Una casualidad

menduco21

Virgen
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Sep 12, 2007
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Todo fue por una bendita casualidad. Paso a relatarles mi historia para que saquen sus propias conclusiones. A los 18 años, terminado el colegio secundario en mi ciudad, Rosario, me mudé a Buenos Aires para seguir estudios de economía en la Facultad de Ciencias Económicas. Mi padre me alquiló un pequeñísimo departamento cerca de la Facultad y ahí me trasladé con mis bártulos. A iniciar una nueva vida. De hombre solo e independiente. Ya les comenté que soy de Rosario. Mi padre es un conocido abogado de la zona, de gran fortuna y de fuerte carácter, casado, con dos hijas de 9 y 7 años de su matrimonio. De una primera relación, con mi madre, nací yo. En realidad, nunca supe mucho de ella. Sólo que se llamaba Florencia, que se había juntado muy joven con mi padre (sin casarse), y que nos había dejado a ambos cuando yo tenía tan solo dos años. Los motivos no los conocí nunca, ni tampoco me preocuparon mucho, en realidad. Estuve siempre al cuidado de mi abuela paterna y de distintas niñeras, por lo que mi infancia transcurrió agradablemente, sin grandes conflictos no obstante mi situación de hijo abandonado. Además, cuando tenía 8 años mi padre conoció a la que sería su esposa, que pronto vino a vivir con nosotros y asumió el rol de una verdadera madre para conmigo. De hecho, desde que tengo uso de razón la consideré mi madre, aunque no lo fuera biológica. Bien, como les decía, me ubiqué en mi nuevo hábitat en Buenos Aires, comenzando a concurrir diariamente a clases en la Facultad. No obstante, al poco tiempo me aburría como una ostra al no conocer a nadie y no tener amigos en la Gran Ciudad. Pero, bueno, eran las reglas del juego. Como no quería perderme las clases teóricas a las que debía concurrir, y aprovechar al máximo el tiempo, adopté la sana costumbre de todos los días, aproximadamente a las 13 horas, frecuentar un resto-bar cercano a la Facultad. Me sentaba en una de sus mesitas a comer un pebete de jamón y queso y una gaseosa, mientras leía algún apunte o libro. De esa forma ahorraba el tiempo que me insumía ir hasta el departamento, hacerme algo de comer y volver a la Facu. Como no tenía nada que hacer, salvo observar a los parroquianos del bar, desde la primera vez advertí la presencia de una hermosa mujer. Se ubicaba siempre sola, en una mesa junto a una ventana, y comía un sandwich tostado de jamón y queso con un café. Al mismo tiempo, leía alguna novela. Inexorablemente a diario repetía la misma rutina. Al poco tiempo de verla comencé a prestarle una mayor atención por un detalle significativo: había algo en ella que me deleitaba sobremanera. Si bien, como ya dije, era muy hermosa no era eso lo que me atraía, sino su delicadeza y feminidad. Su estilo, en pocas palabras. Se veía fina, bien vestida y arreglada y movía el cuerpo y las manos elegantemente. En suma, a los pocos días de haberla visto, estaba pendiente de ella, del momento en que llegaba hasta que se iba. No era alta, mediría 1,65 mts. Su pelo era castaño claro, pero se le notaba teñido. Delgada y de buena figura, menuda, muy buenas piernas, culito y gomas. De cara, muy agradable. No esas caritas bonitas, sino interesante, donde sobresalían sus ojos y su boca. Impactantes. A veces charlaba brevemente con el mozo que, se notaba a simple vista, estaba como loco por ella. Pero ella sólo amable. Hasta ahí nomás, sin darle mucha confianza. Como correspondía a una dama. Por supuesto yo no estaba siempre