Un Pequeño Pueblo, un Convento

heranlu

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Siglo XVIII, el convento estaba ubicado en un pequeño pueblo en el norte de Italia, estaba regido por el recién llegado sacerdote Donato de 56 años, era un hombre de estatura elevada (198 cm), un poco gordo, de barba negra y tupida, muy bonachón y querido por los habitantes del pueblo y también por las monjas del convento, con excepción de la madre superiora Gabriella, tenía 48 años, era una belleza pelirroja de ojos verdes, media 180 cm; desde que enviaron desde Roma al padre Donato, el mal humor se apoderó de la madre superiora, pues prácticamente la habían relevado de su poder jerárquico, que anteriormente ejercía con orgullo.

Era una edificación que estaba en las afueras del pequeño pueblo, constaba de un comedor enorme, una cocina, una gran enfermería dividida en tres pequeñas habitaciones, cada una con su respectiva camilla, una pequeña capilla, un despacho parroquial y 10 habitaciones ocupadas por una veintena de novicias, la principal de ellas, que anteriormente era ocupada por la madre Gabriella, tuvo que cederla cuando llegó el padre Donato, la madre superiora fue relegada a una de las habitaciones regulares del convento, donde compartía habitación con las otras tres monjas de rango superior, Brunilda la alemana de cabello negro y ojos penetrantes del mismo color, era una gigantesca vikinga de 185 cm, a sus 28 años era la más seria e introvertida de las tres, solo hablaba lo que era necesario, a veces intimidaba incluso a Gabriella con su mirada de acero, le seguía en rango, Varenka la rusa de cabello rubio plata, ojos grises, media 176 cm, a sus espaldas, la llamaban la Rusa loca, se sabía al derecho y al revés la biblia, lo cual utilizaba para dar sermones a las novicias cuando era necesario llamarles la atención, tenía 24 años, por último estaba la francesa Laetitia, la más alegre y bondadosa de todas, tenía el cabello castaño y ojos azul cielo, media 162 cm, era la más querida de las monjas y la menor de ellas con tan solo 18 años, era con quién mejor se llevaba el padre Donato.

Las tres monjas tenían dos cosas en común, una de ellas, era el ejercicio de la medicina y lo otro era la singular belleza que poseían, al igual que la madre superiora Gabriella, todos los hombres del pueblo soñaban con los rostros de las monjas del convento cuando las veían en contadas ocasiones, pero solo suspiraban por sus rostros, pues gracias a sus hábitos no alcanzaban a imaginar sus cuerpos, que por cierto estaban bendecidos con gloriosas curvas, que a su debido tiempo serán descritos en este relato.

Desde la llegada del padre Donato, se empezaron a celebrar misas todos los domingos en la capilla del convento, ya que la iglesia que estaba dentro del pueblo, fue víctima de un incendio en el que murió el padre Lorenzo y su sacristán, ésta fue la razón de la temporal visita del padre Donato al convento, quien esperaría a que construyan de nuevo un templo en reemplazo del anterior, para trasladarse a éste, lo cual esperaba con muchas ansías la madre superiora Gabriella.

Desafortunadamente para los habitantes del pueblito, el incendio también arrasó con el pequeño centro médico y sus ocupantes, que eran los dos profesionales en medicina con los que contaban los pobladores, debido a esto el convento se convirtió en el nuevo y temporal hospital, que era atendido por las tres monjas, las cuales eran excelentes practicantes de la medicina en el siglo de las luces y por suerte para los lugareños hablaban perfecto italiano y lógicamente latín.

El pueblo estaba habitado por unas 100 personas, de las cuales unas 35 eran de la tercera edad, y unos 40 eran menores de edad, lo que dejaba un promedio de 25 personas adultas hombres y mujeres entre los 18 y 45 años, la mayoría de estas personas gozaban de buena salud y todos eran católicos devotos.

Era un sábado primaveral, día en que normalmente algunos feligreses iban a confesarse, ese día en particular sólo fue doña Antonella, la esposa del acaudalado comerciante don Pietro, posiblemente la mujer más adinerada del pueblo y también una de las más hermosas, era una rubia cuarentona de voluptuosos pechos y caderas anchas con gran trasero, iba con un vestido largo con mangas y un escote que oprimía los grandes melones de esta belleza Italiana; se dirigió hacia el confesionario donde se encontraba el padre Donato, hizo la señal de la cruz y se arrodilló dentro del habitáculo.

Antonella - Ave María purísima!

Donato - Sin pecado concebida.

Antonella se santiguó.

A - En el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu Santo.

D - El señor esté en tú corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados.

A - Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te amo, padre mi última confesión fue hace un año aproximadamente, he cometido adulterio padre, con diferentes hombres!

D - Dime hija mía, lo sabe tú esposo?

A - No padre, me mata si se entera!

D - Pero estás arrepentida, me imagino!

A - Si padre, pero no lo puedo evitar, cada vez que mi marido se va en busca de negocios, no veo la hora de follar!

El padre Donato empezó a sentir dura su polla, en muchos años que no le pasaba esto, el relato de la mujer del que no debería saber más detalles, le empezaba a interesar mucho, además alcanzaba a ver por la rejilla los jugosos pechos de doña Antonella, así que el padre se salió de los cánones normales y siguió interrogando a su interlocutora.

D - Con cuántos hombres has estado sin contar a tu señor esposo hija mía?

A - Con tres padre, es que no sé como explicarlo, pero cuando mi marido se va de casa, es como que tengo la necesidad de tener algo metido entre mis piernas o mi boca padre, me siento muy puta, pero me gusta!

D - Sigue con tu confesión hija mía.

El padre Donato estaba muy acalorado, sin darse cuenta se sacó la enorme polla que tenía, por entre el hábito y empezó a masturbarse poco a poco, algo que solo había hecho una vez en su adolescencia, pero luego de eso se sintió mal y tomó la decisión de ser un representante de Dios.

A - Si, padre, don Enzo el carnicero cuando se da cuenta que mi esposo se va de casa, aprovecha y me entierra su morcilla, don Fabrizio el herrero cada que estoy sola, aprovecha y me clava su espada, por último don Massimo el que vende mariscos, en cuanto se larga mi marido me come el chumino!

