasional. Beatriz sabía fehacientemente que había tenido más de un encuentro extramarital puesto que alguno de esos encuentros había sido con algunas de sus compañeras de instituto. Su padre nunca perdía la ocasión de cortejar a ninguna de sus amigas. La posición económica y social de su padre, era un poderoso imán para unas jovencitas a punto de abandonar la adolescencia y su padre procuraba sacar el máximo provecho de ello.
No le gustaba verle babear por sus amigas y tampoco le hacía gracia la idea de que pudiera tener una amante pero con lo duro que era la convivencia con su mujer tampoco le parecía extraño.
Ahora, el concepto que tenía de ella había cambiado diametralmente. Ya no era la fría madre llena de prejuicios que no paraba de impartir rectos valores. La oía gemir bajo aquel hombre al que no dejaba de besar, no le importaba lo que pudieran pensar los demás miembros de su familia.
Beatriz había tenido varios novios a los que su madre de alguna forma siempre consiguió espantar. Cada vez que uno de ellos desaparecía el corazón de Beatriz acumulaba más rencor mientras no paraba en ser sermoneada para que no pensase en chicos hasta los 25, edad a la que debía acabar sus estudios ya prefijados desde la infancia por su madre. El último de ellos, Rudy, no vino a visitarla en todo el periodo vacacional, pese a la promesa de hacerlo y a las innumerables mensajes y llamadas a los que él dejó de contestar. Beatriz sabía que su madre tenía algo que ver.
¿Por que no se aplicaba ahora todos los discursos sobre dignidad con los que tanto la machacó?, era evidente, es fácil predicar virtudes cuando no se tiene posibilidad de quebrarlas, sin embargo, lo difícil es resistir la tentación cuando el demonio esta tras la puerta y su madre acababa de demostrarlo, había dejado caer esa fachada de mujer recta y pía de un plumazo.
Por fin había encontrado lo que nunca obtuvo antes: pasión, lujuria, sexo desenfrenado, y cuando estas llamaron a su puerta cedió ante ellas sin oponer resistencia.
El odio de Beatriz afloraba junto a todo el rencor acumulado.
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-¡Dios!, eres maravillosa. –susurro al oído de Marta al fin –he disfrutado como nunca -y añadió
-¿ves?, ya acabó, no ha sido tan largo ¿verdad?
Ella no contestó.
Pasaron unos minutos en los que ambos permanecieron inmóviles. Él por el agotamiento, ella por el miedo. Al final fue el hombre quien rompió el silencio.
-Bueno, es hora de retirarme, ahora es el turno de mi compañero, -dijo mientras se levantaba –adiós preciosa.
-¿Co... como?, ¿tu compañero?, Pero...
-Tranquila, tranquila, no tendrás que follar con él. –atajó rápidamente- Le gustan las jovencitas.
-¿Jovencitas?. –¡Su hija no!, eso era peor que soportar de nuevo otra violación. -pero me dijiste...
La voz de Marta se quebró. Además de ultrajada y humillada también había sido engañada. Se lo había puesto fácil a su captor, había colaborado y se había dejado follar por él para nada. Al final, se follarían a Bea también.
-Te dije –continuó diciendo –que yo no la tocaría. Y no lo voy a hacer. Pero nunca dije nada de mi compañero. Es él quien decide con quien quiere jugar.
-Por favor, te lo suplico por lo que más quieras. No dejes que la toque. Dile a tu compañero que haré todo lo que me pida.
Artan sonrió para sus adentros. Lo que oía sonaba a música celestial.
-Está bien, veamos que podemos hacer. –dijo mientras se arrodillaba frente a la mujer desnuda.
Tras unos segundos en los que el hombre parecía cavilar continuó diciendo:
-Dime preciosa, ¿qué es lo que más te gusta que te hagan en la cama?
-¿Cómo?, pues no sé... yo... no lo sé. –¿que quiere este cerdo? -Pensó Marta. –¿intimar?
-Vamos, no seas tímida, seguro que tienes algunos vicios ocultos, anda, dímelo. Cuéntame algún secretillo.
-Bueno..., a veces... me gusta que me susurren al oído mientras hago el amor. –dijo para deshacerse de preguntas incómodas.