con los ojos pegados a la mujer misteriosa, haciendo el papel de desesperado. Aprovechaba mi estancia en el barcito para leer y estudiar apuntes de alguna materia que debía rendir, mientras la vigilaba de reojo. Cierto día, estaba yo concentrado en el estudio de una materia de la que tenía un examen más tarde y que me preocupaba. Tanto que hasta había olvidado el observar a la mujer del sándwich tostado. De repente noté que alguien se sentaba en una silla desocupada a mi frente. Levanté la vista de los apuntes y la ví a ella, que me sonreía con un gesto muy simpático en su rostro. Me sorprendió, casi podría decirse que me asustó y pegué un respingo. - Hola – me dijo, no dando importancia a la pobre impresión que mi rostro proporcionaba – perdoname si te interrumpo, parecés muy interesado en la lectura pero, de atrevida que soy quiero preguntarte algo, si no te molesta. - Si…digo, no, no me molesta, pregúnteme nomás – le respondí como para salir del paso y tratándola de usted. - Nosotros nos conocemos de algún otro lado…digo, de habernos visto en otro lugar que no sea este bar? - No, no que yo sepa. Yo soy del interior y hace poco que estoy en Buenos Aires y si la hubiera conocido de antes… más bien que me acordaría. – Y cómo! pensaba para mis adentros, si de vos no me olvidaría en la vida. - No?... Seguro?...no sé, me pareció notar en vos algo familiar, como si te conociera de hace mucho tiempo. - Mucho?...no, menos todavía…aparte usted no parece algo fácil de olvidar…digo, por su aspecto – Si sos un minón infernal, como carajo alguien puede llegar a olvidarse de vos, pensé al borde de un ataque de nervios. - Mi aspecto?...Y que tiene de raro mi aspecto? Aparte, por favor no me tratés de usted que me hacés sentir una geronte. - No, nada, digo su aspecto porque es muy hermosa usted, digo…vos, sos muy linda. - Bueno, gracias. No importa, pero sigo pensando lo mismo. Me parecés una persona conocida. Así que sos del interior?...de qué lugar? - De la ciudad de Paraná, en Entre Rios – mentí, no se porqué, pero preferí no decirle la verdad de mi ciudad de origen. - Ah, de Paraná. Muy linda. No conozco pero me han dicho que es una ciudad muy linda. Y que hacés en Baires? - Estudio. Estoy estudiando Economía. - Ah, si… acá en la facultad que está cerca? - Si, justamente…yo también la he visto a Ud., digo…te he visto a vos, venir acá todos los días…trabajás por la zona? - Si, a dos cuadras. Soy abogada y trabajo en un estudio jurídico que tengo con otros tres amigos, dos abogados y un escribano. Vos también venís todos los días. - Si, vengo a diario y aprovecho para leer o estudiar un poco, si no tengo nada que hacer…qué bien…abogada, me dijiste?…trabajo interesante, no? - Si…mirá, yo soy Flopy, me conocen por ese nombre…y vos? - Yo me llamo Carlos, pero decime Charly…todo el mundo me llama más por el sobrenombre. - Bueno, Charly, ahora que nos conocemos podemos comer juntos cuando nos encontremos, te parece?...y aprovechamos para conversar un rato sin aburrirnos. - Bárbaro, me parece bárbaro…dale…me encantaría. - Bueno, me tengo que ir a seguir laburando un poco. No vemos mañana…ok? A la misma hora y en el mismo lugar – y se despidió dándome un beso en la mejilla. - Nos vemos, Flopy, te veo mañana… chau – le contesté. Y se fue, con su caminar elegante, dejando mi alrededor impregnado del olor de un perfume exquisito, que adiviné francés y que se subió a mi cabeza como si fuera whisky del mejor. Después me diría que era Chanel Nº 5, que era el único perfume que le había gustado y usado en su vida. Bueno, asi fue como empezamos a