Doña Antonella, también se estaba calentando con su confesión, así arrodillada como estaba e intentando que el padre no se diera cuenta, se metió mano por debajo del largo vestido y sus dedos hacían delicias con su hirviente coño, pero el padre que estaba atento a sus palabras, como a su escote, no pasó por alto el movimiento de su mano, el padre Donato que ya se estaba enajenando, le dijo:

D - Hija mía, te voy a aconsejar, cuando tú marido se vaya de casa y te entre la calentura, te vengas directamente para el convento y hablas conmigo, vale?

A - Sí padre, así lo haré!

Luego el excitado Donato, retiro con facilidad la rejilla del confesionario y sacando su monstruosa polla por el agujero, le dijo:

D - Tu penitencia hija mía, es que te comas este trozo de carne que representa el cuerpo de nuestro amado señor, para expiar tus pecados deberás meterte este instrumento de Dios por el agujero que está bajo el monte de Venus y por el de Sodoma, luego te vas a beber lo que salga de él hasta la última gota, ya que esto representa la sangre de Cristo, con este acto piadoso te puedes redimir ante el señor!

Antonella que no podía creer lo que sucedía, trago saliva cuando vio la enorme polla del padre Donato, que parecía tener el tamaño de su antebrazo, con una cabezota roja y brillante por el líquido preseminal, así que sin darse cuenta la mano que tenía libre la agarrará, intentaba abarcar la gran circunferencia del miembro de su confesor, la movía de arriba a abajo y empezó a chupar la enorme cabeza de su santidad, por poco y le desencaja la mandíbula, pero la cachonda Antonella lo hacía con gusto, era una viciosa que amaba las pollas, además la del padre Donato era por mucho la más grande que había probado!

D - Sí hija mía, deléitate con el cuerpo de Cristo!

A - Padre que buen instrumento carga usted por Dios santo, me fascina su bendita polla, ¡qué puta me siento!

D - A partir de hoy serás bendecida con mi garrote celestial!

A - Por favor padre, necesito que me purifique mi chumino!

Antonella dejó de chupar la gruesa verga del padre Donato, después de levantarse se bajó las bragas, se subió el vestido y empino su gran culo en dirección a la polla que tenía a su disposición, poco a poco la introdujo en su ardiente coño!

A - Ay padre qué delicia, su tranca me llena toda, que me parte padre, que me parte!

Los dos disfrutaban como chanchos en lodazal, Antonella empujaba hacía atrás con todas sus fuerzas, sus nalgas rebotaban contra la tabla por donde salía la colosal polla del padre que estaba por correrse.

D - Hija, ahora la carne del señor entrará en la caverna de Sodoma, así que abre tu culo y prepárate!

Aunque Antonella era muy viciosa, le daba un poco de miedo meterse semejante trozo de carne por el orto, pero más miedo le daba decepcionar a Dios y al caliente sacerdote, así que se escupió la mano y se lubrico su ojete, con ambas manos se abrió las nalgotas y con mucho dolor y placer introdujo hasta el fondo de sus entrañas la mastodóntica polla del padre Donato!

A - Ay padre bendito, que dolor, que me rompe el culo!

D - Es tu castigo hija mía, por ser tan puta, anda que lo disfrutas, no lo niegues pedazo de golfa!

A - Si padre, lo merezco y me fascina su polla partiéndome el culo!

Minutos después el culo de Antonella de verdad que padecía el tamaño de la polla del padre Donato, la sangre que salía de su orto lo demostraba, el lujurioso padre al ver la sangre que recorría su polla sonrió ante la ironía, ya que minutos antes le había dicho a la pecadora Antonella que se bebería la sangre del señor.

D - De rodillas hija mía, que está por salir la bendición del señor!

Al ponerse de rodillas Antonella que en medio de la gran excitación no se había dado cuenta de la hemorragia de su culo, hasta que vio la polla del padre Donato con su sangre, empezó a sentir el ardor en su ojete, pero eso no le impidió seguir con la penitencia, así que abrió su golosa boca y chupaba la pija del padre hasta que esté empezó a soltar chorros de leche, que bañaban el rostro de Antonella, ella intentó tragar lo más que podía, pero ya que el padre no había eyaculado por más de 40 años, la cantidad de leche que cubría la cara de doña Antonella era insólita, cabello, orejas, frente, ojos, hasta por su escote resbalaba la densa leche del padre Donato!

D - No dejes nada de la semilla de nuestro amado señor, limpia toda su herramienta pedazo de puta!

Antonella lamía todo el tronco mezclado de sangre y semen, lo dejo bien limpio y reluciente, luego con sus manos recogía la leche que estaba por toda su cara, ingiriendo la tibia leche del padre Donato, inclusive se chupaba los dedos con el esperma que quitó de su escote.

Minutos después de recomponerse de la tremenda culeada que le dio el padre Donato, esté le ordenó recitar una oración:

A - Jesús, hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy una pecadora.

D - Dios, padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su hijo y DERRAMÓ el espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la iglesia, el perdón y la paz.

Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del espíritu Santo.

A - Amén.

D - La pasión de nuestro señor Jesucristo, la intercesión de la bienaventurada Virgen María y de todos los santos, el bien que hagas y el mal que puedas sufrir, te sirvan como remedio de tus pecados, aumento de gracia y premio de vida eterna, vete en paz.

Doña Antonella salió del confesionario, con su gran culo adolorido, pero llena de placer, había descubierto una forma de seguir teniendo un marido cornudo, sin culpas y sin riesgo de ser descubierta, pues había tomado la decisión de no volver a llevar a su cama a ninguno de sus tres amantes, pues estaba enamorada de la herramienta gorda y bendita del padre Donato.

El padre Donato, luego de serenarse un poco, salió del confesionario, por suerte la capilla estaba desierta, lo que calmó sus nervios, pues de ser descubierto, podría hasta recibir la excomunión y ser desterrado de su cargo, por eso el padre Donato debía ser muy cauto en adelante.