-Ya, entiendo. Si, ese es un vicio inconfesable, no hay duda.
-¿Y que más te gusta?
-¿y a ti que te importa? –pensó, no obstante contestó -Que me acaricien
-Que te acaricien –repitió el hombretón –entonces, si le pregunto a tu marido, me dirá lo mismo, ¿no?
-Sss.. sí. –Acertó a contestar. ¿dónde quería llegar?
-Bueno, pues esto es lo que vamos a hacer. Si las respuestas de tu marido coinciden con las tuyas te mostraras complaciente con mi amigo y harás todo lo que él te pida. ¿de acuerdo?
-¿Y si no coinciden?
-Ah, en ese caso, será tu hija quien deba mostrarse complaciente. –dicho esto, se levantó y se giró dispuesto a irse.
Marta le vio comenzar a caminar. Entonces grito:
-Espera..., espera por favor.
Artan se detuvo en seco
-No, no es eso lo que más me gusta.
-Entiendo –respondió sonriendo el ladino Artan –en ese caso, charlaremos un ratito.
- · -
Fermín veía a Marta hablar con aquel extraño, distinguía las caras bajo la luna llena y oía algunos murmullos pero cualquier sonido quedaba absorbido por el murmullo del río cercano. Era imposible escuchar conversación alguna o llegar a captar cualquier palabra.
Un rato después Artan y uno de sus compañeros, con el que se había parado a conversar brevemente a escasos metros de Fermín, se sentaron junto a el y comenzaron a hablar entre ellos como si Fermín no estuviera.
-Dios, que tigresa. Al principio no quería nada conmigo pero cuando he empezado a darle carne en barra se ha puesto como loca.
Los 2 compañeros reían sin cesar a carcajadas.
-La muy guarra ha empezado a correrse enseguida y entonces no paraba de pedirme que le metiese el dedo en el culo. –continuó diciendo.
La cara de Fermín se volvió blanca de repente, ¿cómo?, eso solo se lo pedía a él. Como era posible que la muy zorra disfrutara tanto con aquel cerdo violador y aun más, ¿como era posible que llegara a pedirle tal cosa a un completo desconocido hijo de puta? No podía ser, lo que oía debía haber sido una casualidad.
-¿Entonces? –dijo uno de los otros compinches. –¿acaso quiere más? ¿se ha quedado insatisfecha?
-Yo diría que sí. Me ha dicho que nunca ha disfrutado tanto. Al parecer su marido es eyaculador precoz, así que siempre se queda con ganas y más caliente que un clavo ardiendo.
Los 3 amigos rieron al unísono mientras dirigían burlonas miradas al marido-bufón.
La cara de Fermín estaba nidria, no podía creer lo que oía. ¡Es cierto!, se lo ha contado ella, no podían ser casualidades. La muy golfa no solo follaba alegremente con aquel cerdo en sus narices y las de sus hijos, además se mofaba de él, era increíble, nunca hubiera imaginado esto de ella, tan mojigata, tan estirada. Ahora veía lo engañados que tenía a todos. Sobre todo a él.
Pero, ¿por qué tenía que contar su problema de eyaculación? ¿acaso se estaba vengando de él? Marta era muy vengativa y Fermín sabía de lo que ella era capaz estando enfadada, pero no había motivo para esa humillación a parte de la que ya estaba sufriendo debido a su infidelidad manifiesta, amenos que... ¡Dios mío! Pensó Fermín, no puede ser.
-Anda Saúl, ve a complacer a la dama, no vaya a enfriarse ahora que te la he calentado.
Saúl, mano derecha de Artan se levantó lentamente y con la misma lentitud se dirigió a disfrutar de su botín. -En verdad –pensó Saúl. -Artan es un grandísimo genio. -En todos los años que él y el resto del grupo llevaban cometiendo multitud de tropelías siempre habían salido indemnes, hasta en los casos más asombrosos y lo mejor, aunque nadie del grupo sabía cómo, lo cierto es que Artan era un maestro que conseguía todo lo que ellos necesitaban, que en su caso se resumía a dinero y sexo. De hecho, estaba a punto de obtener raudales de sexo con una guapa mujer en contra de su voluntad pero que haría todo aquello que él le pidiera sin la más mínima resistencia. Solo Artan podía conseguir cosas como esa.