encontrarnos todos los días. Ella comía su tostado con café y yo mi pebete con gaseosa. Charlábamos de cualquier cosa, cine, política, noticias policiales del día, que se yo, de todo un poco. De lo único que no hablábamos era de nuestras vidas personales. Por un raro y tácito acuerdo, nunca tocábamos ese tema. A ninguno de los dos parecía interesarle la vida del otro Fue pasando el tiempo y, como al mes, recuerdo que era un viernes (frente al cual tenía la perspectiva de aburrirme soberanamente a la noche), decidí invitarla a salir. En realidad lo venía pensando tiempo antes, pero ese día tenía que decírselo. Y que fuera lo que dios quisiera. El problema era mi falta absoluta de datos sobre su persona. Había sido tan discreto que no sabía si era casada o si tenía novio, tan siquiera. O, a lo peor, que fuera lesbiana y yo, ignorante del hecho, me mandaba una metida de pata infernal. Por otra parte, si bien era muy simpática y jovial conmigo, no sabía si realmente le gustaba como tipo. Bueno, tampoco yo era un desastre. Tenía 18 años pero parecía de unos años más, 22 ó 23. Medía 1,75, era delgado, de pelo oscuro y ojos celestes. Era más bien fachero, pero mi timidez algunas veces me jugaba malas pasadas y no tenía el éxito que debía con el sexo femenino. Mientras ella hablaba, la miraba fijamente esperando la oportunidad para zamparle la invitación. Ya se estaba por ir cuando se lo dije: - Flopy…tenés algún programa para esta noche? - No, si… en realidad, me han invitado a una exposición de cuadros, pero no es un programa que me atraiga mucho…por?...me vas a invitar a salir? - Si, bueno..no a salir…mirá, si querés, y no tenés nada pensado, nos podríamos juntar y hacer algo juntos…algo no muy caro…acordate que solo soy un pobre estudiante del interior. - Sos gracioso…si, me gustaría que nos juntáramos…abreviemos, que estoy apurada: a qué hora y donde? - Y, no se…por acá cerca te parece? - Hagamos una cosa, venime a buscar a mi estudio a eso de las 20,30 que yo termino de trabajar más o menos a esa hora…querés? - Listo, paso por ahí a esa hora…decime donde queda – Me dio la dirección, era un edificio de oficinas a tres cuadras, y nos despedimos. Yo estaba más contento que perro con dos colas. No solo porque la mina me encantaba, aunque se viera mayor que yo, sino porque por fin podría salir con una mujer, y de noche, por primera vez desde que estaba acá. Aunque no pasara nada, era simplemente maravilloso. A las 20,30 y como un solo hombre, estaba tocando el portero eléctrico del edificio. Me atendió ella misma y me pidió que subiera. El departamento donde estaba instalado el estudio era grande, con varios privados, una sala de reuniones y una cocina. La oficina de Flopy era amplia, con un gran escritorio con un sillón giratorio donde se sentó y dos silloncitos al frente. Había además, más alejado, una mesa ratona con un sofá de dos cuerpos. Era un ambiente muy elegante y estaba bien decorado, estilo inglés. Hacía juego con ella. - Muy lindo lugar…me gusta mucho – le dije una vez que miré el estudio. Me explicó que estaba sola, que tenía que terminar un escrito y que la esperara un ratito. - Total es temprano, servite un cafecito en la cocina, si querés –agregó. Me senté a tomar el café en el sofá, mientras la observaba trabajar. Estaba hermosísima. Tenía puesta una camisa blanca, de mangas largas, una pollera negra, por arriba de la rodilla, medias oscuras con zapatos negros, de taco alto. Se notaba que había retocado su maquillaje. Al rato, mientras la miraba embelesado, se me ocurrió pensar que nunca le había preguntado la edad. Ni sabía los años que tenía. - Flopy, nunca te había preguntado pero respondeme si querés y si no, dejame con la intriga por maleducado y preguntón: que edad tenés vos?...te aclaro que yo tengo 22 años. - Mi edad?...vamos por partes, vos que edad me das? - Y…si lo preguntás así a boca de jarro… te diría que, para mi, tenés unos 30 años, más o menos. - Si?