Con el pasar de los días, la madre superiora Gabriella, empezó a sentir mucha curiosidad por las constantes visitas de doña Antonella, que cada miércoles iba puntual al despacho parroquial (antes su despacho) en el cual se daba cita con el padre Donato, aunque don Pietro el esposo de doña Antonella, había empezado a donar importantes cantidades de dinero para el convento, cosa que agradecía la madre superiora Gabriella, no evitó que uno de los miércoles en los que el padre Donato recibía a doña Antonella, la curiosa monja descubriera el porqué de las donaciones y las regulares visitas, previamente la madre superiora había hecho un agujero en la pared que estaba entre el despacho y su nueva habitación, el cual cubría desde su habitación con una pintura de "La inspiración de San Mateo" del famoso Caravaggio, que retiraba para luego ver por el pequeño agujero lo que ocurría en el despacho, dicho agujero estaba oculto en el cabello de uno de los esbirros romanos de la pintura también de Caravaggio "La crucifixión de San Pedro".

Ese día la madre superiora Gabriella, puso candado a la puerta de su habitación desde dentro para poder espiar tranquilamente lo que sucedería en el despacho, cuando Gabriella vio el acto blasfemo que ocurría entre el padre Donato y doña Antonella, por poco se desmaya, por un segundo estuvo a punto de gritar y salir corriendo a denunciar lo que el puerco padre hacía con la señora Antonella, pero algo la detuvo, algo en su interior femenino se despertó, lo que veía le causaba algo placentero que no podía describir, la escena en sí, lo prohibido de ese pecado, lo que el padre Donato tenía entre sus piernas hizo que Gabriella experimentará por vez primera un calor incontrolable en su entrepierna, no entendía porque lo que veía hacía que su coño se mojase como nunca lo había hecho, sin darse cuenta una de sus manos se empezó a hacer cargo de su calentura, la metió por debajo de su hábito y cuando la faena entre el padre Donato y doña Antonella estaba por acabar, la madre superiora Gabriella también lo hizo, era la primera vez que se masturbaba y que además tenía su primer orgasmo.

A partir de ese día, no se perdió los miércoles de visita de doña Antonella, la madre superiora Gabriella, ahora veía con otros ojos al padre Donato, que ignoraba el espectáculo que ofrecía a la monja pelirroja.

Días después, un viernes en la tarde, unos feligreses traían de urgencia a tres enfermos, eran don Enzo, don Fabrizio y don Massimo, al parecer tenían una extraña fiebre, fueron conducidos a la enfermería, las novicias inmediatamente le fueron a comunicar a sus hermanas lo ocurrido, minutos más tarde aparecían las tres monjas, Brunilda, Varenka y Laetitia, para alegría de las esposas de los tres enfermos, las monjas les dijeron a las señoras que harían todo lo posible por socorrer a los enfermos, las mujeres aliviadas hicieron acto de espera en la enfermería, cada uno de los hombres fue instalado en las tres habitaciones que tenía a disposición la enfermería.

Minutos después las tres monjas dejaron descansando a los enfermos, compartieron sus impresiones y tomaron la decisión de dejar internados a los tres hombres en la enfermería del convento, lo comunicaron a las afligidas esposas, les dijeron también que en cuanto mejorarán tendrían noticias de ello, para que pudieran venir por ellos, las tres señoras quedaron muy agradecidas con las hermanas y partieron hacia el pueblo.
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Caía una lluvia torrencial, con rayos y truenos, los tres enfermos ardían en fiebre, todos habían sido despojados de sus ropas y permanecían desnudos bajo su respectiva sábana, cada uno era atendido por una de las monjas médico, todos tenían compresas frías en la frente y medicina de la época.

Laetitia trataba a don Massimo con mucho cariño, no se despegaba ni un momento de él, le decía palabras de ánimo, el pobre hombre de 35 años deliraba, hablaba sobre mariscos, en especial tenía pesadillas con un Kraken, que según él lo quería despedazar.

Horas después, a eso de la medianoche don Massimo parecía que se iba para el otro mundo, dijo unas palabras en latín que preocuparon a la monja Laetitia!

M - Soror, i videre lucem fine cuniculi! "Hermana, veo la luz al final del túnel"

Laetitia estaba desesperada, recitaba oraciones en latín, pero no veía mejora en don Massimo, hasta que le agarro la mano derecha al enfermo, la puso sobre su corazón (mejor dicho sobre su teta izquierda), la reacción del enfermo empezó a cambiar, su rostro era de alegría, abría la boca como queriendo decir algo, pero seguía con los ojos cerrados, la monja Laetitia se entusiasmó y sin quitar la mano de don Massimo de su pecho siguió recitando oraciones, segundos después Laetitia se sobresaltó, pues la mano del marisquero empezó a sobar su seno, al intentar quitarla, vio apesadumbrada que el enfermo deliraba más, así que Laetitia tuvo la ocurrencia de meter la mano de don Massimo por debajo de su hábito y ponerla sobre su teta, con la inocente teoría de que su paciente se sentiría mejor por recordar de modo inconsciente el seno de su madre cuando era bebé!

Minutos después Laetitia notaba una mejoría en don Massimo que acariciaba la teta izquierda de la monja, por cierto la monja Francesa tenía un par de melones grandes y firmes a sus 18 años, Laetitia se alegraba por el repentino cambio del enfermo, pero también se asustó porque las caricias que le daba don Massimo, le empezaban a gustar, sus pezones se pusieron duros como nunca, su entrepierna húmeda empezó a hacerle cosquillas agradables, lo que hizo que la monja se cuestionara, pues le daba miedo caer en pecado, así que puso sus manos en señal de oración y recitó:

L - Oh padre celestial, que hago señor mío, no deseo pecar, pero siento que mis pechos mejoran la salud de don Massimo, que hago padre nuestro? Dame una señal por favor, oh creador del universo, padre omnipotente!

Para su sorpresa sus ruegos tuvieron respuesta, la sorprendida monja sintió que una intensa luz bañaba la habitación y don Massimo habló como en trance:

M - Porque es mejor que padezcan haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

Laetitia se sorprendió ante la mención de ese versículo en particular, que pertenecía a Pedro, por eso respondió mirando hacia el cielo.

L - Padre que estás en los cielos, es tú voluntad que al hacer de mi cuerpo un instrumento para mejorar la salud de esté hombre, me veas cómo a una pecadora?

Esta vez los ojos de don Massimo se abrieron, pero se pusieron en blanco, lo cual asustó un poco a la hermosa monja, él enfermo habló con voz más grave aún.

M - Y sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero que si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése sí lo escucha.

