Un polvo en el confesionario

roman74

Pajillero
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Unas vacaciones y un aburrimiento total pueden convertirse en una increible aventura en un confesionario. Polvo, morbo, exhibicionismo, nunca se sabe lo que te encontrarás
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Me habÃ*a apuntado al Congreso de Marcas Lapidarias que se celebraba en Burgos, por cuyas calles ya llevaba vagabundeando algunos dÃ*as entre cientos de turistas y autóctonos que preferÃ*an pasar sus vacaciones en su la ciudad.
El calor era sofocante, y las horas que nos esperaban dando vueltas a los edificios más vetustos de la noble y señorial capital burgalesa, estudiando sus piedras y las marcas que los canteros habÃ*an dejado en ellas , no me entusiasmaban en demasÃ*a y menos que aquel estirado jesuita de embarada voz me diese el tostón hora tras hora sobre lo signos lapidarios…
El calor hacÃ*a que las mujeres fueran lo que yo tomaba, como buen norteño, como medio desnudas y me enseñaran más de lo que yo habÃ*a visto en toda mi vida en mi tierra, rubicundas nalgas europeas enseñando el perlé de las braguitas a la mÃ*nima, escotes ablondados que dejaban ver el dulce "cuenco del recuesto", en fÃ*n que tenÃ*a el "tanganillo" a punto de explotar y lo más que habÃ*a conseguido en tres semanas era que de vez en cuando la patrona de la pensión me la chupase.
Nada más llegar a la pensión, un hombretón barrigudo y mal afeitado me dio la habitación y las indicaciones pertinentes del baño compartido y el precio y que no se admitÃ*an señoritas…. " A joder a la calle" me habÃ*a dicho el muy cabrón sin embargo detrás de él corrÃ*a una cuarentona un tanto ajamonada, que por entre el gautiné enseñaba a sus espaldas, yo creo que más de lo que su marido le permitÃ*a.
Llevaba unos dÃ*as, y ya se sabe con eso del cambio de hábitos, con la barriga que no funcionaba bien, me metÃ* pues en el baño un tanto apretado de retorcijones, y no cerré la puerta con el cerrojo, tras el alivio primero opté por no levantarme del WC y al agacharme un poco para hacer fuerza vÃ* por detrás del lavabo una revista, saqué el papelorio y allÃ* me encontré con un ejemplar de "Cartas Eróticas" las fotos no eran nada del otro mundo pero el texto tuvo la fortuna de reavivar mi fantasÃ*a y mi "nabo" que adquirió unas adorables proporciones que pronto empecé a pajear.
En ello estaba , con la revista apretándome los huevos, los ojos cerrados y dándole al bombÃ*n cuando sentÃ* que un cálido lÃ*quido coronaba la cabeza de mi polla, y allÃ* tenÃ*a a la patrona con la bata de boatiné desabrochada, y tal y como dios la trajo al mundo, acercando sus enormes tetazas a mi polla y masajeándome con ellas me llevó tras una larga chupada a una más que excelente corrida, lo más que pude hacerle a aquella arpÃ*a era sobarle le "fepuldo", meterle si acaso un par de dedos hasta lo "jondo" y mamarle las tetas; argumentaba para no llegar a más, que si le alteraba el "ph" de su "chichi" su marido lo descubrirÃ*a y tendrÃ*an la de dios es cristo, ósease que yo andaba lo que se dice "rabuco".
El dÃ*a de la lección de las marcas lapidarias opté por huir de la pelmÃ*sima lección y me refugié dentro de la catedral gótica, merodeé por las capillas e intenté buscar un ligue en aquella fresquita temperatura, pero un par de roces que intenté no tuvieron mucho resultado, salvo ponerme la polla como una longaniza baturra; En una zona del baptisterio en obras vi un antiquÃ*simo confesionario del siglo XVIII, con una antesala de viejos rasos rojos, y allÃ* me fui a descansar de tanto deambule y si de paso podÃ*a hacerme una paja, pues mejor que mejor.
Entré en aquella especie de vestidor y en la oscuridad de aquellas cortinas encontré otro cubÃ*culo donde el Sr. Cura se sentaba a oÃ*r confesión, me senté y era tal la sensación de placidez, calma e iluminación que medio me quedé dormido de cuyas ensoñaciones me sacó un:
- Ave Mª Purisima – alguien me habÃ*a tomado por el confesor de turno, quise salir huyendo pero la beata de turno proseguÃ*a- Padre he pecado de nuevo y no he podido dejar de pasarme los dedos por la pepitilla, se que es pecado y que esto a mis cincuenta años de castida
d no está bien padre, pero recomiéndeme usted algo padre y sálveme de la perdición eterna.
- Nada hija, ni salvación ni leches, y déjese de tocar la pepitilla con una mano, y hágalo a dos manos, cuando ya esté como los pimientos morrones de colorada y salida, métase los dedos en el chumino y verá como su cuerpo y dios le enviará una sonrisa desde el cielo – oÃ* un rebujo de ropas y un mentar algo entre dientes pero habÃ*a logrado quitarme a la pelma, cuando iba a salir tarifando otra vez la misma cantinela