…Charly o me estás jodiendo o sos muy galante…en realidad tengo 37 años. - En serio?...nunca te hubiera dado más de 32…a lo sumo…y te lo juro por dios. - Si, tengo algunos más…o sea que vas a salir con una mujer mayor…vieja para vos…te jode? - A mi?...para nada, al contrario, es un honor salir con alguien tan hermosa como vos…y te pregunto algo más que nunca me animé: sos casada, separada o algo? - En realidad soy “algo”, es decir… soy soltera. - Vos soltera?...pero porqué…ya no hay hombres en Buenos Aires?...y estás con alguien, de novia o algo por el estilo. - No, estoy sola, hará tres meses rompí una relación de dos años, así que estoy solita, te diría que demasiado solita. Por qué, te estás ofreciendo para algo? – mientras me hacía la pregunta se levantó del escritorio y se acercó al sillón donde yo estaba sentado. Me puse nervioso – Date cuenta que sos muy pendejo para mi, casi podría ser tu madre. - Ofreciendo…no…si…puede ser…lo que pasa es que yo me puedo ofrecer de cualquier cosa, el asunto es que a vos te interese. - Me interesa, me interesa, de los pies a la cabeza, chiquito – me dijo mientras se sentaba a mi lado y comenzaba a acariciarme el cabello de la nuca. Al sentir sus dedos, me dio un escalofrío que recorrió mi espalda estremeciendo todo mi cuerpo, violentamente. En la locura de esa sensación, acerqué mis manos a su cara, la atraje y le besé la boca, ávidamente. Ella entreabrió sus labios y metí mi lengua. Su aliento era exquisito. Mi lengua se entrelazaba con la de ella, recorría sus encías, aspiraba su saliva, mientras ella hacía otro tanto. Sólo gemíamos. Comencé a desabotonarle la camisa, al mismo tiempo que ella me bajaba el cierre del pantalón. La liberé de su camisa y, a sus pechos, del encierro de su corpiño. Tomé con mis manos sus preciosas tetas. Ni grandes ni pequeñas pero con inmensos pezones, color rosado, coronándolas. Me los metí en la boca, babeándolos, lamiéndolos como un alucinado. - Asi…así, mi amor…chupámelas así…con ganas…que delicia, mi vida! – me decía mientras con su mano derecha sobaba mi miembro totalmente erecto y con la otra me metía el pezón izquierdo en la boca – Tomá, comelo, es tuyo…oh, dios..que caliente estoy!...qué tenés, chiquito, que me volvés loca! La dejé por un instante para sacarme el pantalón y el slip. Ella aprovechó para desnudarse completamente. Ambos desnudos nos tiramos sobre el sofá. Nos besábamos y lamíamos la parte de nuestros cuerpos que teníamos más cerca de la boca. Le comía y chupaba los hombros, las axilas, el vientre, el ombligo, los muslos, la raya de su culo, todo lo que encontraba al alcance de mi lengua. El sabor de su piel caliente se me hacía dulce. Entonces, decidí bajar a su vulva. Primero la olí profundamente. Su aroma almizclado era fantástico, como perfumado. La rocé con la punta de mi lengua y sentí que sus dedos apretaban mi cabeza, empujándome. Abrí la boca y la coloqué a modo de sopapa sobre su concha y comencé a succionar y a jugar con la lengua sobre su clítoris y labios vaginales. Salía profusamente el flujo dulce. La esencia de su ser maravilloso. Lo recogía ávidamente con la lengua, a modo de pala. A su vez, Flopy que a esa altura gemía descarnadamente, se había instalado