Era un versículo de Juan, ante esta última respuesta Laetitia no albergó más dudas, hizo la señal de la cruz, retiró la mano que don Massimo tenía sobre su pecho, se levantó de la silla, se quitó el hábito, pero se dejó puesto el rosario, la cofia y el velo, aunque era bajita su cuerpo era exquisito, un par de tetas grandes, pequeña cintura y un culo enorme, su coño era peludo como todos los coños de esa época.

Después de desnudarse, la monja se subió a la cama del enfermo, le puso una de sus tetas en la boca, don Massimo empezó a chupar como ternero huérfano del hermoso pezón de Laetitia, que para su sorpresa veía como un bulto crecía a la altura del abdomen de su paciente, la curiosidad de la monja, hizo que le retirará la sábana, asombrada veía cómo a medida que don Massimo le chupaba la teta, su polla crecía desmesuradamente, la excitación de la monja también crecía, pues la lengua y labios de don Massimo la hacían gozar, así que la monja hizo la señal de la cruz y empezó a besar y chupar la gorda herramienta del enfermo.

Laetitia no podía creer el gusto que sentía por la gruesa polla del pescadero, era la primera vez que veía y se comía una polla en sus 18 años, le chupaba todo el tronco, hasta los huevos metía en su sacrílega boca, minutos después don Massimo empezó a reaccionar, salió del ensoñamiento y no podía creer lo que veía, la monja bajita, la más simpática de las hermanas del convento, le estaba dando una mamada digna de una fina ramera!

M - mm pero hermana, que está haciendo?

La monja dejó de chupar y le hizo señas con su dedo índice para que hiciera silencio, se acercó a su rostro, le tocó la frente que ahora estaba tibia, el cambio era impresionante, pues antes hervía en fiebre, Laetitia sonrió y le dijo a él asombrado vendedor de mariscos:

L - Don Massimo, sólo hago la voluntad de nuestro amado señor, en estos momentos soy una herramienta del altísimo, usted puede usar mi cuerpo a voluntad, pues hasta ahora es el mejor método para su pronta recuperación!

M - Dios la bendiga hermana, haré la voluntad del señor con su hermoso cuerpo, por cierto su rostro es bellísimo hermana!

Acto seguido le dio un libidinoso beso a la hermosa monja francesa, luego hizo que lo montará, el ahora cachondo Massimo, trataba de empujar la verga por la concha de la sumisa monja, pero está lo detuvo, le dijo que su virtud no podía ser mancillada, que para su recuperación, le iba a ofrecer su ojete, el marisquero sonrió, se escupió la mano le lubrico el orto a la monja, ella se dejó hacer, pero al intentar penetrar el orto de la monja, su gorda polla no entraba.

M - Hermana haga el favor y ponga su dulce trasero sobre mí cara!

Laetitia enrojeció, pero hizo caso del marisquero, total hacia la voluntad del señor, puso su redondo y gordo trasero sobre la cara del caliente Massimo, éste le abrió las nalgas con sus manos y metió su lengua en lo profundo del ojete de la monja, la habilidosa lengua del vendedor de mariscos regalaba el mayor de los placeres a la alegre monja, que estaba súper excitada, sus fluidos vaginales resbalaban por el mentón del enfermo, que disfrutaba comiendo de ese culo celestial, alternaba la lengua con sus dedos, logró meter tres de ellos hasta la última de las falanges, luego con una de sus manos apoyada sobre la cofia de la monja, la hizo descender hacia su erecta polla, Laetitia que ya no parecía la alegre e inocente monja, devoraba con gran placer la polla de don Massimo, llegó al punto de tragarla entera!

Minutos después de un sincronizado 69, con el orto ya dilatado por la lengua y los dedos de don Massimo, la monja se levantó para luego acuclillarse sobre la polla del enfermo, que esta vez sí pudo entrar por el ojete de la excitada Laetitia, que gemía ahogando gritos de dolor y placer, por fortuna la tempestad los enmudeció.

El culo de la monja subía y bajaba por todo el tentáculo de don Massimo, que gemía como búfalo, la gorda polla llenaba de placer a la hermosa francesa, que por vez primera experimentaba la maravillosa sensación de un orgasmo, que escena tenía ante si el enfermo, veía como su polla se perdía en los gordos cachetes de la monja, se veía súper sensual con su cofia y el rosario entre sus enormes melones, que apretaba con fuerza, hasta que no aguanto más, con su fuerza ya recuperada, sacó su polla del culo de la monja, se irguió con la polla en su mano, Laetitia quedó de rodillas a la espera de la semilla del marisquero, pues según ella le había dicho, ahí residía el último vestigio de enfermedad con el que debía regar su rostro, para poder sanar del todo!

El entusiasmado Massimo explotó en una gran eyaculación con la que bañó todo el rostro de la sacrílega monja, el marisquero le restregó la polla por el hermoso y profano rostro de Laetitia, que acto seguido movida por el instinto del sexo, se metía toda la polla de don Massimo, limpiando hasta la última gota!

M - Hermana muchas gracias por su divina intervención, sentí que me moría, pero gracias a usted y sus cuidados soy un hombre nuevo!

L - Amén hermano, solo hice la voluntad de nuestro señor, ahora por favor duerma, mañana se podrá ir a su casa, pero por favor no vaya a comentar nada de lo ocurrido en esta bendita noche!

M - Se lo juro hermana, la gloria del señor sea para usted!

L - Amén

En la habitación contigua, estaba don Fabrizio el herrero de 29 años que ardía en fiebre, era atendido por la monja rusa Varenka, le espectacular belleza eslava de cabello rubio y ojos grises, que después de darle medicamentos y ponerle una compresa fría en la frente de su paciente, leía algunos pasajes de la biblia, minutos después sentada en una silla al lado de la cama del enfermo, la monja se sumió en un dulce sueño.

{Varenka caminaba por el claro de un bosque, que tenía de fondo una hermosa cascada, estaba vestida totalmente de blanco y se sentía especialmente feliz, recogía flores, hasta que la tierra empezó a temblar, y en medio del claro surgió un altar en el que yacía acostado un hombre, tenía un halo de luz que no permitía reconocer su rostro, cuando Varenka se acercó al hombre que por cierto estaba desnudo, escuchó una atronadora voz!