Cuando Marta vio levantarse al segundo hombre la primera impresión fue que sus pasos le llevaban junto a Bea, no fue así, gracias a dios. El tiempo que duro el corto paseo del hombre fue para Marta un cúmulo de sensaciones contradictorias. Alivio por su hija, incertidumbre por su marido e hijo y terror por ella. De cualquier forma, al igual que había sobrevivido a todo tipo de infortunios en esta vida, también sobreviviría a esto. Ante todo Marta era una superviviente, a lo largo de su vida había hecho cosas de las que no se sentía orgullosa, actos faltos de ética con tal de mantener su estatus de señora respetable. Y las repetiría si llegara el caso. Todo por su propio bien y el de su familia.
-Hola cariño
Estaba sentada en el suelo con las piernas juntas y las rodillas dobladas a la altura de la barbilla, tenía los brazos abrazando sus piernas. No contestó.
-Mi amigo dice que eres muy cariñosa
Marta continuó en silencio con la mirada perdida. No era capaz de mirar a nadie de su familia y no tenía ganas de mirar a su nuevo violador.
-Más vale que lo seas –continuó diciendo –No querría tener que buscar caricias en otro sitio. –Al decir esto se giro levemente hacia la posición de la hija.
Marta reaccionó de inmediato. –lo soy. –contestó. –haré lo que me pidas. –entonces le miró a los ojos, aguardó unos segundos y añadió –pero eso tú ya lo sabes.
La sonrisa de Saul lo confirmaba. Se colocó delante de ella, disfruto de la vista, pocas veces habían conseguido mujeres tan guapas como esta. Era una mujer madura pero aún guardaba toda la belleza de su juventud. Tenía porte de mujer elegante.
-Empieza conmigo como hiciste con mi amigo Artan
-Vaya, me ha follado un hombre con nombre de perro. -pensó Marta con toda la sorna que pudo reunir a pesar de su estado de ánimo -¿como se llamará éste?, ¿Patán?
No se lo pensó durante mucho tiempo. Cuando se colocó de rodillas frente a él, éste ya teñía la polla fuera de los pantalones. La cogió con una mano mientras apoyaba la otra en el muslo de él y se la metió en la boca.
Saúl disfrutó del roce de sus labios, tenía el aspecto de una señora refinada y le agradaba que se comportara como una puta.
Nunca dejaba de pensar en la suerte que tenía de haber conocido a Artan. Siempre conseguía las mujeres mas increíbles y desde luego aquella lo era, como también lo era su hija, aunque según Artan, ese era terreno prohibido.
Cuando creyó haber disfrutado lo suficiente apartó con suavidad a Marta, se sentó junto a ella, la contempló unos instantes y se tumbó hacia atrás.
-Súbete encima cariño, hoy no tengo ganas de hacer ejercicio.
-¿Cómo?, ¿que me suba a donde?... ¿no querrás...? –No se lo podía creer, bastante tenía con dejarse follar. Ahora, para colmo tenía que ser ella quién se lo follase a él. ¿Acaso pretendía este individuo que se comportase como una puta?
-Vamos cariño, sube y cabálgame.
Pues si, eso es lo que quería. Así que se colocó a horcajadas sobre aquel hombre, tras un momento duditativo sostuvo su miembro en la entrada de su coño, tomó aire y lentamente dejó caer su cuerpo sobre el de él hasta que su polla entro por completo.
Colocó las manos a ambos lados de los hombros de él y comenzó a mover la pelvis rítmicamente. No sentía dolor, solamente en su orgullo, pero ya hacía rato que no quedaba mucho de eso y lo poco que quedaba estaba a punto de desaparecer.
-Anda, jadea y gime para mí, cariño. Como lo has hecho antes con mi compañero. –justo la puntilla que faltaba en esta faena.
Beatriz y Benito, los hijos de Marta, se miraban en la distancia incrédulos al oír de nuevo los orgásmicos jadeos de su madre.