en mi entrepiera y mamaba mi pija como posesa. De arriba hacia abajo, baboseando todo el miembro. Se metía el glande y los huevos enteros en la boca. En fin, un sesenta y nueve de delirio. En determinado momento se incorporó, me sentó en el sofá, se colocó abierta de piernas sobre mi, tomó la pija que parecía al borde de reventar, y procedió a incrustarse la totalidad de la poronga en su cuerpo. Lanzó un suspiro profundo, con los ojos cerrados, y comenzó un sube y baja frenético mientras yo la sujetaba de las grupas para que no cayera hacia atrás. Tal era el grado de delirio y calentura de Flopy, que llegué a asustarme al ver como cabalgaba demencialmente con mi poronga taladrando su vagina. - Aaaaaah, mi amor…..no puede ser…qué divina pija que tenés…no sabés el tiempo que hace que te quería coger, pendejo mio…aaaahhhh…por dios, por dios…te siento en el estómago…que larga y gorda es tu verga, amorrrrrr….amooooorrr!!!! - Y yo a vos, divina…te quería tener así… clavada…bien clavada…hasta los huevos…aaaaagggg!!! - Si…me has abierto entera…parece que me sale humo de la concha….voy a acabar…amor…..acaboooooo!!! - Y yo…amor…te voy a llenar…te voy a llenar…dios…aaaaaaaahh!!!!!!!! Mi eyaculación fue larga y dolorosa. Mi abstinencia de varios meses golpeaba en forma de chorros de semen en las paredes vaginales de mi hembra. Mareado de la acabada miré su concha y vi la mezcla de mi esperma y sus fluídos que se derramaban sobre mi entrepierna y mis huevos. Qué placer! Al cabo del orgasmo terrible que habíamos tenido, quedamos exhaustos y sin respiración, sentados en bolas en el sofá. Uno al lado del otro. Ella con una mano en el corazón. - Nene, estoy al borde del infarto…qué bruta soy…como acabé…también con las ganas que tenía de cojerte…desde la primera vez que te ví, no se porqué pero deseaba tenerte dentro de mi, tener tu carne adentro y sentir tu leche llenándome. - Haberlo sabido antes, mi amor…pero, bueno, por lo menos lo logramos….me he echado el polvo más alevoso de mi vida. Decidimos vestirnos e irnos a comer algo, así después nos íbamos a su casa. A seguir cojiendo hasta que se acabara el mundo, como dijo Flopy. Ambos teníamos un hambre de leones. Tomamos un taxi hasta Palermo y nos metimos en un restaurant, donde pedimos una parrillada con papas fritas y una botella de vino blanco. Comimos vorazmente, casi sin hablar. Al final, mientra apuraba un trago de vino blanco, creí necesario hacerle un comentario. - Flopy, mirá, cuando nos conocimos te dije una mentirilla…y hace un rato te dije otra. - Si?...no serás casado, no?...aunque ni eso me importaría de vos, te quiero más allá de cualquier cosa. - No, que casado ni casado. Nada, una boludez…mirá, en realidad no soy de Paraná…soy de Rosario y tengo 18 años. - De Rosario, linda ciudad aunque a mi siempre me pareció una mierda. No te dije pero yo viví ahí dos años hasta que me harté y vine a Buenos Aires. Porqué me contaste lo de Paraná? - Porque soy así, medio pelotudo, no te quise decir la verdad sobre mi cuando apareciste de repente en mi vida, y se me ocurrió decirte la primera boludez que vino a mi cabeza. Así que una mierda?...no me habías contado eso…y por que te pareció una mierda? - Te cuento, y esto es una confidencia que no sabe casi nadie, mejor dicho nadie. Hace muchos años conocí a un tipo de Rosario, que estaba en Buenos Aires haciendo un curso o algo…era abogado…cuestión que me volví loca con este pelotudo y me fui a vivir con él a Rosario. ..yo era muy pendeja, tenía 18 años..tu edad de ahora, mi amor…al poco tiempo resultó que mostró sus uñas, era un