Puesto que Cristo sufrió por vosotros en su cuerpo, también ustedes deben adoptar esa misma actitud, porque quien sufre en su cuerpo pone fin al pecado, para que el tiempo que le queda de vida en este mundo lo viva conforme a la voluntad de Dios y no conforme a los deseos humanos.

V - Oh padre mío, yo que soy tu fiel sierva, indícame lo que he de hacer!

Varenka hija mía, debes curar la enfermedad de este hombre, y sacar el veneno que lo agobia.

V - Tus deseos son órdenes padre celestial, he hecho lo que he aprendido en las artes medicinales, pero no sé qué más hacer, oh gran señor guíame por medio de tu gracia!

Hija mía he puesto entre tus piernas el bálsamo sanador para este pobre hombre, haz que lo pruebe y al final con tu bendita boca exprime el veneno que Satanás implantó en este fiel siervo mío, así como se saca el veneno de la traidora serpiente, pero recuerda hija mía que tú sagrada concha no debe ser usurpada, entrega sólo la puerta de Sodoma!

V - Oh padre creador del universo, así lo haré, gracias por dirigir tu gloriosa voz a tu fiel sierva!

El mundo y sus deseos pasan, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

V - Amén.

Minutos después Varenka se despertó sobresaltada, don Fabrizio estaba dormido, parecía en estado de coma, la monja recordaba perfectamente su revelador sueño y los versículos de Pedro y Juan que eran la mismísima palabra del creador, se levantó de la silla, se arrodilló recitando una plegaria, hizo la señal de la cruz, en cuanto se irguió y se quitaba el hábito, un relámpago invadió la habitación, por un momento su sombra reflejaba sobre la pared una paloma con las alas desplegadas, lo que para la fiel seguidora era otra señal inequívoca de la voluntad de su señor.

Solo tenía puesto su rosario, cofia y velo, lo que dejaba al descubierto el cuerpo de una diosa eslava, unas tetas de mediano tamaño, cintura delgada y nalgas en perfecta armonía, tenía vello púbico de color oro plata, unas piernas bien torneadas, si el pobre Fabrizio estuviera despierto, se le habría tirado encima!

La esbelta monja rusa se subió a la cama del enfermo, agarro la cruz de su rosario y se metió parte de la cruz por la boca, se sentó sobre el rostro en cuclillas dejando su rosado ojete sobre la nariz del inconsciente herrero, que segundos después aspiraba un embriagador bálsamo mezcla de coño y orto, lo que hizo que involuntariamente su lengua lamiera toda la concha y el culo de la hermosa rusa, que miraba hacia el cielo con sus manos en señal de oración y chupaba la cruz de forma sacrílega, pues la lengua del herrero en su culo hacía que se comportará como una monja ramera sin darse cuenta de ello, movía su culo por toda la cara de don Fabrizio que por fin abrió los ojos, ante su asombro de ver ese perfecto culo y sentir su delicioso sabor, su gran verga empezó a levantarse cual carpa de circo, lo cual noto enseguida la lujuriosa monja, que recordando las palabras de su señor, le retiró la sábana y empezó a chupar como Dios manda!

Varenka enceguecida por el sueño disfrutaba chupando la polla del herrero, creyendo con toda su fe, que lo que hacía era por orden de su señor, don Fabrizio alucinaba con el perfecto 69 que le brindaba la monja rusa, que no aguanto más y se corrió como un burro en toda la garganta de Varenka, que sorprendida pero con gusto se tragó hasta la última gota del "veneno", que por cierto le gustó mucho su sabor, el herrero todavía con el culo de la monja sobre su cara le dijo:

F - Oh hermana, usted con su hermoso culo y su gloriosa boca me han resucitado, no sé cómo agradecerle!

Parecía que don Massimo le hablaba al ojete de Varenka en vez de a ella, quien recordaba las palabras que su señor le dijo en el sueño, así que metió en su boca nuevamente la flácida polla del herrero para poder cumplir toda la orden de su creador.

V - Don Fabrizio, todavía no he terminado de sacar el mal de su cuerpo, necesito que me ayude!

F - Oh por Dios, claro que sí querida hermana, siga comiéndomela que enseguida mi espada se recompone!

Dos minutos después la daga se convertía en espada, gracias a los jugosos labios y lengua de la monja Varenka, quien también gemía por la forma en que don Fabrizio le chupaba el ojete, la lengua del herrero se metía hasta las entrañas!

La monja se puso en cuatro con su orto brillante de saliva, esperaba con impaciencia la polla de don Fabrizio, que enseguida se puso detrás de la hermosa rusa y empujó su pollón poco a poco hasta llegar al fondo de sus entrañas, mientras la sacrílega monja chupaba la punta de la cruz de su rosario, como si fuese el miembro de su señor, segundos después sentía el dulce placer de un orgasmo increíble, era su primera vez.

F - Que culo más divino y apretado tiene usted hermana Varenka, estoy que me vengo, donde quiere mi leche hermanita?

V - mm don Fabrizio, su espada sagrada me llena y me rompe delicioso mi culito, por favor señor herrero córrase en mi ano, se lo ruego, dejé toda su semilla en mis purificadoras entrañas!

Ante las blasfemas palabras de la monja rusa, don Fabrizio se corrió a chorros por segunda vez, llenando todo el orto de la lujuriosa Varenka, que seguía con el crucifijo entre sus labios, el herrero dejo hasta la última gota en lo profundo del perfecto culo de la monja, luego Varenka se puso de rodillas para "eliminar" lo que quedaba del "veneno" de Satanás en la polla del herrero.

V - Don Fabrizio, ahora por favor duerma que mañana se podrá ir a su casa, le deseo buena noche.

F - Gracias hermana Varenka, nunca olvidaré lo que hizo por mí.

En la otra habitación la hermana Brunilda se ocupaba del carnicero del pueblo don Enzo, era un hombre pálido, poco agraciado y bajito de unos 40 años, mientras que la monja alemana Brunilda era una auténtica belleza vikinga, de cabello negro como la noche y una elevada estatura.