Benito, acomplejado por ella desde pequeño, siempre la había sentido gran respeto pero sobretodo la había temido. Era ella quien gobernaba en casa con mano de hiero y guante de púas, la que infringía castigos ejemplares y no dudaba en avergonzarle ante todo el mundo posible por cualquier falta que ella considerase grave, es decir, todas. De hecho, aun guardaba con especial escozor y vergüenza una de sus represalias que recibió hace menos de 1 año y a la que a día de hoy su madre seguía aludiendo a la menor ocasión.
Lo que Benito estaba viendo se contraponía a todo lo que con tanta dureza y severidad había recibido: rectitud, castidad, un largo etcétera de regias normas. Ella se las estaba saltando todas de un plumazo. Sentía odio en lo más hondo de sus entrañas.
Al otro lado del claro Fermín, cabizbajo y avergonzado por las burlas de sus 2 captores estaba cada vez más y más enfadado. Lo que al principio fueron temblores de miedo ahora eran de rabia. Marta siempre lo trato cruelmente pero esto traspasaba todas las barreras imaginables, no debió contarles nada sobre él.
-Me pidió que se la metiera por el culo, pero ya no podía más –alardeó Artan ante su compañero mientras Fermín escuchaba con la cara desencajada –me ha dicho que eso es lo que más le gusta pero que con este no hay quien folle así.
Era cierto. Hacia mucho que Marta no quería hacerlo por detrás con él.
Largo rato después de que Saúl abandonara el grupo en busca de un polvo gratuito, Artan y su compañero seguían mofándose a costa de Fermín con los supuestos comentarios maliciosos de Marta.
-Y dime, ¿cuál es tu nombre? –preguntó Artan al pobre cornudo.
-Fermín –tardó en contestar. Odiaba a aquellos majaderos. Pero en el fondo de su corazón, justo detrás del asco hacia ellos, les tenía envidia. Envidia por conseguir de Marta lo que él no había podido en años.
-Fermín, te felicito, tu mujer es una autentica loba. –dijo Artan socarronamente mientras le palmeaba la espalda.
-Una autentica zorra, eso es lo que es –musitó Fermín en un comentario inaudible. Aunque no para Artan que lo recibió con toda claridad.
-Para ser sinceros, tengo que decir que al principio no quería nada conmigo pero cuando se la he enseñado se ha quedado sin palabras. -ambos compañeros reían. -Me ha dicho que nunca había visto una polla tan grande y dura como a mía. –Eso le dolió más aún pues arrastraba cierto complejo por su tamaño.
–Aunque le he dado de lo lindo, ella no paraba de pedirme más, fijaos en el pobre Saúl.
Fermín dirigió la mirada hacia los 2 amantes y lo que vio le destrozó aún más. Marta se encontraba a horcajadas sobre aquel hombre moviendo sus caderas rítmicamente, sus tetas se movían sobre la cara de su nuevo amante y este no paraba de besarlas.
Por encima del miedo hacía aquellos atracadores Fermín sentía un creciente desprecio hacia Marta, la odiaba con toda su fuerza. Había padecido su indiferencia durante todo el matrimonio y ahora además le castigaba con esto. –¡puta! –musitó.
Tampoco esta vez Artan fue ajeno a este comentario. Observaba la reacción de aquel hombre abatido. Vio como los acontecimientos de la noche le transformaban en un perro apaleado, más tarde le vio como un perro apaleado y herido, ahora era un perro apaleado, herido y sobretodo... rabioso. Y eso le hizo feliz.
-que suerte tienen algunos de encontrar mujeres tan buenas como la tuya, ¿verdad?
La mirada de Fermín se clavó en los ojos de Artan. No contestó.
-dice que nunca agradecéis todo lo que ella hace por vosotros.
-¿y que es lo que hace por nosotros, concretamente? –preguntó Fermín incrédulo pero sin inmutar la expresión de su cara.
-dice que no paráis de hacer tropelías que ella se encarga de reparar. Aún así os consiente todo, es muy buena.
-¿buena?, ¡que sabrás tú!. No tienes ni idea de como es ella.