hijo de puta…me insultaba, me celaba todo el tiempo, me hacía la vida imposible, en fin una cagada….para colmo no se le ocurrió mejor idea que embarazarme. - Qué?...y que pasó?...tuviste el hijo del tipo? - Si, lo único bueno que me pasó con este pelotudo…Tuve mi hijo y aguanté dos años más…llegó un momento que la cosa no daba para más y decidí volverme a Buenos Aires, con mi hijo…Carlos Alberto se llamaba, bah, se llama, - Carlos Alberto? En serio?...ese es mi nombre …solo que me dicen Carlos o Charly, como te dije cuando te conocí, pero es mi nombre. - Si?... bueno, te sigo contando…cuando me escapaba con el nene, el tipo me descubrió y me dio una paliza que ni te cuento. De todos modos me escapé, sola y ,como me amenazó con reventarme, nunca más volví a Rosario. Ni por el vuelto ni por mi hijo. A veces me dan nostalgias de saber cómo será a esta altura y pienso en volver a buscarlo. Debe de tener tu edad ahora…pero, bueno, boludeces que se me ocurren de vaz en cuando…acá me puse a estudiar y me recibí de abogada. Y, en fin, acá estoy, con mi nuevo amor… adolescente. - Flopy…hay algo más aparte de mi nombre….mi viejo es abogado… como el tipo que andaba con vos en Rosario. - Bueno, es una casualidad… sabés cuantos hay allá…millones! - Si, pero también que mi madre nos dejó cuando yo tenía dos años….y sé que mi mamá se llamaba Florencia…a vos te dicen Flopy por Florencia? Se quedó mirándome inmóvil. Sus ojos muy abiertos me miraban fijamente, sin expresión. Tomó un trago de vino. - Qué apellido tenés vos, mi cielo? - Me llamo Carlos Alberto Astorga Altamirano, ese es mi nombre completo…te dice algo? - No puede ser…- asomaron lágrimas en sus ojos – no puede ser…con razón me gustabas tanto…si sos mi hijo…pero no podés ser mi hijo…si te acabo de coger como alucinada!! …como una puta alucinada…no puede ser, no podés serlo…porque entonces sería, además, una puta incestuosa...soy una hija de puta incestuosa, una reverenda puta incestuosa…yo me llamo Florencia Altamirano…te das cuenta, mi amor? - Flopy, en serio?...me estás hablando en serio o es en joda? …entonces…no podés ser vos mi mamá!…no puedo haberme cojido, como te cojí, a mi madre!…vos sos la hembra perfecta y sos mi vieja?… me dan ganas de llorar, decime que me estás cargando, por favor! - No, mi amor, no es cargada…parece que soy tu madre nomás y no me digás vieja, la puta que te parió…o sea, yo…no, si mi vida fue, es y será una verdadera mierda.
Nos quedamos en silencio. No podíamos hablar. Tenía tantas cosas para decirle, tanto que preguntarle pero no salía palabra de mi boca. Solo nos mirábamos, como con tristeza, inmóviles. Al cabo de pensar, por un buen rato, la miré a los ojos, fijamente, me serví un poco de vino y le dije:
- Florencia Altamirano, vos serás mi madre, como parece ser, pero yo te amo y no como hijo, sino como hombre. Nunca voy a conocer a otra mujer como vos. Sos perfecta porque, además de todo lo que significás para mi, sos mi madre…te das cuenta que es perfecto?... y quiero que vos seas mi madre, pero también mi amor, mi mujer, mi esposa para toda la vida…Tu vida y la mía… me aceptás, mi amor?
- Te parece?...te parece que es perfecto?...si, mi chiquito, acepto, te acepto como hijo, amante y esposo para toda la vida…y te juro que vamos a ser la pareja más feliz de la tierra…tenemos todo para serlo…somos todo lo que pueden ser un hombre y una mujer…y yo te amo, mi cielo.
Dicho lo cual brindamos por nosotros. Y ahí comenzó realmente mi vida y la de Florencia. Juntos. Pero esa es otra historia.
 
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