La monja hacía todo lo posible por su paciente, pero no veía mejoría, pasada la medianoche Brunilda estaba muy preocupada, los latidos del corazón eran muy débiles, pero entonces pasó algo "Divino" según Brunilda, pues en medio de la tempestuosa noche, una paloma se coló por la pequeña ventana ubicada en la parte superior de la habitación, luego el ave batió sus alas y se posó exactamente sobre el bulto que se marcaba a la altura del abdomen de don Enzo, ósea en su polla, la estupefacta monja veía como la paloma luego de dicho acto, remontaba el vuelo y se iba por donde llegó!

Para Brunilda esto era una señal inequívoca de lo que debía hacer, aunque estuviera en contra de su doctrina, se decidió a intentarlo, hizo la señal de la cruz, pero lo que a continuación sucedió disipó cualquier duda que albergará, pues cuando se levantó de la silla, su biblia cayó sobre el piso abierta y su anillo de ónix que tenía en el dedo anular cayó sobre un versículo de Lucas que decía "y oyéndolo Jesús, le respondió: no temas, cree solamente y ella será sanada", la monja recogió la biblia con una lágrima de felicidad pues sentía que Dios se había comunicado con ella.

A continuación retiró la sábana que cubría al carnicero y vio por primera vez una polla, por cierto era grande y contrastaba con la estatura de don Enzo, la monja agarró la polla del carnicero que veía hipnotizada como está crecía más a medida que su mano subía y bajaba por el tronco de carne, gracias a el líquido preseminal resbalaba mejor por su palma, segundos después tomó aire y empezó a chupar la morcilla del carnicero, para su sorpresa le empezó a gustar el sabor a verga y como le llenaba toda su boca, minutos más tarde de ponerle la verga dura y gruesa, Brunilda se daba cuenta de la mejoría de don Enzo, que abrió los ojos y recitaba emocionado!

E - Aclamen al señor, porque él es bueno, porque su misericordia es eterna!

Brunilda sonrió y puso más empeño en su mamada, pues reconoció enseguida el versículo de Crónicas, la monja sentía que debía expulsar el "veneno" que estaba inoculado en la polla de don Enzo.

B - Don Enzo, que debo hacer para que expulse la enfermedad por su aparato?

E - Hermana, yo creo que debo meter mi aparato entre sus piernas, es la mejor manera!

La monja lo pensó, pero estaba segura de que no podía ofrecer su castidad, así que como una valiente, se quitó el hábito, dejando sobre si únicamente su rosario, cofia y velo, los ojos de don Enzo por poco se salen de sus órbitas, la monja era una tremenda yegua, con un par de enormes melones, gran trasero y lo más increíble eran sus piernas, parecían las piernas de una diosa amazona!

E - Por Dios hermana, es usted más bella que una noche estrellada y su cuerpo desafía en belleza la más perfecta de las obras creadas!

La monja se sonrojo, pero su rostro serio no demostraba emoción alguna, el carnicero le indico que se recostara boca arriba y abriera sus piernas, tenía una conchita peluda y cerradita, y un ojete que alcanzaba un tono rosado casi blanco como la piel sedosa de la monja.

B - Don Enzo, disponga usted pero solo de mi culo por favor, mi virginidad no puede ser tocada.

El ansioso carnicero asintió con pesar, pero la idea de comerle ese precioso culo lo motivó a darle una lamida de ojete que Brunilda disfrutaba como loca, aunque intentará no manifestarlo, minutos después de dejarle dilatado el orto con su lengua y dedos, el carnicero se disponía penetrarla.

E - Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias; Alabémosle, bendigamos su nombre!

Y don Enzo se la metió hasta el fondo, provocando un gran dolor y placer en la monja que gritó:

B - Aleluya, bendito sea Dios!!

Ay que me rompe mi culito, amén, mm

El carnicero metía y sacaba su chorizo a gran velocidad, con sus manos sujetaba las grandes y hermosas piernas de la monja vikinga, que ya no podía disimular sus emociones, gemía bastante a cada embestida del cachondo carnicero.

E - Le gusta mi polla en su culo hermana? ¿le gusta como se lo abro?

B - Don Enzo, me gusta servir a nuestro señor, eso es todo!

Mentía la monja, pues muy a su pesar, estaba disfrutando ser poseída por la salchicha de don Enzo, sin darse cuenta sus dedos giraban en círculo sobre su clítoris, hasta que sintió su primer orgasmo, involuntariamente baño el abdomen del carnicero con un placentero squirting!

E - jaja veo que sí que lo disfruta hermana, yo también estoy por correrme!

Le saco la polla de su abierto ojete y derramó su leche por todo el abdomen, tetas y cara de la excitada monja, que saboreaba lo que llegó hasta sus labios, luego el hambriento carnicero volvió a metérsela por el dilatado orto!

B - ay don Enzo, es que tiene más?

El carnicero no respondió, como una bestia siguió follando el culo de la excitada monja que se mordía los labios de gusto, la polla de don Enzo aguantó heroicamente un segundo round sin bajar la guardia, pero con la velocidad que se follaba a la hermosa monja, fue cuestión de minutos para que volviera a eyacular, en cuanto sintió el dulce placer, se la sacó del orto y se puso a la altura de su cabeza para dejarle la boca llena de "veneno" blanco caliente y cremoso, que la abnegada monja tragó con placer, su boca abrazaba la polla de don Enzo, chupó hasta que limpio todo el miembro del afortunado carnicero.

Minutos después la monja se puso su hábito, le indicó a don Enzo que descansará, a la mañana siguiente podría regresar a su hogar.
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La madre superiora Gabriella, albergaba muchos deseos por el padre Donato, ya no era suficiente ver la escena semanal de los miércoles entre doña Antonella y el sacerdote, no era suficiente masturbarse tocando su clítoris y pezones, mientras veía como la polla del padre Donato satisfacía a una sola mujer, la madre también quería probar las mieles de lo prohibido.

Una tarde que el sacerdote estaba en su despacho, como de costumbre leyendo la Biblia, entró la madre superiora.

D: Buen día madre Gabriella, por favor tome asiento, ¿a qué debo el honor de su visita?

Pero la monja no hizo caso, de pie se quedó mirando desafiante al sacerdote.

G: Buen día padre, lo sé todo!

El apacible rostro del padre Donato cambió un poco, se puso tenso.

D: No entiendo, a qué se refiere hermana?

G: Pues que he visto como profana este sagrado recinto, se perfectamente las cochinadas que hace con doña Antonella todos los miércoles!