Estaba entrando en el juego de Artan, el pérfido y ladino Artan. Un díscolo niño bien, educado en los colegios mas caros y que con el paso del tiempo se había ido tornando en un mal hombre, sin escrúpulos. Un sádico muy inteligente al que gustaba de jugar con el sufrimiento de los demás. No era la primera vez que secuestraban y abusaban de una familia al completo.
El procedimiento era siempre el mismo. Elegían una familia, la estudiaban durante días y después entraban en su casa, bien con artimañas o bien con violencia aunque esta última, muy rara vez era necesaria.
Después los separaban en diferentes habitaciones de la casa y amenazaban con infringir daño al resto de la familia si no hacían lo que se les pedía. Obtenían de cada uno todo tipo lo que quisieran sin la menor resistencia por el temor de estas a la integridad del resto. Podían pedirles cualquier cosa, nunca se negaban.
En el caso de la familia de Fermín, había sido el azar quien les había llevado hasta ellos. Muchos kilómetros atrás, en la autopista, el grupo de malhechores almorzaba en la cafetería de una estación de servicio cuando vieron llegar la fastuosa caravana conducida por el snob de Fermín. De ella se apeó una discreta y elegante mujer de piernas largas y busto generoso, a su lado una preciosa adolescente con no menos encantos que se adivinaban a través de su juvenil ropa veraniega. Por último, varios metros más atrás les seguía un muchacho de aires distraídos.
No se fijaron en ellos al entrar por lo que no se apercibieron de los 5 pares de ojos que miraban embobados a ambas mujeres. La madre, altiva, no paraba de dar ordenes sin elevar su voz un ápice, lanzaba duras miradas a todo aquel que le causara el más mínimo trastorno. Era una dictadora dentro del seno familiar. Y eso agradó a Artan.
Al cabo de una hora ambos grupos tomaban direcciones distintas. Lástima, quizás en otro momento, pensó Artan.
Pero la madre de todas las casualidades hizo que 6 horas después la caravana de Fermín rebasara el coche de los 5 delincuentes que ahora estaban descansando junto a una carretera secundaria. La caravana se había perdido. Y eso también agradó a Artan.
Los 5 saltaron dentro de su auto y les siguieron a cierta distancia. Media hora después la caravana se introducía en una pista forestal y paraba unos metros más adelante junto a un claro. Desde allí podía oírse el fuerte sonido de un río cercano en un paisaje bucólico.
Les vigilaron sin ser vistos. Saúl y Lombardo, hombres de confianza de Artan, oteaban entre la espesura buscando alguna construcción habitada por gente que pudieran causarles problemas así como los diferentes caminos que circundaban la zona y que pudieran servirles como vía de escape. Intentaban adivinar cual sería el mejor modo de abordar la caravana. Sabían que esta noche habría luna llena lo que iluminaría el claro, eso podría perjudicarles.
Ambos eran unos rateros que daban pequeños golpes en comercios para subsistir. La alianza con Artan les proporcionó mucho más de lo que nunca hubieran imaginado. Gracias a él dejaron los atracos y las carreras delante de policías y guardas de seguridad, no volvieron a pisar un calabozo. Le admiraban y le guardaban fidelidad plena.
Los otros 2 integrantes del quinteto eran unos palurdos con un coeficiente intelectual de un niño, al igual que los otros, tenían un respeto absoluto a Artan al que obedecían sin dilación como magníficos gregarios, esa era la razón por la que seguían con él. Ambos se limitaban a mirar embobados a las 2 mujeres.
Por su parte Artan miraba lo que todos miraban pero veía lo que nadie podía ver. Escudriñaba a cada miembro, les estudiaba. Les vio sacar los aparejos de campaña, les vio cocinar y preparar la mesa de camping, vio como cenaban juntos y les vio mantener una escueta conversación aunque la distancia y sobretodo el murmullo del río impedían captar cualquier comentario o palabra. Tampoco pudo captar risas o conversaciones animadas pero no por culpa del murmullo del río sino porque estas nunca se produjeron. Y se preguntó porqué.
Vio miedo y rencor en los ojos del hijo, hastío en los de la hija, indiferencia en los del marido y todo eso junto en los de la madre. En aquella familia no había calor, calor humano. Y eso, una vez más, le agradó.
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