- Ave Mª PurÃ*sima, – Sin pecado concebida- Padre he pecado y no se contra que mandamiento, pues hace tres dÃ*as que estando en la casa de campo de mi hermana, vÃ* a un hermoso pollino con el instrumento en pleno desarrollo, luego a un perro atizarle a la sra., perra, tras lo cual dejó al aire un pedazo de "mandanga"; padre que no me lo he podido quitar de la cabeza, hasta tal punto ha llegado la perdición que me he comprado un "doberman" y padre le toco y hasta le ensalibado su instrumento, salvéme padre y deme su sabio consejo, como ya lo ha hecho otras veces-
Joder que aburrimiento esto de las confesiones, se parece más un cura a la tal Elena Francis que un intermediario de Dios – Querida hija lo que tiene que hacer es ponerle al perro un bozal y unos calcetines en la patas, se desnuda usted ante el perro y déjese hacer que a su edad le vendrá bien un limpiado de fondos y el perro se lo agradecerá y verá como él que es más listo que usted encontrará el hueco y la fórmula- lo cierto es que esta no salió de estampida sino que me dio las gracias y prometió tenerme al corriente, estaba claro que no iba a poder levantarme pues ya tenÃ*a otro cliente.
- Verá padre soy católico apostólico y postconciliar con 45 años-, este iba de pelma, pelma; me estaba adormilando con el murmullo que venÃ*a del entrerejillado cuando sentÃ* que alguien se colaba en la antecámara de los cortinones, pensé en como salir de allÃ*, pero pasaban los segundos y nadie entraba a la cámara de confesión, me atrevÃ* pues acercarme a las cortinas y allÃ* tenÃ*a delante un bombón, una oriental de imprecisos años, y turgentes volúmnes al igual que mis cómics de manga, que se habÃ*a refugiado allÃ* para quitarse el apretado panty , cosa que hizo dejando al aire sus redondas nalgas, el pelma seguÃ*a con su perorata – Padre me acuso de pensamientos impuros y de mirarme en demasÃ*a el instrumento de procreación… me acuso de espiar a mi abuela cuando va al servicio…- la japonesita se abrió aún un poco más de piernas y abrió su body dejando ver entre la penumbra unos incipientes pelillos púbicos, mi polla tras lo que venÃ*a oyendo iba quedándose mustia, pero ante el paisaje que ahra se me ofrecÃ*a se reavivó en un santiamén.
La muy condenada cogió el panty y se lo pasó por los sobacos, luego por el "tetamen" , para lo cual desabrochó un poco ,más su blanca camisa, luego se lo llevó al dulce "chochito" y cuando ya creÃ* que se iba a acabar todo, se lo llevó a su respingona nariz y olfateó con gusto y deleite aquellos olores Ã*ntimos, que debieron encender algún resorte, pues mientras olÃ*a aquellas prendas se iba masajeando la pepitilla a la vez que se recostaba en un lateral del confesionario, – el tonto del culo prosegúia, – Verá padre es que vez en cuando pienso en mi prima y la pilila se me pone tiesa, ya sabe usted, como la de un burro,- yo seguÃ*a atento a las evoluciones de la oriental que estaba a punto de dejarse desmayar de gusto, me armé de valor y por entre los cortinones, la atrapé por la cabeza, tapándole la boca, para que no gritara, a la vez que iba colocando mi polla en la canal de aquel dulce culito, en un principio se rebeló pero al sentir la polla, pronto se dejó caer hacÃ*a atrás y allÃ* caÃ*mos en el amplio banco del confesionario, dejé su boca y busqué con las manos las peritas en dulce que eran sus tetas, ella misma abrió su camisa y levantó la faldita para que mi polla le entrara más y mejor en el aquél dulce culo que pronto me llevó a desparrarme de leche, sentir la leche correrle por los muslos, fue todo uno para que la cabrona se diera vuelta, cogiera mi dolorida polla y se sentándose encima de ella y poniendo las pies encima del banco, daba leves saltos que hacÃ*a que mi polla se hincara cada vez m
ás en el estrecho túnel de su chichi, que parecÃ*a estrecharse cada vez más, y asÃ* terminé jodiendo con aquella oriental , los dos allÃ* babeándonos, y jadeando de placer entre suspiros y ayes de placer- el chupacirios debió darse cuenta de la movida y decÃ*a- asÃ* padre ensártesela y métale el nabo, está bueno eh padre, que padre ya destila la almeja….-lo cierto es que estabamos allÃ* medios vestidos, corriéndonos a mansalva y perdidos de placer de la corrida que ya se hacÃ*a inminente cuando la luz se hizo en el recinto, la dulce japoneista se convirtió en una cuarentona de rasgos aniñados y volúmenes en el comienzo del declive.
La penunbra y mi fantasÃ*a me habÃ*an jugado una mala pasada, y allÃ* aparecÃ*a un enorme cura con bonete incluido que nos sacaba a ambos a empellones del confesionario, – bastardos, luciferes, hijos de mala madre – la mujer le dio un fuerte pellizco en los cojones para abrirse paso, mientras salÃ*amos entre los asistentes a la clase de signos lapidarios y el jesuita que quedaba pasmado.., como digo salÃ* despavoridos, mientras oÃ*a al imbécil de la confesión llamar a su hermanita, la oriental.., y gritándome que me esperaban en las Huelgas Reales el Sábado para otra sesión y que se lo habÃ*an pasado de puta madre….
 

epale63

Virgen
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Un pago justo por hacer el trabajo del cura. jajaja
 
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