El padre Donato se puso pálido, sabía que si la monja hacía un escándalo de ésto, su nombre y puesto se verían mancillados, el padre no fue capaz de articular palabra alguna, la monja sonrió al ver el miedo en la cara del sacerdote.

G: Tranquilo padre, veo que está preocupado, no tiene porqué, solo le pido algo grande y grueso a cambio de mi silencio.

D: Dígame madre superiora, que puedo hacer por usted?

La hermosa monja pelirroja de ojos verdes caminó sonriente hacia el escritorio del sacerdote, se puso frente a él, luego le dio la espalda, levantó su hábito y dejó expuestas sus perfectas nalgas, las cuales abrió con ambas manos para ofrecer su ojete al sorprendido cura.

G: Padre, solo le pido que me haga todas las porquerías que hace con doña Antonella, quiero que me purifique hasta las entrañas padre Donato!

El sacerdote tuvo una erección inmediata, en frente tenía un hermoso culo que merecía mucha atención, la agarró de los muslos y sumergió su cara en los cachetes de la monja, su lengua lamía todo el santo orificio, pasaba por la cerrada concha deteniéndose en el clítoris, se puso saliva en uno de sus gordos dedos y empezó a dilatar el orto de la monja, el culo de la madre Gabriella tenía buen sabor, así que el cachondo padre alternaba sus dedos y su lengua por toda la cavidad anal, la monja sentía corrientazos eléctricos de placer, gemía bastante hasta que sus piernas empezaron a temblar con su primer orgasmo anal, el sacerdote con ambas manos sobre las nalgas de la monja, parecía escarbar con su lengua en lo profundo de las entrañas de la pervertida monja italiana.

G: mmm padre, que bien se siente su lengua llenando mi culo!

D: mmm querida hermana, tiene usted un ojete glorioso y su sabor es exquisito, mmm.

Toc- toc, sonó la puerta del despacho, pero no dio tiempo a que la madre superiora se pusiera el hábito, así que se agachó entre el escritorio y la silla del sacerdote, quedando oculta de la inesperada visita, eran las tres monjas, Brunilda, Varenka y Laetitia, la primera en hablar fue la rusa.

V: Buen día padre, disculpe nuestra interrupción, pero lo que tenemos que decirle es urgente!

D: Buen día hermanas… la verdad es que estaba un poco ocupado con un versíCULO que me tiene intrigado, pero ya que están aquí, díganme, que les preocupa?

La monjita francesa rompió en llanto y tomó asiento.

L - Padre, es que hemos pecado y no podemos esperar a mañana para que nos confiese!

D: Pero hijas mías, así de grave es vuestro pecado?

V: Si padre, hemos fornicado!

D: Pero cómo, cuándo y con quién??

La alemana habló muy seriamente, mirando directo a los ojos del sacerdote.

B: Anoche padre, con los tres enfermos que llegaron ayer en la tarde, con el carnicero, el herrero y el pescadero, pero lo peor de todo es que las tres lo hemos disfrutado, ¡aunque a nuestro favor, todas recibimos señales divinas!

V: Si padre, nuestro señor nos manifestó sus deseos por medios milagrosos!

L: Así es padre por increíble que parezca, los tres estaban por morir, pero gracias a nuestros cuerpos ahora están mejor de salud!

D: Vaya por Dios, por favor hermanas, cuéntenme cómo sucedió todo, no se les ocurra omitir detalle alguno!

La madre superiora que estaba agachada en el escritorio, escuchó todo y su calentura en vez de bajar por la intromisión, se elevó por los relatos que cada una de las monjas le confesaba al padre Donato, así que ni corta ni perezosa, metió su mano por entre el hábito del padre y le sacó el enorme cetro de carne, y como una posesa empezó a chupar con locura a medida que los relatos de las monjas la ponían más ardiente.

El sacerdote estaba fascinado con las historias de las tres monjas, más la tremenda chupada de pija que le daba la madre superiora, estaba por correrse ante tanta lujuria, hasta que Brunilda que era la última que confesaba, con su historia, hizo que el padre no aguantará más y gimiera como un búfalo en celo, descargó toda su leche en la garganta de la madre superiora Gabriella, la cual tuvo arcadas, pero con su boca abierta casi a 90° se tragó toda la espesa leche del sacerdote.

Las tres monjas sorprendidas por los gestos y aullidos del padre, se hicieron a su lado y casi no daban crédito a lo que sus ojos veían!

La madre superiora Gabriella estaba arrodillada con la gigantesca polla del padre Donato entre sus labios, derramando leche por la comisura de los labios.

La monja se levantó y le susurró algo al sacerdote, que inmediatamente sonrió con un gesto de aprobación.

D: Primero que todo, por favor hermana Laetitia ponga el pestillo de la puerta, que nadie nos vaya a interrumpir.

Eso hizo la pequeña monja francesa, que no podía dejar de mirar el garrote de carne que tenía el padre entre sus piernas, era mucho más grande que la polla de don Massimo.

D: Bueno como veréis, no es casualidad que estemos los 5 aquí reunidos, la madre superiora Gabriella y yo también hemos recibido señales para el disfrute de nuestra carne, eso sí, en nombre de nuestro amado señor.

G: Así es, quitaros los hábitos excepto la cofia y el velo… muy bien, ahora poneros a cuatro patas sobre el sofá.

Ante tal espectáculo la polla del padre Donato se puso erecta nuevamente, los tres culos empinados se veían deliciosos, la madre superiora Gabriella también estaba muy excitada.

G: Padre voy a preparar cada uno de esos sagrados orificios para que puedan ser bendecidos con su santa polla!

El sacerdote se relamía los labios, enseguida la monja italiana se quitó su hábito, pero dejándose la cofia y el velo también, tenía un cuerpo espectacular a sus 48 años, grandes tetas y un culo tremendo, grande y firme, el coño lo tenía poblado con hermoso vello rojizo; Gabriella empezó a chupar el culo de la monja francesa Laetitia, lo devoraba con gran placer, mientras le comía el culo a la hermana, arqueo la espalda y empino su culo, ofreciendo su manjar al padre, que inmediatamente se arrodilló y metió su lengua hasta lo profundo del orto de la madre superiora.

Gabriella seguía lamiendo y chupando el ojete de Laetitia, luego fue metiendo un dedo en la cavidad estrecha de la monjita, gracias a su saliva entro con facilidad, luego metió dos dedos, tres, cuatro, hasta que le metió el puño entero, Laetitia dio un gritó de dolor, que luego se transformó en placer a medida que la madre superiora movía su puño dentro de su culo, el padre Donato estaba fascinado con la perversidad de la madre superiora, así que le metió su tercera pierna por el ojete, Gabriella también dio un gritó, el sacerdote se la metió hasta el fondo, Gabriella aullaba de placer, al igual que Laetitia.

Minutos después la madre superiora sacó su puño del culo de la menor de las monjas, dejándolo listo y dilatado para la monstruosa polla del sacerdote, que enseguida sacó su garrote carnal del orto de Gabriella, para ponerlo en el de Laetitia, que aterrada y excitada a la vez, lo sentía más grande que el puño de Gabriella, la pequeña monja sentía que era partida a la mitad.

L: Por Dios padre, que me parte en dos, que grande es su cetro madre mía!

D: Disfrutemos hermana Laetitia, por cierto que culo más divino posee usted!

Mientras tanto, Gabriella empezó a comerle el ojete a la rusa Varenka, que enseguida se puso a chupar la cruz que colgaba de su cuello, gemía delicioso pronunciando palabras en ruso, luego Gabriella hizo lo mismo que había hecho en el orto de la francesa, Varenka dio un alarido incomprensible, pero en su sonrojado rostro se veía el placer.

Brunilda la alemana, se estaba calentando demasiado y no quería esperar más, así que se puso detrás de la madre superiora y le devoró el culo a la degenerada italiana, que gozaba como una puerca, tenía el culo muy dilatado gracias a la polla del sacerdote, así que prácticamente la alemana metía toda su lengua en el caliente agujero de Gabriella.

Minutos después, el padre metió su trozo de carne en el orto de la rusa, que gritó aún más!

V: Si padrre, rrompame el culo con su cirrio sagrrado!

D: Si hermana Varenka, mi misión es purificar vuestras entrañas!

Gabriella cambio de culo, ahora se comía el de la monja alemana, era el más grande de todos los culos presentes, pues la alemana tenía la estatura de una vikinga (185 cm), Laetitia también quería probar el culo de la Santa madre superiora, le metió la lengua hasta el fondo y también le devolvió el placer de meter su pequeño puño.

Minutos después, lo mismo hizo el padre Donato con la monja Brunilda, que por poco se desmaya al sentir en su interior la poronga del sacerdote, era más gruesa que el puño de la madre superiora.

D: Qué culo más grande, apretado y delicioso tiene usted hermana Brunilda!

B: Es un divino placer tener su gigante polla hirviendo en mis entrañas padre!!

Una orgía desenfrenada se llevaba a cabo en el despacho del sacerdote, varios mete y saca después, el padre Donato se recostó boca arriba sobre la alfombra, la madre superiora Gabriella se sentó a horcajadas sobre la polla del cachondo padre.

D: Hermana Laetitia por favor traiga el frasco de aceite de oliva que tengo sobre la mesa y untelo sobre mis puños.

Eso hizo la obediente monja, embadurno ambas manos del sacerdote, quien abrió sus brazos en forma de cruz sobre la alfombra, pero sus antebrazos estaban en posición vertical, listos para perforar culos sagrados.

D: Muy bien hermana Laetitia, ahora siéntese sobre mí puño izquierdo, usted hermana Varenka sobre mi mano derecha y usted hermana Brunilda ponga su hermoso culo sobre mi boca.

Brunilda con placer puso su enorme y hermoso culo sobre la boca del hambriento sacerdote, en cambio Varenka y Laetitia estaban un poco nerviosas y presentaban un poco de dificultad para meterse semejante mano, aunque tenían dilatado el ojete gracias al pollón del sacerdote, los puños del padre Donato eran más gruesos que su mastodóntica polla, ya que como sabemos el sacerdote es un tipo gordo de casi 2 metros, pero las lujuriosas monjas estaban muy excitadas y no querían defraudar a el párroco, Varenka fue la primera en atravesar el puño, Laetitia la imitó a continuación.

Visto desde arriba, el padre estaba en forma de cruz, una cruz sexual de la que gozaban las blasfemas monjas, que subían y bajaban por la polla, brazos y lengua del semental italiano, a medida que pasaban los minutos, las monjas cambiaban de sitio, Brunilda pasó a ser sodomizada por la polla, Gabriella por el antebrazo izquierdo, Laetitia pasó al derecho y Varenka ofrecía su culo ruso a la boca del padre Donato.

Todas se sentaron y disfrutaron en las diferentes partes del sudoroso sacerdote, haciendo una perfecta rotación armónica, la última en ser empalada por la estaca de carne del clérigo, era la francesa Laetitia, contrastaba mucho ver a la pequeña monja de 162 cm sobre al gigantesco sacerdote de 198 cm, que después de una hora de follar ortos, chupar ojetes y perforar los mismos con sus manos, se levantó y ordenó a las 4 monjas que se arrodillaran para recibir la sagrada leche!

El padre Donato ordeño su polla sin esfuerzo, pues ver a esas hermosas mujeres en posición penitente a la espera de su sagrada semilla, hizo que salieran litros de blanca y espesa leche, con la que bañó a las cuatro monjas por igual, el sacerdote gemía como un león rabioso y las monjas como unas dulces gatitas con la boca abierta y la lengua afuera, bebían la lechita que les daba su benefactor.

D: mm que delicia, limpiarlo bien hermanas, que a partir de ahora mi báculo sagrado será vuestro purificador diario!

G-B-V-L mmm, si padre!

Las bocas de las 4 monjas se deslizaban por todo el mástil, lo limpiaron efectivamente con sus lenguas, hasta dejarlo brillante y reluciente, sin una gota por beber.

El sacerdote les dio la bendición a las satisfechas monjas, que a partir de ese día siguieron con su régimen de verga diaria.

Doña Antonella siguió visitando al sacerdote cada miércoles sin falta, don Massimo, don Enzo y don Fabrizio, se volvieron "fervientes religiosos" y cada que podían, iban a recibir "bendiciones" de las hermosas monjas.
 
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